La Escucha

Paco Peñarrubia Vamos a hablar aquí de “escucha” en un sentido más amplio que el de “oír”: se trata de percibir (con el

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Paco Peñarrubia Vamos a hablar aquí de “escucha” en un sentido más amplio que el de “oír”: se trata de percibir (con el oído y también con los demás sentidos), de estar despierto, de afinar la atención. Atender ¿a qué? En Gestalt hablamos de escucha en una doble dirección: hacia adentro y hacia fuera. 1.- La escucha interna no es sino la capacidad del escuchador de mirarse hacia adentro, de tomar conciencia de sí y atender a los procesos que se le despiertan. De todo ello hablaremos con más detalle en el capítulo del “Darse cuenta”, pero sí adelantar aquí que estar disponible para el otro no significa olvidarnos de nosotros. El gestaltista tiene en cuenta lo que a él le está pasando en el mismo momento en que atiende lo que le pasa al otro. Esta escucha interior no tiene por qué interferir la atención al otro, más bien es un excelente método de acompañamiento, un usarse a sí mismo (en sus sensaciones, emociones, etc.) al servicio de la mejor comprensión y escucha de aquello que ocurre fuera. En palabras de J.B. Enright: “Para llevar a cabo una tarea clínica idónea, los profesionales de la salud mental necesitan tener acceso al flujo de su experiencia interior. El indicio primero y más sutil para entender la angustia, hostilidad, eroticidad, etc. Del otro es la conciencia de algún estado similar o complementario en uno mismo… A menudo enseñamos a nuestros alumnos que deben observar las señales externas de los estados afectivos de sus pacientes (la voz, etc.) pero no aclaramos que no es mediante la observación externa que ocurren las cosas. Si, para decirle a un paciente “creo que usted siente enojo”, espero a ver sus venas hinchadas, su cuello rojo y su voz furiosa, algo anda mal en mí y en la relación. Si, en cambio, me hubiera abierto antes a mi propia experiencia, habría tomado conciencia desde el principio de cierta molestia, inquietud o temor en mi”… Debo decir, con total honestidad, que casi ninguno de nosotros (incluso los que trabajamos en salud mental) es perfectamente consciente, la mayor parte del tiempo, de su actualidad presente, y esto es asombrosamente común: sufrimos una real incapacidad para escuchar plenamente y para ver con claridad” (1). 2.-La escucha externa, por el contrario, supone un afinamiento sensorial: mantener abiertos todo los sentidos para una mejor captación del otro. Aunque suele dársele tradicionalmente la máxima importancia al oído, aquí se trata no sólo de escuchar lo que dice el otro sino también cómo lo dice. -La escucha del contenido verbal es importante y por eso acostumbramos al alumno, como un ejercicio básico del entrenamiento, a que repita con la máxima fidelidad lo que escuchó, los temas y las palabras textuales que le transmitió su compañero, como una forma de desarrollar la atención y la concentración. Como decía Fritz: “para poder comunicarnos tenemos que asegurarnos de que somos remitentes, lo que significa que lo que enviamos puede ser entendido; y también asegurarnos de que somos receptores; que estamos dispuestos a escuchar el mensaje proveniente de la otra persona” (2).

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(1) John B. Enright. “El adiestramiento de la conciencia y los profesionales de la salud mental”. En Fagan y Shepherd: “Teoría y Técnica de la psicoterapia gestáltica”. Amorrortu, Buenos Aires, 1973. Pág. 252. (2) F. Perls: “Sueños y Existencia”. Cuatro Vientos. Chile, 1974. Pág. 56. -La escucha del lenguaje no verbal es aún más importante. Habitualmente los gestos, el tono de voz, la postura corporal, etc., informan más sinceramente de lo que está pasando que las palabras con que se narra. Los conflictos emocionales enmascaran con las palabras mientras que el cuerpo, en este sentido, miente menos. “Hemos bloqueado un lado y luego la expresión sale por otro: en nuestros movimientos, en nuestra postura y más que nada en nuestra voz. Un buen terapeuta no escucha toda la cháchara del paciente sino más bien el sonido de su voz, la música, los titubeos. Por lo general, la comunicación verbal es una mentira… No escuchen las palabras, escuchen lo que la voz les dice, lo que dicen los movimientos, la postura, la imagen… la expresión facial, el lenguaje psicosomático. Está todo ahí si es que permiten que el contenido de las frases haga únicamente de segundo violín. Si no cometen el error de mezclar las palabras con la realidad y si usan sus ojos y sus oídos, verán que todos nos expresamos de uno u otro modo… Hay tanto material valioso en esto. No hay más que hacer sino captar lo obvio, lo de más afuera, lo que salta a la vista y realimentárselo al paciente para llevarlo hacia el darse cuenta de sí mismo” (F. Perls.1974. Pág. 65). 3.-La comunicación en gestalt. Hemos hablado de la actitud de escucha gestáltica y eso conlleva también una determinada actitud de comunicación. En gestalt recomendamos unas formas de expresión e intentamos inhibir otras, de forma que vaya estableciéndose una comunicación basada en estas reglas: 1. Hablar en primera persona y en tiempo presente. El lenguaje impersonal supone diluir la responsabilidad de lo que se está diciendo: no es lo mismo decir “a veces uno está triste” que “yo estoy triste”; el plural también favorece la ocultación: no es igual decir: “todos tenemos depresiones” que “yo estoy deprimido”. Hablar en tiempo presente (aunque se cuente una experiencia del pasado) facilita la actualización y la vivencia ya que hace más accesibles y disponibles los contenidos emocionales que encierra esa experiencia narrada. 2. Responsabilizarse de la expresión. Lo anterior a veces no es suficiente y cuando esto ocurre se le recomienda al que habla que vaya incluyendo en su discurso alguna frase que facilite el hacerse cargo de lo que dice: “… estoy sintiendo tensión en el estómago”, por ejemplo, puede convertirse en una vivencia más comprometida si en vez de hablar del estómago me convierto en él y hablo en primera persona: “estoy sintiéndome tenso”. Si todavía no conecto con lo que digo me puede ayudar intercalar frases del tipo “… y me hago responsable de esto” o similares: “estoy sintiéndome tenso… y me responsabilizo de mi tensión… ahora me agarroto… y me hago responsable de esto…” etc. 3. Sustituir la conjunción “pero” por “y”, como una forma de evitar la dicotomía del lenguaje. Integrar en vez de disociar: “tengo miedo pero no me paralizo” incluye mayor desajuste interno que “tengo miedo… y no me paralizo”. © Escuela Gestalt Bogotá www.gestaltbogota.com 2

4. “Cómo” en vez de “por qué”. En palabras de Perls: “Como todo niño, la persona inmadura pregunta “por qué” para conseguir alguna racionalización o explicación. En el mejor de los casos, el “por qué” acarrea una explicación ingeniosa, jamás de un entendimiento. Si preguntan por el “cómo”, están mirando la estructura, están viendo lo que ocurre, preocupándose por un entendimiento más profundo del proceso. El cómo nos da perspectiva, orientación.” (Perls 1974. Pág. 55). 5. Evitar las preguntas y convertirlas en afirmaciones. Veamos un ejemplo en directo a través de un coloquio con Fritz: -Fritz: “¿Conocen el proverbio “un idiota puede hacer más preguntas de las que mil sabios puedan contestar?” Todas las respuestas están dadas. La mayoría de las preguntas son simplemente invenciones para torturarnos a nosotros mismos y a los demás. La manera de desarrollar la inteligencia propia es convertir cada pregunta en una afirmación. Si se hace este cambio, el fondo de donde surgió la pregunta se abre y se dan las posibilidades para que el interrogador encuentre la respuesta por sí mismo. -P: “¿Podrías darme ejemplos de cómo convertir preguntas en afirmaciones?” -Fritz: “Me acabas de hacer una pregunta, ¿podrías convertir ésta pregunta en una afirmación?” -P: “Sería bueno escuchar algunos ejemplos de cómo convertir una pregunta en una afirmación” -Fritz: “Sería bueno”. Pero ocurre que yo no soy bueno. En realidad lo que está detrás de esto es la única manera verdadera de comunicación: el imperativo. Lo que quieres decir en verdad es: “Fritz, dime cómo se hace esto”. Hacerme una exigencia. Y el signo de interrogación es el anzuelo de la exigencia. Cada vez que rechazas contestar una pregunta, ayudas a lo otra persona a usar sus propios recursos”. (Perls 1974. Pág. 47) -Como cierre de esta reflexión sobre la comunicación gestáltica podemos recoger aquello que Fritz clasifica como tres formas de filosofía y que son también tres tipos de comunicación: el “acerca-deismo”, el “debe-ismo” y el “existencialismo”. Perls descalifica los dos primeras: el acerca-deismo (aboutism) “en que se habla y se habla “sobre” y “acerca” de las cosas sin jamás llegar a entenderlas y sentirlas de verdad”, y el debe-ismo (shouldism) o moralismo del “debieras ser así o asá”, “deberías cambiar”, “no debiste hacer esto”, sin ninguna consideración sobre el aguante que esta persona efectivamente tiene para acatar tantísimas órdenes. “Y más aún, la mayoría de la gente cree que este “tú debes hacer esto” es un fórmula mágica que va a dar algún resultado”. Por el contrario, defiende la filosofía existencial como forma de desprenderse de los conceptos y trabajar con los principios del darse cuenta, lo que significa, en términos de comunicación, aplicar todas las reglas a las que hemos aludido anteriormente.

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4.- La respuesta gestáltica. Una determinada actitud de escucha supone también una manera específica de respuesta. El terapeuta (entendiendo este rol como el de escuchador o acompañante, en un sentido amplio) está también sujeto a sus ideas preconcebidas, a sus interrupciones o fijaciones, como ya señalamos al hablar de las dificultades de la escucha interna. Las propias convicciones, prejuicios, o sistema teórico de referencia le impedirán al terapeuta escuchar bien y responder en consecuencia. ¿Cuáles son las actitudes inadecuadas a tener en cuenta? Tal como las expresa Perls: “Si el terapeuta es demasiado dominante no ayudará al paciente hacia su auto-afirmación, incluso se la impedirá. Si se apoya en teorías rígidas para compensar su falta de autoapoyo, terminará aplastando al paciente y denominando “resistencia” cualquier punto de vista en que difieran. Si el terapeuta está profundamente retraído, hablará de relaciones interpersonales pero no llegará hasta el paciente… Si elige el camino de la empatía, una especie de identificación, se excluye a sí mismo del campo y por ende elimina la mitad del campo, centrándose exclusivamente en el paciente y sus reacciones… También está la apatía o desinterés, que no conduce a ninguna parte” (3). Tradicionalmente se idealiza el rol del terapeuta con base en dos mitos: el de la neutralidad (que ya no lo sostiene ni la ciencia moderna que ha puesto en causa la pretendida objetividad) y el de la empatía (que en el peor de los casos se convierte en confluencia). El enfoque gestáltico considera que este campo de la inter-relación lo ocupan en partes iguales el terapeuta o acompañante y el paciente o explorador. La gestalt propugna esa concepción dialógica del YO-TU donde cada espacio que pierde uno neurotiza a ambos, mientras que lo saludable es mantener este equilibrio superando patrones paternalistas (el terapeuta bueno y sabio) o juegos de victimismo (el paciente enfermo y sin recursos): nadie es más que nadie aunque la neurosis juegue precisamente a lo contrario. En consecuencia la respuesta gestáltica es un adecuado equilibrio entre SIMPATIA y FRUSTACIÓN. En palabras de Perls: “La simpatía es un compromiso con el campo total, un darse cuenta de sí mismo y del paciente”. La frustración es lo mismo pero en negativo: un darse cuenta de las manipulaciones del paciente escuchando los propios sentimientos negativos que dichas manipulaciones despiertan. En ambos casos el gestaltista se compromete con el otro como consigo mismo “sin privar al campo de su instrumento más importante: su intuición y su sensibilidad ante los procesos en curso del paciente. Por lo tanto tendrá que aprender a trabajar tanto con simpatía como con frustración. Parecería que estos elementos son incompatibles, pero el arte del terapeuta estriba precisamente en su capacidad de fusionarlos de modo que sean una herramienta efectiva. Para poder ser bondadoso tendrá que ser cruel. Tendrá que darse cuenta de las relaciones del campo total, tanto de sus propias necesidades y reacciones ante las manipulaciones del paciente como de las necesidades del paciente y sus reacciones ante el terapeuta. Y deberá sentirse con la libertad para expresarlos… Con solamente simpatía, el terapeuta se convierte en paciente, podríamos decir que hace del paciente un malcriado. Con frustración solamente, el terapeuta se convierte en el ambiente hostil, con el cual el paciente sólo puede lidiar de un modo neurótico. En ambos casos, la terapia no da al paciente incentivo alguno para cambiar”. (Perls 1976. Pág. 106)

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(3) F. Perls. “El enfoque gestáltico. Testimonios de Terapia. Cuatro Vientos. Chile 1976. Pág. 105 Claudio Naranjo traduce la fórmula de Perls por APOYO y CONFRONTACIÓN: apoyar las expresiones auténticas del paciente (sus sentimientos, conductas, deseos… genuinos) y confrontarle con sus juegos neuróticos (denunciar lo falso, evitativo, manipulativo…). En resumen, la respuesta gestáltica es un manejo equilibrado tanto de la mano derecha como de la izquierda, superando excesos de la una o la otra. A los excesos a favor del terapeuta podemos llamarlos, en expresión de A. Rams, impáticos, es decir, ocupar más espacio del necesario y esto de muy diversas maneras: tomando una posición de poder intelectual (e interpretando lo que el otro dice no saber de sí), primando sus propias necesidades (exceso frecuente entre los gestaltistas: “yo soy yo” por encima del “y tú eres tú”) poniéndose salvador, prepotente, ortodoxo, etc. A los excesos en favor del paciente los llamaremos empáticos haciendo un poco de caricatura del enfoque rogeriano. En realidad Rogers hablaba de la combinación de empatía y congruencia que no es sino otra forma de decir lo mismo que propugna la gestalt, pero fue Fritz quien de manera más contundente defendió el uso de los sentimientos del terapeuta como contagio saludable y liberador. Campo Relacional Exceso impático: Terapeuta Interpretador Narcisista

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YO/TU EQUILIBRIO-GESTALTICO Simpatía/Frustración (Perls) Apoyo/Confrontación (Naranjo)

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Exceso Empático: Terapeuta Confluyente Consentidor

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