Iglesia de San Vital

Iglesia de San Vital Rávena. 521-547. http://www.artecreha.com/Miradas_CREHA/san-vital-ravena.html Entre las construcci

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Iglesia de San Vital Rávena. 521-547. http://www.artecreha.com/Miradas_CREHA/san-vital-ravena.html

Entre las construcciones más emblemáticas del periodo clásico del arte bizantino, es decir, el que corresponde al gobierno de Justiniano, destaca la iglesia de San Vital, construida en la ciudad de Ravena, segunda capital del Imperio desde su conquista bizantina a los ostrógodos en el año 535. Si Constantinopla contaba con referencias tan significadas como San Sergio y San Bacoo Santa Sofía, la capital recién conquistada también requería un edificio emblemático que elevara su prestancia imperial, y sirviera de efecto propagandístico al poder de sus nuevos dueños. De ahí esta construcción, que no es toda de nueva planta, pues ya se había comenzado años antes, con anterioridad al dominio bizantino, si bien el diseño de la planta definitiva responde a criterios que parecen muy relacionados con las construcciones que se acababan de levantar en Constantinopla. De hecho se trata de una iglesia de planta centralizada, que recuerda en cierto modo la de San Sergio y San Baco, y que sigue estando a caballo entre la arquitectura romana de tradición clásica y la aportación más propiamente bizantina, algo por lo demás característico del arte de este periodo. La iglesia por ello será patrocinada por el propio emperador Justiniano, sufragada en parte por el apoyo económico del banquero griego Argentario, y consagrada por el nuevo arzobispo de la ciudad desde la llegada bizantina, Maximiano, en el año 547. Presenta una planta de forma octogonal, con un deambulatorio cubierto con una complicada bóveda de arista. En la parte central y aprovechando los pilares centrales que sirven de soporte a la cúpula central, se articulan sucesivas exedras, que como en San Sergio y San Baco y en la misma Hagia Sofia, crean un dinámico ritmo espacial de elementos curvos y rectos. A la entrada se dispone un nártex transversal con dos torres a los lados, que permitían el acceso al piso superior. Desde la puerta de la derecha accedían al templo y a la tribuna las mujeres, y desde la de la izquierda, los hombres. Junto al ábside se abren dos sacristías, la prótesis y eldiaconicon, que son asimismo espacios característicos de las basílicas bizantinas. Y también en esta ocasión, a pesar del sentido centralizado de la planta, se observa un rotundo eje longitudinal, que viene marcado por la existencia del nártex transversal a la entrada, y al fondo un presbiterio de forma rectangular abovedado en arista, que se prolonga en un ábside profundo, semicircular en su cara interior y poligonal al exterior. Cuenta igualmente con un espacio reservado a la autoridad imperial en planta alta, a modo de tribuna, algo reiterativo en todas las construcciones religiosas de la época y que insisten en el carácter cesaropapista del poder imperial de Justiniano. Como también es preceptivo, el piso superior serviría de gineceo o matronium. Al Interior debe subrayarse una vez más la sensación de ingravidez de todo el espacio construido. En este sentido es muy importante el papel de la cúpula. Ligerísima, construida con tubos de arcilla insertados, y que se asienta sobre trompas. Su apoyo sobre columnas y su escaso peso permiten un sistema de iluminación centralizado desde la misma cúpula, que tiene mucho que ver con esa concepción espacial vertical y liviana. Contribuye también a esta concepción mágica del espacio interior el juego elástico de las exedras, que además multiplican su efectismo en los dos pisos. También la alternancia de abovedamientos, ya que aparte de la cúpula, hay bóvedas de arista en el nártex, el deambulatorio y el presbiterio, y bóveda de cascarón en el ábside. A ello habría que añadir el sistema ornamental, a base de pares de columnas y tríos de arcos en cada uno de los tramos, con capiteles bizantinos y una decoración musivaria impresionante, que no hace sino exaltar los valores lumínicos del edificio. En este sentido son especialmente significativos los mosaicos de Justiniano y Teodora, realizados uno enfrente del otro sobre las paredes del ábside, y que vuelven a dar pruebas del carácter propagandístico del templo y del significado religioso del poder civil en el Imperio bizantino. Por el contrario, el exterior sigue la pauta iniciada por las construcciones paleocristianas y en las que persevera el arte bizantino, esa que contrasta con la suntuosidad de los interiores al consentir los muros desnudos y sin decorar. En este caso se deja ladrillo rojo cara vista, y no importa que sobresalgan de forma grosera los grandes contrafuertes exteriores, o que se entrevean en el muro los arcos de descarga embebidos que sirven de sostén a la cúpula. Sólo el detalle mínimo de las bandas en los aleros, y estructuralmente la volumetría nítida de todos los elementos que componen el edificio contribuye a dinamizar el exterior. En general, tanto el edificio como su decoración interior, se han conservado de forma más que satisfactoria, gracias principalmente a que esta parte alejada del imperio bizantino se mantuvo distante de las norma iconoclastas y a que durante siglos la iglesia ha mantenido su culto cristiano. Ello ha preservado también los mosaicos, que salvo ciertos deterioros en algunas de las exedras y los añadidos de época barroca en la cúpula central, han perdurado felizmente.