Historia y Vida - @Extragram - Enero 2019

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2 H I STO R I A Y V I DA

SUMARIO

01 / 2019

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SALÓNICA Destino de los judíos hispanos

ARTÍCULOS 50 Comida sana El ascenso de las mujeres como consumidoras en EE. UU. les permitió organizarse para dar batalla a un gran flagelo del siglo xix: la falta de higiene en los alimentos. G. Toca Rey, periodista.

56 Evita en España La visita a España de Eva Perón en 1947 contribuyó a dar un respiro al régimen franquista, en esos momentos sometido al aislamiento internacional. J. Hoyos Pérez, escritora.

62 La Sefarad oriental Salónica fue la gran ciudad de acogida para los judíos expulsados de España en 1492. Nada se pareció tanto a una patria he-

brea antes de la constitución del estado de Israel en el siglo xx. J. Elliot, periodista.

72 Leningrado Durante dos años y medio, la ciudad resistió con heroísmo el asedio del ejército alemán. Pagó un alto precio: sus ciudadanos murieron por miles en medio de toda clase de privaciones y sufrimientos. S. Vich, historiador.

82 Arte LA BAUHAUS Se cumplen cien años de una escuela artística que revolucionó el diseño en el siglo xx, de la mano de figuras tan cruciales como Gropius o Mies van der Rohe. G. Toca Rey, periodista.

33 PROPAGANDA NAZI Goebbels empleó la radio, la prensa y cualquier otro medio de comunicación para proceder a un lavado de cerebro a gran escala. Había que convencer a los alemanes de que constituían una raza superior bajo el liderazgo infalible de Adolf Hitler. C. Joric, historiador y periodista.

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SUMARIO SECCIONES 08 En breve 10 En el foco El ocaso de Austria-Hungría.

12 En el foco La batalla del Atlántico.

14 Entrevista SERGIO DEL MOLINO Autor de Lugares fuera de sitio, galardonado con el Premio Espasa 2018. E. Revert, periodista.

18 Primera plana NUEVAS DINASTÍAS El poder no solo se transmite por la sangre en las monarquías. El siglo xx está lleno de familias políticas como los Kennedy o los Gandhi. G. Toca Rey, periodista.

22 Lugares

ARQUEOLOGÍA

Alfonso I el Batallador

26

Deportistas, Malévich, 1930-31. En Colección del Museo Ruso, Málaga.

24 Anécdotas 26 Arqueología UN CSI PARA LOS REYES DE ARAGÓN La identificación de los restos de Alfonso I y Ramiro II de Aragón por la Universidad de Zaragoza. A. Baquero, periodista.

30 Correo 88 Agenda

14

Sergio del Molino

92 Libros y cine

88

Agenda

98 Foto con historia FULGENCIO BATISTA El dictador de la mafia.

Créditos fotográficos: Aci Agencia de Fotografía: pp. 56-57. AGE Fotostock: portada. Álbum Archivo Fotográfico: pp. 27, 48, 66, 79. Cordon Press: pp. 31, 80, 81. Edu García: p. 7. Getty Images: pp. 3, 18-19, 35, 36-37, 38, 39, 42-43, 44, 45, 46, 49, 59, 60, 61, 67, 68-69, 70-71, 72-73, 74, 76, 77, 98. Getty Images / iStock: pp. 17, 24, 62-63. PhotoAisa: pp. 33, 40, 58, 64, 65, 78. Shutterstock.com: pp. 3, 4, 9, 15, 16, 19, 20, 21, 22-23, 25, 29, 30, 47, 94. Cortesía de Espasa: pp. 4, 14. Cortesía de Colección del Museo Ruso: pp. 4, 91. Cortesía de Avalon: pp. 11, 97. Cortesía de Library of Congress, Washington D. C.: pp. 10-11, 50-51, 52, 54-55, 55, 70. Cortesía de AMC España: pp. 12, 97. Cortesía de Universidad de Zaragoza: pp. 28, 29. Cortesía de Ediciones B: p. 30. Cortesía de Bauhaus-Archiv / Museum für Gestaltung – Berlín: pp. 83, 84, 85, 86. Cortesía de Bauhaus Association 2019 (bauhaus100.de): p. 84, 85. Cortesía de Bauhaus Klassik Stiftung – Weimar: p. 85. Cortesía de Historic New England: p. 87. Cortesía de CCCB, Iniciativas y Exposiciones, Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, Galería Gothsland, Museo Guggenheim Bilbao, Museo Arqueológico Nacional, Es Baluard: pp. 88-91. Cortesía de Historia: p. 91. Cortesía de Astiberri, Debate, Pàmies, Arzalia, Nórdica, Galaxia Gutenberg, Pasado & Presente: pp. 92-96. Cortesía de 20th Century Fox España: p. 96. CC: pp. 12-13, 13, 20, 21, 24, 25, 31, 52, 53, 55, 93, 96. Archivo HISTORIA Y VIDA. Infografía y cartografía: Enric Sorribas / Geotec: pp. 75.

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EDITORIAL DIRECTORA Isabel Margarit REDACTORA JEFE Empar Revert REDACCIÓN Francisco Martínez Hoyos MAQUETACIÓN Mercedes Barragán COLABORADORA Amelia Pérez (corrección) DISEÑO Feriche & Black (2008) Publicidad GODÓ STRATEGIES, S.L.U. DIRECTOR GENERAL Pere G. Guardiola DIRECTOR PUBLICIDAD BARCELONA Joan Ferrando DIRECTOR COMERCIAL MADRID Rubén Cordero DIRECTORA MARKETING OFFLINE Mar Glandié Av. Diagonal, 477, 1.ª pl. 08036 Barcelona Tel.: 93 344 30 00. Fax: 93 344 31 88 María de Molina, 54, 4.ª pl. 28006 Madrid Tel.: 91 515 91 00. Fax: 91 515 91 09 Edita: MUNDO REVISTAS, S.L.U. Av. Diagonal, 477, 9.ª pl. 08036 Barcelona www.historiayvida.com E-mail: [email protected] Realización: PRISMA PUBLICACIONES 2002, S.L.U.

PRESIDENTE Javier Godó, conde de Godó CONSEJERO DELEGADO Carlos Godó Valls DIRECTOR GRAL. DE PRESIDENCIA Josep Caminal EDITORA DE VANGUARDIA DOSSIER Y LIBROS DE VANGUARDIA Ana Godó DIRECTOR GRAL. CORPORATIVO – NEGOCIO PRENSA Jaume Gurt DIRECTOR GRAL. COMERCIAL Pere G. Guardiola DIRECTOR GRAL. DE NEGOCIO AUDIOVISUAL Ramón Rovira DIRECTOR GRAL. DE NEGOCIO DIGITAL David Cerqueda

CONSEJO DE REDACCIÓN Màrius Carol, Juan Eslava, M. Ángeles Pérez Samper, Antonina Rodrigo, Josep Tomàs Cabot Atención al cliente y suscripciones DYRSL. Teléfono: 902 180 830 E-mail: [email protected]

Depósito legal: B.8784-1968. ISSN: 0018-2354 Fotomecánica: Grupo Ormo Imprime: Imprenta Rotocayfo (Impresia Ibérica) Distribuye: MARINA BCN DISTRIBUCIONS, S. L. Calle E, 1 (esq. c/6). Pol. Industrial Zona Franca. 08040 Barcelona. Tel.: 93 361 36 00

LAS OTRAS ARMAS A dolf Hitler lo vaticinó en los años veinte: “La propaganda es un arma verdaderamente terrible en manos de un experto”. Jugó con esa baza para alcanzar el poder, y, convertido en Führer, su objetivo fue la conquista de las masas. Ganar la batalla de las ideas era clave para cimentar el Tercer Reich. Para ello, el nazismo desarrolló una astuta y sofisticada maquinaria de comunicación que fomentó el orgullo de ser alemán y la superioridad de su raza contra enemigos acérrimos, como los judíos y los comunistas. Primero fueron los panfletos incendiarios que alimentaban el odio hacia aquellos supuestos artífices de los grandes males de Alemania. Luego la elección de Joseph Goebbels como ministro de Propaganda. Aquel Savonarola nazi trató de adoctrinar a toda la nación según los dictados de Hitler. Para ello, se hizo con el control de los medios, en especial prensa y radio. Pero sus dotes para manipular la voluntad popular se extendieron a todos los ámbitos. La publicidad, el diseño industrial, la literatura, el cine y hasta el lenguaje fueron instrumentalizados por el régimen para propagar ideología y potenciar el carisma del líder nazi. De este modo se justificaron muchas de las acciones expansionistas realizadas en los años treinta, hasta sumergir al país en una guerra total. Goebbels no solo potenció la imagen de Hitler como infalible estratega militar, también allanó el camino a la Solución Final con sus intensas campañas antisemitas. Tras el fracaso en el frente ruso, el temor al bolchevismo se convirtió en un medio de persuasión propagandística para estimular la desesperada defensa del Tercer Reich. En aquel siniestro régimen, las armas de la propaganda fueron tan eficaces como los tanques y las bombas, hasta el punto de que, por vez primera en la historia, la difusión del odio fue considerada un delito, un “crimen contra la humanidad”, según la sentencia que se dictaría en los juicios de Núremberg.

Revista controlada por

Isabel Margarit, directora

PORTADA Póster animando a sumarse a filas a los miembros de las Juventudes Hitlerianas, Alemania, 1943.

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EN BREVE

EL PODER DE LA CASUALIDAD Varios hallazgos arqueológicos fortuitos se han concentrado en distintos puntos de Europa en estos últimos meses.

ice el proverbio que quien busca encuentra, pero en ocasiones sucede al revés. Donde uno menos se lo espera puede estar aguardando una maravilla arqueológica. Recientemente se han producido algunos descubrimientos notables gracias al azar. A finales de 2018, un pescador dio con un bloque de piedra en las aguas del río Sava, en Kranj, Eslovenia. Tras ponerse en contacto con el Instituto para la Protección de la Herencia Cultural, esta institución envió a sus arqueólogos para averiguar de qué se trataba. Era una lápida con una inscripción en latín, aún legible, sobre una niña romana de doce años, Arellia, muerta entre los siglos i y ii. Pese a los siglos de humedad, la pieza (arriba) se encontraba en buen estado. Igualmente insólito ha sido el descubrimiento de un sello del siglo xiv, puesto que

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estos objetos se acostumbraban a destruir cuando moría el propietario. El más difícil todavía es que el sello pertenezca a una mujer que nos sea conocida por otras fuentes históricas. Y es lo que ha sucedido en Dinamarca. Un arqueólogo aficionado ha hallado un sello que fue propiedad de Elisabeth Buggesdatter, hija de Niels Bugge, uno de los hombres más ricos del país y consejero del rey Valdemar IV, contra el que más tarde se rebelaría. Puede suceder que el descubridor de un tesoro no sepa, al menos al principio, lo que tiene entre manos. En Willington, Inglaterra, Karl Martin, un tenaz coleccionista de antigüedades y rarezas, adquirió un recipiente de cerámica por apenas cuatro libras en un mercadillo. Supuso que podía ser una pieza antigua, pero no imaginó cuánto. De hecho, tuvo la extrava-

gante idea de emplearlo para colocar en él su cepillo de dientes. Cuando, al empezar a trabajar para una casa de subastas, vio en catálogos objetos similares, habló de su vaso con uno de los expertos. Y este lo dató hacia 1900 a. C. y lo situó en la antigua cultura del valle del Indo. Tampoco pensaron que harían historia los reclusos de la prisión de Pleven, al norte de Bulgaria, mientras realizaban faenas agrícolas en los terrenos de la cárcel el pasado noviembre. Fue entonces cuando descubrieron un conjunto de monedas de plata –aunque su contenido de este metal es mínimo– del período otomano. El dinero se había enterrado, en dos grandes ollas, durante el siglo xix. Su origen es, sin embargo, más antiguo, puesto que el akçe estuvo en circulación entre los siglos xv y xvii. Francisco Martínez Hoyos

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Rescates prodigiosos TESOROS HISTÓRICOS QUE DESENTERRÓ EL AZAR LA PIEDRA DE ROSETTA Fue la clave que nos permitió descifrar los jeroglíficos del mundo faraónico, al contener una inscripción en esta escritura y sus equivalentes en demótico y griego antiguo. El capitán Pierre-François Bouchard la encontró en 1799 durante la expedición francesa a Egipto. Hoy se encuentra en el British Museum. LA VENUS DE MILO El campesino Yórgos Kendrotás la encontró en 1820 semienterrada, dividida en dos pedazos, en la isla griega de Milo. Sobre cómo la adquirió Francia existen diversas versiones: ¿una compra en regla?, ¿por la fuerza? Durante el traslado a París, la excepcional pieza perdió los dos brazos. Puede verse en el Louvre. LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO Esta colección de manuscritos hebreos, datados entre 250 a. C. y 66 d. C., nos sería desconocida de no ser por unos pastores beduinos. En 1947 los hallaron en unas grutas del valle de Qumrán, cerca del mar Muerto. Los textos se encuentran hoy repartidos, principalmente, entre el Museo de Israel, en Jerusalén, y el Museo Rockefeller, también situado en esa capital.

EL LICEO DE ARISTÓTELES La academia fundada en Atenas por el célebre filósofo griego en 335 a. C. estuvo perdida durante muchos siglos. Los arqueólogos fracasaron en el intento de hallar sus ruinas. Pero, en 1997, la casualidad resolvió el enigma. Unos operarios descubrieron los restos mientras trabajaban en las obras de lo que iba a ser el Museo de Arte Moderno.

riquezas. La mayor parte del tesoro fue a parar a manos del gobernador de los Países Bajos españoles, el archiduque Leopoldo Guillermo de Habsburgo. En el siglo XIX, las piezas se hallaban en Francia, donde fueron robadas para ser vendidas o fundidas. El tesoro de Childerico, actualmente reducido a la mínima expresión, puede contemplarse ahora en la Biblioteca Nacional de Francia, en París.

LAS CUEVAS DE LASCAUX Marcel Ravidat, un joven aprendiz de mecánico, descubrió inesperadamente en 1940 la entrada a las cuevas de Lascaux, en el suroeste de Francia, con espectaculares presentaciones de animales de la época prehistórica. El recinto se abrió al público en 1948, pero hubo que volverlo a cerrar para preservarlo del deterioro originado por la visitas.

EL HOMBRE DE ÖTZI Dos alpinistas encontraron, en 1991, en la frontera entre Austria e Italia, la momia de un hombre que habría fallecido por frío hacia el año 3255 a. C. Sería la momia natural más antigua hallada en el continente europeo. Puede visitarse en el Museo de Arqueología de Tirol del Sur, en Bolzano, Italia.

EL TESORO DE CHILDERICO Rey merovingio del siglo V d. C., Childerico fue famoso por sus amoríos y sus éxitos militares. En 1653, un albañil encontró su tumba en Tournai, en la actual Bélgica, durante la reconstrucción de un hospicio. Contenía monedas, armas, trescientas abejas de oro y otras

LOS GUERREROS DE TERRACOTA Este ejército de figuras a tamaño real, pensado para servir en el más allá al emperador Qin Shi Huang (siglo III a. C.), se descubrió en 1974. En el momento del hallazgo, unos granjeros excavaban un pozo cerca de Xi’an, China. Hoy, los guerreros son una de las mayores atracciones culturales del gigante asiático.

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EN EL FOCO

EL CREPÚSCULO DE UN IMPERIO El drama Atardecer llega a los cines ambientado en el Budapest de 1910. ¿Cómo era el Imperio austrohúngaro antes de su disolución tras la IGM? CARLOS JORIC, HISTORIADOR Y PERIODISTA

principios de la década de 1910, el Imperio austrohúngaro tenía una población de unos cincuenta y dos millones de habitantes. A diferencia de otras potencias europeas, constituidas en torno a una sola lengua y nacionalidad, AustriaHungría era un estado multiétnico integrado por once nacionalidades diferentes

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y otras tantas lenguas. A esta diversidad cultural y lingüística hay que sumar otras dos: la religiosa, con cinco confesiones diferentes (aunque la católica fuera la oficial y predominante), y la socioeconómica, con fuertes contrastes entre la población que vivía en centros urbanos e industriales, como las cosmopolitas Viena, Budapest o Praga, y la que habitaba en las

regiones agrícolas del sur (Balcanes) y el este (Galitzia, Transilvania) del Imperio, donde la forma de vida seguía siendo preindustrial. ¿Era Austria-Hungría un estado tan inestable como parece?

Los Habsburgo se modernizan El estado austrohúngaro se creó en 1867 tras el acuerdo alcanzado entre el empe-

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GRAN BULEVAR de Budapest, c. 1900. A la dcha.,

fotograma de Atardecer (ver reseña en p. 97).

rador austríaco Francisco José I y las élites magiares del Imperio, que reclamaban más autonomía respecto a Austria. A través de este compromiso, la monarquía absolutista de los Habsburgo se transformó en una monarquía constitucional, regida por Francisco José y dividida en dos entidades autónomas: Austria y Hungría. Aunque cada una tenía su propio parlamento, no eran

totalmente independientes, ya que compartían tres de los ministerios principales: Asuntos Exteriores, Finanzas y Defensa. Tradicionalmente, se ha puesto AustriaHungría como ejemplo de un estado decadente y anacrónico, una “prisión de naciones” cuyo derrumbe era inevitable. Incluso en la actualidad, tras el brexit, muchos euroescépticos la han utilizado como analogía sobre los supuestos defectos de la Unión Europea. Sin embargo, esa visión de la monarquía austrohúngara ha sido matizada por los historiadores en los últimos años. A pesar de su evidente complejidad, el Imperio era mucho menos frágil y decadente de lo que se ha dicho. Austria-Hungría era lo suficientemente estable y sus instituciones lo bastante modernas como para poder equipararse a las demás potencias europeas. Es cierto que existían tensiones entre las diferentes nacionalidades del Imperio por la preponderancia de las élites austríacas y húngaras, pero la mayoría no buscaban la independencia, sino una mayor autonomía a través de las reformas. De hecho, el heredero al trono, Francisco Fernando, era partidario de convertir el Imperio en un estado casi federal, a la manera de Alemania. En cuanto a la política exterior, a pesar de que Austria-Hungría inició la Primera Guerra Mundial, el emperador no destacó por su belicosidad. Al contrario. Durante las cinco décadas de existencia del Imperio, Francisco José, consciente tal vez de su debilidad militar tras su derrota en la guerra contra Prusia (1866), o quizá sa-

bedor de que el mantenimiento de la estabilidad en Europa favorecía la de su propio imperio, abogó por una política de paz y diplomacia buscando evitar el conflicto armado. A pesar de ello, en julio de 1914, Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia. ¿Por qué abandonó el emperador esta política de entendimiento?

La cuestión bosnia El 6 de octubre de 1908, Francisco José decidió anexionarse la antigua provincia otomana de Bosnia y Herzegovina en virtud del Tratado de Berlín de 1878. Esta decisión, que chocaba con los planes de Serbia de formar un gran estado eslavo en torno a Belgrado, provocó la radicalización de los movimientos nacionalistas serbios. Uno de los más combativos fue la Mano Negra, una organización secreta paneslavista que en 1914 dio un golpe en Sarajevo que hizo tambalearse a toda Europa. La mañana del 28 de junio, uno de sus miembros asesinó al archiduque Francisco Fernando, heredero de la Corona austríaca y húngara, y a su esposa, Sofía Chotek. Tras el atentado, Francisco José declaró la guerra al Reino de Serbia. Lo que no esperaba el emperador es la cadena de acontecimientos que provocó esta decisión. Rusia, temiendo la influencia austrohúngara en los Balcanes, apoyó a Serbia. Alemania, aliada austríaca, mantuvo su acuerdo. Francia y Gran Bretaña, aliadas rusas, hicieron lo mismo. En menos de una semana, la Gran Guerra estaba en marcha. Y el fin del Imperio austrohúngaro también.

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EN EL FOCO

EL TERROR DE LOS U-BOOTE La batalla del Atlántico fue la más duradera de la II Guerra Mundial. Es el escenario de la miniserie Das Boot, secuela de la célebre película de 1981. CARLOS JORIC, HISTORIADOR Y PERIODISTA

l 3 septiembre de 1939, el mismo día en que Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania, el submarino germano U-30 hundió por error el transatlántico británico SS Athenia. Murieron 112 pasajeros, entre ellos, 28 estadounidenses. El incidente desató una crisis diplomática que a punto estuvo de cambiar el curso de la recién iniciada guerra. El gobierno alemán, temiendo que Estados Unidos tomara parte en la contienda, encubrió el ataque acusando a Gran Bretaña de haber hundido ellos mismos el barco para forzar la entrada en guerra de sus aliados norteamericanos. Este incidente fue el insólito comienzo de lo que Winston Churchill bautizaría como “la batalla del Atlántico”. La Royal Navy, la marina británica, era la más poderosa del mundo en 1939. Cons-

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ciente de esa superioridad, la Kriegsmarine, la marina del III Reich, optó por enfrentarse a ella de dos maneras: a través de ataques con submarinos y utilizando en superficie la “guerra de corso”. El más convencido defensor de la primera opción fue Karl Dönitz. El almirante alemán presionó a Hitler para que incentivara la producción de submarinos con el fin de utilizarlos contra los convoyes británicos que suministraban alimentos, combustible y materias primas a la isla. Durante los dos primeros años de la contienda, los U-Boote, en solitario o mediante la “manada de lobos” (varios atacando “en manada”, preferiblemente de noche), hundieron miles de buques mercantes británicos. Su éxito fue tal, sobre todo a partir de la ocupación de Noruega y Francia en 1940 y la utilización de sus puertos, que Churchill llegó a escribir:

“La única cosa que realmente me asustó durante la guerra fue el peligro representado por los submarinos”. La segunda opción era la preferida de Erich Raeder, comandante en jefe de la Kriegsmarine hasta 1943 (sería sustituido por Dönitz). Raeder, además de la guerra submarina, defendía la lucha en superficie. Al no poder enfrentarse directamente a la Royal Navy, utilizó buques mercantes camuflados, equipados como cruceros de batalla. Estos “buques corsario”, como el célebre Atlantis (protagonista del libro y el filme Bajo diez banderas), lograron capturar y hundir cientos de cargueros con un mínimo coste. Al final de la guerra, estos modestos buques resultaron ser más eficaces que los potentes acorazados alemanes. Como el colosal Bismarck, que apenas entró en combate antes de ser hundido.

01 / 2019 A TENER EN CUENTA MINISERIE EN FEBRERO

La serie Das Boot: el submarino se estrena en AMC en febrero. AMC es un canal disponible en todas las plataformas de televisión de pago (Movistar, Vodafone, Orange, Euskaltel, Telecable, R y cable local). www.amctv.es

ARRIBA, petrolero aliado

torpedeado por un U-boot en 1942. A su izqda., imagen de la miniserie Das Boot (ver p. 97).

ARRIBA, el

almirante alemán Erich Raeder (1876-1960). A LA DCHA., Karl

Dönitz (1891-1980), sustituto del anterior al mando de la Kriegsmarine.

Para defenderse de esos ataques, la armada británica tomó varias medidas. En primer lugar, intentó variar todo lo posible las rutas de navegación de los convoyes para despistar al enemigo. Para ello fue clave el desciframiento de la máquina Enigma. Aunque fue usado con cautela para no despertar sospechas, la interceptación de las transmisiones alemanas permitió a la marina británica localizar las rutas por donde operaban los buques de la Kriegsmarine y desviar a los suyos por itinerarios alternativos. En segundo lugar, incrementó la protección de los convoyes utilizando corbetas, destructores y aviones como escoltas. Los avances tecnológicos facilitaron enormemente esta labor. El perfeccionamiento de instrumentos de navegación como el sonar y el radar permitió una mayor precisión

en la detección de los U-Boote y la posibilidad de atacarlos a través del lanzamiento de cargas de profundidad. Con la entrada en la guerra de Estados Unidos, la presencia de buques aliados en el Atlántico aumentó significativamente. Esto permitió mejorar la seguridad de las rutas de transporte e incrementar las fuerzas destinadas a la lucha antisubmarina. Tras el desembarco de Normandía y la liberación de Francia en 1944, apenas quedaron buques alemanes operando en el Atlántico. A pesar de sus victorias iniciales, llegando a hundir unos tres mil quinientos mercantes aliados, el saldo de bajas de los submarinos alemanes fue demoledor. De los alrededor de novecientos submarinos que se botaron, solo sobrevivió una centena. Y de sus tripulantes, tres de cada cuatro no vieron el final de la guerra.

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ENTREVISTA

SERGIO DEL MOLINO:

“ESTAMOS ASISTIENDO A LA DEMOLICIÓN DEL PROYECTO EUROPEO” EMPAR REVERT, PERIODISTA

e interesa muchísimo la historia “desde un punto de vista dilentante”, según dice. Pero lo cierto es que Sergio del Molino (Madrid, 1979), periodista y escritor, demuestra en Lugares fuera de sitio, Premio Espasa 2018, un sólido dominio de la historia española y europea. Persigue entender cómo afectan las fronteras a la identidad de la gente a través de lo que él denomina “las esquinas dobladas del mapa” español. Enclaves como Rihonor de Castilla, Olivenza, Gibraltar, Treviño, Andorra, Llívia, el Rincón de Ademuz, Ceuta o Melilla, entre otros. Al investigar cómo surgieron estos “lugares fuera de sitio”, nos conduce por su historia, pero también, mediante sus viajes y conversaciones con expertos locales, por su actualidad. Algunos se han reconciliado con su pasado; otros siguen lidiando con él.

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¿Entiende los viajes sin libros de historia en la maleta? No. De historia, de literatura... Yo creo que hay que viajar con los viajes que han hecho otros antes que tú, y eso implica conocer la historia y tener una buena documentación histórica, pero también literaria y de cronistas. No concibo llevar la maleta sin libros. Desde luego, hay que leer mucho antes de ir a los sitios. Es muy importante porque, primero, te vacuna contra muchos prejuicios, y luego te permite, una vez estás en el lugar y puedes moverte por una geografía que ya tienes armada en la cabeza, romper también ese discurso y crear tú las conexiones de causas y efectos para engendrar tu propio relato. Pero para eso tienes que ir muy preparado con la historia.

Las fronteras se han vuelto especialmente violentas en la actualidad, pero la idea de frontera nos ha acompañado en

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la península ibérica desde antiguo. Usted alude a la “ficción romana” iniciada con Pompeyo respecto a los Pirineos, que nos dio una identidad de zona fronteriza. ¿Ha seguido definiéndonos? Una de las misiones del escritor es buscar la metáfora, buscar siempre el símbolo en el paisaje. Y a mí me llama la atención que el primer monumento que marca la frontera entre Hispania y la Galia y que desde entonces dibuja España –el concepto geográfico de España lo empiezan a dibujar los romanos– a través de los Pirineos, el primer monumento que marca eso, es un triunfo, el de Pompeyo, que es un monumento a la guerra civil, romana, pero que tuvo como escenario Hispania. Por supuesto, es una construcción mía, algo que tomo para extraer un relato muy subjetivo de la historia de España, pero me parece muy sugerente el hecho de que ese monumento a la guerra civil dibuje un

país construido a partir de guerras civiles sucesivas; creo que marca una especie de maldición. Para mí tiene un trasfondo casi shakespeariano, en el sentido de que parece que el devenir de esa historia esté predestinado desde el primer momento. Si fuera historiador lo rechazaría, desde luego, pero desde un punto de vista literario es un símbolo que cuenta con mucha vigencia y mucho poder, y yo escribo desde la subjetividad literaria.

Cuando habla del Checkpoint Charlie, uno de los puntos de control en la frontera entre el Berlín oriental y el occidental durante la Guerra Fría, se refiere a él como un “mausoleo lúdico”. También lo dice de Auschwitz. ¿Por qué? Es imposible no banalizar un lugar que tiene mucha afluencia turística. Aunque la gente intente ir con solemnidad, con el corazón encogido, siempre va a haber una banalización. En un libro anterior, Lo que a nadie le importa, contaba cómo me desasosegó una visita al campo de concentración de Buchenwald en la que coincidí con un grupo de estudiantes de instituto que se comportaban, evidentemente, como chavales de instituto. El profesor intentaba transmitirles la tragedia de lo que ahí había ocurrido, conmoverles. Y era imposible. Al revés, ellos caían en la irreverencia constante, se burlaban y todo les hacía mucha gracia... Yo creo que tenemos un problema de comunicación grave con los lugares de la memoria. Pero esta es una línea reflexiva con mucha tradición. Hay muchos ensa-

01 / 2019 mocracia debería estar muy preocupada. Quizá no debamos ser apocalípticos, pero hay motivos de inquietud, sobre todo porque los demócratas europeos no sabemos articular un discurso que pueda imponerse a esos otros que despiertan tanto entusiasmo. No sé si veremos una oleada de dictaduras, pero sí que vamos a un mundo sensiblemente peor. Y también que el brexit no ayuda, ni la situación en Hungría o Polonia, el Frente Nacional en Francia...

En su libro comenta, siguiendo al historiador británico Tony Judt, que la Europa posterior a 1945 es la étnicamente homogénea y compartimentada que deseaba Hitler. ¿Podría la Unión Europea haber sido algo más que una continuación, una suma falsa, de ese conjunto de soberanías étnicamente homogéneas?

MONUMENTO conmemorativo próximo al campo de concentración de Buchenwald.

yistas, como W. G. Sebald, que hablan de cómo se tratan los lugares de memoria. Al final, su mera institucionalización ya implica una barrera de incomprensión, porque, cuando quieres acercarte a comprender esa tragedia, topas con el espectáculo. No vas a poder conectar. No es que esté en contra de los lugares de memoria, ni mucho menos, pero creo que están sobredimensionados. Siempre se hace una política de conmemoración con ellos, y creo que no ayudan a entender la historia. Al contrario, la desdibujan. Se entiende mucho más leyendo en los libros que visitando los lugares. O hablando con gente que ha vivido los acontecimientos.

Señala que Europa está lejos de resolver los problemas de racismo y autoritarismo que la llevaron al desastre de 1939. ¿Podemos temer un conflicto al nivel de la Segunda Guerra Mundial?

Siempre tendemos a la comparación histórica. Cuando leo a autores literarios de principios del siglo xx, compruebo que su mundo referencial es el xix, y todo lo comparan con hechos históricos de aquel siglo. Se tiende a buscar en la historia un referente para entender el presente. El paralelismo entre la actualidad y 1939 es exagerado, porque se trata de otras circunstancias y otros fascismos –considero problemático aplicar el término fascismo a las ultraderechas y los populismos que están surgiendo ahora–, pero sí que hay una regresión en marcha, porque estamos asistiendo a la demolición del proyecto europeo. Y esto sí me parece grave. La incertidumbre que puede provocar esa demolición, en un mundo en que los discursos que logran triunfar son etnicistas y muy vinculados a la exaltación nacionalista y al encumbramiento de la tierra, creo que es preocupante. Cualquier de-

Sí, yo creo que había un modelo a seguir, el del Imperio austrohúngaro, que forma parte del germen de inspiración de los padres fundadores de la Unión Europea, como Jean Monnet, que han conocido ese mundo, ese imperio que había sabido evolucionar y ser integrador. Aunque se ha demonizado mucho y se ha considerado algo arcaico, ese mundo existía. Lo que nos ha fallado es la integración política, el hecho de que Europa se ha construido desde los estados, y no desde la sociedad, y al final ha sido un cambalache de intereses entre estados que ha durado lo que ha durado la armonía entre ellos. Ha faltado una sociedad civil potente. Y creo que correspondía a mi generación haberse implicado socialmente, porque, volviendo a Judt, que teorizó con gran intensidad en Postguerra sobre la construcción europea, hay ciertos elementos culturales que hacen que se cree una ciudadanía europea, y nuestra generación es la primera que tiene esa posibilidad. Con iniciativas como las becas Erasmus, por ejemplo, con las que nos movemos en una sociedad europea por primera vez en mucho tiempo, sin estar atados a lógicas nacionales. Es una oportunidad que hemos desaprovechado para crear una comunidad política. Así que Europa es una agrupación de estados muy frágil que tiene muy difícil oponerse a todo lo que viene.

¿Es atribuible un pecado parecido en el caso del estado español?

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ENTREVISTA la guerra (Ramón J. Sender, Arturo Barea...). Monte Arruit y Annual fueron un “Vietnam” que tuvo lugar a sus puertas. ¿Condiciona todavía el militarismo el funcionamiento de la ciudad, está muy sujeta a la mitología?

Sí, uno de los problemas que ha tenido siempre ha sido la debilidad de su construcción. Es probablemente uno de los estados europeos que más tarda en formarse. El estado español como tal no se forma realmente con solidez hasta el siglo xx. Todo el xix es una sucesión de guerras en las cuales está formándose, pero apenas llega a todas partes, siempre está amenazado de muerte por fuerzas como el carlismo. Cuando se impone en todo su territorio es a principios de siglo xx, con la dictadura de Miguel Primo de Rivera, que es cuando surgen las grandes empresas estatales y las grandes estructuras. Pero siempre ha sido víctima de intereses locales y de fuerzas que lo han dinamitado por la base. Cuando el estado español ya es robusto y democrático después de 1978, arrastra demasiadas contradicciones, demasiados aspectos que crean debilidad. Uno de los más importantes, probablemente, es la pesada losa del franquismo, que impide que una gran mayoría de la población se identifique con los símbolos básicos nacionales. Y eso crea problemas a la hora de constituir una comunidad política, es evidente.

Defiende la figura de Javier de Burgos, creador de la división territorial por provincias en 1833, una reforma que, pese

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a ser radical, intentó respetar la antigua demarcación de los reinos peninsulares. Sí, la de De Burgos es la maldición de los tibios. Te condena a que no te reivindique nadie: ni has fracasado estrepitosamente ni has triunfado a lo grande, así que nadie te va a querer. Y, sin embargo, tu obra es duradera. Es alucinante. La división por provincias es algo demonizado hoy en casi todos los entornos. No tiene prácticamente defensores ni a derecha ni a izquierda, ni en el centro ni en la periferia. Pero, en cambio, sigue siendo funcional. La vindicación que hago de la figura de De Burgos tiene que ver sobre todo con una tendencia contraintuitiva que tengo: intentar ofrecer una visión a la contra. Cuando hay un acuerdo unánime en que algo fue un desastre y en que hay que eliminarlo, me pregunto qué hay detrás. Si todo el mundo dice lo mismo, me pregunto si la gente se ha informado bien, si habla de oídas, así que intento averiguar qué figura era esa, por qué hizo lo que hizo, qué hay detrás de ese proyecto. Creo que los discursos sobre la división provincial se replican una y otra vez, son un montón de cáscaras superpuestas, y eso es algo con lo que habría que romper.

En Melilla, dice, nacieron las dos Españas, la guerrera y la que siente asco por

Muchísimo. Melilla hasta hace poco era como muchos cuarteles. Ahora existe una sociedad civil cada vez más fuerte, pero todavía hoy la presencia militar es fundamental. En el centro de Melilla, el edificio más bonito es el Casino Militar, hay un montón de museos y todas las avenidas grandes tienen nombre de generales. Todo remite a la guerra de Marruecos. Aunque vivas en el siglo xxi, como civil y al margen de todo esto, si vives en Melilla, ese es el paisaje, y eso es algo que a un peninsular no le sucede. También están muy presentes los referentes militares en el Rif, sobre todo entre sus intelectuales. Tengo amigos como el que cito en el libro, el escritor Mohamed el Morabet, que cuando se junta con sus amigos del Rif habla de Abd el Krim, discuten sobre la significación de su figura política.

¿Es un personaje a reivindicar? Era un intelectual progresista. Los artículos que escribía en El Telegrama del Rif, de Melilla, eran artículos de un liberal de izquierdas. Podía escribirlos Marañón u Ortega y Gasset, era un reformista. Él nunca fue islamista ni yihadista, se trataba de un líder moderado, pero se vio inmerso en una situación insostenible a la que el propio estado español le llevó. Es una figura interesantísima, muy desconocida, que configura esta parte del mundo, pero de la que vivimos totalmente al margen. Y me sorprende que no sea un personaje exhaustivamente estudiado.

Es posible que todo esto en Melilla se conozca poco o mal. Sí, pero el callejero cala. Una de las calles principales de Melilla se llama Juan Picasso. Mucha gente creerá que es por el pintor, pero es un tío segundo suyo que protagonizó una historia épica.

El Expediente Picasso. En efecto, la investigación que realizó en Melilla sobre las responsabilidades en la derrota española de Annual de 1921 contra los rifeños de Abd el Krim. Fue una

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ESTACIÓN de Portbou, en Gerona. A la izqda., faro de Melilla en el torreón del Bonete y cañón cercano.

tarea titánica, llena de obstáculos, e hizo caer un gobierno. Si Picasso fuera estadounidense, se habrían hecho mil doscientas películas sobre él. Pero solo se le conoce en Melilla. En especial, entre los militares; todos conocen la gesta de Juan Picasso. No es gente que viva ajena a la historia, viven muy orgullosos de ella. Eso, de una forma u otra, va calando en la sociedad melillense en general.

¿Podría una doble nacionalidad como la que puede obtenerse en Olivenza (española y portuguesa) mejorar la vida de los habitantes de otros enclaves? Yo creo que sirve más como símbolo, como muestra de una parte de una colectividad que ha aceptado su propia historia y ni la niega ni la intenta reescribir. Esta es su historia y sacan de ella lo mejor.

¿Por qué considera que las estaciones de Portbou o de Canfranc son “monumentos a la ingenuidad”? Se construyeron en un momento de optimismo por la capacidad constructora del ser humano, previo a la Primera Guerra Mundial. Son machadas ambas, esfuerzos de ingeniería muy potentes para desafiar a la naturaleza. Y en ese sentido son monumentos a la ingenuidad, al ecumenismo, al hermanamiento que des-

trozaron las dos guerras mundiales. Son restos fósiles de un espíritu humano que se llevó el siglo xx.

Usted sostiene que la mayor parte de la historia que se da en el colegio es una ficción. ¿Qué papel debe representar la escuela a la hora de enseñar historia? La historia siempre se va a contar muy superficialmente en el sistema escolar, pero lo que hay que evitar es transmitir que esta sea una verdad revelada. Hay que explicar que la historia es lo que nos ha hecho como somos, y no utilizarla como justificación para construir un porvenir o un proyecto político. Yo creo que sí se puede exponer desde un punto de vista divulgativo, pero hay que renunciar a los usos políticos de la historia.

Indica en un pasaje de su libro que el GPS, a diferencia de los antiguos mapamundis, ya no sitúa una nación o cultura en el centro de la representación. ¿Cómo modifica nuestra visión del mundo? Los mapas son una construcción ideológica, una narración, y cuentan sobre todo algo de su autor, no del territorio que dibujan. Cuentan qué lugar ocupa en el mundo el que los hace y el que los mira para situarse. Históricamente, los mapas han sido eurocéntricos, sinocéntricos... Los

GPS, al situarte en el centro, crean una visión narcisista del mundo. Pero también pueden tener un envés positivo. Al estar tú en el centro y el mundo a tu alrededor, puedes observarlo desde una perspectiva muy individualista, y no tanto asociada a una comunidad identitaria. Puedes reescribir así tu lugar en el mundo o asimilarte de una forma muy distinta. Y, como he sido muy pesimista con la construcción europea, ese cambio de percepción sí que puede ser muy alentador. No sabemos cómo van a reaccionar los jóvenes que están siendo educados ahora en esta nueva cultura y en esta posición individualista del mundo. Tal vez rechacen el identitarismo; tal vez sirva para fundar un neoindividualismo y un neohumanismo a partir de esa posición. Los jóvenes no se sienten tan vinculados a una tradición étnica, lingüística o cultural, sino a un GPS en el cual ellos son el centro del mundo. Puede que así logren configurar otras redes de convivencia.

Es una mirada muy positiva del individualismo. Si miras la historia, el colectivismo ha sido fuente de muchos errores también. Nada impide que comunidades muy hermanadas y muy unidas puedan acabar provocando pogromos.

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PRIMERA PLANA

SANGRE Y PODER De confirmarse la intención del presidente filipino de pasar el testigo a su hija, la familia Duterte engrosaría la lista de las dinastías políticas y económicas que dominan el mundo. Hagamos un repaso. GONZALO TOCA REY, PERIODISTA

as grandes dinastías políticas ya eran un fenómeno global antes de la globalización, pero es cierto que ahora brillan más por la luz de los focos y las cámaras y el vértigo de Internet. A este club exclusivo pertenecen miembros tan dispares como los Bush, los Saud, los Kim de Corea del Norte y hasta el líder comunista chino Xi Jinping. Los Saud son, indudablemente, una de las sagas que siguen rigiendo los destinos del planeta. El país que controlan, Arabia Saudí, alberga bajo sus dunas una quinta parte del petróleo mundial y ha liderado durante décadas la OPEP, el lobby que representa a los mayores productores mundiales de oro negro. Aunque el rey Salman bin Abdulaziz, como monarca, es el miembro con más solera de la familia, el que ejerce de verdad el poder –y aquellos que lo ignoraban lo han aprendido a raíz del escándalo Khashoggi– es el príncipe Mohammed bin Salman. El abuelo de este, Ibn Saud, considerado gran patriarca de la familia, no tomó las riendas del clan hasta 1902. A él se debe

L

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la creación del reino saudí que conocemos hoy, el descubrimiento de petróleo en el subsuelo, la alianza estratégica con Estados Unidos y la configuración de una tupida red de relaciones con los numerosos líderes tribales que ocupaban el territorio que necesitaba dominar. O casaba entusiásticamente a estos últimos con sus hijas (llegó a tener más de cuarenta y cinco hijos), o casaba a los descendientes de esos enlaces con otros líderes tribales o pasaba a cuchillo a sus adversarios. Todo era cuestión de sangre: a veces mezclada y a veces derramada. Y de sangre derramada sabe mucho la astuta saga de dictadores de Corea del Norte. El actual, Kim Jong-un, nacido en 1983, es el nieto de otro tirano, Kim Il-sung, el primer gobernante que tuvo su país después de su fundación a finales de la II Guerra Mundial. Kim Il-sung se conoce como “el gran líder”, su hijo Kim Jong-il como “querido líder” y Kim Jong-un ha basculado del “brillante camarada” de su primera juventud al “mariscal” cuando ya asumió el poder. Las purgas siempre

EL PRESIDENTE filipino Rodrigo Duterte con su

hija Sara. Abajo, Kim Il-sung y su hijo Kim Jong-il.

han sido una de las especialidades de los Kim, así que no es extraño que el nietísimo convertido en líder asesinase a su tío y aparente rival Jang Song-thaek en 2013. Siguiendo una vieja tradición, eliminó a todos los parientes directos de Jang e intentó destruir cualquier rastro de su existencia. Al viceministro de Seguridad Pública, también aliado de Jang, le tenía reservado, según publicó un prestigioso periódico surcoreano, un destino especial: morir abrasado por un lanzallamas. A veces, los líderes dictatoriales crean dinastías políticas y convencen a los demócratas de que esa es la única forma de

DINASTÍAS sobrevivir. Es lo que hizo el dictador Ferdinand Marcos, que rigió los destinos de Filipinas de 1964 a 1986. Diosdado Macapagal, que había precedido a Marcos, aunque como líder democrático, vio cómo su hija Gloria ocupaba la presidencia del gobierno entre 2001 y 2010. La sucedió Benigno Aquino, que gobernó hasta 2016 y era hijo de Corazón Aquino, la presidenta filipina que sucedió –en las urnas– a Marcos en 1986. Rodrigo Duterte, el último jefe del Ejecutivo del país, quiere ahora que lo “herede” su hija Sara. Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, tampoco pone en duda la importancia de tener políticos en la familia. De hecho, su padre, Pierre, lideraba el gobierno cuando nació Justin y lo siguió haciendo, discontinuamente, hasta que este cumplió los 13 años. Es más, con decenio

EL POLÍTICO FEROZE GHANDY SE MODIFICÓ EL APELLIDO PARA QUE LE IDENTIFICASEN CON MAHATMA GANDHI y medio en el poder, Pierre se convirtió en el mandatario canadiense que más tiempo ocupó el cargo en el siglo xx.

No son excepcionales Pero Justin Trudeau no es una anomalía histórica, ni en las democracias de este siglo ni tampoco en las del pasado. En el xx nos encontramos a Feroze Ghandy, por ejemplo, que modificó su apellido por el de Gandhi para que le identificasen erróneamente con Mahatma Gandhi. Feroze se casó con la hija de Jawaharlal Nehru, el primer jefe del gobierno que tuvo India después de independizarse del Reino Unido en 1947. La dinastía Nehru-Gandhi ha gobernado el gran país asiático en treinta de los últimos setenta años, porque Jawaharlal Nehru, Indira Gandhi y Rajiv Gandhi se han sentado cómodamente en el sillón del primer ministro. Es verdad que los grandes países asiáticos se han convertido en unos especialistas a la hora de crear dinastías políticas. Tanto el primer ministro japonés, Shinzo Abe, como su “número dos”, Taro Aso, son nie-

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PRIMERA PLANA tos de otros primeros ministros. En China no han necesitado la democracia para hacer lo mismo. Dos de los pesos pesados que se han disputado recientemente el trono de la segunda economía mundial son Xi Jinping y Bo Xilai, y ambos descienden directamente de lugartenientes de Mao. El padre del primero, Xi Zhongxun, fue un líder guerrillero fundamental en la guerra civil en la que se impuso “el gran timonel”, y ocupó puestos relevantes en la administración hasta finales de los años ochenta. El padre del segundo, Bo Yibo, no solo fue lugarteniente de Mao, sino que se convirtió en uno de los principales valedores de sus dos grandes herederos en los ochenta y los noventa: Deng Xiaoping y Jiang Zemin. Estados Unidos tampoco se salva de las dinastías políticas. Desde los años noventa hasta ahora hemos visto dos presidentes llamados George Bush en la Casa Blanca, y Hillary Clinton ha estado a punto de presidir la primera potencia mundial pocos

ANTES QUE BOBBY, JACK Y TED KENNEDY, EL PADRE DE TODOS ELLOS, JOSEPH, YA SE HABÍA ESTRENADO EN POLÍTICA años después de que lo hiciera su marido. Y esto no es nuevo. Antes, Bobby Kennedy intentó suceder a su hermano John Fitzgerald tras su asesinato, y Ted Kennedy, otro hermano más que quería pernoctar en la avenida Pensilvania, perdió las primarias del Partido Demócrata en 1980 frente a Jimmy Carter. Ted Kennedy, convertido en uno de los senadores más poderosos de la historia americana, fue determinante en la coronación de Barack Obama como candidato demócrata a las presidenciales frente a Hillary Clinton. Pero el viejo senador ya formaba parte de una saga antes de convertirse en quien fue. Su padre, Joseph, colaborador de Franklin Delano Roosevelt, había dirigido el principal regulador de la bolsa estadounidense (la SEC) y había disfrutado como embajador de los mullidos sillones de la legación de Estados Unidos en Londres. Antes de la política, Joseph se hizo millonario una y otra vez con actividades tan

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DINASTÍAS

NEHRU y su hija Indira Gandhi (pág. opuesta, arriba). JUSTIN TRUDEAU, primer

ministro de Canadá, hijo de Pierre (pág. opuesta, abajo). XI JINPING, su hermano menor y su padre en 1958 (arriba). EL MATRIMONIO CLINTON con

Barack Obama (a la dcha.). NELSON ROCKEFELLER con el presidente Jimmy Carter (abajo).

dispares como las licencias exclusivas de la ginebra Gordon’s y el whisky Dewar’s, los pelotazos bursátiles y la construcción y reparación de barcos. También reestructuró los estudios de Hollywood que luego darían lugar a la productora RKO.

La política de los negocios Las figuras como las del patriarca de los Kennedy nos llevan a otra realidad incontrovertible: las dinastías empresariales a veces se transforman en dinastías políticas. Es una vieja e inquietante tradición en la que sobresalen ejemplos como los Rothschild y los Rockefeller. Los primeros, grandes banqueros multinacionales desde el siglo xviii, ayudaron con dinero a los alia-

dos de Londres frente a Napoleón, rescataron el Banco de Inglaterra durante su crisis de liquidez de 1825 y financiaron tanto la indemnización que pagó Brasil a Portugal por independizarse como los recursos que necesitaba Japón en su guerra de 1904-05 contra Rusia. En pleno siglo xxi han presidido el gigante de la minería de diamantes De Beers, influyen notablemente en Rio Tinto, una de las tres mayores multinacionales mineras del mundo (son sus cofundadores) y se han posicionado como accionistas de referencia del imperio de las materias primas Glencore. No es casualidad que los Rothschild mantengan una estrecha relación –económica y personal– con los Rockefeller, una fami-

lia que representa en Estados Unidos lo que ellos representan en Europa. Los Rockefeller fundaron la petrolera Standard Oil y controlaron el que era uno de los mayores bancos del mundo en los años treinta (el Chase National Bank). David Rockefeller, que fue el presidente desde 1969 hasta 1980 de la enorme entidad resultante de la fusión del Chase con Manhattan Company, también fundó la Comisión Trilateral. Hablamos de la admirada y temida asociación que agrupó durante décadas a la élite de la política, las ideas y el dinero de Europa, Estados Unidos y Japón. El hermano de David, Nelson, se ha convertido en el paradigma de uno de los peores temores de las dinastías políticas en democracia: no mandar lo suficiente. A pesar del inmenso poder de su familia, de ser gobernador de Nueva York y de su legendaria ambición, no solo no llegó a la presidencia de Estados Unidos (fue vicepresidente por pura carambola gracias a la caída de Richard Nixon), sino que fracasó hasta tres veces en las primarias del Partido Republicano. No lo querían ni como candidato a la Casa Blanca... Igual que los demócratas no quisieron a Ted Kennedy en 1980. Moraleja para políticos y millonarios: el feliz matrimonio de la sangre y el poder a veces se divorcia, y los hijos solo heredan dinero, caprichos y decadencia.

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LUGARES

INNOVACIÓN AGRÍCOLA EN PERÚ HAY MUCHA MÁS arqueología que las ruinas de Machu Picchu. En el Valle Sagrado de los Incas, a treinta y ocho kilómetros de Cuzco, encontramos los restos de Moray. Fue la expedición del geólogo Robert Shippee y del marino George Johnson la que llegó por primera vez, en 1932, a estos parajes. Con forma de anillos concéntricos, una terraza se superponía a otra. Se creaban así hasta veinte microclimas que podían aprovecharse para la explotación agrícola, en especial, para el cultivo de la hoja de coca. Por otra parte, el lugar posee un alto valor simbólico. Las comunidades de la zona celebran allí el Moray Raymi, o Fiesta del Sol. Francisco Martínez Hoyos

MORAY

ANÉCDOTAS

LA HISTORIA MÁS INSÓLITA GLORIA DAGANZO, HISTORIADORA

CÉSAR, SIN MANÍAS CUANDO JULIO CÉSAR (en la imagen) consiguió el mando supremo, en 45 a. C., concedió grandes honores a algunos hombres pertenecientes a las clases populares. El patriciado romano no tardó en echárselo en cara, a lo que César respondió: “Si hubieran sido bandidos y asesinos pero me hubiesen ayudado a defender mis derechos, igualmente les hubiera mostrado mi agradecimiento”.

El punto ciego ideal GUY DE MAUPASSANT (1850-93) era un genio del relato corto y uno de los más importantes escritores del Naturalismo francés. Como a muchos de sus compatriotas por entonces, la modernísima estructura de hierro de la torre Eiffel (inaugurada en 1889) le parecía horrenda, y fue uno de sus críticos más despiadados. Lo contradictorio es que, por lo visto, le encantaba comer en el restaurante habilitado en el monumento. Preguntado al respecto, decía: “Son las únicas vistas de París desde las que no se ve la torre Eiffel”.

LUTO... ¿NEGRO? FUERON LOS REYES Católicos, tras la promulgación de la Pragmática de luto y cera, emitida a la muerte de su heredero el príncipe Juan en 1497, quienes establecieron en España que el negro sería el color del luto, que hasta entonces había sido el blanco. Después, la costumbre se extendió por Europa, aunque por influencia de Ana de Bretaña (dcha.), que ya había vestido de negro tras enviudar de Carlos VIII de Francia en 1498.

LA CITA “NUNCA CONOCES REALMENTE A UN HOMBRE HASTA QUE TE HAS DIVORCIADO DE ÉL”. Zsa Zsa Gabor (1917-2016), actriz estadounidense de origen húngaro.

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Trucos para tasar bien LA BELLEZA de Friné fue tal que Praxíteles (s. iv a. C.) la tomó de modelo para representar a la diosa Afrodita. Agradecido, el artista quiso recompensarla con alguna de sus obras. Como no sabía valorarlas, la cortesana ideó una estratagema para poder escoger. Durante un banquete difundió la noticia de que el taller de Praxíteles estaba ardiendo. El escultor exclamó: “¡Salvad mi Eros!”. De inmediato, Friné supo qué pieza debía pedir.

LA CIFRA

102 plantas y 443,20 m de altura convirtieron el Empire State Building de Nueva York, diseñado por William Frederick Lamb, en el edificio más alto del mundo entre los años 1931 y 1972.

¿SABÍAS QUE…? GEORGE WASHINGTON (1732-99), primer presidente de Estados Unidos, sufrió problemas dentales desde joven. Usó piezas artificiales hasta que la pérdida de todos sus dientes le obligó a llevar dentadura postiza. Afectó a su físico de tal forma que son notables los cambios en su cara en sus últimos retratos: abajo a la izqda., hacia 1795-96, y a la dcha., en 1797.

VIVO COMO QUIERO LA MADRE DE Winston Churchill, la socialite estadounidense Jennie Jerome (1854-1921), vivió muy libremente para los estándares de la aristocracia británica. Llevaba tatuada una serpiente en la muñeca izquierda en unos tiempos en que los tatuajes eran cosa de los bajos fondos, y, tras quedar viuda, se casó sucesivamente con dos jóvenes de la edad de su hijo. “Jamás podré acostumbrarme a no ser la mujer más bella en una habitación”, parece que lamentó en sus últimos años.

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ARQUEOLOGÍA

UN CSI PARA LOS REYES DE ARAGÓN La identificación de los restos de Alfonso I el Batallador fue uno de los éxitos de una titánica investigación de la Universidad de Zaragoza. ANTONIO BAQUERO, PERIODISTA

asados casi mil años, aún se percibía en aquellos restos humanos el efecto de toda una vida dedicada a guerrear. La clavícula y el brazo estaban especialmente desarrollados, lo que los antropólogos atribuyeron a un uso continuado de la espada. El conjunto de los análisis determinaron que, como se sospechaba, los restos de aquel guerrero eran los de Alfonso I el Batallador, rey de Aragón entre 1104 y 1134 y uno de los personajes nucleares en la formación de ese territorio. Su anatomía se correspondía con su fama. Esa identificación fue uno de los éxitos, pero no el único, del Estudio Antropológico y Genético de los Reyes Privativos de Aragón, un proyecto coordinado desde la Universidad de Zaragoza por la catedrática de Medicina Legal y Forense Begoña Martínez Jarreta y en el que participaron expertos nacionales e internacionales de áreas tan diversas como la medicina forense, la historia, la antropología, la estadística, la arqueología, la radiología o la reconstrucción fisiognómica. En realidad, el proyecto tuvo éxito en lo que otras muchas iniciativas habían fracasado. Así, los intentos de identificar los restos de Petrarca, Santa Brígida (patrona de Suecia) o Juana de Arco, entre otros, no lograron sus objetivos. La identificación

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de restos antiguos, pese a los avances científicos en el estudio del ADN, sigue siendo una tarea muy dificultosa. El estudio de la Universidad de Zaragoza, en cambio, logró despejar buena parte de las incógnitas sobre dónde están enterrados los monarcas de la primera dinastía de los reyes de Aragón, fundada en 1035 por Ramiro I.

Dirigir una orquesta Esta investigación se inició en 2007 y se culminó en 2011. Se centró en el análisis de los restos humanos inhumados en pan-

Aunque series televisivas como CSI generen la impresión de que con el ADN todo es muy fácil, la realidad es muchísimo más problemática. “Sobre todo en restos de mil o más años, que, a causa de humedades, saqueos, incendios, etc., pueden haber quedado muy deteriorados o que simplemente ya no estén allí”. En estas situaciones, hay restos que pueden analizarse y otros que no. “No son pocas las veces en que se cumple la advertencia bíblica de ‘Polvo eres y en polvo te convertirás’”, añade la profesora. Además, ¿cómo usar el análisis genético de personas cuyo linaje real se ha extinguido? ¿Con quién compararlo? ¿Cómo determinar quién es quién en tumbas donde pueden estar sepultadas cuatro y cinco personas? ¿Queda material genético aprovechable en huesos de hace casi mil años? Para acometer esos desafíos, el estudio, uno de los pioneros y de mayor complejidad llevado a cabo en España, se basó en la creación de un equipo multidisciplinar. Se realizaron análisis forenses, antropológicos, genéticos, de datación por carbono 14, de estudio de isótopos estables, de análisis químicos, de estudios de aminoácidos y químico-físicos de composición ósea... “Es como una orquesta. Pero para que funcione es clave tener una hoja de ruta metodológica muy clara”, explica la catedrática. Son necesarios un orden de actuación y unas pautas que eviten que la intervención de un experto dañe de tal modo los restos que impida a otros realizar sus análisis.

UN COLOSAL DESAFÍO: ¿QUEDA MATERIAL GENÉTICO APROVECHABLE EN HUESOS DE HACE CASI MIL AÑOS? teones de San Juan de la Peña en Botaya, del monasterio de las Benedictinas en Jaca y del monasterio de San Pedro el Viejo en Huesca. En total, se analizaron restos de más de setenta personas, una cantidad enorme para los estándares de ese tipo de proyectos. “En Aragón hay muchos panteones reales que, según los registros históricos, debían cobijar restos de reyes y personas de la familia real del linaje de Aragón, es decir, de los primeros monarcas. Se trataba, pues, de determinar si algunos de esos restos se correspondían con esas personas”, explica Begoña Martínez.

Se obtuvieron miles de imágenes de todos los restos mediante un escáner de última generación que hizo tomas de cortes de 16 mm cada uno. Eso ha permitido disponer de una enorme base de datos visual, incluso en tres dimensiones, que hace posible a partir de ahora el estudio de esos restos sin tener que volver a manipularlos. Se hicieron las catas (pequeñas perforaciones en el hueso) para extraer material genético y realizar los análisis de ADN. También pruebas de carbono 14 para datar los restos, así como la prueba de isótopos estables, que aportan una información fun-

DOS FIGURAS CLAVE PARA EL REINO El expansionismo de Alfonso I y la diplomacia de enlaces de su sucesor Ramiro II. ALFONSO I EL BATALLADOR (1073-1134, en la imagen) es un monarca clave en la historia de la primera dinastía aragonesa. En 1104, cuando asciende al trono como rey de Aragón y Pamplona, hereda un incipiente reino que, aunque había tomado Huesca, ve amenazadas sus conquistas por los musulmanes. No obstante, en sus últimos años logró duplicar el territorio de su reino. Su fama de combativo traspasó las fronteras de la época, y en la Crónica de San Juan de la Peña se le glosa así: “Clamábanlo don Alfonso Batallador porque en Espayna no ovo tan buen caballero que veynte nueve batallas vençió”. Durante los treinta años que duró su reinado, el Batallador conquistó Zaragoza, la principal ciudad musulmana en la mitad norte de la península, la Ribera Alta, el valle del Ebro, Calatayud y Teruel, y se lanzó a una expedición a través de Al-Ándalus que le llevó a sitiar sin éxito Granada. Derivó en una operación de saqueo que le condujo hasta Málaga, antes de emprender el regreso. ANTES DE MORIR dictó testamento, nombrando como herederos y sucesores en el reino a las órdenes militares de los Templarios, los Hospitalarios y del Santo Sepulcro de Jerusalén. Las noblezas de Aragón y Navarra rechazaron el documento. Dividiendo en dos el reino, se decidió que Navarra fuera para García Ramírez el Restaurador y Aragón para Ramiro II el Monje. Este último, cuyos restos también fueron identificados en el estudio, sofocó varias revueltas y tomó la estratégica decisión de entregar en matrimonio a su hija Petronila –fijando los esponsales cuando esta tenía solo un año de edad– a Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona.

ARQUEOLOGÍA

ARRIBA, escáner tridimensional de los huesos

del cráneo de Ramiro II y, a la dcha., su reconstrucción fisiognómica. ABAJO, escáner equivalente de los restos de Alfonso I.

Un enorme rompecabezas

damental: cuál era la dieta de esas personas. Ese análisis y la datación por carbono 14 los realizó en el laboratorio de arqueología de la Universidad de Oxford uno de los mejores expertos mundiales, el catedrático Robert Edges, que había sometido a pruebas de carbono 14 la Sábana Santa y Özti, “el hombre de hielo”, la momia de 5.300 años localizada en los Alpes. Así, tras analizar los registros históricos para saber quiénes están enterrados en esos panteones, se intentó conocer mediante el análisis genético si esas personas eran familia entre sí. La prueba de los isótopos estables indica si esas personas compartían la misma dieta, propia de reyes y muy diferenciada en esa época del resto de la población. La investigación encuentra, según la coordinadora del proyecto, una progresión completamen-

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te coherente entre aquellos restos que son de un período anterior y los del período real, pues estos últimos presentaban un mayor consumo de carne. Y se constata cómo va enriqueciéndose esa dieta en proteínas conforme los vestigios pertenecen a etapas más recientes. A eso se añade el análisis histórico, es decir, el estudio de los documentos de quienes están enterrados allí. El análisis antropológico ayuda a determinar las características físicas que tuvieron en vida los sepultados. “Las personas, hace mil años, tenían dimensiones distintas a las actuales, por eso hace falta contar con antropólogos físicos especializados en el estudio de restos arqueológicos”, añade el profesor Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza y participante también en el proyecto.

“Cuando todo coincide, y solo cuando todo coincide, es cuando se puede afirmar que se han identificado unos restos”, explica la profesora Martínez Jarreta. Y el estudio lo logró en varias ocasiones. El objetivo era identificar a Ramiro I (que reinó de 1035 a 1063), fundador de la dinastía, Sancho Ramírez (1063-94), Pedro I (1094-1104), Alfonso I (1104-34) y Ramiro II (1134-57). Según los registros históricos, los tres primeros están enterrados en San Juan de la Peña. No obstante, los avatares sufridos por ese templo, con saqueos –sobre todo durante la guerra de la Independencia–, incendios y restauraciones, frustraron las pesquisas. Además, los restos inhumados en ese templo habían sido extraídos en 1985 y estaban distribuidos en varios desplazamientos. “No había posibilidad de determinar si se correspondían con los personajes históricos que sabemos que se enterraron allí”, señala el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza Carlos Laliena, otro de los participantes en el estudio. En cambio, los investigadores sí lograron identificar con éxito a Alfonso I el Batallador, que estaba en una tumba con otros siete cuerpos, y a su hermano y sucesor Ramiro II, ambos en San Pedro el Viejo de Huesca. No solo eso. En su estudio de las tumbas de mujeres de ese linaje real situa-

MONASTERIO de San Pedro el Viejo, Huesca.

Abajo, preparación para un análisis radiológico.

das en el monasterio de las Benedictinas de Jaca, se pudo identificar sin lugar a dudas el cadáver de Sancha de Aibar, la madre del primer rey de Aragón, a la que en un principio el proyecto no buscaba. Este fue uno de los mayores hallazgos, puesto que se desconocía dónde estaba enterrada. Además, mediante la reconstrucción fisiognómica, se llegó a poner cara a Sancha de Aibar y a Ramiro II. Con Alfonso I no pudo hacerse porque los huesos faciales estaban muy fragmentados.

También se echaron abajo algunas hipótesis consideradas con anterioridad. Así, el estudio demostró que algunos restos de San Juan de la Peña a los que se daba por identificados no se correspondían con el personaje histórico que se les atribuía. “Hay otros personajes en los que estamos casi seguros, pero como no lo sabemos al cien por cien no hacemos pública la identificación”, señala la catedrática. El análisis antropológico de los restos permitió determinar cómo eran esos mo-

narcas. Alfonso I el Batallador medía al morir 1,61 o 1,62 m de altura, mantenía una buena dentadura, aunque con sarro, y tenía el ya mencionado desarrollo muscular en la clavícula y en uno de los brazos, debido al uso de la espada. Por otra parte, había sufrido una rotura de peroné y artrosis. Su sucesor, Ramiro II, medía 1,60 o 1,61 m y padecía gingivitis, artrosis generalizada y escoliosis. Además de la identificación de varios personajes, “el estudio proporciona una información significativa sobre la formación de los panteones reales en una época en que ese fenómeno tiene mucha importancia”, señala Carlos Laliena. “Entre los siglos xi y xii, los panteones reales son un punto central en el desarrollo de las dinastías, con todo lo que lleva aparejado la formación de un núcleo de poder sólido alrededor de los monarcas”, añade el catedrático. “Este trabajo aporta sobre todo certidumbres. Sabemos que lo que sabemos es cierto. Y tener esa seguridad es muy importante”, concluye el profesor Fatás. No obstante, pese a que los resultados del proyecto aparecieron en las más relevantes publicaciones internacionales sobre teología, los participantes lamentan que en su conjunto no se haya publicado en una obra divulgativa que lo dé a conocer al grueso de la población.

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CARTAS PUEDES ESCRIBIRNOS a [email protected] o a la siguiente dirección postal: HISTORIA Y VIDA. Av. Diagonal, 477, 9.a planta. 08036 Barcelona (España). HISTORIA Y VIDA se reserva el derecho a editar las cartas recibidas.

CORREO DEL LECTOR OPINIÓN UN BELLINI, POR FAVOR

Giuseppe Cipriani, un barman italiano fundador del Harry’s Bar, una especie de Chicote (hyv 608) en Venecia (con clientes como Hemingway, Chaplin, Hitchcock, Capote, Orson Welles...), inventó en 1948 un cóctel a base de néctar de melocotón y vino prosecco al que llamó Bellini. Lo hizo en honor de Giovanni Bellini (hyv 608). Al parecer, Cipriani, según su hijo, era admirador de este pintor del Quattrocento, y se inspiró en el color melocotón de una de sus obras para crear su famoso combinado. Fanny Rodríguez

TAL PARA CUAL

El FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) fue una organización terrorista de los últimos años del franquismo y los primeros de la Transición. Enver Hoxha (hyv 609), el dictador de la Albania comunista, le prestó apoyo a nivel político y seguramente tam-

bién económico. El FRAP, a su vez, ensalzaba en sus publicaciones al país balcánico, un supuesto paraíso de los trabajadores. Tanto los españoles como los albaneses buscaban la pureza revolucionaria. Los otros izquierdistas eran, a su juicio, traidores. Hugo Marín

FE DE ERRORES En el mapa de la página 47 del número 608 de HISTORIA Y VIDA, correspondiente al artículo “Roma contra los judíos”, figura por error el término “Musulmanes” donde debería aparecer “Gétulos”.

¡ESCRÍBENOS Y GANA ESTA NOVELA! HISTORIA Y VIDA prem

iará la próxima carta de l mes con El último tesoro visigodo, de José Calvo Po yato (Ediciones B). En la carta, de hasta diez línea s, deben constar nom bre, dirección y teléfono .

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01 / 2019 UNA DENUNCIA SOCIAL

Cuento de Navidad, de Dickens (hyv 609), fue un libro con éxito inmediato. Tras su publicación, el 19 de diciembre de 1843, en pocos días se vendieron seis mil ejemplares. En mayo del año siguiente ya habían aparecido seis ediciones. Este gran impacto se explica por la temática navideña, pero también por la atención del autor a los problemas sociales. A Dickens, como señala su biógrafa Claire Tomalin, le parecía inconcebible la indiferencia de los ricos hacia los pobres. El protagonista de su relato, Ebenezer Scrooge, refleja esta falta de sensibilidad. [Abajo, Scrooge (izqda.), por John Leech, 1843]. Oriol Peña

¿EL INVENTOR DE LOS CHRISTMAS ES EL MISMO QUE DIRIGIÓ EL VICTORIA & ALBERT MUSEUM? Gregorio J. Sanjuán

Exactamente. Además de crear los primeros christmas comerciales, Henry Cole (hyv 609, dcha.) planificó la Exposición Internacional de Londres de 1851. En conexión con este evento, fundó un gran museo en South Kensington (Londres) dedicado a las artes decorativas. El nombre de la institución se cambió en 1899 por el de Victoria & Albert Museum, en honor de estos monarcas británicos. Carolina Polo

¿VIENE BASILEA DE BASILEUS? Juan Castro

CONSULTAS ¿HA HABIDO POLIGAMIA EN EUROPA? Rosa Moyano

Sí. En el siglo xvi, durante un breve período, fue admitida por los anabaptistas, una rama radical del protestantismo. Por otra parte, el príncipe Felipe I de Hesse fue bígamo con la aprobación de Martín Lutero, que le dijo que llevara su segundo matrimonio con discre-

ción. Ya en el siglo xvii, protestantes alemanes, entre 1650 y 1660, admitieron la poligamia como medida para repoblar una Alemania devastada por la guerra de los Treinta Años. En el mundo católico, la cuestión se planteó solo a nivel teórico. Alberto Nieto

Se suele dar por hecho que el nombre de la ciudad suiza derivaría de basileus (rey, en griego), en referencia al emperador Valentiniano I (izqda.). En realidad, Basilea viene del topónimo romano Basilia, proveniente de Basilius, nombre griego personal. Ignacio Díaz

EL MADRID CASTIZO

La expresión “más chulo que un ocho”, referida a quien viste bien y actúa con seguridad, tiene que ver con el tranvía número 8 de Madrid, el que hacía el recorrido entre la Puerta del Sol y San Antonio de la Florida. Esta línea se llenaba de madrileños con su traje típico, que se dirigían al baile del parque de la Bombilla. De aquí viene el origen de la expresión: un tranvía lleno de “chulapos” representaba el no va más de la chulería [En la imagen, tranvías en la Puerta del Sol]. Mónica Tovar

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DOSSIER HERRAMIENTAS DE PERSUASIÓN DEL III REICH

Propaganda nazi Por CARLOS JORIC

34 LA CONQUISTA DE LAS MASAS 42 UN ARMA DE GUERRA

DOSSIER

LA CONQUISTA DE LAS MASAS El partido nazi desarrolló una sofisticada maquinaria propagandística destinada a hacerse con el poder de Alemania, y luego convencer a la nación de seguir ciegamente a Hitler en su lucha contra el bolchevismo y el judaísmo. CARLOS JORIC, HISTORIADOR Y PERIODISTA

úremberg, 5 de septiembre de 1934. Una multitud enfervorizada aclama a Adolf Hitler a su llegada a la ciudad “más alemana de Alemania”, como le gustaba llamarla al canciller germano. Durante una semana, más de medio millón de militantes y simpatizantes asistirán a los actos de celebración del partido nacionalsocialista. Una sucesión de inflamados mítines, grandiosos desfiles y espectaculares ceremonias, diseñados para reforzar el culto al Führer, complacer a sus seguidores, seducir a los escépticos y amedrentar a los opositores. Como escribió el corresponsal estadounidense William L. Shirer, presente en

N

la concentración: “Creo que empiezo a comprender algunas de las razones del éxito asombroso de Hitler”. El congreso de Núremberg fue concebido como un monumental evento propagandístico, una muestra de la unidad, la fortaleza y la determinación del pueblo alemán y su recién elegido líder. Pero el evento no solo estaba destinado a los alemanes, sino a todo el mundo. El canciller, consciente del efecto intimidatorio que podría producir en el exterior, ordenó filmar la concentración para que pudiera verse en todas partes. Encargó el trabajo a una popular actriz y directora a quien admiraba, Leni Riefenstahl. La cineasta tuvo libertad

DOSSIER

absoluta y medios ilimitados para realizar la película. El resultado fue El triunfo de la voluntad (Triumph des Willens, 1935), una obra maestra del documental propagandístico que causó un gran impacto en los espectadores e hizo contener la respiración a medio mundo.

“Un verdadero arte” La importancia que otorgaba Adolf Hitler a la propaganda política no era ningún secreto. Como casi todas las ideas que terminó llevando a la práctica, estaba plasmada, como una siniestra advertencia, en su libro Mi lucha (Mein Kampf, 1925). Hitler le dedicó dos capítulos a la propaganda. “Pronto me di cuenta –escribió– de que el uso de la propaganda es un verdadero arte que ha permanecido prácticamente desconocido para los partidos burgueses”. Tras el fracasado golpe de Estado que perpetró en 1923, el líder del partido nazi llegó a la conclusión de que la mejor manera de alcanzar el poder

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era a través de la vía parlamentaria. Y, para lograr ese objetivo, la propaganda iba a ser un arma fundamental. El principal órgano de propaganda del partido nazi fue el diario Völkischer Beobachter (Observador del pueblo). El “periódico más odiado del país”, como lo calificaba Hitler en sus discursos para estimular su venta, fue el diario oficial del partido hasta su prohibición en 1945. Desde sus páginas, dirigidas hasta el estallido de la guerra por el ideólogo Alfred Rosenberg, se denunciaban los supuestos grandes males de Alemania: el Tratado de Versalles, que consideraban injusto y humillante; el gobierno de la República de Weimar, al que tachaban de débil y de incapaz de sacar al país de la crisis económica; el ascenso del comunismo, que veían como una amenaza para la unidad del pueblo alemán; y la influencia de los judíos, a quienes culpaban de todo lo anterior: del tratado, supuestamente auspiciado por ellos; de la crisis económica, desencade-

nada por el capitalismo judío occidental; y del comunismo, vinculando de forma interesada bolchevismo con judaísmo. Además, en sintonía con las teorías racistas asociadas al darwinismo social, muy en boga en esos años, los judíos eran considerados un peligro biológico para la supervivencia de la “raza germana”. Todos estos temas, que componían el sustrato de la ideología nazi, se exponían en las páginas del periódico utilizando un marcado tono hiperbólico y entre consignas ultranacionalistas y raciales. Apuntaban más a las emociones del lector, explotando sus frustraciones, resentimiento con el gobierno o prejuicios antisemitas, que a su intelecto. En ese sentido, la publicación Der Stürmer (El atacante) fue la que llegó más lejos. Aunque no pertenecía al partido, su editor, el furibundo antisemita Julius Streicher, era un destacado nazi. Con una periodicidad semanal, Der Stürmer destacó por su carácter extremadamente

PROPAGANDA NAZI dico en varias ocasiones, se encontraba un joven editor que estaba demostrando poseer un gran talento para la agitación propagandística: Joseph Goebbels.

El maestro de la propaganda

HITLER junto a Goebbels (a la dcha.), Berlín, 1933.

En la pág. anterior, el Führer saluda a una multitud.

GOEBBELS IDEÓ UNA SOLUCIÓN NOVEDOSA: SU CANDIDATO SE TRASLADÓ DE CIUDAD EN CIUDAD EN AVIÓN sensacionalista y por sus feroces y paranoicos ataques contra los judíos. Otro semanario de relevancia fue Der Angriff (El ataque). Editado por el partido nazi, se creó en 1927 como el equivalente berlinés del muniqués Völkischer Beobachter, que todavía no tenía edición en la capital alemana. Los temas eran los mismos –ataques contra los opositores políticos, difusión del antisemitismo–, pero con un matiz local. El periódico se convirtió en el azote de Bernhard Weiss, el vicepresidente de la policía de Berlín, que era de origen judío. Detrás de estos ataques, que causaron el cierre del perió-

El doctor Goebbels, como le gustaba que le llamaran (era doctorado en Filosofía), había entrado en el partido relativamente tarde, en 1925, cinco años después de su fundación. Pero enseguida hizo méritos para ocupar puestos de importancia. En 1926, Hitler le nombró gauleiter (jefe regional) de Berlín. Cuatro años después, gracias a su extraordinaria oratoria, su capacidad organizativa y su agresivo activismo, fue elegido jefe de propaganda del partido. Su labor fue clave para la victoria del partido nazi en las elecciones de 1932. Durante la campaña, Goebbels se afanó en explotar el indudable carisma de Hitler convirtiéndole en una figura heroica, en un líder fuerte y decidido capaz de unir a su pueblo en una comunidad racial y sacarlo del atolladero financiero en el que se encontraba. Alemania, muy dependiente de las inversiones de EE. UU., estaba sufriendo con especial virulencia los efectos de la crisis de 1929. En 1932, la tasa de desempleo llegó hasta los seis millones. Para hacer que la voz de Hitler llegara al mayor número de alemanes posible, Goebbels ideó una solución muy novedosa. Por primera vez en una campaña electoral, el candidato de un partido se trasladó de ciudad en ciudad viajando en avión. Bajo el lema “Hitler sobre Alemania”, el líder nazi pudo celebrar mítines por todo el país, llegando al electorado como ningún político alemán lo había hecho antes. Su popularidad no creció gracias a los tradicionales carteles y octavillas que se repartieron por Alemania, sino al calor de las antorchas que iluminaban sus mítines y que tanto impresionaban a los presentes. Los desfiles de masas uniformadas, la atronadora música militar o sinfónica y los teatrales efectos lumínicos que acompañaban sus discursos –“la visión de disciplina en un período de caos”, comentó el arquitecto del régimen Albert Speer– resultaron más efectivos para captar votos que cualquier proclama impresa en un papel. El partido nazi, que en 1928 apenas había conseguido 800.000 votos y 12 escaños,

LOS NAZIS Y SU “NEOLENGUA” LA PENETRACIÓN de la propaganda nazi fue tan profunda que llegó a impregnar el habla cotidiana de los alemanes. Como explicaba el filólogo Victor Klemperer en su pionero estudio LTI. La lengua del Tercer Reich (Minúscula, 2016), los nazis retorcieron el idioma alemán para adaptarlo a sus objetivos ideológicos. Sus discursos estaban empapados de metáforas bélicas (“la batalla por el empleo”, “la lucha por la supervivencia de la raza”), adjetivos agresivos (“brutal”, “implacable”, “inflexible”) y un abuso de los superlativos (“grande”, “único”, “incomparable”) para hablar de los objetivos políticos de la nación, que siempre eran “finales, “definitivos”, “eternos”. PARA REFERIRSE a Hitler se usaba terminología religiosa. El Führer era el “salvador”, el “redentor” del pueblo alemán, el “espíritu” de la nación enviado por la “Providencia”. Los nombres de las organizaciones militares y policiales fueron reducidos a acrónimos (SA, SS, SD, Gestapo) y las acciones políticas más comprometidas, suavizadas por medio de eufemismos: “higiene racial”, “reasentamiento”, “campos de trabajo”, “interrogación mejorada” (tortura) o sonderbehandlung (“tratamiento especial”, forma que tenían los funcionarios nazis de referirse al asesinato).

fue la fuerza más votada en las primeras elecciones de 1932, con casi 14 millones de votos y 230 escaños. En las segundas, aunque perdió algo de apoyo (con casi 11 millones y 196 escaños), también lo fue. A pesar de no conseguir la mayoría absoluta, Hitler fue nombrado canciller de Alemania el 30 de enero de 1933. En las siguientes elecciones, celebradas en un clima de represión de las fuerzas de la oposición, el partido nazi alcanzó los 17 millones de votos. Tampoco eran suficientes para gobernar en solitario, pero tras ganarse el apoyo de los partidos conservadores y silenciar a los opositores, Hitler

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DOSSIER la mayoría de los alemanes. El Volksempfänger (“receptor del pueblo”) era barato (costaba 76 marcos, lo mismo que un traje) y se podía comprar a plazos. Además, tenía la particularidad de poseer un dial limitado que dificultaba (aunque no impedía, dependía de su ubicación) la sintonización de emisoras extranjeras. En pocos años, la mayoría de los hogares alemanes tuvieron un Volksempfänger por el que escuchar la palabra del Führer. En cuanto a la prensa, su control fue algo más complicado. En 1933 existían en Alemania más periódicos que en toda Francia, Italia y Gran Bretaña juntas. Goebbels actuó desde tres frentes. Primero, creando la Cámara de Prensa del Reich, a la que debían pertenecer obligatoriamente todos los que quisieran trabajar en la prensa. Segundo, forzando el cierre o adquiriendo, a través de presiones, gran parte de los rotativos independientes. Y tercero, controlando los contenidos por medio de la imposición de códigos de censura y de la adquisición de las dos agencias de prensa

EL RÉGIMEN FORZÓ EL CIERRE O ADQUIRIÓ, A TRAVÉS DE PRESIONES, GRAN PARTE DE LOS DIARIOS INDEPENDIENTES logró hacerse con poderes dictatoriales. El Tercer Reich estaba en marcha.

Controlar los medios El 13 de marzo de 1933, Goebbels se puso al frente del Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda, primer organismo de esta clase creado en Alemania. El objetivo de Goebbels ya no era captar votos para mantener al partido en el poder (no habría más elecciones), sino ganarse el favor de toda la nación, movilizar al pueblo alemán para que se alinease voluntariamente en una misma dirección: la que marcaba el Führer. Para ello, era necesario hacerse con el control de los medios de comunicación y “nazificarlos”. Goebbels comenzó con los dos más influyentes de la época: la radio y la prensa. Por orden ministerial, todas las emisoras radiofónicas fueron unificadas a través de

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la Compañía Nacional de Radiodifusión. Para trabajar en ella, había que pertenecer a la Cámara de Radio del Reich, dependiente del ministerio. De esta manera, Goebbels se hizo con el dominio absoluto de la programación de la radio, así como de los empleados, muchos de los cuales –los judíos o los sospechosos de izquierdismo– fueron despedidos. Una vez purgada y controlada la industria radiofónica, el problema era cómo llegar a todos los alemanes. A pesar de ser el medio de comunicación más popular de la época, no todos podían permitirse un aparato de radio. Para solventar esta situación, el régimen actuó de dos maneras. Por un lado, colocó altavoces en muchos espacios públicos, como fábricas, escuelas o plazas, para que toda la población pudiera escuchar los noticiarios. Por otro, financió la construcción de un receptor económico que fuera accesible a

más importantes del país. Al mismo tiempo, se prohibió la importación de prensa extranjera y se aumentó significativamente la tirada de los diarios nazis. El Völkischer Beobachter se convirtió en el primer diario de Alemania, pasando de 120.000 ejemplares en 1932 a más de un millón en 1941. Y el despiadado Der Stürmer, de 65.000 a medio millón. El único que mantuvo cierta independencia ideológica fue el Frankfurter Zeitung, debido a su gran prestigio internacional. Tanto la radio como la prensa fueron utilizadas por Goebbels para, según sus palabras, “no simplemente informar, sino también instruir”. La programación de la radio combinaba noticiarios y discursos de Hitler (más de cincuenta solo en 1933) con entretenimiento compuesto por programas musicales y culturales. Desde el gobierno se fomentaban los supuestos

PROPAGANDA NAZI

MUESTRA de “arte degenerado”. A la izqda.,

punto de venta del Völkischer Beobachter.

beneficios anímicos de las escuchas comunitarias, tanto en casa como en los espacios públicos. Cuando se quería transmitir una noticia importante, sonaba una sirena para avisar a la población de que se reuniera alrededor de los altavoces. Con esta medida, no solo se garantizaba la mayor audiencia posible, sino que se señalaba a quien no se unía a la escucha colectiva.

La nazificación de las artes El 15 de noviembre de 1933, en una ceremonia presidida por Hitler y acompañada por la música de Wagner, el compositor favorito del canciller, se inauguró la Cámara de Cultura del Reich. Este organismo, dependiente del Ministerio de Propaganda, pretendía centralizar la vida cultural y artística del país para deshacerse del “bolchevismo cultural” que, según el régimen, había infestado Alemania durante la República de Weimar. La cámara estaba compuesta por siete subcámaras. Además de prensa y radio, figuraban literatura, teatro, música, cine y bellas artes. Su creación supuso un gran logro para Goebbels, ya que le permitió controlar toda la industria cultural alemana y utilizarla con fines propagandísticos. Al mismo tiempo, con este nombramiento pudo

arrinconar a Rosenberg, su más directo rival en asuntos culturales, que fue relegado a tareas relacionadas con la educación y la difusión ideológica. El ejemplo más elocuente de la actitud de los nazis hacia la literatura y la cultura en general fue la quema ceremonial de libros organizada en Berlín y otras 21 ciudades universitarias en la primavera de 1933. Aunque no fue directamente orquestada por Goebbels, sino por la organización de estudiantes nazis, este se apresuró a dar un discurso a la luz de la gran hoguera de la plaza de la Ópera. Calificó a esos escritores “quemados” –Thomas Mann, Albert Einstein, Bertolt Brecht, Sigmund Freud...– de “espíritu maligno del pasado” y a sus obras, de “bodrios e inmundicias”. Desde el ministerio se confeccionaron listas con autores prohibidos y se apoyó la creación de obras literarias y teatrales que celebraran los valores nazis y estuvieran escritas con un estilo marcadamente popular. Por supuesto, el gran best seller de la época fue Mi lucha, que incluso se regalaba a los recién casados y a los estudiantes cuando se graduaban. Otros dos grandes eventos propagandísticos fueron los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, utilizados por el régimen

como gran escaparate para mostrar al mundo la grandiosidad del Tercer Reich (véase el dossier “Los juegos de Hitler” en hyv 581), y la exposición “Entartete Kunst” (“Arte degenerado”). Organizada en Múnich por el Ministerio de Propaganda y auspiciada por el propio Hitler, quien se consideraba un artista y odiaba el arte moderno, la exhibición mostraba 650 obras pertenecientes a movimientos artísticos como el Cubismo, el Dadaísmo, el Surrealismo y, sobre todo, el Expresionismo, de gran desarrollo en Alemania y que Goebbels admiraba en secreto. Las obras estaban colocadas de forma caótica y mal iluminadas, y la mayoría tenía una etiqueta en la que se podía leer un título que las ridiculizaba y el precio que el anterior gobierno había “derrochado” en ellas. La exposición atrajo a más de dos millones de visitantes, convirtiéndose en el evento propagandístico más popular del régimen. Al mismo tiempo, y como contrapunto, se inauguró la “Gran exposición de arte alemán”. La muestra, organizada en la Haus der Deutschen Kunst, un recién inaugurado museo de rotundas formas neoclásicas (el estilo favorito de Hitler y con el que pretendía reformar Berlín y convertirla en la “capital del mundo”), mostraba el arte

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PROPAGANDA NAZI

El nazismo en el día a día LA SIMBOLOGÍA NAZI EN OBJETOS DE USO COTIDIANO DURANTE EL III REICH no era raro ver alemanes comiendo una tarta adornada con una esvástica (en la imagen, una gigante en honor del Führer) o durmiendo sobre una almohada con la imagen de Hitler bordada. Al igual que las artes y los medios de comunicación, la publicidad y el diseño industrial también fueron instrumentalizados por el régimen para difundir ideología. Los símbolos del nazismo se incorporaron al diseño de los objetos cotidianos, dotándolos así de un barniz político. Cuberterías, cajas de cerillas, paquetes de tabaco, lápices, cepillos de pelo o la pasta de dientes llevaban estampado algún tipo de simbología nazi. Los niños jugaban con muñecos ataviados como

que promocionaba el régimen: realista, monumental y de exaltación patriótica.

Adoctrinar entreteniendo La música y el cine eran las dos formas artísticas más populares de la Alemania de los años treinta. Goebbels las explotó a conciencia. La música, de rica tradición alemana, fue instrumentalizada de dos maneras. En primer lugar, como envoltorio sonoro para los grandes actos propagandísticos. Las marchas militares y las composiciones de grandes autores como Beethoven, Bruckner o Wagner, este último omnipresente en la escena cultural nazi, fueron utilizadas con astucia para enaltecer a las masas. En segundo lugar, la música ligera fue promocionada como un entretenimiento reconfortante y evasivo a través de su constante programación en la radio. Las obras de compositores judíos tan populares como Mendelssohn o Mahler fueron prohibidas. La música atonal, juzgada elitista y “judaizante”, también. Y géneros populares como el jazz o el swing, considerados “degenerados”, “negroides” y ajenos a la identidad cultural alemana, perseguidos con insistencia. El cine también fue promocionado principalmente como un arte de evasión. Goebbels, consciente de que la propaganda era más efectiva cuanto más indirecta, impulsó el rodaje de películas de entretenimiento –musicales, dramas costumbristas, comedias románticas, superproducciones

los “camisas pardas”, hacían rompecabezas para formar la palabra “Hitler” o tenían cajas de música en las que sonaba Horst Wessel Lied, el himno del partido. EL MOBILIARIO URBANO también se vio afectado. Las banderas rojas con esvásticas y las figuras del águila imperial nazi decoraban multitud de edificios. Los parques y jardines fueron remodelados, sustituyendo árboles y plantas alóctonas por especies germánicas. Muchas ciudades y pueblos se llenaron de “robles y tilos de Hitler”, dos símbolos arbóreos paganos reivindicados por el nazismo.

A LO LARGO DE LA DÉCADA DE 1930, HITLER ADQUIRIÓ LOS RASGOS DE UN SER CASI DIVINO GRACIAS A GOEBBELS históricas– que transmitieran los valores del nacionalsocialismo, pero sin exponerlos en primer término. También se promovió la formación de un star system propio, a semejanza del de Hollywood, que ayudara al público a sentirse identificado con los personajes (o a rechazarlos, en el caso de los judíos) y sirviera para atraerlo a las salas de cine. La propaganda más directa se reservó habitualmente para los documentales y los noticiarios, que fueron de exhibición obligatoria en los cines desde 1938. Como ocurrió en las demás artes, la industria del cine fue “limpiada” de judíos y de opositores al régimen. Fritz Lang, Billy Wilder o Marlene Dietrich fueron algunos de los que emigraron. En 1942, la industria cinematográfica alemana fue completamente nacionalizada.

El mito de Hitler “Si el Führer lo supiera...”. Esta frase, muy recurrente entre los alemanes cuando querían criticar al régimen, pone de manifiesto cuál fue el gran éxito de la propaganda nazi: la creación del mito de

Hitler. Goebbels se afanó en construir una imagen del canciller que no admitiera discusión. La figura del Führer debía ser intachable. Primero, para que sirviera como fuerza integradora del partido y el gobierno, y segundo, para que generara un consenso y un entusiasmo contagiosos entre la población, con vistas a favorecer los objetivos del régimen. Un buen ejemplo de este proceso de mitificación ocurrió tras la llamada Noche de los Cuchillos Largos. El asesinato de la cúpula de las SA ordenado por Hitler fue transformado por la propaganda estatal en un acto casi heroico. Según esta, el Führer no había tenido más remedio que actuar con contundencia para preservar el orden social, librando al país de la amenaza revolucionaria que suponían sus antiguos camaradas. Con el transcurrir de la década de 1930, Hitler fue adquiriendo los rasgos de un ser casi divino: incansable hombre de Estado, afectuoso camarada, líder carismático y “canciller del pueblo”, que comprendía y compartía las preocupaciones de la gente corriente. Un padre para todos los alemanes de “raza germana”, incluidos los que, según enfatizaba la propaganda cada vez con más insistencia, sufrían lejos de Alemania. Su presencia se hizo omnipresente en la vida cotidiana. Además de aparecer constantemente en los medios de comunicación, su retrato adornaba escuelas, fábricas y edificios públicos, objetos con su imagen –desde bustos a cerillas o cuberterías– decoraban los hogares de muchos alemanes, y el saludo en su honor –“Heil Hitler”– se convirtió en norma. El propósito era crear un culto casi religioso, una fe inquebrantable y legitimadora en el Führer que permitiera al régimen dar el paso hacia su siguiente objetivo: la guerra.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Richard J. El Tercer Reich en el poder. Barcelona: Península, 2017. LOZANO, Álvaro. La Alemania nazi. 19331945. Madrid: Marcial Pons, 2011. WELCH, David. The Third Reich: Politics and Propaganda. Londres: Routledge, 2002. En inglés. EVANS,

DOCUMENTAL

El triunfo de la voluntad (Alemania, 1935). Dir.: Leni Riefenstahl.

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UN ARMA DE GUERRA Durante la Segunda Guerra Mundial, la propaganda nazi se afanó en justificar la expansión territorial hacia el este, allanar el camino del Holocausto y, finalmente, movilizar a la población en la defensa desesperada de Alemania. CARLOS JORIC, HISTORIADOR Y PERIODISTA

PÓSTER NAZI que anima a la juventud francesa a incorporarse a las tropas de las SS, 1943.

DOSSIER a propaganda nazi no solo fue utilizada para convencer a los alemanes de las bondades del régimen nacionalsocialista y de la conveniencia de seguir a su “infalible” líder, sino también como poderosa arma de guerra. Tras la rápida estabilización de la política interna a través de fuertes medidas represivas (el primer campo de concentración se abrió en Dachau apenas dos meses después de la llegada de Hitler al poder), el canciller alemán dedicó toda su atención a la política exterior. Operaciones como la reocupación militar de Renania (1936), la anexión de Austria (marzo de 1938) o la ocupación de los Sudetes (septiembre de 1938), que causaron preocupación entre la población alemana por la posibilidad de que desencadenaran una nueva guerra, fueron presentadas por la propaganda nazi como grandes éxitos diplomáticos de Hitler, como ejemplos de su determinación para lograr restaurar el honor alemán y su habilidad para hacerlo sin derramar una gota de sangre.

L

Un “hombre de paz” En un discurso pronunciado el 17 de mayo de 1933, Hitler declaró efusivamente tener una gran tarea como líder de Alemania: “Garantizar la paz del mundo”. Esta imagen de Hitler como “hombre de paz” fue explotada con éxito por Goebbels cada vez que el Führer desencadenaba una crisis diplomática. El mensaje que se difundía, tanto de cara al interior como al exterior, era que Hitler, a pesar de su evidente ideología belicista, no quería una nueva guerra en Europa. Su única intención era reparar los errores del Tratado de Versalles y proteger a las minorías germanas que vivían en otros países. Si el Führer recurría a la violencia, insinuaba la propaganda, era porque no le iban a dejar otra alternativa. Esta estrategia fue muy evidente durante la crisis de los Sudetes. Hitler estaba decidido a ir a la guerra contra Checoslovaquia en 1938. Para justificarla, el Ministerio de Propaganda orquestó una intensa campaña denunciando las supuestas atrocidades perpetradas por los checos contra la población alemana de los Sudetes. Tras la Conferencia de Múnich se consiguió frenar la guerra, pero no las ambiciones expansionistas de Hitler.

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Un año después, el canciller puso sus ojos en Polonia. La pretensión de los nazis de recuperar la antigua ciudad prusiana de Danzig, convertida en “ciudad libre” tras el Tratado de Versalles, y comunicarla con el Reich a través de una carretera y una vía férrea, fue de nuevo acompañada por una amplia campaña propagandística destinada a legitimar esta reclamación. Durante semanas, la prensa y la radio alemanas difundieron noticias, la mayoría exageradas o inventadas, sobre el acoso que sufrían los habitantes germanos de Danzig por parte del gobierno polaco. En

esta ocasión no hubo “política de apaciguamiento”. La población alemana, confiada en los deseos de paz de Hitler y convencida de la legitimidad de sus peticiones (ayudada también por sus arraigados prejuicios con respecto a los polacos), acabó siguiendo obedientemente al Führer hasta donde no querían llegar: la guerra.

¿Una guerra defensiva? La noticia del estallido de la guerra fue recibida con muy poco entusiasmo por la mayor parte de la población alemana. No se repitió el ambiente casi festivo que se

PROPAGANDA NAZI

HITLER con generales, c. 1940. A la izqda., póster

reclamando la ciudad de Danzig, actual Gdansk.

A LA IMAGEN DE HITLER DE ÍNTEGRO Y ENÉRGICO HOMBRE DE ESTADO SE LE SUMABA AHORA LA DE GENIO MILITAR vivió al inicio de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el convencimiento de que la guerra estaba justificada, de que duraría poco por las presuntas intenciones “pacifistas” de Hitler (quien incluso lanzó una capciosa oferta de paz a las potencias occidentales un mes después del inicio de la guerra), unido a las rápidas victorias de la Wehrmacht con mínimas pérdidas, fue transformando el ánimo de la población y aumentando su disposición a luchar. La propaganda se apresuró, por un lado, a explotar el supuesto belicismo de Francia y Gran Bretaña (esta última fue incluso

acusada de instigar el atentado que sufrió Hitler en noviembre de 1939) y, por otro, a enaltecer, por medio de los noticiarios cinematográficos, la fortaleza y la modernidad del renovado ejército alemán. Esto último cumplía una doble función. Servía tanto para proporcionar seguridad y tranquilidad a la población alemana como para exhibir de cara al exterior la superioridad militar del Reich y advertir al mundo sobre la inutilidad de la resistencia. El inicio de la guerra también provocó una transformación en la imagen de Hitler. Al abnegado, íntegro y enérgico hombre de Estado que, según la propaganda, había conseguido recuperar la grandeza de Alemania, se le sumó una cualidad más que terminaría dominando al resto: la de genio militar. Aunque Joseph Goebbels no era partidario de la guerra (principalmente porque veía peligrar su posición en el gobierno, al tener que compartir decisiones con la Wehrmacht), potenció la imagen

del Führer como infalible estratega militar. Los noticiarios le presentaron enfundado en un sobrio uniforme con la Cruz de Hierro, en actitud grave y marcial, compartiendo información con los generales o visitando a las tropas. Esta imagen de resuelto líder militar fue reforzada por los muchos discursos radiofónicos que pronunció Hitler durante los primeros meses del conflicto. El canciller se dirigió frecuentemente a la nación haciendo hincapié en su determinación y fortaleza moral y en su absoluta confianza en que el final de la guerra estaba cerca. Las rápidas victorias en el frente occidental, en especial la de Francia, por lo que tenía de simbólica revancha, crearon la sensación de que el Führer estaba cumpliendo sus promesas y de que Gran Bretaña no tardaría en negociar una paz. Nunca hasta ese momento, en el verano de 1940, la confianza de la población en el liderazgo de Hitler había sido tan abrumadora.

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DOSSIER las zonas rurales del país. Aparte de noticiarios, el ministerio también produjo notorias películas propagandísticas, como Te espero (Gustav Ucicky, 1941), en la que se buscaba legitimar la invasión de Polonia mostrando la persecución que había sufrido la minoría germana en la región de Volinia, o vigorosos documentales de guerra como Feldzug in Polen (Fritz Hippler, 1940), Bautismo de fuego (Hans Bertram, 1940) o La victoria del Oeste (Fritz Hippler, 1941), destinados no solo a exhibirse en Alemania, sino también en las embajadas de los países neutrales, con el objetivo de intimidar a los diplomáticos extranjeros. Paralelamente a la propaganda de guerra, el régimen produjo películas destinadas a modelar la opinión pública sobre asuntos internos. Fue el caso del polémico programa eugenésico aprobado el mismo día que comenzó la invasión de Polonia. Conocido como Aktion T4, este proyecto fue creado para eliminar sistemáticamente a todos los enfermos incurables, discapacitados y cualquier adulto “no productivo” del Tercer Reich. Ante la oposición de los afectados, sus familiares y los círculos religiosos, el Ministerio de Propagada puso en marcha una campaña que incluía la producción de una de las películas más extraordinariamente insidiosas de la Alemania nazi, Ich klage an (Wolfgang Liebeneiner, 1941), un melodrama judicial en el que se legitimaba la eutanasia al combinar de forma perversa el caso de una enferma terminal con otros de personas discapacitadas o con problemas mentales, incluidos niños. PÓSTER alemán que acusa a los judíos de ser el poder en la sombra tras los aliados en la II Guerra Mundial.

La guerra en pantalla grande Como consecuencia del comienzo de la guerra, la demanda de información por parte de la población alemana se disparó. Esto explica el considerable aumento de espectadores, casi el doble que en tiempos de paz, que se produjo en los cines de Alemania en 1940. El público seguía prefiriendo ver películas escapistas como El pacto de las cuatro (Carl Froelich, 1938), protagonizada por una joven Ingrid Bergman antes de irse a Hollywood (a pesar de la insistencia de Goebbels en que se quedara en Alemania), o Wunschkonzert (Eduard von Borsody, 1940), el mayor éxito de la época. Sin embargo, la gente

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también estaba ansiosa por ver los noticiarios. Muchos alemanes querían aplaudir las impresionantes victorias de la Wehrmacht, abuchear a Gran Bretaña –en particular, a su primer ministro Winston Churchill (uno de los principales blancos de las burlas de la propaganda nazi)– y reconfortarse viendo la imagen del Führer mientras manejaba con gesto decidido las riendas de la contienda. Para que todos los alemanes tuvieran la posibilidad de ver un noticiario y una película al menos una vez al mes, incluidos los soldados, Goebbels creó una flota de mil cines móviles que se desplazaron durante la guerra por los frentes de batalla y

El “problema judío” En 1940, el régimen nazi impulsó la producción de tres películas abiertamente antisemitas: Los Rothschild (Erich Waschneck), un tendencioso filme sobre la poderosa familia de banqueros de origen judeoalemán y sus supuestas maquinaciones para dominar el mundo; El judío Suss (Veit Harlan), exitoso biopic con discurso aleccionador sobre Joseph Süß Oppenheimer, asesor financiero del duque de Wurtemberg que fue ahorcado en 1738 tras un juicio con claras connotaciones antisemitas (el filme fue puesto como ejemplo por Goebbels del poder persuasivo del cine, y Himmler ordenó a todos los efectivos de las SS que fueran a verlo); y El judío eterno (Fritz Hippler), documental propagandís-

LA FARSA DE THERESIENSTADT EL CAMPO-GUETO de Theresienstadt (Terezín, en checo), ubicado en la actual República Checa, se abrió en noviembre de 1941. Sus funciones eran dos: servir como centro de transición para reclusos judíos con destino a los campos de exterminio, Auschwitz sobre todo, y como “campo modelo” para uso propagandístico. Tenía una población permanente de prisioneros, muchos de ellos artistas, que estaban organizados como en un gueto, con un Consejo Judío dirigido por un decano. EN LAS FILMACIONES que hicieron los nazis se puede ver a los reclusos trabajando en talleres y huertos, jugando a fútbol, leyendo, asistiendo a conciertos y conferencias o simplemente charlando de forma distendida. Aparecen mujeres y niños, y todos van bien vestidos y aseados. La realidad era muy diferente. Los presos eran “actores” forzosos de una farsa montada para enseñar a visitantes, como la Cruz Roja, o para ser exhibida en los noticiarios. De las aproximadamente 140.000 personas que pasaron por el campo, solo sobrevivieron unas 20.000. Entre los asesinados estaba Kurt Gerron, un popular actor durante la República de Weimar, que antes de ser enviado a Auschwitz fue obligado a dirigir un documental propagandístico sobre Theresienstadt.

tico que completaba la exposición del mismo título inaugurada en Múnich en 1937 y en el que se intentaba demostrar la “eterna” naturaleza parasitaria y destructiva de la raza judía a través de diversas teorías conspirativas y analogías como las plagas

do el camino de la Solución Final. A través de los medios de comunicación, se reforzaron y estimularon los prejuicios antisemitas de la población –muy extendidos en Alemania y en el resto de Europa– con un doble objetivo, convencer al pueblo ale-

VARIAS PELÍCULAS FUERON EL MASCARÓN DE PROA DE UNA INTENSA CAMPAÑA CONTRA LOS JUDÍOS de ratas. Como ejemplo de la hipocresía nazi, muchas de las imágenes exhibidas en este filme como supuesta constatación de la degradación de los judíos del Este fueron tomadas en los guetos polacos que ellos mismos habían creado. Estas tres películas fueron el mascarón de proa de una intensa campaña contra los judíos que, desde la radicalización de la propaganda antisemita tras los pogromos de la Noche de los Cristales Rotos (instigados por Goebbels en 1938), fue allanan-

mán de que existía un “problema judío” que había que solucionar y justificar las acciones represivas que se aplicaron para ello: boicots a negocios, discriminación legal, migraciones forzosas, pogromos, guetificación... El propio Hitler, muy cauteloso en sus discursos públicos sobre la “cuestión judía”, pronunció uno en 1939 que se hizo célebre por su carácter profético (y que se reproduce oportunamente al final de El judío eterno): “Si las finanzas judías consiguen una vez más sumir al

mundo en la guerra, eso supondrá la destrucción de la raza judía en Europa”. Cuando, a partir de 1942, empezaron a salir de las estaciones del Reich los primeros cargamentos humanos hacia las regiones ocupadas del Este, a casi nadie le extrañó. La propaganda ya había hecho su trabajo. La mayoría, ya fuese por miedo, indiferencia o convencimiento, miró hacia otro lado y dejó que el gobierno se ocupara de los “problemas” de sus vecinos. Pero ¿y de cara al exterior? Los aliados tuvieron conocimiento del exterminio de los judíos (aunque quizá no de su extraordinaria dimensión) casi desde el principio. Desde que códigos alemanes fueron descifrados por la inteligencia británica en 1941, o cuando Jan Karski, representante de la resistencia polaca, lo reveló en Londres en 1942. Para contrarrestar estas informaciones, los nazis permitieron que, en 1944, una delegación internacional de la Cruz Roja visitara el campo de concentración de

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DOSSIER Theresienstadt, en Checoslovaquia. Todo fue una farsa. El campo, que ni siquiera era de concentración, sino de tránsito, había sido acondicionado para que ofreciera una apariencia benévola. El ardid fue tan exitoso que decidieron filmar un documental, Theresienstadt (Kurt Gerron, 1944), para que sirviera como “prueba”.

Operación Barbarroja A diferencia de las anteriores campañas, la propaganda nazi no preparó al pueblo alemán para la invasión de la Unión Soviética. El pacto de no agresión firmado entre los dos países en 1939 y el carácter secreto de la Operación Barbarroja lo impidieron. Sin embargo, una vez comenzada la ocupación el 22 de junio de 1941, todo ese odio antibolchevique reprimido durante dos años emergió con fuerza en la propaganda del régimen. La Unión Soviética era la cuna de todo lo que el nazismo despreciaba: el judeobolchevismo y los eslavos, a quienes consideraba infrahumanos. Goebbels y Hitler, conscientes de que la invasión de la Unión Soviética (y la posterior entrada en la guerra de Estados Unidos) había reducido drásticamente las expectativas de la población de que se alcanzara la prometida paz, se afanaron en presentar la guerra como una lucha ideológica a gran escala, una cruzada internacional contra el avance del comunismo y el judaísmo. El canciller dio órdenes al Ministerio de Propaganda para que se enfatizaran en los medios las victorias y la potencia militar de la Wehrmacht, pero también para que se reforzara esta idea de la amenaza judeobolchevique. Asimismo, las tropas fueron aleccionadas para que tuviesen en mente que no estaban librando una guerra convencional como en el oeste, sino un combate ideológico y racial en el que había que proceder, según palabras del comandante en jefe del Ejército Walther von Brauchitsch, “con la severidad necesaria”. Con el cambio de signo de la guerra tras las primeras dificultades en el frente ruso en 1942, este mensaje se potenció aún más. Goebbels ordenó imprimir miles de carteles y octavillas con agresiva propaganda antibolchevique, además de organizar varias exposiciones itinerantes –“Europa contra el bolchevismo”, “El paraíso soviético”– en las que se enseñaba al pueblo alemán la brutalidad del régimen co-

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“VICTORIA O BOLCHEVISMO”, diseño del propagandista nazi Hans Schweitzer, 1943.

munista y los horrores de la vida cotidiana en la Rusia soviética. Sin embargo, la derrota en la batalla de Stalingrado (febrero de 1943) puso en evidencia las debilidades de la propaganda nazi. Si los rusos eran tan bárbaros y estaban tan sometidos y el Ejército Rojo era tan anticuado y desorganizado, ¿cómo es que estaban ven-

ciendo al sofisticado, hipermotivado y “racialmente superior” ejército alemán dirigido por un genio militar?

La “guerra total” La rendición del 6.º Ejército alemán en Stalingrado, transformada por la retórica del régimen en un “sacrificio heroico”,

PROPAGANDA NAZI marcó un punto de inflexión en la propaganda nazi. El objetivo ya no era justificar la guerra y mantener alta la moral de los alemanes a través de afirmaciones optimistas, sino convencerlos de la necesidad de unir esfuerzos contra el enemigo, de prepararse para la denominada por Goebbels “guerra total”. Para conseguirlo, el ministro recurrió a una socorrida técnica de persuasión: el miedo. La propaganda nazi enfatizó como nunca el temor hacia las “hordas bolcheviques” y las terribles represalias que sufrirían si no conseguían contenerlas. En su último gran evento propagandístico, un discurso transmitido a toda la nación que se celebró el 18 de febrero de 1943 en Berlín, Goebbels subrayó que la “guerra total” era la única alternativa a la “destrucción total”. Solo había dos opciones: victoria o bolchevismo. El popular aforismo “Disfruta de la guerra porque la paz será terrible” empezó a estar en boca de todos. ¿Fue efectiva esta propaganda? Muy poco. Salvo en tres segmentos de la población –los jóvenes que habían crecido durante el nazismo, los soldados rasos del frente y los viejos activistas del partido nazi–, el resto de los alemanes estaban perdiendo

GOEBBELS, EN UN INTENTO DESESPERADO, SE AFANÓ EN EQUIPARAR A HITLER CON EL MÍTICO FEDERICO II EL GRANDE su confianza en el régimen. Incluido el Führer. Sin éxitos militares que respaldaran su política expansionista y su búsqueda de la “paz por medio de la fuerza”, su carisma se fue debilitando. Al mismo tiempo, y quizá como consecuencia de esta falta de victorias que proclamar o para ocultar su cada vez más evidente deterioro físico, Hitler fue espaciando sus apariciones públicas. Los rumores sobre su mala salud se dispararon, pero también creció la desconfianza en su supuesta empatía y cercanía con la gente corriente y en su capacidad para liderar la nación. El vínculo casi religioso que le unía con el pueblo alemán se fue deshilachando. En un intento desesperado por coserlo, Goebbels, convertido en el portavoz del

Propagandistas a juicio DELINQUIR DESDE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN LOS PROPAGANDISTAS nazis también fueron juzgados en Núremberg tras la guerra. Por primera vez en la historia, la difusión del odio, “preparar psicológicamente el terreno para la acción política y la agresión militar”, como se dijo en el juicio, fue considerada un delito, un “crimen contra la humanidad”. De entre los veinticuatro encausados en Núremberg, dos estaban vinculados directamente a la creación y difusión de propaganda nazi: Julius Streicher, editor del periódico antisemita Der Stürmer, y Hans Fritzsche (dcha.), ayudante de Goebbels y jefe del Departamento de Prensa y de Radiodifusión en el Ministerio de Propaganda.

to. A diferencia de Streicher, no se pudo probar que sus declaraciones antisemitas en los medios de comunicación incitaran explícitamente al asesinato de los judíos. Finalmente, Fritzsche fue condenado por un tribunal de desnazificación a nueve años de prisión, de los que cumplió cuatro. Murió en 1953 víctima de un cáncer.

STREICHER FUE CONDENADO por crímenes contra la humanidad y ejecutado en la horca el 16 de octubre de 1946. El tribunal concluyó que veintitrés artículos publicados en Der Stürmer entre 1938 y 1941 habían llamado al exterminio de los judíos. Fritzsche, sin embargo, fue absuel-

régimen hasta el final de la guerra, se afanó en equiparar su figura con la de Federico II el Grande, el mitificado rey de Prusia que salvó “milagrosamente” a su nación de la invasión de los rusos durante la guerra de los Siete Años. Sin embargo, por mucho que se esforzara Goebbels, no había propaganda lo suficientemente eficaz como para enmascarar los efectos de los bombardeos masivos que estaban sufriendo los alemanes por parte de la aviación aliada. Experimentar en carne propia las devastadoras consecuencias de la guerra y asistir impotentes a la incapacidad de la Luftwaffe para repeler esos ataques hicieron más por unir y movilizar al pueblo alemán que toda la propaganda junta. Aun así, Goebbels continuó intentándolo. El ministro se propuso convencer a la nación de que las poderosas armas secretas que estaban construyendo iban a alterar el curso de la guerra. Al final, los misiles V1 y V2 no cumplieron las expectativas. La “guerra total” fue proclamada, pero, en realidad, poco preparada. En abril de 1945, con los rusos rodeando Berlín, Goebbels se encerró junto a Hitler

en el búnker de la Cancillería. El 1 de mayo, un día después que su amado Führer, se suicidó junto a su mujer tras haber envenenado antes a sus seis hijos. Días más tarde, el almirante Karl Dönitz, nombrado sucesor de Hitler, pronunció la última gran mentira del régimen: Hitler había muerto en combate “en su puesto de la Cancillería, cuando luchaba hasta el último aliento contra el bolchevismo”.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Richard J. El Tercer Reich en guerra. Barcelona: Península, 2017. KERSHAW, Ian. El mito de Hitler. Imagen y realidad en el Tercer Reich. Barcelona: Paidós, 2003. EVANS,

BIOGRAFÍA LONGERICH,

Peter. Goebbels. Barcelona:

RBA, 2012. CINE

El judío eterno (Alemania, 1940). Dir.: Fritz Hippler. Documental. El judío Suss (Alemania, 1940). Dir.: Veit Harlan. Ints.: Ferdinand Marian, Kristina Söderbaum, Heinrich George.

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CARICATURA sobre la ubicuidad de las conservas en lata. Dibujo de S. D. Ehrhart en Puck, 1906.

CON LA COMIDA La lucha por establecer mecanismos de control para garantizar la higiene alimentaria representaría la gran revolución civil del siglo XIX. GONZALO TOCA REY, PERIODISTA

ue un punto de inflexión electrizante y definitivo. Desde finales del siglo xix hasta la Primera Guerra Mundial emergieron en Estados Unidos los grandes lobbies empresariales y las mujeres como protagonistas del debate público, se configuró una sociedad civil masiva e indignada ante los abusos que reveló el periodismo de investigación y se debatieron por primera vez las fake news. La comida y la

F

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bebida reflejan como ningún otro asunto estas enormes transformaciones. Los grandes lobbies empresariales ascendieron cuando influyentes negocios privados vieron con alarma que las regulaciones recortaban sus beneficios, que los nuevos competidores segaban frenéticamente la hierba bajo los pies de los operadores tradicionales con conexiones políticas y que buena parte de la población sospechaba que sus productos estaban

adulterados. Los economistas Marc Law y Gary Libecap ponen como ejemplo la “guerra de la margarina”. La margarina, apuntan, era más barata que la mantequilla, y empezó a triunfar entre la clase media baja a finales de 1870. En consecuencia, los lobbies del sector lácteo americano la llamaron “falsificación grasienta”, y presionaron a los políticos para que forzasen a los productores a cambiarle el color, de modo que nadie

NO SE JUEGA la confundiese con la mantequilla. También consiguieron restringir su uso haciendo que se prohibiera en pensiones, restaurantes y prisiones..., e impulsando la creación de distintos impuestos que aumentasen su precio de venta. Los consumidores y las empresas perdedoras aprendieron una lección: había que organizarse en lobbies para defender sus intereses. La era de los grupos de presión, que llega hasta hoy, había comenzado.

Lo de la “falsificación grasienta” tenía su aquel. En Estados Unidos, igual que en muchos países avanzados en Europa, cundía a finales del siglo xix la sospecha de que los alimentos estaban adulterados, porque la opacidad sobre su procesado era total y no se respetaban las más elementales normas sanitarias. Los lobbies de la industria láctea sugerían que la margarina era la falsificación adulterada de la mantequilla, cuando eran ellos los que adulte-

raban la mantequilla con margarina para reducir costes. Sabían que no era una acusación menor. Hablamos de una época en la que los fabricantes de comida en lata incorporaban glucosa y sustancias químicas en sus alimentos sin avisar a nadie ni conocer con certeza las consecuencias. El objetivo era que durasen más. Las parejas de muchos de los soldados estadounidenses que participaron en la guerra de 1898 contra España denunciaron que sus novios

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ELLEN RICHARDS y O. W. Holmes (abajo). A la dcha., caricatura sobre el trabajo de H. Wiley.

y maridos se habían intoxicado con conservas en mal estado. Aquello resultaba verosímil, y el escándalo fue monumental.

Mujeres y líderes En la mayoría de las democracias avanzadas, no se pueden separar el ascenso del protagonismo de las mujeres como consumidoras y su avance hacia la igualdad y el derecho a votar. Tanto la General Federation of Women’s Clubs como la Women’s Christian Temperance Union fueron esenciales en la lucha por la higiene y la salubridad de la comida y la bebida en Estados Unidos. Sin ellas no se entendería la posterior regulación de la ley seca. Empinar el codo, decían, no solo era malo para la salud, sino que también destrozaba la armonía de los hogares y reducía a los seres humanos a criaturas estúpidas y manipulables en manos de populistas. Las mujeres activistas utilizaron la bolsa de la compra y su posición como admi-

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nistradoras de los hogares, convertidos en pilares de la incipiente sociedad del consumo, como arma política. Su influencia organizada podía doblegar a las empresas, y su indignación condicionaba las decisiones de los políticos, a los que, por el momento, no podían elegir. En parte gracias a ellas, el Senado estadounidense tuvo que publicar un informe en 1902 que resumía todas las evidencias hasta la fecha

de la adulteración de los alimentos. Ellen Richards, la primera mujer que entró en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), publicó estudios devastadores sobre la penosa higiene y salubridad de la industria. Se coronó como una de las primeras científicas de la historia que, además, fue líder de opinión. Y no es casualidad, porque fue entonces cuando surgió una hornada de mujeres

ALIMENTACIÓN admiradas, temidas e influyentes gracias a la revolución de los hogares y la higiene. Richards se convirtió en la fundadora de la Economía Doméstica en Estados Unidos, una disciplina académica con su propia asociación de investigadores universitarios, que había contado con precursoras como Ida von Kortzfleisch en Alemania o Isabella Beeton en el Reino Unido. En este contexto, tampoco es extraño que otra mujer, Alice Lakey, se erigiera, a principios del siglo xx, en una de las grandes activistas americanas por la salubridad de los alimentos y la mejora de las condiciones de los que los procesaban. Después se incorporó a la Academia Nacional de las Ciencias Sociales de Estados Unidos. Gracias a líderes de opinión como ella, Harvey Wiley, legendario químico y alto

SE LOGRÓ VINCULAR LA SALUBRIDAD DE LOS ALIMENTOS CON LAS CONDICIONES DE LOS OPERARIOS IMPLICADOS funcionario del Departamento de Agricultura, alcanzó una inmensa popularidad. Wiley fue el gran promotor de las investigaciones institucionales sobre los alimentos adulterados y uno de los padres de la regulación (Pure Food and Drugs Act) que nació para acabar con los abusos. Con un talento fabuloso para las relaciones públicas, llegó a crear un “escuadrón del veneno”, en el que un grupo de jóvenes voluntarios probaban, como cobayas humanos, los alimentos y las sustancias químicas que se utilizaban para fabricarlos. La estadounidense Linda Civitello cuenta en Cuisine and Culture que llegaban a ingerir hasta ácido sulfúrico, y que los experimentos tenían más ideología (contra la supuesta maldad de las empresas) que ciencia.

Ha nacido una estrella Es interesante la conversión de Wiley en héroe romántico contra el mal, a pesar de los pies de barro de sus estudios, porque eso demuestra que los funcionarios estelares –sean meros burócratas o jueces– no son ni una cosa exclusiva de nuestro tiempo ni un subproducto de la era de la tele-

LA OTRA CRUZADA POR LA PUREZA

LA LUCHA DE LA nueva sociedad civil por la pureza de los alimentos o la política siempre se entremezclaron con otra lucha por la pureza del cuerpo, empezando por la dieta y siguiendo por el sexo. John Harvey Kellogg (a la dcha.), uno de los nutricionistas más influyentes del mundo desde su balneario de Battle Creek (arriba), encarnó como pocos aquella otra cruzada. KELLOGG PUSO DE MODA en la alta sociedad –el presidente estadounidense Warren Harding fue uno de sus huéspedes– las imitaciones de la carne que fabricaba él mismo a base de soja y cereales, prohibía el alcohol en sus instalaciones y desconfiaba del azúcar. Además, creía en una dieta baja en proteínas y alto contenido en fibra, con muchos lácteos, frutas y verduras frescas, cereales y frutos secos. TAMBIÉN DESTACÓ por su compromiso con los huérfanos y los pobres –actuó como padre de acogida de cuarenta y

visión. Seguramente, Oliver Wendell Holmes, magistrado del Tribunal Supremo americano, es el mejor candidato a juez estrella de principios del siglo xx. Y en parte lo es por su voto particular en contra de la sentencia Lochner vs. Nueva York. Allí se opuso, sin éxito, a que sus compañeros declarasen inconstitucional la limitación por ley de los horarios de los panaderos neoyorquinos a diez horas al día y sesenta

dos niños y adoptó a siete de ellos–, pero nadie es perfecto: fue su hermano Will el que inventó los copos de maíz que llevan su apellido, y él quedó para la historia como el que se limitó a utilizarlos para prevenir, supuestamente, la masturbación.

a la semana. La sentencia, ya mítica, revela que los activistas como Alice Lakey habían logrado uno de sus cometidos: vincular la salubridad de los alimentos con las mejoras laborales de los trabajadores implicados. La comida sana era imposible sin profesionales sanos, y los nuevos periodistas de investigación ya se estaban encargando de demostrarlo por tierra (hechos), mar (exageración) y aire (ficción).

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El origen de Lochner vs. Nueva York en 1905 fue la denuncia de la decisión de unos reguladores locales que, presionados por la prensa y la población, habían limitado por ley las jornadas de los panaderos. En 1894, el New York Press inició la alarma social al denunciar que los panaderos trabajaban cien horas a la semana en sótanos mal ventilados, donde a veces tenían que dormir, y sin cuartos de baño. Fue el principio de más revelaciones en otros medios. No se podía obviar que cualquier ser humano en esas condiciones no podía garantizar la limpieza y la calidad del pan, alimento básico para la mayoría. La primera edad de oro del periodismo de investigación es producto de este contexto. Hablamos de una sociedad en la que más del 80% sabe leer y escribir y en la que millones de personas tienen derecho a votar. Estas personas renovarían o tum-

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barían a sus gobernantes apoyándose muchas veces en lo que leían en unos periódicos que ya no solo eran diarios, sino que lanzaban varias ediciones al día gracias a las novedades que recibían mediante el telégrafo. Los ciudadanos también se dejarían influir por revistas con tiradas cada vez más fabulosas, que se podían repartir por todo el país a gran velocidad en tren, como McClure’s y Cosmopolitan. Los editores de los medios supieron aprovechar (y alimentaron) las nuevas preocupaciones con contenidos ciertos y sensacionalistas. Por lo general, eran noticias tan adulteradas como los alimentos que denunciaban. A veces incurrían directamente en la mentira, y, por eso, la hoy venerable Associated Press (AP) se ganó el apelativo de “factoría de fake news”. Precisamente, a finales del siglo xix arrancó por primera vez el debate sobre las fake

news en Estados Unidos, y una de las principales preocupaciones de los periódicos serios era que muchas cabeceras reproducían sin más los cables de AP. Esa publicación masiva les proporcionaba una apariencia de verdad a la que miles de lectores daban crédito. En ocasiones, las mentiras procedían directamente del gobierno, de las presiones de los lobbies empresariales y de los anunciantes. Otras veces, eran los medios los que las inventaban –y aquí destacaban los del magnate William Randolph Hearst– para conseguir sus objetivos políticos o para vender más ejemplares.

La astucia de los editores Los editores fueron muy hábiles anticipando y provocando las necesidades de anunciarse de las empresas. En ausencia de regulaciones estrictas sobre los alimentos y con una marea de escándalos, Heinz, el

ALIMENTACIÓN

CALIDAD informativa de los periódicos, caricatura, s. XIX. A la dcha., matadero. Abajo, Upton Sinclair.

imperio del kétchup, tenía que anunciarse para posicionar sus salsas como un producto sano y no adulterado. Aquello, por supuesto, permitiría que sus salsas se consumieran más y que sus clientes pagasen (con gusto) más por ellas. La empresa aseguraba que les había declarado la guerra a las bacterias y que sus trabajadoras, en un alarde de limpieza, disfrutaban de duchas calientes y manicura en sus instalaciones. Heinz también fue una de las compañías que más presionaron para que la Pure Food and Drugs Act saliera adelante. Naturalmente, la primera edad de oro del periodismo de investigación no se debía en exclusiva a la existencia de un público masivo que podía condicionar a los gobernantes, noticias de gran actualidad, revistas y periódicos de grandes tiradas y grandes anunciantes. Hacían falta libertad de expresión e información y un diluvio de

profesionales de talento excepcional y convicciones dignas de un cruzado. Ellos eran los que estaban detrás de la revelación del New York Press sobre los panaderos y, sobre todo, de la publicación de La jungla, la novela con la que Upton Sinclair denunció, después de una cuidadosa investigación, las escandalosas condiciones higiénicas de las factorías del procesado de carne y la terrible explotación de sus trabajadores. La denuncia del cruzado Sinclair también incendió a otros cruzados, como los que integraban los primeros lobbies vegetarianos, asociaciones nacionales nacidas en el siglo xix que en 1908 se agruparon en la Unión Internacional Vegetariana, con sede en Berlín. Promovían la desconfianza en la “industrialización” de la comida (reivindicaban los alimentos orgánicos, aunque no los llamaran así), poseían sus propios departamentos de propaganda

para defender las alternativas a la carne y sugerían a veces que esta alimentaba la lujuria del ser humano y que a los hombres los hacía más agresivos. Asociaciones vegetarianas, asociaciones de mujeres activistas, asociaciones de empresas, asociaciones de profesionales... El espacio público se estaba configurando como una demarcación propia de la que emergería una sociedad civil masiva y organizada. Las noticias ciertas y las fake news, cada vez más difíciles de distinguir y a lomos del tren y el telégrafo, espolearían los cambios de opinión de auténticas riadas humanas y determinarían el auge y la caída de los responsables políticos. Los tribunos de la plebe dejarían paso a los héroes populares que el mismo pueblo sabría encumbrar y sacrificar entre gritos y aplausos. Todo sería más caótico, más interesante, más rápido.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Linda. Cuisine and Culture: A History of Food and People. Hoboken, Nueva Jersey: Wiley, 2011. En inglés. LAW, Marc y LIBECAP, Gary. The Determinants of Progressive Era Reform. The Pure Food and Drugs Act of 1906. Cambridge, Massachusetts: NBER, 2004. En inglés. PAINTER, Nell Irvin. Standing at Armageddon: A Grassroots History of the Progressive Era. Nueva York: W. W. Norton & Company, 2008. En inglés. TRENTMANN, Frank. Empire of Things: How We Became a World of Consumers, from the Fifteenth Century to the Twenty-First. Nueva York: Harper, 2016. En inglés. CIVITELLO,

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EVITA PERÓN EN ESPAÑA La visita de la primera dama argentina en 1947 contribuyó al afianzamiento de un franquismo aislado internacionalmente. JOSEFINA HOYOS PÉREZ, ESCRITORA

spaña, al término de la Segunda Guerra Mundial, era un país mal visto por los vencedores. Su jefe de Estado, el general Franco, había simpatizado con las potencias del Eje. Ahora, con el triunfo de las democracias, se encontraba aislado. La Asamblea General de la ONU condenaba su régimen, al que declaraba “inepto para participar en las Naciones Unidas e instituciones afines”. La situación interior del país era terrible. Franco se encontraba en un momento extremadamente complicado, con la economía aún destrozada por las secuelas de la Guerra Civil, pero decidió atrincherarse. La hostilidad contra su gobierno respondía, según él, a una conspiración internacional contra España, y apeló al sentimiento nacionalista de los ciudadanos contra la injerencia extranjera. Era consciente, sin embargo, de que debía maquillar

E

EL GENERAL FRANCO saluda a Eva Perón

a su llegada a Madrid, abril de 1947.

PARTIDARIOS DE JUAN DOMINGO PERÓN en uno

de sus discursos. Buenos Aires, 1946.

los aspectos más totalitarios de su régimen para que algún día la comunidad internacional le aceptara. Decretó por ello una amnistía parcial para los presos políticos, aprobó una carta de derechos denominada Fuero de los españoles y suprimió el saludo fascista. La comunidad internacional tal vez habría podido derribarle sin mucho esfuerzo, pero no fue eso lo que sucedió. Un mandatario extranjero, el argentino Juan Domingo Perón, acudió al rescate. Su colaboración se reveló decisiva para la supervivencia de Franco.

El ambiguo peronismo De convicciones profundamente nacionalistas, Perón apoyó el golpe de Estado que implantó en su país un régimen militar en 1943. Ocupó poco después el Ministerio de la Guerra, cartera a la que sumaría la vicepresidencia, mientras obtenía el apoyo de los sindicatos gracias a concesiones. Del diálogo se excluía a las organizaciones comunistas. Acabaron disueltas y con sus dirigentes encarcelados. Su carrera estuvo a punto de truncarse en 1945, cuando una manifestación que

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alió a sus enemigos a ambos lados del espectro político le obligó a dimitir y fue detenido. Una enorme protesta de trabajadores reclamó entonces su libertad, forzando al gobierno a restituirle los cargos. Un año después, gracias a su triunfo electoral, consolidó su posición como líder populista. Según José María de Areilza, el embajador español, poseía un don de gentes que le permitía conectar con los más pobres. Su figura, sin embargo, quedó ensombrecida por la de su atractiva esposa, Eva Duarte, más conocida como Evita por sus admiradores. Si el presidente era frío y calculador, su mujer era apasionada e instintiva. Encarnaba el lado más radical del peronismo con sus discursos agresivos, incluso irreverentes. A través de la fundación que llevaba su nombre desarrollaba una extensa labor de asistencia social. La popularidad del régimen se fundamentaba en el apoyo a la clase trabajadora, a la que el gobierno había concedido derechos como la indemnización por despido arbitrario o la implantación del seguro social y las jubilaciones. Los obreros comprobaban, además, có-

mo crecía su poder adquisitivo gracias al incremento de los salarios reales (un 46% entre los años 1942 y 1956). Los sindicatos, mientras tanto, acrecentaron su influencia, aunque siempre subordinados al poder. Estas medidas despertaron una fuerte hostilidad entre los sectores privilegiados, temerosos de la “plebeyización” de un país que siempre había estado bajo su dominio. Sensibilidad social y autoritarismo iban de la mano en una mezcla ambigua. ¿Qué tendencia ideológica profesaba el peronismo? Si por un lado impulsaba las reformas, por otro promovía el culto a la personalidad de la pareja gobernante, la propaganda desmesurada y el silenciamiento de las voces discordantes.

Detrás de la simpatía Argentina iba a favorecer a España de varias maneras. Para empezar, firmó un acuerdo con Madrid para venderle su trigo a crédito. Corría el año 1946. Mientras tanto, defendió al gobierno español en la ONU y envió un embajador a Madrid. El gesto resultaba muy simbólico, ya que la mayoría de países retiraba en-

EVA Y FRANCO tonces su representación diplomática como respuesta al carácter dictatorial del franquismo. El representante de Perón, Pedro Radío, fue recibido con todos los honores. Se organizaron manifestaciones para agasajarle, y la prensa cubrió su llegada con el mayor entusiasmo. Para consolidar el ambiente de cordialidad, Franco concedió a Evita la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. La primera dama argentina aceptó encantada y anunció que recogería personalmente la distinción. Viajaría a todo confort, en un avión con dormitorio y comedor propios. Todo en compañía de su propio séquito, en el que, además de sus doncellas, se encontraban su modisto, su peluquero, un médico y hasta su confesor, un sacerdote jesuita. Algunas voces expresaron reticencias. ¿Resulta adecuado aparecer junto a un mandatario como el español, aislado internacionalmente, viejo amigo de los regímenes fascistas de Italia y Alemania? Para evitar una identificación excesiva con Franco, se acordó que la primera dama visitara también otros países. El viaje

TODO EL MUNDO NOS MIRA La primera dama era consciente de la repercusión de su visita y se aplicó a fondo, aunque tuvo que salvar algunos traspiés. INSTANTES INCÓMODOS Cuando sube al avión que la llevará a España, Evita advierte muy seriamente a los miembros de su cortejo que tengan cuidado. “Todo el mundo nos mira, así que nada de pavadas”. A lo largo de la gira, sin embargo, se producirán varias situaciones embarazosas de las que saldrá con espontaneidad y franqueza. Como en la fiesta en el palacio de El Pardo, donde se presentó sin lucir la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica que acababa de concederle Franco. Al advertir el desconcierto de su anfitrión, la argentina no se inmutó en absoluto:

“Ay, me olvidé de ponérmela. No importa, tiene arreglo”. Un miembro de su séquito se la trajo a toda prisa de su habitación y problema resuelto. GENIO DIFÍCIL DE CONTROLAR En esta y en otras circunstancias, su actitud fue la de reconocer digna y abiertamente su ignorancia o su torpeza, pero a veces no podía reprimir gestos altivos. Al humillar al embajador de su país, por ejemplo, porque se había atrevido en el Museo del Prado a opinar sobre El Greco. “Usted mejor se calla porque no sabe nada”, fue la cortante amonestación.

PERÓN ENVIÓ UN EMBAJADOR A MADRID CUANDO OTROS PAÍSES LO RETIRABAN POR SER UN RÉGIMEN DICTATORIAL se convertía así en una gira europea. Perón, por otra parte, recurrió a distinguir entre el pueblo español y su régimen. Quién gobernara en Madrid no era asunto de los argentinos; estos se limitaban a colaborar con una nación hermana. En el fondo, la razón de la alianza no era la simpatía que pudieran profesarse los gobiernos de Madrid y Buenos Aires. Es cierto que, en ambos casos, el jefe del Estado era un militar y profundamente anticomunista, pero entre sus países se daban más diferencias que semejanzas. Perón había llegado al poder en unas elecciones democráticas; Franco, gracias a su victoria en una guerra civil. Argentina no actuaba por razones ideológicas, sino por intereses políticos y, sobre todo, económicos. El país necesi-

taba clientes a quienes colocar sus excedentes de cereales. No iba a entregar gratuitamente el trigo, como algunos desinformados creían, sino a cobrarlo a precios superiores a los de mercado, unos precios que la España de la época, aislada, no podía rechazar. Aun así, los diplomáticos españoles buscaron artimañas para pagar lo menos posible. Siempre en pesetas. Nunca en dólares ni en oro, ni de forma inmediata. Perón obtenía de España, además, productos necesarios para industrializar su país: materias primas como cinc, plomo o mercurio, maquinaria o motores eléctricos. Por otra parte, su apoyo a Franco se justificaba a través de la llamada “tercera posición”, distinta tanto del capitalismo como del comunismo. Esta teoría

cumplía una función propagandística: la de aparentar una política exterior independiente de las superpotencias. De hecho, Perón llegó a admitir ante diplomáticos estadounidenses que la tercera posición era “un poco de demagogia política para consumo doméstico”. Si la hostilidad entre la Casa Blanca y el Kremlin desembocaba en una guerra, Argentina respaldaría a la primera. En público, sin embargo, fingía mantener las distancias respecto a Washington. El viaje de su esposa a España resultaba, en este sentido, una oportunidad para presentarse ante la opinión pública como un estadista con iniciativa propia. Evita, de eso estaba seguro, iba a ser la embajadora perfecta: joven, hermosa, decidida. Ella nunca había viajado en avión,

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EL RESTO DE LA GIRA EUROPEA Desaire vaticano, discreción en Portugal y roces en Francia y Suiza no impidieron a Eva Perón considerar fructífera la gira.

¿UN SIMPLE ROSARIO?

Tras España, el periplo de Evita siguió por Italia. Aquí firmó un acuerdo por el que Perón se comprometía a facilitar trigo. Evita quiso obtener, de paso, alguna de las más altas distinciones del Vaticano. El título de marquesa pontificia y, si no, la Rosa de Oro. Su encuentro con Pío XII no cubrió sus expectativas (en la imagen, tras la audiencia). Se sintió despechada al ver que el papa le regalaba un rosario, cuando hacía poco que dos damas de la aristocracia argentina habían recibido la Rosa de Oro en reconocimiento a sus obras de beneficencia. De Italia pasó al Portugal del dictador Salazar. Allí tuvo un discreto encuentro con el conde de Barcelona, don Juan de Borbón. Más tarde visitó Francia,

pero se tragó el miedo. Por si se producía algún accidente trágico, escribió en la aeronave una apasionada carta a su marido: “Vivo por ti, siento por ti”, decía.

El papel de Eva Perón Durante la última parte del trayecto, el Douglas DC-4 de Evita contó con la escolta de 41 cazas españoles. En el aeropuerto de Barajas, un gran recibimiento esperaba a Evita. Allí estaban Franco, su esposa Carmen Polo, el gobierno y altas jerarquías del Ejército, la Iglesia y la Falange. Una multitud aclamó al cortejo cuando se dirigía al palacio de El Pardo.

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donde se encontraría con la hostilidad de la prensa y de los manifestantes comunistas. El problema idiomático se reveló un hándicap insuperable: “No entendía ni jota de lo que los franceses me decían”, confesó. Por último, se trasladó a Suiza. Allí también se encontró con la protesta de jóvenes que la identificaban con el fascismo. MÁS EVITA QUE NUNCA

La experiencia había sido agotadora, pero en su conjunto le resultó fructífera. A su regreso, la primera dama estaba cambiada. Según el historiador Ricardo Herren, era una Eva “más refinada y al mismo tiempo más decidida que nunca a cumplir su misión de justiciera y redentora de los menos favorecidos”.

Al día siguiente, en una ceremonia solemne, la argentina recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica. El acto se celebró en el palacio de Oriente, en presencia de miles de madrileños que disfrutaban de un día festivo para que arroparan a la ilustre invitada. Todos vieron que ella lucía un espectacular abrigo de visón, pese a los calores de junio. A partir de ese momento, su guardarropa suscitaría todo tipo de comentarios. Nunca aparecía con el mismo vestido, y algunos días se cambiaba dos y hasta tres veces. Había comenzado su guerra particular con Carmen Polo por ver quién iba más a la moda, de la

que saldría finalmente vencedora. Según el corresponsal de The New York Times, vestía con inteligencia, aunque sus modelos pecaban de sobrecargados. Tras la comida oficial hizo una petición que descolocó a sus anfitriones: deseaba conocer los barrios de chabolas. Con su innato sentido para las relaciones públicas, preguntaba a los hombres si tenían trabajo, se interesaba por los niños enfermos y contaba a quien quisiera escucharla las maravillas del gobierno argentino. Pero, sobre todo, repartió dinero a manos llenas mientras proclamaba que lo suyo no era limosna, sino justicia. Ese mismo día, al visitar el monasterio de El Escorial, volvió a insistir en los problemas sociales. Dijo que aquel gran edificio, con sus numerosas habitaciones, le parecía ideal para hogar de huérfanos.

A FRANCO LE FASTIDIABA QUE EVITA EJERCIERA TANTO MAGNETISMO SOBRE LAS MASAS, ERA DEMASIADO IZQUIERDISTA En sus discursos, de una oratoria un tanto teatral, hablaba de tópicos como la relación entre Argentina y España, la “madre patria”. Pero también trataba de temas incómodos para sus anfitriones, ya que no se privaba de criticar los privilegios de unos pocos y la pobreza de la mayoría. También denunciaba la situación de la mujer en las clases populares, víctima de una continua opresión. Y se mostró sensible a la situación de los presos políticos. Logró que el gobierno conmutara la pena de muerte a Juana Doña, militante comunista que había servido como enlace entre la guerrilla y la dirección comunista en el exilio. En unos momentos en que las privaciones eran endémicas, el público la escuchaba con atención. Franco, en cambio, se limitaba a poner “cara de póquer”. Le fastidiaba que su invitada ejerciera tanto magnetismo sobre las masas, sus ideas le parecían demasiado izquierdistas y, por si todo esto fuera poco, era mujer. En Argentina, mientras tanto, los exiliados españoles se sentían indignados.

EVA Y FRANCO

LAS CONDICIONES DE POBREZA en una calle de Barcelona en tiempos de posguerra.

Les parecía que habían dejado atrás una dictadura para caer en otra, la de Perón. Para el jurista Luis Jiménez de Asúa, la presencia en España de lo que consideró una “prostituta cuajada de piedras preciosas” era una vergüenza. Sus compatriotas habían corrido a aclamarla solo porque representaba pan, sin siquiera una protesta. “Nuestro pueblo está castrado”, escribió abatido por la ausencia de rebeldía. Concluida su estancia en Madrid, Evita visitó Galicia, Andalucía y Cataluña. Decía emocionada que las gentes que la aclamaban y besaban eran sus “descamisados españoles”. La primera dama argentina dejaría España agotada y con los nervios destrozados. Odiaba el protocolo y no simpatizaba con aquel régimen tan conservador, pero había superado la prueba. Ahora la esperaba Italia.

Amistad corta pero útil La visita contribuyó eficazmente a legitimar al gobierno español. Evita, en sus discursos, no cesó de halagar a Franco.

Su presencia contribuyó a desviar la atención de las masas respecto de las privaciones y el aislamiento internacional. Por otra parte, España firmó con Argentina un acuerdo que aseguraba los envíos de trigo hasta 1951. De este modo, paliaba su exclusión del Plan Marshall, con el que Estados Unidos pretendía reconstruir la Europa de posguerra, y evitaba posibles disturbios. El peligro de alborotos, como ha demostrado el historiador israelí Raanan Rein, era muy real. En Canarias, por ejemplo, el gobernador informó al gobierno de que la carestía estaba a punto de provocar una sublevación. Madrid avisó a su embajador en Buenos Aires y, de inmediato, un barco cargado de trigo puso rumbo al archipiélago. Pero la luna de miel entre Franco y Perón acabaría pronto y mal. La crisis económica argentina provocó la suspensión de las remesas del cereal en 1949. El deterioro de las relaciones alcanzó tal extremo que el mandatario argentino consideró la posibilidad de romperlas y reconocer al gobierno republicano

en el exilio. Madrid, sin embargo, ya no requería el apoyo de Buenos Aires para entonces. Contaba con el respaldo de Estados Unidos, porque la Casa Blanca, inmersa en la lucha contra el comunismo en el mundo, necesitaba aliados. España comenzaba así el camino hacia su despegue económico, tímidamente todavía, mientras Argentina se precipitaba por la pendiente de la crisis económica y la inestabilidad política.

PARA SABER MÁS MEMORIAS

Eva. La razón de mi vida y otros escritos. Barcelona: Planeta, 1997.

PERÓN,

BIOGRAFÍA BARNES, JOHN. Evita. La biografía. Barcelona: Thassàlia, 1997. DUJOVNE ORTIZ, Alicia. Eva Perón. Madrid: Punto de Lectura, 2002.

ENSAYO

La salvación de una dictadura: alianza Franco-Perón. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1995. REIN, Raanan.

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LA SEFARAD Salónica fue el gran lugar de acogida de los judíos expulsados de la península ibérica en 1492. Enriquecieron la ciudad otomana, pero, ya en el siglo XX, la caída del Imperio y la presión griega serían las primeras notas de su declive. JULIÁN ELLIOT, PERIODISTA

DE ORIENTE

rael” o “nuestra Salónica”, como consta en abundantes documentos.

Un imperio multiétnico

n 2019 caduca el plazo para que los descendientes de los sefardíes expulsados de España en 1492 puedan solicitar, tras acreditar sus raíces, la nacionalidad española. De este modo se intenta reparar una injusticia varias veces centenaria. Cinco siglos después de que los Reyes Católicos echaran a los judíos de Sefarad, como la Biblia denomina en hebreo a la península ibérica, una ley sancionada en 2015 por unanimidad en el Congreso de los Diputados busca enmendar esa abultada deuda pendiente con súbditos peninsulares desposeídos arbitrariamente de sus derechos. Los sefardíes emigraron a diversos confines tras la expulsión. De todos los destinos en los que se establecieron, repartidos por varios continentes, ninguno preservó tanto el espíritu y las costumbres de su añorada Sefarad como una ciudad oriental. Esta capital llegó a ser por mo-

E

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mentos la segunda metrópolis más importante del Imperio otomano, en buena medida debido a esos exiliados. Salónica, perteneciente a Grecia en la Antigüedad y de nuevo desde 1912, fue durante medio milenio, hasta el exterminio nazi, lo más parecido a una patria

Este enclave lo creó en 315 a. C. un pretendiente al trono macedonio. Casado con la hermanastra de Alejandro Magno, el general Casandro buscó ayudar a blanquear su asalto al trono, ilegítimo, levantando una ciudad con el nombre de la princesa, llamada Tesalónica. Y los sefardíes no fueron la primera comunidad judía en radicarse allí. Muchos siglos antes, en el ii a. C., lo habían hecho en oleadas los romaniotes. Procedían casi todos de Alejandría, en Egipto, y los que llegaron a la antigua Grecia se helenizaron pronto. Después, a finales del siglo xiv, huyendo de las persecuciones de Alemania y Hungría, arribaron a Salónica otros hebreos, los asquenazis, extendidos por Europa central y oriental. A ellos se sumarían, antes del desembarco sefardí, otros más, provenientes de Venecia, Sicilia o la Provenza. Además de ser un puerto muy dinámico, Tesalónica controlaba por tierra, desde la época romana, un nudo de rutas mercantiles entre Oriente y Occidente. Era un asentamiento valioso, al hacer de bisagra entre Italia y los Balcanes, al oeste, y el Imperio otomano, al este. De ahí que este último quisiera asegurarse la plaza cuando entró en fase de expansión. La anexionó en la primavera de 1430 bajo el sultán Murad II. Desde esa fecha hasta inicios del siglo xx, Salónica formó parte del mundo musulmán. La población islámica ocupó en adelante la mayoría de los puestos clave institucionales y sociales. Sin embargo, las nue-

SALÓNICA FUE LO MÁS PARECIDO A UNA PATRIA HEBREA CUANDO NO EXISTÍA EL ESTADO DE ISRAEL hebrea cuando no existía el estado de Israel. De hecho, esta ciudad portuaria del Mediterráneo se convirtió durante su apogeo, bajo la égida musulmana, en el hogar de la comunidad judía más grande, próspera e influyente del planeta, todo ello gracias al impulso sefardí. Tanto era así que los hebreos de alrededor del globo la llamaban con afecto “la Jerusalén de los Balcanes”, “la nueva madre de Is-

vas autoridades garantizaron las prerrogativas habituales en estos casos a los judíos y los cristianos, en tanto “pueblos del Libro”. Es decir, por ser monoteístas de religión abrahámica, mucho mejor considerados en el islam que los politeístas, los idólatras y los ateos. Cierta libertad de culto, un alto grado de autogobierno de su comunidad y algunas exenciones fiscales se contaron entre esos

SALÓNICA privilegios. Este yugo relativamente blando tendría una consecuencia fundamental para los judíos de Salónica. Como afirma el catedrático de Historia en Columbia Mark Mazower, estos “identificaron sus intereses con los del imperio” otomano.

Judíos bienvenidos

SOLIMÁN el Magnífico, por Hans Eworth, 1549. A la izqda., expulsión de los judíos, por Emilio Sala, siglo XIX.

Los sultanes, de hecho, recibieron a los sefardíes con los brazos abiertos. No entendían que España se desprendiera con tanta facilidad de este preciado capital humano. Solimán el Magnífico llegó a comentar que “se maravillaba de que hubiesen echado a los judíos de Castilla, pues era echar la riqueza”, según oyó en su corte un diplomático europeo. El hecho es que, invitados por el sultán para vigorizar zonas decaídas, una Salónica por aquellas fechas deprimida recibió un primer contingente de unos quince mil inmigrantes sefardíes. Supuso una jugada magistral en el ajedrez geopolítico que Estambul sostenía con la cristiandad. Después de todo, como apuntó un viajero francés de la época, los judíos, “especialmente los últimos expulsados y proscritos de España y Portugal”, enseñaron a fabricar a los otomanos ingenios militares “nunca antes vistos en esos países”, desde arcabuces hasta artillería pesada. También crearon imprentas, las primeras del Imperio, que “con letra clara sacan a la luz diversos libros en diferentes lenguas, como el griego, el latín, el italiano, el español y el hebreo, pues están familiarizados con ellas”. Sin olvidar a una minoría de traductores, médicos y banqueros judíos que ya bajo Murad II, el conquistador de Salónica, prestaban servicio al propio sultán. Gracias a la inyección de sefardíes en la ciudad, la población de la misma “se duplicó repentinamente, y llegó a alcanzar los 30.000 habitantes en torno a 1520”, señala Mazower. Esta cifra pronto aumentó, además, por una avalancha de criptojudíos portugueses que querían volver a practicar abiertamente su fe. Hubo así una proporción inusitada de un sefardí por cada otro vecino de Salónica hasta entrado el siglo xx. Ningún otro lugar del mundo reunió tantos judíos en ese medio milenio, ni en ningún otro enclave de ese tamaño constituyeron, como allí, el colectivo mayoritario.

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La comunidad dominante La metrópolis se benefició de ello. Se engrandeció. Hubo que levantar barrios enteros y modernizar el suministro de agua. Más cuando, entre los siglos xvi y xvii, se sumaron a los sefardíes originales muchos otros desplazados de Occidente por asuntos internos de cada reino o por la pugna global entre el islam y la cristiandad. Estos expulsados tardíos venían de nuevo de la península ibérica, pero también de Italia, Hungría, Polonia o el Magreb, y solían ser profesionales creativos, capacitados y orgullosos. Debido a ello y a su gran número, los sefardíes de Salónica se mantuvieron segregados de otros compañeros de religión. Miraban con desdén a los “griegos”, como llamaban a los romaniotes, y a los “alemanes”, o asquenazis. Sobre todo, los sefardíes procedentes directamente de la península ibérica, que integraron colectividades cerradas donde imperaban los idiomas, las costumbres y las tradiciones peninsulares.

DIERON NOMBRE A SUS CONGREGACIONES SEGÚN SUS REGIONES DE ORIGEN: LIZBON, ARAGÓN, KATALÁN...

UN ESPACIO DE CONVIVENCIA La Salónica del siglo de oro sefardí brillaba por su multiculturalidad DE AQUÍ Y DE ALLÁ Pese a una permeabilidad escasa entre colectivos para los criterios actuales, en la próspera Salónica otomana del siglo XVI había aprendices musulmanes en los talleres regentados por cristianos. Se veía a jornaleros judíos ofreciendo sus brazos en los muelles al mejor postor (arriba, un porteador), sin distinción de etnia o credo; o a nodrizas cristianas ortodoxas y hebreas amamantando a bebés islámicos. Todo esto creaba vínculos interreligiosos fraternales y propició una convivencia tan bulliciosa como en general tolerante. CALLES MULTICOLORES Como contrapartida, en las calles los veci-

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nos debían ir identificados por comunidad para facilitar el orden público. Los judíos debían llevar un turbante amarillo azafrán, los turcos de un blanco níveo y los cristianos griegos de color azul. La multiculturalidad, sin embargo, era la norma. De ahí que se dieran influencias curiosas. Por ejemplo, en lugar de descansar el viernes musulmán o el domingo cristiano, en Salónica se paraba los sábados, el festivo semanal judío. Ese día no abrían el puerto ni las tiendas. A la inversa, los inmigrantes hebreos adoptaron poco a poco algunas costumbres islamizantes, como la institucionalización de las donaciones, cierta orientalización en la música litúrgica o usos como las barbas largas, velos, túnicas y babuchas.

Incluso vertebraron y nombraron estas congregaciones según sus regiones de origen: Lizbon, Aragón, Katalán, Ispanya, Evora Portukal. En esta primera etapa, los sefardíes se estructuraban en torno a su sinagoga como núcleo de autogobierno y, en el fondo, como referencia de identidad. Fue su siglo de oro en Salónica. Eran ciudadanos de segunda en comparación con sus vecinos musulmanes. Debían pagar, por ejemplo, un impuesto especial, al igual que los residentes cristianos. No obstante, su “comunidad fue siempre autónoma”, asevera la historiadora María Antonia Bel Bravo. Disfrutaba de “instituciones propias y [...] una fuerza política y económica mucho mayor que la de otras comunidades del Imperio otomano y del mundo judío de entonces”. Gracias a esta libertad y pujanza, los sefardíes de Salónica pudieron desarrollar una especie de próspero microestado dentro del otomano.

SALÓNICA

PANORÁMICA del puerto de Salónica. Fotografía aparecida en L’Illustrazione Italiana, julio de 1913.

El oro pañero Podían dictar leyes para su congregación, siempre que no chocaran con el orden jurídico imperial. Fue así como surgieron compilaciones legales inspiradas, por ejemplo, en los Reglamentos de Valladolid de 1432. Cada sinagoga, además, recaudaba tasas para mantener el templo, el cementerio, el funcionariado propio o la asistencia a los huérfanos, viudas e indigentes hebreos. El rabino mayor de Salónica podía incluso encarcelar a los delincuentes judíos. Todo sin menoscabar la participación de los líderes laicos de cada sinagoga, que colaboraban en la administración a través de cofradías. La clave inicial del bienestar sefardí del siglo xvi pasó por la artesanía. Pero el gran despegue económico ocurrió a partir de una contrata otorgada por el sultán: la confección de los uniformes de los jenízaros, su guardia pretoriana. Los ju-

díos locales se especializaron, de este modo, en trabajar la lana, con todas las industrias derivadas, desde el tejido y el cardado hasta el tinte, la sastrería y la distribución. Una vez servida la infantería de élite, eran libres de continuar fabricando textiles para otros clientes. No tardaron en vestir a toda Salónica y a otras ciudades otomanas, e incluso exportaron tejidos a las actuales Hungría e Italia. Fue gracias a una feliz combinación de demanda, telares mecánicos de vanguardia, buen oficio y, algo intransferible, una valiosa red de lazos familiares e intercomunitarios que conectaban el mundo islámico y la Europa cristiana. La Salónica del siglo xvi se convirtió así, indirectamente, en una de las principales vías de comunicación entre dos bloques en realidad enfrentados. El negocio pañero y el comercio internacional enriquecieron a la comunidad se-

fardí entera. Mientras los judíos pudientes tenían en qué invertir (maquinaria, flete, tintes...), los menos afortunados disfrutaban de empleo seguro en las factorías. El sector lanero era el más destacado, pero también se dedicaron al algodón y la seda y, fuera del ámbito textil, al trigo y la sal, así como, más tarde, a la manufactura de pólvora y artillería. Entre otras actividades, también importaron artículos suntuarios italianos y balcánicos para aprovechar el regreso de las flotas y caravanas.

Inmigrantes muy rentables La extracción de plata fue una contrata como la pañera. Pero en este caso desastrosa. Los hebreos de la ciudad a quienes se les endilgó ya no sabían cómo rehuirla. Sobornaban, se escondían o huían de las autoridades con tal de librarse de esta obligación impuesta, deficitaria. Incluso circulaba un chiste que decía que preferían

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toparse con un oso furioso que con un minero en busca de su paga. A mediados del siglo xvi, Salónica ya generaba los mayores ingresos urbanos del Imperio otomano tras Estambul. Era visiblemente gracias a los sefardíes, que también proporcionaban el mayor rendimiento fiscal per cápita del área balcánica. El sultán no podía estar más satisfecho. Los tributos cobrados a aquellos desterrados ibéricos que había acogido contribuyeron a financiar su exitosa expansión bélica de la época. A la inversa, la integración social y la prosperidad potenciaron la cultura sefardí. Se abrieron escuelas rabínicas cuya excelencia atrajo a otros estudiantes del

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Imperio. También se imprimieron los primeros libros en judeoespañol. Se formaron, en realidad, dos idiomas mixtos de lenguas peninsulares y hebreo: el ladino, más culto y usado sobre todo en textos religiosos, y el judezmo, de empleo cotidiano. Ambos se han conservado hasta el presente, cargados de arcaísmos y de palabras en hebreo, turco y griego. Estrechamente ligados a la economía del Imperio, los sefardíes de Salónica acompañaron el declive otomano del siglo xvii en adelante. Los fracasos militares del sultanato, el boom de las rutas atlánticas en detrimento de las mediterráneas, un repunte del bandidaje y la piratería, la escasez de grano y varias galopadas infla-

cionistas minaron el apogeo que habían conseguido el siglo anterior. La decadencia judía se agravó, además, por la mayor carga impositiva con que Estambul trató de compensar la debacle.

Un segundo esplendor Sin embargo, reorganizados desde el siglo xviii por barrios –señal de un mayor arraigo que el sistema por sinagogas con congregaciones importadas–, los sefardíes iniciaron una remontada a mediados del siglo xix. Obedeció a múltiples causas. Desde nuevos contextos globales como la Revolución Industrial y el mayor peso político de las clases burguesa y trabajadora hasta la construcción de una línea

SALÓNICA

La “movida” hebrea LOS JUDÍOS DE SALÓNICA PUSIERON AL DÍA TANTO AL IMPERIO OTOMANO COMO A GRECIA UNA COMUNIDAD DE AVANZADA El segundo apogeo de Salónica no solo se tradujo en la prosperidad de esta metrópolis desde mediados del siglo XIX. También sirvió de punta de lanza para la modernización y occidentalización del Imperio otomano. El fenómeno abarcó a toda la sociedad, con los sefardíes a la cabeza. En las capas altas, los empresarios y banqueros judíos accedieron a importaciones de lujo como los primeros automóviles. Al invertir, además, en más fábricas, tiendas, periódicos y escuelas, fomentaron una sólida clase media de comerciantes y profesionales liberales. Esto incrementó, a su vez, la clientela de los vendedores ambulantes, pescadores, operarios de las tabaca-

CON LA TANZIMAT, LOS HEBREOS PERDIERON SUS FUEROS, PERO TAMBIÉN PUDIERON INTERVENIR EN POLÍTICA

férrea que, a partir de 1871, conectó Salónica con la capital imperial, por el este, y con Europa, por el oeste. Pero el mayor dinamizador socioeconómico fue legislativo. Se trató de la Tanzimat, una serie de leyes sancionadas de 1839 a 1876 para modernizar el sultanato, que por esas fechas perdió territorios balcánicos como Grecia, Serbia y Bulgaria. Estas reformas modificaron la relación secular entre los sefardíes y el Estado otomano al implantar una ciudadanía igualitaria, sin distinción de etnia o de religión. Daba lo mismo si se era un turco musulmán, un cristiano ortodoxo o un judío con ancestros españoles: se era, ante todo, un súbdito otomano.

Este cambio lavó la identidad cultural y erosionó la autonomía de los hebreos locales. Perdieron, por ejemplo, sus fueros particulares en materia civil, mercantil y penal. Pero, como contrapartida, ganaron libertad de acción. Por poner un caso, para intervenir en la vida política. La conjunción de una mayor igualdad de oportunidades, mecanismos optimizados de producción y distribución y una comunicación más fluida con el exterior enriqueció, modernizó y europeizó a la sociedad sefardí y, con ella, a Salónica. La población de la ciudad creció exponencialmente. De 30.000 habitantes en 1830 pasó a ser de 54.000 en 1878, 98.000 en 1890 y 157.900 en 1913. Entre 50.000 y 60.000 de ellos, según la época, eran judíos, que alcanzaron un pico en 1908 con entre 80.000 y 93.000, según autores, antes de mermar. Arte y parte de los nuevos tiempos, los sefardíes se politizaron. Bien apoyaron, o bien se opusieron al otomanismo, has-

leras, porteadores, aprendices de modista y otros hebreos humildes. Una vez anexionados a Grecia, los sefardíes tesalonicenses siguieron siendo los principales modernizadores de la ciudad y el país. Regentaban bares, cafés (en la imagen, interior de uno de ellos en 1916) y cabarets. Sus mujeres estaban más emancipadas que las cristianas y musulmanas. Había incluso vamps como en el cine (“diavlas koketas / kon la elegansa, el shik”, cantaba el foxtrot Salonik sivilisado). Sus ropas y las masculinas apenas diferían de las de “cualquier otro puerto europeo del Mediterráneo occidental”, según un cronista local en 1914. Hasta hubo amagos de fundar allí la “Hollywood del Norte” griego.

ta el punto de convertir Salónica en el bastión principal de la revolución de los Jóvenes Turcos. Pasiones parecidas despertaron otras ideologías novedosas, como el socialismo y el sionismo.

De pronto, griegos La cultura judía local floreció, entretanto, en este segundo apogeo. A ello contribuyó la aparición de numerosas cabeceras de prensa. Llegaron a sumar unas setenta, entre influyentes diarios generalistas, órganos israelitas ortodoxos, periódicos políticos, revistas satíricas y otras publicaciones. La mitad de estos medios estaban escritos en judeoespañol, pero también en hebreo y, algo nuevo, no pocos en francés. Esto se debió a la poderosa gravitación de la Alianza Israelita Universal, fundada en París a mediados del siglo xix para inculcar valores progresistas a través de una red de escuelas que, cómo no, tuvo en Salónica un nodo muy activo. Al calor de la consiguiente alfabetización generalizada, hubo un renacimiento de la poesía, la novela, el teatro y otras formas literarias en las lenguas mencionadas. Pero esta vitalidad se resintió y terminó desapareciendo por una cadena de acontecimientos. La revolución de los Jóvenes Turcos ya había espoleado cierta emigración en 1908, al abogar por un servicio militar obligatorio que algunos judíos

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rechazaban. Mucho más traumática fue, sin embargo, la anexión a Grecia en 1912, tras la conquista de la metrópolis en la primera guerra de los Balcanes. El Estado heleno buscaba homogeneizar a la ciudadanía. Los sefardíes de Salónica, con su fuerte personalidad comunitaria, suponían un escollo doble. Constituían una minoría por su religión, y también eran vistos como prootomanos por su larga identificación con este imperio, algo que muchos griegos no perdonaban. Así las cosas, Atenas forzó con torpeza una helenización que damnificó a la población judía. Los hebreos debieron aprender un nuevo idioma, descansar los domingos en vez de los sábados o, ahora sin discusión, servir bajo bandera. Estas alteraciones de su estilo de vida centenario afectaron tanto a los sefardíes que, como cuenta la historiadora Katherine Fleming, sus líderes intentaron negociar, sin éxito, un estatus de autonomía para Salónica, hacerla una ciudad libre, independiente.

Una sucesión de desgracias Para colmo, un día fatídico de verano, en agosto de 1917, un incendio gigantesco se ensañó con la urbe, una base aliada durante la Primera Guerra Mundial. Iniciado en una cocina, el fuego arrasó un tercio de la capital, el más antiguo, la fachada ma-

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LOS LÍDERES SEFARDÍES INTENTARON NEGOCIAR CON ATENAS UN ESTATUS DE AUTONOMÍA PARA LA CIUDAD, PERO SIN ÉXITO rítima. Ardieron tres de cada cuatro manzanas judías, 10.000 viviendas de unos 50.000 hebreos y 16 de las 33 sinagogas, además de las principales arterias comerciales. Sin hogar, sin trabajo y sin siquiera donde rezar, muchos emigraron. Los sefardíes iban dejando de ser mayoría. Fue el inicio de una serie de calamidades. Los edificios nuevos ya no serían suyos, sino propiedad de vecinos griegos. La población helena, además, se multiplicó en 1923, cuando Atenas intercambió con Estambul cristianos por musulmanes. Unos cien mil refugiados de Asia Menor llegaron a Salónica. Se disparó la competencia por un empleo, mientras la helenización obligatoria borraba la multiculturalidad de siglos. Para mayor infortunio, empezó a haber episodios de antisemitismo. El incidente más grave tuvo lugar en Campbell, un barrio obrero judío asaltado y quemado en 1931 por dos mil exaltados. Hubo una

EL POLÍTICO israelí Benjamin Netanyahu en

Salónica, 2017. A la izqda., el incendio de 1917.

víctima mortal, quinientas familias perdieron su casa y se profanaron decenas de sepulturas. Fue un leve anticipo del horror total. Porque, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, en 1941, el ejército alemán tomó el mando de la ciudad. Con él viajaba la Gestapo. Como en tantos otros capítulos del abyecto Holocausto, primero se desposeyó a los judíos de derechos. Después se les confiscaron los bienes y se los confinó en un gueto. Allí, los trabajos forzados, las palizas, el hambre y las enfermedades los mataron a cientos. Hasta 1943, cuando comenzó a aplicárseles directamente la Solución Final.

Los trenes salían de Barón Hirsch, un barrio contiguo a la estación ferroviaria. Su destino, Auschwitz-Birkenau. Solo un par de cifras para ilustrar la monstruosa eficiencia del exterminio nazi. Según Fleming, en el gueto de Barón Hirsch se contabilizaron en torno a 56.000 judíos en febrero de 1943. Al cabo de la guerra no quedaban más de 2.000 en toda la ciudad.

Regreso a casa Algunos supervivientes permanecieron en Salónica. Otros, traumatizados, prefirieron poner distancia. Emigraron a diversos puntos de Europa, Estados Unidos, Argen-

tina o un flamante estado propio, Israel. Hoy hay unos 1.400 judíos en una ciudad que sigue siendo importante, el segundo puerto de Grecia tras El Pireo ateniense. Hasta el momento, cerca de seis mil descendientes de aquellos sefardíes expulsados de España en 1492 han recuperado la nacionalidad peninsular. Pero se espera que puedan ser muchos más, de modo que se ha ampliado hasta octubre de 2019 el plazo para acreditar sus raíces y poder regresar a casa. Algunos traen consigo incluso las llaves de aquellas cuyas puertas cerraron en Osuna, Toledo o Zamora hace medio milenio.

PARA SABER MÁS ENSAYO BEL BRAVO, María Antonia. Sefarad: Los judíos de España. Madrid: Sílex, 2012. BENBASSA, Esther y RODRIGUE, Aron. Historia de los judíos sefardíes. De Toledo a Salónica. Madrid: Abada, 2004. FLEMING, Katherine Elizabeth. Greece: A Jewish History. Princeton: Princeton University Press, 2010. En inglés. MAZOWER, Mark. La ciudad de los espíritus. Barcelona: Crítica, 2009.

NOVELA

Manuel. El olivo que no ardió en Salónica. Madrid: La Esfera de los Libros, 2015. MIRA,

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LA PESADILLA DE LENINGRADO Se cumplen 75 años del fin del sitio de Leningrado, la actual San Petersburgo. Sus casi dos años y medio de duración costaron la vida a más de un millón de civiles. SERGI VICH SÁEZ, HISTORIADOR

INCENDIOS en Leningrado tras los primeros ataques aéreos alemanes, septiembre de 1941.

EL MARISCAL Kliment Voroshílov junto a Iósif

Stalin en una fotografía de los años treinta.

l 22 de junio de 1941, más de tres millones de soldados de la Wehrmacht (las fuerzas armadas alemanas) y sus aliados cruzaron la frontera soviética pillando casi desprevenido al Ejército Rojo en la mayor operación militar que el mundo había conocido. Nada parecía poder detener a los alemanes, que avanzaban sin tregua siguiendo tres ejes simultáneos de penetración: uno en dirección a Kiev (Grupo de Ejércitos Sur), otro hacia Moscú (Grupo de Ejércitos Centro) y un tercero hacia Leningrado (Grupo de Ejércitos Norte). La misión principal de este último, liderado por el hierático mariscal Wilhelm Ritter von Leeb, era ocupar las otrora independientes repúblicas bálticas de Lituania, Letonia y Estonia, anexionadas por la URSS, y seguir hasta Leningrado (la actual San Petersburgo), que debía ser tomada a sangre y fuego. Convencido de poder cumplir su misión, Von Leeb afirmó: “Por lo que a mí concierne, Führer, Leningrado es ya una ciudad de muerte y miseria”. Contaba para ello con la ayuda del ejército finlandés, que tan valientemente se había defendido del Ejército Rojo en la guerra de Invierno (1939-40). Su objetivo era presionar en la región de Carelia y entre los lagos Ladoga y Onega, cortando las comunicaciones entre la ciudad del Neva y el norte de la URSS, pero sin ir más allá. Lo cierto es que, entre las premisas de lo que los fineses iban a denominar guerra

E

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de Continuación (1941-44), no estaba la ocupación de territorio soviético, sino tan solo la recuperación y conservación de las zonas que Finlandia había perdido en la anterior contienda. La dura verdad era que carecían de medios para más.

Se cierra el cerco La enconada resistencia soviética, pasada la sorpresa, no logró detener a las fuerzas alemanas, que el 2 de julio tomaban Riga y eran aclamadas como libertadoras por la mayoría de la población. Pero ya aparecían signos de que la campaña no iba a resultar fácil. En fecha tan temprana como el 23 de junio, cerca de la localidad lituana de Raseiniai, se toparon con los prime-

perder varias divisiones. Además, tras atravesar la línea defensiva del río Luga, el 15 de agosto los Panzer llegaron a la histórica ciudad de Nóvgorod y establecieron una cabeza de puente en la orilla opuesta del río Vóljov, lo que reafirmó el serio peligro que corría la antigua capital de los zares. El día 21 alcanzaron Chúdovo, cortando la línea férrea que unía Leningrado y Moscú, y poco después Mga, dejando a la ciudad del Neva aislada por ferrocarril del resto de la URSS. El nerviosismo del líder soviético Iósif Stalin iba en aumento. Era verdad que no sentía aprecio por la ciudad cuna del bolchevismo, que los informes de su policía política (el NKVD) definían como políticamente insegura, pero temía ser acusado de no haber sabido defenderla. Poco ayudaba la falta de visión táctica de su viejo amigo Voroshílov, jefe del Frente Noroeste (equivalente a un Grupo de Ejércitos), a quien la situación venía grande. Voroshílov no daba con la fórmula para frenar a un enemigo que el 8 de septiembre arribaba a Schlüsselburg, cerrando así un férreo dogal alrededor de la ciudad de Pedro el Grande. A Leningrado tan solo le quedaba un medio por el que comunicarse con el resto de la URSS: el lago Ladoga, cuyas gélidas aguas cruzaban pequeños buques. Sin embargo, el mayor lago de Europa solía helarse en invierno, imposibilitando toda navegación hasta la primavera siguiente.

Una ciudad en guerra Con una población de 3.191.000 habitantes, según el censo de 1939, Leningrado

STALIN SENTÍA POCO APRECIO POR LA CIUDAD, PERO TEMÍA SER ACUSADO DE NO SABERLA DEFENDER ros tanques pesados soviéticos KV-1 y KV2, mucho más poderosos que los que la Wehrmacht tenía en nómina. Se habían construido en Leningrado, y llevaban el nombre de su jefe militar en ese momento: el mariscal Kliment Voroshílov. A pesar de todo, las fuerzas germanas prosiguieron su avance. De poco sirvió el fuerte contraataque lanzado por el general Nikolái Vatutin desde Stáraya Rusa con objeto de distraer al Grupo de Ejércitos Norte de su objetivo final: solo logró una pequeña ralentización, a costa de

era a todas luces una gran capital que rivalizaba con Moscú. Trufada de espectaculares edificios, poseía una notable zona industrial, en la que destacaban las industrias Kírov (las antiguas fábricas Putílov), productoras de material pesado. Asentada sobre una gran masa de agua que formaba pantanos, lagos y riachuelos por doquier, Leningrado carecía de elevaciones que la protegieran y padecía un riguroso invierno. Además, su aparente magnificencia escondía un importante talón de Aquiles: casi todo lo que consu-

LENINGRADO

Doblegar la ciudad por hambre AHORRARSE PRISIONEROS. Esa era la idea que impulsó el cerco alemán a Leningrado: dejar que su entera población –de más de tres millones de habitantes– muriera de inanición y frío en lugar de tener que alimentarla a cargo de los suministros del Tercer Reich.

FINLANDIA

Sitio de Leningrado entre

Tras ofrecerla sin éxito a los fineses, Hitler no lo dudó. El jefe del Estado Mayor del OKW, Alfred Jodl, tampoco. El asedio duraría casi novecientos días, de septiembre de 1941 a enero de 1944. La supervivencia en la ciudad fue durísima, cuando no imposible.

Lago Onega

Sortavala

junio y noviembre de 1941

Carelia

Expansión alemana URSS

Lago Ladoga

Lahti

Avance alemán

Kouvola

Fronteras actuales

Olonets

Río Neva

Río

Gdov

ESTON IA Lago Peipus

ga

Chúdovo

Luga Nóvgorod Stáraya Rusa

Pskov

Kolka

Lu

Lago Ilmen

Sonkovo Bologoye

Lychkovo

a

Narva

Tallin

U R S S

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Mar Báltico

Mga

Porkhov

Rí o

F in la n d ia G o lf o d e

Novaya Ladoga Schlüsselburg Tijvin ljov

Leningrado

Río Vó

Helsinki

Tver Riga

LETONIA

Liepaja

LIT UA NI A

Daugavpils

Raseiniai

mía, de alimentos a materias primas, provenía de otras zonas de la URSS. Como al resto de ciudadanos soviéticos, convencidos de que el Pacto RibbentropMólotov del 23 de agosto de 1939 les protegía de la agresión germana, la noticia de la invasión cayó sobre los leningradeses como un jarro de agua fría. Fueron días de estupor y parálisis que alcanzaron al propio Stalin, recluido durante días en su dacha sin tomar ninguna decisión, lo que se hizo extensible a otras instituciones soviéticas. Las autoridades locales no reaccionaron hasta el 27 de junio, en que decretaron el toque de queda. La llegada de refugiados que huían del avance alemán hizo ver a los habitantes

que la situación era más grave de lo que parecía, algo que se constató con la movilización de todos los hombres y mujeres de entre 16 y 50 años, excepto los que desempeñaban funciones vitales. La mayoría se emplearon en levantar defensas en agotadoras jornadas de 12 horas, mientras los demás formaban las eufemísticamente llamadas “Unidades de Defensa Popular”, que, mal armadas y peor mandadas, servirían con frecuencia de carne de cañón. Todo se llevaba a cabo con desorden. Los planes de evacuación nunca se completaron, lo que agravó los problemas de subsistencia durante el asedio, pues, además de sus moradores habituales, la ciudad daría cabida a un respetable núme-

R. Dnié pe r

Velikije Luki

Moscú 0

100 km

ro de refugiados, tropas del Ejército Rojo y dotaciones de la Flota del Báltico. Pronto, pese a las drásticas medidas tomadas por el NKVD, los más avezados hicieron acopio de alimentos, porque diversos problemas logísticos habían rebajado los niveles de avituallamiento.

Cambio de planes Mientras tanto, algo había cambiado en la visión que Hitler tenía de las operaciones militares en el Frente Norte. Impelido por la necesidad de más tropas para reforzar los avances en otros frentes más prometedores, en la mente del dictador empezó a cobrar forma la idea de que la toma de la ciudad iba a provocar un número excesivo

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UNA EVACUACIÓN FRUSTRADA Con un asedio férreo y un frente acechante, el primer intento de evacuación masivo de niños acabó en tragedia. SUELE DECIRSE QUE Leningrado carecía de un plan de evacuación. Y no lo tenía, pero cuando se constató que la ciudad era un objetivo para la Wehrmacht, las autoridades establecieron uno. Afectaba a unas cuatrocientas mil personas, en su mayoría niños y sus madres. Una serie de indecisiones y una ineficaz burocracia darían al traste con su ejecución. LOS ADULTOS quedaron descartados pronto para no entorpecer la productividad. Miles de escolares y sus maestros fueron agrupados en locales sin medios ni servicios y, tras una larga espera, embarcaron en trenes con destino a Nóvgorod y Mga sin saber que los alemanes se dirigían allí. Una vez en su destino, los convoyes fueron redirigidos a otros lugares. Hubo un momento en que casi nadie sabía dónde estaban realmente los niños.

EL CASO MÁS DRAMÁTICO se dio en Lychkovo, a unos trescientos cincuenta kilómetros al sureste de Leningrado. Tras la llegada a su estación de varios trenes, la Luftwaffe atacó. Había niños por todas partes: unos muertos, otros heridos, otros huyendo sin saber adónde ir. Se calcula que murieron unos dos mil y otros tantos se perdieron. Cuando la noticia se supo en Leningrado, se detuvo la evacuación, y grupos de padres abandonaron la ciudad en busca de sus hijos. CON EL ASEDIO ESTABLECIDO, ya fue imposible salir, salvo para algunos privilegiados que lo harían por vía aérea. Solo el 2 de febrero de 1942 se reemprendió la evacuación a gran escala por el helado lago Ladoga. A finales de aquel año, habrían salido de la ciudad cerca de un millón de personas.

resolver el problema de alimentar y alojar a toda su gente. En esta lucha por la supervivencia no nos interesa en modo alguno que sobreviva ni siquiera una parte de la población de la ciudad”. Desde entonces, los arrabales de la antigua capital de los zares se convirtieron en línea de frente. En ellos, la defensa estática, con constantes golpes y contragolpes, relevó a la guerra de movimientos, dado que la estrategia alemana consistía en sostener el cerco, y no en ocupar la ciudad. Por eso mismo, la lucha de las grandes unidades, que se libró con toda crudeza y causó centenares de miles de bajas, se mantuvo alejada de Leningrado, entre los lagos Ilmen y Ladoga. Su objetivo consistió en abrir o cerrar, según el contendiente, una vía terrestre a la ciudad sitiada, que desde principios de septiembre sufría ya el fuego de la artillería y la aviación germanas. Sería precisamente en esta zona de combate cuando, el 7 de octubre, se presentaran los primeros elementos de la 250.ª División de Infantería alemana. En días sucesivos se fueron desplegando en la orilla oeste del Vóljov, que conectaba los lagos. Sus integrantes llevaban en la manga derecha un parche con la bandera roja y gualda y la palabra España. Se trataba de la División Azul, que rivalizaría con éxito en el combate con cualquier otra unidad similar de los dos bandos.

La llegada de Zhúkov

de bajas. Su primera opción consistió en ofrecer Leningrado a los fineses, pero la respuesta del mariscal Carl Gustaf Mannerheim, jefe militar del país escandinavo, fue contundente: “A Finlandia no le interesa anexionarse ninguna parte de Rusia”. La alternativa era un asedio clásico que dejara libres sus preciadas unidades acorazadas. El concienzudo general de Estado Mayor Walter Warlimont se encargaría del plan de operaciones. Apoyándose en informes técnicos, llegó a la conclusión de que la urbe podía ser rendida por hambre, y así lo concluyó en su

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informe sobre lo que había que hacer: “Sellar Leningrado herméticamente y debilitarla mediante el terror [bombardeos] y un hambre cada vez mayor. En primavera ocuparemos la ciudad, echaremos a los supervivientes hacia el interior de Rusia y la demoleremos con explosivos de máxima potencia”. La subsiguiente directriz, firmada por el general Alfred Jodl, jefe del Estado Mayor del OKW (el alto mando de la Wehrmacht), el 22 de septiembre, añadía la siguiente coletilla: “Debemos rechazar toda oferta de rendición de Leningrado, puesto que no podemos

Gestionar el día a día de la ciudad sitiada no resultaba fácil. Voroshílov, Andréi A. Zhdánov, jefe del sóviet local, y el alcalde Piotr S. Popkov decidieron crear un comité para dar respuesta a los problemas que iban surgiendo –en especial, el de las subsistencias– sin tener que preguntar a Moscú. Un recuento señalaba que solo había víveres para entre dos y cinco semanas, según producto, porque el abastecimiento por aire era mínimo y las barcazas que cruzaban el Ladoga sufrían el acoso aéreo de una Luftwaffe que en más de una ocasión hundió hasta el 90% de lo embarcado. Sin embargo, la decisión de Voroshílov y los demás soliviantó a Stalin. Temió el ascenso de un poder autónomo capaz de rivalizar con el suyo, por lo que ordenó la disolución del comité, creando un temporal caos administrativo. El zar rojo nunca olvidó aquella afrenta a la línea centralista

LOS CIUDADANOS protegen con arena el sótano

de la biblioteca estatal Saltykov-Shchedrin, 1941.

del partido, y tras la guerra eliminó a muchos de sus miembros, como Popkov. Había que poner orden, y quién mejor para ello que su general estrella, Gueorgui Zhúkov. El 13 de septiembre aterrizaba en la ciudad un bimotor Lisunov Li-2 que transportaba al nuevo líder militar y a su estado mayor. La llegada de Zhúkov supuso un revulsivo. Dotado de plenos poderes, hizo construir decenas de kilómetros de trincheras y zan-

Leningrado no era la única ciudad en apuros, pues los alemanes se dirigían a marchas forzadas hacia Moscú. De nuevo, Stalin recurrió a Zhúkov para que le sacara las castañas del fuego. El general abandonó la ciudad el 5 de octubre sin que quedara muy claro quién le iba a sustituir. El mando militar acabó en manos del general Mijaíl Khozín, aunque las principales y no siempre acertadas decisiones las tomaría Zhdánov.

SERÍA UNO DE LOS INVIERNOS MÁS DUROS DEL SIGLO, CON TEMPERATURAS POR DEBAJO DE LOS -40 oC jas antitanque, búnkeres de cemento y otras estructuras. Situó los buques más pesados de la Flota de forma que su artillería pesada apoyara a las tropas de tierra, mientras las piezas más livianas se colocaban en las trincheras y gran parte de la marinería, alineada junto a soldados y milicianos. De igual modo, se removieron cargos y se movilizó todo lo movilizable sin contemplaciones. No todas sus decisiones fueron pertinentes, y costaron, además, muchas vidas. Pero el espíritu de resistencia con que empapó a la ciudad perduraría durante todo el asedio.

Y mientras el asedio formal pasaba a manos del 18.º Ejército alemán del general Georg von Küchler, futuro jefe del Grupo de Ejércitos Norte, las primeras nieves caían sobre la región. Aquel sería uno de los inviernos más duros del siglo, con temperaturas sostenidas inferiores a los 40 ºC bajo cero, lo que agravó la catástrofe humanitaria que se iba a desencadenar.

Un invierno de frío y hambre Para entonces ya faltaban carbón y petróleo. En un proceso progresivo y sin aparente final, los tranvías dejaron de funcio-

nar y los periódicos salían sin fecha fija. Cuadrillas de mujeres y jóvenes iban a los bosques circundantes a talar árboles, y en las casas se quemaban desde los muebles a las barandillas. Lo que fuera para conseguir algo de calor. Poco después le llegó el turno a la electricidad, cada vez más intermitente. La gente trabajaba a la luz de las velas embutida en sus abrigos y gorros, que no se quitaban ni para dormir, mientras el frío hacía que las máquinas se pegaran a la piel de quien las trabajaba y los problemas de higiene se incrementaban a ojos vista. Sin alumbrado público, se hacía aventurado salir a unas calles sumidas en la oscuridad la mayor parte del día. La falta de energía dejó sin funcionar las bombas que hacían fluir el suministro de agua, y las canalizaciones se helaron. Había que recurrir al Neva y agujerear su capa de hielo para obtener agua. Con todo, lo que más preocupaba a la gente era hacerse con algo que llevarse a la boca, tal como escribió la superviviente Elena Skarjabina: “La vida se ha reducido a una sola cuestión: encontrar comida”. El pan pasó a ser el alimento básico, pues poco más había. No estaba hecho solo de harina; contenía todas las materias ima-

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ginables para dar lo máximo de sí: de serrín a celulosa, de semillas de algodón a acículas. Su reparto nunca estuvo asegurado, porque una inútil burocracia y la frecuente falta de madera con que encender los hornos entorpecían su distribución. Tampoco fue equitativo: se repartía en función del interés que tenía el perceptor para la administración. Así, a los soldados y trabajadores de primera clase les correspondían unos 350 gramos diarios, lo que venían a ser unas 1.000 calorías de las 2.000 necesarias para un adulto; y el resto apenas recibía 200 gramos. Es decir, un par de rebanadas de un pan húmedo y pegajoso que costaba tragar y apenas alimentaba. Estas exiguas cantidades ni siquiera se mantuvieron siempre; en los momentos álgidos del asedio se redujeron ostensiblemente. Casi nadie se salvaba de la escasez. Como aseveraba la historiadora Lídiya Ginzburg, superviviente de Leningrado: “Se les entregaba una cantidad fija de ciento veinticinco gramos

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de pan, un plato de sopa y una ración de kasha [gachas] servida en un plato de té. Aparte de esto, era imposible conseguir nada más, ni comprando, ni cogiéndolo, ni robando, ni mendigando”. Muy pronto desaparecieron perros y gatos, y llegaría el día en que una rata fuera considerada un manjar. Se hacía caldo con hojas secas y trozos de cuero; gelatina con

en una extraña mezcla con cenizas, tierra y otras inmundicias. Pero no se podía desperdiciar, así que fue recalentada y filtrada y se repartió a modo de caramelos. Sin embargo, como contaba Ginzburg: “... lo más angustioso de todo era la hora de comer, cuando los alimentos llegaban a su fin con espantosa rapidez, sin haber proporcionado la sensación de saciedad”.

DESAPARECIERON PERROS Y GATOS, Y LLEGARÍA EL DÍA EN QUE UNA RATA SE CONSIDERASE UN MANJAR la cola del papel pintado –se decía que contenía residuos de pescado–; y té con las hojas de los pinos –que se suponía que llevaban vitamina C–. Se masticaban pequeños trozos de madera para engañar el hambre, y en el mercado negro se negociaba con todo a cambio de alimentos: desde joyas hasta sexo. Cuando los alemanes bombardearon los almacenes Badaev, varias toneladas de azúcar se fundieron

A finales de 1941, unas extrañas salchichas afloraron de contrabando, y se empezó a hablar de canibalismo. Algunos niños desaparecieron, de modo que los padres no dejaban a sus hijos solos. Las autoridades negaron la existencia de prácticas caníbales, y tras la guerra se corrió un tupido velo sobre el asunto, que se consideró puntual. Pero hoy sabemos que hubo bandas organizadas dedicadas al rapto y asesinato

LENINGRADO

DEFENSAS antiaéreas en Leningrado, 1943. A la izqda., extracción de agua del Neva en 1941.

para ese fin, y que al menos trescientas personas fueron ejecutadas y otras 1.200 encarceladas por estos crímenes.

El camino de la vida No todos pasaban hambre. Corrió la voz de que en la Cantina n.º 12 para los cargos del partido había de todo, de mantequilla a caviar, y en abundancia. Por eso, a medida que la situación se fue deteriorando, se levantaron voces a favor de una distribución más justa de las existencias. No solo corrieron panfletos, sino que se llegó a las manifestaciones –algo inconcebible en el régimen estalinista–, duramente aplastadas por el NKVD. Para colmo de males, el 9 de noviembre los alemanes tomaron Tijvin, ciudad a 182 km al este de Leningrado en la que confluían las vías ferroviarias que aportaban los escasos recursos que la ciudad sitiada recibía a través del lago. Quedaban reservas para solo dos días. La situación era tan dramática que se optó por abrir una nueva ruta de suministros

desde la retaguardia soviética, pero alejada de las líneas germanas. Ello supuso un serpenteante camino de más de trescientos kilómetros que miles de hombres y mujeres ateridos de frío y con pocos medios se afanaron en construir. El destino era un congelado Ladoga que, en algunos tramos, podía soportar el paso de los pequeños camiones ZiS y GAZ hasta el puerto de Osinoviets. Cientos de ellos acabarían hundidos en las glaciales aguas durante el trayecto, pero mantuvieron un cordón umbilical mínimo con la ciudad que sería conocido como “el camino de la vida”. Tres días después de que se acabara la carretera, el 9 de diciembre, las tropas del 4.º Ejército de Choque del general Kiril A. Meretskov recuperaban Tijvin. No solo representaba la primera gran victoria soviética en el Frente Norte, sino que además recortaba la ruta hasta Leningrado. Sin embargo, este soplo de optimismo llegaba tarde para muchos, pues la población se moría de hambre, algo que los medios ofi-

ciales escondían bajo el apelativo de distrofia alimentaria. La gente apenas tenía fuerzas para caminar, y eran frecuentes los desmayos hasta en las colas del racionamiento. Caer, con aquellas temperaturas, significaba la muerte al cabo de unos minutos, y pocos ayudaban a los caídos para no perecer ellos mismos. Todos andaban despacio. Parecían sombras en un mundo fantasmal, donde los teatros y las bibliotecas seguían abiertos para mantener una ficción de esperanza en una ciudad que comenzaba a perder las ganas de vivir. Pronto aparecieron enfermedades vinculadas a la desnutrición: disentería, escorbuto, desórdenes psíquicos... Llevar a un ser querido al hospital no era solución, no solo porque estaban repletos, sino porque faltaba de todo, de medicinas a calefacción. Vestidos y acurrucados en sus camas, rodeados de cadáveres y excrementos congelados, los enfermos se consumían sin remedio a pesar del denodado esfuerzo de los sanitarios que aún se tenían en pie.

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Era frecuente ver por las calles los trineos con los que se arrastraban hasta los cementerios los cadáveres, envueltos en un sudario, dada la escasez de madera. También allí el paisaje era desolador. Con el suelo helado, resultaba difícil abrir una tumba, por lo que los cuerpos se depositaban, de forma lineal y apilada, en fosas abiertas con explosivos. Los fallecimientos por inanición superaban ya los 3.500 diarios, y grupos de pioneros (jóvenes comunistas) iban de casa en casa para recoger a los huérfanos que habían sobrevivido junto a los cadáveres de sus padres. El siguiente testimonio resume lo dramático de la situación: “Yo vi morir a mi padre y a mi madre... Sabía perfectamente que se morían de hambre. Pero más que su vida,

LAS MUERTES POR INANICIÓN EN LA CIUDAD ALCANZARON SU PUNTO ÁLGIDO ENTRE ENERO Y MARZO DE 1942 yo quería su pan. Y eso ellos también lo sabían”. No obstante, la guerra seguía, y los hechos de armas comenzaron a ser desfavorables para la Wehrmacht.

UNA SINFONÍA PARA UNA CIUDAD A MEDIADOS DE 1941, Dmitri D. Shostakóvich (arriba) era quizá el músico ruso vivo más célebre. Muy apegado a su ciudad natal, Leningrado, se hallaba inmerso en la creación de una nueva sinfonía, que alternaba con su trabajo como profesor y con su deber cívico como bombero auxiliar. La obra iba a ser dedicada a la ciudad. DADA LA RELEVANCIA del personaje, en octubre Shostakóvich fue evacuado a Kúibyshev, en el suroeste de Rusia, donde concluiría su Sinfonía n.º 7 en do mayor, estrenada en marzo de 1942 en esta ciudad del Volga. A pesar de ello, el acontecimiento se consideró incompleto si la sinfonía no se interpretaba en Leningrado. Sin embargo, en la ciudad ya no quedaban orquestas para ejecutarla. Muchos músicos habían muerto y otros estaban enfermos. La menos perjudicada era la de la Radio Comité, de la que

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quedaban una veintena de intérpretes, así que se hizo una llamada para que otros se incorporaran a la misma. APENAS SE PUDO ensayar, pero el espíritu de los habitantes de Leningrado se impuso, y el 9 de agosto la sinfonía se ejecutó en la Gran Sala Filarmónica bajo la batuta de un Karl Eliasberg que apenas se tenía en pie. Retransmitida por radio, diversos altavoces hicieron llegar su música hasta la línea de frente. Se trataba de la fecha que el Führer había reservado para celebrar la caída de la ciudad. EL DIRECTOR RECORDARÍA: “La gente estaba de pie llorando”. Curiosamente, Shostakóvich señaló en sus memorias que no se había inspirado en la ciudad en guerra, como se suele creer, sino en la Leningrado que la precedió.

Luces de esperanza Tras el fracaso ante Moscú y la subsiguiente contraofensiva soviética, las líneas alemanas comenzaron a ceder, aunque sin llegar al derrumbe total. Las muertes por inanición alcanzaron su punto álgido entre enero y marzo de 1942, pero algo empezaba a cambiar. Por fin, el 22 de enero comenzó la evacuación. Si bien se daba prioridad a enfermos, niños y ancianos, no tardarían en colarse demasiadas familias de cargos del partido. Aun así, viajar en los camiones descubiertos a temperaturas tan bajas era extremadamente duro. Los muertos por congelación o por accidentes se contaron por millares. En todo caso, a finales del mes de abril, más de medio millón de personas habían sido trasladadas, lo que redundó en una mejora del racionamiento. Con ser esto importante, resultó fundamental la llegada de un nuevo jefe militar, el poco hablador general Leonid Góvorov.

LENINGRADO

SOLDADOS alemanes durante un descanso en

el Frente Oriental, 12 de marzo de 1943.

Metódico y minucioso, era la primera vez desde el comienzo del asedio que alguien se preocupaba por la suerte de sus hombres, que ya no volverían a verse expuestos inútilmente. No solo mejoró la moral; también se tendieron un oleoducto y cables telefónicos por el lago. Los tranvías volvieron a funcionar, y se abordó la limpieza de las calles, con la desagradable sorpresa de descubrir millares de cadáveres que habían quedado sepultados por la nieve durante el invierno. La ofensiva para levantar el cerco llevada a cabo en agosto de 1942 (primera batalla del Ladoga) fracasó, a causa de la pericia del que ha sido considerado el mejor general alemán de la guerra: el mariscal Erich von Manstein. Sin embargo, la difícil situación del 6.º Ejército alemán en Stalingrado obligó a Hitler a destinarlo al Frente Sur. A finales de enero de 1943, ya solo quedaban en Leningrado unas setecientas cincuenta mil personas, las necesarias para que siguiera funcionando, y el grado de abastecimiento, aunque aún escaso, había mejorado claramente. Fue ese momento, en que la situación de los alemanes en la lejana región del Volga se tornaba angus-

tiosa, el elegido por el Ejército Rojo para intentar romper el cerco de nuevo. El 12 de enero, el 77.º Ejército de Góvorov desde Leningrado y el 2.º de Choque de Meretskov desde el Vóljov intentaron una pinza sobre el 18.º Ejército alemán. Se resolvió en un fracaso a medias a causa de la flexible defensa germana, y las bajas fueron muchas. No se coronó el objetivo final, pero se logró reconquistar la plaza de Schlüsselburg y abrir una brecha de unos diez kilómetros en la línea de frente, que permitió la construcción de una vía férrea que conectaba Leningrado con el resto de la URSS. Era todo un triunfo, y así lo vivieron los habitantes de la ciudad. Aún seguirían bajo fuego enemigo un año más, pero las tornas habían cambiado. A principios de 1944, la Wehrmacht ya se retiraba en todas las regiones de la URSS, incluido el Frente Norte. Ante futuros envites del Ejército Rojo, el previsor mariscal Küchler había hecho preparar una nueva línea de defensa a unos 230 kilómetros al sur de Leningrado. Cuando los soviéticos iniciaron su nueva ofensiva, el 19 de enero, Küchler ordenó trasladar a la nueva línea el grueso de sus tropas. Pretendía

evitar que fueran cercadas, lo que le costaría su destitución por Hitler. Tras 872 días de asedio, el general Góvorov pudo anunciar a sus exultantes pobladores, reunidos en el Campo de Marte: “La ciudad de Leningrado ha sido completamente liberada”. Durante el sitio habían perecido oficialmente 632.253 personas, pero hoy sabemos que la cifra real superó el millón doscientos mil. Sobran las palabras.

PARA SABER MÁS MEMORIAS

Lidiya. Diario del sitio de Leningrado. Barcelona: Muchnik, 2000. GINZBURG,

ENSAYO

David M. La batalla por Leningrado. Madrid: Desperta Ferro, 2018. GOURÉ, Leon. El sitio de Leningrado. Barcelona: Bruguera, 1969. JONES, Michael. El sitio de Leningrado (1941-1944). Barcelona: Crítica, 2008. WYKES, Alan. El sitio de Leningrado. Madrid: San Martín, 1975. GLATZ,

TELEVISIÓN

Leningrado (Rusia, 2007). Dir.: Aleksandr Buravskiy. Ints.: Mijaíl Yefrémov, Armin Mueller-Stahl, Olga Sutulova.

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ARTE

EL CAOS DE LA

BAUHAUS Se cumple en 2019 el centenario de esta escuela alemana, fundamental en la historia del arte, tan apegada a la sencillez de las formas como atravesada de contradicciones, pasiones, equívocos y efervescencia. GONZALO TOCA REY, PERIODISTA

lgunos la vieron como una comuna proto-hippie, izquierdista y judía (¡intolerable!), como el motor de una revolución artística y social sin precedentes (¡os estrellaréis!) o como la quintaesencia de la arquitectura y el diseño en la turbulenta República de Weimar (¡acabemos con el mal gusto!). Quizá fuera todo eso a la vez o nada al mismo tiempo. La identidad de la Bauhaus, una escuela de artes y oficios a veces en contra de las escuelas, las artes y los oficios, sigue siendo un enigma desbordado de contradicciones que dicen tanto de su tiempo como del nuestro, y que nos enseñan a tomarnos con humor nuestras ilusiones de coherencia y grandeza. Esta extravagante, revolucionaria e influyente institución se fundó formalmente con un manifiesto en 1919. Su primer gran timonel, estelar y con buena estrella, fue Walter Gropius, muy ilusionado con la creación de un centro que reunie-

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se bajo el mismo techo a los artesanos y a los artistas para acabar con su, en su opinión, insoportable diletantismo y con su incapacidad para desenvolverse en el mundo real. Nada menos. Entre sus profesores o directores destacaron desde el propio Gropius hasta Ludwig Mies van der Rohe, Vasili Kandinski, Paul Klee o Marcel Breuer. En aquel olimpo de los cerebros, que se mantuvo en pie hasta que lo cerraron los nazis en 1933, las tensiones, la electrizante pasión compartida, los despidos sin previo aviso, las trifulcas con clientes, autoridades municipales y alumnos y, por supuesto, los grandes afectos se sucedieron como en un drama de Shakespeare. La Bauhaus, ya lo anticipábamos, fue un gran caos.

¿Colmena de izquierdistas? La escuela consiguió que las mujeres representasen un 50% de los alumnos en los primeros años, y se anunciaba como un paraíso para la igualdad de derechos

entre los sexos. Es verdad que se apreciaba mucho más el talento masculino y que a las chicas casi siempre las mandaban por defecto al taller de tejidos, pero también lo es que allí había más oportunidades para ellas que en otros sitios. Por allí pasaron Lilly Reich, una socia esencial de Mies van der Rohe que quedó eclipsada por este, grandes diseñadoras de tejidos, como Gunta Stölzl, y fotógrafas de la altura de Ré Soupault. Ese aspecto “feminista” seguramente contribuyó a que algunos considerasen la Bauhaus una inmensa colmena de abejas izquierdistas. Había otros aspectos. La mayor parte del tiempo la escuela eludió el compromiso político, pero, en una sociedad cada vez más polarizada, esa indefinición se consideró sospechosa. Si eran vanguardistas (¡dejaos de disfraces!), debían ser progresistas a la fuerza. Además, Hannes Meyer, que dirigió la escuela entre 1928 y 1930, se reveló como un marxista convencido,

BAUHAUS ARCHIV en Berlín, de los arquitectos Walter Gropius, Alex Cvijanovic y Hans Bandel. Bauhaus-Archiv Berlin / Foto: Markus Hawlik.

Bauhaus-Archiv Berlin. Foto: Fotostudio Bartsch.

Bauhaus-Archiv Berlin / © Dr. Stephan Consemüller.

ARTE MUJER con máscara teatral de Oskar Schlemmer

en una silla tubular de acero de Marcel Breuer, c. 1926. Foto de Erich Consemüller.

INFUSOR DE TÉ de la artista alemana Marianne Brandt (MT 49), 1924.

Bauhaus100.de / Foto: Tillmann Franzen.

EDIFICIO de la Bauhaus en Dessau, de Walter Gropius, construido entre 1925 y 1926.

atizó el ya inflamado socialismo de algunos estudiantes y se persuadió de que el diseño y la arquitectura debían ponerse al servicio de los profundos cambios sociales que exigía su militancia. Por supuesto, en tiempos de nacionalismo desatado y herido, después de la tremenda derrota de la Primera Guerra Mundial y con la explotación que hacían los nazis de esa humillación, la Bauhaus era, para muchos, un indeseable modelo de cosmopolitismo multicultural. Eso también sonaba a izquierdista. Su estilo se nutrió durante años de las ideas del grupo constructivista holandés De Stijl. En su claustro convivían de rusos (Kandinski) a suizos (Meyer, Paul Klee),

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pasando por húngaros (László MoholyNagy, Breuer) y, por supuesto, alemanes. Aunque la gran artista textil Anni Albers era la única profesora judía, hay que recordar que lo fue hasta el cierre de la escuela en 1933 y que había muchos estudiantes judíos, incluido el futuro gran arquitecto israelí Arieh Sharon. Tampoco para ellos era un paraíso, pero se les ofrecía algo mejor que la extrema xenofobia que empezaba a anegar Alemania. La Bauhaus se coronó en la legendaria exposición del MoMA de Nueva York en 1932 como uno de los movimientos de arquitectura y diseño más influyentes del mundo. Se percibía como un estilo internacional. Los tres directores de la escuela

Bauhaus-Archiv Berlin. Foto: Gunter Lepkowski. © VG Bild-Kunst Bonn 2018.

SILLA INFANTIL, diseño de Marcel Breuer, 1924.

(Gropius, Meyer y Mies) habían aspirado a hacer del diseño y la arquitectura un lenguaje universal que promoviese la armonía entre la cultura y la civilización (Gropius), entre las clases sociales (Meyer) o entre el mundo real y el mundo de las ideas platónicas y las formas puras (Mies). Esa internacionalidad y esa ansia de universalidad, que facilitaron después la emigración de Mies o Gropius a Estados Unidos y que les encargaran nuevos proyectos allí, supuso que los nazis no juzgasen la Bauhaus como un fenómeno alemán. El nacionalismo odia, por naturaleza, el cosmopolitismo, por supuesto, pero es que el nazismo lo detestaba aún más porque lo relacionaba con los judíos.

BAUHAUS A TENER EN CUENTA

FÁBRICA FAGUS en Alfeld,

Alemania, por Walter Gropius y Adolf Meyer.

ALEMANIA SE VUELCA

Este año habrá exposiciones y actos en todo el país en torno a la Bauhaus. Serán especialmente importantes en la sede de Berlín, en la de Weimar y en la de la fundación en Dessau (ciudad que inaugurará museo el próximo mes de septiembre). Pero el centenario se conmemorará en muchos otros puntos de Alemania. Información completa en inglés en www.bauhaus100.de

materiales y no respondía a las inquietudes exclusivas del momento histórico.

¿Sin precedentes? Irónicamente, la Bauhaus se inspiraba en los gremios de artesanos medievales (en los que los artesanos y los artistas se confundían), hasta el punto de que sus profesores se llamaban “maestros” y uno de sus logos iniciales fue una catedral gótica. La mecanización de la producción y los nuevos materiales habían surgido de la revolución de la ingeniería en pleno siglo xix. Como colofón, según el historiador Peter Gay, en 1850, los arquitectos y diseñadores

CONJUNTO de mesas tubulares de acero B 9

B9-9c, de Marcel Breuer, 1927.

© Vereinigung Benediktiner zu Maria Laach e. V.

Bauhaus100.de / Foto: Tillmann Franzen.

TARRO de galletas de gres de Theodor Bogler, Bauhaus-Archiv Berlin. Foto: Gunter Lepkowski.

¿Enemigos de la burguesía? Probablemente, el cargo más sólido de izquierdismo contra la Bauhaus fue la evidente hostilidad de los líderes de la escuela hacia algunas convenciones sociales. Para empezar, desafiaban el poder de las academias de arte, de los colegios profesionales y del sistema universitario. Aceptaban en sus cursos a estudiantes, en ocasiones con pocos recursos y muchísimo talento, que no habían acabado el bachillerato. Ellos sabrían identificar las aptitudes sin los remilgos y la burocracia de sus rivales. Para continuar, miraban con cierta superioridad a los burgueses, a los que consideraban con frecuencia un ramillete de orondos paletos con dinero.

1926. Angermuseum Erfurt.

Adicionalmente, en un alarde de progresismo, Walter Gropius inventaría una palabra nueva para su institución (Bauhaus, “casa de construcción”) y se negaría en redondo a versionar los grandes éxitos artísticos del pasado, bien fueran teteras o edificios. La idea era simple: aquí venimos a hacer historia, no a repetirla. Por eso, nada de refritos neoclásicos, nada de reinterpretaciones medievales. Aquello resultaba cursi y pretencioso y estaba trasnochado. Además, incumplía completamente los principios básicos de la nueva religión verdadera (el Modernismo): no era honesto, no era sencillo, no apostaba todo lo posible por la mecanización de la producción y los nuevos

SE INSPIRABA EN LOS GREMIOS DE ARTESANOS MEDIEVALES Y PARTÍA DE LA MECANIZACIÓN Y LOS MATERIALES DEL XIX vanguardistas ya hablaban de honestidad y sencillez y las habían formulado más o menos como lo harían los integrantes de la Bauhaus: ser honesto era negarse a esconder o disfrazar los materiales considerados poco nobles (el acero, algunas maderas...) y ser sencillo exigía reducir al máximo la ornamentación. El funcionalismo se postulaba, justamente, como alternativa a esos floripondios kitsch de la burguesía. Según Gropius, respetar la función de un objeto era utilizar formas elementales y colores primarios y darles un aire industrial. Debían crearse modelos-tipo, con muy poquitas piezas, que se podrían convertir en otros modelos sin grandes modificaciones. Dicho de otra

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ARTE

Una casa de locos POCOS ASPECTOS de la Bauhaus reflejan mejor sus contradicciones que la forma en la que sus tres directores sucesivos fueron incapaces de ponerse de acuerdo. El liderazgo de Walter Gropius (de 1919 a 1928) era diplomático y cooperativo, el de Hannes Meyer (1928-30) subrayaba y reflejaba las ideas comunistas de los estudiantes, y el de Ludwig Mies van der Rohe (1930-33) era genuinamente dictatorial. SI GROPIUS APOSTÓ, muy al principio, por la expresión artística individual, dos años después la sometió a unas reglas formales rígidas y colectivas. Meyer proclamó que el arte no valía para nada, aunque apenas podía reprimirse como artista, y que la construcción era un proceso biológico y científico. Estuvo a punto de echar a Paul Klee y Vasili Kandinski, y, al final, lo echaron a él sin preaviso y por carta. Mies van der Rohe, como era de esperar, se opuso a las ideas de sus dos predecesores. EL PROGRAMA ACADÉMICO también dio bandazos. Con Gropius, el curso preliminar se antojaba esencial porque seleccionaba a los estudiantes que podrían seguir en la escuela y espoleaba su creatividad. Con Meyer, aquel curso meritocrático se desvirtuó, porque no coincidía con los ideales igualitarios del socialismo que proclamaban los estudiantes. Mies directamente lo eliminó y lo reemplazó por exámenes continuos. LOS TALLERES de los artesanos eran el corazón de la Bauhaus con Gropius y Meyer, pero Mies no los veía igual, porque su máxima prioridad era el diseño de unos espacios de sobriedad quirúrgica. Curiosamente, Mies descendía de una familia de talladores de piedra, había sido artesano durante años y había empezado dibujando ornamentos. Según la historiadora Magdalena Droste, si hubiera durado más el mandato de Mies, la Bauhaus se habría convertido en una escuela exclusivamente de arquitectura. Una extraña forma de matar al padre.

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WALTER Gropius. Foto: Lucia Moholy, 1927. Bauhaus-Archiv Berlin. © VG Bild-Kunst Bonn 2018.

HANNES Meyer, c. 1928-29. Bauhaus-Archiv Berlin.

forma, con las piezas del montaje de una sola jarra de cerámica se podían fabricar cuatro recipientes distintos. El objetivo era facilitar su producción y abaratar los costes, pero eso no impidió que realizasen delicadas exquisiteces como la tetera de Marianne Brandt, las míticas sillas con tubos de acero o listones de tela de Marcel Breuer o las lámparas de mesa de Wilhelm Wagenfeld y Carl Jacob Jucker. El diseño funcional de las viviendas demandaba que el equipamiento técnico y eléctrico fuese puntero, que sus paredes se enfundasen en colores suaves y armarios siempre empotrados, que los salones se expandiesen sin fin y sin armarios o que buena parte de las estructuras fuesen industriales y prefabricadas. Las alfombras se aceptaban, pero los cuadros se miraban, en general, con sospecha. Los espacios se concebían para simplificar las tareas domésticas y pretendían reivindicar la eficiencia, la funcionalidad y la higiene frente a esas sobrevaloradas virtudes burguesas de la comodidad y el culto a la imagen. Sorprende que con esta denuncia al culto a la imagen erigieran célebres maravillas de la exhibición publicitaria como la impresionante sede de la Bauhaus en Dessau,

SE REIVINDICABA LA FUNCIONALIDAD FRENTE A LA COMODIDAD Y EL CULTO A LA IMAGEN TÍPICOS DE LA BURGUESÍA que anunciaba su condición con grandes letras metálicas, fachadas de vidrio y una contagiosa sensación de movimiento en tres direcciones. También merece la pena recordar que, aunque la pintura se miraba con recelo, la Bauhaus contaba con dos de los grandes pintores del siglo xx –Klee y Kandinski– en el claustro.

Menos humos

LUDWIG Mies van der Rohe, c. 1930-32. Bauhaus-Archiv Berlin.

En cuanto al rechazo a las preferencias burguesas, hay que tener en cuenta que uno de los edificios icónicos de Gropius era la fábrica Fagus, construida para el productor de zapatos (y burgués) Carl Benscheidt. Además, la revolucionaria escuela de artes y oficios se financiaba en parte con

BAUHAUS

Historic New England. Foto: Eric Roth.

CASA DE GROPIUS en Lincoln, Massachusetts, de 1938, con la escalera de caracol a la derecha.

la venta de sus invenciones a la industria. Gropius diseñó, casi al mismo tiempo que la sede de Dessau, unas casas bellísimas que, con un marcado acento burgués, darían acomodo con sus verandas, jardines y terrazas a maestros como él o Mies. No correrían esa suerte las viviendas de los obreros de Dessau-Törten: eran unos cubos impersonales, sucesivos e iguales construidos en hileras, en algunos no entraba apenas un rayo de luz natural y el acceso podía parecer un cuadrado negro, aplastado en un rincón y sin techo protector. Gropius y sus socios sabían que la higiene y la eficiencia domésticas eran virtudes especialmente burguesas, y que la comodidad del hogar no era una aspiración exclusiva de la burguesía. Antes de que existiera la Bauhaus, Ida von Kortzfleisch había creado una popularísima red de escuelas en Alemania para ayudar a las amas de casa y al servicio a administrar un hogar con higiene y eficiencia. Además, las sillas de Marcel Breuer no solo se hicieron populares por su diseño, sino porque resultaban comodísimas.

Quizá lo más extraordinario de la Bauhaus es que era un tejido vivo que, aún hoy, sigue latiendo con sus extraordinarios diseños, fracasos y contradicciones. Parece natural que Mies o Gropius, dos enemigos jurados del academicismo universitario, acabasen, respectivamente, como director de una escuela de arquitectura en Chicago y profesor en Harvard. También lo es que Gropius, después de intentar acreditar ante los nazis la irrefutable “germanidad” de los diseños de la Bauhaus –aludiendo, entre otras cosas, a la pureza de su sangre aria–, terminase nacionalizándose estadounidense. No puede sorprender ya que tanto Gropius como Mies, que menospreciaban claramente el paletismo de la burguesía, triunfasen como nunca en la sociedad más burguesa (y, para muchos alemanes, paleta) del mundo: Estados Unidos. La ideología tenía sus límites, y eso fue lo que demostró Gropius al romper la estética de la fachada de su propia casa en Massachusetts al final de su carrera para colocar una escalera de caracol que conducía al cuarto de su hija. Era un sacrilegio, pero

la chica, adolescente, quería que sus amigos entrasen directamente a su habitación, en vez de pasar por un amplísimo salón a la vista de todos. El viejo titán no pudo negarse. Gropius se había pasado la vida intentando hacer compatibles la cultura y la civilización. Tal vez, sin darse cuenta y en el ocaso de su vida, lo había conseguido.

PARA SABER MÁS ENSAYO

William J. R. Modern Architecture Since 1900. Londres / Nueva York: Phaidon Press, 1996. En inglés. DROSTE, Magdalena. La Bauhaus, 19191933: reforma y vanguardia. Colonia: Taschen, 2018. GAY, Peter. Modernism: The Lure of Heresy. Nueva York: W. W. Norton & Company, 2008. En inglés. PEVSNER, Nikolaus. Pioneers of Modern Design: From William Morris to Walter Gropius. Londres: Penguin Books, 1991. En inglés. WOLFE, Tom. La palabra pintada & ¿Quién teme al Bauhaus feroz? Barcelona: Anagrama, 2010. CURTIS,

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AGENDA

EXPOSICIONES DEL MES ANA ECHEVERRÍA, PERIODISTA

© Warner Bros. Entertainment Inc.

© Warner Bros. Entertainment Inc.

EL AÑO 2001 hace mucho que dejó de ser el futuro, pero 2001: Una odisea del espacio (1968) mantiene intacta su hermética fascinación medio siglo después del rodaje. Una joya filosóficofuturista que no habría sido posible si Stanley Kubrick no hubiera conquistado una férrea independencia creativa tras el éxito de Espartaco (1960). Kubrick, el más joven hasta el momento en dirigir una superproducción, había tenido que plegarse a las exigencias de Kirk Douglas e incluso a las de Franco. Al parecer, el dictador no quería que ninguno de los 8.500 soldados españoles que inter-

© Warner Bros. Entertainment Inc.

LAS ODISEAS DE KUBRICK

vinieron como figurantes se deshonrara falleciendo en pantalla, a pesar de lo cual el británico se las apañó para rodar escenas épicas. La escandalosa Lolita (1962), la delirante ¿Teléfono rojo? volamos hacia Moscú (1964) o la perturbadora La naranja mecánica (1971) se cuentan entre los títulos inolvidables de un cineasta obsesivo

y perfeccionista, que jamás dejó de innovar. Filmó Barry Lyndon (1975) a la luz de las velas y presentó al mundo la Steadicam en El resplandor (1980). ¿Cómo habría sido el biopic de Napoleón que no pudo rodar? Nunca lo sabremos, pero esta exposición, concienzudo homenaje a su filmografía, nos ofrece algunas pistas.

STANLEY KUBRICK. CCCB. MONTALEGRE, 5. BARCELONA. TEL.: 93 306 41 00. FECHAS: HASTA EL 31 DE MARZO

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ARRIBA, 2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick (Gran Bretaña / EE. UU., 1965-68). A LA IZQDA., Barry Lyndon (G. B. / EE. UU., 1973-75). Lady Lyndon (Marisa Berenson) toca el piano con su hijo (David Morley) y el reverendo Samuel Runt (Murray Melvin). A LA DCHA., Alex DeLarge (Malcolm McDowell) en La naranja mecánica (Gran Bretaña / EE. UU., 1970-71).

01 / 2019 LEONARDO DA VINCI. LOS ROSTROS DEL GENIO

tatuado. Se la ha identificado como María Luisa de Toledo, hija del virrey de Nueva España, que viajó desde México para ingresar en el convento madrileño de Nuestra Señora de la Salutación. Su acompañante pertenecía a la etnia chichimeca. La muestra reúne objetos de ambos mundos, el de los conquistadores y el de los conquistados.

Palacio de las Alhajas. Pl. San Martín, 1. Madrid Tel.: 91 431 48 56 Biblioteca Nacional de España. P.º de Recoletos, 20-22. Madrid Tel.: 91 580 78 00 Fechas: hasta el 19 de mayo

Un genio como el de Leonardo da Vinci necesita espacio para mostrarse en todo su esplendor. Así lo han comprendido los organizadores de esta muestra, que conmemora el V centenario de la muerte del versátil creador del Renacimiento en más de 1.000 m2 y dos sedes distintas. Las dos piezas estrella son los Códices I y II. El primer manuscrito recoge una selección de logros técnicos y artísticos del florentino. En el segundo conviven ideas, bocetos y anotaciones personales, desde la “solución final de la cuadratura del círculo” hasta un listado de prendas de vestir. Además, se expondrán reconstrucciones de sus máquinas y de otras piezas, como el colosal caballo de bronce que diseñó para Ludovico Sforza.

LA HIJA DEL VIRREY. EL MUNDO FEMENINO NOVOHISPANO EN EL SIGLO XVII Museo de América. Av. de los Reyes Católicos, 6. Madrid Tel.: 91 549 26 41 Fechas: hasta el 23 de febrero

Un misterioso retrato hallado entre los fondos del Museo del Prado es el punto de partida de esta muestra peculiar. El lienzo, pintado hacia 1670, representa a una dama ricamente ataviada, que posa una mano, con aire posesivo, sobre la cabeza de otra mujer de corta estatura y rostro

LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA. LA DRAGA, EL POBLADO DE LOS PRODIGIOS Museo Arqueológico Regional. Pl. de las Bernardas, s/n. Madrid Tel.: 91 879 66 66 Fechas: hasta marzo

ARRIBA, Tavola Lucana,

posible retrato de Leonardo da Vinci. A LA IZQDA., peine para

tratar fibras vegetales. Madera de boj. © Museu Arqueològic de Banyoles / Foto: Salvador Comalat. ABAJO, dibujo de Ramon

Casas para Pèl & Ploma. Cromolitografía sobre papel. Impr. Lit. Utrillo & Rialp, 1899. En la Galería Gothsland, Barcelona.

Hace unos 7.400 años, un grupo de personas se establecieron a orillas del lago de Banyoles y fundaron el asentamiento neolítico más importante del nordeste peninsular. La vida cotidiana de sus pobladores se puede reconstruir a partir de los hallazgos que han arrojado treinta años de excavaciones en la zona. Lo más extraordinario es que la humedad de la zona ha permitido conservar restos vegetales que en cualquier otro yacimiento se habrían perdido: arcos, cestas, cuerdas, cuencos y cucharas de madera..., incluso una hoz perfectamente conservada, con hoja de sílex, mango de madera de sauce y adhesivo.

GALAICOS. UN PUEBLO ENTRE DOS MUNDOS Museo Arqueológico Nacional. Serrano, 13. Madrid Tel.: 91 577 79 12 Fechas: hasta el 3 de febrero

Desde la prehistoria hasta su cristianización, los pueblos

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AGENDA CON PIES DE BARRO CONOCIÓ LA BOHEMIA parisina y coqueteó con corrientes como el Cubismo o el Surrealismo, pero no tardó en dar con un lenguaje escultórico propio. Para Jean-Paul Sartre, el suizo Alberto Giacometti (19011966) era el artista existencialista por excelencia. Ciertamente, ninguno como él para reflejar la fragilidad humana. Sus figuras, de superficie rugosa y esbeltez imposible, son tan vulnerables como el material del que suelen estar hechas. Mientras otros escultores bocetan en yeso o arcilla, pero completan sus estatuas en piedra o bronce, Giacometti moldeaba materiales humildes incluso en la versión final de la obra. Destaca la serie Mujeres de Venecia (1956), reunida excepcionalmente para esta exposición.

MUJERES DE VENECIA (Femmes de Venise), Alberto Giacometti, 1956. Fondation Giacometti, París. © Succession Alberto Giacometti, VEGAP, Bilbao, 2018.

ALBERTO GIACOMETTI. RETROSPECTIVA. MUSEO GUGGENHEIM-BILBAO. ABANDOIBARRA, 2. BILBAO. TEL.: 94 435 90 80. FECHAS: HASTA EL 24 DE FEBRERO

de la península ibérica ejercieron de puente entre las culturas mediterráneas y las del Atlántico. Los galaicos, a pesar de su ubicación en el extremo noroeste, no vivieron aislados, sino que formaron parte de fructíferas rutas comerciales. No en vano, las Rías Baixas se hallaban a cuatro días de navegación de la actual Cardiff y a otros cuatro de Gades. Objetos arqueológicos, réplicas y audiovisuales ilustran la historia de Gallaecia desde la Edad del Bronce hasta el final de la etapa romana.

RAMON CASAS Galería Gothsland. Consell de Cent, 331. Barcelona

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Tel.: 93 488 19 22 Fechas: hasta el 28 de febrero

La galería Gothsland celebra cuarenta años de trayectoria consagrada al Modernismo catalán con esta exposición dedicada a uno de sus máximos exponentes, el pintor Ramon Casas (1866-1932). Una treintena de óleos, dibujos y carteles, entre ellos, una de las portadas que el artista dibujó para la revista Pèl & Ploma, semanario del que era editor. No se pierdan tampoco el retrato de Clotilde Pignet, alias mademoiselle Clo-Clo, que fue amante de Santiago Rusiñol, ni el pastel Dama con boa, que retrata a la musa y esposa de Casas, Júlia Peraire.

EL ESPLENDOR DE LOS CASTILLOS MEDIEVALES CATALANES MAC Barcelona. P.º de Santa Madrona, 39-41. Barcelona Tel.: 93 423 21 49 Fechas: hasta el 3 de febrero

Los castillos medievales desempeñaban funciones militares, de vigilancia y defensa, que fueron especialmente importantes en las zonas fronterizas entre los reinos cristianos y musulmanes. Pero también representaban el poder de un señor feudal y, a menudo, el centro económico de un territorio. Sus siluetas han despertado la imaginación durante siglos, inspirando topónimos y leyendas pintorescas.

Además de repasar la historia y funciones de las principales fortificaciones catalanas entre los siglos x y xv, la exposición nos traslada a la Edad Media con ayuda de armas, cerámica y otros objetos de época.

KAZIMIR MALÉVICH Colección del Museo Ruso. Edificio de Tabacalera. Av. de Sor Teresa Prat, 115. Málaga Tel.: 95 192 61 50 Fechas: hasta el 3 de febrero

Con el Suprematismo, Kazimir Malévich (18791935) aspiraba a despojar a la pintura de toda anécdota narrativa. Forma y color fueron los puntales de este movimiento, que pareció tocar

01 / 2019 gonizada por campesinos y combatientes.

BALLARD BALUARD Es Baluard. Pl. de la Porta de Santa Catalina, 10. Palma de Mallorca Tel.: 971 90 82 00 Fechas: hasta el 17 de marzo

ARRIBA, casco de Leiro. Museo

Arqueolóxico e Histórico de San Antón, La Coruña. En “Galaicos...”. A LA IZQDA., Chica en el campo,

Kazimir Malévich, 1928-1929. ABAJO, Island of a perfect world III,

Baltazar Torres, 2007-2008. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma. © de la obra, Baltazar Torres, 2018. Fotografía: David Bonet.

El escritor James Graham Ballard (1930-2009) tenía una visión tan aguda sobre el presente que le tocó vivir que, en muchos aspectos, se adelantó al futuro. En sus obras y entrevistas abordó los efectos del calentamiento global, predijo fenómenos como las redes sociales o los reality shows y describió el frágil paraíso artificial de los complejos de viviendas de lujo. Sus novelas cristalizaron en películas como El imperio del sol (Steven Spielberg, 1987) o Crash (David Cronenberg, 1996). Poco antes de morir, expresó su preocupación ante la posibilidad de que la fiebre del consumo condujera a nuevos fascismos. Hagan ustedes sus propios cálculos.

DALÍ ATÓMICO CaixaForum Sevilla. López Pintado, s/n. Sevilla Tel.: 95 565 76 11 Fechas: hasta el 3 de febrero

techo con la obra Cuadrado negro (1915), que representaba exactamente lo que su título indica. ¿Cómo seguir pintando tras alcanzar tal cumbre de la abstracción nihilista? Tanto el arte como el propio artista sobrevivieron al trance. En sus últimos años, tratando de mantenerse fiel a su personalidad sin perder la vida a manos de Stalin, el pintor exploraría una nueva figuración prota-

La explosión de las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki conmocionó a la humanidad no solo por el dolor de las víctimas, sino porque inauguraba la posibilidad de la destrucción masiva instantánea. Inspirado por esta inquietud colectiva, Dalí inauguró sus etapas “atómica” y “mística nuclear”. Con Gala como modelo, la pintura Leda atómica, de la que el artista jamás se desprendió y que viaja a Sevilla para esta exposición, representa la transición entre ambas.

QUÉ HAY EN TV... La historia no sería tan apasionante si nuevos hallazgos no cuestionaran cada cierto tiempo lo que creemos saber.

Los archivos desconocidos de Egipto Lunes 14 a las 22.00 h El canal Historia celebra sus veinte años de emisión con esta serie sobre el mundo de los antiguos faraones. Historiadores y arqueólogos intentarán explicar algunos de los misterios que guarda la fascinante civilización del Nilo. ¿Conseguirá la tecnología desentrañar los enigmas que todavía se esconden bajo las arenas del desierto? Si la respuesta es sí, nuestra comprensión del pasado podría cambiar.

La Historia al descubierto Lunes 24 y 31 a las 22.00 h Los acontecimientos no son tan sencillos como acostumbramos a imaginar. Este documental repasa la historia del siglo XX para analizar hechos que damos por sentados, aunque esconden una complejidad desconocida. Sabemos que Japón se rindió a los aliados tras la explosión de la bomba atómica, o que el Plan Marshall fue indispensable para la recuperación europea tras la II Guerra Mundial. Todo eso es verdad, pero no es toda la verdad.

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LIBROS Berlín, ciudad de luz JASON LUTES TRAD. DE ÓSCAR PALMER BILBAO: ASTIBERRI, 2018 176 PP. 22 €

su origen por una amplia nómina de enemigos internos, de la extrema izquierda a la extrema derecha, intelectuales que articularon el discurso nazi y clérigos que incendiaron a sus fieles. Pero fueron dos crisis económicas las que la hirieron de muerte. Weimar sobrevivió a la hiperinflación de 1923 y a sus billetes de un billón de marcos, pero no a las consecuencias del crac del 29, que dejaron sin empleo a cientos de miles de alemanes.

Muerte de una democracia

NOVELA GRÁFICA

BERLÍN, SINFONÍA EN VIÑETAS Lutes culmina su trilogía sobre el fin de Weimar as agujas de zurcir? Sí”, se pregunta en silencio una agotada madre en el tren que la lleva a la fábrica. “Theodore, ¿qué querías decir la otra noche, cuando me sonreíste tan brillante y joven?”, piensa a su lado una joven sobre su torpe pretendiente. “Alguien tiene qu’evitar que los rojos y los camisas pardas os partáis las crismas sobre los adoquines”, reflexiona un veterano policía que vigila las calles que comunistas y nazis se disputan sin tregua. Son solo tres

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del más de un centenar de personajes que atraviesan las páginas de la novela gráfica de Jason Lutes (Nueva Jersey, 1967) sobre los cinco últimos años de la República de Weimar, los cinco años de la ascensión de Adolf Hitler al poder. Breve y turbulenta, Weimar fue la primera experiencia democrática alemana. Nació de una derrota militar –la del Imperio alemán en la I Guerra Mundial– y acabó en 1933, con la dictadura nazi. Como la República española, fue asediada desde

Jason Lutes emprendió en 1996 la titánica tarea de narrar el último lustro del Berlín republicano. Berlín, ciudad de piedras inauguró una trilogía que continuó con Berlín, ciudad de humo y finaliza ahora con Berlín, ciudad de luz, tras ganar los premios de cómic más importantes. Hitler solo aparece en este último volumen y únicamente en tres páginas. Los verdaderos protagonistas de esta novela coral son la estudiante de arte Marthe Müller, que descubre la ciudad al mismo tiempo que nosotros, y el periodista Kurt Severing, inteligente y vulnerable, culto y sentimental. Junto a ellos, dos familias, una judía y otra obrera, partidas en dos por la lucha entre nazis y comunistas. Los personajes evolucionan y crecen mientras la política se radicaliza más y más. “Es el periodo antes de que estalle la tormenta y se desate el infierno”, afirma Lutes. También, la etapa cultural más brillante de la Alemania del siglo xx, cuando Murnau y Lang cambian el cine, y Grosz y Dix (pintura), Döblin (literatura) y Brecht (teatro) retratan con un nuevo lenguaje una sociedad burguesa que detestan y necesitan. Lutes ha tardado ocho años más de los previstos en acabar su trilogía. El resultado está a la altura del reto, y se une a ese puñado de obras de ficción tan necesarias hoy para comprender cómo una democracia sucumbe al ascenso del extremismo. Joaquín Armada Díaz

01 / 2019

MIJAÍL GORBACHOV recibe un premio a la

libertad de manos de Ronald Reagan en 1992.

Gorbachov. Vida y época WILLIAM TAUBMAN TRAD. DE JAIME COLLYER BARCELONA: DEBATE, 2018 832 PP. 29,90 €

BIOGRAFÍA

Perfil con mancha violeta TODO SOBRE EL ÚLTIMO PREMIER SOVIÉTICO Finiquitó un sistema totalitario con sus políticas de reestructuración (la famosa perestroika que lanzó al asumir el poder en 1985) y transparencia (la glásnost del año siguiente). Para 1990, Mijaíl Gorbachov no solo había oxigenado la Unión Soviética que dirigía. Sus insólitos aperturismo internacional y comedimiento nuclear habían pulverizado la Guerra Fría. Pero, solo un año después, una serie de factores ingobernables terminaron hundiendo el macroestado comunista, en vez de, como él pretendía, humanizarlo para asegurar su supervivencia. William Taubman retrata de pe a pa a este personaje controvertido, tan admirado en Occidente como en general denostado en Rusia. Con ello, también desmenuza sin concesiones la URSS desde el apogeo de Stalin (Gorbachov nació en 1931) has-

ta la actualidad bajo Putin. El autor cuenta con las mejores credenciales para esta tarea. Profesor emérito de Ciencias Políticas en el prestigioso Amherst College, ganó un Pulitzer en 2004 por su biografía de otro gran reformador soviético, Jruschov, y vivió en primera persona la perestroika al residir en Moscú en 1988.

Una nueva referencia Gorbachov. Vida y época impresiona. Elaborado durante una década, se nutre de una exploración a fondo del Archivo de Seguridad Nacional en Washington –con transcripciones oficiales y oficiosas de, por ejemplo, las reuniones confidenciales del Politburó–, así como de entrevistas con el protagonista, detractores, exaliados o familia. Análisis perspicaces y un estilo directo, periodístico, redondean este traba-

jo que revela tanto al hombre como al líder con un grado de intimidad casi mental. Aflora así un ser repleto de contradicciones, a veces incomprensible incluso para él mismo. Hondamente decente, creativo y pacifista, pero también tan narcisista que suele referirse a sí en tercera persona, monumentalmente, y con una autoconfianza rayana en la arrogancia. Asimismo, un marido amante –la muerte de Raisa lo devastó– y un padre y abuelo presente pese a su agenda pública demencial. Su infancia en una humilde cabaña de adobe, hijo de un tractorista y una campesina. Su encendida militancia estalinista en la juventud. Cómo apoyó los tanques que aplastaron la Primavera de Praga –a la que veía inviable, y para ascender en la era Brézhnev– y cómo evolucionó hasta poder aplicar desde la cumbre aquel mismo “socialismo con rostro humano”. Su amistad con el KGB de Andrópov. Su estupefacción por la popularidad del oportunista Yeltsin. Todos los claroscuros. Quizá la biografía más exhaustiva a día de hoy sobre el premier “que cambió, casi por sí solo, a su país y al mundo”. Julián Elliot

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LIBROS TAMBIÉN EN LIBRERÍAS Anatomía del valor LORD MORAN MADRID: ARZALIA, 2018 296 PP. 19,95 €. GÉNERO: ENSAYO

¿Qué es lo que hace que unos soldados resistan en combate y otros se desmoronen? Lord Moran intentó responder a esta pregunta con un ensayo publicado en 1945 que aparece traducido por primera vez al castellano. Se trata de una investigación pionera sobre los efectos psicológicos de una contienda en las tropas. El autor, a partir de su experiencia como combatiente en la Gran Guerra, llega a la conclusión de que todo el mundo tiene miedo antes o después. La cantidad de valor es fija y se acaba por gastar.

Quién, qué, cuándo VV. AA. MADRID: NÓRDICA, 2018 144 PP. 27,50 €. GÉNERO: ENSAYO

Los tres autores de este simpático libro, Jenny Volvovski, Julia Rothman y Matt Lamothe, recuperan del olvido a personajes sin los que ciertas celebridades no habrían sido lo que fueron. Sam Shaw, por ejemplo, convirtió a Marilyn Monroe, gracias a la magia de sus fotografías, en un icono del siglo XX. Harper Lee, por su parte, no habría escrito la novela Matar a un ruiseñor, uno de los grandes clásicos del siglo pasado, sin la ayuda económica de Michael y Joy Brown.

Las redes del terror JOSÉ M. FARALDO BARCELONA: GALAXIA GUTENBERG, 2018. 340 PP. 22,50 € GÉNERO: ENSAYO

Durante la Guerra Fría, los regímenes comunistas de Europa del Este se sirvieron de policías secretas para combatir a la disidencia política. El autor, con documentación inédita de archivo, analiza cuatro casos significativos: el KGB soviético, la Stasi en la República Democrática Alemana, la Securitate en Rumanía y el SB polaco. Descubrimos así el gran alcance de las redes de confidentes o los contactos con terroristas occidentales. Cualquier medio valía si el fin lo justificaba.

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NOVELA

TENSIÓN EN BRITANIA La primera ficción romana de Adrian Goldsworthy lavio Ferox está como una cuba. Un “tipo duro, de rostro severo”, le pesa su pasado. Se culpa de la pérdida de su esposa. Tampoco se siente orgulloso de sus misiones para el régimen cruel de Domiciano. Ahora, en 98 d. C., gobierna Trajano desde hace apenas unos meses. El Imperio bulle de intrigas que incluso llegan al oscuro limes de Britania donde está destinado este soldado encallecido, un investigador nato. Un príncipe siluro (galés) romanizado, Ferox se desempeña como “centurión regionarius” en torno al pequeño “puesto fronterizo de Siracusa”, una penitencia. Debido a su cargo, su instinto detectivesco y sus dotes diplomáticas para “mantener la paz y el imperio de la ley” en tanto agente nativo, le buscan cuando tiene lugar una sangrienta incursión cuatrera. Sin embargo, según observa un Ferox aún de resacón, hay indicios extraños en la escena del crimen. Sus sospechas crecen cuando, durante las pesquisas, debe rescatar de una emboscada tribal a la hermosa esposa de un prefecto y, esa misma jornada, masacran a la guarnición de una torre de vigilancia. No parecen hechos aislados. ¿Se avecina una rebelión? ¿Podría resistirla la inestable

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Vindolanda ADRIAN GOLDSWORTHY TRAD. DE PEDRO SANTAMARÍA MADRID: PÀMIES, 2018 416 PP. 21,95 €

periferia de Roma? ¿A qué bando sería leal el centurión semibárbaro?

Un péplum hiperrealista Vindolanda no se subtitula por nada “La última frontera del Imperio romano”. Se trata de un péplum con mucho de wéstern policíaco. Aderezado también con subtramas de buddy movie (la amistad con el desahogado explorador celta Vindex), el drama romántico (el idilio con la casada Sulpicia Lepidina) e incluso el terror (las malas artes druídicas, el apocalíptico líder guerrero el Caballo), en el relato sobresalen, sin embargo, los cuadros épicos. La novela rebosa batallas, campamentos, armas, estrategias. No es casual. Firma Adrian Goldsworthy, un historiador militar de Oxford experto en la Antigüedad latina. Catedrático, un autor renombrado por sus ensayos (El ejército romano) y biografías (Augusto. De revolucionario a emperador) y consultor del History Channel, Vindolanda supone su debut narrativo en este universo que conoce tan bien. Lo demuestra en cada página de esta primera entrega de una saga –seguida por The Encircling Sea y Brigantia– con datos de época tan coloridos como eruditos, desde el sonido estridente de los carnyxes que llamaban al combate a los bikinis primitivos de las matronas romanas. Todo glosado con la fluidez que da la familiaridad con un tema y a bordo de una acción constante, una prosa rápida y muchos diálogos para entrar fácilmente en esta atrapante aventura. Julián Elliot

LIBROS OTROS ESTRENOS Silvio (y los otros) DIR.: PAOLO SORRENTINO. INTS.: TONI SERVILLO, ELENA SOFIA RICCI, RICCARDO SCAMARCIO. GÉNERO: BIOGRÁFICO

EL SUSPIRO del moro, por Francisco Pradilla Ortiz, 1879-92. Colección particular.

BIOGRAFÍA

EL COBARDE ERA UN HÉROE Boabdil, de monarca vilipendiado a reivindicado ice el tópico que la historia la escriben los vencedores. No siempre es así, porque el vencido de hoy puede ser el vencedor moral de mañana. Eso es lo que sucede, por ejemplo, con Boabdil, monarca del reino nazarí de Granada. Durante mucho tiempo se le ha tenido por un gobernante débil, que tuvo que llorar como mujer lo que no supo defender como hombre. Ese es el reproche que, según la leyenda, le dirigió su madre después de que entregara su capital a los Reyes Católicos. Elizabeth Drayson, profesora de la Universidad de Cambridge, despedaza el tópico de su cobardía en El último sultán. A partir de un profundo conocimiento de las crónicas de la época, la autora recupera la figura de un guerrero valiente y un diplomático hábil que luchó por una causa perdida en las circunstancias más adversas.

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Divisiones internas El reino granadino estaba en manos de una familia real dividida. Boabdil se en-

El último sultán ELIZABETH DRAYSON TRAD. DE ANTONIO IRIARTE BARCELONA: PASADO & PRESENTE, 2018 216 PP. 22 €

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frentó a su padre y a su tío en unas luchas despiadadas que convierten las conspiraciones de Juego de tronos en distracciones inocuas. Tuvo que lidiar, por otra parte, con la ambición de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Estos contaban con una poderosa baza a su favor: un hijo del nazarí era su rehén. Cuando finalmente vencieron, el esplendor cultural de la Granada musulmana quedó enterrado en una ola de fanatismo religioso. Drayson recoge testimonios contemporáneos que revelan el alcance de la catástrofe para los perdedores, sometidos a una humillación continua. Significativamente, los reproches a Boabdil brillan por su ausencia. Tal vez el capítulo más logrado sea el dedicado a la posteridad del monarca vencido. Un análisis detallado nos permite contemplar cómo literatura, pintura y música le convirtieron en un personaje legendario, en el que proyectaban las inquietudes de cada época. Así, mientras La rendición de Granada, el célebre lienzo decimonónico de Francisco Pradilla, exaltaba la unidad de España, el artista iraquí Nazar Yahya utilizó el fin de Al-Ándalus para referirse a la realidad actual del pueblo árabe, sometido al imperialismo de los occidentales. Temas como la lucha por la propia identidad le permitían vincular 1492 con el siglo xxi. Francisco Martínez Hoyos

En 2008, el director Paolo Sorrentino y el actor Toni Servillo se dieron a conocer internacionalmente con Il divo, un filme biográfico sobre el exjefe de gobierno italiano Giulio Andreotti. Diez años después repiten jugada con este biopic satírico e hiperbólico sobre el controvertido ex-Cavaliere Silvio Berlusconi.

La favorita DIR.: YORGOS LANTHIMOS. INTS.: OLIVIA COLMAN, EMMA STONE, RACHEL WEISZ. GÉNERO: DRAMA

El personalísimo Yorgos Lanthimos (Canino, Langosta) filma por primera vez un guion ajeno en este drama ambientado en la corte de Inglaterra a principios del siglo XVIII. La reina Ana Estuardo, su favorita, la duquesa Sarah Churchill, y la aspirante a favorita, Abigail Masham, forman un triángulo sentimental en este apasionante relato de intrigas palaciegas.

El vicio del poder DIR.: ADAM MCKAY. INTS.: CHRISTIAN BALE, AMY ADAMS, STEVE CARELL. GÉNERO: BIOPIC

El empresario Dick Cheney está considerado como uno de los vicepresidentes con más influencia y poder en la historia de Estados Unidos. Como segundo de George W. Bush, parece que movió los hilos de la política exterior en su propio beneficio. El vicio del poder narra su ascenso en la política hasta que se convirtió en el perfecto “hombre en la sombra”.

CINE

Atardecer DIR.: LÁSZLÓ NEMES. INTS.: JULI JAKAB, VLAD IVANOV, SUSANNE WUEST

DRAMA

El ocaso de Austría-Hungría Tras la multipremiada El hijo de Saúl (2015), el director László Nemes regresa con Atardecer, un drama exquisitamente ambientado en Budapest en 1910. El realizador magiar narra la historia de una joven huérfana que llega a la capital húngara con la esperanza de trabajar en la

antigua tienda de sombreros de sus padres. La búsqueda de empleo y de un hermano que no sabía que tenía le sirve a Nemes para, al igual que hizo con Auschwitz en la anterior película, sumergir al espectador en las agitadas calles de Budapest previas al estallido de la Primera

Guerra Mundial. La cámara se pega a la protagonista durante toda la película con el propósito de transmitir una experiencia subjetiva y sensorial. Su sensación de confusión ante los acontecimientos que está viviendo se traslada al espectador. Y su admiración ante la belleza crepuscular de los escenarios que recorre, también. Atardecer es un viaje a las grietas del Imperio austrohúngaro como nunca antes se habían filmado. Carlos Joric

BÉLICO

Bajo el mar En 1981 se estrenó el claustrofóbico Das Boot: El submarino, uno de los mejores filmes sobre la guerra naval de la II Guerra Mundial. Más de tres décadas después llega su secuela en forma de miniserie de ocho episodios, que emite en España el canal AMC. Situada en el otoño de 1942, cuando el signo de la contienda estaba cambiando en contra de Alemania, la serie narra la historia de la tripulación de un submarino alemán y, en paralelo, la de varios miembros de la Resistencia francesa que operan en La Rochelle, el puerto francés donde los nazis crearon una de las más importantes bases navales de submarinos. Vemos así cómo se desarrolla la vida en el interior de un submarino U-612, llena de incomodidades y peligros, y las actividades de los partisanos en la Francia ocupada, no menos arriesgadas. C. J.

Das Boot CREADOR: TONY SAINT. INTS.: VICKY KRIEPS, TOM WLASCHIHA, THIERRY FRÉMONT

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FOTO CON HISTORIA

LA FICHA FECHA 1952. IMAGEN Fulgencio Batista hace cam-

paña en las calles de La Habana.

CUBA NO ERA LIBRE ra un simple sargento, pero en 1933 llegó su oportunidad. Fulgencio Batista (1901-73) intervino en una exitosa conspiración para derrocar al gobierno cubano. Concluido el golpe de mano, se nombró a sí mismo coronel y jefe de las Fuerzas Armadas. Durante los años siguientes controló a los diversos mandatarios, hasta que en 1940 él mismo asumió el poder por la vía electoral. Acabado su

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mandato, partió a Estados Unidos. Hizo campaña para regresar a la presidencia en 1952, como se aprecia en la fotografía de este mes, en la que conduce por La Habana con el eslogan “Este es el hombre”. Sin embargo, ante la imposibilidad de ganar limpiamente, optó por el golpismo. Comenzó entonces un período de brutalidad y corrupción en el que estuvo sometido a la mafia estadounidense, tal como

refleja la película El padrino. Parte II. La oposición se organizó en el Movimiento 26 de Julio. Fidel Castro unió las fuerzas del campo y de la ciudad, de forma que, tras una larga lucha de guerrillas, entró en La Habana a principios de 1959. Batista se exilió con una inmensa fortuna para establecerse en la República Dominicana de Trujillo y, más tarde, en el Portugal de Salazar, otros dos famosos dictadores.