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Nº 618 / 4,95 & SACRIFICIOS HUMANOS El lado oscuro del antiguo Egipto MAGALLANES Las trabas que tuvo que vencer para za

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Nº 618 / 4,95 &

SACRIFICIOS HUMANOS El lado oscuro del antiguo Egipto MAGALLANES Las trabas que tuvo que vencer para zarpar LA BELLE ÉPOQUE Cuando la euforia conquistó París

frenarse a

HITLER? EL POLÉMICO PAPEL DE LA DIPLOMACIA BRITÁNICA EN 1938

Andorra 4,95 F Canarias 5,10 F Portugal (cont.) 5,50 F

r e i s s do ¿Pudo

EN EL FOCO EL TERCER HOMBRE Y LA MISTERIOSA VIENA DE LOS ESPÍAS

2 H I STO R I A Y V I DA

SUMARIO

09 / 2019

78

EL CORAZÓN DE LA FIESTA Diversión y desenfreno antes del abismo

ARTÍCULOS 46 Sacrificios humanos La arqueología reveló que se dieron en los inicios de la era faraónica. ¿Por qué? J. M. Parra, doctor en Historia Antigua y escritor.

54 El plan de Magallanes Hace 500 años, el portugués tuvo que vencer todo tipo de problemas para iniciar su viaje a la Especiería. J. Calvo Poyato, doctor en Historia Moderna.

62 Clara Schumann Se cumplen 200 años del nacimiento de esta extraordinaria pianista de complicada vida personal. M. Aldave, periodista.

68 Nasca Mientras avanzan las investigaciones sobre las líneas de Nasca, Perú intenta preservarlas con dificultades. A. Echeverría, periodista.

78 La Belle Époque Tras la I Guerra Mundial se idealizó el mundo anterior a 1914: la joie de vivre, el arte, el espectáculo... Todo con París como centro. I. Margarit, doctora en Historia.

84 Ciencia PLÁSTICOS Estos materiales presentan muchas ventajas, pero su mala gestión amenaza el ecosistema.

25 APLACAR A HITLER El primer ministro británico Neville Chamberlain intentó refrenar a Hitler con una política de concesiones. ¿Hasta qué punto fue o no un ingenuo? ¿Pudo evitarse la guerra? C. Joric, historiador y periodista.

J. Martín García, periodista.

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SUMARIO SECCIONES 08 En breve 12 Primera plana BULLYING Hizo falta un largo camino para que nuestra sociedad fuera consciente de la existencia y gravedad del acoso en la escuela. G. Toca Rey, periodista.

16 Lugares BONIFACIO La leyenda rodea este rincón de Córcega. Atención a la “escalinata del rey de Aragón”...

18 Anécdotas 20 Arqueología BEHISTÚN

20

ARQUEOLOGÍA

© The Estate of Alexander Wheeler Wainman, Serge Alternês (John Alexander Wainman).

La clave del cuneiforme

Una colosal inscripción en la antigua Persia se convirtió en la piedra de Rosetta que ayudó a descifrar la escritura cuneiforme. J. Vidal, historiador.

88 Agenda 92 Libros - Sicilia - La vanidad de la caballería - Reportero - Cartas de Rusia

96 Cine - Downton Abbey - Viento de libertad - Sordo

98 Foto con historia EL BULO DE MONTANELLI

88 Agenda

“Más allá de las trincheras...”, Wainman en el MHC.

96

Cine Downton Abbey

¿Caballos contra tanques? El periodista italiano mitificó la derrota polaca frente a Hitler.

Créditos fotográficos: Aci Agencia de Fotografía: pp. 22, 67, 75. Álbum Archivo Fotográfico: pp. 31, 39, 50-51, 52, 61, 82, 85, 94. Álbum Archivo Fotográfico / Agencia EFE: p. 14. Aurimages: pp. 47, 73. Cordon Press: pp. 53, 65, 73. Edu García: p. 7. Getty Images: portada y pp. 3, 20-21, 23, 25, 26-27, 28-29, 30, 32-33, 33, 34-35, 36-37, 38-39, 40, 40-41, 42, 43, 44-45, 48, 49, 60, 62-63, 76, 78-79, 80, 81, 86, 98. Getty Images / iStock: pp. 11, 12-13, 15, 56-57, 64, 66, 68-69, 70-71, 72, 76-77, 83, 84-85, 87. PhotoAISA: pp. 29, 34, 55. Shutterstock.com: p. 74. Cortesía de Museu d’Història de Catalunya: pp. 4, 89. Cortesía de Universal Pictures España: pp. 4, 96. Cortesía de Fundación Casa de Alba: p. 10. Cortesía de Planeta: p. 11. Cortesía de MET, Nueva York: pp. 11, 18, 51, 57. Cortesía de Alianza: p. 14. Cortesía de Museo del Ejército, Museo Thyssen, MNAD, Casa Museo Lope de Vega, Museo del Prado, Museo Nacional de Escultura, Salle du Jeu de Paume, Domaine de Chantilly, Museo Guggenheim-Bilbao: pp. 88-91. Historia: p. 91. Cortesía de Ático de los Libros, Gatopardo Ediciones, Península, Acantilado, CM Editores, Pàmies, Astiberri: pp. 92-95. Cortesía de Caramel Films, Avalon, Filmax: pp. 96-97. Pixabay / Pexels (p. 3), ahundt (pp. 8-9), Lebensmittelfotos (p. 19), ulleo (p. 92). The Noun Project / Laymik: p. 19. CC: pp. 4, 16-17, 17, 18, 19, 59, 93, 95. Archivo HISTORIA Y VIDA. Infografía y cartografía: Enric Sorribas / Geotec: pp. 21, 42, 58-59, 71.

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EDITORIAL DIRECTORA Isabel Margarit REDACTORA JEFE Empar Revert REDACCIÓN Francisco Martínez Hoyos MAQUETACIÓN Mercedes Barragán COLABORADORA Amelia Pérez (corrección) DISEÑO Feriche & Black (2008) Publicidad GODÓ STRATEGIES, S.L.U. DIRECTOR GENERAL Pere G. Guardiola DIRECTOR PUBLICIDAD BARCELONA Joan Ferrando DIRECTOR COMERCIAL MADRID Rubén Cordero DIRECTORA MARKETING OFFLINE Mar Glandié Av. Diagonal, 477, 1.ª pl. 08036 Barcelona Tel.: 93 344 30 00. Fax: 93 344 31 88 María de Molina, 54, 4.ª pl. 28006 Madrid Tel.: 91 515 91 00. Fax: 91 515 91 09 Edita: GODÓ VERTICAL MEDIA, S. L. Av. Diagonal, 477, 9.ª pl. 08036 Barcelona www.historiayvida.com E-mail: [email protected]

PRESIDENTE Javier Godó, conde de Godó CONSEJERO DELEGADO Carlos Godó Valls ADJUNTO A LA PRESIDENCIA Ramon Rovira EDITORA DE VANGUARDIA DOSSIER Y LIBROS DE VANGUARDIA Ana Godó DIRECTOR GRAL. CORPORATIVO Jaume Gurt DIRECTOR GRAL. COMERCIAL Pere G. Guardiola DIRECTOR GRAL. DE NEGOCIO AUDIOVISUAL Jaume Peral DIRECTOR GRAL. DE NUEVOS NEGOCIOS Y CDO David Cerqueda

CONSEJO DE REDACCIÓN Màrius Carol, Juan Eslava, M. Ángeles Pérez Samper, Álex Rodríguez, Enric Sierra, Josep Tomàs Cabot

Atención al cliente y suscripciones: Teléfono: 902 180 830 E-mail: [email protected]

Depósito legal: B.8784-1968. ISSN: 0018-2354 Fotomecánica: La Vanguardia Ediciones, S. L. Imprime: Jiménez-Godoy, S. A. Distribuye: MARINA BCN DISTRIBUCIONS, S. L. Calle E, 1 (esq. c/6) Pol. Industrial Zona Franca 08040 Barcelona. Tel.: 93 361 36 00

Revista controlada por

GUERRA IMPARABLE

O

chenta años después del inicio de la Segunda Guerra Mundial sigue planeando una incógnita: ¿pudo frenarse a Hitler? Desde la llegada del Führer al poder en 1933 y su progresiva vulneración del Tratado de Versalles, Alemania fue una amenaza para la paz. Los nazis comenzaron por afianzar su dominio en el interior del país, mediante la intimidación y el terror hacia colectivos como los judíos. De modo paralelo, emprendieron el rearme e iniciaron la espiral expansionista del Tercer Reich. Pese a estos signos beligerantes, Neville Chamberlain, primer ministro británico, lideró el apaciguamiento, una política conciliadora, avalada, entre otros, por Francia. El fantasma de una nueva guerra condicionaba las acciones de las democracias europeas. También el temor al comunismo. La Conferencia de Múnich fue el punto álgido de esta estrategia. En aquel pacto, que comprometía a los firmantes a una serie de concesiones, los gobiernos británico y francés aceptaron la anexión por parte de Alemania de la región checa de los Sudetes. Creían que la desmembración de Checoslovaquia era un mal menor para apaciguar a Hitler. Pero, meses después, el 1 de septiembre de 1939, el ejército nazi contravenía los puntos acordados y atravesaba la frontera polaca hacia Danzig. Dos días más tarde, Gran Bretaña y Francia declaraban la guerra a Hitler. Los hechos daban la razón a los detractores de Chamberlain. Entre ellos, Winston Churchill. El que se convertiría en su sucesor había sido tajante con el premier a su regreso de Múnich: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... Elegisteis el deshonor y tendréis la guerra”. El relato histórico posterior ha denostado la figura de aquel primer ministro que, para muchos, tuvo en sus manos parar a Hitler. No obstante, en los últimos años se está restando trascendencia al fracaso político del británico. Incluso se valora que los meses previos a la guerra fueron decisivos para el rearme de Gran Bretaña. El propio Hitler admitió en 1945: “Teníamos que haber ido a la guerra en 1938...”. El debate sigue abierto, aunque la pasividad de la Europa democrática en los años previos espoleó, sin duda, la locura imperialista del Tercer Reich. Antes o después, la guerra era imparable.

Isabel Margarit, directora

PORTADA El canciller alemán Adolf Hitler ejecuta el saludo nazi en un acto público, c. 1936.

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EN BREVE CINE

SIGAN AL TERCER HOMBRE Se cumplen 70 años del estreno de El tercer hombre, que mostró una singular cara de Viena: la de la Guerra Fría. Muchas de sus localizaciones pueden verse hoy.

E

l tiempo del idealismo había pasado ya. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la prioridad ya no era combatir el fascismo, sino sobrevivir en una Europa devastada. Viena estaba ocupada por los aliados. Estadounidenses, británicos, franceses y soviéticos se repartieron su control en una división cuatripartita semejante a la de Berlín. Muy lejos quedaba el glamur de los tiempos de Sisi, con sus fiestas a ritmo de vals, o el esplendor modernista de principios del siglo xx. La Guerra Fría convirtió la capital austríaca en la ciudad de los espías. Comunistas y capitalistas hicieron en ella importantes intercambios de agentes. Mientras tanto, otras actividades se desarrollaban al margen de la ley. En una Viena rota por los bombardeos, los antibióticos eran un bien

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muy escaso fuera de los hospitales militares. Los contrabandistas aprovechaban para traficar con una penicilina diluida en agua. Las dosis aumentaban, y, con ellas, el beneficio, pero el producto resultante no servía para nada. Muchos pagaron las consecuencias, niños incluidos. Recordamos este episodio sombrío de la posguerra gracias a un clásico del séptimo arte, estrenado ahora hace 70 años. En El tercer hombre, de Carol Reed, Holly Martins (Joseph Cotten) es un escritor que llega a una Viena desangelada y tenebrosa. Espera reunirse con su amigo Harry Lime (Orson Welles), pero, antes de que puedan encontrarse, este muere atropellado por un automóvil. Martins sospecha que puede tratarse de un asesinato e inicia una investigación que pronto le sumerge

en un mundo inquietante. Descubre que el difunto se dedicaba a realizar turbios manejos con la penicilina en el mercado negro. No será la única sorpresa.

La mano de Greene El guion corrió a cargo del británico Graham Greene, un escritor especializado en crear situaciones de ambigüedad política o moral. Para realizar su trabajo, Greene sintió la necesidad de abordar la historia primero en forma de novela, trabajo que acabaría publicándose en 1950. El azar jugó a favor de la película. Durante la filmación, Carol Reed escuchó un músico desconocido que tocaba en una taberna, Anton Karas. Al comprobar su virtuosismo con la cítara, el cineasta supo que había encontrado su banda sonora,

09 / 2019 EN LA IMAGEN principal, la Wiener Riesenrad, la noria del Prater, popular parque de Viena. A LA IZQDA., Orson Welles como Harry Lime en El tercer hombre. ABAJO, la actriz italiana

Alida Valli, que interpreta a Anna Schmidt, y Joseph Cotten como Holly Martins en distintos momentos de la película.

WELLES, ASQUEADO, SE NEGÓ A INTERVENIR EN LAS ESCENAS DE LAS ALCANTARILLAS, Y SE RECURRIÓ A UN DOBLE una de las más reconocidas de la historia. Las escenas exteriores difundieron en todo el mundo la imagen de Viena. Ello daría lugar a un turismo cinéfilo, a la búsqueda de las localizaciones del rodaje. Lugares mágicos como el palacio Pallavicini, donde vive Lime, utilizado en la vida real como escenario para recepciones gubernamentales. Martins se aloja en el hotel Sacher, famoso por la tarta de chocolate homónima. La noria gigante del Prater, un mítico parque público, será testigo de una famosa escena del filme: el momento en que Lime observa que los individuos, desde lo alto de la atracción, parecen hormigas. Un momento cumbre del thriller, la persecución en las alcantarillas, se rodó en la canalización del río Danubio. Hubo que utilizar un doble para Welles, porque este,

asqueado por el lugar, se negó a intervenir. Es probable que la idea de ambientar parte de la película en este mundo subterráneo le viniera a Graham Greene de un episodio biográfico. En los años treinta, como miembro del servicio secreto británico, conoció a Kim Philby, el espía que sacó de Viena a socialistas perseguidos por el fascismo a través de aquellas mismas alcantarillas.

Bajo la ciudad En la actualidad, el turismo de cloacas se ha convertido en una de las ofertas más insólitas de Viena. Se trata de una actividad que solo puede realizarse entre los meses de mayo y octubre, por motivos climáticos y de seguridad. Se puede conocer un sistema de desagües que fue pionero en Europa, construido tras la

epidemia de cólera de 1838. Muchas ciudades del continente tomarían nota. El Zentralfriedhof, el cementerio central de Viena, presente en un pasaje, es otro de los escenarios al que dirigen sus pasos los fans de la película, aunque no solo atrae visitantes por El tercer hombre. Allí se encuentran los restos de genios de la música como Mozart, Beethoven o Strauss. En 2005 se inauguró el Museo del Tercer Hombre, espacio que apela a cinéfilos y a cualquiera que desee conocer la Viena posterior a 1945. Su colección se reunió gracias a los desvelos de Gerhard Strassgschwandtner, un admirador de la cinta que llegó a tener en sus manos 2.500 objetos originales, desde el proyector utilizado en su estreno a carteles en distintas lenguas. El British Film Institute escogió en 1999 El tercer hombre como la mejor película británica de todos los tiempos. Críticos míticos como Roger Ebert la consideraron una obra maestra. Su media de valoración en la popular web Rotten Tomatoes es del 99%... Estemos o no de acuerdo con los expertos, la oscura Viena de Reed es tan sublime que seguimos rastreándola setenta años después. Francisco Martínez Hoyos

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EN BREVE

SECRETOS DE UNA FAMILIA CASI REAL EN SEPTIEMBRE se abre parcialmente al público el palacio de Liria (Madrid), residencia de los duques de Alba, solo superada entre las grandes mansiones de la capital española por el palacio de Oriente. Se construyó en el siglo XVIII en estilo neoclásico, a partir de la moda imperante en París. Se ha atribuido el mérito al arquitecto Ventura Rodríguez, pero parece que se limitó a completar los trabajos del francés Louis Guilbert. El edificio sufrió graves daños en la Guerra Civil, por lo que tuvo que ser reconstruido. Hoy, además de una importante biblioteca, alberga una colección de pintura con obras maestras como el retrato de la XIII duquesa de Alba (en el centro, 1795), musa de Goya. Francisco Martínez Hoyos

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09 / 2019 CONSULTAS ¿VICTORIA Y ALBERTO FUERON TAN FELICES COMO SE CUENTA? María A.

MET / Legado de Mary Sheldon Lyon, 1947.

Cánovas

Sí y no. La reina británica y su consorte [hyv 617; abajo] estaban muy enamorados, pero también protagonizaron discusiones épicas. Ella estaba encantada con su “ángel”, pero también deseaba que tuviera muy presente que era la reina, no solo su esposa. Como sus frecuentes embarazos la obligaban a dejar a un lado los asuntos políticos, él tendía a asumir sus funciones. La soberana no llevaba muy bien sus intervenciones, porque se sentía sustituida. Arturo López

CARTA DEL MES CARCELEROS DE REYES

La presencia vikinga en España (hyv 617) fue mucho más importante de lo que acostumbramos a imaginar. Una expedición que regresaba de Italia a las órdenes de dos caudillos, Björn y Hasting, subió por el Ebro en 859 gracias a los drakkar. Este tipo de embarcación, muy apto para aguas poco profundas, proporcionó a su flota una movilidad extraordinaria. En Pamplona, estos guerreros temibles apresaron a su monarca, García Íñiguez. Tras ser soltado, el soberano tuvo que reunir 70.000 monedas de oro para obtener la libertad de sus hijos, que permanecieron como rehenes. Esta fue una gran victoria, pero los nórdicos iban a saborear la amargura de la derrota poco después, en Galicia, al verse derrotados por un general, el conde Pedro, a las órdenes de Ordoño I de Asturias. Juan Carlos López

PUEDES ESCRIBIRNOS a redaccionhyv@ historiayvida. com o a la dirección postal HISTORIA Y VIDA. Av. Diagonal, 477, pl. 16. 08036 Barcelona (España). HISTORIA Y VIDA se reserva el derecho a editar las cartas recibidas.

¡ESCRÍBEN Y GANA ES OS TA NOVELA! HISTO RIA Y

VIDA prem iará la próxima c arta del mes con Algún día, ho y, de Ángela Becerra (Pla neta). En la carta, de has ta diez líneas , deben consta r nombre, dirección y telé fono.

¿QUIÉN FUE EL PRIMER ASESINO EN SERIE DE LA HISTORIA? Fernando Linares

Se suele señalar al aristócrata francés Gilles de Rais (1405-1440), acusado de torturar, violar y matar a un mínimo de 140 niños. Su perfil inspiró en 1697 al escritor francés Charles Perrault el personaje de Barba Azul. Existen, sin embargo, diversos precedentes. El serial killer más antiguo que conocemos actuó en China entre los años 144 y 116 a. C. En ese lapso, Liu Pengli, príncipe de Jidong, asesinó a al menos un centenar de personas. El emperador ordenó su exilio en lugar de su condena a muerte porque se trataba de su sobrino. Carlota Reinoso

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PRIMERA PLANA

EL BULLYING, ANTES Y AHORA ¿Qué ha hecho falta en la historia para que la sociedad fuese consciente de la existencia y la gravedad del acoso escolar? GONZALO TOCA REY, PERIODISTA

C

ada dos o tres meses, como un lento y trágico goteo, las noticias sobre las consecuencias letales del bullying salpican las portadas de los periódicos. Los nombres de las víctimas se acumulan. Andrés se suicidó en Madrid en abril con solo 16 años, y no fue ni siquiera el primero que decidió que ya no aguantaba más en su colegio. Lo

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precedió una joven discapacitada, Aránzazu, que se despidió por WhatsApp antes de tirarse por la ventana en 2015. Muchas familias se han preguntado por qué estamos actuando tan tarde. ¿Acaso el bullying no es un fenómeno contrastadísimo desde hace décadas? ¿De verdad eran necesarios los suicidios mediáticos y la alarma social para afrontar el proble-

ma? El año pasado supimos que España había superado por primera vez en 2017 el millar de víctimas de acoso escolar, que se habían sumado 110 casos nuevos desde 2016 y que la mayoría de las víctimas tenían entre 12 y 14 años. Es verdad que, probablemente, estas cifras no sean tan distintas a las de los ochenta o los noventa, cuando el acoso en el cole-

09 / 2019 la definición de lo que entendemos hoy como bullying solo comenzó a fraguarse hace menos de cincuenta años. Hasta entonces, los estudios no lo trataban, generalmente, como una forma de mal comportamiento infantil. Se centraban en cuestiones como la falta de atención, la deshonestidad (mentiras, pequeños hurtos) o el hecho de que los chavales fumasen. En el plano de los comportamientos agresivos entre menores, los expertos se ocupaban esencialmente de los robos. El investigador y psicólogo noruego Dan Olweus ayudó a cambiar esta situación para siempre. Olweus publicó los primeros estudios sistemáticos sobre acoso escolar en los años setenta. En el primero de ellos se analizaban los casos de 800 niños. Después, en la década de los ochenta, en

LA DEFINICIÓN DE LO QUE ENTENDEMOS COMO BULLYING SOLO COMENZÓ A FRAGUARSE HACE MENOS DE 50 AÑOS

gio, salvo en situaciones extremas, apenas se tomaba en serio. Ahora se denuncia más y el fenómeno acapara muchas más portadas. En paralelo, la alarma social y las medidas que han tomado algunas comunidades autónomas parecen estar dando resultado. La lucha, por supuesto, continúa. Este año, la Comunidad de Madrid ha promulgado un decreto que obli-

ga a los centros, profesores y alumnos a informar a las autoridades correspondientes de las situaciones de abuso que conozcan. El ayuntamiento de Valencia ha lanzado una aplicación móvil que permite denunciar de forma anónima. Aun así, el interrogante de las familias sigue flotando en el ambiente. ¿Por qué no se hizo antes todo esto? Para empezar,

medio de una nueva sensibilidad social, lideró como asesor del gobierno de su país la lucha para garantizar la seguridad de los alumnos en las escuelas como un derecho fundamental. En 1982, tres adolescentes de entre 10 y 14 años se habían suicidado en el norte de Noruega tras ser víctimas del acoso de sus compañeros. En 1993, Olweus publicó su memorable ensayo Bullying at school: What we know and what we can do (Bullying en la escuela: lo que sabemos y lo que podemos hacer), una de las sensaciones editoriales del año en Europa y Estados Unidos. En tres decenios, el quijotesco académico noruego había conseguido grabar a fuego la importancia del bullying escolar en las agendas de miles de expertos, políticos y padres. Ciertamente, también aprovechó un momento histórico en el que la violencia entre los niños había empezado a perfilarse como un problema social. En los setenta, la violencia en la escuela escaló hasta ubicarse, por primera vez, entre las diez principales preocupaciones de los estadounidenses, según la consultora Gallup.

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PRIMERA PLANA A LA IZQDA., el

psicólogo noruego Dan Olweus en Madrid en 2007. EN EL CENTRO,

portada de una de las ediciones en inglés de la novela Carrie, de Stephen King. ABAJO, versión

en español de El señor de las moscas.

En 1974 se publicó Carrie, la primera novela de Stephen King, muy exitosa y la que más se ocupa del bullying. Brian de Palma dirigió una película basada en ella solo dos años después. En los ochenta, King volvería a tratar el tema, de forma más matizada, en sus novelas Christine, que se estrenaría también en la gran pantalla, e It, que se versionó en múltiples series de televisión y ha llegado al cine en nuestros días. Por supuesto, Olweus no es el único responsable del concepto de lo que hoy entendemos como acoso en las escuelas. Mientras que sus primeros trabajos reducían estos comportamientos exclusivamente a las agresiones físicas, en los noventa, sin embargo, sus propias publicaciones y las de sus colegas en todo el mundo incorporaron las agresiones verbales y psicológicas. Además, los investigadores de campos tan diversos como la psicología, la criminología, la educación o la sociología exploraron aspectos novedosos. Se llevaron a cabo, igualmente, unos estudios nacionales en distintos países que permitían

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comparar no solo las cifras, sino también las características de un fenómeno que, como se vio, no conocía fronteras.

Una definición Sin una definición clara, sin unos estudios que explicasen el fenómeno, sin identificar los instrumentos que funcionaban y los que no para corregirlo y sin una nueva sensibilidad entre los políticos y las familias, era muy difícil luchar contra esta lacra. El acoso escolar solo se definió como lo conocemos hoy en el siglo xxi. Hablamos de una forma grave de violencia física o psicológica entre niños en la que el agresor o los agresores atacan, con persistencia y premeditación, a unas víctimas que, por miedo insuperable o inferioridad física o numérica, no se pueden defender. Naturalmente, esa definición sigue siendo dinámica y escurridiza. Nadie puede decir la última palabra. Debemos recordar, en ese sentido, la reciente aparición del ciberacoso, vinculado, sobre todo, a las redes sociales, los smartphones y las aplicaciones

de mensajería instantánea. Los niños siguen acosando a sus compañeros con vídeos, imágenes y texto cuando estos consultan sus móviles en lo más íntimo de sus casas, que ya no sirven como refugio. Las nuevas tecnologías han espoleado las agresiones, han ensanchado la definición del bullying tradicional y han complicado su eliminación. Como recuerdan los expertos Sameer Hinduja y Justin Patchin en un análisis publicado por el Cyberbullying Research Center, el ciberacoso se diferencia del bullying en que el agresor puede actuar de forma anónima y “viralizar” sus ataques y humillaciones. Además, no tiene por qué ver las consecuencias directas de sus actos en las víctimas, y es más difícil de controlar que el acoso tradicional por parte de padres y profesores. Para responder al desafío del acoso esco-

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LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, con el ciberacoso,

han complicado la erradicación del acoso escolar.

lar como lo hacemos hoy, esos padres y profesores necesitaban unas condiciones muy específicas. La primera era una sensibilidad que penalizara con dureza la violencia, unida a unos medios de comunicación que informaran sobre las agresiones en los colegios. Esa sensibilidad es el fruto de la tendencia histórica que documentó el profesor de Harvard Steven

inadmisible, los menores deben gozar primero de unos amplios derechos humanos y ser considerados un colectivo especialmente vulnerable. Y eso es algo relativamente reciente. Ahí está para demostrarlo la Declaración de los Derechos del Niño de la Sociedad de Naciones en 1923, que luego amplió la Organización de Naciones Unidas en 1959. Otro gran paso adelante

HABÍA QUE ASUMIR LA CRUELDAD DE LA QUE ERAN CAPACES LOS MENORES, NUESTROS PROPIOS HIJOS Pinker en su ensayo Los ángeles que llevamos dentro (2011). Según él, hemos restringido las agresiones durante los últimos siglos con nuevas regulaciones y costumbres y, por eso mismo, nos encontramos en la era menos violenta de la historia. Las agresiones nunca nos habían parecido tan intolerables como ahora. Otra condición imprescindible pasaba por un cambio profundo en la protección de la infancia. Para que el bullying resulte

lo encontramos en la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989, también de la ONU. Estos acuerdos internacionales reflejan, claramente, hasta qué punto hemos revolucionado nuestra forma de mirar y proteger a nuestros menores durante los últimos cien años. Por último, para responder al desafío del acoso escolar había que asumir antes la maldad y la crueldad de las que eran capaces los propios menores, es decir, nues-

tros propios hijos. No eran solo víctimas; también podían ser verdugos. Esta visión transgresora fue una de las razones por las que la magistral novela El señor de las moscas, de William Golding, de la que Stephen King se siente heredero, tuvo un impacto tan brutal en 1954. Recordemos que dibujaba la sed de poder y dominación de unos chavales, de entre seis y doce años, sobre otros. Es interesante que El señor de las moscas se concibiera como la respuesta distópica a La isla de coral, una novela del siglo xix de Robert Michael Ballantyne en la que los niños eran unos pequeños héroes. ¿Por qué no se actuó mucho antes contra el acoso escolar? Porque no éramos conscientes ni de la crueldad y violencia de los menores como problema masivo, ni de la especial protección que necesitaban los niños ni de cómo definir y explicar un fenómeno que solo algunos habían experimentado en sus vidas y que casi nadie –ni víctimas ni agresores– quería recordar en su edad adulta.

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LUGARES

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BONIFACIO

UNA MÍTICA ESCALINATA PARA LA MAYORÍA de la gente, Córcega es solo el lugar donde nació Napoleón. Pero la isla está llena de rincones que reflejan una historia milenaria, formada a partir de la mezcla de pueblos y culturas. Uno de esos rincones es Bonifacio, localidad edificada sobre impactantes acantilados de caliza blanca. Es el motivo por el que se la conoce como “el Gibraltar corso”. Uniendo la base del acantilado con lo alto del pueblo está la denominada “escalinata del rey de Aragón” (que puede apreciarse a la izquierda de la imagen principal y, en detalle, bajo estas líneas). Según la leyenda, la hizo construir en una noche Alfonso V durante un fallido asedio de sus tropas entre 1420 y 1421. En realidad, sus artífices fueron religiosos franciscanos que pretendían llegar a una fuente de agua potable. Bonifacio proporcionó también inspiración al escritor francés Guy de Maupassant. La empleó como escenario del cuento Una vendetta, que narra cómo una madre anciana venga el asesinato de su hijo. Francisco Martínez Hoyos

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ANÉCDOTAS

LA HISTORIA MÁS INSÓLITA GLORIA DAGANZO, HISTORIADORA

LA CITA “TODOS DECIMOS TONTERÍAS, PERO LOS FILÓSOFOS LAS DICEN EN SERIO”.

MET / Rogers Fund, 1926.

Santiago Rusiñol (1861-1931), pintor y escritor español

ÉTICA PARA KANAJT EL ESCRIBA AMENEMOPE fue el autor, hacia 1100 a. C., de unos consejos para su hijo Kanajt (arriba, copia en un ostracon posterior). Amenemope le recomienda alejarse de las complicaciones y las intrigas. Este es un ejemplo: “Si un pobre te debe mucho / divídelo en tres partes; / perdona dos y deja solo una. / Verás que es un buen modo de vida. / Después de dormir, cuando te despiertes por la mañana / todo te parecerá maravilloso. / Es mejor ser apreciado por amar al prójimo / que acumular riquezas; / mejor saborear el pan con buena conciencia / que tener riquezas cargadas de reproches”.

DISPUESTO A TODO EN 1933, ERNST LUBITSCH (arriba) perseguía a Miriam Hopkins para que participase en su siguiente película. Lubitsch sabía que la actriz y el director King Vidor mantenían un tórrido romance, con lo que era difícil que trabajase con nadie que no fuera su amante. Aun así, logró que Hopkins aceptara leer el guion. Hopkins lo hizo junto a Vidor, y cuál fue su sorpresa al llegar a la última frase: “King, estaré encantado de introducir cualquier cambio que te parezca oportuno. Afectuosamente: Ernst”. Lubitsch consiguió a su estrella.

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¿SABÍAS QUE…? LA PRIMERA MUJER de la historia de España en ser titular de un ministerio fue la militante anarquista Federica Montseny (1905-94). El 7 de noviembre de 1936 tomó posesión de la cartera del Ministerio de Sanidad y Asistencia Pública, puesto donde se mantuvo hasta mayo de 1937.

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LA CIFRA

2.868 diamantes, 17 zafiros, 11 esmeraldas, 5 rubíes y 269 perlas, engarzado todo ello en monturas de oro y plata, son las piedras que conforman la corona imperial británica, elaborada para la coronación de la reina Victoria. Se la considera la pieza de joyería más valiosa del mundo.

LA SUPERÓPERA DE WAGNER EL ANILLO DEL NIBELUNGO, un ciclo de cuatro óperas del alemán Richard Wagner (1813-83), era algo totalmente nuevo para su época. Sus catorce horas de música, interpretadas a lo largo de cuatro días, demandaban un espacio también nuevo, porque los teatros eran demasiado pequeños para la orquesta de cien músicos que requería la tetralogía. Incluso hoy, el foso de la Royal Opera House londinense (en la imagen) no basta, y arpas y tambores deben “okupar” los palcos laterales.

¿Maquillando la edad? TRADICIONALMENTE, REMONTAMOS el origen del cruasán al sitio de Viena de 1683. Los panaderos habrían oído a los otomanos cruzando de noche bajo las murallas de la ciudad y dieron la alerta. Por ello, el emperador Leopoldo I les otorgó privilegios, y ellos habrían celebrado la liberación de la ciudad distribuyendo Hörnchen, brioches en forma de cruasán asociados más tarde a las medias lunas de los estandartes otomanos. Sin embargo, la verdad es que estos “pequeños cuernos” ya se consumían en Europa central en la Edad Media...

¿MEJOR ODIADO QUE AMADO? ¡VAYA ADIVINO! EN 1809, EL NOVELISTA escocés Walter Scott escribió: “Pretender alumbrar las ciudades con gas es una quimera”. Paradójicamente, en sus últimos años, Scott fue presidente de una compañía de alumbrado con gas...

ALBERTO I CANFRANCESCO (1291-1329), príncipe della Scala, comentó al célebre poeta italiano Dante Alighieri (arriba): “No dejo de preguntarme cómo es posible que un hombre tan cultivado como usted sea tan odiado en la corte, mientras que mi bufón es tan amado”. “La razón es muy sencilla, excelencia –contestó Dante–. Apreciamos más a aquellos que se parecen a nosotros”.

Laymik / The Noun Project.

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ARQUEOLOGÍA

LA LLAVE DE LA ESCRITURA Una colosal inscripción en Behistún, en la antigua Persia, se convirtió en la piedra de Rosetta que ayudaría a descifrar este antiguo sistema de escritura. JORDI VIDAL, HISTORIADOR

E

l 15 de julio de 1835, el oficial británico Henry Creswicke Rawlinson escribía una carta a su hermana mayor, Maria Brooke Smith. En la misma le recordaba cuál había sido su reacción cuando le anunció su intención de descifrar la escritura cuneiforme, a partir del estudio de las inscripciones grabadas alrededor de un relieve del rey persa Darío I. Y es que Maria no había podido evitar tomarse con humor aquellas pretensiones un tanto ingenuas de su hermano. Le parecía imposible que pudiese tener éxito allí donde

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hasta entonces habían fracasado reputados expertos en el estudio de lenguas y escrituras antiguas. Se equivocaba.

Un rey en el acantilado El relieve al que hacía referencia Rawlinson era el famoso monumento de Behistún, esculpido en un acantilado, a 90 metros del suelo. El rey aqueménida Darío I había ordenado su creación en el año 520 a. C. para conmemorar su victoria sobre Gaumata el Mago, victoria que le había permitido acceder al trono persa. El lugar elegido para el monumento tenía

una evidente finalidad estratégica, por cuanto se trataba de un punto de paso obligado en la ruta caravanera que unía las ciudades de Ecbatana y Babilonia. De esa forma, Darío se aseguraba de que un flujo constante de viajeros contemplase el recuerdo de su hazaña. El monumento consta de dos partes. La primera es el relieve, donde se representa a un Darío de grandes dimensiones, armado con un arco y acompañado por dos oficiales persas. Con uno de sus pies, Darío somete a Gaumata, detrás del cual figuran nueve líderes rebeldes, también derrotados

BEHISTÚN Mar Caspio Ecbatana

TURKMENISTÁN

Teherán

CUNEIFORME por el rey. El dios Ahura Mazda, sobre el disco alado, preside la escena. La segunda parte está compuesta por una larga inscripción que relata las victorias que condujeron a Darío hasta el trono. La inscripción está escrita en tres lenguas diferentes (persa antiguo, elamita y acadio), y utiliza tres sistemas de escritura cuneiforme distintos, uno para cada lengua. Una vez los artistas terminaron el trabajo, Darío ordenó que se rebajase la ladera del acantilado para evitar que manos enemigas o insensatas pudiesen deteriorar o destruir la obra. Queda claro que el monarca no

escatimó esfuerzos para asegurarse de que el mundo jamás olvidase su gesta.

El olvido de un monumento Sin embargo, si el objetivo de Darío era que la posteridad recordase para siempre su victoria sobre Gaumata, no tuvo demasiado éxito en la empresa. Poco tiempo después de su muerte, el significado del monumento empezó a olvidarse. Así, autores clásicos como Ctesias de Cnido o Diodoro de Sicilia creyeron que, en realidad, se trataba de un relieve dedicado a Zeus por la legendaria reina babilónica Semíramis.

250 km

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Persépolis

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Behistún

Bagdad Babilonia IRAK

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Tampoco la tradición persa acertó a la hora de recordar a su verdadero autor, por cuanto se desarrolló una leyenda que atribuía la obra al rey sasánida Cosroes II, más de mil años posterior a Darío. Los viajeros europeos que, ya en época moderna, visitaron Behistún también erraron en sus interpretaciones. Un ejemplo lo tenemos en la embajada diplomática ante el sah Abas el Grande que encabezaba Anthony Sherley y que pasó por Behistún en 1598. Uno de los miembros de dicha embajada, Abel Pinçon, escribió que se trataba de un monumento griego que representaba la ascensión de Cristo. De nuevo, ni rastro de Darío. Años más tarde, en una fría mañana de enero de 1621, el viajero italiano Pietro della Valle también visitó el lugar. Lo que

SI EL FIN DE DARÍO ERA QUE LA POSTERIDAD RECORDASE SU VICTORIA, NO TUVO DEMASIADO ÉXITO más le llamó la atención, sin embargo, fue la presencia de una gran caravana comercial, lo que confirmaba la importancia estratégica del lugar. Por desgracia, aunque conocía la existencia del relieve, no nos dejó ninguna descripción del mismo. La espesa niebla presente aquel día le impidió contemplarlo. Auténtica mala suerte. Un paso más allá fue el artista escocés Robert Ker Porter, al ser el primer occidental que hizo una representación artística del relieve en 1818. Aun sin comprender el significado último del monumento, intuyó su futura importancia para la ciencia, al

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ARQUEOLOGÍA

“PIRÁMIDES PEQUEÑAS” Un diplomático español se hizo eco de Behistún en el siglo XVII. A PESAR DE QUE la aportación española al desciframiento del cuneiforme fue nula, le corresponde a un español el mérito de haber sido el primer occidental en documentar la existencia de dicha escritura. Nos referimos a García de Silva y Figueroa (1550-1624), diplomático que encabezó la embajada organizada por el rey Felipe III ante el sah safávida Abas el Grande. El objetivo de la misma era, principalmente, el de asegurar la alianza española con los persas frente a la amenaza otomana. LA MISIÓN DIPLOMÁTICA partió del puerto de Lisboa el 8 de abril de 1614 y llegó a Irán el 12 de octubre de 1617. En su camino hacia la corte de Abas, Silva tuvo especial interés en visitar las impresionantes ruinas de Chilminara. Allí, además de describirlas con detalle, tuvo el acierto histórico de relacionarlas con la antigua Persépolis, la capital persa fundada por Darío I. DURANTE LA VISITA notó la existencia de unos signos extraños, tallados en la piedra, que describía como “pirámides pequeñas puestas en diferentes formas”. De nuevo acertadamente, consideró que aquellos signos cuneiformes debían de ser la antigua escritura utilizada por los aqueménidas, por lo que ordenó al pintor que acompañaba a la misión que los dibujase para difundir su hallazgo entre la comunidad internacional. SIN EMBARGO, GARCÍA de Silva y Figueroa no pudo recoger los honores que merecía por los descubrimientos realizados. Murió el 22 de julio de 1624, en alta mar, durante el viaje de regreso a España, víctima del escorbuto.

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escribir, de manera profética: “Qué información preciosa hay allí, a la espera de que un hombre afortunado sea capaz de descifrar la inscripción”. El hombre afortunado fue Rawlinson.

El héroe de la historia Rawlinson poseía una serie de características personales que nos ayudan a entender su papel determinante en el desciframiento del cuneiforme persa. En primer lugar, destacaba por su carácter intrépido y aventurero. Hijo de una adinerada familia inglesa, ingresó muy joven en el ejército británico y, con solo 17 años, fue destinado a la India. Allí protagonizó algunas anécdotas memorables, como la apuesta que realizó con un compañero, que no le creía capaz de recorrer a caballo los 116 kilómetros que separaban Poona de Panwell en menos de cuatro horas. Rawlinson lo hizo en tres horas y siete minutos. En segundo lugar, cabe subrayar su interés y facilidad para el estudio de lenguas orientales antiguas y modernas, unos conocimientos que iban a resultar claves a la hora de descifrar la inscripción de Darío. Una fecha importante en su biografía sería

la de 1833, cuando fue destinado a Persia con el encargo de entrenar al ejército del sah en previsión de una posible invasión rusa. Una vez allí, y al margen de cumplir con sus obligaciones militares, Rawlinson desarrolló un creciente interés por las antiguas inscripciones persas, tan frecuentes en el territorio. Por supuesto, aquel interés le llevó hasta Behistún, con la genial intuición de que era en aquella gran inscripción trilingüe donde iba a encontrar la clave para el desciframiento del cuneiforme. No obstante, antes debía superar un formidable obstáculo: obtener una buena copia de una inscripción a la que Darío no quiso que nadie pudiese acercarse. Ajeno al desaliento, Rawlinson acudió a Behistún en distintas ocasiones entre 1836 y 1844 para copiar aquel larguísimo epígrafe. Se vio obligado a idear un complejo sistema de cuerdas y escaleras para, con un evidente riesgo de su propia vida, alcanzar las partes más inaccesibles de la inscripción. A pesar de aquellas dificultades, en el verano de 1844 ya había sido capaz de copiar prácticamente todo el texto. Tan solo le faltaba la parte acadia, tarea que completaría en 1847. Sin em-

BEHISTÚN

SECCIÓN de la inscripción. A la izqda., Rawlinson en Behistún, según una litografía de c. 1920.

PARA COPIAR EL LARGUÍSIMO EPÍGRAFE, RAWLINSON TUVO QUE IDEAR UN SISTEMA DE CUERDAS Y ESCALERAS bargo, lo que le iba a reservar un puesto de honor en los libros de historia no fueron sus habilidades acrobáticas en el acantilado de Behistún. Su gran proeza fue otra.

Las palabras de Darío Cuando, a mediados de la década de 1830, Rawlinson inició sus estudios para descifrar el cuneiforme persa, sabía que en Europa otros autores, como Grotefend, Burnouf o Lassen, también estaban trabajando sobre la cuestión. Sin embargo, él tenía una ventaja decisiva, y es que no debía basarse en copias ajenas de las inscripciones, no siempre fiables, sino que podía consultarlas directamente, incluyendo la gran inscripción de Behistún. A partir de aquel texto, Rawlinson utilizó el mismo punto de partida que Grotefend

había usado años atrás. Asumiendo la posible estructura narrativa de la inscripción de Behistún, aisló los grupos de signos cuneiformes que, en su opinión, podían corresponder a nombres de reyes aqueménidas y su correspondiente titulatura. Una vez comprobó que los resultados obtenidos eran coherentes, y que era capaz de leer el nombre de Darío y toda su genealogía, procedió a identificar los nombres de distintas satrapías persas. El siguiente paso fue, aprovechando los valores fonéticos conocidos, empezar a leer el vocabulario y analizar las inflexiones gramaticales, algo que pudo llevar a cabo gracias a su conocimiento de otras lenguas indoeuropeas. Finalmente, se centró en el estudio de los principios ortográficos del cuneiforme persa, identificando el valor diferente de los signos consonánticos en función de la vocal que los seguía. Rawlinson fue remitiendo de forma puntual a la Royal Asiatic Society de Londres los informes con sus progresos en el desciframiento, hasta que en 1846 ya pudo leer completamente la sección persa de la inscripción de Behistún. Por sí solo, aquel desciframiento ya era un logro sensacional,

pero tenía un valor añadido: el hecho de disponer de inscripciones cuneiformes trilingües con uno de los idiomas ya descifrado abría la posibilidad al desciframiento de las otras dos lenguas, de la misma forma que hizo Champollion con los jeroglíficos egipcios a partir de la piedra de Rosetta. De ahí que, acto seguido, Rawlinson se embarcase en el estudio de la sección acadia de la inscripción de Behistún. También en aquella empresa tuvo éxito y, junto con otros autores, como el reverendo irlandés Edward Hincks, logró descifrar los antiguos textos mesopotámicos. Pero esa ya es otra historia.

PARA SABER MÁS ENSAYO ADKINS, Lesley. Empires of the plain. Henry Rawlinson and the lost languages of Babylon. Londres: Harper Collins. En inglés. HOOKER, J. T. Leyendo el pasado. Antiguas escrituras del cuneiforme al alfabeto. Madrid: Akal, 2003. INVERNIZZI, Antonio. Il genio vagante. Babilonia, Ctesifonte, Persepoli in racconti di viaggio e testimonianze dei secoli XII-XVIII. Turín: Edizioni dell’Orso, 2005. En italiano.

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DOSSIER ¿SE EQUIVOCARON ALEMANIA Y FRANCIA?

El apaciguamiento Por CARLOS JORIC

26 APLACAR A HITLER 36 EL ENIGMA DE MÚNICH

APLACAR A HITLER Desde su toma de poder en 1933, el canciller alemán fue avanzando de forma paulatina en sus planes expansionistas. A sus continuos desafíos, Francia y Gran Bretaña respondieron realizando sucesivas concesiones. Fue lo que se conocería como la “política de apaciguamiento”. CARLOS JORIC, HISTORIADOR Y PERIODISTA

E

l 30 de enero de 1933, las miradas de medio mundo se volvieron hacia Berlín: Adolf Hitler acababa de ser elegido canciller de Alemania. La actitud beligerante del líder del partido nazi, su agresivo discurso ultranacionalista, racista y expansionista, plasmado como una siniestra advertencia en su libro Mi lucha (1925), y sus críticas al Tratado de Versalles (1919), que amenazaba con incumplir, no hacían presagiar un futuro demasiado estable y pacífico en Europa. Aun así, su llegada al poder no causó una excesiva preocupación en las dos potencias europeas, Gran Bretaña y Francia. ¿Por qué? La principal razón de esta “tranquilidad” es que, en 1933, la imagen que se tenía de Hitler, tanto dentro como fuera de Alemania, distaba mucho de la que se tendría solo unos años después. Desde la izquierda se lo consideraba poco más que un

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charlatán demagogo, una marioneta “con bigote a lo Charles Chaplin” manejada por los grandes empresarios alemanes. Desde la derecha más tradicional se lo veía como un simple agitador de masas, como el líder de un partido de protesta, sin apenas programa político, que se había ganado a una parte del electorado a través de una eficaz retórica populista, pero que, una vez en el poder, sería fácilmente manejable por las demás fuerzas derechistas. En muchos aspectos, a Hitler se le consideraba un Mussolini alemán; un político fascista que, al igual que el dictador italiano, aplastaría a la izquierda de su país, pero no crearía grandes problemas fuera de sus fronteras. Por eso, cuando el líder del partido nazi fue nombrado canciller, la opinión mayoritaria fue que, al haber mostrado su disposición a trabajar en un gobierno de coalición con la otra gran fuerza conservadora, el Partido Nacional del

Pueblo Alemán, Hitler se vería obligado a moderar su discurso fanático y a reajustar su política. Esta interpretación, reflejada en la prensa de la época, era consecuencia de una actitud muy común en esos años: infravalorar y subestimar a Hitler. No tardarían en darse cuenta de su error.

El dictador incontrolable La consolidación de Hitler en el poder estuvo acompañada de una brutal campaña de intimidación y represión interna. Durante los primeros meses de su mandato, el canciller persiguió a sus adversarios políticos, hostigó a la población judía y acalló las voces discordantes dentro de su propio círculo de acólitos (la matanza de la Noche de los Cuchillos Largos). En apenas año y medio, tras la muerte del presidente Hindenburg en agosto de 1934, Hitler se hizo con poderes dictatoriales en Alemania. La prensa internacional informó

APACIGUAMIENTO FRACASA LA SOCIEDAD DE NACIONES Se creó para mantener la paz mundial, pero nació con flaquezas FUNDADA EN 1919 como parte del Tratado de Versalles, la Sociedad de Naciones empezó con mal pie. Su principal impulsor, el presidente estadounidense Woodrow Wilson, vio cómo el Senado rechazaba el ingreso de su país en la organización. La ausencia de EE. UU., que se había erigido en la primera potencia tras la guerra, marcaría decisivamente el devenir de este organismo. Aun así, durante la década de 1920, la Sociedad de Naciones (en la imagen, reunión de su Consejo en 1929) logró algunos éxitos: medió en varios conflictos territoriales e impulsó acuerdos que reforzaron la seguridad colectiva, como el de Locarno (1925) o el Briand-Kellogg (1928).

SIN EMBARGO, CUANDO las relaciones internaciones se enturbiaron a partir de la crisis de 1929, la Sociedad de Naciones mostró sus debilidades. La invasión japonesa de Manchuria (1931) puso de manifiesto por primera vez su incapacidad para reaccionar ante un conflicto militar. La institución carecía de fuerza armada, por lo que dependía de la voluntad de los cuatro miembros permanentes: Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón. El abandono de la organización de los dos últimos (más Alemania, que había ingresado en 1926) y las diferencias entre los dos primeros en cuestión de desarme precipitaron su disolución, que se haría efectiva tras la guerra.

ESCOLARES realizan el saludo nazi, c. 1933. En la pág. anterior, Hitler (a la izqda.) en un desfile, 1931.

LAS ÉLITES EUROPEAS TEMÍAN EL COMUNISMO, Y CREÍAN QUE MUSSOLINI Y HITLER AYUDARÍAN A PONERLE FRENO ampliamente sobre la represión nazi, denunciando su violencia y criticando su menosprecio por la legalidad. Pero no dejó de minimizar sus efectos de puertas afuera. Se consideró un asunto interno de Alemania que no tendría por qué tener un reflejo directo en su acción exterior. No solo se trató con excesiva indulgencia la política de Hitler, sino que, durante esos primeros años en el poder, existió una corriente de opinión en las democracias occidentales, proveniente de los sectores más conservadores (aunque no solo de la

extrema derecha), muy favorable al régimen nazi. No es que esta corriente aprobase sus métodos violentos, pero sí aplaudía determinados aspectos de su política, como la restauración del orden social, la defensa de la unidad nacional, la recuperación económica y, sobre todo, la lucha contra el bolchevismo. Aunque la Revolución Rusa había triunfado en un país lejano, sin tradición democrática y con un régimen autocrático y sumamente represivo, el eco de la furia bolchevique se extendió como el sonido de una alarma por

todo el continente. Las élites europeas, temerosas de que el comunismo se propagara por sus países, consideraban que líderes autoritarios como Hitler o Mussolini ayudarían a ponerle freno. Esta ola de simpatía hacia el régimen nazi ni siquiera se resintió mucho cuando el Führer dio las primeras muestras de querer rearmar a Alemania. Su retirada en 1933 de la Conferencia de Desarme de Ginebra y su abandono de la Sociedad de Naciones provocaron cierta intranquilidad en Europa (sobre todo en Francia, que era la po-

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DOSSIER

La primera concesión a Hitler ¿POR QUÉ ACEPTÓ GRAN BRETAÑA EL INCREMENTO DE LA MARINA ALEMANA? EL PROGRESIVO ACERCAMIENTO entre Alemania y Gran Bretaña durante los primeros años del nazismo se materializó en forma de tratado en 1935. Los dos países firmaron un acuerdo naval que regulaba el tamaño de la Kriegsmarine (abajo, naves germanas): solo podría alcanzar un tonelaje del 35% con respecto a la Royal Navy. Este pacto, que contravenía las limitaciones del Tratado de Versalles,

fue firmado por Inglaterra a expensas de Francia, lo que originó un conflicto diplomático. ¿Qué motivó esta decisión británica que puso en riesgo su amistad con los franceses? ESTE ACUERDO NAVAL fue el primer intento de Gran Bretaña de apaciguar el ímpetu belicista de Hitler. Tras conocer que Alemania había reinstaurado el servicio militar obligatorio y se estaba rearmando por tierra

y aire, Londres buscó controlar su desarrollo naval fijando unas cifras que, aunque generosas, permitían a los británicos seguir manteniendo su preponderancia militar en el mar. El acuerdo fue interpretado por Francia como un gesto de acercamiento a Alemania, por lo que aceleró sus planes de cooperación con la Unión Soviética. Nunca los aliados más estrechos del siglo XX estuvieron tan distanciados.

tencia que más amenazada se sentía por un posible resurgimiento militar alemán), pero en general no despertaron demasiada preocupación. En Gran Bretaña, donde el Tratado de Versalles fue criticado casi desde el principio por una parte de la sociedad y el resurgimiento alemán se consideraba necesario para mantener el equilibrio de fuerzas en el continente, se mostraron tolerantes con Hitler. Su retirada fue justificada como una reacción lógica ante la injusticia que en cuestión de desarme suponía el tratado de 1919 para Alemania.

Durante los meses siguientes, Hitler alimentó esa corriente de opinión insistiendo una y otra vez en sus declaraciones sobre su deseo de garantizar la paz en Europa. Su única pretensión, como se encargó de difundir reiteradamente la propaganda del régimen, era reparar los errores del Tratado de Versalles y proteger a las minorías germanas que vivían “hostigadas” en otros países. Sin embargo, el canciller no tardó mucho en mostrar sus verdaderas intenciones. En 1935 anunció la reinstauración del servicio militar obligato-

rio y su pretensión de crear un ejército de medio millón de hombres, cuatrocientos mil más de lo dispuesto en Versalles. Además, comunicó a Londres que había alcanzado la paridad en armamento aéreo. Esta noticia produjo una gran alarma en la opinión pública británica. Por una parte, generó una auténtica psicosis entre la población, que temió ser bombardeada por la aviación alemana. Y, por otra, marcó un punto de inflexión en la política exterior del gobierno británico: había comenzado el apaciguamiento.

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APACIGUAMIENTO

TROPAS ALEMANAS entran en 1936 en Renania,

zona desmilitarizada por el Tratado de Versalles.

HITLER TOMÓ NOTA DE LA TIBIA RESPUESTA DE LONDRES Y PARÍS A LA INVASIÓN DE ABISINIA POR MUSSOLINI Hitler mueve ficha En 1935, Benito Mussolini, deseoso de gloria imperial, invadió Abisinia (actual Etiopía). La Sociedad de Naciones, que estaba obligada a proporcionar “resistencia firme y colectiva a todos los actos de agresión no provocada”, respondió imponiendo sanciones económicas a Italia. Sin embargo, los intereses políticos de sus dos principales miembros, Gran Bretaña y Francia, preocupados por salvaguardar sus líneas de comunicación por el Mediterráneo, propiciaron que estas medidas

fueran, en realidad, muy limitadas y apenas afectaran a la capacidad productiva italiana. Como consecuencia, Mussolini completó la invasión sin apenas resistencia. El Duce, envalentonado por el éxito, se iría acercando cada vez más a Alemania y acabaría retirándose también de la Sociedad de Naciones. Hitler tomó nota de esta débil respuesta internacional. En 1936 decidió lanzar su primer desafío. La mañana del 7 de marzo, las tropas alemanas ocuparon la zona desmilitarizada de Renania. A pesar de que este movimiento suponía una flagrante vulneración del Tratado de Versalles y del posterior de Locarno (1925), la respuesta de Gran Bretaña y Francia fue, como esperaba Hitler, muy tibia y vacilante. Los primeros no estaban dispuestos a emprender una acción armada contra Alemania para expulsarla de lo que, en palabras del político británico Philip Kerr, no era más

que “su propio patio trasero”. Y los segundos, inmersos en una grave crisis económica y política, no estaban en disposición de amenazar a Alemania sin el respaldo de Gran Bretaña. En realidad, el elemento subyacente de estas decisiones fue otro: el miedo. El pavor de los gobernantes a que se desencadenara otra contienda tan brutal, ruinosa y devastadora como había sido la Primera Guerra Mundial, y el temor a ser penalizados en las elecciones por ponerse en contra de una opinión pública mayoritariamente pacifista. Hitler supo jugar muy bien con ese sentimiento. El canciller tenía muy claro cuáles eran sus objetivos: unir a todos los alemanes étnicos en una Gran Alemania y, una vez juntos, lanzarse a la conquista del Lebensraum, el “espacio vital”. Para conseguirlo, la diplomacia alemana intentó ganarse el favor de Gran Bretaña, la única potencia que podría obstaculizar esos

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planes. Hitler había proclamado desde su llegada al poder la voluntad de entenderse con su antiguo enemigo (a cuyos súbditos consideraba, además, de raza aria) y crear un frente común contra el avance del bolchevismo. En 1936, tras el pacto de ayuda mutua que firmaron Francia y la Unión Soviética un año antes y el triunfo del Frente Popular en las elecciones francesas, la diplomacia alemana insistió en esa idea: recalcó el peligro de la influencia bolchevique (la cúpula nazi consideraba a España casi un estado soviético que podría extender su influencia hacia el norte) y subrayó lo poco recomendable que era para Inglaterra aliarse con un país como Francia, gobernado por una coalición de fuerzas de izquierda apoyadas por los comunistas. La celebración de los Juegos Olímpicos de Berlín en agosto de 1936 representó el

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punto álgido de esa actividad diplomática. El régimen nazi no ahorró esfuerzos en presentar su mejor cara al mundo y en ganarse el apoyo británico para sus planes expansionistas. Unos planes que casi nadie fuera de Alemania esperaba que se extendieran más allá de la revisión, para muchos legítima, del Tratado de Versalles. Los esfuerzos diplomáticos y propagandísticos del Reich surtieron efecto. El verano de 1936 constituyó el punto más alto del sentimiento proalemán en Inglaterra. La revitalización nacional que parecía haber conseguido Hitler, reflejada en el escaparate propagandístico de las olimpiadas, generó una corriente de simpatía por el régimen nazi que se vio plasmada en la prensa (el Daily Mail, el Times o el Observer no dudaron en alabarlo en sus editoriales) y se extendió por los distintos sec-

tores de la élite sociopolítica británica: desde los más conservadores, defensores de la autarquía y muy proclives a culpar al sistema democrático de la decadencia de su imperio y su país, hasta los más liberales, ejemplificados en la figura del ex primer ministro David Lloyd George, quien no dudó en calificar a Hitler como “el más grande alemán vivo”. Una de las caras más visibles de este sentimiento germanófilo estaba en el mismísimo palacio de Buckingham: el rey Eduardo VIII.

Intervención en España Fue precisamente la abdicación del monarca británico a finales de 1936 la que inició el declive de las relaciones angloalemanas. La diplomacia nazi tenía muchas esperanzas puestas en Eduardo VIII, y su renuncia para casarse con la divorciada

APACIGUAMIENTO

ESTADIO OLÍMPICO de Berlín, 1936. A la dcha., el rey Eduardo VIII, que abdicó ese mismo año.

estadounidense Wallis Simpson supuso una gran contrariedad. Como escribió en sus memorias Albert Speer, el arquitecto de Hitler: “Estoy seguro de que con él habríamos podido establecer unas relaciones

y los demás países europeos hicieran lo mismo. No fue así. A pesar de haberse comprometido a no hacerlo, Alemania e Italia apoyaron al bando sublevado, y la Unión Soviética al gobierno republicano. Este nuevo desafío al orden internacional, unido a la amistad de Alemania con la cada vez más beligerante Italia (que Gran Bretaña veía como una amenaza para su imperio en el Mediterráneo), terminó con las esperanzas que había de lograr un acercamiento entre las dos potencias. En 1937, las posturas dentro de Gran Bretaña con respecto a Alemania eran principalmente tres. La primera, representada por los sectores más conservadores, abogaba por seguir buscando un entendimiento con Hitler que beneficiase a los dos países.

CHAMBERLAIN, NOMBRADO PREMIER BRITÁNICO EN 1937, TENÍA FAMA DE TRABAJADOR Y REALISTA cordiales y duraderas con Inglaterra. Todo habría sido distinto. Su abdicación fue una dura pérdida para nosotros”. El otro suceso que manchó las relaciones entre los dos países fue la Guerra Civil en España. Gran Bretaña y Francia, preocupados porque el conflicto español pudiera encender la mecha de un enfrentamiento internacional, decidieron no intervenir. Con esta postura esperaban que Alemania

La segunda, con Winston Churchill a la cabeza, presionaba para que Inglaterra se rearmara lo antes posible y se preparara para una inminente guerra. Y la tercera, proveniente sobre todo de la izquierda, del Partido Laborista, rechazaba el rearme por temor a dañar aún más la economía del país tras la crisis de 1929 y abogaba por negociar un desarme multilateral bajo el control de la Sociedad de Naciones.

El nombramiento de Neville Chamberlain como primer ministro en mayo de 1937 marcaría la dirección a seguir.

Té con Hitler Chamberlain, hijo del prominente político Joseph Chamberlain (ministro de Comercio y de las Colonias a finales del siglo xix), tenía sesenta y ocho años cuando accedió a la jefatura de gobierno. Aunque llegó tarde a la política (fue elegido diputado por el Partido Conservador en 1918, con casi cincuenta años), su carrera fue meteórica. En poco tiempo desempeñó varios cargos en el gobierno –dos veces ministro de Sanidad y otras dos de Economía–, y su importancia en el partido creció hasta estar solo por debajo del secretario general. Inteligente y cultivado, de carácter serio, distante y algo vanidoso, pronto se ganó fama de trabajador enérgico y resolutivo y de afrontar los problemas de forma fría, decidida y realista. Aunque carecía de experiencia en relaciones internacionales, Chamberlain se mostró desde el principio deseoso de implicarse personalmente en los asuntos exteriores. En una primera valoración de la situación internacional, el primer ministro fue muy claro: Inglaterra estaba sola. Había que afrontar el hecho de que Francia, debilitada económicamente, inestable políticamente y con un ejército muy numeroso

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DOSSIER

pero anticuado (sobre todo en el aire), ya no era un aliado poderoso. Estados Unidos, fuera de la Sociedad de Naciones y con una postura claramente aislacionista, tampoco lo sería. En cuanto a la Unión Soviética, ni se contemplaba su apoyo. Por lo tanto, Inglaterra debía rearmarse lo antes posible. Y hasta llegar a ese momento, había que seguir apaciguando a Hitler. Chamberlain, partidario de adoptar con Alemania una postura más activa que reactiva, dio un primer paso en noviembre de 1937. Aprobó un viaje a Alemania de lord Halifax (presidente del Consejo y jefe de la Cámara de los Lores) con la misión de entrevistarse con Hitler y acercar posturas. Oficialmente, Halifax fue invitado por Hermann Göring, ministro del Aire, a una exposición y una cacería. Extraoficialmente, se entrevistó con el líder nazi en Berghof, una de las guaridas del dictador en los Alpes Bávaros. Este encuentro daría lugar a una famosa anécdota. Según contó Halifax en sus memorias, al llegar a la reunión alguien le abrió la puerta del coche. Pensando que era un lacayo (solo le vio los pantalones), hizo ademán de entregarle el abrigo. Pero justo antes de dárselo le susurraron que no lo hiciera, que ese era “der Führer”.

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HALIFAX CREYÓ POSIBLE UN ACUERDO PACÍFICO CON HITLER SOBRE SUS RECLAMACIONES EN AUSTRIA Y LOS SUDETES Sea verdad o no esta historia, lo cierto es que la visita fue muy productiva... para Hitler. El representante británico se fue con la falsa impresión de que se podría llegar a un acuerdo pacífico con Alemania sobre sus reclamaciones en Austria y los Sudetes (Checoslovaquia), dos territorios con mayoría de población germana que el canciller pretendía anexionarse. Lo que no sabía Halifax es que, dos meses antes de la reunión, Hitler ya había ordenado a los miembros del alto mando del Ejército (incluido Göring, con quien Halifax pasó varios días) que prepararan la invasión de Austria y Checoslovaquia. Les había asegurado que Gran Bretaña no movería un solo soldado por ninguno de los dos. La reunión con el diplomático inglés supuso la confirmación. El 12 de marzo de 1938, las primeras tropas alemanas cruzaron la frontera de Aus-

ENTRADA ALEMANA en Austria, 1938. A la

izqda., Halifax se entrevista con Hitler en 1937.

tria. Después de meses recibiendo presiones y amenazas, y con el país al borde de la guerra civil por las tensiones entre los partidarios de la unión con Alemania y sus oponentes, el gobierno austríaco terminó cediendo a las exigencias de Hitler: Austria quedaba anexionada al Reich alemán. La noticia del Anschluss sorprendió a Chamberlain en Londres. Casualmente, el primer ministro estaba comiendo con el embajador alemán, Joachim von Ribbentrop, de quien se estaba despidiendo porque acababa de ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores. La situación que se produjo durante ese encuentro resulta muy elocuente sobre el tipo de relaciones diplomáticas que estaban manteniendo los dos países. Mientras Chamberlain se hallaba reunido con Ribbentrop, manifestándole sus deseos de llegar a un acuerdo amigable sobre las reclamaciones territo-

riales de Alemania, Hitler se paseaba en un coche descapotable por su austríaco pueblo natal, Braunau am Inn.

Protestas sin consecuencias Como sabemos por las cartas que enviaba a sus hermanas, el primer ministro británico se sintió profundamente disgustado por la actitud de Hitler. Aun así, recomendó en el Parlamento que no se tomara ninguna medida de fuerza contra Alemania. Aunque el líder nazi había dado un paso de gigante en su proyecto expansionista, empleando por primera vez la fuerza militar fuera de sus fronteras, ni el gobierno ni la opinión pública británicos estaban dispuestos a entrar en guerra por un país cuya población era de origen germánico y una parte importante de ella apoyaba la unión con Alemania. Inglaterra se limitó a enviar dos protestas formales condenando

el uso de la fuerza, aunque no la anexión, y Francia, que prácticamente no tenía gobierno (el Frente Popular estaba a punto de abandonarlo y aún no había entrado Édouard Daladier), realizó una tímida queja y se dispuso a acelerar el rearme. De esta manera, al igual que la política expansionista de Hitler había entrado en una nueva fase, más agresiva y desafiante, la política de apaciguamiento de Chamberlain también. Gran Bretaña, temerosa de que la alianza que se estaba fraguando entre Alemania, Italia y Japón pusiera en peligro su imperio, ya no solo estaba dispuesta a aceptar una solución negociada y pacífica sobre las reclamaciones alemanas, sino también una impuesta. Como era de esperar, el éxito de la anexión de Austria espoleó las ansias imperialistas de Hitler y reforzó su confianza en sí mismo y en sus dotes militares (el Führer había asu-

mido el mando supremo de las Fuerzas Armadas en febrero de 1937). Durante los siguientes meses, el canciller alemán pondría al mundo al borde de la guerra.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Tim. Appeasing Hitler: Chamberlain, Churchill and the Road to War. Londres: The Bodley Head, 2019. En inglés. KERSHAW, Ian. Un amigo de Hitler: Inglaterra y Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Península, 2013. BOUVERIE,

NOVELA

Éric. El orden del día. Barcelona: Tusquets, 2018.

VUILLARD,

CINE

Lo que queda del día (Reino Unido, 1993). Dir.: James Ivory. Ints.: Anthony Hopkins, Emma Thompson, James Fox.

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DOSSIER

EL ENIGMA DE MÚNICH La Conferencia de Múnich fue el punto álgido de la política de apaciguamiento. ¿Resultó un gran error de cálculo por parte de Chamberlain o un éxito diplomático que permitió a Gran Bretaña ganar tiempo para rearmarse? CARLOS JORIC, HISTORIADOR Y PERIODISTA

MÚNICH, 1938. De izquierda a derecha, Chamberlain, Daladier, Hitler y Mussolini.

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H

itler estaba decidido a ir a la guerra en 1938. Confiado por la exitosa anexión de Austria, el canciller alemán estuvo presionando al gobierno de Checoslovaquia para que reconociera el derecho de autodeterminación de los Sudetes, una región fronteriza con Alemania habitada por unos tres millones de habitantes de origen germano. Este territorio era el más industrializado del país, y había sufrido con especial dureza los efectos de la depresión económica de 1929. Consecuencias de esta crisis fueron la exacerbación de los sentimientos nacionalistas de esta minoría germana (Checoslovaquia

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era un estado plurinacional, edificado tras la caída del Imperio austrohúngaro en 1918) y su oposición a la mayoría checa, a la que culpaban de su situación económica. El Partido Alemán de los Sudetes, una formación separatista apoyada en secreto por los nazis, aprovechó estas tensiones. Empezó reclamando la formación de un estado federal y terminó pidiendo la adhesión al Reich alemán. Desde Francia y Gran Bretaña, el conflicto de los Sudetes se veía como una cuestión de índole nacionalista, un problema que se podría resolver pacíficamente mediante un acuerdo de modificación de las fronteras. De hecho, una parte de la

prensa y la opinión pública internacional reprochaba al gobierno checo su negativa a hacer las concesiones que pedía Alemania. Se lo culpaba de poner en peligro la paz de Europa por su empeño en mantener unos territorios poblados mayoritariamente por alemanes étnicos. Pocos intuían cuáles eran las verdaderas intenciones de Hitler. Para el canciller, el conflicto de los Sudetes, que en gran parte había sido provocado por los propios nazis y alimentado por su aparato propagandístico (Goebbels difundió todo tipo de mentiras sobre las atrocidades cometidas por los checos sobre los alemanes sudetes), era una simple excusa, un medio para conseguir

APACIGUAMIENTO

suculento botín compuesto por materias primas e industria pesada (Skoda poseía una de las mayores fábricas de armamento de Centroeuropa). Hitler, convencido de que Gran Bretaña no entraría en guerra, estaba decidido a atacar Checoslovaquia antes de octubre, y así se lo comunicó a su jefatura militar.

Crisis en los Sudetes INVASIÓN de los Sudetes, 1938. A la derecha,

Berghof, residencia de descanso de Hitler.

un fin mucho más ambicioso y terrible: la destrucción de Checoslovaquia. La joven democracia centroeuropea, que parece situada en el mapa como un puñal clavado en el costado de Alemania, era vista por la cúpula nazi como un enorme obstáculo para sus planes expansionistas. Checoslovaquia estaba bien fortificada, tenía una considerable fuerza industrial, un ejército preparado y numeroso y unos aliados poderosos: la Unión Soviética por el este y Francia por el oeste. Su aniquilación permitiría a los nazis despejar el paso hacia un amplio “espacio vital” por el este, poblado por naciones mucho más débiles que la checa, y apropiarse de un

En septiembre de 1938, el ejército alemán estaba listo para lanzar una ofensiva. Hitler comenzó a preparar el terreno. El 12 de septiembre, en el Congreso de Núremberg, declaró: “El sufrimiento de los Sudetes es indescriptible”, “la situación ha llegado a un punto insoportable”, Alemania “luchará por sus intereses bajo cualquier circunstancia”. El 13 de septiembre, el gobierno de Praga decretó la ley marcial ante los disturbios provocados por el discurso de Hitler. El líder sudete Konrad Henlein, temiendo ser apresado, huyó a Alemania. El 14, Neville Chamberlain, después de reunirse con el primer ministro francés Édouard Daladier (que estaba obligado a apoyar militarmente a Checoslovaquia según el Tratado de Locarno), decidió tomar la iniciativa: viajaría a Alemania para entrevistarse con Hitler. Lo haría en solitario y sin contar con el gobierno checo. Lord Halifax, el secretario

de Asuntos Exteriores, sería muy claro a este respecto: “Si el doctor Benes [Edvard Benes, el presidente checo] no se ponía en nuestras manos, nosotros nos lavaríamos las manos respecto a él”. La mañana del 15 de septiembre, el primer ministro británico, ataviado con un elegante paraguas negro que se convertiría en su sello distintivo, se despidió de los periodistas en el aeródromo de Heston. Como dejó escrito a sus hermanas, quería dar a su gesto un “impacto dramático”. Con este viaje, Chamberlain pretendía dos cosas. Por una parte, desconcertar a Hitler y juzgar por sí mismo sus intenciones. Por otra, impresionar a la opinión pública de su país con la vista puesta en las elecciones del año siguiente. Consiguió los dos objetivos. Hitler reconoció en 1939 que la inusual decisión del primer ministro lo pilló por sorpresa. No alcanzó a adivinar sus pretensiones ni supo cómo interpretar su visita. ¿Era un signo de debilidad o de fortaleza? En Gran Bretaña, en cambio, no hubo dudas sobre sus intenciones. La prensa británica alabó casi unánimemente su audacia y sus propósitos pacifistas, y no tardó en comparar su viaje con el que realizó el ex primer ministro Benjamin Disraeli a Berlín en 1878. La reunión se celebró en Berghof, el mismo lugar donde Halifax casi le da el abrigo a

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DOSSIER

¿”SALVÓ” CHAMBERLAIN A HITLER? El encuentro que revocó una tentativa golpista. LA OBSTINACIÓN DE Hitler por invadir Checoslovaquia en 1938, aun a riesgo de entrar en guerra con las demás potencias europeas, causó malestar en una parte de la jefatura de la Wehrmacht. Convencido de que Alemania no estaba todavía preparada para enfrentarse a Francia y Gran Bretaña, un grupo encabezado por los generales Franz Halder (abajo, a la izqda.) y Hans Oster urdió un plan para derrocar al canciller. La idea era reunir pruebas contra el dictador y, una vez conseguido el soporte legal, dar un golpe de Estado en Berlín, apresar al canciller para juzgarlo (o ejecutarlo, según quería una parte de los conspiradores) y restaurar la monarquía con la vuelta de Guillermo II. PARA DAR LEGITIMIDAD al golpe y conseguir apoyos, necesitaban pruebas concluyentes de que la invasión se iba a producir y una decidida oposición a esta por parte de las potencias europeas. Lo primero lo consiguieron; lo segundo, no. LA MAÑANA DEL 28 de septiembre, con el plan dispuesto para ejecutarse en las siguientes horas, se difundió la noticia del aplazamiento de la movilización y la celebración de la reunión entre Hitler y Chamberlain en Múnich. Los conspiradores no tuvieron más remedio que desactivar la operación.

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Hitler. Y el resultado fue parecido. Chamberlain se llevó una impresión equivocada del canciller alemán. Volvió a Inglaterra convencido de que Hitler, “a pesar de la dureza y falta de escrúpulos que he visto en su rostro”, era un hombre de palabra, y de que sus intereses se limitaban a la autodeterminación de los Sudetes. El primer ministro informó de los planes alemanes a su gabinete y a Daladier. Francia, que no quería arriesgarse a una confrontación sin el apoyo de Inglaterra, estuvo de acuerdo en ceder a las pretensiones alemanas. Checoslovaquia, sintiéndose abandonada, no tuvo más remedio que aceptar. Sin embargo, en la siguiente reunión, celebrada el 22 de septiembre, Hitler aumentó sus exigencias. No le bastaba con un plebiscito: quería anexionarse unilateralmente los Sudetes. Si Checoslovaquia no accedía, la obligaría por la fuerza. Para ello, puso una fecha límite: el 1 de octubre.

Al borde de la guerra La guerra, esta vez sí, parecía inevitable. Las tropas de ambos bandos comenzaron a movilizarse. Chamberlain se lamentó en un discurso radiofónico: “Es horrible y descabellado que estemos aquí cavando

CHAMBERLAIN CREYÓ QUE HITLER, PESE A LA DUREZA QUE VIO EN SU ROSTRO, ERA UN HOMBRE DE PALABRA trincheras y probándonos máscaras de gas por un conflicto en un país lejano entre gente de la que sabemos muy poco”. En Alemania, a pesar de la determinación del Führer (azuzada por el belicista Ribbentrop), la guerra tampoco se veía con buenos ojos. Aunque Göring no dudó en calificar a los checos como “una raza vil de enanos sin cultura”, estaba en contra. Y gran parte de la cúpula del Ejército, que había sido descabezada por Hitler ese mismo verano al obligar a dimitir a Ludwig Beck, jefe del Estado Mayor, también. Consideraban que Alemania todavía no estaba preparada para iniciar una guerra en dos frentes. Para intentar frenar a Hitler, una parte de los opositores, un grupo

EL PRIMER MINISTRO Chamberlain en Londres a su regreso de Múnich, 30 de septiembre de 1938.

formado por políticos conservadores y oficiales disidentes (Beck entre ellos), tramó una conspiración para derrocarlo. El golpe, que estaba muy bien urdido, finalmente se frustró de manera inesperada. El 28 de septiembre, cuando parecía que la guerra era cuestión de horas, Mussolini se ofreció a mediar en el conflicto. Contra todo pronóstico, Hitler aceptó. ¿Por qué se echó atrás Hitler? Su sorprendente decisión, tras meses de arengas, exigencias y planes de invasión, sigue siendo motivo de debate. ¿Fue la firme determinación de Gran Bretaña a entrar en guerra lo que le hizo dar marcha atrás? ¿Fue tal vez, como dijo Göring, por las voces en contra de sus generales y de la

propia población alemana? ¿O fue por la intervención de Mussolini, quien le convenció de que con la diplomacia podría conseguir lo mismo que con la guerra? Sea como sea, lo cierto es que el 29 de septiembre, Chamberlain, Daladier, Mussolini y Hitler se reunieron en Múnich. Benes, el presidente checo, no fue invitado. Stalin tampoco. Sí acudió, en cambio, una pequeña delegación checa, pero fue obligada por la Gestapo a permanecer encerrada en su hotel hasta el final de las negociaciones. Tras catorce horas de conversaciones, se llegó al acuerdo esperado: Checoslovaquia debía renunciar a los Sudetes (lo que equivalía a perder gran parte de su potencial industrial y sus fortificaciones),

y estos serían incorporados al Reich alemán en un plazo de diez días. Chamberlain, preocupado por las críticas que podría recibir al haberse plegado a las exigencias de Hitler, intentó volver a Inglaterra con algo más que un acuerdo que era prácticamente una capitulación. La mañana antes de abandonar Múnich se reunió en privado con el Führer. El primer ministro le entregó una breve declaración bilateral en la que expresaba el “deseo de nuestros dos pueblos de no volver nunca a estar en guerra”. Hitler lo firmó. Según Chamberlain, de forma “cordial” y “sin titubear”. Según Paul-Otto Schmidt, el traductor alemán, “a regañadientes” y solo para complacer a su homólogo inglés.

Chamberlain regresó a Londres enarbolando el documento ante una multitud enfervorecida. Exultante, pero también agotado, el primer ministro se dejó llevar por el entusiasmo y pronunció una frase que le acompañaría como un estigma el resto de su vida. “Mis queridos amigos –dijo parafraseando a Disraeli–, es la segunda vez en nuestra historia que la paz con honor ha vuelto de Alemania a Downing Street. Creo que es la paz para nuestros tiempos”.

El precio de la paz Chamberlain fue recibido como un héroe en las calles de Londres, pero no en el Parlamento. El primer ministro se encontró con una Cámara de los Comunes comple-

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DOSSIER

La desmembración de un país CHECOSLOVAQUIA SE RESQUEBRAJA SEIS MESES DESPUÉS DE MÚNICH

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Múnich

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ALEMANIA

Da nu bio

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Varsovia stu Ví

POLONIA, GOBERNADA por la élite militar, ocupó la región de Zaolzie y la ciudad de Cesky Tesín, donde habitaban minorías polacas. El reino de Hungría, también bajo un autocrático régimen derechista, se hizo con los territorios fronterizos del sur de las regiones de Eslovaquia y Rutenia. Y los nacionalistas eslovacos, liderados por el sacerdote católico y filofascista Jozef Tiso, proclamaron la independencia de Eslovaquia, convirtiéndose en un estado títere de Alemania. El resto

Berlín Oder

LOS ACUERDOS DE Múnich supusieron el comienzo del fin de Checoslovaquia. Con la cesión de los Sudetes a Alemania, la república perdía gran parte de su potencial industrial y defensivo (su sistema de fortificaciones). Esa debilidad, junto a la falta de respuesta internacional, fue aprovechada por Hitler para invadir el país en marzo de 1939 (abajo, tropas nazis en Praga). Pero no fue el único. Polonia, Hungría y la oposición eslovaca, con el beneplácito de Alemania, también sacaron tajada de esta política de apaciguamiento.

POLONIA

ES ET Praga PROTECTORADO DE BOHEMIA Y MORAVIA

Cesky Tesín ZAOLZIE

ESLOVAQ UI A RUTENIA

Viena

AUSTRIA

Budapest

HUNGRÍA

RUMAN ÍA

ITALIA del país quedó bajo el dominio nazi con el nombre de Protectorado de Bohemia y Moravia. El expresidente Edvard Benes, que huyó

de Checoslovaquia tras la Conferencia de Múnich, formó, primero en París y luego en Londres, el gobierno en el exilio.

APACIGUAMIENTO

“¡TODO A PUNTO!”, caricatura de Philip Zec sobre la Blitzkrieg, 15 de agosto de 1940.

tamente dividida, incluido su propio gabinete. Una parte veía el acuerdo de Múnich como un gran triunfo diplomático, como el principio de un futuro entendimiento angloalemán que garantizaría la paz en Europa. Otra parte lo consideraba una vergüenza moral y una total humillación política. Una de las voces más críticas fue la de Churchill, que calificó el tratado como “el primer sorbo de una copa amarga”, y reprochó a Chamberlain: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... Elegisteis el deshonor y tendréis la guerra”. El presidente Daladier fue recibido también entre vítores a su llegada a París, pero fue más cauto en sus declaraciones. Menos confiado que Chamberlain, parece que murmuró al ver a la muchedumbre que le esperaba al bajar del avión: “Ay, pobres

idiotas, si supieran la verdad”. El gobierno checo, por su parte, se sintió traicionado y abandonado. El presidente Benes dimitió tres días después de la conferencia. A los seis meses, sus peores presagios se hicieron realidad: el 15 de marzo de 1939, las tropas alemanas entraron en Praga. La invasión de Checoslovaquia marcó un punto de inflexión en la opinión pública británica respecto a la política de apaciguamiento. Aunque la imagen exterior del régimen nazi estaba ya muy deteriorada tras las noticias del brutal pogromo de la Noche de los Cristales Rotos (noviembre de 1938), el incumplimiento del acuerdo de Múnich terminó con las pocas ilusiones que había de llegar a un entendimiento pacífico con la Alemania de Hitler. Chamberlain se sintió engañado por el canciller

alemán, pero no perdió la esperanza. Estaba decidido a evitar la guerra a toda costa. Para ello, desarrolló una doble estrategia. Por un lado, intentó ganarse el favor de Mussolini con la esperanza de que el dictador italiano lograse apaciguar a su socio del Eje como ya hizo en Múnich. Por otro, impulsó la alianza con países de la Europa oriental amenazados por Hitler, como Polonia y Rumanía, confiando en que la posibilidad de una guerra en dos frentes sirviera como medida disuasoria.

Fin del apaciguamiento Chamberlain, sintiéndose cada vez más presionado por una parte de su propio gabinete, sobre todo por un lord Halifax temeroso de las consecuencias que podría tener en las urnas un nuevo fracaso en la

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DOSSIER política de apaciguamiento (que él mismo había contribuido a desarrollar), realizó un comunicado oficial en la Cámara de los Comunes: Inglaterra garantizaba el apoyo a Polonia en el caso de que, como parecía, fuera atacada por Alemania. En la práctica, esta medida era más un gesto encaminado a impedir o retrasar la guerra que una garantía real de ayuda. Gran Bretaña (al igual que Francia) carecía de los medios necesarios para apoyar militarmente a Polonia. El objetivo era ganar tiempo para rearmarse o, como seguía esperando Chamberlain, para que Hitler entrara en razón. Pero para el dictador ya no había vuelta atrás. El 1 de septiembre de 1939, con la excusa de recuperar la ciudad de Danzig, poblada también por alemanes étnicos, las tropas alemanas invadieron Polonia. Dos días después, el primer ministro británico comunicó por radio que Inglaterra estaba en guerra con Alemania. Durante los primeros nueve meses de conflicto, en la llamada “guerra de broma”, Chamberlain se mantuvo en el poder a pesar de las voces discordantes en su propio partido. Sin embargo, la invasión

CHAMBERLAIN PASÓ A LA HISTORIA COMO UN POLÍTICO INGENUO, PERO AHORA SE MATIZA ESA INTERPRETACIÓN alemana de Noruega (abril de 1940), que tomó al gobierno británico desprevenido y le obligó a retirar las tropas que habían ido a defenderla, precipitó su caída. Gran parte del Parlamento puso en duda su capacidad para dirigir al país en la conflagración. El 10 mayo, tras una moción de censura impulsada por el Partido Laborista, Chamberlain fue obligado a dimitir. Para sucederle (Halifax se negó a relevarle), recomendó a uno de sus mayores críticos, Winston Churchill, que había sido incluido en el gobierno meses antes como jefe del Almirantazgo. En agosto de 1940, Chamberlain se retiró de la política por problemas de salud. El 9 de noviembre, mientras la Luftwaffe bombardeaba día y noche Inglaterra, fallecía de un cáncer de estómago. En su lecho

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BOMBARDEO alemán de Londres, 1940.

Al fondo, la cúpula de la catedral de San Pablo.

de muerte se lamentó: “Pocos hombres han conocido un revés de la fortuna tan tremendo en tan poco tiempo”.

¿Un hombre culpable? Neville Chamberlain ha pasado a la historia como el hombre que se humilló ante Hitler; como un político ingenuo, presuntuoso y contemporizador, que no supo ver las intenciones del dictador alemán; como el fracasado líder de la Europa democrática que, con su desastrosa política de apaciguamiento, no solo no frenó las ambiciones expansionista de los nazis, sino que les dio alas. Esta versión de los hechos, muy dura con el ex primer ministro, fue difundida por influyentes libros como Guilty Men (1940), publicado por tres periodistas británicos bajo el

seudónimo de Cato, y los volúmenes sobre la Segunda Guerra Mundial escritos por el triunfante Churchill. Sin embargo, esta interpretación, que ha llegado casi intacta hasta nuestros días, ha sido matizada en los últimos años. ¿Qué imagen tenían los británicos de su primer ministro justo antes de la guerra? Según una encuesta de opinión realizada el verano de 1939, cuando el fracaso de Múnich ya era un hecho, este seguía disfrutando de unos niveles de apoyo relativamente altos. Chamberlain no era ese “anciano” que, con su actitud contemporizadora y sin hacer caso a las advertencias de colegas como Churchill, había estimulado las ansias belicistas de Hitler, sino el hombre que había tratado de preservar la seguridad del Imperio y la paz en Eu-

APACIGUAMIENTO que Alemania firmara un pacto de no agresión con la Unión Soviética. Por otro, desaprovechó la ocasión de espolear la oposición interna al régimen de Hitler, que existía en 1938 y que prácticamente desapareció un año después.

¿Se pudo parar a Hitler?

ropa. Su política de apaciguamiento no era un equivocado empeño personal, sino que estaba en sintonía con los deseos pacifistas de gran parte del pueblo británico. Es evidente que fracasó, que Chamberlain no supo medir las intenciones de Hitler. Pero ¿cuántos lo hicieron? Por otra parte, ¿fue el acuerdo de Múnich tan desastroso como se ha dicho, o permitió a Gran Bretaña ganar tiempo y enfrentarse a Alemania con más garantías de éxito? Los defensores de Chamberlain argumentan que ese año de tregua permitió a Inglaterra rearmarse de forma decisiva. Avances como el radar o la modernización de la aviación, desarrollados durante ese período, fueron cruciales para plantar cara a la Luftwaffe en la batalla de Inglaterra. Además, ese tiempo

sirvió también para que Hitler enseñara su verdadera cara, terminando así con las simpatías que el dictador había generado en algunos sectores, y para unir a la población y prepararla psicológicamente para una nueva confrontación. El propio Hitler parece que era también de esa opinión. “Teníamos que haber ido a la guerra en 1938 –dijo en febrero de 1945–; septiembre de 1938 habría sido la mejor fecha para nosotros”. Los detractores de Chamberlain, en cambio, responden que ese tiempo que tuvo Gran Bretaña para rearmarse lo tuvo también Alemania, y que ese año de retraso fue un desperdicio. Por un lado, Inglaterra perdió gran parte de su posición estratégica al sacrificar a los checos, que estaban bien armados, y favorecer

Si fue un error o no esperar un año para intentar frenar al dictador alemán sigue siendo motivo de debate. Pero en lo que hay cada vez un mayor consenso es en considerar 1936 como la fecha clave en todo este conflicto. Ese año, Hitler lanzó su primer gran desafío al remilitarizar Renania. Con esta violación del Tratado de Versalles, el canciller estaba calibrando la capacidad de respuesta de las democracias occidentales y su determinación a oponerse a sus exigencias. Gran Bretaña y Francia, condicionadas por el temor a desencadenar otra guerra, sobrevalorando el potencial militar alemán y subestimando el carácter belicista de Hitler, dejaron muy claras sus posiciones. En 1936, la construcción de la máquina de guerra alemana estaba todavía en las primeras etapas. El miedo a un devastador ataque aéreo sobre las ciudades inglesas era completamente infundado. Ni Alemania tenía tantos aviones ni estos poseían tanta autonomía de vuelo. Por otro lado, la consolidación de la autoridad militar de Hitler también estaba en sus inicios. El Führer aún no se había hecho con el control total del Ejército, y sus generales estaban cada vez más nerviosos por su actitud impetuosa y desafiante. Gran Bretaña, la armada más poderosa del mundo, y Francia, el ejército más grande de Europa, posiblemente podrían haber frenado a Hitler en ese año. Pero la falta de información fidedigna y el miedo a otro conflicto catastrófico terminaron por frenarles a ellas.

PARA SABER MÁS ENSAYO REYNOLDS, DAVID. Cumbres. Seis encuentros de líderes políticos que marcaron el siglo xx. Barcelona: Ariel, 2008. SELF, Robert. Neville Chamberlain: A Biography. Aldershot: Routledge, 2006. En inglés.

NOVELA HARRIS,

Robert. Múnich. Barcelona: Grijalbo,

2018.

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SACRIFICIOS HUMANOS EN EGIPTO El Egipto faraónico heredó de otros tiempos una macabra costumbre: junto al monarca eran enterrados numerosos individuos sacrificados para acompañarle al más allá. JOSE MIGUEL PARRA, DOCTOR EN HISTORIA ANTIGUA Y ESCRITOR

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RESTOS HUMANOS hallados en Adaima. En la

pág. anterior, Ramsés II sacrifica a tres prisioneros.

S

e acercaba el fin del siglo xix, y los egiptólogos estaban descubriendo una parte desconocida de la civilización egipcia: esos momentos anteriores a la aparición de los faraones en los que, a lo largo de todo el valle del Nilo, existieron diversos protorreinos que acabarían por fusionarse y convertirse en el primer estado unificado de la historia de la humanidad. Se trata de un mundo sin escritura que ofrece notables dificultades de interpretación, en especial cuando, en diferentes cementerios del período Gerzense (también conocido como Nagada II), se encontraron varias tumbas donde los cuerpos aparecían desmembrados. Es más, en algunas de ellas los cadáveres estaban enteros pero ¡decapitados!, y, de hecho, en uno de esos enterramientos incluso se hallaron varios cráneos sin cuerpos que los acompañaran. Cabía la posibilidad de que se tratara de manipulaciones post mortem, realizadas al difunto como parte de un ritual funerario; pero todo parecía indicar que eran restos de sacrificios humanos.

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Algo no cuadraba, porque se suponía que Egipto era un mundo civilizado... A finales del siglo xx, en el cementerio predinástico de Adaima (a unos sesenta kilómetros al sur de Luxor), aparecieron nuevos restos que corroboraban la impresión de los arqueólogos decimonónicos, esta vez analizados de forma científica. Se trataba de cadáveres enterrados en tumbas múltiples que presentaban marcas en la

ron justo lo contrario: que durante los primeros cien años del mundo faraónico los sacrificios humanos no solo no desaparecieron, sino que se convirtieron en un ritual institucionalizado.

Tumbas subsidiarias W. M. Flinders Petrie comenzó a reexcavar las tumbas reales de Abydos justo en el cambio de siglo, tras el trabajo en ellas del

HABÍA CADÁVERES CON MARCAS EN LA GARGANTA PROPIAS DE UNA MUERTE POR DEGOLLAMIENTO garganta propias de una muerte por degollamiento. Algo que también se encontró en algún enterramiento predinástico de Hieracómpolis, situado no lejos de Adaima. Un modo de racionalizar estos actos violentos de forma que no “manchen” la reputación de civilizada de la cultura faraónica podría ser achacarlos a su antigüedad, puesto que serían previos a la I dinastía. Pero las excavaciones en el cementerio real de la I dinastía en Abydos demostra-

francés Émile Amélineau, y pudo comprobar que todas ellas contaban con una estructura semejante: excavada en la tierra había una cámara funeraria rodeada de diversas habitaciones, todo ello techado con madera y cubierto por una colina que quedaba por debajo del terreno y, cubriendo todo eso, identificada con un par de estelas de piedra con el serekh del faraón, una superestructura visible (en la actualidad, ninguna se conserva). Un segundo

EGIPTO elemento acompañaba esta tumba a kilómetro y medio de distancia: una estructura rectangular de ladrillo conocida como “palacio funerario”, consistente en un alto muro que circunscribe un espacio ritual. Lo más llamativo de este grupo de tumbas y sus palacios funerarios es que todos están rodeados de tumbas subsidiarias, identificadas en su momento con pequeñas superestructuras y estelas de piedra, donde se enterraron incontables servidores del faraón que parecía habían sido sacrificados en el funeral regio. No estamos hablando de uno o dos casos, ni mucho menos. Para hacernos una idea del volumen, basta mencionar que, según las últimas excavaciones realizadas por el Instituto Arqueológico Alemán, que ha vuelto a estudiar el cementerio, el faraón Djer fue enterrado rodeado de ¡590 personas! La cifra es horripilante, tan elevada que resulta difícil de asimilar. En especial cuando sabemos que, en una batalla librada durante el Reino Medio, el número de soldados egipcios fallecidos no fue sino de menos de sesenta. ¿Cómo se puede saber que se trata de sacrificios humanos y no de muertes naturales, bien posteriores o bien anteriores al fallecimiento del monarca? En primer lugar, por las características de los fallecidos, como podemos ver en el recientemente reestudiado caso del faraón Aha, el segundo en reinar sobre todo el valle del Nilo. Junto a su tumba se encontraron tres hileras paralelas con un total de 36 enterramientos subsidiarios, que contenían los cadáveres de otros tantos servidores, todos ellos varones y todos ellos con una edad comprendida entre los 20 y los 25 años. Como resulta evidente, un sexo y un rango de edad tan concretos no son el resultado de una mortalidad normal. La única explicación posible es que fueron seleccionados para morir juntos, en este caso estrangulados, o eso parece desprenderse del nuevo análisis realizado a sus restos. En segundo lugar, por si los estudios paleopatológicos no bastaran, la propia arqueología nos ofrece la confirmación de que estamos ante un enterramiento sacrificial, porque estas tumbas se techaron con madera y luego fueron cubiertas con una capa de barro continua que incluía también la tumba del faraón; es decir, que tanto el monarca como sus servidores fueron enterrados a la vez, no hubo inhumaciones

EL PRIMER NOMBRE DEL FARAÓN ESTE ES UNO DE LOS símbolos más antiguos para identificar a un soberano egipcio. La presencia del serekh se remonta a tiempos remotos, cuando la escritura no era una herramienta muy desarrollada. Básicamente, un serekh (arriba, el de la estela del faraón Djet) es el dibujo de un palacio en la perspectiva aspectiva egipcia, es decir, con la fachada de entrantes y salientes dibujada de forma frontal y el espacio interior representado como un rectángulo justo arriba. En ese espacio se escribe el nombre del faraón, y, por encima, perchado en el palacio, vemos una representación del dios halcón Horus.

EL SEREKH FUE el primero de los cinco nombres que luego formarían la titulatura oficial de los faraones, y está relacionado con el heredero del trono de Osiris. Los otros cuatro son el “nombre de nebty”, o “nombre de las dos señoras”, vinculado a las diosas tutelares del Bajo y el Alto Egipto, la cobra y el buitre; el “nombre de nesu bity”, o “nombre del junco y la abeja”, asociado a las dos partes del país, el Alto y el Bajo Egipto; el “nombre de hijo de Ra”, ligado a la principal divinidad del panteón egipcio; y, finalmente, el “nombre de Horus de oro”, que está relacionado con esta divinidad celeste y solar.

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anteriores ni posteriores. Este es el principal detalle que permite hablar de sacrificios humanos. La importancia del enterramiento queda destacada, además, por los siete leones jóvenes enterrados cerca de una de esas tumbas subsidiarias. De hecho, es la misma arqueología la que permite poner en cuarentena algunos enterramientos, y no considerarlos de inmediato como pertenecientes a servidores sacrificados durante los funerales del faraón.

Un enigma tras otro El enterramiento de un faraón tinita debió de ser un espectáculo de una emoción inimaginable para nosotros, cargado con una tensión que resulta difícil concebir. Tomemos la tumba de Semerkhet, por ejemplo, el penúltimo soberano de la I dinastía. Al estudiarla comprobamos que la acompañan 68 enterramientos subsidiarios. Como todos ellos fueron cubiertos por la misma techumbre de madera y la misma superestructura que protegía los apartamentos funerarios del soberano, esto significa que todos se enterraron en la misma ceremo-

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nia. Una ceremonia que es difícil discernir cómo tuvo lugar. ¿Los servidores eran ejecutados horas antes que su señor, para así ser introducidos de inmediato en sus tumbas nada más depositarse al faraón en la cámara funeraria? ¿Acaso el ritual requería que vieran cómo se enterraba al soberano, tal vez calmados con alguna droga, para ser sacrificados justo después, mientras se disponían sus propias tumbas? ¿O el sacrificio se coordinaba de tal modo que la muerte de los servidores coincidiera con la colocación del cuerpo del monarca en la tumba, y así generar una especie de éxtasis fúnebre?... No hemos de imaginarnos que todo esto tuviera lugar en un ambiente cargado de odio por parte de los sacrificados y sus familias. Emociones sí, muchas, pero ¿de qué tipo? Está claro que acompañar al soberano al otro mundo suponía un reconocimiento especial para los elegidos, lo que hace pensar que la tristeza por la muerte del soberano se mezclaba con el sentimiento de privilegio experimentado por quienes lo acompañaban y con el orgullo social que

sin duda ese sacrificio otorgaba a sus familias. Cuesta imaginar que el sacrificio fuera considerado una obligación sin recompensa, pues, de haber sido así, resulta complicado que se hubiera estado produciendo durante tanto tiempo. Es de suponer, también, que hubo sacrificados que no aceptaron sonriendo el privilegio. Un detalle muy interesante, que puede ayudar a arrojar alguna luz sobre el significado de estos sacrificios humanos, es que no los encontramos solo en torno a la tumba real, sino también rodeando los palacios funerarios de Abydos e incluso en algunas mastabas del cementerio tinita de Sakkara. Este daba servicio a la recién creada capital de Egipto, Menfis, emplazada justo en el vértice del delta del Nilo y mucho más adecuada que Abydos, desde el punto de vista geográfico, para el control del país. Ello creó dos polos de poder en Egipto, entre los cuales los faraones de las dos primeras dinastías egipcias fueron dividiendo su tiempo. Abydos era la sede del cementerio dinástico, y a eso y a su pasado como capital del protorreino tinita debía

EGIPTO

¿De qué estamos hechos? EL CUERPO, el nombre, la sombra, el ka y el ba eran, para los egipcios, los elementos que componían el ser humano. El cuerpo era la parte física del mismo, allí donde se congregaban los demás. El nombre era imprescindible, porque, al estar dotado de significado concreto, servía para definir elementos importantes de su vida. Por ejemplo, el nombre Amenemhat significa “Amón es lo primero”, y nos habla de las creencias del personaje, o, más bien, de las de sus padres. Los egipcios consideraban que la sombra era una parte irreemplazable del ser humano que lo relacionaba con Ra, que era quien la provocaba. El ka era la energía vital que animaba a cada

persona, más poderoso en los dioses y los faraones. El ba eran todos los elementos inmateriales que identificaban y singularizaban a una persona, la “personalidad”. CUANDO ALGUIEN fallecía, estos elementos se disgregaban, y solo mediante el ritual funerario se reunían en el más allá el ka y el ba para permitir al difunto una vida eterna. El ka necesitaba alimentos, de ahí la existencia de las ofrendas, mientras que el ba necesitaba del cuerpo para poder salir de la tumba y regresar a ella con seguridad, de ahí las momias (abajo, féretros con la momia de Nephthys, una mujer de la élite de c. 1981-1802 a. C.).

SERVIDORES portando ofrendas al ka del difunto,

el funcionario Kagemni. Sakkara, 2350 a. C.

ACOMPAÑAR AL SOBERANO AL OTRO MUNDO SUPONÍA UN PRIVILEGIO PARA EL ELEGIDO Y SU FAMILIA su importancia religiosa y política. Para que Menfis alcanzara esa relevancia ideológica, se decidió que grandes personajes de la familia real y la corte se enterraran en Sakkara. Sería en inmensas mastabas, decoradas con brillantes colores y fácilmente visibles desde la cercana capital, algunas de ellas rodeadas, además, por un cortejo de servidores sacrificados.

¿Por qué los sacrificios? Está claro, por su situación física y las circunstancias en las que tuvieron lugar, que los sacrificios humanos eran necesarios durante el entierro del faraón, pero ¿qué sentido tenían? ¿Eran tal vez necesarios porque el ka (la energía vital) de todos

© MET / Rogers Fund, 1911.

esos muertos se sumaba al del faraón y, de este modo, su tránsito hacia el otro mundo resultaba más sencillo y su vida allí más cómoda? ¿Simplemente, porque, si entendían la vida tras la muerte como una prolongación de la vida en este mundo, el faraón necesitaba a todos los servidores que había tenido hasta entonces? ¿O se trataba de una mera demostración de poder, de hacer alarde de riqueza desperdiciándola en un sacrificio inútil? Es muy posible que todos estos motivos se entremezclen para explicar los sacrificios humanos, sobre todo porque no eran algo único del mundo funerario. Encontramos la prueba de ello en varias etiquetas tinitas. Estas plaquitas de ma-

dera, hueso o marfil, que se utilizaban como soporte de la escritura, se ataban con una cuerda al cuello de diversos recipientes del ajuar funerario. En esta época, la escritura jeroglífica estaba terminando de consolidarse, y en las etiquetas, en lugar de transmitirse con textos seguidos –que aparecen a partir, sobre todo, de la III dinastía–, la información se consigna con dibujos, con el añadido de alguna palabra. En varias etiquetas figura una ceremonia en la que uno de los pasos parece haber consistido en el sacrificio de una persona. El ejemplo más conocido es la tablilla de Djer, hallada en la tumba de Hemaka en Sakkara. Esta tablilla está completa, pero hay otras

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AJUAR de Gemniemhat, Sakkara, c. 1990 a. C. A la dcha., Khufu erige su pirámide. Grabado, c. 1900.

fragmentarias en las que el momento del sacrificio es igual de visible. La imagen siempre es la misma: una persona arrodillada, con las manos atadas a la espalda, que tiene frente a ella a otro individuo que parece clavarle un puñal en el pecho, mientras con un cuenco recoge

ce representado como un halcón sobre su serekh, observándolo todo. El hecho de que la sangre se recogiera lleva a pensar que con ella se realizaba después algún ritual. Del mismo modo que el esperma del rey, extraído durante ciertas ceremonias, era una sustancia dotada de energía

EL HECHO DE QUE SE RECOGIERA LA SANGRE LLEVA A PENSAR QUE SE REALIZABA ALGÚN RITUAL el chorro de sangre que sale a presión de la herida trazando una curva en el aire. No sabemos quién es la víctima y tampoco quién realiza el sacrificio. ¿Un sacerdote al modo de los mayas y aztecas? ¿Alguien encargado de actuar como verdugo oficial? ¿El soldado que lo derrotó en batalla, caso de que se trate de un prisionero de guerra? Lo que sí sabemos es que nos encontramos ante un evento real, una ceremonia presidida por el soberano reinante, que apare-

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revivificadora, es posible que la sangre de un adversario muerto –si es que eso era el sacrificado– sirviera para privar de su poder a los enemigos del soberano mediante un ritual de execración.

Una costumbre muy costosa El número de sacrificios fue disminuyendo con el tiempo hasta llegar a desaparecer por completo al terminarse la I dinastía. ¿Cómo es posible, si esa muerte ritual te-

nía, como parece, gran utilidad? El motivo pudo ser meramente económico. Las estelas erigidas junto a sus tumbas servían para identificar a los difuntos sacrificados, así como para mostrar las herramientas propias de sus oficios, que de este modo los acompañaron simbólicamente al otro mundo a modo de ajuar funerario. Al estudiarlas se confirma un detalle muy relevante: no nos encontramos ante trabajadores sin cualificar, sino ante artesanos conocedores de oficios como el de alfarero, pintor, marinero... Como es lógico, sacrificar a estos miembros del entorno real –¿o se trataba de personas escogidas por todo el valle del Nilo?– representaba perder para siempre unos muy valiosos recursos. Los buenos artesanos tardan años en formarse y no son algo que abunde, lo cual nos indica hasta qué punto se consideraba necesario que estas personas perdieran la vida para acompañar al monarca en su tránsito al más allá.

EGIPTO

Pese a todo, parece que la realidad terminó por imponerse a la necesidad ideológica: el valor de los “bienes” consumidos durante el enterramiento regio era tan elevado que su pérdida demostraría ser demasiado para la economía egipcia. La costumbre fue desechada al cabo de poco más de un siglo. Esto no significa, sin embargo, que el faraón perdiera los beneficios de esos acompañantes eternos, que simplemente se consiguieron de otro modo. Como vemos en los cementerios de las pirámides, durante el Reino Antiguo, el soberano llegaría al otro mundo rodeado por los miembros de la familia real y cortesanos de alto rango. Eso sí, fallecidos por causas naturales y enterrados en sus mastabas años después, o antes, de la desaparición de su señor. Lo mismo puede decirse de los rituales de execración, que continuaron celebrándose, aunque ya no se incluyera en ellos la sangre de un enemigo sacrificado, con gran ceremonial. El sistema que se utilizó

después consistía en fabricar con barro o cera una tablilla con una forma vagamente humana, en la cual se escribía el nombre de los enemigos cuya desgracia se quería provocar, conminándolos a reconocer el poderío del faraón si no querían sufrir las peores desgracias imaginables: “Todo rebelde de este país [...] y todo confederado de todo país extranjero [...] que se rebele o que conjure, que cree problemas debido a cualquier mala palabra contra el Alto y el Bajo Egipto será destruido para siempre”. A continuación, la figurilla se destruía, arrojándola al fuego para fundirla o contra el suelo para romperla. Es posible que un oscuro ritual que aparece en apenas un par de tumbas tebanas del Reino Nuevo sea un vestigio meramente ideológico de esa muerte del enemigo. Se trata del sacrificio del nubio, que acompaña a las ceremonias rituales de la tumba de Mentuherkhepshef (TT 20), por ejemplo, donde vemos a dos

africanos siendo estrangulados durante los funerales del difunto. Por más que el sacrificio de seres humanos desapareciera del repertorio ritual de los faraones en su aspecto físico y cruento, los egipcios, poco dados a deshacerse de nada que hubiera demostrado su utilidad ideológica, siguieron contando con él de una forma más simbólica. Desde poco antes del surgimiento del Estado en el valle del Nilo, en la tumba 100 de Hieracómpolis aparece una imagen en la que el monarca, con una pose muy dinámica, figura agarrando a un puñado de enemigos por los cabellos con una mano, mientras que con la otra alza una maza de combate con la que se dispone a masacrarlos. El destino de los enemigos está sellado y no puede ser más claro: la muerte a manos del furor y el poderío imparables del monarca de las Dos Tierras, que necesita de su destrucción, por más que en este caso sea simbólica, para alejar el caos de las fronteras egipcias. Esta imagen, utilizada durante todo el período faraónico, será especialmente visible durante el Reino Nuevo, cuando se la hace figurar en los pilonos de entrada de los templos. No obstante, la renuncia al sacrificio de servidores e incluso de enemigos en cruentos rituales no significa que los egipcios se acabaran convirtiendo en una civilización especialmente escrupulosa respecto a la violencia para con los demás. Puede que el mago Djedy regañara a Khufu por pedirle que sacrificara a un convicto, pero, como nos demuestran los anales reales, cuando se enfrentaban a insurrecciones y se trataba de mantener el orden, los enemigos del rey eran asesinados sin miramiento alguno... En realidad, los egipcios eran tan violentos como cualquier otra civilización del mundo antiguo.

PARA SABER MÁS ENSAYO

J. P. y MIDANT-REYNES, B. (eds.). Le sacrifice humain en Égypte ancienne et ailleurs. París: Soleb (Études d’Égyptologie, 6), 2005. En francés. DREYER, G. “The tombs of the First and Second dynasties at Abydos and Saqqara”. En Z. Hawass (ed.). The treasures of the pyramids. Vercelli: White Star, 2003, pp. 62-77. WILKINSON, A. H. Early Egypt. Londres: Routledge, 1999. En inglés. ALBERT,

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UN PLAN COMPLICADO Quinientos años después de la expedición de Magallanes, que daría la vuelta al mundo, recordamos los problemas que llovieron sobre el proyecto desde el momento en que el marino portugués lo presentó al rey español. JOSÉ CALVO POYATO, DOCTOR EN HISTORIA MODERNA

L

a cartografía de la Edad Media estaba referida casi exclusivamente a las aguas del Mediterráneo y sus tierras ribereñas. El océano Atlántico era entonces conocido como el mar Tenebroso, muy temido por los marinos, dadas las pocas referencias que se tenían de sus aguas y lo que podía encontrarse en ellas. En los mapas y cartas náuticas solían representarse pobladas de seres míticos y monstruosos –grandes serpientes marinas, dragones acuáticos, sierpes...– que suponían una terrible amenaza

para las embarcaciones que se aventuraban a navegar por ellas. A partir del siglo xv, los portugueses habían llevado a cabo una serie de expediciones desde el sur de su país. Tradicionalmente se ha señalado Sagres como la base de la que partían, y al infante don Enrique, conocido como el Navegante, como su principal impulsor. Los marinos portugueses, a base de esfuerzo y tesón, habían ido ampliando, poco a poco, el horizonte geográfico de la costa africana, hasta que, en 1488, Bartolomeu Dias logró doblar el cabo de las Tormentas, que se rebau-

tizaría como de Buena Esperanza. Esa proeza abría un posible camino para llegar a las Indias por una ruta diferente a la que controlaban los venecianos desde hacía décadas. Estos, por el mar Rojo, alcanzaban el mercado de las especias, donde podía adquirirse clavo, canela, pimienta negra... La posibilidad se hizo realidad diez años más tarde, en 1498, cuando Vasco da Gama llegaba a Calicut tras bordear la costa oriental africana y surcar las aguas del océano Índico. Los portugueses, con esa nueva ruta para llegar a las especias, hicieron de Lisboa el gran centro comercial de estos valiosísimos productos. Al tiempo que se llevaban a cabo estos viajes, los castellanos, bajo el reinado de los Reyes Católicos, habían impulsado una expedición a través de las aguas del mar Tenebroso, a cuyo frente se encontraba Cristóbal Colón. Partió del puerto onubense de Palos de la Frontera en 1492, y su

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objetivo era encontrar una ruta alternativa para llegar a las Indias, es decir, a las especias, navegando hacia Occidente. El resultado fue el descubrimiento de un continente cuya existencia los europeos desconocían, al que acabó bautizándose como América. Sin embargo, inicialmente se tuvo el convencimiento –Colón así lo creyó hasta el momento de su muerte, en 1506– de que se había llegado a las Indias. Esa situación llevó a castellanos y portugueses, en pugna por el control de esas rutas marítimas, a someterse al arbitrio del pontífice, a la sazón Alejandro VI, el papa Borgia. Este emitió una serie de bulas, conocidas como Inter Caetera, en las que trazaba un meridiano de separación, situado, con notoria imprecisión, a cien leguas al oeste de las islas Azores. Adjudicaba las aguas y tierras que quedaban al oeste a Castilla, y las del este a Portugal. Esa línea de separación se modificó en el Tratado de

Tordesillas (1494), situándose –también con escasa precisión– a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Una vez establecido, sin ningún género de dudas, que las también denominadas entonces Indias Occidentales eran un nuevo continente, cuando Vasco Núñez de Balboa descubrió en 1513 el océano que bautizó con el nombre de mar del Sur y hoy llamamos océano Pacífico, la monarquía hispánica buscó un paso para llegar a ese mar sin violar el Tratado de Tordesillas. Fueron varias las expediciones que se organizaron con el objetivo de encontrarlo. Había que abrir, como habían hecho los portugueses bordeando África, otra ruta para llegar hasta las islas de las Especias, conocidas también como la Especiería o el Moluco. Obviamente, la apertura de esa ruta por el hemisferio castellano no era vista con buenos ojos en Lisboa. Agentes a sueldo del monarca portugués llevaron a cabo

IGLESIA de San Antolín, en Tordesillas, localidad donde se firmó el tratado homónimo.

acciones de sabotaje para impedir, o cuando menos entorpecer, dichas expediciones. Así, por ejemplo, lograron retrasar varios meses la que dirigió Juan Díaz de Solís, que tuvo un final desastroso. Díaz de Solís, junto a parte de sus hombres,

tará a un joven Carlos I, recién llegado a España procedente de su Flandes natal. Magallanes contó con la colaboración de uno de los mejores cosmógrafos de la época, el también portugués Ruy Faleiro. Al ignorarse las dimensiones reales de la Tierra y considerarse que su tamaño era muy inferior al que realmente tenía, se creía que la nueva ruta sería incluso más corta que la utilizada por los marinos lusitanos bordeando la costa africana. Acortaría de forma importante el tiempo del viaje, además de ahorrar los problemas que suponía doblar el cabo de Buena Esperanza, donde la frecuencia de las tormentas y la fuerza de los vientos dominantes se convertían en peligrosos obstáculos. El encuentro de Carlos I con los portugueses tuvo lugar en Valladolid. Allí, el 22 de marzo de 1518, se firmarían unas capitulaciones donde se fijaban las aportaciones de las partes para organizar la expedición, así como sus derechos y obligaciones. En ellas se indicaba de forma explícita que la expedición no violaría, bajo ningún concepto, lo acordado en Tordesillas con los portugueses: “El tal descubrimiento habéis de hacer, con tanto que no descubráis ni hagáis cosa en la demarcación e límites del Sacratísimo Rey de Portugal, mi muy caro y muy amado tío e hermano, ni en perjuicio suyo, salvo dentro de los límites de nuestra demarcación”. Es decir, la expedición navegaría por el hemisferio castellano y, una vez que hubiera alcanzado las islas de las Especias, tornaría a España por el mismo camino. Carlos I no deseaba tener problemas con el monarca portugués, Manuel I, que estaba casado con su hermana Leonor.

CARLOS I NO DESEABA TENER PROBLEMAS CON EL MONARCA PORTUGUÉS, CASADO CON SU HERMANA fue devorado por los indígenas de la zona de lo que hoy es el estuario del río de la Plata y al que durante algún tiempo se conoció como río de Solís.

La propuesta de Magallanes La búsqueda de ese paso para llegar al mar del Sur será el proyecto que el navegante portugués Fernando de Magallanes –poco apreciado en la corte lisboeta, pese a haber prestado importantes servicios– presen-

La presencia de Magallanes y Faleiro en la corte de Castilla hizo que el embajador lusitano, Álvaro da Costa, utilizase todos los medios a su alcance para impedir que su proyecto se hiciera realidad. Pretendió que Magallanes y Faleiro desistieran, argumentando que el plan era lesivo para los intereses de su patria de nacimiento. Esa circunstancia, la de ser portugueses, se convirtió en un problema añadido, al resultar imposible su nacionalización –natu-

RETRATO de Carlos I, c. 1620-30, grabado del

artista flamenco Lucas Vorsterman.

ralizarse, se decía entonces– como castellanos, que era la fórmula para solventar los escollos que surgían cuando un extranjero entraba al servicio de un monarca. La imposibilidad derivaba de que, poco antes, las Cortes de Castilla habían prohibido las nacionalizaciones. Había provocado malestar la concesión de la nacionalidad a un joven flamenco, Guillermo de Croy, para investirlo arzobispo de Toledo –la sede primada estaba vacante por el fallecimiento del cardenal Cisneros cuando Carlos I llegó a España–. Así se despejaba el obstáculo para hacerse con dicha prelatura, dado que las constituciones del arzobispado toledano obligaban a que su titular fuera castellano y residiera en el reino. Cerrada ahora esa vía, Magallanes tuvo que hacer un juramento de fidelidad a Carlos I para salvar la situación. El embajador lusitano recurrió a medidas de seducción, prometiendo a Magallanes las prebendas que antes se le habían negado en la corte lisboeta, y que fueron una de las causas por las que planteó su proyecto en Castilla. Da Costa buscó también amedrentarlos, tanto a él como a Ruy Faleiro, sometiéndoles a vigilancia y vertiendo amenazas sobre ellos. Hubo en Lisboa quien propuso medidas más expeditivas, porque el plan que presentaban a Carlos I “era peligrosísimo para el reino”. En Zaragoza, adonde Magallanes y Faleiro se habían trasladado siguiendo a la corte –Carlos I había viajado a la capital aragonesa con el propósito de que las Cor-

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MET / Donación de Georgiana W. Sargent, en memoria de John Osborne Sargent, 1924.

MAGALLANES

Todo por las especias A LAS INDIAS POR AMÉRICA EN UNA RUTA DE TRES AÑOS Naves en activo

Tripulación superviviente

INVIERNO DE 1519 Tras las Canarias, Magallanes se dirige a Cabo Verde. Para despistar a los portugueses, pasan casi dos meses navegando en paralelo a la costa africana. Magallanes debe sofocar su primer motín.

27-28 DE NOVIEMBRE DE 1520 Las naves se adentran en el Pacífico, así bautizado por hallarlo en calma. Navegarán 98 días sin interrupción. El escorbuto mata 200 a unos 30 tripulantes. aprox.

13 DE DICIEMBRE DE 1519 La flota española amarra en la bahía de Guanabara, cerca de la actual Río de Janeiro, donde se abastece gracias a los indígenas.

10 DE ENERO DE 1520 Tras una tormenta, se refugian en el estuario del Río de la Plata. Inspeccionan en busca del estrecho, pero desisten pronto. Zarpan de nuevo.

10 DE AGOSTO DE 1519 La flota zarpa de Sevilla por el Guadalquivir. El 20 del mes siguiente llega a Sanlúcar de Barrameda, de donde pone rumbo a Tenerife. Allí llegan rumores de que una flota portuguesa ha zarpado para obstaculizarle el paso en el cabo de Buena Esperanza. Comandante: Magallanes.

5

250 aprox.

9 DE JULIO DE 1522 Faltos de víveres, recalan en las islas de Cabo Verde. Allí advierten que, navegando hacia el oeste, han ganado un día, pero pierden a los hombres que bajan a puerto, que son detenidos por las autoridades portu18 guesas. aprox.

21 DE OCTUBRE DE 1520 Alcanzan cabo Vírgenes. Tardarán 38 días en atravesar el canal de Todos los Santos (estrecho de Magallanes).

31 DE MARZO DE 1520 Se refugian en la bahía de San Julián para pasar el invierno. Allí se amotinan tres de los cinco barcos. Magallanes sofoca la rebelión con dureza. La Santiago sale en expedición en busca del estrecho y naufraga. La tripulación se salva.

4

La San Antonio se rebela antes de llegar al Pacífico y pone rumbo a España.

6-18 DE MAYO DE 1522 La Victoria rodea el cabo de Buena Esperanza.

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tes del reino lo jurasen como rey a cambio de su compromiso de respetar los fueros–, recibieron amenazas de muerte. Según el cronista Herrera, “andaban emtrabos a sombra de tejado, y cuando les tornaba la noche en casa del obispo de Burgos, enviaba sus criados que les acompañasen”. Este obispo de Burgos era Juan Rodríguez

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de Fonseca, presidente del Consejo de Indias, que prestó un decidido apoyo al proyecto magallánico.

Secretos de Estado En la Lisboa de las décadas finales del siglo xv y la primera del xvi se vivían con pasión los grandes viajes de Bartolomeu Dias,

Vasco da Gama o Álvares Cabral, así como las expediciones encomendadas a Francisco de Almeida, primer virrey de la India, de cuyas rutas comerciales expulsó a venecianos y musulmanes, o Afonso de Albuquerque, sustituto de Almeida en el virreinato, que asentaron el dominio portugués en la India. La capital portuguesa

MAGALLANES LOS CINCO BARCOS

6 DE SEPTIEMBRE DE 1522 La Victoria atraca en Sanlúcar de Barrameda con un cargamento valorado en ocho millones de maravedís.

2 DE MAYO DE 1521 Los supervivientes navegan sin rumbo ni mando claros. La Concepción, además, queda inutilizada y es incendiada en Bohol (Visayas). Comandante: se impondrá finalmente Elcano.

2

16 DE MARZO DE 1521 Islas de San Lázaro (is. Filipinas). Confraternizan con los nativos.

6 DE MARZO DE 1521 Tras 27.000 km alcanzan las islas de los Ladrones (is. Marianas).

21 DE DICIEMBRE DE 1521 La Trinidad necesita reparaciones. Partirá hacia América semanas después, pero se verá obligada a volver a las Molucas, donde es apresada por los lusos. La Victoria parte hacia España por el Índico, sin escalas hasta Buena Esperanza.

1

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aprox.

6-7 DE NOVIEMBRE DE 1521 Tras hacer escala en Borneo alcanzan las Molucas. En Tidore cargan las bodegas de especias, pero deciden separarse para despistar a los portugueses, que van tras ellos.

se había convertido en uno de los centros de investigación náutica más importantes. En la Casa da Índia –el equivalente lusitano de la Casa de la Contratación de Sevilla–, los mejores cartógrafos y cosmógrafos confeccionaban mapas, portulanos y cartas con los datos que les facilitaban los navegantes y pilotos cuando

27 DE ABRIL DE 1521 Batalla en la isla de Mactán. Magallanes muere en su trans115 curso. aprox.

regresaban de sus viajes. Se vigilaba todo lo relacionado con su elaboración, al ser uno de los más importantes secretos de Estado de la época. Esas cartas contenían una valiosa información sobre latitudes, rumbos y dirección dominante de los vientos y las corrientes marinas, así como una detallada línea de la costa.

Las naves que formaron la Flota de las Molucas eran de las más modernas de su tiempo. Se trataba de cuatro naos y una carabela (la Santiago), todas de tamaño más bien pequeño, lo que permitía una gran maniobralidad, aunque limitaba su tonelaje de desplazamiento. El escaso calado del puerto de Sevilla también constituyó un condicionamiento para la envergadura de las naves. La TRINIDAD era la nave capitana, en la que viajaba Magallanes, y desplazaba cien toneladas. La SAN ANTONIO era la nave mayor (120 toneladas) y la destinada a transportar la mayor parte de las provisiones. La CONCEPCIÓN (en la que embarcó Juan Sebastián Elcano como maestre) tenía capacidad para 90 toneladas. La VICTORIA podía cargar 85 toneladas. Única superviviente de la travesía, fue vendida después por 106.274 maravedís para volver a servir en la Carrera de Indias. En 1570 naufragó con toda la tripulación cuando se dirigía a Sevilla, probablemente debido a una furiosa tormenta. La SANTIAGO era el barco más pequeño de la flota (75 toneladas de desplazamiento) y estaba destinada a misiones de reconocimiento.

Se ha especulado con que el mapamundi conocido hoy como el Atlas Miller, de los cartógrafos Pedro y Jorge Reinel, padre e hijo, que trabajaban para el monarca portugués, se elaborara para convencer a Carlos I de lo inútil del proyecto que le había sido presentado por Magallanes. Financiar aquella expedición era un despilfarro de

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hombres, barcos y recursos, de los que siempre anduvo escaso Carlos I, porque, a juzgar por el mencionado mapa, esa empresa estaba destinada al fracaso. El atlas en cuestión contenía mapas de diversas partes del mundo, pero lo más sobresaliente era un mapamundi, confeccionado en pergamino de la mejor calidad, ricamente iluminado y profusamente decorado. Ofrecía una visión del mundo en la que las tierras de América se prolongaban hacia el sur uniéndose a una masa continental austral, sin dejar el menor resquicio para llegar desde el Atlántico al que sería conocido como océano Pacífico. El paso que ansiosamente buscaban los castellanos, piedra angular en el proyecto presentado por Magallanes a Carlos I, era, pues, una quimera. En consecuencia, aque-

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lla expedición suponía una búsqueda inútil. En ese mapamundi se representaba el océano Índico como una especie de mar cerrado, poco menos que una inmensa laguna, al que solo se tenía acceso bordeando la costa africana, convertida en la única ruta para llegar a las islas de las Especias, aparte de la que, desde el Mediterráneo, surcaba las aguas del mar Rojo.

La empresa imparable Los intentos de desbaratar el viaje urdidos por los portugueses no dieron resultado. Carlos I aportó los cinco barcos, según lo estipulado en las capitulaciones de Valladolid, que fueron adquiridos en puertos del Cantábrico. Una parte importante de los recursos financieros para su aparejo y para la adquisición de los bastimentos ne-

cesarios para alimentar a las tripulaciones, que se acercaban a los 250 hombres, quedó en manos de un empresario que durante muchos años había estado afincado en Lisboa: Cristóbal de Haro. Las naos Trinidad, San Antonio, Concepción y Victoria, y la carabela Santiago, de menor porte que las naos y más adecuada para explorar aguas poco profundas, llegaron a Sevilla a finales de 1518. Fueron calafateadas, pintadas y aparejadas en el muelle de las Mulas, y se las dotó de un nuevo velamen. Pero las dificultades estaban lejos de haber concluido. Las diferencias, en parte instigadas por los portugueses, entre Magallanes y Ruy Faleiro se hicieron insalvables y, por orden del propio Carlos I, que en las capitulaciones había dado a Faleiro el mismo rango que a Magallanes, el ex-

MAGALLANES perto cosmógrafo fue apartado de la expedición. En su lugar fue nombrado Juan de Cartagena, al que se dio, además del mando de una de las naos, el cargo de veedor de la escuadra. Era una forma de mantener vigilado a Magallanes, que no aceptó aquel nombramiento de buena gana. Desde el primer momento, ambos mantuvieron un fuerte pulso que tendría consecuencias negativas para la expedición (el veedor, que intentó liderar un motín, acabó abandonado en tierra). En Sevilla se vivieron algunos altercados por cuestión de preeminencias, y sobre todo por los recelos que despertaba el hecho de que el mando de la expedición recayera sobre un portugués, en un momento en que por Castilla corrían vientos de xenofobia. La gran cantidad de flamencos que habían acompañado a Carlos I en su venida a España, muchos con una auténtica voracidad por hacerse con cargos y sinecuras, había despertado numerosos recelos que desembocarían más adelante en un conflicto armado, conocido como guerra de las Comunidades. También se alzaron voces contra el elevado número de

EN SEVILLA SE VIVIERON ALTERCADOS POR LOS RECELOS DE QUE EL MANDO RECAYERA SOBRE UN PORTUGUÉS marineros portugueses que formaban parte de las tripulaciones. Algo que, pese a ser habitual –la colonia lusa en Sevilla era muy numerosa–, hizo albergar sospechas sobre las pretensiones de Magallanes. La escuadra, en medio de una gran expectación, partió de Sevilla el 10 de agosto de 1519. En ella, como maestre de la Concepción, iba un marino vasco que por entonces tenía serios problemas con la justicia. Juan Sebastián Elcano había tenido que entregar su barco, ofrecido como garantía, a unos banqueros genoveses, a los que no había podido satisfacer una deuda. La deuda derivaba del retraso del pago de los servicios que, con dicho barco, Elcano había prestado a la Corona. Descendieron por el Guadalquivir hasta Sanlúcar de Barrameda, donde estaba

MONUMENTO a Elcano en Guetaria, Guipúzcoa.

A la izqda., fragmento del Atlas Miller.

previsto que la escuadra permaneciera solo unos días. Los precisos para cargar algunos alimentos frescos y llevar a cabo la aguada antes de hacerse a la mar. Sin embargo, sin que se conozcan las causas –se ha apuntado que una flota lusitana aguardaba al acecho–, permanecieron anclados en la desembocadura del río durante cuarenta días. No se hicieron a la mar hasta el 20 de septiembre.

¡El paso existe! Magallanes encontró el ansiado paso a poco más de 53 grados de latitud y, tras recorrer la inmensidad de las aguas del Pacífico con solo tres naves –la Santiago se había hundido y la San Antonio había regresado a España sin comunicarlo–, llegó a los archipiélagos del sudeste de Asia. Su muerte a manos de nativos en Mactán, una isla situada al sur de lo que hoy son las Filipinas, llevó a modificar el plan establecido en las capitulaciones de Valladolid: era imposible retornar por la misma ruta. Juan Sebastián Elcano, que se había hecho cargo del mando de la Victoria, y Gonzalo Gómez de Espinosa, que mandaba la Trinidad y que no se encontraba en condicio-

nes de navegar sin una reparación a fondo –la Concepción había sido incendiada ante la falta de hombres para el manejo de tres barcos–, decidieron que la Victoria regresaría por aguas del Índico. Buscaría la costa de África y, tras doblar el cabo de Buena Esperanza, ganaría las aguas del Atlántico para regresar a España. Esa decisión abría la puerta a la primera vuelta al mundo. Algo que se hizo realidad cuando la Victoria, con solo dieciocho hombres a bordo, llegaba el 6 de septiembre de 1522 a Sanlúcar de Barrameda y, dos días después, a Sevilla. Carlos I concedió a Elcano un escudo de armas en el que podía leerse: Primus circumdedisti me, “El primero en circunnavegarme”.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Luis. La primera vuelta al mundo. Madrid: Rialp, 2012. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Agustín Ramón. La primera vuelta al mundo. Madrid: Edaf, 2018. COMELLAS, José

NOVELA CALVO POYATO, José. La ruta infinita. Madrid: HarperCollins, 2109.

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LA GRAN RESISTENTE Se cumplen 200 años del nacimiento de Clara Schumann, una de las pianistas y compositoras más importantes del Romanticismo. Tuvo una vida llena de triunfos musicales y reveses personales. MARÍA ALDAVE, PERIODISTA

CLARA SCHUMANN con un libro de partituras. Óleo sobre lienzo, colección privada.

T

enía unos grandes ojos azules. De aspecto frágil, ante el teclado de un piano se transformaba en un gigante poderoso. Era Clara Schumann. Gracias a su éxito entre el público y la crítica, la música de su marido, Robert Schumann, alcanzó a un espectro amplio de melómanos, lo que de otro modo hubiera sido complicado para alguien tan falto de habilidades sociales como él. Clara Schumann, una niña prodigio modelada por las ansias de gloria de su padre, Friedrich Wieck, nació el 13 de septiembre de 1819 en Leipzig. La ciudad prusiana era un centro cultural de primera magnitud que, desde 1743, contaba con un recinto de conciertos, el Grosse Concert, luego conocido como Gewandhaus Concert. Clara fue una niña especial. No aprendió a hablar hasta los cuatro años y permaneció sorda a lo que se le decía

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hasta los ocho. Quizá ese encierro en un mundo propio se debiera a la tensión que se respiraba en el hogar a causa de un padre malhumorado, que a menudo insultaba a su mujer, Marianne Tromlitz, y a sus dos hijos varones, Gustav y Alwin. Los pequeños no tenían el talento de Clara, y Wieck les hizo la vida imposible hasta que los echó de casa. La amargura de su niñez se acentuó en 1825, cuando sus padres se divorciaron. A pesar de todo, ella sería el miembro más importante de la familia: sus ensayos, los vestidos de seda para actuar, los pianos para practicar, la mejor habitación... Cuando Wieck se casó por segunda vez en 1828 con Clementine Fechner, la nueva esposa se quedaba al cuidado del hogar mientras Friedrich y Clara iban de gira. La educación de Clara fue básicamente musical. De hecho, se le permitió aprender inglés y francés solo porque le serían útiles

en sus giras como concertista. En el hogar de los Wieck se organizaban periódicas reuniones de compositores, intérpretes y críticos en las que Clara actuaba para los invitados. La primera vez que la niña tocó ante el público fue el 20 de octubre de 1828, en la Gewandhaus, acompañando a una alumna de su padre. Tenía nueve años. Dos años después dio su primer concierto como solista en el mismo lugar.

Schumann entra en su vida Robert Schumann era un atractivo muchacho enamorado de la música. Las interpretaciones de Clara le impresionaron tanto que pidió a Wieck que fuera su profesor. Y así, en otoño de 1830, el compositor se instaló en casa de Clara. Ella tenía 11 años. Ambos practicaban casi todo el día. Por las noches, Robert jugaba con los niños, que le adoraban. Al joven le horrorizaba el maltrato de Friedrich a sus hijos varones, y

tampoco entendía que Clara ni se inmutara en los episodios más violentos. A pesar de todo, respetaba a su profesor. Fue también en esa década cuando afloraron los primeros problemas psicológicos de Robert, que además debió aparcar su carrera de concertista por una lesión en su mano (o una enfermedad, no se sabe bien). En noviembre de 1835, Robert anotó en su diario que Clara y él se habían dado su primer beso. Estaba convencido de que Friedrich admitiría su relación. Pero Wieck la rechazó. Si Robert se casaba con Clara, la apartaría de su brillantísima carrera, ¡con lo que él había hecho por esa hija! Por eso, hizo lo imposible para separarles y presionó a Clara con una dureza de trato que la sumió en una profunda tristeza. Fue un tiempo en el que Robert anduvo desesperado, y coincidió con la creación de algunas de sus mejores piezas. Mientras tanto, Clara prosiguió con sus actuaciones como pianista. Ambos parecían resignados a la separación. Sin embargo,

SCHUMANN ESTABA CONVENCIDO DE QUE WIECK ADMITIRÍA SU RELACIÓN CON CLARA, PERO ESTE LA RECHAZÓ a finales de 1837 comenzaron a cartearse y retomaron el vínculo.

La gran decisión Robert apremiaba a Clara para que rompiera con su padre, pero ella dependía de Wieck desde el punto de vista emocional y artístico, y hacerle frente la angustiaba. En paralelo, sus giras continuaron cosechando triunfos. En una carta del 30 de enero de 1838 le contaba a Robert que en Viena hasta se servía una “tarta a la Wieck”, tal era su éxito. Por su notoriedad se le concedió la distinción de Virtuosa de la Cámara del Emperador de Austria. Entre las piezas de su repertorio, Clara siempre incluía obras de Robert, lo que ayudó a difundir la fama del compositor. Asimismo, comenzó a ir de gira sola y se dio cuenta de que se las arreglaba muy bien por sí misma. También conoció la dura competencia que se daba entre intér-

CLARA AL PIANO junto a Robert Schumann, siglo XIX. En la pág. opuesta, plaza del Mercado de Leipzig, 1888.

pretes en ciudades como París, y, lo peor de todo, el más absoluto rencor de su padre, que la amenazó con demandarla si seguía adelante con su relación. En aquel momento, la ley obligaba a las parejas a tener el consentimiento de sus progenitores para casarse, y en caso contrario el asunto se dirimía ante los jueces. Por fin, la joven se armó de valor y, en noviembre de 1840, escribió a su enamorado: “Por tu bien dejaré a mi padre, a quien amo más en el mundo excepto a ti. Te seguiré sin su consentimiento. [...] Confío en ti, mi vida queda en tus manos”.

La pareja se casó el 12 de septiembre de 1840 y se instaló en Leipzig. El mes anterior, los tribunales habían fallado a su favor. Durante sus primeros años juntos, Clara era feliz cuando estudiaba y leía con su marido, pero a veces se sentía relegada a un papel secundario. Además, solo podía practicar al piano cuando Robert salía, para no molestarle para componer. Él no se daba cuenta, siempre absorto en sus creaciones, innovadoras, brillantes, la puerta al nuevo Romanticismo alemán. Por fin, en marzo de 1841, Clara pudo actuar en su primer solo desde su boda.

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¿COLEGAS O ADVERSARIOS? Filias y fobias de Clara Schumann en la comunidad artística CLARA ESTABLECIÓ UNA firme amistad con Brahms (abajo) y Joseph Joachim, y Mendelssohn fue padrino de una de sus hijas. Pero conoció a otras grandes figuras, como el compositor Frederic Chopin, el violinista Niccolò Paganini, el dramaturgo y poeta Johann Wolfgang von Goethe o el escritor Hans Christian Andersen, al que describió co-

mo “el hombre más feo de la Tierra, pero uno de los más fascinantes”. CON OTRAS FIGURAS mantuvo tensos enfrentamientos. Especialmente agrio fue el choque con Liszt y Wagner en lo que se llamó la “guerra de los románticos”. Clara, el violinista Joseph Joachim y Brahms representaban a la escuela conservadora de Leipzig, partidaria de las estructuras musicales de los grandes clásicos. Para ellos, Beethoven era la cumbre de la música. Por su parte, Liszt y Wagner eran las cabezas visibles de los progresistas de Weimar, que veían en Beethoven no la cúspide, sino el principio de una nueva era, y abogaban por nuevas fórmulas musicales. CLARA SENTÍA especial animadversión por Wagner porque este solía hablar despectivamente de Schumann, Mendelssohn y Brahms. La concertista aseguraba que Lohengrin le aterrorizaba y que Tristán e Isolda le repugnaba.

Era un concierto benéfico que dirigió el compositor Felix Mendelssohn. También se estrenó ante el público la primera sinfonía de Robert Schumann, Primavera. La reaparición de Clara en Leipzig fue un acontecimiento muy celebrado. A partir de 1842, ella se volcó en la música. El cuidado de los niños quedó a cargo de niñeras. Robert debía acompañarla en sus giras porque era inapropiado que una mujer viajara sola. Eso le crispaba: los conciertos de su mujer interrumpían su labor creativa, aunque, por otro lado, le encantaba que ella interpretara sus obras. Además, en una gira de tres semanas Clara ganaba más que él en un año como compositor y editor de la revista de música Neue Zeitschrift. Llegó un momento en el que ella empezó a viajar sin él, eso sí, con una acompañante. En esas ocasiones, Robert se quedaba en casa muy apenado y buscaba consuelo en la bebida. Sus hijos estaban orgullosos de su madre, pero apenas disfrutaron de su compañía,

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porque pasaba largas temporadas de gira, aunque a veces se llevaba a alguno de ellos. Casi ninguna Navidad estuvieron juntos y apenas coincidieron en los cumpleaños. La correspondencia de Clara recoge las órdenes que enviaba a casa sobre la salud, la alimentación y la educación de los pe-

peorado, y Clara retomó a regañadientes su papel de ama de casa. A partir de aquel año, la salud mental de Robert se agravó. Lloraba a menudo, tenía insomnio y ni siquiera podía caminar. Clara renunció a una gira para cuidarle. La pareja dejó Leipzig en diciembre de 1844 creyendo que, con el clima de Dresde, la salud de Robert mejoraría, pero el cambio fue nefasto. El gusto del público era más inclinado a la ópera, un paraíso para Richard Wagner, mientras que la música de Robert, romántica y moderna, allí apenas tenía seguidores. No obstante, fue un período de gran creatividad para la pareja, que trabajó en diferentes composiciones, en contra del criterio médico de alejar a Robert de la música. Clara le protegía, y él, cuando se encontraba bien, promocionaba las obras de su mujer y le organizaba conciertos. En mayo de 1849, Dresde vivió la Primavera de las Naciones, un levantamiento popular, continuación de las revoluciones que habían estallado en varias ciudades alemanas desde marzo de 1848 reivindicando una monarquía constitucional. Robert simpatizaba con los revolucionarios, pero su salud le impidió unirse a ellos. Clara pudo poner a salvo a toda la familia, pero para reunirla debió atravesar la ciudad en llamas sorteando escuadrones de hombres armados. Pasado algo más de un año, los Schumann se instalaron al oeste del país, en Düsseldorf. Robert iba a dirigir el Coro y la Orquesta Municipal. El matrimonio fue bien recibido, y sus conciertos, con Clara co-

CLARA EMPEZÓ A VIAJAR SIN SU MARIDO, Y ESTE, APENADO, BUSCABA CONSUELO EN LA BEBIDA queños. Por ejemplo, se empeñó en que sus hijas fueran profesoras para que pudieran ser autosuficientes.

La inestabilidad de Robert En enero de 1844, los Schumann hicieron una gira por Rusia, donde Clara fue aclamada e incluso actuó ante los zares en el palacio de Invierno. Para Robert el viaje fue un espanto: melancólico, se sentía abandonado por su mujer, que debía ensayar sin descanso. Cuando regresaron a casa, su condición psíquica había em-

mo solista y dirigidos por Robert, fueron aclamados. Sin embargo, las faltas de asistencia de Robert a los ensayos del coro pronto generaron críticas hacia él, y Clara le suplió en esa tarea, al tiempo que seguía dando conciertos. Entre 1852 y 1853, la salud mental de Robert empeoró. Sus alucinaciones eran cada vez más intensas, pero Clara no se dio cuenta de la gravedad de la situación, convencida de que su marido se repondría. El 30 de septiembre de 1853, él anotó en su diario que iba a visitarle Johannes

CLARA SCHUMANN

CLARA SCHUMANN al piano en una fotografía sin datar, probablemente ya en su etapa de viudedad.

Brahms, un encuentro que le hizo muy feliz. Conectaron enseguida, y Brahms estuvo en el hogar de los Schumann algunas semanas. Fue un tiempo maravilloso para los tres. El 24 de febrero de 1854, en medio de una nueva crisis, Robert trató de suicidarse tirándose al Rin. A raíz de ello le internaron en un hospital mental en Bonn, a más de setenta kilómetros, y a ella, embarazada de ocho meses, le prohibieron visitarle. En septiembre del año siguiente, los médicos anunciaron que Robert

nunca se recuperaría. Por fin, cuando apenas le quedaban unas horas de vida, Clara obtuvo permiso para verle. Pudo estar con él el día de su fallecimiento, el 29 de julio de 1856. En total, Clara había convivido con su marido casi 14 años, durante los cuales tuvo ocho hijos y dio al menos 139 conciertos públicos.

La amistad con Brahms El joven compositor, 13 años más joven que Clara, cuidó de los Schumann los dos años largos en que Robert estuvo ingresa-

do. Vivía con ellos, ayudaba en los asuntos domésticos y componía. Poco a poco, su gran amistad terminó con un Brahms perdidamente enamorado de la concertista. Clara continuó con sus giras, en las que, además de las obras de Robert, interpretaba composiciones de Brahms, lo que contribuyó a darle a conocer también a él. A veces actuaban juntos; en otras ocasiones, ella se iba de tour y Brahms se quedaba a cargo de la casa. Es difícil saber si terminaron siendo amantes, porque acordaron destruir sus cartas y solo se conservan unas pocas que ella quiso guardar en un gesto sentimental. El mayor consuelo de Clara durante su viudedad fue, una vez más, la música. Su actividad profesional le permitió mantener a los suyos y a la familia de uno de sus hijos, Ferdinand, que tenía siete pequeños y era adicto a la morfina. Clara costeó también los cuidados médicos de varios de sus hijos y sus propias medicinas, porque sufría dolores en las manos, ataques de ansiedad y migrañas. A partir de 1878, cuando ya tenía 59 años, se dio cuenta de que, entre concierto y concierto, se quedaba exhausta, y empezó a espaciar sus interpretaciones. Un contrato como profesora en el conservatorio de Fráncfort la ayudó a completar sus ingresos. Sus alumnos la describían como una docente exigente y puntillosa, aunque siempre amable de trato. Clara fue viuda durante 40 años, tiempo en el que sufrió la muerte de cuatro de sus ocho hijos (otro había muerto con pocos meses de edad). Su último concierto público lo ofreció el 12 de marzo de 1891. Tenía 72 años. Falleció cinco años después, el 20 de mayo de 1896. Cuando estaba en su lecho de muerte, le pidió a uno de sus nietos que tocara el Intermezzi, op. 4, y Romance en Fa Mayor, op. 28, ambas obras de Robert Schumann. Fue lo último que escuchó.

PARA SABER MÁS BIOGRAFÍA

Nancy B. Clara Schumann: The Artist and the Woman. Ithaca, Nueva York: Cornell University Press, 2013. En inglés. SAMUEL, Claude. Clara Schumann. Secretos de una pasión. Buenos Aires: El Ateneo, 2007. REICH,

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NASCA ¿UNAS LÍNEAS RITUALES? Nadie sabe qué impulsó a los habitantes de esta árida región del Perú a trazar dibujos colosales sobre el desierto, pero quienes los han visto coinciden en que el espectáculo es inolvidable. ANA ECHEVERRÍA, PERIODISTA

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asear por las pampas de Nasca, Ingenio, Palpa, Jumana o Socos despierta la sed de cualquiera. Son inmensas llanuras pedregosas, de un tono gris oscuro rojizo, que abarcan unos cuatrocientos cincuenta kilómetros cuadrados y se sitúan en la costa meridional del Perú, entre el océano Pacífico y los Andes. Su aridez es legendaria: llueve unos treinta minutos al año. Por eso no hay rastro de vida. Sin embargo, los hombres han dejado su huella en este rincón perdido del mundo. Se aprecian marcas de ruedas de motocicletas y todoterrenos. De vez en cuando, una o varias líneas más amplias y nítidas, de color claro, se extienden hacia el horizonte. A ras de suelo es difícil dilucidar qué son o hasta dónde llegan, pero todo cobra sentido a 400 metros de altura. Por un precio que oscila entre los 135 y los 150 dólares, cualquier turista puede sobrevolar las pampas en avioneta. Desde su asiento contemplará un espectáculo que ha maravillado a viajeros, historiadores, arqueólogos y místicos durante más de ochenta años. Espirales, trapecios, triángulos y líneas, todos perfectamente delineados, se superponen a lo ancho del desierto. En algunas zonas, inmensas y elaboradas figuras de animales se extienden por la llanura: pájaros, una araña, un lagarto, un mono, una ballena… ¿Cuándo se trazaron estos dibujos, técnicamente llamados geoglifos? ¿Quiénes los hicieron? ¿Con qué propósito? Los arqueólogos han logrado responder con bastante certeza las dos primeras preguntas. La tercera sigue siendo un enigma, y los enigmas son terreno abonado para la imaginación. De creer algunas de las hipótesis más sorprendentes, los geoglifos serían pistas de aterrizaje para aeronaves espaciales, claves numéricas compartidas con los egipcios, atlas locales o mundiales, signos del zodíaco, estadios “olímpicos” precolombinos, vestigios del diluvio universal o incluso planos de una catedral.

A vista de pájaro Todo este furor especulativo se desató a partir de 1928, año en que se iniciaron los primeros vuelos comerciales del Perú. Los pilotos fueron seguramente los primeros en avistar las líneas en todo su esplendor, aunque no en descubrirlas. Dos años antes,

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NASCA

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TERRITORIO GRANDIOSAMENTE “RAYADO” AL SUR DEL PERÚ

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EL CORREGIDOR LUIS DE MONZÓN INTERPRETÓ EN EL SIGLO XVI QUE LAS LÍNEAS ERAN SIMPLES CAMINOS TRANSITABLES

en Nasca. En la pág. anterior, geoglifo de un ave.

el antropólogo Alfred Louis Kroeber ya había descrito las “carreteras” de las pampas. Y en 1927, el arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesspe había divisado las primeras figuras (trapezoides y zigzags) desde la cumbre de varios cerros cercanos. Las líneas llevaban siglos allí, aparentemente olvidadas, aunque no del todo desapercibidas. En 1551, el cronista español Pedro Cieza de León mencionó unas marcas en el valle de Nasca que podrían corresponder a los geoglifos: “Por algunas partes de los arenales se ven señales para que atinen el camino que han de llevar”, escribió en su Crónica del Perú. En 1586, el corregidor Luis de Monzón interpretó que se trataba de caminos transitables. Sin embargo, estas supuestas rutas no conducen a ningún lugar determinado.

25 km

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Principal concentración de líneas y figuras

Carretera Panamericana

UNO DE LOS “caminos” que acaban abruptamente

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Nasca

200 km

RECTAS Y CURVAS Los antiguos geoglifos se encuentran en las pampas de Jumana, en el desierto de Nasca, entre las poblaciones de Nasca y Palpa. Son varios centenares de trazos, desde simples líneas hasta figuras de animales y plantas y dibujos geométricos. La Unesco inscribió las líneas como Patrimonio Mundial en 1994.

Si se trazaron para recorrerlas, debió de ser con algún propósito distinto del puro desplazamiento. Las líneas, que miden entre 30 m y 9 km, finalizan bruscamente en distintos puntos del desierto. Desde el aire se aprecia que, además de líneas, hay polígonos con el interior despejado, como el llamado Gran Rectángulo, que alcanza 850 m de largo por 110 de ancho. Triángulos, trapezoides, zigzags y espirales completan el repertorio geométrico. Además, hay más de treinta figuras biomorfas (es decir, con forma de animales y plantas) que difícilmente pueden considerarse caminos. La mayor de ellas es un ave de 275 m de longitud. El lagarto mide 188; el mono, 135. Lo más interesante de los geoglifos figurativos es que están trazados con una sola línea, como si un niño gigante los hubiera esbozado sin levantar el lápiz del papel. Las rectas, por su parte, parecen perfectas vistas desde el cielo. Examinadas en detalle, presentan pequeñas desviaciones que no superan los dos metros por kilómetro, una precisión notable para un pueblo prehistórico como los nascas y para sus antecesores, los paracas.

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La explicación más probable para las líneas curvas es que se trazaran con ayuda de un compás rudimentario, consistente en un trozo de cordel que girara en torno a una estaca. Aunque no existen pruebas concluyentes, en 1984, un equipo de diez voluntarios, a las órdenes del antropólogo y astrónomo estadounidense Anthony Aveni, dibujó una espiral siguiendo este método y obtuvo un resultado muy semejante al de las espirales nasca en tan solo una hora y media de trabajo. Según estimaciones de Aveni, más optimistas que las de Stierlin, su equipo podría despejar un trapezoide de tamaño medio en una semana. Los dibujos más complejos seguramente se ampliaron a escala, siguiendo un sistema de cuadrícula a partir de un modelo de menor tamaño. De hecho, los mismos motivos vegetales y animales aparecen en la cerámica nasca y en los tejidos de época paracas. Así, no se requería una tecnología sofisticada –y menos aún extraterrestre– para elaborar los geoglifos, ni siquiera hace dos mil años. Sí fue necesaria una notable capacidad organizativa. Cuesta imaA estas dos civilizaciones se atribuye la autoría de estas asombrosas obras de land art. Según los cálculos de los arqueólogos, la mayoría de los geoglifos datan de entre el año 100 a. C. y 500 d. C., lo que coincide con el apogeo de la cultura nasca. Unos pocos, junto a algunos petroglifos (grandes dibujos tallados en la roca de las montañas vecinas), son presumiblemente más antiguos y corresponden a los paracas, de quienes los nascas heredaron buena parte de su cultura.

¿Un trabajo faraónico? ¿Cómo se elaboraron los geoglifos? Probablemente con paciencia, tesón y conocimientos básicos de geometría. Unos pocos, entre los más antiguos, se delinearon por adición, es decir, acumulando unas piedras sobre otras. Pero en la gran mayoría se empleó una técnica de sustracción. Las piedras de la pampa, ricas en óxido de manganeso y hierro, tienen un característico tono oscuro rojizo, que adquirieron tras millones de años de contacto con el aire. Al retirar la primera capa de guijarros, aparece un suelo mucho más claro, de un tono amarillento. Junto a las líneas se han

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hallado fragmentos de estacas que probablemente ayudaron a sostener largos cordeles. Siguiendo la trayectoria del cordel, se obtendrían los trazados rectilíneos que hoy maravillan a los visitantes. Una vez delineados los dos límites de la recta, que podía tener una anchura de entre 10 y 120 centímetros, los nascas retiraban las piedras intermedias y las acumulaban en los bordes, formando pequeños muros laterales que se alzaban unos pocos centímetros o, en ocasiones, hasta un metro. La sombra que proyectan estas tapias de guijarros ayuda a definir mejor el dibujo. Este método de trabajo se ha deducido a partir de líneas inacabadas, cuyas piedras sobrantes se apilaron en montículos a los lados, probablemente a la espera de usarlas para construir los bordes. Los polígonos se dibujaron de manera similar, pero retirando las piedras oscuras de toda su superficie, una tarea ingente. “Las operaciones de limpieza de las plazas de mayor tamaño que existen en Nasca debían de necesitar al menos dos meses de trabajo cotidiano para unos trescientos obreros”, calculó el historiador suizo del arte Henri Stierlin.

ES PROBABLE QUE LOS DIBUJOS COMPLEJOS SE AMPLIARAN A ESCALA, SIGUIENDO UN MODELO DE MENOR TAMAÑO ginar que un proyecto coordinado de tal envergadura se llevara a cabo sin un propósito concreto. Pero ¿cuál era? Para responder a esta pregunta es necesario saber quiénes eran y cómo vivían los nascas. Como todos los pueblos precolombinos, carecían de escritura y de tecnologías como la rueda, las herramientas de hierro o la rueca. Su cultura desapareció ocho siglos antes del establecimiento del Imperio inca, de modo que los españoles no pudieron reunir testimonios orales ni escritos. Todo lo que se sabe de los nascas y sus ancestros paracas procede del análisis de su cerámica, su ropa, sus restos urbanos y sus tumbas. A juzgar por sus momias, eran de corta estatura, con pómulos altos, nariz aguileña, ojos rasgados y cabello lacio y oscuro. Su in-

NASCA

dumentaria consistía en túnicas, turbantes, ponchos y mantos. Tocaban instrumentos de viento y percusión. Los varones podían ser guerreros o campesinos, y su vestido variaba en función de su profesión. Un 65% de la población se deformaba el cráneo desde la niñez para obtener una cabeza más esbelta, que tal vez fuera un símbolo de estatus o algún tipo de distintivo social. Algunos hombres se tatuaban la cara; las mujeres preferían los tatuajes en nalgas y muslos. Los paracas elaboraban tejidos de una calidad asombrosa y envolvían con ellos a los difuntos de alto rango. Sus sucesores, los nascas, volcaron su creatividad en la cerámica: sus vasijas policromadas se cuentan entre las más bellas de la América precolombina. No obstante, no todas las costumbres de este pueblo nos resultarían gratas hoy. Por alguna razón, los nascas coleccionaban cabezas humanas. Las embalsamaban siguiendo una técnica peculiar, que consistía en extraer el cerebro desde la base del cráneo, rellenar las mejillas con algodón, coser la boca con espinas de pescado y practicar un agujero en la coronilla, por donde pasaban

ARRIBA, máscara mortuoria de procedencia nasca. ABAJO, poncho de lana roja, pieza textil de la cultura nasca, 600-700 d. C. EN LA PÁGINA ANTERIOR, geoglifo que representa a un mono.

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VESTIGIOS muy bien conservados de lo que se considera un antiguo sistema de irrigación.

una cuerda que permitía llevar la cabeza en la mano o colgada del cinturón, a modo de macabro complemento. El número de cabezas-trofeo halladas o representadas parece aumentar en épocas de carestía, pero los estudiosos no han podido dilucidar si los decapitados eran enemigos vencidos o parientes sacrificados a los dioses. En cualquier caso, es probable que a estos amuletos se les atribuyeran cualidades mágicas y que se emplearan en ritos relacionados con la lluvia.

Esclavos del agua El agua era el eje de la vida de todo nasca. Sus aldeas y campos de cultivo se arremolinaban en torno al río Ica, el río Grande y sus afluentes (Ingenio, Palpa, Nasca...). El caudal de estos ríos era (y es aún) enormemente variable. Entre ocho y diez meses al año están totalmente secos, a excepción del Ingenio y el Grande, que

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suelen mantener un caudal mínimo. Solo la época de lluvia en las montañas, de diciembre a marzo, los hace crecer, y, aun así, buena parte del agua se filtra al subsuelo antes de llegar al océano Pacífico. A pesar de la sequía permanente, los nascas cultivaban una amplia variedad de

agricultores nascas eran muy cuidadosos con la fertilidad de sus tierras: en vez de arar, plantaban las semillas cavando un hueco para cada una, lo que evitaba al máximo la erosión del suelo. Aunque se desconocen los detalles de la religión nasca, todos los expertos coinciden en

LA TEORÍA DE QUE LAS LÍNEAS ERAN UN CALENDARIO ASTRONÓMICO PERSISTIÓ MÁS DE TREINTA AÑOS productos: algodón, maíz, frijoles, yuca, guayaba, calabaza... Para hacer posible este milagro, idearon un ingenioso sistema de regadío que aprovechaba el agua del subsuelo. Cavaban pozos y los unían entre sí mediante túneles ligeramente inclinados, que encauzaban las corrientes subterráneas y las dirigían hacia las huertas. Parte de estos canales, llamados puquios, sigue en uso hoy. Además, los

suponer que la lluvia y la fertilidad eran fundamentales en sus ritos y creencias. Muchos, aunque no todos, ven en el agua la clave para descifrar los geoglifos. La primera hipótesis científica sobre las líneas adoptó, sin embargo, un cariz bastante diferente. La formuló en 1941 el antropólogo estadounidense Paul Kosok, tras observar cómo el sol se ponía exactamente en la dirección de una de las líneas

NASCA durante el equinoccio de invierno. ¿Podía ser Nasca un calendario astronómico, que ayudara a los agricultores a recordar el momento idóneo para la siembra y la cosecha? La alemana Maria Reiche, ayudante y discípula de Kosok, desarrolló la teoría astronómica durante más de medio siglo. Sus mediciones, tomadas personalmente sobre el terreno, no fueron mejoradas hasta 2005, año en que un equipo germano-suizo presentó una recreación en 3D de 1.500 geoglifos de Palpa, registrados mediante fotogrametría e integrados en una base de datos SIG (Sistema de Información Geográfica). A pesar del reconocimiento que cosechó la labor de documentación de Reiche, su hipótesis fue refutada por el astrónomo británico Gerald Hawkins en 1969. Con ayuda de un primitivo ordenador IBM, Hawkins demostró que tan solo un 20% de las líneas podía asociarse a un fenómeno celeste. En 1990, Anthony Aveni llegó a la misma conclusión con técnicas

LA DAMA DE LAS PAMPAS Con su tesón, la alemana Maria Reiche logró el reconocimiento del sitio arqueológico de Nasca y contribuyó a su conservación. ESPÍRITU PROTECTOR Nasca debe mucho a Maria Reiche (Dresde, 1903-Lima, 1998; en la imagen). Esta matemática alemana, que llegó al Perú como institutriz, fue ayudante de investigadores como Julio Tello y Paul Kosok. Cuando este último abandonó el país, Maria decidió quedarse. Armada con una escoba, instrumentos de precisión y una reserva infinita de energía, dedicó su vida a estudiar los dibujos y a defenderlos de saqueadores y turistas. Se mudó a una casa sin luz ni agua corriente; barrió el interior de las líneas; tomó fotografías aéreas

colgada de una soga desde un helicóptero; construyó una atalaya para que los visitantes contemplaran el paisaje sin dañarlo; contrató a vigilantes con sus escasos ahorros y los de su hermana Renate; se quedó ciega midiendo y calculando; se desgañitó reclamando protección oficial para el yacimiento. Al principio, los lugareños se burlaban de aquella señora flaca que barría el desierto y ahuyentaba a los todoterrenos, pero sus esfuerzos dieron fruto en 1994, cuando la Unesco inscribió los geoglifos como Patrimonio de la Humanidad. Hoy, el aeródromo de Nasca lleva su nombre.

LAS PLATAFORMAS SEMEJANTES A ALTARES PARECEN REFORZAR LA IDEA DE QUE TUVIERON UNA FUNCIÓN RELIGIOSA más modernas. Descartado el calendario, las nuevas teorías sugieren que los geoglifos tenían una función religiosa. La presencia de montículos y plataformas semejantes a altares parece reforzar esta idea, así como el hallazgo de posibles ofrendas, como huesos, conchas y fragmentos de cerámica. Las conchas marinas son especialmente interesantes, ya que muchos pueblos andinos asocian el mar a las lluvias y los manantiales. El antropólogo estadounidense Johan Reinhard señaló en 1988 que los zigzags y espirales forman parte de cultos relacionados con el agua en toda Sudamérica. Las plantas y animales representados en el suelo podrían evocar seres que únicamente surgen allí donde hay agua y, por tanto, fertilidad. Las figuras trapezoidales y los rectángulos serían plazas donde los fieles se reunirían para adorar los montes cercanos, desde donde brotan los manan-

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JUGANDO A LAS ADIVINANZAS De reclamo para alienígenas a mapa secreto, he aquí las teorías de los más atrevidos para dar fácil explicación a un misterio. Las hipótesis de los arqueólogos aficionados, más atractivas que las de los académicos, suelen ganar adeptos rápidamente. Algunas son tan ingeniosas como indemostrables. Otras, simplemente disparatadas. AEROPUERTO EXTRATERRESTRE Según el escritor suizo Erich von Däniken (en la imagen), las superficies en forma de trapecio son marcas de aterrizaje milenarias dejadas por aeronaves extraterrestres. El resto de las líneas y dibujos habrían sido elaborados por los propios nascas para alentar el regreso de los alienígenas. Por supuesto, ninguna evidencia avala esta teoría. GLOBOS PREHISTÓRICOS Convencido de que los nascas sobrevolaban sus dibujos, el periodista estadounidense Jim Woodman fabricó un globo aerostático en 1975 con materiales accesibles en la época. Logró alzar el vuelo durante unos minutos, lo cual demuestra que los nascas podrían haber volado de haber tenido los conocimientos adecuados, pero no que lo hicieran. GIGANTESCOS TELARES El historiador del arte Henri Stierlin formuló su teoría basándose en el hallazgo de sudarios paracas de hasta 160 m2, confeccionados sin costuras a partir de

tiales que alimentan los valles de Nasca. Parte de las suposiciones de Reinhard se relacionan con el culto inca a las cumbres, que se ha mantenido hasta nuestros días y que pudo tener antecedentes en la cultura nasca. Las investigaciones actuales de los arqueólogos Johny Isla y Markus Reindel van en la misma dirección. Cada vez son más los académicos que opinan que las líneas se concibieron para recorrerlas durante rituales, lo que las emparentaría con los ceques incas. No obstante, también hay voces que advierten de la imprudencia de extrapolar creencias a una civilización que se ex-

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un solo hilo. Calculó que se tejieron con hebras de al menos 100 km, que se almacenarían extendidas sobre las líneas, para evitar nudos y enredos. Las plazoletas pudieron albergar inmensos telares; las figuras de animales serían divinidades protectoras de esta artesanía sagrada. MAPAMUNDI EN CLAVE Alegando el uso de técnicas de ingeniería civil, el español Carlos Hermida divulgó en 2012 una nueva explicación: para él, Nasca es un mapa de coordenadas trazado en distintas escalas, que señala la distancia hacia litorales como el de Finisterre o Camboya. Casi todos los trayectos marítimos propuestos apuntan hacia el Atlántico y no hacia el Pacífico, lo que obligaría a los supuestos navegantes nascas a cruzar los Andes antes de embarcar, o bien a sobrevolarlos.

tinguió ochocientos años antes del nacimiento del primer soberano inca. ¿A quién podían ir dirigidas las ofrendas de los geoglifos? La americanista peruana María Rostworowski aventuró en 1993 la hipótesis de que los nascas no pretendían rendir culto a las montañas, sino al dios Kon, una divinidad sin huesos presumiblemente capaz de volar. Esto explicaría la existencia de los geoglifos, diseñados para ser contemplados por Kon desde las alturas. El cronista Agustín de Zárate recogió el mito en el siglo xvi: “Dizen que de la parte del Septentrión vino un hombre que no tenía huesso ni coyun-

LA CARRETERA PANAMERICANA, que atraviesa

el continente, parte algunas líneas nascas.

SEGÚN OTRA TESIS, LOS NASCAS RENDÍAN CULTO AL DIOS KON, CAPAZ DE VOLAR, PARA QUE LES PROCURARA LA LLUVIA tura, y que cuando caminava acortava o alargava el camino a su voluntad, y levantava y abaxava las sierras, y que éste crió los Indios que en aquel tiempo avía, y que, por enojo que le hizieron los Indios de los llanos, les convertió toda la tierra en arenales, y mandó que no lloviesse allí [...]”. Aplacar la ira de Kon y asegurarse unas buenas reservas de agua podría considerarse un buen motivo para celebrar ritos en el desierto. En opinión de Rostworowski y de otros académicos, cada clan nasca dibujaba y mantenía sus propios geoglifos, que se fueron superponiendo a lo largo de sucesivas generaciones.

El agua acapara un protagonismo aún mayor en la tesis del investigador norteamericano David Johnson, que cree que los geoglifos servían para indicar puntos de la pampa donde había acuíferos subterráneos. Los rectángulos y trapecios podrían señalar áreas donde el suelo es más permeable, los triángulos apuntarían a ríos subterráneos y las figuras marcarían cambios de rumbo en las corrientes. En 2003, tras cinco años de análisis hidrológico, el equipo de geólogos de Johnson se rindió. No se ha hallado una relación significativa entre los geoglifos y la presencia de agua subterránea, aunque el estudio ha servido para conocer mejor el sofisticado sistema de irrigación nasca.

El reto de la conservación El mismo clima que complicó la existencia a los agricultores nasca favoreció a los geoglifos, prácticamente inalterados durante siglos. El secreto: temperaturas cálidas en torno a los 25 ºC, viento escaso

y ausencia de humedad. Además, el Instituto Peruano de Cultura organiza trabajos de limpieza como parte de un proyecto de conservación preventiva. Algunos factores amenazan el yacimiento. La carretera Panamericana atraviesa la pampa, partiendo en dos mitades el lagarto, una de las figuras más emblemáticas. En 2007, el diario El Comercio denunció la existencia de plantas irregulares de procesamiento de oro en la zona. En 2008, el arqueólogo Luis Rodolfo Monteverde publicó un artículo lamentando, entre otras cosas, el acceso clandestino de vehículos para la práctica del motocross o carreras ilegales y, en el caso de los camioneros, para descansar, burlando la vigilancia del yacimiento. En 2011, un tractor alteró el trazado de tres figuras geométricas. En abril de 2013, el gobierno denunció a una empresa de extracción de material de construcción por dañar varios geoglifos. Algunos proyectos potencialmente perjudiciales, como la construcción

de un vertedero y un campo de fútbol, se frenaron en su día con éxito. Sin embargo, el Ministerio de Cultura no consigue evitar agresiones como la del individuo que decidió en 2015 escribir su nombre en un geoglifo, o como la del conductor que dañó otros tres en 2018 al atravesarlos con su camión. Del sentido común de los visitantes dependerá, en buena medida, que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando de este patrimonio.

PARA SABER MÁS MONOGRAFÍA

Helaine y PROULX, Donald A. The Nasca. Massachusetts (EE. UU.): Blackwell Publishing, 2002. En inglés. SILVERMAN,

INTERNET VV. AA. NASCA. Buscando huellas en el desierto. Madrid: Fundación Telefónica, 2019. https://bit.ly/2Khw5AJ Nasca en la Unesco. En inglés. whc.unesco.org/en/list/700

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LA BELLE

ÉPOQUE La lujuria, el exotismo, la diversión, el arte, la joie de vivre... Los años previos a la Gran Guerra se convertirían en París en una auténtica edad dorada. ISABEL MARGARIT, DOCTORA EN HISTORIA

B

ella, aunque no para todos. Ese podría ser un lema realista de la Belle Époque, una etapa en la que las desigualdades sociales eran todavía bien patentes, e incluso la diferencia entre unos países y otros en Europa. Sin embargo, tras el horror de la Gran Guerra, la nostalgia de los años previos al conflicto permitió acuñar una ilusión retrospectiva, la de los buenos viejos tiempos. Una belle époque que simbolizaba, como afirma el historiador francés Michel Winock, “la preguerra: los años de vida, por oposición a los años de muerte”. Fue un período de progreso, avances técnicos, grandes inventos, vanguardias artísticas, colorido y frivolidad, en el que París quiso convertirse en la capital del mundo. En pleno apogeo de la Tercera República, la capital francesa era el mayor escenario de lujo y ostentación, de riqueza y derroche, de orgullo nacional y exhibicionismo, de talento y creatividad. Así se puso de manifiesto con la inauguración de la Exposición Universal de 1900, el primer gran espectáculo del siglo xx.

Exclusivos y exquisitos Bajo la dorada superficie de aquella época, la aristocracia acotó su espacio en selectos círculos, de los que se formaba parte por derecho propio, y no por la simple voluntad de acceder. Era el gratin, aquel núcleo social exclusivo inmortalizado por Marcel Proust en su monumental obra En busca del tiempo perdido. “Los refinados –afirmaba Proust– calculan el valor social de un salón por la cantidad de gente excluida”. Ejemplo de ese dandismo era Boni de Castellane, un aristócrata considerado el hombre más elegante de la Belle Époque. Poseedor de un gusto exquisito, coleccionó arte y despilfarró ingentes cantidades en todo tipo de caprichos, gracias a la fortuna de su esposa, Anna Gould, heredera de un magnate ferroviario estadounidense. Su Palacio Rosa en la Avenue du Bois de Boulogne, sus fiestas suntuosas y su combinación de refinamiento con el lujo extremo lo convirtieron en símbolo de un mundo a punto de extinguirse. Entre las representantes femeninas del gratin sobresalía la condesa de Greffulhe, cuya belleza magnética y savoir faire mundano inspiraron a Proust los rasgos de la

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LA CONDESA DE GREFFULHE. En la página anterior, Paseo nocturno por el bulevar, de Paul-Gustave Fischer.

BELLE ÉPOQUE “duquesa de Guermantes”, el personaje femenino más relevante de En busca... En ese mismo ambiente, pero con el acento puesto más en lo intelectual, estaba Anna de Noailles, una inteligente, atractiva y comprometida aristócrata que se disputaba con Marthe Bibesco la primacía femenina de la cultura literaria en París. Por su parte, la burguesía vivía tiempos felices en la “edad de oro de la seguridad”, como definió Stefan Zweig esa especie de paraíso artificial que fue la Belle Époque, en el que nunca un número tan reducido de personas disfrutaron tanto.

LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL de París, 1900,

con el Campo de Marte y la torre Eiffel al fondo.

Capital del hedonismo Y la capital francesa fue el gran escenario de ese placer. El propio Zweig afirmaba: “En ninguna parte, repito, en ninguna parte como en París se podía percibir con más deleite la despreocupación de la vida, ingenua y, sin embargo, admirablemente sabia...”. La presencia de monarcas, jefes de Estado y magnates atraídos por la fascinación que la ciudad ejercía supuso el despliegue de una infraestructura de servicios sin precedentes. Mientras que el Ritz se convirtió en símbolo de los hoteles de lujo, la gran feria universal de 1900 catapultó a Maxim’s como el local de moda, en el que se aunaron la alta gastronomía, el glamur, la vida nocturna y los mitos. Nadie hubiera podido imaginar diez años antes que aquel pequeño bistrot reconvertido en restaurante llegaría a resumir el espíritu hedonista

Algunas de ellas se convirtieron en estrellas del espectáculo, desafiaron las convenciones y se hicieron un nombre propio. Como afirmaba el historiador estadounidense Roger Shattuck, “en su prolongado torbellino de los decenios de 1880 y 1890 y de la avant-guerre, París apenas era muy consciente de lo que provocaba su excitación. ¿Era una liberación? ¿Una

EN ESE PARAÍSO ARTIFICIAL QUE FUE LA BELLE ÉPOQUE, NUNCA TAN POCOS DISFRUTARON TANTO de la Belle Époque. La atmósfera de terciopelos granates, espejos, arañas, mesas, sillas y barras de líneas sinuosas, en el más puro estilo Art Nouveau, convirtió Maxim’s en uno de los templos de la frivolidad parisina, con sus propias diosas envueltas en plumas, joyas y sedas voluptuosas. Se trataba de las demi-mondaines, las reinas de la belleza y el entretenimiento en el París de principios de siglo xx, que vendían muy caros sus favores. La Bella Otero, Liane de Pougy, Émilienne d’Alençon... solían acudir al restaurante de la mano de las grandes fortunas o de príncipes y aristócratas que no se resistían a su poder de seducción.

revolución? ¿Una victoria? ¿Una última calaverada? ¿Una primera orgía?... La ciudad solo sabía que lo estaba pasando en grande y convirtiéndose en un espectáculo majestuoso”. El mundo entero tenía los ojos vueltos hacia aquella capital enfebrecida y llena de atractivos. La high life, expresión inventada por los visitantes ingleses de 1900 en París, reflejaba el deslizamiento hacia la permisividad moral de la alta sociedad que disfrutaba sin ambages de la vida. Un año antes, el propio presidente Félix Faure fue víctima de su arrebato pasional. Solía recibir a su amante, la bella Meg

Steinheil, en una estancia del Eliseo, contigua al despacho oficial. El 16 de febrero de 1899, mientras trabajaba, le avisaron de su llegada. Al parecer, el “Presidente Sol”, como le denominaban con sarcasmo algunos periodistas por su majestuoso aspecto, necesitaba de la ayuda de un potente afrodisíaco para consumar sus encuentros amorosos. Lo tomó, pero, justo en aquel momento, el destino quiso que el cardenal Richard acudiera al palacio presidencial para tratar de un asunto urgente. El cardenal era un hombre prolijo en sus explicaciones, y su exposición duró más de lo debido. Mientras tanto, Faure paseaba arriba y abajo por el salón con aire angustiado. Tan pronto pudo liberarse de aquella incómoda situación, le advirtieron de que en la antesala esperaba el príncipe de Mónaco, citado previamente, que venía a hablar con él del caso Dreyfus. El presidente galo, a quien el escritor Émile Zola había dirigido un duro alegato a favor del capitán condenado por alta traición, no pudo sortear el compromiso y tuvo que soportar otra audiencia. Al concluir la visita, Faure comprobó que los efectos del estimulante iban desapareciendo. Tomó

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Sigue el debate ¿QUIÉN SE “INVENTÓ” LA BELLE ÉPOQUE? BELLE ÉPOQUE se ha convertido en un lugar común para definir los años que precedieron a la Gran Guerra. Pero los historiadores no coinciden en su horquilla temporal. Dominique Kalifa la circunscribe a los quince primeros años del siglo XX. Otros anticipan sus inicios y la sitúan entre el final de la guerra franco-prusiana (1871) y 1914. El debate sigue abierto. PERO ¿DESDE CUÁNDO empezó a hablarse de Belle Époque? La mayor parte de coetáneos no eran consciente de que aquel período dorado sería efímero. Pensaban que la era de progreso y estabilidad a la que se había llegado en Europa no tenía marcha atrás. Fue, sobre todo, a partir de

los años treinta cuando voces como la del escritor francés Paul Morand abordaron aquella fase. Este lo hizo, en su libro 1900, de un modo crítico, en especial por lo que, en su opinión, significó aquel tiempo para la literatura y el arte (abajo, la alta sociedad en una obra de Henri Gervex de 1905). LA REACCIÓN a esta obra de Morand dio pie a nuevos estudios, que tendieron a exaltar esta etapa, definiéndola como una pequeña edad de oro. También lo hizo el cine. Tras la Segunda Guerra Mundial, en Francia se ha alimentado, de modo recurrente, la nostalgia por aquella belle époque. Hoy en día sigue ocupando el interés historiográfico y expositivo.

alemán Philipp Blom–, las mujeres estudiaban, comenzaban a ganar su propio dinero, exigían el derecho a voto y, lo que es más importante, sugerían que, en una era industrial, la fuerza física y las virtudes marciales se volvían inútiles”. En 1900, las atletas femeninas debutaron en unos juegos olímpicos, los de París, pero no llegaron a veinte las participantes, mientras que el total de competidores fue de mil. Se estaban franqueando algunas fronteras, aunque lo cierto es que todavía quienes rompían las reglas, como la actriz Sarah Bernhardt o la escritora Colette, escandalizaban a las mentes bienpensantes. Así, mientras la “divina Sarah” fue considerada por algunos como el mayor genio de su época, otros denunciaron su tumultuosa vida sentimental y sus extravagancias. Las fortunas que Sarah amasaba en sus giras por el mundo las dilapidaba al llegar a París con todo tipo de caprichos, como la creación de un auténtico zoológico particular, que le acompañaba incluso en sus viajes. Por su parte, Colette lideró la ambigüedad sexual en aquel París que se zambullía en lo que la filósofa Hannah Arendt denominó “una morbosa lujuria por lo exótico, anormal y diferente”. La vida nocturna de la ciudad alcanzó unas cotas insospechadas. Primero fue la eclosión de la revista como género de espec-

POR PRIMERA VEZ, LAS MUJERES ESTUDIABAN, COMENZABAN A GANAR SU PROPIO DINERO, EXIGÍAN EL VOTO... otra píldora, y al cabo de un rato cayó desplomado en brazos de Meg Steinheil, a quien los miembros del servicio hicieron desaparecer discretamente de la escena de los hechos. La “muerte feliz” del presidente Faure fue uno de los episodios más identificativos de aquel período en el que los placeres se apuraban al límite. Mientras tanto, el italiano Giovanni Boldini se convertía en el gran retratista de las mujeres de la Belle Époque, que ya eran “conscientes de su belleza y su feminidad”, como afirma Tiziano Panconi, comisario de la muestra sobre el pintor que se reali-

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zó en 2017 en el complejo del Vittoriano de Roma. “Boldini –dice Panconi– retrató como nadie la parisina joie de vivre, la alegría de vivir de los primeros años de siglo, glorificando la cotidianeidad de la vida burguesa, sin sospechar que, muy pronto, se vería aniquilada por los graves acontecimientos que acechaban”.

Entre modernidad y escándalo Fueron años en los que la condición femenina empezó a emerger en su lucha por el derecho a la igualdad. “Por primera vez en la historia de Europa –señala el historiador

táculo; más tarde llegó importado de Londres el music hall. El éxito obtenido hizo que aparecieran hasta seis locales en la capital francesa. Así, nombres como Folies Bergère, Moulin Rouge, Casino de Paris, Olympia, Alcazar d’Été y Ambassadeurs se convirtieron en los grandes escenarios de la noche parisiense. Su repercusión fue tal que, incluso, generó un sistema de publicidad callejera desconocido hasta entonces: el póster. Este nuevo lenguaje gráfico, que revolucionó el arte del diseño, tuvo grandes representantes, como Théophile Steinlen y Henri de Toulouse-Lautrec,

BELLE ÉPOQUE

EL MOULIN ROUGE, uno de los cabarés más representativos del París de la Belle Époque.

que dejaron impresa su creatividad en los carteles. Como afirma Claire Leblanc, conservadora del Musée d’Ixelles de Bruselas, “Lautrec se convirtió en el intérprete de un París frenético, de un mundo oscuro poblado por aquellos que transgreden códigos. Fue el testigo de un mundo subterráneo de cabarés, cafés, burdeles, teatros alternativos, que representa sin tapujos y captura con sencillez y franqueza”. Hacia 1900, Montmartre abanderó una nueva estética. La absenta corría como la morfina y el opio en las noches más canallas. También la creatividad y la libertad artística. La bohemia se concentró en Le Chat Noir, el más famoso de los cabarés literarios, la imagen invertida de un tradicional salon. Como señala Roger Shattuck, “en una Francia próspera y autosatisfecha, los artistas que se esforzaban por avanzar veían que casi nadie seguía su ejemplo. Su reacción fue la más natural: se agruparon para apoyarse. Constituyeron lo que se ha

dado en llamar la vanguardia, que cambiaría la concepción del arte para siempre”. Al pie de aquella colina dinámica, moderna y revolucionaria, seguían vigentes los duelos, que apelaban al honor para zanjar diferencias. Algo propio de una tragedia de Corneille en plena Belle Époque. Duelos pasionales, pero también lances por motivos políticos, como los que propiciaba el ya citado caso Dreyfus, un auténtico combate entre partidarios y detractores del capitán Alfred Dreyfus, acusado de espionaje, en un trasfondo de antisemitismo. París vivía en una efervescencia permanente. Mientras una parte de la burguesía nadaba en la opulencia, gracias a sus operaciones financieras e inmobiliarias, otro sector más popular alcanzaba cierta prosperidad debido al crecimiento económico de aquellos años y la estabilidad monetaria. Sin embargo, en aquella ciudad deslumbrante existían bolsas de miseria espeluznantes. Era la otra cara de la Belle

Époque. Un rostro amargo que alimentaba la prostitución, el hacinamiento y la irrupción de corrientes anarquistas que se saldaban con la represión policial. Pese a todo, como afirma el historiador francés Dominique Kalifa, “aquella sociedad confiaba en el futuro. La noción de progreso estaba siempre presente”. Reía, se divertía, se sentía libre, eufórica. Nada parecía demostrar lo contrario. Era la alegría del apocalipsis.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Dominique. La véritable histoire de la Belle Époque. París: Fayard, 2017. En francés. SHATTUCK, Roger. La época de los banquetes. Madrid: Antonio Machado Libros, 2019. WINOCK, Michel. La Belle Époque. La France de 1900 à 1914. París: Perrin, 2003. En francés. KALIFA,

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CIENCIA

PLÁSTICOS, ¿AMIGOS O ENEMIGOS? Llevan con nosotros más de un siglo y han posibilitado un desarrollo espectacular en las últimas décadas. Sin embargo, la acumulación y la mala gestión de estos materiales están poniendo en peligro nuestro ecosistema. JAVIER MARTÍN GARCÍA, PERIODISTA

E

che un vistazo a su alrededor. ¿Tiene por ahí un cepillo de dientes? ¿Una botella de agua mineral? ¿Un cubo de basura? ¿La correa del perro? ¿Una máquina de café? ¿El ordenador? ¿Un asiento para su inodoro? ¿Algún interruptor de la luz? ¿Lleva gafas? Cada uno de estos objetos está formado en su totalidad o en parte por plásticos. En el último medio siglo, los plásticos se han adueñado de nuestro mundo. Han cambiado nuestra forma de vida. En un principio, con la intención de hacerla más fácil e incluso más barata. Sin embargo, la sobreproducción y, sobre to-

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do, un uso irresponsable los han convertido en unos materiales muy amenazantes para nuestros ecosistemas. Los datos hablan por sí solos. Según Greenpeace, la producción de plásticos en 2020 se acercará a los 500 millones de toneladas anuales, un 900% más de lo que se generaba en 1980. La misma ONG apunta que, desde 1950, se ha fabricado una cantidad de plásticos equivalente al peso de mil millones de elefantes, y, actualmente, mares y océanos reciben al año en basura el equivalente a 1.200 veces el peso de la torre Eiffel. El medio ambiente, y, con él, todos nosotros, es el gran afectado por los

residuos de unos materiales que nacieron con las mejores intenciones.

Una historia de los plásticos ¿Qué es en realidad ese material que todos llamamos plástico y que, en sentido estricto, deberíamos denominar “plásticos”, ya que se trata de un conjunto de más de un centenar de materiales muy distintos entre sí? Plástico proviene del latín plasticus, que a su vez lo hace del griego plastikos, es decir, “algo flexible y que es muy fácil de moldear”. Pero lo que hoy reconocemos popularmente como plásticos es en realidad una categoría de materiales que reci-

PLÁSTICOS

JOHN WESLEY HYATT, conocido por el desarrollo del celuloide, en una foto sin datar.

inventor inglés Alexander Parkes, que, en 1862, ofreció al mundo la parkesina, el primer plástico sintético. E inmediatamente después, el del americano John Wesley Hyatt, que compró la patente y empezó a experimentar con nitrato de celulosa.

Bolas de billar La intención de los investigadores era, pues, sustituir materiales caros y escasos de origen animal, como, por ejemplo, el marfil. De hecho, en 1870, el propio Hyatt patentó el celuloide, altamente modificable y con la capacidad de reemplazar ele-

LOS OCÉANOS RECIBEN AL AÑO EN BASURA EL EQUIVALENTE A 1.200 VECES EL PESO DE LA TORRE EIFFEL ben el nombre de polímeros, cuyo significado es “de muchas partes”. Según PlasticsEurope, asociación que representa a los fabricantes de plásticos en Europa, “los polímeros están hechos de largas cadenas de moléculas compuestas por la repetición de unas mismas moléculas (como un largo tren con infinidad de vagones repetidos). Los polímeros abundan en la naturaleza”. Por ejemplo, es un polímero la celulosa, el material que forma las paredes celulares de las plantas. Y el ser humano lleva fabricando polímeros de corte sintético desde 1862, ya sea usando sustancias naturales como la celulosa o,

más habitualmente, “los abundantes átomos de carbono que proporcionan el petróleo y otros combustibles fósiles”. Es habitual escuchar que estamos en la era de los plásticos. Pero ¿desde cuándo lo estamos? Hay muchas opiniones al respecto. La que se remonta más atrás en el tiempo afirma que desde que, a mediados del siglo xix, como cuenta Susan Freinkel en Plástico. Un idilio tóxico, “varios inventores empezaron a desarrollar nuevos compuestos semisintéticos maleables a base de plantas para sustituir materiales escasos como el marfil”. En ese “varios” es obligado incluir el nombre del pionero, el

mentos como el mismo marfil (que forma parte de los dientes de ciertos vertebrados), cuernos (hueso, queratina) o el caparazón de tortuga (compuesto por placas de hueso y escamas de origen epidérmico). Es significativa la preocupación que existía en esa época por encontrar materiales alternativos a las materias primas de origen animal. No en vano, buena parte de la culpa de esta patente de la que hablamos tiene que ver con un concurso. La intención de Hyatt, destaca el ensayo colectivo Los plásticos más usados, era ganar los 10.000 dólares que ofrecía dicho certamen, “convocado para sustituir el marfil de las bolas

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CIENCIA

FÁBRICA británica de aparatos de radio Philco en 1936. La carcasa de baquelita ahorraba costes.

de billar por otro material, debido al descenso de la población de los elefantes a causa del auge de este juego”. El primer paso estaba dado. Pero aún quedaba mucho camino por recorrer. El gran avance comenzaría con la capacidad de crear polímeros en laboratorio, es decir, sin que interviniese un precedente natural, como lo era la celulosa. El gigante farmacéutico Bayer fue el primero que lo intentó, en 1872. El resultado: un absoluto fracaso, que además destrozó el laboratorio donde se realizaba el experimento. Los científicos fueron incapaces de despegar la pasta que se formaba tras la mezcla de dos compuestos orgánicos, el metanol y el fenol. El laboratorio quedó inservible. En 1907 aparece uno de los hitos en la generación de plásticos. El químico de origen belga Leo Baekeland utilizó su propio laboratorio para combinar los mismos compuestos que Bayer, pero bajo presión y calor. Nacía el primer plástico sintético con capacidad de producirse a

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escala industrial. En honor a su creador recibió el nombre de baquelita. Habrán de pasar años hasta que los plásticos se infiltren definitivamente en la vida cotidiana. Como sucede a menudo en la historia, será la guerra la que impulse su democratización y la experimentación con los materiales en busca de nuevas formas de uso. Ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. “Poco después del bombardeo de Pearl Harbor –señala Susan Freinkel–, el organismo responsable de abastecer al ejército estadounidense defendió la sustitución, siempre que fuera posible, del aluminio, el latón y otros metales estratégicos por los plásticos”. Gracias a las investigaciones realizadas durante la contienda, los polímeros entraron en nuestras casas. “Reemplazaron al acero en los coches, al papel y al cristal en los envoltorios y envases y a la madera en los muebles [...]. En 1979, la producción de los plásticos superaba a la del acero”. Según datos recogidos en 2010 por la asociación estadou-

nidense que representa a toda la industria del sector en aquel país, Society of the Plastics Industry, cada uno de los estadounidenses consume “135 kilos de plásticos al año, lo cual genera más de 300.000 millones de dólares en ventas”.

No tan bien vistos En los años inmediatamente posteriores a la guerra, los plásticos vivieron un crecimiento exponencial, al tiempo que ganaban adhesión entre los ciudadanos. La idea de que existía una alternativa para evitar la progresiva extinción de materias primas de origen natural alentaba esta buena percepción. Sin embargo, con el transcurso de las décadas, su imagen adquirió connotaciones cada vez más negativas. En este primer desencanto tuvo mucho que ver la excesiva proliferación de bienes (objetos de decoración, ropa y calzado sintéticos...), muchos de cuestionable estilo y/o escasa calidad, que acabaron convirtiendo el plástico en sinónimo de vulgar.

PLÁSTICOS Pero la verdadera revolución “antiplásticos” se ha producido en los últimos años, y está relacionada con la escasa sostenibilidad del material, con la contaminación y la invasiva acumulación de ese tipo de residuos, especialmente en los océanos. En 1988, el condado de Suffolk, en Nueva York, impulsó la primera prohibición de los envases de plástico. Es justo reconocer que la sensibilidad ya estaba allí, pero todavía no había alcanzado una dimensión global. Sí lo ha hecho hoy. Buena parte de los establecimientos comerciales más importantes han comenzado a eliminar, por ejemplo, las bolsas de plástico. En enero de 2019, el Parlament balear aprobó la ley de Residuos y Suelos Contaminados, que prohíbe la comercialización y la utilización de plásticos de un solo uso, como pajitas, cubiertos, vasos... A partir de 2021, la prohibición se extenderá a objetos desechables

LOS MICROINVASORES DEL MAR HOY PREOCUPA mucho la propagación de los microplásticos, muy difícilmente controlables. Y es que, además de los pequeños fragmentos desprendidos de plásticos de mayor tamaño (abajo, en una playa), entre los componentes de multitud de productos de higiene figuran diminutas bolas de plásticos, tan pequeñas que no quedan retenidas por las depuradoras y llegan hasta el mar. Detergentes, exfoliantes o pastas de dientes cuentan con multitud de ellas. Podemos entender que nada bueno ocurre cuando llegan al océano.

SEGÚN GREENPEACE, la ingestión de microplásticos provoca en los animales marinos “bloqueos intestinales y alteraciones en sus patrones de alimentación y reproducción”. No hay estudios determinantes sobre el impacto de los microplásticos y las sustancias químicas asociadas en la salud humana, aunque un informe de la ONU de 2016 concluía que la concentración de los mismos en los mariscos no suponía un peligro grave para nosotros. Aun así, para muchos es un motivo de inquietud el efecto que pueden tener en la cadena alimentaria.

EN 1988, EL CONDADO DE SUFFOLK, EN EE. UU., IMPULSÓ LA PRIMERA PROHIBICIÓN DE LOS ENVASES DE PLÁSTICO como bolsas de plástico, maquinillas de afeitar, mecheros no recargables o cápsulas de café. Los plásticos deberán ser sustituidos por materiales biodegradables. Del mismo modo, la Unión Europea ha fijado en ese mismo año el límite para acabar con los plásticos de un solo uso. ¿Qué se persigue con estas medidas cada vez más extendidas por todo el mundo? El objetivo primordial es evitar el vertido de los plásticos en el mar y reducir las emisiones a la atmósfera de CO2. Decíamos que en 2020 se prevé que nos aproximemos a los 500 millones de toneladas anuales de producción en plásticos, y Greenpeace califica de “dramáticas” las perspectivas. La principal preocupación es lo que se conoce con la voz inglesa littering, el abandono de residuos en la naturaleza, en especial en el mar. Su sobreacumulación en los océanos resulta funesta, porque, teniendo en cuenta su lentísimo proceso de degradación y su dispersión, la contaminación se antoja imparable.

Por otro lado, según PlasticsEurope, “los plásticos siguen siendo cruciales a la hora de innovar en otros muchos sectores punteros: tecnología móvil, pantallas flexibles, máquinas y aparatos de diagnóstico médico, coches eléctricos, transporte aeronáutica o aeroespacial, entre otros”. El siglo xxi seguirá, probablemente, necesitando su producción en un contexto de desarrollo tecnológico incesante. Pero es necesario adoptar medidas que impliquen mayor responsabilidad. En primer lugar, es fundamental reforzar la sensibilización de los ciudadanos, de forma que se evite el “usar y tirar” y se sustituyan los plásticos de un solo uso por otros materiales. Mucho tiene que mejorarse también, por parte de empresas y gobiernos, la cadena de gestión de los residuos, priorizando los sistemas de reutilización. La asociación que representa a los fabricantes de plástico en Europa defiende que “no hay materiales más sostenibles que otros; lo que determina su sostenibilidad

es cómo los utilizamos y cómo gestionamos sus residuos. Y, desgraciadamente, el cambio de material no lleva implícito un cambio en el comportamiento”. En cualquier caso, mientras no se impongan alternativas menos contaminantes, todos los actores sociales estamos obligados a proteger, agotando nuestras posibilidades, el entorno natural. No solo se trata de nuestro presente. Entre todos estamos escribiendo, y nos estamos jugando, nuestro futuro.

PARA SABER MÁS ENSAYO FREINKEL, Susan. Plástico. Un idilio tóxico. Barcelona: Tusquets, 2012. VV. AA. Los plásticos más usados. Madrid: UNED Ediciones, 2000.

INTERNET

Greenpeace España. https://es.greenpeace.org PlasticsEurope. En español. www.plasticseurope.org/es

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AGENDA

EXPOSICIONES DEL MES ANA ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI, PERIODISTA

CENTENARIO DEL ESTADO Y DEL EJÉRCITO DE LETONIA Museo del Ejército. Unión, s/n. Toledo Tel.: 925 23 88 00 Fechas: hasta el 14 de octubre

Aunque sus raíces se remontan a la Edad Media, Letonia no fue reconocida como país hasta 1918, tras la I Guerra Mundial. El ejército letón, que este año celebra su primer siglo de existencia, tomó sus símbolos de la etnografía y el folclore. En sus medallas e insignias, el color rojo representa la guerra, el dorado, la luz, y el blanco, la lealtad. En 1940, el país cayó bajo el régimen soviético. Cientos de militares letones fueron represaliados, fusilados o enviados al gulag. En 1991, con el resurgir de las repúblicas bálticas, las fuerzas armadas reestablecidas recuperaron sus distintivos. Uniformes, fotografías y más de trescientas condecoraciones repasan su breve pero intensa historia.

DISTINTIVO

del 10.º Regimiento de Infantería de Aizpute, Letonia. VESTIDO de noche, 1963. Satén, perlas y abalorios. Cristóbal

Balenciaga Museoa, Getaria. © Museo Cristóbal Balenciaga. © Jon Cazenave. La reina María Luisa con tontillo, Goya, óleo sobre lienzo, c. 1789. Museo Nacional del Prado. © Archivo Fotográfico Museo Nacional del Prado.

HORNA. Libros publicados por Ediciones Sígueme, colección Ágora, 1974. En “Grupo 13...”.

BALENCIAGA Y LA PINTURA ESPAÑOLA Museo Thyssen. P.º del Prado, 8. Madrid Tel.: 91 791 13 70 Fechas: hasta el 22 de sept.

En vez de seguir los pasos de su padre, pescador, Cristóbal Balenciaga (1895-1972) siguió los de su madre, costurera de las familias adineradas de Getaria. Entre sus clientes se contaban los marqueses de Casa Torres, que veraneaban en el palacio Aldamar. Allí, el joven Cristóbal pudo contemplar pintu-

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vía no monopolizaba la publicidad. Los directores de arte de las agencias eran, en su mayoría, ilustradores. Nueve de ellos decidieron asociarse para dignificar su profesión bajo el nombre de Grupo 13. Al cabo de dos años ya eran diecinueve. A sus miembros les debemos iconos inolvidables, como los logotipos de Correos, la ONCE o Los 40 Principales, o el puño y la rosa del PSOE, todos ellos aún vigentes, con pocas alteraciones. Como colectivo, los integrantes de Grupo 13 destacaron por su desenfadada autopromoción.

REPRESENTACIÓN de El perro del hortelano dirigida por Lawrence Boswell, de la

Royal Shakespeare Company, 2004. Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música (Madrid).

ras de Velázquez, el Greco o Goya. Su influencia le acompañaría toda su carrera, desde su primer taller en San Sebastián hasta su célebre maison de couture en la avenida George V de París. Vestidos goyescos o velazqueños, abrigos con gorgueras y túnicas de zurbaranesca blancura

se exhiben junto a las obras que inspiraron al modisto.

GRUPO 13. PUBLICIDAD ENTRE EL ARTE Y EL DISEÑO MNAD. Montalbán, 12. Madrid Tel.: 91 532 64 99 Fechas: hasta el 29 de sept.

En 1961, la fotografía toda-

LOPE DE VEGA EN LA ESCENA EUROPEA Casa Museo Lope de Vega. Cervantes, 11. Madrid Tel.: 91 429 92 16 Fechas: hasta el 29 de sept.

Inteligente y accesible, la obra de Lope de Vega jamás ha pasado de moda. Su gran innovación dramática, la mezcla tragicómica de tramas y personajes, continúa

Ambas imágenes: © The Estate of Alexander Wheeler Wainman, Serge Alternês (John Alexander Wainman).

09 / 2019

LA MALETA BRITÁNICA: NUEVAS FOTOS DE LA GUERRA CIVIL UNOS CINCO MIL voluntarios procedentes de medio mundo viajaron a España para prestar asistencia sanitaria al bando republicano durante la Guerra Civil. Eran médicos, como el cirujano neozelandés Doug Jolly, enfermeras, como la australiana Ada Hodson, o conductores de ambulancia, como el lingüista británico Alec Wainman, un joven de 23 años, pacifista y apolítico, que se incorporó a la Unidad Médica Británica el 31 de agosto de 1936. La aportación de Wainman fue más allá de su ayuda a los heridos. Desempeñó sucesivas tareas de intérprete y de oficial de prensa. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se convertiría en oficial de inteligencia para el ejército británico. En ninguna de estas etapas se separó de su cámara Leica, con la que plasmó las luces y sombras de la vida cotidiana en la retaguardia. Tras un fallido intento de publicación en 1975, sus 1.650 negativos de la Guerra Civil se extraviaron en una maleta de piel, junto a 3.000 diapositivas de viajes y más de una veintena de valiosas grabaciones de lenguas minoritarias. Su hijo desea que este legado inédito, recién recuperado, permanezca en su lugar de origen. MÁS ALLÁ DE LAS TRINCHERAS (1936-1939). FOTOGRAFÍAS DE ALEC WAINMAN MHC. PL. DE PAU VILA, 3. BARCELONA. TEL.: 93 225 47 00 FECHAS: HASTA EL 3 DE NOVIEMBRE

ARRIBA, Procesión por el funeral de Hans Beimler, político alemán que escapó del campo de Dachau. Llegó a España con el primer contingente de voluntarios internacionales. Murió defendiendo Madrid el 1 de diciembre de 1936.

ABAJO, Batiendo el cereal. Cerca del frente del Ebro, julio de 1938.

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AGENDA bir todo su patrimonio al mismo tiempo. Sus almacenes suelen estar abarrotados de lo que en música llamamos “caras B”, obras de indudable calidad, pero de relevancia secundaria. Esta exposición saca a la luz algunas de las esculturas que normalmente habitan el sótano del Colegio San Gregorio, agrupadas por semejanzas, contrastes y afinidades. Algunas tienen historias curiosas, como un San Juan casi decapitado durante la Guerra Civil o el Padre eterno costeado por un mercader catalán que prometió encargar un retablo si una de sus naves, extraviada, arribaba a puerto.

UN SIGLO DE ORO SIN FRONTERAS

LUCIO FONTANA. EN EL UMBRAL

EL NACIONALISMO IMPERANTE en el siglo XIX hizo un flaco favor a la historiografía del arte. Durante décadas se interpretó que las distintas escuelas europeas respondían al “genio” propio de la idiosincrasia de cada nación. Velázquez sería, pues, muy español y Rembrandt, muy holandés. Este encasillamiento miope impedía apreciar las influencias que recorrieron la Europa del Barroco. Tanto en Es-

Museo Guggenheim-Bilbao. Abandoibarra, 2 Tel.: 94 435 90 80 Fechas: hasta el 29 de sept.

paña como en Holanda, el siglo XVII estuvo marcado por la voluntad de realismo y por un profundo interés por la vida cotidiana, que permite establecer interesantes paralelismos. A LA IZQDA., Retrato de un hombre, óleo sobre lienzo de Frans Hals, c. 1635. Rijksmuseum, Ámsterdam. A LA DCHA., El bufón el Primo, óleo sobre lienzo de Diego Velázquez, 1644. Museo Nacional del Prado, Madrid.

VELÁZQUEZ, REMBRANDT, VERMEER. MIRADAS AFINES EN ESPAÑA Y HOLANDA. MUSEO DEL PRADO. RUIZ DE ALARCÓN, 23. MADRID. TEL.: 91 330 28 00. FECHAS: HASTA EL 29 DE SEPTIEMBRE

vigente. Tan universales son las tramas del “Fénix de los ingenios”, tan abiertas a relecturas e interpretaciones, que todas las ideologías del siglo xx trataron de legitimarse llevando Fuenteovejuna a su terreno, desde los bolcheviques hasta los nazis. La última morada de Lope, en el actual barrio de las Letras, acoge imágenes de las representaciones más destacadas, como las de la Comédie Française o la Royal Shakespeare Company.

MODA Y MODISTAS. COLECCIÓN ANTONI

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DE MONTPALAU MHC. Pl. de Pau Vila, 3. Barcelona Tel.: 93 225 47 00 Fechas: hasta el 13 de octubre

Las mujeres no se incorporaron al mundo de la confección profesional hasta finales del siglo xviii, e incluso entonces lo hicieron en inferioridad de condiciones. La palabra “modisto” evoca alta costura. “Modista”, en cambio, nos remite a un oficio mucho más modesto. Aun así, la aguja proporcionó cierta emancipación a varias generaciones de mujeres. Antes de la irrupción del

prêt-à-porter, la modista de confianza era la opción más asequible para vestir bien. Ellas compraban patrones, recomendaban telas e imitaban los modelos de ensueño que lucían las actrices en las revistas, para ponerlos al alcance de las clientas de clase media.

ALMACÉN. EL LUGAR DE LOS INVISIBLES Museo Nacional de Escultura. Cadenas de San Gregorio, 1. Valladolid Tel.: 983 25 03 75 Fechas: hasta el 17 de nov.

Los museos no pueden exhi-

Al pintor y escultor argentino Lucio Fontana (1899-1968) se lo recuerda por ser el padre del espacialismo, un movimiento que experimentaba con la luz y el espacio a partir de tubos de neón, y que sentó las bases de géneros posteriores, como la instalación o la obra de arte inmersiva. También son muy interesantes sus series “Cortes” y “Agujeros”, que conectan la escultura, la pintura y la acción artística por medio de grietas y oquedades practicadas en lienzos. Entre sus obsesiones se cuentan también las superficies reflectantes, que el artista cubría de purpurina, pan de oro o pintura metalizada.

BANKSY: THE ART OF PROTEST La Térmica. Av. de los Guindos, 48. Málaga Tel.: 952 06 91 00

09 / 2019 Fechas: hasta el 15 de sept.

ARRIBA, fragmentos en “Almacén, el lugar de los invisibles”. A LA DCHA., Retrato de Simonetta Vespucci, Piero di Cosimo, Bois, ¿c. 1480? Musée Condé, Chantilly. En “La Joconde nue”. © RMN-Grand Palais (Domaine de Chantilly) / Adrien Didierjean.

ABAJO, Concepto espacial, Nueva York 10, Lucio Fontana, 1962. Fondazione Lucio Fontana, Milán. © Fondazione Lucio Fontana, Bilbao, 2019.

¿Quién se esconde tras el seudónimo de Banksy, el celebérrimo grafitero? ¿Un genio, un gamberro, un provocador, un maestro del marketing? Sea como fuere, pocos creadores plásticos han logrado captar como él (o ella) la atención de los medios y de las generaciones más jóvenes. Sus murales, a menudo sátiras mordaces, se concentran en Londres y otras ciudades británicas, como Bristol o Liverpool, pero también pueden aparecer de improviso en lugares tan distantes como Melbourne, Belén, Detroit, San Francisco o Ferrol. En su estilo hay reminiscencias del punk, el Pop Art y la cultura hip hop.

QUÉ HAY EN TV... De ningún tema se ha investigado tanto como para que no quede nada más que añadir.

Especial II Guerra Mundial Lunes a las 22.55 h A los 80 años del inicio del mayor conflicto militar de la historia, aún quedan muchas preguntas por resolver, pese a la abundante literatura sobre el tema. Este especial reúne la serie “II Guerra Mundial: Momentos Clave” y documentales inéditos sobre los nazis y las drogas, el papel de los animales a lo largo de la contienda o los archivos perdidos del desembarco de Normandía, la gran victoria de los aliados en 1944.

LA JOCONDE NUE Salle du Jeu de Paume, Domaine de Chantilly. 7 rue du Connétable. Chantilly (Francia) Tel.: +33 3 44 27 31 80 Fechas: hasta el 6 de octubre

Imaginen la sonrisa enigmática de la Mona Lisa en el retrato de una mujer que, en vez de posar con un sobrio vestido oscuro, estuviera desnuda. En realidad, tal retrato ya existe: es la Gioconda desnuda, un cartón empleado como modelo en el taller de Leonardo da Vinci y adquirido en 1862 por un duque francés. Tras décadas de polémica en torno a su atribución, y coincidiendo con el V centenario de la muerte de Da Vinci, un estudio ha verificado que el boceto es, muy probablemente, obra del genio italiano. Así parecen indicarlo el sfumato y la calidad de los trazos, hechos con la mano izquierda (Da Vinci era zurdo, aunque se cree que fue educado en el uso de la mano derecha).

La primera vuelta al mundo Domingos 22 y 29, 22.00 h Se cumple el V centenario del inicio de la primera vuelta al mundo: cinco barcos al mando de Fernando de Magallanes partieron en busca de un recorrido más accesible hacia el territorio de las especias, tan valiosas en el siglo XVI como lo es el petróleo en la actualidad. Historia, en esta serie de producción propia, cuenta en seis episodios los aspectos más sorprendentes de la famosa travesía, de la mano de los historiadores que mejor la conocen.

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LIBROS

VISTA DEL CASTILLO de Erice, sobre una montaña de la provincia siciliana de Trapani.

Sicilia JOHN JULIUS NORWICH TRAD. DE JOAN ELOI ROCA BARCELONA: ÁTICO DE LOS LIBROS, 2019 432 PP. 24,90 €

ENSAYO

UN FILÓN DE HISTORIA La isla que empujó a Norwich a ser escritor

M

aravillado por la gran variedad cultural que encontró, John Julius Norwich (1929-2018), prolífico autor con más de veinte títulos publicados sobre la historia europea, se sintió atrapado por Sicilia desde que viajó por primera vez allí en 1961. Miembro de la Royal Society of Literature y de la Royal Geographical Society, diplomático de carrera y apasionado de la vida, el recientemente desaparecido historiador británico sumerge al lector en un recorrido tan amplio y fascinante como bien documentado. Desde el siglo viii a. C., Sicilia floreció como uno de los principales centros culturales del mundo. Su historia antigua se vio marcada por siglos de rivalidad con Cartago, que hizo de la isla un campo de batalla. En 146 a. C., ya como provincia romana, sus habitantes pasaron a ser ciudadanos de segunda clase, privados, en la práctica, de todos sus derechos. Paganos, cristianos y musulmanes se sucedieron,

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propiciando un magma en el que las culturas griega, romana, bizantina y árabe eclosionaron con la llegada de los normandos en el siglo xii. Su líder más carismático, Roger II, que mandó construir la catedral de Cefalú, convirtió la isla en uno de los reinos más poderosos de Europa y en un centro de referencia cultural que dio lugar a la breve Edad de Oro de Sicilia.

Enseñar y a la vez seducir Norwich, a pesar de no olvidar el nombre de una sola batalla ni de sus protagonistas, hace gala de una prosa ágil y amena, cuya lectura discurre como si de un libro de aventuras se tratara. Sus páginas destilan una manera precisa de contar reservada a quien domina la narrativa de manera envidiable. Para explicar lo que a cualquier mortal le exigiría todo un capítulo, el energético historiador, como si tal cosa, lo resuelve en un par de frases. Directas, certeras, concisas, perfectas.

Ante las inevitables preguntas sobre la mafia que surgen cuando hablamos de Sicilia, Norwich refiere que es muy poco probable que un viajero entre en contacto con la organización criminal. Ahora bien, si el foráneo decide asentarse en la isla y se interesa por la compra de una propiedad, es probable que reciba la visita de un caballero extremadamente educado y bien vestido que le explicará por qué la situación no es tan sencilla. Gracias a un guía entusiasta y experto, nos vemos conducidos a través del estrecho de Mesina, bajo la imponente presencia del Estrómboli, al encuentro de ciudades como Taormina, Siracusa, Agrigento..., cuya sola evocación nos reconcilia con los orígenes grecolatinos y medievales de nuestra cultura. Fue en Sicilia donde, impresionado por la huella que los normandos dejaron en su breve paso por la isla, Norwich decidió abandonar su carrera diplomática y dedicarse a escribir. Estamos ante un detallado ensayo histórico, pero también un magnífico libro de viajes y un espléndido tratado de arte. El lector no podrá evitar la tentación incontenible de visitar este rincón del Mediterráneo. Eduardo Garrido

09 / 2019 ENSAYO

¡A la carga! AVENTURAS Y DESVENTURAS DE HÉROES LEGENDARIOS, GENERALES CRETINOS Y JINETES VANIDOSOS Pocos libros transmiten el placer que el autor ha sentido al escribirlos. Este es uno de ellos. A Stefano Malatesta (Roma, 1940) –corresponsal de guerra, viajero sin tregua– le apasionan las historias bélicas, y tiene el talento para transmitir su pasión. En esta variopinta colección de anécdotas militares –todas interesantes y muchas tan formidables como su apellido–, Malatesta nos enseña las colinas embarradas de Waterloo desde los ojos de Napoleón, o las montañas de Kobarid (Caporetto en italiano) a través de un joven y audaz oficial alemán que se llama Erwin Rommel. “Mi generación no tuvo como profesor de Historia a Edward Gibbon, Jules Michelet, Fernand Braudel o A. J. P. Taylor, sino a Cecil B. DeMille y todo el cine de Hollywood”, escribe en la primera línea de su maravilloso relato de la carga de la Brigada Ligera en la guerra de Crimea (1853-

1856). El ataque, mezcla de locura y torpeza, solo fue heroico en la pantalla. En la realidad fue una matanza gratuita y, como muy bien cuenta Malatesta, el resultado (casi) inevitable de que los aristócratas llegasen al mando de los regimientos británicos a golpe de talonario. Solo así, comprando el puesto, lord Cardigan, que “tenía fama de ser de una estupidez anómala e ilimitada que resultaba patente en todo lo que hacía”, ostentó un puesto para el que no estaba cualificado. Lejos de ser juzgado en un consejo de guerra, Cardigan se convirtió en un héroe de esa Inglaterra imperial donde no se ponía el sol. En este libro de belleza mestiza –a veces crónica de viajes, en ocasiones relato biográfico (son magníficas las páginas dedicadas a Churchill y a Napoleón) y, siempre, análisis certero– aparecen también héroes verdaderos, como el alemán

Von Lettow. “El guerrillero que nunca fue derrotado” puso en jaque a decenas de miles de soldados británicos que le persiguieron sin éxito por las selvas y sabanas africanas durante la Primera Guerra Mundial. O como el mucho menos conocido Amedeo Guillet, que en la siguiente guerra mundial fue la pesadilla de los británicos que combatían en Etiopía.

Comandante Diablo A Amedeo Guillet sus hombres –una variopinta hueste de jinetes “etíopes, yemeníes, eritreos, libios, contrabandistas saudíes y refugiados sudaneses”– le bautizaron con admiración Communtar as sciaitan, “Comandante Diablo”. Malatesta recupera (o nos descubre a muchos) su historia –esta sí, digna de una gran película de aventuras– y también otros episodios de las dos guerras mundiales desde el punto de vista italiano. Su afilado sentido del humor le aleja de cualquier visión patriótica. Por eso son tan creíbles sus elogios a los soldados italianos que resistieron durante once días la ofensiva británica en El Alamein, pese a la desigualdad del combate. El mérito se lo llevó un inglés (otra vez) sobrevalorado. Joaquín Armada Díaz

SCOTLAND FOREVER! La caballería escocesa en Waterloo según Elizabeth Thompson, 1881.

La vanidad de la caballería STEFANO MALATESTA TRAD. DE TERESA CLAVEL BARCELONA: GATOPARDO EDICIONES, 2019 312 PP. 20,90 €

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LIBROS Reportero SEYMOUR HERSH TRAD. DE JUANJO ESTRELLA BARCELONA: PENÍNSULA, 2019 508 PP. 23,90 €

en 1970, por su investigación sobre la matanza de My Lai, perpetrada por los estadounidenses en la guerra de Vietnam. Más tarde compitió con Bob Woodward y Carl Bernstein para desvelar las ilegalidades de Nixon en el caso Watergate. A Henry Kissinger, antiguo secretario de Estado, no le gustará ser protagonista de algunas páginas muy incisivas: aparece como un mentiroso compulsivo, siempre dispuesto a saltarse la ley por razones oscuras, como apoyar en Chile el golpe de Estado del general Pinochet. Más recientemente, Hersh contribuyó a sacar a la luz las torturas norteamericanas a los prisioneros de guerra en Abu Ghraib, tras la ocupación de Irak.

Buscar la verdad desnuda

EL PERIODISTA ESTADOUNIDENSE Seymour Hersh, ganador de un premio Pulitzer, en una foto de 2009.

AUTOBIOGRAFÍA

LA VIEJA GUARDIA Memorias de un periodista legendario

E

ran otros tiempos, cuando los periodistas tenían dinero a espuertas gracias a la publicidad. A principios de los sesenta y de los setenta, una gran cabecera estadounidense no dudaba en pagar un avión a un reportero para que fuera a la otra punta del mundo a realizar una entrevista. Los directores del New York Times o el Washington Post contaban con investigadores dispuestos a indagar lo que se ocultaba en las cloacas del poder. Sey-

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mour Hersh es uno de los últimos supervivientes de aquella raza de periodistas míticos que se lanzaban a por una buena historia como perros de presa, sin descuidar por ello la más escrupulosa exactitud en sus informaciones. Sus memorias son todo un acontecimiento, porque nos sumergen de cabeza en las grandezas y miserias del cuarto poder. Hersh ofrece un recorrido por los grandes momentos de su carrera. Ganó el Pulitzer,

En cierto sentido, el autor ofrece una contrahistoria de Estados Unidos, en la que aparecen una y otra vez sus momentos menos gloriosos. Él se ve a sí mismo como un patriota que hace un servicio a su país al desvelar injusticias y abusos de poder. Hersh es un hombre que ama profundamente su trabajo. Su receta para hacerlo bien es sencilla: leer mucho antes de escribir y antes de entrevistar. A lo largo de los años se ha visto más de una vez en situaciones delicadas, al disponer de fuentes que no deseaban dar a conocer su nombre. Por eso, no siempre contó todo lo que sabía. No podía dar pistas que contribuyeran a desvelar quiénes eran sus informantes. Pero, más allá de estas cuestiones de ética elemental, su trayectoria se entiende a partir de su odio a las concesiones y la autocensura. Eso no significa que, en ocasiones, no haya mirado para otro lado. Admite con franqueza que su profesión no es perfecta ni él tampoco. Esta sinceridad es tal vez la principal cualidad de un libro que defiende una idea elevada, casi romántica, del arte periodístico: hay que buscar la verdad, no limitarse a consignar las discrepancias acerca de ella. Francisco Martínez Hoyos

09 / 2019 TAMBIÉN EN LIBRERÍAS Unicornio LOUISA TORRES (PRÓL.) MADRID: CM EDITORES, 2019 48 PP. 9,95 €. GÉNERO: ARTE

FACHADA del Museo del Hermitage en San

Petersburgo, antigua capital de Rusia.

ENSAYO

Relato de un desencanto LA RUSIA ZARISTA A OJOS DE UN ARISTÓCRATA FRANCÉS El marqués de Custine fue a Rusia en 1839 como partidario de las ideas absolutistas, pero regresó a Francia como un convencido defensor del gobierno constitucional. Plasmó sus impresiones en un famoso libro en cuatro volúmenes que disfrutó enseguida del éxito del público. La editorial Acantilado publica ahora una selección con lo mejor de la obra. Tenemos a nuestro alcance las impresiones de un observador perspicaz unas veces, prejuicioso otras, siempre inteligente y ameno. El vasto imperio oriental le parece una inmensa cárcel en la que todo el mundo debe obedecer ciegamente la voluntad del autócrata. Bajo una capa superficial de civilización, Rusia es para Custine todavía un país bárbaro, más asiático que europeo. Sus comentarios iluminan múltiples facetas de la realidad cotidiana, como el trato surrealista que recibe en las aduanas, obligado a pasar por mil formalidades absurdas. Después nos hablará, por ejemplo, del ambiente en palacio, con un recuerdo especial para la pobre emperatriz Carlota de Prusia, exhausta por los numerosos partos.

Cartas de Rusia MARQUÉS DE CUSTINE TRAD. DE JOSÉ RAMÓN MONREAL BARCELONA: ACANTILADO, 2019 429 PP. 25 €

En ocasiones, todo hay que decirlo, sus palabras bordean la crueldad. Afirma, sin ir más lejos, que cualquiera que conozca bien los dominios del zar estará feliz de vivir en cualquier otra parte.

Silenciar al crítico Pero no solo tenemos a un cronista de primera fila, también a un filósofo político que ocasionalmente nos deslumbra con aforismos. Nos dice, por ejemplo, que el despotismo nunca es tan temible como cuando pretende hacer el bien, porque entonces justifica con las intenciones los actos más abyectos. A veces parece anticipar de forma visionaria el totalitarismo comunista del siglo xx: “En Rusia, el gobierno lo domina todo y no vivifica nada”. Como todos los volúmenes de Acantilado, Cartas de Rusia ha sido editado con primor. Cuenta con un estudio introductorio de Pierre Nora, un especialista de prestigio internacional, así como con un revelador apéndice sobre la reacción de la crítica ante el libro. Descubrimos en él que el gobierno ruso movilizó a sus servicios secretos para que se publicaran en Francia recensiones adversas. Había que desactivar la bomba del testimonio de Custine, al que se reprochaba su ingratitud con una nación que lo había acogido con generosidad. Este intervencionismo recuerda, inevitablemente, a otros de candente actualidad. F. M. H.

El unicornio es uno de los animales ficticios que más nos fascinan. CM Editores, especialista en reproducciones facsímiles, ha editado este breve y asequible volumen con imágenes de manuscritos medievales. Todas tienen en común la aparición de la fascinante criatura, aunque de vez en cuando tengamos que esforzarnos para distinguir su presencia. El libro cuenta con una introducción de Louisa Torres, conservadora de manuscritos medievales y renacentistas de la Biblioteca del Arsenal de París.

El ateniense PEDRO SANTAMARÍA MADRID: PÀMIES, 2019 480 PP. 21,95 € GÉNERO: NARRATIVA

Grecia estaba dividida por la rivalidad entre dos grandes ciudades. A un lado, la Atenas de Pericles, señora de los mares. Al otro, Esparta, imbatible en la guerra terrestre. Su colisión puso fin al esplendor del mundo en el que se inspira la civilización de Occidente. Con este conflicto como telón de fondo, el autor, en su novela más ambiciosa hasta la fecha, rescata la figura de Alcibiades. Este, uno de los personajes más polémicos de la Antigüedad, era siempre excesivo: patriota, traidor, demagogo... Su vida fue una montaña rusa de amor y guerra, en la que fue tan cruel como decidido.

Istrati. Tomo I. El vagabundo GOLO BILBAO: ASTIBERRI, 2019 272 PP. 27 €. GÉNERO: BIOGRAFÍA GRÁFICA

Escritor rumano de origen griego, Panait Istrati (1884-1935) fue un autor muy popular en su época, aunque hoy permanezca un tanto olvidado. El destacado dibujante francés Golo nos acerca a su figura en este libro, reflejo de una existencia turbulenta. El protagonista hablaba varios diomas y viajó por Europa mientras subsistía pobremente. Está prevista la aparición de un segundo volumen que complete la biografía de este cosmopolita fascinante.

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CINE

Downton Abbey DIR.: MICHAEL ENGLER. INTS.: MATTHEW GOODE, ELIZABETH MCGOVERN, TUPPENCE MIDDLETON

DRAMA

Los Crawley reciben a los reyes Tras seis temporadas, la serie británica más exitosa de los últimos años concluirá en las pantallas de cine. Downton Abbey está ambientada en 1927, un año después del último capítulo de la serie. Con el regreso de gran

parte del reparto original como principal reclamo, el filme narra los preparativos de la hacienda de la familia Crawley para recibir una visita muy especial: la del rey Jorge V y su esposa María de Teck. Como es habitual en la serie, los acontecimien-

OTROS ESTRENOS

bre y una mujer: 20 años después (1986), la pareja encarnada por Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant vuelve a encontrarse. Mientras viajan en coche, rememoran “los años más bellos de su vida”.

En el corredor de la muerte

El cocinero de los últimos deseos

DIR.: RAMÓN CAMPOS, GEMA R. NEIRA Y DIEGO SOTELO. INTS.: MIGUEL ÁNGEL SILVESTRE, MARISÉ ÁLVAREZ, RAMÓN AGIRRE. GÉNERO: DRAMA

Tras el éxito de Fariña (2018), el mismo equipo de guionistas regresa con otra serie basada nuevamente en un libro de Nacho Carretero: En el corredor de la muerte (Espasa, 2018). La serie narra la historia de Pablo Ibar, un pelotari de origen vasco, sobrino del célebre boxeador Urtain, que en 1994 fue hallado culpable de un triple asesinato ocurrido en Florida.

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tos históricos tendrán un gran peso en la trama. En esta ocasión, será la cercanía de la Gran Depresión la que marcará el devenir de la historia. Los primeros indicios de las turbulencias económicas que se avecinan afectarán a la estabilidad financiera de los Crawley, que se plantearán abandonar la costosa mansión. Carlos Joric

Los años más bellos de una vida DIR.: CLAUDE LELOUCH. INTS.: JEAN-LOUIS TRINTIGNANT, ANOUK AIMÉE, SOUAD AMIDOU. GÉNERO: DRAMA ROMÁNTICO

Tercera parte de uno de los dramas románticos más populares del cine francés. Tras Un hombre y una mujer (1966) y Un hom-

DIR.: YÔJIRÔ TAKITA. INTS.: KAZUNARI NINOMIYA, HIDETOSHI NISHIJIMA, AOI MIYAZAKI. GÉNERO: DRAMA

El autor de la oscarizada Despedidas (2008) firma un relato que se desarrolla en dos líneas temporales: Manchuria en los años treinta y el Japón actual. El filme narra la historia de un arruinado chef que, para pagar una deuda, deberá recrear un banquete que fue encargado por el ejército nipón en honor del emperador Hirohito.

Viento de libertad DIR.: MICHAEL HERBIG. INTS.: FRIEDRICH MÜCKE, KAROLINE SCHUCH, DAVID KROSS

THRILLER

Escapar volando del comunismo Fue una de las fugas más ingeniosas de la Alemania comunista. En 1979, dos familias de la República Democrática Alemana (RDA) lograron huir a la Federal a bordo de un globo aerostático confeccionado por ellos mismos usando retales y bombonas de butano. Esta hazaña fue

llevada al cine por Disney en la película Fuga de noche (1981). Coincidiendo con el cuarenta aniversario de la gesta, se ha rodado la versión alemana. El popular cómico Michael “Bully” Herbig, director de taquillazos en su país como Vicky el Vikingo (2009) o El reino de los chiflados

(2007), aborda esta historia utilizando los recursos narrativos propios del thriller de aventuras. Tras situar al espectador en el contexto histórico en el que se desarrolla la acción (una pequeña ciudad de la RDA donde todos los vecinos se vigilan entre sí), Viento de libertad narra la huida contrarreloj de dos familias perseguidas por la Stasi usando el ritmo propio de una película de Hollywood. C. J.

THRILLER

La soledad del maquis Sordo es la adaptación de la celebrada novela gráfica homónima de David Muñoz y Rayco Pulido (Astiberri, 2018). La película narra una historia de supervivencia situada en los Pirineos durante la llamada Operación Reconquista (1944), el intento de la resistencia republicana de provocar un levantamiento popular contra el gobierno de Franco aprovechando la inercia de la victoria aliada en Francia. El director Alfonso Cortés-Cavanillas (Los días no vividos, 2012) mezcla géneros como el wéstern, el cine bélico y el thriller de acción para armar un relato protagonizado por un guerrillero que pierde la capacidad auditiva tras un fallido intento de sabotaje. C. J.

Sordo DIR.: ALFONSO CORTÉS-CAVANILLAS. INTS.: ASIER ETXEANDIA, AITOR LUNA, HUGO SILVA

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FOTO CON HISTORIA

EL BULO DE MONTANELLI E

n la actualidad llamamos “caballería” a las unidades de un ejército con vehículos motorizados. Quedó atrás el tiempo de los caballos y de las heroicas cargas que contemplamos en las películas de Hollywood. En la Polonia de 1939, sin embargo, la presencia de jinetes en las Fuerzas Armadas era aún muy importante. Los tanques habían empezado a introducirse en ellas pocos años antes. Una insuficiente capacidad financiera e industrial hacía imposible la competencia con la poderosa Alemania y su activa política de rearme. Por eso, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, el país se encontraba en inferioridad ante el Tercer Reich, posee-

LA FICHA FECHA 1939. IMAGEN La caballería polaca se diri-

ge a combatir a los alemanes.

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dor de la última tecnología y, sobre todo, de una estrategia arrolladora conocida como “guerra relámpago”. En Polonia, el arma de caballería constituía todo un símbolo nacional por sus connotaciones aristocráticas. El país se veía a sí mismo como una gran nación de caballeros, distinguidos y heroicos. El 1 de septiembre, en el bosque de Tuchola, el coronel Kazimierz Mastalerz, de la Brigada Pomorska, ordenó una carga de caballería contra un regimiento de infantería enemigo. El ataque, en principio, fue un éxito. Sin embargo, la llegada de un cuerpo de reconocimiento germano con ametralladoras y cañones forzó a los po-

lacos a retirarse. Enseguida apareció en el campo de batalla un grupo de periodistas italianos, entre ellos, Indro Montanelli, un hombre que evolucionó del fascismo al antifascismo. Sus crónicas ayudaron a poner en circulación el mito alemán de un ataque lanza en ristre contra los tanques del Tercer Reich. Esta historia propagandística perseguía una finalidad: ridiculizar al ejército polaco como una fuerza atrasada. En realidad, aunque no estaba al mismo nivel que la Wehrmacht, sus fuerzas también disponían del apoyo de artillería moderna. En la imagen de este mes, uno de sus contingentes se dispone a atacar a tropas alemanas.