Heras, Antonio Las - Manual de Psicologia Jungiana

I .as I leras, Antonio. Manual de Psicología Junguiana. - laed. - Buenos Aires: Trama, 2008. 228 p.; 23x16 cm. (Psykhopó

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I .as I leras, Antonio. Manual de Psicología Junguiana. - laed. - Buenos Aires: Trama, 2008. 228 p.; 23x16 cm. (Psykhopómpos) ISBN 978-987-21314-2-5 1. Ensayo Argentino. I. Título CDD A864

© by Antonio Las Meras para Editorial Trama Campana 3238. piso 5 (1417) Ciudad Autónoma de Buenos Aires. República Argentina www.antoniolasheras.com.ar www.jung-argentina.com.ar [email protected]

Autor: Dr. Antonio Las Meras Texto establecido por: Lie. Silvina Laura Mazal. (Psicóloga. UBA) Área técnica: Viviana Griselda del Río Diseño de tapa: Roxana Lanzilotti Foto del Dr. Las Meras: Nacho Gatto Agradecemos la asistencia de Mariano Las Meras

Se prohibe la reproducción total o parcial de este libro, a través de medios ópticos, electrónicos, químicos, fotográficos o de fotocopias, sin la previa autorización por escrito del autor. LA FOTOCOPIA DE LIBROS ES UN DELITO Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Impreso en la Argentina / Printed in Argentina.

M a n u a l de Psicología Junguiana

INTRODUCCIÓN

• Principales conceptos distintivos de la Psicología de los Arquetipos desarrollada por Cari Gustav Jung. • Lo Inconsciente Colectivo. • El universo onírico. • Origen y función de las neurosis. • Los Complejos. • El trabajo psicoterapéutico. • Individuación: aspiración del análisis junguiano. • La Psicología Junguiana en la Argentina actual.

Manual de Psicología .lunguitinii

Principales conceptos distintivos de la Psicología de los Arquetipos desarrollada por Cari Gustav Jung Entre los nacidos en Occidente durante el Siglo XX. Cari Gustav Jung (Suiza, n. 28/7/1875; f. 6/6/1961) es una de las personalidades más fascinantes. Médico psiquiatra, pilar de la moderna Psicología de lo Inconsciente, antropólogo, políglota, experto en esoterismo, Filosofía, Historia y Arqueología; investigador de la Alquimia y la simbología, estudioso de la Astrología, convencido del status científico de la Parapsicología, interesado en el fenómeno ovni y autor de poesía. Una aproximación a las variados y enigmáticos temas humanísticos que interesaron al sabio suizo la tendremos recordando que «Psicopatología de tos llamados fenómenos ocultos» (1899) es el título de su primera obra, tesis con la que se doctoró en Medicina. Se trata de una investigación sobre cierta muchacha -prima suya- que oficiaba de médium en sesiones espiritistas, muy de moda por aquel entonces. «Sobre las cosas que se ven en e! cielo», fue su último libro, publicado un año antes de su muerte. Analiza allí aspectos psíquicos que pueden extraerse de los testimonios sobre apariciones de ovnis. (*). «Siete sermones para los muertos» es un libro de poemas, escrito en latín durante sujuventud, producto de momentos de intensas irrupciones urquetípicas a su Consciencia que le produjeron inusuales estados espirituales. Pero sin dudas, lo más conocido sobre el Maestro de Zürich es el tema de lo Inconsciente Colectivo. Pero, ¿Qué es lo Inconsciente Colectivo? (*) La primera edición castellana fue hecha por Sur, legendario sello propiedad de Victoria Ocampo. 11

A n l o n i o Las I l e í a s

Lo Inconsciente Colectivo Freud produjo acertadamente la idea de «lo inconsciente» en reemplazo del tradicional «subconsciente» utilizado durante siglos. Aceptar la existencia de una subconsciencia significaba suponer que ésta tiene una relación de dependencia con lo Consciente. La lúcida visión freudiana permitió entender que la cuestión es a la inversa. Ese aspecto profundo del psiquismo - bautizado inconsciente - es lo que establece la conducta humana y poco puede hacer el mundo consciente al respecto. Lo inconsciente, al momento del nacer el individuo, es sólo potencia, esbozo, algo que habrá de formarse, paulatinamente, con -principalmente emociones, sentimientos, sueños, recuerdos, frustraciones, realizaciones, éxitos, tristezas y alegrías. Las investigaciones de Jung sobre mitología universal y análisis de miles de sueños, lo llevaron a proponer la existencia de dos aspectos inconscientes. Lo «Inconsciente Personal», bastante similar al inconsciente freudiano, y lo «Inconsciente Colectivo», raíz y esencia del alma humana. A diferencia del resto de la psique, este aspecto es inconsciente en todo su sentido y se encuentra plenamente constituido al momento del nacimiento. Lo Inconsciente Colectivo está constituido cual si se tratara de lechos secos de antiguos ríos (las estructuras arquetípicas) que, de vez en vez, reciben agua (los arquetipos) y, entonces, se manifiesta. Estas estructuras son el resultado de los momentos emocionales esenciales y fundantes de la Humanidad. Allí está la arquitectura de los arquetipos que, luego, cada civilización, en todos los tiempos, dará a luz: Dios, lo Demoníaco, el Bien, el Mal, el miedo a la oscuridad, el Héroe, el Anciano Sabio, la Diosa, la Doncella y tantos otros. Jung describió algunos arquetipos muy peculiares, como el Ánimus, aspecto psíquico masculino que, originado en lo Inconsciente Colectivo, habita en el psiquismo de la mujer, y el Ánima, aspecto psíquico femenino del varón. En «Símbolos de Transformación», uno de sus libros fundamentales, Jung aclara que «... no he descubierto un rasgo hereditario propio de 12

Manual de Psicología

una raza, sino un carácter humano universal. No se trata de representaciones mentales innatas, sino de una disposición funcional a emitir las mismas ideas o ideas muy semejantes. Llamé, posteriormente, arquetipo a semejante disposición».

El universo onírico En Psicología Compleja existe una precisa clasificación que diferencia los sueños compensatorios de los no compensatorios. El análisis de los sueños, a través del método de amplificación - creado por el mismo Jung- reviste gran importancia en la búsqueda por desentrañar el psiquismo. Los compensatorios coinciden en su descripción con el Psicoanálisis freudiano. En cambio, los no compensatorios incluyen los arquetípicos, anticipatorios, traumáticos, pro ícticos y parapsicológicos. El primer sueño relatado en análisis suele mostrar, habitualmente, una visión del problema en cuestión y un esbozo de la forma en que habrá de resolverse. «Dime lo que sueña un hombre y te diré lo que es», afirma un proverbio árabe. Para su análisis la Psicología Junguiana propone un trabajo activo por parte del soñante; de manera que la interpretación surja de éste. En el mej or de los casos, el analista realizará una tarea de mutua colaboración y reflexión conjunta; pero nunca será quien imponga una idea. Para que esto resulte más viable, Jung recomendaba llevar un cuaderno donde anotar todo recuerdo onírico y que, una vez avanzado el trabajo analítico, fuera el consultante mismo quien realizara las interpretaciones, que serían profundizadas en la sesión. «En cuanto me es posible - aclaraba Jung - no interpreto jamás un sueño por sisólo. Por regla general un sueño pertenece a una serie. Lo mismo que en lo consciente reina una continuidad, prescindiendo del hecho de que es periódicamente interrumpida por el sueño, igual hay quizá también una continuidad en los procesos inconscientes incluso más estricta que en los procesos del consciente».

A l l l o m o l.;is I li'l'iis

Origen y función de las neurosis Jung aceptaba que en los orígenes de la Humanidad, cuando lo animal prevalecía en el hombre, la libido fue sexual. Pero, conforme nuestra especie fue diferenciándose más y más de los animales, esa energía fue modificándose hasta la actualidad, por lo que aquella carga instintiva desapareció casi totalmente. De manera tal que la Psicología Compleja denomina «libido» a la energía psíquica en sí misma sin otorgarle correlato alguno con lo sexual. «Protolibido desexualizada» la denominará Jung. Explica el suizo que «la causa de las neurosis estriba fundamentalmente en una incapacidad para resolver un problema actual, siendo una actitud mental que puede hacerse permanente y agudizarse más y más- cada día». La Psicología Junguiana encuentra en las neurosis, además de aspectos negativos, el hecho positivo de que en ellas se pueden encontrar las semillas de nuevas posibilidades de desarrollo personal. Por otro lado, las causas de las neurosis no están únicamente en el impulso sexual o los deseos de poder, sino en el impulso cultural y las necesidades espirituales que adquieren gran importancia en la segunda mitad de la vida. Aquello que provoca las neurosis no deberá buscarse, exclusivamente, en el pasado del individuo sino - particularmente - en su presente; pues es en el ahora donde su libido no está consiguiendo que la persona supere determinados obstáculos que lo llevarían a un nuevo estado de desarrollo que su Consciencia anhela.

Los Complejos El concepto de «complejo», inmediatamente adoptado por el psicoanálisis y tan popularizado, es un hallazgo junguiano. Complejo se denomina a una manifestación que acontece en lo Inconsciente Personal, cuya raíz se encuentra en lo Inconsciente Colectivo y que requiere la i nía -vención de un fenómeno de represión para producirse. Expresa Jung que lales complejos «...brotan del inconsciente e invaden la mente

Millllltll tic Psicología .

consciente de obsesiones e impulsos

desconcertantes e

inexpugnables es un error deplorable considerar la psique humana como algo meramente individual y estudiarla tan solo desde un punto de vista personal. Semejante explicación no puede admitirse, sino en lo que respecta a las relaciones y quehaceres cotidianos y ordinarios del individuo». En sus conferencias, cuando alguien preguntaba sobre los complejos que uno tiene, Jung interrumpía diciendo: «Uno no tiene complejos... los complejos lo tienen a uno».

El trabajo psicoterapéutico El análisis junguiano se hace cara a cara frente al analista. Igualmente puede convenirse realizar la sesión caminando por un parque o modificar el tiempo de la misma. Algunas sesiones pueden convertirse en amenos diálogos y otras estar constituidas por actividades vivenciales, como la imaginación activa, de modo que puedan lograrse determinadas sensaciones, emociones y sentimientos; todo enriquecedor en la búsqueda por conseguir la «individuación» (que nada tiene que ver con «individualidad»), meta del análisis creado por el sabio suizo. Jung atendía a cada uno de sus consultantes de acuerdo a la situación específica del mismo y su proyecto de vida, partiendo de la base de que no hay dos seres iguales. El trabajo se hacía de manera flexible. Jung entendía que las «técnicas previamente establecidas» (asociación libre, uso del diván, etc.) eran más un obstáculo que una ayuda. Cuando el tratamiento parecía estancarse, Jung daba a su consultante tres posibilidades para, juntos, elegir una: dar por terminado el trabajo analítico, hacer confeccionar una carta natal del analizado o consultar el I Ching (Libro de las Mutaciones). Estas conductas, que le valieron el sobrenombre de «Mago de Zürich», muestran su tendencia a utilizar, en la indagación del espíritu, lodo lo que consideraba apropiado y no solamente lo que la universidad le había enseñado o aquello que estaba establecido por los usos y costumbres, sino igualmente lo aprendido a través de otras maneras de indagar el Universo y conocer sus leyes, como es el esoterismo.

Amonio Las Unas

I ',s inlcivsunte señalar que Jung no usaba la expresión «pacientes», < Kvia en cambio - «la gente que trabaja conmigo» con clara coincidencia con el hecho de que el entrenamiento analítico implica responsabilidad y compromiso de ambas partes. Es un trabajo de rol activo para dos protagonistas.

Individuación: aspiración del análisis junguiano La «individuación» o integración de los opuestos que conforman la psique es la aspiración del análisis junguiano. Lograr individuarse es conseguir el estado particular de amplificación de la Consciencia que permite que todos los aspectos del psiquismo se relacionen armónicamente. Cada persona puede buscar este estado, teniendo en cuenta que la individuación en sí misma es más una búsqueda - uno de cuyos senderos es el análisis junguiano - que una concreción posible. Jung expresaba que, a su juicio, Jesús y Buda habían conseguido esto y que, tal vez, otros sólo obtuvieron su individuación después de la muerte. La vida humana tiende hacia una finalidad y las neurosis tienen por objeto impedir alcanzarla. Una neurosis obsesiva detiene el curso de la vida haciendo que la Consciencia del individuo apenas le permita algunas consideraciones sobre situaciones futuras que, en verdad, le son posibles. Los síntomas depresivos, en cambio, disuelven toda inquietud por el presente poniendo un acento exacerbado en el pasado con lo que - a la vez - anulan todo interés por el futuro diluyendo la idea de imaginar proyecto alguno. Otra forma de impedir esta natural evolución hacia la concreción del «proyecto trascendente de vida» es cuando casi todo el interés queda puesto en los problemas de la vida cotidiana, lo que hace que igualmente no se produzca la requerida «mirada hacia delante». El análisis junguiano es un entrenamiento (término más adecuado que el de «tratamiento») tendiente a conseguir que el consultante disuelva esos esquemas de conducta que perturban o impiden - según la intensidad de cada caso - la realización de aquellas acciones que son necesarias para que los deseos positivos de vida tengan concreción.

La Psicología Junguiana en la Argentina actual En la actualidad, la Psicología Junguiana, Compleja, Profunda o de los Arquetipos - como se suele denominar al resultado de su trabajo muestra un marcado incremento en el interés de los trabajadores en ciencias humanísticas de América y Europa. Argentina no ha escapado a este fenómeno: particularmente a partir de 1981 en que tuvieron lugar en Buenos Aires las Primeras Jornadas Argentinas de Psicología Junguiana (* *) a la que asistieron alrededor de dos centenares de personas entre psicólogos, médicos, antropólogos, filósofos, escritores y estudiantes. Algunos años más tarde se realizaron las Segundas Jornadas Argentinas de Psicología de Jung (***). A partir de entonces, el estudio de la Psicología Junguiana comenzó a hacerse frecuente en las universidades argentinas, sobre todo después del Primer Congreso Argentino del Pensamiento Junguiano (****) realizado en 1985. En la actualidad Cari Gustav Jung ha dejado de ser un desconocido para los estudiantes de Psicología y Medicina. O, solamente, ese discípulo de Freud que se peleó

(**) Las Primeras Jornadas Argentinas de Psicología de Jung se realizaron enjunio de 1981 en el auditorio cedido por la Librería Española ubicada en uno de los sitios más tradicionales de la ciudad de Buenos Aires: calle Florida casi Plaza San Martín. Fueron sus autoridades: Prof. Abraham Haber (Presidente), Prof, Dr. Vicente Rubino (Vicepresidente) y Prof. Dr. Antonio Las Meras (Secretario General). (***) Las Segundas Jornadas Argentinas de Psicología de Jung fueron organizadas por el Instituto de Ciencias del Hombre (hoy Instituto Humanístico de Buenos Aires), los días 14 y 15 de julio de 1984 y tuvieron lugar en el ámbito de la Sociedad Científica Argentina, Fue electo presidente de las mismas el Prof. Dr. Antonio Las Heras, Hubo tres mesas redondas y 17 exposiciones, destacándose la de Lakhan Lal Mehrotra, entonces Embajador de la India en la Argentina, titulada «Carta a Jung sobre Hinduismo». (****) El Primer Congreso Argentino del Pensamiento Junguiano (1985) fue presidido por el Prof. Dr. Antonio Las Heras y realizado en las Salas A y B del Centro Cultural Gral. San Martín. El acto inaugural consistió en la lectura de un breve ensayo de Ernesto Sábalo sobre la vigencia de C. G. Jung y palabras - entre otros - del Secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires Dr. PachoO'Donnelly del Prof. Dr. Diego Zabaleta en representación de la Academia Nacional de Medicina que auspició el encuentro. 17

Amonio I,as

con el padre del Psicoanálisis y que tenía «ideas raras». Atrás quedaron los tiempos en que, como relató el Prof. Dr. Aldo E. Imbriano en el encuentro de 1985, ni siquiera había oído hablar de Jimg cuando estudiaba Psicología Médica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. El 21 de junio de 2005, coincidiendo con el Solsticio de Invierno. se fundó la Asociación Junguiana Argentina (AJA); institución que alberga a gran parte de los profesionales que se dedican a la investigación, promoción, atención clínica y difusión del pensamiento junguiano en la Argentina. Desde su creación, la AJA ha realizado cada año un Congreso anual: el Congreso Argentino Anual «Cari G. Jung». con la participación de los mayores exponentes del campo junguiano de la Argentina y del exterior. Estos eventos contaron con el auspicio de la Embajada de Suiza en la Argentina siendo, el tercero, declarado de interés Cultural y Científico por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (*****). Asimismo la AJA realiza jornadas, cursos, ateneos clínicos, seminarios y, actualmente está en ejecución el primer curso de formación de posgrado de Analistas Junguianos del país. Los miembros de la AJA también han sido invitados a disertar en diferentes ámbitos académicos,

(*****) El Primer Congreso Argentino Anual «CarlG. Jung» se realizó en la Sociedad Científica Argentina del 14 al 16 de septiembre de 2005; el segundo tuvo lugar del 10 al 12 de noviembre de 2006 en las instalaciones del Centro Cultural Arturo Jauretche; y el tercero sesionó del 13 al 15 de septiembre de 2007 en el Museo Roca; todos ellos en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. Fueron sus auspiciantes: la Embajada de Suiza en la Argentina (contando en los actos de apertura con las palabras de la Agregada Cultural de esta Embajada, Isabelle Petersen-Mauhourat), la Asociación Médica Argentina, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), la Fundación ACTA, la Fundación El Libro, la Asociación de Formación e Investigación en Psicología Analítica (APIPA), la Fundación Praxis Freudiana, la Asociación Argentina de Ciencias Psicofisíológicas, la Editorial Trama, el Instituto Humanístico de Buenos Aires, el Taller Escuela Kríptos y el periódico «Junguianos de la Argentina». El congreso del año 2007, como mencionamos antes, fue declarado de Interés Cultural y Científico por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lo que indica el profundo y significativo valor que se le otorga actualmente a la difusión de! pensamiento y la obra de Cari (1 Jung en la Argentina.

científicos y culturales, como lo son el Hospital Borda, la Asociación Argentina de Psiquiatría (interviniendo en sus Congresos Anuales Internacionales), la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, la l Inivcrsidad del Salvador, la Sociedad Científica Argentina; entre otras. I ,a Comisión Directiva de la AJA está constituida por los siguientes miembros fundadores: Presidente Honorario: Dr. Vicente Rubino (Doctor en Medicina, l IB A. Doctor en Psicología, UAJFK). Presidente: Dr. Antonio Las Heras (Doctor en Psicología Social, l IAJFK, Gran Cruz Kennedy, 1998). Vicepresidente: Dr. Rodolfo Fischer (Médico Psiquiatra. LIBA. Ex Jefe Servicio 17 Hospital de Salud Mental José T. Borda). Secretaria General: Dra. Ana Brenda Horwitz (Médica. LIBA). Tesorera: Lie. Silvina LauraMazal (Psicóloga, LIBA). Vocal Titular: Lie. Roberto Torres (Psicólogo, LIBA). Revisora de Cuentas Titular: Dra. Teresita Faro de Castaño ( I )octora en Psicología, UB).

Capítulo I

La «personalidad» en la Psicología Junguiana. Elementos que conforman la «personalidad» * Lo Consciente. * La Consciencia. * La Persona. . *ElYo,

Mtiintcil de ¡'sicología JHIIÍÍII ¡iiiiii

¿Qué es la personalidad para Jung? Para el sabio suizo la personalidad es una totalidad a la que denomina psique, siendo el resultado de la conformación de todos los elementos que constituyen la estructura psíquica, a la que definimos como «la suma de los procesos mentales». El ser humano es. esencialmente, un portador de libido, entendiendo por libido la energía total de la psique, y no circunscripta a la energía sexual, I Jbido es arbitrio, capricho, voluntad, gusto, placer, lascivia, lujuria. Pero eso no es la psique, únicamente. Además de la esfera consciente, existe lo Inconsciente, que la Psicología Junguiana, divide en dos aspectos: lo Personal, donde se hallan aquellos contenidos que hemos reprimido u olvidado, y lo Inconsciente Colectivo, constituido por las estructuras arquetípicas, que deben entenderse como potencialidades innatas traídas 0 >i no herencia de la especie humana y existente desde el momento mismo del nacimiento y que habrán de manifestarse ya en épocas infantiles. Jung expresa que el campo de incumbencia de la Psicología se encuentra limitado al estudio de la personalidad. Lo que si bien podemos escribirlo en pocas palabras, desarrollarlo es, sin embargo, una tarea ardua, .ivotadoray, seguramente, ímproba. Difícilmente llegaremos alguna vez a 1 oiiocer todos los elementos que conforman dicha personalidad, sus Interacciones y sus funciones individuales. «La Psicología no es - dice el •..ibio suizo - ni biología, ni fisiología, ni ninguna otra ciencia que, precisamente, este conocimiento de la psique». Aquí el individuo no es tomado como una suma de partes. Tampoco algo semejante a una reunión de piezas que se van incorporando corno si se (rutara del armado de un rompecabezas. Jung rechaza esta idea por entero. Nada más alejado de la verdad que la suposición de que la

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personalidad se va formando parte por parte y que, si todo resulta satisfactorio, llegará el día en que - probablemente - se encuentre una cierta unidad con organización suficiente para actuar con coherencia. Jung sostiene, en cambio, que cada ser humano nace con la personalidad. «El hombre no lucha por ella» a causa de que la tiene desde el instante mismo del nacimiento, así como tiene un corazón, y toda su conformación orgánica que le es fundamental para seguir el devenir como ente viviente. Esta integridad llamada «personalidad» tiene la característica de manifestar distintos grados posibles de diferenciación, coherencia y armonía. Lo que cada uno debe hacer durante su vida - dirá Jung - es buscar alcanzar el máximo grado de integridad que le resulte posible. A este proceso lo llama «Individuación», que puede ser un proceso evolutivo espontáneo o el objetivo hacia lo que tiende la psicoterapia analítica junguiana, la psicoterapia sintético-simbólica. Cada individuo debe cuidar el desarrollo de esta totalidad. Porque una personalidad rota y fragmentada en sistemas separados, autónomos y conflictivos origina deformaciones interiores. Esto es, una personalidad disociada: neurótica o psicótica. Jung buscó a través de su psicoterapéutica, ayudar a que los consultantes pudieran lograr esa integridad - si es que la habían perdido - o hacerla más desarrollada, si es que ya la tenían en forma incipiente. El pensador suizo tendía así a la obtención de una psicosíntesis. Que es una buena forma de definir al Proceso de Individuación. Sólo hipotéticamente se puede obtener la individuación total. Cada persona debe intentar hacer progresos consecutivos que, a través de la integración de los contenidos arquetipales a la Consciencia, su captación, comprensión y asunción, le aproximan más a tal Individuación que es un proceso de integración y no una búsqueda de perfección. Las figuras simbólicas claves de Occidente y Oriente, como Jesús y Buda, son quienes consiguieron -siempre al decir de Jung- máxima realización en lo que a Individuación hace. Su transformación les permitió conseguir trascendencia. Una forma de inmortalidad. Pasaron a convertirse en símbolos arquetípicos. Representan el deseo de la Humanidad por alcanzar lo que para la mayoría suele resultar imposible. 24

Miiiiiitil ilc ¡'sicología .

Llegando a este punto Jung pensaba que ese Proceso de huí i v ¡duación, que sugiere tanto esfuerzo y es tan difícil de concretar durante nuestra vida terrenal, podía completarse luego de la muerte. Dice I .aurens van der Post, quien fuera su amigo personal, que: «El estaba convencido de que la psique objetiva del hombre, en una parte esencial de ella misma, se comportaba como si no hubiese muerte. Como si ella existiera fuera del tiempo y del espacio, y por lo tanto, no estuviese sujeta a ¡a majestad de la muerte»*. Lo cual es de comprobación bastante simple: por lo usual la gente se comporta como si fuera a existir casi por la Eternidad y esta manera de proceder es, ineludiblemente, producto psíquico. Puede aceptarse que se debe a un mecanismo neurótico de la negación de la realidad y de la fmitud de la vida humana pero también podría deberse a un saber inconsciente de que alguna esencia misma de uno permanece tras la muerte física y tal «esencia» mantiene en vigencia aspectos psíquicos distintivos de la persona como lo es, en especial, el Yo. Si la psique no desaparece después de la muerte física, entonces resultaría lógico que el Proceso de Individuación continúe. Y hasta que sea relativamente simple de obtener y completar toda vez que queda uno libre de los elementos y necesidades del mundo físico, incluyendo lo perceptivo. Un antecedente de este pensamiento ha de encontrarse en I Matón, a quien Jung estudió muy bien. El filósofo griego sostenía que la muerte es ésta. Cuando uno transita por la Tierra está muerto porque está alado al «fardo de carne». Los límites son precisos: el físico. Mientras que antes de lo que llamamos nacimiento y después de lo que conocemos romo muerte (a través de los otros, porque la muerte es una experiencia 111 K- nos muestra su existencia a nivel social, pero individualmente nunca 1. 11-111 locemos hasta que ocurre y dej a de servir como experiencia) nuestra . i l m a (la psique junguiana no diferiría mucho de ese concepto) es, \ u (laderamente, libre de expresarse sin barreras. Lo que tanto el filósofo i 'i iq'.o como el Sabio de Zürich están, en este caso, poniendo de manifiesto • •u su posición frente a una de las eternas preguntas humanas: ¿sigue * v.in l)i:r Post, Laurens, «Jung y La historia de nuestro tiempo». 25

Aiilonio l.as 11 eras

existiendo nuestra personalidad después de la muerte?. ¿.Subsiste un siendo capaz de mejorar alcanzando elevados estadios espirituales o se trata de un estático ser definido por la muerte misma... o todo aspecto psíquico se disuelve en la muerte?. El filósofo griego tenía su certeza. Jung alertaba en el sentido de que había que prestar atención a esas intuiciones y «visiones» que llegan desde el psiquismo profundo. Y, es suficiente con preguntar al ser humano y con saber algo de ritos, leyendas y mitos, para comprender cabalmente que la idea de la permanencia de una forma de vida consciente después de la muerte, donde seguimos conservando nuestra identidad construida en este planeta, es común denominador a todos los tiempos y civilizaciones. ¿Qué comunidad no ha creído en la existencia de alguna forma, peculiar por cierto, de continuidad de vida tras la muerte física?. Jung entendía, entonces, que había que atender a esta «información» voceada por lo inconsciente e inclinarse a suponer la posibilidad de una continuación de la personalidad en un «Mas Allá». Aunque jamás haya dicho qué era o dónde lo ubicaba. Seguramente Jung pensó mucho sobre esto. Pero, fiel a su espíritu, se abstuvo de difundirlo por no contar con elementos comprobados o de evaluación suficiente. Y. en ese sentido, el sabio suizo siempre hizo gala de un excelente manejo de responsabilidad intelectual. Aunque algunos, que no alcanzan a interpretar o a comprender sus palabras y el espíritu que animaba a las mismas, lo hayan tildado de místico, para descalificarlo como científico.

Elementos que conforman la personalidad Jung divide a la personalidad en tres grandes aspectos, por utilizar un término que nos parece adecuado. Los tres se encuentran vinculados a través de diversas interacciones, algunas de las cuales veremos después. Los estratos son: lo Consciente, lo Inconsciente Personal y lo Inconsciente Colectivo. Cada uno esta integrado por diversos componentes. Para aclarar y mostrarnos los diversos estados de la estructura de la psique, el Maestro de Zürich apela, metafóricamente, a ciertas imágenes: 26

Mniiiiíil tic l'xico/o^iii

«Debemos describir y explicar un edificio, cuyo piso superior se construyó en el siglo XIX; el piso bajo data del siglo XVI. y una observación mas detallada de los muros da como resultado que estos han sido reedificados de una torre, vivienda del siglo XI. En el sótano descubrimos fundamentos romanos y debajo de él una cueva, en cuyo fondo encontramos instrumentos de piedra en la capa superior y restos de fauna de ese tiempo en la capa inferior. Esta sería. aproximadamente, la imagen de nuestra estructura psíquica».*

Lo Consciente Es común confundir - aún entre profesionales - lo Consciente con uno de sus aspectos que es la Consciencia. Entonces, se tiende a suponer que cuando Jung habla de Consciencia se refiere a todo lo Consciente. Y esto, en Psicología Compleja, es un error. En lo Consciente describimos, además de la Consciencia propiamente dicha, los siguientes elementos: la manifestación de la Persona o Máscara, y el Yo (Ego). Lo que interesa destacar es este momento es que - desde la óptica junguiana - la Consciencia no es sinónimo de lo Consciente, sino, apenas, uno de sus elementos.

La Consciencia Es la única parte de la psique que todo individuo conoce directamente. A través de las cuatro funciones psíquicas (pensamiento, sensación, sentimiento e intuición) la Consciencia se halla en condiciones para crecer continuamente y aumentar su expansión en un proceso evolutivo, siempre que el individuo tome la decisión de seguir evolucionando. Influyen en las experiencias de la Consciencia, también, dos actitudes generales: la extroversión y la introversión. De la i • 'tnbinación de las funciones psíquicas y las actitudes generales surgirán * hing. Cari G., «Problemas psíquicos del mundo actual». 27

A n t o n i o l.iis llcnis

disposiciones que orientarán a la mente consciente, funciones todas al servicio de la adaptación del individuo y de la especie. Las vicisitudes de la expansión de la Consciencia se encuentran simbolizadas en todos los relatos sobre la vida y obra de los héroes míticos. El Mito del Héroe no es otra cosa que la puesta en símbolos de la transformación de la Consciencia hasta llegar a elevados estadios. A medida que transcurre la existencia del individuo su Consciencia debería aumentar su grado de Individuación; es decir, diferenciarse cada vez más de las otras personas. Se establece el YO y el NO-YO. Jung explica que éste es el inicio del Proceso de Individuación. Sería la auténtica ambición de convertirnos en seres únicos e irrepetibles. El factor decisivo para esto es la Consciencia. El término Individuación designa un proceso por el cual una persona llega a ser un "individuo 7 ; esto es. una unidad o totalidad separada de los demás e indivisible. Pero, claro, esto conlleva el concepto de originalidad y creatividad. En modo alguno de repetición o adopción de modelos copiados. Así, el comienzo de la Consciencia como «autoconsciencia» es el comienzo de la Individuación. Esto significa que se trata de un proceso cuya iniciación coincide, prácticamente, con los primeros momentos de vida de cada individuo. Lo que es absolutamente lógico ya que nadie que no tuviera comprensión racional de su existencia podría intentar un camino (ni imaginaría tal cosa) que le permitiera llevarlo a percibirse como «totalidad» separada del resto. Es interesante en este sentido recordar que hay grupos de los llamados «tribales» donde se manifiesta el «nosotros» pero la idea de «yo» como persona separada del resto aún no ha surgido. La Individuación y la Consciencia se unen en el desarrollo de una Personalidad. Así el infante no se «siente» un individuo, separado de los demás (de los humanos que lo rodean) puesto que su Consciencia no se encuentra suficientemente desarrollada todavía para eso. Lo uno va con el otro. Pero, valga una vez más la aclaración, esto no significa que la psique no se encuentre constituida, sino que aún no alcanzó el grado necesario de desarrollo. Mas todos los elementos constitutivos ya se encuentran en el infante.

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Manual de Psicología Jimguiana

La Persona o Máscara Jung denomina Persona a un aspecto del psiquismo que forma parte de lo Consciente, que está en contacto directo y continuo con el mundo exterior. Se trata de una «parcela de psique colectiva». La única con jurisdicción directa en el campo de lo Consciente. Es el «rostro externo» de la psique. Extrae este término del griego «pwsophon», que significa máscara, nombre de los disfraces-armaduras que los actores griegos usaban sobre sus rostros cuando realizaban actuaciones teatrales representando animales, dioses o seres humanos; instrumentos al servicio de la sobrevivencia. Situado en el estrato consciente, sus raíces se extienden - profundas en lo Inconsciente Colectivo. Hay en cada individuo, desde el momento de su nacimiento, elementos innatos que determinarán - primariamente el tipo de máscara a desarrollar para enfrentar los desafíos del mundo exterior. Jung ha sido el primer investigador en descubrir la condición innata del «rostro externo» de la psique. La Persona es configurada por tres circunstancias: a.-) Lo innato. b.-) Aquello que los demás esperan de uno y que el individuo conoce que se espera de él a causa de su vida en sociedad. c.-) Lo que el individuo desea ser, por un lado. Y lo que quiere mostrar a los otros que es. No sólo la situación presente, sino también a través de su proyecto de vida. Hay quienes van «preparando» su Máscara para enfrentar armónicamente situaciones futuras que incumben a la relación con el mundo exterior. A veces, una Máscara que permita representar posiciones a lograr brinda más seguridad a quien la utiliza. Es el caso de los estudiantes universitarios que adoptan posturas, gestos y actitudes propias de los egresados en actividad, En este caso la Máscara se ha formado con tal rapidez que manifiesta hoy lo que será habitual - con naturalidad y no forzadamente como ocurre en estos casos - mañana. Pero ocurre que al Adelantarse de este modo el estudiante «siente» que está más cerca de 29

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convertirse en quien desea. Esto es. cree obtener mayor respeto del mundo exterior, sintiéndose más seguro, más aplacado. Así toma conformación la Máscara. A través de un alambicado proceso donde intervienen varios factores que interactúan entre sí. A veces lo innato cederá un poco ante el embate de una presión externa y ambos darán mayor o menor oportunidad a lo que, en el orden de lo Consciente, el individuo desee ser, mostrar o quiere representar. Otras veces, el entusiasmo personal cambiará a la Máscara drásticamente. Y así, en infinitas combinaciones. Esas «manos» moldean la Máscara hasta obtener un resultado que permita el objetivo buscado: comunicarse fluidamente con el mundo exterior. Entendemos que. si bien la Máscara o Persona sigue en continuo cambio durante toda la vida del individuo, las variaciones sólo lo son en el detalle: la conformación general se produce - habitualmente - cuando el individuo se aproxima a su tercer década de vida. Entonces ya sabe lo que desea ser, conoce la presión del medio ambiente y ha oído reiteradamente las «voces» arquetípicas (aunque, quizá, no se haya dado cuenta conscientemente que está obedeciendo o incorporando «cosas», elementos significativos, que llegan desde «adentro» de él). En esa condición, aparentemente consciente, en que el individuo se confirma a sí mismo que es aquello en lo que habrá de convertirse, existe una libertad relativa que se halla en relación inversa con el grado de necesidad, que es donde interviene el mundo arquetipal. Las predisposiciones innatas, aquellas que harán que - aún sin saber cuál es la causa racional, que muy probablemente ni exista.- se dedique con gran interés a una cosa y descarte otras. Esto, en ocasiones excepcionales, suele apreciarse en algunos niños. Los llamados «precoces». ¿Qué extraño elemento ha actuado en esas psiques -todavía escasamente desarrolladaspara que, sin motivo aparente, en familias sin antecedentes, nazca un virtuoso?. Sin duda, allí el aspecto arquetípico de la Persona actúo con inusitada energía. La Persona o Máscara es una manifestación de la psique colectiva, que si bien es innata no trabaja en las profundidades, sino a nivel de la Consciencia, como «rostro externo» de la psique, Asimismo recibe

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M i l / l i l i l í Je / ' M t ' i i ' n y j , /

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mi l u í -ni ias externas que refuerzan, la moldean, cosa no habitual en este i i p u d r i onflguraciones. No es común encontrar una instancia ftindada por Un arquetipo que pueda ser moldeada o infinida por la sociedad. Y con la - I i < .11.1 asi sucede. El medio ambiente tiene intervención directa. Ln i - . i l u l a i l , la sociedad lo que hace es fortalecer una estructura innata, ñola • "ii ,n nye sino que agrega un esfuerzo, quizá provocando una «rigidez» • n l . i I V i s o n a o Máscara. La sociedad admitirá un Dalí-en aparienciai n l . . i | i i e c i d o : pero castigará severamente a un oficinista que pretenda i i l i l i / a i las mismas ropas y el bigote engominado que fueron habituales en i-l Limoso pintor español. ¡Ni hablar del intento de imitar sus desplantes!. /.Por qué motivo ocurre esto?. Simple y sencillamente a causa de i p u - la sociedad admite, para cada persona, un tipo -o una gamapoih laníos decir, de Máscaras. Tendiendo a encasillar al hombre. Fuera ' K c l l o hay que enfrentarse a la sociedad (como hizo Dalí, para seguir con - • I >-|i-mplo). Lo más probable es que la estructura sociocivilizatoriagane c imponga el castigo: la soledad. O quizás algo peor: la enfermedad mental, l a m b i é n una forma de soledad. Pero, en caso que aquella Máscara no lité | tresentando una mentira y falsedad, sino algo que el individuo además (ai convencido puede realizar, entonces es posible que sea suya la V K (oí ia. La sociedad habrá de admitirlo. Lo considerará pionero. Le ir i u l n a honores. Buscará aprender de él, Lo que antes era destierro luego •Teso hacia la gloria. Si nos atenemos a una lectura psicológica, aquí también tenemos una intervención arquetípica. Estaría respondiendo al Arquetipo de Muerte v K i -surrección. Morir (la soledad) para alcanzar una renovación espiritual i l.i resurrección). Algo similar ocurre con Jung y su pensamiento. Él, en buena manera, .< a | >;; i rió de la Máscara que el medio quería imponerle. Fue una gran lucha I Mago de Zürich. Freud le había designado su discípulo predilecto, iba dispuesto que Jung fuese su sucesor. Es decir, la sociedad (en iso psicológica, de profesionales médicos dedicados al estudio del uiálisis) había dictaminado cuál sería el rol del sabio suizo. Entonces, omcnzó su lucha. Una lucha interna, desgarradora. Porque Jung . u n 11 ueiidía lo que sobrevendría después que él decidiera rebelarse a tales

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Antonio Las lleras

designios. Que decidiera adoptar la Persona de acuerdo a sus deseos e intuiciones. Jung escuchaba con atención las palabras de su inconsciente. Particularmente del Inconsciente Colectivo u objetivo. Tuvo sueños y premoniciones. Comprendió que habría de tomar un sendero que no le depararía satisfacciones con aquella sociedad científica, pero que sí las tendría para consigo mismo. Después, decidió decir lo que consideraba su verdad. Y le llegó el destierro. Freud y los psicoanalistas lo excomulgaron. Jung escribía a Laurens van der Post: «He quedado solo...-». Solamente dos no lo abandonaron: Riklin y Maeder. Fueron las consecuencias de quebrar lo dispuesto. De no adaptar su Máscara a las exigencias del medio ambiente. Arquetípicamente ésta habría sido la «muerte» del estudioso suizo. Quien no se amilanó por esto. Seguro de su proceder, continuó indagando. Y, no muchos años después, el proceso fue invirtiéndose. La gente empezó a aproximarse a Jung y las obras y los reconocimientos internacionales fueron multiplicándose. La lucha había resultado fecunda. Hoy, cuando advertimos a gran cantidad de jóvenes profesionales, de las más variadas líneas humanísticas, buscando aprender Psicología Junguiana, bien claro nos queda tal «resurrección». La sociedad científica y el público culto en general, tienden a acercarse al conocimiento de esta disciplina. Cosa que ya ocurría en vida del sabio quien recibía en su casa a estudiosos distinguidos de todas partes del mundo que se aproximaban con el deseo de consultarlo e intercambiar ideas. Seríamos injustos si no reconociéramos que Sigmund Freud vivió un proceso similar. Como todo creador verdadero tuvo que romper con los cánones de lo establecido. Para ello debió quebrar, también, las imposiciones que el medio ambiente dictaba para su Persona. Si bien la ruptura de Jung fue cruel e hiriente, la de Freud con la sociedad médica en particular y científica en general y hasta diremos con la sociedad víenesa en general, no lo fue menos. Tal vez, por ser una cuestión ventilada, casi, públicamente, el dolor fue mayor. Freud no se doblegó y alcanzó a ver en vida cómo el Psicoanálisis adquiría reconocimiento y se diseminaba por doquier. En este sentido, hay que indicar que al psicólogo vienes le interesó crear un movimiento psicoanalítico y ocupó mucho tiempo en ello. En

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. m i l ' H . .1 11 n i;-1-.-.lo no le importó nunca. Ni siquiera atendía al pedido de u Ji ii Ipulos y seguidores que le solicitaban la formación de una escuela. \ | n mis si .u cedió en los últimos años de su vida a formar analistas i i . i i ii is metódicamente a través de su instituto donde la enseñanza es n extremo. Al respecto el sabio suizo había expresado que su . i m l ' i i mu era que dicho establecimiento no perdurara más allá de una MI ion y que, luego, se disolviera; lo que no ocurrió. Jung decía esto no admitía la existencia de «junguianos» en particular por expreso ii i i i o i .1 la aparición del «junguianismo». Según su visión todos los «ismos» .un Je , l . i vorables y éste sería desastrozo. Jung no aceptaba discípulos i MI, no estaba entre sus intereses dejar «cosas establecidas» sino, ' . i m p l r m c n l e , puntos de partida para nuevos trabajos o para que se < h • u n c í a sobre los mismos. En síntesis: Cari Gustav Jung nunca supuso i | i u l i a h í a hallado una verdad revelada, monolítica e inamovible sino, prcí ¡sámente, todo lo contrario.

Máscaras engañosas y patológicas t

I ; ,\istcn, también, Máscaras engañosas. Personas que muestran una ñ u igi 11 a su medio ambiente pero, en realidad, sólo lo hacen a efectos de problemas o lograr una mejor convivencia que les permita alcanzar rio: lines predeterminados. Así «da una impresión favorable» de n i d o con lo que se espera de él, mientras sabe - incluso conscieni ' - n l c - que sus propósitos son otros. Es el caso típico del estafador. I I p h >blema será la posibilidad que existe siempre de que alguna vez llegue ' iiocngañarse y, por Ley de Enantiodromía, se convierta en aquello que 1 1 . 1 representar pero no ser. Si la estructura personal no está bien desarrollada surgen problemas 11\ i vencía social. El individuo se muestra agresivo, ofende y presenta is signos de no estar capacitado para mantener relaciones fluidas. I'ara lograr una convivencia armónica, en general, las personas crean . i ras que les permiten presentarse de una manera tal que no muestran cu verdad encierran. Exhibir todas las virtudes y todos los defectos 33

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suele acarrear problemas. Por ello es prudente, muchas veces, aparentar frente a los demás. Para ellos ésa es nuestra actuación. Pero no saben al menos no conscientemente - que somos actores. No es como en el teatro que estamos seguros de que se trata de una personificación. Aquí estamos en el escenario de la vida real. Donde todos somos un poco actores y debemos utilizar nuestras Máscaras para una mejor representación del papel asignado. La Persona. De acuerdo a esto habrá personas sumamente tímidas que han construido Máscaras de dulzura y locuacidad sin lo cual serían incapaces de intentar enfrentar al medio ambiente al que perciben hostil y desagradable. Otros, que desean parecer probos y correctos brindarán una imagen de absoluta e impecable decencia cuando, en su interior, reina la inmoralidad. Pero saben que les irá mejor mostrándose así. Construyeron su Máscara y saben utilizarla. Los ejemplos son innumerables. Y todos conocemos al menos uno: el nuestro. Sin embargo, existe un caso donde la Persona o Máscara adquiere características psicopatológicas. Es en el momento en que se produce la identificación con el personaje. Apunto tal que el individuo no puede desprenderse de la Máscara. Ya no la utiliza con el fin de cumplir un determinado rol frente a la sociedad, sino que la tiene en vigencia todo el tiempo. Es el caso del actor que, después de haber representado un personaje con gran éxito, termina identificándose con éste y creyendo, realmente, que él es «el otro». Así, fuera de escena y en la vida diaria, seguirá comportándose como si estuviera en el teatro actuando. Otro caso bastante habitual es el del acreditado profesor que aunque se encuentre en un bar con amigos, continúa actuando como si estuviera en la cátedra dictando conferencias. En todos estos casos este contenido innato de la psique colectiva se ha adueñado de la Consciencia por motivos personales que hay que buscar y resolver a través de la psicoterapia. De lo expuesto podemos extrapolar otra conclusión: hay una Máscara o Persona premoldeada una vez que hemos crecido lo suficiente; pero además, existen variadas facetas que se han agregado a dicha Máscara: tantas como roles cumplimos en la vida. No es la misma Máscara

Manual de Psicología Jungulana

Í

< | u < n ..unos l'rente a un amigo, con la mujer amada o ante una mesa ,n i u n ; u lora. No es la misma Máscara la que tenemos cuando tenemos i' < s sexuales que cuando nos dirigimos a nuestros subordinados. • l.i misma Máscara la exhibida cuando estamos conversando con 11.1 madre que la que dejamos surgir cuando participamos de una mesa lonil.i de discusión intelectual. I lasla se podría concluir que usamos cotidianamente distintas i ' i i a s , pero en realidad se trata de variaciones de una misma melodía, 'iijimción produce como resultante a la Persona. Si n leí i/.ando al respecto podemos decir que esta parcela de la psique lecti va es «la careta que el individuo tiende a adoptar, representativa una actitud que se espera de él y, esa actitud, cumple una misión de • iti ' ' i o n contra el interior del individuo».

El Yo

Si bien el Yo ocupa una pequeña porción de la psique - si se nos i m i t e hablar de cantidades para ilustrar mejor la idea -su misión es u u lamcntal. Actúa como llave reguladora de todo intento por penetrar a ('onsciencia. El Yo es altamente selectivo. Jung quiere significar con el término Yo a «la organización de la • u l e consciente». Está compuesto de percepciones, recuerdos, n .nnicntos y sentimientos. Todos estos cuando se encuentran dentro I marco de lo Consciente. Mediante el Yo encontramos identidad y continuidad en la ¡i.ilidad. Gracias a este elemento, cada mañana, al levantarnos, 11 •« • 11 u >s quiénes somos y quiénes fuimos ayer. El Yo permite unir la trama i i oí ico-vital de un individuo. Para que la carga de lo Consciente sea más liviana el Yo - a través I unción de regente que antes manifestamos - rechaza toda idea y i u i do que pueda provocar ansiedad. Para ello todo el material psíquico •-Aleccionado. Parte se elimina (va al reservorio que es lo Inconsciente > il) mientras el resto, que sigue en el campo de lo Consciente, permite 35

Antonio Las Horas

las actividades cotidianas y haciendo que el individuo reconozca su historia y perciba que es resultado de una continuidad. Una continuidad que parece no tener fisuras ni baches. A pesar de todo el material que ha sido reprimido. Por la intervención del Yo «sentimos que hoy somos la misma persona que ayer». Aquí surge un interrogante básico: ¿Cómo determina el Yo que un materia] psíquico se vuelva consciente y otros no?. Jung indica que esto está regulado por las funciones psíquicas (o función, aunque rara vez haya pureza en esto) dominantes. En un pensamiento, por ejemplo, es muy probable que pasen pocos materiales de tipo sentimental. Porque su polo prioritario está puesto en el pensar: en la razón y la lógica. Mientras que la contraparte (en este caso el sentir) se encuentra inhibida, oculta en algún lugar inconsciente. Jung considera al Yo el centro de la Consciencia. Y nos alerta en el sentido de que si se intenta añadirle contenidos de lo Inconsciente Colectivo existirá el peligro de que naufrague como un barco cargado en exceso.

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Capítulo II

• Lo Inconsciente Personal. • Los Complejos.

M i l l l l l í l l til' r.\Íi-i>ll>;^¡tl J l I H ^ I I I í l l l i l

Lo Inconsciente Personal Para Jung lo Inconsciente Personal (que el filósofo Cari Gustav < .11 US llamaba Inconsciente Relativo) es un aspecto específico entre lo < i >i r .cicnte y lo Inconsciente Colectivo. Este último está considerado como liencia de la psique; que es el que Carus llamaba Inconsciente Absoluto. Kl mejor modo de comprender lo Inconsciente -ha dicho Jung- es (¡ti ve/ concebirlo como órgano natural de una energía productiva específica, listo es válido para la totalidad inconsciente, no para un solo .1 .pecio. La falta de unión con lo inconsciente genera lo mismo que la separación con respecto a las raíces y los instintos humanos. Si se logra icali/ar lo que denominó función trascendente, entonces lo inconsciente lii nula todo el estímulo y ayuda que puede proporcionar una naturaleza I, i vorable en la fértilísima plenitud humana. listo no es fácil. No se trata de admitir toda intervención inconsciente .1 través de la puesta en funcionamiento de cualquiera de sus aspectos— ni lo Consciente, Esto puede provocar resultados desastrosos en el individuo. Pero, debidamente controlado el proceso, los resultados son muy satisfactorios. Hacer consciente lo inconsciente desde una actitud intelectiva y laeional, no es un esfuerzo tan difícil; pero sí lo es dejar que las fuerzas Inconscientes cual río caudaloso, sigan su curso y poder vivirlas y \ i vendarlas como la realidad que son. Los peligros de trabajar con los contenidos inconscientes son 11 u lehos. No aparecen tanto en cuanto se realiza el análisis de lo Inconsciente • nal, pero el asunto cambia categóricamente al introducimos en el n i v e l colectivo. Para Jung el empleo indiscriminado, a estilo aficionado, de métodos psicoterapéuticos, equivale a jugar con fuego. Es como un

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«aprendiz de brujo» que desencadena fuerzas superiores a las que, luego, no puede controlar. Debe desaconsejarse insistentemente. Es especialmente peligroso este modo de proceder cuando se pone al descubierto el estrato mitológico del alma; es decir, los contenidos arquetípicos de lo inconsciente colectivo porque su energía implícita ejerce habitualmente un efecto de fascinación sobre el analizado. En ciertos casos, la actuación psicoterapéutica puede afectar al núcleo de una psicosis latente y transformarla en una fase productiva. En más de una ocasión el sabio suizo manifestó que, mientras trataba a una persona, advertía que detrás de la neurosis había algo peor que podía llegar a enfermar más y, tal vez. irremediablemente, por lo cual no vacilaba «en dejar las cosas como estaban». Poco antes de que desencadenara la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, Jung se negó a atender a muchas personas que se le acercaron con pedido de cura. El motivo - dijo después - fue haber observado el afloramiento de ciertos contenidos arquetípicos tan monstruosos que le llenó de temor trabajar con tales personalidades que, en cualquier momento, ante un error terapéutico, podían desatar una enfermedad mental grave y permanente. A través de tales elementos sumado al análisis de Jos sueños que los consultantes alemanes traían, Jung se convenció de que una catástrofe se cernía sobre Alemania; de que una nueva y feroz guerra estaba por desencadenarse. Los arquetipos aflorando mediante diversos símbolos, específicamente oníricos, así lo indicaban. El tiempo, desgraciadamente, le dio la razón. En lo Inconsciente Personal, concebido junguianamente, sólo se encuentra lo que el Yo ha reprimido. Es decir, contenidos que alguna vez fueron conscientes y proceden del mundo exterior. No es como el estrato colectivo que trae toda la herencia filogenética del hombre, llegando con su carga ya desde del momento del nacimiento, nada agrega durante la vida. Todo lo que no se adapta a la individuación es suprimido de la Consciencia por el Yo, como vimos antes. Pero como la psique se pierde, esos contenidos deben permanecer en algún sitio. Es éste, El nivel personal de lo Inconsciente. Puede suceder que fueran experiencias conscientes

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,mkTÍores que han sido reprimidas o desechadas por razones diversas, lak-s como un pensamiento doloroso, un conflicto personal, un problema no resuelto o una cuestión moral. Aquellas cosas sin importancia, las demasiado débiles para llegar a la Consciencia o lo que era ajeno a la si (nación en el momento de ser experimentado, queda en el reservorio de lo Inconsciente Personal. Así es lícito entender que una parte del Yo es Inconsciente Personal. A través de la definición junguiana no es difícil comprender que lo Inconsciente Personal es el reservorio donde se encuentra latente la memoria. Una cosa olvidada, algo ocurrido en la niñez por ejemplo, reaparece a la Consciencia cuando regresamos al sitio geográfico en que transcurrió la infancia. ¿Dónde estuvo mientras tanto - por años y años esc recuerdo olvidado? Sumido en lo Inconsciente Personal, sin duda. Veamos los elementos comunes a este aspecto inconsciente.

Los Compiejos «Toda neurosis - escribe Jung - está caracterizada por la presencia de disociación y conflictos, posee complejos de tonalidad afectiva, y presenta manifestaciones de regresión y de descenso del nivel mental». Y agrega seguidamente: «La experiencia nos muestra que no puede formularse la proposición inversa». Por lo tanto, el hecho de que en lo Inconsciente Personal de un individuo haya complejos no significa que sea neurótico. Por el contrario hasta puede considerarse un signo de salud. Sería anormal hallar una persona que no presente algunos. Sin embargo, esa presencia es condición necesaria para que aparezca la neurosis. Jung nos brinda un ejemplo exacto: «La histeria contiene en su íntima naturaleza un complejo que no ha podido ser plenamente superado». «También en la demencia precoz hallamos uno o varios complejos, que se han fijado y persisten»* . * Jung, C. G., «Sobre la psicología de la demencia precoz». 41

A m o n i o L;is I leras

Advertimos así la importancia que nuestro autor atribuye a la presencia de complejos. Pero, ¿qué es un Complejo?. ¿Qué entendemos por tal?. Ante todo debemos consignar que fue Jung quien introdujo esta palabra, ahora tan popular, en el vocabulario psicológico. No fue otro sino él, quien se encargó de utilizarla por vez primera; haciéndose - después tan común que se ha perdido el sentido original. La definición no es sencilla. Especialmente porque el propio Jung fue agregando y variando elementos referentes a lo que la expresión «complejo» abarca. Por eso. primeramente, vamos al origen de la palabra. Complejo proviene del latín «complexus», que significa «con estructura», «con un cuerpo». Tenemos así una aproximación general. Jung, que dominaba el latín a la perfección, ha utilizado esta palabra intentando rescatar el sentido original. De lo contrario hubiera utilizado otro término. Quiere decir que se está refiriendo a formaciones con sentido y energía propias. Podríamos decir que se trata de un grupo de ideas asociadas cargadas con tonalidad afectiva. En las primeras épocas de su trabajo usó también Jung para llegar a los recuerdos lo que se conoce como 'test de asociación de palabras'. Estos tests revelaron una peculiaridad en las estructuras psíquicas. La tendencia que tienen las ideas a asociarse alrededor de ciertos núcleos básicos. Estas ideas asociadas - que están fuertemente coloreadas afectivamente - recibieron de Jung el nombre de complejos de tonalidad afectiva. El núcleo es una especie de imán psicológico. Tiene valor energético y atrae automáticamente hacia sí mismo a las ideas, en proporción con la energía que él posea. El núcleo del Complejo tiene dos componentes: el de la disposición del sujeto y el del ambiente. Es decir, está determinado no solamente por la experiencia, sino también por la peculiar manera que tiene el individuo de reaccionar ante la experiencia. En ocasiones el sujeto alcanza a comprender que un Complejo está afectándole. Pero, en realidad, sólo conoce la parte emergente - aquella que es posible conocer - del iceberg. A tal punto que es muy probable que sepa que eso lo afectó, pero sigue desconociendo cuál es la causa por la que se formó el Complejo y, a pesar de admitir esa existencia, sigue afectándolo. Es que esos datos - por llamarlos de alguna manera - se 42

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encuentran en la parte del Complejo que permanece inconsciente. La porción mayor. Causas y raíces no serán nunca advertidas, sin análisis, por la Consciencia. Habrán de seguir creciendo, con vigor, ocultas en la oscuridad de lo inconsciente. Cuando el individuo desconoce la existencia del Complejo - o sea, no toma consciencia de ello -, aquél parece que actuara como un personaje independiente y que las ideas y afectos que se constelizan a su alrededor, entraran y salieran de la Consciencia de una manera autónoma e incontrolable. Como el Complejo - cuyo núcleo siempre es un arquetipo - se encuentra dotado de intensa carga energética, puede actuar como un ente independiente en la psique del individuo, provocándole manifestaciones tales como para decir «no sé por qué actúo de esta forma». El Complejo habrá de superar las posibilidades «conscientes» de cubrirlo. Se moverá, por expresarlo de manera gráfica, por sí solo. Ahora bien, antes dijimos que todos tenemos complejos. Jung sostenía que tampoco se puede vivir sin ellos. Siempre existen algunos que son necesarios. De tal manera puede ocurrir que transitemos la vida sin saber que hay en la psique éste o aquél Complejo. De guando en cuando - sin que esto sea psicopatológico - el Complejo aflora. Es cuando nos encontramos haciendo o diciendo algo cuya razón no entendemos. Allí actúo el Complejo. Dejó su sitio normal y, por un momento, actúo en el estrato Consciente. Pero, reiteramos, esto se halla dentro de ios límites de la salud y, por ende, no es síntoma de enfermedad. A medida que el Complejo va logrando atraer nuevas asociaciones, acumula mayor cantidad de energía, la que de por sí no es poca. Si el proceso continúa el resultado será un desequilibrio. Del que el individuo intentará defenderse, generalmente sin resultados. Ano ser que éste actúe psicoterapéuticamente, ya que la restante energía disponible no será suficiente para cubrirlo. Jung siguió estudiando los complejos hasta desmenuzarlos profundamente pues entendía que eran factor clave en el origen de las neurosis. Empero renunció expresamente a establecer una «teoría unitaria de la neurosis», «excepto - agregó - en lo que se refiere a algunos puntos de vista generales —tales como los complejos a los que nos

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estamos refiriendo, la disociación y la regresión - que forman parte de la estructura profunda de toda neurosis»*. Wolfgang Hochheimer en su obra «La psicoterapia de C. G Jung» (1969), expresa que, para el tratamiento junguiano de la neurosis, se requiere «en primer lugar el análisis del material inconsciente personal, es decir, el 'análisis reductivo 'de Freud. Luego, debe atenderse a la activación arquetípica del inconsciente colectivo, que se trata analíticamente en la segunda fase}). De esta forma el sabio suizo se interesó por los complejos ya que eran una de las pocas cosas sobre las cuales podía emitir teorías explicativas. Llegó, entonces, a la conclusión de que estos complejos «eran como pequeñas personalidades separadas dentro de la personalidad total: autónomos, con fuerza propia y que pueden ser muy poderosos para controlar nuestros pensamientos y conducta». La Psicología Profunda explica que existen algunos complejos con los que es necesario contar para que el individuo logre la sobrevivencia en el mundo. Si fuéramos ángeles - diremos, parafraseando a Platón - no tendríamos necesidad de complejos que nos acicatearan para seguir adelante en nuestra vida. Vicente Rubino (Médico psiquiatra y psicólogo argentino contemporáneo) bríndalos siguientes conceptos sobre el complejo: «son estructuras. Individuos dentro del individuo, que comienzan a funcionar en forma más o menos autónoma, desunidos de la Consciencia. Grupos de contenidos psíquicos. Llevan una experiencia aparte en la zona inconsciente». Todo Complejo tiene un núcleo y una tonalidad afectiva. NÚCLEO DEL COMPLEJO: Es el portador de significación. (Su origen es siempre arquetípico), TONALIDAD AFECTIVA: depende de: a.-) Disposición personal. b.-) Vivencias del mundo externo. El Complejo está formado por representaciones (imaginación, percepción) y elementos afectivos.

Miiniiiil ilc ¡'sicología .

Todo Complejo tiene un rol definido. l i a dicho Jung que «una persona no tiene un complejo: el • omplejo la tiene a ella». Lo cual habla claramente de la fuerza e importancia de la actividad del mismo. Mas, como escribimos antes, esto no siempre es dañino. Así los complejos pueden ser - y frecuentemente (u -i IITC - fuentes de inspiración e impulsos absolutamente necesarios para i ihicner importantes logros. De alguna manera podríamos decir que los complejos son las musas inspiradoras que llegan desde el Monte Olimpo para inundar a la psique de creatividad. A medida que Jung estudiaba más y más los complejos fue ¡id virtiendo que no podían tener un origen único radicado en situaciones que fueron conscientes y que, después, quedaban reprimidas en lo Inconsciente Personal. La enorme cantidad de energía que son capaces de desplazar estos complejos llevó a Jung a buscar otros lugares de nacimiento posibles. Estas individualidades autónomas «deben originarse en algo que se encuentre mucho más arraigado en el hombre», pensó. Algo que debía estar en cada individuo presente desde el momento del nacimiento. Traído desde la concepción misma. Un elemento que interviene cada vez más a medida que cada ser humano se constituye como tal, en su crecimiento biológico. Jung -entonces- disconforme con la explicación freudiana de que los complejos habrían nacido a causa de malas experiencias ocurridas durante la niñez, pasó a sostener que su origen se encuentra en algo anterior a toda experiencia. De esta forma comienza a indagar en los más profundos estratos de la psique. Entiende que hay algo más que lo Inconsciente Personal. Freud, que aceptaba un solo y único estrato inconsciente, lo describió como compuesto especialmente por contenidos que alguna vez habían sido conscientes y que, después, fueron reprimidos. Consideró, además, la presencia de algunos «elementos arcaicos». Los cuales nunca fueron conscientes. Por el contrario, eran heredados. Empero, nunca otorgó mayor importancia a tales «elementos arcaicos». Jung habrá de retomar este desconocimiento de Freud y, junto con las «representaciones colectivas» que Lucien Levy Brühl descubre en las

* Jung, C. G., «Psicología y Educación». 44

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comunidades primitivas, con el pensamiento de los filósofos románticos como Shelling, Carus, Troxler, Von Schubert y Creuzer, y, con los fenómenos parapsicológicos que observa personalmente, conseguirá descubrir un aspecto hasta el momento no considerado del psiquismo humano y plasmar de este modo su concepción de ese fondo arcaico universal, originario y objetivo, al que denominó Inconsciente Colectivo.

Capítulo III

• Lo Inconsciente Colectivo. • Arquetipos. • Complejos y arquetipos. • En torno a los arquetipos. • Mándalas. • Arquetipos y Mándalas.

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Miiniiii/ i/r ¡'sicología .

Lo Inconsciente Colectivo Jung sostiene que el hombre llega a la vida con lo Inconsciente < 'olccti vo manifiesto. En este caso no hay diferencia entre alguien nacido \ crecido en Buenos Aires y un esquimal que no conoce otra cosa que el 11 u i polar. Lo Inconsciente Colectivo se constituye con la misma esencia. I >c igual forma que podemos asegurar que aquel esquimal y este porteño I icncn un corazón similar y para igual función. Cada uno posee el propio. ( 1,11 -o. Por otro lado existen algunas diferencias debidas a la necesidad de .11 laptación al medio. Pero la estructura y razón de existencia del corazón .ü'iie siendo la misma. Su función también. Y si, una vez muertos ambos, i el ¡rasemos sus corazones y los exhibiéramos sin el cuerpo, nadie duraría cu rotular de «corazón» a ambas piezas anatómicas. Igual ocurre con lo I1 iconsciente Colectivo. Es algo propio a la especie humana, sin distinciones de razas, ni de lugares geográficos. A Jung no le ha sido fácil explicar cómo se transmite este aspecto psíquico de padres a hijos. Por ello apeló a ejemplos como el que ; u abamos de dar. Así como se hereda un riñon y los pulmones, se hereda un estrato psíquico en especial. O sea que podríamos hablar de una transmisión genética, puesto que es imposible desconocer la existencia de lo Inconsciente Colectivo a través del estudio de mitos, leyendas, símbolos v sueños, advertimos elementos comunes a todos los hombres, pueblos, comunidades y culturas. Elementos que también advertimos en las (i vilizaciones extinguidas y en otras, contemporáneas, que jamás tuvieron conocimiento de sus mutuas existencias. ¿Qué es lo que hace que en todos se encuentren estos elementos comunes? Debemos pensar, sin duda, en una instancia unificadora. Siempre hablando del aspecto psíquico, claro.

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Y para ello, una buena respuesta-de sólida demostración- es la existencia de lo Inconsciente Colectivo. Este estrato, a diferencia de los órganos del cuerpo, no va desarrollándose a medida que el individuo crece en años. Se mantiene igual. Será siempre el mismo. Porque las pocas cosas nuevas que pueden acumularse en este estrato profundo son hechos esenciales de la especie y no tópicos individuales. Nada personal afecta lo Inconsciente Colectivo. En cambio, éste siempre actúa sobre lo inconsciente personal y la Consciencia. A veces produciendo resultados tan desastrosos que el individuo llega a la demencia. Esto sucede, como veremos después, cuando un arquetipo invade la Consciencia. Lo Inconsciente Colectivo es el reservorio de todos los pasos desde el primer ser unicelular que vagaba por los mares de la Era Primaria o Paleozoica hasta el mismo homo sapiens, y cuantas variaciones permitieron que hoy seamos nosotros. Pero, probablemente, también lo conforman cada uno de los hechos fundacionales del Universo desde aquella semilla cargada de potencia -el momento del Big Bang y aún antes de ellocomenzó a diseminar sustancia en el vacío cósmico. Es como si fuera una pura potencialidad. Carga de energía. Pensamos que, en algún modo, se aproxima a lo que en Oriente, particularmente en la. India, se conoce con el nombre de registros akhasicos. Y Jung, profundo conocedor de la Alquimia y del orientalismo, debió haber sabido de este pensamiento hindú. Quizá se inspiro en él, o reforzó así su hipótesis de trabajo. En la India, desde hace miles de años, se habla de una memoria cósmica llamada crónica akhasica, término que en sánscrito puede traducirse~como un gran archivo donde se encuentra la totalidad de la sabiduría. Sin duda, lo Inconsciente Colectivo guarda una extraordinaria semejanza con esta suposición varias veces milenaria. Sintetizando, lo Inconsciente Colectivo es, entonces, común a toda la Humanidad. Salvo por minúsculas variaciones accidentales pero no sustanciales, es idéntico a unos y a otros, Porque, al fin y al cabo, todos descendernos de un gran tronco único.

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Semejante concepción obliga a reflexiones importantes. Porque, entonces, ¿cuántas cosas heredamos? Muchas más de las que podemos poner en práctica durante la vida, sin duda. ¿Y cuántas cosas que hacemos si n saber porque tienen su origen en afloramientos a la Consciencia de esas formaciones colectivas? Cuando sentimos miedo en la oscuridad, por ejemplo. Y nos detenemos a pensar «¿a qué le estoy temiendo si no hay nadie?». En verdad - dirá Jung - lo que ocurre es que en ese momento, a causa de esa situación especial, hemos dejado de ser nosotros para quedar atrapados en el «ancestral miedo a la oscuridad». Un sentimiento que se actualizó, y que sigue actualizándose desde el potencial generado en el estrato colectivo a causa del natural temor que ha sentido el hombre originario, en la situación desencadenante, cuando debía vivir en las cavernas o sobre los árboles. y quedaba sin luz. Estaban, entonces, todos desprotegidos. La familia, sus pocas pertenencias, los alimentos que hubiera logrado acumular. En la oscuridad él era nadie. Apenas un desposeído. Impotente frente a las inclemencias del tiempo y la astucia de las fieras, a muchas de las cuales la Naturaleza dotó de características que el ser humano no posee. Moverse en silencio. Ver detalladamente en la oscuridad. Y a todo sumémosle el pensamiento mágico de aquél hombre. ¿Qué terrible sentimiento de soledad, abandono e impotencia debe haber pasado?. Cada vez que llegaba la noche. Cuando el fuego recogido por la coincidencia de la caída de un rayo en las cercanías que incendiaba el bosque, por un descuido se apagaba. El miedo a la oscuridad; el pánico en su mayor grado debiéramos decir, anida raigalmente en la estructura psíquica rudimentaria del hombre primitivo. Todos, en mayor o menor medida, nos sentimos molestos cuando se produce una oscuridad repentina de la que ignoramos la causa. Quién más, quién menos, siempre se sufren molestias cuando debemos permanecer una noche, en soledad, en una casa grande o que ha estado deshabilitada o que esta alejada de las otras. Allí están emergiendo contenidos arquetípicos. Elementos albergados en lo Inconsciente Colectivo, y que se hicieron manifiestos en los días en que el homínido era una fiera más entre tantas. 51

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Tiempo, por otro lado, en que la estructura psíquica de los individuos, por ser bastantes simples (escasa Consciencia, pocas cosas que reprimir) podía vivenciar más cosas con menos dificultad en lo inconsciente. Hasta cabe preguntarse si en aquellos primeros tiempos del homo existía la posibilidad de hacer una diferencia válida entre Inconsciente Personal y Colectivo. Entendemos que sí. Ya que aunque el hombre recién se estuviera conformado como tal, traía consigo elementos psíquicos hereditarios y representativos de los procesos anteriores, a los que podríamos calificar de estrictamente zoológicos y remontarnos hasta los vegetales. Lo Inconsciente Colectivo es la fuente de fuerzas dominantes que expresan imágenes latentes, habitualmente denominadas en la Psicología Junguiana imágenes primordiales, «primeras», «originales». Como se desprende de lo expuesto se trata de imágenes ancestrales, de gran carga energética, capaces de hacer que el individuo tenga una «vocación» determinada que ni él, ni ninguno es capaz de determinar de dónde y por qué causa surgió. Dado que se heredan predisposiciones, y teniendo en cuenta que - en cada individuo - suelen primar unas y no otras, el resultado final es que llegamos a este mundo con determinadas inclinaciones e inquietudes que hacen que nos sean más simples unas que otras cosas. Predisposiciones que ya se manifiestan - generalmente - en la niñez, no pudiendo atribuirse a experiencias ocurridas durante la vida diaria o debidas a influencias del medio así como las circunstancias que a cada quien le ha tocado vivir. La forma de concebir el mundo en que habrá de nacer el individuo ya se encuentra innata en él, como una imagen virtual, y los contenidos de lo Inconsciente Colectivo son responsables de esa peculiar manera de percepción la que, a su vez, generará determinadas maneras de acción y no otras. «Percibimos fácilmente ciertas cosas y reacciones ante ellas de distintas maneras debido a que lo Inconsciente Colectivo se halla potencialmente predispuesto y latente hacia ellas»*. Este Inconsciente Colectivo u Objetivo es un aspecto inconsciente diferente del Personal. Es el material desconocido y oceánico del que * Hall, C, y Norby, V. J. «Conceptos fundamentales de la Psicología de Jung». 52

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i . n . i ('onsciencia. Podemos inferir su existencia en parte por 1.1111 Id comportamiento instintivo: los «impulsos a la acción sin .i. mu < (insciente», o más precisamente (puesto que hay muchas h 11 mi i \ ad;is inconscientemente que son por entero personales y i l n i l n u - n k - merecen el apelativo de instintivas), «una acción s heredada e inconsciente y acontece en forma uniforme y i .1 nos loca aclarar el concepto de experiencias heredadas. 11 u i" u» 11 u i ere decir que se trate de una determinada experiencia • > lo (|iir se ha transmitido. No. Lo que se transmite de generación M ion son potencialidades «a priori» que se actualizan en m u í . n i . r ; situaciones. Solo eso. De manera tal que el cerebro ipurtc I IMCÜ de la mente -- ha estado siendo conformado e influido d o l o ocurrido desde que era, apenas, un órgano rudimentario en el O de un animal, o-tal vez-cuando ni siquiera existía como tal en 11 n is menores. Al respecto Jung escribe: «Aunque nuestra herencia n rastros fisiológicos, no obstante, fueron procesos mentales 'V antecesores los que trazaron estos rastros. Si alguna vez u /loi\iti .

i .mtidad debe colocar a cada lado del pie de la balanza para conseguir un equilibrio que le dé verdadera armonía sin requerir represiones y censuras. Lógicamente que esta armonía no habrá de durar mucho. La psique no es un sistema energético cerrado, Jung, cuando la describe, aclara que se trata de una totalidad «parcialmente abierta», que siempre está recibiendo energía del exterior. Esta no se pierde nunca; es canalizada y 11 ansformada. Estas situaciones pueden volver a romper el equilibrio de la balanza y, por lo tanto, termina la armonía de que está gozando el individuo, en cualquier momento. Por lo que le será necesario readaptarse. I ; n síntesis podemos decir que, para lograr la armonía es menester tener la suficiente ductilidad que se requiere para adaptarse a la continua entrada de nueva energía. Si no hay nada oculto, si se conocen detalladamente los pormenores de nuestra psique, esas energías podrán ser transformadas en elementos útiles, provechosos, sin que haya algo que temer. El problema, claro se presenta cuando desconocemos nuestros problemas intrapsíquicos. Entonces la energía es absorbida por ellos y repercute en malestares de la personalidad. En síntesis, como escribió Jung en sus «Dos escritos sobre Psicología Analítica»: «Son los arquetipos el oculto tesoro que la Humanidad ha acumulado y del que ha producido sus dioses y sus demonios, y todos aquellos pensamientos poderosos e influyentes sin los cuales ¡apersona dejaría de ser humana».

Un ejemplo clínico A veces, es posible ver en las psicosis cómo se manifiestan los arquetipos avasallando lo Consciente. Durante algún tiempo trabajamos con Eduardo Mas Colombo (Doctor en Psicología, Decano y profesor titular en Psicología de la Universidad Argentina John F. Kennedy) en un hospital en busca de símbolos que aparecieran en los discursos de sus pacientes psicóticos, reveladores de presencias arquetípicas. Conseguimos tener varias reuniones con uno de ellos que, analizado desde la Psicología Junguiana, se encontraba poseído por el Arquetipo de Dios. 63

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Como veremos luego, éste es el que más energía posee. Una vez que se adueñó de la psique las posibilidades de retrotraerlo a una situación próxima a la normalidad son pocas. En el caso del individuo que tratamos esto era ya una quimera lejana. Llevaba diez años internado y, a lo sumo, se podía esperar una leve mejoría como para que pudiera continuar su vida fuera del hospital si algunos parientes decidían cuidarlo. El individuo está convencido que es Dios. No vacila en contestar «Dios soy yo» categóricamente tras escucharnos decir: «Si Dios existiera...» Encontramos varias simbologías arquetípicas. Vamos a enumerar las más sencillas pues este texto busca eso. Se refería reiteradas veces al numero mil. Que es un arquetipo que implica totalidad. Luego lo veremos más detalladamente. Para el discurso del paciente «mil son mis iglesias en el exterior», «mil las estancias que tengo». Luego hizo referencia a una escena que transcurre en el sitio donde vivía con toda su familia cuando todavía «era un dios capaz de volar». Allí manifiesta que había una higuera. En ella estaban «tres comiendo higos y una». Palabras textuales. La higuera tiene una serie de componentes simbólicos que se asocian a arquetipos importantes. Alcanza con observar que los árboles en sí son siempre elementos trascendentales en todas las culturas. En la nuestra recordamos el «arbolito de Navidad» o el manzano, denominado bíblicamente Árbol del Bien y del Mal. Pero el árbol característico por excelencia que surge como símbolo de un emergente arquetípíco, es la higuera. Justamente a ella se refiere el paciente. Y, muy curiosamente, va a colocar en este símbolo, otro igualmente arquetípico - el de la cuaternidad. Sin proponérselo, por supuesto, y lo que es mas: totalmente deshilvanado de lo que estaba diciendo, el paciente se interrumpe y dice «había tres comiendo y una)). El arquetipo actúo aquí con tal fuerza que alteró su discurso para emerger a través de un símbolo. Algo habrá sido «tocado» durante el diálogo que permitió que las simbologías arquetípicas comenzaran a aflorar una tras otra.

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en su esquema psíquico consigue, a través de la síntesis de opuestos, abolir el género - ya no es exclusivamente mujer u hombre, sino ambas cosas psíquicamente - en todos los sentidos, menos en el biológico donde el rol natural se sigue manteniendo aunque con una plasticidad y profundidad imposible de alcanzar de otro modo. «La trascendencia - dirá Jung - abolió el género, excepto en el sentido biológico». La acción concreta del Ánima se manifiesta en el individuo a través de sus estados de ánimo. Un hombre que haya discutido con su Ánima, e integrado esta instancia al Yo, será mesurado en su conducta, tendrá intuiciones (ese sexto sentido que pareciera ser patrimonio femenino) y sus funciones del sentir alcanzarán un desarrollo trascendente. Cabe destacar que Jung indica que de las cuatro funciones mentales dos son preeminentemente femeninas (sentir e intuir) y el otro par esencialmente masculinas (sensación - pensar). Por lo tanto cuando el hombre puede sentir e intuir con facilidad, se debe a que incorporó los aspectos inconscientes colectivos femeninos a su personalidad total, sin dejar de lado aquel orden que le corresponde por naturaleza. Quien no ha logrado incorporar el Ánima presentará estados de ánimo inmotivados y desagradables. El Ánimus, en cambio, se manifiesta en la mujer a través de opiniones y del pensar. Funciones propias de lo masculino. En los sueños el Ánima aparece simbolizada por una muj er sin rostro, o con rostro no bien visible o bien representada por una mujer que - en otros tiempos - significó algo para nosotros. Una figura femenina idealizada. El Ánimus, durante los sueños surge a través de la presencia de varias figuras masculinas. Rara vez una sola. Se trata de imágenes borrosas, nunca bien definidas a las que difícilmente pueda vérseles el rostro. Como manifestación del Ánima en la Literatura Universal podemos indicar a Beatriz que lo fue del Dante y a Dulcinea de Don Quijote. Allí está el caballero (lo Consciente) y su dama (el Ánima). Expresa Jung que: «Existe en el inconsciente del varón una imagen colectiva heredada de la mujer, con cuya ayuda acepta él la naturaleza de las mujeres».

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Con la mujer ocurre igual, pero a la inversa. Sin embargo ésta imagen no surgirá si el varón o la mujer no tienen, previamente, contacto con personas del sexo opuesto. A través de ese conocimiento directo cada humano consigue hacer consciente y tangible aquella presencia arquetípica. Para la formación y desarrollo del Ánima en la Consciencia es fundamental todo lo que sucede durante las primeras experiencias del niño con su madre. A este respecto Fordham escribe: «No es lo único importante el comportamiento de la madre con el hijo, sino asimismo cómo vivencia el niño este comportamiento. La imagen materna que cada niño experimenta no es sólo una pintura detallada de la madre real, sino que también esleí en parte configurada y coloreada por la capacidad innata del hombre para producir una imagen de mujer: el Ánima».* Jung expresa que cada madre así como cada mujer amada es portadora y actuaíizadora de esa peligrosa imagen especular inherente a lo más profundo de la naturaleza del varón. Cuando el varón siente que determinada mujer le despierta una «apasionada atracción» es indudable que ello se debe a que esa figura femenina se aproxima mucho, o tiene los mismos rasgos, que la imagen estilizada femenina que habita en su Ánima. El Ánima tiene características especiales: goza de intemporalidad -normalmente será representada como una mujer joven, pura, inmaculaday llena de sabiduría. Esto parece un contrasentido. ¿Cómo una joven mujer puede ser, también, poseedora de la sabiduría, expresión que debe entenderse como portadora de la trascendencia?. La respuesta la tenemos en el atributo de intemporalidad. Desde el punto de vista estrictamente psicológico esto es lo que capto Miguel Ángel cuando esculpe «La Pietá». María es una niña, cuyo rostro emana dulzura. Pero cualquier observador comprenderá que allí Jesús está bien resguardado, protegido y seguro. ¿Por qué percibe semejante cosa de una niña?. A causa de que estamos incorporando la vigencia de nuestra Ánima a la sensibilidad estética. En La Pietá, el autor plasmó en la Virgen María al Ánima de Jesús, por lo tanto es como si hubiera hecho un bosquejo preciso del Ánima ideal de Fordham, Frieda. «Introducción a la Psicología de Jung».

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todos los varones que habitaron, habitan y habitarán la Tierra. Y resulta evidente que no se equivocó en su intuición creadora porque después de centurias esta obra sigue conmoviendo a los observadores como la primera vez. O quizá más... Ya que en la actualidad no es común encontrar un arte que refleje con tanta precisión contenidos intrapsíquicos. Por lo tanto tenemos para el Ánima su atributo de la intemporalidad. Joven sí. Pero no porque su nacimiento sea reciente. Todo lo contrario, se trata de un acontecimiento ancestral. Pero aquí no se opera el proceso de envejecimiento biológico o por transcurso de la variable «tiempo». Tratándose de una imagen arquetípica ha permanecido idéntica a través de miles y miles (¿millones?) de años. Y es lógico que así sea pues la imagen arquetípica potencial que anida en lo inconsciente colectivo no es la de cualquier mujer en cualquier etapa de su vida. Se trata de una figura femenina agradable y con capacidad de procrear. Una anciana podría mostrar sabiduría en su rostro, y hasta provocarnos emociones propias de una relación madre - hijo; pero ya no es fértil. Y, entonces, la función femenina por excelencia desaparece. Con lo cual la presencia del Ánima como arquetipo se habría desvanecido hace tiempo inmemorable. Conviene definir bien la sabiduría que transmite este arquetipo. No es la misma que encontramos en el Arquetipo del Viejo Sabio. En éste lo que percibimos es su autoridad terrible: inspira temor. En cambio si bien el Ánima también es sabía, se la reconoce a través de una imagen de dulzura que desparrama bondad y hasta cierto grado de inocencia. Tenemos la impresión, entonces, de que «algo» extrañamente lleno de sentido se aferrase a ella: un conocimiento secreto o una sabiduría oculta. Esta es la concepción luminosa del Ánima. Una de sus dos vertientes. Por supuesto aquí también existe una síntesis de opuestos, pues tenemos igualmente la vertiente sucia, oscura y sombría. Es la imagen de la mujer bruja, seductora o prostituta, la mujer fatal, como la protagonista de la novela «El Ángel Azul». Yanira Alemán en el artículo antes citado, aporta varios ejemplos de la manifestación del Arrima en diversas obras literarias. En uno de ellos, muestra al arquetipo en sus dos vertientes. Dice así: «El arquetipo del

Anima se puede apreciar en infinitas ocasiones en la literatura mágico realista»...»En «Mi vida con la ola» de Octavio Paz, me parece inevitable no ver a esa ola como una mujer o, mejor aún, como una manifestación del Anima con ambos lados, el luminoso y el oscuro, conjugados en una sola representación. Esa «ola» fue para el protagonista lo que le causó sus mayores alegrías y sus mayores penas. En ocasiones le hacía sentir dichoso de tenerla y en otras lo trataba de engañar y aniquilar: «Porque su voz era dulce y hablaba de la deliciosa muerte de los ahoyados.» (Paz, 1994).» Además, ejemplifica la «proyección» de este arquetipo en el siguiente caso: «Uno de los ejemplos más claros se encuentra en «Las ciudades y el deseo». Ahí se describe la fundación de la ciudad de Zobeida de la siguiente manera: «hombres de naciones diversas tuvieron un sueño igual, vieron una mujer que corría de noche por una ciudad desconocida, de espalda, con el pelo largo y estaba desnuda.» Estos hombres se encuentran y fundan una ciudad diseñada para atrapar a la mujer. Nunca más la vieron, y hasta olvidaron el propósito original de esas calles laberínticas. El hecho de que todos esos hombres de diversas naciones hayan tenido el mismo sueño alude al concepto del inconsciente colectivo. La mujer desnuda que todos persiguen en el sueño y se les escapa es una manifestación del arquetipo del Anima, esa mujer ideal que todos llevaban dentro y la estaban buscando afuera.» Armand Baker en «El Ánima de Antonio Machado: análisis junguiano del tema de la amada en su obra» (trabajo presentado en el VI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas en el año 1980), realiza un profundo análisis acerca de cómo se manifiesta el Ánima de un escritor (en este caso la de Machado en particular) a través de la expresión literaria. Allí expresa Baker: «Según Jung, pues, todo hombre lleva dentro de sí la imagen de la mujer eterna)}. (...) «También proyecta esta imagen en sus fantasías y en sus creaciones artísticas. Así es que la amada de Antonio Machado puede verse como la proyección de su Anima inconsciente. Por eso, en los poemas donde el poeta habla de la amada, no parece describir una mujer real, sino

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la figura inaccesible de la mujer eterna, siempre deseada y siempre ausente. En el poema XXIX, por ejemplo, Machado se dirige a una «virgen esquiva y compañera» y, en el poema XVI, dice que el pálido rostro de su amada está «Siempre fugitivo y siempre / cerca de mi...» En el poema XV, la imagen del Anima se refleja en «el óvalo rosado de un rostro conocido,»pero cuando va a besar la «amargaflor» de los labios, la imagen ha desaparecido: '¡Oh, angustia! Pesa y duele el corazón...¿ Es ella? / No puede ser... Camina... En el azul la estrella'». (...) «Machado escribe para asimilar las emociones que le trae el Anima». Podemos apreciar, de este modo, cómo el Ánima puede ser fuente de inspiración y, al mismo tiempo, cómo su proyección en la obra artística constituye un intento por asimilar esa imagen arquetípica en la Consciencia. Esta es la vertiente positiva del arquetipo.

masculinas. Esto confunde al psiquismo del niño y luego, en edad ya madura, aparece como un trastorno difícil de sobrellevar. Un hombre dominado por su Ánima es presa continua de emoción incontrolable. Es el que actúa como si fuera una mujer a la que todo atemoriza, perturba y conmueve.

Por otro lado, el aspecto oscuro del Ánima surge cuando el hombre reprime su psiquismo bisexual, negando las importantes cualidades de lo femenino. Al reprimir su Ánima el hombre se transforma en una persona que desprecia todo lo que tenga que ver con el sexo opuesto y con lo que simboliza. Es despreciativo con las mujeres, las considera infieles a todas y que solo buscan engañar al hombre. Por lo tanto suele hablar de ellas como quien busca revancha o venganza. Desea tenerlas a sus pies para destacar su superior condición de varón y, a la vez, porque eso implica el poco o ningún valor que le acredita. «Las ve por el suelo» diríamos vulgarmente. En efecto, para este tipo de seres - si caracterizamos los casos más radicalizados - las mujer es algo así como un instrumento que debe ser utilizado sin poner en él afectos y luego descartado sin miramientos ni dolor. Generalmente llegan a esta situación quienes han tenido experiencias negativas con su madre durante la niñez. Luego se les hace imposible, siquiera, considerar la existencia de algo en ellos que tenga relación con lo femenino. En estos casos la madre suele haber transmitido una imagen desdibujada de los roles de la mujer porque, seguramente, tuvo dificultades para aceptar su Ánimus o porque éste se apropió de su Consciencia convirtiéndola en una figura femenina pero con actitudes de

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La representación del Ánima en el Santo Grial* Un buen ejemplo de lo que es la búsqueda por incorporar lo femenino en el psiquismo del varón lo tenemos en lo que simbolizan -analizado desde la Psicología Junguiana- las Cruzadas en su intento por recuperar el Santo Grial. El Grial es una copa, un cáliz. Algo utilizado para colocar líquido y que éste no se derrame. Algo, entonces, con connotaciones claramente femeninas. Los caballeros cruzados perseguían, al menos como enunciación, un fin espiritual. Y si bien hubo en ellos situaciones de "naturaleza política y material, no podemos dudar que fueron muchos los participantes que decidieron ir hacia la Tierra Santa movidos por inquietudes intrapsíquicas que los hicieron actuar de esa manera. En esa empresa la mayoría perdió la vida y, casi todos, su fortuna. Es evidente, entonces, que sus motivaciones no pueden analizarse únicamente desde el punto de vista de las estrategias desplegadas por las casas reinantes y las intrigas palaciegas. Hubo, detrás de esto que también se dio, claro, una razón superior, ignorada conscientemente. Observando la fecha de la Primera Cruzada resulta sencillo deducir que es producto de la acción del Arquetipo del Año Mil. Pero, para ese tiempo, la acción arquetípica estaba complementada por la necesidad interior de buscar la unidad personal. Ahora ya se sabía que el mundo no habría de terminar abruptamente. Era factible pensar en mil años más de «gracia del Señor». Entonces, psicológicamente, el varón comienza a sentir que es imperfecto debido a * Las Heras, Antonio. «Jesús de Nazareth», Ediciones Nowtilus, Madrid, 2008. 123

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la falta la aceptación de sus aspectos psíquicos femeninos. Particularmente en una cultura donde la mujer apenas si tenía un status algo superior al de sirvientes y esclavos. Lo femenino en el hombre se hallaba absolutamente negado. Como etapa previa al Renacimiento - si deseamos observar todo el fenómeno en perspectiva - se comprobará que el fenómeno de las Cruzadas ha sido necesario. Francamente, en fin, en lo objetivo, resultó - sin embargo - un intento válido de conseguir la unidad psíquica. Podrá ser negado conscientemente. Pero, de manera inconsciente, aquellos hombres supieron incorporar su aspecto bisexual ayudando a que la civilización siguiera su devenir, y mantuviera activa la creatividad. Esto encontró su escenografía en el mundo exterior a través de la búsqueda de un componente simbólicamente femenino: el Santo Grial. Históricamente el Santo Grial ha sido asimilado a la copa usada por Jesús en la Última Cena para beber vino o bien a aquella en la que José de Arimatea recogió sangre que manaba de las heridas de Jesús mientras permanecía crucificado. Debido a esto último es que hay quienes han entendido leer en la expresión «Santo Grial» una manera oculta de expresar «Sangre Real». Como sea, la búsqueda por obtener esta totalidad psíquica era una forma de buscar la incorporación de lo femenino. Aunque también es cierto que significó el regreso al deseo de una vida plena, con satisfacciones y un intento de volver a aproximarse a Dios. No ya a un Dios destructor y dominante, sino a una concepción divina que lo muestra piadoso y benevolente. Estaba próxima una época de tormento, angustia y oscuridad. Donde las pestes asolaban (como siguió ocurriendo por siglos), pero también había pestes peores, las psíquicas: con gente que recorría los caminos flagelándose de continuo, por ejemplo. Tiempos en que el temor a Dios era llevado a su máxima expresión. Días en que la vida era un rosario de tristeza, desolación y desesperación. Ahora había quienes aspiraban a otra cosa. Intrapsíquicamente esas comunidades se preparaban para la recuperación de lo que se tuvo y ahora estaba perdido. Eso es lo que simboliza psicológicamente el intenso deseo colectivo entorno al hallazgo del Santo Grial.

Claro que, como hemos mencionado una constelación de arquetipos, cabe agregar la intervención de otro más: el Arquetipo de la Muerte y Resurrección. Aquella parte de la Humanidad había - desde el punto de vista psíquico - muerto en la medianoche del 31 de diciembre del año 999. A partir de entonces se operaba una resurrección. De aquella muerte surgió un nacimiento. Un ave Fénix colectivo. (Emma Jung, la mujer del ilustre psicólogo suizo, estuvo ocupada durante años, hasta el momento de su temprana muerte, estudiando los componentes psíquicos de la búsqueda del Grial. Ese trabajo quedó inconcluso). Pero ese movimiento surgido en el Siglo XII no tuvo fuerza suficiente. Solamente algunos privilegiados comprendieron (tal vez de manera inconsciente, dejándose llevar por una sospecha interior) el verdadero valor y sentido que, para el hombre de entonces, simbolizaba la búsqueda del Santo Grial. El fracaso de la empresa a nivel general significó que el Ánima permaneciera reprimida. Lo bueno continuó representado por una rectitud rayana en la dureza pétrea. Lo que, si bien es útil para erigir castillos duraderos, resulta inútil para el provecho humano. Lo femenino, entonces, siguió siendo motivo de rechazo. Tanto en su aspecto psíquico como en su manifestación biológica: la mujer. Esclava del padre mientras era soltera y, tras el casamiento, servidora sumisa del marido. Lo físico y lo psíquico que tuviera vínculos con el concepto «femenino» permaneció totalmente desvalorizado. Más que echados a un lado, debemos decir enterrados y pisoteados. La curva de la evolución de tal situación continuó en aumento hasta fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX con la cultura «victoriana». El resultado: una persona etiquetada donde todo era rígido, impermeable y el Mal una figura omnipresente. (Recordemos los crímenes de Jack, The Riper, quien jamás fue hallado, ni condenado: descuartizador de prostitutas - el Ánima en uno de sus aspectos abyectos - en las calles londinenses cubiertas de niebla nocturna). Como contrapartida aparece la continuidad de un Siglo Veinte donde la mujer ocupa puestos y cumple tareas que, otrora, aparecían exclusivamente reservadas a varones. Esto haría parecer que se ha logrado cierta evolución integradora. Pero no necesariamente es así. Si dichos

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cambios se obtienen ahora a costa de una marcada desvalorización de lo masculino, quiere significar que estamos muy lejos de la armonía perseguida. Laurens van Der Post relata una experiencia de Jung muy interesante. Es la siguiente: «Naturalmente, hacía ya largo tiempo que Jung había cesado de confiar puramente en el material onírico para su progreso. Se había enseñado a sí mismo conceder una inédita libertad a su imaginación para que fuese donde quiera tuviese que ir, en este lento descenso hacia su propio infierno. Un día descendió mas profundo que nunca: tan profundamente, que podría haber estado en la tierra de los muertos, hasta que descubrió sobre una escarpada pendiente rocosa, a dos figuras: un anciano de barba blanca y una bella joven. Se acercó y advirtió que ellos tenían también una serpiente negra, la cual tomó inmediatamente gran simpatía por Jung. Jung dijo que el anciano se hacia llamar Elias. Era, quizás, otra personificación del «sabio anciano» del espíritu humano. La joven se llamaba Salomé, era ciega. Esta era una visualización del elemento femenino en el hombre, que Jung habría de llamar Anima, en sus futuras delincaciones de las pautas del inconsciente colectivo en el mundo objetivo. La serpiente, dado que aparece mucho en mitos heroicos, como contraparte del héroe, era una confirmación simbólica del hecho de que el sueño se refería a un contenido mitológico y aludía también a una curación. La serpiente también es símbolo de la medicina y la farmacopea, por eso podemos asociarla al proceso de curación)).* No sólo a causa de que la pueda considerar «contraparte del héroe». Justamente suele verse como símbolo de la farmacéutica a un copón que lleva enroscada una serpiente. El copón, según comentamos antes, tiene relación con lo femenino y con el Grial que, en este contexto, implica también el aspecto espiritual que es necesario para todo proceso de curación. La serpiente está vinculada a los aspectos curativos biológicos - no espirituales - y a lo masculino, en cuanto a simbolización del falo. Observamos así que Jung sintió que la serpiente tomaba inmediata simpatía

por él, esto era debido a que estamos frente a un simbolismo que debe entenderse como que la curación psíquica del sabio suizo estaba avanzada e iba acelerándose paulatinamente.

El Ánima en la Mona Lisa El Ánima, según ya fue dicho, está representada en algunas obras de arte imperecederas. Lo arquetípico desafía al tiempo y al espacio geográfico, resultando imperecedero. Son aquellas obras que han trascendido los umbrales del tiempo y conmueven intensamente, aunque sean fruto de personas que vivieron hace siglos, habiendo ocupado un lugar en civilizaciones diametralmente opuestas a las que nosotros compartimos. Uno de estos casos es la Mona Lisa, también llamada la Gioconda, de Leonardo Da Vinci. ¿Qué es lo que hay en esta pintura que no ha podido ser superado, se mantiene vigente a través de siglos, atrayendo espectadores de pueblos tan diferentes?. No es por causa de un mero aparato publicitario bien montado, por cierto. Como sí ocurrió con algunas famas efímeras del Siglo Veinte. Algo tiene esta pintura que impacta nuestros contenidos íntrapsíquicos. No debemos olvidar que la Mona Lisa es la realización de uno de los dos artistas (el otro es Migue Ángel) más importantes del Renacimiento. De Miguel Ángel ya señalamos la presencia del Ánima en su Pietá. Es comprensible que cuando el arte es verdadera creación, los contenidos del inconsciente profundo resultan plasmados, sin saberlo pero intuyéndolo, por el verdadero «maestro». Leonardo Da Vinci, ese asombroso hombre de conocimiento enciclopédico, fue sin duda alguien, cuyos contenidos arquetípicos estuvieron de continuo aflorando a su área consciente. De esta manera -quizá por causa de precogniciones que deberá estudiar la Parapsicologíaconcreto invenciones deslumbrantes para sus contemporáneos así como para muchas generaciones que le sucedieron, generando un arte imperecedero al conseguir la transmisión de lo arquetípico en su plástica.

* van Der Post, Laurence, «Jung y ¡a Historia de Nuestro Tiempo». 126

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Jung estaba convencido que lo atractivo de Mona Lisa era su enigmática sonrisa. Pensamiento en el que concuerdan buena parte de los críticos de arte y muchos pensadores. Para el sabio suizo esta sonrisa simbolizaría la siempre agradable disposición de lo femenino. La posibilidad de la eterna fructificación: no olvidemos que detrás de la figura femenina se despliega una hermosa y fértil pradera. El amor concebido como sabiduría. Sí. Quizá eso es lo que expresa, simbólicamente. La Gioconda. La transmisión de la sensación de la suave sabiduría femenina. Natural, frugal, despejada, despierta, primaveral, accesible, respetuosa, respetada. Precisa. Siempre presente y vigente. El Ánima elaborada a través de la pintura. En pleno auge del Renacimiento, decíamos. Otro de los frutos largamente elaborados tras la eclosión del Arquetipo del Año Mil y todo lo que siguió después. Otro de los intentos de la Humanidad en pos de conseguir su reencuentro con una totalidad psíquica perdida hace demasiado tiempo. Tras Leonardo y Miguel Ángel, máximos exponentes del arte renacentista, la creación trascendente y arquetípica en el lienzo y el mármol fue disminuyendo hasta limitarse a algunos significativos pero aislados y esporádicos islotes. Es que aquél germen gestado durante tanto tiempo y que vio la luz el 31 de diciembre del 999 había perdido su fuerza y, debilitado, comenzaba a agonizar.

El Arquetipo del Ánimus manifestado El Ánimus, como ya se dijo, es en la mujer su complemento psíquico masculino. Tiene tres raíces. Igual que el Ánima en el hombre. Son ellas: los materiales procedentes de lo Inconsciente Colectivo que le proporciona la imagen colectiva de «varón»; el principio masculino presente en toda mujer y sus propias experiencias con «lo masculino». Esta última faceta tiene dos variantes: una es la experiencia recogida en la relación con el padre durante la niñez y la forma en que esa etapa fue vivenciada. La otra

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corresponde al conocimiento y relación con los hombres que habrá de encontrar durante sus contactos con el mundo exterior. Las experiencias con el padre son importantes aunque sólo llevan a que el Ánimus quede marcado de una manera definitiva dejando huellas que, en cualquier época de la vida- aún durante el período adulto - pueden resultar factor desencadenante de reacciones inesperadas. Según Fordham el Ánimus puede ser representado en sueños por una voz masculina. Jung se refiere a las características del Ánimus diciendo que: «es mas bien semejante a una asamblea de padres o dignatarios, que dan juicios incontrovertibles, 'racionales', ex cátedra. Cuando se examina más de cerca de estos exactos juicios, se comprueba que son casi siempre dichos y opiniones traídos mas o menos inconscientemente desde la infancia y comprimidos en forma de un canon de verdad, justicia y racionalidad normales, compendio de prescripciones, que obligan enseguida con su opinión en cuanto falta un juicio competente y consciente (cosa que ocurre con frecuencia). A veces estas opiniones toman la forma aforismos del sentido común: otras veces aparecen como principios, que son semejantes a normas de educación: 'Siempre se ha hecho así'o 'Todo el mundo dice que esto es así'» Si el Ánimus se apodera de la Consciencia femenina entonces tendremos una mujer con características hombrunas, autoritaria, exigente, que desprecia a las otras mujeres considerándolas inferiores a ella. Seguramente no sentirá la necesidad de ser madre y, en caso de formar pareja, lo hará con algún hombre cuya Ánima esté controlando lo Consciente lo que lo convierte en un individuo con características femeninas. En cambio la mujer obtiene situaciones beneficiosas cuando puede aceptar la presencia de este arquetipo sin permitir que invada lo Consciente. La mujer podrá aprovechar este logro toda vez que tenga que mostrarse autosuficiente, agresiva y valiente. Elementos imprescindibles en la vida de relación en el Tercer Milenio. Frente a un mundo agresivo, quedar desprovisto de defensas resulta terrible. Para la mujer, usar el Ánimus eficazmente puede ser un medio sano y correcto para neutralizar 129

Antonio Las Heras

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esta situación. Jung, indica que tanto el Ánimus corrió el Ánima son la «voz de la naturaleza», por lo que se convierten en mediadores entre lo Consciente y lo Inconsciente. Pero tienen como contrariedad que se trata de un arquetipo mucho más difícil de percibir que la Sombra o la Persona. «El Ánima y el Ánimus son escurridizos, y sólo un pequeño número de individuos son capaces de percibir lo que por estos nombres se significa. Ninguno de los dos puede ser integrado totalmente en la consciencia: algo de ambos permanece siempre rodeado de misterio en el oscuro dominio del inconsciente colectivo. Un varón, por ejemplo, si acepta y llega a reconocer su Anima, puede hacerse más receptivo o desarrollar más su sentimiento o su intuición; pero nunca podrá él mismo apropiarse de aquellas cualidades que se proyectan sobre las diosas o sobre la Virgen»... «Lo mismo es lícito afirmar de la mujer, que puede adquirir espíritu de empresa o desarrollar el pensar, que pertenece a los varones en sentido personal, pero nunca poseerá como propios aquellos aspectos del espíritu masculino que pertenecen al inconsciente colectivo y que se manifiestan más allá de lo puramente personal». *

dejar de lado su femineidad, por supuesto. Respecto a los aspectos masculinos que el Ánimus le otorga a la mujer cuando es bien integrado expresa: «Hablando de manera general han encontrado su utilización en la vida femenina, pues ya hace tiempo que existen mujeres cuya fuerza de voluntad, objetividad y capacidad de acción sirven como fuerzas útiles en sus vidas, vividas por otro lado de forma completamente femenina».* Sin embargo admite que muchas veces esta integración del arquetipo a la Consciencia no se resuelve tan eficazmente. En primer lugar, diremos que Emma Jung plantea la dificultad que existe en reconocer la proyección del arquetipo del Ánimus, que en un principio se proyecta sobre el mismo padre y más tarde tal vez en un profesor, un amigo o el marido y finalmente en figuras representativas de lo masculino como lo son las instituciones, particularmente la Iglesia, el Estado, y otras relacionadas con los ámbitos científicos e incluso artísticos. Como la toma de consciencia de esta proyección es improbable que se de por vía directa, la mujer la encontrará primero a través de un hombre que será para ella una especie de guía o mediador, que también será portador o representante de la imagen del Ánimus «en otras palabras, el ánimus es proyectado en él». (**). En un primer momento, esto no produce conflicto, ya que aparenta ser una situación perfecta, especialmente si con ese hombre en cuestión se tiene una relación positiva. Cuando esta proyección se establece en , forma duradera en esa misma persona, se tiene la sensación de haber hallado una «relación ideal», en la que muchas mujeres creen estar felices y satisfechas. Pero ocurre que, al mismo tiempo, esas mismas mujeres comienzan a ser atormentadas por síntomas físicos o psíquicos, siendo los más comunes el insomnio, miedos injustificados, dolores de cabeza, perturbaciones en la visión y otras veces afecciones pulmonares. Emma Jung propone la hipótesis de que las afecciones pulmonares están relacionadas con el hecho de que los órganos respiratorios y el «espíritu»

Algunas consideraciones sobre el Ánimus desde la obra de Enuna Jung Emma Jung, esposa del Maestro de Zürich, estudió en profundidad las manifestaciones del Ánima en el hombre y del Ánimus en la mujer, y sus investigaciones quedaron registradas en su libro «Ánimus y Ánima». En esta obra la autora expresa que una buena integración del Ánimus en la mujer permite que ésta sea activa, enérgica, que posea el coraje para enfrentar las situaciones más difíciles que le presente la vida y la capacidad para actuar de manera tal de encontrar soluciones a los problemas sin depender para ello de la decisión de un hombre. Elementos indispensables para sobrevellar satisfactoriamente una vida en armonía. Todo esto sin * Fordham, Frieda, «Introducción a la Psicología de Jung». 130

*Jung, Emma, «Ánimus e Anima» ** La traducción del portugués al castellano es nuestra.

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poseen una similitud, ya que las palabras ánima o pneuma equivalen a hálito, viento o espíritu; por lo tanto es bastante probable que los órganos respiratorios reaccionan con una sensibilidad especial frente a los procesos del espíritu (en especial con el Ánimus y el Ánima). Ella misma admite que conoció dos casos de mujeres que presentaban síntomas de enfermedades respiratorias agudas surgidas en un momento en el que se hallaban en franco conflicto con su propio Ánimus, que persistían a pesar de los tratamientos médicos efectuados. Sólo cuando su Ánimus logró ser reconocido, tratado e incorporado armónicamente, las afecciones lograron ser curadas por completo. Volviendo a lo anterior, esa transferencia total de la imagen del Ánimus genera - además de una relación que aparenta ser ideal, perfecta y satisfactoria - una especie de unión forzada con este hombre y una dependencia excesiva de la mujer que frecuentemente llega a ser insoportable para ella. «Este estado de fascinación y de condicionamiento absoluto sobre el otro es conocido como «transferencia», que no es otra cosa que una proyección. Proyección mientras tanto, no significa apenas la transferencia de una imagen sobre otra persona, sino también todas las actividades que a ella le corresponden, como por ejemplo un hombre al cual es transferida la imagen del ánimus y que al mismo tiempo tiene que asumir todas aquellas funciones que permanecen poco desarrolladas en la mujer en cuestión, sea la función o actividad del pensamiento o la responsabilidad en relación a lo exterior. La mujer en quien el hombre proyecta su ánima debe, a su vez, sentir o crear relaciones por él, y ese comportamiento simbiótico es, en mi opinión, la verdadera razón para la dependencia forzada y el condicionamiento que surge en esos casos.»* Esta situación no puede durar mucho tiempo sin que sobrevengan gastos importantes de energía que provocan los síntomas que anteriormente mencionamos, especialmente cuando la relación con la persona sobre la cual se coloca la proyección es de mucha proximidad o intimidad. En estos * Jung, Emma, op. cit. 132

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