Gonzalez Tirado -Palabras Para Compartir

Palabras para compartir Rafael González Tirado Volumen I /1/ Palabras para compartir Rafael González Tirado /2/

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Palabras para compartir Rafael González Tirado

Volumen I

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Rafael González Tirado

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Palabras para compartir Volumen I Rafael González Tirado. © 2008 Esta publicación, sin valor comercial, es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos del Banco de Reservas de la República Dominicana y la Academia Dominicana de la Lengua Edición al cuidado del autor y de Gerardo Pochet.

ISBN: 978-9945-416-12-1 © Registro Nacional No. 00022100, libro 6, 11 de Nov. 2005 COMITÉ DE EVALUACION Y SELECCIÓN Orión Mejía Director General de Comunicaciones y Mercadeo, Coordinador Luis O. Brea Franco Gerente de Cultura, Miembro Juan Salvador Tavárez Delgado Gerente de Relaciones Públicas, Miembro Oscar Peña Jiménez Encargado de Prensa, Miembro Joaquín E. Ortiz Pimentel Encargado Administrativo, Miembro Coordinador de la edición por Banreservas Luis O.Brea Franco Impresión: Somos Artes Gráficas Tel.: 809 - 596-8239 Fax: 809 - 699-2993 Correo electrónico: [email protected] Santo Domingo, República Dominicana

Diseño portada: Pablo Soler Morales Derechos reservados. Impreso en República Dominicana Printed in Dominican Republic

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RAFAEL GONZÁLEZ TIRADO

PALABRAS PARA COMPARTIR

Volumen I

La Lengua es la Patria ACADEMIA DOMINICANA DE LA LENGUA

Rafael González Tirado

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Porque si no, ¿cómo vamos a quedar si escribimos que la familia que perdió su casa a causa de un incendio, se quedó con sus ajuares a la interperie; o cuando tantas veces nos sale en las crónicas idiosincra/c/ ia con /c/, como si cra/c/ia fuera un segundo componente, sinónimo, como tal, de democracia y de otras terminaciones del mismo origen, cuando /idiosincrasia/ se descompone en: idios=propio, y sincrasia=temperamento. Vale decir, que el segundo componente, sincrasia, no tiene nada que ver con cracia, que significa ‘gobierno’. En lenguaje del pueblo, habla común, hemos pronunciado /interperie/. Fue tanta la confusión que casi nadie se daba cuenta de que el vocablo tiene que ver con lo que está expuesto a la naturaleza, a la inclemencia del tiempo. Además, aparecía escrito profusamente en la prensa nacional. Pero eso ha cambiado por el esfuerzo y la influencia que ejerce el aula. Es difícil ver hoy en la prensa /interperie/, porque en verdad, terperie aleja la palabra de su etimología, que tiene que ver con tiempo. Luego, no debe ser te/r/perie, ni no te/m/perie: in/tem/perie. La palabra puede tener o puede pasar por más de una forma de ortografía, pero no puede tener todas las formas que a mí me complazcan o que me dicte mi negligencia. Bien es cierto que una lengua ágrafa tiende a la dispersión, a las variaciones dialectales, a transformaciones que provocan un estado de incomunicación entre poblaciones diferentes. Contrariamente, la escritura propicia la fijación del idioma y, por tanto, la unidad entre los hablantes. Se entiende, sin embargo, que siempre habrá diferencias regionales, niveles sociales entre quienes emplean el mismo código de lengua. Con todo, la variedad dentro de la unidad es matización, estímulo creador, lo cual debemos atender, sin llegar a excesos, sin caer en desviaciones. Quien comunica para un vasto público, y todo aquel que acude al código escrito, debe cuidar este nivel de expresión. La gente suele defenderse:

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Lo vi en la prensa. Nuestra negligencia no debe ser escudo para los dislates. Nuestra responsabilidad es trabajar el lenguaje profundamente, cuidadosamente.

24 de diciembre de 1998

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Las incongruencias entre códigos de hablas diferentes. Desatinos de la publicidad Desde el primer momento encontré difícil ajustar una propaganda comercial en la forma en que apuntó la promoción del cambio de nombre de los electrodomésticos Gold Star por el nombre de LG. Voy a la interferencia de idiomas que arrastraría todo el plan, según la estrategia que asomaba. El ciudadano común pronuncia gol-tal. ¿Pronunciará algo distinto a ele-ge? Me preocupó todo el cuadro a considerar porque se usa un pareado macarrónico: ¡Qué jonróndi /con/ el-yi/, que implica términos y pronunciaciones de dos lenguas distintas (español e inglés). Dentro de una misma lengua existe el problema, no bien asimilado todavía en la escuela dominicana, de dos códigos distintos: el código oral y el código escrito. ¿Qué pasará con el encuentro de dos idiomas diferentes? ¿Qué le dice al radioescucha la expresión /el-yi/, que busca una rima fácil y pegajosa por la consonancia con el verbo /di/? Sucede también con el anuncio para la televisión, aunque hay ciertos indicios porque ahí presentan las letras LG, para que se pronuncien en inglés: la nueva marca de las mercaderías que hasta hace poco se llamó de aquella otra manera, también en inglés. Sin embargo ¿cuántas personas ligan de inmediato ese “logo” LG, de la promoción asignada a Samuel Sosa por la coyuntura de sus cuadrangulares en la temporada pasada de la pelota norteamericana? No sé como Sosa podrá articular el inglés. Pero en español necesita corregir algunas cosas.

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Tampoco sé por qué el cambio de marca de Gold Star por LG, que no conmueve a nadie, porque ni siquiera se pronuncia en español y la mayoría no identifica esas letras con lo que suena en labios de Sosa. El cambio puede ser por interés de estrategia comercial; pueden ser cuestiones legales relacionadas con algún conflicto de nombres de marcas en el país de origen... No interesa. Interesa, sí, la interactuación del hablante en la República Dominicana, cómo se elaboró el mensaje y cómo puede ser de/s/codificado por el perceptor. En el nivel visual de la promoción, el logo se ve en la franela con que se presenta el beisbolista, bate en manos; también en la cachucha que usa para el anuncio. En la página 15A del Listín Diario del viernes 9 de abril en curso, el toletero de San Pedro de Macorís autoriza la expresión: ¡¡Que Home Run Dí Con LG!! Trae doble signo de admiración, como énfasis; mayúscula inicial en cada palabra; una escritura de LG que pocos dominicanos van a hacer rimar con /di/; un /di/ con acento ortográfico que le vendría mejor al / qué/ exclamativo y en una página de la sección “La República”. Algunas personas leerán /ome run/, en lugar de /jonrón/; es entendible. Y la mayoría leerá, cuando menos de primera intención, que Sosa dio el toletazo con /ele-ge/. Porque ¿quién que lea en español va a leer otra cosa? ¿Qué es /ele-ge/? ¿La marca de un “bate”?; ¿un energizante? En todo idioma se escribe de una manera y se habla de otra. Se escribe /que/ pero se pronuncia /ke/; se escribe /hon-ra/ pero se pronuncia /on/rra/; se escribe /guitarra/ pero la /u/ no se pronuncia. Uno es el código escrito y otro diferente es el código oral. Imagínese qué sucede cuando pasamos a hacer propaganda comercial, -publicidad, como se dice con el cruzamiento de códigos de dos lenguas distintas. Y como añadidura, en un país con problemas sensibles en la educación formal y con deficiencia de cultura general y de dominio de lenguas foráneas.

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El manejo de dos versos, llamados dístico o pareado, para fijar el contenido de un mensaje, es un recurso eficaz que se usa con frecuencia. Algún poeta ha dicho: No definas la rosa:/ hazla sentir en el poema. Y nada menos que Antonio Machado: El que espera desespera./ ¡Qué verdad tan verdadera! Y en la política criolla: Con Jacobo / ganamos todos. Diferente a los demás / pero igual que tú (Roberto Salcedo). Y la última oferta es: ¡¡Que Home Run Dí/ Con LG!! (sic). ¿Con LG o con /el-yi/? Depende del código. ¿Del código oral o del código escrito? ¡Depende del código! ¿Cuántos entenderán a derechas cuando oigan en la radio o en la televisión esa marca hecha sonido? ¿Cómo de/s/codificarán? ¿Qué destino darán al mensaje? O cuando lean en la prensa las letras LG, mayúsculas y protegidas por doble signo de exclamación final ¿producirán el efecto deseado?

15 de abril de 1999

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El /leísmo/ en el lenguaje formal dominicano Algo llama mi atención en la despedida de una carta que recibo desde Chile: /Lo/ saluda afectuosamente. La escribe Patricio Cartagena Díaz, fiscal en la Comisión Chilena del Cobre, Dirección Jurídica. Lo hace en agradecimiento por haber recibido mi libro acerca de Técnicas para la redacción de leyes, del que me afirma la utilidad para el enriquecimiento profesional de los abogados. Pero ese no es el tema. Mi curiosidad se concentra en el empleo del acusativo (complemento directo) /lo/, que los dominicanos casi siempre sustituimos por /le/ al concluir una carta y en otros manejos literarios. Es un signo de respeto, de marcada formalidad. Si no usamos “te aprecia”, “se despide tu amigo”, como señal de confianza e intimidad, entonces recurrimos al /le/: Con todo respeto le saluda su servidor y amigo... Difícilmente diríamos: lo saluda su servidor... Suele ir al inicio de la correspondencia: “Después de saludar/les/ quiero hacer de su conocimiento un caso que llamo el abuso de los abusos”, dice una carta al Listín Diario, 8 de abril de 1999, p. 10 A, sección “La opinión de nuestros lectores”. Saludar/les/ en lugar de saludar/los/. /Lo/ es complemento directo o acusativo. /Le/ es complemento indirecto o dativo. Son pronombres personales de tercera persona, emplea-

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dos en lugar del sujeto: usted, él, ella, ello. Son palabras inacentuadas, vale decir, que carecen de acento (prosódico). Pertenecen al grupo de las palabras átonas. En la frase: /Lo/ tengo ubicado (a él), /lo/ es complemento directo. Si me refiero a ella, tendré que decir: /la/ tengo ubicada. Si cambio a: /Le/ compré el libro, el objeto directo es libro, mientras que /le/ (que se refiere a él o a ella) pasa a ser complemento indirecto, o sea, la persona o la cosa que se beneficia o en cuyo provecho se realiza la acción del verbo comprar. (La acción puede producirse en provecho o daño, depende de cada caso). Además, /le/ es invariable en cuanto al género. Se aplica tanto para él como para ella. Si escribo: /Le/ expreso mis condolencias, /le/ está empleado correctamente, desde el punto de vista gramatical, porque el complemento directo es /condolencias/. /Le/ es indirecto o dativo. Pero si lo hago de este modo: /Le/recibiré en mi oficina, este pronominal está en sustitución de /lo/, que es el “caso” a emplear. /Le/ sería un uso especial o literario para formalizar una expresión de respeto o de aprecio. José P. Monegro, en el suplemento “El Domingo”, del Listín Dia1 rio, afirma de Juan Bosch: /Le/ fueron a despedir (al aeropuerto) algunos de los más influyentes funcionarios del gobierno, en la ocasión de viajar a Cuba, con motivo de su estado de salud. En lenguaje llano, en la llamada lengua estándar, deberá decirse / lo/ fueron a despedir. Podría documentarse ampliamente que este /le/ es normal y corriente en las letras dominicanas.2 Parece que no lo es en Chile, donde preferirían la norma diferenciadora de las dos funciones sintácticas: de acusativo y de dativo. Y a pesar de que encuentro en un compatriota de Pablo Neruda vacilaciones del leísmo al loísmo: -A Elías le gustaba que /le/llamaran “la Hiena de Quinta Normal”; y -Sin embargo, Elías, “la Hiena de Quinta Normal”, como prefería

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que /lo/ llamaran..., tengo fundada mi apreciación de la preferencia de los chilenos por el /lo/ en función de complemento directo, en los estudios del destacado lingüista chileno don Leopoldo Wigdorsky, quien me expresa, en carta del año pasado: “La coexistencia, en algunas variedades del castellano, de /le/ y / lo/la en función acusativa... es un asunto que me viene intrigando hace algún tiempo. Es explicable en el caso de Jorge Díaz3 quien, como hijo de españoles y residente part-time (seis meses en el año, al menos) en la Madre Patria, fatalmente habla como español a veces. Es inexcusable, en cambio, su existencia entre quienes creen que le “suena más elegante” que lo/la, o quienes desean destacar el hecho de que, así sea por un par de meses, anduvieron por las tierras de El Quijote. También existen quienes usan le para soslayar la referencia al género. En todo caso, Chile siempre ha sido un país loísta y espero que así siga para evitar caer, a la larga, en el “La dio un ramito de violetas”, tan madrileño y tan popular.” En orden general, ya el problema venía apreciado por Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso en la Gramática castellana 4, tan celebrada por sus grandes aciertos, cuando afirman que el uso de /le/ en función de complemento directo (acusativo) en expresiones como /Yo le vi ayer/, cuando se refiere a personas del sexo masculino, es fuera de Castilla, un empleo “puramente literario”. Diferentes razones pudieron incidir en la acomodación de este / le/ en la escritura dominicana: influencia del modelo regional de Castilla, por ser la cuna de la lengua, o porque de esta manera “suena” más elegante o se acomoda mejor a las fórmulas de respeto. Algo práctico hay en ello, que tal vez pudo influir -inconscientemente-: /Le/ se aplica tanto al masculino como al femenino: /Le/ aprecia su amigo; /le/ esperaré en mi oficina. Así se reduce el esfuerzo de ir concatenando: lo o la aprecio; lo o la esperaré. Coincido con Wigdorsky, a quien le preocupa el problema. Ya en

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carta del 1996 me dice: “La variedad chilena del castellano fue muy respetuosa del lo/laacusativo y le-dativo, pero últimamente se está empleando le-acusativo, posiblemente por dos motivos: (a) Es cómodo para resolver problemas de género y (b) es “elegante”, suena a español. Es un asunto que me molesta porque me parece poco chileno, como también me produce rechazo el uso de español para referirse a nuestra lengua”. Esto último es ya otro problema, sobre el cual podríamos conversar en nueva ocasión. Pero no dejaré de decir que el uso de /le/ como acusativo está tan arraigado en el habla de los dominicanos que a mí mismo me da brega sustituirlo por el uso corriente de /lo/, /la/ en la escritura. Ahora mismo acabo de redactar una tarjeta de invitación que se inicia: La Cámara de Diputados de la República Dominicana se complace en invitar/le/ muy cortésmente al acto de puesta en circulación... Me parece una descortesía, por el arraigo, escribir invitar/lo/ o invitar/la/.

1 Sección La República, bajo el título “La derrota del boschismo”, 21 de marzo de 1999, p. 6. 2Corriente y correcto son cosas diferentes, aunque puedan coincidir. 3 Se trata del autor de Textículos ejemplares, edición de RIL, Ltda., Chile 1997. Jorge Díaz es Premio Nacional de Teatro, en Chile. 4 Gramática castellana, Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, segundo curso, Losada. S. A., lección XII, capítulo IV, pp. 91-92.

22 de abril de 1999

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Leísmo, loísmo y laísmo Un lector de este periódico nos pide que ampliemos acerca del /leísmo/ en el lenguaje y si existen otras tendencias en el empleo de pronombres y de otros vocablos. Motiva su interés el artículo publicado en esta columna el 22 de abril retropróximo, titulado: El /leísmo/ en el lenguaje formal dominicano, acerca del uso del pronombre /le/, y la comparación de esa práctica que hicimos con el empleo del pronombre /lo/ en el español de los chilenos, es decir, que mientras nosotros tendemos a usar /le/ : /Le/ saluda su amigo...,los hermanos del cono sur escriben: /Lo/ saluda su amigo...Los monosílabos pronominales /lo/, /la/ y /le/, con sus plurales /los/, /las/ y /les/ tienen funciones normales de complementos. Los dos primeros: / lo/ y /la/, como complementos directos o de acusativo; el último, /le/, como dativo o complemento indirecto. Los tres sustituyen al pronombre como sujeto de tercera persona: él/ella o sus plurales. Por eso se les llama pronominales. No confundir con el artículo: la noche, las noches; los muchachos; lo amargo de la vida, donde /lo/ es un artículo neutro. Estos se enlazan con un sustantivo o con una palabra sustantivada. Por su parte, los pronombres se enlazan con un verbo al cual modifican: lo vi, la compré, le demostraré la verdad. Leísmo es la tendencia a usar el pronombre /le/ como complemento directo (acusativo) masculino, del pronombre de tercera persona: /Le/ tengo ubicado, por comparación con: /Le/ tengo pena, o /Le/ saluda afectuosamente en lugar de: /Lo/ saluda afectuosamente, /Lo/ es complemento directo o acusativo. /Le/ es complemento indirecto o dativo. Cada cual tiene su campo y usarlo fuera de esa función es anomalía,

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regionalismo o función especial o literaria. Caso contrario: el empleo de /lo/ en lugar de /le/ se denomina loísmo: /Lo/ doy un saludo cariñoso, en lugar de /le/ doy. Se /lo/ debe reorientar, dice un alto funcionario en relación con el Plan Decenal de Educación, en sustitución de se /le/ debe o simplemente /se/ debe reorientar.1 Es un uso loísta. Tercer caso: Laísmo. Ejemplo: /La/ diré la verdad (a ella), en sustitución de /le/ diré la verdad. Un reportaje de doña María Ugarte, del año 1972, dice: “... sus ocupaciones hogareñas y la crianza de los hijos /la/ impedían dedicar mucho tiempo a la posición oficial” (de primera dama de la República)2 La forma normal del empleo sería /le/ impedían; pero la autora del trabajo prefiere /la/ impedían, forma regional de Castilla, que no se impone dentro del nivel general de la lengua. Quizás sucede ese manejo del pronominal por la nacionalidad de la periodista, por su aproximación con el lenguaje de esa región española. Es decir, que en el ejemplo anterior /la/, que es complemento directo o acusativo, pasa a funcionar como complemento indirecto o dativo, sustituyendo a /le/, que sería el pronombre de uso común. Contrariamente, una interpretación del cantante Raphael, conocido como el Ibérico, dice: El amor se rompe al maltratar/le/. Se ha sustituido /lo/, que es complemento directo, masculino y singular, por /le/ que es indiferente al género, y es singular y complemento indirecto (leísmo). En el cuento “Dos amigos”, de su obra Más cuentos escritos en el exilio3, Juan Bosch narra: Observando ese mar estaba Duck cuando oyó que /le/ llamaban... ...se acostumbró tanto a no atreverse a nada, que hasta el pensamiento de

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cambiar de casa /le/ asustaba. Es igualmente leísta el autor de esta expresión: ... un Peña Gómez reconfortado por sentir que pese a su derrota, Balaguer todavía /le/necesita 4. Resumen y conclusiones: Como primera acepción, laísmo, loísmo y leísmo es uso exclusivo de cada uno de esos términos, /la/, /lo/, /le/ en su función sintáctica de pronombres complementarios: la, en representación de ella; lo, en representación de él y le, en representación de él y de ella. En acepción restringida: Laísmo: Uso del pronombre personal de tercera persona en sus formas femeninas la, las, como complemento indirecto, en lugar de le, les, formas etimológicas comunes para los dos géneros: la dieron una carta, las dijeron que no. El laísmo se produce principalmente en Castilla. Leísmo: Empleo exclusivo del pronombre personal le, como complemento directo en lugar de lo y la. Así, voy a verle, en vez de voy a verlo o voy a verla ... El leísmo es propio de Castilla, aunque ha penetrado en otras regiones del español. Loísmo: Uso del pronombre personal lo como complemento indirecto masculino, que se considera como extremadamente plebeyo: lo di una bofetada. Estas tres últimas explicaciones están tomadas del Diccionario de términos filológicos, del anterior director de la Academia Española de la Lengua, don Fernando Lázaro Carreter, Editorial Gredos, Madrid, tercera edición, 1973.

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1 En el suelto Recomienda Modificación Plan Decenal, firmado por Francisco Ortega, del periódico Hoy, 29 de marzo de 1996, páginas 1 y 6. 2 Viuda del Presidente Cáceres Cumple Cien Años (sic), edición del 10 de junio de 1972, El Caribe, p.16-A. 4 Colección Pensamiento Dominicano, editorial Librería Dominicana, Santo Domingo, 1964, p. 22. 5 Artículo El león entre fieras..., de José Báez Guerrero, en el vespertino Última Hora, domingo 11 de agosto de 1996, p.8.

13 de mayo de 1999

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Roque Barcia, Joaquín Balaguer y Leopoldo Wigdorsky Tengo un amigo chileno, muy apreciado, que conocí en Santo Domingo en setiembre de 1984 cuando celebramos el VII Congreso Internacional de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL), en el cual se rindió homenaje a Pedro Henríquez Ureña en el centenario de su nacimiento. Yo era el presidente del comité organizador y tenía todo el peso del encuentro, sometido al reto de que República Dominicana quedara bien frente a la directiva internacional de ALFAL y a los representantes de 23 países de América y Europa que estuvieron presentes. Durante los trabajos surgió una situación que entendí que reclamaba mi adhesión con la persona afectada, aunque nunca la había tratado. Me pareció y estoy seguro de que era una cuestión elemental de solidaridad, y, a la vez, una advertencia a los participantes de que no trataban el problema con justeza. Lo que resultó fue que, durante la asamblea general, uno de los socios se opuso a que determinado candidato aspirara al cargo de vocal dentro de la comisión directiva de la asociación internacional, porque esta persona ya no estaba incorporada a la Universidad de Santiago de Chile: había sido retirada con los honores de profesor emérito; y una de las exigencias de ALFAL es que todo miembro de la directiva debe estar incorporado a la docencia o a la investigación, una forma -indirecta- de vincular la universidad correspondiente a las tareas de la asociación. Yo me había visto precisado a jubilarme en la Universidad Autó-

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noma de Santo Domingo (UASD) en 1979 por motivos de salud. Sin embargo, y sin recursos ni apoyos suficientes, unos colegas, constituidos en filial dominicana de ALFAL, “me” habían embarcado a organizar el VII congreso mencionado. Por tanto, parecía oportuno, justo y valiente que yo enfrentara esa actitud denegadora, pues era una situación similar, y que diera apoyo al derecho de los proponentes de la candidatura de don Leopoldo Wigdorsky, porque de él se trata en este relato. Pero no lo hice. Y ese recuerdo me ha perseguido siempre. ¿Por qué no lo hice? Los organizadores dominicanos no contábamos con fondos suficientes para concluir con los gastos del congreso. Era miércoles por la tarde. Al día siguiente se marchaban tres delegados, miembros de la comisión directiva internacional, y nosotros debíamos pagar la cuenta en el Hotel Sheraton, donde se nos dijo que los representantes extranjeros no podían retirar sus maletas hasta tanto nosotros honráramos las facturas correspondientes. Argumentamos que teníamos una promesa del gobierno, promesa que se cumpliría más tarde o más temprano, pero que se cumpliría. La respuesta fue que el gobierno no tenía crédito en el hotel. Me atormentaba esa situación, agravada por las cuentas pendientes hasta la salida de otros delegados, entre sábado y domingo. Mi mente estaba turbada. Pensé que, como anfitrión, no debía ser yo quien contribuyera, dentro de los debates, a desbordar ni el nivel ni el tono de los encontronazos. Aparte de que, acosada por los compromisos económicos, la mente no me permitía el lujo de plantear con serenidad las analogías y los antecedentes que daban derecho a don Leopoldo a aspirara una nominación muy bien merecida. Viví momentos difíciles en la asamblea y en el hotel. Pero pude obtener un préstamo relámpago por parte de familiares y resolví el atareo inmediato con el hotel. Es verdad que pude respirar mejor, pero no estaba totalmente tranquilo: mi conciencia quedó marcada como consecuencia de aquel otro acontecimiento. Pocas semanas después, cada uno de vuelta a su hogar, quise excu-

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sarme y entablar amistad con el profesor Wigdorsky, quien desconocía los problemas económicos que nos afectaron y mi sentimiento de culpabilidad. Le escribí a su país; le explique. No nos habíamos tratado; no nos conocíamos prácticamente. Pero el lingüista chileno comprendió, y hemos fomentado una amistad que, sin habernos vuelto a ver después del congreso, nos escribimos regularmente, hablamos por teléfono, intercambiamos fax e intercambiamos publicaciones. Es una carta reciente, el amigo me refirió cómo le gustaría actualizar la obra clásica Sinónimos castellanos, de Roque Barcia. Hice mención de ese sueño en uno de mis artículos y don Leopoldo me contesto así: “Te quedo muy agradecido por la forma bondadosa en que, en tu artículo, te refieres a mí. En cuanto al diccionario de Barcia, creo que tendrán que ser personas jóvenes quienes se encarguen de agrandarlo y actualizarlo. Si estuviera en actividad en alguna universidad, seguramente esté sería un proyecto que dirigiría, aun cuando nuestras autoridades son reacias a financiar proyectos en el área de las humanidades. “Don Joaquín Balaguer seguramente sonreiría si leyera el párrafo precedente. ¡Qué vitalidad debe tener el hombre para postular, con más de noventa años de edad, a la presidencia de la República! A los setenta años, yo no me siento bueno para nada…, ni siquiera para viajar al Cusco (respeto la grafía peruana), ahora que me ha subido la presión arterial.” Con qué sinceridad, con qué sencillez se maneja este apreciado colega, frente a quien se siente en deuda eterna. Un gran trabajador de la lengua, cuya acuciosidad y las ansias de ser útil a la cultura del lenguaje me han permitido reunirlo en este artículo con el filólogo y político español Roque Barcia Feraces (1823-1885) y con el eterno político y estadista dominicano don Joaquín Balaguer.

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Las repeticiones que condeno y las repeticiones que me condenan

Mi trabajo de la semana pasada, en esta misma columna, acerca de la conferencia internacional sobre “Marcas de género. La escritura de mujeres en América Latina”, que se celebrará en La Habana, del 27 al 29 de setiembre próximo, trajo unas repeticiones que me condenan ¡y yo mismo me condeno! En la columna “En defensa del lector”, de este diario, que aparece martes y sábado de cada semana, he venido tratando el problema de las repeticiones ociosas o innecesarias, y parece que ha despertado algún interés, a juzgar por los comentarios que he recibido. Cuando menos, lo he tratado en mis exposiciones: -La repetición como cualidad del lenguaje y las repeticiones innecesarias, 17 de abril de 1999, página 12. -De repeticiones innecesarias y de los cuidados en la redacción, 3 de julio de 1993, página 12. Así que no me luce enredarme con lo que predico. Utilicé cuatro veces la palabra /tema/, y esto no es grave delito en un artículo. Pero se da el caso de que en cuatro ocasiones más vino el derivado /temática/. Prueba al canto: -Dos veces en el mismo inicio de la crónica: a) para debatir un tema de gran interés; b) la Conferencia Científica Internacional con el tema de... -Se ofrecerá un enfoque actualizado de la temática del género (segundo párrafo):

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-Y a seguidas: Este programa no analizará esta temática solamente desde el enfoque del fenómeno literario. Dejé pasar tres párrafos y volví con el enredo en el párrafo número siete: -En las sesiones de debate se conocerán los siguientes temas: ... de reconocida trayectoria en el área del tema de las marcas de género. -la presentación de textos sobre dichas temáticas. Entre primitivo y derivado, siete veces el término, hasta alrededor de la mitad del artículo. A partir de ahí, sólo usé una vez la derivada /temática/. Y es un trabajo escrito y repasado durante cerca de dos semanas, porque se programó para un jueves anterior y hube de ceder el turno a la contestación que el Grupo Ramos (La Sirena-Pola) dio a mi título del diez de junio pasado: “Multicentro Churchill: ¿Un acto fallido en la denominación comercial?” Tuve oportunidad de revisarlo y generalmente lo hago. Más de una vez vuelvo sobre el trabajo ya elaborado. Lo ve un asistente que es profesional en la materia. Suelo llevar cada artículo el día anterior al periódico, al atardecer. Llevo el disquete y una copia. De esta manera lo veo en la pantalla de las oficinas de diagramación de El Siglo, con el señor Sosa, uno de los diagramadores, atento y capacitado, que nunca está de prisa y cree que siempre hay tiempo para corregir y revisar, y que vale la pena hacerlo. Otro profesional. No es que sea un caso tremendo, como aquél que comenté para la columna de martes y sábado, con veinte veces el demostrativo /este/ con sus variantes en género, número y neutro y su función sintáctica de sustantivo y de adjetivo. No fue tanto, no. Pero vale la pena mejorarlo. Así lo hice... pero después de publicado. Sigo revisando cada material que se publica . También escucho las

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observaciones que me hacen. Y mi colaboradora, la licenciada Catalina Olea Salazar, traslada al disco duro y al disquete las enmiendas a posteriori. Así se hizo, y con ello pruebo que siempre puede hacerse mejor. Una búsqueda en la pantalla de uno de los ordenadores del departamento de diagramación del periódico permitió reducir los usos del vocablo /tema/ y la derivación /temática/. Veamos: a) Primer párrafo: ...para debatir un /tema/ de gran interés: la Conferencia Científica Internacional bajo el /tema/ de Marcas de género. La escritura de las autoras de América Latina. Se eliminó la frase “bajo el tema de...”. Una menos. b) Se dejó /temática/ en el segundo párrafo; pero en el tercero, la expresión: Este programa no analizará esta /temática/ solamente desde el enfoque del fenómeno literario, sino que... Se le dio un giro, para decir: “Este programa no sólo hará un enfoque desde el punto de vista literario, sino que...” Otra menos. c) Se dejó la palabra /tema/ en el sétimo párrafo. Sin embargo, en el octavo, donde dice: ... en el área del /tema/ de las marcas de género, se eliminó el término trastornador. d) Se dejó temática en el apartado siguiente: ... presentación de textos sobre dichas /temáticas/. En cambio, en el número catorce; el enunciado: Se proyectarán materiales fílmicos relacionados con la temática, se convirtió en “...relacionados con los objetivos de la conferencia”. De ocho casos, se sustituyeron o se eliminaron cuatro: dos veces cada una. Así estaría mejor, sólo que en el disquete, porque ya la página estaba publicada. Al pie de la ilustración, para informar acerca de la conferencia inter-

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nacional sobre “Marcas de género…” vino otro yerro: Nuria Piera Torada, no es nuestra exitosa presentadora de televisión. La lingüista cubana, mencionada en el pie de grabado, se llama Nuria Gregori Torada. Y así estaba en la información. Con todo, el error fue mío, no de ningún digitador. El trabajo estuvo terminado con once o doce días de antelación. Pero se hubo de posponer para dar paso a la respuesta de “Multicentro Churchill”, a la vez que obtener la fotografía que ilustró el artículo. Yo lo había dejado desde la semana anterior dentro del sistema de los ordenadores y entregué una copia en papel, sistema tradicional, al señor Sosa para que revisara negritas y cursivas. De esa manera evitaría el viaje del miércoles al periódico. Mandé el pie de grabado por fax y no tuve oportunidad de mi acostumbrada revisión en pantalla en el último minuto. La costumbre y el prestigio de Piera me jugó esa otra trastada. Suerte que acostumbro a reconocer las dificultades en estos quehaceres; que me creo consciente de mi capacidad y de mis limitaciones. En el último artículo acerca de las repeticiones expresé que son cosas que nos suceden a todos y que nos suceden en más de una oportunidad. Lo primero que debemos tener en cuenta es la posibilidad de repeticiones; cuáles convienen o son necesarias; cuáles deben evitarse. En segundo lugar, recomiendo eliminar toda iteración que no sea imprescindible, es decir, que al sacarlo del texto no afecte el contenido del mensaje o que no disminuya la belleza formal de la realización literaria. Más adelante deberán decidirse los cambios pertinentes para sacar a la intrusa de la circulación. ...y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo, y esa pobre mano por la que me matan pónmela en la herida por la que me muero. “Canto a los hijos en marcha”, Andrés Eloy Blanco (venezolano).

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El /ronrón/ que le faltaba a Samuel Sosa Manejaba yo el domingo temprano por una de las avenidas de la ciudad, cuando la persona que me acompañaba comentó: -Sosa dio el /ronrón/ que le faltaba… La radio del automóvil no estaba funcionando, lo que quiere decir que mi acompañante hablaba por algo que había visto o que recordaba, no porque acabara de escucharlo. Habló del tema al cruzar una esquina, después que el semáforo nos dio paso. Llamó mi atención el tema acerca de beisbol, y me interesé igualmente por el manejo del lenguaje: ronrón Es decir, que había hecho una asimilación de la /rr/, haciéndola presente en ambas sílabas, por lo cual desaparece la pronunciación aspirada o jota suave en /jon/ al inicio del anglicismo (home run). Las consonantes se clasifican por el punto y por el modo de la articulación. Se llama punto de articulación al lugar de la cavidad bucal donde los órganos de la fonación se tocan o se aproximan para producir el ruido que caracteriza a cada consonante: bilabiales (p y b); labiodentales (f); interdentales ( z ); dentales ( t, d ); alveolares (s, n, l, r, rr); palatales (ch, y, ñ ) y velares ( k, j, g). Modo de articulación es la manera como los órganos de la voz forman cada consonante en el punto de articulación; y atendiendo a ello se dividen en oclusivas ( p, t, k, m, n); fricativas ( f, z, s, l, ll, j) y africadas (ch, ñ).

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También se denominan como sordas (man/t/a) y sonoras (man/ d/a), según que al pronunciarse se produzcan o no vibraciones en la laringe. Por esas vibraciones podemos distinguir cuando pronunciamos man/t/a y man/d/a. “Lo que las diferencia es el carácter del soplo espirado: el de la t no trae vibraciones sonoras, que son las producidas en el soplo al pasar por las cuerdas vocales, y el de la d sí las trae. El soplo de la t es sordo, el de la d es sonoro” (Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, Gramática castellana, primer curso). La /rr/ es una consonante vibrante múltiple, sonora, o sea que al pronunciarla hay una vibración de las cuerdas vocales. De acuerdo con el punto de articulación es alveolar, porque para producir este fonema, el órgano activo, que es el ápice lingual (punta de la lengua), toca los alvéolos de los dientes superiores. Para el Diccionario práctico español moderno, de Larousse, es la vigésima letra del alfabeto castellano y la decimosétima consonante. Para el Diccionario general ilustrado de la lengua española, VOX, es la vigésima primera letra. Cierto nivel de hablantes dominicanos hace la asimilación de la / rr/ a que me referí al principio, es decir, que iguala el sonido de la jota o aspiración de la primera sílaba /jon/ con el sonido inicial de la sílaba siguiente /rón/, y pronuncia: /rr/on/rr/ón. Es una vibrante múltiple, diferente a la vibrante simple que se pronuncia en ca/r/o, distinta a cuando decimos ca/rr/o. Sin embargo, en este caso no hemos multiplicado la escritura. Hemos escrito siempre como si fuera una pronunciación sencilla: ron/rón ¿En razón de qué lo hemos hecho así? -Al inicio de sílaba siempre se pronuncia /rr/: rratón, rrápido. Nadie dice /r/atón, /r/ápido, en articulación simple o suave. Por tal razón, no hace falta escribir con /rr/ inicial. -Esta misma consonante, en medio de la palabra y después de /n/

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y de /s/, se va a pronunciar siempre como vibrante múltiple y sonora: hon/rr/a, Is/rr/ael Nunca diremos: hon/r/a, Is/r/ael. Por esa razón no hace falta multiplicarla en la escritura. Todo esto lo pensé en el breve lapso de llegar frente a otro semáforo donde pude darme cuenta de dónde mi acompañante sacó la noticia del /ronrón/ de Samuel Sosa. En efecto, el pasado domingo 19 la primera página del diario El Nacional exhibió este título: /J/onrón 60 de Sosa estremece RD. Me di cuenta, por enésima vez, que mucha gente, por más preparada que sea, lee ciertas cosas de memoria, vale decir, por lo que tiene arraigado, por el léxico que acumuló desde temprano, por sus hábitos articulatorios. Se trata de una persona con una función importante, con estudios universitarios no concluidos, pero con larga experiencia en funciones oficiales de cierta valía. Aunque el periódico decía /jon-rón/, ella (la persona) leyó un /rron-rón/. Y era un titular de primera página, en letras bien altas y destacadas, por el interés de la noticia para los lectores en el país. En mis relaciones cotidianas, no vinculadas a los quehaceres de la prensa y del lenguaje, no incursiono en estos temas ni me meto a corregir a nadie, sin embargo, me creí en la obligación de aclarar lo del /r/onronero Samuel Sosa. Expliqué que se trata de un préstamo lingüístico, tomado del subcódigo del juego de pelota. No lo dije de esta manera; en realidad lo expliqué en lenguaje claro y accesible. Dije que /jon/ equivale a hogar en inglés /home/, y que /ron/ es correr /run/: corrida hasta el plato, hogar o base del bateador. Por tanto, jonrón proviene del inglés /home run/ o /homer/: carrera completa, cuadrangular o tetrabases. En consecuencia, concluí: ron/rón es una forma anómala del préstamo léxico, que se debe pronunciar con una jota suave (o sonido aspi-

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rado) en la primera sílaba. La perorata concluyó poco antes de doblar la esquina en el tercer semáforo con que nos topamos. Para cerrar el diálogo miré hacia la cara de ¿la? acompañante y recibí una cortada de ojos tan rasante que tuve que retirarme del /home plate/ para no recibir un /dead ball/. ¿Se escribirá de esta manera? ¡Quién me manda a meterme en estas “curas de idiomas”!

23 de setiembre de 1999

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¿Idiosincra/c/ia o idiosincra/s/ia?

Un lector se dirige a la columna Lenguaje y comunicación para comentar la ortografía de Aristófanes Urbáez en El Roedor del 4 de setiembre en curso, página 8B de este diario. Se refiere a la palabra idiosincra/s/ia, escrita con /s/ hacia el final, que Aristófanes emplea en la muestra siguiente: Aunque tenemos la herencia común de la lengua, el pueblo latinoamericano es ‘variopinto’ por razones históricas, políticas, geográficas, biológicas, genéticas, antropológicas, etcétera, que tampoco vamos a discutir aquí; pero de todos esos pueblos a quienes más nos parecemos en idiosincrasia -hasta en los chistes y el ‘mulataje’- es a los venezolanos y a los panameños. Condena el lector y califica como descuido imperdonable que el columnista haya escrito la palabra con una letra que no corresponde a la etimología, a la vez que pasa a comparar la escritura con /s/: idiosincrasia (que él considera anómala), con democracia, autocracia, plutocracia, palabras estas en cuya última sílaba se impone la /c/. Con cierto desenvolvimiento pasa a explicar el significado de cada compuesto de los tres vocablos anotados anteriormente y distingue cada significado: demo + cracia: demo ‘pueblo’; cracia ‘gobierno’= gobierno del pueblo, opuesto a aristocracia, gobierno de las clases altas; auto + cracia: auto, prefijo que significa ‘mismo’, ‘propio’; más el sufijo cracia = forma de gobierno en la cual se impone la voluntad de una persona;pluto + cracia: pluto ‘riqueza’; cracia= sistema en el cual el poder reside en manos de los ricos. Las explicaciones que ofrece el lector están bien hasta ahí. Pero lo malo es la insuficiencia en la investigación: le faltó ahondar en el diccionario de voces de la lengua.

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No es buena metodología investigar a medias o satisfacerse con llegar hasta medio camino. El tema debe agotarse, concluirse hasta lo razonable. Si hubiera buscado un poco más se habría encontrado con: idiosincra/s/ia, tal como la escribió el columnista Urbáez, quien tiene suficiente cultura y dominio del lenguaje para no perderse en lo claro tan fácilmente. El diccionario le habría dicho que este vocablo no tiene la misma sufijación de las voces anteriores, sino que está compuesto por los elementos griegos: idio = peculiar, personal; del griego idios . sincrasia = temperamento; de synkrasis, también del griego. Semánticamente equivale a ‘índole del temperamento y carácter de cada persona’. Tiene que ver y guarda sinonimia con individualidad, carácter, personalidad, temperamento, índole. Por tanto, el sufijo sincrasia no responde a la misma significación de gobierno, sino que vale como temperamento y otras familias de acepciones similares o aproximadas. Cada uno con su etimología; cada cual con su forma de escribirse. Como voz culta, el término, que proviene de la lengua de los helenos, se hallará en otros idiomas con una forma de escribirse muy parecida a como lo hacemos en español: a) En inglés: idiosyncrasys; b) En francés: idiosyncrasie Esta confusión en la ortografía fue común entre los dominicanos hasta la década de los años setenta. Pero una actitud de la Escuela de Periodismo (hoy departamento de Comunicación Social) de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), extendida a la enseñanza del español en el Colegio Universitario entre los años finales de los sesenta y la

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primera mitad de la década siguiente, trajo luz al problema y hoy el error está reducido a su mínima expresión. -Una carta en el Listín Diario, página 10A, del 2 de abril de 1998, trae idiosincra/c/ia: La situación de la hora de salida de los sepelios y la velocidad del vehículo fúnebre son ya más difíciles de modificar, pues la idiosincra/c/ia de nuestra gente en algunos aspectos se resiste a cambiar.

Sin embargo, escritores de la talla del doctor Manuel Núñez aciertan en los usos más delicados: …orientados por el esfuerzo editorial de instruir, de informar al ciudadano en el conocimiento de su idiosincra/s/ia como dominicanos, de sus deberes y derechos.

Del análisis ¿Por qué necesitamos una editora nacional?, publicado también en el Listín Diario, 9 de abril de 1998, página 8A. Muchos casos de paronimias nos llevan a confundir una palabra con otra. Las voces parónimas guardan semejanza fonética, como onda y honda, que la escritura a veces confunde. Alguna vez he visto /exitar/, de /excitar/, como si se asimilara a /éxito/, y hay quienes dicen /prevee/, en lugar de /prevé/por confusión con /proveer/. En lenguaje antiguo se decía /veer/, que luego se convirtió en /ver/.Así, pasó con /pre-veer/, que también perdió una /e/. No se pierda usted. Si encuentra que mañana alguien escribe a/s/echanza, no despotrique diciendo que eso se escribe con /c/. Acuda a un mataburros, que cualquiera de ellos le dirá que la escritura existe y le ofrecerá el significado: ‘trampa’ o ‘engaño’. Con /c/ equivale a ‘vigilancia’ o ‘espionaje’. Con /s/ es tender trampas o preparar engaños para causar algún daño. Son palabras isónimas, es decir, que tienen un origen común. Pero cada cual ha hecho ruta propia y tiene ortografía que distingue una de otra.

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¿Algo más? ¡Claro! ¡Que Dios me libre de equivocarme con El Roedor!

30 de setiembre de 1999

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La lección de las palabras pa/c/iente, in/c/ipiente, in/s/ipiente y pa/s/ificación

¿Cuántas palabras existen en español que lleven estas cinco primeras “formantes”: p-a-s-i-e? Conozco pasiego, un adjetivo que se usa también como sustantivo. Se deriva de Pas, valle de Santander (España). En el diccionario de la Academia de la Lengua le antecede el término pasicorto: que tiene corto el paso; y le sigue pasificación, que alude al proceso de convertir la uva fresca en pasa. Es decir, que entre /pasic/, de pasicorto, y /pasif/, de pasificación, no cabe ninguna otra palabra que no sea pasiego: /p-a-s-i-e.../ No cabe o no está registrada ninguna otra con esas cinco letras delante. Por eso, me quedé sorprendido cuando el último domingo vi este titular en el Listín Diario: Pa/s/ientes criollos no quieren hospitalizarse con haitianos Es un encabezado de primera página, destacado en la parte superior como noticia central de la edición del último día del mes de octubre (1999), para ese cotidiano. Parece que un mecanismo de defensa hizo acudir a mi mente los homófonos: Incipiente/insipiente In/c/ipiente: que empieza; adjetivo de mucho uso dentro de la lengua. In/s/ipiente (no sapiente): falto de sabiduría o de juicio. Es término no usual entre nosotros.

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Si alguien me dice que insipiente no se escribe con /s/, yo le contestaría: Depende, y pasaría a explicarle la diferencia. En muchos casos, no es aconsejable irse inmediatamente por la negación o por el reproche. Si dijere: Coloqué el equipaje en la /b/aca, podrá pensarse que la /v/aca no es, entre nosotros, animal de carga. Pero yo no he querido referirme a la hembra del toro, sino a aquélla (con bilabial) que significa ‘sitio en la parte superior de las diligencias y demás coches de camino donde pueden ir pasajeros y se colocan equipajes’. Así mismo, existen a/c/echanza y a/s/echanza, acer/b/o y acer/v/o, pa/c/ificación y pa/s/ificación. Acer/b/o es áspero al gusto; acer/v/o es montón de cosas menudas. A/c/echanza es acecho, vigilancia, espionaje; a/s/echanza es trampa, engaño o artificio para hacer daño a alguien. Pa/c/ificación: establecer la paz, sosegarse, está muy lejos de pa/ s/ificación, que significa convertir la uva fresca en pasa. Por esas complejidades, no me permití hacer un juicio instantáneo al ver la falta de ortografía en el pasiente del titular de marras. Uno percibe la falla de inmediato, sobre todo en un contexto donde se habla de hospitalización y en momentos en que se renueva el tema de las haitianas embarazadas que vienen a dar a luz a República Dominicana. Sin embargo, siempre se le dedican algunos segundos. Llega a la mente todo un corpus de voces parónimas, homónimas, homófonas, homógrafas antes de hacer un juicio, de emitir una opinión. ¿Será posible que se escriba de las dos maneras, como arpía y harpía, armonía y harmonía? Todo eso ocurre rápidamente. Uno sabe por dónde anda la cosa, pero se resiste a precipitarse. El problema de la ortografía con /s/ en el sustantivo /pacientes/ fue ocasional. Sólo aparece en el titular de primera página. Doris Pantaleón, autora del reporte desde Elías Piña, escribe /pa-

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cientes/ once veces en su trabajo, todas en plural y con la /c/ interna, correctamente, sin ninguna duda. Además, el titular de la edición interior de la noticia, colocada en la página 14A, primer cuerpo del periódico, acierta con la ortografía: Los hospitales de Elías Piña, atestados de pacientes de Haití. Hay un acierto, además, en el uso de la coma después de Elías Piña, para significar la supresión del verbo (están). Es un empleo de mucho cuidado y gran dominio de la puntuación, la coma, en el caso particular. La única explicación que se me ocurre para ese desvío ortográfico, tan significativo en la primera página del diario, es la presión del cierre de la edición dominical, avanzando las horas del sábado o ya dentro de los primeros minutos del día siguiente. Compromisos, agotamiento, preocupación por la siguiente jornada de trabajo... en domingo. Sólo una recomendación: Hay que estar vigilantes hasta el último punto, hasta el punto final, porque el lenguaje es complejo, la escritura es engañosa. No bastan normas gramáticales, diccionarios, manuales, enciclopedias, opúsculos, fascículos etc. Escriba, lea, relea, revise pormenorizadamente; anote, consulte; vuelva sobre sus pasos, y, aún así, siempre habrá margen y oportunidad para un error, para una nueva equivocación. Todos nosotros lo sabemos por experiencia. No es problema de saber más gramática: son las travesuras del lenguaje.

4 de noviembre de 1999

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¿A/g/üeducto por dislate o a/g/üeducto por convicción? En la madrugada de ayer escuché a un comentarista de CDN Cadena de Noticias- decir cuatro veces a/g/üeducto en lugar de a/c/ ueducto. Fue en un programa dedicado a pasar balance a los acontecimientos del día. Se produce en horas de la noche. Correspondió a la programación del pasado martes 16. Lo escuché durante la repetición que CDN hace en la madrugada inmediata, exactamente en el día de ayer, 17 de noviembre en curso, emisión de la una y treinta minutos de la noche. Realmente, me chocó el empleo de a/g/üeducto, derivado directamente del sustantivo a/g/ua, forma popular del latinismo a/q/ua. Muchas palabras del latín con fonema de /k/, escritas con /c/ o con /q/: fo/c/us, lo/c/us, a/q/ua, pasaron a nuestro idioma con sonido de /g/. Sucedió con acutu-agudo; securu-seguro. Otros cambios fueron: - la /p/ por /b/: apícula-abeja; cepulla-cebolla; - la /t/ por /d/: amatu-amado; vita-vida; - /us/ por /o/: sanctus-santo; auditus-oído. Son manifestaciones de la ley del menor esfuerzo. Fundamentalmente, el idioma español es una derivación del nivel de lengua que hablaban los soldados y los comerciantes romanos que se establecieron en la Península Ibérica: latín vulgar o sermo rusticus. Estas

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formas fueron adaptadas por los pueblos establecidos en la región que, finalmente, caracterizó un lenguaje diferente. Según se desarrolla, este nuevo sistema adopta modos del latín literario o sermo urbanus, que fue la lengua de los grandes escritores romanos y de las clases ilustradas. A eso se debe que tengamos palabras como caballo, del latín vulgar, y ecuestre y equitación, derivados de eques: ‘caballero’, pero tomados del nivel culto o literario del latín. Se dan casos en que una misma palabra del latín genera, por distintas vías, dos palabras diferenciadas: - delicatus primero produce el adjetivo /delgado/, término popular; y luego /delicado/, una expresión de nivel culto; - áncora produce /ancla/ en lenguaje popular. Pero la lengua culta acude al latín para reencontrarse con /áncora/ y pasa a significar en español ‘lo que sirve o puede servir de amparo en un peligro o infortunio’. Ejemplo: Eres mi áncora de salvación. Palabras como éstas, que tienen un mismo origen, pero generan diferentes significados, se denominan isónimas. El latín focu-focus: ‘brasero’, ‘fogón’, pasa al lenguaje popular como fue/g/o. Pero también da foco, fóculo (cavidad donde se encendía el fuego) y modernamente focal, foquismo, foquista. Lo/c/us, lo/c/ale, lo/c/alis producen en nuestra lengua el sustantivo lu/g/ar. Pero más adelante se introducen voces como lo/c/al y lo/c/ alizar, lo/c/alización, lo/c/alismo, lo/c/alidad. Aqua, con sonido de /k/, pasa a la lengua castellana como a/g /ua, con /g/. Pero origina los cultismos acueducto, acuífero. El hablante suele identificar el término derivado por el vocablo ya enraizado, popular en el léxico. Se produce confusión con expresiones como impacto cardíaco, en lugar de infarto, por la aproximación o paronimia entre las palabras. O los chistes de Tres Patines y algún otro comediante: huellas vegetales, por huellas digitales. O los que siguen el modelo de la conjugación /caiga/ y dicen

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/haiga/ en lugar de /haya/, o se afectan para decir difer/ie/ncia por difer/ e/ncia. Hay quienes mantienen cierta uniformidad en la derivación, diciendo incompren/d/ible en vez de incomprensible. La aproximación fonética provoca estas situaciones de dislates o anomalías en el vocabulario. Mucho me interesé por la pronunciación de /agüeducto/ en el programa mencionado. Una cosa es el habla popular, las asociaciones fonéticas que hace el hablante en el uso espontáneo y natural de la lengua, y otra muy diferente es la realización de un comentarista radial o de televisión, dependiente de una empresa que lo contrata para comunicarse con un vasto público, al que sirve información, orientación y modelos correctos del idioma. No puedo aventurarme a decir si este uso en la transmisión radial que comento fuera consciente o inconsciente. No puedo afirmar ni una cosa ni la otra. Algunas personas derivan agüeducto, pero no son la mayoría ni las más cultas. Se nota en cierto nivel de hablantes, especialmente en el habla rural. Es un lenguaje que se va superando con el paso de los días. También se escucha entre hablantes de tierna edad. Sin embargo, la escolaridad y el intercambio permiten superarlo. Creo que el comentarista que empleó el derivado puede tener conciencia de lo que hace. Y creo que él puede pensar en que así debe decirse para la unificación de las formas. Ese puede ser su pensamiento y su convicción. No lo sabemos. Mas, el lenguaje es el uso generalizado y los modos empleados por los núcleos más conscientes en el manejo del sistema. La categoría de profesional lo obliga a conocer esas diferenciaciones y hasta algunas sutilezas que existen en la lengua. Y no luce que, para evitar malos juicios, un locutor vaya anotando a cada paso: No es que yo no lo sepa. Lo digo así porque creo que la gramática está equivocada.

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Esa no es su misión. Su tarea está en informar y orientar con eficiencia sobre los temas que le correspondan, y en un lenguaje claro, llano, sencillo y oportuno. No debe meterse en vericuetos de las complejidades del léxico o de la gramática. Él no es, necesariamente, un reformador del idioma. Debe propiciar un mensaje orientador y eficaz, dentro de un nivel de español de uso, que pueda ser comprendido por la mayoría de los receptores del contenido que él difunde por los medios de comunicación social.

18 de noviembre de 1999

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La /a/ que nos enreda y la /h/ que nos pierde En un espacio pagado he podido leer tres empleos de preposición /a/ y dos formas del verbo /haber/: - ...deseo expresarle nuestras disculpas por hacer pública nuestra queja /a/ través de este medio de comunicación; - ...para que se nos efectúe un simple traslado de una línea telefónica desde un 4to. piso /a/ un 2do. piso en un mismo edificio de apartamentos... - /A/ diario cuando llamamos para inquirir sobre nuestra solicitud... - ... y hasta el momento, nadie absolutamente nadie en Codetel se /a/ dignado en tomarnos en cuenta. - En ocasiones, personal de la empresa que se identifica como supervisores, /ha/ tomado nota de nuestro caso por sabe Dios cuántas veces.../personal/: singular y plural, respectivamente. Los tres primeros usos corresponden a la preposición /a/. Los otros dos son momentos de la conjugación del verbo /haber/. Sólo que en el modelo se /a dignado/ hay un trastorno ortográfico por confusión de / haber/ con la preposición /a/. Preposición es una partícula invariable que encabeza complementos y que indica cómo se complementa el núcleo: Voy /a/ casa. Lo hizo /con/ intención dolosa.

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Llegó /hasta/ aquí. /Haber/, por su parte, tiene una función como verbo impersonal o unipersonal: En invierno /hubo/ tres grandes nevadas. Los gramáticos recomiendan que no se diga /hubieron/, porque la oración carece de sujeto; por tanto, no hay en la estructura un objeto al cual se le pueda atribuir la acción de nevar, que es un fenómeno de la naturaleza. /Haber/ tiene también una función como verbo auxiliar para la conjugación compuesta de los diferentes modos, tiempos, números, voz y personas propios del sistema gramatical. Podemos estudiar esta función a través de los llamados verbos modelos: amar, temer y partir, que aceptan y requieren, como otros, las construcciones haber amado, haber temido, haber partido: Tú /has/ amado mucho. Vosotros /habéis/ temido lo peor. Cuando lleguemos, ya ellos /habrán/ partido. En las situaciones presentadas al inicio: /a través/, /a un 2do. piso/ y /a diario/, se está utilizando la forma preposicional, palabra invariable, una sola vocal, sin componentes de ninguna otra clase. -/a/ través: por entre, por intermedio. -/a/ un lado: que significa dirección, distancia, término del movimiento, orientación, cercanía o proximidad... -/a/ diario: diariamente, cada día. Es expresión de mucho uso en América Central y en Méjico. Ese empleo no lleva /h/ ni recibe ningún otro valor gramatical o morfema. Los otros dos usos, que corresponden al verbo /haber/, reclaman la / h/ al principio: - ...absolutamente nadie en Codetel se /ha/ dignado;.... el personaje que - ... se identifica como supervisores, /ha/ tomado nota de nuestro

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caso /n/ innecesaria/. En estos ejemplos, las formas de /haber/ son seguidas por un participio: -/han/ tomado nota (el personal); singular. -se /a/ dignado. En este último caso, los suscribientes del reclamo al presidente de CODETEL han confundido la forma /ha/ del verbo haber con la ortografía de /a/ preposición, que no lleva /h/. No sucedió en /han tomado nota/, porque a muy pocos se les habría ocurrido escribir /an/ cantado, /an/ salido. Muy pocas veces me he encontrado con ese gazapo ortográfico. Reconozco que lo vi alguna vez, aunque es muy poco frecuente Con todo, se les fue una /n/ En cambio, /ha/ sin la /h/ se cuela a cada paso: -Como usted mismo /a/ podido comprobar, existen diversos juegos sexuales que lo ayudarán... (Listín Diario...); -¿Cómo /a/ sido la relación con sus padres? (Hoy...); -... será beneficiado (Fulgencio Espinal) con un auto de no /a/ lugar (La Nación, 18 de marzo de 1997...); -En los últimos días se /a/ incrementado ... el robo de vehículos en los barrios de la capital (El Siglo, pie de foto, 4 de febrero de 1994, página 8D). Afecta por igual a redactores, conectores, colaboradores y columnistas. No hay distinción, no existe diferencia por la categoría. A todos se nos cuelan errores. Más extraño es ponerle la /h/ a la preposición, que no la lleva, pero sucede. -... quienes completamente disfrazados con trajes de flecos y con el rostro oculto por caretas, se dedican /ha/ pedir dinero... (Listín Diario, La Opinión del Lector, 27 de febrero de 1997, página 10A). Para evitar algunos de esos yerros, usted puede apreciar la validez

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o la oportunidad de la ortografía, dándole vuelta a la frase: Dígase usted mismo, reflexione: a) se dedican a: /haber pedir/, /haber pedido/. ¿Tiene sentido la frase? De ninguna manera. Entonces no se trata del auxiliar /haber/, y la /a/ debe escribirse sin hache: se dedican /a/ pedir; b) Contrariamente: en /se a incrementado/ o en /cómo a sido la relación con sus padres, me preguntaría: ¿/Haber/ incrementado?; ¿/haber/ sido la relación? ¿Cabe y corresponde el verbo /haber/? Sí, señor. Entonces debo escribir esa /a/ con una hache delante: ...se /h/a incrementado; ...cómo /h/a sido la relación... Dígase, por ejemplo: Fulano se ha enriquecido con su esfuerzo y ha contribuido con su estímulo y su apoyo a favorecer a sus familias y a sus allegados. Favorecer /a/ su familia no es lo mismo que /ha/ favorecido... Aplíquense los recursos indicados y se verá qué bien operan los términos que marcamos, en cada caso, con o sin la hache /h/. Cada cual en su función. Cada cual con su escritura.

25 de noviembre de 1999

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La expresión /he/ que la prensa carga a Joaquín Balaguer y a Luchy Vicioso He seleccionado dos casos anómalos de la expresión /he/, que la prensa ha puesto en la conversación de personas muy conocidas en el país. Uno corresponde al periódico Hoy, en una entrevista al doctor Joaquín Balaguer: El ex presidente de la República expresó que espera los próximos días para ver si cuenta con la visión que tenía antes de que viajara a Estados Unidos, que era mejor que la que tiene actualmente. “Y eso es lo estoy esperando (sic), a ver cómo evoluciona eso, si yo puedo contar con la vista que tenía antes del viaje, que me /era/ ya suficiente, ahora mismo me /he/ insuficiente”, indicó. Corresponde a un pase a la página 6 de la noticia intitulada: Sin decisión todavía/ Empeora problema visual JB; apoyaría otro sea candidato Comienza en la primera página, edición del 26 de julio pasado. Los párrafos transcritos más arriba se localizan en el texto del pase, página 6. El otro caso es atribuido a una muy conocida y respetada artista popular: ENTREVISTA: Luchy Vicioso cree que el bolero no desaparecerá/ “Mi mayor logro es la paz que tengo” Se deja leer en la edición del lunes 18 de octubre de este año, El Siglo, sección Vivir, p. 8D. /Es/ una entrevista que ofrece la destacada intérprete a ese periódico.

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/He/ aquí el texto que me interesa: ¿Cuáles han sido los momentos más difíciles de su vida personal? (La hermosa dama suspira profundo y luego responde). /He/... bueno, en mi vida... qué yo te digo, las veces que yo /he/ tenido que tomar decisiones en contra de mi voluntad, y no te puedo decir más nada; sí, porque a veces tú no naces para esas cosas. Se debe advertir que la pregunta mueve a reflexionar y provoca vacilaciones en la interlocutora. No todo el mundo se complace en hablar de sus asuntos personales. Son muchos los que ponen respeto en su vida privada y lo exigen, a la vez. Doña Luchy vacila desde el principio, y esa vacilación se manifiesta de inmediato en el suspiro profundo que anota el cuestionador. Suspira y reflexiona acerca de cómo responder a una pregunta cuasi-temeraria. El periodista refleja las primeras expresiones: /He/... Bueno, en mi vida... Los puntos suspensivos son signos del mensaje, representación de las vacilaciones provocadas por la inquietud de cómo debe responder, o si se debe responder o no a la pregunta del entrevistador de El Siglo. Si busco en cualquier diccionario común acaso encontraré que me dice: he: partícula que, junto con los adverbios aquí y allí o unida a pronombre personal átono sirve para señalar o mostrar una persona o cosa: he aquí la verdad/ helos todos a tu lado. Y no entiendo que la señora Vicioso esté señalando, mostrando. Antes al contrario, hay en sus palabras y en su actitud vacilaciones manifiestas. Entonces, le doy la vuelta a las letras, y encuentro en el lexicón: ¡eh! (entre signos de exclamación, inicial y final): interjección que sirve para llamar la atención, preguntar, llamar, despreciar, responder, advertir...

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Tiene los siguientes homófonos: e: conjunción equivalente a la /y/, con sonido de vocal /i/; he: forma del verbo haber: he comprado; he decidido; e: sexta letra del alfabeto español y la segunda de sus vocales. Después de revisar todas las posibilidades de uso, se habrá de concluir en que el empleo de la cancionista Vicioso corresponde a una interjección, que marca la indecisión, la necesidad de reflexionar antes de dar una respuesta. La confusión del periodista está en la forma del verbo /haber/: yo /he/ tomado mi decisión, presente de indicativo de la conjugación compuesta, cuando ha debido interpretar con fidelidad la vacilación de la entrevistada, que él debe representar con la escritura inversa /e-h/, en lugar de /h-e/. Otras interjecciones llevan la /h/ al final: bah, oh, ah. El redactor de la noticia tenía la solución muy cerca, si se detenía a pensar, a comparar, a contrastar. En efecto, a pocos pasos escribió: las veces que yo /he/ tenido que tomar decisiones... Ha escrito dos /h-e/ de significaciones muy distanciadas, que no se corresponden, y una de las cuales no tiene pertinencia. Eso ocurrió de una línea a otra. Pero el trabajo de la prensa es así de acelerado, aparte de que existe un problema de formación y de los valores que damos al empleo de lo que es nuestra herramienta diaria de trabajo: la palabra escrita. ¿Qué se nos ocurre con la forma /he/, trasladada en el texto de la entrevista con el doctor Balaguer? En primer lugar, el reportero escribe correctamente: “... eso /es/ lo que estoy esperando...” Utiliza /es/, una forma del verbo /ser/: Yo soy, tú eres, él /es/. Balaguer está ofreciendo una entrevista en vivo en el cementerio

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Cristo Redentor: lenguaje oral. Él no ha escrito nada; quien lo traslada al papel es el periodista, quien expresa más adelante: “... si yo puedo contar con la vista que tenía antes del viaje, que me /era/ ya suficiente, ahora mismo me /he/ insuficiente”. ¿Puedo conjugar: me /he/ insuficiente; te /has/ insuficiente; le / ha/ insuficiente? ¿Verdad que eso no ajusta, que no resulta de ese modo? Tengo que tirarme por otro lado: ¿Me /he/ insuficiente o me /es/ insuficiente? Claro que es válida esta última forma, como también diremos: te / es/ insuficiente, le /es/ insuficiente. Se trata de una construcción con predicado nominal, con el verbo /ser/ como enlace o cópula entre sujeto y predicado. El entrevistador pudo comparar la expresión /que me era/ con la frase inmediata /que me he/, y habría comprobado que se trata de un mismo verbo: era/es. Haciendo un paralelismo: ¿se podría escribir /hera/ con hache? Es evidente que no procede. Balaguer nunca confundirá esos momentos o flexiones de los verbos /haber/ y /ser/, porque su dominio del lenguaje -oral y escrito- es demasiado profundo para caer en dislates similares. Por ejemplo, en sus Memorias de un cortesano en la era de Trujillo sólo encontré una falta de ortografía, y estoy convencido de que no habría ocurrido si el ex-presidente no hubiera perdido la vista. Los casos en ambas entrevistas (Luchy Vicioso y Joaquín Balaguer) son responsabilidad exclusiva de los respectivos redactores, y de lo que se agrega al proceso de revisar y controlar dentro de un medio impreso. Sólo ellos cargan con el descuido. Nadie más.

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Méjico/México: por la contradicción o la condescendencia Primera parte Un asiduo lector de esta columna me refiere haber advertido la escritura Mé/j/ico en la bibliografía de mi opúsculo acerca de Las mayúsculas dominicanas y el modelo ortográfico de Gabriel García Márquez. Es un folleto que se puso en circulación el 26 de abril de este año, en el marco de la Feria del Libro. La persona que me honra con su lectura, don Verutidio M. Ramírez, me escribe desde Santiago para decirme: “...he notado que en la bibliografía que Ud. indica al final de su libro relativo a las mayúsculas figuran dos diccionarios de Larousse impresos en Mé/j/ico. Procediendo de Larousse, llama mi atención el hecho de que aparezca escrito Méjico (con j) en lugar de México (con x) que es como lo escriben en el propio país y cuyo nombre oficial -a menos que lo hayan cambiado- es Estados Unidos Mexicanos. ¿Qué podría Ud. decirme al respecto? Está demás decir que en ese país hay una cantidad de poblados, ciudades y otras demarcaciones en cuyos nombres interviene la x, tales como Mexicali, Oaxaca, Holbox, Tuxpan, Texococo, Xochicalco, Uxmal, etc.” En efecto, mi análisis acerca del empleo de las mayúsculas en la escritura de los dominicanos trae en la bibliografía dos menciones de diccionarios prácticos de la casa Larousse. Uno se denomina Ortografía; el otro es el Diccionario de dudas e incorrecciones del idioma. Sin embargo, las referencias de esas ediciones mejicanas son de mi

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autoría y no de los textos salidos de la muy conocida y respetada editorial de origen francés. Cada vez que los diccionarios de la editora de marras mencionan a Méjico, lo hace con /x/, sea en la dirección de la oficina responsable de publicarlos, en la nota de créditos de la edición o en el pie de imprenta colocado al final. Siempre escriben el topónimo con /x/. No de otra manera. De modo, pues, que la colocación de la /j/ en el texto acerca de Las mayúsculas dominicanas... es decisión y responsabilidad exclusiva del autor de ese opúsculo y autor de esta columna. El tema ha sido debatido suficientemente, y creo que las soluciones han podido ser prácticas o circunstanciales, pero no preceptivas, ni reguladoras de la unificación de las letras en español general o estándar. Las grafías /j/ y /x/ representan en la actualidad dos valores fonéticos o fonológicos muy distintos, que en el pasado se enfrentaron igualmente, y que en otros tiempos se le dio al problema la solución que fue práctica en aquellos momentos para las realidades que entonces hubo que enfrentar, pero que hoy no tiene justificación, porque hemos mantenido una escritura que sólo sirve para confundir aún más, para reverenciar tradiciones y querencias, que si bien pueden ser válidas en el orden sentimental o de la historia particular, no se corresponden con fidelidades del habla, con el ajuste o con la aproximación de la escritura frente a los valores fonológicos de la realización oral de la lengua. Estuvo bien que en el año 1605 se imprimiera Quixote con /x/, porque la jota tenía pronunciación de /y/, similar al sonido del fonema palatal sonoro, en palabras como hoyo, por lo cual, en vez de leer Qui/j/ ote, se habría pronunciado algo así como Qui/y/ote. También se escribió dixo, para que no sonara diyo. De ahí vienen otros casos de /j/, como Xamaica, cuya escritura evolucionó hacia Jamaica; o Texas, que se quedó en el pasado. Decimos Méjico-mejicano. Muchas personas dicen Tecsas por Tejas. ¿Acaso dirán tecsano por tejano?

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El señor Ramírez menciona varios topónimos localizables en los Estados Unidos de Méjico. ¿Pronunciarán los mejicanos: -Tejococo o Tecsococo; -Oajaca o Oacsaca; -Holboj o Holbocs; -Ujmal o Ucsmal; -Tujpan o Tucspan. -Mejicali o Mecsicali? ¿Y qué pasará con Xochimilco? ¿Pronunciarán Sochimilco o Jochimilco? ¿Estarán de acuerdo en todas esas pronunciaciones? En la entrega del próximo jueves concluiremos con este tema. Comentaremos la recomendación de la Academia de la Lengua Española y las opiniones y usos de ilustres humanistas como Alfonso Reyes, mejicano; Ángel Rosenblat, lingüista venezolano, nacido en Polonia; don Miguel de Unamuno, español, y Pedro Henríquez Ureña, ciudadano de América.

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16 de diciembre de 1999

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Méjico/México: por la contradicción o la condescendencia Segunda parte Las grafías x/j en el nombre de la tierra de don Benito Juárez han sido y serán motivo de controversias, discrepancias entre autores y contradicciones en el ejemplo del topónimo (Méjico/México), del gentilicio (mejicana/mexicano) o de las derivaciones (me//icanismos, me//icanidad, me//icanada). Ángel Rosenblat trata el tema en su libro Fetichismo de la letra, publicación de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1963. Le dedica un capítulo que se extiende desde la página 31 hasta la 41. Rosenblat afirma que cada uno es dueño de su nombre y “tiene el derecho de escribirlo a su gusto. Y aunque el nombre de un país no es propiedad exclusiva de sus habitantes (Deutschland dicen los alemanes, Germany los ingleses, Alemania los españoles), podemos, por deferencia especial, escribir México como quieren los mexicanos. Pero también podemos, sin faltarle el respeto a nadie, escribir tranquilamente Méjico, mejicano, para evitar la pronunciación falsa de /ks/ que está cundiendo, aun entre mucha gente culta, y que ha triunfado en las lenguas extranjeras: le Mexique, en francés, Mexico en inglés, Mexiko en alemán, etc.” Don Ángel opinaba, para la época en que se publicó su obra, que parece que “en Méjico se ha hecho de la x bandera de izquierdismo y que en cambio la j es signo de espíritu conservador o hispanizante”. Pide a sus “amigos izquierdistas de Méjico, cuya fe en el progreso

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social y en la rehabilitación de lo indígena comparto plenamente, me perdonen esta intromisión en un problema que les llega tan al alma. Pero la conservación de la x de México es un caso evidente de fetichismo de la letra”. En las dos primeras páginas del capítulo “Santo Domingo y la zona del Mar Caribe” (capítulo I, páginas 29 y 30) de su estudio El español en Santo Domingo, Pedro Henríquez Ureña recoge Méjico (cuatro veces), mejicana (dos veces) y mejicano (una vez), siempre con /j/ En las páginas preliminares, de la 9 a la 28, sobre “Bibliografía y abreviaturas bibliográficas”, escribe Mé/j/ico en varias ocasiones. Nunca lo hace con /x/. En el Diccionario de la lengua española, vigésima edición, 1984, al explicar las abreviaturas utilizadas en las entradas, la Real Academia de la Lengua consigna: Méj. : Méjico mejic. : mejicano En la entrada culiacanense, página 415, indica que es un adjetivo, y desenvuelve: Natural de Culiacán, capital del Estado me/j/icano de Sinaloa. En la entrada correspondiente a a garrote, página 681, trae, bajo el ordinal 12: Méj. Palo que sirve de freno al carro. Así, a lo largo de esa edición, dos volúmenes que totalizan 1417 páginas, se deja sentir el criterio y la preferencia académica por la /j/ para aquella época. Sin embargo, en la última edición de la Ortografía de la lengua española, revisada por todas las academias, editada recientemente por Espasa Calpe, setiembre de 1999, la Real Academia estudia los sonidos característicos representados por la letra /x/, según la posición que tenga en la palabra hacia el medio (examen) o al final (relax), suena como /ks/ o /gs/; en posición inicial (xilófono) equivale a /s/. Revisa las formas arcaicas como México, Oaxaca, Texas y algunos apellidos (Ximénez, Mexía) para explicar que la pronunciación en estos casos

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es igual a /j/, sonido fricativo velar sordo. Pero anota, de inmediato: “En cuanto a las variantes escritas con j (Méjico, mejicano...), se recomienda restringir su uso en atención a la tradición ortográfica del país americano. Contradicción o condescendencia, o ambas cosas a la vez. Francisco J. Santamaría, eminente lexicógrafo mejicano, escribe un libro acerca de los usos de voces propias de su país, y lo intitula: Diccionario de me/j/icanismos (1959). De su Diccionario general de americanismos, tomo los siguientes casos: -...Reservados sin excepción todos los derechos, Méjico, 1942 Printed in Méjico. Impreso en Méjico. - Editorial Pedro Robredo Méjico, D. F., 1942 - Méj. : México méj. : mejicano/a Esto último en la descripción de las abreviaturas utilizadas en la obra. Con todo, en el pie de imprenta de la edición de la obra, se lee esta contradicción: Imprenta Aldina. - Robredo y Rosell, S.R.L. - Artículo 123, 86.Mé/x/ico, D. F. Don Miguel de Unamuno nos escribe lo siguiente: Uno de los hombres que es orgullo de Méjico, su actual ministro de Justicia e Instrucción Pública, el benemérito don Justo Sierra, en la preciosísima Historia política de Méjico que figura en la obra México: su evolución social (México, 1901), nos transcribe unas preñadísimas palabras que le dijo un día, siendo don Justo aún un estudiante, el gran patriarca del patriotismo mejicano, el admirable indio Juárez: “Desearía que el protestantismo se mejicanizara, conquistando a los indios; éstos necesitan una religión que les obligue a leer, y no les obligue a gastar sus

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ahorros en cirios para los santos.” Benito Juárez, el salvador de la patria, veía muy lejos. Se encuentra en Algunas consideraciones sobre la literatura hispano-americana, colección Austral, Espasa-Calpe Argentina, S. A., Buenos Aires, 1947, página 84. Unamuno escribe con /x/ cuando está citando alguna obra o autor. Fuera de ahí, escribe Mé/j/ico-me/j/icano. El gran maestro postuló en contra de esa /x/ desde el 1892, cuando intituló un trabajo La equis intrusa. Otras calificaciones suyas fueron: “pedantesca manía”, “desahogo infantil”, “americanada y disparate ortográfico a la vez”. Pretendo entender la preferencia de los mejicanos por el empleo de la equis. La hallo atractiva a la vista y pienso que es más fácil de lograr con ella impresos de mayor impacto para las promociones del país. Pero creo en la utilidad de la unificación de las formas escritas, cuando menos en la inmensa mayoría de los usos, sobre todo cuando no hay espacio para dudas ni discrepancias ortográficas ni fonéticas. Aunque alguna vez fue necesario hacerlo de aquella manera, Rosenblat observa que no vale la pena volver a escribir Tru/x/illo, ni /X/ amaica ni /X/au/x/a. Comenta que una restauración de ese tipo no respondería al “sentido progresista y renovador de la lengua, pero testimonia hasta qué punto el alma queda prisionera en el misterio de la letra.”

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De Lis/teen/ a /Press/: las mil formas de anglización del lenguaje Siempre hemos estado de acuerdo en que los préstamos léxicos son necesarios en cualquier idioma, más aún en la etapa presente, en que los avances de la tecnología imponen nuevos inventos, nuevos usos y esto trae consigo las voces nuevas que debemos manejar. Pero debemos convenir en que hay una actitud o, cuando menos, una debilidad anglizadora de la prensa, que acoge algún que otro material que pretende deslumbrar con el manejo de tecnicismos foráneos, que no todo el mundo comprende o no todo el mundo necesita. Y más aún, cuando la prensa misma procura llenarse de prestigio con el empleo de voces ánglicas o con el aprovechamiento y el juego de palabras para la formación de siglas o de acrónimos en hibridismo lingüístico para vender su oferta de lectoría. Es el caso de LISTEEN, deletreado L-I-S, mitad de LISTÍN, y T-E-E-N, mitad deTEENAGER, para abrir una sección juvenil con portal alienante y desnacionalizador. He visto en escaparates una revista extranjera, originalmente en lengua extraña, nombrada TEEN en español, que, de alguna manera, inclina al decano del diarismo criollo a un calco para atraer lectores y entrar en la competencia comercial. No se queda atrás El Siglo cuando promueve: PRESS: P-R-E-S-S. No escapa a cierto nivel de educación que /press/significa /prensa/ en inglés. Para los especializados en la materia y otras personas de alguna formación, prensa es poder, sobre todo desde cuando lo pronunció

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Edmund Burke en el parlamento inglés, dirigiéndose a los periodistas que cubrían las noticias del Congreso: Vosotros sois el cuarto poder. En efecto, el periódico El Siglo promueve las suscripciones bajo el lema de que: PRESS Significa Poder en todo el mundo. Sin embargo, PRESS, allí, no es un anglicismo: es un manejo, una habilidad de mi periódico para captar atención con la supuesta forma anglicada que emplea, porque en realidad, el PRESS que manipulan es ¿solamente? una sigla de estos componentes léxicos: P: programa R: recompensa E: estímulo S: suscriptores S: Siglo. Es decir: /P/ROGRAMA DE /R/ECOMPENSA Y /E/STIMULO PARA /S/USCRIPTORES DE EL /S/IGLO. Dicho diario cuenta, además, con una revista de circulación quincenal llamada VIÚ, con acento en la /ú/, que no lo necesita, pero que suena y se ve bien en el logo. ¿Qué es VIÚ? A lo que más me aproximo es al inglés view, V-I-E-W, que significa ‘vista’, ‘inspección’, ‘panorama’, ‘enfoque’. La identifico también con interview (interviú), empleada en varias lenguas con el significado de “entrevista”, No olvidemos que este periódico cuenta con otro suplemento: WOW. Supongo que es una interjección inglesa, que significa ‘increíble’; pero que esta forma de: W-O-W es más “chic” que si escribiéramos ua-o: UAO Deducimos que es recurso de la competencia, porque nadie quiere quedarse atrás. En el suplemento El Domingo, el Listín Diario nos ofrece una página bautizada con el nombre LOOK, que trae temas de farándula y

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otros asuntos.Conviene distinguir entre calco y préstamo. De préstamos viven las lenguas y nada hay condenable en ello. Pero el afán de los medios no debe ser vender por vender. Atraer riqueza espiritual y consolidar valores éticos deben estar por encima de la acumulación de capital y del éxito gerencial. Acudir más allá de lo necesario y de lo aconsejable a una supuesta lengua de superioridad o de prestigio es contribuir, con impertinencia, a la estrategia de la dominación imperante e imperial. Charles Hockett (Curso de lingüística moderna), de nacionalidad norteamericana, condena como erróneo el concepto de que “algunas lenguas actuales, especialmente el inglés, son más “progresistas” que otras, como el alemán, porque han ido más lejos en la dirección analítica”. Y afirma que no existe la más remota prueba de que esto sea verdad. Los turcos de hoy, dice, “manejan todos los asuntos de la vida ordinaria y las complejidades de la tecnología moderna con una lengua muy sintética, mientras que sus contemporáneos chinos se desempeñan con idéntica eficacia usando una lengua marcadamente analítica” (p.183). Alberto Escobar, peruano, en su libro Lenguaje y discriminación social en América Latina, destaca que es insostenible postular, desde el punto de vista lingüístico, que “una lengua sea inferior a otra, pues nada hay inherente a la estructura del lenguaje, que permita decir, sin falsear los hechos, que una es mejor o superior que las otras, o que las lenguas ágrafas carecen de estructura o de gramática” (p. 46). El español ronda los 400 millones de hablantes, y seguirá desarrollándose. La oficina del Censo de los Estados Unidos calcula que para el año 2050 habrá 98 millones de hispanos en territorio norteamericano y que para dentro de un siglo lo hablará uno de cada tres estadounidenses. La cultura de la lengua debe asumir el papel que le corresponde desde el hogar hasta el trabajo, desde la primera edad escolar hasta el uso en la prensa. Sus manifestaciones deben asumirse en los medios de comunica-

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ción como una responsabilidad frente a los núcleos sociales, con política clara, con realizaciones cotidianas, con orgullo de identidad nacional.

18 de mayo del 2000

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/Á/lvarez, Alv/á/rez o el acento en las mayúsculas Dejo constancia de haber recibido desde Moca una carta firmada por Daisy Isabel Acosta Gutiérrez, con el siguiente texto: “He quedado sin comprender el acento, que usted llama tilde, sobre la segunda a del apellido Alv/á/rez, que nunca antes lo había visto acentuado en ninguna de sus tres vocales. “Lo vi en un espacio pagado que publicó El Siglo el 31 de mayo último, página 16A. En la parte superior decía: Sr. Tony Alvárez, Presidente de... “El anuncio cubrió toda la página del periódico. Traía una foto, texto y el logo de la corporación que se menciona. “Cuatro veces se incluye el apellido Alvárez, siempre con la marca sobre la segunda á, forma que -repito- nunca había visto y que creo que hace que la palabra suene como llana: Al-vá-rez. “El acento en la palabra /contínuo/, tres veces, no me parece bien colocado. “Sé que su columna no es de preguntas y respuestas; pero he visto varias explicaciones suyas sobre acentuación ortográfica, muy detalladas y claras, y me he tomado la libertad de consultarle”. Tiene razón la señorita Acosta Gutiérrez. El anuncio desplegado a que alude contiene cuatro veces el apelativo /Á/lvarez con acento sobre la segunda /a/: Alv/á/rez. Suponemos que se trata del conocido apellido, que suena como voz esdrújula, con acento sobre la primera vocal, según he marcado más arriba.

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Por tener tres sílabas, esta palabra podría ser aguda (oxítona): Alva/ réz/, acento sobre la última, pero, según las reglas de acentuación, no se le marcaría. Para ser llana (paroxítona), habría de sonar con el refuerzo espiratorio y muscular de la articulación sobre la segunda /a/: Alvárez, como aparece en el espacio publicado. Si sonare así, ya sí cabe la tilde sobre la vocal mencionada, porque se trata de una palabra llana terminada en /z/ , y, en la escritura española, ese tipo de pronunciación reclama la marca del acento. Sin embargo, no creo que esa sea la pronunciación, sino: /Á/l varez, con elevación del tono de la voz sobre la primera sílaba, antepenúltima en el orden de la clasificación de las palabras según el acento prosódico, que se cuentan desde el final hacia el inicio de cada término. Luego, /Á/lvarez es una palabra esdrújula (proparoxítona), y a éstas siempre se les coloca la tilde. El apellido se menciona cuatro veces, casi dentro de un mismo texto. Dos veces es el mismo texto: a la cabeza y alrededor de la mitad de la página. Una vez es dándole la vuelta a la expresión, y una última mención está como pie de la fotografía que ilustra el espacio pagado. El manejo del modelo repetido o aproximado parece que fue un recurso para llenar el espacio. En otro orden, el hecho de que el adjetivo /contínuo/ aparezca tres veces con acento, sin necesitarlo, lleva a pensar que el redactor del aviso es inclinado hacia la tildación, que le reconoce utilidad. Sin embargo, continuo/continua no la necesitan, en razón de ser voces llanas que terminan en vocal. Al escribir, podemos confundirnos, porque contin/ú/o, contin/ú/ a sí lo llevan sobre la /u/, pero es a causa de disolver el diptongo, porque, de lo contrario, sonarían igual que la forma comentada. He retenido la siguiente preocupación para el cierre: Al escribir / Alvarez/, sin acentuarlo, en el uso y en la apreciación popular, lo mismo podría leerse /Á/lvarez ( por costumbre), que Alvar/é/z (regla de acen-

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tuación ortográfica). En seguida doy las razones: a) Por constumbre, leeríamos /Á/lvarez, esdrújula, porque es como conocemos su pronunciación, pero no lo haríamos por las reglas ortográficas. b) Según las reglas, si no le colocamos la tilde o virgulilla, deberá pronunciarse como aguda: Alvar/é/z, con acento sobre la sílaba final, igual que términos como sordid/e/z, locu/a/z, fel/i/z. ¿Qué explicaciones podríamos dar a esta situación? En verdad, tenemos la creencia de que las mayúsculas no “llevan” acento; ésta es una de las “falacias” en el orden de la escritura. La gente suele defenderse diciendo que es una regla dictada por la Academia de la Lengua. Pero no es cierto. La Academia nunca ha dictado una norma en tal sentido. Al contrario, la Corporación recomienda acentuar (tildar) las vocales, escritas en mayúsculas, que lo requieran según las normas de acentuación ortográfica. De eso he hablado en ocasiones anteriores.

29 de junio del 2000

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Utilidad de los signos de puntuación El presidente electo de Méjico, Vicente Fox, expresó el pasado domingo, el mismo día de su elección: “Hay chamba (trabajo) para todos a partir de mañana”, agregó, “y lo vamos a hacer con los priístas, que han estado a la altura, serios y profesionales...” Los priístas son los miembros del Partido Revolucionario Institucional (mejicano), que gobernaron en su país durante 71 años, ininterrumpidamente. Por tanto, es el grupo político al cual el candidato Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), tenía que derrotar. Esto que dijo el señor Fox lo he leído en el diario El Siglo, página 19A, lunes 3 de julio, año 2000: ELECCIONES: Termina 71 años de hegemonía del PRI Vicente Fox gana elecciones presidenciales mexicanas Cuando se dice, casi al término de un proceso electoral histórico, lleno de enconos, que el candidato recién electo ofrece trabajo para todos, incluso para “los priístas, que han estado a la altura, serios y profesionales”, ¿quiere decir: -con los priístas, que se han portado serios y profesionales (todos ellos); o -solamente con aquellos priístas que se han portado serios y profesionales? Una de dos. Pero ¿cómo lo sabemos? Si manejamos el código oral, podemos comprenderlo por las entonaciones y las pausas; por la forma de elevación y por el descenso del tono de la voz en la cadena hablada. En la forma escrita nos valdremos de los signos de puntuación.

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Desde la coma hasta los puntos suspensivos. Cada signo es una señal para el entendimiento, para la decodificación del mensaje. Si emito esta señal para el oído, donde /v/ y /b/ suenan iguales: la-(b) (v)an-de-ra, sin detenerme, sin cesuras, me pueden entender: a) que estoy indicando o /la bandera; b) que exhorto a la /lavandera/ para que haga su oficio. Al redactar habrá diferencias entre las consonantes /v/ y /b/, lo cual no podrá notarse en la realización oral. Sin embargo, al escribir deberé poner cuidado en la utilización de los signos de puntuación, para que la escritura refleje la entonación con que se supone que se ha emitido el pensamiento: -Lava, lavandera, es referencia a una persona que ejerce el oficio del lavado. Después del verbo colocaré una coma y escribiré unida la expresión siguiente /lavandera/, porque es una sola palabra. Lavandera, entre comas, es un vocativo, expresión que sirve para llamar, señalar a una persona. La frase: Lava la bandera, es un mandato para que alguien cumpla el trabajo de lavar /la/ /bandera/, el símbolo patrio. No requiere puntuación medial alguna y el sujeto queda sobrentendido: tú, segunda persona del coloquio. Si digo: De acuerdo con la ley No. 137 del 23 de abril de 1942, quiero decir que esta ley fue dictada (o promulgada) una especificación. Simplifico eliminando varios términos. No obstante, podría entenderse que existe otra ley 137, pero que es de fecha diferente. Parece más práctico que se emplee una coma: ley No. 137, del 23 de abril de 1942. Ahora la frase intercalada vale como una explicación, con lo cual se refuerza la eliminación de palabras, colocando comas antes y después de la proposición /del 23 de abril de 1942/. En la expresión Felipe es pelotero; su hermano /, / abogado, destacamos la supresión del verbo /es/ colocando una coma entre los dos últimos términos separados por la puntuación.

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Dos estrofas del poema “Ustedes y nosotros“, de Mario Benedetti: Ustedes cuando aman exigen bienestar una cama de cedro y un colchón especial nosotros cuando amamos es fácil de arreglar con sábanas qué bueno sin sábanas da igual. Sin sangría ni puntuaciones. Sólo puso mayúscula a la primera palabra y un solo punto (al concluir el poema); pero más nada en ninguna otra parte. Así lo usó Benedetti en la primera etapa de su creación literaria. Hace tiempo ha eliminado hasta este único punto final. Es un estilo que tuvo su auge. Se entiende su intención, su valor creativo en el arte; más, no es conveniente en el quehacer cotidiano y familiar de la escritura. Porque ¿cómo vamos a entender, entonces, si el recién electo presidente mejicano va a emplear a sus adversarios del Partido Revolucionario Institucional (PRI)? La clave está en la puntuación que utilicemos: a) No poner coma: Lo vamos a hacer con los priístas que han estado a la altura..., significa que tendrán empleos sólo los adversarios del partido oficial que se comportaron con altura. b) Poner la coma, tal como se publicó: Lo vamos a hacer con los priístas /, / que han estado a la altura..., quiere decir con todos los priístas, por que han estado a la altura, han sido, serios y profesionales... Una simple coma o la ausencia de ella cambia totalmente el sentido. Hay que tenerlo en cuenta.

6 de julio del 2000

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Habana / Havana Un acucioso lector escribe a esta columna para manifestar su inquietud acerca de si ha de escribirse: Café Ha/v/ana o Café Ha/b/ana. Carlos Rafael Núñez, de la ciudad de Santo Domingo, copia datos acerca de usos aparentemente contradictorios: /Havana Club: /Ciudad de La Habana/ Ron Havana Club/. Pormenoriza con otros datos y señala publicaciones donde, en este orden, ha podido detectar fallos y contradicciones. Llama la atención acerca de diferentes casos de yerros y contradicciones en una misma edición del periódico El Siglo, como es el empleo del nombre “Pau Dones” y “Pou Dones”, de quien dice que es un músico vinculado al grupo llamado “Jarabe de Palo”. Es corriente en nuestro medio que los nombres, generalmente escuchados y no confirmados -visualmente-, salgan con diferencias. El fenómeno llega tan lejos que existen personas con nombres adoptados a nuestra escritura, como: Genris por Henry; Jaivanjó/Jaivanjóe por Ivanhoe, tomadas de formas inglesas. Y, caso contrario, confusión fonético-ortográfica de Rosebel o Rosevel por Roosevelt, procurando trasladar las letras del apellido extranjero a la grafía española. /Habana/ es un topónimo, expresión con la cual individualizamos los sitios y las demarcaciones propias de la división territorial de un país, es decir los nombres propios de lugares. En principio, del topónimo deducimos los gentilicios que nominan origen geográfico o nacionalidad. De la denominación de Málaga derivamos el gentilicio malagueño(a), como de San Juan extraemos sanjuanero(a).

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Los topónimos nacen de una realidad en cada lengua; tiene un origen y una significación, tienen su historia y cuentan con su proyección a través del tiempo. Llamamos Cádiz a una jurisdicción de España, y el origen de su nombre se remonta la palabra Gadir, ciudad fundada por los fenicios en una época “anterior al primer milenio antes de Cristo”. Bajo el imperio romano fue llamado Gades. Más adelante se transformó en Cádiz. Este proceso favoreció el gentilicio “gaditano”, derivado de gaditanus (Gades), forma latina que equivale a natural, relativo o perteneciente a Cádiz. Como se ve, el topónimo puede pasar por varias transformaciones y en cada época, en cada lugar, en cada proceso se le dará el tratamiento conforme al genio del idioma que lo adopte y lo proyecte hacia el porvenir. Enfocado sincrónicamente ¿cómo podrá hacerse en un momento ¿Cómo podría escribirse y pronunciarse de igual manera en multitud de hablas tan diferentes? Más aún, en la presente etapa, de tanto intercambio y de tan múltiples recursos para la comunicación. Imposible que pueda existir una fórmula lingüística única, niveladora, para denominar una región, un país, una ciudad. Cada idioma, cada comunidad de hablantes adoptará las denominaciones que requieran para el intercambio. Y lo harán conforme a la índole del sistema que lo emplee. Lo que para nosotros es Moscú y los franceses, Moscou, será Moscow en inglés y sonará diferente hasta en ruso. Lo que es München en alemán, pasa a Múnich en español. Una localidad de Francia se llama Champagne; en español es Champaña. Nadie nos podrá someter a decir England cuando hemos adoptado Inglaterra. ¿Cómo nos podrían someter a decir y escribir United States of América a lo que hace tiempo hemos traducido como Estados Unidos de América o de Norte América? Podemos decir New York, pero nadie nos privará del derecho de escribir o de pronunciar Nueva York. Lo que es de una manera en mi lengua, se representa en forma diferente en un sistema extraño.

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Lo que el autor dramático francés Pierre Augustín Caron de Beaumarchais tituló Le barbier de /Séville/, pasó al genio y al habla de los italianos como Il barbiere de Siviglia. Lo que para nosotros es Sevilla, es Siviglia para los italianos y Séville para los franceses. Cada parla tiene su forma y su oportunidad para expresarse. Si se hubiese adoptado el topónimo en español, no se habría hecho con las características de los diferentes sistemas. Cada quien en su casa, cada quien en su oportunidad. Es importante que mi corresponsal, Carlos Rafael Núñez, se preocupe por estas diferencias. Ha/b/ana, con fonema bilabial, es la forma usual en nuestra habla, mientras que la escritura con labiodental Ha/v/a ana es la fórmula inglesa. El cambio de /b/ por /v/ resalta inmediatamente, pero no reparamos en la pronunciación, que en nuestro romano resultarán iguales las dos consonantes, lo que no sucede en la otra lengua. Ron Havana Club es un empleo ánglico que sirve para dar cierto relieve, rodear de prestigio ante el consumidor la bebida que se ofrece. Café Havana, con la /v/ foránea, pero con la estructura sintáctica nuestra; o la estructura extraña: Havana Café, es propiciar la oferta a través del idioma que es comercialmente más atractivo por el momento. En el litoral del mar Mediterráneo, que canta Joan Manuel Serrat, existe un cabo lindante entre Francia y España, que en francés se le llama Cerbere, escrito con bilabial /b/ y con un acento llano en la /e/ intermedia. En español se llama Cervera, con labiodental /v/, sin marcar acento y terminado en /a/. Algunas divergencias. Aunque el cabo se encuentra en la frontera de dos naciones, los nombres corresponden a lenguajes diferentes. Por eso se representan con diferente ortografía. Domingo 26 de marzo del 2000, en ruta Madrid/Miami. 17 de agosto del 2000

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“Back to School” Las temporadas sacan a relucir propagandas comerciales en todos los medios aprovechables de comunicación masiva, como una característica de la sociedad de consumo, que nos inclina y hasta nos perturba con sus mensajes envolventes. Enfrentamos ahora el inicio de clases, el retorno a las aulas. Dentro del año oficial, el calendario comienza con el día de San Valentín y concluye con las fiestas de Navidad, que se apropia de los primeros días del año. Y entre uno y otro extremo, cruzamos por la fecha dedicada a las secretarias, el día consagrado a las madres, el retorno a las clases y la tímida celebración del día de los padres. Y no olvidemos la estrategia de la penetración y de la interferencia lingüística, con los implantes de los últimos tiempos: “halloween” y “thanks-giving”, como predespedida del calendario y calentamiento para el final del año y de unos días del enero siguiente, dentro del plan de explotación comercial y de la anglización de la cultura de estos países dependientes. Precisamente, ahora resentimos los valores culturales, cuando pretenden incidir en la educación con el foráneo: Back to School, y hasta imprimen /S/chool, con mayúscula inicial, un modelo de la lengua inglesa que, de esa manera, tiende a destacar ciertos vocablos. Muchas tiendas, dedicadas a la venta de ropas y de útiles para la escuela comparten el llamado acerca del inicio de clases: De vuelta a clases con él... Súper Pola.

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De vuelta a la escuela, con el rayadito escolar (La Gran Vía). “ De vuelta a clases”, “De vuelta al colegio” y “De vuelta a la escuela” son calcos, traducciones o adaptaciones de la lengua inglesa, para provocar ventas fundamentadas en el prestigio del idioma que sirve a los que hegemonizan política, económica y militarmente. /Back/ es tanto como ‘espalda’, ‘atrás’. /To be back/ equivale a ‘estar de vuelta’. /Back to school/ es ‘estar de vuelta o volver a la escuela’. Pienso que las tiendas en territorio norteamericano deben cubrirse de estos cartelitos que señalan precios sobre los artículos con la leyenda “Back to School”, práctica tan extendida en Puerto Rico, medio que conozco. Llevamos la expresión a términos castellanos para conquistar un mentado “blanco de público” consumidor, en este caso, por necesidad imperiosa. Pero no todas las tiendas se manejan por ese estilo de sumisión y de monotonía. Una frase dominicana sería: ¡A las clases! que, gracias a Dios, uno de nuestros temas le canta así a la escolaridad: ¡/A la clase/, que ya es hora/ de empezar/ nuestra labor! A la escuela bien calzados, dice un anuncio de Plaza Lama, que también recurre a una frase muy criolla: ¡A estudiar se ha dicho! En la escuela todo niño es /Juguetón/, tienda del Centro Comercial Nacional. Y La Gran Vía oferta Súper especial de escolares/ con los mismos precios... Le basta con la palabra /escolares/: ni colegio, escuela, clase, regreso... ni “back”. Por suerte, el “back to school” no está tan extendido entre nosotros. Sin embargo, debe preocupar que algún sector del mundo mercantil pretenda importarlo, imponerlo. Lo presenta con letras bien grandes y, a continuación de la leyenda, incluye un:

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Bolso /D/eportivo Náutica (cuyo valor sugerido es de US$30.00) /P/or la compra de RD$2,000.00, con el anzuelo del valor del regalo expresado en dólares. Vale decir, pareja y mancomunadamente la anglización y la dolarización que, para el caso, es la misma cosa. Con todo, parece que, a pesar de la gran influencia norteamericana, buena parte del comercio es español o españolizado lingüísticamente hablando, o comprende el enfrentamiento de las culturas a través del lenguaje. En mis investigaciones para el libro Confrontación del inglés y el español en Puerto Rico (1971), en Santurce, avenida Ponce de León, 1060, un representante de la tienda “La Gloria” me explicó que ellos no acostumbran a poner letreros o cartelitos en inglés y que sus negocios son igualmente prósperos (p. 131). Pero no debemos soslayar el prestigio que cierto nivel de educación y de pensamiento atribuye a la lengua de los que hegemonizan sobre los pueblos sometidos a la influencia de los poderosos, y que, por tanto, en estos momentos prefieren o se dejan arrastrar por los signos del “dólar” y del idioma que lo sostiene. Calzados Payless se la juega entre una y otra fórmula. Nos estimula en español: Aprende con nosotros... Que aprendamos ¿qué?, si nos transportan en la gráfica de un autobús con un llamativo letrero que dice: Welcome BACK. Una de cal y otra de arena. Aunque no soy usuario de ciertos servicios, debo celebrar que un banco que ofrece /tarjetas de créditos/ para cambiar la figura (cirugía plástica), tan cuestionada en cierto sentido, tenga el valor de llamarse Banco Global, S. A., porque muchos de la nueva ola y de la corriente anglizadora habrían preferido llamarse: Global Bank... (con o sin el) S. A.

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Aunque les reconozco utilidades, no me entusiasmo con las tarjetas de crédito. Respeto a quienes se inclinan por la cirugía estética y doy mi apoyo a quienes la necesitan. Eso sí, reconozco los préstamos -válidos- dentro del lenguaje, pero me permito rechazar la interferencia y los usos innecesarios. Sólo aquello que es lógico, útil y pertinente dentro de un mundo que debe ser de intercambios con igualdad.

7 de setiembre del 2000

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Ynchausti/Incháustegui o el acento tiene sus bemoles /Incháustegui/ es voz esdrújula (proparoxítona) y a todas las esdrújulas se les marca el acento o tilde. Es esdrújula a causa de que porta la mayor carga tónica o refuerzo del impulso espiratorio y muscular en la antepenúltima sílaba, es decir, en la tercera sílaba, a partir de la final, que es como se tiene en cuenta para la clasificación según el lugar donde cada palabra lleve el acento. Si algo existe en la gramática española que permite dominar un área de la escritura es la acentuación ortográfica. Las reglas son pocas, sencillas y claras; fáciles de recordar y de aplicar. Sin embargo, nuestras páginas: cuadernos de clase, documentos de oficinas privadas u oficiales; redacción de abogados, de notarios y de otros profesionales; libros, periódicos, revistas etc. revelan ausencia, presencia y contradicciones en el empleo de la tilde. Recientemente he recogido la siguiente muestra: “Luis Ynch/á/usti era (o es) más un hombre de Medina [Danilo] que de Fernández [Leonel], aun cuando fuera este último quien pusiera en sus manos el dinero que repartió” (El Siglo, 17 de octubre del 2000, columna 1, página 6A). Y apenas este martes, en un recuadro con el título de “Investigaciones”, material que en la jerga de la prensa llamamos “despiece”, se repite: “...Bello Rosa (Procurador General de la República) aseguró que las investigaciones están bien avanzadas y que de las personas relevantes

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sólo falta por interrogar a Luis Ynch/á/usti...” (El Siglo, 31 de octubre del 2000, página 10A). Hay en esas utilizaciones paralelismo gráfico entre Ynch/á/usti e Inch/á/ustegui, con tilde sobre la misma vocal, lo que no representa necesariamente el mismo lugar, desde el punto de vista de la clasificación de las palabras en agudas, llanas y esdrújulas, y cuyas reglas de aplicación ortográfica nos llevarán a discernir acerca de si debo marcar o no el acento al apellido Yn/chaus/ti, que lo lleva en la penúltima sílaba, mientras que In/ cháus/tegui lo lleva en la antepenúltima. Alguien ha puesto, alguna vez, ese rasgo o rayita en peri/ó/dista y en peri/ó/dismo, por reflejo o analogía con el término peri/ó/dico, que es voz esdrújula, y, junto con las sobresdrújulas, siempre lleva virgulilla. Pero perio/dis/mo y perio/dis/ta son términos llanos, breves o graves (paroxítonos), en razón de que la mayor elevación del tono de la voz recae, en cada caso, sobre la segunda /i/, que es la vocal de la penúltima sílaba: /dis/. Por tanto, se trata de dos palabras llanas terminadas en vocal. Una regla de ortografía señala que deberá marcarse la tilde a las voces llanas que terminen en consonante: azúcar, ágil, césped; pero no a aquéllas que terminen en vocal o en consonantes /n/ o /s/, como periodismo/periodistas/escriben . Si retengo esta regla, podré recordar -deducir- que no debo poner la virgulilla sobre ninguna vocal de Ynchausti, porque: a) No es Ynchaus/tí/, palabra aguda (oxítona) terminada en vocal; b) No es esdrújula: /Ý/nchausti: Y=I; c) No es grave terminada en /r/, /d/, /l/ ni en otra consonante diferente de /n/ o /s/, sino que concluye en vocal; por lo tanto, no tengo que pintar acento alguno. A veces ponen acento a /bién/, porque se recuerdan de /también/ ; o a /pués/, porque tienen presente a /después/. Así varias más. Pero ni /

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bien/ ni /pues/ lo reclaman, por ser monosílabos; y /pues/, además es voz átona . Sin embargo, /más/, adverbio de cantidad, lo requiere a título de discriminación: para que no se confunda con la conjunción /pero/, empleo diacrítico, es decir, de excepción: No iré a estudiar esta noche; /mas/ , te enviaré el libro. Si pongo tilde a /ór/den (llana) es porque la confundo con /ór/ denes (esdrújula). Al pluralizar con /e-s/, se produce la elongación de la palabra: el refuerzo de la entonación está sobre la misma vocal, pero no sobre la misma sílaba. Puedo utilizar las palabras íntimo/intimo/intimó. Dos de ellas llevarán el rasgo sobre una de sus vocales: /í/ntimo (adjetivo) e intim/ó/ (verbo). La otra carece de esta señal: int/i/mo (verbo). No puedo, de memoria, poner o suprimir la marca, ni por capricho ni por descuido. Lo debo analizar: /í/ntimo es esdrújula, siempre lo lleva; intim/ó/ es aguda; en principio, todas las agudas de más de una sílaba, terminadas en vocal o en consonante /n/ o /s/ soportan la rayita; int/i/mo, primera persona, presente de singular del verbo /intimar/ , cuyos significados son ‘trabar amistad profunda’ y ‘notificar una orden por medio de funcionario competente’, no reclama el rasgo de la entonación, por ser palabra llana, grave o breve terminada en vocal. Un nieto de cinco años me pide: -Cribe Pólito. El niño quiere decirme: Escríbeme Hipólito, refiriéndose al presidente de la República. En verdad, hago lo que él me dice: Pólito. Y le pongo su rayita bien destacada sobre la primera /o/. Y el nieto, refiriéndose al acento, pregunta: -¿Qué letra es ésa? No encuentro rápidamente una respuesta adecuada a su entendi-

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miento infantil. Sólo pienso: ¿Por qué le dejo el acento si ha variado la palabra? Analizo y cuento sílabas de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Me doy la explicación y aún así no me quedo tranquilo. ¿Por qué mi preocupación? Por las tantas travesuras que se atreve con nosotros ese signo tan pequeño y ¡tal vez! tan insignificante.

2 de noviembre del 2000

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Disuadir/persuadir Persuadir es actuar para que una persona haga algo que nos interesa o creemos conveniente. Disuadir es aconsejar para que alguien no haga aquello que, entendemos, puede traer perjuicios o que no nos interesa que se realice. Es actuar con razones para convencer en uno u otro sentido. Lograr que se cambie de idea en relación con un asunto, que se piense o se actúe de otra manera, o que se deje de lado una actuación programada. Si una persona está proclive o adelanta que va a renunciar como miembro de un triunvirato de gobierno o de magistrado de la Suprema Corte de Justicia, dos actitudes divergentes podrían surgir en torno a esa situación o expectativa: -Algunos podrían actuar u opinar para que tal persona cumpla su promesa de dimitir del cargo de que se trata (persuasión); -Otros actuarían u opinarían para que tal voluntad, inclinación o decisión no llegue a concretarse (disuasión) Voy a entregarme a una aventura peligrosa, expuesta, pero importante, “auspiciosa”, “rentable”. Alguien pretenderá que debo hacerlo, que es importante para mi vida o mi carrera; tratará de persuadir. Pero otro opinará que tal riesgo no vale la pena, que se puede exponer mucho más de lo que se procura; tratará de disuadir. Recientemente Fidel Castro ha dicho en Caracas: “Ayúdenlo ustedes, persuádanlo sus amigos y pueblo. No les quepa la menor duda que sus adversarios tratarán de eliminarlo”.

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Se está refiriendo al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, inspirador, iniciador de transformaciones políticas, sociales y económicas en su país (El Siglo, Fidel Castro advierte sobre intentos de matar a Chávez, 28 de octubre del 2000, p. 19A). Persuadir: aconsejar, recomendar para que se cuide, para que proteja su vida. Tomar medidas, hacer, actuar en una dirección. Otro modelo: “El profesor Stavans tiene dos hijos: Joshua de ocho años de edad e Isaiah de tres. A ambos les está enseñando español e inglés y no los disuade, en lo más mínimo, a que experimenten y se comuniquen en espanglish” (Listín Diario, El profesor de espanglish, por Jorge Ramos Avalos, 28 de octubre del año 2000, p.19A). /Disuadir/. ¿Acaso está bien utilizada? ¿Debió escribirse /persuadir/ o /disuadir/? L. V., reportero de El Siglo, pone el verbo /disuadir/ correctamente en labios del Procurador General de la República: “...Bello Rosa (Virgilio) reiteró que el trabajo que realiza la Procuraduría tiene la finalidad de castigar los actos de corrupción como tales y disuadir esas acciones ilícitas contra los fondos del Estado (Prevención Corrupción investiga ex director Ceagana, 11 de noviembre del 2000, p.11A). Es un uso apropiado del verbo /disuadir/ contrariamente al del columnista Ramos Avalos, recorriendo, sabe Dios, por qué interferencia lingüística. En la novela La muchacha del Ideal Rosales, Pedro Mata, novelista popular español de las décadas de los años treinta y cuarenta (Editorial Tor, 6 de marzo de 1952, Buenos Aires, Argentina) traza los dos vocablos: “Esta seguridad acabó de persuadirla. Pasó el día muy contenta, charlando mucho, quizá excesivamente; en el fondo un poquito nerviosa. Al caer la tarde, conforme la luz se iba debilitando, se empezó a deprimir y pidió confesarse. Ricardo, temeroso de que este acto trascendental pudiera

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emocionarla demasiado intentó disuadirla; pero Manrique, que se hallaba presente, intervino: “- Nada, déjela usted; lo que ella quiera. A los enfermos no se les debe contrariar nunca en estas cosas. Si quiere confesar, que confiese.” Son dos momentos del manejo del pensamiento. En el primer orden, se trata de tranquilizar a una persona acerca de que no se iba a producir un acto de intervención quirúrgica; y la paciente fue persuadida (convencida) de que no le “abrirían el vientre”, sino que sólo le darían un “pinchazo”. Mientras que la acción de disuadir está dirigida a que no se produzca la confesión, acto trascendental en la precariedad de la salud de la personaje, próximo a morir . /Persuadir/ es convencer. /Persuadirse/ es convencerse, llegar a saber o creer algo con seguridad. Persuasión, persuasivo(a) persuasivamente, persuasor(a), persuasorio(a), son familias de este verbo. /Disuadir/ también es convencer, pero en dirección contraria, porque se trata de inclinar a alguien para que no haga una cosa, para que desista de hacerlo. Presenta un cuadro de familia de palabras similar a persuadir: disuasión, disuasivo(a), disuasivamente, disuasor(a), disuasorio(a). Un diccionario de sinónimos podría darnos estas posibles sustituciones del verbo persuadir: convencer, mover, decidir. Para disuadir nos ofrecerá: apartar, desaconsejar. Ambas voces serían presentadas como antónimas, una de la otra. Un diccionario corriente, muy popular, que estoy manejando para este punto de afinidades y desemejanzas, trae en la letra /p/ las entradas: persuasión, persuadir y persuasivo, con buena variedad de sinónimos, mientras que para disuadir sólo tiene esa única entrada. Persuadir incluye convencer, mover, decidir. Persuasión ofrece los sustantivos inducción y juicio. Persuasivo lo relacionan con sugestivo, seductor, convincente. No quiere decir que esa forma sea más rica que la otra o que tenga

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una estructura morfo-fonemática más apropiada para la utilización, sino que el hablante recurre menos a la forma disuadir, dueña del prefijo de negación, quizás por la tendencia y a la pro-acción del otro verbo. Playa Chiquita, Palmar de Ocoa, 5 de noviembre del año 2000.

16 de noviembre del 2000

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Gascue/Gazcue A Freddy Beras Goico, por su inquietud y por su sinceridad Primera parte Introducción: El establecimiento comercial de la calle Santiago, en esta ciudad, extiende constancia del dinero que usted ha avanzado al ordenar un trabajo, que deberá retirar en el plazo que se le indica en el comprobante entregado. Naturalmente, el documento indica la dirección del establecimiento: Calle Santiago No. XXX (entre Dr. Delgado y Pasteur) Ga/z/cue. Santo Domingo, República Dominicana. En una tarjeta de presentación del mismo negocio: Calle Santiago No. XXX (entre Delgado y Pasteur), Ga/s/cue, Santo Domingo, República Dominicana. Una diferencia en la escritura del sector donde está ubicado el local de servicios: una vez con /z/; la otra, con /s/. ¿Es Ga/z/cue o Ga/s/cue? ¿Por cuál me decido? En verdad, al principio me gustó Ga/z/cue. No sé por qué; no podría explicarlo. Pienso que esta predilección ha podido apoyarse en la presencia de la /z/ en mi primer apellido o, cuando menos, no me provocaría rechazo. Pero no lo sé, porque no ha sido consciente. No he tenido el orgullo de letra alguna, como sí le sucedía a un amigo de infancia, apodado Crucito, quien proclamaba con orgullo que su nombre tiene tres /z/: Cruz Féliz Muñoz. Y enfatizaba el fonema fricativo interdental sordo al final de cada nombre. Una vez leí o escuché de un reconocido investigador dominicano

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que ese apellido con /z/ prácticamente no existe en América; pero que uno podía encontrarse de vez en cuando con el apelativo de Ga/s/cue . Así comenzó mi preocupación con esta escritura y estuve inclinado por la forma con /s/. Por largo tiempo he sentido que yo mismo me debo este artículo. Mientras recogía datos, me iba afirmando en la creencia de que la utilización de la /z/ fue una práctica dominicana que se estableció por algún descuido en Santo Domingo desde la introducción de ese apellido. Tal vez fue por falta de información; quizás por preferencia local. A lo mejor operó la analogía y el paralelismo ortográficos, pues tenemos casos de Vásquez/Vázquez y de Velásquez/Velázquez. (Para mayor seguridad, consulte su guía telefónica). Gazcue/Gascue en publicaciones extranjeras: El primer instrumento al cual acudí fue a la Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, tomo XXV, editada en Barcelona por los Hijos de J. Espasa, Editores, 1924, que reposa en la biblioteca Juan Pablo Duarte, del Congreso Nacional, tomo que perteneció a un señor de nombre Rafael A. Espaillat (1925). En ese tomo se recogen las siguientes entradas: Gascue: lugar de la provincia de Navarra, municipio de Odieta, al norte de España. Gascue y Murga, Francisco: ingeniero, político y musicógrafo español nacido en San Sebastián en 1848 y muerto en el 1920. Gascueña: municipio de la provincia de Cuenca, al centro de España, que se supone fundada por algunos gascones que se establecieron allí. Gascuña: antigua provincia del suroeste de Francia, que tomó su nombre de Vasconia o país de los vascos. En el mismo tomo se recoge algo aproximado: Gás/q/uez: Los Gásquez era para aquella época una aldea de la

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provincia de Almería, municipio de Vélez Rubio, frente al Mediterráneo. Carezco de información acerca del significado de este topónimo. Ni en esa edición del 1924 ni en la edición del 1991 de la Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana se le da entrada al apellido con /z/. Tampoco en su Apéndice, A-Z, publicado en Madrid en el 1996. No aparece nada de esto en el Diccionario enciclopédico Quillet (1972), que he revisado, ni en el Diccionario de las Américas, de Plaza y Janés. No los acoge, en ninguna de las dos formas, el Gran Espasa ilustrado (1999). Tampoco los consigna el Pequeño Larousse ilustrado. A lo que más se aproxima es a Gascuña, golfo del mar Atlántico, entre Francia y España, más conocido como golfo de Vizcaya. En la parte correspondiente al léxico, Larousse incluye el gentilicio /gascón/, de Gascuña. Se trata de un antiguo ducado de Francia, que ya se mencionó, que hoy forma los departamentos de Altos Pirineos, Gens, Landas y parte de otras jurisdicciones. La capital del antiguo ducado era Auch. Se incorporó al Estado francés en el 1453. Gascue/Gascuña/gascón están ligados a la región del norte de España y al Sur de Francia. Gascueña, municipio de Cuenca, centro de la península ibérica, se cree que fue fundada por gascones (franceses). En ninguno de estos términos figura la escritura con /z/.

11 de enero del 2001

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Gascue/Gazcue Segunda parte Un estudio en la documentación dominicana: En el opúsculo Toponimia, publicado en el 1972 por la Sociedad Dominicana de Geografía, Carlos Larrazábal Blanco comenta que es digno de conocerse el origen de los nombres en la antigua ciudad de Santo Domingo, y explica que Ga/s/cue recibe esa denominación en memoria del /C/ontador Francisco Gascue y Olaiz, y ubica su ejercicio entre 1754 y 1780. En la obra Cesión de Santo Domingo a Francia (Correspondencia de Godoy, García, Roume, Hedouville, Louverture, Rigaud y otros, 1795-1802), Emilio Rodríguez Demorizi (1958) refiere una vez el nombre de Martín Gascue (p. 216) y varias veces el de Francisco Gascue (ps. 119, 124, 128, 130 y 131). La mención de Martín Gascue se encuentra en carta del 16 de junio de 1797 del gobernador de la isla, Joaquín García, mediante la cual informa a Manuel Godoy, Primer Ministro español, Príncipe de la Paz, que ha comunicado a Martín Gascue, teniente retirado, agregado a la plaza de Santo Domingo, “el permiso que la piedad soberana le concede para permanecer en esta Isla tres años después de la evacuación para vender los bienes que posee según se me manda por real orden del 22 de febrero de este año”. Se refiere a la evacuación de los españoles con motivo del Tratado de Basilea, cesión de Santo Domingo a Francia. Son once las menciones del contador oficial real, Francisco Gas-

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cue, y están contenidas en cuatro cartas que van desde el 11 al 30 de agosto de 1796, en medio de cuestionamientos acerca de la lealtad de don Francisco como súbdito español. En Invasiones haitianas del 1801, 1805 y 1822, el mismo autor (Editora del Caribe, 1955) menciona dos veces a Francisco Gascue (p. 125, nota número 45, y p. 131). En esa misma obra se menciona a Martín Gascue, en retiro, sustituido como “teniente de la Octava Compañía del Fijo” por Ramón de Paula o Ramón Gil. Ver nota 102, p. 231. En su estudio Manuel Rodríguez Objío (Poeta-Restaurador-HistoriadorMártir), publicado en el 1951 por la Editora Montalvo, Ramón Lugo Lovatón recoge (p. 251, nota número 163) un acta del Ayuntamiento de Santo Domingo, que contiene la resolución del 11 de octubre de 1926, mediante la cual una calle de esta ciudad recibió el nombre de Manuel Rodríguez Objío. El único artículo de dicha resolución expresa: “Art. único.- Denominar Manuel Rodríguez Objío la calle de esta ciudad, situada en el ensanche Gascue, hasta la fecha denominada (sin denominación)” (sic). La medida del cabildo está firmada por el vicepresidente en funciones, doctor Jacinto S. Mañón, quien fue el edil proponente, y por el secretario José María Pichardo. Todas las citas y menciones anteriores del apellido y topónimo están transcritas con /s/, tal como figuran en las obras citadas. Con todo, Ga/z/cue aparece en la p. 397 del tomo I de la obra Santo Domingo. Dilucidaciones históricas (1927), de Fray Cipriano de Utrera, publicada en edición facsimilar en el 1978 por la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, VI Feria Nacional del Libro: “... los Jesuitas fueron barridos brutalmente de España y sus dominios por real decreto secreto de 27 de Febrero de 1767, puesto en ejecución el 2 de Abril del mismo año, aunque suponemos que hubo retardo para su ejecución en esta isla, dado que hasta mayo no entraron en funcio-

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nes el Tesorero Gazcue y el contador Esparza (sic) al hacerse cargo de las temporalidades de los Jesuitas”. A pesar de la tendencia de las últimas décadas, la documentación histórica y el manejo de nuestros grandes historiadores aconsejan desacostumbrarnos de la práctica con /z/, puesto que las pruebas escritas se inclinan por la escritura con /s/. No obstante, tengo la percepción de que la mayoría piensa que la escritura es con la /z/. Pero hay vacilación. He dado fe de ello al inicio de mi exposición, con el caso de una entidad de comercio que autoriza Ga/s/ cue en un documento y grafica Ga/z/cue en el otro. Hice este comentario en el establecimiento de la calle Santiago, y una empleada, muy eficiente y muy amable con los clientes, leal, además, con su patrono, lo defendió con orgullo: -El señor Fulano es muy cuidadoso y muy exigente con todo lo que aquí se escribe. No lo dudo. No hay por qué dudarlo. No son culpas de él; ni siquiera son culpas de España. Mejor culpemos al tiempo, porque ese infeliz no tiene quien lo defienda en esta causa.

18 de enero del 2001

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En torno al lenguaje del presidente Hipólito Mejía Me complace la sencillez en el empleo del lenguaje. Me gusta la espontaneidad, la identificación con las formas propias del medio, la autenticidad de la persona que comunica. Creo que tenemos derecho a hablar con el léxico cotidiano, con los giros y con los refranes que matizan nuestro lenguaje. Hablar de sancocho, decir que alguien entró como perro por su casa, conjugar hubieron, cuando la gramática recomienda hubo; pronunciar inte/ r/perie, aunque lo correcto sería inte/m/perie, son características del dialecto de los dominicanos, que debemos analizar, valorar antes de condenarlas. Hay personas jocosas, ocurrentes, despachadas o desinhibidas de boca para soltar expresiones sin ningún miramiento: baboso, saquitos de poliéster, abogados de quinta; no hablen tantas pendejadas; Fulano se pasó de la raya; Zutano, que cuide su cartón; no le hago caso (a una protesta). ¿Por qué no lo hicieron hace cuarenta años? Hay quienes nacen inclinados para salir con ocurrencias; emplear un lenguaje llano o filoso, o que consideran que son más simpáticos o más efectivos con este tipo de lenguaje y con esta naturalidad o repentismos. Hipólito Mejía Domínguez, uno de los mandatarios que mayor simpatía ha despertado en los últimos tiempos, anda por esos caminos. Y la idea o la intención son válidas, sólo que todo tiene su momento y su nivel, y esto hay que comprenderlo. Porque a veces la espontaneidad rompe el saco. A ratos, el actual jefe del Estado luce agradable, sencillo, natural;

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provoca adhesiones. Y me gusta la gente así… Pero todo tiene un límite. Y en tan corto tiempo del mandato presidencial, me “inquieta grandemente ver a un hombre bueno, inteligente, técnico capaz, empresario exitoso [...] abordar algunos asuntos con términos que dejan mucho que desear”, tal como lo afirma el sociólogo Danilo P. Clime en el artículo “No me gusta como habla”, de su columna De vara y pendón, del diario El Siglo (p. 6B del 13 de febrero del 2001). Es decir, que con Hipólito tomo y dejo. Unas de cal y otras de arena. Cuatro años en ese trayecto sería una carga que difícilmente se acomode. Hipólito -en esa forma de nombrarlo llanamente, porque lo sentimos tan sencillo y tan cerca de nosotros- debe escoger las palabras, apreciar los niveles del habla, respetar las circunstancias y administrar los silencios ¡Administrarlos! ¡Cuánta sabiduría encierra esta expresión! Analicemos algunas ocurrencias: a) El mandatario se despacha con la prensa acerca de los posibles cambios en el gabinete para la fecha del 27 de febrero: “Ustedes, los periodistas, se meten porque les da la gana de meterse en todo, de intrusos”, aunque al final suelte una carcajada para paliar el juicio y el calificativo incluido (intrusos) y convertir su discurso en jocosidad. b) La reprimenda (o boche) adjudicada públicamente al doctor Guido Gómez Mazara, su consultor jurídico, que provocó que éste hiciera aprestos para retirarse del cargo por la forma en que el presidente reprobó que criticara la acción policial en contra de los médicos el pasado 13 de febrero; significar/le/ que ésas no son sus funciones y recomendar/le/ que “cuide sus cartones”, para luego decir que fue una acción de un padre hacia un hijo, y que todo padre puede hacerlo con su hijo en forma pública o privada, según lo refirió el funcionario afectado con la reprensión. Aparte de todo cuanto envolvió la forma del lenguaje utilizado, Hipólito debe advertir que, al recomendarle a Guido que cuide sus cartones, el público pensará que el consultor jurídico está fallando en algunos

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de sus deberes. Y esas especulaciones son gratuitas y no deben provocarse innecesariamente. c) En la columna “Citas que son Noticias”, página 2 de Última Hora del viernes 16 de febrero, se recoge esta declaración del representante del Poder Ejecutivo: “No conozco los detalles -de la declaración de Joaquín Balaguerpero no sé de dónde sale eso -la decisión de construir obras deportivas en el Parque Mirador del Este-; yo no he autorizado eso. Ahora, clase de ecología no me puede dar mucha gente”. El presidente debe tener en cuenta que toda expresión es objeto de interpretación, de diferentes lecturas; que cada frase puede envolver un metamensaje. Además, él mismo se ha quejado de que la prensa coloca a veces las declaraciones fuera de contexto. Publicado así (aquello de las construcciones en el Parque Mirador del Este), más de una persona entenderá que Balaguer no le puede dar clases de ecología a Hipólito. Balaguer es sereno; estudia, sobrestudia. Balaguer es coherente con su autoestimación y consecuente en sus determinaciones. Hipólito ha sido respetuoso y cordial con Balaguer. Ha admitido, directa e indirectamente, que necesita su apoyo. Hipólito debe cuidarse de la prensa; pero primero debe cuidarse de sus declaraciones tan espontáneas, sinceras y radicales. ¿O es que ya desamarró la chiva del patio de la casa número 25 de la avenida Máximo Gómez? Playa Chiquita, Palmar de Ocoa, domingo 18 de febrero del 2001.

1 de marzo del 2001

Rafael González Tirado

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Márketing/marketinero Primera parte

El anglicismo márketing, por ‘mercadeo’, se ha extendido en las últimas décadas dentro de nuestro idioma y parece imprescindible para ciertos usuarios, particularmente para los profesionales del área de negocios y actividades afines, como los publicistas, así como en las crónicas de la farándula y entrenadores en la disciplina. Está en los manuales, en artículos e informaciones de la prensa diaria, en las revistas especializadas y en la información general; en los programas de radio y en la televisión. En fin, márketing se hace sentir en donde quiera que se trate el tema de las acciones y de las técnicas que se basan en el estudio de mercado para establecer el sistema conveniente de comercialización y para estimular y satisfacer la demanda de posibles consumidores. En una columna sobre publicidad, el periódico Hoy, 15 de setiembre de 1995, p.2D): “... no son pocos los casos en que un hijo [...] intenta aplicar las nuevas corrientes de márketing y economía, encontrándose con la pared incólume del “viejo” (el padre) y sus estilos anticuados (pero que le han rendido numerosos millones de pesos y de dólares)”. Una opinión de un columnista se refiere a la inclinación sexual del cantante Ricky Martin: “...la revelación hecha en ese sentido [...] es parte del márketing de ese artista”.Se publicó en El Siglo del 12 de julio de 1999, p. 9C. Contamos con un Márquet TV, canal 14, de Telecable Nacional,

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y hemos disfrutado de la promoción que hacen varios centros de gerencia política para el Caribe y América Latina acerca del “II Curso Inten/c/ivo de Márketing Político”, que se celebrará entre fines de abril y principio de mayo en la ciudad de Miami. Es lógico que centros de esa ubicación no puedo hablar de su origen- incluyan el anglicismo en lugar de /mercadeo/. Pero deben cuidarse de no escribir II CURSO INTEN/C/IVO DE MÁRKETING POLÍTICO, con una /c/ que afecta nuestra ortografía. Con escritura a la inglesa, o si la adaptáramos al español, m/á/rketing es una realidad en cierto nivel de utilización en toda América y en España. Se le encuentra en el español general y a nivel técnico, correspondiente a la materia del mercadeo, mercadotecnia y mercadología. Se ha generalizado en nuestro medio llamar a admisión para cursos de /márketing/, término que da prestigio a las organizaciones y a los técnicos que lo emplean en este mundo neoliberal, de globalización y de libre comercio. Con todo, nuestras instituciones académicas llaman a inscripción para cursos de mercadeo, mercadotecnia, no con el otro lenguaje, y esto lo hacen por respeto a valores culturales entendibles y apreciables. Manuel Seco (Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, Espasa Calpe, novena edición, décima reimpresión, Madrid, 1995) introduce márketing, pero remite a la voz mercadotecnia. Fernando Lázaro Carreter, ex-director de la Real Academia Española, celebra que mercadotecnia, equivalente a márketing, se abra camino “aunque sea a paso de procesión” (El dardo en la palabra, Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores, Barcelona, 1997). En el Manual del español urgente (Ediciones Cátedra, Madrid, 1994), la Agencia EFE coloca “MÁRKETING” entrecomillado, y remite al vocablo mercadotecnia, preferido por el Manual, y lo define como conjunto de principios y prácticas que buscan el aumento del comercio, especialmente de la demanda, y estudio de los procedimientos y recursos de que se sirven”.

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Reconociendo la penetración del anglicismo, y contrariamente a como lo había hecho en el mencionado Diccionario de dudas..., Manuel Seco (y Olimpia Andrés y Gabino Ramos) en su magnífico Diccionario del español actual incluyen las voces márketing y marketizar, pero no remiten a ningún término español. Aunque sí nos ofrecen un singular y divertido ejemplo empleado por Manuel Vásquez Montalbán en su obra Los mares del Sur (1979): “Ejerce la prostitución como si preguntara la hora. Tal vez sea una nueva técnica del /márketing/ puteril”.

19 de abril del 2001

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Márketing/marketinero Segunda parte

Los lexicones de los últimos lustros dan cuenta del ingreso de márketing en nuestro vocabulario. No es término que se introduzca a través del nivel coloquial de la lengua, sino por la vía de la expresión formal, por el intercambio comercial y su cultura correspondiente, incluido el lenguaje. Es un préstamo que se difunde tan rápida y tan alegremente que no da tiempo para pensar en la necesidad de la utilización. Y se supone que aquéllos que lo emplean sienten orgullo de escribir o de pronunciar márketing, que les parece mejor que mercadeo. Con alguna frecuencia, un préstamo léxico se hace imprescindible. Ha sido así y es así ahora más que nunca. Se comprueba tan pronto dos lenguas entran en contacto. El fenómeno se siente desde que algo nuevo ingresa a una cultura que lo reclama o que se acomoda a la manifestación de lo foráneo. También sucede cuando el vocabulario afectado es débil lexicalmente en un determinado punto. Merc/a/do (español), m/á/rquet (inglés), tienen la misma raíz latina: mercatus. Este hecho favorece el intercambio. A lo largo de siglos, hemos podido desarrollar derivaciones en español: mercader, mercadero(a), mercancía, mercadería, mercaduría, mercaderil; mercadillo, mercadear, mercadista, mercante, mercadante; mercantil, mercantilizar, mercantilización, mercantilizable, mercantilismo, mercantilista, mercantilmente; merca, mercar, mercachifle, mercachiflería. Los neologismos: mercadeo, mercadología, mercadológico, mer-

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cadotecnia, mercadotécnico(a), mercadológicamente. Sin olvidarnos de mercenario y mercenariamente, que tienen la misma raíz. Y las construcciones: -tren de mercancías, el que sólo transporta géneros o productos, llamado popularmente ‘el mercancías’; -hacer o poner oídos de mercader: no poner caso a lo que se le dice. Cabe afirmar, en este punto, que la penetración del anglicismo no se debe a pobreza léxica del español, puesto que el idioma ha desarrollado multitud de palabras a partir del latinismo mercatus. Podría deberse a la identificación de la raíz de la cual se origina el vocablo en ambas lenguas, pero mucho más al prestigio del inglés frente a nuestro idioma en esta área de influencia del poder norteamericano. Un intercambio en la sede de la Real Academia Española, Madrid, 7 de marzo del 2000, trajo a cuento esta anglización. Fue en una sesión de trabajo para tratar acerca del proyectado Diccionario normativo de dudas, título provisional. Durante los debates, la doctora Ofelia Kovacci, presidente de la Academia Argentina de Letras, correspondiente de la Real Academia de la Lengua, sacó a relucir el uso en su país del término marketinero: -Una persona es (muy) marketinera cuando tiene habilidad para conseguir mercados; -Una obra de teatro o una película es marketinera cuando atrae mucho público. -Un actor o un cantante es marketinero cuando goza de popularidad y en sus presentaciones llena la sala. Así las cosas, aún con la asimilación de la /k/ en la escritura de valiosos diccionarios, hay que ir pensando en la adaptación a la ortografía española. En verdad, algo se ha hecho. Y, a lo mejor, mientras la doctora Kovacci explicaba acerca de la extensión del neologismo en su país, no estaba pensando en otra forma que no fuera en la escritura acomodada a

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nuestro uso: márquetin/marquetinero. El cantautor Eduardo Aute autorizó un dibujo con leyenda a su colega Alberto Cortez (1983), en el que le deja saber que: “La canción popular ha muerto a manos del márqueting...” Escrito de su puño y letra. Fue un paso la /qu/ en aquella época, aunque ya podamos atrevernos a suprimir la /g/ final del sufijo en inglés y marcar el acento sobre la / a/. Y no hay lugar para aspavientos, que muchas cosas faltan por ver, aunque ya los panameños se habían alarmado cuando se le dio entrada en la lengua a /márketing/. Así lo refirió doña Elsie Alvarado de Ricord, directora de la Academia Panameña, en el mismo encuentro de Madrid, que se celebró el pasado año. Habrá que averiguar si la entrada al diccionario era /márketing/ o si lo “desanglizaron” con acento en la /á/, con / qu/ y sin la /g/ final: /márquetin/. Faltan, llegan muchas palabras al idioma. Algunas son bien recibidas, otras no. Algunas enriquecen; otras... Necesidad y buen gusto intervienen en uno u otro caso. En este orden, la oportunidad del vocablo es esencial. Con todo, hay palabras que encandilan. Ya lo dijo Amando de Miguel, con su reconocida ironía, en el libro La perversión del lenguaje*: “El contenido de algunos términos es lo de menos cuando la sonoridad queda asegurada.” Así de débiles y de caprichosos somos los hablantes. *Colección Austral, Espasa Calpe, tercera edición, p. 29, Madrid, 1994.

26 de abril del 2001

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Un /accedio/ que no nos permite acceder Encuentro en la edición de El Siglo de este último domingo (18III-2001) /accedio/: ¿un neologismo o una escritura nueva para un término ya conocido? Está utilizado como sustantivo. Alguien (RP) pregunta: “Luz como tú manejas el /accedio/ de los hombres. Cuántos hombres promedio a la semana se te declaran..?” Son dos preguntas. En recta escritura española, dos preguntas reclaman, en principio, cuatro signos de interrogación: una interrogación inicial en cada uno de los inicios de la frase, e igualmente al final. En el párrafo citado sólo se coloca la interrogación final al término de la segunda frase. Debió estamparse el signo de interrogación inicial antes del como, que, a su vez, debió estar precedido de una coma y llevar tilde ( acento ortográfico). Procedía cerrar la primera pregunta (?) después de /hombres/; y ahí mismo abrir la segunda pregunta, antes del adverbio cuántos, interrogativo, que reclama la tilde. Es decir, que, en función interrogativa, cómo y cuántos deben distinguirse con el acento diacrítico, lo cual no se hizo con el primero de ellos. Recojo el dato en la tercera página (3A) del diario mencionado. Tiene las características de un espacio pagado que promocionan Remesas Vimenca, Western Union y este periódico. Se dice que esas preguntas fueron dirigidas a Luz García en un pro-

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grama de televisión. El nombre completo de la entrevistada es Luz Margarita Cecilia García Guzmán, una hermosa joven que trabaja para la pantalla chica. Se trata de una versión para la prensa escrita, tipo de trabajo iniciado este domingo sobre entrevistas que se hacen en un programa producido por Search solution, que se transmite todos los sábados por el Canal 23 de Telecable Nacional. Lo que más llamó mi atención fue el /accedio/. Si usted lo busca con doble /c/ en diccionarios, difícilmente lo va a encontrar. Se topará con acceder, que equivale a ‘consentir, convenir’; que no es lo mismo que asediar, asedio. Quizás lo contrario, porque /asediar/ es ‘importunar, molestar’. En la jerga militar o de guerra, equivale a ‘poner sitio a una plaza fuerte’. Entonces, el /asedio/ es ‘cerco, sitio’. También, ‘importunidad, molestia’. Uno encuentra varias palabras con /acce/ al inicio, como accesible, accesión, accésit, acceso y accesorio; pero no aparece aquella otra que motiva las reflexiones de esta fecha. El sentido de las frases citadas evidencian que, al transcribir las preguntas, hubo una desviación en la ortografía, y se cayó en el yerro de confundir la /s/ de asedio con las dos /cc/ de acceso, acceder. El periódico está claro en su capacidad y en su responsabilidad ante el lector, pues en esa misma fecha se emplean correctamente -desde el punto de vista ortográfico- el verbo asediar en sus inflexiones de participio/ adjetivo: 1.”Cansado de ser /asediado/ por La Jo, Cantinflas (la cursivas son de mi responsabilidad) cegó la vida de éste, quien lo requería como amante”. Lo emplea Tony Pina en el resumen de su crónica dominical acerca de “El crimen y su historia” (sección Enfoques, p.9F), con el título “Trágico final de una relación homosexual”).

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2.El “Aserrín” de la “Página de los lectores” (8B) de El Siglo, también inicia sus comentarios de la misma fecha: “El pasado jueves 15 de este mes, la secretaria de Educación, / asediada/ por las demandas de los profesores, en particular por el justo reclamo de aumento salarial...” Son utilizaciones en espacios de responsabilidad directa dentro del medio de comunicación. /Asediado/, en el primer caso, /asediada/, en el último, responden al sentido y a la grafía de la palabra en cuestión: ‘cercar, acosar, molestar’. Asedio es voz latina registrada en nuestra lengua desde el s. XV en el sentido de ‘cercar un punto fortificado’. Como ‘importunidad y acoso’, lo encontramos a partir del s. XIX. ¿ De dónde puede provenir el error de escritura que cambió la /s/ por /cc/? Quizás la informática (lenguaje de ordenador o computadora) ha dejado su influencia: accesar, que tanto se usa en esta materia. /Access/ es ‘entrada’ en inglés: accesar a un programa... De tal cruce de letras ha debido generarse el accedio a la señorita Luz García. Una cosa es hablar, explayarse verbalmente, y otra distinta es llevar los símbolos de la oralidad al código de la escritura. Simplemente estamos suponiendo lo que pudo suceder. Siempre hay una confusión, un “antecedente” en los errores ortográficos.

22 de marzo del 2001

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Usamericano/usaunidense Usamericano anda por ahí, como se dejan caer esas palabras. Aun sus pasos son tímidos e inciertos. A veces los neologismos tienen éxito, pero no se pueden imponer a los hablantes, sino que son estos últimos quienes deciden la suerte de la criatura. Ya no me acordaba de mi primer contacto con el vocablo. Lo encontré en El dardo en la palabra, de don Fernando Lázaro Carreter que, en un trabajo con el título “Afirmativo-negativo” (1984), comentaba esa expresión de los taxistas de su país para comunicarse con la central: “El operativo malagueño, la chica de la agencia, la central de los taxis…¡con qué rapidez se han adueñado del modo usamericano […] sustituir el yes y el not por no!” En el sitio donde he colocado tres puntos en medio de corchetes, el ex-director de la Real Academia Española de la Lengua hace la siguiente acotación: “…-gracias, José Ortega Spottorno, por la invención de este vocablo”.Vale decir, por el término usamericano. Lo marqué al leer su obra; lo registré en mis notas, pero muy pronto me olvidé de él. En aquel momento, don Fernando tuvo la información disponible: la invención del vocablo, atribuida a Ortega Spottorno. Sin embargo, luego surgieron materiales que dan cuenta de que el académico Emilio Lorenzo incluye el uso en su obra Anglicismos hispánicos (p.556) y agrega el dato de que Félix Rodríguez lo emplea (1991) en su libro Prensa y lenguaje político. La Real Academia Española ha pasado una consulta (Hoja lexicográfica) a todas las academias asociadas, acerca de si usamericano es voz cono-

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cida en los diferentes países representados en las instituciones locales. Intrigado -como decimos los dominicanos- por la utilización de dicha palabra, hice contacto con la Academia, la cual me envió material y me recomendó comunicarme con el académico Carlos Joaquín Córdova, director (presidente) de la corporación ecuatoriana. Fue de este colega de quien recibí la información de que el propio don Emilio Lorenzo, aunque señala que Félix Rodríguez incluye el término en su libro del 1991, en dato final reconoce que “usamericano es término adoptado por Córdova (Carlos Joaquín), passim en su libro “Un millar de anglicismos“. En efecto, alrededor del 1982, el maestro ecuatoriano había incluido usamericano en el manuscrito de su obra mencionada. Pero este trabajo de investigación es tan complejo que el propio Córdova no puede precisar si él mismo lo creó o dónde pudo haberlo recogido. Y anda ahora detrás de un antecedente que defina el origen del neologismo. El término ampliaría, sin discusiones, el renglón de los sinónimos de estadounidense, que es forma reservada para los habitantes del centro de /América/ del Norte, que tiene a Méjico al sur y a Canadá hacia arriba. Otros sinónimos, con diferencias de matices son yanqui y gringo. No discuto exactitudes, aunque norteamericano es de indudable impreasión, puesto que también lo son canadienses y mejicanos, y hasta los naturales de Alaska, en el extremo norte del territorio. Con todo, americano, gentilicio que “estos” mismos se han impuesto, y que en gran parte se ha aceptado en el resto del mundo, carece de validez, porque americanos somos todos los del continente. Por tal, en la canción Los americanos, de Alberto Cortez, o hay ironía -la cual abunda en su realización literaria-, o hubo necesidad de ajustar la medida de los versos a la extensión o tiempo melódico, ya que, al versificar-musicalizar, americanos tiene cinco sílabas; mientras que, si no introduzco sinalefa (ia) entre las vocales abiertas (ea): nort/e/americanos, tendría siete sílabas. Estad/ou/nidenses tendrá seis o siete, según que, en

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el encuentro /ou/ de la sílaba central /dou/ en esta/dou/nidenses, pronunciamos un diptongo o provocamos que se produzca un hiato (ou). Difícilmente empleo el sintagma Estados Unidos de América, sino Estados Unidos de /Norte/ América, sin dejar de sentir la impresión de que la frase se puede aplicar a otras naciones de la región norte del continente. Pero nos hemos acostumbrado a lo otro, aunque Estados Unidos de América son, además, Méjico, Brasil y Venezuela, oficialmente. El poema “Testamento gaucho”, de Claudio Martínez Payva (o Paiva), difundido por el declamador argentino el Indio Duarte, relata el momento en que el hijo recibe el carnet de identidad que, por la mayoría legal, lo convierte en ciudadano responsable de sus actos. El padre le refiere la dignidad y la nobleza que hereda como norma de sus antepasados, pautándole la conducta que deberá observar para honra de su ascendencia en cada paso de la vida. Al final le dice: Y si un día un extraño de su tierra/ le perdiese el respeto a su bandera,/ ahí, sí, dentre lo varón./ Nunca más hombre/ Nunca más firme/ el brazo y la conciencia./ Americano,/ americano por raza y por orgullo./ Americano a las malas o las buenas,/ caiga el que caiga/. Así llamen a su padre pa’levantar él mismo/ su osamenta./ Que el que mata o perece por su patria/ ha cumplido con las leyes de su tierra. Mi experiencia con el poema es a través de la grabación. Nunca he tenido un libro de M. Paiva a mi alcance. No sé, pues, si en la forma original se escribió argentino o americano. Por cuestión de identificarnos en la “Magna Patria”, o por interés del mercado del disco o del espectáculo, cabe magníficamente: americano, a la buena o como sea. Pero que nadie se confunda con esa identificación. Colocado en el poema, el vocablo no apuntará semánticamente hacia el norte hegemonizador. Se trata de nosotros, de los subdesarrollados, de los dolidos del tercer o ya casi cuarto mundo. Saludos -léxicamente- para el término que pugna por ocupar un lugar de mayor precisión semántica en nuestro vocabulario.

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Sea usamericano, sea usaunidense, que es otra propuesta que acabo de formular, que “flameen todas las banderas” por la identidad de cada patria bienamada.

31 de mayo del 2001

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M/é/lia, Mel/í/a, Meli/á/ o el acento tornasolado Recojo en un reportaje de Prensa Latina, autorizado por Jorge Smith: “Gato Barbieri lo descubrí por casualidad en el gran salón de actos del Hotel Mel/í/a Cohiba de La Habana. La lectura me hace cambiar la entonación de la palabra, pues me obliga a entonar el acento sobre la /í/: Me-lí-a. Estoy acostumbrado a la pronunciación aguda: Meliá, con refuerzo sobre la /a/: dos sílabas. El reporte me lo convierte en un trisílabo. El trabajo de Smith viene desde el exterior. Normalmente estos materiales llegan con menos despropósitos léxicos y ortográficos que los que ofrecemos aquí. No es que no se produzcan casos; pero son en menor número. Pienso si no seré yo el equivocado. Me están presentando Mel/í/ a-Cohiba: un primer nombre de reciente importación y un Cohiba prácticamente desconocido entre hablantes comunes. ¿Será el mismo Meli/á/ originado o difundido desde las costas del Mediterráneo de la península ibérica? Ya sé que cohiba es ‘tabaco’ en lengua indígena. Además, como he estado en ese hotel de La Habana, también sé que allí pronuncian Meli/á/, no como va escrito en la nota del señor Smith. En la escritura, este apellido se parece a Mejía, por el encuentro final de vocales /ia/, pero Mejía carga y marca el acento sobre la /í/. Se asimila a sufría, dormía, comía, María. De ahí puede venir la graficación equivocada. La escritura, señal para la vista, nos confunde a cada paso. Y

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a cada paso, o de vez en cuando, nos tropezamos aquí con la confusión. El Diario Libre, viernes 21 de mayo (2001) p. 23, reseña: “Alberto Cortez. El cantante argentino llegará el próximo domingo a territorio dominicano. El lunes tendrá un encuentro con los periodistas en el hotel Mel/í/-a”. Así, como Mejía, que, al disolver el diptondo /iá/, presenta el nombre como trisílabo y voz llana. En El Siglo, 16 octubre del 2000, p. 8E, Emely Tours promociona por: “474 US$, 3 noches, Hab. Doble en Hotel Melía, Santiago” de Cuba. El Listín Diario se responsabiliza, hace dos días (martes 7-VIII-01), de escribir Melía, en la promoción del II Seminario Desarrollo de Lectores Críticos (las negritas son del propio periódico), que ofrece su Plan LEA= Listín en la Educación Actualizadas. (p. 11C, seción LEA para Todos) Si de leer se trata, no pronunciaremos Meli/á/ sino Mel/í/a, igual a Mejía, salía... Aunque se escriba de esa manera, repito, solemos pronunciar Meliá, palabra aguda, de dos sílabas aquí y allá. Por cuestión de calco visual, de vez en cuando trasladamos la tilde hacia la /í/. Mas, no es tan frecuente variar la pronunciación. Lo raro es ver escrito este apellido sin tilde sobre ninguna de sus tres vocales. Algunas veces, en promociones turísticas, el nombre viene en mayúsculas, y ya sabemos acerca de la costumbre de no acentuar sobre las œ letras altas: HOTEL MELIA SANTIAGO Puede pasar inadvertido por aquello de la falsa creencia de que las mayúsculas no se acentúan. Empero, si vamos al rigor, no sabríamos si es M/é/lia, Mel/í/a o Meli/á/. Por costumbre, claro, sabemos que es Meli/á/. El oído no se confunde. Pero ¿qué sucede cuando es otra la circunstancia? He leído por los títulos de la prensa que CAROLINA LAO grabará un disco en nuestro país. Naturalmente, he tenido que leer L/á/o, con refuerzo sobre la /a/,

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palabra llana. Como leo muy pocas cosas sobre farándula, por el momento no me entero de nada más, ni siquiera de la verdadera pronunciación del apellido de Carolina. Más adelante escuché una emisión radial en la cual se pronunció el apellido: LAÓ, palabra aguda, con el refuerzo (y con la tilde) sobre la vocal final. Si me dan un título en mayúsculas: CREO ¿es cré/o o es cre/ó? En el caso de la escritura de HOTEL MELIA SANTIAGO 5 (cinco estrellas), El Siglo, 28 de noviembre del 2000, p. 12D, se podrá aducir que cero acento en las mayúsculas; pero seis palabras más adelante, se escribió en el mismo anuncio: BOLETO A/É/REO y TRASLADOS con el acento ortográfico correctamente sobre la primera /e/. ¿Por qué sí en AÉREO y no en MELIÁ? Son vacilaciones muy frecuentes en la escritura dominicana, que marcamos y de inmediato se nos olvida; similar a que ahora escribimos / L/ey con la consonante alta y luego la bajamos a /l/ey sin ninguna justificación gramatical en la diferencia; ahorita escribo: en el /M/unicipio de Santiago y a dos pasos consigno: en el /m/unicipio de Jarabacoa. Una promoción que recogí en la mesa de noche del hotel Suecia, en Madrid, escribe: Melia, mayúscula inicial y el resto en minúsculas, sin marca alguna de acentuación. Luego, sonaría /M/é/lia, voz llana con acento en la primera sílaba, aunque no se le marque. Hay, pues, un giro acentual en la escritura, que va desde M/e/lia, pasa por Mel/í/a y concluye en Meli/á/, en dulce tornasol de sonidos o de tildes. Estaba allí, en una publicación que localicé a dos pasos de la Real Academia de la Lengua, que no puede detener los caprichos ni puede desarmar las trampas de la escritura. En Madrid, La Habana, en cualquier sitio. No sólo aquí. En todas partes se cuecen habas. 9 de agosto del 2001

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/Rielar/ un verbo raro /Rielar/ es un verbo de poca utilización. Acaso uno se topó con él cuando leía los clásicos del siglo pasado o mejor aún en la Gramática castellana, de Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña, cuando estudiaba las oraciones coordinadas: La luna en el mar riela,/ y en la lona gime el viento,/ y alza en blando movimiento/ olas de plata y azul. Son versos de “La canción del pirata”, de José (de) Espronceda, poeta español del siglo XIX (1808-1842). Rielar vino a ser para mí lo mismo que ‘brillar’, y fue una palabra de mi vocabulario pasivo, es decir, que creí conocer su significado, pero que nunca lo empleé ni por escrito ni en la expresión oral. Por eso ha sido de dulce evocación que Ramón Emilio Reyes mencione la palabra en reciente entrega de El Siglo, titulada “El hogar en la poesía”: “Tristeza solidaria expresada en el movimiento marino donde parece flotar la leve luna que rielaba en las aguas de Espronceda enlazada en la lucha cósmica de la hermandad.” Pero poco antes me había sorprendido una utilización que apareció el miércoles 15 de este mes de diciembre en el Listín Diario, p. 19A, al comienzo del artículo “Educación y candidez”: “Con el rielar del tiempo en el tren que lleva nuestras vidas...” Sentí, en seguida, que me había quedado corto con el origen y el sentido del verbo, porque, aparentemente, el autor del artículo lo utiliza como el recorrido de un tren sobre los rieles que le permiten desplazarse, y

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con esa idea produjo una metáfora: el transcurso de la vida. Es un verbo de la primera conjugación, que se flexiona como el modelo (amar). No es de uso frecuente ni tiene dificultades para la conjugación. No significa brillar, que fue lo que pensé en mi primer contacto, allá por los fines de los años cuarenta o principio de la década siguiente. En verdad, significa exactamente ‘brillar con luz trémula’. En un diccionario de sinónimos podríamos encontrar posibilidades de sustitución: resplandecer, alumbrar, destellar, coruscar, relucir. Recordemos, sin embargo, que no existen sinónimos perfectos, y no es aconsejable extraerlos sin más ni más de las listas que ofrecen estas clases de diccionarios. El verbo se documenta en el idioma en el siglo XIX. Pertenece al lenguaje poético, vale decir, no es voz de la lengua general. Se puede localizar en los Ensayos de don Miguel de Unamuno, 1942, I, p. 575, y en Alejandro Casona, Flor de leyendas, R, C-97. Esto lo refiere Martín Alonso en su Enciclopedia del idioma, tercer tomo, N-Z. María Moliner (Diccionario de uso del español, tomo II, letras H-Z) da rielar como metátasis de rehilar, y lo supone equivalente a cabrillear, ‘temblar con el movimiento del agua una luz que se refleja en ella’. En el volumen II del Diccionario del español actual, de Manuel Seco y sus colaboradores, se registra la significación mencionada y se agrega la siguiente: ‘vibrar o temblar’ una cosa. Ahí se ofrece esta cita: “A pesar del sol se veían las llamas alzadas. Y los vapores del fuego que hacían rielar la línea del horizonte” (Francisco García Pavón, El rapto de las Sabinas, p. 130, 1969). Para la primera acepción (brillar con luz trémula), dicho Diccionario ejemplifica: “En la cubierta de proa rielaban los focos de faena, que habían encendido en el puerto (Ignacio Aldecoa, obra Gran sol, p. 33, 1957). Estuvo justificada mi sorpresa por la utilización del verbo rielar en

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el sentido de lo que transita sobre rieles, y su extensión poética, con el significado de transcurso o discurrir de la vida. La revisión en varias obras nos revela que el significado original es ‘brillar con luz trémula’. Más adelante ha pasado a completar su cuadro semántico con el sentido de ‘vibrar o temblar’. Entonces, en el autor del artículo “Educación y candidez” ha podido suceder una de estas posibilidades: a) Se confundió con la forma del verbo y lo asimiló a /rieles/, no a brillar, por la cual creyó que rielar es voz propicia, para referirse al transcurso de la vida; b) Asimiló el empleo en el nivel de habla de alguna región del país, quizás donde existen ferrocarriles, como en los centros de producción de azúcar, para significar que el tren corre sobre los rieles; quizás; o c) El autor quiso hacer poesía, más allá del nivel poético del verbo en cuestión, y creó el neologismo semántico para el empleo de su particular aplicación. Tal vez.

28 de diciembre del 2000

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Pascua / pascuilla Pascuilla, sustantivo femenino, diminutivo de pascua, significa primer domingo después del domingo de Pascua de Resurrección: El término /pascua/ se origina en el hebreo pesah, que originó en latín pascha. Pesah es el sacrificio por la inmunidad del pueblo. Fue la fiesta más solemne de los hebreos, que celebraban a la mitad de la luna de marzo, en memoria de la libertad del cautiverio de Egipto. En la iglesia católica, fiesta solemne de la Resurrección del Señor, que se celebra el domingo siguiente al plenilunio posterior al 20 de marzo. Oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril (Diccionario de la Real Academia Española). Es, también, el tiempo desde el nacimiento de Jesucristo hasta el día de Reyes, inclusive. Existen, pues, Pascua de Natividad y Pascua de Resurrección. El término sirve para dar nombre a cosas: Isla de Pascua. Hacer derivaciones: -pascual (adjetivo): perteneciente o relativo a la pascua: ciclo pascual, cirio pascual, cordero pascual; -pascuense: natural de la isla chilena de Pascua o lo que es perteneciente o relativo a esta isla. Origina también el adjetivo pascuero y da paso a locuciones como flor de pascua; tener cara de pascua, ‘estar alegre’; dar las pascuas, ‘felicitar para esa fecha’; estar como unas pascuas, ‘estar alegre y regocijado’; De Pascuas a Ramos o de pascua en pascua, ‘de tarde en tarde’; santas pascuas, frase familiar que significa que hay que conformarse con lo que sucede, con lo que se

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dice o con lo que se tiene. Estas y otras utilizaciones del vocablo /pascua/ es el resultado de la imaginería de los pueblos hispanohablantes a lo largo de siglos en el manejo del idioma, para expresar ideas e interactuar dentro del proceso del intercambio social. Los pueblos disponen de recursos para nombrar y calificar, expresar acciones y matizarlas con las complementaciones correspondientes. Talento e imaginación que permiten actuar en el seno de la sociedad en que se desenvuelven. /Pascuilla/ es voz que escuché desde hace alrededor de veinticinco años para nombrar un arbusto que florece esplendorosamente en la temporada de invierno. Ya para Navidad está cargado de flores blancas que, en su copa, apenas deja asomar el verdor de sus hojas pequeñitas y semilanceoladas. Sus flores blancas cubren el ramaje como un enorme copo de nieve. Su floración en el mes de diciembre inclina a los hablantes a denominar pascuilla a estos arbustos. Han derivado el nombre de la temporada en que estallan, pero más concretamente por la coincidencia de la aparición de las flores de pascuas que encienden su rojo vivo durante los meses finales del año y que son un símbolo de la Natividad del Señor. Comencé a notar las pascuillas en jardines de los ensanches del oeste de la ciudad para los años de la expansión, después de la Guerra de Abril. Abundaron en muchos jardines y aún las veo en unos cuantos, cimbreándose al compás de la brisa fresca que ha irrumpido en esta temporada. Algunas personas la llaman /pascualito/. Me atrajo su nombre por el procedimiento de asociación y derivación. No conozco cómo las llaman en la disciplina de la botánica, que muy bien domina el eminente profesor don Eugenio Marcano. Sólo asimilé lo que recogí en el seno del pueblo, que es quien forma el idioma, con su sabiduría y su imaginación, que asemeja, vincula, contrasta y denomina

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las cosas. El que tiene la última palabra en materia del lenguaje. Así, la palabra diván, que originalmente significó en árabe libro o registro público, pasa a significar reunión o asamblea, sala donde ésta se celebraba, banco acomodado para celebrar esas asambleas y hasta colección de poesías en lenguas orientales. O los campesinos de Granada, que llaman “buey de agua”, según recoge Gonzalo Martín Vivaldi, al río que se desplaza solemne y firme por entre las llanuras, cuando baja henchido en época de lluvias. O los campesinos de algún lugar de Andalucía que dicen que “Fulano y Zutana van a juntar las meaeras esta noche”, para decir, en su dialecto, matizado de imaginación y de metáforas, que la pareja se va a casar ... Con el idioma, todos los días, sin prisa pero sin pausa, como el poeta alemán. Con su aplicación, se crea y se aprende sin desmayos. No seamos como el estudiante pascuero, que iba a la casa sin falta, pero sólo lo hacía en ocasión de las pascuas y de otras fiestas. Sino como recomendaba Pedro Henríquez Ureña: Amigos míos, a trabajar.

30 de diciembre de 1999

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ÍNDICE GENERAL DEDICATORIA AGRADECIMIENTO PRESENTACIÓN SEMBLANZA INTELECTUAL POR LEOPOLDO WIGDORSKY NOTAS LA LABOR LINGÜÍSTICA DE RAFAEL GONZÁLEZ TIRADO, MANUEL MATOS MOQUETE

Lo peor de lo ‘peor’ Acerca de períodos y adjetivaciones ¿Quién vigila lo que se /ha/ de publicar en la prensa? ¿Quién redacta las esquelas mortuoria s? Las campanas del desconcierto Código oral y código escrito: falacias y tabúes Tres faltas de ortografía en una sola palabra El milagro de la tilde Álgido: una palabra caliente El /habemos/ que /habrá/ que /haber/ o la regularidad de una incorrección Involucrar Santiaguero/santiaguense/santiagués I Santiaguero/santiaguense/santiagués II Los códigos de la lengua al servicio de la comunicación electrónica De /mí/ para /ti/

7 8 9 11 13 15

25 29 32 35 38 40 43 45 48 51 54 57 60 63 66

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Los peores y los mejores: la “recurrencia” gramatical de cada año 70 Multitud/muchedumbre 73 Táctica y estrategia 77 Mis gazapos ortográficos: de Payeyo García al doctor Héctor Mateo 81 ¿Saber más gramática o poner más cuidado? 85 ¿Inte/r/perie o inte/m/perie? 88 Travesuras de la tilde 91 El papo vicioso: una experiencia lingüística en tertulia con Luis Carbonell en La Habana 95 Tres /solo/ y cuatro /si/ 98 Vigencia de la palabra como poder de comunicación 101 Lo puntual y lo no puntual en la puntualidad de la moda (primera parte) 105 Lo puntual y lo no puntual en la puntualidad de la moda (segunda parte) 109 Las travesuras de los nombres exóticos 112 De /Naco/ a /Samanel/: una lección lingüística 116 La palabra /diván/ o la dinámica de la palabra 119 Desapercibido/desprevenido/inadvertido (primera parte) 122 Desapercibido/desprevenido/inadvertido (segunda parte) 125 De sorteos de yipetas y la anglización de la lengua 129 Es correcto decir: ¿/un muerto diario/ o /un muerto a diario/? 132 El lenguaje de la patria 136 Las trampas del lenguaje machista 140 ¿Es Samuel Sosa uno de los peloteros /mejores/ pagados? 144 Halar y jalar 147 A sí mismo /así mismo/ asimismo 150 ¿Delen o denle? ¿Demen o denme? 153 De la semiótica de la imagen a la semiótica de la palabra 156 /Detentar/ como caso de impropiedad en el lenguaje 160 Le / les: la mayor confusión gramatical en la escritura dominicana (III variación) 163

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Le / les: la mayor confusión gramatical en la escritura dominicana (IV variación) El /comoísmo/ en el lenguaje coloquial dominicano Ribera/rivera Milly: ¿Eso e/j/ un palo? Ahí es /que/ prende Endijas, rendijas, hendijas y rehendijas Las incongruencias entre códigos de hablas diferentes. Desatinos de la publicidad El /leísmo/ en el lenguaje formal dominicano Leísmo, loísmo y laísmo Roque Barcia, Joaquín Balaguer y Leopoldo Wigdorsky Las repeticiones que condeno y las repeticiones que me condenan El /ronrón/ que le faltaba a Samuel Sosa ¿Idiosincra/c/ia o indiosincra/s/ia? La lección de las palabras pa/c/iente, in/c/ipiente in/s/ipiente y pa/s/ificación ¿A/g/üeducto por dislate o a/g/üeducto por convicción? La /a/ que nos enreda y la /h/ que nos pierde La expresión /he/ que la prensa carga a Joaquín Balaguer y a Luchy Vicioso Méjico / México: por la contradicción o la condescendencia (primera parte) Méjico / México: por la contradicción o la condescendencia (segunda parte) De Lis/teen/ a /Press/: las mil formas de anglización del lenguaje /Á/lvarez, Alv/á/rez o el acento en las mayúsculas Utilidad de los signos de puntuación Habana/Havana “Back to School” Ynchausti/Incháustegui o el acento tiene sus bemoles

166 169 172 176 179 182 186 189 193 197 200 204 208 212 215 219 223 227 230 234 238 241 244 247 251

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Disuadir/persuadir Gascue/Gazcue (primera parte) Gascue/Gazcue (segunda parte) En torno al lenguaje del presidente Hipólito Mejía Marketing/marketinero (primera parte) Marketing/marketinero (segunda parte) Un /accedio/ que no nos permite acceder Usamericano/usaunidense M/élia, Mel/í/a, Meli/á/ o el acento tornasolado /Rielar/ un verbo raro Pascua/pascuilla Índice General Índice de Léxico y Sintagmas Índice de Autores y Personas

255 259 262 265 268 271 274 277 281 284 287 291 295 307

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ÍNDICE DE LÉXICO Y SINTAGMAS -A-A/ ha/he: 219, 223, 224 -A Dios rogando: 89 -A sí mismo/así mismo/asimismo: 150 -Acento ortográfico: 45, 91, 238 -Acento Prosódico: 25, 47, 201 -Accedio/acceder: 274 -Accedo/accedian: 274 -Acentuación: 98, 251 -Acueducto/agüeducto: 215 -Acusativo: 86 -Adverbium: 133 -Adjetivo: 27, 29, 72, 134 -Adverbio: 27, 72 -Advertir: 123 -Ágrafa, lengua: 184 -Ahogarse: -Álgido: 48, 88 -Alvarez /Alvárez: 238 -Anciano: -Ánglicas, anglización: 129, 136, 234, 247, 248 -Anglomanía: 234, 247

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-Antónimas, palabras: 98, 257 -Apercibir: 123 -Apelativo: 239 -Apellido: 238, 259 -Apócope: 68, 98 -Árbitro: 136 -Articulación: 177, 186 -Artículo: 193 -Aspiración (o jota suave): 148, 176, 177, 178 -Átonas, palabras: 32, 86, 190 -B-Baca: 213 -Barbarismo ortológico: 89 -Bisílabo: 98 -Buey de agua: 289 -C-Cacofonía: 61 -Cadena hablada (morfonemática): 150 -Calco: 236 -Calco visual: 282 -Calificativos: 145 -Capacidad de convocatoria: 105 -Chopa: 117 -Célebre (valor prosodémico del acento): 46 -Cirio/sirio -Clob/club -Código escrito: 40, 42, 187, 241, 276 -Código oral: 40,42, 187, 241, 276

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-Colectivo determinado: 73 -Colectivo indeterminado: 73 -Coloquial, uso: 62 -Como: 169 -Comoísmo: 169 -Complementos directos e indirectos: 86, 193 -Comunicación de masas: 63, 64 -Consonantes sordas y sonoras: 205 -Consonantes sonoras simples y múltiples: 205 -Concordancia formal: 145 -Conectivo: 79 -Cópula o enlace: 179 -Corrección, grado de: 83 -Curas de idioma : 207 -Curriculum familiar: 35 -D– -Dativo: 86 -Decodificar, descodificar: 242 -Demen/delen: 153 -Desanglizar: 273 -Desapercibido: 122, 125 -Desapercibimiento: 122,125 -Desfasado: 105 -Desinencia: 133 -Desprevención: 122, 125 -Desprevenido: 122, 125 -Detentar: 160 -Diacrítico: 68,99 -Diacrónico: 75 -Diagramención: 202

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-Dial: 138 -Difuso: 110 -Digitador: 203 -Diptongación acentuada: 100 -Diptongo, disolver: 119, 239 -Disuadir: 225 -Dítonas (palabras): 153 -Diván: 119 -E-Eficacia del vocablo: 218 -Emisor: 40 -Enclítico: 86, 167 -Endijas, rendijas: 182 -Ense: Santiaguense: 57, 61 -Entonación: 242 -Esdrújulas o proparoxítonas: 44 -Español estándar o general: 39, 176 -Estrategia: 77, 248 -Etimología: 208 -Extranjerismos: 129, 131, 188 - F-Falacia: 40, 101, 240 -Fenómeno léxico: 111 -Figuración: 248, 289 -Filólogo: 177 -Folía: 105 -Fonema: 177 -Fotograma: 102

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-Frase: 179, 180, 242 -Frase preposicional: 165 -Furo: 88 -G-Galicismo: 110, 111, 122, 126, 127, 170 -Gascue/Gazcue: 259, 262 -Gazapos: 81, 83, 221 -Género: 244 -Gentilicio: 57, 230, 244 -Grafía: 112 Gramática normativa: 176 -H-Habana/Havana: 244 -Habemos, hubieron, habrán: 51 -Haber, usos de: 51 -Hábitos lingüísticos: -Habla popular: 217 -Halón-jalón: 147 -He: hechos de habla: 52, 223 -Hechos de lengua: 132 -Hiato: 279 -Homófonas/homógrafas/homónimas: 98, 213, 225 -Humos: 59, 103 -I-Idiosincrasia/idiosincracia: 208

-Implementar: 105

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-Inadvertencia: 122, 125 -Inadvertido: 122, 125 -Inchausti-incháustegui: 125 -Infinitivo: 125 -Intemperie: 88 -Intercambio desigual: 105 -Interferencia: 247, 250 -Involucrar: 54 -Isónimas, palabras: 210 -Iteración: 203 -J-Jalón: 147, 149 -Jonrón/jonronero: 144, 204 -Juntar las meaeras : 289 -L-Laísmo: 193 -Latín literario o sermo urbano:212 -Le, les: 163, 166, 168 -Lengua analítica: 236 -”Léder”: 129 -Leísmo: 189, 190, 193 -Lengua coloquial: 54 -Lengua estándar: 176 -Lengua general: 39 -Lengua progresista: 236 -Lengua sintética: 236 -Lengua de prestigio: 111, 138 -Lenguaje: auditivo, visual, táctil: 40 -Lenguaje escrito: 177

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-Lenguaje es forma: 47 -Lenguaje llano: 59 -Lenguaje machista: 140 -Lenguaje oral: 177, 226 -Lenguaje popular: 59 -Lenguaje no marcado: 142 -Lero, lero: 141 -Léxico/lexical: 141 -Lexicón: 62, 124 -Ley del menor esfuerzo: 215 -Líneas: 103 -Lipiria: 50 -“Listeen”: 234 -Locución adverbial: 130 -Loísmo: 190, 193 - LL -Llanas (voces): 46, 99 -M-Macarrónico, lenguaje: -”Marketing”, mar/q/uetin (marquetinero): 268, 271, 273 -Mayúsculas dominicanas (empleo): 289 -Meaeras: 289 -Méjico/méxico: 227, 230 -Mejor, mejores: 100, 74 -Meliá/Melia: 281 -Mensaje: 188 -Mensual, mensuales: 29, 132 -Mercadeo: 137 -Mercadotecnia: 137 -Metátesis: 285

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-Modelo escrito: -Monosílabo: 46, 99, 257 -Monosílabos pronominales: 46 -Morfema: 141, 220 -Muchedumbre/multitud: 56 -Multivocidad: 102 -N-Naco: 116 -Neologismo: 278 -Neutro, artículo: 193 -Núcleo: 70 -Número: 140, 141 -O-Oxítona/palabras: 47 -Ordenador/ computadoras: 202 -P-Palabras, fijación de las formas: 81 -Palo, eso un: 176 -Palabras tónicas o acentuadas: 199 -Papo: 95 -Parificación: 32, 77, 173 -Parónimas, palabras: 85, 216 -Paronomasia: 85, 216 -Paroxítonos: 45, 239 -Participio: 145, 220 -Pasificación: 242

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-Pascua, pascuilla: 287 -Patronímicos: 45 -Pedro por su casa: 88 -Peor, peores: 70, 144 -Perceptor: 130 -Persuadir: 102, 255 -Pluralización del adverbio: 145 - Predicado nominal: 226 -Prefijo: 208, 258 -Prender: (hí es que prende: 179 -Preposición: 32, 213 -Préstamo léxico: 139, 206 263 -“Press”: 234 -Prestigio del idioma: 234, 247, 249 -Prevenir: 123 -Proclítico: 86, 164, 167 -Pronombres átonos o inacentuados: 68, 164 -Pronombres personales átonos: 68, 91, 164 -Pronominal: 67, 85, 193 -Pronominales tónicos: 67 -Pronunciación: 246 -Punto de articulación (punto y coma): 36 -Puntuación: 242 -Puntuación medial: 242 -Puntual: 105, 109 -Puristas: 127 -Q -Que galicado: 179 -Quincenal: 133

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-R– -Régimen: 167 -Regla gramatical: 85 -Repetición (V. interación): 200 -Resonancia de los términos: 118 -Resolutar: 106 -Ribera/Rivero: 172 -Ribera/Rivera: 172 -Rielar: 284 -Ronrón/ronronero: 204 -S-Samanel: 117 -Saga: 105 -Semiótica: 156 -Semejanza fonética: 82 -Sangría: 242, 243 -Santiaguero, santiaguense, santiagués: 57,60 -Segmento: 93, 180 -Sermo urbano: 216 -Siglas: 65 -Significado: 65 -Sinalefa: 278 -Signos de puntuación: 241 -Sintagma: 135 -Sintagma nominal: 25 -Sufijo: 208 -T-Táctica: 77 -Terminación femenina:140

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-Terminación indiferente: 140 -Terminación masculina: 140 -Tildación: 45 -Tilde: 45, 99 -Tónico: 32, 41, 86 -Tónicas y átonass (palabras): 45 -Tonicidad: 45 -Topónimos: 57, 230, 244 -Transculturación: 139 -U-Un muerto diario o un muerto a diario: 132 -Usamericano: 277 -Usaunidense: 277 -V-Verbalización: 103 -Viejo - anciano: 102 -Vocablo: 102 -Vocativo: 242 -Voz átona: 45 -Voz culta: 209 -Voz tónica: 45, 190 -Vulgarismo: 126 -Y-”Yipeta”: 129, 131

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ÍNDICE DE AUTORES Y PERSONAS A Abel Hasbún, Amín: 84 Abreu, Adriano: 61 Alburquerque, Rafael: 84 Aldecoa, Ignacio: 29 Alonso, Amado: 9, 18, 195, 209, 292 Alonso, Martín: 56, 90, 232 Altolaguirre, Manuel: 70 Alvarado de Ricord, Elsie: 280 Álvarez, Isabel: 128 Álvarez, Nancy: 69, 70 Allende, Isabel: 138 Ariela: 92 Aristy Castro, Amable: 110, 118 Aristy Rodríguez, Carmelo: 98 Arvelo, Álvaro (hijo):147 Aute, Eduardo: 280 Aybar Sánchez, José Andrés: 84 Aznavour, Charles: 46 Azorín: 47 B

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Báez, Buenaventura: 31 Balaguer, Joaquín: 30 Barceló, Juan: 96 Barceló (Ron): 25 Barcia, Roque: 78, 200, 202 Beltrán, Alberto: 98 Bello, Andrés: 73 Bello Rosa, Virgilio: 263 Bencosme Ruiz, Sergio Arturo: 45 Benedetti, Mario: 83, 298 Beras Goico, Freddy: 98 Blackwell, Richard: 27 Blanco, Andrés Eloy: 207 Bosch, Juan: 18, 193 Burke, Edmund: 235 C

Caamaño, Francisco Alberto: 35 Cámara de Diputados: 195 Campillo Pérez, Julio G.:61 Candelier Tejada, Pedro de Jesús: 48 Carpio Durán, Francisco: 163 Carbonell, Luis: 95 Cartagena Díaz, Patricio: 192 Casona, Alejandro: 293 Castro, Fidel: 263 CDN (Transmisión de Radio y TV): 219 Céspedes de Lockward, Noris: 260

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Céspedes Peña, Luis: 62 Cerbere/Cervera: 252 Campange/Champaña: 252 Chávez, Hugo: 263 Chile, Santiago de: 60 Clime, Danilo P.: 273 Codetel: 225 Córdova, Carlos Joaquín: 285 Corporán, Rafael: 30 Cortez, Alberto: 126, 178, 280, 286, 289 Corripio, Fernando: 113 D Decamps, Hatuey: 80, 82 Defilló, Bernardo: 84 Deñó viuda Caamaño, Enerolisa: 35 Díaz, Jorge: 191 Duarte, El Indio: 286 E Elías, Michael: 29 Erskine, Carl: 109 Escobar, Alberto: 241 Escuela de Periodismo (Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD): 214 Espinal, Fulgencio: 225 Espronceda, José de: 293

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F Fabio/Favio: 176 Favio, Leonardo: 86, 186 Fernández, Félix: 59 Fox, Vicente: 246 Fulbright, Wiliam: 117

G García, Joaquín: 269 García, Luz: 28 García Lorca, Federico: 122 García Márquez, Gabriel: 232 García Troncoso, Lorenzo: 84 García Troncoso, Payeyo: 84 Garcilaso de la Vega: 77 Gascue/Gazcue/Gásquez: 266 Gascue, Francisco: 269 Gascue, Martín: 269 Gascuña: 268 Gatón Arce, Freddy: 78 Gautreaux, Francisco Ricardo (Cano): 163 Genris-Henry: 269 Global Bank: 259 Godoy, Manuel: 269 Gómez Mazara, Guido: 273 González Ruiz, N.: 128 González Tirado, Fernando: 147

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Gregory Torada, Nuria: 206 Grullón viuda Rodríguez, Generosa: 36 Grupo Ramos (La Sirena-Pola): 204 Guerra de Abril (1965): 296 Guerrero, Vladimir: 170 Guiliani, Rudolf: 173 H Habana/Havana: 250 Henríquez Ureña, Pedro: 60, 62, 63, 195, 200, 209, 234, 236, 267, 297 Hernández, Frank Marino: 117 Hernández, Miguel: 35 Herrera, Hipólito: 115 Herrera, Rafael: 65 Hockett, Charles: 241 I Incháustegui, Arístides: 84 Incháustegui-Salvador: 84 Incháustegui-Inchausti: 278 J Jackson, Phil: 159 Jaivanjó/Jaivanhoe: 250 Jerez Jorge, Ramón: 163 Jiménez, Juan Ramón: 69 Joubert, Alexander: 49 Juan viuda Pichardo, Josefina: 55 Juárez, Benito: 23

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K Kaline, Al: 103 Kovacci, Ofelia: 279 L Lamarche Soto, Rogelio: 84 Larousse (Enciclopedia): 232 Larrazábal Blanco, Carlos: 207 Lázaro Carreter, Fernando: 163, 173, 199, 276, 284 Lebrón Saviñón, Carlos: 98 Lebrón Saviñón, Mariano: 99 Leiba/Leyba: 176 León Marte, Pedro de: 121 Lima, José: 170 López García-Molins, Ángel: 57 López, Milena: 155 López Villanueva, Toribio: 31 Lora, Félix Vinicio: 75 Lorenzo, Emilio: 25, 270 Lugo Lovatón, Ramón: 270 M Machado, Antonio: 118, 191 Málaga /San Juan/ Cádiz (“gaditanos”): 251 Marcano Fondeur, Eugenio: 57, 296 Marchena (ingeniero): Mata, Pedro: 263 Mateo, Héctor: 85

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Martin, Dean: 73, 74, 148 Martin, Ricky: 275 Martínez Paiva (Payba) Carlos: 286 Martínez, Pedro: 169 Martino, Antonio: 113 McGwire, Mark: 68 Maxton, Ashinde: 117 Mejía, Hipólito: 260, 272 Méjico/México: 232, 235, 293 Méndez, Luis: 61 Mieses Lajara, Ángel: 84 Miguel, Amando de: 280 Moliner, María: 48, 50, 57, 125, 127, 130, 293 Monción, Benito (Gral. Restaurador): 36 Montero, Lourdes: 99 Moreno de Alba, José: 127, 129 Moscú/Moscow: 25 Mota Ruiz, Alfredo: 55 Multicentro Churchill: 204 N Navaro Tomás, Tomás: 78 Neruda, Pablo: 107, 193 Nolasco, Antonio: 92 Nueva York/New York: 252 Núñez, Manuel: 214

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O Olea Salazar, Catalina: 228 Ortega Spottorno, José: 284 Ortografía de la Lengua Española: 236 Ovalles, Rafael: 76

P Pabón/Pavón: 176 Panero, Leopoldo: 37, 70 Patín Maceo, Antonio: 92, 98 Peña Gómez, José Francisco: 18 Perales, José Luis: 71 Pérez de Castillo, Carlos: 56 Pérez, Rafael: 31 Perry, Alonzo: 84 Piazza, Mike: 166 Piera, Nuria: 206 Polanco, Felipe (Boruga): 69 Puerto Viejo: 29 Puello, José Joaquín: 84 Pujols, Mignolio; Latour Batlle, Gustavo: 105 Q Quillet, Enciclopedia: 60 Quixote: 234

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R Ramírez, Verutidio M.:232 Reyes, Alfonso: 244 Reyes, Ramón Emilio: 292 Reynoso, Modesto: 109 Ribera Chevremont, Evaristo: 175 Ribera, José: 175 Rodríguez, Félix: 285 Rodríguez, Rafael: 63 Rodríguez Demorizi, Emilio: 60 Rodríguez Objío, Manuel: 270 Rodríguez Pimentel, Héctor: 36 Roedor, El (Aristófanes Urbáez) 75, 215 Romero, M. Carmen (Agencia EFE): 50 Ronchi March, Carlos Alberto: 78 Rosario, Rubén del: 53 Rosebel/Rosevé, por Roosevelt: 250 Rosenblat, Ángel: 78 S Safir, Howard: 193 Sainz de Robles, Federico Carlos: 57, 77, 78, 82 Salinas, Pedro: 29 Sánchez, Margarita: 99 Sánchez, Olimpia: 99 Santana (Gral.), Ramón: 31 Santamaría, Francisco J.: 127, 237 Schéker Ortiz, Luis: 47 Seco, Manuel: 164, 235, 276, 277 y colaboradores; 168, 170 y 173

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Selman, Lissette: 56 Sierra, Justo: 237 Silvestre, Sonia: 98 Sistemas: Braille/Morse: 41 Socías (†): 84 Sosa, Samuel: 147, 154, 170, 189 Suárez Martínez, Diego: 109 Sued, José Enrique: 62 T Taylor, Elizabeth: 148 Tejada Castillo, Ángel: 163 Tejera, Juan Nepomuceno: 31 Torre, Guillermo de: 122 Travieso, Virgilio: 84 Troncoso Cuesta (Chiqui): 84 Trujillo, Petán: 98 Trujillo Radhamés: 98 Trujillo, Rafael L: 18, 67, 98 Trujillo, Ramfis: 98 U Unamuno, Miguel de: 57, 277, 293 Urbáez, Aristófanes (El Roedor) ver: 75, 213, 215 Uribe, Max: 129

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V Valdés Bernal, Sergio: 113 Vaquero, María: 127, 129,130 Vásquez/Vázquez/: 267 Velásquez/Velázquez/Gascue/Gazcue/Gazque: 266, 267 Vicioso, Abelardo (Papo): 99 Vicioso, Luchy: 227 Vilela, Alejandro: 99 Vivaldi, Gonzalo Martín: 297 Vivant, Michel: 120

W Wigdorsky, Leopoldo: 23, 194, 195, 201 X Xamaica, Quixote, Texas: 234 Y Yipeta: 130

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Este libro Palabras para Compartir del Dr. Rafael Gonzáles Tirado se terminó de imprimir en el mes de Septiembre 2008, en los talleres Somos Artes Gráficas Tel.: 809-596-8239 • Fax.: 809-699-2993 E-mail: [email protected] Sto. Dgo. Rep. Dom.

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Porque si no, ¿cómo vamos a quedar si escribimos que la familia que perdió su casa a causa de un incendio, se quedó con sus ajuares a la interperie; o cuando tantas veces nos sale en las crónicas idiosincra/c/ ia con /c/, como si cra/c/ia fuera un segundo componente, sinónimo, como tal, de democracia y de otras terminaciones del mismo origen, cuando /idiosincrasia/ se descompone en: idios=propio, y sincrasia=temperamento. Vale decir, que el segundo componente, sincrasia, no tiene nada que ver con cracia, que significa ‘gobierno’. En lenguaje del pueblo, habla común, hemos pronunciado /interperie/. Fue tanta la confusión que casi nadie se daba cuenta de que el vocablo tiene que ver con lo que está expuesto a la naturaleza, a la inclemencia del tiempo. Además, aparecía escrito profusamente en la prensa nacional. Pero eso ha cambiado por el esfuerzo y la influencia que ejerce el aula. Es difícil ver hoy en la prensa /interperie/, porque en verdad, terperie aleja la palabra de su etimología, que tiene que ver con tiempo. Luego, no debe ser te/r/perie, ni no te/m/perie: in/tem/perie. La palabra puede tener o puede pasar por más de una forma de ortografía, pero no puede tener todas las formas que a mí me complazcan o que me dicte mi negligencia. Bien es cierto que una lengua ágrafa tiende a la dispersión, a las variaciones dialectales, a transformaciones que provocan un estado de incomunicación entre poblaciones diferentes. Contrariamente, la escritura propicia la fijación del idioma y, por tanto, la unidad entre los hablantes. Se entiende, sin embargo, que siempre habrá diferencias regionales, niveles sociales entre quienes emplean el mismo código de lengua. Con todo, la variedad dentro de la unidad es matización, estímulo creador, lo cual debemos atender, sin llegar a excesos, sin caer en desviaciones. Quien comunica para un vasto público, y todo aquel que acude al código escrito, debe cuidar este nivel de expresión. La gente suele defenderse:

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Lo vi en la prensa. Nuestra negligencia no debe ser escudo para los dislates. Nuestra responsabilidad es trabajar el lenguaje profundamente, cuidadosamente.

24 de diciembre de 1998

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Las incongruencias entre códigos de hablas diferentes. Desatinos de la publicidad Desde el primer momento encontré difícil ajustar una propaganda comercial en la forma en que apuntó la promoción del cambio de nombre de los electrodomésticos Gold Star por el nombre de LG. Voy a la interferencia de idiomas que arrastraría todo el plan, según la estrategia que asomaba. El ciudadano común pronuncia gol-tal. ¿Pronunciará algo distinto a ele-ge? Me preocupó todo el cuadro a considerar porque se usa un pareado macarrónico: ¡Qué jonróndi /con/ el-yi/, que implica términos y pronunciaciones de dos lenguas distintas (español e inglés). Dentro de una misma lengua existe el problema, no bien asimilado todavía en la escuela dominicana, de dos códigos distintos: el código oral y el código escrito. ¿Qué pasará con el encuentro de dos idiomas diferentes? ¿Qué le dice al radioescucha la expresión /el-yi/, que busca una rima fácil y pegajosa por la consonancia con el verbo /di/? Sucede también con el anuncio para la televisión, aunque hay ciertos indicios porque ahí presentan las letras LG, para que se pronuncien en inglés: la nueva marca de las mercaderías que hasta hace poco se llamó de aquella otra manera, también en inglés. Sin embargo ¿cuántas personas ligan de inmediato ese “logo” LG, de la promoción asignada a Samuel Sosa por la coyuntura de sus cuadrangulares en la temporada pasada de la pelota norteamericana? No sé como Sosa podrá articular el inglés. Pero en español necesita corregir algunas cosas.

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Tampoco sé por qué el cambio de marca de Gold Star por LG, que no conmueve a nadie, porque ni siquiera se pronuncia en español y la mayoría no identifica esas letras con lo que suena en labios de Sosa. El cambio puede ser por interés de estrategia comercial; pueden ser cuestiones legales relacionadas con algún conflicto de nombres de marcas en el país de origen... No interesa. Interesa, sí, la interactuación del hablante en la República Dominicana, cómo se elaboró el mensaje y cómo puede ser de/s/codificado por el perceptor. En el nivel visual de la promoción, el logo se ve en la franela con que se presenta el beisbolista, bate en manos; también en la cachucha que usa para el anuncio. En la página 15A del Listín Diario del viernes 9 de abril en curso, el toletero de San Pedro de Macorís autoriza la expresión: ¡¡Que Home Run Dí Con LG!! Trae doble signo de admiración, como énfasis; mayúscula inicial en cada palabra; una escritura de LG que pocos dominicanos van a hacer rimar con /di/; un /di/ con acento ortográfico que le vendría mejor al / qué/ exclamativo y en una página de la sección “La República”. Algunas personas leerán /ome run/, en lugar de /jonrón/; es entendible. Y la mayoría leerá, cuando menos de primera intención, que Sosa dio el toletazo con /ele-ge/. Porque ¿quién que lea en español va a leer otra cosa? ¿Qué es /ele-ge/? ¿La marca de un “bate”?; ¿un energizante? En todo idioma se escribe de una manera y se habla de otra. Se escribe /que/ pero se pronuncia /ke/; se escribe /hon-ra/ pero se pronuncia /on/rra/; se escribe /guitarra/ pero la /u/ no se pronuncia. Uno es el código escrito y otro diferente es el código oral. Imagínese qué sucede cuando pasamos a hacer propaganda comercial, -publicidad, como se dice con el cruzamiento de códigos de dos lenguas distintas. Y como añadidura, en un país con problemas sensibles en la educación formal y con deficiencia de cultura general y de dominio de lenguas foráneas.

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El manejo de dos versos, llamados dístico o pareado, para fijar el contenido de un mensaje, es un recurso eficaz que se usa con frecuencia. Algún poeta ha dicho: No definas la rosa:/ hazla sentir en el poema. Y nada menos que Antonio Machado: El que espera desespera./ ¡Qué verdad tan verdadera! Y en la política criolla: Con Jacobo / ganamos todos. Diferente a los demás / pero igual que tú (Roberto Salcedo). Y la última oferta es: ¡¡Que Home Run Dí/ Con LG!! (sic). ¿Con LG o con /el-yi/? Depende del código. ¿Del código oral o del código escrito? ¡Depende del código! ¿Cuántos entenderán a derechas cuando oigan en la radio o en la televisión esa marca hecha sonido? ¿Cómo de/s/codificarán? ¿Qué destino darán al mensaje? O cuando lean en la prensa las letras LG, mayúsculas y protegidas por doble signo de exclamación final ¿producirán el efecto deseado?

15 de abril de 1999

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El /leísmo/ en el lenguaje formal dominicano Algo llama mi atención en la despedida de una carta que recibo desde Chile: /Lo/ saluda afectuosamente. La escribe Patricio Cartagena Díaz, fiscal en la Comisión Chilena del Cobre, Dirección Jurídica. Lo hace en agradecimiento por haber recibido mi libro acerca de Técnicas para la redacción de leyes, del que me afirma la utilidad para el enriquecimiento profesional de los abogados. Pero ese no es el tema. Mi curiosidad se concentra en el empleo del acusativo (complemento directo) /lo/, que los dominicanos casi siempre sustituimos por /le/ al concluir una carta y en otros manejos literarios. Es un signo de respeto, de marcada formalidad. Si no usamos “te aprecia”, “se despide tu amigo”, como señal de confianza e intimidad, entonces recurrimos al /le/: Con todo respeto le saluda su servidor y amigo... Difícilmente diríamos: lo saluda su servidor... Suele ir al inicio de la correspondencia: “Después de saludar/les/ quiero hacer de su conocimiento un caso que llamo el abuso de los abusos”, dice una carta al Listín Diario, 8 de abril de 1999, p. 10 A, sección “La opinión de nuestros lectores”. Saludar/les/ en lugar de saludar/los/. /Lo/ es complemento directo o acusativo. /Le/ es complemento indirecto o dativo. Son pronombres personales de tercera persona, emplea-

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dos en lugar del sujeto: usted, él, ella, ello. Son palabras inacentuadas, vale decir, que carecen de acento (prosódico). Pertenecen al grupo de las palabras átonas. En la frase: /Lo/ tengo ubicado (a él), /lo/ es complemento directo. Si me refiero a ella, tendré que decir: /la/ tengo ubicada. Si cambio a: /Le/ compré el libro, el objeto directo es libro, mientras que /le/ (que se refiere a él o a ella) pasa a ser complemento indirecto, o sea, la persona o la cosa que se beneficia o en cuyo provecho se realiza la acción del verbo comprar. (La acción puede producirse en provecho o daño, depende de cada caso). Además, /le/ es invariable en cuanto al género. Se aplica tanto para él como para ella. Si escribo: /Le/ expreso mis condolencias, /le/ está empleado correctamente, desde el punto de vista gramatical, porque el complemento directo es /condolencias/. /Le/ es indirecto o dativo. Pero si lo hago de este modo: /Le/recibiré en mi oficina, este pronominal está en sustitución de /lo/, que es el “caso” a emplear. /Le/ sería un uso especial o literario para formalizar una expresión de respeto o de aprecio. José P. Monegro, en el suplemento “El Domingo”, del Listín Dia1 rio, afirma de Juan Bosch: /Le/ fueron a despedir (al aeropuerto) algunos de los más influyentes funcionarios del gobierno, en la ocasión de viajar a Cuba, con motivo de su estado de salud. En lenguaje llano, en la llamada lengua estándar, deberá decirse / lo/ fueron a despedir. Podría documentarse ampliamente que este /le/ es normal y corriente en las letras dominicanas.2 Parece que no lo es en Chile, donde preferirían la norma diferenciadora de las dos funciones sintácticas: de acusativo y de dativo. Y a pesar de que encuentro en un compatriota de Pablo Neruda vacilaciones del leísmo al loísmo: -A Elías le gustaba que /le/llamaran “la Hiena de Quinta Normal”; y -Sin embargo, Elías, “la Hiena de Quinta Normal”, como prefería

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que /lo/ llamaran..., tengo fundada mi apreciación de la preferencia de los chilenos por el /lo/ en función de complemento directo, en los estudios del destacado lingüista chileno don Leopoldo Wigdorsky, quien me expresa, en carta del año pasado: “La coexistencia, en algunas variedades del castellano, de /le/ y / lo/la en función acusativa... es un asunto que me viene intrigando hace algún tiempo. Es explicable en el caso de Jorge Díaz3 quien, como hijo de españoles y residente part-time (seis meses en el año, al menos) en la Madre Patria, fatalmente habla como español a veces. Es inexcusable, en cambio, su existencia entre quienes creen que le “suena más elegante” que lo/la, o quienes desean destacar el hecho de que, así sea por un par de meses, anduvieron por las tierras de El Quijote. También existen quienes usan le para soslayar la referencia al género. En todo caso, Chile siempre ha sido un país loísta y espero que así siga para evitar caer, a la larga, en el “La dio un ramito de violetas”, tan madrileño y tan popular.” En orden general, ya el problema venía apreciado por Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso en la Gramática castellana 4, tan celebrada por sus grandes aciertos, cuando afirman que el uso de /le/ en función de complemento directo (acusativo) en expresiones como /Yo le vi ayer/, cuando se refiere a personas del sexo masculino, es fuera de Castilla, un empleo “puramente literario”. Diferentes razones pudieron incidir en la acomodación de este / le/ en la escritura dominicana: influencia del modelo regional de Castilla, por ser la cuna de la lengua, o porque de esta manera “suena” más elegante o se acomoda mejor a las fórmulas de respeto. Algo práctico hay en ello, que tal vez pudo influir -inconscientemente-: /Le/ se aplica tanto al masculino como al femenino: /Le/ aprecia su amigo; /le/ esperaré en mi oficina. Así se reduce el esfuerzo de ir concatenando: lo o la aprecio; lo o la esperaré. Coincido con Wigdorsky, a quien le preocupa el problema. Ya en

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carta del 1996 me dice: “La variedad chilena del castellano fue muy respetuosa del lo/laacusativo y le-dativo, pero últimamente se está empleando le-acusativo, posiblemente por dos motivos: (a) Es cómodo para resolver problemas de género y (b) es “elegante”, suena a español. Es un asunto que me molesta porque me parece poco chileno, como también me produce rechazo el uso de español para referirse a nuestra lengua”. Esto último es ya otro problema, sobre el cual podríamos conversar en nueva ocasión. Pero no dejaré de decir que el uso de /le/ como acusativo está tan arraigado en el habla de los dominicanos que a mí mismo me da brega sustituirlo por el uso corriente de /lo/, /la/ en la escritura. Ahora mismo acabo de redactar una tarjeta de invitación que se inicia: La Cámara de Diputados de la República Dominicana se complace en invitar/le/ muy cortésmente al acto de puesta en circulación... Me parece una descortesía, por el arraigo, escribir invitar/lo/ o invitar/la/.

1 Sección La República, bajo el título “La derrota del boschismo”, 21 de marzo de 1999, p. 6. 2Corriente y correcto son cosas diferentes, aunque puedan coincidir. 3 Se trata del autor de Textículos ejemplares, edición de RIL, Ltda., Chile 1997. Jorge Díaz es Premio Nacional de Teatro, en Chile. 4 Gramática castellana, Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, segundo curso, Losada. S. A., lección XII, capítulo IV, pp. 91-92.

22 de abril de 1999

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Leísmo, loísmo y laísmo Un lector de este periódico nos pide que ampliemos acerca del /leísmo/ en el lenguaje y si existen otras tendencias en el empleo de pronombres y de otros vocablos. Motiva su interés el artículo publicado en esta columna el 22 de abril retropróximo, titulado: El /leísmo/ en el lenguaje formal dominicano, acerca del uso del pronombre /le/, y la comparación de esa práctica que hicimos con el empleo del pronombre /lo/ en el español de los chilenos, es decir, que mientras nosotros tendemos a usar /le/ : /Le/ saluda su amigo...,los hermanos del cono sur escriben: /Lo/ saluda su amigo...Los monosílabos pronominales /lo/, /la/ y /le/, con sus plurales /los/, /las/ y /les/ tienen funciones normales de complementos. Los dos primeros: / lo/ y /la/, como complementos directos o de acusativo; el último, /le/, como dativo o complemento indirecto. Los tres sustituyen al pronombre como sujeto de tercera persona: él/ella o sus plurales. Por eso se les llama pronominales. No confundir con el artículo: la noche, las noches; los muchachos; lo amargo de la vida, donde /lo/ es un artículo neutro. Estos se enlazan con un sustantivo o con una palabra sustantivada. Por su parte, los pronombres se enlazan con un verbo al cual modifican: lo vi, la compré, le demostraré la verdad. Leísmo es la tendencia a usar el pronombre /le/ como complemento directo (acusativo) masculino, del pronombre de tercera persona: /Le/ tengo ubicado, por comparación con: /Le/ tengo pena, o /Le/ saluda afectuosamente en lugar de: /Lo/ saluda afectuosamente, /Lo/ es complemento directo o acusativo. /Le/ es complemento indirecto o dativo. Cada cual tiene su campo y usarlo fuera de esa función es anomalía,

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regionalismo o función especial o literaria. Caso contrario: el empleo de /lo/ en lugar de /le/ se denomina loísmo: /Lo/ doy un saludo cariñoso, en lugar de /le/ doy. Se /lo/ debe reorientar, dice un alto funcionario en relación con el Plan Decenal de Educación, en sustitución de se /le/ debe o simplemente /se/ debe reorientar.1 Es un uso loísta. Tercer caso: Laísmo. Ejemplo: /La/ diré la verdad (a ella), en sustitución de /le/ diré la verdad. Un reportaje de doña María Ugarte, del año 1972, dice: “... sus ocupaciones hogareñas y la crianza de los hijos /la/ impedían dedicar mucho tiempo a la posición oficial” (de primera dama de la República)2 La forma normal del empleo sería /le/ impedían; pero la autora del trabajo prefiere /la/ impedían, forma regional de Castilla, que no se impone dentro del nivel general de la lengua. Quizás sucede ese manejo del pronominal por la nacionalidad de la periodista, por su aproximación con el lenguaje de esa región española. Es decir, que en el ejemplo anterior /la/, que es complemento directo o acusativo, pasa a funcionar como complemento indirecto o dativo, sustituyendo a /le/, que sería el pronombre de uso común. Contrariamente, una interpretación del cantante Raphael, conocido como el Ibérico, dice: El amor se rompe al maltratar/le/. Se ha sustituido /lo/, que es complemento directo, masculino y singular, por /le/ que es indiferente al género, y es singular y complemento indirecto (leísmo). En el cuento “Dos amigos”, de su obra Más cuentos escritos en el exilio3, Juan Bosch narra: Observando ese mar estaba Duck cuando oyó que /le/ llamaban... ...se acostumbró tanto a no atreverse a nada, que hasta el pensamiento de

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cambiar de casa /le/ asustaba. Es igualmente leísta el autor de esta expresión: ... un Peña Gómez reconfortado por sentir que pese a su derrota, Balaguer todavía /le/necesita 4. Resumen y conclusiones: Como primera acepción, laísmo, loísmo y leísmo es uso exclusivo de cada uno de esos términos, /la/, /lo/, /le/ en su función sintáctica de pronombres complementarios: la, en representación de ella; lo, en representación de él y le, en representación de él y de ella. En acepción restringida: Laísmo: Uso del pronombre personal de tercera persona en sus formas femeninas la, las, como complemento indirecto, en lugar de le, les, formas etimológicas comunes para los dos géneros: la dieron una carta, las dijeron que no. El laísmo se produce principalmente en Castilla. Leísmo: Empleo exclusivo del pronombre personal le, como complemento directo en lugar de lo y la. Así, voy a verle, en vez de voy a verlo o voy a verla ... El leísmo es propio de Castilla, aunque ha penetrado en otras regiones del español. Loísmo: Uso del pronombre personal lo como complemento indirecto masculino, que se considera como extremadamente plebeyo: lo di una bofetada. Estas tres últimas explicaciones están tomadas del Diccionario de términos filológicos, del anterior director de la Academia Española de la Lengua, don Fernando Lázaro Carreter, Editorial Gredos, Madrid, tercera edición, 1973.

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1 En el suelto Recomienda Modificación Plan Decenal, firmado por Francisco Ortega, del periódico Hoy, 29 de marzo de 1996, páginas 1 y 6. 2 Viuda del Presidente Cáceres Cumple Cien Años (sic), edición del 10 de junio de 1972, El Caribe, p.16-A. 4 Colección Pensamiento Dominicano, editorial Librería Dominicana, Santo Domingo, 1964, p. 22. 5 Artículo El león entre fieras..., de José Báez Guerrero, en el vespertino Última Hora, domingo 11 de agosto de 1996, p.8.

13 de mayo de 1999

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Roque Barcia, Joaquín Balaguer y Leopoldo Wigdorsky Tengo un amigo chileno, muy apreciado, que conocí en Santo Domingo en setiembre de 1984 cuando celebramos el VII Congreso Internacional de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL), en el cual se rindió homenaje a Pedro Henríquez Ureña en el centenario de su nacimiento. Yo era el presidente del comité organizador y tenía todo el peso del encuentro, sometido al reto de que República Dominicana quedara bien frente a la directiva internacional de ALFAL y a los representantes de 23 países de América y Europa que estuvieron presentes. Durante los trabajos surgió una situación que entendí que reclamaba mi adhesión con la persona afectada, aunque nunca la había tratado. Me pareció y estoy seguro de que era una cuestión elemental de solidaridad, y, a la vez, una advertencia a los participantes de que no trataban el problema con justeza. Lo que resultó fue que, durante la asamblea general, uno de los socios se opuso a que determinado candidato aspirara al cargo de vocal dentro de la comisión directiva de la asociación internacional, porque esta persona ya no estaba incorporada a la Universidad de Santiago de Chile: había sido retirada con los honores de profesor emérito; y una de las exigencias de ALFAL es que todo miembro de la directiva debe estar incorporado a la docencia o a la investigación, una forma -indirecta- de vincular la universidad correspondiente a las tareas de la asociación. Yo me había visto precisado a jubilarme en la Universidad Autó-

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noma de Santo Domingo (UASD) en 1979 por motivos de salud. Sin embargo, y sin recursos ni apoyos suficientes, unos colegas, constituidos en filial dominicana de ALFAL, “me” habían embarcado a organizar el VII congreso mencionado. Por tanto, parecía oportuno, justo y valiente que yo enfrentara esa actitud denegadora, pues era una situación similar, y que diera apoyo al derecho de los proponentes de la candidatura de don Leopoldo Wigdorsky, porque de él se trata en este relato. Pero no lo hice. Y ese recuerdo me ha perseguido siempre. ¿Por qué no lo hice? Los organizadores dominicanos no contábamos con fondos suficientes para concluir con los gastos del congreso. Era miércoles por la tarde. Al día siguiente se marchaban tres delegados, miembros de la comisión directiva internacional, y nosotros debíamos pagar la cuenta en el Hotel Sheraton, donde se nos dijo que los representantes extranjeros no podían retirar sus maletas hasta tanto nosotros honráramos las facturas correspondientes. Argumentamos que teníamos una promesa del gobierno, promesa que se cumpliría más tarde o más temprano, pero que se cumpliría. La respuesta fue que el gobierno no tenía crédito en el hotel. Me atormentaba esa situación, agravada por las cuentas pendientes hasta la salida de otros delegados, entre sábado y domingo. Mi mente estaba turbada. Pensé que, como anfitrión, no debía ser yo quien contribuyera, dentro de los debates, a desbordar ni el nivel ni el tono de los encontronazos. Aparte de que, acosada por los compromisos económicos, la mente no me permitía el lujo de plantear con serenidad las analogías y los antecedentes que daban derecho a don Leopoldo a aspirara una nominación muy bien merecida. Viví momentos difíciles en la asamblea y en el hotel. Pero pude obtener un préstamo relámpago por parte de familiares y resolví el atareo inmediato con el hotel. Es verdad que pude respirar mejor, pero no estaba totalmente tranquilo: mi conciencia quedó marcada como consecuencia de aquel otro acontecimiento. Pocas semanas después, cada uno de vuelta a su hogar, quise excu-

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sarme y entablar amistad con el profesor Wigdorsky, quien desconocía los problemas económicos que nos afectaron y mi sentimiento de culpabilidad. Le escribí a su país; le explique. No nos habíamos tratado; no nos conocíamos prácticamente. Pero el lingüista chileno comprendió, y hemos fomentado una amistad que, sin habernos vuelto a ver después del congreso, nos escribimos regularmente, hablamos por teléfono, intercambiamos fax e intercambiamos publicaciones. Es una carta reciente, el amigo me refirió cómo le gustaría actualizar la obra clásica Sinónimos castellanos, de Roque Barcia. Hice mención de ese sueño en uno de mis artículos y don Leopoldo me contesto así: “Te quedo muy agradecido por la forma bondadosa en que, en tu artículo, te refieres a mí. En cuanto al diccionario de Barcia, creo que tendrán que ser personas jóvenes quienes se encarguen de agrandarlo y actualizarlo. Si estuviera en actividad en alguna universidad, seguramente esté sería un proyecto que dirigiría, aun cuando nuestras autoridades son reacias a financiar proyectos en el área de las humanidades. “Don Joaquín Balaguer seguramente sonreiría si leyera el párrafo precedente. ¡Qué vitalidad debe tener el hombre para postular, con más de noventa años de edad, a la presidencia de la República! A los setenta años, yo no me siento bueno para nada…, ni siquiera para viajar al Cusco (respeto la grafía peruana), ahora que me ha subido la presión arterial.” Con qué sinceridad, con qué sencillez se maneja este apreciado colega, frente a quien se siente en deuda eterna. Un gran trabajador de la lengua, cuya acuciosidad y las ansias de ser útil a la cultura del lenguaje me han permitido reunirlo en este artículo con el filólogo y político español Roque Barcia Feraces (1823-1885) y con el eterno político y estadista dominicano don Joaquín Balaguer.

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Las repeticiones que condeno y las repeticiones que me condenan

Mi trabajo de la semana pasada, en esta misma columna, acerca de la conferencia internacional sobre “Marcas de género. La escritura de mujeres en América Latina”, que se celebrará en La Habana, del 27 al 29 de setiembre próximo, trajo unas repeticiones que me condenan ¡y yo mismo me condeno! En la columna “En defensa del lector”, de este diario, que aparece martes y sábado de cada semana, he venido tratando el problema de las repeticiones ociosas o innecesarias, y parece que ha despertado algún interés, a juzgar por los comentarios que he recibido. Cuando menos, lo he tratado en mis exposiciones: -La repetición como cualidad del lenguaje y las repeticiones innecesarias, 17 de abril de 1999, página 12. -De repeticiones innecesarias y de los cuidados en la redacción, 3 de julio de 1993, página 12. Así que no me luce enredarme con lo que predico. Utilicé cuatro veces la palabra /tema/, y esto no es grave delito en un artículo. Pero se da el caso de que en cuatro ocasiones más vino el derivado /temática/. Prueba al canto: -Dos veces en el mismo inicio de la crónica: a) para debatir un tema de gran interés; b) la Conferencia Científica Internacional con el tema de... -Se ofrecerá un enfoque actualizado de la temática del género (segundo párrafo):

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-Y a seguidas: Este programa no analizará esta temática solamente desde el enfoque del fenómeno literario. Dejé pasar tres párrafos y volví con el enredo en el párrafo número siete: -En las sesiones de debate se conocerán los siguientes temas: ... de reconocida trayectoria en el área del tema de las marcas de género. -la presentación de textos sobre dichas temáticas. Entre primitivo y derivado, siete veces el término, hasta alrededor de la mitad del artículo. A partir de ahí, sólo usé una vez la derivada /temática/. Y es un trabajo escrito y repasado durante cerca de dos semanas, porque se programó para un jueves anterior y hube de ceder el turno a la contestación que el Grupo Ramos (La Sirena-Pola) dio a mi título del diez de junio pasado: “Multicentro Churchill: ¿Un acto fallido en la denominación comercial?” Tuve oportunidad de revisarlo y generalmente lo hago. Más de una vez vuelvo sobre el trabajo ya elaborado. Lo ve un asistente que es profesional en la materia. Suelo llevar cada artículo el día anterior al periódico, al atardecer. Llevo el disquete y una copia. De esta manera lo veo en la pantalla de las oficinas de diagramación de El Siglo, con el señor Sosa, uno de los diagramadores, atento y capacitado, que nunca está de prisa y cree que siempre hay tiempo para corregir y revisar, y que vale la pena hacerlo. Otro profesional. No es que sea un caso tremendo, como aquél que comenté para la columna de martes y sábado, con veinte veces el demostrativo /este/ con sus variantes en género, número y neutro y su función sintáctica de sustantivo y de adjetivo. No fue tanto, no. Pero vale la pena mejorarlo. Así lo hice... pero después de publicado. Sigo revisando cada material que se publica . También escucho las

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observaciones que me hacen. Y mi colaboradora, la licenciada Catalina Olea Salazar, traslada al disco duro y al disquete las enmiendas a posteriori. Así se hizo, y con ello pruebo que siempre puede hacerse mejor. Una búsqueda en la pantalla de uno de los ordenadores del departamento de diagramación del periódico permitió reducir los usos del vocablo /tema/ y la derivación /temática/. Veamos: a) Primer párrafo: ...para debatir un /tema/ de gran interés: la Conferencia Científica Internacional bajo el /tema/ de Marcas de género. La escritura de las autoras de América Latina. Se eliminó la frase “bajo el tema de...”. Una menos. b) Se dejó /temática/ en el segundo párrafo; pero en el tercero, la expresión: Este programa no analizará esta /temática/ solamente desde el enfoque del fenómeno literario, sino que... Se le dio un giro, para decir: “Este programa no sólo hará un enfoque desde el punto de vista literario, sino que...” Otra menos. c) Se dejó la palabra /tema/ en el sétimo párrafo. Sin embargo, en el octavo, donde dice: ... en el área del /tema/ de las marcas de género, se eliminó el término trastornador. d) Se dejó temática en el apartado siguiente: ... presentación de textos sobre dichas /temáticas/. En cambio, en el número catorce; el enunciado: Se proyectarán materiales fílmicos relacionados con la temática, se convirtió en “...relacionados con los objetivos de la conferencia”. De ocho casos, se sustituyeron o se eliminaron cuatro: dos veces cada una. Así estaría mejor, sólo que en el disquete, porque ya la página estaba publicada. Al pie de la ilustración, para informar acerca de la conferencia inter-

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nacional sobre “Marcas de género…” vino otro yerro: Nuria Piera Torada, no es nuestra exitosa presentadora de televisión. La lingüista cubana, mencionada en el pie de grabado, se llama Nuria Gregori Torada. Y así estaba en la información. Con todo, el error fue mío, no de ningún digitador. El trabajo estuvo terminado con once o doce días de antelación. Pero se hubo de posponer para dar paso a la respuesta de “Multicentro Churchill”, a la vez que obtener la fotografía que ilustró el artículo. Yo lo había dejado desde la semana anterior dentro del sistema de los ordenadores y entregué una copia en papel, sistema tradicional, al señor Sosa para que revisara negritas y cursivas. De esa manera evitaría el viaje del miércoles al periódico. Mandé el pie de grabado por fax y no tuve oportunidad de mi acostumbrada revisión en pantalla en el último minuto. La costumbre y el prestigio de Piera me jugó esa otra trastada. Suerte que acostumbro a reconocer las dificultades en estos quehaceres; que me creo consciente de mi capacidad y de mis limitaciones. En el último artículo acerca de las repeticiones expresé que son cosas que nos suceden a todos y que nos suceden en más de una oportunidad. Lo primero que debemos tener en cuenta es la posibilidad de repeticiones; cuáles convienen o son necesarias; cuáles deben evitarse. En segundo lugar, recomiendo eliminar toda iteración que no sea imprescindible, es decir, que al sacarlo del texto no afecte el contenido del mensaje o que no disminuya la belleza formal de la realización literaria. Más adelante deberán decidirse los cambios pertinentes para sacar a la intrusa de la circulación. ...y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo, y esa pobre mano por la que me matan pónmela en la herida por la que me muero. “Canto a los hijos en marcha”, Andrés Eloy Blanco (venezolano).

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El /ronrón/ que le faltaba a Samuel Sosa Manejaba yo el domingo temprano por una de las avenidas de la ciudad, cuando la persona que me acompañaba comentó: -Sosa dio el /ronrón/ que le faltaba… La radio del automóvil no estaba funcionando, lo que quiere decir que mi acompañante hablaba por algo que había visto o que recordaba, no porque acabara de escucharlo. Habló del tema al cruzar una esquina, después que el semáforo nos dio paso. Llamó mi atención el tema acerca de beisbol, y me interesé igualmente por el manejo del lenguaje: ronrón Es decir, que había hecho una asimilación de la /rr/, haciéndola presente en ambas sílabas, por lo cual desaparece la pronunciación aspirada o jota suave en /jon/ al inicio del anglicismo (home run). Las consonantes se clasifican por el punto y por el modo de la articulación. Se llama punto de articulación al lugar de la cavidad bucal donde los órganos de la fonación se tocan o se aproximan para producir el ruido que caracteriza a cada consonante: bilabiales (p y b); labiodentales (f); interdentales ( z ); dentales ( t, d ); alveolares (s, n, l, r, rr); palatales (ch, y, ñ ) y velares ( k, j, g). Modo de articulación es la manera como los órganos de la voz forman cada consonante en el punto de articulación; y atendiendo a ello se dividen en oclusivas ( p, t, k, m, n); fricativas ( f, z, s, l, ll, j) y africadas (ch, ñ).

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También se denominan como sordas (man/t/a) y sonoras (man/ d/a), según que al pronunciarse se produzcan o no vibraciones en la laringe. Por esas vibraciones podemos distinguir cuando pronunciamos man/t/a y man/d/a. “Lo que las diferencia es el carácter del soplo espirado: el de la t no trae vibraciones sonoras, que son las producidas en el soplo al pasar por las cuerdas vocales, y el de la d sí las trae. El soplo de la t es sordo, el de la d es sonoro” (Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, Gramática castellana, primer curso). La /rr/ es una consonante vibrante múltiple, sonora, o sea que al pronunciarla hay una vibración de las cuerdas vocales. De acuerdo con el punto de articulación es alveolar, porque para producir este fonema, el órgano activo, que es el ápice lingual (punta de la lengua), toca los alvéolos de los dientes superiores. Para el Diccionario práctico español moderno, de Larousse, es la vigésima letra del alfabeto castellano y la decimosétima consonante. Para el Diccionario general ilustrado de la lengua española, VOX, es la vigésima primera letra. Cierto nivel de hablantes dominicanos hace la asimilación de la / rr/ a que me referí al principio, es decir, que iguala el sonido de la jota o aspiración de la primera sílaba /jon/ con el sonido inicial de la sílaba siguiente /rón/, y pronuncia: /rr/on/rr/ón. Es una vibrante múltiple, diferente a la vibrante simple que se pronuncia en ca/r/o, distinta a cuando decimos ca/rr/o. Sin embargo, en este caso no hemos multiplicado la escritura. Hemos escrito siempre como si fuera una pronunciación sencilla: ron/rón ¿En razón de qué lo hemos hecho así? -Al inicio de sílaba siempre se pronuncia /rr/: rratón, rrápido. Nadie dice /r/atón, /r/ápido, en articulación simple o suave. Por tal razón, no hace falta escribir con /rr/ inicial. -Esta misma consonante, en medio de la palabra y después de /n/

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y de /s/, se va a pronunciar siempre como vibrante múltiple y sonora: hon/rr/a, Is/rr/ael Nunca diremos: hon/r/a, Is/r/ael. Por esa razón no hace falta multiplicarla en la escritura. Todo esto lo pensé en el breve lapso de llegar frente a otro semáforo donde pude darme cuenta de dónde mi acompañante sacó la noticia del /ronrón/ de Samuel Sosa. En efecto, el pasado domingo 19 la primera página del diario El Nacional exhibió este título: /J/onrón 60 de Sosa estremece RD. Me di cuenta, por enésima vez, que mucha gente, por más preparada que sea, lee ciertas cosas de memoria, vale decir, por lo que tiene arraigado, por el léxico que acumuló desde temprano, por sus hábitos articulatorios. Se trata de una persona con una función importante, con estudios universitarios no concluidos, pero con larga experiencia en funciones oficiales de cierta valía. Aunque el periódico decía /jon-rón/, ella (la persona) leyó un /rron-rón/. Y era un titular de primera página, en letras bien altas y destacadas, por el interés de la noticia para los lectores en el país. En mis relaciones cotidianas, no vinculadas a los quehaceres de la prensa y del lenguaje, no incursiono en estos temas ni me meto a corregir a nadie, sin embargo, me creí en la obligación de aclarar lo del /r/onronero Samuel Sosa. Expliqué que se trata de un préstamo lingüístico, tomado del subcódigo del juego de pelota. No lo dije de esta manera; en realidad lo expliqué en lenguaje claro y accesible. Dije que /jon/ equivale a hogar en inglés /home/, y que /ron/ es correr /run/: corrida hasta el plato, hogar o base del bateador. Por tanto, jonrón proviene del inglés /home run/ o /homer/: carrera completa, cuadrangular o tetrabases. En consecuencia, concluí: ron/rón es una forma anómala del préstamo léxico, que se debe pronunciar con una jota suave (o sonido aspi-

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rado) en la primera sílaba. La perorata concluyó poco antes de doblar la esquina en el tercer semáforo con que nos topamos. Para cerrar el diálogo miré hacia la cara de ¿la? acompañante y recibí una cortada de ojos tan rasante que tuve que retirarme del /home plate/ para no recibir un /dead ball/. ¿Se escribirá de esta manera? ¡Quién me manda a meterme en estas “curas de idiomas”!

23 de setiembre de 1999

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¿Idiosincra/c/ia o idiosincra/s/ia?

Un lector se dirige a la columna Lenguaje y comunicación para comentar la ortografía de Aristófanes Urbáez en El Roedor del 4 de setiembre en curso, página 8B de este diario. Se refiere a la palabra idiosincra/s/ia, escrita con /s/ hacia el final, que Aristófanes emplea en la muestra siguiente: Aunque tenemos la herencia común de la lengua, el pueblo latinoamericano es ‘variopinto’ por razones históricas, políticas, geográficas, biológicas, genéticas, antropológicas, etcétera, que tampoco vamos a discutir aquí; pero de todos esos pueblos a quienes más nos parecemos en idiosincrasia -hasta en los chistes y el ‘mulataje’- es a los venezolanos y a los panameños. Condena el lector y califica como descuido imperdonable que el columnista haya escrito la palabra con una letra que no corresponde a la etimología, a la vez que pasa a comparar la escritura con /s/: idiosincrasia (que él considera anómala), con democracia, autocracia, plutocracia, palabras estas en cuya última sílaba se impone la /c/. Con cierto desenvolvimiento pasa a explicar el significado de cada compuesto de los tres vocablos anotados anteriormente y distingue cada significado: demo + cracia: demo ‘pueblo’; cracia ‘gobierno’= gobierno del pueblo, opuesto a aristocracia, gobierno de las clases altas; auto + cracia: auto, prefijo que significa ‘mismo’, ‘propio’; más el sufijo cracia = forma de gobierno en la cual se impone la voluntad de una persona;pluto + cracia: pluto ‘riqueza’; cracia= sistema en el cual el poder reside en manos de los ricos. Las explicaciones que ofrece el lector están bien hasta ahí. Pero lo malo es la insuficiencia en la investigación: le faltó ahondar en el diccionario de voces de la lengua.

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No es buena metodología investigar a medias o satisfacerse con llegar hasta medio camino. El tema debe agotarse, concluirse hasta lo razonable. Si hubiera buscado un poco más se habría encontrado con: idiosincra/s/ia, tal como la escribió el columnista Urbáez, quien tiene suficiente cultura y dominio del lenguaje para no perderse en lo claro tan fácilmente. El diccionario le habría dicho que este vocablo no tiene la misma sufijación de las voces anteriores, sino que está compuesto por los elementos griegos: idio = peculiar, personal; del griego idios . sincrasia = temperamento; de synkrasis, también del griego. Semánticamente equivale a ‘índole del temperamento y carácter de cada persona’. Tiene que ver y guarda sinonimia con individualidad, carácter, personalidad, temperamento, índole. Por tanto, el sufijo sincrasia no responde a la misma significación de gobierno, sino que vale como temperamento y otras familias de acepciones similares o aproximadas. Cada uno con su etimología; cada cual con su forma de escribirse. Como voz culta, el término, que proviene de la lengua de los helenos, se hallará en otros idiomas con una forma de escribirse muy parecida a como lo hacemos en español: a) En inglés: idiosyncrasys; b) En francés: idiosyncrasie Esta confusión en la ortografía fue común entre los dominicanos hasta la década de los años setenta. Pero una actitud de la Escuela de Periodismo (hoy departamento de Comunicación Social) de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), extendida a la enseñanza del español en el Colegio Universitario entre los años finales de los sesenta y la

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primera mitad de la década siguiente, trajo luz al problema y hoy el error está reducido a su mínima expresión. -Una carta en el Listín Diario, página 10A, del 2 de abril de 1998, trae idiosincra/c/ia: La situación de la hora de salida de los sepelios y la velocidad del vehículo fúnebre son ya más difíciles de modificar, pues la idiosincra/c/ia de nuestra gente en algunos aspectos se resiste a cambiar.

Sin embargo, escritores de la talla del doctor Manuel Núñez aciertan en los usos más delicados: …orientados por el esfuerzo editorial de instruir, de informar al ciudadano en el conocimiento de su idiosincra/s/ia como dominicanos, de sus deberes y derechos.

Del análisis ¿Por qué necesitamos una editora nacional?, publicado también en el Listín Diario, 9 de abril de 1998, página 8A. Muchos casos de paronimias nos llevan a confundir una palabra con otra. Las voces parónimas guardan semejanza fonética, como onda y honda, que la escritura a veces confunde. Alguna vez he visto /exitar/, de /excitar/, como si se asimilara a /éxito/, y hay quienes dicen /prevee/, en lugar de /prevé/por confusión con /proveer/. En lenguaje antiguo se decía /veer/, que luego se convirtió en /ver/.Así, pasó con /pre-veer/, que también perdió una /e/. No se pierda usted. Si encuentra que mañana alguien escribe a/s/echanza, no despotrique diciendo que eso se escribe con /c/. Acuda a un mataburros, que cualquiera de ellos le dirá que la escritura existe y le ofrecerá el significado: ‘trampa’ o ‘engaño’. Con /c/ equivale a ‘vigilancia’ o ‘espionaje’. Con /s/ es tender trampas o preparar engaños para causar algún daño. Son palabras isónimas, es decir, que tienen un origen común. Pero cada cual ha hecho ruta propia y tiene ortografía que distingue una de otra.

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¿Algo más? ¡Claro! ¡Que Dios me libre de equivocarme con El Roedor!

30 de setiembre de 1999

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La lección de las palabras pa/c/iente, in/c/ipiente, in/s/ipiente y pa/s/ificación

¿Cuántas palabras existen en español que lleven estas cinco primeras “formantes”: p-a-s-i-e? Conozco pasiego, un adjetivo que se usa también como sustantivo. Se deriva de Pas, valle de Santander (España). En el diccionario de la Academia de la Lengua le antecede el término pasicorto: que tiene corto el paso; y le sigue pasificación, que alude al proceso de convertir la uva fresca en pasa. Es decir, que entre /pasic/, de pasicorto, y /pasif/, de pasificación, no cabe ninguna otra palabra que no sea pasiego: /p-a-s-i-e.../ No cabe o no está registrada ninguna otra con esas cinco letras delante. Por eso, me quedé sorprendido cuando el último domingo vi este titular en el Listín Diario: Pa/s/ientes criollos no quieren hospitalizarse con haitianos Es un encabezado de primera página, destacado en la parte superior como noticia central de la edición del último día del mes de octubre (1999), para ese cotidiano. Parece que un mecanismo de defensa hizo acudir a mi mente los homófonos: Incipiente/insipiente In/c/ipiente: que empieza; adjetivo de mucho uso dentro de la lengua. In/s/ipiente (no sapiente): falto de sabiduría o de juicio. Es término no usual entre nosotros.

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Si alguien me dice que insipiente no se escribe con /s/, yo le contestaría: Depende, y pasaría a explicarle la diferencia. En muchos casos, no es aconsejable irse inmediatamente por la negación o por el reproche. Si dijere: Coloqué el equipaje en la /b/aca, podrá pensarse que la /v/aca no es, entre nosotros, animal de carga. Pero yo no he querido referirme a la hembra del toro, sino a aquélla (con bilabial) que significa ‘sitio en la parte superior de las diligencias y demás coches de camino donde pueden ir pasajeros y se colocan equipajes’. Así mismo, existen a/c/echanza y a/s/echanza, acer/b/o y acer/v/o, pa/c/ificación y pa/s/ificación. Acer/b/o es áspero al gusto; acer/v/o es montón de cosas menudas. A/c/echanza es acecho, vigilancia, espionaje; a/s/echanza es trampa, engaño o artificio para hacer daño a alguien. Pa/c/ificación: establecer la paz, sosegarse, está muy lejos de pa/ s/ificación, que significa convertir la uva fresca en pasa. Por esas complejidades, no me permití hacer un juicio instantáneo al ver la falta de ortografía en el pasiente del titular de marras. Uno percibe la falla de inmediato, sobre todo en un contexto donde se habla de hospitalización y en momentos en que se renueva el tema de las haitianas embarazadas que vienen a dar a luz a República Dominicana. Sin embargo, siempre se le dedican algunos segundos. Llega a la mente todo un corpus de voces parónimas, homónimas, homófonas, homógrafas antes de hacer un juicio, de emitir una opinión. ¿Será posible que se escriba de las dos maneras, como arpía y harpía, armonía y harmonía? Todo eso ocurre rápidamente. Uno sabe por dónde anda la cosa, pero se resiste a precipitarse. El problema de la ortografía con /s/ en el sustantivo /pacientes/ fue ocasional. Sólo aparece en el titular de primera página. Doris Pantaleón, autora del reporte desde Elías Piña, escribe /pa-

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cientes/ once veces en su trabajo, todas en plural y con la /c/ interna, correctamente, sin ninguna duda. Además, el titular de la edición interior de la noticia, colocada en la página 14A, primer cuerpo del periódico, acierta con la ortografía: Los hospitales de Elías Piña, atestados de pacientes de Haití. Hay un acierto, además, en el uso de la coma después de Elías Piña, para significar la supresión del verbo (están). Es un empleo de mucho cuidado y gran dominio de la puntuación, la coma, en el caso particular. La única explicación que se me ocurre para ese desvío ortográfico, tan significativo en la primera página del diario, es la presión del cierre de la edición dominical, avanzando las horas del sábado o ya dentro de los primeros minutos del día siguiente. Compromisos, agotamiento, preocupación por la siguiente jornada de trabajo... en domingo. Sólo una recomendación: Hay que estar vigilantes hasta el último punto, hasta el punto final, porque el lenguaje es complejo, la escritura es engañosa. No bastan normas gramáticales, diccionarios, manuales, enciclopedias, opúsculos, fascículos etc. Escriba, lea, relea, revise pormenorizadamente; anote, consulte; vuelva sobre sus pasos, y, aún así, siempre habrá margen y oportunidad para un error, para una nueva equivocación. Todos nosotros lo sabemos por experiencia. No es problema de saber más gramática: son las travesuras del lenguaje.

4 de noviembre de 1999

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¿A/g/üeducto por dislate o a/g/üeducto por convicción? En la madrugada de ayer escuché a un comentarista de CDN Cadena de Noticias- decir cuatro veces a/g/üeducto en lugar de a/c/ ueducto. Fue en un programa dedicado a pasar balance a los acontecimientos del día. Se produce en horas de la noche. Correspondió a la programación del pasado martes 16. Lo escuché durante la repetición que CDN hace en la madrugada inmediata, exactamente en el día de ayer, 17 de noviembre en curso, emisión de la una y treinta minutos de la noche. Realmente, me chocó el empleo de a/g/üeducto, derivado directamente del sustantivo a/g/ua, forma popular del latinismo a/q/ua. Muchas palabras del latín con fonema de /k/, escritas con /c/ o con /q/: fo/c/us, lo/c/us, a/q/ua, pasaron a nuestro idioma con sonido de /g/. Sucedió con acutu-agudo; securu-seguro. Otros cambios fueron: - la /p/ por /b/: apícula-abeja; cepulla-cebolla; - la /t/ por /d/: amatu-amado; vita-vida; - /us/ por /o/: sanctus-santo; auditus-oído. Son manifestaciones de la ley del menor esfuerzo. Fundamentalmente, el idioma español es una derivación del nivel de lengua que hablaban los soldados y los comerciantes romanos que se establecieron en la Península Ibérica: latín vulgar o sermo rusticus. Estas

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formas fueron adaptadas por los pueblos establecidos en la región que, finalmente, caracterizó un lenguaje diferente. Según se desarrolla, este nuevo sistema adopta modos del latín literario o sermo urbanus, que fue la lengua de los grandes escritores romanos y de las clases ilustradas. A eso se debe que tengamos palabras como caballo, del latín vulgar, y ecuestre y equitación, derivados de eques: ‘caballero’, pero tomados del nivel culto o literario del latín. Se dan casos en que una misma palabra del latín genera, por distintas vías, dos palabras diferenciadas: - delicatus primero produce el adjetivo /delgado/, término popular; y luego /delicado/, una expresión de nivel culto; - áncora produce /ancla/ en lenguaje popular. Pero la lengua culta acude al latín para reencontrarse con /áncora/ y pasa a significar en español ‘lo que sirve o puede servir de amparo en un peligro o infortunio’. Ejemplo: Eres mi áncora de salvación. Palabras como éstas, que tienen un mismo origen, pero generan diferentes significados, se denominan isónimas. El latín focu-focus: ‘brasero’, ‘fogón’, pasa al lenguaje popular como fue/g/o. Pero también da foco, fóculo (cavidad donde se encendía el fuego) y modernamente focal, foquismo, foquista. Lo/c/us, lo/c/ale, lo/c/alis producen en nuestra lengua el sustantivo lu/g/ar. Pero más adelante se introducen voces como lo/c/al y lo/c/ alizar, lo/c/alización, lo/c/alismo, lo/c/alidad. Aqua, con sonido de /k/, pasa a la lengua castellana como a/g /ua, con /g/. Pero origina los cultismos acueducto, acuífero. El hablante suele identificar el término derivado por el vocablo ya enraizado, popular en el léxico. Se produce confusión con expresiones como impacto cardíaco, en lugar de infarto, por la aproximación o paronimia entre las palabras. O los chistes de Tres Patines y algún otro comediante: huellas vegetales, por huellas digitales. O los que siguen el modelo de la conjugación /caiga/ y dicen

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/haiga/ en lugar de /haya/, o se afectan para decir difer/ie/ncia por difer/ e/ncia. Hay quienes mantienen cierta uniformidad en la derivación, diciendo incompren/d/ible en vez de incomprensible. La aproximación fonética provoca estas situaciones de dislates o anomalías en el vocabulario. Mucho me interesé por la pronunciación de /agüeducto/ en el programa mencionado. Una cosa es el habla popular, las asociaciones fonéticas que hace el hablante en el uso espontáneo y natural de la lengua, y otra muy diferente es la realización de un comentarista radial o de televisión, dependiente de una empresa que lo contrata para comunicarse con un vasto público, al que sirve información, orientación y modelos correctos del idioma. No puedo aventurarme a decir si este uso en la transmisión radial que comento fuera consciente o inconsciente. No puedo afirmar ni una cosa ni la otra. Algunas personas derivan agüeducto, pero no son la mayoría ni las más cultas. Se nota en cierto nivel de hablantes, especialmente en el habla rural. Es un lenguaje que se va superando con el paso de los días. También se escucha entre hablantes de tierna edad. Sin embargo, la escolaridad y el intercambio permiten superarlo. Creo que el comentarista que empleó el derivado puede tener conciencia de lo que hace. Y creo que él puede pensar en que así debe decirse para la unificación de las formas. Ese puede ser su pensamiento y su convicción. No lo sabemos. Mas, el lenguaje es el uso generalizado y los modos empleados por los núcleos más conscientes en el manejo del sistema. La categoría de profesional lo obliga a conocer esas diferenciaciones y hasta algunas sutilezas que existen en la lengua. Y no luce que, para evitar malos juicios, un locutor vaya anotando a cada paso: No es que yo no lo sepa. Lo digo así porque creo que la gramática está equivocada.

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Esa no es su misión. Su tarea está en informar y orientar con eficiencia sobre los temas que le correspondan, y en un lenguaje claro, llano, sencillo y oportuno. No debe meterse en vericuetos de las complejidades del léxico o de la gramática. Él no es, necesariamente, un reformador del idioma. Debe propiciar un mensaje orientador y eficaz, dentro de un nivel de español de uso, que pueda ser comprendido por la mayoría de los receptores del contenido que él difunde por los medios de comunicación social.

18 de noviembre de 1999

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La /a/ que nos enreda y la /h/ que nos pierde En un espacio pagado he podido leer tres empleos de preposición /a/ y dos formas del verbo /haber/: - ...deseo expresarle nuestras disculpas por hacer pública nuestra queja /a/ través de este medio de comunicación; - ...para que se nos efectúe un simple traslado de una línea telefónica desde un 4to. piso /a/ un 2do. piso en un mismo edificio de apartamentos... - /A/ diario cuando llamamos para inquirir sobre nuestra solicitud... - ... y hasta el momento, nadie absolutamente nadie en Codetel se /a/ dignado en tomarnos en cuenta. - En ocasiones, personal de la empresa que se identifica como supervisores, /ha/ tomado nota de nuestro caso por sabe Dios cuántas veces.../personal/: singular y plural, respectivamente. Los tres primeros usos corresponden a la preposición /a/. Los otros dos son momentos de la conjugación del verbo /haber/. Sólo que en el modelo se /a dignado/ hay un trastorno ortográfico por confusión de / haber/ con la preposición /a/. Preposición es una partícula invariable que encabeza complementos y que indica cómo se complementa el núcleo: Voy /a/ casa. Lo hizo /con/ intención dolosa.

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Llegó /hasta/ aquí. /Haber/, por su parte, tiene una función como verbo impersonal o unipersonal: En invierno /hubo/ tres grandes nevadas. Los gramáticos recomiendan que no se diga /hubieron/, porque la oración carece de sujeto; por tanto, no hay en la estructura un objeto al cual se le pueda atribuir la acción de nevar, que es un fenómeno de la naturaleza. /Haber/ tiene también una función como verbo auxiliar para la conjugación compuesta de los diferentes modos, tiempos, números, voz y personas propios del sistema gramatical. Podemos estudiar esta función a través de los llamados verbos modelos: amar, temer y partir, que aceptan y requieren, como otros, las construcciones haber amado, haber temido, haber partido: Tú /has/ amado mucho. Vosotros /habéis/ temido lo peor. Cuando lleguemos, ya ellos /habrán/ partido. En las situaciones presentadas al inicio: /a través/, /a un 2do. piso/ y /a diario/, se está utilizando la forma preposicional, palabra invariable, una sola vocal, sin componentes de ninguna otra clase. -/a/ través: por entre, por intermedio. -/a/ un lado: que significa dirección, distancia, término del movimiento, orientación, cercanía o proximidad... -/a/ diario: diariamente, cada día. Es expresión de mucho uso en América Central y en Méjico. Ese empleo no lleva /h/ ni recibe ningún otro valor gramatical o morfema. Los otros dos usos, que corresponden al verbo /haber/, reclaman la / h/ al principio: - ...absolutamente nadie en Codetel se /ha/ dignado;.... el personaje que - ... se identifica como supervisores, /ha/ tomado nota de nuestro

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caso /n/ innecesaria/. En estos ejemplos, las formas de /haber/ son seguidas por un participio: -/han/ tomado nota (el personal); singular. -se /a/ dignado. En este último caso, los suscribientes del reclamo al presidente de CODETEL han confundido la forma /ha/ del verbo haber con la ortografía de /a/ preposición, que no lleva /h/. No sucedió en /han tomado nota/, porque a muy pocos se les habría ocurrido escribir /an/ cantado, /an/ salido. Muy pocas veces me he encontrado con ese gazapo ortográfico. Reconozco que lo vi alguna vez, aunque es muy poco frecuente Con todo, se les fue una /n/ En cambio, /ha/ sin la /h/ se cuela a cada paso: -Como usted mismo /a/ podido comprobar, existen diversos juegos sexuales que lo ayudarán... (Listín Diario...); -¿Cómo /a/ sido la relación con sus padres? (Hoy...); -... será beneficiado (Fulgencio Espinal) con un auto de no /a/ lugar (La Nación, 18 de marzo de 1997...); -En los últimos días se /a/ incrementado ... el robo de vehículos en los barrios de la capital (El Siglo, pie de foto, 4 de febrero de 1994, página 8D). Afecta por igual a redactores, conectores, colaboradores y columnistas. No hay distinción, no existe diferencia por la categoría. A todos se nos cuelan errores. Más extraño es ponerle la /h/ a la preposición, que no la lleva, pero sucede. -... quienes completamente disfrazados con trajes de flecos y con el rostro oculto por caretas, se dedican /ha/ pedir dinero... (Listín Diario, La Opinión del Lector, 27 de febrero de 1997, página 10A). Para evitar algunos de esos yerros, usted puede apreciar la validez

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o la oportunidad de la ortografía, dándole vuelta a la frase: Dígase usted mismo, reflexione: a) se dedican a: /haber pedir/, /haber pedido/. ¿Tiene sentido la frase? De ninguna manera. Entonces no se trata del auxiliar /haber/, y la /a/ debe escribirse sin hache: se dedican /a/ pedir; b) Contrariamente: en /se a incrementado/ o en /cómo a sido la relación con sus padres, me preguntaría: ¿/Haber/ incrementado?; ¿/haber/ sido la relación? ¿Cabe y corresponde el verbo /haber/? Sí, señor. Entonces debo escribir esa /a/ con una hache delante: ...se /h/a incrementado; ...cómo /h/a sido la relación... Dígase, por ejemplo: Fulano se ha enriquecido con su esfuerzo y ha contribuido con su estímulo y su apoyo a favorecer a sus familias y a sus allegados. Favorecer /a/ su familia no es lo mismo que /ha/ favorecido... Aplíquense los recursos indicados y se verá qué bien operan los términos que marcamos, en cada caso, con o sin la hache /h/. Cada cual en su función. Cada cual con su escritura.

25 de noviembre de 1999

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La expresión /he/ que la prensa carga a Joaquín Balaguer y a Luchy Vicioso He seleccionado dos casos anómalos de la expresión /he/, que la prensa ha puesto en la conversación de personas muy conocidas en el país. Uno corresponde al periódico Hoy, en una entrevista al doctor Joaquín Balaguer: El ex presidente de la República expresó que espera los próximos días para ver si cuenta con la visión que tenía antes de que viajara a Estados Unidos, que era mejor que la que tiene actualmente. “Y eso es lo estoy esperando (sic), a ver cómo evoluciona eso, si yo puedo contar con la vista que tenía antes del viaje, que me /era/ ya suficiente, ahora mismo me /he/ insuficiente”, indicó. Corresponde a un pase a la página 6 de la noticia intitulada: Sin decisión todavía/ Empeora problema visual JB; apoyaría otro sea candidato Comienza en la primera página, edición del 26 de julio pasado. Los párrafos transcritos más arriba se localizan en el texto del pase, página 6. El otro caso es atribuido a una muy conocida y respetada artista popular: ENTREVISTA: Luchy Vicioso cree que el bolero no desaparecerá/ “Mi mayor logro es la paz que tengo” Se deja leer en la edición del lunes 18 de octubre de este año, El Siglo, sección Vivir, p. 8D. /Es/ una entrevista que ofrece la destacada intérprete a ese periódico.

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/He/ aquí el texto que me interesa: ¿Cuáles han sido los momentos más difíciles de su vida personal? (La hermosa dama suspira profundo y luego responde). /He/... bueno, en mi vida... qué yo te digo, las veces que yo /he/ tenido que tomar decisiones en contra de mi voluntad, y no te puedo decir más nada; sí, porque a veces tú no naces para esas cosas. Se debe advertir que la pregunta mueve a reflexionar y provoca vacilaciones en la interlocutora. No todo el mundo se complace en hablar de sus asuntos personales. Son muchos los que ponen respeto en su vida privada y lo exigen, a la vez. Doña Luchy vacila desde el principio, y esa vacilación se manifiesta de inmediato en el suspiro profundo que anota el cuestionador. Suspira y reflexiona acerca de cómo responder a una pregunta cuasi-temeraria. El periodista refleja las primeras expresiones: /He/... Bueno, en mi vida... Los puntos suspensivos son signos del mensaje, representación de las vacilaciones provocadas por la inquietud de cómo debe responder, o si se debe responder o no a la pregunta del entrevistador de El Siglo. Si busco en cualquier diccionario común acaso encontraré que me dice: he: partícula que, junto con los adverbios aquí y allí o unida a pronombre personal átono sirve para señalar o mostrar una persona o cosa: he aquí la verdad/ helos todos a tu lado. Y no entiendo que la señora Vicioso esté señalando, mostrando. Antes al contrario, hay en sus palabras y en su actitud vacilaciones manifiestas. Entonces, le doy la vuelta a las letras, y encuentro en el lexicón: ¡eh! (entre signos de exclamación, inicial y final): interjección que sirve para llamar la atención, preguntar, llamar, despreciar, responder, advertir...

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Tiene los siguientes homófonos: e: conjunción equivalente a la /y/, con sonido de vocal /i/; he: forma del verbo haber: he comprado; he decidido; e: sexta letra del alfabeto español y la segunda de sus vocales. Después de revisar todas las posibilidades de uso, se habrá de concluir en que el empleo de la cancionista Vicioso corresponde a una interjección, que marca la indecisión, la necesidad de reflexionar antes de dar una respuesta. La confusión del periodista está en la forma del verbo /haber/: yo /he/ tomado mi decisión, presente de indicativo de la conjugación compuesta, cuando ha debido interpretar con fidelidad la vacilación de la entrevistada, que él debe representar con la escritura inversa /e-h/, en lugar de /h-e/. Otras interjecciones llevan la /h/ al final: bah, oh, ah. El redactor de la noticia tenía la solución muy cerca, si se detenía a pensar, a comparar, a contrastar. En efecto, a pocos pasos escribió: las veces que yo /he/ tenido que tomar decisiones... Ha escrito dos /h-e/ de significaciones muy distanciadas, que no se corresponden, y una de las cuales no tiene pertinencia. Eso ocurrió de una línea a otra. Pero el trabajo de la prensa es así de acelerado, aparte de que existe un problema de formación y de los valores que damos al empleo de lo que es nuestra herramienta diaria de trabajo: la palabra escrita. ¿Qué se nos ocurre con la forma /he/, trasladada en el texto de la entrevista con el doctor Balaguer? En primer lugar, el reportero escribe correctamente: “... eso /es/ lo que estoy esperando...” Utiliza /es/, una forma del verbo /ser/: Yo soy, tú eres, él /es/. Balaguer está ofreciendo una entrevista en vivo en el cementerio

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Cristo Redentor: lenguaje oral. Él no ha escrito nada; quien lo traslada al papel es el periodista, quien expresa más adelante: “... si yo puedo contar con la vista que tenía antes del viaje, que me /era/ ya suficiente, ahora mismo me /he/ insuficiente”. ¿Puedo conjugar: me /he/ insuficiente; te /has/ insuficiente; le / ha/ insuficiente? ¿Verdad que eso no ajusta, que no resulta de ese modo? Tengo que tirarme por otro lado: ¿Me /he/ insuficiente o me /es/ insuficiente? Claro que es válida esta última forma, como también diremos: te / es/ insuficiente, le /es/ insuficiente. Se trata de una construcción con predicado nominal, con el verbo /ser/ como enlace o cópula entre sujeto y predicado. El entrevistador pudo comparar la expresión /que me era/ con la frase inmediata /que me he/, y habría comprobado que se trata de un mismo verbo: era/es. Haciendo un paralelismo: ¿se podría escribir /hera/ con hache? Es evidente que no procede. Balaguer nunca confundirá esos momentos o flexiones de los verbos /haber/ y /ser/, porque su dominio del lenguaje -oral y escrito- es demasiado profundo para caer en dislates similares. Por ejemplo, en sus Memorias de un cortesano en la era de Trujillo sólo encontré una falta de ortografía, y estoy convencido de que no habría ocurrido si el ex-presidente no hubiera perdido la vista. Los casos en ambas entrevistas (Luchy Vicioso y Joaquín Balaguer) son responsabilidad exclusiva de los respectivos redactores, y de lo que se agrega al proceso de revisar y controlar dentro de un medio impreso. Sólo ellos cargan con el descuido. Nadie más.

2 de diciembre de 1999

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Méjico/México: por la contradicción o la condescendencia Primera parte Un asiduo lector de esta columna me refiere haber advertido la escritura Mé/j/ico en la bibliografía de mi opúsculo acerca de Las mayúsculas dominicanas y el modelo ortográfico de Gabriel García Márquez. Es un folleto que se puso en circulación el 26 de abril de este año, en el marco de la Feria del Libro. La persona que me honra con su lectura, don Verutidio M. Ramírez, me escribe desde Santiago para decirme: “...he notado que en la bibliografía que Ud. indica al final de su libro relativo a las mayúsculas figuran dos diccionarios de Larousse impresos en Mé/j/ico. Procediendo de Larousse, llama mi atención el hecho de que aparezca escrito Méjico (con j) en lugar de México (con x) que es como lo escriben en el propio país y cuyo nombre oficial -a menos que lo hayan cambiado- es Estados Unidos Mexicanos. ¿Qué podría Ud. decirme al respecto? Está demás decir que en ese país hay una cantidad de poblados, ciudades y otras demarcaciones en cuyos nombres interviene la x, tales como Mexicali, Oaxaca, Holbox, Tuxpan, Texococo, Xochicalco, Uxmal, etc.” En efecto, mi análisis acerca del empleo de las mayúsculas en la escritura de los dominicanos trae en la bibliografía dos menciones de diccionarios prácticos de la casa Larousse. Uno se denomina Ortografía; el otro es el Diccionario de dudas e incorrecciones del idioma. Sin embargo, las referencias de esas ediciones mejicanas son de mi

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autoría y no de los textos salidos de la muy conocida y respetada editorial de origen francés. Cada vez que los diccionarios de la editora de marras mencionan a Méjico, lo hace con /x/, sea en la dirección de la oficina responsable de publicarlos, en la nota de créditos de la edición o en el pie de imprenta colocado al final. Siempre escriben el topónimo con /x/. No de otra manera. De modo, pues, que la colocación de la /j/ en el texto acerca de Las mayúsculas dominicanas... es decisión y responsabilidad exclusiva del autor de ese opúsculo y autor de esta columna. El tema ha sido debatido suficientemente, y creo que las soluciones han podido ser prácticas o circunstanciales, pero no preceptivas, ni reguladoras de la unificación de las letras en español general o estándar. Las grafías /j/ y /x/ representan en la actualidad dos valores fonéticos o fonológicos muy distintos, que en el pasado se enfrentaron igualmente, y que en otros tiempos se le dio al problema la solución que fue práctica en aquellos momentos para las realidades que entonces hubo que enfrentar, pero que hoy no tiene justificación, porque hemos mantenido una escritura que sólo sirve para confundir aún más, para reverenciar tradiciones y querencias, que si bien pueden ser válidas en el orden sentimental o de la historia particular, no se corresponden con fidelidades del habla, con el ajuste o con la aproximación de la escritura frente a los valores fonológicos de la realización oral de la lengua. Estuvo bien que en el año 1605 se imprimiera Quixote con /x/, porque la jota tenía pronunciación de /y/, similar al sonido del fonema palatal sonoro, en palabras como hoyo, por lo cual, en vez de leer Qui/j/ ote, se habría pronunciado algo así como Qui/y/ote. También se escribió dixo, para que no sonara diyo. De ahí vienen otros casos de /j/, como Xamaica, cuya escritura evolucionó hacia Jamaica; o Texas, que se quedó en el pasado. Decimos Méjico-mejicano. Muchas personas dicen Tecsas por Tejas. ¿Acaso dirán tecsano por tejano?

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El señor Ramírez menciona varios topónimos localizables en los Estados Unidos de Méjico. ¿Pronunciarán los mejicanos: -Tejococo o Tecsococo; -Oajaca o Oacsaca; -Holboj o Holbocs; -Ujmal o Ucsmal; -Tujpan o Tucspan. -Mejicali o Mecsicali? ¿Y qué pasará con Xochimilco? ¿Pronunciarán Sochimilco o Jochimilco? ¿Estarán de acuerdo en todas esas pronunciaciones? En la entrega del próximo jueves concluiremos con este tema. Comentaremos la recomendación de la Academia de la Lengua Española y las opiniones y usos de ilustres humanistas como Alfonso Reyes, mejicano; Ángel Rosenblat, lingüista venezolano, nacido en Polonia; don Miguel de Unamuno, español, y Pedro Henríquez Ureña, ciudadano de América.

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Méjico/México: por la contradicción o la condescendencia Segunda parte Las grafías x/j en el nombre de la tierra de don Benito Juárez han sido y serán motivo de controversias, discrepancias entre autores y contradicciones en el ejemplo del topónimo (Méjico/México), del gentilicio (mejicana/mexicano) o de las derivaciones (me//icanismos, me//icanidad, me//icanada). Ángel Rosenblat trata el tema en su libro Fetichismo de la letra, publicación de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1963. Le dedica un capítulo que se extiende desde la página 31 hasta la 41. Rosenblat afirma que cada uno es dueño de su nombre y “tiene el derecho de escribirlo a su gusto. Y aunque el nombre de un país no es propiedad exclusiva de sus habitantes (Deutschland dicen los alemanes, Germany los ingleses, Alemania los españoles), podemos, por deferencia especial, escribir México como quieren los mexicanos. Pero también podemos, sin faltarle el respeto a nadie, escribir tranquilamente Méjico, mejicano, para evitar la pronunciación falsa de /ks/ que está cundiendo, aun entre mucha gente culta, y que ha triunfado en las lenguas extranjeras: le Mexique, en francés, Mexico en inglés, Mexiko en alemán, etc.” Don Ángel opinaba, para la época en que se publicó su obra, que parece que “en Méjico se ha hecho de la x bandera de izquierdismo y que en cambio la j es signo de espíritu conservador o hispanizante”. Pide a sus “amigos izquierdistas de Méjico, cuya fe en el progreso

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social y en la rehabilitación de lo indígena comparto plenamente, me perdonen esta intromisión en un problema que les llega tan al alma. Pero la conservación de la x de México es un caso evidente de fetichismo de la letra”. En las dos primeras páginas del capítulo “Santo Domingo y la zona del Mar Caribe” (capítulo I, páginas 29 y 30) de su estudio El español en Santo Domingo, Pedro Henríquez Ureña recoge Méjico (cuatro veces), mejicana (dos veces) y mejicano (una vez), siempre con /j/ En las páginas preliminares, de la 9 a la 28, sobre “Bibliografía y abreviaturas bibliográficas”, escribe Mé/j/ico en varias ocasiones. Nunca lo hace con /x/. En el Diccionario de la lengua española, vigésima edición, 1984, al explicar las abreviaturas utilizadas en las entradas, la Real Academia de la Lengua consigna: Méj. : Méjico mejic. : mejicano En la entrada culiacanense, página 415, indica que es un adjetivo, y desenvuelve: Natural de Culiacán, capital del Estado me/j/icano de Sinaloa. En la entrada correspondiente a a garrote, página 681, trae, bajo el ordinal 12: Méj. Palo que sirve de freno al carro. Así, a lo largo de esa edición, dos volúmenes que totalizan 1417 páginas, se deja sentir el criterio y la preferencia académica por la /j/ para aquella época. Sin embargo, en la última edición de la Ortografía de la lengua española, revisada por todas las academias, editada recientemente por Espasa Calpe, setiembre de 1999, la Real Academia estudia los sonidos característicos representados por la letra /x/, según la posición que tenga en la palabra hacia el medio (examen) o al final (relax), suena como /ks/ o /gs/; en posición inicial (xilófono) equivale a /s/. Revisa las formas arcaicas como México, Oaxaca, Texas y algunos apellidos (Ximénez, Mexía) para explicar que la pronunciación en estos casos

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es igual a /j/, sonido fricativo velar sordo. Pero anota, de inmediato: “En cuanto a las variantes escritas con j (Méjico, mejicano...), se recomienda restringir su uso en atención a la tradición ortográfica del país americano. Contradicción o condescendencia, o ambas cosas a la vez. Francisco J. Santamaría, eminente lexicógrafo mejicano, escribe un libro acerca de los usos de voces propias de su país, y lo intitula: Diccionario de me/j/icanismos (1959). De su Diccionario general de americanismos, tomo los siguientes casos: -...Reservados sin excepción todos los derechos, Méjico, 1942 Printed in Méjico. Impreso en Méjico. - Editorial Pedro Robredo Méjico, D. F., 1942 - Méj. : México méj. : mejicano/a Esto último en la descripción de las abreviaturas utilizadas en la obra. Con todo, en el pie de imprenta de la edición de la obra, se lee esta contradicción: Imprenta Aldina. - Robredo y Rosell, S.R.L. - Artículo 123, 86.Mé/x/ico, D. F. Don Miguel de Unamuno nos escribe lo siguiente: Uno de los hombres que es orgullo de Méjico, su actual ministro de Justicia e Instrucción Pública, el benemérito don Justo Sierra, en la preciosísima Historia política de Méjico que figura en la obra México: su evolución social (México, 1901), nos transcribe unas preñadísimas palabras que le dijo un día, siendo don Justo aún un estudiante, el gran patriarca del patriotismo mejicano, el admirable indio Juárez: “Desearía que el protestantismo se mejicanizara, conquistando a los indios; éstos necesitan una religión que les obligue a leer, y no les obligue a gastar sus

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ahorros en cirios para los santos.” Benito Juárez, el salvador de la patria, veía muy lejos. Se encuentra en Algunas consideraciones sobre la literatura hispano-americana, colección Austral, Espasa-Calpe Argentina, S. A., Buenos Aires, 1947, página 84. Unamuno escribe con /x/ cuando está citando alguna obra o autor. Fuera de ahí, escribe Mé/j/ico-me/j/icano. El gran maestro postuló en contra de esa /x/ desde el 1892, cuando intituló un trabajo La equis intrusa. Otras calificaciones suyas fueron: “pedantesca manía”, “desahogo infantil”, “americanada y disparate ortográfico a la vez”. Pretendo entender la preferencia de los mejicanos por el empleo de la equis. La hallo atractiva a la vista y pienso que es más fácil de lograr con ella impresos de mayor impacto para las promociones del país. Pero creo en la utilidad de la unificación de las formas escritas, cuando menos en la inmensa mayoría de los usos, sobre todo cuando no hay espacio para dudas ni discrepancias ortográficas ni fonéticas. Aunque alguna vez fue necesario hacerlo de aquella manera, Rosenblat observa que no vale la pena volver a escribir Tru/x/illo, ni /X/ amaica ni /X/au/x/a. Comenta que una restauración de ese tipo no respondería al “sentido progresista y renovador de la lengua, pero testimonia hasta qué punto el alma queda prisionera en el misterio de la letra.”

23 de diciembre de 1999

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De Lis/teen/ a /Press/: las mil formas de anglización del lenguaje Siempre hemos estado de acuerdo en que los préstamos léxicos son necesarios en cualquier idioma, más aún en la etapa presente, en que los avances de la tecnología imponen nuevos inventos, nuevos usos y esto trae consigo las voces nuevas que debemos manejar. Pero debemos convenir en que hay una actitud o, cuando menos, una debilidad anglizadora de la prensa, que acoge algún que otro material que pretende deslumbrar con el manejo de tecnicismos foráneos, que no todo el mundo comprende o no todo el mundo necesita. Y más aún, cuando la prensa misma procura llenarse de prestigio con el empleo de voces ánglicas o con el aprovechamiento y el juego de palabras para la formación de siglas o de acrónimos en hibridismo lingüístico para vender su oferta de lectoría. Es el caso de LISTEEN, deletreado L-I-S, mitad de LISTÍN, y T-E-E-N, mitad deTEENAGER, para abrir una sección juvenil con portal alienante y desnacionalizador. He visto en escaparates una revista extranjera, originalmente en lengua extraña, nombrada TEEN en español, que, de alguna manera, inclina al decano del diarismo criollo a un calco para atraer lectores y entrar en la competencia comercial. No se queda atrás El Siglo cuando promueve: PRESS: P-R-E-S-S. No escapa a cierto nivel de educación que /press/significa /prensa/ en inglés. Para los especializados en la materia y otras personas de alguna formación, prensa es poder, sobre todo desde cuando lo pronunció

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Edmund Burke en el parlamento inglés, dirigiéndose a los periodistas que cubrían las noticias del Congreso: Vosotros sois el cuarto poder. En efecto, el periódico El Siglo promueve las suscripciones bajo el lema de que: PRESS Significa Poder en todo el mundo. Sin embargo, PRESS, allí, no es un anglicismo: es un manejo, una habilidad de mi periódico para captar atención con la supuesta forma anglicada que emplea, porque en realidad, el PRESS que manipulan es ¿solamente? una sigla de estos componentes léxicos: P: programa R: recompensa E: estímulo S: suscriptores S: Siglo. Es decir: /P/ROGRAMA DE /R/ECOMPENSA Y /E/STIMULO PARA /S/USCRIPTORES DE EL /S/IGLO. Dicho diario cuenta, además, con una revista de circulación quincenal llamada VIÚ, con acento en la /ú/, que no lo necesita, pero que suena y se ve bien en el logo. ¿Qué es VIÚ? A lo que más me aproximo es al inglés view, V-I-E-W, que significa ‘vista’, ‘inspección’, ‘panorama’, ‘enfoque’. La identifico también con interview (interviú), empleada en varias lenguas con el significado de “entrevista”, No olvidemos que este periódico cuenta con otro suplemento: WOW. Supongo que es una interjección inglesa, que significa ‘increíble’; pero que esta forma de: W-O-W es más “chic” que si escribiéramos ua-o: UAO Deducimos que es recurso de la competencia, porque nadie quiere quedarse atrás. En el suplemento El Domingo, el Listín Diario nos ofrece una página bautizada con el nombre LOOK, que trae temas de farándula y

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otros asuntos.Conviene distinguir entre calco y préstamo. De préstamos viven las lenguas y nada hay condenable en ello. Pero el afán de los medios no debe ser vender por vender. Atraer riqueza espiritual y consolidar valores éticos deben estar por encima de la acumulación de capital y del éxito gerencial. Acudir más allá de lo necesario y de lo aconsejable a una supuesta lengua de superioridad o de prestigio es contribuir, con impertinencia, a la estrategia de la dominación imperante e imperial. Charles Hockett (Curso de lingüística moderna), de nacionalidad norteamericana, condena como erróneo el concepto de que “algunas lenguas actuales, especialmente el inglés, son más “progresistas” que otras, como el alemán, porque han ido más lejos en la dirección analítica”. Y afirma que no existe la más remota prueba de que esto sea verdad. Los turcos de hoy, dice, “manejan todos los asuntos de la vida ordinaria y las complejidades de la tecnología moderna con una lengua muy sintética, mientras que sus contemporáneos chinos se desempeñan con idéntica eficacia usando una lengua marcadamente analítica” (p.183). Alberto Escobar, peruano, en su libro Lenguaje y discriminación social en América Latina, destaca que es insostenible postular, desde el punto de vista lingüístico, que “una lengua sea inferior a otra, pues nada hay inherente a la estructura del lenguaje, que permita decir, sin falsear los hechos, que una es mejor o superior que las otras, o que las lenguas ágrafas carecen de estructura o de gramática” (p. 46). El español ronda los 400 millones de hablantes, y seguirá desarrollándose. La oficina del Censo de los Estados Unidos calcula que para el año 2050 habrá 98 millones de hispanos en territorio norteamericano y que para dentro de un siglo lo hablará uno de cada tres estadounidenses. La cultura de la lengua debe asumir el papel que le corresponde desde el hogar hasta el trabajo, desde la primera edad escolar hasta el uso en la prensa. Sus manifestaciones deben asumirse en los medios de comunica-

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ción como una responsabilidad frente a los núcleos sociales, con política clara, con realizaciones cotidianas, con orgullo de identidad nacional.

18 de mayo del 2000

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/Á/lvarez, Alv/á/rez o el acento en las mayúsculas Dejo constancia de haber recibido desde Moca una carta firmada por Daisy Isabel Acosta Gutiérrez, con el siguiente texto: “He quedado sin comprender el acento, que usted llama tilde, sobre la segunda a del apellido Alv/á/rez, que nunca antes lo había visto acentuado en ninguna de sus tres vocales. “Lo vi en un espacio pagado que publicó El Siglo el 31 de mayo último, página 16A. En la parte superior decía: Sr. Tony Alvárez, Presidente de... “El anuncio cubrió toda la página del periódico. Traía una foto, texto y el logo de la corporación que se menciona. “Cuatro veces se incluye el apellido Alvárez, siempre con la marca sobre la segunda á, forma que -repito- nunca había visto y que creo que hace que la palabra suene como llana: Al-vá-rez. “El acento en la palabra /contínuo/, tres veces, no me parece bien colocado. “Sé que su columna no es de preguntas y respuestas; pero he visto varias explicaciones suyas sobre acentuación ortográfica, muy detalladas y claras, y me he tomado la libertad de consultarle”. Tiene razón la señorita Acosta Gutiérrez. El anuncio desplegado a que alude contiene cuatro veces el apelativo /Á/lvarez con acento sobre la segunda /a/: Alv/á/rez. Suponemos que se trata del conocido apellido, que suena como voz esdrújula, con acento sobre la primera vocal, según he marcado más arriba.

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Por tener tres sílabas, esta palabra podría ser aguda (oxítona): Alva/ réz/, acento sobre la última, pero, según las reglas de acentuación, no se le marcaría. Para ser llana (paroxítona), habría de sonar con el refuerzo espiratorio y muscular de la articulación sobre la segunda /a/: Alvárez, como aparece en el espacio publicado. Si sonare así, ya sí cabe la tilde sobre la vocal mencionada, porque se trata de una palabra llana terminada en /z/ , y, en la escritura española, ese tipo de pronunciación reclama la marca del acento. Sin embargo, no creo que esa sea la pronunciación, sino: /Á/l varez, con elevación del tono de la voz sobre la primera sílaba, antepenúltima en el orden de la clasificación de las palabras según el acento prosódico, que se cuentan desde el final hacia el inicio de cada término. Luego, /Á/lvarez es una palabra esdrújula (proparoxítona), y a éstas siempre se les coloca la tilde. El apellido se menciona cuatro veces, casi dentro de un mismo texto. Dos veces es el mismo texto: a la cabeza y alrededor de la mitad de la página. Una vez es dándole la vuelta a la expresión, y una última mención está como pie de la fotografía que ilustra el espacio pagado. El manejo del modelo repetido o aproximado parece que fue un recurso para llenar el espacio. En otro orden, el hecho de que el adjetivo /contínuo/ aparezca tres veces con acento, sin necesitarlo, lleva a pensar que el redactor del aviso es inclinado hacia la tildación, que le reconoce utilidad. Sin embargo, continuo/continua no la necesitan, en razón de ser voces llanas que terminan en vocal. Al escribir, podemos confundirnos, porque contin/ú/o, contin/ú/ a sí lo llevan sobre la /u/, pero es a causa de disolver el diptongo, porque, de lo contrario, sonarían igual que la forma comentada. He retenido la siguiente preocupación para el cierre: Al escribir / Alvarez/, sin acentuarlo, en el uso y en la apreciación popular, lo mismo podría leerse /Á/lvarez ( por costumbre), que Alvar/é/z (regla de acen-

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tuación ortográfica). En seguida doy las razones: a) Por constumbre, leeríamos /Á/lvarez, esdrújula, porque es como conocemos su pronunciación, pero no lo haríamos por las reglas ortográficas. b) Según las reglas, si no le colocamos la tilde o virgulilla, deberá pronunciarse como aguda: Alvar/é/z, con acento sobre la sílaba final, igual que términos como sordid/e/z, locu/a/z, fel/i/z. ¿Qué explicaciones podríamos dar a esta situación? En verdad, tenemos la creencia de que las mayúsculas no “llevan” acento; ésta es una de las “falacias” en el orden de la escritura. La gente suele defenderse diciendo que es una regla dictada por la Academia de la Lengua. Pero no es cierto. La Academia nunca ha dictado una norma en tal sentido. Al contrario, la Corporación recomienda acentuar (tildar) las vocales, escritas en mayúsculas, que lo requieran según las normas de acentuación ortográfica. De eso he hablado en ocasiones anteriores.

29 de junio del 2000

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Utilidad de los signos de puntuación El presidente electo de Méjico, Vicente Fox, expresó el pasado domingo, el mismo día de su elección: “Hay chamba (trabajo) para todos a partir de mañana”, agregó, “y lo vamos a hacer con los priístas, que han estado a la altura, serios y profesionales...” Los priístas son los miembros del Partido Revolucionario Institucional (mejicano), que gobernaron en su país durante 71 años, ininterrumpidamente. Por tanto, es el grupo político al cual el candidato Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), tenía que derrotar. Esto que dijo el señor Fox lo he leído en el diario El Siglo, página 19A, lunes 3 de julio, año 2000: ELECCIONES: Termina 71 años de hegemonía del PRI Vicente Fox gana elecciones presidenciales mexicanas Cuando se dice, casi al término de un proceso electoral histórico, lleno de enconos, que el candidato recién electo ofrece trabajo para todos, incluso para “los priístas, que han estado a la altura, serios y profesionales”, ¿quiere decir: -con los priístas, que se han portado serios y profesionales (todos ellos); o -solamente con aquellos priístas que se han portado serios y profesionales? Una de dos. Pero ¿cómo lo sabemos? Si manejamos el código oral, podemos comprenderlo por las entonaciones y las pausas; por la forma de elevación y por el descenso del tono de la voz en la cadena hablada. En la forma escrita nos valdremos de los signos de puntuación.

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Desde la coma hasta los puntos suspensivos. Cada signo es una señal para el entendimiento, para la decodificación del mensaje. Si emito esta señal para el oído, donde /v/ y /b/ suenan iguales: la-(b) (v)an-de-ra, sin detenerme, sin cesuras, me pueden entender: a) que estoy indicando o /la bandera; b) que exhorto a la /lavandera/ para que haga su oficio. Al redactar habrá diferencias entre las consonantes /v/ y /b/, lo cual no podrá notarse en la realización oral. Sin embargo, al escribir deberé poner cuidado en la utilización de los signos de puntuación, para que la escritura refleje la entonación con que se supone que se ha emitido el pensamiento: -Lava, lavandera, es referencia a una persona que ejerce el oficio del lavado. Después del verbo colocaré una coma y escribiré unida la expresión siguiente /lavandera/, porque es una sola palabra. Lavandera, entre comas, es un vocativo, expresión que sirve para llamar, señalar a una persona. La frase: Lava la bandera, es un mandato para que alguien cumpla el trabajo de lavar /la/ /bandera/, el símbolo patrio. No requiere puntuación medial alguna y el sujeto queda sobrentendido: tú, segunda persona del coloquio. Si digo: De acuerdo con la ley No. 137 del 23 de abril de 1942, quiero decir que esta ley fue dictada (o promulgada) una especificación. Simplifico eliminando varios términos. No obstante, podría entenderse que existe otra ley 137, pero que es de fecha diferente. Parece más práctico que se emplee una coma: ley No. 137, del 23 de abril de 1942. Ahora la frase intercalada vale como una explicación, con lo cual se refuerza la eliminación de palabras, colocando comas antes y después de la proposición /del 23 de abril de 1942/. En la expresión Felipe es pelotero; su hermano /, / abogado, destacamos la supresión del verbo /es/ colocando una coma entre los dos últimos términos separados por la puntuación.

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Dos estrofas del poema “Ustedes y nosotros“, de Mario Benedetti: Ustedes cuando aman exigen bienestar una cama de cedro y un colchón especial nosotros cuando amamos es fácil de arreglar con sábanas qué bueno sin sábanas da igual. Sin sangría ni puntuaciones. Sólo puso mayúscula a la primera palabra y un solo punto (al concluir el poema); pero más nada en ninguna otra parte. Así lo usó Benedetti en la primera etapa de su creación literaria. Hace tiempo ha eliminado hasta este único punto final. Es un estilo que tuvo su auge. Se entiende su intención, su valor creativo en el arte; más, no es conveniente en el quehacer cotidiano y familiar de la escritura. Porque ¿cómo vamos a entender, entonces, si el recién electo presidente mejicano va a emplear a sus adversarios del Partido Revolucionario Institucional (PRI)? La clave está en la puntuación que utilicemos: a) No poner coma: Lo vamos a hacer con los priístas que han estado a la altura..., significa que tendrán empleos sólo los adversarios del partido oficial que se comportaron con altura. b) Poner la coma, tal como se publicó: Lo vamos a hacer con los priístas /, / que han estado a la altura..., quiere decir con todos los priístas, por que han estado a la altura, han sido, serios y profesionales... Una simple coma o la ausencia de ella cambia totalmente el sentido. Hay que tenerlo en cuenta.

6 de julio del 2000

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Habana / Havana Un acucioso lector escribe a esta columna para manifestar su inquietud acerca de si ha de escribirse: Café Ha/v/ana o Café Ha/b/ana. Carlos Rafael Núñez, de la ciudad de Santo Domingo, copia datos acerca de usos aparentemente contradictorios: /Havana Club: /Ciudad de La Habana/ Ron Havana Club/. Pormenoriza con otros datos y señala publicaciones donde, en este orden, ha podido detectar fallos y contradicciones. Llama la atención acerca de diferentes casos de yerros y contradicciones en una misma edición del periódico El Siglo, como es el empleo del nombre “Pau Dones” y “Pou Dones”, de quien dice que es un músico vinculado al grupo llamado “Jarabe de Palo”. Es corriente en nuestro medio que los nombres, generalmente escuchados y no confirmados -visualmente-, salgan con diferencias. El fenómeno llega tan lejos que existen personas con nombres adoptados a nuestra escritura, como: Genris por Henry; Jaivanjó/Jaivanjóe por Ivanhoe, tomadas de formas inglesas. Y, caso contrario, confusión fonético-ortográfica de Rosebel o Rosevel por Roosevelt, procurando trasladar las letras del apellido extranjero a la grafía española. /Habana/ es un topónimo, expresión con la cual individualizamos los sitios y las demarcaciones propias de la división territorial de un país, es decir los nombres propios de lugares. En principio, del topónimo deducimos los gentilicios que nominan origen geográfico o nacionalidad. De la denominación de Málaga derivamos el gentilicio malagueño(a), como de San Juan extraemos sanjuanero(a).

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Los topónimos nacen de una realidad en cada lengua; tiene un origen y una significación, tienen su historia y cuentan con su proyección a través del tiempo. Llamamos Cádiz a una jurisdicción de España, y el origen de su nombre se remonta la palabra Gadir, ciudad fundada por los fenicios en una época “anterior al primer milenio antes de Cristo”. Bajo el imperio romano fue llamado Gades. Más adelante se transformó en Cádiz. Este proceso favoreció el gentilicio “gaditano”, derivado de gaditanus (Gades), forma latina que equivale a natural, relativo o perteneciente a Cádiz. Como se ve, el topónimo puede pasar por varias transformaciones y en cada época, en cada lugar, en cada proceso se le dará el tratamiento conforme al genio del idioma que lo adopte y lo proyecte hacia el porvenir. Enfocado sincrónicamente ¿cómo podrá hacerse en un momento ¿Cómo podría escribirse y pronunciarse de igual manera en multitud de hablas tan diferentes? Más aún, en la presente etapa, de tanto intercambio y de tan múltiples recursos para la comunicación. Imposible que pueda existir una fórmula lingüística única, niveladora, para denominar una región, un país, una ciudad. Cada idioma, cada comunidad de hablantes adoptará las denominaciones que requieran para el intercambio. Y lo harán conforme a la índole del sistema que lo emplee. Lo que para nosotros es Moscú y los franceses, Moscou, será Moscow en inglés y sonará diferente hasta en ruso. Lo que es München en alemán, pasa a Múnich en español. Una localidad de Francia se llama Champagne; en español es Champaña. Nadie nos podrá someter a decir England cuando hemos adoptado Inglaterra. ¿Cómo nos podrían someter a decir y escribir United States of América a lo que hace tiempo hemos traducido como Estados Unidos de América o de Norte América? Podemos decir New York, pero nadie nos privará del derecho de escribir o de pronunciar Nueva York. Lo que es de una manera en mi lengua, se representa en forma diferente en un sistema extraño.

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Lo que el autor dramático francés Pierre Augustín Caron de Beaumarchais tituló Le barbier de /Séville/, pasó al genio y al habla de los italianos como Il barbiere de Siviglia. Lo que para nosotros es Sevilla, es Siviglia para los italianos y Séville para los franceses. Cada parla tiene su forma y su oportunidad para expresarse. Si se hubiese adoptado el topónimo en español, no se habría hecho con las características de los diferentes sistemas. Cada quien en su casa, cada quien en su oportunidad. Es importante que mi corresponsal, Carlos Rafael Núñez, se preocupe por estas diferencias. Ha/b/ana, con fonema bilabial, es la forma usual en nuestra habla, mientras que la escritura con labiodental Ha/v/a ana es la fórmula inglesa. El cambio de /b/ por /v/ resalta inmediatamente, pero no reparamos en la pronunciación, que en nuestro romano resultarán iguales las dos consonantes, lo que no sucede en la otra lengua. Ron Havana Club es un empleo ánglico que sirve para dar cierto relieve, rodear de prestigio ante el consumidor la bebida que se ofrece. Café Havana, con la /v/ foránea, pero con la estructura sintáctica nuestra; o la estructura extraña: Havana Café, es propiciar la oferta a través del idioma que es comercialmente más atractivo por el momento. En el litoral del mar Mediterráneo, que canta Joan Manuel Serrat, existe un cabo lindante entre Francia y España, que en francés se le llama Cerbere, escrito con bilabial /b/ y con un acento llano en la /e/ intermedia. En español se llama Cervera, con labiodental /v/, sin marcar acento y terminado en /a/. Algunas divergencias. Aunque el cabo se encuentra en la frontera de dos naciones, los nombres corresponden a lenguajes diferentes. Por eso se representan con diferente ortografía. Domingo 26 de marzo del 2000, en ruta Madrid/Miami. 17 de agosto del 2000

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“Back to School” Las temporadas sacan a relucir propagandas comerciales en todos los medios aprovechables de comunicación masiva, como una característica de la sociedad de consumo, que nos inclina y hasta nos perturba con sus mensajes envolventes. Enfrentamos ahora el inicio de clases, el retorno a las aulas. Dentro del año oficial, el calendario comienza con el día de San Valentín y concluye con las fiestas de Navidad, que se apropia de los primeros días del año. Y entre uno y otro extremo, cruzamos por la fecha dedicada a las secretarias, el día consagrado a las madres, el retorno a las clases y la tímida celebración del día de los padres. Y no olvidemos la estrategia de la penetración y de la interferencia lingüística, con los implantes de los últimos tiempos: “halloween” y “thanks-giving”, como predespedida del calendario y calentamiento para el final del año y de unos días del enero siguiente, dentro del plan de explotación comercial y de la anglización de la cultura de estos países dependientes. Precisamente, ahora resentimos los valores culturales, cuando pretenden incidir en la educación con el foráneo: Back to School, y hasta imprimen /S/chool, con mayúscula inicial, un modelo de la lengua inglesa que, de esa manera, tiende a destacar ciertos vocablos. Muchas tiendas, dedicadas a la venta de ropas y de útiles para la escuela comparten el llamado acerca del inicio de clases: De vuelta a clases con él... Súper Pola.

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De vuelta a la escuela, con el rayadito escolar (La Gran Vía). “ De vuelta a clases”, “De vuelta al colegio” y “De vuelta a la escuela” son calcos, traducciones o adaptaciones de la lengua inglesa, para provocar ventas fundamentadas en el prestigio del idioma que sirve a los que hegemonizan política, económica y militarmente. /Back/ es tanto como ‘espalda’, ‘atrás’. /To be back/ equivale a ‘estar de vuelta’. /Back to school/ es ‘estar de vuelta o volver a la escuela’. Pienso que las tiendas en territorio norteamericano deben cubrirse de estos cartelitos que señalan precios sobre los artículos con la leyenda “Back to School”, práctica tan extendida en Puerto Rico, medio que conozco. Llevamos la expresión a términos castellanos para conquistar un mentado “blanco de público” consumidor, en este caso, por necesidad imperiosa. Pero no todas las tiendas se manejan por ese estilo de sumisión y de monotonía. Una frase dominicana sería: ¡A las clases! que, gracias a Dios, uno de nuestros temas le canta así a la escolaridad: ¡/A la clase/, que ya es hora/ de empezar/ nuestra labor! A la escuela bien calzados, dice un anuncio de Plaza Lama, que también recurre a una frase muy criolla: ¡A estudiar se ha dicho! En la escuela todo niño es /Juguetón/, tienda del Centro Comercial Nacional. Y La Gran Vía oferta Súper especial de escolares/ con los mismos precios... Le basta con la palabra /escolares/: ni colegio, escuela, clase, regreso... ni “back”. Por suerte, el “back to school” no está tan extendido entre nosotros. Sin embargo, debe preocupar que algún sector del mundo mercantil pretenda importarlo, imponerlo. Lo presenta con letras bien grandes y, a continuación de la leyenda, incluye un:

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Bolso /D/eportivo Náutica (cuyo valor sugerido es de US$30.00) /P/or la compra de RD$2,000.00, con el anzuelo del valor del regalo expresado en dólares. Vale decir, pareja y mancomunadamente la anglización y la dolarización que, para el caso, es la misma cosa. Con todo, parece que, a pesar de la gran influencia norteamericana, buena parte del comercio es español o españolizado lingüísticamente hablando, o comprende el enfrentamiento de las culturas a través del lenguaje. En mis investigaciones para el libro Confrontación del inglés y el español en Puerto Rico (1971), en Santurce, avenida Ponce de León, 1060, un representante de la tienda “La Gloria” me explicó que ellos no acostumbran a poner letreros o cartelitos en inglés y que sus negocios son igualmente prósperos (p. 131). Pero no debemos soslayar el prestigio que cierto nivel de educación y de pensamiento atribuye a la lengua de los que hegemonizan sobre los pueblos sometidos a la influencia de los poderosos, y que, por tanto, en estos momentos prefieren o se dejan arrastrar por los signos del “dólar” y del idioma que lo sostiene. Calzados Payless se la juega entre una y otra fórmula. Nos estimula en español: Aprende con nosotros... Que aprendamos ¿qué?, si nos transportan en la gráfica de un autobús con un llamativo letrero que dice: Welcome BACK. Una de cal y otra de arena. Aunque no soy usuario de ciertos servicios, debo celebrar que un banco que ofrece /tarjetas de créditos/ para cambiar la figura (cirugía plástica), tan cuestionada en cierto sentido, tenga el valor de llamarse Banco Global, S. A., porque muchos de la nueva ola y de la corriente anglizadora habrían preferido llamarse: Global Bank... (con o sin el) S. A.

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Aunque les reconozco utilidades, no me entusiasmo con las tarjetas de crédito. Respeto a quienes se inclinan por la cirugía estética y doy mi apoyo a quienes la necesitan. Eso sí, reconozco los préstamos -válidos- dentro del lenguaje, pero me permito rechazar la interferencia y los usos innecesarios. Sólo aquello que es lógico, útil y pertinente dentro de un mundo que debe ser de intercambios con igualdad.

7 de setiembre del 2000

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Ynchausti/Incháustegui o el acento tiene sus bemoles /Incháustegui/ es voz esdrújula (proparoxítona) y a todas las esdrújulas se les marca el acento o tilde. Es esdrújula a causa de que porta la mayor carga tónica o refuerzo del impulso espiratorio y muscular en la antepenúltima sílaba, es decir, en la tercera sílaba, a partir de la final, que es como se tiene en cuenta para la clasificación según el lugar donde cada palabra lleve el acento. Si algo existe en la gramática española que permite dominar un área de la escritura es la acentuación ortográfica. Las reglas son pocas, sencillas y claras; fáciles de recordar y de aplicar. Sin embargo, nuestras páginas: cuadernos de clase, documentos de oficinas privadas u oficiales; redacción de abogados, de notarios y de otros profesionales; libros, periódicos, revistas etc. revelan ausencia, presencia y contradicciones en el empleo de la tilde. Recientemente he recogido la siguiente muestra: “Luis Ynch/á/usti era (o es) más un hombre de Medina [Danilo] que de Fernández [Leonel], aun cuando fuera este último quien pusiera en sus manos el dinero que repartió” (El Siglo, 17 de octubre del 2000, columna 1, página 6A). Y apenas este martes, en un recuadro con el título de “Investigaciones”, material que en la jerga de la prensa llamamos “despiece”, se repite: “...Bello Rosa (Procurador General de la República) aseguró que las investigaciones están bien avanzadas y que de las personas relevantes

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sólo falta por interrogar a Luis Ynch/á/usti...” (El Siglo, 31 de octubre del 2000, página 10A). Hay en esas utilizaciones paralelismo gráfico entre Ynch/á/usti e Inch/á/ustegui, con tilde sobre la misma vocal, lo que no representa necesariamente el mismo lugar, desde el punto de vista de la clasificación de las palabras en agudas, llanas y esdrújulas, y cuyas reglas de aplicación ortográfica nos llevarán a discernir acerca de si debo marcar o no el acento al apellido Yn/chaus/ti, que lo lleva en la penúltima sílaba, mientras que In/ cháus/tegui lo lleva en la antepenúltima. Alguien ha puesto, alguna vez, ese rasgo o rayita en peri/ó/dista y en peri/ó/dismo, por reflejo o analogía con el término peri/ó/dico, que es voz esdrújula, y, junto con las sobresdrújulas, siempre lleva virgulilla. Pero perio/dis/mo y perio/dis/ta son términos llanos, breves o graves (paroxítonos), en razón de que la mayor elevación del tono de la voz recae, en cada caso, sobre la segunda /i/, que es la vocal de la penúltima sílaba: /dis/. Por tanto, se trata de dos palabras llanas terminadas en vocal. Una regla de ortografía señala que deberá marcarse la tilde a las voces llanas que terminen en consonante: azúcar, ágil, césped; pero no a aquéllas que terminen en vocal o en consonantes /n/ o /s/, como periodismo/periodistas/escriben . Si retengo esta regla, podré recordar -deducir- que no debo poner la virgulilla sobre ninguna vocal de Ynchausti, porque: a) No es Ynchaus/tí/, palabra aguda (oxítona) terminada en vocal; b) No es esdrújula: /Ý/nchausti: Y=I; c) No es grave terminada en /r/, /d/, /l/ ni en otra consonante diferente de /n/ o /s/, sino que concluye en vocal; por lo tanto, no tengo que pintar acento alguno. A veces ponen acento a /bién/, porque se recuerdan de /también/ ; o a /pués/, porque tienen presente a /después/. Así varias más. Pero ni /

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bien/ ni /pues/ lo reclaman, por ser monosílabos; y /pues/, además es voz átona . Sin embargo, /más/, adverbio de cantidad, lo requiere a título de discriminación: para que no se confunda con la conjunción /pero/, empleo diacrítico, es decir, de excepción: No iré a estudiar esta noche; /mas/ , te enviaré el libro. Si pongo tilde a /ór/den (llana) es porque la confundo con /ór/ denes (esdrújula). Al pluralizar con /e-s/, se produce la elongación de la palabra: el refuerzo de la entonación está sobre la misma vocal, pero no sobre la misma sílaba. Puedo utilizar las palabras íntimo/intimo/intimó. Dos de ellas llevarán el rasgo sobre una de sus vocales: /í/ntimo (adjetivo) e intim/ó/ (verbo). La otra carece de esta señal: int/i/mo (verbo). No puedo, de memoria, poner o suprimir la marca, ni por capricho ni por descuido. Lo debo analizar: /í/ntimo es esdrújula, siempre lo lleva; intim/ó/ es aguda; en principio, todas las agudas de más de una sílaba, terminadas en vocal o en consonante /n/ o /s/ soportan la rayita; int/i/mo, primera persona, presente de singular del verbo /intimar/ , cuyos significados son ‘trabar amistad profunda’ y ‘notificar una orden por medio de funcionario competente’, no reclama el rasgo de la entonación, por ser palabra llana, grave o breve terminada en vocal. Un nieto de cinco años me pide: -Cribe Pólito. El niño quiere decirme: Escríbeme Hipólito, refiriéndose al presidente de la República. En verdad, hago lo que él me dice: Pólito. Y le pongo su rayita bien destacada sobre la primera /o/. Y el nieto, refiriéndose al acento, pregunta: -¿Qué letra es ésa? No encuentro rápidamente una respuesta adecuada a su entendi-

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miento infantil. Sólo pienso: ¿Por qué le dejo el acento si ha variado la palabra? Analizo y cuento sílabas de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Me doy la explicación y aún así no me quedo tranquilo. ¿Por qué mi preocupación? Por las tantas travesuras que se atreve con nosotros ese signo tan pequeño y ¡tal vez! tan insignificante.

2 de noviembre del 2000

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Disuadir/persuadir Persuadir es actuar para que una persona haga algo que nos interesa o creemos conveniente. Disuadir es aconsejar para que alguien no haga aquello que, entendemos, puede traer perjuicios o que no nos interesa que se realice. Es actuar con razones para convencer en uno u otro sentido. Lograr que se cambie de idea en relación con un asunto, que se piense o se actúe de otra manera, o que se deje de lado una actuación programada. Si una persona está proclive o adelanta que va a renunciar como miembro de un triunvirato de gobierno o de magistrado de la Suprema Corte de Justicia, dos actitudes divergentes podrían surgir en torno a esa situación o expectativa: -Algunos podrían actuar u opinar para que tal persona cumpla su promesa de dimitir del cargo de que se trata (persuasión); -Otros actuarían u opinarían para que tal voluntad, inclinación o decisión no llegue a concretarse (disuasión) Voy a entregarme a una aventura peligrosa, expuesta, pero importante, “auspiciosa”, “rentable”. Alguien pretenderá que debo hacerlo, que es importante para mi vida o mi carrera; tratará de persuadir. Pero otro opinará que tal riesgo no vale la pena, que se puede exponer mucho más de lo que se procura; tratará de disuadir. Recientemente Fidel Castro ha dicho en Caracas: “Ayúdenlo ustedes, persuádanlo sus amigos y pueblo. No les quepa la menor duda que sus adversarios tratarán de eliminarlo”.

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Se está refiriendo al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, inspirador, iniciador de transformaciones políticas, sociales y económicas en su país (El Siglo, Fidel Castro advierte sobre intentos de matar a Chávez, 28 de octubre del 2000, p. 19A). Persuadir: aconsejar, recomendar para que se cuide, para que proteja su vida. Tomar medidas, hacer, actuar en una dirección. Otro modelo: “El profesor Stavans tiene dos hijos: Joshua de ocho años de edad e Isaiah de tres. A ambos les está enseñando español e inglés y no los disuade, en lo más mínimo, a que experimenten y se comuniquen en espanglish” (Listín Diario, El profesor de espanglish, por Jorge Ramos Avalos, 28 de octubre del año 2000, p.19A). /Disuadir/. ¿Acaso está bien utilizada? ¿Debió escribirse /persuadir/ o /disuadir/? L. V., reportero de El Siglo, pone el verbo /disuadir/ correctamente en labios del Procurador General de la República: “...Bello Rosa (Virgilio) reiteró que el trabajo que realiza la Procuraduría tiene la finalidad de castigar los actos de corrupción como tales y disuadir esas acciones ilícitas contra los fondos del Estado (Prevención Corrupción investiga ex director Ceagana, 11 de noviembre del 2000, p.11A). Es un uso apropiado del verbo /disuadir/ contrariamente al del columnista Ramos Avalos, recorriendo, sabe Dios, por qué interferencia lingüística. En la novela La muchacha del Ideal Rosales, Pedro Mata, novelista popular español de las décadas de los años treinta y cuarenta (Editorial Tor, 6 de marzo de 1952, Buenos Aires, Argentina) traza los dos vocablos: “Esta seguridad acabó de persuadirla. Pasó el día muy contenta, charlando mucho, quizá excesivamente; en el fondo un poquito nerviosa. Al caer la tarde, conforme la luz se iba debilitando, se empezó a deprimir y pidió confesarse. Ricardo, temeroso de que este acto trascendental pudiera

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emocionarla demasiado intentó disuadirla; pero Manrique, que se hallaba presente, intervino: “- Nada, déjela usted; lo que ella quiera. A los enfermos no se les debe contrariar nunca en estas cosas. Si quiere confesar, que confiese.” Son dos momentos del manejo del pensamiento. En el primer orden, se trata de tranquilizar a una persona acerca de que no se iba a producir un acto de intervención quirúrgica; y la paciente fue persuadida (convencida) de que no le “abrirían el vientre”, sino que sólo le darían un “pinchazo”. Mientras que la acción de disuadir está dirigida a que no se produzca la confesión, acto trascendental en la precariedad de la salud de la personaje, próximo a morir . /Persuadir/ es convencer. /Persuadirse/ es convencerse, llegar a saber o creer algo con seguridad. Persuasión, persuasivo(a) persuasivamente, persuasor(a), persuasorio(a), son familias de este verbo. /Disuadir/ también es convencer, pero en dirección contraria, porque se trata de inclinar a alguien para que no haga una cosa, para que desista de hacerlo. Presenta un cuadro de familia de palabras similar a persuadir: disuasión, disuasivo(a), disuasivamente, disuasor(a), disuasorio(a). Un diccionario de sinónimos podría darnos estas posibles sustituciones del verbo persuadir: convencer, mover, decidir. Para disuadir nos ofrecerá: apartar, desaconsejar. Ambas voces serían presentadas como antónimas, una de la otra. Un diccionario corriente, muy popular, que estoy manejando para este punto de afinidades y desemejanzas, trae en la letra /p/ las entradas: persuasión, persuadir y persuasivo, con buena variedad de sinónimos, mientras que para disuadir sólo tiene esa única entrada. Persuadir incluye convencer, mover, decidir. Persuasión ofrece los sustantivos inducción y juicio. Persuasivo lo relacionan con sugestivo, seductor, convincente. No quiere decir que esa forma sea más rica que la otra o que tenga

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una estructura morfo-fonemática más apropiada para la utilización, sino que el hablante recurre menos a la forma disuadir, dueña del prefijo de negación, quizás por la tendencia y a la pro-acción del otro verbo. Playa Chiquita, Palmar de Ocoa, 5 de noviembre del año 2000.

16 de noviembre del 2000

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Gascue/Gazcue A Freddy Beras Goico, por su inquietud y por su sinceridad Primera parte Introducción: El establecimiento comercial de la calle Santiago, en esta ciudad, extiende constancia del dinero que usted ha avanzado al ordenar un trabajo, que deberá retirar en el plazo que se le indica en el comprobante entregado. Naturalmente, el documento indica la dirección del establecimiento: Calle Santiago No. XXX (entre Dr. Delgado y Pasteur) Ga/z/cue. Santo Domingo, República Dominicana. En una tarjeta de presentación del mismo negocio: Calle Santiago No. XXX (entre Delgado y Pasteur), Ga/s/cue, Santo Domingo, República Dominicana. Una diferencia en la escritura del sector donde está ubicado el local de servicios: una vez con /z/; la otra, con /s/. ¿Es Ga/z/cue o Ga/s/cue? ¿Por cuál me decido? En verdad, al principio me gustó Ga/z/cue. No sé por qué; no podría explicarlo. Pienso que esta predilección ha podido apoyarse en la presencia de la /z/ en mi primer apellido o, cuando menos, no me provocaría rechazo. Pero no lo sé, porque no ha sido consciente. No he tenido el orgullo de letra alguna, como sí le sucedía a un amigo de infancia, apodado Crucito, quien proclamaba con orgullo que su nombre tiene tres /z/: Cruz Féliz Muñoz. Y enfatizaba el fonema fricativo interdental sordo al final de cada nombre. Una vez leí o escuché de un reconocido investigador dominicano

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que ese apellido con /z/ prácticamente no existe en América; pero que uno podía encontrarse de vez en cuando con el apelativo de Ga/s/cue . Así comenzó mi preocupación con esta escritura y estuve inclinado por la forma con /s/. Por largo tiempo he sentido que yo mismo me debo este artículo. Mientras recogía datos, me iba afirmando en la creencia de que la utilización de la /z/ fue una práctica dominicana que se estableció por algún descuido en Santo Domingo desde la introducción de ese apellido. Tal vez fue por falta de información; quizás por preferencia local. A lo mejor operó la analogía y el paralelismo ortográficos, pues tenemos casos de Vásquez/Vázquez y de Velásquez/Velázquez. (Para mayor seguridad, consulte su guía telefónica). Gazcue/Gascue en publicaciones extranjeras: El primer instrumento al cual acudí fue a la Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, tomo XXV, editada en Barcelona por los Hijos de J. Espasa, Editores, 1924, que reposa en la biblioteca Juan Pablo Duarte, del Congreso Nacional, tomo que perteneció a un señor de nombre Rafael A. Espaillat (1925). En ese tomo se recogen las siguientes entradas: Gascue: lugar de la provincia de Navarra, municipio de Odieta, al norte de España. Gascue y Murga, Francisco: ingeniero, político y musicógrafo español nacido en San Sebastián en 1848 y muerto en el 1920. Gascueña: municipio de la provincia de Cuenca, al centro de España, que se supone fundada por algunos gascones que se establecieron allí. Gascuña: antigua provincia del suroeste de Francia, que tomó su nombre de Vasconia o país de los vascos. En el mismo tomo se recoge algo aproximado: Gás/q/uez: Los Gásquez era para aquella época una aldea de la

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provincia de Almería, municipio de Vélez Rubio, frente al Mediterráneo. Carezco de información acerca del significado de este topónimo. Ni en esa edición del 1924 ni en la edición del 1991 de la Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana se le da entrada al apellido con /z/. Tampoco en su Apéndice, A-Z, publicado en Madrid en el 1996. No aparece nada de esto en el Diccionario enciclopédico Quillet (1972), que he revisado, ni en el Diccionario de las Américas, de Plaza y Janés. No los acoge, en ninguna de las dos formas, el Gran Espasa ilustrado (1999). Tampoco los consigna el Pequeño Larousse ilustrado. A lo que más se aproxima es a Gascuña, golfo del mar Atlántico, entre Francia y España, más conocido como golfo de Vizcaya. En la parte correspondiente al léxico, Larousse incluye el gentilicio /gascón/, de Gascuña. Se trata de un antiguo ducado de Francia, que ya se mencionó, que hoy forma los departamentos de Altos Pirineos, Gens, Landas y parte de otras jurisdicciones. La capital del antiguo ducado era Auch. Se incorporó al Estado francés en el 1453. Gascue/Gascuña/gascón están ligados a la región del norte de España y al Sur de Francia. Gascueña, municipio de Cuenca, centro de la península ibérica, se cree que fue fundada por gascones (franceses). En ninguno de estos términos figura la escritura con /z/.

11 de enero del 2001

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Gascue/Gazcue Segunda parte Un estudio en la documentación dominicana: En el opúsculo Toponimia, publicado en el 1972 por la Sociedad Dominicana de Geografía, Carlos Larrazábal Blanco comenta que es digno de conocerse el origen de los nombres en la antigua ciudad de Santo Domingo, y explica que Ga/s/cue recibe esa denominación en memoria del /C/ontador Francisco Gascue y Olaiz, y ubica su ejercicio entre 1754 y 1780. En la obra Cesión de Santo Domingo a Francia (Correspondencia de Godoy, García, Roume, Hedouville, Louverture, Rigaud y otros, 1795-1802), Emilio Rodríguez Demorizi (1958) refiere una vez el nombre de Martín Gascue (p. 216) y varias veces el de Francisco Gascue (ps. 119, 124, 128, 130 y 131). La mención de Martín Gascue se encuentra en carta del 16 de junio de 1797 del gobernador de la isla, Joaquín García, mediante la cual informa a Manuel Godoy, Primer Ministro español, Príncipe de la Paz, que ha comunicado a Martín Gascue, teniente retirado, agregado a la plaza de Santo Domingo, “el permiso que la piedad soberana le concede para permanecer en esta Isla tres años después de la evacuación para vender los bienes que posee según se me manda por real orden del 22 de febrero de este año”. Se refiere a la evacuación de los españoles con motivo del Tratado de Basilea, cesión de Santo Domingo a Francia. Son once las menciones del contador oficial real, Francisco Gas-

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cue, y están contenidas en cuatro cartas que van desde el 11 al 30 de agosto de 1796, en medio de cuestionamientos acerca de la lealtad de don Francisco como súbdito español. En Invasiones haitianas del 1801, 1805 y 1822, el mismo autor (Editora del Caribe, 1955) menciona dos veces a Francisco Gascue (p. 125, nota número 45, y p. 131). En esa misma obra se menciona a Martín Gascue, en retiro, sustituido como “teniente de la Octava Compañía del Fijo” por Ramón de Paula o Ramón Gil. Ver nota 102, p. 231. En su estudio Manuel Rodríguez Objío (Poeta-Restaurador-HistoriadorMártir), publicado en el 1951 por la Editora Montalvo, Ramón Lugo Lovatón recoge (p. 251, nota número 163) un acta del Ayuntamiento de Santo Domingo, que contiene la resolución del 11 de octubre de 1926, mediante la cual una calle de esta ciudad recibió el nombre de Manuel Rodríguez Objío. El único artículo de dicha resolución expresa: “Art. único.- Denominar Manuel Rodríguez Objío la calle de esta ciudad, situada en el ensanche Gascue, hasta la fecha denominada (sin denominación)” (sic). La medida del cabildo está firmada por el vicepresidente en funciones, doctor Jacinto S. Mañón, quien fue el edil proponente, y por el secretario José María Pichardo. Todas las citas y menciones anteriores del apellido y topónimo están transcritas con /s/, tal como figuran en las obras citadas. Con todo, Ga/z/cue aparece en la p. 397 del tomo I de la obra Santo Domingo. Dilucidaciones históricas (1927), de Fray Cipriano de Utrera, publicada en edición facsimilar en el 1978 por la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, VI Feria Nacional del Libro: “... los Jesuitas fueron barridos brutalmente de España y sus dominios por real decreto secreto de 27 de Febrero de 1767, puesto en ejecución el 2 de Abril del mismo año, aunque suponemos que hubo retardo para su ejecución en esta isla, dado que hasta mayo no entraron en funcio-

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nes el Tesorero Gazcue y el contador Esparza (sic) al hacerse cargo de las temporalidades de los Jesuitas”. A pesar de la tendencia de las últimas décadas, la documentación histórica y el manejo de nuestros grandes historiadores aconsejan desacostumbrarnos de la práctica con /z/, puesto que las pruebas escritas se inclinan por la escritura con /s/. No obstante, tengo la percepción de que la mayoría piensa que la escritura es con la /z/. Pero hay vacilación. He dado fe de ello al inicio de mi exposición, con el caso de una entidad de comercio que autoriza Ga/s/ cue en un documento y grafica Ga/z/cue en el otro. Hice este comentario en el establecimiento de la calle Santiago, y una empleada, muy eficiente y muy amable con los clientes, leal, además, con su patrono, lo defendió con orgullo: -El señor Fulano es muy cuidadoso y muy exigente con todo lo que aquí se escribe. No lo dudo. No hay por qué dudarlo. No son culpas de él; ni siquiera son culpas de España. Mejor culpemos al tiempo, porque ese infeliz no tiene quien lo defienda en esta causa.

18 de enero del 2001

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En torno al lenguaje del presidente Hipólito Mejía Me complace la sencillez en el empleo del lenguaje. Me gusta la espontaneidad, la identificación con las formas propias del medio, la autenticidad de la persona que comunica. Creo que tenemos derecho a hablar con el léxico cotidiano, con los giros y con los refranes que matizan nuestro lenguaje. Hablar de sancocho, decir que alguien entró como perro por su casa, conjugar hubieron, cuando la gramática recomienda hubo; pronunciar inte/ r/perie, aunque lo correcto sería inte/m/perie, son características del dialecto de los dominicanos, que debemos analizar, valorar antes de condenarlas. Hay personas jocosas, ocurrentes, despachadas o desinhibidas de boca para soltar expresiones sin ningún miramiento: baboso, saquitos de poliéster, abogados de quinta; no hablen tantas pendejadas; Fulano se pasó de la raya; Zutano, que cuide su cartón; no le hago caso (a una protesta). ¿Por qué no lo hicieron hace cuarenta años? Hay quienes nacen inclinados para salir con ocurrencias; emplear un lenguaje llano o filoso, o que consideran que son más simpáticos o más efectivos con este tipo de lenguaje y con esta naturalidad o repentismos. Hipólito Mejía Domínguez, uno de los mandatarios que mayor simpatía ha despertado en los últimos tiempos, anda por esos caminos. Y la idea o la intención son válidas, sólo que todo tiene su momento y su nivel, y esto hay que comprenderlo. Porque a veces la espontaneidad rompe el saco. A ratos, el actual jefe del Estado luce agradable, sencillo, natural;

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provoca adhesiones. Y me gusta la gente así… Pero todo tiene un límite. Y en tan corto tiempo del mandato presidencial, me “inquieta grandemente ver a un hombre bueno, inteligente, técnico capaz, empresario exitoso [...] abordar algunos asuntos con términos que dejan mucho que desear”, tal como lo afirma el sociólogo Danilo P. Clime en el artículo “No me gusta como habla”, de su columna De vara y pendón, del diario El Siglo (p. 6B del 13 de febrero del 2001). Es decir, que con Hipólito tomo y dejo. Unas de cal y otras de arena. Cuatro años en ese trayecto sería una carga que difícilmente se acomode. Hipólito -en esa forma de nombrarlo llanamente, porque lo sentimos tan sencillo y tan cerca de nosotros- debe escoger las palabras, apreciar los niveles del habla, respetar las circunstancias y administrar los silencios ¡Administrarlos! ¡Cuánta sabiduría encierra esta expresión! Analicemos algunas ocurrencias: a) El mandatario se despacha con la prensa acerca de los posibles cambios en el gabinete para la fecha del 27 de febrero: “Ustedes, los periodistas, se meten porque les da la gana de meterse en todo, de intrusos”, aunque al final suelte una carcajada para paliar el juicio y el calificativo incluido (intrusos) y convertir su discurso en jocosidad. b) La reprimenda (o boche) adjudicada públicamente al doctor Guido Gómez Mazara, su consultor jurídico, que provocó que éste hiciera aprestos para retirarse del cargo por la forma en que el presidente reprobó que criticara la acción policial en contra de los médicos el pasado 13 de febrero; significar/le/ que ésas no son sus funciones y recomendar/le/ que “cuide sus cartones”, para luego decir que fue una acción de un padre hacia un hijo, y que todo padre puede hacerlo con su hijo en forma pública o privada, según lo refirió el funcionario afectado con la reprensión. Aparte de todo cuanto envolvió la forma del lenguaje utilizado, Hipólito debe advertir que, al recomendarle a Guido que cuide sus cartones, el público pensará que el consultor jurídico está fallando en algunos

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de sus deberes. Y esas especulaciones son gratuitas y no deben provocarse innecesariamente. c) En la columna “Citas que son Noticias”, página 2 de Última Hora del viernes 16 de febrero, se recoge esta declaración del representante del Poder Ejecutivo: “No conozco los detalles -de la declaración de Joaquín Balaguerpero no sé de dónde sale eso -la decisión de construir obras deportivas en el Parque Mirador del Este-; yo no he autorizado eso. Ahora, clase de ecología no me puede dar mucha gente”. El presidente debe tener en cuenta que toda expresión es objeto de interpretación, de diferentes lecturas; que cada frase puede envolver un metamensaje. Además, él mismo se ha quejado de que la prensa coloca a veces las declaraciones fuera de contexto. Publicado así (aquello de las construcciones en el Parque Mirador del Este), más de una persona entenderá que Balaguer no le puede dar clases de ecología a Hipólito. Balaguer es sereno; estudia, sobrestudia. Balaguer es coherente con su autoestimación y consecuente en sus determinaciones. Hipólito ha sido respetuoso y cordial con Balaguer. Ha admitido, directa e indirectamente, que necesita su apoyo. Hipólito debe cuidarse de la prensa; pero primero debe cuidarse de sus declaraciones tan espontáneas, sinceras y radicales. ¿O es que ya desamarró la chiva del patio de la casa número 25 de la avenida Máximo Gómez? Playa Chiquita, Palmar de Ocoa, domingo 18 de febrero del 2001.

1 de marzo del 2001

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Márketing/marketinero Primera parte

El anglicismo márketing, por ‘mercadeo’, se ha extendido en las últimas décadas dentro de nuestro idioma y parece imprescindible para ciertos usuarios, particularmente para los profesionales del área de negocios y actividades afines, como los publicistas, así como en las crónicas de la farándula y entrenadores en la disciplina. Está en los manuales, en artículos e informaciones de la prensa diaria, en las revistas especializadas y en la información general; en los programas de radio y en la televisión. En fin, márketing se hace sentir en donde quiera que se trate el tema de las acciones y de las técnicas que se basan en el estudio de mercado para establecer el sistema conveniente de comercialización y para estimular y satisfacer la demanda de posibles consumidores. En una columna sobre publicidad, el periódico Hoy, 15 de setiembre de 1995, p.2D): “... no son pocos los casos en que un hijo [...] intenta aplicar las nuevas corrientes de márketing y economía, encontrándose con la pared incólume del “viejo” (el padre) y sus estilos anticuados (pero que le han rendido numerosos millones de pesos y de dólares)”. Una opinión de un columnista se refiere a la inclinación sexual del cantante Ricky Martin: “...la revelación hecha en ese sentido [...] es parte del márketing de ese artista”.Se publicó en El Siglo del 12 de julio de 1999, p. 9C. Contamos con un Márquet TV, canal 14, de Telecable Nacional,

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y hemos disfrutado de la promoción que hacen varios centros de gerencia política para el Caribe y América Latina acerca del “II Curso Inten/c/ivo de Márketing Político”, que se celebrará entre fines de abril y principio de mayo en la ciudad de Miami. Es lógico que centros de esa ubicación no puedo hablar de su origen- incluyan el anglicismo en lugar de /mercadeo/. Pero deben cuidarse de no escribir II CURSO INTEN/C/IVO DE MÁRKETING POLÍTICO, con una /c/ que afecta nuestra ortografía. Con escritura a la inglesa, o si la adaptáramos al español, m/á/rketing es una realidad en cierto nivel de utilización en toda América y en España. Se le encuentra en el español general y a nivel técnico, correspondiente a la materia del mercadeo, mercadotecnia y mercadología. Se ha generalizado en nuestro medio llamar a admisión para cursos de /márketing/, término que da prestigio a las organizaciones y a los técnicos que lo emplean en este mundo neoliberal, de globalización y de libre comercio. Con todo, nuestras instituciones académicas llaman a inscripción para cursos de mercadeo, mercadotecnia, no con el otro lenguaje, y esto lo hacen por respeto a valores culturales entendibles y apreciables. Manuel Seco (Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, Espasa Calpe, novena edición, décima reimpresión, Madrid, 1995) introduce márketing, pero remite a la voz mercadotecnia. Fernando Lázaro Carreter, ex-director de la Real Academia Española, celebra que mercadotecnia, equivalente a márketing, se abra camino “aunque sea a paso de procesión” (El dardo en la palabra, Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores, Barcelona, 1997). En el Manual del español urgente (Ediciones Cátedra, Madrid, 1994), la Agencia EFE coloca “MÁRKETING” entrecomillado, y remite al vocablo mercadotecnia, preferido por el Manual, y lo define como conjunto de principios y prácticas que buscan el aumento del comercio, especialmente de la demanda, y estudio de los procedimientos y recursos de que se sirven”.

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Reconociendo la penetración del anglicismo, y contrariamente a como lo había hecho en el mencionado Diccionario de dudas..., Manuel Seco (y Olimpia Andrés y Gabino Ramos) en su magnífico Diccionario del español actual incluyen las voces márketing y marketizar, pero no remiten a ningún término español. Aunque sí nos ofrecen un singular y divertido ejemplo empleado por Manuel Vásquez Montalbán en su obra Los mares del Sur (1979): “Ejerce la prostitución como si preguntara la hora. Tal vez sea una nueva técnica del /márketing/ puteril”.

19 de abril del 2001

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Márketing/marketinero Segunda parte

Los lexicones de los últimos lustros dan cuenta del ingreso de márketing en nuestro vocabulario. No es término que se introduzca a través del nivel coloquial de la lengua, sino por la vía de la expresión formal, por el intercambio comercial y su cultura correspondiente, incluido el lenguaje. Es un préstamo que se difunde tan rápida y tan alegremente que no da tiempo para pensar en la necesidad de la utilización. Y se supone que aquéllos que lo emplean sienten orgullo de escribir o de pronunciar márketing, que les parece mejor que mercadeo. Con alguna frecuencia, un préstamo léxico se hace imprescindible. Ha sido así y es así ahora más que nunca. Se comprueba tan pronto dos lenguas entran en contacto. El fenómeno se siente desde que algo nuevo ingresa a una cultura que lo reclama o que se acomoda a la manifestación de lo foráneo. También sucede cuando el vocabulario afectado es débil lexicalmente en un determinado punto. Merc/a/do (español), m/á/rquet (inglés), tienen la misma raíz latina: mercatus. Este hecho favorece el intercambio. A lo largo de siglos, hemos podido desarrollar derivaciones en español: mercader, mercadero(a), mercancía, mercadería, mercaduría, mercaderil; mercadillo, mercadear, mercadista, mercante, mercadante; mercantil, mercantilizar, mercantilización, mercantilizable, mercantilismo, mercantilista, mercantilmente; merca, mercar, mercachifle, mercachiflería. Los neologismos: mercadeo, mercadología, mercadológico, mer-

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cadotecnia, mercadotécnico(a), mercadológicamente. Sin olvidarnos de mercenario y mercenariamente, que tienen la misma raíz. Y las construcciones: -tren de mercancías, el que sólo transporta géneros o productos, llamado popularmente ‘el mercancías’; -hacer o poner oídos de mercader: no poner caso a lo que se le dice. Cabe afirmar, en este punto, que la penetración del anglicismo no se debe a pobreza léxica del español, puesto que el idioma ha desarrollado multitud de palabras a partir del latinismo mercatus. Podría deberse a la identificación de la raíz de la cual se origina el vocablo en ambas lenguas, pero mucho más al prestigio del inglés frente a nuestro idioma en esta área de influencia del poder norteamericano. Un intercambio en la sede de la Real Academia Española, Madrid, 7 de marzo del 2000, trajo a cuento esta anglización. Fue en una sesión de trabajo para tratar acerca del proyectado Diccionario normativo de dudas, título provisional. Durante los debates, la doctora Ofelia Kovacci, presidente de la Academia Argentina de Letras, correspondiente de la Real Academia de la Lengua, sacó a relucir el uso en su país del término marketinero: -Una persona es (muy) marketinera cuando tiene habilidad para conseguir mercados; -Una obra de teatro o una película es marketinera cuando atrae mucho público. -Un actor o un cantante es marketinero cuando goza de popularidad y en sus presentaciones llena la sala. Así las cosas, aún con la asimilación de la /k/ en la escritura de valiosos diccionarios, hay que ir pensando en la adaptación a la ortografía española. En verdad, algo se ha hecho. Y, a lo mejor, mientras la doctora Kovacci explicaba acerca de la extensión del neologismo en su país, no estaba pensando en otra forma que no fuera en la escritura acomodada a

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nuestro uso: márquetin/marquetinero. El cantautor Eduardo Aute autorizó un dibujo con leyenda a su colega Alberto Cortez (1983), en el que le deja saber que: “La canción popular ha muerto a manos del márqueting...” Escrito de su puño y letra. Fue un paso la /qu/ en aquella época, aunque ya podamos atrevernos a suprimir la /g/ final del sufijo en inglés y marcar el acento sobre la / a/. Y no hay lugar para aspavientos, que muchas cosas faltan por ver, aunque ya los panameños se habían alarmado cuando se le dio entrada en la lengua a /márketing/. Así lo refirió doña Elsie Alvarado de Ricord, directora de la Academia Panameña, en el mismo encuentro de Madrid, que se celebró el pasado año. Habrá que averiguar si la entrada al diccionario era /márketing/ o si lo “desanglizaron” con acento en la /á/, con / qu/ y sin la /g/ final: /márquetin/. Faltan, llegan muchas palabras al idioma. Algunas son bien recibidas, otras no. Algunas enriquecen; otras... Necesidad y buen gusto intervienen en uno u otro caso. En este orden, la oportunidad del vocablo es esencial. Con todo, hay palabras que encandilan. Ya lo dijo Amando de Miguel, con su reconocida ironía, en el libro La perversión del lenguaje*: “El contenido de algunos términos es lo de menos cuando la sonoridad queda asegurada.” Así de débiles y de caprichosos somos los hablantes. *Colección Austral, Espasa Calpe, tercera edición, p. 29, Madrid, 1994.

26 de abril del 2001

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Un /accedio/ que no nos permite acceder Encuentro en la edición de El Siglo de este último domingo (18III-2001) /accedio/: ¿un neologismo o una escritura nueva para un término ya conocido? Está utilizado como sustantivo. Alguien (RP) pregunta: “Luz como tú manejas el /accedio/ de los hombres. Cuántos hombres promedio a la semana se te declaran..?” Son dos preguntas. En recta escritura española, dos preguntas reclaman, en principio, cuatro signos de interrogación: una interrogación inicial en cada uno de los inicios de la frase, e igualmente al final. En el párrafo citado sólo se coloca la interrogación final al término de la segunda frase. Debió estamparse el signo de interrogación inicial antes del como, que, a su vez, debió estar precedido de una coma y llevar tilde ( acento ortográfico). Procedía cerrar la primera pregunta (?) después de /hombres/; y ahí mismo abrir la segunda pregunta, antes del adverbio cuántos, interrogativo, que reclama la tilde. Es decir, que, en función interrogativa, cómo y cuántos deben distinguirse con el acento diacrítico, lo cual no se hizo con el primero de ellos. Recojo el dato en la tercera página (3A) del diario mencionado. Tiene las características de un espacio pagado que promocionan Remesas Vimenca, Western Union y este periódico. Se dice que esas preguntas fueron dirigidas a Luz García en un pro-

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grama de televisión. El nombre completo de la entrevistada es Luz Margarita Cecilia García Guzmán, una hermosa joven que trabaja para la pantalla chica. Se trata de una versión para la prensa escrita, tipo de trabajo iniciado este domingo sobre entrevistas que se hacen en un programa producido por Search solution, que se transmite todos los sábados por el Canal 23 de Telecable Nacional. Lo que más llamó mi atención fue el /accedio/. Si usted lo busca con doble /c/ en diccionarios, difícilmente lo va a encontrar. Se topará con acceder, que equivale a ‘consentir, convenir’; que no es lo mismo que asediar, asedio. Quizás lo contrario, porque /asediar/ es ‘importunar, molestar’. En la jerga militar o de guerra, equivale a ‘poner sitio a una plaza fuerte’. Entonces, el /asedio/ es ‘cerco, sitio’. También, ‘importunidad, molestia’. Uno encuentra varias palabras con /acce/ al inicio, como accesible, accesión, accésit, acceso y accesorio; pero no aparece aquella otra que motiva las reflexiones de esta fecha. El sentido de las frases citadas evidencian que, al transcribir las preguntas, hubo una desviación en la ortografía, y se cayó en el yerro de confundir la /s/ de asedio con las dos /cc/ de acceso, acceder. El periódico está claro en su capacidad y en su responsabilidad ante el lector, pues en esa misma fecha se emplean correctamente -desde el punto de vista ortográfico- el verbo asediar en sus inflexiones de participio/ adjetivo: 1.”Cansado de ser /asediado/ por La Jo, Cantinflas (la cursivas son de mi responsabilidad) cegó la vida de éste, quien lo requería como amante”. Lo emplea Tony Pina en el resumen de su crónica dominical acerca de “El crimen y su historia” (sección Enfoques, p.9F), con el título “Trágico final de una relación homosexual”).

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2.El “Aserrín” de la “Página de los lectores” (8B) de El Siglo, también inicia sus comentarios de la misma fecha: “El pasado jueves 15 de este mes, la secretaria de Educación, / asediada/ por las demandas de los profesores, en particular por el justo reclamo de aumento salarial...” Son utilizaciones en espacios de responsabilidad directa dentro del medio de comunicación. /Asediado/, en el primer caso, /asediada/, en el último, responden al sentido y a la grafía de la palabra en cuestión: ‘cercar, acosar, molestar’. Asedio es voz latina registrada en nuestra lengua desde el s. XV en el sentido de ‘cercar un punto fortificado’. Como ‘importunidad y acoso’, lo encontramos a partir del s. XIX. ¿ De dónde puede provenir el error de escritura que cambió la /s/ por /cc/? Quizás la informática (lenguaje de ordenador o computadora) ha dejado su influencia: accesar, que tanto se usa en esta materia. /Access/ es ‘entrada’ en inglés: accesar a un programa... De tal cruce de letras ha debido generarse el accedio a la señorita Luz García. Una cosa es hablar, explayarse verbalmente, y otra distinta es llevar los símbolos de la oralidad al código de la escritura. Simplemente estamos suponiendo lo que pudo suceder. Siempre hay una confusión, un “antecedente” en los errores ortográficos.

22 de marzo del 2001

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Usamericano/usaunidense Usamericano anda por ahí, como se dejan caer esas palabras. Aun sus pasos son tímidos e inciertos. A veces los neologismos tienen éxito, pero no se pueden imponer a los hablantes, sino que son estos últimos quienes deciden la suerte de la criatura. Ya no me acordaba de mi primer contacto con el vocablo. Lo encontré en El dardo en la palabra, de don Fernando Lázaro Carreter que, en un trabajo con el título “Afirmativo-negativo” (1984), comentaba esa expresión de los taxistas de su país para comunicarse con la central: “El operativo malagueño, la chica de la agencia, la central de los taxis…¡con qué rapidez se han adueñado del modo usamericano […] sustituir el yes y el not por no!” En el sitio donde he colocado tres puntos en medio de corchetes, el ex-director de la Real Academia Española de la Lengua hace la siguiente acotación: “…-gracias, José Ortega Spottorno, por la invención de este vocablo”.Vale decir, por el término usamericano. Lo marqué al leer su obra; lo registré en mis notas, pero muy pronto me olvidé de él. En aquel momento, don Fernando tuvo la información disponible: la invención del vocablo, atribuida a Ortega Spottorno. Sin embargo, luego surgieron materiales que dan cuenta de que el académico Emilio Lorenzo incluye el uso en su obra Anglicismos hispánicos (p.556) y agrega el dato de que Félix Rodríguez lo emplea (1991) en su libro Prensa y lenguaje político. La Real Academia Española ha pasado una consulta (Hoja lexicográfica) a todas las academias asociadas, acerca de si usamericano es voz cono-

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cida en los diferentes países representados en las instituciones locales. Intrigado -como decimos los dominicanos- por la utilización de dicha palabra, hice contacto con la Academia, la cual me envió material y me recomendó comunicarme con el académico Carlos Joaquín Córdova, director (presidente) de la corporación ecuatoriana. Fue de este colega de quien recibí la información de que el propio don Emilio Lorenzo, aunque señala que Félix Rodríguez incluye el término en su libro del 1991, en dato final reconoce que “usamericano es término adoptado por Córdova (Carlos Joaquín), passim en su libro “Un millar de anglicismos“. En efecto, alrededor del 1982, el maestro ecuatoriano había incluido usamericano en el manuscrito de su obra mencionada. Pero este trabajo de investigación es tan complejo que el propio Córdova no puede precisar si él mismo lo creó o dónde pudo haberlo recogido. Y anda ahora detrás de un antecedente que defina el origen del neologismo. El término ampliaría, sin discusiones, el renglón de los sinónimos de estadounidense, que es forma reservada para los habitantes del centro de /América/ del Norte, que tiene a Méjico al sur y a Canadá hacia arriba. Otros sinónimos, con diferencias de matices son yanqui y gringo. No discuto exactitudes, aunque norteamericano es de indudable impreasión, puesto que también lo son canadienses y mejicanos, y hasta los naturales de Alaska, en el extremo norte del territorio. Con todo, americano, gentilicio que “estos” mismos se han impuesto, y que en gran parte se ha aceptado en el resto del mundo, carece de validez, porque americanos somos todos los del continente. Por tal, en la canción Los americanos, de Alberto Cortez, o hay ironía -la cual abunda en su realización literaria-, o hubo necesidad de ajustar la medida de los versos a la extensión o tiempo melódico, ya que, al versificar-musicalizar, americanos tiene cinco sílabas; mientras que, si no introduzco sinalefa (ia) entre las vocales abiertas (ea): nort/e/americanos, tendría siete sílabas. Estad/ou/nidenses tendrá seis o siete, según que, en

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el encuentro /ou/ de la sílaba central /dou/ en esta/dou/nidenses, pronunciamos un diptongo o provocamos que se produzca un hiato (ou). Difícilmente empleo el sintagma Estados Unidos de América, sino Estados Unidos de /Norte/ América, sin dejar de sentir la impresión de que la frase se puede aplicar a otras naciones de la región norte del continente. Pero nos hemos acostumbrado a lo otro, aunque Estados Unidos de América son, además, Méjico, Brasil y Venezuela, oficialmente. El poema “Testamento gaucho”, de Claudio Martínez Payva (o Paiva), difundido por el declamador argentino el Indio Duarte, relata el momento en que el hijo recibe el carnet de identidad que, por la mayoría legal, lo convierte en ciudadano responsable de sus actos. El padre le refiere la dignidad y la nobleza que hereda como norma de sus antepasados, pautándole la conducta que deberá observar para honra de su ascendencia en cada paso de la vida. Al final le dice: Y si un día un extraño de su tierra/ le perdiese el respeto a su bandera,/ ahí, sí, dentre lo varón./ Nunca más hombre/ Nunca más firme/ el brazo y la conciencia./ Americano,/ americano por raza y por orgullo./ Americano a las malas o las buenas,/ caiga el que caiga/. Así llamen a su padre pa’levantar él mismo/ su osamenta./ Que el que mata o perece por su patria/ ha cumplido con las leyes de su tierra. Mi experiencia con el poema es a través de la grabación. Nunca he tenido un libro de M. Paiva a mi alcance. No sé, pues, si en la forma original se escribió argentino o americano. Por cuestión de identificarnos en la “Magna Patria”, o por interés del mercado del disco o del espectáculo, cabe magníficamente: americano, a la buena o como sea. Pero que nadie se confunda con esa identificación. Colocado en el poema, el vocablo no apuntará semánticamente hacia el norte hegemonizador. Se trata de nosotros, de los subdesarrollados, de los dolidos del tercer o ya casi cuarto mundo. Saludos -léxicamente- para el término que pugna por ocupar un lugar de mayor precisión semántica en nuestro vocabulario.

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Sea usamericano, sea usaunidense, que es otra propuesta que acabo de formular, que “flameen todas las banderas” por la identidad de cada patria bienamada.

31 de mayo del 2001

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M/é/lia, Mel/í/a, Meli/á/ o el acento tornasolado Recojo en un reportaje de Prensa Latina, autorizado por Jorge Smith: “Gato Barbieri lo descubrí por casualidad en el gran salón de actos del Hotel Mel/í/a Cohiba de La Habana. La lectura me hace cambiar la entonación de la palabra, pues me obliga a entonar el acento sobre la /í/: Me-lí-a. Estoy acostumbrado a la pronunciación aguda: Meliá, con refuerzo sobre la /a/: dos sílabas. El reporte me lo convierte en un trisílabo. El trabajo de Smith viene desde el exterior. Normalmente estos materiales llegan con menos despropósitos léxicos y ortográficos que los que ofrecemos aquí. No es que no se produzcan casos; pero son en menor número. Pienso si no seré yo el equivocado. Me están presentando Mel/í/ a-Cohiba: un primer nombre de reciente importación y un Cohiba prácticamente desconocido entre hablantes comunes. ¿Será el mismo Meli/á/ originado o difundido desde las costas del Mediterráneo de la península ibérica? Ya sé que cohiba es ‘tabaco’ en lengua indígena. Además, como he estado en ese hotel de La Habana, también sé que allí pronuncian Meli/á/, no como va escrito en la nota del señor Smith. En la escritura, este apellido se parece a Mejía, por el encuentro final de vocales /ia/, pero Mejía carga y marca el acento sobre la /í/. Se asimila a sufría, dormía, comía, María. De ahí puede venir la graficación equivocada. La escritura, señal para la vista, nos confunde a cada paso. Y

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a cada paso, o de vez en cuando, nos tropezamos aquí con la confusión. El Diario Libre, viernes 21 de mayo (2001) p. 23, reseña: “Alberto Cortez. El cantante argentino llegará el próximo domingo a territorio dominicano. El lunes tendrá un encuentro con los periodistas en el hotel Mel/í/-a”. Así, como Mejía, que, al disolver el diptondo /iá/, presenta el nombre como trisílabo y voz llana. En El Siglo, 16 octubre del 2000, p. 8E, Emely Tours promociona por: “474 US$, 3 noches, Hab. Doble en Hotel Melía, Santiago” de Cuba. El Listín Diario se responsabiliza, hace dos días (martes 7-VIII-01), de escribir Melía, en la promoción del II Seminario Desarrollo de Lectores Críticos (las negritas son del propio periódico), que ofrece su Plan LEA= Listín en la Educación Actualizadas. (p. 11C, seción LEA para Todos) Si de leer se trata, no pronunciaremos Meli/á/ sino Mel/í/a, igual a Mejía, salía... Aunque se escriba de esa manera, repito, solemos pronunciar Meliá, palabra aguda, de dos sílabas aquí y allá. Por cuestión de calco visual, de vez en cuando trasladamos la tilde hacia la /í/. Mas, no es tan frecuente variar la pronunciación. Lo raro es ver escrito este apellido sin tilde sobre ninguna de sus tres vocales. Algunas veces, en promociones turísticas, el nombre viene en mayúsculas, y ya sabemos acerca de la costumbre de no acentuar sobre las œ letras altas: HOTEL MELIA SANTIAGO Puede pasar inadvertido por aquello de la falsa creencia de que las mayúsculas no se acentúan. Empero, si vamos al rigor, no sabríamos si es M/é/lia, Mel/í/a o Meli/á/. Por costumbre, claro, sabemos que es Meli/á/. El oído no se confunde. Pero ¿qué sucede cuando es otra la circunstancia? He leído por los títulos de la prensa que CAROLINA LAO grabará un disco en nuestro país. Naturalmente, he tenido que leer L/á/o, con refuerzo sobre la /a/,

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palabra llana. Como leo muy pocas cosas sobre farándula, por el momento no me entero de nada más, ni siquiera de la verdadera pronunciación del apellido de Carolina. Más adelante escuché una emisión radial en la cual se pronunció el apellido: LAÓ, palabra aguda, con el refuerzo (y con la tilde) sobre la vocal final. Si me dan un título en mayúsculas: CREO ¿es cré/o o es cre/ó? En el caso de la escritura de HOTEL MELIA SANTIAGO 5 (cinco estrellas), El Siglo, 28 de noviembre del 2000, p. 12D, se podrá aducir que cero acento en las mayúsculas; pero seis palabras más adelante, se escribió en el mismo anuncio: BOLETO A/É/REO y TRASLADOS con el acento ortográfico correctamente sobre la primera /e/. ¿Por qué sí en AÉREO y no en MELIÁ? Son vacilaciones muy frecuentes en la escritura dominicana, que marcamos y de inmediato se nos olvida; similar a que ahora escribimos / L/ey con la consonante alta y luego la bajamos a /l/ey sin ninguna justificación gramatical en la diferencia; ahorita escribo: en el /M/unicipio de Santiago y a dos pasos consigno: en el /m/unicipio de Jarabacoa. Una promoción que recogí en la mesa de noche del hotel Suecia, en Madrid, escribe: Melia, mayúscula inicial y el resto en minúsculas, sin marca alguna de acentuación. Luego, sonaría /M/é/lia, voz llana con acento en la primera sílaba, aunque no se le marque. Hay, pues, un giro acentual en la escritura, que va desde M/e/lia, pasa por Mel/í/a y concluye en Meli/á/, en dulce tornasol de sonidos o de tildes. Estaba allí, en una publicación que localicé a dos pasos de la Real Academia de la Lengua, que no puede detener los caprichos ni puede desarmar las trampas de la escritura. En Madrid, La Habana, en cualquier sitio. No sólo aquí. En todas partes se cuecen habas. 9 de agosto del 2001

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/Rielar/ un verbo raro /Rielar/ es un verbo de poca utilización. Acaso uno se topó con él cuando leía los clásicos del siglo pasado o mejor aún en la Gramática castellana, de Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña, cuando estudiaba las oraciones coordinadas: La luna en el mar riela,/ y en la lona gime el viento,/ y alza en blando movimiento/ olas de plata y azul. Son versos de “La canción del pirata”, de José (de) Espronceda, poeta español del siglo XIX (1808-1842). Rielar vino a ser para mí lo mismo que ‘brillar’, y fue una palabra de mi vocabulario pasivo, es decir, que creí conocer su significado, pero que nunca lo empleé ni por escrito ni en la expresión oral. Por eso ha sido de dulce evocación que Ramón Emilio Reyes mencione la palabra en reciente entrega de El Siglo, titulada “El hogar en la poesía”: “Tristeza solidaria expresada en el movimiento marino donde parece flotar la leve luna que rielaba en las aguas de Espronceda enlazada en la lucha cósmica de la hermandad.” Pero poco antes me había sorprendido una utilización que apareció el miércoles 15 de este mes de diciembre en el Listín Diario, p. 19A, al comienzo del artículo “Educación y candidez”: “Con el rielar del tiempo en el tren que lleva nuestras vidas...” Sentí, en seguida, que me había quedado corto con el origen y el sentido del verbo, porque, aparentemente, el autor del artículo lo utiliza como el recorrido de un tren sobre los rieles que le permiten desplazarse, y

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con esa idea produjo una metáfora: el transcurso de la vida. Es un verbo de la primera conjugación, que se flexiona como el modelo (amar). No es de uso frecuente ni tiene dificultades para la conjugación. No significa brillar, que fue lo que pensé en mi primer contacto, allá por los fines de los años cuarenta o principio de la década siguiente. En verdad, significa exactamente ‘brillar con luz trémula’. En un diccionario de sinónimos podríamos encontrar posibilidades de sustitución: resplandecer, alumbrar, destellar, coruscar, relucir. Recordemos, sin embargo, que no existen sinónimos perfectos, y no es aconsejable extraerlos sin más ni más de las listas que ofrecen estas clases de diccionarios. El verbo se documenta en el idioma en el siglo XIX. Pertenece al lenguaje poético, vale decir, no es voz de la lengua general. Se puede localizar en los Ensayos de don Miguel de Unamuno, 1942, I, p. 575, y en Alejandro Casona, Flor de leyendas, R, C-97. Esto lo refiere Martín Alonso en su Enciclopedia del idioma, tercer tomo, N-Z. María Moliner (Diccionario de uso del español, tomo II, letras H-Z) da rielar como metátasis de rehilar, y lo supone equivalente a cabrillear, ‘temblar con el movimiento del agua una luz que se refleja en ella’. En el volumen II del Diccionario del español actual, de Manuel Seco y sus colaboradores, se registra la significación mencionada y se agrega la siguiente: ‘vibrar o temblar’ una cosa. Ahí se ofrece esta cita: “A pesar del sol se veían las llamas alzadas. Y los vapores del fuego que hacían rielar la línea del horizonte” (Francisco García Pavón, El rapto de las Sabinas, p. 130, 1969). Para la primera acepción (brillar con luz trémula), dicho Diccionario ejemplifica: “En la cubierta de proa rielaban los focos de faena, que habían encendido en el puerto (Ignacio Aldecoa, obra Gran sol, p. 33, 1957). Estuvo justificada mi sorpresa por la utilización del verbo rielar en

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el sentido de lo que transita sobre rieles, y su extensión poética, con el significado de transcurso o discurrir de la vida. La revisión en varias obras nos revela que el significado original es ‘brillar con luz trémula’. Más adelante ha pasado a completar su cuadro semántico con el sentido de ‘vibrar o temblar’. Entonces, en el autor del artículo “Educación y candidez” ha podido suceder una de estas posibilidades: a) Se confundió con la forma del verbo y lo asimiló a /rieles/, no a brillar, por la cual creyó que rielar es voz propicia, para referirse al transcurso de la vida; b) Asimiló el empleo en el nivel de habla de alguna región del país, quizás donde existen ferrocarriles, como en los centros de producción de azúcar, para significar que el tren corre sobre los rieles; quizás; o c) El autor quiso hacer poesía, más allá del nivel poético del verbo en cuestión, y creó el neologismo semántico para el empleo de su particular aplicación. Tal vez.

28 de diciembre del 2000

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Pascua / pascuilla Pascuilla, sustantivo femenino, diminutivo de pascua, significa primer domingo después del domingo de Pascua de Resurrección: El término /pascua/ se origina en el hebreo pesah, que originó en latín pascha. Pesah es el sacrificio por la inmunidad del pueblo. Fue la fiesta más solemne de los hebreos, que celebraban a la mitad de la luna de marzo, en memoria de la libertad del cautiverio de Egipto. En la iglesia católica, fiesta solemne de la Resurrección del Señor, que se celebra el domingo siguiente al plenilunio posterior al 20 de marzo. Oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril (Diccionario de la Real Academia Española). Es, también, el tiempo desde el nacimiento de Jesucristo hasta el día de Reyes, inclusive. Existen, pues, Pascua de Natividad y Pascua de Resurrección. El término sirve para dar nombre a cosas: Isla de Pascua. Hacer derivaciones: -pascual (adjetivo): perteneciente o relativo a la pascua: ciclo pascual, cirio pascual, cordero pascual; -pascuense: natural de la isla chilena de Pascua o lo que es perteneciente o relativo a esta isla. Origina también el adjetivo pascuero y da paso a locuciones como flor de pascua; tener cara de pascua, ‘estar alegre’; dar las pascuas, ‘felicitar para esa fecha’; estar como unas pascuas, ‘estar alegre y regocijado’; De Pascuas a Ramos o de pascua en pascua, ‘de tarde en tarde’; santas pascuas, frase familiar que significa que hay que conformarse con lo que sucede, con lo que se

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dice o con lo que se tiene. Estas y otras utilizaciones del vocablo /pascua/ es el resultado de la imaginería de los pueblos hispanohablantes a lo largo de siglos en el manejo del idioma, para expresar ideas e interactuar dentro del proceso del intercambio social. Los pueblos disponen de recursos para nombrar y calificar, expresar acciones y matizarlas con las complementaciones correspondientes. Talento e imaginación que permiten actuar en el seno de la sociedad en que se desenvuelven. /Pascuilla/ es voz que escuché desde hace alrededor de veinticinco años para nombrar un arbusto que florece esplendorosamente en la temporada de invierno. Ya para Navidad está cargado de flores blancas que, en su copa, apenas deja asomar el verdor de sus hojas pequeñitas y semilanceoladas. Sus flores blancas cubren el ramaje como un enorme copo de nieve. Su floración en el mes de diciembre inclina a los hablantes a denominar pascuilla a estos arbustos. Han derivado el nombre de la temporada en que estallan, pero más concretamente por la coincidencia de la aparición de las flores de pascuas que encienden su rojo vivo durante los meses finales del año y que son un símbolo de la Natividad del Señor. Comencé a notar las pascuillas en jardines de los ensanches del oeste de la ciudad para los años de la expansión, después de la Guerra de Abril. Abundaron en muchos jardines y aún las veo en unos cuantos, cimbreándose al compás de la brisa fresca que ha irrumpido en esta temporada. Algunas personas la llaman /pascualito/. Me atrajo su nombre por el procedimiento de asociación y derivación. No conozco cómo las llaman en la disciplina de la botánica, que muy bien domina el eminente profesor don Eugenio Marcano. Sólo asimilé lo que recogí en el seno del pueblo, que es quien forma el idioma, con su sabiduría y su imaginación, que asemeja, vincula, contrasta y denomina

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las cosas. El que tiene la última palabra en materia del lenguaje. Así, la palabra diván, que originalmente significó en árabe libro o registro público, pasa a significar reunión o asamblea, sala donde ésta se celebraba, banco acomodado para celebrar esas asambleas y hasta colección de poesías en lenguas orientales. O los campesinos de Granada, que llaman “buey de agua”, según recoge Gonzalo Martín Vivaldi, al río que se desplaza solemne y firme por entre las llanuras, cuando baja henchido en época de lluvias. O los campesinos de algún lugar de Andalucía que dicen que “Fulano y Zutana van a juntar las meaeras esta noche”, para decir, en su dialecto, matizado de imaginación y de metáforas, que la pareja se va a casar ... Con el idioma, todos los días, sin prisa pero sin pausa, como el poeta alemán. Con su aplicación, se crea y se aprende sin desmayos. No seamos como el estudiante pascuero, que iba a la casa sin falta, pero sólo lo hacía en ocasión de las pascuas y de otras fiestas. Sino como recomendaba Pedro Henríquez Ureña: Amigos míos, a trabajar.

30 de diciembre de 1999

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ÍNDICE GENERAL DEDICATORIA AGRADECIMIENTO PRESENTACIÓN SEMBLANZA INTELECTUAL POR LEOPOLDO WIGDORSKY NOTAS LA LABOR LINGÜÍSTICA DE RAFAEL GONZÁLEZ TIRADO, MANUEL MATOS MOQUETE

Lo peor de lo ‘peor’ Acerca de períodos y adjetivaciones ¿Quién vigila lo que se /ha/ de publicar en la prensa? ¿Quién redacta las esquelas mortuoria s? Las campanas del desconcierto Código oral y código escrito: falacias y tabúes Tres faltas de ortografía en una sola palabra El milagro de la tilde Álgido: una palabra caliente El /habemos/ que /habrá/ que /haber/ o la regularidad de una incorrección Involucrar Santiaguero/santiaguense/santiagués I Santiaguero/santiaguense/santiagués II Los códigos de la lengua al servicio de la comunicación electrónica De /mí/ para /ti/

7 8 9 11 13 15

25 29 32 35 38 40 43 45 48 51 54 57 60 63 66

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Los peores y los mejores: la “recurrencia” gramatical de cada año 70 Multitud/muchedumbre 73 Táctica y estrategia 77 Mis gazapos ortográficos: de Payeyo García al doctor Héctor Mateo 81 ¿Saber más gramática o poner más cuidado? 85 ¿Inte/r/perie o inte/m/perie? 88 Travesuras de la tilde 91 El papo vicioso: una experiencia lingüística en tertulia con Luis Carbonell en La Habana 95 Tres /solo/ y cuatro /si/ 98 Vigencia de la palabra como poder de comunicación 101 Lo puntual y lo no puntual en la puntualidad de la moda (primera parte) 105 Lo puntual y lo no puntual en la puntualidad de la moda (segunda parte) 109 Las travesuras de los nombres exóticos 112 De /Naco/ a /Samanel/: una lección lingüística 116 La palabra /diván/ o la dinámica de la palabra 119 Desapercibido/desprevenido/inadvertido (primera parte) 122 Desapercibido/desprevenido/inadvertido (segunda parte) 125 De sorteos de yipetas y la anglización de la lengua 129 Es correcto decir: ¿/un muerto diario/ o /un muerto a diario/? 132 El lenguaje de la patria 136 Las trampas del lenguaje machista 140 ¿Es Samuel Sosa uno de los peloteros /mejores/ pagados? 144 Halar y jalar 147 A sí mismo /así mismo/ asimismo 150 ¿Delen o denle? ¿Demen o denme? 153 De la semiótica de la imagen a la semiótica de la palabra 156 /Detentar/ como caso de impropiedad en el lenguaje 160 Le / les: la mayor confusión gramatical en la escritura dominicana (III variación) 163

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Le / les: la mayor confusión gramatical en la escritura dominicana (IV variación) El /comoísmo/ en el lenguaje coloquial dominicano Ribera/rivera Milly: ¿Eso e/j/ un palo? Ahí es /que/ prende Endijas, rendijas, hendijas y rehendijas Las incongruencias entre códigos de hablas diferentes. Desatinos de la publicidad El /leísmo/ en el lenguaje formal dominicano Leísmo, loísmo y laísmo Roque Barcia, Joaquín Balaguer y Leopoldo Wigdorsky Las repeticiones que condeno y las repeticiones que me condenan El /ronrón/ que le faltaba a Samuel Sosa ¿Idiosincra/c/ia o indiosincra/s/ia? La lección de las palabras pa/c/iente, in/c/ipiente in/s/ipiente y pa/s/ificación ¿A/g/üeducto por dislate o a/g/üeducto por convicción? La /a/ que nos enreda y la /h/ que nos pierde La expresión /he/ que la prensa carga a Joaquín Balaguer y a Luchy Vicioso Méjico / México: por la contradicción o la condescendencia (primera parte) Méjico / México: por la contradicción o la condescendencia (segunda parte) De Lis/teen/ a /Press/: las mil formas de anglización del lenguaje /Á/lvarez, Alv/á/rez o el acento en las mayúsculas Utilidad de los signos de puntuación Habana/Havana “Back to School” Ynchausti/Incháustegui o el acento tiene sus bemoles

166 169 172 176 179 182 186 189 193 197 200 204 208 212 215 219 223 227 230 234 238 241 244 247 251

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Disuadir/persuadir Gascue/Gazcue (primera parte) Gascue/Gazcue (segunda parte) En torno al lenguaje del presidente Hipólito Mejía Marketing/marketinero (primera parte) Marketing/marketinero (segunda parte) Un /accedio/ que no nos permite acceder Usamericano/usaunidense M/élia, Mel/í/a, Meli/á/ o el acento tornasolado /Rielar/ un verbo raro Pascua/pascuilla Índice General Índice de Léxico y Sintagmas Índice de Autores y Personas

255 259 262 265 268 271 274 277 281 284 287 291 295 307

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ÍNDICE DE LÉXICO Y SINTAGMAS -A-A/ ha/he: 219, 223, 224 -A Dios rogando: 89 -A sí mismo/así mismo/asimismo: 150 -Acento ortográfico: 45, 91, 238 -Acento Prosódico: 25, 47, 201 -Accedio/acceder: 274 -Accedo/accedian: 274 -Acentuación: 98, 251 -Acueducto/agüeducto: 215 -Acusativo: 86 -Adverbium: 133 -Adjetivo: 27, 29, 72, 134 -Adverbio: 27, 72 -Advertir: 123 -Ágrafa, lengua: 184 -Ahogarse: -Álgido: 48, 88 -Alvarez /Alvárez: 238 -Anciano: -Ánglicas, anglización: 129, 136, 234, 247, 248 -Anglomanía: 234, 247

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-Antónimas, palabras: 98, 257 -Apercibir: 123 -Apelativo: 239 -Apellido: 238, 259 -Apócope: 68, 98 -Árbitro: 136 -Articulación: 177, 186 -Artículo: 193 -Aspiración (o jota suave): 148, 176, 177, 178 -Átonas, palabras: 32, 86, 190 -B-Baca: 213 -Barbarismo ortológico: 89 -Bisílabo: 98 -Buey de agua: 289 -C-Cacofonía: 61 -Cadena hablada (morfonemática): 150 -Calco: 236 -Calco visual: 282 -Calificativos: 145 -Capacidad de convocatoria: 105 -Chopa: 117 -Célebre (valor prosodémico del acento): 46 -Cirio/sirio -Clob/club -Código escrito: 40, 42, 187, 241, 276 -Código oral: 40,42, 187, 241, 276

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-Colectivo determinado: 73 -Colectivo indeterminado: 73 -Coloquial, uso: 62 -Como: 169 -Comoísmo: 169 -Complementos directos e indirectos: 86, 193 -Comunicación de masas: 63, 64 -Consonantes sordas y sonoras: 205 -Consonantes sonoras simples y múltiples: 205 -Concordancia formal: 145 -Conectivo: 79 -Cópula o enlace: 179 -Corrección, grado de: 83 -Curas de idioma : 207 -Curriculum familiar: 35 -D– -Dativo: 86 -Decodificar, descodificar: 242 -Demen/delen: 153 -Desanglizar: 273 -Desapercibido: 122, 125 -Desapercibimiento: 122,125 -Desfasado: 105 -Desinencia: 133 -Desprevención: 122, 125 -Desprevenido: 122, 125 -Detentar: 160 -Diacrítico: 68,99 -Diacrónico: 75 -Diagramención: 202

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-Dial: 138 -Difuso: 110 -Digitador: 203 -Diptongación acentuada: 100 -Diptongo, disolver: 119, 239 -Disuadir: 225 -Dítonas (palabras): 153 -Diván: 119 -E-Eficacia del vocablo: 218 -Emisor: 40 -Enclítico: 86, 167 -Endijas, rendijas: 182 -Ense: Santiaguense: 57, 61 -Entonación: 242 -Esdrújulas o proparoxítonas: 44 -Español estándar o general: 39, 176 -Estrategia: 77, 248 -Etimología: 208 -Extranjerismos: 129, 131, 188 - F-Falacia: 40, 101, 240 -Fenómeno léxico: 111 -Figuración: 248, 289 -Filólogo: 177 -Folía: 105 -Fonema: 177 -Fotograma: 102

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-Frase: 179, 180, 242 -Frase preposicional: 165 -Furo: 88 -G-Galicismo: 110, 111, 122, 126, 127, 170 -Gascue/Gazcue: 259, 262 -Gazapos: 81, 83, 221 -Género: 244 -Gentilicio: 57, 230, 244 -Grafía: 112 Gramática normativa: 176 -H-Habana/Havana: 244 -Habemos, hubieron, habrán: 51 -Haber, usos de: 51 -Hábitos lingüísticos: -Habla popular: 217 -Halón-jalón: 147 -He: hechos de habla: 52, 223 -Hechos de lengua: 132 -Hiato: 279 -Homófonas/homógrafas/homónimas: 98, 213, 225 -Humos: 59, 103 -I-Idiosincrasia/idiosincracia: 208

-Implementar: 105

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-Inadvertencia: 122, 125 -Inadvertido: 122, 125 -Inchausti-incháustegui: 125 -Infinitivo: 125 -Intemperie: 88 -Intercambio desigual: 105 -Interferencia: 247, 250 -Involucrar: 54 -Isónimas, palabras: 210 -Iteración: 203 -J-Jalón: 147, 149 -Jonrón/jonronero: 144, 204 -Juntar las meaeras : 289 -L-Laísmo: 193 -Latín literario o sermo urbano:212 -Le, les: 163, 166, 168 -Lengua analítica: 236 -”Léder”: 129 -Leísmo: 189, 190, 193 -Lengua coloquial: 54 -Lengua estándar: 176 -Lengua general: 39 -Lengua progresista: 236 -Lengua sintética: 236 -Lengua de prestigio: 111, 138 -Lenguaje: auditivo, visual, táctil: 40 -Lenguaje escrito: 177

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-Lenguaje es forma: 47 -Lenguaje llano: 59 -Lenguaje machista: 140 -Lenguaje oral: 177, 226 -Lenguaje popular: 59 -Lenguaje no marcado: 142 -Lero, lero: 141 -Léxico/lexical: 141 -Lexicón: 62, 124 -Ley del menor esfuerzo: 215 -Líneas: 103 -Lipiria: 50 -“Listeen”: 234 -Locución adverbial: 130 -Loísmo: 190, 193 - LL -Llanas (voces): 46, 99 -M-Macarrónico, lenguaje: -”Marketing”, mar/q/uetin (marquetinero): 268, 271, 273 -Mayúsculas dominicanas (empleo): 289 -Meaeras: 289 -Méjico/méxico: 227, 230 -Mejor, mejores: 100, 74 -Meliá/Melia: 281 -Mensaje: 188 -Mensual, mensuales: 29, 132 -Mercadeo: 137 -Mercadotecnia: 137 -Metátesis: 285

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-Modelo escrito: -Monosílabo: 46, 99, 257 -Monosílabos pronominales: 46 -Morfema: 141, 220 -Muchedumbre/multitud: 56 -Multivocidad: 102 -N-Naco: 116 -Neologismo: 278 -Neutro, artículo: 193 -Núcleo: 70 -Número: 140, 141 -O-Oxítona/palabras: 47 -Ordenador/ computadoras: 202 -P-Palabras, fijación de las formas: 81 -Palo, eso un: 176 -Palabras tónicas o acentuadas: 199 -Papo: 95 -Parificación: 32, 77, 173 -Parónimas, palabras: 85, 216 -Paronomasia: 85, 216 -Paroxítonos: 45, 239 -Participio: 145, 220 -Pasificación: 242

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-Pascua, pascuilla: 287 -Patronímicos: 45 -Pedro por su casa: 88 -Peor, peores: 70, 144 -Perceptor: 130 -Persuadir: 102, 255 -Pluralización del adverbio: 145 - Predicado nominal: 226 -Prefijo: 208, 258 -Prender: (hí es que prende: 179 -Preposición: 32, 213 -Préstamo léxico: 139, 206 263 -“Press”: 234 -Prestigio del idioma: 234, 247, 249 -Prevenir: 123 -Proclítico: 86, 164, 167 -Pronombres átonos o inacentuados: 68, 164 -Pronombres personales átonos: 68, 91, 164 -Pronominal: 67, 85, 193 -Pronominales tónicos: 67 -Pronunciación: 246 -Punto de articulación (punto y coma): 36 -Puntuación: 242 -Puntuación medial: 242 -Puntual: 105, 109 -Puristas: 127 -Q -Que galicado: 179 -Quincenal: 133

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-R– -Régimen: 167 -Regla gramatical: 85 -Repetición (V. interación): 200 -Resonancia de los términos: 118 -Resolutar: 106 -Ribera/Rivero: 172 -Ribera/Rivera: 172 -Rielar: 284 -Ronrón/ronronero: 204 -S-Samanel: 117 -Saga: 105 -Semiótica: 156 -Semejanza fonética: 82 -Sangría: 242, 243 -Santiaguero, santiaguense, santiagués: 57,60 -Segmento: 93, 180 -Sermo urbano: 216 -Siglas: 65 -Significado: 65 -Sinalefa: 278 -Signos de puntuación: 241 -Sintagma: 135 -Sintagma nominal: 25 -Sufijo: 208 -T-Táctica: 77 -Terminación femenina:140

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-Terminación indiferente: 140 -Terminación masculina: 140 -Tildación: 45 -Tilde: 45, 99 -Tónico: 32, 41, 86 -Tónicas y átonass (palabras): 45 -Tonicidad: 45 -Topónimos: 57, 230, 244 -Transculturación: 139 -U-Un muerto diario o un muerto a diario: 132 -Usamericano: 277 -Usaunidense: 277 -V-Verbalización: 103 -Viejo - anciano: 102 -Vocablo: 102 -Vocativo: 242 -Voz átona: 45 -Voz culta: 209 -Voz tónica: 45, 190 -Vulgarismo: 126 -Y-”Yipeta”: 129, 131

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ÍNDICE DE AUTORES Y PERSONAS A Abel Hasbún, Amín: 84 Abreu, Adriano: 61 Alburquerque, Rafael: 84 Aldecoa, Ignacio: 29 Alonso, Amado: 9, 18, 195, 209, 292 Alonso, Martín: 56, 90, 232 Altolaguirre, Manuel: 70 Alvarado de Ricord, Elsie: 280 Álvarez, Isabel: 128 Álvarez, Nancy: 69, 70 Allende, Isabel: 138 Ariela: 92 Aristy Castro, Amable: 110, 118 Aristy Rodríguez, Carmelo: 98 Arvelo, Álvaro (hijo):147 Aute, Eduardo: 280 Aybar Sánchez, José Andrés: 84 Aznavour, Charles: 46 Azorín: 47 B

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Báez, Buenaventura: 31 Balaguer, Joaquín: 30 Barceló, Juan: 96 Barceló (Ron): 25 Barcia, Roque: 78, 200, 202 Beltrán, Alberto: 98 Bello, Andrés: 73 Bello Rosa, Virgilio: 263 Bencosme Ruiz, Sergio Arturo: 45 Benedetti, Mario: 83, 298 Beras Goico, Freddy: 98 Blackwell, Richard: 27 Blanco, Andrés Eloy: 207 Bosch, Juan: 18, 193 Burke, Edmund: 235 C

Caamaño, Francisco Alberto: 35 Cámara de Diputados: 195 Campillo Pérez, Julio G.:61 Candelier Tejada, Pedro de Jesús: 48 Carpio Durán, Francisco: 163 Carbonell, Luis: 95 Cartagena Díaz, Patricio: 192 Casona, Alejandro: 293 Castro, Fidel: 263 CDN (Transmisión de Radio y TV): 219 Céspedes de Lockward, Noris: 260

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Céspedes Peña, Luis: 62 Cerbere/Cervera: 252 Campange/Champaña: 252 Chávez, Hugo: 263 Chile, Santiago de: 60 Clime, Danilo P.: 273 Codetel: 225 Córdova, Carlos Joaquín: 285 Corporán, Rafael: 30 Cortez, Alberto: 126, 178, 280, 286, 289 Corripio, Fernando: 113 D Decamps, Hatuey: 80, 82 Defilló, Bernardo: 84 Deñó viuda Caamaño, Enerolisa: 35 Díaz, Jorge: 191 Duarte, El Indio: 286 E Elías, Michael: 29 Erskine, Carl: 109 Escobar, Alberto: 241 Escuela de Periodismo (Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD): 214 Espinal, Fulgencio: 225 Espronceda, José de: 293

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F Fabio/Favio: 176 Favio, Leonardo: 86, 186 Fernández, Félix: 59 Fox, Vicente: 246 Fulbright, Wiliam: 117

G García, Joaquín: 269 García, Luz: 28 García Lorca, Federico: 122 García Márquez, Gabriel: 232 García Troncoso, Lorenzo: 84 García Troncoso, Payeyo: 84 Garcilaso de la Vega: 77 Gascue/Gazcue/Gásquez: 266 Gascue, Francisco: 269 Gascue, Martín: 269 Gascuña: 268 Gatón Arce, Freddy: 78 Gautreaux, Francisco Ricardo (Cano): 163 Genris-Henry: 269 Global Bank: 259 Godoy, Manuel: 269 Gómez Mazara, Guido: 273 González Ruiz, N.: 128 González Tirado, Fernando: 147

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Gregory Torada, Nuria: 206 Grullón viuda Rodríguez, Generosa: 36 Grupo Ramos (La Sirena-Pola): 204 Guerra de Abril (1965): 296 Guerrero, Vladimir: 170 Guiliani, Rudolf: 173 H Habana/Havana: 250 Henríquez Ureña, Pedro: 60, 62, 63, 195, 200, 209, 234, 236, 267, 297 Hernández, Frank Marino: 117 Hernández, Miguel: 35 Herrera, Hipólito: 115 Herrera, Rafael: 65 Hockett, Charles: 241 I Incháustegui, Arístides: 84 Incháustegui-Salvador: 84 Incháustegui-Inchausti: 278 J Jackson, Phil: 159 Jaivanjó/Jaivanhoe: 250 Jerez Jorge, Ramón: 163 Jiménez, Juan Ramón: 69 Joubert, Alexander: 49 Juan viuda Pichardo, Josefina: 55 Juárez, Benito: 23

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K Kaline, Al: 103 Kovacci, Ofelia: 279 L Lamarche Soto, Rogelio: 84 Larousse (Enciclopedia): 232 Larrazábal Blanco, Carlos: 207 Lázaro Carreter, Fernando: 163, 173, 199, 276, 284 Lebrón Saviñón, Carlos: 98 Lebrón Saviñón, Mariano: 99 Leiba/Leyba: 176 León Marte, Pedro de: 121 Lima, José: 170 López García-Molins, Ángel: 57 López, Milena: 155 López Villanueva, Toribio: 31 Lora, Félix Vinicio: 75 Lorenzo, Emilio: 25, 270 Lugo Lovatón, Ramón: 270 M Machado, Antonio: 118, 191 Málaga /San Juan/ Cádiz (“gaditanos”): 251 Marcano Fondeur, Eugenio: 57, 296 Marchena (ingeniero): Mata, Pedro: 263 Mateo, Héctor: 85

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Martin, Dean: 73, 74, 148 Martin, Ricky: 275 Martínez Paiva (Payba) Carlos: 286 Martínez, Pedro: 169 Martino, Antonio: 113 McGwire, Mark: 68 Maxton, Ashinde: 117 Mejía, Hipólito: 260, 272 Méjico/México: 232, 235, 293 Méndez, Luis: 61 Mieses Lajara, Ángel: 84 Miguel, Amando de: 280 Moliner, María: 48, 50, 57, 125, 127, 130, 293 Monción, Benito (Gral. Restaurador): 36 Montero, Lourdes: 99 Moreno de Alba, José: 127, 129 Moscú/Moscow: 25 Mota Ruiz, Alfredo: 55 Multicentro Churchill: 204 N Navaro Tomás, Tomás: 78 Neruda, Pablo: 107, 193 Nolasco, Antonio: 92 Nueva York/New York: 252 Núñez, Manuel: 214

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O Olea Salazar, Catalina: 228 Ortega Spottorno, José: 284 Ortografía de la Lengua Española: 236 Ovalles, Rafael: 76

P Pabón/Pavón: 176 Panero, Leopoldo: 37, 70 Patín Maceo, Antonio: 92, 98 Peña Gómez, José Francisco: 18 Perales, José Luis: 71 Pérez de Castillo, Carlos: 56 Pérez, Rafael: 31 Perry, Alonzo: 84 Piazza, Mike: 166 Piera, Nuria: 206 Polanco, Felipe (Boruga): 69 Puerto Viejo: 29 Puello, José Joaquín: 84 Pujols, Mignolio; Latour Batlle, Gustavo: 105 Q Quillet, Enciclopedia: 60 Quixote: 234

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R Ramírez, Verutidio M.:232 Reyes, Alfonso: 244 Reyes, Ramón Emilio: 292 Reynoso, Modesto: 109 Ribera Chevremont, Evaristo: 175 Ribera, José: 175 Rodríguez, Félix: 285 Rodríguez, Rafael: 63 Rodríguez Demorizi, Emilio: 60 Rodríguez Objío, Manuel: 270 Rodríguez Pimentel, Héctor: 36 Roedor, El (Aristófanes Urbáez) 75, 215 Romero, M. Carmen (Agencia EFE): 50 Ronchi March, Carlos Alberto: 78 Rosario, Rubén del: 53 Rosebel/Rosevé, por Roosevelt: 250 Rosenblat, Ángel: 78 S Safir, Howard: 193 Sainz de Robles, Federico Carlos: 57, 77, 78, 82 Salinas, Pedro: 29 Sánchez, Margarita: 99 Sánchez, Olimpia: 99 Santana (Gral.), Ramón: 31 Santamaría, Francisco J.: 127, 237 Schéker Ortiz, Luis: 47 Seco, Manuel: 164, 235, 276, 277 y colaboradores; 168, 170 y 173

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Selman, Lissette: 56 Sierra, Justo: 237 Silvestre, Sonia: 98 Sistemas: Braille/Morse: 41 Socías (†): 84 Sosa, Samuel: 147, 154, 170, 189 Suárez Martínez, Diego: 109 Sued, José Enrique: 62 T Taylor, Elizabeth: 148 Tejada Castillo, Ángel: 163 Tejera, Juan Nepomuceno: 31 Torre, Guillermo de: 122 Travieso, Virgilio: 84 Troncoso Cuesta (Chiqui): 84 Trujillo, Petán: 98 Trujillo Radhamés: 98 Trujillo, Rafael L: 18, 67, 98 Trujillo, Ramfis: 98 U Unamuno, Miguel de: 57, 277, 293 Urbáez, Aristófanes (El Roedor) ver: 75, 213, 215 Uribe, Max: 129

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V Valdés Bernal, Sergio: 113 Vaquero, María: 127, 129,130 Vásquez/Vázquez/: 267 Velásquez/Velázquez/Gascue/Gazcue/Gazque: 266, 267 Vicioso, Abelardo (Papo): 99 Vicioso, Luchy: 227 Vilela, Alejandro: 99 Vivaldi, Gonzalo Martín: 297 Vivant, Michel: 120

W Wigdorsky, Leopoldo: 23, 194, 195, 201 X Xamaica, Quixote, Texas: 234 Y Yipeta: 130

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Este libro Palabras para Compartir del Dr. Rafael Gonzáles Tirado se terminó de imprimir en el mes de Septiembre 2008, en los talleres Somos Artes Gráficas Tel.: 809-596-8239 • Fax.: 809-699-2993 E-mail: [email protected] Sto. Dgo. Rep. Dom.

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