Gomez Pereira - Antoniana Margarita

Gómez Pereira ANTONIANA MARGARITA Góm ez P ere ira ANTONIANA MARGARITA RJPRPDUCCIÓN FACSIMILAR^ DE LA EDICIÓN DE 174

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Gómez Pereira

ANTONIANA MARGARITA

Góm ez P ere ira

ANTONIANA MARGARITA RJPRPDUCCIÓN FACSIMILAR^ DE LA EDICIÓN DE 1749

TRADUCCIÓN

Jo¿é Luu Barreiro Barreiro Concepción Souto García TRASLACIÓN Y ACTUALIZACIÓN LINGÜÍSTICA

Juan LuLf Camocho Lliteraj

ESTUDIO PRELIMINAR Y VERSIÓN AL ESPAÑOL

Jo Da presente edición,

UNIVERSíDADE DE SANTIAGO DE COMFÜSTELA, F u n d a c ió n G u st a v o B u e n o . i

2000

Edita S e r v ic io da

U n iv e r sid a d e

de

de

P u b l ic a c ió n s

S a n t ia g o

de

C o m po ste la

C am pu s uni v e rsita rio s u r

Deseño e maquetacíón L iña ^ r e i m p r e s ió n S.L,

Imprime I m pr e n t a U n iv e r sit a r ia

Pavillón d e Servicios Campus universitario sur ISBN 84-8121-805-7 (Univ. de Santiago de Compostela) ISBN 84-930676-2-8 (Fundación Gustavo Bueno) Dep. Legal: C-2528/1999

2000

ÍNDICE I. ESTUDIO P R E L IM IN A R ................................................................. 1. Tres valoraciones paradigmáticas ............., , . . ...................... 2. Razones de una elección . . ........................... . , ......................... 3. La cuestión del o r ig e n ................................................... . ............. 4. Estado de la cuestión pereirana. Recepción y dimensión europea de la A.Ai. ......................................................................... 5. La lectura ‘Verosímil" o "sospechada" ......................... . . . . II. B IB L IO G R A F ÍA ......................... ......................................................... III. O B SE R V A C IO N E S............... ........................................................... Portada de la 1* edición (1554) ................................................................ Plano de Medina del Campo en el siglo XVI ...................................... R eproducción

§7 §7 §11 §13 §17 §24 §43 §45 §49 §50

facsimilar del texto latino y versión al español

ANTONIANA MARGARITA (Dedicatorias. Censuras. Elenco de la obra. Razón del título. Advertencia al le c to r).......... ........................................................... .. (P rimera parte) C. L Los brutos carecen de razón .................................................. C, II. Conocimiento intuitivo y abstractivo .................... C. III. Sensibles comunes y sentido común ................................ C. IV. Operaciones del in telecto ............ .. . ............................ C. V. Explicación del u n iv ersal.............................. ........................... C. VI. Distinción de ente y esencia ................................................ C. VII. Concepto de continuo .................... .................................... C. VIII. Sobre los principios de las c o s a s ............... ...................... C, IX. Sobre la esfera íg n e a —generación y corrupción— . . . . C. X. Sobre el productor de las almas v e g e ta tiv a s.......... .. C. XI. Concepto de cantidad, materia, forma, relación . . . . . C. XII. Métodos para conocer la diferencia de accidentes respecto a la s u s ta n c ia ................. .. . .................................... C. XIII. Diferencia de formas educidas de la potencia de la m a te ria ................................... .................................................

I-XL 1-24 25-55 55-67 68-75 75-90 90-98 98-106 106-112 112*127 127-144 144-154 154-164 164-178

(S egunda parte) C. XIV. Paráfrasis a l l í De Anima . . . ............... .............................. C. XV. Distinción de alm a inteligente y s e n tid o s ............... .. C. XVI. Sobre la inmortalidad del a lm a ........................................ C. XVII. Objeciones de M iguel de P alacio s.......... ..................... C. XVIII. Defensa de Gómez P e r e y r a ......................... ................

179-205 205-222 223-503 304-318 319-355

Í ndice O n o m á st ic o ............................................................ ...............

357-361



I. ESTUDIO PRELIMINAR

I. Tres valoraciones paradigmáticas “...que había filósofos españoles y quienes eran, tuve empeño en conocerlos un poco de cerca, y con tal mira he ido y voy reuniendo una colección de libros filosóficos españoles, donde no faltan algunas rarezas, y extractando, y copiando casi en las bibliotecas públicas los que ni poseo ni tengo apenas esperanza de poseer nunca. Uno de estos es, por mi des­ dicha, la Antoniana M argarita , de la cual pudiera decir, parodiando a otro propósito unas palabras de Escalígero, que en mas estim aría poseer un ejem ­ plar que ¿er rey de Celtiberia ...”

"A fines del año pasado oí que varios miembros influyentes de la Sociedad de Bibliófilos trataban de reimprimir \&M argarita, y aun se me preguntó por tercera persona dónde había algún ejemplar que pudiera ser­ vir de texto para la reproducción. Excuso decir a Vd. el júbilo que me causó la noticia. A los pocos meses, la Sociedad publicó un nuevo libro. Mi gozo en un pozo: la obra impresa no era la Antoniana, sino el Libro delpotro V descendencia de las caballos guzniatus , Confieso que toqué el cielo con las manos, y en mis adentros maldije de la bibÜofiiia y del primero que tuvo tal manía en el mundo. Cuatro o cinco sociedades de bibliófilos tenemos en España: a ninguna se le había ocurrido publicar un sólo libro de filoso­ fía. ¿Qué me importa averiguar si hubo o no un español que se anticipase a Descartes, a Gassendi y a R^id en la discusión de las formas substancia­ les o de las especies inteligibles? Lo que me importa es poner en claro los oficios del mozo del bacín o el modo de melesinar los halcones. Si yo fuera capitalista, poco tardaría en hacer una copiosa y regia edición de la Antoniana y de otros muchos libros filosóficos españo­ les. Pero como no lo soy, ruego a Vd., con lágrimas en los ojos que si cono­ ce y trata a alguno de esos señores///í>-¿¿í//^/í, que entienden en el gobier­ no y manejo de dicha Sociedad, les pida por Dios y la Virgen Santísima

ANTON IANA MARGARITA

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l Estudio preliminar

que reimpriman la Antoniana (acompañada de las Objectiones y del Endecdloíjo), no ya por ser libro de importancia filosófica (consideración que no ha de hacerles mella)» sino por ser rarísimo y muy difícil de adqui­ rir a ningún precio. Dígales Vd. que, por lo menos vale tanto y es tan digno de conservarse como el Libro del potro, y que hasta puede hombrear sin desdoro con las Campañas (k Carlos V, de Cereceda, y con el Henritpie fi (k Oliva* Dígales V..,; pero no les diga nada, porque sería predicar en desierto’ 1.

"...II a précedé Bacon, Descartes, Spinoza, Locke, Leibniz, qui, ou se sont rencontrés avec lui, ou lui ont emprunté en grands seigneurs, peu reconnaissants envers leur créancier. C'est aux historiens de la philo­ sophia qu'il appartient de déméler et de signaler ces emprunts, et notamment aux historiens de la philosophie cartesienne. La généalogie des idées est une oeuvre de critique et de justice. Gómez Pereira avait évidemment des ancétres. Quelle que soit son originalité comme médecin et comme philosophe, et quel soit son esceptiscime, il serait possíble de montrer qu'en philosophie ses tendences sont celles d'Asclépiade. La démonstration ne pourrait se faire que dans un livre ou dans un cours d'histoire de la medicine. Bordeu est le seul médecin íran^ais qui ait rendu justice á ce novateur hardi dont il admirait le génie créateur et au-dessus des idees communes. Gómez Pereira n'a pas besoin qu'on reha­ bilite sa mémoire; mais il a droit á une réparation éclatante. Puisse— t— elle ne pas se faire trop attendre"2.

”A despecho de haber sonreído muchas veces ante el recuerdo de los escolásticos de la Universidad de París, que ocupaban sus ocios dis­ cutiendo '‘si una quimera que bordonea en el vacío pudo comer las segun­ das intenciones" (cuestión, por cierto, mucho menos risible de lo que a pri­ mera vista parece), me he sorprendido en más de una ocasión imaginando que pensarán los centauros. Es ésta, probablemente una cuestión ociosa; pero casi me atrevo a decir que una de las obras más importantes del pen­ samiento español, la Antoniana Margarita, se reduce a la discusión de ese tema, aunque no nombre a los centauros. ¿Qué mundo pensaría el padre Quirón galopando las praderas de esmeralda? A su torso humano pertenecía un mundo de visiones huma-

1 2

MENÉNDEZ PELAYO, M., La ciencia española, 1, Madrid (1953), 474-475 , GUARDIA, J M . "Philosophe s espagnols. Gómez Pereira”, Mev, Pbiiwopbitfue de la Frunce el L'Etrantjer, vo!, 28 (1989), 634.

ANTONIANA MARGARITA

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1. Estudio preliminar

nas; a sus lomos de caballo un universo equino. Los nervios del hombre y de la jaca se unían en los mismos centros y las venas robustas hacían desembocar en un solo corazón la teología del europeo y la brama del semental. ¡Pobre corazón, vacilando siempre entre una potra y una bacan­ te! Lo que para tina mitad de si mismo era verdad, era falso para la otra mitad; si entraba en una ciudad y llegaba a la plaza pública, sus labios habían de decir: He aquí el ágora, mientras su cascos golpearían: He aquí un hipódromo. Pero esta dualidad es imposible; los centauros tenían que deci­ dirse por un tercer mundo ni humano ni hípico, resultado del compromi­ so de sus dos naturalezas. Renán es un discípulo de la cultura centaurida; le habéis oido protestar del mundo matemático, que es el verdadero, por­ que ese mundo excluye el mundo de la ilusión, que es un falso mundo. La armonía radical de su pensamiento le obligó a buscar un tercer mundo en el que se penetrasen aquellos dos antitéticos. Este es el mundo de lo vero­ símil» el universo interior de las almas de los centauros

Hemos elegido intencionadamente tres valoraciones de la Antoniana Majyarita, situándolas como frontispicio de este trabajo y, al mismo tiempo, considerándolas como exponentes de tres modelos de valoración. Menéndez Pelayo y Guardia “tan distantes y enfrentados respecto a la existencia de una filosofía española-, pero coincidentes en la apreciación positiva de la obra de Gómez Pereira (solicitando en un caso una copiosa edición de la misma; o reclamando, en el otro, el dere­ cho a una reparación esplendorosa). En el caso de Ortega -cuatro siglos y medio despues de la publicación de la Antoniana Margarita, y a propósito de los Nouveaux Cahkró de tateme, de Renán, señalando la vacuidad de la disputa sobre la naturaleza dual de los centauros; vacui­ dad que, en el caso de Pereira, hace referencia al dualismo radical alma-cuerpo (alma que, según J . Bernia “observa los fantasmas y las impresiones corporales”), a nivel antropológico y, en concreto, a la fun­ ción que desempeña el cuerpo. ¿Para qué sirve el cuerpo? Estos tres fragmentos nos van a permitir, ya desde este momento, plantear tres niveles (o tres hipótesis) de lectura de la obra de Pereira, que concuerdan, en buena medida, con las tres reglas de interpretación hermenéutica establecidas por Spinoza (de las que las dos primeras apuntan claramente a una crítica textual interna, indis­ pensable para poder fijar la autenticidad, fiabilidad, cronología, evolu­

3

ORTEGA Y GASSET, J„ "Introducción metódica" (a propósito de ia publicación de los Ntnti'tux Cahien* Jtune.ut?, de Renán» durante el año 1846), en Obruá Completa,*, IP-450-451.

AN TO NIAN A M A R p A ^ [T A

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!• Estudio prelim inar

ción doctrinal, transmisión y recepción del texto; y la tercera, que remi­ te el texto a sus contextos profundos, a sus orígenes — vida, costumbres, motivación-, a su proyección-recepción histórica; en definitiva, al mundo de la vida propio del autor del texto)'1: 1) Una lectura analltico-expoéitiva, que representa la lectura que podemos designar como clásica, cuya tesis central se cifra en la teo­ ría de la insensibilidad, con el consiguiente automatismo animal y las implicaciones de tipo onto-gnoseológico y cosmológico, para terminar con el examen de las pruebas de la inmortalidad. Tal es el orden del dis­ curso pereirano. Decimos que es una lectura analítico— expositiva por­ que sigue el orden de exposición de la obra, sin tratar de reconstruir expresamente los fundamentos, ni el sistema de pensamiento del autor. Es la lectura que tuvo más adeptos. Es la que inicia Menéndez Pelayo y continúan luego otros intérpretes, como Bullón, Solana y Sánchez Vega. 2) Una lee tura ¿¡¿tana tico— constructu >aque trata de reconstruir el sistema de pensamiento de Gómez Pereira; sistema que subyace a la exuberancia y desorden de la narración. Tal sistema se articula en torno a la idea de inmortalidad, a la que se orienta la teoría del conocimien­ to, y de la que son sólo un corolario las teorías de la insensibilidad y del automatismo animal. Tales son las lecturas, en clave sistemático-antropológica, de Teófilo González Vilasy de José Bernia6. 3) Una tercera lectura "verosímil" — utilizando el término empleado por Ortega- o también lectura de la "sospecha", que trata de interpretar la Antoniana Alargarita a partir de razones "sospechadas" a tres niveles, o en tres dimensiones: a partir de referencias en el propio texto; a partir de determinadas alusiones en otras valoraciones; y a par­ tir de su propia circunstancia o contexto externo. Esta es nuestra hipó­ tesis, según la que la literalidad el texto "oculta”, o "disimula" la verda­ dera intencionalidad del autor, esto es, el convencimiento de que no se podía demostrar racionalmente (y Pereira llega a hablar de prueba 'Tísica") la inmortalidad del alma humana; pero esto no lo podía expre­ sar o manifestar claramente, por miedo a la censura y a la Inquisición. Tengamos presente que Gómez Pereira procede de una familia de A 5

6

SPINOZA, Opera, Heildelberg, 2* Edición, 1972, Vol.lll. Tratado Teológico— politico, c. VII: "De interpretatione Scriptu rae”, 99. GONZÁLEZ VILA, La antropología de Gómez Pereira, Universidad Complutense. Madrid, 1974. En esta perspectiva, sostiene que "el mecanicismo -tesis presuntamente central del pensamiento pereirano en la tópica versión vulgarizada que de él está en circulación- apa­ rece, con toda claridad en nuestra tesis, como corolario-contraprueba de la antropología” (p. 48). En la misma dirección J* BERNI A (La ¿iferencút entre entre el Animal y el Hombre en la Antoniana ¿Margarita (k Gthnez Penetra, Universidad de Valencia, Tesis Doctoral, pro m 1975) estima que la cuestión de la insensibilidad animal está orientada en el ánimo de Pereira para entender y dar una solución racional al problema de la inmortalidad del alma humana, precisando la dife­ rencia existente entre el hombre y el animal. (Agradecemos a M. Teresa Mas Ivars, viuda de J . Bernia, el habernos autorizado la lectura de este trabajo inédito).

A N T O N IA N A M A R G A R IT A

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L Estudio prelim inar

judíos conversos, hecho que va a condicionar su vida, su actividad y su comportamiento. Presentado el objetivo, conviene, antes de argumentar nues­ tra propuesta» concretar un poco más la presentación y configuración de su personalidad, las razones de su elección, la cuestión del origen y la dimensión europea de su pensamiento. Vayamos por partes. 2. Razones de una elección La edición de la Antoniana Margarita -con traducción al español y reproducción del texto latino—obedece a una serie de razo­ nes, entre las que podemos enumerar las siguientes: • Por sus raíces gallego-portuguesas, o viceversa; aunque, en este caso, comparado el autor de la obra con lo que se decía de Melquísedec — que no tenía origen, ni padre, ni madre—, de Gómez Pereira sí conocemos, por lo menos, el nombre de sus padres (Antonio y Margarita), pero no su origen, ni el tiempo y lugar de su nacimiento, ni la época exacta de su formación, ni el lugar y año de su muerte. No obstante—de la cuestión del origen nos ocuparemos luego-, sí consta su ascendencia gallego-portuguesa, como veremos. • Por tratarse de una figura relevante en el ámbito de la filosofía renacentista, a nivel gallego-portugués, español y europeo, Y es necesario resaltar su dimensión europea y el hecho de que sea desde Europa desde donde se ha iniciado la recuperación de la figura de Gómez Pereira. Helio Carpintero -en la línea de inter­ pretación de J , Bernia—afirma al respecto: "Innumerables veces la fama llega a los escritores españoles a través de un largo rodeo que pasa por el extranjero. Se empieza a ser conocido aquí des­ pues de que el nombre haya sido traído y llevado por otras tierras JI7. • Por haberse convertido, por obra y gracia de M. Menéndez Pelayo, en una figura mítico-reivindicativa en la polémica sobre la ciencia española. Claro está que no todos los polemizantes están de acuerdo con esta reivindicación confirmativa de dicha existencia, al tratarse de un caso aislado, carecer de escuela pro­ pia y no trascender su pensamiento más allá de las fronteras patrias. Tal es la opinión, discutible, de M. de la Revilla, N. Salmerón y J . del Perojo8. 7 8

Historia de la Psicología en España, Eudema, Madrid (1994), 35. J. 1RIARTE ( Menéndez Pelayo y la Filosofía Española, Madrid, 1947), recoge toda la tra­ yectoria de la controversia, desde el discurso de recepción en la Academia de Campoamor {La metafúica limpia, fija y da ¿¿p/embr,,, 1862), pasando por su diversas fases, hasta el 'esteticismo" de la Generación del 98 (1892-1912),

ANTONIANA MARpARJTA

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í. Estudio preliminar

• Por estar vinculado el autor de esta obra al ámbito de investiga­ ción en el que venimos trabajando desde hace tiempo: La Ilustración, tanto en sus predecesores, como en sus consecuentes* Pereira se sitúa en la mitad del siglo XVI, pero su verdadera dimensión o redescubrimiento tiene lugar a partir del siglo XVIII, que es cuando se reedita su obra por segunda vez, gra­ cias a la intervención del Dr. Martín Martínez (médico, defen­ sor del P. Feijoo, y autor de una Philosophia jceptica y de una Medicina ¿cepticaY* Ámbito de la Ilustración, pero también de la censura - que es la cara oculta de las Laceo t y que en nuestra hipó­ tesis juega un papel primordial-. • Porque, al estar relacionado su pensamiento con la crisis y críti­ ca al aristotelismo—escolástico, a partir de 1a asunción de determindas tesis nominalistas, nos pemite tender un puente de unión entre G. de Ockham-Pereira—Amor Ruibal, mostrando algunas afinidades, que en este momento no explicitamos (aunque Pereira, cita menos a Ockham que otros supuestos nominalistas, como Gregorio de Rímini). • Porque Gómez Pereira representa, a nuestro juicio, la configu­ ración de un discurso simbólico-polisémico, no sólo en la con­ cepción y práctica de la medicina (hipocrática -dimensión que no consideramos específicamente—), sino también en la vertien-* te filosófico-psicológica, por lo menos en la hipótesis de lectura que proponemos, y que, sirviéndose de o instrumentando el dis­ curso "oficial” (monosémico, sígnico, definido), va a utilizar otro tipo de discurso, polisémico, polivalente, no claramente definido, disimulado y simulante, escondido... • Por encontrar (y esto ha sido un estímulo) entre los fondos bibliográficos de esta Universidad los volúmenes de las dos obras publicadas por Gómez Pereira -la Antoniana Margarita y Novae veraeque medicinae, experimenta et evidentibus rationibus com­ probatae. Prima paré-, correspondientes a la segunda edición de 1749. Precioso y preciado depósito, porque sumando los ejem­ plares de las dos ediciones de su obra, no se encuentran más de treinta ejemplares localizados en las Bibliotecas de todo el mundo10. • Porque la reconstrucción del mundo histórico de Gómez Pereira, o si se prefiere, de su circunstancia vital, nos sitúa y nos Cfr. ABELLÁN, J.L. Historia crítica del pensamiento español (III: Del Barroco a la Ilustración, ss. XVII y XVIII), E-spasa-Calpe, Madrid, 1988, 408—410. CHINCHILLA. A„ Historia de la medicina española, Madrid (1841), 368—386. —He de agradecer a Concha Várela Orol, entonces Directora de la Biblioteca Universitaria de Santiago, el haberme facilitado tanto el texto de la Antonuma Margarita, como referencias bio—bibliográficas relativas a los dos censores de la segunda edición de la obra (1749), Juan de Aravaca y Nicolás Gallo.

ANTONIANA MARpARjTA

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I Esmdio preliminar

ilustra en un tema que aún está de actualidad: la conmemoración del IV Centenario de la muerte de Felipe II (1598-1998) y la recuperación de su imagen, reconvirtiendo su leyenda negra en algo más positivo, esto, es, en un personaje trabajador, respon­ sable, con principios morales y religiosos, menos sometido a la princesa de Éboli de lo que se decía, con menos relevancia otor­ gada a los autos de fe y a la actuación de la Inquisición, etc11* Y, finalmente, por estar situados — a tenor de los escasos datos manejados- en el umbral del V Centenario de Gómez Pereira; efeméride para la que se están preparando una serie de actos conmemorativos, organizados por un Comité Internacional presidido por el Dr. Jaime Gómez {Neurohgicnl Surge/y, Florida), que, además de los trabajos de índole organizativa, está realizando un enorme esfuerzo por descifrar el "enigma Gómez Pereira”, mediante el hallazgo de nuevas referencias documentales. La presente traducción y edición bilingüe de la Antoniana /Margarita pretende ser una sencilla contribución a la recupe­ ración y redimensión de esta figura histórica, humanista, polivalente y controvertida. 3. La cuestión del origen En una obra que lleva por título Los precursores españoles de Bacon y de Descartes, de Eloy Bullón, se lee lo siguiente: "Algunos auto­ res, sin más argumentos que la procedencia galaica del apellido Pereira, hacen a nuestro filósofo natural de Galicia, aunque sin preci­ sar el pueblo, ni provincia de su naturaleza”IV. Apreciación que -según dejamos ya apuntado- resulta ser cierta, al no poder confirmar docu­ mentalmente ni su origen, ni el año y lugar de nacimiento, ni los tiem­ pos de formación y de fallecimiento. Pero hay una serie de indicios que nos permiten esclarecer un poco más estas cuestiones. Los escasos datos facilitados por el jesuí­ ta Juan de Ulloa13, que le llama simplemente “gallegus”, o del P. Isla que, en Fray Gerundio de Campazas, afirma que "no fue inglés, n¡ francés, ni italiano, ni alemán, sino gallego por la gracia de Dios, y del obispa­ do de Tuy”H, fueron recogidos y transmitidos por Menéndez Pelayo, y

11

Numerosas monografías, de tipo histórico fundamentalmente, vieron la luz pública con moti­ vo de dicha eleméride. Para nuestra perspectiva resulta esclarecedora la obra de P. Rodríguez, El catecismo romano ante Felipe II y la inquisición española, Madrid, 1998. 12 BULLÓN FERNÁNDEZ, E., Los precursores españoles de Bacon y Descartes, Impr, Calatrava, Salamanca (1897, 1905), 95. 13 ULLOA, J., Physica speculativa quattuor diputationibus distincta. Roma, Tip. J.E Chracas, 1713. M ISLA, P., Historia de Fray Gerundio de Campazas, Gabriel Ramírez. Madrid. 1787.

ANTONIANA MARÍj ARJTA

[ §13 ]

I* Estudio preliminar

desde entonces repetidos de forma bastante monocorde por los diver­ sos estudiosos de Gómez Pereira, Pero el autor santanderino relativiza la cuestión del origen al matizar que "... lo que de él consta es que vivió y escribió en Medina del Campo, donde verosímilmente había nacido, aunque sus padres o abuelos procediesen de otra región de España”. Porque, “si es verdad, como ha dicho Florentino, en su biografía de Pomponazzi, que un filosofo es ciudadano del pueblo donde piensa y escribe, como un guerrero tonui nombre y patria de la bandera bajo la cual combate, la gloria de Gómez Pereira pertenece a Medina, que por tal hijo será famosa e insigne entre las villas castellanas, más que por los recuerdos de su antigua prosperidad y de sus riquísimas ferias"|j. Y para reforzar el origen portugués del apellido sigue diciendo que había Pereiras esta­ blecidos, desde el siglo XV, en Toro y Zamora, y que procedían de los Pereiras portugueses que habían combatido al lado de D. Juan I de Castilla en la batalla de Aljubarrota. De ese tronco derivaban también Juan de Ulloa Pereira (penado en los autos de fe de Valladolid en 1559) y Luis Ulloa Pereira, autor de la Raquel, y amigo del Conde-Duque de Olivares. Datos escasos y simples nombres que, no obstante, adquie­ ren relevancia para algunos intérpretes, como Guardia1*, y para nues­ tra hipótesis de lectura, por cuanto la mencionada penalización en Valladolid, hace referencia al clima de intolerancia y de persecución, que condicionaban, en aquellos tiempos, la expresión libre del pensa­ miento; lo que permite incluso barruntar un fin trágico para el propio Góméz Pereira, del cual nada se sabe a partir de 1558 (fecha de publi­ cación de su obra de Medicina, la Novae veraeque medicinae...). En 1914 Narciso Alonso Cortés, contando con las exiguas referencias transmitidas por los autores precedentes, al no encontrar datos relativos a Gómez Pereira en las publicaciones sobre Medina res­ pecto a la imprenta (Pérez Pastor), a las antiguas ferias (Cristóbal Espejo y Julián Paz), o a la Historia (Rodríguez Fernández), trata de rastrear y exhumar la documentación existente en los archivos de la Colegiata de Medina (por si encontraba la partida de bautismo; con resultado negativo), y en los archivos de la Real Chancillería de Valladolid, en donde sí halla algunas noticias referentes a determinadas querellas y demandas mantenidas por el mismo G. Pereira, o por algu­ no de sus familiares. Todo ello le permite concluir -lo que posterior­ mente se aceptará como definitivo- que está plenamente demostrado que G. P. nació y vivió en Medina, y que a los cincuenta y un años no tenía hijos. Noticias que se completan, en relación al año de su naci­ miento, con la propia declaración en la dedicatoria de la Antoniana 15 MENÉNDEZ PELAYO, 0,c.t 398-99. 16 GUARDIA, J.M., O.c., 271-72.

AN TO NIAN A MARGARITA

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1. Estudio prelim inar

Margarita — tne in quinquagesimum quartum agentem annum—lo que nos lleva justo (de 1554) al comienzo de siglo, es decir, al 1500 (estos son, por ahora, los únicos datos fiables). El único testimonio acerca de su nacimiento en Medina pro­ cede de un testigo favorable a Gómez Pereira, Diego de Medina, en el largo pleito por la tutoría de las tres hijas de Juan de Zuazo y Francisca del Corral, que declara haberle conocido ' desde que nasció, porque nasció e se crió en la mesma calle do este testigo vive y mora"; que conoció a su padre, madre, y abuelo, del que afirma que le conoció durante mucho tiempo, "hasta que fallesció, e que fue un honbre muy honrado e buen cristiano, e temeroso de Dios”1'. Otros datos biográficos obtenidos, también a patir de los mis­ mos archivos, hacen referencia a otras demandas relativas a su profe­ sión (médico de oficio), y a otras actividades (negociante por intereses materiales, casamentero por prestigio y beneficio, etc.). Alonso Cortés resume perfectamente su actividad y comportamiento, a tenor de la documentación encontrada en los siguientes términos: "A la medicina se dedicaba principalmente Gómez, siendo muy buen médico y afama­ do ansí en la villa de Medina de Campo como en otras partes; pero como era poseedor de un buen capital, parece que no dejaba de meter­ se en negocios diversos, como eran los de tomar las rentas reales, y en especial las de varias iglesias, traficar con sus vinos y bodegas y arren­ dar a los mercaderes que iban a Medina, durante las ferias de mayo y octubre, tres habitaciones independientes que tenía en sus casas de la Rúa"18. Pero en la declaración de un testigo en contra de Gómez Pereira, Cristóbal Galdo, corregidor de Medina, además de descalificar su comportamiento, se hace referencia explícita —lo que es interesante para nuestra hipótesis- a su origen "conversoM : "el dicho licenciado Pereyra -declara—es hombre baxo e de baxo estado e calidad, porque su padre es público y notorio que cuando los reyes católicos, de glorio­ sa memoria, hecharon los judios de Castilla, el padre de dicho licencia­ do Pereyra se fue huyendo destos reynos a Portugal, e despues volvió e se vino cristiano, e aún estubo en la Ynquisición"19. En resumen, pocos son los datos fiables que se pueden obte­ ner a partir de la documentación rastreada por Alonso Cortés: que nació, vivió, se crió en Medina; que ejerció la medicina y se dedicó a otras actividades comerciales; que su familia tenía, al parecer, otro 17 ALONSO CORTÉS, N.( “Gómez Pereira y Luis de Mercado. Datos para su biografía”, Rev. HLtpaniíjiu, 31 (1914), 16. -Reproducido en AfLtctlánca VaUiíoUtana (1955), 63-93, Hay que subrayar que el tipo de preguntas que hacían a los testigos de ambas partes litigantes era el mismo que se hacía para probar la limpieza de sangre. 18 Ib&, 11. 19 /¿y., 12-13,

ANTON IANA MARGARITA

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L EttucKo preliniin*r

negocio en Ponferrada; que procedía de una familia de conversos; y que publicó sus dos obras conocidas en Medina... Pero hay algunos indicios que nos permiten ir un poco más allá, sospechando algunas cosas más relativas a su origen o procedencia, a su ascendencia judeo-conversa, a sus estudios en Salamanca, y a su muerte, Que el apellido Pereira sea gallego-portugués no hay dificul­ tad alguna en admitirlo. J . R. Onega, en su documentada obra Los judíos en et Reino de Galicia, sostiene que el apellido Pereira es muy fre­ cuente tanto en Galicia como en Portugal y “sin duda tiene un carácter obviamente converso’'0. Pero las referencias de Menéndez Pelayo, al hecho de que en Aljubarrota había Pereiras portugueses luchando a favor de D. Juan I de Castilla, hay que completarlas diciendo lo mismo, pero de la parte contraria, es decir, de la burguesía de Lisboa, capitaneada por Alonso Paesy Nuno Alvares Pereira, que se rebelan y proclaman a D. Juan de Avis “regidor y defensor del reino”, y obtie­ nen en 1385 -ayudados por los ingleses—una sonada victoria (inmor­ talizada luego para la memoria histórica en el templo-catedral de Batalha) en Aljubarrota sobre las tropas castellanas. Precisamente, Nuno Alvares Pereira, considerado como estadista, militar y santo, fue la figura más brillante de la historia de Portugal y la más genuina encarnación del alma portuguesa. Lo que sí ya resultan más interesantes son las alusiones a otros Pereiras, y Ulloas Pereira en ciudades próximas a Medina, corno Toro, Zamora y, prolongando la ruta hacia Galicia, en Pon ferrada, en donde los Pereiras medinenses tenían otro comercio. Rastreando, y tirando de los apellidos Pereira, Ulloa, y Caldas, hemos obtenido algu­ nos resultados más21. El poeta Luís Ulloa Pereira, autor de la Raquel* era hijo de gallegos, nacido en Toro, y desempeñó, entre otros cargos, el de corregidor de León. En la segunda mitad el siglo XVI nace en Tui el famoso jurisconsulto Francisco Caldas Pereira y Castro (si bien algunos lo hacen portugués, y otros lo consideran nacido en Segovia, porque a esa ciudad tuvo que huir su padre, por haber dado muerte a un hombre). Caldas Pereira fue colegial de San Jerónimo en Santiago; estudió luego jurisprudencia en Salamanca en donde recibe el grado de bachiller; se licenció en Coimbra, y ejerció la profesión en Lisboa y Braga. Su fama de jurista perduró en toda Europa hasta el siglo XVIII; dejó una obra copiosa —la mayor parte inédita22—,y tuvo dieciséis hijos, que propagaron sus apellidos.

20 ÓNEGA, J.R., Los judíos en el Reino de Galicia. Editora Nacional, Madrid (1981), 516. 21 COUCEIRO FREIJOMIL, A., Diccionario bio—bibliográfico de autores, 3 vols., Santiago, 1951-54. 22 CAÑADA, S. (Editor), Gran Enciclopedia Gallega, Gijón, 32 vol„ 1984 (4, 149). -Couceiro, 1., 195-96.

ANTONIANA MARGARITA

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1. Estudio preliminar

E! simple seguimiento de estos apellidos y de los lugares de nacimiento -cuestión que no consideramos ociosa- muestra no sólo que la movilidad de unos lugares a otros no era difícil (Toro—Zamora— 'Tui-Santiago-Salamanca-Braga-Lisboa...), sino tam­ bién la procedencia gallego-portuguesa, o viceversa, del apellido Pereira. Podríamos todavía alegar, además de las referencias apunta­ das, algunas razones de congruencia respecto al mencionado origen, como son la amplia circunscripción de la provincia de la Gallaecia que llegaba hasta Numancia por el este -lo que facilitaba las rutas comer­ ciales y la comunicación cultural-, y la red administrativo-eclesiástica de la metrópoli de Santiago que integraba, hasta finales del siglo XVI, las diócesis sufragáneas de Zamora, Salamanca, Ávila, Ciudad Rodrigo, Coria, Plasencia, Badajoz, Mondoñedo, Lugo» Ourense, Tui y Astorga —las diócesis de Braga, Lamego, Guarda, Lisboa, Evora, en Portugal-, se fueron independizando de la metrópoli de Santiago a lo largo del siglo XIV^. En conclusión: con la documentación existente y las razones de congruencia indicadas se puede mantener razonablemente no sólo el origen del apellido, sino también la ascendencia gallego-portuguesa de los Pereiras que hemos registrado en el ámbito en que venimos movién­ donos. La carencia de documentación relativa a actas, o a la partida de bautismo -objetivo de los rastreos de Alonso Cortés y de otros- puede explicarse por el hecho de que Medina del Campo, lo mismo que otras ciudades de Castilla, en la guerra de las Comunidades se había enfren­ tado a las tropas imperiales, que -el 21 de agosto de 1520- incendiaron la ciudad y quemaron su polvorín y los archivos24. En consecuencia, la documentación que podía aportar datos fue posiblemente destruida. Téngase en cuenta, además, que entonces no se llevaban registros civi­ les, Y algo parecido sucede con las fechas en que probablemente estu­ dió en Salamanca. Faltan los libros de matrícula correspondientes a los años en los que -supuestamente—estudió en esa ciudad. Parece como si una mano negra estuviese destruyendo, o haciendo desaparecer, los documentos que nos permitirían diseñar mejor su personalidad.

4 . Estado de la cuestión pereirana. Recepción y dimensión europea de \a.Antoniana M argarita Prueba evidente de la dimensión europea del pensamiento de

23 GEG, 7 (1984),37-39. -BARREIRO FERNÁNDEZ. J*R., "Concilios Provinciales Compostélanos", OmiptMteUanum. 4 (1970). 24 TUÑÓN DE LARA, M. (Dirección)» H isto ria de España, V (1476—1714), Labor. Barcelona, 7a riíimpr. (1988), 177*

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J, Estudio prelim inar

Gómez Pereira -frente a aquellos que en la polémica sobre la ciencia española exigían como una de sus condiciones la expansión o repercu­ sión fuera de las propias fronteras- lo constituye el impacto y recepción de su obra en Europa, ya en su tiempo y antes de suscitarse -en el siglo siguiente- su posible anticipación a Descartes en dos tesis claves: el mecanicismo animal y la formulación del cogito.

Pre-cartesianos Antes de la publicación del Discurso del método (1637), en el orden de aparición, la recepción de la Antoniana Margarita ocurre de la siguiente manera. Al año siguiente de su publicación (1555), Miguel de Palacios ^catedrático de Teología en Salamanca- emite en una carta su opinión sobre la obra de Gómez Pereira (opinión —hay que decirlo— que éste le había solicitado como a persona autorizada, remitiéndole la obra) y, en la respuesta, le plantea cinco objeciones o paradojas sobre el contenido de la misma: acerca de la insensibilidad de los brutos; que los actos de sentir y entender no son accidentes realmente distintos de las facultades a que corresponden; que el acto resulta de la acción de la potencia y del objeto, como dos causas que no pueden obrar una sin la otra; que el sentido común no es potencia particular ni orgánica dife­ renciada, sino la misma alma; y que no es admisible la materia prima. En consecuencia, insta al autor a corregir sus errores; en caso contra­ rio le amenaza con denunciarle de herejía. La extensa réplica de Gómez Pereira a estas objeciones es contundente, descalificadora del objetan­ te y soberbia al mismo tiempo. No consta si hubo contrarréplica, ni tampoco si Palacios llegó a formalizar su denuncia2'. Al año siguiente (1556) aparece publicado en Medina el anó­ nimo Endecálogo contra Antoniana Margarita -obra atribuida con toda seguridad al también médico medinés Francisco de Sosa-, que es, a un tiempo, una mezcla de sátira, crítica, ironía, invectiva y malevolencia. La Antoniana Margarita es denunciada y sometida a juicio por once ani­ males -que son los interlocutores- (ximio, murciélago, cocodrilo, león, águila, ballena, lobo, elefante, momo, mercurio, reunidos bajo la presi­ dencia de Júpiter), y sentencian; que el libro "sea sepultado en los infiernos"; que los brutos tienen ánima viviente y que son más que plantas y árboles; que apetecen y conocen; que algunos sienten -con alguno de los sentidos- más agudamente que los hombres; que tienen memoria; que son guiados por instinto de naturaleza; que son capaces de adquirir costumbres y de aprender. Y concluyen: “Assí lo senten­ ciamos y pronunciamos, estando como estamos, en nuestro muy alto 25 Antoniana Margarita (1749): Objectmm Lkenciati MkbatlL* a Patáeioó, 304-318 (citamos siem­ pre la paginación de la edición de 1749).

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]. Estudio prelim inar

tribunal, en estos escritos e por ellos. Y no le condenamos en costas, usando de nuestra clemencia, porque bastan las que Hizo en imprimir las dichas vanidades, sin que sirvan para más los papeles que imprimió de para que los especieros hechen en ellos las especies que vendieren, que, pues d'especies tratan, justo es que para especies sirvan “Tan solamente -continúa el veredicto- que sea esta senten­ cia notificada a este varón e despues por el mundo divulgada, porque él sembró su libro en Italia, Francia, Inglaterra, Flandes e Alemania desde aquí d'España. Y assí es necesario que en todas partes sea esta sentencia pronunciada"26. Es de suponer que el Endecálogo fue conocido por Gómez Pereira, si bien no consta que haya contestado a dicha sátira. Pedro M. Cátedra, en la nueva edición del Endecálogo señala que esta obra se encuadra dentro de una serie de textos -de simbología animal—,que se componen con notable éxito en la España de mediados del siglo XVI; simbología que continúa en el siglo XVII, de tal forma que se puede constatar, al respecto, una posible relación entre la simbología de Sosa (donde todos los animales son mamíferos, excepto Júpiter) y la simbo­ logía satírico-política de El Buho gallego con las demás aves de España haciendo Cortes, preside el águila real conw imperial señora de todas (escrita hacia 1672), de Pedro Fernández de Castro, VII Conde de Lemos. Sólo /jue en este caso, los animales son todos aves (el búho gallego, el tordo vizcaíno, el cernícalo navarro, el cuco aragonés, el milano catalán, el mirlo valenciano, la golondrina murciana, el pavo andaluz, el jilguero portugués, el ganso castellano y el sisón manchego) y que, además, en este caso la simbología muestra un evidente carácter apologético, res­ pecto a la prioridad de Galicia, que resulta ser ‘ia mejor parte y cabe­ za de España”27. Francisco Vallés -médico personal de Felipe II y profesor de la Universidad de Madrid—comenta circunstancialmente la obra de Pereira, sin citarla expresamente, en De Sacra Philosophia (1587), obra publicada en Turín, y luego en Francia y Alemania. Vallés retrotrae la teoría de la insensibilidad animal a la idea de Estratón según la que no puede darse el sentido sin la mente. Luego, una de dos, o bien se Ies concede la racionalidad a los brutos, o bien se les niega la sensación. Pereira optaría por lo segundo para no verse obligado a concederles lo primero, esto es, la racionalidad. Vallés no acepta la teoría de la insen­ sibilidad animal y está dispuesto a conceder algún tipo de racionalidad (mente) a los brutos, aunque inferior a la de los seres humanos. 26 Endecálogo contra Antoniana Margarita -en la cual m tratan muchas y muy delicada*' raztm&i y autoridades can Ll>que se prueba tfue ¿v brutos ¿ie/tten y por^ í.v mueven-, Medina del Campo, 1556. —Citamos por la edición de P.M. Cátedra, Barcelona» 1994. 27 El Búho gallego con las demás aves de España haciendo Cortes. Preside el águila real, como imperial señora de todas (Edición de Alvarez Blázquez, Vigo, 1961).

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I. Estudio preliminar

Francisco Suárez, profesor de Salamanca, Complutense, Roma y Coimbra, en su De Anima (Lyon, 1621), adopta igualmente una actitud negativa respecto a las tesis referentes al automatismo animal, tanto por sus repercusiones filosóficas, como teológicas. Y considera que el pensamiento de Aristóteles respecto al tema de la sensibilidad y el conocimiento sensible continúa siendo válido2*. Rodrigo de Arriaga -Cursus Philosophicius, Amberes, 1632-, profesor de la Universidad de Praga, se hace cargo de las objeciones que los escolásticos habían planteado a Ia Antoniana Margarita» sobre todo por la negación de la materia prima. Y, pese a ser uno de los esco­ lásticos más reconocidos del siglo XVII, estima positivamente la doc­ trina de Gómez Pereira sobre los cuatro elementos. Es necesario advertir que el conjunto de estos autores precartesianos (Vallés, Suárez, Arriaga), que valoran la obra de Pereira en sentido fundamentalmente crítico-negativo, aun siendo todos españo­ les, dan a conocer la obra de Pereira más allá de las fronteras naciona­ les, de tal forma que, como señalaba de Sosa en la sentencia condena­ toria, "... el sembró su libro en Italia, Francia, Inglaterra, Flandes, y Alemania desde aquí, d'España, Y assí es necesario que en todas par­ tes sea esta sentencia pronunciada".

Post— cartesianos. (Siglos XVI1— XVIII) Ateniéndonos a la investigación de J . Bernia29 y a la clasifi­ cación de Llavona/Bandrés30, a partir de la segunda mitad del siglo XVII y de su redescubrimiento en el siglo XVIII, se pueden distinguir dos tradiciones y un grupo de figuras independientes en la valoración de la obra pereirana. -La primera tradición postcartesiana arranca de G.J. Vossius — De theologia et philosophia chru liana, sive de origine ac pro greésu idololatriae; deque naturae mirandi* quibus homo adducitur ad Deum (Amsterdam, 1642). Vossius es un intelectual holandés, de gran influencia en la cultura europea del siglo XVII. Es, posiblemente, el primer autor que se ocupa de la obra de Gómez Pereira después de la publicación del Discurso del método de Descartes. No obstante, no hace referencia alguna a la obra de Descartes y, además, parece que no uti­ liza directamente la obra de Pereira, sino que se sirve de los comenta­ rios de F. Vallés. Pereira es el primer autor que niega la sensibilidad a

LÓPEZ PIÑERO, J.MyCALERO, F., Las controversias (1556) de Francisco Vallés y la Medicina Renacentista, C S.I.C., Madrid, 198829 0.c„ prth nu>. e.Xl 11: La interpretación y migración Se Pereira y ju obra. 30 LLAVONA, R^/BANDRÉÍS, J>, “La recepción dei pensamiento de Gómez Pereira en Europa. Del Barroco a la Ilustración", Rev. ¿e Hitioria de La Pjicobgfa, XXIV, nn. 3/4 (1993), 131—137. -Idem, "Gómez Pereira y Ia Antoniana Margarita", en SÁINZ, M./SÁ1NZ, D. (Coord.), Personajes para una Historia de la Psicología en España, U.A>B. Barcelona (1996), 79-92. 28

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I, Estudio prelim inar

los animales -tesis fundamental, que llama poderosamente su aten­ ción-. En esta misma línea se sitúan luego Olaus Borrichius (EpLUola LXXXV, Leyden, 1667), médico y profesor de la Universidad de Copenhague, que comenta el descrédito que suponía para Descartes la opinión que se estaba extendiendo por Europa: que había tomado de Gómez Pereira sus ideas sobre el cogito y el automatismo animal. Es el primer autor que establece la relación entre Pereira y Descartes. Y, en la misma perspectiva, se sitúan luego J . Hallervordius {Bibliotheca curiosa, Regiomontey Frankfurt, 1676), que atribuye erróneamente la sensibi­ lidad a los brutos, según Gómez Pereira; y G.M. Konig (Bibliotheca Vettui et Nova, Altdorf, 1678), que sigue las huellas de los anteriores, repitiendo las mismas tesis.

Segunda tradición interpretativa Parte de P. Bayle y de Baillet. Será la que alcance mayor relieve, imponiéndose como paradigma valorativo de la obra de Gómez Pereira. Bayle, en la revista Nouvelles de la Repuhlique des Lettrej (1684) publica un extenso artículo sobre Pereira -que luego reproduce en el Dictionnaire hwtorique et critique (1695-97)-, en el que considera que Pereira era amigo de las paradojas y de la libertad de pensar; es el pri­ mer autor que propone la doctrina del automatismo animal, aunque no como resultado de un principio a partir del cual construya un sistema; su obra pasó desapercibida y no despertó suficiente interés como para que se molestaran en refutarla; y, en consecuencia, Descartes no pudo inspirarse en Pereira -además de que desde antiguo hubo autores que ya se le adelantaron en el planteamiento de esta cuestión—31. Como post—cartesiano, pero en una dirección opuesta a la de Bayle, Pedro Daniel Huet, en su obra Censura Philosophiae Cartesianae (Venecia, 1689), sin paliativos de ningún género, sostiene: "Nadie defendió con más calor, ni enseñó más claramente esta teoría que Gómez Pereira, el cual, rotas las cadenas del Liceo en que había sido educado, y dejándose llevar de la libertad de su ingenio, defendió en España en su Antoniana Margarita esa y otras muchas paradojas’ . Pero resulta que, a pesar de la rotundidad de sus afirmaciones, P. D. Huet sólo logró ver un ejemplar de la obra en casa de Mr, Faure, lo que evidencia que no llegó a manejarla adecuadamente, hablando a partir de comentarios previos o de noticias de segunda mano. Pese a la con­ tundencia de Huet, su colega Baillet asume y se inclina por la opinión de P. Bayle y afirma que Descartes llegó a establecer la tesis del auto­ matismo animal por necesidad del sistema filosófico; tesis que anidaba

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ya en su pensamiento mucho antes de que publicara el Discurso del metodo, Por consiguiente, no tuvo necesidad alguna de copiar a Gómez Pereira; y la coincidencia entre ambos autores muestra que una misma idea puede tener varios inventores. Pues bien, esta tradición post-cartesiana será la que se reco­ ge y transmite en los diccionarios de Galmet, Moreri» Brucker, Chambers, hasta la misma Enciclopedia de Dideroty D'Alembert que, en el articulo "alma de las bestias" dice: Descartes, seguido de un grupo numeroso, es el primer filósofo que se atrevió a tratar a las bestias como puras máquinas; pues Gómez Pereira, que lo fue algún tiempo antes que él, apenas merece que se hable aquí de él, puesto que cayó en esta hipótesis por puro azar y, según la juiciosa reflexión de Mr. Bayle, él no ha sacado su opinión de sus poderosos principios. Así, no se le hizo el honor ni de rechazarla, ni siquiera de recordarla; y lo más triste que le puede suceder a un innovador, no hizo secta"32. El mismo B.G. Feijoo - Teatro Crítico Universal, III, disc. 9, 1729—se adhiere a esta tradición post-cartesiana, demostrando no haber leído tampoco la Antoniana Margarita. Muy distinta es la apreciación del Abate Lampillas -Saggio storíco apologético della letteratura spagnuola contro le pregiudicate opinioni di alcuni moderni scrittori, 7 vol. 1778-1781—: "Despues de Vives, y antes que Cardamo y Bruno, abrió una senda a la filosofía el español Gómez Pereira, el cual frente del establecido imperio del Peripato, tuvo valor para publicar un nuevo sistema de física, contrario al de Aristóteles. Sacudió el yugo de los filósofos antiguos, igualmente que el de los médicos, se rebeló contra Aristóteles y contra Galeno. Contra el pri­ mero en su libro, que por honrar a su padre intituló Antoniana Margarita; en el cual establece nuevos principios opuestos a la materia y formas sustanciales que hasta entonces dominaban en las escuelas. De este modo privó del alma a los brutos, constituyéndolos en una especie de máquinas faltas de sentido, opinión que despues adoptó e ilustró Descartes, aunque los franceses pretenden que no la tomó de Pereira; pero no podrán probarlo fácilmente, siendo cierto que setenta años antes que el filósofo francés la publicó el español”. Y en los mis­ mos términos encomiásticos, con el tono de humor que caracteriza al Fray Gerundio de Campazeus (1787) el P. Isla reconoce el papel de adelan­ tado de Gómez Pereira en relación a Bacon, Descartes, Gassendi, Newtony Leibniz, "... mucho tiempo antes que estos patriarcas de los filósofos neotéricos [...] levantasen el grito contra los podridos huesos de Aritóteles [..] ya nuestro español había hecho el proceso al pobre Estagyrita,,53. 32 BAYLE, P, Dictionnaire hístoríque et critique, 3* Reimpr, Academie d'Amsterdam Slottitie Reprínt (1995), 111. 649—656. 33 Textos tomadas de A. CHINCHILLA, 0.c., 369-372.

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1. Eutudio preliminar

Figurad independientes Finalmente se registra en los mismos siglos una tercera línea de interpretación del pensamiento de Pereira en la que podemos situar a una serie de autores diversos, como A. Piquer, I. Cardoso, Th. Willis, Leibniz, Ulloa» Voltaire, J.P. Forner. De entre ellos, haremos mención a A. Piquer que, en Sobre et'sistema del mecanicismo (1768), lleva a cabo una crítica demoledora del mecanicismo, tanto en el terreno de la filo­ sofía, en el que él mismo había sido introducido, pero que ya la mayo­ ría había abandonado, como en el campo de la medicina, dominio en el que todavía algunos médicos lo mantenían. El propio Piquer, confiesa, lo siguió en su juventud, pero luego, despues de profundos estudios y reflexiones, llegó a la conclusión de que “era falso, pernicioso en muchos aspectos, y opuesto a los adelantos de la ciencia Físico-Médica [...] por eso me he decidido a mostrar que el sistema mecánico se debe desterrar de ta Física y Medicina, y que él sólo se puede adelantar con el método de Hipócrates, que tiene por fundamento lo que en la natu­ raleza se alcanza por observaciones. Favorece también este sistema al materialismo, por donde su ruina puede ser útil a la religión”. Y en con­ creto, respecto a la valoración de Pereira, afirma lo siguiente:"... abier­ tamente negó a las bestias todo sentido y conocimiento. Cartesio des­ pues adoptó y esforzó este dictamen, y de él lo tomaron muchos moder­ nos, que lo han seguido. Más es de advertir que ningún filósofo antiguo hizo máquinas a los brutos por más que Pedro Daniel Huecio, obispo de Abranches, intentó hallar este dictamen en Cicerón, Porphyrio y Jamblico [„.] Nuestro Pereira tampoco hizo máquinas a los brutos, aunque les negó el sentido, porque enumerando las cuatro maneras principales con que se mueven a hacer las cosas, dado que ninguna cree que executan por sensación, los explica por las impresiones de los obje­ tos externos en sus órganos, añadiendo una oculta cualidad [...] Creyó G. Pereira que teniendo las bestias sensaciones, era preciso que tuvie­ ran también conocimiento; para concederles éste, les negó aquellas”54. Juicio, en lo que atañe a Pereira, atinado en sus diversos aspectos, incluida la advertencia — en la hipótesis de convertir en máquinas a los brutos—del peligro de caer en un reducciomsmo mate­ rialista—me can icista. ¿Era consciente Pereira de este riesgo? Y si lo era, ¿disfrazaba el riesgo intencionadamente? Tal es la lectura de la “sospe­ cha”, que propugnamos. Recordemos que también M. de Palacios le amenazaba, en caso de no corregir ciertos errores, de acusarle de here­ jía.

54 PIQUER» A-, Sobre el sistema del mecanicismo (Discurso ante la Cámara de su Majestad), Joaquín Ibarra, Madrid (1768), 52—83.

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I- Estudio preliminar

% ¿v XIX-XX Pese a que A. Piquer sostenía que el sistema del mecanicismo en el siglo XVIII (su propio siglo) había caído en desuso, lo cierto es que en los siglos siguientes continúa despertando polémicas, a la hora de interpretar a autores como Pereira o Descartes, que en la tradición habían sido considerados mecanicistas. Por eso registramos en el siglo XIX una serie de autores que continúan ocupándose del pensamiento global de Gómez Pereira -aunque con un afán apologético, como es el caso de Menéndez Pelayo-, desde el punto de vista filosófico, psicoló­ gico, antropológico y médico. Citemos los casos de A. Chinchilla (1841), Hernández Morejón (1843), R. de Campoamor (1876), Menéndez Pelayo, J , del Perojo, N. Salmerón (1877) — estos tres en el fragor de la polémica sobre la ciencia española-, J.M . Guardia (1889), Cuevas Cequeira (1897) y Bullón (1897) para el siglo XIX; y los de J . Ortega (1909), N. Alonso Cortés (1914), M. Solana (1941), M. Bañuelos (1950), M. Sánchez Vega (1954), J . Jiménez Girona (1966, 1968), G. Fraile (1971), T. González Vila (1974), J . Bernia (1975), J.L. Abellán (1979), M. Santos López (1987), RM. Cátedra (1994), H. Carpintero (1994), R. Llavona/J. Bandrés (1992, 1993, 1996), J.L . Barreiro (1998), para el siglo XX. Renunciamos, en este momento a una exposición más deta­ llada de las aportaciones de cada uno de los autores mencionados, por­ que de algunos ya hemos citado pasajes (Menéndez Pelayo, Guardia, Ortega), y otros quedan encuadrados en alguna de las tres perspecti­ vas de lectura propuestas (analítico— expositiva, sistemático—construc­ tiva, verosímil). 5. La lectura “verosímil” o “sospechada” Ya hemos advertido que las tres lecturas, a las que se pueden reducir las diversas interpretaciones que se han dado de la obra de Pereira, no son excluyentes (por lo menos la analítica y la sistemática), sino integrables, en cuanto que inciden en aspectos distintos del texto y del contexto. En este sentido, además de responder en su conjunto a las tres reglas de interpretación establecidas por Spinoza, se podría ilustrar la cuestión mediante el recurso a las tres etapas por las que pasa la crítica literaria: la primera -característica del romanticismo-, cuya preocupación fundamental se centra en el autor del texto y en sus intenciones; la segunda -conocida como nueva crítica, datable, más o menos, en la década de los cincuenta—,en la que la preocupación por el autor deja de ser prioritaria, y el crítico se centra fundamentalmente en el texto, distinguiendo entre escribir un texto y leer un texto -en el pri-

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^ Estudio prelim inar

mer caso, el de la escritura, más que en la libertad individual del autor, hay que considerar las circunstancias (condicionantes) que actúan sobre él, y que proceden de la educación recibida, del sexo, de la situa­ ción económica, de los deseos y presiones de su inconsciente, de la len­ gua que utiliza, de los significados que comporta, etc. Se trata de leer el texto en el contexto, y no sólo el texto escrito, sino también lo no escrito, lo marginal. Y una tercera etapa, designada como teoría de la respuesta del lector - coincidente con los tiempos actuales-, en la que el interés del crítico se inclina hacia el lector, y se centra en la interacción que se establece entre el lector y el texto escrito. Los lectores inter­ pretan el texto a la luz de sus particulares experiencias, conocimiento, intereses v pasiones. Y obviamente en esta tesitura, cobra pleno senti­ do el dictamen de G. Lukács: “no hay interpretación inocente”. Reiteramos, una vez más, que las tres reglas spinozistas de interpretación del texto, las tres etapas de la crítica literaria y las tres hipótesis de lectura de la Antoniana Margarita, no son excluyentes, sino complementarias. Sólo que priorizan o insisten sobre el autor y su intención, el texto-escrito y sus condicionantes, o el lector y su res­ puesta-interpretación del texto. Para el caso de Gómez Pereira -a mí como lector que inter­ pela y quiere dar una respuesta al texto-, me interesa saber lo que se oculta tras las dedicatorias de obras a determinados personajes: bien sea para obtener ganancia o beneficios -cuando el valor de las mismas es insignificante- o "simplemente, porque a la menor indicación de una persona principal los autores pueden alcanzar lo que desean. Es más, sin este apoyo nada bueno se logra../'; o bien cuando, por temor, todos ensalzan y alaban a los reyes para que la obra dedicada tenga éxito; o cuando -como contrapartida- se alaban la inmensidad de la obra, la perseverancia en el trabajo y la voluntad de consumarla en innumera­ bles volúmenes, la calidad extremada de su autor, su talento, su saber eximio, su exquisita pericia en el dominio de las lenguas, su riqueza de vocabulario y claridad de pensamiento, etc. Después de todos estos cumplidos, Pereira confiesa: “A pesar de todo, nada de lo que se dice está en la mente del adulador, ya que muy di*iluto la que de pierum de la que de proclama, por miedo, a viva voz”. A la luz de esta confesión, se pueden hacer conjeturas, bus­ car razones verosímiles, plausibles, o establecer indicios de sospecha en tres dimensiones: Primero, a partir del propio texto; degundo, a partir de alusiones y apreciciones críticas de determinados intérpretes; tercero, a partir de la circunstancia histórica o del contexto externo al texto. Vayamos por partes:

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A partir del propio texto La estrategia de hw dedicatorias Indicábamos anteriormente que la lectura 'Verosímil'’ o de la "sospecha" pretende mostrar, basándose en razones precisamente sos­ pechadas por el lector del texto» redactado en la circuntancias en que escribe Pereira -concretamente su miedo a la Inquisición, a tenor de su condición de converso-, que la literalidad del texto oculta o disimula su verdadera intencionalidad: el convencimiento de que no se podía demostrar racionalmente — y en la aparente osadía de Pereira hasta “físicamente”- la inmortalidad del alma humana, pero que esto no lo podía expresar o manifestar claramente. En este sentido cuestionaría­ mos —refiriéndonos a la lectura sistemática—no la centralidad de la tesis de la inmortalidad, sino la convicción del autor y su supuesta intencio­ nalidad. Es decir, en nuestra hipótesis, se constataría un claro desfase entre lo que se expresa y lo que interiormente se piensa (y se cree). El pasaje ya citado de la dedicatoria a Jesús es revelador a este respecto: “es muy distinto lo que se piensa de lo que se proclama, por miedo, a viva voz". Pero, a continuación de esta dedicatoria —con la que se trata­ ría de evitar cualquier censura, o interpretación desviacionista o hete­ rodoxa de su obra—sitúa una segunda dedicatoria a Martínez Silíceo, Cardenal-Arzobispo de Toledo, Primado y Máximo Canciller de las Españas. Algún contratiempo debió de ocurrirle a Gómez Pereira para no intentar dedicársela directamente a Felipe II. Hay en el texto una crítica genérica a muchos reyes a quienes, con toda razón, dice, “su propia conciencia acusaba de complicidad en la perpetración de críme­ nes”, incluso con temor del pueblo. Posiblemente se está refiriendo al clima creado por la represión, expulsión y procesos seguidos contra los judíos desde los Reyes Católicos hasta Felipe II; clima que podría haber afectado a miembros de su propia familia, caso de su padre, y cuyo peligro seguía pendiendo sobre su cabeza como una espada de Damocles. J.M . Guardia recuerda, al respecto, que la deferencia de Felipe II con el Santo Oficio llegaba a tal punto que se olvidaba de su propia condición, “Al duque de Sessa, que le reprochó el dejarle con­ ducir a la hoguera, siendo grande de España, Felipe II dió esta res­ puesta: si mi hijo hubiera pecado contra la fe, yo mismo portaría el haz de leña"55. Pereira era consciente de todo esto. Pero su perspicacia le llevó a obviar este problema estableciendo una mediación entre el cielo

35 GUARDIA, J.M , Ox., 290.

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Estudio prdiTninar

y la tierra; entre Jesús, fuente de toda verdad, y Martínez Silíceo, fuen­ te perenne de sabiduría; y además, Silíceo era el puente de unión con el monarca (recuérdese que había sido su preceptor, y que la llamada de Pereira a la Corte para que visitara al enfermizo y desventurado príncipe Carlos obedeció a los buenos oficios del Cardenal). Pues bien, esta segunda dedicatoria es un alarde de adula­ ción, de autoestima, de presunción, de soberbia intelectual, y de caute­ la. Todo en ella está muy calculado a fin de salvar a la obra de la cen­ sura, Al fin y al cabo, el discípulo Pereira reclama, y también recono­ ce, la paternidad del maestro y preceptor (Silíceo), como fuente de perenne sabiduría. En consecuencia, si Silíceo es fuente perenne de sabiduría, que emana hasta el discípulo Pereira, entonces la obra está en consonancia con la sabiduría y con la verdad, lo que le permite afir­ mar que “es más tuya que mía”. El juego es pertecto: la obra quedaba sancionada por la autoridad -a diversos niveles- del Cardenal. Y la verdad es que, con la estrategia bien calculada de las dos dedicatorias, Pereira obtuvo su ganancia o beneficio al conjurar todos los peligros de la censura. La primera edición -que es la preparada por Pereira- se publica precedida de las mencionadas dedicatorias, pero sin ninguna censura previa, si bien dice -en la advertencia al lector—que confió "a unos censores las primicias de mis indagaciones para que, avanzadas y difundidas por toda Europa, anunciaran prontamente que, gracias a nuestro afán y nuestra confianza, se hacía saber a todos que he escrito cosas verdaderamente comprobables. Más aún, ofrezco al conocimien­ to de vosotros lo que la propia naturaleza ha otorgado”36, Pero de tales censores, nada consta (seguramente se trataba de censores, o mejor, consultores privados, no de oficio). El mismo M. de Palacios alude a unos supuestos censores, que no hicieron pública su opinión:"Si otros no se atrevieron a corregir tus ideas, ¿por qué lo voy a hacer yo ?nT En cambio, en la segunda edición de la obra (1749) sí figu­ ran dos censuras previas, la de Juan de Aravacay la de Nicolás Gallo5”, aunque más que como “censores”, actúan como “laudatores” y apolo­ gistas de la Antoniana ¿Margarita, sin entrar realmente en el fondo o con­ tenido de la misma. Nicolás Gallo así lo reconoce: "¿soy yo el censor o el defensor de Gómez?... Pero también, de pasada, como quien no quie­ 36 A. M., At tector (p, XXXVII). 37 A. JVL, 0 ,c, 306. 38 Juan de Aravacay Nicolás Gallo, ambos de la Congregación de El Salvador. Hacen, antes de dar el nibü. ofotal, un resumen de las tesis capitales de Ia A.M., en términos encomiásticos y reivindicativos sobre la primcía de Pereira en la detensa de La insensibilidad animal y en la for­ mulación del cogito. —En concreto, Nicolás Galio fue un afamado consultor de tribunales de la época, hasta tal punto que “...apenas se imprimió en aquellos años libro, sermón, ni otra cosa e que no fuese con censura del P. Gallo; y en todo pensó con novedad y crítica, y usó del esti­ lo correcto y hermoso" (ÁLVAREZ DE BAENA. J.A., Hijos de Madrid. Ilustres Santidad; Dignidades, Armas, Ciencias y Artes, Tomo, IV, 1791).

ANTON IANA MARGARITA

[ §27 ]

1-Estudio prelim inar

re decir» y dice, suelta lo siguiente: "Vamos a dejar sin comentario lo referente a si esta obra se sometió con humildad a lo preceptuado por la religión católica y cristiana...” Palabras que vienen a confirmar dos cosas: primera, que los censores de que habla Pereira, o bien no exis­ tieron, o, de existir, fueron privados y elegidos por el mismo; o no se atrevieron a hacer público su juicio; segunda, que la estrategia funcio­ nó y así evitó Gómez Pereira la censura. "Es esta la razón -observa Guardia—por la que Gómez Pereira, Huarte y O, Sabuco evitaron los rigores de la Congregación del índice, por lo menos mientras vivieron; porque la censura eclesiástica no perdía jamás sus derechos y no admi­ tía la prescripción, como lo atestiguan las obras expurgadas más de un siglo despues de su publicación”. En fin, tanto las dedicatorias, como la advertencia al lector evidencian el talante adulador de Pereira, su propia autoestima, su pre­ sunción y también su cautela. Autoestima y presunción que se mani­ fiestan ya aquí — y en otros muchos lugares de su obra—en su afán de difundir y comunicar a toda Europa que ha escrito cosas "verdadera­ mente comprobables", entre las que figura la prueba de la inmortalidad del alma. Anticipamos - y concretamos—nuestra "sospecha", expresada en dos preguntas: ¿Creía Pereira que se podía demostrar racional y "físicamente” la inmortalidad del alma? ¿Hay un doble Pereira, el médico y el filósofo—teólogo? Parece que cuando habla como médico reconoce la función positiva del cuerpo humano, y los límites de nues­ tro conocimiento. Cuando habla como filósofo, o teólogo, parece decir otras cosas. Un pasaje de la primera dedicatoria -a Jesús—arroja bas­ tante luz sobre lo que estamos planteando: "En consecuencia, a Ti, Verbo Divino desde y durante el principio, Fuente inagotable de todas las ciencias, Médico amantísimo del género humano, te ofrecemos el contenido de nuestro pensamiento y te rogamos que nos inspires una prosa elegante y repleta de ense­ ñanzas verdaderas, para que ayude a la mente de los hombres y que será provechosa para la *talud del cuerpo, ya que no me está permitido ir nuís alia \ Más allá como médico -se entiende-, que se ocupa de la salud de cuerpo; pero también más allá en el conocimiento. En este momento parece que se prima la tesis médico-corporalista-materialista; en otros momentos, primará la tesis contraria, esto es, la racionalista-espiritualista-inmortalista. Y todo ello como consecuencia de su irreductible dualismo antropológico, que encubre -"sospechamos "intenciones no confesadas, pero que se van trasluciendo en diversos momentos de su obra39.

39 Entre los estudiosos de Gómez Pereira ha sido J«M.Guardia quien más ha insistido en pre­ sentarle como un materialista encubierto. Nuestra ' sospecha’ se orienta también en esta direc­ ción.

ANTO NIANA M A R pA R JTA

[ §28 ]

J, Estudio prelim inar

La¿ reiterada*} profe/tone, de quo fcriptum quoque habemus , valde honoratis amicis potiri? Quis tandem compefeere maledicentium ora, obturare aflantium illis auxes, & inferre optimam cordibus legentium de opere opinionem poterit* quam ipfiisimus riine cujus nutu neque arboris foliurfit flebitur. ,,in hunc ; ufum omnium hominum praefidiis, & copiis futilibus, *.ac inanibus exiA *’ tentibus? Cum nequeipu potentifsimi Reges, dum vivunt, vitare po­ tuerint a quibufdam lacerari, obtreitari, ac dilaniari: in quorum aliquos non eft ab his animadverfum, utpote ignotos f tantum fcommatibus affi­ cis parietibus , aut Regiis odiis,.laceffentes: alios difsimulantes, aut quod crimina, de quibus convitiabantur * patraiTe propria confcientia accuiaret: vel quod vulgus timerent, quod non raro in eofdém impudenter iniiliens a majoribus didicerunt, cum in aliquot indigne, quia vera faisi funt, fsevierunt. Sed his demus, ut ad votum hoc illis fuccedat, quod metu ejus, cui opus dicatum eft, omnes ore extollant, laudent, & io Coelum efferam operis immeniitatem lit nihilominus corpus extenfum, licet fubtile , & in auras difsipabile, intelligere plane nequimus. Hac una in re * & veteres, & recentiores Phyfici quam maxime difsident. Nam etfi fummá diligentia, profundaque "meditatione omnia perpendere cu ren t, atqne ex i i s , quae* experientia, & ratione duce,animadverterunt , non tam nova , quam •Vera dicere ftudeant: tamen adhuc res integra m anet; & fateri neccfle ha­ bent , ulterius aliquid, quod intelle£lus nofter minime aflequi v a le t, in brutis latere. Multa certe, & politiori methodo, & majori perfpicuitate difceptata videmus. Si quis tamen novum fyftema moliri ten tat, dum fa­ cile aliorum ratiocinationes refellit, fuis etiam ¡piius difficultatibus infectatu s, aeque mul&atus, ac jugulatus evadit. Ita mens hominum exccecat a , e a , quse fupra fe v id e t, nec intelligere valens, nec ignorare patiens, Eccle. 3. firmat illud Sapientis oraculum Quis novit f i fpiritus filiorum Adamafcen¡U' dat jursum & fi fpiritus jumentorum dsfcendat deorsum } Nempe nullus folo naturali rationis lumine fultus fapere poteft. At Summus ille rerum |d»ib*v.ix* omnium Artifex Deus cunila fecit bom in tempore fu o & mundum trad*

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, didit difputationi ,ut non inveniat homo opus,quod operatus eft Deus y ab initio ufque ad finem

. Dignum igitur rcor, ut omnes, dum in operum Dei meditatione , & ftudio occupantur : illius potentiam , fapientiam, & bonitatem laudent, atque in ejus magnitudinis admirationem traducant Jfai. r*. 4. tu r: ufque co dum veniat exoptata d ie s, qua gladios in vomeres , & lan­ ceas in falces commutantes >unam, eandemque fententiam , luce glorise omnes circumfufi, ample&amur. Quamobrem, cum n ih il, quod facrii: Fidei juribus, n ih il, quod bonis moribus adverfetur in hoc opere inve­ niam : illud ut iteriim publici juris fia t, dignum exiftimo. Dabam Matrm>in iEdib. Congregationis SS.Salvatoris,decimo Kalend.Febr.an. 17 49* 1

Joannes de Arctoaca. I



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L I C E N C I A DEL ORDINARIO.

OS el Licenciado Don Miguel Gómez de Efcobar , Inquifídor Or­ dinario , y Vicario de efta Villa de Madrid , y fu Partido, &c. Por la p refen te,y p o rlo q u ea Nos toca, damos Licencia á Manuel Ignacio de P in to , Mercader de Libros en efta Corte, para que pueda reim primir, y reimprima los dos tomos de la Margarita Antoniana , impreffos el año de mil quinientos y cinquenta y quatro; atento eftár viftos, y reconocidos de nueftra orden, y no contener cofa opuefta a nueftra Santa Fe Catholica, y buenas coftumbres. Fecha en Madrid a ocho de Febrero , ano de mil fetepientos y quarenta y nueve.

N

Licenciado Efcobar^ Por fu mandado, Vicente Garda*

P.D.

que son tan dignas de saberlas como de examinarlas puntualmente. Una vez que se den a conocer de la forma más conveniente posible, la literatu­ ra ganará mucho. Todos podrán ver con qué exquisita habilidad y admi­ rable disposición el Sumo Hacedor creó a los animales. También su distri­ bución interna, cómo se desplazan o alimentan, y de qué manera se reali­ za la propagación de las especies. Y, todo ello, sin previo juicio, raciocinio, o conocimiento. No sabemos dónde reside el alma de los animales, seguramente sutil y disipable en el aire, pero, sin embargo, conocemos que su cuerpo es exten­ so. Los físicos antiguos y los actuales únicamente disienten en esto. Y, aun­ que tratan de examinar todo con esmero y profunda reflexión, no pueden decir nada nuevo ni cierto. Por ello, el debate sigue sin resolverse. Pero, en cualquier caso, están obligados a manifestarse sobre lo que está latente en los brutos, y que no es alcanzado por nuestro intelecto. Es cierto que con una brillante explicación podemos, sin duda, después de muchas discusiones, percibir las cosas con mayor claridad. Pero si alguien, para lograr refutar los razonamientos de otros, trata de emprender un nue­ vo sistema suele acabar fatigado y abatido por sus propias dificultades. La ofuscada mente humana no comprende, ni soporta, el desconocimiento de lo que le sobrepasa. Así, como afirma el oráculo del sabio, "¿quién sabe si el hálito del hombre sube hacia arriba y el hálito del animal baja a la tie­ rra?" (Eclesiastés, 3, 21)1. En verdad, nadie puede saber sin apoyarse en el sentido común. Pero Dios, Autor de todas las cosas, "todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin'1 (Eclesiastés, 3, 11). Por consiguiente, es muy conveniente que todos se dediquen a la reflexión y estudio de la obra de Dios para que alaben su poder, sabiduría, y bondad, manifestando admiración por su grandeza "hasta que llegue el día desea­ do en el que abracemos, trocando las espadas por rejas de arado y las lan­ zas por hoces una sola opinión, rodeados por la luz de la gloria" (Isaías, 2, 4). En resumen: como no encuentro nada en esta obra que se desvíe de los sagrados juramentos de la Fe, ni de las buenas costumbres, la considero digna de su publicación. Madrid, Sede de la Congregación de San Salva­ dor, 20 de Enero de 1749. Juan de Aravaca LICENCIA DEL ORDINARIO Nos, el Licenciado Don Miguel Gómez de Escobar, Inquisidor Ordi­ nario, Vicario de esta Villa de Madrid y su Partido, Etc. Por la presente, y por lo que a Nos toca, damos licencia a Manuel Igna­ cio de Pinto, Mercader de Libros en esta Corte, para que pueda reimpri­ mir y reimprima los dos tomos de la Antoniana Margarita, impresos en el ano mil quinientos cincuenta y cuatro, por haber sido revisados, y reco­ nocidos, en Nuestra Orden, no conteniendo cosa opuesta a nuestra Santa Fe Católica y a las buenas costumbres. Fechado en Madrid, 8 de Febrero de 1749.

Licenciado Escobar Por su mandato, Vicente García ANTONIANA MARfJARJTA

[ VI ]

1 Según la versivR espsñaiadsl Emesias' fiza d a a partí dst íexio original por ü j¡ s Alonso Scn&kel y Juan M am Ediciones Cnstistáad, Madric 19751

T. £>. NICOLAI G A L L O , C O N G R E G A T I O N I S SS. Safoatoris (presbyteri ,Cenfura. UOD olim celeberrimus nofter Gomezius Pereyra, Serenifimi quon­ dam Philippi II. Regis Catholici Medicus Cubicularius fub Marga­ rita Antoniana nomine Opus infcripferat, nunc denuó typis eden­ dum , Supremi Caftellae Senatus juflu , qua potui diligentia , legi , per­ volvi , infpexi. Opus , inquam , toto jam Orbe litterario notifsimum : in quo clarifimus A uftor, cum ingenii acumine, tum opinandi libertate, tum denique in perfemtandis abftrufioribus Naturae recefibus iolertia,tkn f u i, quam sevi noftri Philofophos longiíimé antccelluit. Nec equidem ar­ bitror j an aliud quodpiam hujufce generis feriptum hodie luci publica donari pofsit, quod , vel tutandae Hiipanici nominis Gloria:, vel indigena: Eruditioni ab Exterorum calumniis vindicandae, oportunius fuccedat. Cum enim Gomezius nofter, propofito libi unius Veritatis reperiundae deiiderio, a pneconceptis in rebus Phyiicis opinionibus , quae dudum inSchoiis invaluerant, fefe primus omnium fui temporis Philoibphorum interritus explicuiflet: novumque deinccps totius pené Phyfices Syflhema adoriri, ornare, rationumque momentis munire , non dubitaflet; nefeio, quo tamen focordiae noftrae fato, praeclarifsimo, ac doitifsimo Viro tri­ tum illud Virgilianum acciderit Hos ego verjiculos fori y tulit alter ho­

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nores

Quandoquidem omnia , quae,vel excolendo artis Medicae Audio, vel fecretioribus naturae arcanis eruendis , immenfo pene labore Vir immortalis comparaverat *,ea , aut nihilo pendere a Noftraribus,autquafI periculofa calumniari, aut velut infolita horrere , ac faftidiri ceperunt* Quofa¿tum, ut, quse potifimum a noftris Philoiophiae Candidatis addifcenda forent , ac ^lernitati merito donanda j jam tum , cum primum nata fu ere, oblivioni traderentur. Quin , quod Exterorum eruditiores, apud quos Gomezii noftri O p us, patriis ejeilum laribus , exulabat \ primo quidem Peregrinum hofpitioexcipere ,atque fovere, & poftmodum Hominis mirari aufum, ingeniumque, fefe inter concertarent , & aemularentur; deinde ad nova in Phyficis dogmata cudenda exemplo accendi, animos, ipemque erige­ re , ac tandem ad eadem, & effingenda, & pro fuo quiique lubitu utcum­ que perficienda, exertis undique viribus, contenderint. An id Religioni Catholicae, &Chriftian® humilitati ubique bene ceflerit, in medium re­ linquimus *, ufum quippe , non abufum Philofophicae libertatis Gometii noftri laudibus commendamus; quém fi , ut in novandis rerum Phyfica* rum Elementis nonnulli Ducem fequuntur,pietatis quoque, & moderatio­ nis exempla ( quse vel in ipfo operis limine effulgent) immitafentur \uti­ lius proculdubio cum iib i, tum ftudiofae juventuti ad laborarent. Quam ob rem illud pro officii mei munere omnino monendum cenfeo, quod olim Sanftifsimus nofter Valentinorum Antiftes^ virtute non minus, quam doctrina infignis, ad coercendam luxuriantium ingeniorum in opinando libidinem, altius intonabat: Quotidiano (ajebat) experimento difcimus , ut} stT6om,v¡ilu

,

qui vult nimium effe Pbilofopbus facilé dejsnat ejfe Cbriflianus.

Ut ut illud evenerit *, quod e re noftra eft, modo alienorum tantum Hominum invidiam convenire decrevimus* Quandoquidem plurima qu que

nov* firmón

CENSURA DEL P. D. NICOLÁS GALLO, PRESBÍTERO DE LA CONGREGACIÓN DE SAN SALVADOR

'p o r orden del Supremo Consejo de Castilla he Ieídoy examinado con atención ía obra que va a ser reeditada y que fue escrita hace tiem­ po por nuestro celebérrimo Gómez Pereyra, médico de la Corte del Rey Católico Felipe II. Se trata de un trabajo muy conocido por todo el mundo literario, y con el que este célebre autor, gracias a su agudo talento, superó a los filósofos de su época, y de la nuestra, al opinar con independencia y al investigar los inescrutables secretos de la Naturaleza. No creo que se pueda publicar en nuestros días ninguna obra con el mismo talante, pues­ to que trabajos como el que nos ocupa suelen aparecer en momentos opor­ tunos para salvaguardar la gloria del nombre de España y como venganza por las ofensas del extranjero a la erudición de nuestro país. Nuestro Gómez, deseando alcanzar la verdad para sus propósitos, fue el primero de los filósofos de su tiempo que se explicó sin miedo, a partir de opiniones concebidas con anterioridad, sobre sistemas físicos, no dudan­ do en alumbrar un nuevo sistema para todo ello — dotándolo y equipándo­ lo con el peso de los razonamientos. Aunque, posiblemente por una falta de celo, no sé si a nuestro autor le ocurrió como lo que enseña el famoso verso de Virgilio: "Yo hice estos versículos, pero otro se llevó los honores". Nuestros compatriotas comenzaron por no concederle importancia, ata­ cándole por temores infundados y despreciando todo lo que, con gran esfuer­ zo, había conseguido un hombre casi imperecedero en el estudio de la Medi­ cina -^arrebatando a la Naturaleza sus arcanos secretos-, siendo, además, acusado de inusitado y peligroso. Así, el resultado fue que, en cuanto vio la luz esta obra, se entregó al olvido lo que nuestros aspirantes a filósofos tendrían que haber aprendido y transmitido a la posteridad con toda jus­ ticia. Sin embargo, el trabajo de Gómez — abandonado en nuestra patria- fue acogido entre los eruditos extrajeros como se recibe a un buen peregrino: colmándolo de atenciones, admirando la calidad y el talento del autor y, mien­ tras debatían entre ellos, esforzándose, con fundadas esperanzas, por acu­ ñar nuevos principios para la física -logrando, además, reproducir, con mucho empeño y sus propios medios, los enunciados expuestos. Vamos a dejar sin comentario lo referente a si esta obra se sometió con humildad a lo preceptuado por la religión católica y cristiana. Recomen­ damos, por sus méritos, el uso —no el abuso—de la independencia filosófi­ ca de nuestro Gómez, al tener en cuenta que si alguien lo tomara como guía para renovar principios físicos, imitando sus ejemplos de piedad y mode­ ración — que son sobresalientes al principio del trabajo— , estaría laborando, sin duda, en beneficio propio y en el de los jóvenes estudiosos. Pero creo que es mi obligación recordar lo dicho, hace tiempo, por nuestro santísi­ mo Obispo de Valencia, para evitar los excesos de los talentos indiscipli­ nados al emitir sus opiniones, a saber: "Aprendemos con la experiencia coti­ diana que quien desea ser en exceso filósofo fácilmente deja de ser cristiano" (S. Tomás de Villanueva, Sermón único de Epifanía). Nuestra hostilidad hacia lós de fuera de nuestro país viene dada, entre otras razones, porque muchos extranjeros se han atribuido, con bastante frecuencia, ANTON 1ANA M A R pA R JTA

[ VII ]

que in omnigenae Eruditionis campo a lolis Hifpanis inventa , atque ex­ polita , ita fibi arrogarunt Exterorum plerique, ut primos le rerum Auctorcs publicitus conclamare: atque cx his lucrum , plaufiimque Noftratibus debita, latenter praeripere non erubuerint. Quo nobis id fadhim efTe crediderim de Scientiarum thefauris, quod de Americanis opibus jam dudum evenifle ,& experimur , & dolemus. Divitiae nempe in Occiduis Indiarum Regionibus ab Hifpanis inventae, ab iifdemque, magnis exantla­ tis laboribus , conquifitae: cum Gentis noftrse, & gloriae , & levamini infervire debuiflent j non alio tamen circa illarum copiam , quam Agaibnum afportatorio munere fungimur j quippe qui immcnfo Auri, Gemma* rumque pondereonufti, vililsima faepe nobis mercede retenta, in Exte­ rorum potifsimum utilitatem , robur bellicum , luxum, delicias ( quae ple­ rumque in uoftratn vertuntur perniciem) ftrenue, atque viriliter infudamus. Et ut cantera mittam , quae in Poelemicis, Hiftoricis, Poeticis, Aftronom icis,ac fere omni Scientiarum genere ab expilata Eruditorum noftrorum haered itate novifsime in lucem prodiere:quaeque turpi Exterorum plagio , quafi recens abipiis excogitata, iub hafta divenduntur *,fad rem nofttam proprius accedamus, & in Phyficis (de quibus nobis fermo) unius Rhenati Cartefii exemplo rem totam conficere>& furti caufam dicere pronum erit. Vir namque 9 caeteroqui de litteraria República benemeriru s, indefefus aeque, ac fagacifimus Naturae inveftigator , & in rerum caufis perferutandis vigilantifimus j cum tamen de bona ¡piius fide ro­ gandus e r a t , quandoque dorm itavit, & Homerum egit. Neque id homini apprime erudito vitio vertimus, quod novum in Orbem Philofophicum Syfthema invexerit, Peripateticis quam infenfum. Nam , ut liberum fuerit Ariftoteli a Platone Magiftro, atque ab aliorum retro Philofophorum placitis impune recedere; quin liceret, nedum Cartefio , verum cuilibet augendarum Scientiarum cupido, novas rerum caufas, ordines, finefque, difquirere : a c , fpreti* imperitorum ¿om i­ num querellis,unam perfequi Veritatem ? Sartatefta omnino iit cundlis intemerata fidei Catholicae Religio : morum integritas, & fevcriorisEcdefiae dtfcipJinse jura ferventur: altioranobis ne temere quaefierimus, nevé fupraquam oportet, fed ad fobrietat^m fapiamus \ & dc cutero, liberum cuique maneat, fuo in rc phyfica abundare fenfu: & per ima Naturae per terras, tra&ufquc maris, Ccelumqut profundum , nova inventa procudere: v etera, vel expolire, vel ex integro vindicare, aut ( fi promerito opus fit) V.Atbanaf* etiam funditus evertere ; nam ut Magnus ajebat Atnanafius: Patet omni­ bus veritas: nond&meft occupata. Non ergo Noftrum eft , eam intra anti­ quarum concludere limites Opinionum, neque longa errorum diruere vetuftate, neque inertia detinere. Quinimo fi cui hominum Veritatis, & potiundi, & u ten d i, fruendique jus ineifc debuerit; nemini certe juftius, aut dignius, id obtigifle crederem, quam qui Cartefio fimilis , improbo , uti ille , meditandi ftudio , nullius impatiens laboris , cunfta rim ari, con­ templari , difeernere, & d iu , noftuque vigil pro adipifcendo v ero , nun­ quam animum defpondiiTe probaretur. Quid ergo eft, quod Cartefium caufcmur? Illu d , nimirum : quod cum doftrinam de Authomatis , de primigenia rerum m ateria, de formis (ut ajunt)fttbftaatialibus,exGomezio noftro, vel ipfis Gallis fu is teflibus,

descubrimientos y mejoras en la investigación que han sido obra de hispa­ nos en todos los campos de la erudición, y proclamando en público que ellos eran los verdaderos autores -sin avergonzarse por haber arrebatado a nuestros talentos los logros y los aplausos que merecían. Puedo dar fe de que ha pasado en numerosísimos casos. Sabemos, por una experiencia deplorable, lo que nos ocurrió, hace tiempo, con los recursos de América. Así, con las riquezas encontradas en las Indias Occidentales, obtenidas con grandes esfuerzos, y que estaban destinadas para gloria y alivio de nuestro pueblo, lo cierto es que no nos servimos de su gran abundancia — excepto para el acarreo de las mismas. Los trabajos desplegados para el pesado transporte del oro y de las piedras preciosas fueron, con frecuencia, en beneficio de intereses extranjeros, para lujos, placeres, y fortaleza bélica -causa, en muchas ocasiones, de nuestra destrucción. Paso sin mencionar otros temas sobre historia, poesía, astronomía, y de cualquier otro tipo de conocimientos que han sido usurpados de la heren­ cia de nuestros eruditos, copiados de forma vergonzosa por extranjeros, para ser ofrecidos en subasta pública como si se tratase de hallazgos recientes. Pero vayamos a lo que personalmente nos atañe: con el único ejemplo de R. Descartes, sobre cuestiones físicas, nos resultará muy fácil zanjar la cues­ tión y explicar las causas del robo. Pues, este hombre —benemérito en la República de las Letras, infatigable, sagacísimo investigador de la Natu­ raleza y muy concienzudo en el conocimiento a fondo de las causas de las cosas—,al ser preguntado de buena fe por qué a veces era negligente, puso como ejemplo lo descuidado que fue Homero. No seremos nosotros quienes atribuyamos a un hombre de una ciencia profunda la culpa de haber introducido un nuevo sistema filosófico en un mundo tan hostil a los peripatéticos. Pues, así como Aristóteles tuvo liber­ tad para alejarse, sin temor, de los preceptos de su maestro Platón y de los filósofos anteriores, ¿por qué no se le iba a permitir a Descartes, o a cual­ quier otro con deseos de hacer prosperar las ciencias, que indagara nue­ vas causas de las cosas, clases, y fines —rechazando las disputas de hom­ bres ignorantes—,para buscar solamente la verdad? Ahora bien, conserve­ mos todos la inquebrantable fe católica y la integridad de las buenas cos­ tumbres, guardando rigurosamente los preceptos de la doctrina de la Igle­ sia, y no tratemos, imprudentemente y más allá de lo que conviene, alcan­ zar conocimientos más elevados. Obremos siempre con cautela. Por lo demás, a cualquiera que actúe con independencia le bastarán sus sentidos para lograr nuevos hallazgos en lo más profundo de la naturaleza, en los espacios del mar, y en el elevado cielo, perfeccionando el saber antiguo con nueva rei­ vindicación — incluso anulándolo por completo si, por demérito, fuera nece­ sario, Ya lo dijo el gran Atanasio: "La verdad está a disposición de todos, aún no ha sido acaparada por nadie" (D. Athanassius). En efecto, no es propio de nosotros ocultarla entre opiniones antiguas, ni destruirla por una larga serie de errores. Tampoco mantenerla alejada por ser de difícil comprensión. Es más, si algún hombre tuviera el derecho de apoderarse, servirse, y gozar de la verdad, creo, sin duda, que ni éste seria merecedor de semejante prebenda, y, aún con mayor justicia, el que demostrara ser semejante a Descartes -astuto, dedicado al estudio, capaz de soportar el trabajo, observador, escudriñador, de buen discernimiento* capaz de soportar vigilia, día y noche, para alcanzar la verdad sin decai­ miento de ánimo, ¿Qué más podemos decir de Descartes? Sin duda que, incluso en pre­ sencia de sus testigos galos, ha recogido, furtivamente, ideas de la doctri­ na de nuestro Gómez sobre los autómatas, la materia primigenia de las cosas, y las formas sustanciales, según se dice comúnmente. A N T O N IA N A M A R G A R IT A

[ VIII ]

b u s ,clam decerpferit \fubpuduitHominem, alioquin captandse gloriae cimis cupidum , in novo Phyuces a íc adinvento Syfthemate, de alieno fuperftruere ; maluitquc v e r i, ac meritiisimi Au&oris Nomen turpi ob­ volvere filentio, quam honeftifsimaGomezii noftri laude , non nihil dc propriae exiftimationis quaeftu demptum iri. Sed quorfum ifta ? Cenforcm , anGomezii Vindicem agere videor? Nimium me (fateor) Patria* dulcis amor abripuit; & ea , quse pro tuenda Noflrorum Sapientia, & Eruditione, longiori, ac feliciori calamo traftanda forent, quaeque (data Summorum Virorum fide) cominus praeftolamur jfummis faltem d ig itis, & pene invitum compulit attigifle. Qua­ propter , ut Officii mei partes explere non differam , teftor , nihil in hujufce praiclarifimi Operis lettione ofFendifTe ,quod vel regulis Catholicae fidei, vel f&n&ioribus noftrae Matris Ecclefiae moribus , necnon Juri Re­ gio |& Reipublicse bono non confonum , & utile cenluerim. Dabam in hac Congregationis SS. Salvatoris ¿Ede Matriti ¿9 . die Jan uarii, anni vero 1749.

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Nicolaus Gallo

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LICENCIA

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pon Miguel Fernandez Munilla.

El hombre, por lo demás, demasiado preocupado por alcanzar la glo­ ria, no se avergonzó en construir sobre un sistema ajeno el que él mismo argumentó, prefiriendo ocultar, con su vergonzoso silencio, la merecida y obligada alabanza a Gómez Pereyra. Pero, ¿para qué toda esta disertación? ¿Soy el censor o el defensor de Gómez? Debo confesar que se apodera de mí el excesivo amor por nues­ tra dulce patria, viéndome obligado a comentar, casi contra mi voluntad, sobre lo se esperaba que fuese defendido y tratado por la sabia y erudita pluma — más prolija y venturosa que la mía- de los maestros que conocen mucho mejor todos estos temas. Por ello, y para no diferir el desempeño de mi función, atestiguo que no hay nada, en la lectura de esta preclara obra, que haya ofendido a la Fe Católica y a las costumbres de nuestra Santa Madre Iglesia, ni tampoco al Derecho Real, considerándola conveniente y útil para el bien del Estado. En esta sede de la Congregación de San Sal­ vador, Madrid, 29 de Enero del año 17-49. Nicolás Gallo

LICENCIA DEL CO N SEJO

on Miguel Fernández Munilla, Secretario del Rey nuestro Señor, su Escribano de Cámara más antiguo y del Gobierno del Consejo. Certifico: que por los Señores de él se na concedido licencia a Manuel Ignacio de Pinto, Mercader de Libros en esta Corte, para que, por una vez, pueda imprimir y vender los dos Tomos del libro intitulado Antoniana Mar­ garita, de Medicina, escritos por Gómez Pereyra, con que la impresión se naga por los ejemplares que sirven de originales y van rubricados y firma­ dos al fin de mi firma, y que antes que se venda se traiga al Consejo dicho libro impreso en dos Tomos, junto con sus originales, y Certificación del Corrector de estar conformes, para que se tase el precio a que se ha de ven­ der, guardando en la impresión lo dispuesto y prevenido por las Leyes y Pragmáticas de estos Reinos. Y para que conste, lo firmé en Madrid, a vein­ ticuatro de mayo de mil setecientos cuarenta y ocho.

D

Don Miguel Fernández Munilla

A N T O N LANA M A R £ A R JT A

[ IX ]

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E PA TA S.

Omo córrefponden a fus antig 3$ , que rubricados firven de origi­ nal , vienen los dos Tom os, primero, y fegundo : efte con la erra­ ta , pag. 134. col. 1, lin,44, dindé, c ;rregida dttndé. Su titulo: Antoniana

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'Margarita Opus nempe Pbyjtcis Medicis ac Theologisy non minus utilcyquam necefarium *,y fu Autor el Doíior Don Gómez P ereyra, Medico de M e­ dina del Campo* Madrid 2.$%de Abril de 1749.

Lic. D, Manuel Lieardo de Rivera^ Corredtor General por fu Mageftad»

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1,11

TASSA. ON Miguel Fernandez M unilla, Secretario del Rey nueflro Señor* fuEfcribano de Camara mas antiguo y y de Govierno del Coníejo: Certifico, que haviendolé yiAo por los Señores de él los dos Tomos del lib ro ) intitulado ; Antoniana Margarita ¡Opu* nempé Vbyfíth , M edicis , ac Theologis 9non m bus utile , quam necejfarium, fú Autor Don Gómez Pe­ reyra , Medico en la Villa de Medina del Campo , que con licencia de dichos Señores, concedida a Manuel Ignacio de P in io , Mercader de Li­ bros en eftaCorte, ha fido rcimpreífo, tallaron á feis maravedís cada p lieg o ; y e í referido libro parece tiene en dichos dos Tomos dofcientos y dos pliegos, fin principios » ni tablas , que a efte rcfpeíto importan mil dolcientos y doce maravedís ; y al dicho precio , y no mas mandaron fe venda , y que efta Certificación fe ponga al principio de cada lib r e a r a q u e ft fepa el á que le ha de vender.t para que confie, lo firmé en Madrid a veinte y ocho de Abril de mil fetecientos quarenta y nueve.

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Don Miguel Fernandez. Munitfo,

ELEN-

FE DE ERRATAS

omo corresponden a sus antiguos, que rubricados sirven de origi­ nal* vienen los dos Tomos, primero y segundo -este con la errata, pág. 134. col 1, lin. 44. "dindé". corregida "deinde1’. Su título: Antoniana Mar­ garita, obra, no menos útil que necesaria, que trata sobre temas Físicos, Médicos y Teológicos, y su Autor el Doctor Don Gómez Pereyra, Médico de Medina del Campo. Madrid, 25 de Abril de 1749.

C

Lic. D. Manuel Lisardo de Rivera, Corrector General por su Majestad

TASA

on Miguel Fernández Munilla, Secretario del Rey nuestro Señor, su Escribano de Cámara más antiguo y del Gobierno del Consejo. Certifico: que habiéndose visto por los Señores de él los dos Tomos del libro intitulado: Antoniana Margarita, obra, no menos útil que necesaria, que trata sobre temas Físicos, Médicos y Teológicos, su Autor Don Gómez Pereyra, Médico en la Villa de Medina del Campo, que con licencia de dichos Señores, concedida a Manuel Ignacio de Pinto, Mercader de Libros de esta Corte, ha sido reimpreso, y tasaron en seis maravedís cada pliego. Y el refe­ rido libro parece tiene en dichos dos Tomos doscientos y dos pliegos, sin principios ni tablas, que a este respecto importan mil doscientos y doce mara­ vedís. Y al dicho precio, y no más, mandaron que se venda. Y que esta Cer­ tificación se ponga al principio de cada libro, para que se sepa el monto a que se ha de vender. Y para que conste, lo firmo en Madrid, a veintiocho de abril de mil setecientos cuarenta y nueve.

D

Don Miguel Fernández Munilla

A N T O N IA N A M A R G A R IT A

[ X]

ELENCHUS OPERIS. Ruta fenfu carere, oftenditur pag. i , & fequentibus, ac per univerfum hoc opus, & in commenticulis ultimis fuper paraphrafim 3 * de anima. Qualiter intuitivé, & abftra&ivé nofcamus. Multa etiam dubia, quae attinent huic rei tradantur, p ag .i^ .& feqq, Senfibilia communia non proprie fenfibilia per fe nominanda, fcd per accidens, pag. $7, Non effe fenfum conuinuiem orga­ nicam facultatem, pag, »58. Pro­ batur j & paraphraftice contex­ tus Ariftotcl. commenti 144.CX* plicatur pag, 62. & feqq. Ubi de facultatibus interioribus agi­ tur, & Galeni, ac Avicenae non­ nullae fententiae notantur. ¡Qualiter opinatum fit hucufque operationes intelle£tus in nobis fieri, & hujus improbatio, pag, 68. & feqq. Ubi multa dubia, quai intelle&ui attinent, difeutiuntur. Quid univerfale f it, & nonnulli errores , qui de eo opinabantur, explicantur , p'ag.79. & feqq. ¡An ens, & effentia differant realit e r , an n o n , explicatur,& com­ mentator quidam libelli Beati Thomae, reprehenditur pag, 90, & feqq. Quid continuum contiguum , fit exprimitur multo , aliterque, quam hucufque intelligebatur, pag. 98. De principiis rerum naturalium, praecipue deprima materia, agi­ tur pag. 106. & feqq. Ubi ipfam non effe, ut Ariftoteles opi­ natus eft , evidenter probatur. De ignea fphera, ac de ifto infimo igne nonnulla traftantur contra aliquorum opinioncm>pag.ii2* & /eqq,

B

Tom.L ^ «

Quis fit produftor animarum vege-: tativarum , & earum , quae ienfitivae appellantur, pag. 127, & feqq. Ubi Ariftotcl.contextus 1* cap.de Generatione animalium, explicatur , & nonnullae ejuf-. dem fententiae notantur. Quantitatem, figuram, & relatio­ nes , ac a lia , quae nonnulli doctifsimi viri opinati funt diflincta effe á rebus quantis, & aliis de­ nominatis , non poffe diftingui, probatur pag, 149. Duae m ethodi, quibus cognofeenda funt, quae accidentia realitér differant á fubftantia , & quse n o n , pYoponuntur pag.154. Quo diftinguantur formae edu&ae de potentia materia a non eductis , pag. x64. & feqq* Paraphralis in 3. de anima cum Authoris commcnticulis, pag. 179, & feqq. Solutiones argumentorum opinan-: tium intelledtiones, & ienfationes effe accidentia realiter di£ tin&a ab anima intelligente, & fen tien te,p ag,2io . De immortalitate anima:, pag.223. Objeciones Licenciati Michaelis a Palacios, Cathedrarii Sac.Theologiae in Salmantina Univerfitate advcrsusnonnullaex multiplici­ bus Paradoxis Antonianae Mar­ garitae, & Apología eorumdem, pag. 304 Obje¿tiones Domino Gometio Pe­ reyra Michaelis Palacios, pag, 305. Apologia GometiiPereyra ad quafdam Objeciones advetfus non­ nulla ex multiplicibus paradoxis Antonianae Margaritae. Domino Licenciato Michacli a Palacios, Cathedrario Theologiae in Salmanticenfi Univerfitate, Gomejtius Pereyra , S. pag.319.

E L E N C O D E LA O B R A PRIMERA PARTE

estructura del Capítulo I De Generatio­ ne Animalium de Aristóteles -anotándo­ se alguna de sus opiniones-, pág. 127 y ss. [XI. Conceptos de cantidad» materia, forma* relación]. * Se prueba que no se puede diferenciar la cantidad, forma, relaciones, y otras cir­ cunstancias -que algunos eruditos opi­ nan que son distintas de lo que otros autores piensan-, pág. 144. [XII, Métodos para conocer la diferencia de accidentes respecto a la substan­ cia]. ° Se exponen dos métodos para poder conocer qué accidentes difieren de la substancia y cuáles no, pág. 154. [XIII. Diferencia de formas educidas de la potencia de la materia]. a En qué se diferencian las formas extraí­ das de la potencia de la materia y las que no lo han sido, pág, 164 y ss.

[I. Los brutos carecen de sentidos]. ° Que los brutos carecen de sentidos apa­ rece en la pág. 1 y ss. y en las últimas notas de la paráfrasis a De Anima, 3. [II. Conocimiento intuitivo y abstracti­ vo]. ° De cómo, intuitivamente y mediante la abstracción, podemos conocer las cosas -y otras muchas dudas que se refieren a esto-, pág, 25 y ss. [III. Sensibles comunes y sentido común]. a l^os cuerpos perceptibles no deben por sí denominarse propiamente de esta for­ ma, sino por accidente, pág. 57. ® El sentido común no es una facultad mecánica, pág. 58. Se prueba y explica la estructura del comentario de Aristóte­ les 144, pág. 62 y ss., donde se trata sobre las facultades internas de Galeno y se proporcionan notas de algunas opi­ niones de Avicena. [IV. Operaciones del intelecto]* 0 De cómo se producen en nosotros las operaciones del intelecto -y se discuten muchas dudas referidas a esto-, pág. 68 v ss. [V. Explicación del universal]. * Se explica qué es lo universal y los erro­ res que hay sobre ello, pág. 79 y ss. [VI. Distinción de ente y esencia]. 0 Sobre si, realmente, difieren o no el ente y la esencia, y de cómo se reprende aun comentarista de un opúsculo de Santo Tomás, pág. 90 y ss. [VII. Concepto de continuo] * Se comenta lo contiguo continuo de manera muy diferente a cómo se enten­ día basta ahora, pág. 98. [VIII. Sobre ios principios de las cosas] * Se trata sobre los principios de las cosas, especialmente de la materia prima -y donde claramente se prueba que no es la misma que la que consideró Aristóteles, pág, 106yss. [IX. Sobre la esfera ígnea -generación y corrupción-] * Se tratan algunas cuestiones, en contra de la opinión de alguno, sobre la estera ígnea y el ínfimo fuego, pág. 112 y ss. [X. Sobre el productor de las almas vege­ tativas]. — 0 Sobre quién es el productor de las almas vegetativas y, de éstas, cuáles se deno­ minan sensitivas. Además, se comenta la

A N T O N IANA M A R fJA R JT A

SEGUNDA PARTE [XTV. Paráfrasis al III De Anima]. * Opiniones del autor sobre la paráfrasis a De Anima 3, pág. 179 y ss. [XV. Distinción de alma inteligente y sentidos]. 0 Soluciones a los argumentos de los que opinan que las intelecciones y las sensa­ ciones son accidentes realmente distin­ tos del alma inteligente y senciente, pág. 210. [XVI. Sobre la inmortalidad del alma]. * Sobre la inmortalidad del alma, pág. 223. [XVII. Objeciones de Miguel Palacios]. ° Objeciones del Licenciado Miguel Pala­ cios, Catedrático de Teología en la Uni­ versidad de Salamanca, contra algunas de las múltiples paradojas contenidas en la Antoniana Margarita -y defensa de las mismas-, pág, 304. * Objeciones de Miguel Palacios al Señor Gómez Pereyra, pág. 305. [XVIII. Defensa de Gómez Pereyra]. 0 Defensa de Gómez Pereyra a ciertas objeciones contra algunas de las múlti­ ples paradojas contenidas en la Antonia­ na Margarita. Gómez Pereyra S.t al Señor Licenciado Miguel Palacios, Catedrático de Teología en la Universi­ dad de Salamanca, pág. 319.

[ XI ]

I N D E X , S I V E T A B U L A EARUM, quae in hoc opere continentur. Littera P. fignificat paginam , C. columnam , & L. lineam.

A Bfentiam pofle nofci intuitive citra miraculum, pag. 30. coi. i.lin . 9. Accidentia an fint feníibilia dc per f e , an per accidens , oftenditur p.96. c .i.1 .9 . Accidentia» quae praefuerunt in cor­ rupto , an maneant in novo ge­ nito , decernitur : aliquorum nempe fic , & aliorum non , p. iz ó . c .2 .1.17. Accidentia inhaerentia alicui fubjecto non pofle fine fubje&o opera­ ri , oftenditur p. 2.71. c. 1. 1.39. Aftus animae intelligentis non realitér diftingui ab anima , p. 271»

A

C.2. L l 8:

'Aftus animae intelligentis non dif­ tingui ab ipfa anima , ut hucufque opinatum eft , oftenditur p.72. c . i . 1.3 2. A&us animae diftingui ab anima, quibus rationibus fulciatur a Phy ficis, & earum folutio, p. 210. c . i . L i . Aerem non crcmari in montium uftione , oftenditur p. 112. c. 1. 1.40. rA er qualiter in aquam vertatur ac­ tione iuperiorum, p. 131. c. 2* L15.

Agens intelleftus, & pofsibilis qui f it, docetur p.176. c . i . I.44, Albus fine albedine non dicitur, nec aqua fine frigiditate frigida dicitur. Ut materia fine forma non dicitur efle, aliqui dixerunt, p.145. c*i* I.35. Album fine albedine dici pofle al­ bum objicitur. Et pbjeilio fol-

v itu r , ibid. pag. col .a. lin.23,; Anaxagoras intelleflum condito­ rem omnium rerum efle exiftim at, p.128. c a . l . 5 . Angeli,& fepafratae fubftanti#, qua­ re dicantur fimpUciores, & mi­ nus fimplices, p. 1 7 6 .c .i . I.36. Angelos non numero , fed fpecic differre , improbatur pag. 86. c.2.1.3^. Animadvertere animam author diftinguit a cognitione anim^,p.29. C.2 » 1*9 * Animae diverfus modus eflendi di­ citur fenfatio, & attentatio,p. 3 3. c.2.1.18. Anima feipfam certo modo ani­ madvertendo fentitjAuthore Auguftino, P .4 5 .C .1 , 1.13. Animae intelligentis a£tus diflingui ab anima realiter , quibus ratio­ nibus fulcitum hucufque fit a Phy ficis, & Theologis, p. 71. C.2 . I.I7. Animarum vegetativarum , & ea­ rum , quae íenfitivae appellantur, quis fit genitor fecundum Authoris opinionem , p. 127.C. 1. l . i 1. Animatum in potentiam, & an poiie habere , oftenditur p.262. c . i . I .i. 'Animam indivifibilem bruta non poffe habere , authoritate Ariftotelis oftenditur, & experimen­ to Auguftini, p . 263. c .i , I.9. Anima rationalis cum indivifibilis. fit, quod neceffano naturaliter asterna e r it , oftenditur p. 269. C*2 .

1.6.

Anima rationalis non eget corpo­ re ad fentiendum, & intelligend u m , ut inftrumento q u o , fed per quod, p.274. C.2.I.2. Anima rationalis qualiter fe habeat, cum corpus informat, exemplo quodam^oftenditur ibid. p. c. 2* 1. 12. Anima cur non fe femper intelligat, oftenditur p.290. c .i.l.5 0 . Anima» rationalis aeternitas alia ra­ tione , demonftratur 0 .27 8. c . i . l.io .

á luminofo, quod non poffet affervari, fi corporis particula a fe informata corrumperetur, o k tenditur p.283. c.2.1.20. Animam non poffe a corpore pen­ dere , ut calor aquae ab aqua, oftenditur ibid. pag. & col. I.44. Animam ex padto natura non poffe corrumpi ad corporis corrup­ tionem , p.284. c.2.1.46. Animam rationalem manere cor­ pore corrupto , nulla impofsibilia p a rit, ut esterarum forma, rtim divifibilium fine corporibus duratio, p, 2 3 ♦ Ariftotelis contrariae fententiae de ign e, proponuntur p. 115. c. 2. I.28. Ariftoteles primo Meteorologiae quicquid eft aterra ufque in cae­ lum , feclufa a q u a , in vaporem, & exhalationem diftinguit, p, 1 1 8 .c.2.1.3. Ariftotelis fententia de femine , & ipiritugenitivo in cap. 3. fecun­ di de Generatione animalium, p .i¿ 7 . c .i . I.i$ . Ariftotelis decretum de Generatio­ ne animalium, explicatur p .i 33. c . i . I.34. Aritotelcs nonnulla , quae de Ge­ neratione icripfit, fufhiratus eft ex Timaeo Platonis, P.134.C.2. 1.2

^.

Ariftotelis diftinftio animati in po­ tentiam , & a£lum , improbatur p.135. c.2,1-3 3* Ariftotelis aliae etiam diftin£tiones, & fimilitudines, increpantur p. 139.

c .i, 1-3 9 Ariftotelem confuse fcripfííTe in pri­ mo cap. fecundi de Generatio­ ne animalium, oltenditur p, 141 • ^ C.2 . 1.CJ*

'Ariftotelis alia fententia confufa, P.142.C.1. 1. 1 1. Ariftotelis, quae carpuntur ab Authore non ut a convitiatore ob­ jiciuntur illi 1 fed ut le&oribus Ariftot, Author caveat, ibid. p. C,2. I ,l8 .

Ariftotelis contextus, ubi de agen­ te , & pofsibili intelle&u tertio de Anima tra&atur ducitur, p. 176. c .i. I.33. Ariftotelis nonnullis fententiis in tertio de Anima potius elicien­ dum bruta non fenttre, quam

fentire, in commenticulo 9. fu-, per Paraphrafin tertii de Ani­ ma, p.207. c.2. 1.8. Ariftotelis contextus fecundo de Generatione animalium cap. ter­ tio , quo mentem feparabilem a corpore probat Ariftoteles , tra­ ditur , & ab Authore roboratur, p. 269. c.2.1.13. Aves cum ab ovo exeunt, certa fe­ mina dcfpiciunt, & alia in ali­ mentum íum unt, p.9. c.2.1.15, Atomos, id eft, infedtilia corpora efle rerum principia aliqui crcdiderunt: ratioque cur id opinati funt, oftenditur p, 11. c .i . I.48. Auguftinus lib, i. de Ordine feripfit quid ratio fit, p.3. c . i . I.23. Auguftinus 1 dc Trinitate duci­ tur ad roborandum quod ante­ cedit, p.29. c.2.1.23. Auguftini fententia ex 15. de Tri­ nitate explicatur p. 32.C.1. l.i 1. Auguftini fententia ex libro nono dc Trinitate , explicatur p. 36. c. 1.1.3 7. Auguftini fententiae dúftae a Grego­ rio ad roborandum fuam opinio­ nem , affirmantem phantafmata intuitivé nofei, p.41. c.2. I.38. Auguftini fentcimae explicantur ab Authore , p.42. c.2. hzo, Auguftini decreta alia adducuntur ab Authore, quibus propria opi­ nio fnlrirnr, p.44, c . j . J . j f . Auguftini fententia probatur, nul­ lum ens pofTe fe perfeitiur, pro­ ducere, ibid.p. c . 2 . 1,34, Auguftini fententiae, quibus confiat animam non diftingui reahu i ¿ fuis fentiendi, & intelligendi ac tibus. Quamquam eas in fuum favorem adverfi trahant, p .2 12, c .i . I.38, Auguftinus de Modo vivendi in lib .i i,d e Trinitat.plus cum Peri­ pateticis quam Academicis con­ venit. Cum in libro dc Quanti­ tate aniense exprefsc cum Plato­ ne

* La opinión de Aristóteles sobre los principios de las cosas de la naturaleza, p. 107, c. 1 , 1. 8 . * Aristóteles se equivocó al imagi­ nar la materia prima, p. 1 1 1 *c. 1 , L 45. * Opiniones contrarias de Aristóte­ les sobre el fuego, p. 115, c. 2,1.28. 0 Aristóteles, en su obra Meteoro­ logía, distingue, por vez prime­ ra, lo que hay desde la tierra hasta el cielo, una vez convertida el agua en vapor y exhalación, p. 118, c. 2 , 1.3. ° La opinión de Aristóteles sobre el semen y el espíritu generador, en el cap* 3 De Generatione Ani­ malium, p. 127, c* 1, 1. 15. * La doctrina de Aristoteles en De Generatione Animalium, p. 133, c. 1, 1. 34. ° Aristoteles extrajo dei Timeo de Platón alguna de las cosas que escribió en De Generatione Ani­ malium, p. 134, c. 2,1. 25. ° Se rechaza la división aristotéli­ ca de lo animado en potencia y acto, p. 135, c. 2 , 1. 33. 9 Se censuran, también, algunas diferencias y semejanzas de Aristóteles, p. 139, c. 1, L 39. * Aristóteles escribió de forma con­ fusa el cap. 1 en De Generatione Animalium, p. 141, c. 2 ,1. 3. * Otras opiniones confusas de Aristóteles, p. 142, c. 1, 1 . 11. ° El autor de esta obra advierte que lo mencionado de Aristóte­ les no es motivo para injuriarle, sino para que sirva de utilidad a los lectores de este filósofo. Ibid., c. 2, 1. 18. Las ideas de Aristóteles sobre el agente y el entendimiento posi­ ble, en el libro 3 De Anima, p. 176, c. 1, 1. 33. ° Se puede deducir que los brutos más bien no sienten —por algu­ nos comentarios de Aristóteles, en el libro 3 De Anima- o que sienten —según el comentario 9 de la paráfrasis 3 —, p. 207, c. 1, 1. 8.

° El autor de esta obra corrobora ANTON IANA M AR£AR¿TA

[ XV ]

las ideas de Aristóteles con las que, según De Generatione Ani­ malium —cap. 3 —, el filósofo explica que el alma se separa del cuerpo, p. 269, c. 2, 1. 13. Algunas aves, al salir del casca­ rón, rechazan a sus madres y aceptan ser alimentadas por otras, p. 9, c. 2, 1. 15. * Algunos pensaron que los áto­ mos —es decir, los cuerpos indi­ visibles— eran el origen de todas las cosas. Se explica por qué pensaban así, p. 1 1 , c. 1 , l. 48. * En el libro I, De Ordine, Agus­ tín escribió sobre la razón, p. 3, c. 1,1. 23. ° Agustín, en De Trinitate 15, corro­ bora lo anterior, p. 29, c. 2 ,1. 13. * La opinión de Agustín en De Trinitate 15. p. 32, c. 1, l 11. 9 Se explica la opinión de Agustín, de acuerdo con el libro noveno De Trinitate, p. 36, c. 1,1. 37. ° Las opiniones de Agustín, extra­ ídas de Gregorio, para corrobo­ rar las suyas sobre la posibilidad de conocer intuitivamente a un ser imaginario, p. 41, c. 2 , L 38. * El autor de esta obra explica las opiniones de Agustín, p. 42, c. 2, 1. 20.

* El autor de esta obra, en apoyo de su propia opinión, presenta otras doctrinas de Agustín, p. 44, c. 1, 1. 15. * Se explica la opinión de Agustín, en lo que se refiere a que ningún ente puede producirse más per­ fecto que sí mismo. Ibid., c. 1. 34. * Las opiniones de Agustín que dejan constancia de que el alma no es diferente de los actos de sentir y entender. Aún así, sus adversarios las toman en prove­ cho propio, p. 2 1 2 , c. 1,1. 38. * Agustín, en De Trinitate, libro 1 1 , se muestra más de acuerdo con los peripatéticos que con los académicos sobre el M modus vivendi”; aunque en De Quanti­ tate Animae está más de acuerdo con Platón.

ne ’cónfentiat de hac r e , p. 46; c .i.l.7 . Auguftini fententia de generatione rerum naturalium ex 3. de T ri­ nitate ducitur, p, 1 3 2 .c .i.I .3 6 . Auguftini fententiae, quibus Author probat fentiendi, & intelligendi a£tus non diftingui realiter ab anima, p.217. c .i . L23. Auguftini rationes de animae im.mortalitate in libello de eadem re , & earundem folutiones, p. 2 3 1.C 2.I.37. & feqq. Auguftinus retraftat nonnulla, quae in -libello de Immortalitate ani­ mae fcripferat, p.234, c .i. 1-33 * Auguftini experimentum- de vermi­ culo inie& o, quo animam quan­ tam efie,oftendit Authorip.263. c . i . I.9* Augufti Caefarisfomnium , p. 270.

qui dicunt ratione diftingui ho­ minem a brutis : fed & illos, qui exuniverfalis notione , proban­ do quod fi ipfa fentirent, & ra­ tionem eilent habitura , & univerfale ürant cognitura, ibid. p; & c. I.40. Author tunc vera dicere de adlibus interioribus fentiendi, ac intelligendi teftatur, cum fic efle qui­ libet expertu^ fuerit, p. 25. c* 1, 1.3.

Author quid de Ariftotele fentiat,

p.I l8 . C.2 . I.I9. Author improbat caufam , quam - ipfe femel eft opinatus de extinc’ tione flammae non afpiratse , p, 123. c . i . L$, Authorumdiverforum ^ac innominatorum de perennitate anima rationes,proponuntur folvunC.I. 1.2$'. tur p.2 $4. c .i . I.36. Augufti Caefatis coena, in quam po­ Authoris rationes , quibus ani­ pulus eft inveftus , p, 290. c. 1. mam effe immortalem 9 often-. j.io . ditur p.261. c.2.1.33* AuguftusCaefar qualis fuerit fecun­ dum Authoris fententiam, ibid. p, C.2.I.3.

Averrois commentatoris rationes ad probandum animae immorta­ litatem , p.243. c . i . I.3. Averrois commentator qualis vir in phy fica, & medica fcientia fue­ rit fecundum fententiam Autho­ r i s , ibid. Averrois commentator qua ratione fingit unicum intelleftum ineiTe omnibus hominibus. Et ejufdem improbatio p.2$o. c.2.I.3 $. Avicense opinio , & aliorum Philofophorum de phantaiia , impro­ batur p.6$. c .2 .1.4$. Authoris nullius quantumvis gravis fententia a conditore hujus ope­ ris recipitur, dum de religione non ag itu r, p.2. c.2, l . i .

B

T J O n a opera ut quid aeterna g!oJL> ria praemientur; & mala ut quid fupplicio aeterno caftigentur , oftenditur p.29 7 .c . i . I.21* Bruta e a , quae cernunt, ut nos vi* dere opinati omnes hucufque funt, p.2. c . i . 1,7. Brutis fi loqui concederetur , al­ bum Hifpané blanco vocaiTent* ibid. p. & c . I.13. Bruta fi ut nos explicuimus non fentirent, falfum pronuntiailent* qui dixerunt efle communem vim fentiendi illis, & nobis,ibid, p .& c . L26, Bruta reflexos aftus fenfificos non habent , ut nonnulli putant, ibid. p. & c. 1.3$. Author ad Herennium definitionem Bruta fi in fentiendo nobis paria rationis tradit, p.3. c .i. 1.2$. effent, in intelligendo paria fu­ Author non tantum convincit eos¿ tura eran t, ibid. p. c.2. Luit, Bruta

3 Faíntiiafomanaüeotigen piebeytLtfe laque salieron íigutas trwy conocidas, ent'C ei¿ . condisclpiílD& in flammam vertitur* quot veré f in t, p.67. c. z, I.33. p. 123. c. 2. 1.46. Fame ii non vexantur bruta, non poíTe compelli comedere; In commenticulo decimo fuper pa­ Abieni Caefaris clafsiarii pro­ raphrafin tertii de Anima , pag. digium , quo animam im­ 208. c .i . 1 . 19* mortalem effe,oftenditur p.288. Ferramenta Fabrorum non tangere dura mediantibus illis effigiata col. 1.I.35. nifi aere m edio, oftenditur p¿ Galeni error de vifione improba­ tu r, pi.4* C.I. 1.2. 103. c .i.L 2 4 . Flamma non difflata cur extinguá- Galenus j & Plato improbantur, uia tres animas ¡11 homine effe tur ex aliquorum opinione , ofnxerunt, p.Ó2. c.i* l . i 9. teriditur p .i 21. c. 1 J .4 0 . Flamma non difflata cur extingua- Galeni fenténtia de Symptomatum differentia libello , cap. 3, im­ tur nonriuriquam , aberrans Au­ probatur , p.66. c.2. I.24. thor caufam quahdam reddidit, quam improbat, p .i 2^. C.1.L5. Galenus ofcitanter explicuit Hip­ pocratis fententiam in libro de Foetuum aliquorum major perfec­ Humana natura, p, io 8 .c. 2. L io . tio , quam matrum , quid pro­ Galeni impium decretum de Dei bet , p . i 29. C.2.1.20. potentia, p . i 68. c .2 .1 .9 . Foetuum irrationalium animas a Ga-

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Incluso los libros de los paganos enseñan la llegada de Cristo, p. 289, c. 1,1. 28. Mediante un ejemplo, se explica cómo, mientras vivimos, el alma racional permanece en el cuerpo, p. 274, c. 2, 1. 1 2 . Sobre lo que, según Aristóteles, es la exhalación, p. 118, c. 2, L 3. La exhalación puede dirigirse hacia arriba, p. 119* c. 2,1. 22. Los brutos carecen de la facultad de pensar, p. 67, c. 2,1. 13. Cómo, por los filósofos antiguos — y por Aristóteles-, fue mal entendido que de la nada no sale nada, p. 167, c. 1,1. 1 . Apoyándose en un experimento, Hipócrates comprendió que no todo es uno, p. 107, c. 2 , 1, 26. F Siguiendo a Aristóteles, se comenta el ejemplo del artesano para explicar la causa que provo­ ca la existencia de lo inepto, p. 1-40, c. i, 1. 15. Cuántas son, realmente, las facultades de los sentidos, p. 67, c. 2, l. 33. Si los brutos no sintieran ham­ bre, no se les podría obligar a comer -comentario 1 0 , paráfra­ sis De Anima 3-, p. 208, c. 1, 1. 19. Las herramientas utilizadas por los artesanos no tocarían los sóli­ dos por ellas elaborados, a no ser por medio del aire, p. 103, c. 1, I. 24. Algunas opiniones sobre la extinción de la llama no aventa­ da, p. 121, c. 1,1. 40. El autor explica una causa erró­ nea, que luego rechaza, sobre cómo algunas veces se extingue la llama no aventada, p. 123, c. 1,1. 5. Sobre quién puede mostrar, mejor que las madres, la perfec­ ción de algunos fetos, p. 129, c. 2 , l. 2 0 , Una causa exterior produce las almas de los seres nacidos irra­ cionales, p. 130, c. 2, L 34. Las formas que surgen de la ANTONIANA MARGARITA [ XXI ]

potencia de la materia, y las que no, p, 164, c, 1,1. 15. ° Explicación sobre las formas no surgidas de la potencia de la materia, cómo se ha escrito hasta ahora, p. 165, c. 1,1, 44. * Opinión del autor sobre de qué manera surgen las formas de la potencia de la materia, p. 170, c. 1,1.44. * Por qué se dice que la forma del hombre -es decir, el alma racio­ nal—no ha sido extraída de la potencia de la materia, p, 171, c, 2, 1. 14. Se explica por qué la forma — que puede abandonar a un sujeto y asumir a otro—necesariamente será inmortal, p. 278, c. 2 , 1. 15. * Sobre la imposibilidad de la per­ manencia de formas sin cuerpos que las conformen, por los efec­ tos de los imposibles que se deducen, p. 285, c. 2,1. 34. ° Si se mueve el humo de la llama, por qué arde y se convierte en llama, p. 123, c. 2,1. 46. G * Sobre el prodigio del marino César Gabieno4, con el que se demuestra la inmortalidad del alma, p. 288, c. 1, 1. 35. * Se rechaza el error de Galeno sobre la visión, p. 4, c, 1 , 1. 2 , ° Se rechaza a Galeno y a Platón por haber explicado que los hombres tienen tres almas, p, 62, c. 1,1. 19. * Se rechazan diferentes opiniones de Galeno —contenidas en su opúsculo De Symptomatum, capítulo 3— , p. 6 6 , c. 2 , L 24. * Galeno explicó con negligencia las opiniones de Hipócrates con­ tenidas en el libro De Humana Natura, p. 108,, c, 2 , 1. 10* ** La impía opinión de Galeno sobre el poder de Dios, p. 168, c. 2,1. 9.

4. «^sfoso sedado marina ¡JeCésar, de* que Piin¡;{tfsíírá raft/raí. Lib 7, c. 52) narra un prodigio -Q&rrido en ía guerra s í Sicilia cuantío fue capturado por Sato Pomceyo-íon el que prestida demostrar que el alma era mirortai.

Galenus fufpicatns eft temperiem Hippocratis Medici de principiis rerum naturalium fententia in lir cerebri efle aientem ,£ .2 7 3 .c.2. bro de Humana n atura, p.107^ I.2.9. c.2.1.7. Galeni fententia ex authoritatePlatonis de diverfitate animarum, Hippocrates diffenfit apnecedentibus Philofophis experimentis p.300. c . i . I.47. convi£his, ibid. p. & c. 1.26. Generatio novi elementi cur po­ tius iit illius, cujus difpofitiones Hippocratis experimentum , quo monftravit omnia non unum' efindu&ae fuerunt ( etfi non ma­ fe , validifsimum fu it, quod ho-; nent in novo genito) quam almo non d o leret, ibid* p . & c*j rerius, oftenditur p.125» c. z-. 1. I.40. 34. Genitivus fplritus an in femine fit, Hippocrates an fit opinatus elementa ex materia,& forma conf­ p . 127 . C.I. 1.12 . iare , ut Ariftotel. credidi fle om­ Gentilis de Fulgi neo opinio de exnes affirmant, oftenditur p .i 09. tinitione flammee a d d u c itu rp . c. 1 ,1.24. 121. c .i . 1,6* Gentilis de Fulginco caufa de ex- Homines, qui jentaculum fumerc non erant affueti, non fameftinciione flammae, & fuifocaeunt ante horam prandii: qui fi tione animalium multiplici ra­ jentare confucicant, famelcunt tione improbatur , p. 121. c. 1. I.40. prius, p.22. c.i*I.45* Geometra dormitntis exemplum du£um ab Ariftotele,ad docen­ 1 dum j quae fit caufa generans, Acobi Fabri Stapulcnfis para** efle impertinens, oftenditur p. phrafis in Meteorologia vitia-i 140. c .i. I.44. t a , oftenditur p .i 14. c.2.1. 35*' Glutinofa cür contaftis tebus hserent, cum multis ex eis non con­ Jacobus Faber etiam in paraphraii. de anima multaerrafle , p. 115. tinuantur , p .i 04. c.2. L6. C.2 . l.i Grcgorius Ariminenfis quid eft opi­ natus de notitia phantafmatis, Igniti montes, an aerem crement, diicutitur , p .i 12. c . i , I.40. p.2j* c.2.1.17, Gregor ii opinio de notione intui­ Ignei elementi duo dubia propo­ nuntur, & folvuntur , p. 113, tiva phantafmatum improbaturi c . i . I.40. p.39. C.2 . 1. 1 . Gregor ii folutiones ad Authoris Ignis elementaris naturam incer­ tam efle apud Ariftotelem, mul­ rationes improbantur, ibid.pag. tis ejufdem fententiis , oftendi­ & co l. 1. 41. tur p .i 14. c .i. I.16. Igni attinentia, explicantur p .i 15*

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iErefiarcha maximus Galenus fu it, p.168. c.2.1.5. Herbulas vilioris pretii univerfae Orbis regiones in magna copia ferunt, p.282. c .i . l . n . Hermotini Clazomenii prodigiunij p.288. c .i . 1.2,5.

C.2,

1.2 8.

Ignis dubia, quae oriuntur, folvun­ tu r , p.116. C .2 J.2 3 . Ignis elementaris, & iyncerus qua­ lis f it, ex decreto Authoris, oftenditur ibid. p, & c. I.43. Ignem compofitionem miftorum intrantem in vifceribus anima­ lium,

5, Llamado Gsnififr da F g fig n ú ^ la ciudad italiana en donde nació. FuligiM. en Umbría prowncsade Perycía. en. Conde muere en 1348)

Médiooaíamado.

considerado specuisnv per sus conciudadanos Dejófisaílosat^nís trabatos sobre De ¿atoes, ftfc&níwsy £te lepa, publicados ptóítimanente en T473 1478 y 1536. Es posible q u e Gírr# Pereira fy s utilizada en su G!¡ra de medicina (Afoiflf wwséxp&>mentís tí nitentibus oitioitMcampfoSiatae 1558) el dé

¡^g rraastmat

tratado Flameasobreas íieiHíSDejá-asMsnno varioscoflsentyjosa Avicena.Oosestrnsy Tratólos extravagantes yDepmposilmíKJS wtíiKiimtn,publica­ dastamíiiéipdslumamaiteenVerecia,en m . 1466.1492 i Uamadotambiénel Aritnirwse) Ootfor autenticas, em itañede SanAguíSín,estudiaen Parísyprofesaen diversascajdades italianes(Botonsa. PadueyPeruggia). izandoaParis comodocenleyeacedicaitfodurameafioslas SentenciasdePedro Lombardo,cuyos comentariosluviercfl wasedicionesy ^impresionesatolargo de!ossiglosXV,XVIy XVII Uueie en 1358 Dottiitímeflteseieira

cafisideiaíocan» ta.ootcantipesanano, comoprecursorda ciertasdoctrinasdé IJítenjy.porsupuesto, coíDc-íitgütsiniaio «icodel sigloXI,Tal cc^niodsadscripc*f«spDtiwleoiesponen ttemanifieslolacomolejifeddKSrinaideun pacientogastadoy occamisia y nam melis-

enmarcado enia {rama delssgioXIV. 7- Filúsofn nf ¡ggQ oudaa marííima (te

wifionatijei^ ^^^^oecítmoítema-

^Ififowna) Trate

« c e r t i s a Plinto. 60,1 su jfípia relato

sobre el prodigio de

^arGáfelo{/tostará « to fltL í, 7. c. 52), fnedíaiueun semejante^

9 Galeno sospechó que lo que el equilibrio del cerebro era la mente, p. 273, e. 2 ,1. 29. 9 La opinión de Galeno, en sinto­ nía con Platón, sobre la diversi­ dad de almas, p. 300, c. I, . 1. 47. 9 Se explica por qué se obtiene mejor la generación de aquel ele­ mento cuyas disposiciones ya han sido educidas (aunque no se mantengan en uno nuevo), que la de otro, p. 125* c. 2, L 54, 9 Sobre si el espíritu creador se encuentra en la hembra, p. 127, c. 1 , 1. 2 2 . 9 La opinión de Gentil de Fulgíneo'’ sobre la extinción de la lla­ ma, p. 121, c. 1 , 1. 40. 9 Por múltiples razones, se desa­ prueba lo expuesto por Gentil de Fulgíneo sobre la causa de la extinción de la llama y del sofoco de los animales, p. 121, c. I, 1. 40. 9 Se explica como el ejemplo, pues­ to por Aristóteles, sobre el geó­ metra que duerme es impertinen­ te para explicar cuál es la causa que procrea, p. 140, c. L l. 44. * Por qué las cosas pegajosas se adhieren a cosas contiguas, cuando muchas de ellas no se continúan, p. 104, c. 2,1. 6 . 9 La opinión de Gregorio de Ríminiüsobre la noción de fantasmas. p. 25. c. 2. 1. 17. 9 Se desaprueba la opinión de Gregorio sobre el conocimiento intuitivo de los fantasmas, p. 39, c. 2 , 1. 1 . 9 Conforme a las razones del autor de esta obra, se desaprueban las soluciones de Gregorio, Ibid* p. y c., 1. 41. H 9 Galeno fue el máximo heresiarca, p» 1 c. 2,1. 5* 9 Las regiones de todo el mundo cosechan muchas hierbas de poco valor, p. 282, c. 1 , 1. 1 1 . 9 El prodigio de Hermotimo de Clazomene'*, p. 288* c. 1,1. 25. La opinión del médico Hipócra­ tes —en su libro De Humana Natura—sobre los principios de la cosas de la naturaleza, p. 107, c. 2,1. 7. ANTONIANA MARfíARJTA

9 Hipócrates, convencido por experiencias, disintió de los filó­ sofos anteriores. Ibid., p. y c., L 26. 9 El experimento con el que Hipó­ crates demostró que el todo no es el uno fue muy válido para que el hombre no sintiera dolor. Ibid., p. y c., 1. 40. 9 Se explica como Hipócrates opi­ nó que los elementos constan de materia y forma —lo que, según todos afirman, creyó Aristóte­ les-, p. 109, c. I, 1. 24. 9 Los hombres que no estaban acostumbrados al desayuno, no sentían hambre antes de la hora del mismo; los que si lo están, sienten hambre antes, p. 2 2 , c. 1 , 1.45.

Hermótimo de Clararonss. Sesada su alma (fcl cuerpo. errando y vagsfictó durante mudlü tiempo y por mucrios patajes (creencia úriieoptagórica sobre la preexistencia y traismi?ac¡ún de las aimas'f. anuncio Fiuc!\as cosas que no podra conocer de no naüer estado presente en esos luga­ res En fll mismo sentí•M y con re’sn?rcia nominal expresa, esté &1 recusé '36 Pilápas de ftabei vivide sucesívamsntflenAiJhaüdss. WjodeHermgsytfeuna madre m a&, en el héroe troyaw Eufcrto, en He-rnDl tuo de Ctazomen&s'/ en P-rro, pescador de Délas, fasta el pirco sue. Gyando ladra?» un perro, sb le quedó esíucfiytíc porque le parecía recEisKeí en ei lad^do a la ve/ de -jt

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8. Janobus Fabri Stapulensis, rras conocido tünv:- Jacquss Leífivrc

* Se muestra la paráfrasis alterada de Jacobo Fabef® en Meteorolo­ gía, p. 114, c. 2 , 1. 35. 9 Jacobo Faber también cometió muchos errores en la paráfrasis a De Anima, p. 115, c. 2 , 1. 15. 9 Se discute sobre si los montes incendiados queman el aire, p. 1 1 2 , c, 1 , 1.40. 9 Se exponen dos dudas sobre el elemento ígneo, y se resuelven, p. 113, c. 1, 1. 40. o Según Aristóteles, la naturaleza del fuego es incierta. Otras muchas opiniones de este filóso­ fo, p. 114, c. L I. 16. * Se explica sobre lo que concier­ ne al fuego, p. 115, c- 2 , 1. 28. 9 Se resuelven las dudas que sur­ gen sobre el fuego, p. 116, c. 2 , 1. 23. 9 Según opinión del autor de esta obra, se explica la pureza del fuego. Ibid., p. y c., 1.43. 9 Se percibe el fuego compuesto de mezclas cuando penetra en las visceras de los animales

[ XXII ]

ííElapies j 1450-1537). pcit su ciudad de origen (ttapíes-Picsídiaj Gran humanista dotado de una amplísima cuítura [lenguas bíblicas y modernas, m a le ó te , ii ‘osofia). esiudra en París, vcaia por lral-3 y entra en crviacto ;on los humanistas de la épcca. Pese a mosliai dodfrttalmante un taiaute c tx iriito -aunque en aoiefía oposición a la escolásti­ ca-, sus falsas bihffcos le ocasionaron una aeussciónae heeiía. una ssr¡e cfs persecíjciones (amena­ zado por laScrbonayEl Parlamento! y la condeia de dos ás sus aíras [De Marta M¿Qü3¡m?t J rim Cfrrislt. y ComentsricsilEvawie-

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