GARZ N VALD S E. El Concepto de Estabilidad de Los Sistemas Pol Ticos.

'l ' I ~-...'~ BIBLIOTECA DE ET ICA, FILOSOFIA DEL DERECHO Y POLITI CA -- 21 Dirigida por Erncsto Garzon Valdes y Rodol

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BIBLIOTECA DE ET ICA, FILOSOFIA DEL DERECHO Y POLITI CA -- 21 Dirigida por Erncsto Garzon Valdes y Rodolfo Vazquez ·

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ERNESTO GARZON VALDES .----

EL CONCEPTO DE · ESTABILIDAD DE LOS SISTEMAS POLITICOS

Distribuciones Fontamara, S. A.

Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1987. Primera edici6n mexicana: 1992

Para Delia

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Derechos reservados conforme a la ley

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0. INTRODUCCION

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El proposito de esre rrabajo es formular una propuesta de defini.ci6n del concepro de estabilidad de: los sistemas politicos y procurar demostrar su plausibilidad a traves de su aplicac16n a casas romados de Ia hisroria de America Latina. Habrc de referirme a Ia estabilidad de sistemas politicos en general y solo marginalmente considerare el aspecro de su legitimi.dad. Esta lin1itaci6n responde a una exigc:ncia me rodol6gica: mientras que d juicio de legitimidad es de naturaleza normativa y su justificaci6n es, en ultima instancia, de tipo moral, el juicio de estabilid ad es descriptivo y su verdad o falsedad depende de Ia existencia de caracterfsticas empiricamente comprobables, sin que i~porte Ia calidad moral de las acciones que las provocaron. La distinci6n entre..estabilidad y legitimidad es muy similar a Ia que en el campo de Ia teorfa del derecho suck hacersc entre Jcrccho positi\'O eficaz y derecho jusro. Asf como cuando se dice que un determinado derecho positivo es eficaz no se predica con ello su ca!idacl moral, asi tampoco cuando se afirma que un sistema politico es esrable se quiere decir sin m:is que posee legitimidad . Se puede estar en contra de Ia pena de muerte por razones morales y considerar que rodo regimen juridico que la imponga es injusto; pero afirma r por clio que eJ orden normarivo posirivo de algunos· Esrados feder;des no rteamcricanos no cs derecho positi vo eficaz serfa una -conclusion que despertarfa !a sorpresa no solo por parte de los juristas sino rambien del !ego. E igualmente sc pueden rener fundadas d:.1d:ts ace rca de Ia legitimiclad del rcgime.n de Srali n sin por cllo ncgar su estabili dad. El m:is ligero an:ilisis de la realidad juridica y politica nos revela que no es contradicto rio hablar de sistemas juridicos eficaces pero injusros y de sistemas poll ticos estables pero carentes de legitimidad. Ni la jusricia es condicion necesaria de Ia cficacia de un sistema jurfdico, ni Ia legitimidad lo 15

t:s con rcspc:cw a Ia csrabilidaJ de un sistema polftico. Y por supuesto que la justicia tampoco t:s conJici6n suficientc de !a cficacia ni Ia lcgitiinidad lo ~; en este caso, Ia mencion del valor «igualdad" haec pensar que: se est• (Hume 1956, tomo 2, 178). 0 se reduce innecesariamente el concepto de legitimaci6n subordinindolo al de legitimidad. Ninguna de las dos posibilidades es atractiva. Pero, ademas, en el mismo ensayo, Pye haec referencia a Ia crisis de legiti- · midad provocada porIa «competencia por cl·poder», con Jo que se ingresa en cl camp o de.: h c.tp :tcidad de imposici(Jn de l pun to dt 1·isra intcrn o. E n lo que sigue, se mantendra la distinci6n propuesta en !a rnrroducci6n. VinculaJos con el punt.o de vista interno (legitimaci6n) dd sistema, hay tres tipos de «Casas limites» que merecen ser tenidos primordialmente en cuenca: a) > de la inconsisten-

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CJa es un anna de doble filo, ya que puedc conrribuir a crear falsas expectanvas y desenc_adenar asf nuevas «casos limitesn. Soore esto volverc en b). Hay, por ultimo, una forma de incon'>istcncia mils grave at:111 que ta~ ,tntenores: Ia contradicci6n o inconsistcncia logica de Ia regia de reconocimicnto. Si se accpta gue forman pane del concepro mismo de dcmocracia h rolerancia de h oposici6n c1ue acn]a demro del marco C:e Ia Constitu~ ci6n, h lihtT manifcsraci6n de !a vQlunrad po!ftica ~ crave? de difercntes p:rtidos }' de rormas legales de paniupauon, por CJllllplo, noes posib!c log:camcnte pretender cstablecer un ~istcma democr:\tico y, a! mismo uempo, manrener hs reglas de juego de.: un sistema olig:irguico de participaCJ6n polluct, promovcr cl caciguismo, ~cracia liberal» de 19161930; conclujo tlnalmcnre a Ia mutacion del sisrem:r. b) La incapacidad de Ia regla de reconocimiento para dar soluciones adecuaclas a siru:rciones ya existenres o a Otr:ts nuevas ~ue surjan denrro de SU am_bitn de apJicaci6n constituye el nucJeo del bien conocido problema . de la trustraci6n de las expectativas. Esre es cl aspecto gue Pye analiza con la expresi6n «eapacidad de rendimiento del gobierno» ( 1971, 136) y sobre c;l gl!e exisre rambien abundance literawra (cfr. entre orros Martin Janicke t9n) A veces este «Caso limite» conduce ai «derrumbe" del sistema. La hisro:ia de l~s rcvolucioncs proporciona buenos eje mpl os al respecto. Orras, la mcapaCid:td es compens:tda con un refuerzo del podcr de imposici6n y el ststema se mannene. Que tal puede ser el caso lo confirma el exiro de 110 pocas dictaduras. No h:~y cluc!a gue el aurnento cle las expect~rivas est;\ esrrecha;nente vtncuhdo c~n el aumenro deb sensibilidad politica de la poblaci6n y que, en estc senndo, una vez gue una sociedad ha realizado el paso de culturas polf ricas «someridas>> a culruras «participanrcs» (para us:lf Ia rerminologfa de Almond/Verba) muclns expect:ttivas pueden sc:r solo sarisfechas a craves de un ~isrema democririco guc asegurc a cada cualla realizaci6n de un plan de vi~a que no este sujeto a privaciones innecesarias. (Una polftica tmpone pnvacwnes mnccesarias cuando existe la posibilidad de una polf48

rica alternariva gue no implica tales privacioncs. Cfr. James S. Fishkin 1979, 18).

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Esta vinculacion entre la satisfacci6n de expect~tivas y formas de gobierno no tir:inicas explica Ia tendencia a pensar gue b legi timidad de un ststcma es condici6n neccsariJ de su cstabiltdad. Un buc.:n ejemplo al respecto cs Ia propucst:t cle NataLo Bonna ( l. A este tipo de cuestiones noes posible dar una respuesta exacta parque la rtalidad que denotan exprcsiones como «mal ciempo», «buen tiempo», «Calvo" y tambicn «esrabilidad» o «inesrabilidacJ, es un continuo que impide trazar una linea clara de demarcaci6n para su uso. Ello implica fatalmenre Ia existencia de zonas de penumbra en las cuales noes clara si es aplirabk o no Ia palabra. Todo intento de precision exacta conduce a propuestas disparatadas como seria afirmar que para que haya mal tiempo es 54

«Mal tiemro" y «buen tiempo», «guerra» y «paz,, «esrabilidad» e «inestabilidad» son t::>.mbicn «palabras polares» y para e lias valcn las dificultades cle Ia vaguedacl y del continuo. . Pero estas caracterfsticas dcllenguaje ordinaria no nos impide ser,virnos de el con notoria eficacia: no tenemos mayor dificultacl en decir que en cierras C:pocas del afio hay «mal tie·mpo» potque llueve bas tame, que Pedro sc quecl6 cllvo precisamcnrc: por perdcr clia a dia algo de pelo o que la presencia de muchas golondrinas es anuncio de verano. Y aungue las cxpresiones «bastante», «algo» y «muchas» son tambien vagas, elias nos permiten establccer gradaciones en las palabras gue designan continuos. Hobbes conocia clemasiado bien los problemas del lenguaje ordinaria como para no percibir este problema. Por cllo, no obstanre ser el «tr.amo de tiempo" un elemenro esencial de su deficinici6n de «mal tiempo» y de la guerra, rccu rrio para dar mayor precision a su cnunciado a! concepro de propiedad clisposicional en combinaci6n con la expresi6n (tambicn yaga) «durante muchos dfas seguidos». La frase de Hobbes, citada fragmentariamente mas arriba, concluye:

«...sino en Ia 111ciinaci6n a ella durante muchos > (citado Max Bl:tck 1952, 185). Est:l rcfcrcnci:t a! tiempo y- :! i:J, cir,un-;t:uh·i:ts u1