Funcion Formadora

De acuerdo al estudio realizado por Castro (2004) Actitudes y desarrollo moral: Función formadora de la escuela, se pued

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De acuerdo al estudio realizado por Castro (2004) Actitudes y desarrollo moral: Función formadora de la escuela, se puede notar que la autora determina la orientación de la educación desde un marco axiológico potenciador de actitudes y predisposiciones socialmente deseables, la cual representa para la escuela la alternativa mediacional que busca la formación integral de ciudadanos libres. Asimismo conduce las directrices del informe hacia los valores, ligados indisolublemente a la naturaleza humana pues, poseen carácter normativo, lo que implica que los valores más o menos deseables; es este carácter normativo el que permite configurar el marco de actuación de las personas en armonía con el desarrollo individual y social.

En tal sentido la función formadora de la escuela según el autor, está orientada desde tres perspectivas: una, de carácter individual, dirigida al desarrollo de la conciencia personal y el razonamiento moral; otra, de carácter social, que busca la promoción de valores cívicos y de conciencia colectiva; la última, de carácter institucional, sostiene que la escuela se convierte en una realidad particular en la que confluyen y se afectan mutuamente valores personales, sociales e institucionales. La consideración de estas perspectivas, ligadas a la concepción de los valores como entes que pueden ser aprehendidos y por consiguiente enseñados, brinda la posibilidad de destacar y rescatar la función formadora de la escuela como meta explícita de la educación.

Desde nuestro punto de vista se trata, por tanto, de ver la escuela como una institución educativa que tiene la co- responsabilidad ética, moral, social e institucional para constituirse en escenario de formación y socialización en el que, como tal, circulan múltiples sentidos, se producen variados aprendizajes, se abre la opción a la negociación de la diferencia y se funda la convivencia como una expresión de la autonomía, la libertad y la dignidad humana a través de la formación en valores.

Por lo tanto al constituir la escuela como escenario de formación y socialización connota dos tipos de reflexiones: la primera de ellas referida a la configuración de los elementos pedagógicos, metodológicos y estructurales propicios para la orientación de los procesos de enseñanza y aprendizaje; desde esta perspectiva la escuela deberá entrañar el objeto educativo de la formación, el cual por su naturaleza plantea tres metas fundamentalmente: la retención, la comprensión y el uso activo del conocimiento; la expresión que engloba a estas tres metas, es el conocimiento generador, su propósito es el de ser un conocimiento no acumulativo sino actuado, a través del cual se enriquezca la vida de las personas y se les ayude a comprender el mundo y a desenvolverse en él. Así, la escuela deberá intencional sus prácticas educativas a la reflexión crítica y a la participación activa de los actores implicados en la comprensión del conocimiento.

La segunda reflexión que se connota en la estructuración de la escuela como escenario de formación y socialización, es aquella que trata de responder a la pregunta por el tipo de relaciones que configuran un espacio propicio para la interacción, la negociación y la objetivación de nuevos contenidos y sentidos sobre los cuales significar la identidad individual y colectiva de los actores implicados en el proceso de formación. Se está hablando de una escuela que como tal desarrolla una actividad pedagógica, que en términos de Durkheim (1976) propicia una actividad de "socialización" y una actividad social. Como socialización, hace referencia al proceso de construcción de la identidad individual y a la organización de una sociedad; como actividad social, se refiere a los diversos modos de pensamiento que constituyen la coherencia social. La escuela como escenario de socialización deberá configurarse como un lugar propicio para que los sujetos que asisten a ella se sientan incluidos

y motivados a ser ellos mismos; deberá seguir siendo pensada alrededor de los posibles sujetos que bajo un criterio de lo humano son educables.

Para castro (2004), existen grandes expectativas en el papel protagónico de la educación y de la escuela, en particular, con relación al desarrollo moral de los individuos, y en su intervención pedagógica para el fomento y formación de los valores y actitudes que garanticen no sólo la eficacia del proceso educativo sino el desarrollo moral y la formación integral de las personas. Indudablemente que en este campo la educación juega un papel muy importante, y la escuela, como concreción de ella, se convierte en «...un ámbito de reflexión individual y colectiva que permite construir de modo racional y autónomo, principios generales de valor...» (Bolívar, 1995:50).

Desde esta perspectiva la autora cita a (Pérez y Ruiz, 1995) los cuales manifiestan plantean que, la orientación de la educación desde un marco axiológico potenciador de actitudes y predisposiciones adecuadas puede responder a los vertiginosos cambios de la sociedad, representa para la escuela la alternativa mediacional que busca la formación de ciudadanos libres, con valores democráticos y orientados al logro de profundos cambios cualitativos.

En este orden de ideas, sin duda que la «educación en valores» se ha constituido en una fuerte tendencia ciertamente justificada en la necesidad que tenemos los seres humanos de «comprometernos con principios éticos» que permitan «evaluar nuestras propias acciones y las de los demás». Valdría la pena reflexionar en torno al significado que tienen los valores para cada uno de nosotros… No sería un ejercicio sencillo… Nunca lo ha sido. Los valores están altamente relacionados con la naturaleza humana y social de los individuos, de manera que su caracterización y comprensión van ligadas indisolublemente a ella.

En relación al estudio de Castro (2004) la educación en valores es una intención formadora que pone sus esfuerzos en hacer que lo aprendido sea significativo y transformador del actuar humano, que perfila una escuela que en sí misma propone una comprensión del mundo, de sus relaciones y de las estructuras más adecuadas para vivir humanamente; en ese sentido, propone una pregunta por el tipo de institución que se debe estructurar para lograr que dichas opciones sean un hecho. Se trata entonces de una escuela concebida como el espacio donde se construyen ambientes estructurales y globales para la transformación del sujeto, mediante los cuales se propicia el desarrollo del talento como la herramienta más elaborada del hombre para fabricar un conjunto de abstracciones sobre el mundo real y sobre sus propias idealidades, y al mismo tiempo, reconocer en las habilidades y destrezas diversas formas de racionalización que recrean y crean situaciones más propicias para el desarrollo humano de los sujetos comprometidos en un proceso de formación. De esta forma la escuela es un espacio de interacción, construcción y desarrollo de potencialidades necesarias para la

comprensión

transformaciones.

del

mundo,

sus

relaciones

y

sus

posibles