Estructura Familiar Inconsciente

ABUSO SEXUAL INFANTIL Y ESTRUCTURA FAMILIAR INCONSCIENTE Comprensión del trauma por abuso sexual desde el psicoanálisis

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ABUSO SEXUAL INFANTIL Y ESTRUCTURA FAMILIAR INCONSCIENTE

Comprensión del trauma por abuso sexual desde el psicoanálisis de familia

Descriptores: abuso sexual, estructura familiar, trauma

Eje temático: Familia y Pareja

Autores: Grupo de Estudio Psicoanálisis de Familia y Pareja – Sociedad Colombiana de Psicoanálisis

Pedro Fernández ([email protected]) Berta Elena Fonseca Luzmila Grajales Marta Lapacó Sara Patricia Moreno de Coral Fanny Sabogal de Laverde Alejandra Silva

Organiza Federación Psicoanalítica de America Latina Septiembre 23 AL 25 de 2010 Bogotá - Colombia

ABUSO SEXUAL INFANTIL Y ESTRUCTURA FAMILIAR INCONSCIENTE Comprensión del trauma por abuso sexual desde el psicoanálisis de familia Descriptores: abuso sexual, estructura familiar, trauma Eje temático: Familia y Pareja Resumen Los autores presentan un caso clínico de abuso sexual infantil investigado y tratado mediante el psicoanálisis de familia. Argumentan que dicha forma de maltrato infantil no se explica solamente por la psicopatología individual del perpetrador, y menos aún por una supuesta actitud seductora de la víctima, sino que es consecuencia de una estructura familiar inconsciente enferma. Concluyen que el psicoanálisis de familia puede ser un método de gran utilidad para el estudio y tratamiento de muchos de estos casos. Introducción El abuso sexual infantil es tan antiguo como la humanidad, pero en años recientes los medios de comunicación y las nuevas leyes destinadas a proteger a los menores lo han convertido en tema cotidiano. Suele creerse que este delito involucra solamente a la víctima y al victimario, pero nosotros consideramos que este punto de vista es insuficiente. Pensamos que el abuso sexual es consecuencia de una perturbación psicopatológica en la estructura familiar, y para ilustrarlo presentamos un caso clínico investigado y tratado mediante el

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psicoanálisis de familia, procurando describir la forma en que dicha estructura hace posible la intromisión del abusador, y el lugar que éste ocupa en ella. Consideraciones preliminares La familia es el núcleo social primordial y la referencia para cualquier tipo de agrupamiento posterior. Su estructura básica está conformada por el padre, la madre y el hijo, cada uno de los cuales ocupa un “lugar” (Berenstein y Puget, 1997) y cumple funciones que le son propias. A partir del universo psíquico inconsciente de cada uno se generan relaciones e interacciones con los otros miembros del grupo, creándose así lo que Berenstein (2007) llama una “estructura familiar inconsciente”. Hay situaciones anormales donde estos lugares y funciones se vuelven móviles e intercambiables, lo que lleva a estructuras enfermas que se expresan en variados síntomas, como pueden ser múltiples formas de maltrato a los niños. En el abuso sexual infantil (el cual por definición no se efectúa a través de la violencia sino de la seducción), generalmente el padre, o alguien que ocupa su lugar en virtud de un compromiso emocional especial con la familia, manipula sexualmente a uno (o varios) de los hijos, menores de edad, interfiriendo de esta manera con su desarrollo normal. En estos casos, por lo general no es el abuso en sí mismo lo que lleva a las familias a consultar, sino el bajo rendimiento escolar y otros trastornos de la conducta o la salud física y mental del niño. Las consecuencias del abuso sobre el menor que lo sufre son por lo general graves y duraderas: afecta, entre otras cosas, su vida sexual y su capacidad para criar a sus propios hijos (Porter et al., 1994).

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Fragmento de material clínico Presentamos el caso de una familia conformada por el padre (Andrés), la madre (Carlota) y una hija única (Iris), de diez años de edad. Es la madre quien realiza el contacto inicial, presionada por la escuela a buscar ayuda para Iris. A las dos primeras entrevistas acuden sólo los padres. Se quejan de la falta de interés de la niña por las actividades escolares y de sus continuas peleas con Carlota. Discuten acaloradamente sobre sus respectivos métodos de crianza,

culpándose

mutuamente de los problemas de Iris. Entonces la madre menciona que ésta se había quejado recientemente de que, desde que tenía siete años, Gustavo, un hombre que había trabajado para la familia en calidad de mayordomo, cuidandero y conductor, había incurrido en comportamientos tales como manosearla, hablarle de sexo y pedirle que se desnudara mientras él la observaba. La analista nota que siempre que sale a colación este tema, el padre trata de minimizarlo y defiende a su antigua “mano derecha”, como si dijera “tal cosa no sucedió, no pudo haber sucedido”. Para Andrés, las peleas entre madre e hija, en las cuales la niña trata a la otra de “rata inmunda”, la grita y además la golpea, son culpa de la propia Carlota “por no saberla manejar”. La madre, por su parte, atribuye el problema a que Andrés es muy laxo con Iris; por ejemplo, al permitir que se quede a dormir en el lecho conyugal, especialmente cuando ella se ausenta.1 Toda esta dinámica habla de una estructura familiar perturbada, de la cual las dificultades de la niña son el síntoma. Ésta asiste a regañadientes a la primera entrevista familiar y se

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Tiempo después de la suspensión del tratamiento se supo que Andrés no sólo compartía la cama con Iris, sino que también la acariciaba y besaba en la boca.

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sienta en la silla destinada a la madre.2 Desde el principio salta a la vista la inversión de los lugares: Carlota se muestra incapaz de diferenciarse y poner límites, cede su puesto sin protestar, mientras que Iris exhibe una conducta tiránica que caricaturiza la función de autoridad de los padres. La analista dice: “Parece como que mamá e Iris fueran una sola. Por eso Iris no puede separarse de mamá y usar su cajón de juguetes. Todo esto, mientras papá permanece ausente, tal como sucede en el cuarto de ustedes.” Es así como comienza el tratamiento de esta familia, el cual tiene una duración de ocho meses a razón de una sesión semanal, con tropiezos debidos al retiro temporal de Andrés,3 a un viaje de Carlota, etc. En su transcurso se hace evidente que la conducta díscola de la niña es una actitud defensiva, y que parece obedecer a distintos temores inconscientes: quiere “endurecerse” para no volver a sentir el dolor de haber sido descuidada por sus padres, los cuales habían delegado su crianza en Gustavo y María (esposa y cómplice de este último) desde que tenía cuatro años. Más aún, teme ser culpabilizada de ser la causante de la conducta de Gustavo y de la inminente crisis del vínculo parental.4 El sentimiento de culpa exteriorizado en la “maldad” de Iris se puede articular con la “defensa moral” descrita por Fairbairn (1943): “Más vale ser malo en un mundo gobernado por Dios, que vivir en un 2

La analista ha dispuesto sendas sillas para los padres y, al lado, una mesa de juego y un cajón de juguetes. 3

En estos tratamientos suele ocurrir que el padre, si es que alguna vez acepta participar, huya cuando la tensión emocional y la angustia persecutoria se le vuelven intolerables (Porter et al., op. cit.). 4

Posiblemente, el pacto de silencio que imperaba sobre el abuso sexual de Iris tuviera la función de impedir el enfrentamiento directo y la separación de los padres, cosa que efectivamente sucedió poco después de la interrupción definitiva del tratamiento.

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mundo gobernado por el diablo.” Prefiere ser ella la culpable y la mala, en vez de sentirse rodeada de objetos malos que le ocasionarían gran desamparo e inseguridad. La utilización de los sueños en el psicoanálisis de familia En estos tratamientos, el sueño narrado por un miembro se interpreta en función de la estructura familiar inconsciente. Para ello se emplean las asociaciones de todo el grupo. En una de las últimas sesiones, Carlota cuenta: “Soñé que María le entregaba a Iris a Gustavo, como para que él hiciera con ella lo que quisiera. Curiosamente, Iris me contó que esa misma noche había soñado que Gustavo y María llegaban juntos. Es como si ella y yo por fin estuviéramos de acuerdo.” Las asociaciones previas y posteriores confirman la identificación y alianza inconsciente de los padres de Iris con la pareja de abusadores. Poco antes, Andrés había comparado a María con Carlota “como si fueran dos mujeres iguales”. Por su parte, esta última había comenzado a entender su identificación con la empleada, a quien había enseñado a vestirse y arreglarse como ella misma, haciendo la vista gorda ante los continuos hurtos de sus artículos de belleza y cuidado personal. La familia está ahora a un paso de entender que, en el sueño, Carlota está desplazada en la persona de María y entrega a Iris a Andrés, figurado como Gustavo. Por otra parte, el sueño de Carlota en concordancia con el de la niña deja ver una incipiente recuperación de su función continente y protectora, que se hallaba extraviada y proyectada en la pareja de cuidanderos, los cuales representaban también a sus propios padres y a los de Andrés.

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Conclusión Los primeros esfuerzos clínicos y teóricos del psicoanálisis se fundamentaron en la idea de Freud de que los avances sexuales del adulto sobre el niño (la seducción en sentido estricto) siempre tenían efectos traumáticos. La experiencia clínica y personal nos advierte que la seducción infantil, en sus múltiples formas, es un hecho real y frecuente. Ahora bien, el psicoanálisis de familia ofrece la oportunidad de investigar y tratar en forma directa las consecuencias del abuso sexual, así como de comprender mejor la dinámica familiar que hace posible que éste ocurra. De hecho, pensamos que en el caso que nos ocupa es la intervención sobre el grupo familiar, entendido como paciente total, lo que permite la comprensión analítica y cierto grado de restitución del lugar de los integrantes, cosa que los beneficia a todos. Consideramos que esto difícilmente se habría logrado con un análisis individual de la niña, puesto que el funcionamiento global de la estructura se habría quedado sin comprensión y, seguramente, intacto. Concluimos también por el caso estudiado que el trauma por abuso sexual se superpone al trauma previo por abandono, negligencia, depresión, etc. Bibliografía Berenstein I (2007). Del ser al hacer. Buenos Aires, Paidós. Berenstein I y Puget J (1997). Lo vincular. Clínica y técnica psicoanalítica. Buenos Aires, Paidós. Fairbairn WRD (1943). La represión y el retorno de los objetos malos. En: Estudios psicoanalíticos de la personalidad. Buenos Aires, Hormé (1978). Porter R et al. (1994). Child sexual abuse within the family. Londres y Nueva York: Tavistock.

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