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APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN Y A LA SEMIÓTICA LITERARIA Profesor Eddie Morales Piña Universidad de Playa

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APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN Y A LA SEMIÓTICA LITERARIA

Profesor Eddie Morales Piña Universidad de Playa Ancha 1. Introducción: El presente trabajo sobre teoría literaria tiene como objetivo

principal

examinador

y

caracterizar

algunas

nociones

fundamentales de la Estética de la Recepción y la Semiótica Literaria. Durante bastante tiempo la crítica literaria ha valorado la obra, el texto o el discurso, desde el punto de vista de la producción del fenómeno literario, es decir, ha sido una crítica basada en el objeto más que en el sujeto o en el consumidor literario; importa ahora cómo el dato textual transita desde el emisor al receptor quien lo decodifica; esto es desde una perspectiva de la recepción literaria. “La estética de la recepción es una orientación creciente que recuerda que el campo literario no sólo está constituido por autores y obras sino que también por lectores” 1. Por otro lado, desde el campo de la semiótica como teoría literaria post-estructuralista, “se constituye proclamándose tanto un nuevo terreno como una nueva disciplina del conocimiento, que surge desde una diversidad de teorías del texto, hasta llegar a ser una teoría de los signos, sus relaciones y conjuntos, acomodando también los paradigmas interpretativos del lector, y los horizontes de expectativas propios de la noción de competencia textual”2. En general esta monografía sobre teoría literaria tratará de

evidenciar

tanto

la

validez

como

los

aportes

específicos

y

significativos de ambos métodos teórico-literarios. En ella se muestra la indagación en textos y autores críticos de ambas posiciones teóricas, así como una posición personal frente al tema.

En este sentido no se

pretende llegar a agotar todas las implicancias críticas que involucran a la recepción y a la semiótica literarias.

De esta manera el trabajo se

1

plantea como una primera aproximación al tema sin un carácter taxativo. En una primera instancia se aborda la Estética de la Recepción en tres núcleos temáticos que son el texto, el lector y la lectura. En un segundo momento se hace el mismo balance respecto de la Semiótica.

En un siguiente apartado se relacionan ambas teorías,

comparándolas y contrastándolas.

Debo señalar que los tres puntos

revisados –texto, lector, lectura-, así como otros conceptos básicos son mostrados ínsitos en el desarrollo del discurso teórico y no como unidades independientes o subtítulos del mismo. La monografía concluye con algunas consideraciones finales a modo de conclusión provisional, además de las notas y bibliografía correspondiente. 2. La Estética de la Recepción: A juicio de Oscar Tacca “uno de los cambios más importantes registrados en la crítica contemporánea es el esfuerzo por ver la obra no desde el lado de la producción, sino de su consumición”3. Por otra parte, Karl Alfred Blüher acota que “la contribución mayor a la estética contemporánea concierne, a nuestro parecer, a la introducción de la problemática de la recepción en las cuestiones de crítica literaria”4. De las opiniones de Tacca y Blüher se desprende que de los elementos claves de la comunicación literaria –sean estos el emisor, el mensaje y el receptor-, es el recipendiario, o sea, el lector quien toma el papel relevante en los procesos de producción, intercambio y recepción de los textos. Tradicionalmente, se ha puesto énfasis en la producción de textos; es el autor quien le da sentido a la actividad literaria.

Es

decir, es una estética de la producción. Evidentemente, la literatura es un proceso de producción, pero el texto circula, ya que se consume o recepciona en un espacio diferente al punto de elaboración.

En otras

palabras, no es posible excluir el acto receptivo de los textos, pues hay

2

un complejo proceso de lecturas que incluyen la participación del receptor quien decodifica los signos artísticos. Los planteamientos de la teoría de la recepción, por lo tanto, confieren al lector un lugar primordial, siendo estos de naturaleza post-estructuralista. En el texto hay mecanismos que sólo pueden ser analizados conativamente.

El discurso literario se autoconvoca en su

propia urdimbre estructural.

La estética de la recepción significa el

quiebre del texto como convocador de un solo significado.

Roman

Ingarden reconoce que el texto literario es una estructura no fijada por completo; por lo tanto, es el lector quien viene a llenar los vacíos. Hans Robert Jauss manifiesta, por ejemplo, que frente a una estética de la producción y de la presentación se yergue la dimensión de la recepción literaria y de su efecto en el lector. Dice Jauss: “En el triángulo formado por autor, obra y público, este último no es sólo la parte pasiva, cadena de meras reacciones, sino que a su vez vuelve a constituir una energía formadora de historia.

La vida histórica de la obra literaria no puede

concebirse sin la participación de aquellos a quienes va dirigida”5. El

mensaje

codificado

por

sujetos

individuales

que

configuran el texto literario, está destinado a ser recepcionado por los lectores quienes deberán decodificarlo para darle así significado. “En un extremo se encuentra el autor real del texto literario, y en el otro está el lector real y concreto que percibe, lee, y realiza el texto como tal.

El

texto literario aparece así como un elemento de intercambio (de información, en sentido general), de circulación que, como producto, transita, conectando al autor con el lector”6. El texto es un sistema de signos que tienen un carácter orgánico. significación.

Consiste en una estructura de lenguaje que produce “El texto es, por lo tanto, el tejido lingüístico de un

discurso” –dice Segre, agregando- “cuando se habla del texto de una obra, se indica el tejido lingüística del discurso que la constituye, si por el contrario se alude al contenido, obra y texto, son casi sinónimos”7.

3

Cada sujeto, por lo tanto, tiene cierta competencia lingüística que le permite decodificar el texto valiéndose de los códigos por él utilizados, pudiendo así llegar a la clarificación del sentido de los textos.

La idea de la competencia lingüística se relaciona con el

concepto de lector informado de Stanley Fish el que debe responder a un conjunto de condiciones: “1. es un hablante competente de la lengua con la cual se construye el texto; 2. está en plena posesión del ‘conocimiento semiótico’ que un oyente maduro necesita para sus tareas de comprensión, incluido el conocimiento (es decir, la experiencia tanto como

reproductor

probabilidades

como

oyente)

distributivas,

los

de

los

rasgos

conjuntos

idiomáticos,

lexicales, los

las

dialectos

profesionales y de cualquier otro tipo, etc.; 3. tiene competencia literaria”8. Mediante esta competencia que como lector informado tiene, “el lector se acerca a los textos literarios e interpretando sus elementos, los procesa eliminando la información irrelevante”9. Los códigos de los receptores son utilizados para hacer hablar al texto, porque “la realización del texto está –dice Segre- en un estado de continuo potencialidad.

El texto es una materia atravesada por líneas escritas

que están inertes hasta que se leen. El texto no empieza a significar, y a comunicar, hasta que interviene el lector”10. El lector como principio activo forma parte sustancial del efecto generativo de las prácticas textuales. Un texto tal como aparece en la superficie es como una cadena de artificios que el lector debe actualizar mediante el lenguaje y el proceso de lectura. “El lenguaje es un código con el cual el lector descodifica el significado del mensaje que le interese a él. (...) El texto es un estímulo externo que actúa sobre los sentidos y a través de la percepción sensorial se constituye como una transferencia de información.

La cognición descodificadora es siempre

una lucha entre el autor y su lector, que acontece en la actualización del texto, la lectura”11. Los lectores leen, por lo tanto producen. A medida que se ingresan en la obra, se la transforma en texto: el lector de un evento

4

produce un significado. Los textos no existen sino en la experiencia de lectura, pues lo que hay antes son datos no procesados.

En el

fenómeno de la lectura se toma un dato textual produciéndose luego el proceso de semiosis. “El texto constituye –dice Segre- un diafragma síquico: antes de él está el esfuerzo del emisor para traducir significados a signos literarios, después de él el esfuerzo del destinatario para recuperar los significados recluidos en los signos. La segunda operación se conoce mejor, ya que cualquier lector la puede experimentar; además, realiza estrategias que se pueden programar y mejorar, al contrario de lo que ocurre con el procedimiento asistemático, y en gran parte misterioso, del emisor”12. De lo que se lleva dicho hasta aquí, el lector ocupa la posición clave en los procesos de lectura y de comunicación literaria. Es decir, la lectura en tanto diálogo entre lector y texto, constituye en sí el acto de semiosis por excelencia.

Juri Lotman afirma que “entre el texto

y su público se forma una relación caracterizada no como percepción pasiva sino como diálogo. Este dialogismo se caracteriza no sólo por el código común de dos enunciados yuxtapuestos, sino también por la presencia de una memoria común compartida por el emisor y el destinatario”13.

Por su parte, Manuel Jofré también ve al texto como

una suerte de comunicación al que se aplica el lector “para realizar procesos de extracción de significados (algunos de ellos previamente codificados por el autor)”14. La estética de la recepción evidencia que el lector es quien con su participación activa el que revela el contenido de los textos. Tacca distingue tres vías de exploración en torno al papel del lector en el proceso de lectura: “La primera corresponde esencialmente a la consideración del lector como parte de la tríada indisoluble (autor-obra-lector) en que se consuma la realidad de la obra. Las preocupaciones cardinales a este

5

respecto podrían verse sintetizadas en los estudios consagrados al leer. Se trata fundamentalmente de una fenomenología de la lectura”15. La segunda vía “concentra su interés en el lector como elemento estructurante de la obra. El destinatario no es algo externo a ella, para ser tenido en cuenta después de su estudio, sino una entidad determinante de su ser...”16. Por último, Tacca distingue una tercera vía de exploración que se detiene “en el análisis del destinatario del relato, pero viendo a éste como una de las formas (muy particulares, por cierto) de la comunicación lingüística en general. Jakobson ha desbrozado el camino con sus develadoras distinciones entre el proceso de enunciación y lo enunciado,

entre

el

protagonista

agente

(destinador)

o

paciente

(destinatario) de ese proceso de enunciación; Benveniste ha contribuido con sus agudas reflexiones sobre la categoría de ‘personas’; en fin, Martínez Bonatti ha replanteado el circuito de la comunicación narrativa poniendo especial énfasis en el carácter imaginario (es decir, dado en un plano diverso del lingüístico normal) del hablante, del lenguaje y del destinatario de la situación narrativa”17. Las citas de la obra de Tacca permiten apreciar que el factor lector no sólo está involucrado a nivel intratextual, sino también en el plano extratextual.

De hecho, hay métodos que trabajan con el

lector intratextual (narratario) y otros con el lector extratextual (por ejemplo las sociologías de la literatura). Me parece que, esencialmente, la estética de la recepción estaría evidenciada a través de la vía de la fenomenología de la lectura, en tanto que el evento literario es un proceso de codificación y decodificación que implica necesariamente a un receptor, descifrador de los códigos de lectura del texto literario. “Al declararse que el significado de un texto no es independiente del lector se ha destruido la objetividad del texto. El significado puede ser visto como una función de la reacción del lector a un texto”18. La lectura es el evento decisivo dentro del proceso de comunicación literaria porque en ella el lector participa en la producción

6

de sentido, transformándose en co-creador del texto”19. Es en el acto de la concretización que realiza el lector en la lectura del discurso que “proporciona existencia a la obra literaria”20. Es en la convergencia texto y lector en que el significado del texto surge mediante el proceso de actualización. El acto de lectura resulta así fundamental para darle sentido al texto como tejido lingüístico que contiene significaciones.

Beatriz Sarlo acota, citando a

Susan Suleiman, que “el acto de lectura es definido esencialmente como una actividad productiva de sentido, que abarca las actividades complementarias

de

selección

y

organización,

anticipación

y

retrospección, formulación y modificación de expectativas en el curso del proceso de lectura”21. Tal como lo ha señalado Sarlo, Iser considera que el rasgo distintivo de la literatura es la indeterminación textual, es decir, la ausencia de una correlación exacta entre los fenómenos descritos en los textos

y

los

referentes

extratextuales,

es

indeterminación, la imposibilidad de verificación. se

le

abren

dos

indeterminación: concepciones

“o

previas

posibilidades bien o

para

proyecta bien

se

llegar

sobre

dispone

el a

la

que

provoca

la

Según Iser, al lector a

‘normalizar’

la

texto

sus

propias

revisar

sus

propias

concepciones previas (...) Sólo en el acto de leer se reemplaza la indeterminación por el significado”22. Para este teórico ninguna lectura puede agotar todo el potencial de un texto, sino que tiene la particularidad el discurso de prestarse a múltiples concretizaciones. Por lo tanto, la involucración del lector es vital para cualquier tipo de texto a fin de que dicha relación entre lector y texto permita la absorción de lo no familiar por el receptor, actitud que el autor estimula para atraerlo.

Cuanto más

indeterminación hay en un texto, mayor es la participación del lector y su imaginación, que está destinada a llenar los vacíos o los hiatos que existen en el texto y que incentivan el proceso de lectura.

Así, Sarlo

anota que “el texto literario no es un lleno, sino un espacio globular,

7

atacado por intersticios, blancos, fisuras, saltos, elipsis, silencios que ponen al lector en la obligación de realizar una serie de operaciones, no para restituir una unidad que nunca ha existido, sino para construir un sentido que no yace absolutamente inerte en el texto”23. Jauss entiende que en la relación entre literatura y lectores hay una doble implicancia, tanto estética como histórica.

“La

implicancia estética consiste en que la recepción primaria de una obra por el lector incluye ya una comprobación del valor estético en comparación con obras ya leídas. La implicación histórica se hace visible en el hecho de que la comprensión de los primeros lectores prosigue y puede enriquecerse de generación en generación en una secuencia de recepciones, con ello decide también acerca de la importancia histórica de una obra y hace visible su categoría histórica”24.

Estas ideas se

conectan con el postulado del mismo Jauss respecto a un horizonte de expectativas fijada no sólo en el momento de factura del texto, sino también en el ahora de la lectura. Para Fokkema e Ibsch “el concepto de horizonte de expectativas desempeña un papel central en la teoría de Jauss. La reconstrucción de dicho horizonte es una de las tareas de la teoría de la recepción y sirve como punto de referencia para la construcción del sistema literario. Jauss tomó prestado el concepto de Karl Popper y Karl Mannheim y ello explica el significado específico asociado con el término en toda su obra”25.

Por otra parte, Cesare

Segre aunque no alude a este horizonte de expectativas, en cierta forma se deja entrever cuando dice que “el emisor puede tener un destinatario previlegiado, pero sabe que su texto puede o debe ser leído también por otros; en el caso de los textos literarios, el número de futuros lectores tiene una cierta relación con su valor”., y agrega: “nacido en un momento del tiempo, el texto puede volver a ser propuesto en el transcurso del tiempo”26. La actividad de la lectura evidencia, por lo tanto, que no hay un significado final del texto, sino que como tejido lingüístico produce en cada acto de lectura nuevos fenómenos significativos que los

8

lectores concretizan en la relación dialógica con el texto, al decir de Jauss. Este es a su juicio el primer hecho primario para la historia de la literatura. Así también Humberto Eco se propone en su libro The Role of the Reader: Explorations in the Semiotics of Texts, elucidar “el papel cooperativo del destinatario al interpretar mensajes”27.

Sorensen

agrega que Eco “incorpora una perspectiva diacrónica, estableciendo un interesante paralelo entre la autonomía de descodificación permitida por obras de un período dado y su contexto político y social”28. 3. La Semiótica Literaria: Para Jenaro Talens29, el término semiótico es un concepto utilizado según acepciones divergentes; además es conveniente, dice él, clarificar la oposición ( o no) semiótica/semiología, y por otra parte la multiplicidad semántica inherente a ambos conceptos. “Hoy día (...) siguen existiendo voces autorizadas que conceden a ambos términos (semiótica/semiología) valores diferentes, lejos de la que fue, en su origen, su marca de distinción: el origen angloamericano del primero (Locke, Peirce, etc.) y el origen europeo continental del segundo (Saussure)”30. El ensayo de Talens recoge una serie de definiciones divergentes sobre ambos conceptos.

Según Talens, “A.J. Greimas,

propone una terminología, de base hjelmsleviana, que reserva el nombre de semiótica para cada una de las disciplinas que analizan la expresión y el de semiología para las que se centran en el contenido. Luego Greimas subdivide las semióticas en cualitativas y discriminativas, que corresponden a las ciencias humanas y naturales, respectivamente. Las disciplinas que, a su vez, tratan de la semiótica y de la semiología son metasemióticas, y metasemiológicas.

Propone, además, una

semiótica de los modelos semiológicos y una semiología de los modelos semióticos, que tienen en cuenta la alternancia de los planos de la expresión y del contenido”31. También es citado por el teórico español Ferruccio

Rossi-Landi quien distingue entre semiótica como ciencia

9

general de los signos y semiología como ciencia de los signos ya codificados. Por otro lado, Julia Kristeva propone definir semiótica como “discurso técnico, en cuanto surgido de una aspiración a convertirse en ciencia empírica que tiende a construir el modelo de las prácticas significantes

con

ayuda

de

fórmulas

lógicas,

matemáticas

y

lingüísticas”32. En el Diccionario razonado de la Teoría del Lenguaje, Greimas y Courtés aclaran que “el término semiología que concurre con el de semiótica para designar la teoría del lenguaje y sus aplicaciones a los diferentes conjuntos significantes, se remonta a F. De Saussure, quien abogaba por constituir bajo esta etiqueta, el estudio general de los sistemas de signos”33. Más adelante agregan que entre la semiología y la semiótica se ha abierto una fosa, porque la semiología “considera que las lenguas naturales sirven como instrumento de paráfrasis para describir los objetos semióticos”, mientras que la semiótica tiene como primera tarea construir un metalenguaje adecuado.

Respecto a la

relación de ambas con la lingüística, Greimas y Courtés señalan que “en apariencia la semiología rechaza la primacía de la lingüística, al insistir sobre la especificidad de los signos y de las organizaciones que pueden ser reconocidas en las semióticas no lingüísticas; mientras que la semiótica es considerada como estrechamente ligada a los métodos de la lingüística”34. En definitiva, se distinguen tres tipos de semiótica: la semiótica de los signos, la semiótica de los códigos y la semiótica de la significación. La semiótica de los signos es una reflexión acerca del sentido de los signos mismos.

Esta semiótica se centra en la unidad

mínima de un sistema; se trata de fundar teóricamente la definición de signos y clasificarlos. Es una semiótica de comienzos de siglo marcada por las definiciones de Saussure. Posteriormente, las investigaciones de Lacan

y

Derrida

cuestionaron

los

planteamientos

especialmene su concepción del signo.

saussureanos,

Derrida considera que las

10

oposiciones tienen un carácter metafísico; para él no es posible establecer una semiótica basada en estas oposiciones –por ejemplo, significante/significado; lengua/habla-, porque significa darles un valor metafísico, trascendente.

Frente a esto postula la necesidad de

establecer una nueva disciplina que no acepte ningún significado previamente establecido y que no instituya equivalencias de sentido y que está más abierta al juego de las diferencias y no de las oposiciones. Para Derrida la gramatología debiera ser la nueva semiología.

La

gramatología es la crítica del logocentrismo y del fonocentrismo, según lo explica Derrida en entrevista a Julia Kristeva35: “La gramatología debe deconstruir todo lo que liga el concepto y las normas de la cientificidad a la ontoteología, al logocentrismo, al fonologismo”. La semiótica de los códigos es más desarrollada que la anterior.

Los

códigos

son

conjuntos

de

signos

organizados,

cristalizados, formalizados; es una fase más avanzada porque se analizan unidades semióticas mayores: textos o discursos. Enfatiza en Jakobson y en Barthes. “Cada discurso es un mensaje enviado por un emisor a un destinatario según un código común.

Pueden cambiar el

contexto y el tipo de contacto, pero queda la individualidad de los dos sujetos principales, emisor y destinatario”36. La semiótica de la significación enfatiza en la interacción pragmática; entre la relación de los usuarios del signo con el signo mismo.

Esta semiótica tiene de especial que incorpora al sujeto

humano, lo que se concentra en los planteamientos de

Barthes, Eco,

Lotman y Jakobson. Es importante destacar que la subjetividad viene siendo un problema no resuelto ni en la lingüística ni en la teoría literaria.

Sólo a partir de la influencia del sicoanálisis viene a ser

tomado en cuenta en relación a los signos. Se produce un tránsito de lo ontológico a lo epistemológico; una despreocupación por los referentes y una preocupación en torno a los criterios de conocimiento implicados en el proceso de semiosis. Lo que importa es la actividad semiótica misma.

11

El sujeto es el que provoca la semiosis y, a su vez, él mismo es un texto para ser leído. El

discurso

o

la

experiencia

de

semiosis

es

una

transacción significativa entre dos sujetos a través del signo. La experiencia de semiosis –el encuentro significativo entre un significante y un significado- siempre incluye a un sujeto que percibe al mismo tiempo la experiencia de lectura, incluye una manipulación de los signos que implica un cierto grado de modificación. En toda experiencia de lectura hay un sujeto interpretante que consume signos y estos, usualmente, apuntan o se refieren a un objeto que puede estar dentro de la estructura misma en el caso de la ficción o fuera del texto en el caso del discurso documental. El ejercicio del lenguaje produce, pues, la manifestación semiótica en forma de encadenamiento de signos. Cada vez que se vuelve al concepto de signo se insiste en la dicotomía entre connotación como características primarias de los signos, especialmente en Barthes en su teoría de la imagen37. Denotación es el significado literal de algo. Siempre todo signo contiene una proyección simbólica, algo significativo para el sujeto que lo emitió, así como para el que lo recibió. Barthes pensó que la denotación es el camino de la liberación de la semiosis.

La denotación es el lugar del

lenguaje en que no intervenía el sujeto, ni se provocaba la distorsión, sino que era el camino para interpretar la realidad y el contenido de los signos. La connotación, por otro lado, también era imposible de eliminar del signo porque todo signo lleva la posibilidad de significación añadida, pero propia del signo. Para Derrida, en cambio, el lenguaje es siempre símbolo y nunca puede llegar a ser denotación. Al respecto, Segre acota que “esta naturaleza semiótica es fácilmente demostrable por lo que se refiere a los textos literarios dada la presencia ineludible de hechos de connotación. La connotación una serie riquísima de relaciones entre los elementos del discurso literario que no son las reguladas por la gramática y por la sintaxis: en la linealidad del discurso lingüístico, la

12

connotación recaba una densa superposición de recorridos (verdaderos hiperdiscursos) desde el ámbito fónico al semántico. Esta superposición es la que amplía las posibilidades comunicativas del discurso, más allá de la pura información”38. El consecuencia, complejidad

texto

contiene del

es y

carácter

un

sistema

transmite de

la

comunicativo

sentido.

información

y

que,

en

Según Lotman

“la

transmitida

implica

inevitablemente la complejidad del sistema semiótico utilizado”39.

De

allí que el texto puede ser caracterizado como un sistema semiótico sumamente complejo. “El texto (...) es, pues, la construcción compleja de un sentido, en que todos los elementos en juego –signos, relaciones estructurales, etc.- son elementos de sentido (y de allí la inutilidad de hablar de la dicotomía fondo/forma en arte, puesto que todos los recursos formales comportan contenido y, por lo tanto, transmiten información”40. El texto no es sólo una sucesión de signos en el intervalo de dos límites externos, sino un conjunto de signos con una organización interna, característica y necesaria al texto, y lo convierte a nivel sintagmático, en un todo estructural. Talens siguiendo a Charles Morris en su teoría semiótica, distingue tres niveles de funcionamiento de los signos: “El nivel sintáctico analiza las relaciones entre los signos.

El

nivel semántico, las cuestiones referentes al significado de los signos. El nivel pragmático, las relaciones que se establecen entre los signos y los usuarios”41. El lector se encuentra entre dos planos: la comprensión y la modificación.

“El lector que tiene hacia el polo de la comprensión

toma la misma actitud que el crítico; el segundo se diferencia del primero sólo por lo sistemático de su aplicación, por la conciencia metodológica y por el eventual compromiso de comunicar a su vez, verbalmente o por escrito, las operaciones realizadas sobre el texto”42. La decodificación de los textos es, además, una actividad de corte hermenéutico que, según Segre, podría ser sinónimo de crítica.

13

La hermenéutica es una actividad semiótica ejercitada por el receptor del texto literario. “El texto se presenta al lector como un conjunto de signos gráficos.

Estos signos tienen un significado denotativo, de

carácter lingüístico y constituyen, al mismo tiempo en sus diferentes combinaciones, signos complejos, que también tienen un significado propio;

de

las

connotaciones

se

derivan

ulteriores

posibilidades

significativas. En cualquier caso, todos los significados están confiados a signos, en particular a signos homogéneos entre sí, signos lingüísticos. La hermenéutica podría ser la semiótica del texto literario”43. En definitiva, desde la perspectiva de la semiótica, el autor es garante de la constitución semiótica del texto y el lector lo es de la actividad semiótica, pues los significados textuales surgen de su potencialidad, se convierten en significados en acto, tan sólo durante, y gracias a la lectura. 4. Relación entre la Estética de la Recepción y la Semiótica: comparación y contraste: La revisión suscinta de algunos tópicos teóricos en torno a dos modelos de aprehensión del fenómeno de la literatura, hace pensar que ambos métodos tienen más puntos de comparación que de contraste, especialmente en lo que dice relación con los núcleos temáticos comentados. El estudio metacrítico del campo de la teoría literaria, es decir, el estudio de los textos de la misma teoría literaria como objeto de análisis centrados en este caso en la recepción y en la semiótica, permite decir que en el caso de la Estética de la recepción los postulados teóricos básicos son, entre otros: a) el texto literario como productor de significación; b) el concepto de fenomenología de la lectura; c) la literatura como producción, circulación y recepción de textos; d) el lector como decodificador del texto literario; e) el texto como punto de encuentro de códigos.

14

Por otra parte, los postulados básicos de la semiótica son, entre otros: a) lo simbólico y los procesos de creación de sentido (semiosis); b) los textos como procesos de significación: c) la literatura como producción de signos y conjuntos de códigos; d) denotación y connotación como modos de significación textual; e) interacción entre signos, textos, discursos, códigos y sujetos. Ambas básicos.

teorías

comparten

esencialmente

conceptos

Así, tanto la recepción literaria como la semiótica literaria

entienden que el texto o el discurso en general, no sólo es un sistema organizado de signos, sino que es un sistema de prácticas textuales que involucran en los procesos de codificación y decodificación tanto al emisor como al receptor. Es decir, para ambas teorías el ejercicio de la lectura es el que completa el sentido de los textos en un proceso de semiosis constante. También los dos métodos de aprehensión del texto entienden que el rol del lector es prioritario para darle significación en el texto en el caso de la recepción o para revelar el significado inmanente al texto en el caso de la semiótica.

“El lector del texto literario, que

antes fue visto como receptor pasivo consumista, al transformarse en el actor principal del proceso semiótico que es la lectura, se convirtió también en sujeto de un acto de producción de significación”44. Además,

ambas

teorías

comparten

una

posición

deconstructiva de los análisis centrados en el emisor, pues estos implican caer en una estética de la producción en que lo principal es el autor, sin que hable el texto, no permitiendo un planteamiento receptivo o semiótico. Evidentemente

ambas

teorías

se

ubican

en

compartimientos distintos dentro de un esquema taxonómico, ya que la estética de la recepción es un método centrado en el lector literario intratextual,

además

de

una

vía

extratextual

a

través

de

la

15

fenomenología de la lectura y de las teorías de las respuestas estéticas. En cambio, la semiótica se centra en el significado literario compartiendo la ubicación con la semiología francesa, pero también es posible clasificarla en los métodos centrados en los códigos extra literarios y en aquellos métodos centrados en el proceso literario global, especialmente en la semiótica de Eco, Jakobson y Greimas. Otras

relaciones

de

comparación

y

contraste

se

evidencian a partir de los postulados básicos de ambas metodologías. Sin embargo, si se quisiera sintetizar lo esencial de cada una de ellas, e una especie de rótulo clasificatorio, se podría tomar la concepción de texto.

Para la recepción literaria el texto aparece como productor de

significación; para la semiótica los textos aparecen como procesos de significación. 5. Algunas

consideraciones

finales.

A

modo

de

conclusión

provisional. La teoría literaria post estructuralista muestra que la renovación de los estudios literarios viene indudablemente por el lado de la estética de la recepción y tiene a la semiótica como punto central de un proceso de innovación en las orientaciones metodológicas del análisis del texto literario. Para la estética de la recepción la complejidad de un texto reside en lo no dicho; de esta manera, el texto se emite para que alguien lo actualice. La recepción literaria señala que el fenómeno de la literatura como campo cultural no acaba sólo en la producción, sino que involucra la transmisión y consumición del texto.

“La importante

contribución realizada gracias al concepto de código permitió ver que los procesos de generación de sentido textual acontecían tanto en el momento inicial de producción escritural como en el momento final de la recepción textual”45. La proyección teórica de la estética de la recepción es indudable, ya que la figura del lector adquiere plena validez en el

16

estudio del texto literario. Leer significa enfrentarse a un texto no del todo completo.

Para la recepción un texto sin la presencia del lector

está incompleto, pues sólo hay competencia entre lo dicho y lo no dicho cuando se actualiza plenamente en el proceso de la lectura. En el caso de la semiótica literaria esta se constituye como

una

nueva

disciplina

del

diversidad de teorías del texto.

conocimiento

surgida

desde

una

La semiótica, además, aporta con

contribuciones metodológicas sistemáticas manteniendo intacto al texto, al contrario de las recientes posturas desconstructivas. En definitiva, las teorías literarias actuales, como las comentadas, tienden a centrarse en el campo textual para revelar la significación del discurso y en el campo de las experiencias de lectura de los textos como procesos de semiosis. Resta decir que tanto la semiótica como la recepción literaria han incrementado la terminología analítica para ingresar al fenómeno de los textos literarios, abriéndose así a nuevos campos o áreas de lo conocimiento de insospechadas consecuencias para el futuro inmediato. 6. NOTAS:

1) Jofré, Manuel: “El dilema de la teoría literaria actual”.

Ponencia

leída en el 4º Seminario Nacional de Estudios Literarios. Sociedad Chilena de Estudios Literarios (SOCHEL) Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la Universidad Católica de Valparaíso. 1986.p. 6. 2) Jofré, “El dilema de la teoría literaria actual”. P. 9. 3) Tacca, Oscar: Las voces de la novela. Gredos. Madrid. 1985.p. 148. 4) Blüher, Karl: “La crítica literaria en Valérey y Borges”, Revista Iberoamericana, Nºs. 135-136, 1986. p. 458.

17

5) Jauss,

Hans

Robert:

La

Historia

de

la

literatura

como

provocación de la ciencia literaria. 1967. p. 163. 6) Jofré, Manuel: “Gramática del Texto y Estética de la Recepción Literaria”, Taller de Letras, Nº 14, Universidad Católica de Chile. 1985. p. 28. 7) Segre, Cesare: Principios de análisis del texto literario. Crítica. Barcelona. 1986. p. 368. 8) Cit. Por Sarlo. Beatriz: “Crítica de la lectura: ¿un nuevo canon de lectura?”, Punto de vista, Buenos Aires, año VII, Nº 24, 1985, p. 9. 9) Jofré, “Gramática del texto...” p. 30. 10) Segre, Principios de análisis del texto literario. P. 371. 11) Jofré, “Gramática del texto...” p. 31. 12) Segre, Principios de análisis del texto literario. Pp. 18-19. 13) Cit. Por Sarlo, “Crítica de la lectura...” pp. 10-11. 14) Jofré, “Gramática del texto...” p. 31. 15) Tacca, Las voces de la novela, p. 151. 16) Tacca, Las voces de la novela, p. 152. 17) Tacca, Las voces de la novela, p. 153. 18) Jofré, “Gramática del texto...” p. 32. 19) Iser,

Wolfgang:

“El

proceso

de

lectura:

un

enfoque

fenomenológico”. New Literary History, 1972. p. 1. 20) Iser, “El proceso de lectura….” P.1. 21) Cit. Por Sarlo, “Crítica de la lectura....” p. 8. 22) Fokkema, D.W.- Ibsch, E.: Teorías de la literatura del Siglo XX. Cátedra. Madrid. 1984. pp. 176-177. 23) Sarlo, “Crítica de la lectura ....” p. 8. 24) Jauss, La historia de la literatura...pp. 164-165. 25) Fokkema-Ibsch, Teorías de la literatura... p. 180. 26) Segre, Principios de análisis del texto literario. Pp. 370-371. 27) Sorensen, Diana: “La crítica de la lectura: puesta al día”. Escritura, Caracas, vol. 11. 1981. p. 51

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28) Sorensen, “La Crítica de la lectura...” p. 51. 29) Talens, Jenaro: “Práctica artística y producción significante. Notas para una discusión”, Elementos para una Semiótica del Texto Artístico. Cátedra. Madrid, 1983. p. 26 y sigs. 30) Talens. “Práctica artística...” p. 26. 31) Cit. Por Talens, “Práctica artística...” p. 27 32) Talens, “Práctica artística..” p. 27 Cfr. también Kristeva, Julia: Semiótica 1. Espiral. Madrid. 1º978, especialmente pp. 35-54. 33) A.J. Greimas-Courtés, J.: Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Gredos. Madrid. 1982. pp. 361-364. 34) Greimas-Courtés: Diccionario razonado....pp. 361-364. 35) Kristeva, Julia: “Semiología y Gramatología”, Information Sur les sciencies sociales. VII. 3. 1968. p. 45. 36) Segre, Principios de análisis del texto literario. P. 221. 37) Barthes, Roland: “Elementos de Semiología”, La Semiología. Tiempo Contemporáneo. Buenos Aires, 1970. 38) Segre, Principios de análisis del texto literario. P. 177. 39) Citado por Talens, “Práctica artística...” p. 41 40) Talens, “Práctica artística...” p. 42. 41) Talens, “Práctica artística...” p. 47. 42) Segre, Principios de análisis del texto literario. P, 17. 43) Segre, Principios de análisis del texto literario. Pp. 17-18. 44) Jofré, “El dilema de la teoría literaria actual” p. 11. 45) Jofré, “El dilema de la teoría literaria actual”. P. 6 7. BIBLIOGRAFÍA: 1) Jofré, Manuel: “El dilema de la teoría literaria actual”. Ponencia 4º Seminario Nacional de Estudios Literarios. U.C.V. 1986. 2) Jofré, Manuel: “Gramática del Texto y Estética de la Recepción Literaria”, Taller de Letras. Nº 14, 1985. 3) Tacca, Oscar: Las voces de la novela. Gredos. Madrid. 1985.

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4) Blüher, Karl: “La crítica literaria en Valery y Borges”, Revista Iberoamericana, Nºs. 135-136. 1986. 5) Jauss, Hans R.: La historia de la literatura como provocación de la ciencia literaria. 1977. Segre, Cesare: Principios de análisis del texto literario. Crítica. Barcelona. 1985. 6) Sarlo, Beatriz: “Crítica de la lectura: ¿un nuevo canon?, Punto de vista, Buenos Aires, Nº 24, 1985. 7) Iser,

Wolfgang:

“El

proceso

de

la

lectura:

un

enfoque

fenomenológico”, New Literary History. 1972. 8) Fokkema, D.W. Ibsch, Ed.: Teorías de la literatura del siglo XX. Cátedra, Madrid, 1984. 9) Sorensen,

Diana:

“La

crítica de la lectura: puesta al día”,

Escritura, Caracas, v. 11. 1981. 10) Talens, Jenaro : “Práctica artística y producción significante. Notas para una discusión”. Elementos para una Semiótica del texto artístico. Cátedra. Madrid. 1983. 11) Kristeva, Julia: Semiótica 1. Espiral. Madrid, 1978. 12) Kristeva, Julia “Semiología y Gramatología”, Information sur les sciencies sociales, v. VII, 3, 1968. 13) Barthes, Roland, et al.: La Semiología. Tiempo Contemporáneo. Buenos Aires, 1970. 14) Barthes, R.: Por dónde empezar.

Tusques, Ed. Barcelona,

1974. 15) Eco, Humberto: Lector in fabula. Lumen. Barcelona. 1981.

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