Ensayo sobre el patriarcado como estructura y relación social

El patriarcado como estructura de dominación y relación social histórica de opresión Nicolás Villavicencio. Sexto semes

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El patriarcado como estructura de dominación y relación social histórica de opresión Nicolás Villavicencio.

Sexto semestre, sociología.

Siempre es conveniente introducir los conceptos que se señalan en el tema de un ensayo. Así, vemos que el patriarcado se describe aquí, por un lado, como estructura de dominación y, por otro, como relación social histórica. Se están puntualizando dos niveles: el de la estructura y el de la relación social. Manejaremos la idea de que la condición estructural determina el nivel de las relaciones sociales. Por lo que, el término “histórico” calza perfectamente para dar cuenta de que podemos hablar del patriarcado como una configuración de muy larga duración, que determina relaciones sociales más particulares, pero también de larga duración; es decir, propias de un tiempo espacio determinado. Me asiento en dos autoras para sostener la primera idea (la del patriarcado como estructura de dominación). Ellas son Rita Segato y Françoise Héritier. Y me referiré a Coma Fort, Pateman y Silverblatt, no para sostener la idea del patriarcado como relación social, sino para ayudarme a describir ciertos elementos de esta segunda forma. Para construir la idea del patriarcado como estructura esbozaré algunos puntos sobre este como relación social, pero los trabajaré solo en la segunda parte. Segato (2019) postula que el patriarcado es un suceso de muy larga duración. Alega que es imposible conocer el momento exacto en que surge, pero ve la posibilidad de que haya emergido con el proceso mismo de especiación o de hominización; es decir, con la constitución del homo sapiens, con la emergencia misma de la humanidad. Esto nos brinda un primer elemento para caracterizarlo como una estructura: su larguísima duración. El segundo elemento lo pone Héritier (2002), afirmando que la valencia diferencial de los sexos es uno de los cuatro aspectos constituyentes de toda sociedad. Esta afirmación debe ser bien comprendida para no llevar a equívocos. No se trata de una condición esencial e indispensable, existe la posibilidad de que la valencia diferencial de los sexos se desmonte, pero hasta donde sabemos, ha sido una constante en la configuración cimental de toda sociedad de la que se ha tenido registro. El segundo elemento es entonces, el que sea una característica de la base articuladora de la sociedad. El hecho de que no sea algo esencial, inevitable o natural de la humanidad viene por dos cosas. Primero, la emergencia de lo societal (no uso el término “lo social” dado que los

animales se organizan también socialmente y quiero distinguir de esas formas de organización social, los procesos de organización en humana en sociedad) implica, en su esencia, un proceso de separación de la naturaleza. Segundo, “se necesita de una narrativa (…) para fundamentar las razones de la dominación” (Segato, Op. cit., p. 38). El último elemento que ayuda a entender el patriarcado como una estructura, se desprende del segundo. Me refiero al patriarcado en la manera en que sugiere Segato, como un “orden político” (Ídem). Me parece que, de lo que da cuenta este concepto es de la capacidad que tiene, en tanto fundamento de la sociedad, para ordenar otros aspectos de la vida. Todas las esferas de la vida en sociedad están atravesadas por la valencia diferencial de género y ordenadas, en diferente medida, por ella. Tenemos así que, el patriarcado contiene tres características que lo hacen posible de entender como una estructura de lo social: una larga duración histórica, un lugar en la base organizativa de la sociedad y una capacidad de ordenamiento de la vida. Ahora bien, para entenderlo como una relación social, es menester tomar y matizar elementos de estas tres características. Entenderemos por relación social la forma en que se configuran las pautas para un aspecto importante de la interacción en una sociedad. Esta idea queda saldada casi por completo con el segundo y el tercer elemento que señalé en el párrafo anterior, que el patriarcado constituya un pilar de la articulación societal y que, por ello sea capaz de configurar relaciones e interacciones específicas con carácter autopiético; es decir, que se reproduce y realimenta el orden por la dinámica misma de sus propias operaciones; sin embargo, quedan un par de aclaraciones por hacer. He usado, al definir relación social, el término “en una sociedad” y no “en sociedad”. Y o he hecho a propósito, precisamente para abarcar lo concerniente al primer elemento antes señalado. Si bien el patriarcado puede entenderse como un suceso de una muy larga duración, no hay que pensar que existe un continuum estático en su desarrollo, no hay un patriarcado ahistórico. EL patriarcado es un orden que se configura de manera distinta en las diferentes sociedades y, organiza sus efectos sobre las interacciones particulares de cada sociedad de manera específica, manteniendo, claro, una plataforma común a todas ellas. Pateman (1995) muestra cómo el discurso organizador de los principios de la incipiente sociedad moderna occidental se sirve de lo que hemos descrito, siguiendo a Héritier, como valencia diferencial de los sexos, para sostenerse y organizar las pautas de interacción societal. Coma Fort (2011), por su parte, ayuda a visualizar de qué manera el

patriarcado ha mostrado una transformación espaciotemporal. Explica el ordenamiento interactivo entre los sexos de la Roma antigua, describiendo principalmente la determinación del parentesco y de los roles familiares. A lo que agrega una idea importante para la argumentación que he manejado. La mutua determinación entre la cuestión de género y las otras esferas de la vida. Afirma que la configuración jerárquica específica de la Roma antigua tiene sentido dada su organización económica, como sociedad agraria familiar. Con esto vemos que hay otros órdenes políticos que convergen en la ordenación societal e inciden en la historicidad del patriarcado. Finalmente, Silverblatt (1990) es útil para entender que, incluso la valencia diferencial de los sexos, como elemento de la base de toda sociedad puede ser muy flexible, capaz de construir espacios más cercanos a la complementariedad que a la jerarquía, como es el caso de las antiguas sociedades andinas. Bibliografía 

Coma Fort, José María, “Violencia y sumisión de la mujer en las fuentes jurídicas romanas”. En Raíces profundas. La violencia contra las mujeres (Antigüedad y Edad Media), compilado por Fuente, María Jesús y Remedios Morán, 93-123. Madrid: Polifemo, 2011.



Héritier, François, “La valencia diferencial de los sexos ¿se halla en los cimientos de la sociedad?”. En MASCULINO/FEMENINO. EL pensamiento de la diferencia, 13-64. Barcelona: Ariel, 2002.



Pateman, Carole, “Hacer un contrato”. En El contrato sexual, 9-30. Barcelona: Anthropos, 1995.



Segato, Rita, “Ningún patriarcón hará la revolución”. En ¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?, editado por Gabbert, Karin y Miriam Lang, 33-49. Quito: Abya Yala, Rosa Luxemburg, 2019.



Silverblatt, Silvia, “Produciendo la existencia andina”. En luna, sol y brujas, 149. Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1990.