Ensayo Sobre Competitividad Empresarial

COMPETITIVIDAD EMPRESARIAL La evolución del concepto de competitividad no ha sido pacífica. A lo largo de la historia el

Views 89 Downloads 2 File size 184KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

COMPETITIVIDAD EMPRESARIAL La evolución del concepto de competitividad no ha sido pacífica. A lo largo de la historia el término ha sido dotado de diferentes significados, muchos de los cuales han contribuido a hacerlo más nebuloso. El presente artículo tiene por objetivo exponer una visión sencilla de competitividad, dando respuesta a cada una de las siguientes interrogantes: 1) ¿Cuál, a criterio del autor, resultaría del ser la verdadera unidad de análisis del concepto?, 2) ¿cómo debe ser entendida la competitividad? y 3) ¿los Estados o países compiten realmente? Definiciones y posturas de autores consultados La Real Academia Española define a la competitividad como la capacidad de competir y como la rivalidad para la consecución de un fin. Por su parte competir encuentra dos acepciones: Dicho de dos o más personas, contender entre sí, aspirando unas y otras con empeño a una misma cosa. Dicho de una cosa, igualar a otra análoga, en la perfección o en las propiedades. A priori y considerando estas acepciones, la competitividad empresarial estaría relacionada con la capacidad que tiene una empresa de igualar o superar a otra similar en los resultados de gestión. No obstante, las diferentes posiciones sobre este concepto no han sido pacíficas a lo largo de la historia:

177 6 181 7

186 7

190 5 194 2

Evolución del concepto de competitividad Los economistas clásicos que han identificado los cuatro factores: tierra, capital, recursos naturales y fuerza laboral (véase Adam Smith (17231790), Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, 1776). David Ricardo, con su ley de la ventaja comparativa, que ya subraya cómo los países deberían competir (véase David Ricardo (1772-1823), Principios de economía política y tributación, 1817). Los economistas marxistas, quienes han destacado el efecto del ambiente sociopolítico en el desarrollo económico, de allí la idea comunista de que cambiar el contexto político debería preceder al desenvolvimiento económico (véase Karl Marx (1818-1883), Capital: Una Crítica de Economía Política, 1867). Max Weber, sociólogo alemán, quien estableció la relación entre valores, creencias religiosas y el desenvolvimiento económico de las naciones. (véase Max Weber (1864-1920), La ética protestante y el espíritu capitalista, 1905). Joseph Schumpeter, quien enfatizó el rol del emprendedor como un factor de competitividad, subrayando que el progreso es el resultado de los

196 5

198 2

199 0

desequilibrios que favorecen la innovación y la mejora tecnológica (véase Joseph Schumpeter (1883-1950), Capitalismo, socialismo y democracia, 1942). Alfred P. Sloan y Peter Drucker, quienes desarrollaron con más profundidad el concepto de administración como un factor principal para la competitividad (véanse Alfred P. Sloan (1875-1965): Mis años en General Motors; 1963: Peter Drucker, La era de la discontinuidad, 1969). Robert Solow, quien ha estudiado los factores subyacentes al crecimiento económico en los Estados Unidos entre 1948 y 1982 para destacar la importancia de la educación, la innovación tecnológica y los crecientes conocimientos técnicos (know-how) (véase Robert Solow, 1924), El cambio tecnológico y la función de producción agregada, 1957). Finalmente, Michael Porter, quien ha tratado de integrar todas estas ideas en un modelo sistemático llamado el diamante de la ventaja nacional (véase Michael Porter, La ventaja competitiva de las naciones, 1990).

Fuente: S. Garelli, “The competitiveness of nations: the fundamentals”, IMD World Competitivenes Yearbook 2006.

Como se puede apreciar, el concepto de competitividad es asociado frecuentemente a naciones o países, de manera que surge la necesidad de responder la siguiente interrogante: ¿Las naciones o países compiten realmente entre sí? Postulando una visión crítica sobre el uso del término, Krugman 1 sostiene que tratar de definir la competitividad de una nación es mucho más problemático que definir la de una corporación. El punto de equilibrio para una corporación es literalmente su punto de equilibrio: Si una corporación no es capaz de pagar sus trabajadores, proveedores y tenedores de bonos, saldrá del mercado. Así cuando decimos que una corporación no es competitiva queremos decir que su posición de mercado es insostenible y que, a menos que mejore su gestión, quebrará; mientras que los países, de otro lado, no quiebran; estos pueden ser felices o infelices con su gestión económica, pero no tienen un punto de equilibrio bien definido. Como resultado, el concepto de competitividad nacional es evasivo.

1 Krugman, P. (1994). Competitividad: Una peligrosa obsesión. Foreign Affairs.

2

Uno puede suponer, ingenuamente, que el punto de equilibrio de una nación es su balance de comercio, que la competitividad puede ser medida por la habilidad de un país para vender afuera más de lo que compra. Pero tanto en la teoría como en la práctica un superávit comercial puede ser un signo de debilidad nacional y un déficit un signo de fortaleza. Es más, los países no compiten entre sí del modo como lo hacen las corporaciones. Coca-Cola y Pepsi son casi puramente rivales: Únicamente una fracción despreciable de las ventas de Coca-Cola va a los trabajadores de Pepsi. Así, si Pepsi es exitosa, ello tiende a ser a expensas de Coca-Cola. Pero los principales países industriales, mientras ellos venden productos que compiten entre sí, son también recíprocamente sus principales mercados de exportación, así como proveedores mutuos de importaciones útiles. Si la economía europea marcha bien, ello no necesita ser a expensas de Estados Unidos; indudablemente, si algo ocurre, es probable que una economía europea exitosa ayude a la economía estadounidense proveyéndola con mercados más grandes y vendiéndole bienes de superior calidad a bajos precios. El comercio internacional no es entonces un juego de suma cero. Cuando la productividad aumenta en Japón, el principal resultado es un alza en los salarios reales japoneses; los salarios americanos o europeos pueden, al menos en principio, subir o bajar, pero en la práctica parece ser virtualmente inafectados. Sería posible rebatir el punto, pero la moral es clara: Mientras en principio podrían surgir problemas competitivos, en la práctica, en el terreno empírico, las principales naciones del mundo no se encuentran en grado significativo de competencia económica unas con otras. Desde luego, hay siempre una rivalidad por estatus y poder (los países que crecen más rápido verán levantar su rango político). Así, es siempre interesante comparar países. Pero afirmar que el crecimiento japonés disminuye el estatus de Estados Unidos es muy diferente de decir que

3

reduce el nivel de vida estadounidense y es esto último lo que la retórica de la competitividad declara. Para Michael Porter2 la competitividad se define por la productividad con la que un país utiliza sus recursos humanos, económicos y naturales. Según Porter, para comprender la competitividad, el punto de partida son las fuentes subyacentes de prosperidad que posee un país. El nivel de vida de un país se determina por la productividad de su economía, que se mide por el valor de los bienes y servicios producidos por unidad de sus recursos humanos, económicos y naturales. La productividad depende tanto del valor de los productos y servicios de un país -medido por los precios que se pagan por ellos en los mercados libres- como por la eficiencia con la que pueden producirse. La productividad también depende de la capacidad de una economía para movilizar sus recursos humanos disponibles. Por tanto, la verdadera competitividad se mide por la productividad. La productividad permite a un país soportar salarios altos, una divisa fuerte y una rentabilidad atractiva del capital. Y con ello, un alto nivel de vida. Lo que más importa no es la propiedad o las exportaciones o si las empresas son de propiedad nacional o extranjera, sino la naturaleza y la productividad de las actividades económicas que se desarrollan en un país determinado. Y las industrias puramente locales sí contribuyen a la competitividad porque su productividad no sólo fija el nivel de los salarios en cada sector, sino también tiene un impacto importante sobre el coste de la vida y el coste de hacer negocios en ese país. Porter señala también que, a nivel global, la definición más intuitiva de competitividad es la participación de los productos de un país en los mercados mundiales. Bajo esta definición, la competitividad es un juego de suma cero porque lo que gana un país, lo hace a costa de lo que pierden otros. Esta visión de la competitividad se utiliza para justificar intervenciones destinadas a 2 Porter, M. (2005). ¿Qué es la Competitividad? Navarra. IESE Business School, Centro Anselmo Rubiralta de Globalización y Estrategia. 4

inclinar las decisiones de los mercados a favor de un país determinado (la llamada política industrial). También sustenta las políticas destinadas a conceder subvenciones, mantener salarios locales bajos y devaluar la divisa del país, todo ello con la finalidad de fomentar las exportaciones. De hecho, sigue afirmándose con frecuencia que unos salarios más bajos o la devaluación “hacen más competitivo un país”. Los empresarios y directivos han sido conquistados por esta visión de cuota de mercado porque parece dar respuesta a sus preocupaciones competitivas inmediatas. Por desgracia, esta visión intuitiva de la competitividad está viciada de raíz y su aplicación perjudica el progreso económico nacional. La necesidad de salarios bajos revela una falta de competitividad y limita la prosperidad. Las subvenciones merman la renta nacional e imponen opciones que impiden hacer un uso más productivo de los recursos del país. La devaluación constituye un recorte de sueldo colectivo a nivel nacional al rebajar el precio de los productos y servicios vendidos en los mercados mundiales, a la vez que sube el coste de los bienes y servicios comprados en el extranjero. Por tanto, las exportaciones que se fundamentan en salarios bajos o una moneda barata no pueden sustentar un nivel de vida atractivo. La economía no es un juego de suma cero. Muchos países pueden mejorar su prosperidad si logran mejorar su productividad. Por consiguiente, el reto fundamental en el desarrollo económico es cómo crear las condiciones necesarias para un crecimiento rápido y sostenido de la productividad. La competitividad microeconómica debe constituir el tema central en el orden de día de la política económica de todos los países sin excepción. La tendencia a esta natural asociación ha originado que en la actualidad existan instituciones a nivel mundial que tienen por objeto la realización de investigaciones sobre la competitividad de las naciones, a saber, el International Institute for Management Develoment (IMD) y el World Economic Forum (WEF). El primero de ellos la define como “un campo del conocimiento económico que analiza los hechos y políticas que determinan la capacidad de 5

una nación para crear y mantener un entorno que sustente la generación de mayor valor para sus empresas y más prosperidad de su pueblo”; el segundo como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. Como se podrá apreciar en la siguiente gráfica, el IMD 3 considera tres factores de talento, a saber: Inversión y desarrollo, atractivo y formación. En el primero de ellos se analiza el total del gasto público en educación, el total del gasto público por alumno, la proporción de alumnos por profesor en educación primaria y secundaria, el aprendizaje, la formación de los empleados y la fuerza laboral femenina. En el segundo, el costo de vida, el atractivo y retención, la motivación del trabajador, la fuga de cerebros, la calidad de vida y la mano de obra calificada extranjera. En el tercero, el crecimiento de la fuerza laboral, la mano

de

obra

calificada,

las

habilidades financieras, la

experiencia

internacional, los altos directivos competentes, el sistema educativo, la ciencia en las escuelas, la educación universitaria, la educación gerencial y las habilidades lingüísticas.

Por su parte el WEF4 analiza doce pilares, a saber: Instituciones, infraestructura, entorno macroeconómico, salud y educación básica, educación 3 IMD World Competitiveness Center (2014). IMD World Talent Report 2014. Suiza. IMD.

6

superior y formación, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia del mercado laboral, desarrollo del mercado financiero, preparación tecnológica, tamaño de mercado, sofisticación empresarial e innovación.

Postura personal Imaginemos una carrera de atletismo: Como agentes de la misma podremos identificar a los competidores y a los organizadores del evento, y en un plano muy distinto estarán los patrocinadores y el público espectador. El rol de los competidores será el de prepararse constantemente para perfeccionar sus habilidades y obtener los resultados esperados, es decir, desarrollar su capacidad de competir. El rol de los organizadores, el de establecer las reglas de la competencia y generar ciertas condiciones para que los competidores puedan participar sin contratiempo alguno. Extrapolando los roles de este sencillo ejemplo diremos que las personas compiten entre sí a diario, ya sea en el ámbito educativo, laboral y personal en 4 World Economic Forum (2013). The Global Competitiveness Report 2013-2014. Ginebra. WEF.

7

general y siempre habrá alguien o algo que establezca las condiciones o genere incentivos para que esta competencia natural ocurra (los centros de formación, los empleadores o jefes, el Estado, etc.). Esto nos permite sostener que toda competencia presupone una capacidad de competir o competitividad, la voluntad de desplegarla y la existencia de una contraparte con la misma capacidad y voluntad. A diferencia de la literatura consultada que analiza la competitividad a nivel de empresa y país5, diremos que tanto aquella como el Estado son construcciones sociales que buscan organizar el entorno, pero finalmente están conformadas por personas, con lo cual, sostenemos que la competitividad sólo puede ser predicada stricto sensu de las personas como individuos capaces de desarrollar habilidades inherentes, ya sea en el ámbito personal, empresarial y estatal. En efecto, las personas se asocian libremente para sumar esfuerzos y así perseguir y conseguir fines económicos. E igualmente, ya sea por elección, designación o nominación, ostentan la potestad y/o autoridad para organizar la sociedad. Pero, ¿una empresa y el Estado pueden competir? Esta perspectiva de la competitividad se complementa con la identificación de los diferentes roles asignados cada una de las partes. El rol de un estudiante consistirá en prepararse debida y oportunamente y así obtener las mejores calificaciones. El de un trabajador, el de desempeñar sus funciones a cabalidad, con criterio y sentido común. Por extensión, coincidimos con autores como Abdel Musik y Romo Murillo 6 para los que una empresa es competitiva cuando [por la capacidad de las personas 5 Alarco, G., Anderson, C., Benzaquen, J. y otros (2011). Competitividad y desarrollo, evolución y perspectivas recientes. Lima. Planeta.

6 Abdel Musik, G. y Romo Murillo, D. (2004). Sobre el concepto de competitividad. México. Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). 8

que la integran] genera una ventaja competitiva a través de sus métodos de producción y de organización (reflejados en el precio y en la calidad del producto final) con relación a los de sus rivales en un mercado específico. Así, la pérdida de competitividad se traduciría en una pérdida de ventas, menor participación de mercado y, finalmente, en el cierre de la planta. La capacidad para competir se basa en una combinación de precio y calidad del bien o servicio proporcionado, de manera que cuando la calidad es la misma en mercados competitivos (esto es, mercados con una cantidad importante de productores en los que cada uno de ellos no tiene el poder de fijar precios), los proveedores seguirán siendo competitivos si sus precios son tan bajos como (o más bajos que) los precios de sus rivales. Por otra parte, las empresas que han logrado establecer una reputación de calidad superior pueden destacar del resto y seguir siendo competitivas, incluso cobrando precios más elevados que sus rivales en ese mercado específico. De la misma forma, es posible señalar que un Estado es competitivo cuando cumple los roles para el que ha sido creado y satisface las necesidades de los ciudadanos que habitan en él. No obstante ello no puede ocurrir a cualquier costo, la intervención del Estado debe ser mínima, a efectos de corregir los fallos del mercado7 (inestabilidad de ciclos económicos, inexistencia de bienes públicos, externalidades, competencia imperfecta y distribución desigual de la renta), particularmente frecuentes en los países en vías de desarrollo. Bajo estos supuestos, podemos sostener que las personas compiten entre ellas a través de empresas nacionales y/o extranjeras y las autoridades de estos países lo hacen para mejorar la salud de sus economías en un contexto global cada vez más palpable e ineludible, pero no a expensas del bienestar de otros. Meses atrás, en el año 2014, el WEF publicó el Reporte de Competitividad Global 2014-2015, en el cual Perú ocupó el puesto 65 de un total de 144 países. En aquella oportunidad se dijo que las preocupaciones sobre el funcionamiento de las instituciones (118), junto con el insuficiente progreso en 7 Mochón, F. (2006). Principios de Economía. España. McGraw-Hill.

9

la mejora de la calidad de la educación (134) y la adopción tecnológica (92), explicaban el descenso del país. Asimismo, que éste tiene como fortaleza el desempeño macroeconómico (21) y altos niveles de eficiencia en el mercado de bienes (53), financiero (40) y de trabajo (51), a pesar de la rigidez en las prácticas de contratación y despido (130). Por último, que Perú necesita fortalecer sus instituciones públicas (127) mediante el aumento de la eficiencia del gobierno (116), luchar contra la corrupción (103) y mejorar la infraestructura (88). Además, desarrollar la capacidad para generar y utilizar el conocimiento y así diversificar la economía hacia actividades más productivas y que requerirán elevar la calidad de la educación (134), ya que aún no es capaz de proporcionar las habilidades necesarias para una economía cambiante; también impulsar la adopción de tecnología (92), que incluye una mayor aceptación y uso de las TIC (101); y elevar su capacidad de innovación (117), que sigue siendo baja. El Reporte también califica a Suiza, Singapur, Estados Unidos, Finlandia y Alemania como los cinco mejores países; y a Chile (33), Panamá (48), Costa Rica (51), Brasil (57), México (61), Perú (65) y Colombia (66) como los mejor ubicados de América Latina. Como se podrá apreciar, estos indicadores son más de personas que de entes abstractos, aquellas dirigen los destinos de un país compiten para mejorar el nivel de vida de sus habitantes o, si se quiere, rivalizan por estatus, parafraseando a Krugman. El diagnóstico del WEF sobre el caso peruano revela las deficiencias del país, pero en estricto de la clase política para desarrollar esa capacidad de competir que se requiere, para generar los incentivos suficientes en determinados sectores que propicien las habilidades que demanda una economía cambiante. La competitividad de un país no es más que la competitividad de las personas en los diferentes roles que la sociedad les asigna, de particulares y de aquellos que dirigen el destino político y económico del mismo, pero no a través de una intervención arbitraria de estos últimos. Siendo esto así, la competitividad debe ser entendida como la capacidad de competir y resulta ser un requisito o condición indispensable en las personas que tienen en sus manos la dirección de una organización y el destino de un país.

10

Conclusiones  No existe un concepto unívoco de competitividad. Este ha ido evolucionando a lo largo de la historia, siendo definido desde diferentes enfoques que en algunos casos han contribuido a distorsionar su alcance en vez de aclararlo.  Una de estas postura señala que las naciones -entiéndase estadoscompiten entre sí como las organizaciones empresariales, esto es, en un juego de suma cero donde existen naciones que ganan a expensas de otras. No obstante, esta postura es abiertamente criticada por prestigiosos autores como Krugman y Porter, para quienes este tipo de prácticas afecta la productividad de un país.

 Existe una justificación para que la unidad de análisis de la competitividad sea la persona, al ser la empresa y el Estado construcciones sociales integradas por individuos que desempeñan roles en la sociedad.

 En una sencilla definición la competitividad puede ser entendida como la capacidad de los individuos de competir con sus pares en función a los roles que tienen asignados en la sociedad. Esta capacidad de competir presupone la existencia de una voluntad para desarrollar habilidades y el despliegue de la misma frente a una contraparte que también decide competir.

 Por extensión, las empresas compiten con otras empresas que pertenecen al mismo sector o industria, resultando competitivas en la medida que puedan generar una ventaja en sus métodos de producción y de organización; el Estado puede competir con otros Estados, estando condicionada su competitividad a la generación de un entorno que favorezca el crecimiento sostenido de la productividad y se refleje en niveles de vida más elevados para la población, con una intervención mínima para corregir los fallos de mercado en determinados sectores.

11

 Bajo este enfoque la competitividad viene a ser una suerte de medio para mejorar la productividad.

Referencias bibliográficas 

Garelli, M. (2014). The fundamentals and history of competitiveness. Suiza.



IMD World Competitiveness Yearbook. Porter, M. (2007). La ventaja competitiva de las naciones. América Latina.



Harvard Business Review. Porter, M. (2005). ¿Qué es la Competitividad? Navarra. IESE Business



School, Centro Anselmo Rubiralta de Globalización y Estrategia. Krugman, P. (1994). Competitividad: Una peligrosa obsesión. Foreign



Affairs. Díaz Sánchez, H. (2010). Conceptualización y antecedentes teóricos de la competitividad internacional y regional: Un asunto territorial. Bogotá.



Asociación Colombiana de Estudios Regionales y Urbanos ASCER. Alarco, G., Anderson, C., Benzaquen, J. y otros (2011). Competitividad y

 

desarrollo, evolución y perspectivas recientes. Lima. Planeta. Mochón, F. (2006). Principios de Economía. España. McGraw-Hill. Abdel Musik, G. y Romo Murillo, D. (2004). Sobre el concepto de



competitividad. México. Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Benzaquen, J., Del Carpio, L., Zegarra, L. y Valdivia, C. (2010). Un índice



regional de competitividad para un país. CEPAL. IMD World Competitiveness Center (2014). IMD World Talent Report 2014.



Suiza. IMD. World Economic Forum (2013). The Global Competitiveness Report 2013-



2014. Ginebra. WEF. Consejo Privado de



Competitividad 2013-2014. Lima. CPC. Consejo Nacional de la Competitividad (2012). Agenda de Competitividad

Competitividad

2012-2013. Lima. MEF.

12

(2013).

Informe

Nacional

de