Ensayo Schopenhauer

Introducción. La intención de este trabajo es responder a la siguiente pregunta: ¿es determinista la filosofía de Schop

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Introducción.

La intención de este trabajo es responder a la siguiente pregunta: ¿es determinista la filosofía de Schopenhauer? La filosofía de Schopenhauer está asociada a una visión pesimista, pues filósofo alemán tiende a mostrar el lado más oscuro de la vida y, sobre todo, de las personas. Pero además de pesimista, el pensamiento del filósofo alemán también puede calificarse de original, puesto que la filosofía de Schopenhauer no se pregunta ni por el dónde, ni por el porqué, sino que se pregunta siempre por el qué del mundo1. Más que buscar explicar el mundo, intenta comprenderlo. Una tesis fundamental en el pensamiento de Schopenhauer es la del mundo como manifestación de la voluntad. A la luz de esta tesis, el mundo puede considerarse como un lugar totalmente determinado, donde el ser humano no es más que una marioneta de la voluntad. Dado lo anterior, se podría afirmar que no hay libertad. Para decirlo mediante una analogía: seríamos partícipes de una comedia, dónde lo único que cambian son los actores. El Hamlet de Shakespeare puede representarse mil veces diferentes con actores diferentes cada vez, pero la obra siempre será la misma. Lo mismo sucede en el mundo, donde los actores de una misma obra se suceden en una cadena interminable.

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Ver Schopenhauer, Mundo, §53, p.300.

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II. La voluntad. 2

“[…] afirma que hay un solo sujeto, que ese sujeto individual es cada uno de los seres del universo” .

Arthur Schopenhauer nació el 22 de febrero de 1788 en la ciudad de Danzig. Su filosofía se apoya en Platón, el budismo y, principalmente, Kant, tal como el mismo afirma: “mi filosofía procede de la de Kant, y […] por lo tanto, supone un conocimiento profundo de ésta […]”3.En 1819 publicó la que, en sus palabras, es su mejor y más plena obra4: El mundo como voluntad y representación. En éste libro, aparece un concepto fundamental en la filosofía de Schopenhauer: la voluntad. Según Schopenhauer, el mundo tiene dos formas: es por esencia voluntad; mientras que por la forma de manifestarse, es representación. Dicho sea con otras palabras: el mundo que nos representamos es sólo apariencia. Por el contrario, el mundo como voluntad es el mundo real y existente por sí mismo. Sin embargo, las personas ignoran lo anterior y creen que el mundo de la representación es el mundo real. Esto se debe a que se encuentran cegadas por el velo de Maya. ¿Qué es el velo de Maya? El velo de Maya es “el velo de la ilusión, el que cubre los ojos de los mortales haciéndoles ver un mundo del que no se puede decir ni que es ni que no es, pues se parece al sueño, se parece al resplandor de la arena, que el caminante confunde desde lejos con agua […]”5.

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Borges, Jorge Luis, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” en Ficciones¸Alianza, Madrid, 2008, p.29. Schopenhauer, Mundo, prólogo a la segunda edición. 4 Ver Rudiger Safranski, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía [traducción de José Planells Puchades], Tusquets, México, 2008, p.318. 5 Schopenhauer, Mundo, I, §3. 3

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El filósofo de Danzig explica que el velo de Maya es el responsable de hacer creer a las personas que existe la individualidad e impide que vean que la esencia de las cosas es una, que los individuos no son sino manifestaciones de esa esencia6 y que el mundo antes sus ojos es el mundo real y no una representación. Ahora, si el mundo es representación, cabe preguntar: ¿representación de qué? De la voluntad, responde Schopenhauer. El mundo es manifestación de la voluntad y la representación no es sino el espejo de la voluntad7. Así por ejemplo “el cuerpo no es otra cosa que la voluntad objetivada, es decir, convertida en representación”8. Cada parte del cuerpo son una expresión visible de las apetencias principales en las que se manifiesta la voluntad: el esófago e intestino son el hambre objetivada; los genitales, el impulso sexual objetivado9. A esta forma de manifestarse, el filósofo alemán la llama la objetidad de la voluntad. De esta manera, queda claro que todas las cosas, y el mundo mismo, son al mismo tiempo representación y voluntad10. Pero, ¿qué es la voluntad? ¿Cómo puede ser definida? ¿Cuáles son sus características? La voluntad es, en primer lugar, la esencia de todo lo existente, desde lo particular hasta la totalidad. Afirma Schopenhauer que la voluntad “es lo más interno, el núcleo particular de todo ser particular igualmente de la totalidad, aparece en cada fuerza ciega de la naturaleza y también en el actuar reflexivo del hombre […]”11.

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Ver infra Ver Schopenhauer, Mundo, I, §54. 8 Ibid, I, §18. 9 Ver ibid, I, §20, p.137 10 Ver ibid, I, §29, p.191 11 Ibid, I, §21, p.138 7

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Para Schopenhauer “en cada cosa de la naturaleza hay algo de lo que no se puede dar ningún fundamento, de lo que no es posible ninguna explicación, de lo que no cabe buscar una causa más allá de él: se trata del modo específico de su acción, es decir, del modo de su existencia, de su esencia” 12. Ni siquiera la esencia de los fenómenos más simples como la caída de una piedra puede ser revelada. Según el filósofo alemán, es tan desconocida para nosotros la esencia de la caída de una piedra como el movimiento de un animal. Esa esencia es la voluntad. Pero no debe entenderse que la voluntad es un algo completamente extraño o ajeno a nosotros. Para Schopenhauer, la palabra voluntad no designa “un algo alcanzado mediante silogismos, sino algo conocido de manera enteramente inmediata, algo tan notorio que nosotros sabemos y comprendemos lo que es voluntad mucho mejor que cualquier otra cosa, sea lo que sea” 13. Para decirlo con otras palabras, el conocimiento de la voluntad no es un conocimiento que se adquiere mediante conceptos, sino mediante intuición. En consecuencia, no puede dudarse que conocemos lo que es la voluntad, pues aquello que ha surgido de la intuición “jamás puede ser falso ni refutado en ningún tiempo, puesto que no ofrece opinión alguna, sino la cosa misma”14.

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Ibid, §24, p.153. Ibid, I, §22, p.141. 14 Ver ibid, I, §8, p.63 13

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La segunda característica fundamental de la voluntad es que escapa del dominio del principio de razón15 por lo que carece de fundamento. Nos dice el filósofo alemán: “si hago abstracción de mi carácter y me pregunto por qué quiero en general esto y no aquello, entonces no hay respuesta posible, porque precisamente sólo el fenómeno de la voluntad está sometido al principio de razón, más no la voluntad misma, que en tal medida ha de calificarse como carente de fundamento”16. Como tercera característica de la voluntad, se puede enunciar que es una sola, libre toda pluralidad, aunque manifestada de diversas maneras. No existe, por ejemplo, la voluntad de las plantas, la voluntad de los animales y la voluntad de los humanos, sino que la voluntad de todos ellos es exactamente la misma, solo cambia la objetidad de la voluntad. No hay tal cosa como la multiplicidad; la voluntad es una sola y el individuo no es más que una manifestación de la voluntad de vivir17. Nos dice Schopenhauer que “cada individuo, cada vida, cada rostro humano no es sino otro breve sueño del infinito espíritu de la naturaleza, de la eterna voluntad de vivir, una figura fugitiva más que esa voluntad dibuja como jugando sobre el papel infinito del tiempo y el espacio […]”18.

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El principio de razón puede enunciarse así: todo lo que es tiene una razón por la que es. Cada objeto del sujeto se encuentra en relación de dependencia con otro objeto. Así, ningún objeto podría ser como es si no hubiera oro objeto que es como es. Este otro se llama razón; aquel, consecuencia. Ningún objeto puede existir por completo únicamente para sí, aislado, separado. Según Schopenhauer, todo esto lo sabemos antes de cualquier experiencia por estricta necesidad y validez general, en otras palabras a priori (Volker Spierling, Arthur Schopenhauer, Herder, Barcelona, 2010, p. 37). 16 Schopenhauer, Mundo, I, §20, p.135 17 Ver ibid, I, §54, p.302 18 Ibid, I, §58, p.348

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Tampoco debe pensarse que haya una parte mayor, por ejemplo, en un hombre que en una piedra, pues el más y el menos sólo atañen al fenómeno 19. La cuarta característica de la voluntad es que es un impulso sordo, ciego, incesante, carente de de fin y conocimiento20, que se alimenta enteramente de sí misma y es su propio alimento en diferentes figuras, hasta llegar por último al género humano21. La voluntad nada desea ni tiene fin, porque decir que la voluntad tiene un fin implicaría un fundamento de la voluntad, pero como ya se dijo, sólo en los fenómenos puede buscarse un fundamento. Por otra parte, se alimenta de sí misma porque fuera de ella no existe nada. La quinta característica de la voluntad es que se manifiesta siempre en el presente22. Al respecto, el filósofo de Danzig dice: “el presente es el auténtico tiempo consumado, la única forma de la manifestación de la voluntad; por eso el tiempo es siempre nuevo para el individuo, que tiene la impresión de ser en todo momento una especie de recién nacido”23. Finalmente, como última característica, encontramos que la voluntad es su libre y omnipotente24. Para Schopenhauer el mundo “es como es porque la voluntad, de la que es manifestación, es como es, porque ella lo quiere así”25.

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Ver ibid,, I, §25, p.157. Ver ibid, I, §27, p.179. 21 Ver ibid, I §27, p.176. 22 Podría objetársele con el argumento de que el presente, por considerarlo inasible. Este argumento es esgrimido por una de las doctrinas de la India. Los seguidores de esta doctrina ponen como ejemplo el fruto que pende de una rama. Dicen: “la naranja está por caer de la rama o ya está en el suelo; nadie la ve caer”. (Ver, Borges, Jorge Luis, “Historia de la eternidad” en Historia de la eternidad, Sudamericana, Buenos Aires, 2011, p. 15). 23 Schopenhauer, “Sobre la significación ética de la conducta; o en torno a la esencia de la virtud y el vicio” en Metafísica de las costumbres [traducción y edición de R.R Aramayo], Madrid, Trotta, 2001, p.139. 24 Ver Schopenhauer, Arthur, Mundo, I, §53, p.298. 25 Ibid, I, §60. 20

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III. La libertad de la voluntad 26

“¿Por qué no he de pasar la noche aquí? –se dijo-. Tengo pan y soy libre” .

Entre las características de la voluntad se enunció que ésta, no está sometida al principio de razón y que por lo tanto, es libre 27. También se dijo que el hombre es una de esas manifestaciones particulares, por lo que cabría suponer que también es libre. Empero, el filósofo de Danzig dice que, en sus manifestaciones particulares, la voluntad está determinada por motivos28. Por lo tanto, el ser humano siempre estará determinado por motivos. Podría resumirse de la siguiente manera: en el terreno de la cosa en sí, domina la libertad, mientras que en el mundo del fenómeno, gobierna la necesidad. Es pertinente mencionar que por necesario no se entiende aquello que es así y no puede ser de otra manera, sino “lo que es consecuencia de una razón suficiente dada”29. De acuerdo con lo anterior, ¿qué libertad de actuar tendría el hombre? ¿Existe un libre arbitrio del que el hombre hace uso? Para poder responder estas cuestiones, antes se deben responder otras dos: ¿qué significa ser libre? ¿Qué se entiende por libertad? Schopenhauer dice lo que usualmente se llama libres a hombres y animales “cuando sus acciones no están impedidas por ligaduras, prisiones, incapacidades, esto es, por ningún obstáculo físico, material, sino que esas acciones discurren a tenor de su voluntad”30.

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Stendhal, Rojo y negro, Credsa, Barcelona, 1972, p.95. Ver Schopenhauer, Mundo, §55, p.313 28 Ver idem §55, p.327 29 Schopenhauer, Sobre la libertad de la voluntad [trad. E. Imaz], Alianza, Madrid, 2000, p.50. 30 Ibid, p.46. 27

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En este sentido, libre significa con arreglo a la propia voluntad, o dicho de otra manera, la libertad es una ficción que se apoya sobre la opinión de que «puedo hacer lo que quiera». Sin embargo, esta respuesta presupone ya el querer de la voluntad, es decir, elegimos lo que queremos porque queremos lo que quiere la voluntad. Intentaré explicarlo con dos ejemplo: puedo elegir, soy «libre» de elegir entre un dulce de café o dulce de menta, puedo elegir el que quiera, pero ¿puedo elegir querer querer este y no aquel? El segundo ejemplo: podríamos conversar con un amigo y preguntarle si al elegir el desayuno de ese día, lo eligió libremente o alguien más eligió por él. Si respondiera que libremente y le cuestionáramos a qué se refiere cuando dice «libremente», diría que hace referencia a que elige lo que quiere, a que hace lo que quiere. Entonces nosotros responderíamos: tú dices que eres libre porque puedes hacer lo que quieres, pero ¿puedes querer también lo que quieres? ¿Depende de algo el querer? Digamos que el problema es que tenemos la libertad de hacer lo que queremos, pero la libertad por la que se pregunta Schopenhauer nos es por la de la acción, porque esta ya presupone la voluntad31, sino por la de ese «querer».

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. Pero, ¿no se supone que la voluntad no tiene meta ni fin? ¿No es un impulso ciego? ¿Cómo puede determinar que este hombre quiera esto, y aquel lo otro? ¿Cómo puede ser determinista algo que es puro impulso? Lo que sucede es que el hombre quiere pero quiere porque sí. Es decir, el querer es ciego, porque querer un vaso de agua o un palacio significa dolor. Todo deseo es dolor, lo único que cambia es el grado. De acuerdo con lo anterior, querer algo puede aparentar tener un fin, pero visto con más detalle, el querer es puro deseo ciego que conduce al sufrimiento. El querer no es un deseo calculado, sino un sufrimiento ciego e incesante, motivado por una voluntad que nunca se satisface.

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IV. Los motivos y el determinismo. “Eres, pues, lo que eres. Si te pones una peluca de miles de rizos o te calzas unos chapines 32

de tacones de una vara de altura, no dejarás de ser lo que eres” .

Tras analizar el problema de la libertad a la luz de la voluntad, el filósofo alemán concluye que todo querer está determinado y afirma que “el hombre es su propia obra antes de todo conocimiento, y éste simplemente se añade para iluminarla. Por eso no puede resolver ser éste o aquél, ni puede convertirse en otro, sino que es de una vez y para siempre, y conoce gradualmente lo que es”33. Lo que Schopenhauer quiere decir es que no puede cambiarse lo que un hombre quiere o lo que su aspiración persigue. En este punto sale a la luz otra tesis fundamental: que toda acción está determinada por motivos. Toda la vida humana, todas las acciones están determinadas por resortes, que pueden reducirse a dos: el deseo de existir y el deseo de librarse de la carga de la existencia34. Los motivos pueden modificar la dirección del esfuerzo de la voluntad, pero nunca lo que la voluntad quiere35. Es por eso que los dogmas pueden modificar los actos, pero no la intención. Puede influirse en el hombre y su voluntad por medio de motivos, pero nunca podrá cambiarse lo que realmente desea, es decir, los motivos nunca lograrán que quiera algo verdaderamente distinto de lo que ha querido hasta entonces. Por esta razón Schopenhauer afirma que no se enseña a querer36. 32

Johann Wolfgang von Goethe, Fausto, primera parte, Bruguera, Barcelona, 1971, p.114. Schopenhauer, Mundo, §55, p.319 34 Ver Schopenhauer, el mundo, §56, p.339 35 Cfr, idem §55. 36 Ver idem, I, §55, p.321 33

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Por ejemplo, puedo haber engañado a un amigo y robarle su fortuna. Tiempo después, me convencen, mediante motivos externos, de que cometí una atrocidad. Esto ocasiona que me arrepienta de haber engañado y robado a mi amigo, es decir, de lo que hice, pero no de lo que quise, que fue el dinero. El arrepentimiento es por los medios, no por los fines. Los motivos son determinantes del actuar humano en tal grado que “es imposible que un hombre se levante de la silla sin un motivo que le empuje o leve”37. Por lo tanto, esperar que alguien “haga algo sin que algún interés lo solicite, es lo mismo que esperar que un trozo de madera venga hacia mí sin la cuerda que tire de él”38. Frente la perspectiva de que los motivos sólo influyen en la voluntad pero no la modifican, el filósofo de Danzig considera que “sólo un conocimiento que no sea mediato y que llegue directamente al hombre, al no estar formulado in abstracto, puede hacer estimar la virtud y conducir a la redención”39. Es decir, la verdadera

virtud

no

brota

de

un

conocimiento

discursivo

ni mediante

razonamientos, sino de uno intuitivo e inmediato y que no puede ser expresado con palabras. Este conocimiento se alcanza mediante el ascetismo y no es otra cosa que la negación de la voluntad, la única posibilidad de escapar del circulo deseo-satisfacción.

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Schopenhauer, Sobre la libertad de la voluntad…, p.93. Idem 39 Schopenhauer, “Sobre la significación ética de la conducta; o en torno a la esencia de la virtud y el vicio”…, p.141. 38

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Schopenhauer la ejemplifica del la siguiente manera:

“Podríamos comparar la vida con una vía circular cubierta de brasas con algunos espacios libres, que tendríamos que recorrer incesantemente; al que vive preso de la ilusión lo consuela el espacio libre que ocupa por un momento o que divisa a su alcance, pero continua recorriendo la vía; en cambio, el que ha superado el principium individuationis y conoce la esencia de las cosas en sí y, por ello, la totalidad, ya no admite ese consuelo, pues se ve simultáneamente en todos los espacios de la vía, y 40

prefiere salir de ella” .

Pero, ¿en qué consiste la negación de la voluntad? Consiste en no hacer lo que se quisiera y antes bien hacer todo lo que no se quiere, en quebrantar la voluntad renunciando a lo agradable y buscando lo desagradable, en castigar al cuerpo para mortificar a la voluntad. Schopenhauer afirma que la “negación, la supresión y la conversión de la voluntad es también la supresión y desaparición del mundo, su espejo”41. Es decir, para el sujeto que ha negado la voluntad, el mundo y todo lo que hay en el no es otra cosa que la nada. Con la negación de la voluntad el dolor y sufrimiento desaparecen, el mundo de la representación queda derogado por completo y con él su variedad, su forma espacial y temporal, así como su forma última: el sujeto y el objeto. Schopenhauer es claro: la negación de la voluntad es el único acto libre de la voluntad en el mundo del fenómeno42.

40

Idem. Schopenhauer, Mundo, I, §71. 42 Schopenhauer, Mundo, I, §69 41

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Sólo es posible mediante el conocimiento del sufrimiento universal, o por el dolor inmenso que una persona siente en sí misma, a quien en el colmo del dolor se le ha revelado “el último secreto de la vida: que el dolor y la maldad, el sufrimiento y el odio, el atormentador y el atormentado, por muy distintos que sean para el conocimiento basado en el principio de razón, son en sí una sola cosa, manifestación de una misma y única voluntad de vivir que objetiva su conflicto consigo misma por medio del principium individuationis”43. Sin embargo, la negación de la voluntad no puede conseguirse de propósito, ya que procede de la más íntima relación entre el conocimiento y la volición en el hombre. Es por ello que surge de repente y como caída del cielo44. En consecuaencia, podemos pasar toda la vida sin actuar libremente ni una sola vez.

43 44

Schopenhauer, Mundo, I, §68. Schopenhauer, Mundo, I, §70.

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Conclusión

Para concluir, diré que la filosofía de Schopenhauer si es determinista. Concuerdo con el filósofo alemán en lo referente a la postura de que la vida de los hombres está determinada desde el nacimiento. El hombre está condenado a actuar siempre bajo impulsos o motivos, nunca por sí mismo. Extrapolando la filosofía de Schopenhauer a nuestro tiempo, me atrevo a decir que el ser humano no está determinado por ninguna voluntad o esencia del mundo, pero, en cierta medida, sí por el lugar dónde ha nacido y las aptitudes de las que nace dotado. Pero el determinismo no debe entenderse como un determinismo dónde la voluntad decreta que alguien será zapatero, otro carpintero, otro banquero, etc. Descubrir lo que uno es, no significa descubrir que profesión u oficio voy a desempeñar, sino descubrir que se es, que somos voluntad y que sólo así podrá escapar de su dominio. Considero que el determinismo del sistema de Schopenhauer es el de desear siempre lo que se quiere. ¿Qué es lo que está determinado? Desear, siempre, en todo momento y en todo lugar. Por otra parte, ¿qué se puede rescatar de este pensamiento pesimista? Por un lado, que la metafísica de Schopenhauer se distingue porque no despega los pies de la intuición, del mundo empírico. Su metafísica no es puramente teórica, sino que proviene de la experiencia. Cada afirmación tiene su contraparte empírica.

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Otro aspecto rescatable es la tesis implícita del conocimiento de sí mismo. El mundo y las personas son voluntad, por lo tanto, para conocer el mundo debemos conocernos a nosotros mismos. Sólo conociendo la íntima esencia se podrá salir del círculo en el que nos tiene inmersos la voluntad. Pero, a mi juicio, lo más rescatable en el pensamiento del filósofo alemán es que parte de lo que el mundo es y no de lo que le gustaría que fuera; Schopenhauer se preocupa más por ser filósofo y menos por ser un evangelista.

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Bibliografía

Safranski, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía [traducción de José Planells Puchades], Tusquets, México, 2008, Schopenhauer, “Sobre la significación ética de la conducta; o en torno a la esencia de la virtud y el vicio” en Metafísica de las costumbres [traducción y edición de R.R Aramayo], Madrid, Trotta, 2001,

Schopenhauer, Sobre la libertad de la voluntad [trad. E. Imaz], Alianza, Madrid, 2000, Volker Spierling, Arthur Schopenhauer, Herder, Barcelona, 2010

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