Arthur Schopenhauer

Introducción Arthur Schopenhauer nació en Danzing (Polonia) el 22 de febrero de 1788. Fue un filósofo que no logró en vi

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Introducción Arthur Schopenhauer nació en Danzing (Polonia) el 22 de febrero de 1788. Fue un filósofo que no logró en vida el reconocimiento que obtendría años después de su muerte. Podríamos preguntarnos si su falta de éxito en vida se debió a que su pensamiento era políticamente incorrecto. A que no se sumaba al “tren del progreso”, no se amoldaba a su época, que es la del proceso del desarrollo y expansión del capitalismo por todo el occidente europeo, así como su penetración en el resto del mundo. Para mas, fue un ferviente opositor a todos aquellos colegas suyos que eran reconocidos durante su tiempo (principalmente nos referimos a Hegel). Nuestro autor se pretendía el verdadero continuador y heredero legitimo de la filosofía kantiana, aunque en muchos aspectos lo encontraremos como uno de sus más feroces críticos1. De hecho, entre los requisitos que formula para comprender El mundo se encuentra el conocimiento de la obra crítica kantiana. Su obra principal, cuya primera edición es de 1819 y que datará de un total de tres ediciones, fue titulada “El mundo como voluntad y representación”. El importante papel que juega Kant en su propio pensamiento, en particular en su teoría del conocimiento, hizo que Schopenhauer redactara un Apéndice dedicado a la crítica de la filosofía kantiana, que fue introducido ya en la primera edición, si bien en la segunda recibió considerables modificaciones. En verdad, Schopenhauer toma de Kant mucho menos de lo que deja A lo largo del trabajo nos propondremos ir recorriendo algunos ejes que estimamos como fundamentales en el pensamiento de nuestro autor. Su visión del mundo moderno (del que es parte), su noción de la voluntad, del individualismo, del egoísmo, el espíritu nihilista de su pensamiento, asi como también las únicas posibilidades de escapar del dolor que conlleva vivir en ese mundo. Finalmente, señalaremos su exacerbada crítica tanto a los filosofos de su tiempo como a los profesores de filosofía que ven en la

1 Villacañas Berlanga J. L., “Schopenahuer y la primera edición de la Crítica de la Razón Pura: los fundamentos del nihilismo europeo”, en Daimon 4 (1992)

ciencia, mas que un modo de reflexionar acerca del mundo, un camino que les permite subsistir

Desarrollo “No a los contemporáneos, no a los compatriotas: a la humanidad dejo mi obra ahora terminada, en la confianza de que no carecerá de valor para ella aunque esta tarde en ser reconocida, según es la suerte de todo lo bueno. En consecuencia, como atestigua la historia de la literatura, todo lo valioso ha necesitado mucho tiempo para obtener vigencia, sobre todo cuando era un género que instruía y no divertía: y mientras tanto, resplandecía lo falso” (Prólogo a la Segunda Edicion de “El mundo como representación y voluntad”, de 1844) 2

Como señalamos en la Introducción, el mismo Schopenhauer se sentía un incomprendido de su tiempo. Alguien que no era valorado ni reconocido. Pero con la confianza de que, con los años, su obra sería apreciada. Advertimos en la cita que antecede a este desarrollo, también, su recelo ante otros filosofos, que mas que instruyen, divierten. Será Hegel con quien principalmente confrontará y de quien intentará diferenciarse. No obtendrá, lamentablemente para él, el predominio de la ciencia filosófica durante su tiempo. Permanecerá al margen del centro de las ideas que, luego de Kant en el siglo anterior, pasan a ser representadas por Hegel. Mal que le pese, tal cual nos dice nuestro autor, “las obras poéticas pueden convivir, pero todo sistema filosófico piensa, apenas nacido, en la desaparición de todos sus hermanos; puesto que solo puede existir una filosofía de actualidad” 3. Pensador difícil de meter en cualquier corriente, se le ha usado tanto para decir que inspiró a marxistas y a nacionalsocialistas, a ateos y a espiritistas. En realidad muchos autores decisivos leyeron a Schopenhauer 4, pero éste no puede ser acusado de ser germen de ninguna de las ideologias que le 2 A. Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, Traducción, introducción y notasde Pilar López de Santa María, Sevilla, 2009, pág. 16

3 A. Schopenhauer, "Sobre la filosofía y su método", en Respuestas filosóficas a la ética. a la ciencia y a la religión. Madrid, 1996, pag. 189-190

sucedieron. Su frontal rechazo a las ideas de Hegel, que según él estaban estropeando Alemania y que a la postre alimentarían tanto a nazismo como a marxismo de manera fundamental, es la mejor demostración de ello. La filosofía de Schopenhauer se encuentra vinculada desde un primer momento con el problema de la negatividad: el dolor del mundo, la miseria de la existencia y todo lo que en general cabe dentro del concepto de lo negativo, son el tema y el punto de arranque de su filosofía Podríamos denominarlo como un pensador burgués desencantado. Fue un claro crítico de su tiempo. Su obra fue elaborada durante el siglo XIX. Si nos propusiéramos, a grandes rasgos, caracterizar esta época (que es larga en términos históricos si seguimos la periodización propuesta por Eric Hobsbawm: 1789-1914) podríamos decir que el siglo XIX fue el del desarrollo mundial del capitalismo que, desde su centro británico, se expandió hacia todo el occidente europeo emergiendo como resultado de este proceso lo que suele denominarse como “segunda revolución industrial” la cual va a producirse principalmente en Italia y Alemania. Es también el siglo de la descolonización americana, con el consiguiente ingreso al concierto económico-mundial de las naciones de nuevos países independientes que van logrando su organización. La pertenencia de Schopenhauer a la burguesía es algo más filial que personal. Proviene de una familia de comerciantes acomodados. Decíamos que era un pensador desencantado, entendiendo al encantamiento asociado a la noción de orden. Schopenhauer advierte que el supuesto de orden o equilibrio no deja de ser una idea y que en los hechos no hay nada de eso. Nuestro autor no confía en la sociedad de su época. Por el contrario, es un ferviente crítico de la misma y lo evidencia a lo largo de su obra en la cual resalta una esencia de carácter pesimista con respecto al mundo que lo rodea. Como señalará Villacañas:

4 Friedrich Wilhelm Nietzsche le dedicará su obra “Tercera consideración intempestiva: Schopenhauer como educador” (1874); en este trabajo, el Loco de Turín, se refiere a Schopenhauer como un educador para la liberación. Es el pensador no leído, a quien sus contemporáneos no comprenden: el hombre que desprecia el academicismo y la figuración pública, y que sin embargo quiere su filosofía.

“La experiencia del mundo burgués permitió a Schopenhauer censurarlo y criticarlo. Porque si bien el objeto criticado era ese mundo, el sujeto que realiza sus criticas está embebido de las mismas categorías que intenta criticar. La filosofía de Schopenhauer es así una autocritica feroz e inconsciente de sí misma” 5

Precisamente es este mundo que enmarca la vida de nuestro autor el que será minuciosamente analizado, descripto, puesto en cuestión. Schopenhauer nos dirá que la acción caracteriza al mundo moderno. La acción transformadora de la realidad. A diferencia de la concepción medieval para la cual la vida humana estaba volcada a la preparación para una vida futura (conforme a las creencias religiosas que prevalecen en esa época), la sociedad moderna, antropocentrista, se caracteriza por una fuerte convicción de la necesidad de transformar el mundo y la naturaleza para generar esa “tierra prometida” o “paraíso” (que tanto anhela y persigue el hombre medio de la Edad Media) aquí en la Tierra, en esta vida. De este modo, la modernidad no se entiende como la preparación para otra vida sino como la realización plena de la vida a lo largo de la historia. La modernidad se concibe como un afán de dominio en la naturaleza. Mientras que los antiguos (los griegos) también se interesaban por la naturaleza pero la veían como una suerte de espejo en el cual se reflejaba el poder de dios, el hombre moderno descubre que esa naturaleza no está solo para ser contemplada, sino también transformada, modificada. Para Schopenhauer el incremento de la acción, de la transformación sobre la naturaleza no trae aparejado una satisfacción ni de las necesidades ni de los deseos humanos. Existe, por el contrario, una profunda insatisfacción por no poder alcanzar el fin perseguido. Para Schopenhauer el dolor es esencial a la vida y como tal no proviene del exterior, sino que cada uno de nosotros lo lleva dentro. Constantemente el deseo se hace presente, para ser eliminado y otra vez renacer. Y ninguna actividad puede realmente satisfacernos, mas sin embargo hacemos caso omiso de esta realidad, y seguimos buscando nuevos deseos, y así continuamos indefinidamente. Schopenhauer afirma que en realidad la vida es sólo una continua lucha por la existencia, con la certidumbre de una derrota final. En esta vida si la necesidad es satisfecha, como normalmente ocurre, entonces lo que nos espera es el aburrimiento, el tedio, la desesperanza, el saber que estamos encerrados en un ir y venir sin descanso, la rueda del destino que nunca se detiene. La vida humana 5 Villacañas Berlanga J. L., “Schopenhauer y el viaje por el mundo burgués”, en Historia de la filosofía contemporánea. Madrid: Akal, 1997, p. 29

está encerrada entre el dolor y el aburrimiento. Se experimenta la obsolescencia. A comienzos del S XIX todavía no se vislumbraba el problema de la acumulación de productos obsoletos pero se percibe, si, la insatisfacción que caracteriza al hombre moderno que no puede dejar de producir, de construir En sus viajes por Europa, relatados por Villacañas, Schopenhauer describe a Londres de una forma muy crítica; manifiesta odiar a la nación, que es la nación madre de la modernidad (Gran Bretaña, eje del capitalismo industrial, primera potencia político-económico-militar del mundo durante el siglo XIX), y sobre todo a esa metrópolis, Londres, donde ya apuntaban los fenómenos más inquietantes de la sociedad de masas. Comprende que el mundo burgués necesita no solo la anónima masa laboriosa de Londres sino también la inhóspita base de la miseria. Shopenhauer manifiesta una incapacidad de comprender la razón que mueve al trabajo, a la actividad. Se trata de la incomprensión de una nota básica de toda la modernidad ilustrada: de la acción voluntarista e infinita que para Schopenhauer constituirá una acción irracional y ciega El concepto de voluntad es central en su obra. Piensa que la voluntad de acción es ciega y no está justificada. En lugar de percibir la acción voluntarista como una acción teleológica que busca la mejora de la humanidad, Schopenhauer percibe tal acción como irracional. Pierde el sentido en Schopenhauer la noción de un tiempo lineal (esa idea de ir hacia un fin que supone una mejora. Esa visión teleológica tan presente en Hegel, su contrincante). Emerge, por el contrario, la idea de un tiempo circular. Predomina en su pensamiento una esencia de carácter nihilista que se abre paso con toda su eficacia crítica respecto a los tiempos modernos en los cuales se aprecia una ausencia de sentido respecto del fin que se persigue. Preocupa a Schopenhauer el predominante valor de la individualidad en la sociedad moderna. Cuanto más intensa es la voluntad tanto mayor es el dolor. Dirá Schopenhauer que su mundo es el peor de los mundos posibles. Y aun mas, “esta voluntad total aparece como voluntad total solo en un individuo para quien los demás solo son representaciones”. Toda la estructura de la vida queda dominada entonces por el principio de individuación más absoluto. Schopenhauer, como un observador de su tiempo del que es a la vez parte, representaría el momento en que el

voluntarismo de la burguesía comprende el absurdo de su propio proyecto, en tanto que comprende que no se ha luchado por la especie y la razón del conjunto sino por individualidades. He aquí el afán que mueve al trabajo infinito de la burguesía en los tiempos modernos; es el afán violento por sobrevivir como individuos. Schopenhauer deja bien claro que la vida se torna inhóspita y contradictoria, carente de naturalidad y salud, sin una estructura que permita trascender la mera individualidad. Así, “la voluntad”, dice nuestro autor, “se devora a sí misma, porque fuera de ella no existe nada y es una voluntad hambrienta. De aquí la caza, la angustia y el dolor”. “En Schopenhauer observamos el sentido otorgado a la palabra voluntad en forma contraria respecto a como lo expresase Kant. Y esa voluntad contraria surge naturalmente del sinsentido de la lucha por el ideal; la voluntad en si no se expresa en ideales que pueden reunir a muchos hombres, sino en ideas individuales que solo mueven a uno. Un moderno no puede morir satisfecho de vivir porque siempre tiene por delante de si esfuerzos y tareas que realizar” 6

El esquema de pensamiento sería más o menos el siguiente: mientras queremos, sufrimos por la carencia que ese sufrimiento supone; cuando el querer es satisfecho, surge algo peor que el sufrimiento: el aburrimiento, que nos hace sentir el vacío de la voluntad desocupada. Pero la rueda nunca se detiene: pronto aparecerá un nuevo deseo con un nuevo dolor, y su satisfacción volverá a mostrarse vana para calmar la sed de la voluntad; una voluntad que nunca encuentra un objeto que satisfaga su querer, porque en realidad no quiere nada, porque es ciega e irracional. Así, cada cual afirma su voluntad sin límites, aunque ello suponga negar la voluntad de los otros o incluso destruirlos. Porque cada uno es el centro del mundo o, más bien, la totalidad del mundo. Así viven, en mayor o menor medida, la gran mayoría de los hombres: inmersos en el engaño, haciendo daño a los otros y pagando con sufrimiento su maldad. Esa es la condición natural del hombre y, en general, de todos los seres; porque el egoísmo, además de ser el móvil antimoral, es el móvil natural de todos los seres vivientes. La naturaleza es inmoral, como lo es la voluntad que en ella se objetiva Schopenhauer distingue entre el plano de lo que es el entendimiento (como facultad de teorizar desde lo alto) y aquello que sucede en el pueblo (voluntad ciega e irracional). Hay en Schopenhauer una denuncia acerca de una especie de engaño, de una ilusión que consiste en hacernos creer que la esencia del mundo y de la humanidad es su voluntad de superación. Esto 6 Villacañas Berlanga J. L., “Schopenhauer y el viaje por el mundo burgués”, en Historia de la filosofía contemporánea. Madrid: Akal, 1997, pag. 23

es para nuestro autor lo que no tiene justificación alguna sino que es puro activismo. No cabe hablar de una “voluntad general” (lo cual es una ficción). El hombre tiene un interés individual y todo lo que se postule como interés social o general es considerado como una ficción bajo la cual se intenta someter a la individualidad. Son representaciones que ocultan aquello que persiguen voluntades individuales (dominio sobre otros) Estimulan a Shopenhauer solo las alturas de las montañas, donde cesa el esfuerzo de la voluntad y donde la vista liberada puede establecer su juicio. Será ese el lugar, en la cima, donde se ubique la silla reservada al genio y desde donde pueda contemplar a los “contemporáneos, es decir, a la multitud estúpida”. El genio, dirá Villacañas, es un aristócrata del espíritu. Vive de si, con una alegría que se multiplica, ajeno a la violencia y al aburrimiento. Aquí observamos una diferenciación entre la concepción de salvación del mundo esbozada en el Fausto de Goethe y la planteada por nuestro pensador, pues el primero logra vencer al pequeño diablo y salvarse mediante la acción en el mundo, mientras que el segundo solo puede salvarse en la cesión de la acción, en la distante contemplación Nos dirá Schopenhauer que es en ese escaparse de la vida, de la acción voluntarista, donde se logra un verdadero y único sentimiento de goce. Aunque claro que el mismo no es para cualquiera. En un mundo donde el hombre no puede dejar de producir, desear, consumir, modificar la naturaleza, un mundo que necesita de la acción continua y en el cual existen

hombres que son los factores que promueven esa acción, eludirla,

es algo que solo una minoría acomodada podría lograr. Lo dijimos, Schopenhauer proviene de una familia adinerada. No forma parte de la masa obrera que motoriza el capitalismo industrial del Siglo XIX y que tanto lo horroriza cuando visita Londres. Y a pesar de ser parte de la burguesía, no comparte con esta la finalidad individualista del lucro incesante. El genio hace caso omiso de la individualidad. Nos dirá nuestro autor que “para filosofar, el espíritu tiene que estar realmente ocioso; no debe perseguir fin alguno; por lo tanto, no ser empujado por la voluntad, sino entregarse por completo a los conocimientos que le da el mundo exterior y la conciencia propia. Los profesores de filosofía, al contrario, piensan en su utilidad y

ventajas personales, por lo cual no perciben muchas cosas claras y no se hacen cargo de los problemas de la filosofía”

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¿Existe otra forma de eludir el dolor que nos prescribe en el mundo descripto por Schopenhauer? ¿Solo con la contemplación producimos la cesión de la acción, voluntarista e irracional? Podríamos señalar la opción del suicidio como un conducto de escape que expresaría el rechazo a la voluntad de vivir. Pero no es aquí donde encontraremos la respuesta adecuada ya que según nuestro autor, el suicidio constituye un acto de sumisión a la voluntad, de ningún modo su negación. ¿Será, entonces, la contemplación la única oportunidad de escapar de todo lo malo que le brinda al hombre aquella voluntad ciega e irracional? Al sumergirnos en un estado de pura contemplación, nos liberamos durante un instante de todo deseo y toda preocupación, ya no somos más el individuo que pone la inteligencia al servicio del querer, y al quedar purificados de toda voluntad, somos el sujeto eterno del conocimiento. Pero también es claro que si este estado contemplativo sirve para indicarnos un camino a la felicidad del hombre, la liberación del dolor de la vida, la total redención del hombre, debe producirse por otro camino, al que llamaremos ascesis. Para Schopenhauer lo esencial será la negación individual de la voluntad; la supresión del deseo. El verdadero remedio, no es la muerte o el suicidio. La solución, es el ascetismo individual; sólo la abstinencia y la noprocreación pueden alcanzar a la larga, la desaparición de la especie humana y del deseo de vivir en el hombre. La contemplación es ese desprendimiento casi místico, ese estado de verdadera quietud. En ese estado la sabiduría es con justicia, libertad, eternidad y liberación. Estamos pues, frente a una filosofía de la contemplación y no de la acción Finalmente, señalaremos brevemente lo que separa a nuestro autor de los profesores de filosofía y de los sofistas de su época. Schopenhauer critica la intervención de los gobiernos en la filosofía como forma de cumplimentar fines estatales y que, consecuencia de esto, los hombres instruidos vean a las cátedras de filosofa como un oficio que da de comer como cualquier

7 Schopenhauer, "Sobre la filosofía y su método", en Respuestas filosóficas a la ética. a la ciencia y a la religión. Madrid, 1996, pág. 189

otro, por lo cual, con tal de obtener dichos puestos se avienen a llevar adelante aquellos fines. Dirá Schopenhauer: “Pero mi filosofía no se ha creado en absoluto para que se pueda vivir de ella. Le faltan los requisitos básicos indispensables para una cátedra bien pagada (…) y no establece ni una sola vez la fábula, astutamente ideada por los profesores de filosofía y convertida en indispensable para ellos (…)¿Qué le importa mi filosofía, carente de esos requisitos esenciales, que no tiene miramientos ni da de comer, centrada en sus pensamientos; una filosofía que tiene como único norte la verdad, la verdad desnuda, no remunerada(…) qué le importa ella a aquella alma mater, la buena y nutritiva filosofía universitaria que, cargada de un ciento de intenciones y mil consideraciones, sigue cautelosamente su camino dando rodeos porque siempre tiene a la vista el temor del amo, la voluntad del Ministerio, los principios de la Iglesia local, los deseos del editor, los ánimos de los estudiantes, la buena amistad de los colegas, la política del momento, la orientación momentánea del público y todo lo demás?. Pero para que mi filosofía fuera apta para una cátedra, tendrían que venir tiempos totalmente distintos. ¡Sería hermoso que una filosofía de la que no se puede vivir recibiera aire y luz, y ganara la atención general!” 8

Por su parte, lo hemos señalado, nuestro autor tendrá un particular encono con aquella filosofía triunfante a nivel académico y social de su época. Como explicó Schopenhauer desde el Prologo a la Primera Edición de “El mundo como voluntad y representación”, su filosofía parte de la kantiana, por lo cual supone un profundo conocimiento de la misma. Y en este sentido, Schopenhauer se preocupa por prevenir ante las interpretaciones fallidas de la obra de Kant que se producen durante su tiempo “en todos estos últimos años he encontrado en los escritos de los hegelianos exposiciones de la filosofía de Kant que rayan en la fábula. ¿Cómo las mentes dislocadas y corrompidas ya en la juventud con el sinsentido del hegelianismo pueden ser todavía capaces de seguir las profundas investigaciones kantianas?”9

Se distinguirá Schopenhauer de “los tres famosos sofistas del periodo post-kantiano”10, definiéndose a sí mismo, por oposición a aquellos, como un escritor honrado, situado siempre en la reflexión, en la meditación y “nunca en el de la inspiración, llamada intuición intelectual o también pensamiento absoluto, aunque su nombre correcto es patraña y charlatanería” 11

8 A. Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, Traducción, introducción y notasde Pilar López de Santa María, Sevilla, 2009, pag 20-21 (Prólogo a la Segunda Edición)

9 A. Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, Traducción, introducción y notasde Pilar López de Santa María, Sevilla, 2009, pag 19 (Prólogo a la Segunda Edición)

10 Se refiere a Fichte, Schelling y Hegel

Conclusión Hemos, brevemente, recorrido algunos de los soportes del pensamiento de Artur Schopenhauer. Creemos que este trabajo constituye un primer paso para retomar y profundizar lo que pudimos estudiar del autor durante el cursado de la materia. Su posición anti moderna nos llamó la atención y fue lo que nos invitó a interesarnos por sus ideas. Pensamos que sería interesante continuar leyéndolo. Que si bien la filosofía no es el eje de nuestra carrera, la vinculación de la misma con el contexto no puede ser dejada de lado al momento de realizar un adecuado análisis de una época determinada. Schopenhauer nos permite ver aquello que “el mundo de las ideas del siglo XIX” nos esconde. Nos aleja del predominante Hegel y nos brinda una crítica muy interesante de la sociedad capitalista que lo acerca a Marx. Nos propone otra vía de continuidad del criticismo kantiano (del que, como señalamos, deja más de lo que toma), alejada de los pensadores que él denomina como sofistas. Y, también, nos permite apreciar rasgos que observaremos en los grandes filósofos de la primera mitad del Siglo XX (Nietzche y Heideguer)

11 Ibíd. pag. 18

Ya en el prólogo a la primera edición he explicado que mi filosofía parte de la kantiana y supone por ello un profundo conocimiento de la misma. he de prevenirle seriamente contra tales exposiciones, en especial de la época reciente: y (p mis escritos llevan acuñado el sello de la honradez y la franqueza con tal claridad que ya por ello contrastan llamativamente con los de los tres famosos sofistas del periodo postkantiano: a mí se me encuentra siempre en el punto de vista de la reflexión, es decir, de la meditación racional y de la honrada comunicación de mis pensamientos, nunca en el de la inspiración, llamada intuición intelectual o también pensamiento absoluto, aunque su nombre correcto es patraña y charlatanería ( Fichte y Schelling. Hegel. P 18)

EL MUNDO COMO VOLUNTAD Y REPRESENTACIÓN Traducción, introducción y notas de Pilar López de Santa María Así como el racionalismo moderno tuvo su origen en la intuición cartesiana del método, el irracionalismo contemporáneo nace del descubrimiento de la voluntad como cosa en sí. Ese descubrimiento de la juventud acompañará las reflexiones filosóficas de Schopenhauer durante el resto de su vida comprender el sentido de una existencia que es, de principio a fin, un sinsentido La filosofía de Schopenhauer se encuentra vinculada desde un primer momento con el problema de la negatividad: el dolor del mundo, la miseria de la existencia y todo lo que en general cabe dentro del concepto de lo negativo, son el tema y el punto de arranque de su filosofía es, además, el primero en romper con muchos de los planteamientos fundamentales de la época moderna, empezando por el racionalismo y el optimismo parejo a él. Desde su perspectiva histórica, puede ver ya lo que ha dado de sí una razón omnipotente que todo lo justifica y para la que todo está bien como está. Quedan atrás las ideas de una razón capaz de conocerlo todo con un buen método (Descartes), de un progreso indefinido del género humano (Ilustración) Incluso quedan atrás para él los intentos de su contemporáneo y principal enemigo, Hegel, esforzándose aún por demostrar que "Todo lo racional es real y todo lo real es racional". Porque para Schopenhauer no es verdad ni lo uno ni lo otro: ni lo racional es real, porque el mundo de la razón es un mundo de sueños y de engaño, ni lo real es racional, porque el verdadero ser de las cosas es una voluntad irracional y ciega Schopenhauer no busca deducir sino interpretar el mundo: Mientras queremos, sufrimos por la carencia que ese sufrimiento supone; cuando el querer es satisfecho, surge algo peor que el sufrimiento: el aburrimiento, que nos hace sentir el vacío de la voluntad desocupada. Pero la rueda de Ixión nunca se detiene: pronto aparecerá un nuevo deseo con un nuevo dolor, y su satisfacción volverá a mostrarse vana para calmar la sed de la voluntad; una voluntad que nunca encuentra un objeto que satisfaga su querer, porque en realidad no quiere nada y en el mundo fenoménico se limita a aparentar un querer. El dolor del mundo no es en último término sino la manifestación del absurdo de una voluntad que es incapaz de querer El arte ofrece una liberación momentánea del dolor en cuanto nos permite evadirnos de la servidumbre de la voluntad. Pero no es una solución definitiva ni radical. Si el mal no es un accidente de la historia, si el sufrimiento está enraizado en el origen mismo de la existencia, está claro

que la única vía para liberarse definitivamente de él será atacar directamente su causa: la voluntad misma el egoísmo. Quien vive sumido en el modo de conocimiento fenoménico considera la distinción entre su propio individuo y los demás como algo plenamente real y establece un abismo infranqueable entre su propio ser y los otros. En el otro ser humano ve un mero "no-yo"; de hecho, los demás ni siquiera tienen una existencia propia: solo existen en su representación. Y así, cada cual afirma su voluntad sin límites, aunque ello suponga negar la voluntad de los otros o incluso destruirlos. Porque cada uno es el centro del mundo o, más bien, la totalidad del mundo. Así viven, en mayor o menor medida, la gran mayoría de los hombres: inmersos en el engaño, haciendo daño a los otros y pagando con sufrimiento su maldad. Esa es la condición natural del hombre y, en general, de todos los seres; porque el egoísmo, además de ser el móvil antimoral, es el móvil natural de todos los seres vivientes. La naturaleza es inmoral, como lo es la voluntad que en ella se objetiva. Quien ha conseguido rasgar el velo de Maya no solo percibe la identidad de todos los seres y hace suyo el sufrimiento universal del mundo. También reconoce en la voluntad a la culpable de todo ese dolor e intenta aniquilarla negándola en su propio fenómeno. Es el estadio de la ascética, de la negación directa e intencionada de la voluntad Schopenhauer es, como bien sabemos, deudor de la filosofía de Kant, de la que se considera heredero legítimo, si bien en muchos aspectos se erige en uno de sus más feroces críticos. De hecho, entre los requisitos que formula para comprender El mundo se encuentra el conocimiento de la obra crítica kantiana. El importante papel que juega Kant en su propio pensamiento, en particular en su teoría del conocimiento, hizo que Schopenhauer redactara un Apéndice dedicado a la crítica de la filosofía kantiana, que fue introducido ya en la primera edición, si bien en la segunda recibió considerables modificaciones. En verdad, Schopenhauer toma de Kant mucho menos de lo que deja, (ver copia de p. 19)

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN XVI No a los contemporáneos, no a los compatriotas: a la humanidad dejo mi obra ahora terminada, en la confianza de que no carecerá de valor para ella aunque este tarde en ser reconocido, según es la suerte de todo lo bueno. En consecuencia, como atestigua la historia de la literatura, todo lo valioso ha necesitado mucho tiempo para obtener vigencia, sobre todo cuando era un género que instruía y no divertía: y mientras tanto, resplandecía lo falso. (Hegel. Incluso quedan atrás para él los intentos de su contemporáneo y principal enemigo, Hegel, esforzándose aún por demostrar que "Todo lo racional es real y todo lo real es racional". Porque para Schopenhauer no es verdad ni lo uno ni lo otro: ni lo racional es real, porque el mundo de la

razón es un mundo de sueños y de engaño, ni lo real es racional, porque el verdadero ser de las cosas es una voluntad irracional y ciega) Si los gobiernos convierten la filosofía en medio para sus fines de Estado, por otra parte, los hombres instruidos ven en las cátedras de filosofía un oficio que da de comer como cualquier otro: XIX y así se afanan por obtenerlas asegurando su buen espíritu, es decir, el propósito de servir a aquellos fines. (p 17)…. Ahora dedicaré aún unas palabras a los profesores de filosofía… Los señores quieren vivir y, por cierto, vivir de la filosofía: a esta se han remitido junto con su mujer e hijos, y se han aventurado pese al povera e nuda vai filosofía de Petrarca11. Pero mi filosofía no se ha creado en absoluto para que se pueda vivir de ella. Le faltan los requisitos básicos indispensables para una cátedra bien pagada… y la mía no establece ni una sola vez la fábula, astutamente ideada por los profesores de filosofía y convertida en indispensable para ellos, de una razón que de forma inmediata y absoluta conoce, intuye o percibe, y que necesita embaucar a sus lectores ya desde el comienzo… ¿Qué le importa mi filosofía, carente de esos requisitos esenciales, que no tiene miramientos ni da de comer, centrada en sus pensamientos; una filosofía que tiene como único norte la verdad, la verdad desnuda, no remunerada… qué le importa ella a aquella alma mater, la buena y nutritiva filosofía universitaria que, cargada de un ciento de intenciones y mil consideraciones, sigue cautelosamente su camino dando rodeos porque siempre tiene a la vista el temor del amo, la voluntad del Ministerio, los principios de la Iglesia local, los deseos del editor, los ánimos de los estudiantes, la buena amistad de los colegas, la política del momento, la orientación momentánea del público y todo lo demás?. Pero para que mi filosofía fuera apta para una cátedra, tendrían que venir tiempos totalmente distintos.— ¡Sería hermoso que una filosofía de la que no se puede vivir recibiera aire y luz, y ganara la atención general! mis escritos llevan acuñado el sello de la honradez y la franqueza con tal claridad que ya por ello contrastan llamativamente con los de los tres famosos sofistas del periodo postkantiano: a mí se me encuentra siempre en el punto de vista de la reflexión, es decir, de la meditación racional y de la honrada comunicación de mis pensamientos, nunca en el de la inspiración, llamada intuición intelectual o también pensamiento absoluto, aunque su nombre correcto es patraña y charlatanería ( Fichte y Schelling. Hegel. P 18) Por lo que a esta segunda edición respecta, me alegro ante todo de no encontrar nada que revocar después de veinticinco años, así que mis convicciones fundamentales se han conservado al menos en mí mismo. Ya en el prólogo a la primera edición he explicado que mi filosofía parte de la kantiana y supone por ello un profundo conocimiento de la misma. he de prevenirle seriamente contra tales exposiciones, en especial de la época reciente: y en todos estos últimos años he encontrado en los escritos de los hegelianos exposiciones de la filosofía de Kant que rayan en la fábula. ¿Cómo las mentes dislocadas y corrompidas ya en la juventud con el

sinsentido del hegelianismo pueden ser todavía capaces de seguir las profundas investigaciones kantianas? (p 19)

PROLOGO A LA TERCERA EDICION

aunque solo tenia treinta anos cuando aparecio la primera edicion de la obra, no he visto esta tercera antes de los setenta y dos

se le han incluido, con la misma impresion contiene 136 paginas mas que la segunda. la voluntad es el conocimiento a priori del cuerpo, y el cuerpo el conocimiento a posteriori de la voluntad. Las decisiones de la voluntad referentes al futuro son simples reflexiones de la razon acerca de lo que un dia se querra y no actos de voluntad propiamente dichos: solo la ejecucion marca la decision, que hasta entonces sigue siendo una mera intencion variable y no existe mas que en la razon, in abstracto. Solamente en la reflexion difieren el querer y el obrar: en la realidad son una misma cosa. Todo acto de voluntad inmediato, verdadero y autentico es enseguida e inmediatamente un manifiesto acto del cuerpo: y, en correspondencia con ello, toda accion sobre el cuerpo es enseguida e inmediatamente una accion sobre la voluntad (p. 72) no contaremos historias haciendolas pasar por filosofia, como no lo hemos hecho hasta ahora. Pues pensamos que esta enormemente lejos de un conocimiento filosofico del mundo todo el que crea poder de algun modo, aunque sea sutilmente encubierto, captar historicamente la esencia del mundo…El modo verdaderamente filosofico de considerar el mundo, es decir, aquel que nos da a conocer su esencia interna y nos conduce asi mas alla del fenomeno, es precisamente el que no pregunta por el de donde, adonde y por que, sino exclusivamente por el que del mundo (p.161)

- Villacañas Berlanga J. L., “Schopenahuer y el viaje por el mundo burgués”, en Historia de la filosofía contemporánea. Madrid: Akal, 1997, pp. 13-30.

-Shopenhauer, "Sobre la filosofia y su metodo", en Respuestas filosoficas a la ética. a la ciencia y a la religion. Madrid, 1996, pp 187-207

- Villacañas Berlanga J. L., “Schopenahuer y la primera edición de la Crítica de la Razón Pura: los fundamentos del nihilismo europeo”, en Daimon 4 (1992), pp. 73-90.

Preocupa a Shopenhauer el predominante valor de la individualidad en la sociedad moderna. Cuanto mas intensa es la voluntad tanto mayor es el dolor. Dirá S que su mundo es el peor de los mundos posibles. Y aun mas, “esta voluntad total aparece como voluntad total solo en un individuo par quien los demás solo son representaciones”. Toda la estructura de la vida queda dominada entonces por el principio de individuación mas absoluto. S, como un observador de su tiempo que es a la vez parte, representaría el momento en que el voluntarismo de la burguesía comprende el absurdo de su propio proyecto, en tanto que comprende que no se ha luchado por la especie y la razón del conjunto sino por individualidades. He aquí el afán que mueve al trabajo infinito de la burguesía en los tiempos modernos; es el afán violento por sobrevivir como individuos. S deja bien claro que la vida se torna inhospita y contradictoria, carente de naturalidad y salud, sin una estructura que permita trascender la mera individualidad. Asi, “la voluntad”, dice S, “se devora a si misma, porque fuera de ella no existe nada y es una voluntad hambrienta. De aquí la caza, la angustia y el dolor”.

Piensa que la voluntad de acción es ciega y no esta justificada. Desaparece en Shoppenhauer la idea de humanidad (muy presente en Kant). En lugar de percibir la acción voluntarista como una acción telelogica que busca la mejora de la humanidad, Shopenhauer percibe tal acción como irracional En n viaje por Europa, S observa a presos encadenados haciendo trabajos forzados y advierte que están dedicados a reconstruir embarcaciones que no van a regresar al mar. Para nuestro autor existe allí una acción de carácter voluntaria e infinita que no tiene fin ni jstificacion racional. Él, como teorico, se mantiene fuera de ese proceso S distingue entre el plano de lo que es el entendimiento (como facultad de teorizar desde lo alto) y aquello que sucede en el pueblo (voluntad ciega e irracional). Hay en S una denuncia acerca de una especie de engaño, de ua ilusión que consiste en hacernos creer que la esencia del mundo y de la

humanidad es su voluntad de superación. Esro es para S lo que no tiene justificación alguna sino que es puro activismo. No cabe hablar de una “voluntad general” (que es una ficción para S). el hombre tiene un interés individual y todo lo qe se postule como interés social o general es considerado como una ficción bajo la cual se iintenta someter a la individualidad. Son representaciones que ocultan aquello que persiguen voluntades individuales (dominio sobre otros) Nihilismo es la ausencia de sentido acerca del fin que perseguimos Pierde sentido ara S la nocion del: -deber reacional kantiano -imperativo categorico kantiano (la acción individual debe convertirse en una máxima universal) -accion histórico-politica-revolucionaria -tiempo lineal (idea de ir hacia un fin que supone una mejora. Emerge la idea de un tiempo circular)

Schopenhauer y el viaje por el mundo burgues (villacañas) La experiencia del mundo burgues permitió a S censurarlo y criticarlo. Porque si bien el objeto criticado era ese mundo, el sujeto que realiza sus criticas está embebido de las mismas categorías que intenta criticar. La filosofía de S es asi una autocritica feroz e inconciente de si misma

S describe lo que ve sin interés por la cosa misma. La cosa misma es el mundo burgues, empeñado en el esfuerzo colosal de los tiempos napoleónicos por dominar la movilidad de la historia, por desplegar al máximo la moderna ideología del positivismo y del imperialismo estatal. Las fuerzas sociales de ese esfuerzo quedan inmediatamente desprestigiadas ante el observador. En sus viajes por Europa, describe a Londres de una forma muy critica; mnifiesta odiar a la nación, que es la nación madre de la modernidad, y sobre todo la metrópolis donde ya apuntaban los fenómenos mas inquietantes de la sociedad de masas. Comprende que el mundo burgues necesita no solo la anónima masa laboriosa de Londres sino también la inhospita base de la miseria. (aca describre lo de los presos). S manifiesta una incapacidad de comprender la razón que mueve al trabajo, a la actividad. Se trata de la incomprensión de una nota básica de toda la modernidad ilustrada: de la acción voluntarista e infinita que para S constituirá una acción irracional y ciega

Estimulan a S solo las alturas de las montañas, donde cesa el esfuerzo de la voluntad y donde la vista liberada puede establecer su juicio. Será ese el lugar, en la cima, donde se ubique la silla reservada al genio y desde donde pueda contemplar a los “contemporáneos, es decir, a la multitud estúpida”. El genio, dirá Villacañas, es un aristócrata del espíritu. Vive de si, con una alegría que se multiplica, ajeno a la violencia y al aburrimiento. Aquí observamos una diferenciación entre la concepción de salvación del mundo esbozada en el Fausto y la planteada por el pensador polaco, pues el primero logra vencer al pequeño diablo y salvarse mediante la acción en el mundo, mientras que el segundo solo puede salvarse en la cesion de la acción, en la distante contemplación Cuanto mas intensa es la voluntad tanto mayor es el dolor. Dirá S que su mundo es el peor de los mundos posibles. Y aun mas, “esta voluntad total aparece como voluntad total solo en un individuo par quien los demás solo son representaciones”. Toda la estructura de la vida queda dominada entonces por el principio de individuación mas absoluto. S, como un observador de su tiempo que es a la vez parte, representaría el momento en que el voluntarismo de la burguesía comprende el absurdo de su propio proyecto, en tanto que comprende que no se ha luchado por la especie y la razón del conjunto sino por individualidades. He aquí el afán que mueve al trabajo infinito de la burguesía en los tiempos modernos; es el afán violento por sobrevivir como individuos. S deja bien claro que la vida se torna inhospita y contradictoria, carente de naturalidad y salud, sin una estructura que permita trascender la mera individualidad. Asi, “la voluntad”, dice S, “se devora a si misma, porque fuera de ella no existe nada y es una voluntad hambrienta. De aquí la caza, la angustia y el dolor”. Con S encontramos un uso masivo de elementos metafísicos tradicionales pero puestos al servicio de una hermenéutica de la vida burguesa desencantada de si misma En S observaos el sentido otorgado a la palabra voluntad en forma contraria respecto a como lo expresase Kant. Y esa voluntad contraria surge naturalmente del sinsentido de la lucha por el ideal; la voluntad en si no seexpresa en ideales que pueden reunir a muchos hombres, sino en ideas individuales que solo mueven a uno. Un moderno no puede morir satisfecho de vivir porque siempre tiene por delante de si esfuerzs y tareas que realizar El pensamiento nihilista se abre paso con toda su eficacia critica respecto a los tiempos modernos

A . Schopenhauer – sobre la filosofía y su método El genio hace caso omiso de la individualidad. Para pensar, el espíritu tiene que estar realmente ocioso; no debe perseguir fin alguno; por lo tanto, no ser empujado por la voluntad, sino entregarse por completo a los conocimientos que le da el mundo exterior y la conciencia propia. Los profesores de filosofía, al contrario, piensan en su utilidad y ventajas

personales, por lo cual no perciben muchas cosas claras y no se hacen cargo de los problemas de la filosofía Las obras poeticas pueden vonvivir, pero todo sistema filosófico piensa, apenas nacido, en la desaparición de todos sus hermanos; puesto que solo puede existir una filosofía de actualidad. Puede comprenderse, en general, la filosofía de todos los tiempos como un péndulo que se mueve entre racionalismo e iluminismo, o sea, entre el uso de la fuente de conocimiento objetivo y subjetivo. El racionalismo, cuyo órgano es el intelecto se presnta primeramente como un dogmatismo, quedando objetivo de una manera absoluta. Después alterna con el escepticismo, haciéndose por ultimo, criticismo, que intenta resolver la lucha por consideración hacia el sujeto; esto es, se hace filosofía trascendental. En ella comprendo toda filosofía, cuyo objeto inmediato no son las cosas, sino solo la conciencia humana. Por su parte, el iluminismo, que tiene por ogano la iluminación interna, la concepción intelectual , la conciencia superior, menospreciando al racionalismo como “luz de la naturaleza”, si se basa en una religión, se hace misticismo. Su defecto fundamental es que su conocimiento no es mediato. Para S la filosofía debe comunicar conocimientos y ser por lo tanto racionalista. En si mismo, el iluminismo es un intento natural, y como tal, justificado, de buscar la verdad; pero la única manera exacta y objetivamente valedera para hacerlo es que se comprenda l hecho empirico de una voluntad que se da a conocer en nuestro interior, y cuya única esencia es emplearlo para la explicación del conocimiento externo objetivo. La astucia sola da capacidad para ser escéptico. El escepticismo es en filosofía lo que la oposición en el parlamente: es tan bienhechor como necesario. El escepticismo se basa en que la filosofía no tiene una evidencia como la matematica. Ninguna concepción de las cosas del mundo, objetiva, puede ser completamente falsa; es, en el peor de los casos, nada mas que parcial. Asi, cada concepto es verdad solo desde un punto de vista determinado. Solo el punto de vista mas elevado que todo puede llegar a la verdad absoluta

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Shopenhauer y la cultura nihilista

Para Jacobi

El nihilismo no es sino una cultura de la teologia desesperada de Dios, de la cultura que esperaba encontrar un Dios y solo pudo encontrarse con el Diablo. Un mundo que se esperaba divino, y que resultó carente de salvacion, no debia quedar sin venganza. La voluntad en si es esa fuerza vengadora y desructora de ese mundo sensible del Diablo.

Surge así la problemática filosófica de los primeros pensadores griegos, acerca del principio de todas las cosas en el universo. Esta pregunta señala la tarea que incumbe al pensamiento filosófico de todos los tiempos: interrogar a todas las cosas por su principio, poder llegar al fundamento de lo existente se busca analizar y entender, la realidad toda en la que el hombre vive, para luego conocer su lugar y misión en esa totalidad del ser. "Mi filosofía es la única que concede a la moral su pleno derecho: pues sólo si la esencia del hombre es su propia voluntad, o sea, sólo si él es, en sentido estricto, su propia obra, son sus hechos realmente suyos e imputables a él por entero. Si por el contrario tiene otro origen o es la obra de algún otro ser distinto de él, toda su culpa se remite a este origen o autor. Pues el obrar se sigue del ser." Para Schopenhauer, es claro que la voluntad es lo primero, lo originario, el conocimiento, por su parte, tendría un aspecto secundario, que él lo colocaría al servicio de la manifestación de la voluntad

Para Schopenhauer el dolor es esencial a la vida y como tal no proviene del exterior, sino que cada uno de nosotros lo lleva dentro. Constantemente el deseo se hace presente, para ser eliminado y otra vez renacer. Y ninguna actividad puede realmente satisfacernos, mas sin embargo hacemos caso omiso de esta realidad, y seguimos buscando nuevos deseos, y así continuamos indefinidamente . Schopenhauer afirma que en realidad la vida es sólo una continua lucha por la existencia, con la certidumbre de una derrota final, La vida es un mar sembrado de remolinos, e incluso aquel que con prudencia y buena suerte logra salir bien, en realidad lo que hace es aproximarse cada vez más al destino final, a el camino sin retorno; en otras palabras a la muerte. La vida como mencionábamos anteriormente es necesidad y dolor. Si la necesidad es satisfecha, como normalmente ocurre, entonces lo que nos espera es el aburrimiento, el tedio, la desesperanza, el saber que estamos encerrados en un ir y venir sin descanso, la rueda del destino que nunca se detiene. La vida humana esta encerrada entre el dolor y el aburrimiento. Según Shopenhauer, considerando al hombre perverso, descrito anteriormente, todo el mal del mundo, emana de la voluntad de vivir, de sus manifestaciones de egoísmo, de autoafirmación, de odio y de conflicto La voluntad aparece como la culpable de todo el mal presente en el mundo. La existencia o la vida es un crimen y la moralidad, si existiera, se podría expresar únicamente rechazando la voluntad de vivir, y apartándonos de la vida. Tenemos aquí una dialéctica por superar. La solución no consistirá propiamente en lo que conocemos como suicidio, como culminación del máximo acto moral, ya que según nuestro autor, el suicidio es un acto de sumisión a la voluntad, de ningún modo su negación El mundo, en cuanto fenómeno, es representación, pero en esencia es voluntad ciega e irrefrenable, siempre insatisfecha. Al sumergirnos en un estado de pura contemplación, nos liberamos durante un instante de todo deseo y toda preocupación, nos liberamos de nosotros mismos, ya no somos más el individuo que pone la inteligencia al servicio del querer, el sujeto correspondiente a su objeto particular, y al quedar purificados de toda voluntad, somos el sujeto eterno del conocimiento, el correlato de la Idea. Pero también es claro que si este estado contemplativo, sirve para indicarnos un camino a la felicidad del hombre, la liberación del dolor de la vida, la total redención del hombre, debe producirse por otro camino, al que llamaremos ascesis. Podemos concluir, que para Schopenhauer lo esencial sigue siendo la negación individual de la voluntad; la supresión del deseo. El verdadero remedio, no es la muerte o el suicidio. La solución, es el ascetismo individual; sólo la abstinencia y la no-procreacion pueden alcanzar a la larga, la desaparición de la especie humana y del deseo de vivir en el hombre. La contemplación es ese desprendimiento casi místico, ese estado de verdadera quietud. En ese estado la sabiduría es con justicia, libertad, eternidad y liberación. Estamos pues, frente a una filosofía de la contemplación y no de la acción

WEB SHOPENHAUER

Arthur Schopenhauer nació en la ciudad de Danzig en Febrero de 1788 al tiempo en que Kant publicaba su "Crítica de la razón Pura". Su padre, un próspero comerciante de carácter fuerte, era un republicano liberal que admiraba todo lo inglés, una admiración que procuró transmitírsela a su hijo quien recogió buena parte de este interés. Empeñado en que su hijo siguiera su misma carrera comercial, acabaría encontrando la oposición de éste a quien no hacía gracia seguir sus pasos. No obstante, Arthur siempre llevó una buena relación con él; estima que aparece en sus escritos al agradecer que su independencia económica heredada de su progenitor le hubiera permitido llevar a cabo su verdadera vocación

"El mundo como voluntad y representación" la cual se publica en 1819. Su obra principal, su "querida hija". En Francfot vive

en compañía de su perro, animal éste que junto al resto, trata con total devoción y de los que dice que su compañía no tiene comparación a la de las personas. Aquí vivirá retirado hasta su muerte en 1860

Sólo hay dos formas al parecer de liberarnos o de al menos reducir este sufrimiento. La primera es con la muerte, pero esto es algo de carácter completamente ilusorio y engañoso. Un trance en el que la naturaleza, una vez acabada su función en nosotros, pondrá otro nuevo individuo en nuestro lugar para continuar su tarea sin fin, y el sufrimiento no terminará, haciendo que actos como el del suicidio sean totalmente inútiles. La segunda es la tarea que llevan a cabo místicos y ascetas, que mediante la aniquilación de su voluntad y su victoria sobre la naturaleza consiguen rasgar el velo de maya, ver "más allá". Ésta es la única salida y victoria posible. A pesar de que muchos autores afirman que la ética es la base del sistema de Schopenhauer, lo cierto es que es su metafísica la piedra angular del mismo. Schopenhauer afirma descubrir la cosa en sí, que no es otra que la voluntad. Durante la época posterior a Kant, en la que aparece Schopenhauer reclamando su lógica sucesión, la filosofía empezaba a derivar hacia un oscurantismo tanto en el lenguaje como en los conceptos. Las ideas tratadas con tanta profundidad por Kant no solían penetrar en las cabezas de muchos académicos, que sin entenderlas, optaban por usar unas absurdas formas en el lenguaje carentes de todo contenido. Se crea la "filosofía de profesores", tal como ya ocurría en tiempos de los sofistas, en donde el sincero afán de conocimiento se haya sepultado ante la dependencia económica del estado. No es posible ser filósofo a sueldo. “es muy raro que un auténtico filósofo haya sido también profesor de filosofía" Su obra en la posteridad Pensador difícil de meter en cualquier corriente, se le ha usado tanto para decir que inspiró a marxistas y a nacionalsocialistas, a ateos y a espiritistas. En realidad muchos autores decisivos leyeron a Schopenhauer, pero éste no puede ser acusado de ser germen de ninguna de estas cosas, y su oposición al sometimiento del individuo al estado es bien patente en muchos párrafos de su obra. Su frontal rechazo a las ideas de Hegel, que según él estaban estropeando Alemania y que a la postre alimentarían tanto a nazismo como a marxismo de manera fundamental, es la mejor demostración de ello. "No hay más que tres resortes fundamentales de las acciones humanas, y todos los motivos posibles sólo se relacionan con estos tres resortes. En primer término, el egoísmo, que quiere su propio bien y no tiene límites; después, la perversidad, que quiere el mal ajeno y llega hasta la suma crueldad, y últimamente la conmiseración, que quiere el bien del prójimo y llega hasta la generosidad, la grandeza del alma. Toda acción humana debe referirse a uno de estos 3 móviles, o aun a dos a la vez."