Ensayo de Navidad

Se nos pide en la escuela que realicemos un ensayo de nuestra preferencia. Decidí declinar las propuestas que brindan la

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Se nos pide en la escuela que realicemos un ensayo de nuestra preferencia. Decidí declinar las propuestas que brindan las temáticas sociales de la actualidad: drogadicción, alcoholismo, trata de personas, tribus urbanas, etc., e inclinarme a hablar de una de las festividades más importantes del año: la Navidad. Sí, la Navidad y todo lo que significa; amor, paz, solidaridad, reencuentro, alegría, esperanza. He observado en los últimos años algo muy lamentable, y es que cuando las personas adquieren la noción de que Papá Noel o Santa Claus no existe, y que son sus padres quienes en realidad, cada 25 de diciembre colocan los regalos bajo el pino, dejan de creer en la magia de la Navidad, consideran un simple ato monótono el hecho de armar el árbol de Navidad cada 8 de diciembre y, a medida que crecen van perdiendo el espíritu navideño. Particularmente muchas veces estuve a punto de caer en esta trampa, pero siempre logré evitarla. ¡No puedo evitar emocionarme, y saltar de alegría al ver culminada la tarea de armar el pino! ¡Cómo evitar sonreír cuando, al oscurecer se encienden las luces del mismo! ¡Cómo no ser feliz inventando cánticos navideños, escribiendo “la cartita para Papá Noel” (que a pesar de mi edad lo sigo haciendo)! ¡Cómo no entusiasmarme, al realizar los planes para la cena, recordándole a mi mamá que no se olvide de comprar la sidra para niños! Esa es la clásica no puede faltar. Como tampoco puede faltar en nuestros corazones la Navidad. ¿Cómo es posible que se haya arrojado a las tristes y tenebrosas aguas del olvido y de la indiferencia a esta celebración? ¿Cómo es posible que se espere a la Navidad únicamente para recibir un obsequio a cambio? ¿Cómo es posible que las personas se apeguen tanto a la realidad y olviden la magia de CREER? ¡Estamos hablando de la Navidad! Época de amor y armonía, de reconciliación y de perdón. Momento maravilloso para poner en práctica la bondad y la caridad. ¡Reivindiquemos el Espíritu Navideño! Para aquellos que hayan oído hablar de Charles Dickens sabrán a lo que me refiero. Este autor puso todo su empeño en despertar, a través de sus cuentos, la Navidad en los corazones de los incrédulos. Supo captar y trasmitir el espíritu de las fiestas navideñas con fuerza y sensibilidad.

Esto explica que todos sus cuentos se hayan vuelto clásicos y entre ellos muy especialmente Canción de Navidad, que narra la historia de Ebenezer Scrooge, cuya frívola personalidad se opone al carácter cálido, luminoso y acogedor de la Navidad. En la víspera de este día recibe la inesperada visita del fantasma de Jacob Marley, su socio en vida, quien le anuncia la llegada de tres espíritus cuya tarea será ayudarlo a recuperar el espíritu navideño y a convertirse en un hombre nuevo. También se puede observar una situación similar en la película “El Expreso Polar”, donde un niño comienza a perder la fe en Papá Noel y en el espíritu que conlleva celebrar la Navidad. La moraleja que nos dejan ambas historias es que no debemos dejar de creer, mostrarnos fríos y altivos ante esta festividad, olvidarnos de su esencia. Propongo que cada 25 de diciembre alcemos nuestras copas de todo corazón y recordemos a aquellos que, sumidos en la miseria, padecen hambre y desesperación. Propongo que celebremos dichosos la alegría de estar reunidos en familia. ¡Propongo que sigamos creyendo! La Navidad seguirá existiendo en mí, así como en los corazones de todas las personas que creen en el Espíritu de la Navidad y consecuentemente, en el Espíritu Humano.