El Rumor en La Comunicacion

El Rumor en la Comunicación  Compilación de ensayos. En el presente artículo queremos referirnos a las formas de comuni

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El Rumor en la Comunicación  Compilación de ensayos. En el presente artículo queremos referirnos a las formas de comunicarnos y a algunos de los elementos que las conforman, entre ellos nos parece importante destacar el rumor. Comenzaremos por hacer una breve descripción de la comunicación como un fenómeno propio de la interrelación de dos o más sujetos con el propósito de transmitir y hacer partícipes a otros de una información, la transmisión de esta información (sensaciones, ideas, acciones, emociones, entre otras) genera una respuesta o una reacción social. Dentro de la comunicación queremos abordar un fenómeno específico, común a todos y con carácter de cotidiano "el rumor", para hablar del rumor tenemos que comenzar buscando el origen de este el cual radica en la falta de transparencia y de claridad en la comunicación, la ambigüedad. Esto hace que surja el rumor como una respuesta a esta falencia en la comunicación. Los rumores son una explicación que generan los individuos, de manera colectiva, cuando no encuentran explicaciones que los satisfagan o que presenten una cierta lógica para ellos, en especial cuando las personas desean comprender un hecho, acontecimiento o fenómeno pero no cuentan con respuestas adecuadas, oficiales y convincentes, por lo tanto se puede afirmar que el rumor se transforma en una especie de información improvisada originada en un acontecimiento importante y a la vez ambiguo. El rumor es entonces una respuesta fantaseada que viene a llenar el vacío comunicacional existente, esta respuesta puede contener información que sea verdadera o falsa. Cuando se comprueba que la información que contiene un rumor es falsa, el impacto que esto tiene es el de un simple rumor, por otra parte, cuando la información que contiene el rumor es verdadera y esta se comprueba, el rumor pasa a ser parte de la información institucionalizada de una sociedad, haciéndose pública y aceptada dentro de los miembros de la misma. Entonces ¿Qué es lo que le da la característica de rumor a una información? En primer lugar debemos mencionar que el rumor tiene la categoría de clandestinidad, esto quiere decir que el rumor es una información no oficial que se constituye de la siguiente manera según Knapp: Rumor = Importancia x Ambigüedad. Según este autor para que exista el rumor deben estar presentes dos factores, la Importancia y la Ambigüedad, si la importancia de la información es nula va a tener poca incidencia sobre las personas y por consiguiente poca difusión, lo que hará que el fenómeno del rumor desaparezca, por otra parte cuando no hay ambigüedad en una información, esto quiere decir claridad en la información, no existe el rumor porque estamos en presencia de una información cierta y verificada. Es importante a nivel individual y organizacional contar con canales de comunicación formales que permitan acceder a información clara, precisa y oportuna para así evitar que los vacíos comunicacionales generen voces clandestinas, el rumor podemos aprender a manejarlo y darle cauce, y así estar atentos a los miedos y placeres que este nos genera. Partiendo de estas premisas se puede definir el rumor diciendo que: El rumor es la difusión de una proposición o noticia, de tal forma que circula de persona a persona, sin ser verificada, y sin que las personas dispongan de medios de prueba seguros para confirmarla. Como vemos lo que define al rumor no es el origen. Una noticia puede ser veraz en su origen, o puede no ser veraz desde el principio. Ambos son casos que pueden convertirse 1

en un rumor, pero no son rumor en sí mismos. Una noticia veraz se convierte en rumor cuando al circular de persona a persona, se hace imposible asegurar su veracidad. Una noticia no veraz en su origen se convierte en rumor por si misma, puesto que no es posible confirmarla. Pero ambos son casos de rumor. Como vemos el rumor no se define por su origen sino por su evolución. Conviene distinguir la información no veraz en su origen, dos tipos. Una información puede no ser veraz en su origen por error, sin intención equivoca o de manipulación. O la información puede no ser veraz en su origen intencionadamente. En su evolución ambas noticias adoptan la forma del rumor. Sin embargo, desde un punto de vista analítico, las propiedades de la noticia no veraz por intención, difieren de las propiedades del rumor. El rumor es espontáneo, surge porque se dan determinadas condiciones entre la población por la que circula. Cuando la información es intencionadamente no veraz, hay un interés motivado por aprovechar esas condiciones para crear una noticia que puede distorsionarse fácilmente en el medio donde circula, aquí el rumor no es espontáneo sino dirigido, controlado y organizado. Este tipo de rumor entra dentro de la categoría de la manipulación informativa, y en concreto es un tipo especial de desinformación. Este tipo de rumor se diferencia del rumor propiamente dicho, porque en su origen no es espontáneo. El rumor, tal y como lo vamos a entender aquí, no es una noticia manipulada, es una noticia que se ha distorsionado espontáneamente por las condiciones del medio por el que circula. Una noticia cuya propagación no es organizada. El rumor se origina por la necesidad de la audiencia de clarificar, completar o comprender mensajes confusos. En el origen hay algún error de la comunicación que provoca ambigüedad y necesidad de clarificar, o provoca la transmisión de un mensaje mal entendido. Las noticias que son rumores se suelen caracterizar por ser noticias resumidas, son cortos, tienen forma sencilla y con contenidos importantes. Además son noticias atribuidas a fuentes prestigiosas para la audiencia, lo que las hace creíbles, y que satisfacen y expresan necesidades informativas y emocionales de la audiencia.

Condiciones para que surja el rumor Para que surja un rumor, si asumimos que su origen no esta organizado, se han de dar las condiciones que lo hagan nacer. Estas condiciones son tres: la importancia del contenido de la noticia para la persona, la ambigüedad de ese contenido, y que el contenido por su relevancia impulse a la acción de los sujetos (es decir que se pueda hacer algo al respecto). Sin embargo la teoría ha propuesto que son suficientes las dos primeras condiciones para que se dé el rumor. Una situación importante es una situación de crisis. Este tipo de situaciones son lo suficientemente importantes como para que las personas quieran saber que pasa. Esto genera una necesidad de buscar información. Si la información disponible es ambigua (o escasa), la noticia circula con esa ambigüedad. Se da la circunstancia de que cuanto mayor es la necesidad que se tiene de informaciones precisas, más dudosas serán las informaciones que se recibirán. En ausencia del tiempo necesario para verificarlas, las noticias se propagan, con independencia de su verdad o falsedad, sin saber demasiado bien de dónde ni de quién emanan. La teoría dice que el rumor es la función de la ambigüedad multiplicada por su importancia. Se trata de una relación multiplicativa, es decir, que si uno de los dos factores se anula, el producto debería ser cero. Ahora bien la realidad solo corrobora parcialmente la fórmula. Es cierto, efectivamente, que si el acontecimiento no tiene importancia, si no suscita emoción alguna en el público, no habrá rumor. No se lanza un rumor a voluntad (eso 2

es desinformación). También es verdad que la ambigüedad favorece la aparición y diseminación de rumores, es decir, que el secreto, la ausencia de informaciones oficiales suscitan otros rumores, a su vez incontrolables. Sin embargo en caso de crisis, no basta con evitar la ambigüedad de la información, no basta con dar informaciones verídicas. En las crisis rompe los criterios habituales de verosimilitud e inverosimilitud, la gente está ansiosa, se libera la imaginación y reactiva recuerdos traumáticos y fantasmas arcaicos. En todo caso no existen rumores sobre eventos absolutamente conocidos o irrelevantes para la comunidad. Otra propiedad de los rumores, que no es condición para que surjan, es su carácter predominantemente negativo y pesimista.

Las leyes de propagación del rumor: -

Ley de nivelación: a medida que el rumor se transmite, tiende a acortarse y a hacerse más conciso. No se trata de una mera omisión casual de detalles sino que existe una propensión a omitir unos detalles más que otros. Tienden a permanecer en el contenido de la noticia principalmente: los datos que son importantes para la audiencia, los hechos que confirman sus expectativas, los hechos que les ayudan a estructurar el relato.

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Ley de acentuación: consiste en la percepción, retención y narración selectiva de un limitado número de pormenores de un contexto mayor. Es un fenómeno recíproco del anterior, en el que algunos detalles particulares se mantienen a través de toda la transmisión. La investigación indica que tienden a retenerse los siguientes aspectos de la noticia: las palabras que atraen la atención de la audiencia, los números que expresan cantidad y aquellos que expresan tiempo, los objetos que se mueven y los que destacan por su tamaño, también se acentúan los objetos que están en la cabecera de la noticia por el efecto primacía, los símbolos familiares y las explicaciones que intentan reducir la ambigüedad de la noticia.

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Ley de asimilación: consiste en la tendencia de la audiencia a reorganizar los contenidos de la noticia, dándole ‘buena forma’. De esta forma se intenta explicar los aspectos de la noticia que no se ajustan a las expectativas o no son comprensibles para la audiencia, es una forma de reducir la ambigüedad de la noticia. La audiencia tiende a hacer congruente los contenidos de la noticia con el tema central que es de interés para la audiencia, y lo hace ajustándolos a sus intereses, características culturales y propias. La asimilación al tema principal es la más frecuente, pero pueden haber otros tipos de asimilación como: a las expectativas que la noticia despierta, a los hábitos lingüísticos, al interés personal o cultural, al prejuicio y una asimilación por condensación consistente en estructurar la noticia nivelada de forma que se acentúan los aspectos que le dan sentido al resumen. Actitudes de la audiencia ante el rumor

Cada miembro de la audiencia puede enfrentarse al rumor propagándolo o apagándolo. Depende de su actitud ante la noticia. Se pueden adoptar tres actitudes: crítica, acrítica y de mera transmisión. -

Actitud crítica: la persona crítica reflexiona sobre la noticia, no se la cree directamente. Para que pueda adoptar esta actitud crítica es necesario que esté familiarizado con los hechos expresados en el rumor, y que no se deje influir por la credibilidad del emisor. Sólo así podrá distinguir la parte dudosa o no veraz de los contenidos del rumor. La conducta del crítico consiste en transmitir la parte del rumor relevante y veraz, eliminar la información que lleva a la confusión y no alterar en lo posible el contenido base de la noticia. 3

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Actitud acrítica: es característica de la persona que asume el rumor sin reflexionar sobre la noticia contenida. Para este tipo de persona el rumor satisface alguna necesidad. Por otra es más probable asumir una actitud acrítica cuando, satisfaciendo una necesidad, se carece de información sobre los hechos que permita contrastarlos, y el emisor atribuido es muy creíble para esta persona, o no hay emisor creíble a quién atribuírselo. Se produce con consecuencia, un bajo estándar de evidencia persona, que impide la posibilidad de comprobación de la realidad de la noticia, aún siendo una información muy importante para el sujeto. El resultado es una conducta propagadora. La persona encajara el rumor en su sistema de creencias, intentará darle ‘buena forma’, y lo transmitirá desde su punto de vista.

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Actitud de mera transmisión: En este caso la persona se limitará a contar a otros lo que ha escuchado. Este tipo de persona no tiene propensión a distorsionar la noticia para ajustarla a sus necesidades, su intención es transmitir lo que ha escuchado. Aún así es inevitable que transmita lo que ha comprendido, dándole su sentido subjetivo a la noticia. Por otra parte tenderá a asimilarla a sus hábitos lingüísticos, y olvidará información selectivamente.

Características del rumor. Los primeros trabajos sistemáticos sobre el rumor aparecen publicados en EE UU en los años de la Segunda Guerra Mundial. Al amparo de la Office War Information un buen número de expertos norteamericanos se centraron en el estudio de los rumores, con el fin de obtener conclusiones útiles que les permitieran: �Conseguir el descrédito y la desaparición de aquellas especies que se oponían a la verdad oficial y que podían afectar negativamente a la moral de las tropas o de la población civil. � Utilizar el rumor como arma de ataque y defensa, tanto para influir favorablemente en la población y en los soldados propios como para despistar al enemigo (no dándole pistas o dándole pistas falsas). Desde entonces, la mayoría de la literatura teórica sobre el rumor suele hacer hincapié en tres características fundamentales de dicho fenómeno: � Su

difusión a través de canales informales. � La imposibilidad de su verificación � El enganche psicológico de su contenido. Analicemos con más detalle cada uno de estos aspectos.

Su difusión a través de canales informales Casi todos los estudiosos del rumor (Allport y Postman, Knapp, Kapferer, Morin, Peterson y Grist) coinciden en definirlo como una proposición sobre un hecho que es transmitida “boca a oreja”. El rumor responde, pues, a un modelo de comunicación interpersonal expansiva en el que los actores adoptan sucesivamente el papel de emisores y receptores (frente a la rigidez de estos roles en la comunicación de masas clásica) no sólo ante terceros, sino también en el propio núcleo primario de comunicación. Dicho de otro modo, la persona B que recibe información sobre un rumor no sólo se convierte en emisor del mismo ante un tercero C distorsionado en mayor o menor medida, sino que con su actitud y sus preguntas influye en el mensaje inicial de A y permite a éste 4

modularlo (eliminando las partes más débiles, potenciando las más interesantes, etc.) para posteriores envíos a D, E, o F. En el análisis del ciclo vital del rumor, por tanto, los actores de la comunicación (redifudiores) no pueden ser considerados como meros postes repetidores (que se hacen “eco” del rumor de forma pasiva), ni quiera como eslabones, siguiendo la definición propuesta por Rouquette, sino como “recreadores” del mensaje, al estilo de aquel juego infantil denominado “el telegrama”. La estructura del rumor no se compadece con la linealidad de una cadena, sino con la imagen laberíntica de una red. Los emisores/receptores del rumor se asemejarían más a los nudos de una red que se prolonga en todas direcciones. Esta isotopía con la red de redes, Internet, es un primer acercamiento a la explicación del éxito de los rumores en este ámbito. La idea de la comunicación interpersonal, verbalizada, intercambiada, como condición sinequa non del rumor distingue a éste de otro tipo de mensajes como la información confidencial, y lo se hace además, incompatible con su presencia en los medios de comunicación. Cuando los medios de comunicación se refieren a un rumor éste desaparece como tal, cambia de naturaleza y se convierte en una información, sometida a deberes y responsabilidades relacionadas precisamente con la función social de esos medios de comunicación.1 Internet ha supuesto, en este sentido, un salto cualitativo en el desarrollo del fenómeno, difuminando en buena parte las diferencias claras entre los canales formales e informales. Hoy los rumores corren por la Red a través de los e-mails, de los foros, chats, grupos de noticias e incluso a través de ciertas páginas web especializadas. Algo similar está ocurriendo en los últimos tiempos con los mensajes a través del teléfono móvil (SMS), y nuestro país ha sido dramático ejemplo (por las circunstancias) de este nuevo fenómeno.

La imposibilidad de su verificación La falta de verificación aparece también en muchos textos como otra de las claves discriminantes del rumor, aunque desde nuestro punto de vista sería más acertado decir que lo que verdaderamente caracteriza la rumor es la falta de posibilidad de verificación. Ciertamente, la posibilidad de los ciudadanos de contrastar directamente en la realidad la veracidad de los mensajes recibidos por los medios de comunicación es generalmente nula salvo que hayan sido testigos directos del hecho narrado. Pero esto ocurre en general con toda la comunicación masiva, por lo que no puede considerarse como un atributo diferencial del rumor. En el caso de la información difundida por los medios de comunicación, sin embargo, el ciudadano puede aceptar razonablemente la existencia de una verificación vicaria, por delegación, dando por supuesto que el periodista confirma las fuentes y que existe un marco legal y deontológico que penaliza la falta de veracidad y la invención de noticias. Estas cautelas, siquiera teóricas o exigibles, desapareen en el caso del rumor. El ciudadano sabe que los medios de comunicación no se limitan a reproducir la realidad, pero 1

- Los rumores tienen algo de vampírico, de foto sin fijar, de material corrompido en una tumba: la luz que nos permite verlos (la luz , en este caso, mediática) al mismo tiempo los destruye. Como señalan muchos códigos éticos periodísticos, el rumor no es información. )

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que tampoco deben producirla2 el material de base, los hechos, no deben crearse exnihilo, sino que deben existir, aunque al ser mostrados a través de las retóricas periodísticas (imágenes del suceso, testimonios directos en la radio, fotografías y reproducción de declaraciones entrecomilladas en los periódicos, etc.) experimenten una manipulación orientada a optimizar el interés del suceso. Esto ocurre incluso cuando los profesionales de la información dan la noticia de la existencia de un rumor que, como objeto informativo en sí, ha de contar con una realidad contrastable. De hecho, los escándalos cada vez más sonoros de periodistas que se inventan informaciones, reportajes o entrevistas, generan dicho escándalo desde una visión ética sobre las relaciones entre información y realidad en los medios de comunicación. En el rumor, sin embargo, el receptor del mensaje no puede reclamar ninguna prueba de realidad (si es que tal cosa importara), debiendo basar su fe en la posibilidad de lo narrado o la credibilidad que atribuya a la fuente. Como ya hemos venido señalando, ante la información reglada, difundida a través de los medios de comunicación, el ciudadano cuenta con unos derechos quizá insuficientes, pero taxativos: puede exigir a los profesionales de la comunicación veracidad. Puede exigir que se respete el derecho al honor y a la intimidad, o la no discriminación de las personas, o la protección de los menores. Puede exigir el derecho de réplica y, en algunos casos, el pluralismo y la separación entre informaciones y opiniones. Ante el rumor , sin embargo, se encuentra indefenso, sometido en muchos casos a intereses que ni siquiera llega a sospechar. Con el rumor ocurre lo mismo que con el empleo sumergido, con la venta ilegal o con las compras a través de Internet a empresas extrañas y lejanas: el ciudadano no puede reclamar adecuadamente sus derechos en caso de fraude. Es decir, el receptor no puede ver garantizado su derecho a la información veraz tal y como queda reconocido por el artículo 20 de la Constitución. Ello es, por supuesto, independiente de la verdad o falsedad del contenido del rumor en sí. Nuestra posición difiere, en este sentido, de la mantenida por muchos analistas del rumor que hacen equivaler rumor y mentira. Algunos autores como Morín son muy claros al respecto, afirmando que uno de los criterios que define el rumor en estado puro es la ausencia de un hecho que le sirva de punto de partida o apoyo. Otros mantienen esa posición de modo implícito, ya que ilustran todos sus análisis con rumores falsos, como si no pudiera haberlos verdaderos. Insistimos en que el rumor se define por su estructura formal de creación y transmisión, no por su contenido concreto. Ello abre, sin embargo, otra incógnita, ya que tanto la creación como, sobre todo, la transmisión, requieren del concurso voluntario de un número desigual pero significativo de participantes. ¿Por qué, si es tan lesivo para los derechos de los ciudadanos como receptores de la información, tiene tanto éxito el rumor?

El enganche psicológico con el receptor El rumor puede considerarse como una especie de sublimación de los deseos no satisfechos, pero también como un catalizador de los miedos y angustias colectivas. El rumor tiene éxito porque es fácil creer lo que se quiere creer o lo que se teme creer. Ello explica que sus contenidos, más allá de la anécdota del momento, sean en muchos casos cíclicos, como fábulas, parábolas o leyendas urbanas. Estas historias se presentan ligadas aparentemente a algún hecho tangible, pero en realidad suelen remitir a un relato sin lugar ni tiempo, a lo que Kapferer denomina “mitos flotantes”. 2

- El papel de los medios de comunicación sería más bien la producción de sonido, aportando una determinada visión del mundo a través de la selección profesional de los materiales de la realidad.

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El rumor ocupa generalmente un espacio parainformaivo, alternativo. Parece que el rumor da cuenta de “la cara oculta “ de las cosas, de aquello de lo que nadie quiere hacerse eco, y ello le otorga un plus de credibilidad. El rumor circula en muchas ocasiones presentándose a sí mismo como el desvelamiento de un secreto, y justifica precisamente su carácter de rumor (y no de información reglada) por la existencia de intereses para ocultar dicho secreto o, al menos, para no difundirlo. De modo que, cuanto más es negado por sus protagonistas o por otras instancias oficiales, más se reafirman muchos de sus receptores en la verdad del mismo. El rumor potencia muchas veces la cohesión social, tal y como señala Festinger, así como la movilización del grupo. Autores como Shibutani llegan a plantear el rumor como resultado de un proceso de discusión colectiva, y hay quien niega la significatividad (e incluso la existencia) de una fuente inicial. Según este planteamiento un grupo se moviliza y comienza a “rumorear”, a transmitir como por contagio el mensaje. El rumor estimula la relación de pertenencia, ya que en muchos casos el receptor se encuentra obligado a aceptar un supuesto acontecimiento “que todo el mundo conoce” y cuya ignorancia le crea una conciencia de periferia frente al grupo. Esa relación de pertenencia es en muchos casos más importante que el propio contenido del mensaje. El rumor aporta muchas gratificaciones desde el punto de vista psicosocial. Permite a sus participantes (emisores/receptores) un protagonismo que potencia aspectos como el exhibicionismo o el deseo de parecer mejor informado que los demás. A menudo los “redifusores” se implican en el contenido del rumor, buscando, más que informar, convencer, persuadir, incluso seducir, convirtiendo la eliminación de la duda o del escepticismo del otro en un reto personal. Hay siempre en el rumor una proximidad psicológica al suceso que juega a favor de su credibilidad. La fiabilidad del rumor se basa mucho en el testimonio personal, directo, aunque casi siempre mediado: el redifusor de un rumor “conoce a alguien que conoce” a un testigo directo o bien a un experto que dan fe del hecho narrado. La credibilidad del rumor se ve potenciada también por el desinterés o altruismo que se atribuye a la fuente. Allport y Postman pusieron de relieve cómo el mensaje que es escuchado por una persona que sorprende la conversación de otros dos es más creíble que el que se recibe directamente. El carácter secreto del rumor, ya mencionado, hace que sus redifusores o desveladores aparezcan envueltos en un halo “prometeico”, impulsado por el único propósito de beneficiarnos con su información. Más claramente: nuestra posición es contraria al rumor no porque sea mentira, ya que en ocasiones puede incluso ser verdad, sino porque como proceso de difusión de un mensaje no está sometido a las mínimas garantías de calidad y veracidad irrenunciables en una sociedad democrática. Donde existe, o puede reclamarse, pluralismo y libertad de expresión los ciudadanos no debemos resignarnos a la existencia del rumor.

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