El Respeto a La Verdad

El respeto a la verdad Hay un sentimiento que acompaña la existencia humana y del cual ningún espíritu claro puede despr

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El respeto a la verdad Hay un sentimiento que acompaña la existencia humana y del cual ningún espíritu claro puede desprenderse. Hay cosas que dependen de nosotros y hay cosas que no dependen de nosotros. No se trata ya de los actos propios y ajenos, de lo que yo puedo hacer y de lo que tú puedes hacer. Se trata de lo que es capaz al poder de los hombres todos, de cualquier hombre ello puede ser de orden material, como un rayo o un terremoto; o de orden sentimental, como la amargura o el sufrimiento, inevitable en toda existencia humana, por mucho que acumulemos elementos de felicidad; o de orden intelectual, como la verdad, que no es posible deshacer con mentiras, y que a veces hasta puede contrariar nuestros intereses o nuestros deseos. El respeto a la verdad es, al mismo tiempo, la más alta calidad moral y la más alta cualidad intelectual. En esta dependencia de algo ajeno y superior a nosotros, el creyente funda su religión; el filosofo, según la doctrina que profese, ve la mano del destino o la ley del universo; solo el escéptico ve en ello la obra del azar. En la conservación diaria, solemos llamar a esto, simplemente, el arrastre de las circunstancias. Sin una dosis de respeto para lo que es capaz la voluntad humana nuestra vida seria imposible. Nos destruiríamos en rebeldías estériles, en cóleras sin objeto. Tal resignación es una parte de la virtud. El compenetrarse de tal espacio es conquistar el valor moral y la serenidad ante las desgracias y los contratiempos. Los antiguos elogiaban al ” varón fuerte “, capaz – como decía el poeta Horacio – de pisar impávido sobre las ruinas del mundo. El poeta mexicano Amado Nervo, resumiendo en una línea la filosofía de los estoicos, ha escrito: mi voluntad es una con la divina ley. La verdad compromete La verdad tiene fuerza de atracción y se convierte, una vez adquirida, en luz para la voluntad. La verdad cautiva y enamora, y al propio tiempo compromete. Quien posee una verdad con suficiente certeza, presta hacia ella consideración y respeto, queda adherido a ella, le guarda fidelidad. El amor a la verdad se revela en el afán por alcanzarla y en la fidelidad con que se la sirve personalmente. Cuando se sabe la verdad sobre algo, resulta imposible admitir el error sobre lo mismo. La verdad compromete. Si estamos convencidos de una verdad, no podemos falsearla, no la podemos cambiar ni por capricho, ni por debilidad. Ninguna razón de conveniencia, ni burlas, ni amenazas, serán capaces de separarnos de ella, ni nos permitirán distorsionarla o negarla. Otra cosa sería si descubriéramos lealmente que había error en lo que antes pensábamos que era verdad cierta. Entonces cambiaríamos de parecer ante otras razones, al convencernos con sinceridad de que no estábamos en la verdad, es decir, por convencimiento, pero no por coacción directa ni indirecta. La verdad no se vende a intereses personales. No es posible dar por bueno lo que se sabe es erróneo. Se debe tener respeto a quien opina de modo

diferente y se ha de procurar comprender las razones que le asisten, porque siempre descubriremos en ellas al menos aspectos de verdad. Merece también respeto quien abiertamente yerra; pero no se puede ni se debe transigir con lo que con seguridad es error, y se ha de hacer lo posible para que quien está en el error pueda entender la verdad. La defensa de la verdad, por otra parte, aunque requiere muchas veces fortaleza, no se debe hacer con celo hiriente o desabrido, sino mostrándola a la contemplación para que pueda ser entendida. Por otra parte, además de la fidelidad en el pensamiento, la verdad reclama que se dé congruencia entre ella y la conducta. Haciendo mal uso de la libertad, podemos, sin duda, actuar contra lo que la verdad enseña, pero la verdad seguirá estando en la mente y acusará en la conciencia. Si conozco, por ejemplo, la verdad sobre el valor de la vida humana, esta verdad me exige no cooperar en un aborto, no contribuir a la muerte de un inocente, me reclama defender la vida; no debo, por falsas razones sentimentales, burlas o presiones, acceder a actuar contra lo que la verdad me manda. Actuar de otro modo, ceder contra la verdad, responsabiliza plenamente ante Dios, ante los demás hombres y ante uno mismo.

CONOZCAMOS NUESTRA FE CATÓLICA (40) El Quinto Mandamiento - Todos los días leemos con tristeza en los periódicos como se matan unas gentes a otras. ¿ Quiénes nos creemos los hombres para disponer de las vidas de otros? - En este folleto te platicaremos todo lo que nos enseña la Iglesia sobre el quinto mandamiento de Dios que dice : NO MATARÁS - La vida humana es SAGRADA, porque desde su comienzo, es Dios quien la crea. - Solo Dios es Señor y DUEÑO de la vida, desde que empieza hasta que termina ; nadie, en ninguna circunstancia, tiene derecho a matar a una persona. - Hay que ver la vida como un regalo de Dios y saber que solo El y nadie más decide cuando empieza y cuando termina

Que podré decirte en el corto tiempo en que se vive una ilusión. que podré dejarte tan pegado al alma que se quede ahí en tu corazón. Yo no pretendo enseñarte, lo que es el mundo

me falta también. Pero vale la pena, disfrutar cada día, porque me has regalado el privilegio de amarte. Coro: di lo que sientas, has lo que piensas, da lo que tengas y no te arrepientas. Y si no llega lo que esperabas, no te conformes, jamás te detengas. Pero sobre todas las cosas, nunca te olvides de dios. Serás del tamaño de tus pensamientos, no te permitas fracasar. Lo más importante son los sentimientos y lo que no puedes confiar. Y cuando llegue el momento, en que tu sola quisieras volar, aunque no estemos juntos, estarán los recuerdos, que con sólo tenerlos, vovlerás a vivirlos. Coro: di lo que piensas, has lo que sientas, da lo que tengas y no te arrepientas. No te limites por lo que digan sé lo que quieras pero sé tú mismo. Pero sobre todas las cosas, nunca te olvides de dios, pero sobre todas las cosas, como te quiero mi amor.