El Nombre de Nombres

EL NOMBRE DE NOMBRES En la Biblia, en el viejo testamento, las letras Hebreas para el Nombre de Dios son HVHY traducid

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EL NOMBRE DE NOMBRES En la Biblia, en el viejo testamento, las letras Hebreas para el Nombre de Dios

son HVHY

traducido Jehová o llamado Tetragrámaton. En el nuevo Testamento el

Nombre del Hijo debía ser HVWHY (Yeheshua, Jesús), o Tetragrámaton con la adición de la letra Hebrea Shin insertada en medio, significando la conciencia humana transmutada al estado Divino, donde el Hijo es nuevamente Uno con el Padre. El estudiante serio puede realizar correlaciones adicionales con el símbolo del pentagrama y con los cuatro Reinos elementales de la Tierra bajo el dominio del Espíritu, a través de la mediación del Hombre.

INTRODUCCIÓN El doctor Paul Foster Case (1884-1954), el autor de este tratado sobre el poder y el significado del Nombre de Jesús, es conocido por los estudiantes de la sabiduría secreta, como una autoridad no superada en las enseñanzas esotéricas del Tarot, Cábala y Alquimia. El presente trabajo revela que también estaba muy familiarizado con las doctrinas de la verdadera cristiandad esotérica, una cristiandad que nunca se perdió por completo aún durante aquellos siglos obscurantistas, cuando el significado real del evento Crístico fue tristemente distorsionado y dogmatizado por aquellos que corrompieron la verdad para servir a fines egoístas y de sed de poder. El vinculo del Dr. Case con las Escuelas de Misterios secretas que preservaron las verdaderas enseñanzas de Cristo, está indicando también por algunos otros de sus trabajos, que incluyen: LA VERDADERA E INVISIBLE ORDEN ROSACRUZ EL TAROT, CLAVE DE LA SABIDURIA ANTIGUA EL LIBRO DE LOS SIGNOS EL GRAN SELLO DE LOS ESTADOS UNIDOS LA LETRA MASONICA G Además de producir estos trabajos en forma de libro, el Doctor Paul Foster Case fue el fundador de constructores del Adytum, una organización sin fines de lucro, quien custodia sus incomparables trabajos sobre temas esotéricos, presentados en forma de lecciones graduadas. A través de estas lecciones, se puede obtener el día de hoy el mismo desarrollo espiritual que, en periodos anteriores del mundo, era posible sólo para estudiantes de las escuelas de Misterios. El doctor Paul Foster Case fue un instrumento de la misión de la Tercera Orden de la Tradición de los Misterios Occidentales; para preservar, extender y actualizar a los tiempos modernos,estas enseñanzas que han existido desde el principio del mundo. La conciencia humana, como un todo, ha desarrollado una capacidad para la individualidad y la comprensión intelectual, que todavía no existía a tal grado en épocas anteriores. Estas nuevas capacidades humanas -indicadas exotéricamente por los avances de la era científicatenían que ser tomadas en cuenta. Para que un aspirante moderno experimente los mundos interiores en la forma correcta, debe ser preparado con una comprensión mental que armonice con el presente desarrollo evolutivo de la humanidad. Esto es precisamente lo que toman muy en cuenta las enseñanzas espirituales de B.O.T.A., iniciada por el doctor Paul Foster Case. Por esta razón, el sistema de adiestramiento de los Misterios Occidentales es más valido para el aspirante occidental moderno, que los viejos sistemas orientales. Estos métodos permiten la libertad e independencia del estudiante occidental, una libertad que este tratado señala como el fruto de una comprensión continuamente creciente de la Realidad. De hecho, como usted leerá, el verdadero significado del Nombre de Nombres es”aquello que fue, que es y que será; la naturaleza de la realidad, libera”

La Realidad que libera incluye niveles de existencia más allá de aquellos que podemos experimentar a través de los sentidos físicos. Ser capaces de entrar por completo en esta Realidad mayor es la esencia de la libertad que nos espera conforme nos volvamos cada vez más conscientes de Cristo como el Ego Divino, la Presencia Central localizada dentro del corazón de cada ser humano. Que la Luz se Extienda hasta Vosotros, CONSTRUCTORES DEL ADYTUM.

EL NOMBRE DE NOMBRES La noche en la que fue traicionado, después de instituir la Sagrada Eucaristía, nuestro señor dedicó el tiempo que le quedaba a consolar e instruir a sus discípulos. Luego, ofreció la maravillosa plegaria registrada en el capitulo 17 del Evangelio de San Juan antes de ir a soportar la agonía solitaria del Huerto de Getsemaní. Dos veces en esta oración, el maestro resumió la totalidad de su trabajo en términos que tienen un tono extraño para los oídos occidentales. En el versículo 6 leemos: “He manifestado tu Nombre a los hombres que me has dado del mundo” El versículo 26, registra la afirmación final y más enfática de la plegaria: “Yo les he dado a conocer y les daré a conocer tu Nombre, para que el amor con el que tu me has amado esté en ellos, y yo en ellos” Con un pensamiento profundamente influido por el racionalismo occidental, nosotros encontramos difícil entender palabras como ésas. ¿Qué conexión puede existir entre la manifestación de un Nombre y la implantación, no sólo del amor de Dios, sino de la vida y presencia misma de Cristo en los corazones de sus fíeles discípulos? Por qué tanto énfasis en el conocimiento del Nombre de Dios? Nos encontramos preguntando, con Julieta: “¿Qué hay en un Nombre? Aquello que llamamos rosa olería igual de dulce con cualquier otro Nombre” La pregunta de Julieta es un perfecto ejemplo de la opinión occidental, racional, de sentido común. Excepto por una minoría que cree en la numerología, los hombres y las mujeres de nuestro tiempo consideran a los Nombres nada más como símbolos arbitrarios, meras etiquetas para cada cosa. La idea de la importancia de los Nombres, la noción de que existen palabras y Nombres de poder, nos parece estar en el límite de lo fantástico.1 Sin embargo, cuando vemos nuestras Bíblias, encontramos que tanto en el viejo como en el Nuevo testamento los Nombres tienen una prominencia muy ajena a nuestra manera de pensar occidental. A lo largo de las Escrituras hay un gran énfasis en los Nombres propios. Los varios Nombres de Dios, los Nombres de ángeles, los Nombres de personas – aún los Nombres de lugares – son evidentemente considerados de gran importancia para los escritores Bíblicos. Se supone claramente que el conocimiento de estos Nombres y de su significado tiene un valor especial. Al leer la historia de los patriarcas Hebreos, notamos que el Nombre de cada uno de ellos tiene una relación definida con los incidentes de su nacimiento. Un examen cuidadoso de la narración de la bendición de Jacob a sus hijos, registrado en el capítulo 49 del Génesis, deja claro que quién haya sido el que escribió esa historia, tenía la intención de que sus lectores reconocieran una conexión entre los Nombres de los fundadores de las tribus de Israel y los caracteres reales de los 12 hijos de Jacob.2

1

En los últimos años los occidentales se han familiarizado más con la idea del poder atribuido a “palabras”, a través de fórmulas mántricas, dadas por maestros orientales activos ahora en el occidente, para que las canten los devotos.

Un poco después en el Viejo Testamento, leemos que Salomón construyó su Templo, no a Dios mismo, sino a Su Nombre. También la historia de la Reina de Saba dice que ella acudió a Salomón porque había escuchado de su fama respecto al Nombre del Señor. Asimismo, existen muchos ejemplos de niños cuyos Nombres fueron elegidos bajo la inspiración divina o angélica. Ahora, vayamos al Nuevo Testamento. Al hacerlo debemos tener en mente que el lenguaje del Nuevo Testamento es Griego pero que los pensamientos son Hebreos. En el Nuevo testamento se coloca el mismo énfasis en los Nombres. A simón, el discípulo impetuoso, apresurado e inestable, se le cambia el Nombre a Pedro, la roca. Saúl, un rabino en Israel y líder en la persecución de los Cristianos, cambia su propio Nombre a Pablo, que significa poco; y hace una broma de esto en su primera carta a los Corintios, cuando se llama a si mismo el menor de los apóstoles. El Evangelio de San Lucas dice que el Nombre de San Juan Bautista fue dado por un ángel. También San Mateo nos dice que a Nuestro Señor mismo el Nombre le fue dado por un ángel, que se le apareció a san José en un sueño. El mismo Jesús hizo declaración explícita del poder de su Nombre. “A quien reciba a uno de estos pequeños en mi Nombre, a mi me recibe. Donde dos o tres se reúnen en mi Nombre, Yo estoy ahí, en medio de ellos. Lo que pidiéreis en mi Nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pidiéreis cualquier cosa en mi Nombre, eso haré. En mi Nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, enfrentarán serpientes, si bebieran un veneno mortal no les hará daño, impondrán las manos a los enfermos y sanarán” San Juan dice: “A todos los que recibieron les dio el poder de transformarse en hijos de Dios, aún más a aquellos que creen en su Nombre”El cuarto capítulo de Hechos de los Apóstoles nos muestra a San Pedro en una controversia con el sumo Sacerdote de Israel, quien le pregunta: “¿Por qué poder o en Nombre de quién has sanado a este hombre impotente?” A lo que San Pedro responde: “Por el Nombre de Jesucristo…. Porque no hay bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos” Muchos de nosotros hemos llegado a las enseñanzas esotéricas de los Constructores del Adytum porque éramos incapaces de aceptar los dogmas tradicionales del cristianismo exotérico. Nosotros no aceptamos, no podemos aceptar la teología ordinaria. No idolatramos ninguna Escritura. Rechazamos la noción de una Biblia infalible, de la misma forma en la que rechazamos la noción de que pueda existir una iglesia infalible o un Papa infalible. Sin embargo, en nuestra búsqueda de libertad, en nuestra pasión por ella, no debemos olvidar que los principios en los que basamos nuestra enseñanza incluyen mucho de lo que se cree en las iglesias tradicionales. Nuestro uso liberal de pasajes tanto del Viejo como del Nuevo Testamento a través de nuestras enseñanzas, la reverencia que tributamos al Nombre de Jesucristo, muestran que nosotros aún continuamos la antigua tradición oriental del poder de los Nombres. Cuando les digo que con todo mi corazón creo en la verdad literal de las palabras de San Pedro respecto al Nombre de Jesús, no concluyan apresuradamente que trato de llevarlos de

regreso a las ataduras de la ortodoxia tradicional. Yo creo esto, porque tengo lo que para mi son razones de peso para esta creencia; y cuando les haya expuesto esas razones, confío en que muchos de ustedes compartirán mi convicción. Para empezar, debemos recordar que nuestra religión es de origen oriental y que cada libro de la Biblia está escrito desde el punto de vista oriental. Además, debemos entender que cuando sabemos lo que significa en el pensamiento oriental el Nombre de cualquier cosa, descubrimos que entrar en el Nombre de cualquier cosa o de cualquier ser, es, ni más ni menos, entrar en el espíritu de esa cosa o de ese ser; es hacer del significado de esa cosa o ser nuestro motivo dominante; es expresar en nuestros pensamientos, palabras y acciones, el significado completo de esa cosa o de ese ser. Entonces hablar o rezar o actuar en el Nombre de Jesús, es hacer de ese Nombre la base real de todo lo que hacemos. Aunque cada sonido tiene su frecuencia vibratoria particular que lo pone en una relación especial con cualquier otra cosa, esto no atribuye a ese Nombre una potencia misteriosa que obra maravillas por si misma. Tampoco sirve, como muchos cristianos exotéricos parecen creer, para asegurar el favor de Dios por recordarle el Nombre de su Hijo. Si como dice San Pedro, no hay otro Nombre bajo el cielo, dado entre los hombres, por el cual podamos salvarnos, es porque el significado verdadero de ese Nombre, utilizado como base de nuestra vida, realmente tiene poder para librarnos de toda clase de esclavitud. Una vez que se ha entendido esto y que se ha tomado en cuenta el significado real del Nombre de Jesús, no hay nada irracional en las aseveraciones de la Biblia. No hay tampoco una exclusividad arrogante en la aserción de que el Nombre de Jesús es el único Nombre por el que podemos ser liberados. Tengo la confianza de que explicando su significado podré capacitarlos para ver que, en toda verdad, ningún hombre puede ser librado de ningún mal, a menos de que su vida se vuelva una expresión del significado fundamental del Nombre de Nombres. El Nombre de Jesús se deriva directamente del Nombre de Dios más reverenciado por los hijos de Israel. Para los lectores de la Biblia este Nombre es conocido como Jehová. En este Nombre Salomón construyó su Templo. Fue la fama de Salomón respecto a su conocimiento del significado interno de este Nombre, la que llegó a oídos de la reina de Saba. Es el Nombre supremo de Dios que Moisés reveló a los Hijos de Israel; y fue este Nombre el que Nuestro Señor, un profeta como Moisés, manifestó a sus discípulos. Los hijos de Israel no entendieron el significado de la palabra Jehová. Le tenían reverencia, pero su reverencia era principalmente superstición ignorante. Pensaban que era tan santo que, hasta este día, cuando lo encuentran en la lectura de sus Escrituras, lo sustituyen por otra palabra o lo pasan en silencio. Aún cuando algunos de sus profetas lo entendieron, el común de los adherentes a la fe judía nunca supo el significado verdadero del Nombre que daban a Dios. El Judaísmo exotérico aplicó la palabra Jehová a una deidad personal, el regente espiritual él de Israel. Al principio el no era siquiera el señor de otras naciones. Se suponía que habitaba en un cielo lejano; sin embargo, en un cierto sentido tenía su habitación en el santo de los Santos en el Templo. Era celoso, irascible y voluble. Era un Dios de guerra, a cuyas órdenes, razas enteras de enemigos de los Judíos eran exterminadas. En sus altares corría la

sangre, al igual que en las espadas de sus guerreros. El Viejo Testamento está lleno de historias de rapiña y horror que muestran qué influencia tenía este dios sobre las vidas e historia de esos nómadas errantes que finalmente se establecieron en Palestina, un dios hecho a la imagen de su propio pensamiento, rapaz y cruel. La misma imagen de terror, llevada al cristianismo exotérico, ha sido responsable de algunas de las páginas más obscuras de la historia Europea: de los horrores de la Inquisición; de la crueldad sin sentido de las Cruzadas; del abominable trato de los indígenas de México por los invasores hispanos; de la muerte en la hoguera de Servetus el mártir católico; del horrible fanatismo de la caza de brujas en Europa y en Nueva Inglaterra; de la tontería nacional que lleva a las iglesias de un grupo de naciones, que se dicen cristianas, a rezar a su caricatura demoníaca de dios para que los asista en la carnicería contra soldados de otras naciones, cuyos eclesiásticos rezan igualmente ansiosos por el éxito de sus propios soldados. Si se piensa que la adoración a esta horrible deidad es cosa del pasado, basta con asistir a algunas iglesias “de alto celo evangélico”; basta con leer lo que escriben los varios grupos de fanáticos en algunas esquinas; consideren a aquellos que piden a su dios que apoye a sus propias causas no sagradas. No existe, ni nunca ha existido tal dios. El Nombre de Jehová no es Nombre de una deidad personal. Sin embargo, la palabra Jehová, entendida correctamente, enfoca nuestras mentes hacia la existencia del único Dios en quien pueden creer en forma razonable los hombres inteligentes y de buena voluntad. Aún más, el único Dios en quien es posible creer sin infringir en lo más mínimo la libertad de pensamiento y conciencia de ningún otro ser humano. Porque en realidad la palabra Jehová no es un Nombre, es simplemente una designación. El mérito especial de esta palabra es que no define, simplemente indica. Se deriva del verbo Hebreo que significa “ser”, y su verdadero significado es simplemente este: “aquello que FUE, aquello que ES, aquello que SERA” Aquí hay algo en lo que todos los hombres pueden estar de acuerdo, si quieren. Todos estamos convencidos de que atrás de este espectáculo del universo existe una Realidad de algún tipo. Podemos tener nociones ampliamente divergentes de a naturaleza de esa Realidad. Podemos estar tan afectados por una pasión hacia las definiciones, que tengamos que encontrar títulos, atributos y otros calificativos a fin de bajar la impresionante inmensidad de ese Uno a algo con y por lo que podamos vivir. Pero hasta un ateo cree en algún tipo de Realidad que permanece. Aún un agnóstico que duda del poder de su mente para conocer cualquier cosa más allá de sus sentidos físicos, sostiene alguna noción del verdadero Ser detrás de todas las formas de manifestación, no importa qué tan dudoso o tan renuente sea un científico o un filósofo, siempre le encontraremos confiado en que existe algo real, alguna verdad cierta en el universo. Cuanto mejor y más claro sea su pensamiento, estará más dispuesto a aceptar que lo que sea que suponga que es verdadero ahora, debe de haber sido igualmente cierto en el pasado y debe continuar siendo tan verdadero siempre. Esto es lo que la palabra Jehová significa en realidad. Los profetas de Israel entendieron así esta palabra. Pasaje tras pasaje en sus escritos muestra que ellos no cometían el error de colocar este Nombre a una deidad personal. Los

sacerdotes menos ilustrados y los laicos ignorantes nunca compartieron la visión profética. A través de la historia de Israel y de Judea, existió una amarga rivalidad entre los sacerdotes y los profetas; y la gente común tomó en general el partido de los sacerdotes. La rivalidad culminó en la crucifixión de Nuestro Señor, el último y más grande en la línea de los profetas. Su Nombre era una forma abreviada de la palabra Jehová, con un sufijo verbal Hebreo que significa librar, liberar. En la lengua Aramea que El hablaba, el Nombre del Maestro era Yeshua, una contracción de Yehoshua, mejor conocido para nosotros como Josué, el Nombre del sucesor de Moisés. Yehoshua o Yeshua se convirtió en Jesous en Griego, Jesu en Latín y Jesús en Español. Cualesquiera que sean las variaciones de ortografía y pronunciación, el significado es siempre el mismo: “Aquello que FUE, Aquello que ES, Aquello que SERA, salva” O podríamos parafrasearlo como: la naturaleza esencial de la Realidad Suprema es liberar. “La verdad nos hace libres” Así, leemos en la Epístola de Santiago que la ley perfecta es la ley de libertad. No podemos comprender las profundidades de la naturaleza de Dios, pero nunca podremos conocerlo mejor que cuando lo conocemos como la irresistible voluntad hacia la libertad, que penetra todo el universo. Porque lo mejor que podemos entender de su Ser es esto, entendemos porque San Juan resumió todo lo que sabemos o podemos saber, todo lo que podríamos necesitar saber de Dios, cuando escribió “Dios es Amor” En la vida humana trascendente de Gran Ejemplo, Nuestro Señor, encontramos la manifestación viviente de este significado. Aquí está la clave para entender el sentido de todo lo que hizo y dijo. Aquí se encuentra la interpretación razonable de su plegaria “He manifestado tu Nombre” “La verdad nos hace libres” Este es el verdadero secreto del poder del Nombre de Jesús. Debido a ese significado todo lo que se dice de este Nombre de Nombres es cierto, todo lo que se ha afirmado de El es cierto, aún la afirmación de que ningún otro Nombre dado entre los hombres tiene el poder de liberarnos. De hecho, no existe otro Nombre que signifique exactamente lo que significa este Nombre. En todas las lenguas del Mundo ningún otro Nombre tiene precisamente este significado. No existe en toda la historia registrada de la humanidad una narración de otra vida que tan perfectamente manifieste el verdadero poder de este Nombre. “La verdad nos hace libres” ¿Quién puede negarlo?. Si quiere llame ciencia al conocimiento de esa Realidad; pero, ¿qué es la ciencia sino la búsqueda de la Realidad detrás de las apariencias superficiales de este mundo?. Pregunte a cualquier científico: “¿Cree usted que cuando conocemos la verdad acerca de cualquier cosa descubrimos también algún medio por el cual liberar a la humanidad de la esclavitud?” La respuesta será siempre “Si”, sin titubeos. La historia completa de la ciencia pura; la historia completa de la aplicación práctica de la ciencia al control, siempre creciente, del hombre sobre su medio ambiente, se basa en la premisa: “La Realidad nos hace libres”; y por tanto se basa en el Nombre de Nombres.

Una y otra vez los seguidores de la tradición con una visión limitada, han tratado de contener la corriente de búsqueda, han tratado de desanimar la investigación. Una y otra vez los creyentes en cómodos errores han buscado medios para prohibir que se desenmascaren estos errores. Sin embargo, la Voluntad de Libertad que corre a través de toda la creación, está siempre de lado de la liberación. “La verdad nos hace libres” Aquellos que entran en el espíritu de esa idea son capaces de cambiar la faz de la tierra. Cuando Nuestro señor caminó de arriba abajo en Palestina, los caballos y camellos eran los medios más rápidos de locomoción. Durante su ministerio nunca viajó más allá de cien millas (aproximadamente ciento sesenta kilómetros) del lugar de su nacimiento. Entonces, y por siglos después, los hombres estaban cercados por condiciones de espacio y tiempo que hacían parecer absurdo que la Realidad atrás de esas condiciones sea una Realidad que tenga una tendencia eterna hacia la liberación del hombre. En los días de Nuestro Señor, los gobiernos eran tiranías caprichosas. El alfabetismo era una excepción. Un poblado peleaba con el otro, una ciudad guerreaba con la otra, cada forastero era un enemigo. El mundo estaba dominado por la corrupción que tenía su base en Roma. Pocas veces les pertenecían a los hombres aún sus cuerpos, y la libertad de pensamiento, conciencia y palabras eran cosas impensables. ¡Vea cómo ha cambiado el mundo desde entonces!. Cambió porque el Espíritu de Libertad, que es el Espíritu de Cristo mismo, ha trabajado como El prometió que lo haría, en silencio pero con seguridad, en los corazones de los hombres, como la levadura en la masa. La presencia de Nuestro Señor como el Espíritu de libertad en los corazones de los hombres y Su presencia en Sus sacramentos en los altares de las Iglesias, han trabajado juntos para transformar todas las cosas, para hacer nuevas todas las cosas. El mundo de los tiempos de la vida de Nuestro Señor ha pasado. Su tierra y hasta su cielo han sido enrollados como un pergamino. El nuevo mundo está ya con nosotros, aunque lejos de la completa perfección de su manifestación. Sin embargo, podemos apresurar la llegada de esa perfección por un mejor entendimiento del Nombre de Nombres. Nuestro Señor dijo una vez: “No todo el que diga Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino aquél que haga la voluntad de mi Padre, que está en el cielo” Todos podemos ver qué tan verdadero es eso. Debido a que toda búsqueda honesta de la verdad se basa en la suposición de que la Realidad siempre libera, ha llegado a suceder que muchos hombres que repudian a la iglesia han llegado a ser mejores sirvientes en el reino de Dios que algunos de sus prójimos que son de lo más regulares en sus devociones y ortodoxos en sus profesiones de fe. Hacer la voluntad de Dios es actuar de acuerdo con la naturaleza verdadera de la realidad Una. Lo que la ciencia llama ley natural es lo que Jesús llamó la voluntad de Dios. Por tanto, es verdad eterna que aquél que muestra al hombre cómo adaptarse con mayor precisión a la forma en que las cosas son realmente, le muestra también cómo disfrutar un mayor grado de libertad. Hoy en día, nos sentamos en nuestras casas y oímos y vemos lo que sucede a miles de millas. Hoy en día, cruzamos en horas un océano que le tomó meses a Colón atravesar. Hoy en día, hemos explorado la superficie de la luna y las atmósferas de otros planetas. Hoy en día, una afortunada combinación de investigación científica y de celo misionero cristiano, nos capacita para obedecer el mandamiento de Nuestro Señor: “Curad a los leprosos” No

solamente la lepra, sino multitud de otras enfermedades que mantuvieron al hombre en esclavitud por incontables generaciones, están cediendo a la aplicación práctica de la verdad: “La naturaleza de la Realidad es liberar a los hombres” Sin embargo, hay un vasto campo para la aplicación del poder de este Nombre de Nombres. Todavía existe mucha miseria y esclavitud en la vida humana debido ha que ese campo no ha sido cultivado adecuadamente. Porque vemos claramente que, aunque la conquista por el hombre de las fuerzas a su alrededor realmente demuestra la verdad expresada por el Nombre de Jesús, el dominio del mundo físico puede causarle al hombre tanto daño como beneficio cuando se la permite a sus fuerzas internas, sus estados emocionales y mentales, permanecer en el nivel de salvajismo primitivo. El progreso de la ciencia física y de las invenciones muestran verdaderamente que la naturaleza de las cosas está del lado de la libertad, pero el hombre todavía no ha leído el significado completo de la lección, todavía no la ha aplicado a sí mismo. Así, el hombre abusa de su control sobre el mundo físico. Hasta tal punto nos ha llevado el mal uso del poder, que no es una exageración decir que la civilización se encuentra ahora al borde de la destrucción por las mismas fuerzas que ha aprendido a manejar. Lo que está pasando hoy en el mundo, lo que ocurre por doquiera que se pervierte a la ciencia para esclavizar a la humanidad, constituye una seria amenaza. Puede incluso ocurrir que antes de que la raza humana llegue a comprender y aplicar todo el poder del Nombre de Nombres, tenga que haber un nuevo gran estallido de terror y destrucción, una nueva purga del mundo por el fuego. Nosotros únicamente podemos rezar y trabajar hasta el fin para que se evite esa catástrofe. Si se evita, será porque ha sido utilizado el poder del Nombre de Nombres sobre la vida interna del hombre. Podemos creer que será utilizado, porque tenemos la propia declaración de Nuestro Señor, de que El vino para salvar a su pueblo de sus pecados.. No solamente de las consecuencias de sus pecados, mis amigos. De los pecados mismos. El principio Crístico no existe para mantener a los hombres alejados del castigo. No existe con el propósito de efectuar un abracadabra mágico que nos permita escapar de la ley de causa y efecto. Hace no mucho tiempo leí un libro acerca de Jesús que sonoramente condenaba la doctrina oriental del Karma. Entonces me volví hacia las palabras mismas de Nuestro Señor: “Con la medida que midiéreis seréis medidos” ¿ Qué es eso sino la doctrina oriental del Karma?. La liberación del Nombre de Nombres es la liberación del pecado mismo y no la liberación de las consecuencias del pecado. Para entender esa liberación debemos recordar que tanto en Hebreo como en Griego, las palabras traducidas como “pecado” en nuestra Biblia, significan: “No alcanzar el objetivo, desviarse del camino” Cuando pecamos, apuntamos desde el punto equivocado, por lo que disparamos al objeto equivocado; o apuntamos con imprecisión y por tanto no damos en el blanco. Pecar es caminar por un camino diferente del que nos lleva a nuestra meta. Pecar es dirigirse hacia la dirección equivocada; y como la naturaleza de la Realidad es liberar, apuntamos al objetivo equivocado cada vez que hacemos algo que involucra cualquier usurpación de la libertad de otro. Apuntamos en la dirección equivocada cada vez que somos movidos por el temor, basados en la mentira d que la naturaleza está en nuestra

contra, la mentira de que alguien más es una amenaza para nuestro bienestar, la mentira de que podemos ser separados de la Fuente Infinita de vida y poder. Nuestro Señor reclamó para Si la vida sin pecado. “¿Quién de ustedes me acusa de pecado?” Fue su audaz Desafío. Pero también dijo: “…Aquél que crea en mí, hará también las obras que Yo hago y hará obras mayores que éstas, porque Yo voy a mi Padre” Sus enseñanzas prácticas están basadas en su profundo conocimiento interior de que la naturaleza esencial del hombre es una con la naturaleza esencial de Dios. Nuestro Señor conoció en Si mismo la verdadera naturaleza del hombre, la identidad del hombre, el Hijo, con Dios, el Padre; y no titubeó en prometer que todos los que sigan Su Sendero, el Sendero de la Liberación manifestado en su vida e indicado por Su Nombre, disfrutarían una libertad como la de El mismo. Ese Sendero de la liberación, es el Sendero del Amor. Para seguirlo no necesitamos la profundidad de la comprensión intelectual. Necesitamos solamente Amar y Servir a Nuestro Señor en las personas de nuestros compañeros humanos. Necesitamos solamente hacer que la perfecta ley de libertad sea nuestra prueba de todo lo que pensamos, decimos y hacemos. No podemos disfrutar libertad para nosotros a menos de que estemos activos tratando de lograr libertad para otros. No puede haber dicha para nosotros a menos que nuestra vida aumente la dicha de otros. Un niño pequeño puede entender esto. Cuando nos volvemos tan espontáneamente libres en nuestras expresiones de amor como los niños pequeños, comprendemos el verdadero significado del Nombre de Nombres. Una y otra vez, desde que Nuestro Señor caminó en la tierra, hombres y mujeres han demostrado el poder de Su Nombre. Cuando El vivía en la tierra ningún hospital cuidaba a los enfermos. Pero en gran parte a través de los esfuerzos de uno de sus Santos, la Santa Teresa, todo el mundo disfruta el beneficio de hospitales adecuados. Cuando El predicaba en Galilea, se sabía poco o nada del cuidado científico a los enfermos, pero fue a través de los esfuerzos de hombres y mujeres dedicados, a quienes El inspiró, que el sufrimiento humano sea ahora aliviado de manera tan maravillosa. En este tratado me he esforzado en presentar un fundamento racional para su confianza en, y reverencia hacia, el Nombre de Jesús. Pero este argumento no es necesario, excepto para aquellos de nosotros que somos descendientes espirituales y mentales de Santo Tomás. Debe haber argumentación para aquellos cuyas mentes requieren satisfacción. Pero la satisfacción de la mente no es suficiente. La mente es, después de todo, sólo una llave para el corazón y es en el corazón donde habita Nuestro Señor. A la mente le decimos entonces: “El poder del Nombre de Jesús está en la verdad de que la naturaleza de la Realidad es liberarnos” Pero sólo comprenderemos el significado en toda su extensión, sólo seremos capaces de utilizar el poder completo del Nombre de Jesucristo, el Nombre de Nombres, cuando nuestra percepción de esa verdad nos lleve a la práctica de su corolario: que la ley de la libertad es la ley del Amor. Al corazón le decimos, en Sus propias palabras: “Pequeños niños, amaos los unos a los otros”

B.O.T.A. CONSTRUCTORES DEL ADYTUM Constructores del Adytum (B.O.T.A.) es una escuela para el desarrollo espiritual en la vida cotidiana, para preservar las enseñanzas de la Sabiduría Eterna de acuerdo a la Tradición Occidental. Los buscadores serios del conocimiento interno, pueden solicitar mayor información en las siguientes direcciones: B.O.T.A. 5105 North Figueroa Street Los Angeles, CA 90042, U:S:A B.O.T.A. EUROPE 19 Rue Tugot 75009 Paris, France

EL NOMBRE DE NOMBRES

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Paul Foster Case