El Empresario y La Funcion Empresarial

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El empresario y la función empresarial Por Juan Torras Gómez Publicado en Revista empresarial A pesar de que en los medios económicos se habla del papel del empresario y de su importancia como agente de cambio social y económico, éste sigue estando poco integrado en el análisis económico, confundiéndose los aspectos personales con los conceptuales. La macroeconomía no contempla el papel de la función empresarial, por lo que, si bien sirve como herramienta de formulación de las políticas económicas, no incluye en su análisis la dinámica inherente a la empresarialidad. Pero en el análisis económico neoclásico, desarrollado sobre modelos de carácter estático, de los que el de competencia perfecta constituye el eje central, tampoco tiene cabida el desarrollo de la función empresarial, siendo el empresario un elemento extraño al elegante paradigma neoclásico. El empresario En este punto creo importante hacer una serie de consideraciones previas, antes de pasar a analizar la función empresarial:  Si bien no se puede hablar de una teoría de la empresarialidad o de la función empresarial en sentido estricto, sí que ha habido importantes aportaciones por diferentes pensadores acerca del papel del empresario y la integración de la función empresarial en el sistema económico. Sin ánimo de ser exhaustivos se podría citar a J.B. Say y C. Menger en el siglo XIX y en nuestro siglo a: F. Knight, J, Schumpeter, L. Von Mises, F. Hayek, G. Stigler y más recientemente I. Kirzner, o M. Casson entre otros.  La figura del empresario es un elemento esencial de una economía de mercado sobre la que se articula un orden social. El espíritu empresarial sólo florece en una economía competitiva, pero cuando aparece el intervencionismo económico del Estado, el empresario tiene incentivos para obtener ventajas de la regulación a costa de los consumidores. Así pues, a corto plazo desde determinados ámbitos institucionales vinculados al empresariado se pueden estar demandando actuaciones contrarias al desarrollo de una economía de mercado.  Es importante deslindar la figura del empresario como promotor de negocios y de actividades empresariales y su personalización en el mundo real, del concepto de empresario vinculado al ejercicio de la función empresarial, entendida como uno de los elementos fundamentales para el análisis dinámico de un sistema económico basado en la cooperación social, la división del trabajo y la propiedad, en el que la información es escasa y el conocimiento disperso. A través de un sistema de precios formado sobre la base de intercambios de suma positiva, se articulan procesos de mercado en los que se desarrolla la actividad empresarial. Al hablar de empresario en términos económicos, por tanto, nos referimos al desarrollo de la función empresarial mientras que en términos coloquiales hacemos referencia a la persona que ha promovido y desarrollado con sus propios medio, o con capital de terceros, una empresa.

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 Conviene distinguir tanto en el ámbito de la ciencia económica como de las ciencias de la gestión entre empresa y empresario. La empresa es una organización racionalizada para formalizar la colaboración entre diferentes agentes económicos, más o menos jerarquizada, sujeta a ineficacias de gestión, más o menos orientada al mercado y con una estructura que en su evolución ha permitido facilitar su financiación y desarrollo. La empresa como organización y estructura alcanza en una economía de mercado su plenitud de desarrollo, pero no es necesariamente consubstancial a la misma. La función empresarial y el modelo analítico La función empresarial, consiste fundamentalmente en la toma de decisiones en entornos de incertidumbre tratando de anticipar las situaciones futuras de un proceso de mercado, descubriendo nuevas oportunidades y obteniendo a través de esta actuación especulativa un beneficio empresarial. El empresario en sentido económico es ante todo un descubridor de oportunidades en un sistema caracterizado por la escasez de recursos y de información, la dispersión del conocimiento y la diversidad de procesos de mercado, que interrelacionan de forma continua. Donde otros ven riesgos él percibe la oportunidad de beneficio. La función empresarial se puede personalizar desde el punto de vista analítico, a la vez, que se puede delegar en el contexto de un sistema o proceso de mercado y como consecuencia en la propia organización empresarial. La función empresarial, por tanto, estriba en anticiparse con mayor acierto que otros a las futuras demandas de los consumidores de un mercado específico, decidiendo el empleo y la coordinación que deba darse a los diferentes factores de producción. Para mejor analizar la función empresarial en el contexto de una organización empresarial se propone diferenciarla de la propiedad de los recursos de la empresa, definiendo la función corporativa que integra los aspectos relacionados con la misma. El capitalista – en sentido amplio que podría inducir inversiones institucionales como los Fondos de Capital Riesgo o los Fondos de Pensiones – como accionista que desarrolla la función corporativa ejerce a su vez la función empresarial en el contexto de los mercados de capitales. Se establece una interrelación entre el empresario que ejerce su función sin vinculación con la propiedad de la empresa y la propiedad de la empresa y la propiedad de la misma que desarrolla la función corporativa a nivel de mercado de capitales y de gobierno interno de la sociedad. No sólo se propone desligar la función empresarial de su relación con el capital (función corporativa) sino también desvincular el concepto de empresarialidad del ejercicio de la gerencia y dirección efectiva de la organización empresarial, en su contexto operativo (función directiva). Si la actuación en entornos de incertidumbre es la esencia de la actuación empresarial en un proceso de innovación y búsqueda de oportunidades continuado iniciando nuevos caminos y procesos de mercado, hay que señalar que para la consolidación de la actividad empresarial, es condición necesaria contar con los recursos directivos más cualificados, en relación a la problemática empresarial y que éstos actúen de la forma más eficaz posible aplicando las metodologías que correspondan para conseguir los objetivos empresariales, coordinando, planificando y gestionando los recursos puestos a su disposición por el empresario, que deberá velar por los legítimos intereses de la propiedad de la empresa.

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No me voy a extender en el análisis de la función directiva que constituye el objetivo de las ciencias de la gestión de la organización de empresas.

Implicaciones del modelo propuesto En primer lugar, me parece importante remarcar la trascendencia del principio de delegación de la función empresarial como elemento vertebrador de una determinada organización empresarial. Cuanto más permeable sea una estructura empresarial a la empresarialdad, más flexible, dinámica y fundamentalmente orientada al mercado y, definitiva, al aprovechamiento de oportunidades, será la organización empresarial. En segundo lugar, el desarrollo de las sociedades o corporaciones empresariales cuya propiedad se reparte de manera alícuota en títulos valor (acciones) de responsabilidad limitada al importe de la inversión inicial realizada, ha llevado a muchos a confundir los papeles del empresario como concepto económico, con el de los capitalistas o co-propietarios de la empresa y los directivos o gestores de la misma. Se llegó a pensar en la posibilidad de que el sistema funcionase sin empresarios, con un único capitalista, dejando la gestión de las empresas en dirigentes profesionales que constituirían la llamada tecnocracia. Estos planteamientos, olvidaban que la función empresarial es consubstancial con el desarrollo de los procesos de mercado en una economía monetaria que configuran un sistema de precios, sin el que no es posible el cálculo económico. Además de la función empresarial es fundamental para la coordinación efectiva del conocimiento disperso en un sistema económico. Estas dos proposiciones elaboradas tienen una gran incidencia en el desarrollo de la función corporativa, ya que implican una limitación al crecimiento de la empresa con criterios de eficacia, en ausencia de ingerencias por intervención o regulación del Estado.

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Finalmente, el desarrollo de las operaciones de compra-venta de empresas recurriendo a altos apalancamientos soportados por los fondos que puede generar una empresa, dirigidos por empresarios financieros o por los propios directivos, para hacerse con el control de empresa, (según su juicio infravaloradas), es una respuesta de los propios mercados de capitales a la mencionada interacción entre la función empresarial, la función corporativa y la función directiva.

La función empresarial y la empresa familiar En las pequeñas y medianas empresas – que constituyen en torno al 90% de nuestro entramado empresarial –, muchas de estructura familiar es más fácil definir con claridad el papel del empresario desde el punto de vista económico si bien en estos casos usualmente la misma persona integra las tres funciones: el empresario es a la vez propietario normalmente mayoritario – y también Gerente, muchas veces único elemento que ejercita la función directiva. No es de extrañar el origen familia tanto en la propiedad como en el ejercicio de la función directiva de la mayor parte de empresas. En primer lugar, la familia, en ausencia de figuras impositivas confiscatorias, constituye una forma muy eficaz para la formación y conservación de patrimonios a través del ahorro productivo, que pueden ser puestos a disposición de empresarios vinculados al grupo familiar reduciendo su coste de capital. En muchas ocasiones ese patrimonio familiar tiene su propio origen en ele ejercicio de la función empresarial por algún miembro de la familia. Pero además la familia puede proveer recursos de gestión que sin entrar en su cualificación serán de confianza protegiendo el ejercicio de la función empresarial y velando por los intereses de la función corporativa. El desarrollo y crecimiento de las empresas familiares obliga a dar una respuesta satisfactoria a las necesidades del desarrollo profesional de la función directiva si realmente se quiere consolidar la organización empresarial en entornos cada vez más competitivos.

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También obliga a nuevos planteamientos en la función corporativa que conlleven una mayor diversificación del patrimonio familiar y considerar la incorporación de capitales ajenos a la propiedad que garanticen la estabilidad financiera a largo plazo, bien sea a través de la captación de recursos en mercados bursátiles, bien sea dando entrada a inversores institucionales. Finalmente puede llegar el caso que el ejercicio último de la función empresarial debe ser dejado en manos de un empresario no vinculado a la estructura familiar. No voy a entrar en el detalle de las implicaciones que tienen estos tres niveles de desarrollo de la empresa familiar, pues el objeto ha sido ejemplarizar la utilidad del modelo analítico que diferencia el ejercicio función empresarial, de la función corporativa vinculada a la propiedad y la función directiva relacionada con la gestión operativa. Conclusión En toda organización empresarial se puede identificar quien es el responsable en última instancia del ejercicio de la función empresarial en tanto en cuanto a los siguientes aspectos:  Definición de objetivos, visión y estrategias corporativas.  Ejercicio del liderazgo empresarial, marcando nuevos caminos, conduciendo a la empresa a través de los mismos.  Selección y coordinación de los recursos básicos, incluyendo los recursos directivos.  Interacción con la propiedad de la empresa (función corporativa) usualmente a través del Consejo de Administración. Pero como ya hemos señalado una organización empresarial, preactiva, dinámica y orientada al mercado a fin de aprovechar mejor las oportunidades de beneficio de beneficio ha de estar estructurada de forma que una adecuada permeabilización de la empresarialidad permita estructurar un adecuado ejercicio de la función empresarial en diferentes niveles jerárquicos de la organización. Dr. Juan TORRAS GOMEZ Socio cofundador y presidente del Mises Barcelona Socio Egon Zehnder International

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