El Consumo Me Consume

El consumo me consume (Mi comentario y análisis) A lo largo de la historia, siempre se ha cuestionado el concepto de Fel

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El consumo me consume (Mi comentario y análisis) A lo largo de la historia, siempre se ha cuestionado el concepto de Felicidad. ¿Qué es realmente la felicidad? ¿Se puede ser feliz a pesar de los múltiples factores sociales y económicos que estén influyendo en nuestras vidas? Pero primero daré a conocer de lo que leí: “Moulian tiene una clara vocación de aguafiestas en un país que, sin embargo, no destila gota alguna de alegría, satisfecho de vivir el tango de una existencia discreta y, lo que resulta peor, aburrida. Somos

hijos

del

bostezo

La fiesta chilena que desmitifica Moulian, a la cual no todos están invitados, constituye en rigor el espectáculo de una sociedad tercermundista, atrasada a pesar de sus presunciones zoológicas, que se consume a sí misma a través del deseo de tener. No recuerdo si Marcuse, en sus pesimistas hipótesis de los años sesenta, incluía la situación de los países periféricos. En cualquier caso, hoy Moulian da cuenta de ese estado de cosas respecto a Chile, subrayando como símbolo la presencia del mal, santuario mayestático del consumo, que hace a ricos y

pobres,

como

en

las

hermosas

películas,

una

familia

bienvenida.

Lamentablemente, el país es otro. Es quizás el país sin nombre que señalaba la Mistral, escondido en cada uno, donde perseveran de la dictadura, al igual que una herida en el alma, las contradicciones de una realidad enferma, no obstante que, como dicen los entendidos del neoliberalismo, unos profesos y otros vergonzantes, la fiesta promete seguir siendo buena, hoy, mañana y pasado en sesión continua. Bueno ahora la felicidad es un tema muy complejo de abarcar, ya que como ente abstracto de la vida o emoción, se puede interpretar de diversas maneras, dependiendo de la visión que le otorgue cada individuo al concepto en sí y dependiendo, también, del grado de importancia que el sujeto le otorgue a su propio entorno. Es, de esta manera, cuando se comete un grave error con aquellas que definen la felicidad como “una sensación de bienestar del momento”, confundiéndolo de esta manera, con el concepto de “Alegría”. En la sociedad se tiene conciencia del tiempo y el espacio, con la llegada del capitalismo se crea un tipo economía inflexible: los bienes son únicamente para la satisfacción individual y junto con la llegada de la revolución industrial y sus tecnologías, se van formando nuevos tipos de necesidades de carácter artificial. Todo este último contexto histórico, hace que la mente del ser humano dé un vuelco drástico: se empieza a pensar que lo material –aparte de satisfacer las necesidades comunes de los individuos- nos entrega satisfacciones emocionales, es

decir, lo material es capaz de lograr en nuestras

vidas, un arsenal de

sentimientos positivos y entre más consumo, más

sensación

de

bienestar poseo. Esta particular forma de describir la felicidad es

bastante usual en los

tiempos actuales, creyendo que la felicidad lo

otorgan los medios

materiales: un par de zapatos costosos, autos de

lujo, hoteles de cinco

estrellas, viajes, mansiones, etc. La banalización

de las emociones se

incrementa cada vez más e inconscientemente se

mezcla

tangible de la materialidad, haciendo la búsqueda

de la felicidad sea un

entre

lo

caso perdido. Sin embargo, existen individuos que saben discernir entre lo espiritual y lo material, haciendo un paralelo entre ellos: La felicidad es el equilibrio perfecto de nuestras vidas, es la plenitud eterna del alma y sólo se encuentra a medida que vamos adquiriendo experiencias, transformadas luego en sabiduría. De esta manera, la sociedad puede llegar a una felicidad de carácter pura y verdadera, sin dependencia en absoluto de lo material, es aquí donde cito la maravillosa frase de Tolstoi “El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace”. DE: MILAGROS CASTAÑON HUANCA