Devell Carolina - Y todo por un beso.pdf

¡Y TODO POR UN BESO! Carolina Devell Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyrigh

Views 133 Downloads 10 File size 1MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

¡Y TODO POR UN BESO! Carolina Devell

Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.

Este libro contiene algunas escenas sexualmente explícitas hombre/hombre y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo para algunos lectores. No es recomendable para menores de edad.

Nicholas Stone creía que todo iba bien con su vida, hasta que recibió una llamada telefónica que pondría su mundo de cabeza. Tendría que proteger al hijo de un Senador. Creyó que sería la misión más aburrida de su vida, pero se equivocó. La noche antes de empezar su misión, conoce a un joven que le roba el alma con un caliente y delicioso beso. Pero ese joven no es un chico cualquiera sino a quién tiene que proteger. ¿Conseguirá proteger a Nate de los que quieren hacerle daño? ¿Logrará Nick vencer la tentación y mantener las manos lejos del chico? ¿O se dará por vencido y se rendirá a las garras de la pasión?. Nathan Philips era un chico que había luchado mucho para seguir adelante. A pesar de ser el hijo de un Senador, había tenido que trabajar duro para terminar sus estudios. Desheredado desde que su padre descubrió que era gay, Nate estaba orgulloso de lo que consiguió con su propio esfuerzo. Su primer y único novio sólo lo había usado para su propio beneficio y lo había lastimado. Ahora él no cree que alguna vez alguien lo amará de verdad. Pero al conocer al hombre más sexy y caliente que haya visto alguna vez, su corazón vuelve a latir sin parar. ¿Podrá conseguir el amor de ese oscuro y tentador hombre? ¿Logrará salir ileso del peligro que lo acecha?

Hola chicas, aquí estoy otra vez presentándoles una nueva historia. Como verán los personajes son un poco diferentes a los de “Pasión en Blue River” así que tuve que dedicarme un tiempo a leer libros referentes a este tema de guardaespaldas, peligros, secuestro, etc. Creo que en alguna parte de la historia me perdí, debido a que a mitad del libro tuve que dejarlo pues mis sobrinos llegaron de vacaciones de verano y tuve que seguir la historia a altas horas de la noche para que no se dieran cuenta que su tía escribe este tipo de cosas. Ellos son muy jóvenes. Además el tema de la navidad y el año nuevo captaron bastante mi atención. Espero lo hayan pasado súper bien esos días. Así que volviendo al libro, les ruego me disculpen por algunos errores que tenga. Pero aún así les entrego con mucho cariño ésta pequeña historia que tejí con los hilos de mi imaginación. “Y todo por un beso” se lo dedicó a mi sobrina Sharon, que a pesar de que no sabía de que trataba la historia, me ayudó a ponerle nombre al líder de los secuestradores.

¡Disfrútenla chicas!

Carolina Devell

─Necesito que me hagas un favor, hijo. Cuando escuchó eso, bajó los pies del escritorio y se enderezó en su silla. Pensó que el Senador Philips le asignaría una misión súper peligrosa y secreta. Tenía dos años que había salido de baja de los marines. Un disparo le había destrozado la pierna y ahora tenía un pedazo de metal reemplazando el hueso. Era un fastidio en los aeropuertos cuando tenía que viajar. Por esa lesión tuvo que abandonar el equipo Delta. Tuvo que dejar a sus hermanos, ya que a los siete miembros del equipo los consideraba sus hermanos. Todos habían sufrido muchas pérdidas a través de cada misión. Ellos eran su familia, la única que tenía. Extrañaba las incursiones. La oscuridad, el silencio, la rapidez con la que actuaban, la adrenalina cuando terminaban cada misión. Fue entrenado muy bien en artes marciales, técnicas de combate y el uso de armas de fuego. Y ahora, estaba recluido en una oficina. Hace poco más de un año había creado la Agencia Privada de Investigaciones S&S junto a su amigo Jason Smith, un ex-policía que

había dejado su trabajo, cansado de que a causa de algunos estúpidos burócratas la mayoría de los crímenes no se resolviera. Jason era un amigo de la infancia y cuando supo de su accidente, fue uno de los que lo ayudó a recuperarse. Había sido un marine también, así que sabía por lo que estaba pasando. Fue idea de Jason la creación de la agencia, y hasta ahora había sido un éxito. Ya había pasado año y medio desde que pudo volver a caminar, la terapia había sido espantosa y dolorosa. Pero a pesar de que ya se había recuperado de la herida, aún le dolía la pierna cuando se exigía demasiado. Tenía una fea cicatriz en la pantorrilla izquierda. Aún no se acostumbraba a como había quedado la piel de su pierna. Era rugosa y sensible al tacto. Con todos los problemas que había tenido, estaba empezando a disfrutar de su vida de nuevo. A sus 30 años, Nicholas Stone creía que nada podía arruinar los planes que se había trazado. Todo iba bien con su vida. Hasta que recibió aquella llamada. ─Lo que sea que necesite, Señor. Lo haré. Debió primero escuchar comprometerse a hacerlo.

cuál

era

el

favor

antes

de

─Quiero que protejas a mi hijo. He recibido información confidencial de que un grupo de mercenarios ha sido contratado para secuestrarlo. Hay algunas personas que están en contra de la nueva ley que estoy tratando de crear. Así que en este momento tengo a varios agentes rastreando a los responsables. Y tú eres el único en quién confío para que lo proteja personalmente. Otros ocho agentes serán tu respaldo. Así que estarás cubierto…Es la vida de mi hijo, Nicholas. Cuento contigo. ─No se preocupe por eso Señor, estará muy bien protegido.

Después de unos segundos dijo ─No sabía que tuviera un hijo, Señor. ─ Eso es porque no es muy cercano a mí. No lo veo mucho. Es el hijo que tuve con mi primera esposa. Nick se quedó en silencio asimilando esa nueva información. ─Confío en ti hijo, y sé que harás lo que sea por mantenerlo a salvo. Eres como tu padre, un buen hombre. Su padre había servido junto al senador en los marines, eran grandes amigos y estaban en el mismo equipo. Pero en la última misión que tuvieron, su padre murió intentando salvar a su capitán. Desde ese momento el Capitán William Philips se había dedicado a ayudarlo y más aún cuando se convirtió en Senador del Estado. Fue por él que logró entrar en los marines. Gracias a su apoyo llegó muy lejos en su carrera militar. Era como un padre para él. Y en este momento se complacía que pudiera ayudarlo. ─Gracias Senador. No se preocupe, su hijo estará bien. Terminó la llamada unos minutos después, y volvió a poner sus pies sobre el escritorio. Le parecía muy extraño que el senador nunca hubiera mencionado la existencia de un hijo. Si lo había tenido con su primera esposa, debía tener poco más de 20 años. Estuvo por algunos segundos ensimismado en sus pensamientos esperando recibir la información que le iba a enviar el senador. ¿Porqué tenía que ser una misión como niñera? Apostaba que el chico era un niño mimado. ¿Qué edad tendría? ¡Rayos!, al menos iba a dejar ésta aburrida oficina. El fax hizo ruido y empezó a imprimir los datos del chico. Había una fotografía de cuando el chico terminó la universidad. Esperaba que no hubiera cambiado mucho. ¡Wow! Era un chico sin

gracia. Cabello negro y muy corto, piel muy pálida, y unos anteojos con montura gruesa. ¡Dios, era un nerd!. Iba a ser la misión más aburrida de su vida.

─¡Vamos Nate!. Sólo es un juego. Además no es como si no lo hubieras hecho antes ─dijo Zac, tratando de animar a su amigo. Lo había encontrado deprimido cuando fue a visitarlo a su apartamento. Aún seguía sufriendo por el imbécil de su ex-novio. Marcos había sido un pedante y un mandón en todo el tiempo que Nate había estado con él. Cuando recién se enteró que estaban saliendo, pensó que Nate por fin podría ser feliz, ya que Marcos se comportaba muy dulce con él. Pero todo había sido una farsa. Lo único que el tipo quería, eran las conexiones políticas del padre de Nate. Y en este momento su amigo necesitaba sacar de su sistema al imbécil. Ya habían pasado tres meses. Era tiempo de seguir adelante. ─Creo que debo regresar a casa. Aún no estoy listo para esto ─dijo Nate con pesar en su voz. ─¡Claro que sí! ─dijo Zac apoyándose en la barra y mirando alrededor del Club. Habían llegado hace media hora y Nate aún no cambiaba su humor, tal vez necesitaba un empujoncito ─ ¡Hey¡ Max ─dijo llamando al barman ─Sírvele a Nate un whisky doble. ─¡Oye! , sabes lo que me hace el whisky ─reclamó Nate con el entrecejo fruncido.

─Por eso lo pido. Necesitas soltarte un poco. Zac sonrió al ver la cara que puso Nate. Pero no importaba, por que hoy su amigo al fin dejaría de sufrir por el imbécil. Media hora después, ambos estaban ebrios. ─Ahora es tu turno ─dijo Zac, tomando un trago de su bebida ─¡Dios!, aún tengo el sabor de ese tipo en mi boca. Después de unas rondas de licor, él había propuesto una apuesta. Besar al primer tipo que entre por la puerta. Ellos escogían el momento, pero a veces habían tenido que dar marcha atrás. Algunos tipos eran escalofriantes. A él le había tocado besar a un pulpo. Ya que el tipo no se contentó con que él lo besara sino que empezó a manosearlo por todo su cuerpo. ¡Puaj¡ ¡que asqueroso!. Y encima tenía mal aliento. ─Es tu turno Nate. ─Oh, está bien. Besaré al primer tipo que pase por la puerta del club…Ahora. Ambos se giraron a la puerta y observaron a un sexy y atractivo hombre entrar. Nate observó cuidadosamente al semental que había cruzado la puerta. El tipo era alto y musculoso, de hombros anchos y caderas estrechas. Dios, era caliente. Tenía la apariencia de un chico malo y su actitud gritaba peligro. Usaba jeans ajustados, que hacían cada pequeño músculo visible y se adherían a sus piernas como una segunda piel. El bulto en su entrepierna se notaba a través de sus jeans. Joder, el tipo estaba delicioso. Tenía una chaqueta de cuero negra y una camiseta ajustada que resaltaba los músculos de su pecho y sus abdominales. Oh mi Dios, era deliciosamente sexy y masculino. Seguro era una alucinación. Pensó que el alcohol lo estaba afectando. Cuando pudo observar su rostro, se quedó de piedra. Era

impresionante, pero no sólo porque era guapo y sexy, sino por el aura oscura que lo rodeaba. Los ángulos de su rostro lo hacían lucir poderoso. Tenía cabello rubio corto, pómulos altos y una incipiente barba en una fuerte mandíbula. No podía ver el color de sus ojos, pero suponía eran impresionantes. ─Anda Nate, ve por él ─lo animó Zac, empujándolo hacia la puerta. Nate se alejó de la barra y empezó a caminar por la pista de baile llena de parejas. Con paso lento llegó enfrente del caliente y oscuro Adonis. El tipo lo miró y sonrió. Joder, era la sonrisa más sexy que había visto en su vida. ─Hol… No le dejó terminar lo que iba a decir. Puso su mano detrás de su cuello y lo atrajo hacia él. Su boca silenció las palabras. Delineó sus labios con su lengua, pasaron unos segundos hasta que el tipo correspondió al beso. Esta vez su beso llevaba todo el fuego de la pasión y Nate gimió cuando sintió la húmeda lengua del Adonis tocar la suya demandando entrar. Dios, sabía a prohibido. Su lengua se metió más profundo. Ellos parecían devorarse el uno al otro. Se acercó más, mientras las manos del Adonis acariciaban su trasero sin quebrar el beso. ¡Wow! Nunca se había sentido tan caliente. Quería desvestir al tipo y tocar su piel, saborearla. Su polla estaba dura, y podía sentir que tenía el mismo efecto en el Adonis. La podía sentir rozándose contra su muslo. El mundo entero desapareció. Se apretó más a ese duro pecho y se acercó más a su boca. El tipo ahora estaba jodiendo su boca y apretaba más su trasero. Estaba tan excitado que creía que se vendría sólo con ese beso. Le estaba sorbiendo el seso. Gimió cuando sintió una mano caliente meterse bajo su camiseta y acariciar la piel de su espalda. Las manos del Adonis empezaron a deslizarse a lo largo de su espalda dejando un rastro de fuego en

cada roce. Joder. Quería desvestirse y rozar piel desnuda contra piel desnuda. Nunca había deseado tanto a alguien como ahora. Sus dedos se deslizaron por el cabello dorado del Adonis disfrutando su suavidad. Deslizó una mano hacia abajo, tocando su cuello, delineando cada músculo de su pecho en su camino hacia el bulto en la entrepierna y acariciándolo a través de los jeans. Dios, como deseaba probar esa gruesa y dura polla. Seguro era tan deliciosa como su boca. Escuchó un ronco gemido y el Adonis empezó a rozar su polla contra su mano. Sintió una leve mordedura en su labio inferior y luego esa habilidosa lengua acarició y calmó el dolor. El Adonis besaba como los dioses. Ya no le importaba que estuvieran en un lugar público, lo único que quería era que este hombre lo tomará aquí y ahora, rápido y duro. No lo soportaba más. Iba a sufrir una combustión espontánea sino satisfacía el intenso deseo que lo estaba consumiendo. Siguió probando la apetitosa boca como si fuera un néctar de los dioses y su vida dependiera de ello. Sentía que ya no le quedaba aire en los pulmones, pero no podía dejar esa boca, no aún. Continuaron por algunos segundos más saboreándose mutuamente hasta que se quedaron sin aire y ambos se separaron jadeando. Nate miró al Adonis a los ojos y se quedó prendado de esos oscuros y lujuriosos ojos azules cargados de deseo. Tenía una pequeña cicatriz en la ceja izquierda. Y Dios, sus labios eran gruesos, e increíblemente apetecibles. Intentó decir algo, pero no pudo. El Adonis lo miró, y sonrió como si supiera lo que le pasaba. ─Hola…soy Nick. ─dijo con una ronca y sexy voz.

¡Joder!. Nunca imaginó que sería recibido así por el chico más lindo y ardiente que hubiera visto en mucho tiempo. Dos pulgadas más bajo que él, negro cabello largo y rizado, y unos tormentosos ojos negros. Su rostro le parecía familiar, pero si lo hubiera conocido antes de seguro que sería imposible olvidarlo. Sabía que debía ir al hotel a descansar ya que al día siguiente iba a ver al hijo del senador para decirle que sería su niñera por un tiempo. Pero estaba aburrido y quería un poco de diversión esta noche. El vuelo había sido horroroso, y le dolía la pierna por estar tanto tiempo sentado. Así que ¿qué mejor ejercicio que un poco de sexo?. Había tomado un taxi y pedido al taxista que lo llevase al mejor club gay de la ciudad, y aquí estaba. Cuando entró al club y recorrió su mirada por todo el local no se dio cuenta que alguien lo estaba observando desde la barra. Pero cuando volteó a su derecha y vio al chico se quedó helado. El chico lo había besado. Se había acercado y no lo había dejado hablar. Lo había silenciado con un beso. ¡Y Dios qué beso!. Aún podía disfrutar del dulce sabor a pecado que tenían los labios del chico. Ese beso había despertado en él un deseo tan intenso que tuvo que dejar esa deliciosa boca. Estuvo a punto de correrse en sus pantalones sólo por un beso. Deseaba tanto llevarse al chico a su hotel y realizar todas las fantasías que había tenido mientras lo besaba. ¡Joder!, no quería dejar al chico, y eso lo estaba asustando. Era la primera vez que sentía la necesidad de acercarse a alguien y no alejarse jamás. Volvió a mirar al chico y esta vez disfrutó de la vista. Era joven como de 20 y tantos, vestía ajustados jeans negros a la cadera y una camiseta blanca muy pegada a su torso. Era delgado pero fibroso. Con rizos negros y largos, rozándole las mejillas, algunos le caían sobre la frente. Llevaba una argolla de plata en la oreja izquierda. Su rostro era muy hermoso. Sus misteriosos ojos negros aún brillaban

de lujuria. Y su boca roja y suculenta como fruta prohibida lo llamaba a probarla de nuevo, pero sabía que si lo hacía en este momento sería su perdición. Si no se hubiera controlado, habría tomado al chico en frente de todos en el club. Por unos instantes había considerado llevarlo al baño de hombres y dejar fluir todos sus bajos instintos. Pero él no era así, le gustaba disfrutar de un amante. Tomarlo duro y rápido, y lento y suave. Le encantaban los juegos previos, y quería hacer todo y mucho más con este chico que no dejaba de mirarlo como si quisiera saborearlo de pies a cabeza. ¡Joder!. Le estaba resultando muy difícil tratar de mantenerse alejado de los labios del chico. Presentía con absoluto temor que había sellado su destino en un solo beso. Le sonrió al chico. ─Hola, ¿puedes decirme tu nombre? ─Nate…puedes llamarme Nate. ─respondió con una ronca voz. Luciendo nervioso, el chico se lamió los labios. Oh Dios, era demasiada tentación. Cuando iba a preguntarle si le gustaría que fueran a un sitio más privado. El celular de Nate sonó. Nate sacó su celular del bolsillo delantero de sus jeans y miró la pantalla. Con el entrecejo fruncido, dejó que sonara hasta que el timbre cesó. Luego volvió a guardarlo en su bolsillo. ─Lo siento. Debo irme ─dio la vuelta Nick lo detuvo agarrándolo de un brazo. ─Espera. ¿Puedo llamarte?. Me gustaría conocerte más. Nate sólo sonrió. Y lo miró detenidamente a los ojos.

─No le doy mi número a extraños. Se soltó del agarre y siguió caminando. Nick fue tras él. ─Pero ya sabes mi nombre. Y después de ese beso, no creo que debas considerarme un extraño. Nate se detuvo y mirándolo con ojos ardientes levantó una mano y con sus nudillos le acarició la áspera y sexy barba. ─Desearía quedarme a saber más de ti. Pero de verdad debo irme. ─después de unos minutos de silencio dijo ─Me gusta venir los viernes por aquí, así que ya lo sabes ─acarició su mejilla un minuto más, luego se apartó y se fue. Nick se quedó de pie observando como Nate salía del club con otro chico. Se hizo una promesa que el próximo viernes Nate no se le escaparía. Deseaba demasiado a ese chico y no pensaba dejarlo marchar. Quería hacerlo suyo. Quería mucho más que ese beso. Y pensaba que estaría dispuesto a todo y mucho más por un beso de la pecaminosa boca de Nate.

¡Rayos!. No había podido pegar un ojo en toda la noche, ya que no dejaba de revivir el beso más caliente que había recibido. Su polla estuvo dura hasta que llegó al hotel. Y tuvo que encargarse de ella en cuanto entró a su habitación. Con sólo recordar los gemidos de Nate, se había corrido. Se había levantado con una gruesa erección y tuvo que tomar una ducha fría. Pero aún así seguía caliente. Era duro caminar con una erección. Su mente no dejaba de repetir la escena del club, y no dejaba de fantasear con tener a Nate de rodillas saboreando su polla. Era demasiado. Su piel estaba sensible y quería tanto buscar a ese chico y terminar lo que comenzaron ayer. Pero tenía una misión y debía tener la cabeza fría y dejar de pensar con su polla. Estaba de pie afuera del edificio de William Jr. Philips, el hijo del senador. Y aún no podía creer que viviera en un maltrecho edificio y en un vecindario un poco peligroso. ¿Cómo podía el senador dejar que su hijo viviera en un lugar como éste?. Entró y se dirigió al ascensor, según los datos que tenía, el chico vivía en el tercer piso. Aún no podía sacar de su cabeza los misteriosos ojos oscuros de Nate cargados de deseo. ¡Diablos! Se iba a volver loco sino se calmaba un poco. El ascensor se abrió en el tercer piso, así que se dirigió al apartamento 3E. Esperaba que el senador

hubiera puesto al tanto de toda la situación al chico. No quería tener que explicar qué hacía allí. No quería pelear con el chico, ya que para protegerlo muy bien tenía que vivir con el chico hasta que atraparan al grupo que iba a secuestrarlo. Iba a ser un infierno de mes. Un maldito mes. Un mes hasta que aprobaran la ley que el Senador iba a poner a votación. No sabía como iba a aguantar el encierro, y sabía que desde el momento que el chico abriera la puerta no iba a poder despegársele ni un minuto. Su seguridad iba a ser su mayor prioridad y tenía que olvidar a Nate. Oh Dios, ¿por qué tuvo que conocer al chico más sexy que hubiera visto en su vida cuando estaba en una misión de protección?. Seguro Dios lo odiaba, demasiados malos momentos había sufrido toda su vida. Su padre murió cuando tenía 12 años y su madre cuando ingreso a los marines, y hace dos años casi pierde una pierna. Él era un tipo con una suerte de mierda. Joder, y también iba a perder la oportunidad de averiguar si había un futuro con Nate. Sí, su vida se había vuelto un infierno. Tomando una profunda respiración tocó el timbre.

¡Sí!, ahí. Más fuerte Nick siguió sus indicaciones y se impulsó más fuerte en el agujero de Nate. Agarrando sus caderas para poder impulsarse más profundo. ¡Oh Dios! Nate se inclinó más y mordió su almohada ahogando los gemidos que se le escapaban. Nick empujó más profundo su polla rozando su próstata. Estaba ardiendo.

¡Ding! ¡Dong! Nate sintió la lengua de Nick lamiendo el sudor de su espalda mientras su polla estaba entrando y saliendo a un caliente ritmo. Luego sintió la mordedura en su cuello y se corrió fuerte oyendo el grito ronco de Nick a su espalda. ¡Ding! ¡Dong! Tratando de volver al sueño, Nate cogió la almohada y tapó sus oídos. ¡Joder!, si era Zac iba a matarlo. ¡Ding! ¡Dong! ─¡Maldita sea! ─tirando la almohada se levantó y entró en el baño a limpiarse, se había corrido igual que en el sueño. ¡Toc! ¡Toc! Y ahora estaban tocando la puerta. ─¡Joder Zac! ─se limpió con un paño húmedo y regresó a la habitación. Sacó sus boxers de la cómoda y se los puso. ¡Toc! ¡Toc! Iba a matarlo. Todo era su culpa. Se había excedido con la bebida y se había lanzado sobre el tipo más caliente del club. Y ahora estaba arrepintiéndose de no haberle pedido su número a Nick. Nick. El hombre más sexy del universo había correspondido a su beso con la misma pasión. Bueno, tal vez no el más sexy del universo, pero sí el más caliente de su mundo. ¡Auch! Su cabeza le latía. ¡Joder! Menos mal que sus resacas le duraban poco. Se dirigió a la puerta. ¡Ding! ¡Dong!

─¡Joder Zac! ¡Ya voy! Abrió la puerta y se quedó con la boca abierta. El hombre con el que acababa de tener uno de lo mejores sueños eróticos de su vida, estaba de pie en su puerta y se veía más sexy que la noche anterior. Nate movió su boca, pero no hizo ningún sonido. Volvió a intentarlo, y esta vez pudo hablar. ─¿Cómo me encontraste? ─dijo mirando detenidamente a Nick. Después de unos minutos, Nick seguía en silencio y lo miraba como si hubiese visto un fantasma. ─¿Eres un acosador o algo así? ─de pronto se preguntó cómo Nick pudo saber dónde vivía. Ayer no le había dado su número. ¿Lo había seguido?¿Era un asesino?. Lentamente empezó a cerrar la puerta. Al ver eso, Nick salió de su estupor. ─¡Espera! ─¿Si? ─Nate lo miraba aún con desconfianza ─¿Vives aquí? Cerrando un poco más la puerta, Nate lo miró a los ojos. ─Sí. Eso debes saberlo sino ¿por qué estás aquí? ─Dejando solo una rendija, Nate le puso la cadena a la puerta. ─Nate no me tengas miedo, no voy a hacerte daño, yo vine a… ¡Joder!. No sé cómo explicarlo mejor. ─Si no me lo dices en este instante. Llamaré a la policía.

─Me envió tu padre.

Nick estaba sentado en el sofá de Nate, analizando la situación. Había sido un enorme shock descubrir que el chico que lo estaba volviendo loco de deseo fuera el hijo del senador. Al entrar al apartamento Nate le informó que su nombre completo era William Nathan Philips, pero que todos sus amigos lo conocían como Nate. Nate lucía bastante diferente al chico de la fotografía que había recibido del senador. Ahora era más sexy. Nunca se hubiera imaginado al tocar la puerta del apartamento que el chico de sus sueños abriría esa puerta. Lo que lo dejó sin palabras no había sido descubrir que Nate era el hijo del senador, sino tener a un semidesnudo Nate de pie mirándolo. Llevaba unos boxers rojos estampado con caritas felices, y nada más. Su blanca y delicada piel era hermosa, y sus duros pezones rosados le hacían agua la boca. Sus músculos definidos en ese sexy cuerpo lo hacían demasiado delicioso. Había tenido que controlarse para no abalanzarse sobre él. Y no había escuchado que le estaba diciendo hasta que la puerta empezó a tapar la visión de su cuerpo. En este momento podía escuchar a Nate gritarle a su padre. Lo había llamado en el segundo que lo dejó de pie en la sala para ir a la cocina a llamarlo. Pero pudo escuchar claramente los gritos de desacuerdo de Nate. Al escuchar Nate el nombre de su padre, él había visto cómo cambió el modo en que lo miraba. Sus ojos no mostraban sólo deseo, sino también cautela.

¡Dios! No sabía que diablos iba a hacer. Pero por más que se decía que no debía acercarse a Nate, le estaba resultando una tarea muy difícil. Su cuerpo se puso tenso cuando sintió a Nate entrar a la sala. Levantó la mirada y pudo ver que Nate seguía vistiendo únicamente sus boxers rojos. ¿No se daba cuenta que estaba tentando a la suerte vistiendo así?. ─¿Así que vas a cuidar de mi? ─miró a Nick de arriba abajo. La piel de Nick empezó a calentarse al sentir la hambrienta mirada de Nate. Joder se estaba excitando de nuevo. Nate detuvo su mirada en el duro bulto en sus pantalones. Volvió a levantar la mirada a los ojos de Nick y se lamió los labios. ─¿Y cómo me cuidarás? ─preguntó con voz ronca. Nick se removió en el sofá tratando de acomodar la erección en sus pantalones. Sin apartar la mirada de los ojos del chico. Las pupilas de Nate se dilataron y cuando Nick bajó la mirada, pudo ver sus pezones duros y la tienda de campaña que la erección de Nate hacía en sus boxers. Joder, no podía soportarlo más. Se levantó rápidamente, empujó a Nate contra la pared y selló su boca con la suya. Dios, tenía un mejor sabor de lo que recordaba. Empujó su lengua tratando de entrar y cuando Nate la abrió soltando un gemido, se la devoró. Sus manos no paraban de tocar la suave piel de la espalda de Nate, apretándolo más contra su pecho. Bajó sus manos al trasero de Nate y apretó fuerte sus nalgas. Le sacó los boxers y pudo deslizar su mano hacía su ardiente erección, la punta ya estaba húmeda. Nate gimió y Nick se tragó su gemido con un beso aún más hambriento. Acarició la erección de Nate, arriba y abajo y luego pasó el pulgar por la ranura, obteniendo más liquido preseminal. Nate arqueó su espalda y rozó sus pezones contra su camiseta. Nick sintió las manos de Nate desabrochando sus

pantalones y luego su caliente mano acariciando su polla. Dejando la boca de Nate, trazó un camino húmedo hacia sus pezones. Con su lengua rozó el duro pezón y escuchó los lujuriosos gemidos que hacía Nate. No podía soportarlo más. Agarrando ambas erecciones en su puño, las movió juntas. Joder, era tan caliente. Sentir la suave piel de la erección de Nate contra la suya lo estaba matando. Lamiendo el pezón, hizo un húmedo camino hacia el otro, lo mordió y chupó. Nate gimió más fuerte. Con su otra mano delineo los labios de Nate, metiendo un dedo en su boca. Una vez tuvo el dedo bastante húmedo, lo deslizó al trasero de Nate y empezó a rozar su agujero, poco a poco empezó a meterlo pasando el anillo de músculos, de pronto Nate relajó sus músculos internos y Nick logró meter el dedo hasta el fondo, dentro y fuera más rápido cada vez. La sensación de tener el dedo de Nick estirándolo y rozando su próstata, y sus pollas siendo masturbadas juntas llevó a Nate al límite y se corrió. Escuchar el gemido ronco hizo correrse a Nick también. Estaba en problemas, por que sabía que desde este momento no iba a poder apartarse de Nate, y no era por su trabajo sino por que no pensaba alejarse de esta sensación tan maravillosa de tener a Nate tembloroso en sus brazos por el tremendo orgasmo que había tenido. Ahora estaba más comprometido a mantener a Nate a salvo. Lo iba a proteger con su vida si era necesario, pero nadie le iba a quitar a este dulce chico que ahora estaba durmiendo en sus brazos.

Nate despertó sintiéndose increíble. Aún recordaba como se había sentido en los brazos de Nick, lo bien que se sentía apretarse contra su cálido pecho y escuchar los fuertes latidos de su corazón. Se había sentido protegido y a salvo. Nick lo había recostado sobre la cama despacio y luego había apartado los rizos de su frente para darle un suave beso. Aún podía recordar las caricias de Nick. Había sido el mejor orgasmo que hubiera tenido. Se había corrido duro, y eso fue con sólo un dedo en su agujero y la mano de Nick en su erección. ¿Cómo sería tener la gruesa erección de Nick moviéndose en su interior?.Dentro y fuera una y otra vez. Gimió de sólo imaginarlo. Aún no asimilaba lo que le había dicho su padre. ¿Porqué alguien querría secuestrarlo? Él no era importante para su padre. En este momento lo protegía sólo por que no quería tener problemas en el senado. Cuando ayer en el club su celular sonó y vio el nombre de su padre en la pantalla, nunca imaginó que lo llamaría para decirle que enviaba a alguien para su protección. Era demasiado bizarro como para imaginarlo. Desde siempre su padre no le había prestado atención. Aún recordaba que cuando tenía 8 años, escuchó discutir a sus padres. Su madre estaba llorando y su padre no dejaba de gritar que todo era culpa de su madre por quedar embarazada, sino hubiera tenido al bebé, la vida de ellos habría sido mejor. Cuando

oyó eso, sintió un dolor profundo en su corazón. Descubrió que a su padre le importaba una mierda. Cuando sus padres se divorciaron un año después de la discusión, su madre había tenido que presionar a su padre para que lo llamase en cada cumpleaños. Su madre siempre pensó que él nunca supo eso. Cuando su madre murió, toda su vida cambió. Estuvo solo. Había sido horrible descubrir que aún en esos momentos a su padre le daba igual lo que le pasara. Todo porque unos meses después del entierro de su madre, su padre se enteró que Nate era gay. Desde ese día dejó de pasarle su pensión mensual, y tuvo que conseguir un trabajo de medio tiempo para pagar la universidad. Estaba en el primer año y tenía 19 años. Tuvo que mudarse a un departamento que pudiera pagar con los pocos ingresos que tenía. Sino hubiera sido por Zac, su vida habría sido un infierno total. Zac lo había apoyado cuando creía que debía darse por vencido. Su vida se había basado en trabajar y estudiar, y nunca había tenido tiempo de salir con chicos, además su apariencia en ese entonces no había sido muy buena. Usaba anteojos y ropa fuera de moda. A nadie le habría atraído el chico que era en esos tiempos, por eso Zac lo ayudó a cambiar su imagen. Y ahora se sentía más seguro de sí mismo. Cuando conoció a Marcos creyó haber encontrado al hombre correcto, pero lo único que Marcos quería de él era trabajar para su padre. Había dolido muchísimo descubrir que había sido sólo un escalón más en la vida de Marcos. Lo único que quería el imbécil, como Zac lo llamaba, era trabajar en Washington. Se desperezó y entró al baño a tomar una ducha. Se miró en el espejo, descubriendo que por primera vez en la vida tenía una verdadera sonrisa en el rostro. Sus ojos brillaban de felicidad. Ahora el vacío que tenía en el alma, lo había llenado Nick con sólo un beso. Se sentía demasiado feliz y eso lo asustaba, porque si era cierto lo del secuestro, no quería que Nick saliera herido tratando de protegerlo. Porque si eso sucedía y algo malo le pasaba a Nick, no

iba a poder recuperarse jamás. Odiaba el problema en el que la posición de su padre lo había metido. Aunque debía agradecer que enviara a Nick, sino nunca lo hubiera conocido. Nick. Suspiró recordando como se había sentido el beso. Había sido asombroso. Se dio una ducha, y se puso un pantalón de chándal y una camiseta. Se miró en el espejo por un momento. No podía creer que la dicha que se reflejaba en su rostro se debiera a un hombre que recién acababa de conocer. No necesitaba más tiempo para saber que desde el momento en que lo vio quedó prendado de Nick, y su corazón quedó esclavo con sólo probar sus labios. Quería mucho más de Nick. Quería un futuro. Con un profundo suspiro salió de la habitación. Cuando llegó a la sala le pareció divertido ver a Zac sentado a lado de Nick hablando sin parar, y a éste mirándolo como si fuera alguna plaga que tuviera que eliminar. Sonriendo se acercó despacio, pero al parecer Nick tenía un súper oído o algo así porque levantó la mirada y se lo comió con los ojos. Lo miró de arriba abajo, la mirada hambrienta de Nick le calentó la piel. Algo avergonzado caminó hasta estar parado frente a Nick, sin prestarle atención a Zac que le estaba preguntado cómo estaba. Nick levantó la mano, cogió la suya y lo jaló hasta tenerlo en su regazo. Luego le dio un dulce y tierno beso que se convirtió en apasionado y caliente rápidamente. Puso sus manos tras el cuello de Nick y se apretó más a su boca. ─¡Wow! Es el beso más caliente que he visto en mi vida, pero por favor no se desnuden delante de mi. Al escuchar eso Nick gruñó y se apartó de Nate. Luego le dio a Zac una mirada asesina. Pero éste ni lo notó. Nate bajó del regazo de Nick y se sentó a su lado.

─¿Qué haces aquí Zac? ─Hey, quién debería preguntar qué hace aquí este tipo sería yo ─preguntó con curiosidad, mirando fijamente a Nate y luego a Nick. ─Tienes razón. Te presento a Nick Stone. Es mi…mmm…no sé cómo decirlo. ─Soy su novio. ─¡¿QUÉ?! ─Dijeron Nate y Zac al mismo tiempo. Nick miró fijamente a Nate a los ojos. Acercó su rostro al de Nate y le susurró al oído. ─Puedes estar seguro que ahora que te he encontrado no pienso alejarme de ti nunca. ─lamió su lóbulo y le dio una pequeña mordida, luego se apartó. Nate estaba jadeando, con sólo escuchar la ronca y sexy voz tan cerca lo había encendido. Aún podía sentir el dulce calor que el aliento de Nick había dejado en la piel de su mejilla. Estaba temblando de lo mucho que le costaba controlar su deseo de llevarse a Nick a su habitación para que al fin lo hiciera suyo. Pero debía pensar en Zac, debía darle una explicación. ─Pues sí, es mi novio ─dijo sonriendo y viendo la expresión de perplejidad en el rostro de Zac.

─¡¿TE HAS VUELTO LOCO?! ─gritó Zac en el momento que Nick salió del apartamento. ─¿Porqué dices eso? ─preguntó Nate, echándole un poco de sal al estofado que estaba preparando y dándole la espalda a Zac

que estaba con los brazos cruzados sobre su pecho y apoyado junto al fregadero. ─Lo acabas de conocer. Ayer sólo sabías su nombre, y ahora me dices que es tu novio. ¡Joder Nate!, debes decirme qué pasa en realidad. Pude ver que ambos sienten atracción uno por el otro, pero hay algo más en esta situación que me estás ocultando. Así que por favor dímelo. Soy tu amigo y estoy preocupado por ti. Nate apagó el fuego de la hornilla y se dio la vuelta. Pudo ver la preocupación en los ojos de su amigo. Dejando salir un profundo suspiró se apoyó junto a la mesa de la cocina. ─Mi padre lo envió a protegerme ─dijo con un hilo de voz. ─¿Protegerte? ¿De qué? ─Zac lucía confundido y lo miraba con el entrecejo fruncido. ─Al parecer los enemigos de mi padre averiguaron sobre mí, y planean secuestrarme para presionarlo a que no presente el proyecto de ley que va a poner en votación el próximo mes. ─¡¿Qué?!. No puedo creer que por el idiota de tu padre, tú tengas que pasar por esto. ─miró a Nate unos segundos ─¿Y qué tiene que ver Nick en todo esto? ¿Por qué dices que va a protegerte? ─se puso a lado de Nate y lo miró esperando una respuesta. ─Es un ex marine y conoce personalmente a mi padre. Según el senador, Nick esta capacitado muy bien para protegerme. ─dijo con dolor en su voz. ─¿Qué pasa Nate? ¿Qué te dijo en realidad tu padre cuando hablaste con él?. ─pasó su brazo por los hombros de Nate. ─No es que haya dicho algo especial, es sólo que lo dijo con tanto orgullo en su voz. Eso me dolió. Nunca ha hablado así de mí. ─¡Oh amigo! ─Lo abrazó fuerte.

Había sido demasiado doloroso descubrir que su padre admiraba a Nick. Descubrir que se sentía orgulloso de él, cuando a Nate ni una vez le había dicho alguna palabra de aliento o había alabado alguna cosa que hubiera hecho. Dolía pensar que su padre hubiera preferido a Nick como su hijo. ─ ¿Sabes? Me dijo que Nick era el mejor, y que estuvo con él cuando recibió una medalla al valor por proteger a sus compañeros. Cuando ni siquiera fue a mi graduación en la Universidad. ─dijo lo último con lágrimas en los ojos. Zac lo apretó más fuerte en su abrazo. No debía envidiar a Nick por eso, pero en el fondo de su corazón lo hacía y le dolía.

Nick entró al apartamento. Había ido a traer sus cosas del auto que había rentado y que ahora estaba estacionado abajo. Antes de venir a ver al hijo del senador, había ido a traer algunas cosas que necesitaba. Cámaras de vigilancia, detectores de movimiento, y otras cosas. Tenía que instalar un sistema de seguridad. Menos mal que tenía un conocido en la ciudad que tenía su propia empresa de seguridad y le había prestado casi todo lo necesario. Dejó las cosas junto a la puerta y se dirigió a la cocina, donde escuchaba la voz de Nate y Zac. Zac, ¡Dios!, ese chico no se callaba nunca. Se acercó despacio y escuchó algo que lo sorprendió. ─No es que haya dicho algo especial, es sólo que lo dijo con tanto orgullo en su voz. Eso me dolió. Nunca ha hablado así de mí. ─oyó el dolor en las palabras de Nate y eso le oprimió el corazón.

─¡Oh amigo! Se detuvo junto a la puerta y se apoyó en la pared. ¿Qué clase de padre era el senador?. Por las palabras de Nate, el senador Philips le había hecho mucho daño con su indiferencia. Las siguientes palabras le dolieron más que el balazo que había recibido en la pierna. ─ ¿Sabes? Me dijo que Nick era el mejor, y que estuvo con él cuando recibió una medalla al valor por proteger a sus compañeros. Cuando ni siquiera fue a mi graduación en la Universidad. Apretó sus puños por la ira que surgió a oleadas de su interior. Quería golpear al senador por todo el dolor que le había causado a Nate. Al parecer el senador no era el hombre que él creía. Pero a partir de ahora, iba a hacer todo lo necesario para que nunca volviera a lastimar a Nate. Eso lo prometía. Y la promesa de un Delta siempre se cumplía.

Estaban los dos sentados juntos en el sofá, abrazados. Era reconfortante ser sostenido así por unos fuertes y musculosos brazos. Se sentía seguro, cálido y feliz. Zac se había ido después del almuerzo. Cuando ambos estuvieron solos, Nick lo había abrazado fuerte por largo tiempo sin decir nada. Luego le había besado los párpados y llevado al sofá para explicar cómo iban a ser las cosas con su seguridad. No iban a poder salir muy seguido. Y eso no era un problema porque él trabajaba en casa. Tenía trabajo en una revista muy conocida. Era el encargado de hacer pequeñas historias que se publicaban mensualmente. Y en este momento estaba de vacaciones y quería aprovechar el tiempo para terminar un nuevo libro. Hace pocos meses había escrito y publicado su primer libro homoerótico “Amor en Black Lake”, el cual tuvo buena crítica. Nunca creyó que algo que había comenzado como un hobby llegará a tener buenos resultados. Su nuevo libro le estaba tomando mucho tiempo, ya que quería basarse en hechos históricos. “Alas Doradas” iba a causar sensación, de eso estaba seguro. Además era su primer libro

paranormal. Quería ver la cara de Nick cuando le mostrara su libro terminado. Sonrió de sólo imaginarlo. Luego volvió a enfocarse en la situación actual. No iba a poder salir seguido por un mes. No le importaba quedarse en casa, pero lo que sí iba a extrañar eran las salidas de los viernes con Zac. Aunque ahora que tenía a Nick, era un buen motivo para permanecer en su apartamento todo el tiempo posible. Nick le había comentado que había puesto cámaras de seguridad en algunas partes del edificio y sensores de movimiento en el apartamento. Y también le dijo que no se asustara si lo veía con un arma, ya que por su seguridad iba a estar armado todo el tiempo. Lo único que le preocupaba era la seguridad de Nick. No quería perderlo. Estuvo meditando por un rato hasta que sintió una cálida mano acariciar lentamente su espalda. Nick estaba haciendo círculos, rozando su espalda suavemente haciendo que se le pusiera la piel de gallina. Todo el calor que proporcionaba esa mano fue directo a su erección que se puso dura como una roca. Gimió alto al sentir la mano de Nick acariciar su trasero. Se movió un poco y le dio un ligero beso a Nick en el cuello, luego sacó su lengua y saboreó esa caliente piel. Mmm. Era el sabor único de Nick. Wow. Eso lo excitó aún más. El fuerte olor a almizcle y a hombre lo hizo gemir otra vez. Chupó y lamió su cuello hasta que oyó el ronco gemido de Nick. Se movió rápidamente y se montó en el regazo de Nick. ─¡Joder!. Necesito probar tu dulce boca otra vez ─gruñó Nick, poniendo sus manos a cada lado de la cabeza de Nate y tomando su boca en un sediento beso. Probó cada rincón, su paladar y sus dientes. Se estaba volviendo adicto a esa suculenta boca. Rompió el beso y levantó la camiseta de Nate, sacándosela por la cabeza. Se quedó maravillado con el cuerpo de Nate. Su suave y tersa piel era como terciopelo, sus pequeños y duros pezones estaban haciendo su

boca agua por probarlos. Bajó la cabeza y pasó la lengua por la punta de uno, luego y hizo lo mismo con el otro. Los dulces gemidos de Nate lo encendieron más. Lamió y chupó duro un pezón. Nate arqueó la espalda, y rozó su erección contra la de Nick. Ambos gimieron fuerte. Nick se quitó la camisa. Quería sentir la caliente piel de Nate contra la suya. Volvió a llevarse otro pezón a la boca. Los roncos gemidos de Nate lo estaban llevando al borde. Quería tanto poner a Nate de rodillas en la alfombra y follarlo como si le fuera la vida en ello. Levantó la cabeza y miró los duros y rojos pezones de Nate. ─A tu habitación ─dijo sin aliento. Nate se puso en pie junto con Nick sin despegársele ni un centímetro, y deslizó sus brazos alrededor de su cuello. Nick se levantó y arrastró a Nate a su habitación. Cada paso era una tortura. Sus pollas se rozaban y Nate no dejaba de lamer su cuello y su oreja, cuando Nate metió su lengua en su oído estuvo a punto de soltarlo. Lo apoyó contra la pared cerca de la puerta de su habitación y le devoró la boca. Nate se desenredó del cuerpo de Nick y empezó a quitarse los pantalones. Cuando los tuvo en sus tobillos junto a sus boxers, Nick se arrodilló y lamió su erección desde la base hasta la punta como si estuviera lamiendo un rico helado de vainilla. Nate no paraba de gemir. Movía las caderas queriendo joder la boca de Nick. Como un experto chupapollas, Nick lo estaba volviendo loco. Dándole un ultimo golpecito con la punta de su lengua. Nick se quitó el resto de ropa. Cuando estuvo desnudo, Nate gimió alto y se lamió los labios, pasando la mirada lentamente desde la cabeza a los pies. Pudo observar sus más que apretados abdominales contraídos, un pecho ondulado, brazos poderosos, caderas estrechas, piernas gruesas y musculosas, y justo sobre su estomago su asta gruesa y dura de color rojo púrpura en la cabeza por el deseo contenido. Volvió a gemir, lo miró a los ojos con

sus pupilas dilatadas por el ansía y el deseo. Se lamió los labios viendo su gruesa polla. Haciéndole una seña con su dedo para que lo siguiese, dio la vuelta y entró a su habitación. Nick se quedó de pie, contemplando el duro y firme trasero de Nate. Después de unos segundos siguió a Nate al interior de la habitación. Cuando entró estuvo a punto de lanzarse sobre Nate en el mismo instante en que lo vio preparándose para él. Nate estaba de rodillas sobre la cama, metiendo un dedo en su agujero, mirando a Nick sobre su hombro con los ojos cargados de deseo. ¡Joder! Era lo más sexy y caliente que hubiera visto en su vida. Tuvo que presionar fuerte sus bolas para evitar correrse. Nate gemía alto y se movía follando ahora dos dedos. Nick se acercó rápidamente, tomando la mano de Nate sacó los dedos de su interior y los reemplazó con su lengua. ¡Maldición! Nunca creyó que hacer esto lo excitaría tanto. Nate empezó a joder la lengua de Nick, haciendo sexys ruiditos. ─Tengo que estar dentro de ti ahora ─gruñó. Nick no podía soportarlo más. Tomando el condón que estaba en la cama junto al lubricante, rasgó la envoltura plateada y se lo puso, aplicó lubricante y posicionó la punta de su erección en el agujero de Nate. ─¡Joder Nick! ¡Hazlo ya!... por favor. Con eso Nick perdió el control. Apretó las caderas de Nate y de una sola estocada se metió profundo en su caliente agujero. Dios, era apretado y muy, muy caliente. Esperó unos momentos hasta que los músculos internos de Nate se relajaron y empezó a moverse a un ritmo lento. Salía despacio y volvía a entrar con una fuerte estocada. Nate no dejaba de gemir, al parecer Nick había encontrado el punto exacto en el interior de Nate. Ambos jadeaban. Sus cuerpos estaban sudorosos y brillantes, y no dejaban de moverse. Era su primera vez

juntos y se sentía natural para ambos, como si supieran lo que le gustaba al otro, como si se conocieran de toda la vida. Era perfecto. Se movían en sincronía. No sólo sus cuerpos estaban enlazados, sino también sus almas y sus corazones. Nate se inclinó más, y Nick empezó a moverse más rápido entrando más profundo como si quisiera alcanzar su corazón con su polla. Al sentir la mano de Nick empezar a bombear su polla, Nate se corrió con un ronco grito. Su agujero se apretó y Nick se corrió también cayendo rendido sobre la cama a un lado de Nate. Se sentía bien y muy feliz. Por primera vez desde hace mucho tiempo se sentía como en casa. ─Te amo ─susurró Nate antes de caer dormido. Nick lo apretó fuerte junto a su pecho y beso su frente sudorosa. ─Yo también te amo.

Algo lo había despertado. Se quedó quieto en la cama. Sentía el calor del cuerpo de Nate a su lado, pero algo lo había sacado del sueño. Estuvo tantos años en los marines y en su unidad de fuerzas especiales, que sabía que su instinto no fallaba cuando sentía peligro. Lentamente se alejó de Nate, estiró su mano y tomó su arma que había dejado en la mesa de noche cuando Nate se había quedado dormido y él se había levantado a activar los detectores de movimiento y a recoger la ropa que ellos habían tirado de camino a la habitación.

Se levantó muy despacio, cuidando de no hacer ruido. Se puso sus boxers y salió lentamente de la habitación, apuntó su arma a la sombra de un hombre sentado en el sofá mirándolo fijamente. ─Tardaste minuto y medio Teniente Stone. Al parecer el reposo ha estropeado tus habilidades. Escuchar la reprimenda de su antiguo líder de equipo calmó la tensión de sus músculos. Dejó de apuntarlo y se sentó en el sillón frente al sofá. ─¿Qué haces aquí Mark? ─miró unos segundos al comandante Mark Wilson, y lo comprendió. Los hombres que iban ha ser su respaldo eran sus antiguos compañeros del equipo Delta. ─¡Joder! ¿Por qué el senador no me lo dijo desde un principio? ¿Por qué los envió a ustedes? ¿Qué no me han dicho?. ─Por que al grupo que contrataron para secuestrar al hijo del senador trabaja algunas veces para un conocido narcotraficante. Y necesitamos atraparlos para conseguir información sobre el paradero actual del sujeto. ─¿Por qué diablos no me informaron de eso? ¿Cómo se supone que puedo protegerlo sino no tengo toda la información? ─gruñó Nick. Se levantó del sillón y empezó a caminar de un lado a otro como un león enjaulado. Estaba que hervía de rabia. ¿Por qué no le habían dicho eso? ¿Qué diablos pensaba el senador que estaba haciendo?¿Acaso no le importaba la seguridad de su hijo?. ─Porque los secuestradores no deben saber que un equipo de los marines está metido en este asunto. Tu trabajo es proteger al hijo del senador y el nuestro es capturar a los secuestradores. ─Miró hacia la habitación y le sonrió a Nick ─Aunque yo diría que estás haciendo más que protegerlo.

Nick se acercó rápidamente y se puso cara a cara con Mark. ─No metas tus narices en mis asuntos. Ya no eres mi jefe y puedo darte una paliza sin esperar represalias de mis ex-superiores en la marina. ─Como si pudieras ─su sonrisa se hizo más ancha. ─Increíble que ese niño te hubiera atrapado con un beso. ─se levantó y se dirigió a la puerta. ─¿Cómo diablos…? ─exclamó sorprendido ─¿Desde cuándo han estado vigilándolo? ─aunque ya imaginaba la respuesta, quería estar seguro. ─Desde que el senador supo lo de los secuestradores. Hace tres días. ─abrió la puerta y se giró a mirar a Nick. ─Y pensar que creí que nunca te enamorarías. ─sonrió y sus ojos brillaron de malicia ─No te preocupes, estamos vigilando quien entra y sale del edificio, pero no lo que ustedes dos hacen en el apartamento. ─se alejó riéndose. ─¡Joder! ─Sus amigos del equipo Delta lo iban a masacrar con sus bromas. Suspiró resignado y cerró la puerta.

Una caliente y húmeda lengua estaba haciendo maravillas con su erección mañanera. Gimió alto. Era increíble lo que esa habilidosa boca podía hacer. ─¿Sabías que el sabor de tu polla me encanta? ─dijo Nick con una ronca voz. Nate abrió los ojos y levantó la cabeza para ver como Nick se tragaba toda su polla. ─Eso es lo más caliente que he visto en mi vida. Nick soltó su polla con un „pop‟ y lo miró con ojos hambrientos. ─Cariño, eso está a punto de cambiar en este momento. Nick levantó sus piernas sobre sus hombros y bajó la cabeza para lamer su agujero. Cuando sintió esa caliente lengua rozar su apretado agujero, su espalda se arqueó. Su pene pulsaba de deseo. ─Nick, por favor. Te quiero dentro de mí. Ahora. Sintió la lengua de Nick entrar a través del anillo de músculos interiores. Su cuerpo estaba caliente y súper excitado.

─¡Nick! Nick alejó su lengua. Cuando sintió la caliente cabeza de la polla de Nick rozar su agujero. Gimió de necesidad. ─¡Dios! Quiero meterme tan profundo en ti hasta que seamos uno y nunca te alejes de mí. La voz de Nick era gruesa. Su respiración entrecortada. Su cuerpo estaba sudoroso de lo mucho que le estaba costando controlarse. ─Nick, por favor. Hazlo ahora. Volvió a sentir el suave roce húmedo de la polla de Nick en su abertura, pero no entró. ─Esta vez quiero hacerlo al natural Nate, quiero sentir cada milímetro de tu interior alrededor de mi polla. Nate sabía lo que Nick estaba tratando de decir. Era un compromiso de confianza entre los dos, sólo ellos dos. ¡Y Dios¡ Quería tanto sentir cada centímetro de Nick entrando en su necesitado agujero que ahora se contraía queriendo estar lleno de la polla de Nick. ─¡Sí! Estoy limpio, no tengo nada. Así que por favor Nick. ¡Hazlo ya!. ─¡Joder! El último hilo de control de Nick se rompió. Tomó las caderas de Nate y lo penetró de una sola fuerte estocada. Se sentía como en el cielo. Cuando Nate se relajó, las caderas de Nick empezaron a embestir con fuerza en contra de las mejillas de su trasero y sus bolas golpeaban contra él con cada empuje. Nate no dejaba de gemir.

─Estás tan apretado y caliente. Nick levantó una de las piernas de Nate y logró meterse aún más profundo. Oh Dios. Nate estaba al límite. ─Más…más duro… Nick se salió del interior de Nate y se recostó en la cama. Lo hizo sentarse sobre él y de una sola embestida volvió a entrar en Nate. ─Ahora puedes hacerlo a tu ritmo. Nate lo miró con adoración y amor en los ojos, se levantó lentamente y bajó de golpe. Gimió. Podía sentir toda la longitud de Nick aún más profundo en su interior. Era la primera vez que le cedían el control. Y era increíble. Empezó a moverse más rápido, cambiando un poco su posición hasta que sintió como el eje de Nick golpeaba su próstata. Oh joder, se sentía delicioso. Poniendo sus manos sobre los hombros de Nick, empezó a moverse a un rápido ritmo. El sonido de sus gemidos y el chocar de piel con piel, lo estaba excitando muchísimo. Nick soltó sus caderas y puso sus manos tras el cuello de Nate, jalándolo para un beso. Lo saboreó y se tragó sus gemidos. Bajó una mano a la erección de Nate, y acarició arriba y abajo, al mismo ritmo que Nate estaba montándolo. ─¡NICK! ─gritó Nate cuando se corrió apretando su agujero. Escuchó el gemido ronco de Nick y pudo sentir los calientes chorros de semen derramándose en su interior. Cayó sobre Nick, exhausto y muy satisfecho. Amaba demasiado a este hombre. Era la primera vez que no se sentía solo. En su corazón sabía que había encontrado a su alma gemela. Aunque no conocía muy bien a Nick, sentía que estar con él

era su destino. Ambos se complementaban. Nick alejaba la soledad de su corazón. Lo besó, plasmando en ese beso todos sus sentimientos. ─Te amo, y no quiero perderte. Nick lo apretó en su abrazo. ─No me perderás, cariño. No lo harás.

Se ducharon juntos, pero sólo compartiendo besos y caricias. Nick sintió que su corazón se apretaba cuando Nate acarició dulcemente la cicatriz de su pantorrilla. Le había contado a Nate cómo se la hizo y la única reacción de Nate había sido abrazarlo fuerte. Había sido un sentimiento increíble ser confortado amorosamente por Nate. Nick aún no podía creer que una llamada cambiaría su vida. Había encontrado en Nate todo lo que había buscado en una pareja. Nate era cariñoso, lo había visto tratando con Zac, era bastante paciente con ese chico. También había podido vislumbrar el dolor y la soledad que ocultaban sus ojos, eso hacía que le doliera el corazón. Nate era demasiado bueno para sufrir, y él se había percatado que la mayor parte de todo su sufrimiento lo había causado el senador Philips. Cuando todo este asunto del secuestro se resolviera, él iba a hablar con el senador. No iba a permitir que siguiera lastimando más a Nate. Salieron de la ducha y se vistieron. Nate fue a la cocina a preparar el desayuno mientras él hacía algunas llamadas y revisaba

el apartamento y los videos de las cámaras de vigilancia en su laptop. Estaba revisando los videos cuando su teléfono celular sonó. ─Stone ─contestó ─Hey Nick, soy yo. ─la gruesa voz de Jason sonó al otro lado de la línea ─Aún no encuentro toda la información que me pediste, pero descubrí algunas cosas que no te van a gustar. Nick se puso en tensión. ─¿Qué pasa J? ─Cuando Jason decía eso, siempre era algo peligroso. ─Hay algo que tus amigos los deltas no te dijeron amigo mío. El jefe del grupo que trabaja para el narco es Jackson Black, ex comandante del equipo Shark de los SEAL. Es uno de los mejores hombres entrenados por la marina. Y ahora es uno de los más crueles hijos de perra que existen en el mundo. ─¡Joder! ¿Por qué diablos nadie me informó? ¡Maldición!. ─Eso no es todo, el resto de su equipo son ex-miembros del ejército y… ─¿Y? ─Si ellos no pueden llegar a su objetivo, usan una carnada. Y la carnada nunca regresa viva. Así que si el chico tiene a alguien importante en su vida además del senador, tienes que protegerlo. ─¡Joder! Es Zac. ─¿Un novio? ─¡No!, no. Es el mejor amigo de Nate.

─¿Nate? Así que ya fraternizaste con tu protegido. Eso es nuevo en ti. ¿El chico es lindo, eh?. ─Lo verás cuando llegues aquí. Jason se quedó en silencio un minuto. ─¿De qué diablos hablas? ¿Por qué iría allí? Tengo un trabajo en este momento. ─Es un favor que te pido. Y sabes que nunca te he pedido nada. ─¡Maldición Nick! ¿Qué rayos quieres que haga? ─Que protejas a Zac. ─¡¿Quieres que haga de niñera?! ─Sí. Me lo debes Jason. Escuchó a Jason refunfuñar a través del teléfono. ─Esta bien, tomaré el primer vuelo que salga hacía allá. ─Ok. Avísame cuando llegues. ─Espera un minuto. Al menos dime cómo es ese tal Zac. Nick sonrió, cuando Jason conociera a Zac iba a querer matarlo. ─Por favor, dime que no es un parlanchín. ─Mmm…Tal vez lo es un poquito. ─¡Joder! Lo sabía, mi suerte nunca cambia. Me vas a deber una grande, Nick. ─Te veo pronto ─terminó la llamada y sonrió. Iba a ser divertido verlos interactuar.

─¿Novedades? ─preguntó Nate detrás de él. Nick volteó y miró la preocupación en los ojos de Nate y la sonrisa de su rostro desapareció. Ahora que sabía con quién iba a tratar, iba a ser más complicado tratar de proteger a Nate. No quería que saliera herido por nada del mundo. ─Tenemos que hablar.

─¿Qué quieres decir con movimientos de defensa? ─Nate aún no comprendía qué diablos estaba pasando. Después de terminar su llamada, Nick había hecho otra y no había entendido ni una palabra de lo que decía, como si hablara en clave con alguien. Y luego le había dicho que le enseñaría algo de defensa personal. Se había dado cuenta que algo preocupaba a Nick y no quería decírselo. ¿Estaba en más peligro de lo que creía?. ─Sólo quiero que sepas qué hacer en caso de que yo no esté a tu lado ─dijo Nick jalándolo a su regazo y besando su frente. ─No quiero que nada malo te pase. ─Lo abrazó fuerte y le dio un ardiente beso. Nate sentía la urgencia y la necesidad de Nick. Como si estuviera desesperado por comprobar que Nate estaba a salvo en sus brazos. La boca de Nick se adueñó de la suya, lamiendo, mordiendo, chupando y saboreando. Dios, le encantaba la forma en que Nick besaba. Sus brazos lo apretaron fuerte contra su duro pecho. Nate puso sus manos tras su cuello, y luego deslizó sus dedos sobre los cortos

cabellos rubios de Nick. Jaló con fuerza, volviendo el beso más profundo. Estuvieron así por varios segundos, sólo saboreándose entre ellos hasta que Nate se apartó y con unos ojos llenos de amor miró a Nick. ─Lo haré. Aprenderé y haré todo lo que me digas para que te sientas más tranquilo. ─Le dio un suave beso en los labios. ─Te quiero. ─Yo te adoro. Por favor, cuando estemos en una situación de peligro y yo te ordené algo, por favor obedece. ─dijo acariciando sus mejillas. ─Lo haré. Nick rozó su pulgar por sus labios hinchados. ─Prometo que te protegeré. Si algo te sucediera no podría soportarlo. He perdido demasiado y si algo te pasa, me destruiría. Nate le dio otro dulce beso. ─No te preocupes ─dijo acariciando el ceño fruncido de Nick ─Todo saldrá bien.

─Entendido Señor, seguiré sus instrucciones inmediatamente ─el comandante del equipo delta cortó la comunicación. ─¿Algún problema, Señor? ─preguntó detrás de él, su segundo al mando, Carlos Rivera, el especialista en explosivos.

─Muchos problemas Teniente, y los vamos a tener con Stone. ─contestó, volteando y mirando a Rivera. ─Entonces estamos en serios problemas Señor. ─Ya lo creo que sí. ─Supongo que las instrucciones tienen que ver con el chico. ─Muy cierto Rivera, y tenemos que revisar todos los detalles del nuevo plan de acción. Al chico no le puede suceder nada, o Stone tratará de matarnos. Y eso no es una suposición, es un hecho.

Nick observaba el profundo sueño de Nate. Había pasado toda la tarde practicando algunos movimientos que podían servirle en caso de que él no estuviera cerca para protegerlo. Eso había agotado a Nate. Después de recibir la llamada de Jason, había llamado al Comandante Wilson del equipo Delta, para que enviara a dos hombres a proteger a Zac hasta que Jason llegara. Gracias a Dios el chico vivía en el mismo edificio. Salió de la habitación sin hacer ruido, no quería despertar a Nate. Se sentó en el sillón que en estos pocos días se había convertido en su favorito y abrió su portátil. Aún seguía preocupado, a pesar de que Mark había prometido mantenerlo en contacto con todo lo que pasaba, no se sentía muy convencido de eso. Su teléfono celular sonó. ─Stone ─Estoy frente al edificio ─dijo Jason

Nick miró la pantalla de su portátil y en una de las imágenes de las cuatro cámaras que tenía instaladas vio a Jason sonriéndole. ─Te veo, y deja de sonreír como un idiota. ─¿Ya le avisaste al chico que tendrá compañía? ─dijo Jason. Nick lo vio entrar al edificio, luego lo vio a través de la cámara que tenía en el ascensor. ─No. Lo llamaré después que hable contigo. Tengo algunas cosas que coordinar contigo primero. ─Ok, te veo en un segundo. Nick se levantó del sillón y se dirigió a la puerta. El sonido de pasos en el pasillo y los tres golpes en la puerta le dijeron que Jason ya había llegado. Abrió la puerta y lo dejó entrar. Sin dirigirse ni una palabra ambos se sentaron en el sofá. Jason dejó sus cosas en el suelo. ─No me gusta el lugar. Demasiadas entradas y con muchos lugares donde ocultarse. ─miró alrededor de la sala ─Al menos el chico mantiene el apartamento mejor de lo que el edificio se ve. ─Aunque Nate se merece algo mejor que esto. Jason lo miró por unos segundos y luego sonrió. ─Jamás creí que vería este momento… ─Sus ojos brillaron divertidos ─Nicholas Stone enamorado sin remedio. ─Deja las bromas J. Quiero que agudices tus sentidos y te comuniques conmigo en el instante que creas que algo anda mal. Miró a Jason a los ojos transmitiéndole su preocupación. Jason dejó de sonreír y se puso serio. ─No te preocupes amigo, estaré alerta.

─Nick ¿Quién es él? Ambos se giraron y vieron a Nate en pantalón chándal, camiseta y descalzo, frotándose los ojos. Al parecer las voces lo habían despertado. ─Ven aquí amor ─le hizo señas a Nate para que se acercara. Cuando tuvo a Nate sentado junto a él, le dio un suave beso en su frente. ─Nate, te presento a Jason Smith, mi socio y mi amigo. Nate observó a Jason por unos segundos y luego le sonrió. ─Hola ─dijo levantando la mano. ─Hola Nate ─dijo tomando su mano y apretándola sólo un segundo antes de soltarla. Nate volvió a mirar a Nick a los ojos con el entrecejo fruncido. ─Pero ¿qué hace aquí? ─Hay algo que tienes que saber ─respondió Nick con preocupación. ─Es algo malo ¿verdad? ─Sí, así es ─le acarició la espalda muy suavemente. ─Te lo contaré pero primero tengo que llamar a Zac, esto es algo que también le incumbe. Nate lo miró con preocupación en los ojos. Nick lo apretó junto a su pecho y le dio un suave beso en los labios. Odiaba tener que decirle que su mejor amigo también estaba en peligro.

─¡Hola! ¡Aquí estoy! ─dijo Zac entrando al apartamento de Nate. Cuando vio a Jason junto a Nick, se quedó paralizado mirándolo. ─Tenemos que decirte algo muy importante ─dijo Nate al cerrar la puerta. Zac seguía de pie muy quieto, sin despegar la mirada del rostro de Jason. Sus ojos brillaban y parecía que estaba controlándose por evitar saltar sobre Jason. Nick se quedó unos segundos observando las miradas que se daban Jason y Zac. Sonrió. Era increíble que ese chico se hubiera quedado mudo al conocer a Jason. Y aún más increíble era ver las llamas de deseo que brillaban en los ojos de Jason. ─Zac Jason dio un paso hacia adelante y luego como saliendo de trance, carraspeó, dio media vuelta y entró a la cocina. Zac por fin pudo moverse y se sentó en el sofá. Nate se situó junto a Zac en el sofá, esperando que Nick explicara qué diablos estaba pasando. Jason salió de la cocina y se recostó en el marco de la puerta, observando detenidamente a Zac. ─Los tipos que fueron contratados para secuestrarte son muy peligrosos. ─dijo Nick mirando seriamente a los ojos de Nate. ─¿Y qué tiene que ver Zac en todo esto?

─Debido a que Zac es la persona más cercana a ti, también corre peligro. ─¡¿QUÉ?! ─gritó Nate levantándose de un salto del sofá. Pasó sus manos por sus cabellos y empezó a caminar de un lado a otro. Zac lucía demasiado sorprendido, se quedó en silencio y con el rostro pálido y ojos cargados de miedo. Nate no podía creer que por culpa suya su mejor amigo estuviera en peligro. ¡Maldición! No podía perder a Zac. No podía. Se acercó a Nick y se arrodilló junto a él, puso la cabeza en su regazo y suspiró. ─Nick, por favor. No dejes que le pase nada malo. ─Shh… No te preocupes bebé, para eso está Jason aquí. Nick levantó el rostro de Nate y le acarició la mejilla. ─Bebé, nadie saldrá lastimado ─besó a Nate en la frente, los párpados, las mejillas y luego se apoderó de su boca. Se prometió a sí mismo que nadie lastimaría a Nate. Él iba a impedirlo. Todas las habilidades que había adquirido en la marina iban a servir para proteger al hombre que amaba. Si Jackson Black se acercaba a Nate, era hombre muerto.

Nate estaba sentado frente a su computadora, mirando la pantalla sin poder escribir ni una palabra. Había estado así desde que Zac y Jason salieron del apartamento. Al menos ellos iban a tener respaldo también, dos deltas estaban vigilando la seguridad

de Zac. Se sentía bastante culpable por la angustia que estaba pasando su mejor amigo. Aunque su amigo le dijo que era una situación emocionante tener a un guapo guardaespaldas, sus ojos mostraban inquietud. Hasta ahora, Nate no había tomado muy en serio el peligro en que se encontraba, pero tras ver la preocupación en los ojos de Nick, empezó a percatarse que su situación era bastante delicada. Estaba tan perdido en sus pensamientos, que no escuchó cuando el teléfono celular de Nick sonó. ─¿Qué rayos sucede? ─escuchó a Nick decir, poniendo atención a sus palabras ─Entendido, te estaré esperando. El tono de voz de Nick lo preocupó bastante, se puso en pie y se acercó a Nick, que estaba sentado en el sillón pasando sus manos por sus cabellos. Estaba agitado y de un humor volátil. Algo malo pasaba, eso podía hasta sentirlo. Se detuvo a espaldas de Nick, y empezó a masajear los nudos que tenía en el cuello y hombros. El suspiro de satisfacción de Nick lo hizo feliz. No importaba lo que sucediera, ambos lo afrontarían juntos.

El Comandante Wilson y el Teniente Rivera estaban sentados en el sofá, vistiendo ropa de civil, pero Nick estaba seguro que estaban armados hasta los dientes en caso de que algo sucediera. ─Tenemos nuevas ordenes que primero debemos consultar con Nathan ─dijo Mark Wilson mirando a Nick. ─¿Qué sucede Comandante? ─preguntó Nate. Miró a Nick y se sorprendió al ver sus ojos cargados de ira.

Mark lo observó unos segundos y con un profundo suspiro dijo ─Su padre, el Senador, quiere que la situación en la que se encuentra termine pronto y sugirió tender una trampa a Black y sus compañeros. ─¿Qué clase de…? ─¡AL CUERNO CON ESO! ─gritó Nick. Sostuvo el rostro de Nate entre sus manos ─Lo quiere es ponerte de carnada para atrapar a Black. Nate estaba sorprendido por la forma en que Nick había reaccionado. Se alejó de Nick y empezó a caminar de un lado a otro. Se detuvo y miró a Mark. ─¿Usted que opina Comandante? ¿Podrán atrapar a Black y a sus hombres? ─Nate no permitiré que lo hagas ─dijo Nick levantándose y acercándose a Nate. Nate levantó su mano, deteniendo a Nick. ─Está no es tu decisión, es la mía. Y si tengo que dejar de esconderme y hacerle frente a ese hombre, lo haré. Nick lo observó unos segundos, y lanzó un profundo suspiro. Dio la vuelta y le dio una mirada feroz a su comandante. ─Quiero estar al tanto de todo lo que pase y hasta el más mínimo detalle de toda la operación. El Comandante Wilson sonrió ─Está bien. Ya sabía que estarías en esta misión con nosotros, Stone. Te doy mi palabra que mi equipo y yo protegeremos a Nathan. ─Debemos ponernos manos a la obra.

─Llamaré a Jason, él también debe saber sobre el cambio de planes ─dijo Nick tomando el teléfono.

A pesar de que sabía que estaba siendo vigilado por el equipo Delta, no dejaba de estar nervioso. Habían pasado los últimos días planeando la operación. Nick estaba seguro que Black y sus hombres conocían su rutina diaria. Usando eso, ellos seguirían con sus salidas de los viernes al club. En este momento se encontraba sentado junto a la barra con Nick a su lado. Zac y Jason no se encontraban muy lejos. Estaba demasiado angustiado de que Nick saliera herido, le tomó la mano y la apretó. Nick se acercó a él y le susurró al oído. ─Tranquilo, no dejaré que nada te pase. ─Lo sé, eso es lo que más me asusta. Que salgas herido por mi culpa. Nate miró alrededor del club. ─Están aquí, ¿verdad? ─Sí, están aquí. Pero no se acercarán aún ─dijo Nick, internándose un poco más en la sombra de la esquina en donde estaban sentados, mirando alrededor.

─¡Rayos! ¡No puedo soportarlo más! ─dijo Zac poniéndose de pie. Se bebió de un solo trago su cerveza y se dirigió a la pista de baile. ─¿Dónde demonios crees que vas? ─dijo Jason tomándolo del brazo. ─A bailar. No puedo seguir sentado esperando que el infierno se desate ─volteó y miró a Jason a los ojos ─¿quieres acompañarme? Jason gruñó y miró a su alrededor. ─¿Cómo está la situación? ─preguntó al equipo delta. Ambos, Nick y él tenían comunicadores, para poder estar al tanto de la situación. ─Ya identificamos a dos sujetos, pero Black aún permanece oculto ─escuchó al comandante Wilson decir por el audífono en su oído. ─Entendido, estaré en la pista al norte de la posición de Rivera. Cuiden mis espaldas ─puso su mano en la espalda baja de Zac y se encaminó a la pista de baile. ─Entendido. Posición asegurada ─respondió el teniente Rivera. Zac lo miró sorprendido ─¿En serio bailarás conmigo? ─¿Prefieres a otro?

─¡NO! Sólo que antes quisiera ir al baño. Me excedí un poco con la cerveza. Jason suspiró. Puso su mano en el oído, y comunicó al resto del equipo a donde se dirigían. ─Ok. Vamos ─dijo Jason, caminando hacia otra dirección sujetando bien el brazo de Zac.

El sonido fuerte de un disparo hizo que Nick se enderezara en su asiento y mirara alrededor del club. La gente estaba empujándose por salir de allí. ─¿Qué diablos fue eso? ─preguntó a través del comunicador. ─Smith herido. Un enemigo caído ─respondió Rivera. Por un segundo temió que Jason estuviera mal herido, pero su prioridad ahora era Nate. ─Sacaré a Nate de aquí. Cúbranme. Se puso en pie y tomó a Nate del brazo. ─Debemos irnos ─dijo caminando en dirección a la salida con su arma en la mano y llevando a Nate a rastras. ─Nick ¿qué pasó? ─dijo Nate con temor en su voz ─Intentaron llevarse a Zac. ─¡¿QUÉ?! ─Nate se detuvo, y otro disparó se escuchó alrededor. Nick sintió la quemazón en su mejilla. El disparo iba dirigido hacia él. Sino hubiera volteado a ver a Nate, ahora estaría

muerto. La gente ahora empezó a gritar. Empujaron a Nate, y Nick perdió el asimiento que tenía sobre él. Cuando volteó a ver a Nate, éste ya no estaba a su lado. Miró cerca de la barra y vio a Nate siendo arrastrado por un tipo alto y fornido. ─Perdí a Nate ─gritó, corriendo tras Nate, tratando de no perderlo en el mar de gente que trataba de salir de allí. ─Se dirigen a la salida trasera ─respondió el comandante Wilson ─Stevens está vigilando esa salida. Apresúrate. Nick estaba aliviado que el Teniente Jhon Stevens fuera el que estuviera vigilando esa posición. Era el mejor maldito francotirador del equipo. Corriendo y empujando a las personas que se apresuraban a salir del club, siguió a Nate y a su captor sin perderlos de vista.

Estaba aterrorizado. Había visto la sangre en el rostro de Nick, y luego alguien lo apartó de él. Ahora, el tipo que lo estaba sacando por la puerta trasera, le estaba clavando la punta del arma en sus costillas. No quería morir. Acababa de encontrar a Nick, y rayos, no quería dejarlo aún. Corrieron por un pasillo oscuro hacia la puerta trasera del club. ─¡Joder! Todo el plan se fue al demonio y ahora tú eres mi boleto de salida chico. ─gruñó el tipo, abriendo un poco la puerta y disparando al foco de afuera que alumbraba el oscuro callejón. Nate gimió y tembló de miedo.

Escucharon el sonido de pasos muy cerca. ─¡Camina o te mueres aquí, chico! ─dijo empujándolo con la punta del arma ─Tú eliges ─abrió la puerta y puso a Nate como escudo.

─Tengo el blanco a tiro, Stone ─escuchó Nick decir a Stevens. No quería que nada le sucediera a Nate, pero si Stevens no disparaba podría perderlo para siempre. ─¿Algún peligro para Nate? ─Ninguno. ─Dispara Jhon Oró para que Nate no saliera herido. Aunque confiaba en las habilidades de Jhon Stevens, nunca se sabía si algo podría salir mal. Oyó el disparo y el eco que sonó en el callejón. ─Blanco eliminado. ─dijo Stevens a través del comunicador. Nick no sabía que había estado conteniendo la respiración hasta que escuchó su propio suspiro de alivio. Abrió la puerta y encontró a Nate de pie en medio del callejón mirando hacia la puerta con el rostro pálido y temblando de pies a cabeza. Su captor se encontraba en el suelo a unos pasos de Nate, con la mirada vacía y un agujero en la frente. Nick corrió hacia Nate y lo apretó contra su pecho. ─Todo está bien, amor. Todo está bien.

Nate pasó las manos por su cuello y se apretó al duro pecho de Nick, sus lágrimas corrían por sus mejillas. ─Creí que te había perdido, vi la sangre y tuve tanto miedo por ti. ─Sólo es un rasguño; sólo eso, un rasguño. ─Black escapó. ─dijo el comandante Wilson desde la puerta ─Jason logró herirlo, pero aún así escapó. ─¿Nate aún está en peligro? ─dijo Nick mirando hacia la puerta. ─No por mucho, unos de los tipos que agarramos nos dijo la ubicación de Carlos Rodríguez, el narco. En una hora un equipo de los SEALs lo atrapará. Nick miró a su comandante y vio la mueca de disgusto. ─¿Porqué no enviarán a los Deltas? ─pregunto Nick, aún sosteniendo a Nate en sus brazos. ─Por tiempo. El tiempo es lo primordial en estas operaciones. Lo sabes. ─Ahora debes llevarte a Nate a su casa, la policía no tarda en llegar. No queremos que se metan en este asunto. ─Tienes razón. ¿Y cómo está Jason? ─dijo, encaminándose hacia el estacionamiento. ─Tiene una herida de bala en el hombro y algunos rasguños pero estará bien. Takeshi lo está atendiendo. Está bastante furioso. Dijo algo sobre que su suerte nunca cambia. Cabe decir, que le dio pelea a Black. El hijo de perra trató de llevarse a Zac cuando estaban en el baño.

Nick suspiró, si Takeshi lo estaba atendiendo estaría bien, Tenchi Takeshi era el médico del equipo y hacía muy bien su trabajo. ─O‟Neill está cuidando a Zac en este momento. Peterson y Storm están vigilando a nuestros dos prisioneros. Nate se limpió las lágrimas que se estaban secando en su rostro y miró al comandante ─¿Zac está bien? ─Sí, asustado pero bien. Nick se detuvo junto a su auto e hizo que Nate se sentara en el asiento del pasajero. Miro otra vez a su comandante. ─Estaremos esperando noticias. El Comandante Wilson comprendió que hablaban sobre la captura de Carlos Rodríguez, la persona que había mandando a secuestrar a Nate. Era el principal enemigo que tenía el senador. ─Rivera y Moore los acompañarán. Nick asintió y subió al auto, otro auto los siguió donde iban los dos deltas que se asegurarían que estuvieran a salvo.

Al cruzar la puerta del apartamento ambos empezaron a besarse con desesperación. Nick tenía que asegurarse que Nate estaba a salvo y bien. Había envejecido diez años cuando perdió a Nate en la mar de gente. Gracias a Dios el equipo Delta tenía a los mejores hombres, y Nate había salido sano y salvo de toda la situación.

Empezaron a desvestirse de camino al cuarto. Se tocaban, acariciaban, besaban, saboreaban. Era una necesidad de afirmar que todo estaba bien. Que aún estaban juntos. Ambos estaban duros de necesidad, Nick no dejaba de acariciar la piel de Nate, de rozar sus pezones duros y probar esa dulce boca. Cayeron a la cama, desnudos y ávidos de pertenecerse el uno al otro. ─Te amo tanto. ─susurró Nick al oído de Nate, tomando el lubricante de la mesa de noche y aplicándolo a sus dedos. ─Eres mío, sólo mío. Nate gimió de necesidad, el deseo lo estaban quemando. Nick pasó dos dedos alrededor de su agujero un par de veces antes de que los empujara dentro muy despacio. Nate gimió y Nick gruñó en respuesta. Los músculos de Nate estuvieron apretados alrededor de sus dedos por un momento hasta que se relajaron. Nick deslizó sus dedos dentro y fuera hasta que estuvo lo suficientemente estirado como para al fin entrar en él. Colocó lubricante en su polla y la posicionó en la entrada de Nate. De una sola estocada se metió profundo. Nate gimió al sentir placer combinado con una pizca de dolor. Rodeando con sus piernas las caderas de Nick, empezó a moverse. Nick gimió alto y sacó su polla sólo hasta la cabeza luego empujó de nuevo dentro del agujero de Nate antes hacerlo otra vez. Siguieron un ritmo rápido y duro. Nick levantó las caderas de Nate, dejando su trasero en el aire y volvió a embestir rozando su próstata, dos veces más y Nate se corrió con un grito. Nick bajo su cabeza y tomó posesión de la boca de Nate, una envestida más y se corrió también. Ambos cayeron a la cama exhaustos. El cuarto olía a sexo y a sudor.

Nate le acarició el rostro a Nick, rozando su mejilla con sus dedos y mirando el rasguño en su pómulo derecho. Nick estaba vivo. Su corazón se contrajo por el susto que había pasado. Lo amaba demasiado. ─Te amo. Nick se acercó a Nate dándole un ligero beso en los labios. Tomó su mano apretándola junto a su corazón. ─Te amo. Para siempre. Nate sonrió. Al fin tenía a una persona para amar y que lo amaba con la misma intensidad. ─Para siempre.

Dos semanas después

Nick y Nate estaban acostados en la comodidad de su habitación. Habían hecho el amor dos veces y ahora ambos estaban exhaustos. Dentro de dos semanas, viajarían a Chicago. Y Nate estaba feliz. Aún le preocupada la actitud de Zac, no se veía como era antes. Su vitalidad se había apagado. ─Deja de pensar tanto bebé. Estaremos bien. Zac estará bien. Nate lo miró sorprendido. ─¿Cómo sabes que estaba pensando en Zac? ─Porque te conozco. Y sé que te preocupan mucho las personas que amas. ─¿Qué crees que pase con Zac y Jason? ─Lo que suceda entre ellos, ya lo arreglarán con el tiempo. Ahora duerme.

Nate lo abrazó y aspiró el aroma excitante de Nick. No dejaba de sorprenderse que este hombre lo amara. Era increíble. Muchas cosas había pasado. Dos días después del incidente en el club, el Comandante Wilson había llamado a Nick para comunicarle que Carlos Rodríguez, el narcotraficante, había sido capturado. Había sido ese tipo quién había contratado a Jackson Black para su secuestro. Lo que le preocupaba era que Black seguía sin ubicar. Pero Nick le había asegurado que pronto lo encontrarían. Se apretó más al cálido cuerpo de Nick y suspiró de placer. Al día siguiente se mudaría con Nick. Sus cosas ya estaban empaquetadas y listas para la mudanza. En este momento estaban en un colchón en el suelo. ─¿Crees que seremos felices en Chicago? ─Donde sea que esté contigo seré feliz, bebé. Nate por fin había encontrado esa parte especial en su alma que siempre había buscado. Todo estaba bien. Su padre lo había dejado en paz al fin. Sabía que Nick había discutido con su padre y habían roto relaciones, pero ahora lo único que le importaba es que Nick siempre estaría a su lado cuando lo necesitara. Era el hombre más feliz del mundo. Le dio gracias a Dios por todo lo que había conquistado con un beso. ─Yo también Nick. Contigo estoy en casa.

Soy una adicta a la lectura, eso es algo que debo confesar. Amo los libros de romance, de todos los tipos. Pero también tengo libros de terror y suspenso en mi colección. Hace un par de años decidí comenzar a escribir novelas homoeróticas para un blog de traducciones, y así comenzó una nueva etapa en mi vida. A cada una de mis historias le entrego una parte de mi ser. Y espero Uds., mis lectores, disfruten de los mundos que crea mi imaginación. Tengo muchos libros en mi Pc en la carpeta “En proceso”. Las ideas vienen a mí de manera inesperada, y así, hay varios archivos con los primeros capítulos, esperando que les dé su final feliz. Pronto uno de ellos lo tendrá, y ustedes podrán leerlo, sólo tengan paciencia. Si quieren comunicarse conmigo, escríbanme a: [email protected] En Facebook: http://www.facebook.com/carolina.devell O en mi blog: http://carolinadevell.wordpress.com/