Carolina Devell - El secreto de William.pdf

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William Thompson había descubierto a los catorce años que era diferente. Pero desde que escuchó una conversación donde su padre censuraba a un chico similar a él, decidió ocultar su verdadera naturaleza. Pero era demasiado difícil. Ansiaba el toque de un hombre. Y quería por una vez disfrutar sus verdaderos deseos. En un viaje de negocios a París conoce a Mike, y al instante siente una atracción irresistible por él. Se deja llevar por sus impulsos, y ambos tienen una apasionada noche en la que William descubrirá los verdaderos placeres de su sexualidad. Cuando Will deja la cama de Mike y vuelve a San Francisco, nunca imaginó que volvería a verlo unos días antes de su fiesta de compromiso. Y más aún cuando descubre que Mike es el primo de su novia. ¿Intentará William seguir ocultando su secreto? ¿Qué sentimientos despertarán en su interior al tener a Mike tan cerca de él? ¿Logrará enfrentar a su familia y luchar por un nuevo amor?

Bueno, aquí estoy otra vez. Dejando fluir la imaginación y brindándoles otra historia. En verdad espero les guste. No pude empezarla de inmediato porque viajé a Lima a visitar a mi familia y estuve bastante ocupada, así que tuve poco tiempo para tomar notas y escribir. Pero valió la pena ir de visita. Disfruté mucho viendo nuevamente a mi familia. Volviendo a la historia, me gustó escribir sobre William. A pesar de su miedo al rechazo, él logra al fin salir del closet frente a su familia y luchar por el amor de Mike. Muchas personas nunca tienen el valor de hacer eso, y viven mintiéndose a sí mismas durante toda su vida. Quiero agradecer a Pervy, Gaby y a todo el staff de The Dream of Desire ¡Ustedes son increíbles! Y a todas las personas que leen mis historias. Gracias. También quiero felicitar a todas aquellas personas dedicadas a la traducción de los libros de nuestros autores favoritos. En serio, ustedes son lo máximo. ¡Sigan así! A continuación, la historia de Will y Mike. ¡Disfrútenla!

illiam salió del auto aún indeciso. Cerró la puerta y miró la imponente estructura de la Casa Familiar Thompson. Había sido un largo viaje desde la universidad, pero tenía que hablar personalmente con su padre. Tomó una profunda respiración. Era la decisión correcta. Lo sabía. Pero estaba asustado. ¡Rayos! No quería perder a su familia. Sabía que su padre lo amaba, pero tal vez le tomaría un poco más de tiempo aceptarlo. Llenándose de todo el valor que fue posible, subió los escalones de la entrada. Necesitaba decirlo. Era un secreto que no podía seguir ocultando. Abrió la puerta y cruzó el largo pasillo hacia la oficina de su padre. Sus pasos hacían un extraño ruido, poniéndolo muy nervioso. Desde que tenía catorce años había sabido que era diferente. Miraba más a los chicos que a las chicas. Siempre se quedaba hasta al final en los vestidores para poder ver los cuerpos desnudos de sus compañeros en las duchas. Había tenido su primera paja mirando una foto de Brad Pitt en ropa interior. Entonces supo quién era él en realidad, y lo había ocultado a su familia estos ocho años. Pero ya no. Quería decírselo de una vez a su padre. Joseph Thompson era estricto y apegado a las reglas, pero era su padre. Lo comprendería. Se detuvo junto a la puerta de la oficina y levantó la mano para tocar. ¿Estaría haciendo lo correcto? Bajó la mano y trató de calmar sus nervios. No quería perder a su padre ni a su hermana por esto. Gaby era lo que más quería en el mundo. Su hermana pequeña era demasiado importante como para perderla. Desde que su madre murió hace quince años, Gabriella se había convertido en su responsabilidad. Quería mucho a su hermana. La había cuidado cuando su padre hacía largos viajes de negocios y los dejaba en la

casa con el mayordomo, el ama de llaves y los demás sirvientes. A pesar de las personas que había alrededor, William sólo confiaba en sí mismo para cuidar a su hermanita. Esos momentos habían sucedido muy seguidos. Pero aún así, sabía que su padre los amaba. Volvió a tomar aire tratando de calmarse. Levantó su mano para tocar a la puerta cuando oyó a su padre gritar algo desde el interior. Sabía que no debía hacerlo pero la curiosidad pudo más. Bajó la mano y pegó la oreja a la puerta tratando de escuchar qué estaba sucediendo allí dentro. ─ ¿Y qué sucedió? ─ escuchó a su padre preguntar a través de la puerta. ─ Uno de los maestros lo encontró en una situación muy comprometida con otro chico en la biblioteca. ─ Oyó a su tío Harold responder. ─ Pobre Mark. Tener que pasar por esa vergüenza. Su hijo le va arruinar la vida y los negocios si no hace algo rápido. ¿Mark? ¿Hablaban de Mark St. Claire? ¿El nuevo socio de negocios de su padre? Pero dijeron algo de su hijo. William se alejó un poco de la puerta y se dio cuenta de la verdadera razón de que su padre y su tío estuvieran sorprendidos. Habían atrapado al hijo del señor St. Claire con otro chico. ¡Wow! El chico era gay y había sido descubierto. No conocía al hijo del señor St. Claire, pero estaba casi seguro que debía tener entre 16 y 17 años, y que estaba internado en un colegio de varones. Volvió a pegar la oreja a la puerta. ─ …lo expulsaron. ─ ¿En serio? ─ dijo su padre. ─ Le aconsejé a Mark que lo enviara lejos hasta que las cosas se enfriaran por aquí. ─ ¿Sólo eso? Si fuera mi hijo, le daría una paliza para enderezarlo. Y sino cambiaba, lo desheredaría y lo echaría de patitas

a la calle. Mark es un poco blando con ese chico. Yo nunca permitiría que algo así pasara en mi familia. ─ Si fuera Will. ¿En verdad lo echarías a la calle sin un centavo? ─ Claro que sí. No dejaría que nada arruinara el apellido Thompson. Además eso arruinaría la vida social de Gaby. Ella ya es una señorita. Dentro de poco será presentada en sociedad y no quiero que nada perjudique su reputación. Pero no hay que hablar de eso. Eso nunca sucederá. Mi hijo se casará con la chica adecuada y al final se hará cargo de mis empresas. ─ Tienes razón. Es una tontería pensar algo como eso. William no pudo seguir escuchando más la conversación. Se alejó tambaleándose fuera de allí. Estaba aturdido. Salió por la puerta trasera y se sentó en los escalones del porche. “Si fuera mi hijo, le daría una paliza para enderezarlo. Y sino cambiaba, lo desheredaría y lo echaría de patitas a la calle” Oír decir eso a su padre había sido un golpe muy duro. Le importaba una mierda el dinero y la posición de la familia, pero no quería ser apartado de Gaby. Ella era lo más importante que tenía. Los latidos de su corazón empezaron a aumentar su velocidad. Si le decía a su padre, estaría perdido. Él lo repudiaría. Tenía que seguir ocultándolo. Tal vez para siempre. Cerró los ojos y trató de calmar el dolor en su pecho. Dolía. No quería el desprecio de su padre. No quería que todos sus amigos lo miraran como si fuera un bicho raro. No quería ver el asco en los ojos de su hermana. ¡Dios! Nunca conocería el amor que tanto ansiaba. Se había estado conteniendo hasta encontrar al chico adecuado. Sólo había disfrutado de unos cuantos besos y unas cuantas caricias con algunos chicos, pero nunca había llegado más lejos. Y ahora no

tendría nada de eso. Nunca se enamoraría. Era demasiado cobarde para luchar por lo que verdaderamente quería. Intentó tragar el nudo en su garganta. Tenía que dejar esos deseos en lo más profundo de su ser. Su destino ya estaba echado. Si quería seguir teniendo la familia que tenía, debía seguir con los deseos de su padre. Una lágrima logró escapar de sus ojos. Era un cobarde. Un maldito cobarde. Siempre lo había sido y siempre lo sería. Y ahora estaba renunciando a una parte sí mismo por evitar una dolorosa confrontación con su padre. Dolía. Era demasiado difícil hacer eso. ¿Cómo diablos iba a poder ocultarlo? ¿Cómo diablos iba a poder fingir algo que no era? Se abrazó a sí mismo tratando de calmar los temblores en su cuerpo. A pesar que se decía que no le importaba la posición de su familia. Era mentira. Una jodida mentira. Tenía miedo de que todo el mundo lo rechazara. Tenía miedo de que su familia y amigos le dieran la espalda. Debía tener cuidado de ahora en adelante. Alejarse de la tentación y centrarse sólo en sus estudios. Pronto terminaría la universidad y empezaría a trabajar junto a su padre. Por más que ansíe el cuerpo y las caricias de un hombre, por más que su corazón esté destrozándose, debía resistirse y olvidar. Por el bien de la familia y principalmente de Gaby, tenía un secreto que ocultar.

¡

emonios! Estar todo el día en reunión con esos tipos había sido un infierno.

William se quitó el saco y lo tiró sobre la cama. Deslizó las manos por su cabello. Despeinándolo. Odiaba estos viajes de negocios. Siempre lo sacaban de sus casillas. La próxima vez enviaría a Matt. Él sí sabía cómo convencer a cualquiera para terminar un trato. Su amigo era bueno en eso. Se aflojó la corbata mientras se sentaba en la cama. Miró a través de la ventana y como siempre sucedía, las luces de París lo dejaron maravillado. Esta ciudad le encantaba. Pero a veces lo hacía anhelar cosas que no podía tener. Se quitó la corbata y la tiró sobre el saco. Miró la hora en el reloj de su muñeca. 9:00 p.m. Su padre ya debía de haber regresado de su almuerzo. Aún era temprano en San Francisco. Tomó el teléfono con intención de llamarlo pero se contuvo. No quería discutir con su padre. Mejor le mandaba un e-mail contándole los detalles de la reunión. No estaba de humor para escuchar a su padre refunfuñar por la línea telefónica. Sonriendo marcó otro número. ─ ¿Aló? ─ Hola Matt, soy yo. ¿Cómo van las cosas por allá? ¿Ya contrataste al arquitecto para las renovaciones del Hotel? ─ ¡Hey Will! Justo estaba tratando ese asunto. Creo que encontré al candidato indicado.

─ ¡Fantástico! ¿Cuándo empiezan las renovaciones? Sabes que eso no debe tardar mucho. Mi padre quiere tenerlo listo en verano para el aniversario del Hotel. ─ No te preocupes hombre. La próxima semana empezaremos con el proyecto. ─ Eso suena bien. ¿Y quién es el arquitecto? ─ Su nombre es Michael Laurens, tiene muy buenas recomendaciones. Fue uno de los arquitectos que trabajaron en la remodelación del “Hotel Palace Royal ” en Londres. William soltó un suspiro de alivio. Conocía el excelente trabajo que habían hecho en ese hotel. Estaba orgulloso de que Matt hubiera conseguido a uno de los arquitectos encargados de ese proyecto. Michael Laurens. Había oído cosas muy buenas sobre su trabajo. No lo conocía personalmente, pero tenía muy buena reputación como arquitecto. A pesar de que era muy joven, había conseguido trabajar en uno de los mayores proyectos de renovación en Londres. ─ ¿Will? ─ oyó la voz de Matt a través de la línea. ─ Lo siento, estaba pensando en la reunión de mañana. ─ ¿Y cómo va ese asunto? ¿Ya conseguiste cerrar el trato de la compra? ─ No, eso será mañana. Al fin se percataron que nosotros seríamos los únicos que ofreceríamos ese monto por su hotel. Así que mañana en la noche estoy volando de regreso a San Francisco. ─ Hay una persona que se va a alegrar con esas noticias. Y creo que preferiría oírlas de ti. Hubo un silencio y luego un ruido de fondo como si Matt estuviera hablando con otra persona. ─ Aquí te la paso.

─ ¿Matt qué dem…? ─ Hola William. ─ Oyó susurrar muy despacio con su suave voz a Christine. Quiso gemir de frustración. No quería hablar con ella en este momento. Estaba demasiado cansado como para fingir ser un novio cariñoso. ─ Hola linda. No sé si Matt te dijo pero estaré llegando el sábado a San Francisco. ─ Eso es increíble William. Entonces podemos hablar de los últimos detalles de la fiesta. Él no quería saber nada de la fiesta. Odiaba no poder tener el coraje necesario para detener ese absurdo. Pero su padre lo había presionado con ese asunto del compromiso. Se pasó una mano por el cabello y se acercó a la ventana de su habitación. La vista era magnífica. ─ ¿William? ─ Sí te oí. Christine voy a estar muy ocupado con las renovaciones del Hotel. Y estoy seguro que mi ayuda no será necesaria. Apuesto que me sorprenderás cuando llegué el día y vea lo magnifico que quedará todo lo que hiciste al organizar la fiesta. Hubo un cortó silencio. Y luego Christine respondió con voz apagada ─ Espero que todo sea de tu agrado. Will trató de no seguir hiriendo a Christine con sus palabras. ¡Joder! Ella no se lo merecía. ─ Lo será. Todo lo que haces siempre es de mi agrado. ─ Gracias. Entonces nos vemos el sábado. ─ Sí. Te veré pronto linda.

─ Adiós William. Dejaré que sigas hablando con Matthew. Yo debo ir a resolver algunos detalles de la fiesta. Y también tengo que ir a buscar a Gabriella. Ella me está ayudando mucho. Will sonrió al pensar en su hermana. Sí, apostaba que su hermana estaba metiendo las manos en esa fiesta. Seguramente tratando de boicotearla. Gaby sabía que él no quería casarse y había tratado de convencerlo de que no lo hiciera. Suspiró. Si sólo ella supiera la verdadera razón del porqué él no deseaba ese matrimonio. ─ Hola de nuevo amigo. Te llamo mañana para informarte cómo van las cosas. Trata de salir a relajarte un poco, Will. Aprovecha y sal a divertirte. ─ escuchó a Matt susurrar la última parte para que Christine no escuchara. ─ Sí, tal vez tengas razón amigo. Te veo pronto Matt. ─ Hasta el sábado Will. Y hazme caso, trata de disfrutar algunos minutos de París. No todo en la vida es el trabajo. Will suspiró y colgó. Dio la espalda a la ventana y se acercó a la cama. Dejó el teléfono sobre la mesa de noche y se recostó sobre la cama soltando un suspiro de cansancio. No era justo tratar así a Christine, lo sabía. Pero no podía calmar su frustración. ¡Joder! Tenía 34 años y aún tenía miedo de salir del armario. Tal vez ya era hora de enfrentar la verdad. La imagen de la sonrisa de su hermana cruzó su mente. No quería que ella lo rechazara. Puso sus manos bajo su cabeza y cerró los ojos. Dejaría de pensar en eso por esta noche. Se estiró en la cama, tratando de calmar el cansancio. Estaba agotado. Había sido un día difícil. Se había levantado temprano para estar al día con las cosas de la oficina mientras esperaba la hora de ir a la reunión con los socios del Hotel “Le Paradis”. Cuando llegó a París había creído que sólo necesitarían unas pocas reuniones y luego firmarían el acuerdo, pero al parecer los socios del hotel habían estado arrepintiéndose de la venta. Se había

pasado los últimos cuatro días de reunión en reunión y esos tipos aún no se habían decidido. Estaba harto. Ni siquiera había salido a recorrer la ciudad. Esperaba que mañana firmaran el acuerdo de una vez por todas. Se levantó de la cama y se quitó la ropa. Necesitaba una ducha urgentemente. Cuando entró en el cuarto de baño, se sorprendió al verse tan cansado como se sentía. Pasó una mano por su rostro y volvió a mirar su reflejo en el espejo. Tenía ojeras y bolsas bajo los ojos. Las últimas semanas no había podido dormir bien. Sus sueños se hacían cada vez más calientes. Tal vez era su subconsciente diciéndole lo que de verdad deseaba. Gimió al recordar el último de sus sueños. “Manos cálidas y fuertes se deslizaron por su piel, dejando un rastro de fuego en su camino. Will arqueó su espalda cuando sus pezones fueron apenas rozados. Abrió los ojos tratando de ver a su amante, pero una bruma cubría su rostro. Volvió a cerrarlos y dejó caer su cabeza sobre la almohada. Dio un respingo cuando una húmeda y caliente lengua limpió la ranura de la cabeza de su polla. ¡Dios! Era increíble. Gimió de necesidad. Apenas podía respirar cuando la húmeda boca tragó su polla. Su corazón golpeaba su pecho. Su amante jodía con su deliciosa boca su palpitante erección. Su lengua se deslizaba lentamente desde la base hasta la punta. Delineando cada vena y luego succionando la cabeza de su polla. La boca de su amante dejó su polla con una lenta y torturante lamida, y siguió el camino hacia su abdomen, lamió su ombligo y siguió hacia arriba succionando la piel de su pecho. Sintió cuando esa habilidosa lengua lamía su pezón derecho y luego lo chupaba. Sus manos apretaron las sábanas. Estaba ardiendo. Su amante lamió su cuello y siguió hasta su mentón. William sólo esperó unos segundos cuando su boca recibió un hambriento y urgente beso. Esta vez no pudo contenerse y puso sus manos sobre el cabello de su amante. Sosteniéndolo. Su amante se aferró al beso y rozó su polla contra la suya. Su polla se volvió aún más dura. Esa dulce fricción era increíble. Deslizó sus manos sobre la espalda de su amante y apretó su duro trasero, jalándolo más junto a su cuerpo. Deseaba tanto ser jodido por esa larga y gruesa polla.” Se había despertado ardiendo. Las sábanas tiradas sobre el piso. Y él había estado caliente, sudoroso y duro como una roca.

No podía seguir así. Los sueños estaban llevándolo al borde de la locura. Entró a la ducha y abrió el grifo. Apoyó la cabeza sobre los azulejos y suspiró. Sólo por una vez deseaba experimentar las caricias de un hombre en la realidad y no en un sueño. Sólo por una vez quería dejar de ocultar lo que era y cumplir cada deseo oculto en su interior. Pero eso eran estupideces. Dentro de un mes era su fiesta de compromiso. Al fin cumpliría el deseo de su padre. Se enjabonó el cuerpo y gimió al rozar con la mano su erección. Tomó su polla con su mano y la cubrió de jabón. Empezó una lenta caricia de arriba abajo. Recordó el sueño y gimió. Como desearía tener a su amante del sueño aquí y ahora, lamiendo su pene. Tragándolo hasta el fondo de su garganta. Aceleró el ritmo. Con la respiración irregular y el cuerpo tembloroso, sabía que estaba muy cerca. Deslizó su otra mano por su trasero y metió de un solo empuje un dedo en lo profundo de su agujero. Se corrió con un fuerte grito. Sacó el dedo de su culo y apoyó la espalda en los azulejos. Deseaba algo más que esto. Quería disfrutar de sexo real. Sentir las manos de un amante así como las sentía en sus sueños. Limpió su polla y se enjabonó el cuerpo. Estuvo unos minutos más bajo el agua y luego salió de la ducha. Tenía que dejar de pensar en eso. No podía seguir torturándose así. Se secó rápidamente y salió del baño. Se acercó a la mesa de noche junto a la cama y tomó su reloj de pulsera. 10:30 p.m. Iría por un trago. Aún era temprano y quería emborracharse. Tal vez así dejaría de tener esos estúpidos sueños y esos jodidos pensamientos. Se vistió rápidamente y salió de la habitación. Había visto que había un Bar a dos cuadras del hotel. Nunca había ido allí. Pero parecía un buen lugar para emborracharse. Entró al ascensor y presionó el botón del primer piso. No creía que fuera a encontrar a alguien que sea lo suficiente tentador

para destruir su resolución de no hombres en su vida. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, dio un paso fuera y se dirigió a la salida. Sí. Necesitaba un trago.

illiam llevaba casi media hora en ese lugar y aún no podía calmar el deseo febril que recorría su cuerpo. Miró al barman y pidió otro whisky. Necesitaba emborracharse. Cerró los ojos tratando de calmarse. Esto era una jodida estupidez. Ya no podía seguir negando que era gay. Ya era hora de confesar la verdad y atenerse a las consecuencias. Estaba cansado de fingir algo que no era. ¡Demonios! Él no quería casarse y arruinar la vida de Christine. Sería una crueldad quitarle a ella la oportunidad de conocer a alguien que la ame de verdad. ─ ¡Joder! Estoy exhausto ─ dijo una voz a su lado. William tomó un trago de su whisky y se volvió para mirar al tipo que se había sentado a su derecha. Cuando pudo por fin ver su rostro, se quedó embelesado mirándolo durante unos minutos. El chico era hermoso. A pesar que tenía los mechones de su cabello en distintas direcciones, se veía muy sexy. Observó detenidamente al chico pasar sus manos por su rubio cabello tratando de domarlo. Algunos mechones le cubrían los ojos y le acariciaban los pómulos. Lo vio suspirar de cansancio. Era demasiado difícil despegar la vista de él. ─ ¡Hey Jean Pierre! Dame una cerveza ─ dijo el chico sacándose la chaqueta y colocándola en su regazo ─ Juro que si mi prima me dice que lo que he comprado no era lo que me pidió, voy a matarla. Will despegó la vista de su rostro y paseó su mirada por el cuerpo del chico. Tenía el cuerpo de un nadador, estaba muy en

forma. Y además tenía un lindo trasero. Era por lo menos diez o quince centímetros más bajo de su 1.85. cm. ─ ¿Encontraste el obsequio al fin? ─ dijo el barman en un profundo acento francés, sirviéndole un vaso de cerveza. ─ Sí, tuve que recorrer varias tiendas todo el maldito día ─ gruñó el chico antes de beber unos tragos de su cerveza. ─ Mis pies me están matando. William observó los movimientos de la garganta del chico en cada trago de cerveza. No podía apartar los ojos. ¡Dios! Sentía una corriente eléctrica ir directo a su polla. Volvió a mirar su rostro. Las rizadas pestañas acariciaron sus mejillas cuando cerró los ojos y gimió por el trago de cerveza fría. William se tensó. Sintió a su piel calentarse y al deseo surgir en su interior. Su polla se engrosó y se apretó en sus pantalones. No pudo evitar gemir. El chico dejó de beber, abrió los ojos y giró el rostro en su dirección. Al toparse con su mirada, Will se quedó sin respiración. Eran los ojos azules más hermosos y brillantes que había visto en su jodida vida. Soltó un profundo suspiro al ver que esos ojos lo examinaban unos segundos mientras el chico dejaba el vaso medio vacío en la barra y le dedicaba una sonrisa. William fijó su mirada en sus labios. Eran demasiado apetecibles. Rojos y llenos. Se quedó observándolo cuando el hermoso chico se giró en su asiento hacia él y se lamió los labios. ¡Mierda! Quería tanto probar esa deliciosa boca. Pudo observar el recorrido de su lengua al limpiar su labio superior. Nunca había deseado a nadie como lo deseaba a él. Creía que había enterrado esa parte de sí mismo hace mucho tiempo, pero había estado muy equivocado. ─ Hola. Soy Mike. William volvió a mirar esos increíbles ojos azules. No podía creer el interés que veía en los ojos de Mike. Nunca nadie lo había mirado con tanto deseo. Abrió la boca y ningún sonido salió de ella. Will apartó la mirada y se tomó su bebida de un solo trago.

─ Y dime ¿te gusta París…? ─ Will se volvió a mirarlo y vio la pregunta no dicha en los ojos de Mike. Quería saber su nombre. Tal vez estaba cometiendo un error, tal vez debería darle un nombre falso pero no quería mentirle a Mike. ─ Will, soy Will y sí, amo está ciudad ─ logró decir a pesar de estar nervioso. Mike se acabó de un trago su cerveza y se volvió a mirar al barman que en ese momento estaba atendiendo a otra persona. ─ ¡Jean Pierre! Otra cerveza ─ se volvió a Will ─ ¿qué estás tomando? ─ Whisky ─ logró susurrar Will. Mike miró otra vez al barman ─ Y otro whisky. Una vez tuvieron sus bebidas, ambos se miraron en silencio. Will sabía que tal vez estaba cometiendo el peor error de su vida, pero quería por una noche ser él mismo. Sin mentiras. Sin secretos. Y el hermoso hombre que lo miraba con ojos sonrientes, al parecer era lo que estaba buscando para redescubrirse y disfrutar de su verdadero yo.

Mike no dejaba de observar al atractivo hombre junto a él. Parecía increíble que hubiera venido a Paris a relajarse y apartarse de los hombres por un tiempo, y terminaba encontrando a un hombre magnífico mirándolo como si quisiera devorarlo por completo. Había estado todo el día buscando el dichoso regalo que le había prometido a su prima. Había pasado sólo por aquí para tomar una cerveza y relajarse un rato. Pero nunca imaginó al sentarse al

lado del hermoso hombre con aire melancólico, que ése apuesto tipo quisiera algo con él. Cuando lo oyó gemir había sentido a su piel calentarse. Fue como sintiera una descarga de energía sexual golpearlo sin aviso. No había podido ocultar lo que deseaba y había tenido que mirarlo para estar seguro de lo que sentía. Y sí, el Adonis a su lado lo deseaba. Will era muy apuesto. Sabía que era alto, más alto que él a pesar que ambos estaban sentados. Tenía el cabello castaño, corto y rizado, ojos color miel, pestañas largas y negras que hacían resaltar el tono castaño dorado de sus ojos, nariz recta, pómulos salientes y una fuerte mandíbula. Eran la combinación perfecta para hacerlo irresistible. Tenía hombros anchos y piernas largas y musculosas, y seguro tenía un cuerpo duro y en forma bajo la ropa que vestía. Estaba impaciente por tenerlo de una vez desnudo y dispuesto entre las sábanas de su habitación de hotel. Mike tomó el vaso de cerveza, lo levantó y bebió un trago mientras observaba a Will. ¡Dios! Su corazón golpeaba en su pecho a un ritmo desenfrenado. Eso sí que era extraño. Nunca le había pasado eso en su vida, y menos cuando acababa de conocer a alguien. ─ ¿Viniste de vacaciones? Will seguía mirándolo a los labios y tardó en contestar. ─ ¿Will? ─ No. Estoy aquí por negocios. Aburridos negocios. Después de otros minutos de silencio, la bebida empezó a hacer efecto en ellos. Comenzaron a charlar sobre sus gustos y otros tantos temas que tenían en común. Conversaron de cosas que nunca habían hablado con otras personas. Sobre su infancia, sus sueños y demás.

Mike estaba asombrado de lo mucho que compartían en gustos. Aunque no hablaron de sus familias ni de sus trabajos, estaba empezando a sentirse muy cómodo con Will. Pidieron otra ronda de bebidas. Charlaron y charlaron. Era como si se hubiesen olvidado del mundo que los rodeaba. Sólo existían ellos dos. Estaban en una especie de burbuja donde nadie más importaba, sólo ellos. Mike estaba asombrado. Era verdaderamente increíble que se llevara bien con una persona que acababa de conocer. Por lo general, tardaba mucho en congeniar con alguna persona. No podía dejar de mirar a Will. El tipo era atractivo e irradiaba un aura de sexualidad, que atraía la mirada de muchas personas en el bar tanto hombres como mujeres. Después de la cuarta copa de whisky, Will se volvió más atrevido. Rozaba su rodilla con la suya, o acariciaba con su dedo índice el dorso de la mano que Mike tenía en la barra. ─ Mike, ¿qué edad tienes? Pareces demasiado joven para estar en lugar como éste ─ murmuró Will sin dejar de acariciar su mano. Mike tardó unos momentos en comprender la pregunta. Las caricias en su piel lo estaban llevando a la locura. Su control se estaba debilitando. ─ No soy tan joven como parezco. Tengo 29 y puedo hacer cualquier cosa que yo desee ─ dijo en voz baja y grave. ─ Entonces no hay de qué preocuparse ─ la profunda voz de Will se suavizó como una caricia. Mike lo deseaba. Lo deseaba intensamente. Su erección no había bajado desde que lo oyó gemir mientras lo observaba. Sabía que le gustaba a Will, pero aún no entendía por qué no había actuado aún. Se quedó mirándolo un poco más y un extraño pensamiento se deslizó en su mente.

Tal vez era la primera vez que coqueteaba con un hombre. Tal vez recién había descubierto su verdadera sexualidad. Si era eso, él estaba dispuesto a enseñarle todos los placeres que se había estado perdiendo. Estaba dispuesto a enseñarle a disfrutar cada toque, cada caricia, cada beso. Su erección creció más con sólo ese pensamiento. Tenía que dar el primer paso si quería disfrutar de buen sexo esta noche. Se acercó a Will, puso una mano en el duro músculo de su pierna ─ ¿Quieres que vayamos a un lugar más privado? ─ le susurró al oído. Mike no se apartó de inmediato, se quedó unos segundos más disfrutando del aroma de Will. Su fragancia mezclada con su sudor, era un aroma adictivo y excitante. Se acercó a su cuello y respiró su almizclado olor. No pudo evitar gemir al desear deslizar su lengua por su piel para disfrutar también de su sabor. Sintió a Will tensarse unos segundos y luego gemir cuando su respiración acarició la piel de su cuello. ─ Sí ─ jadeó Will. Mike pagó la cuenta y se puso su chaqueta. Salieron del bar uno junto al otro. Apenas habían caminado unos cuantos pasos lejos del bar cuando pasaron por un callejón. Mike empujó a Will a una pared y aprovechando la oscuridad, deslizó sus manos por el cuello de Will y lo jaló para un beso. Will se tensó pero Mike no se rindió. Sabía lo que quería e iría por ello. Empujó su lengua entre los labios de Will demandando entrar. Will sólo tardó unos segundos en relajarse. Abrió la boca y sus lenguas entraron en contacto. Ambos gimieron. Mmm. El sabor de su boca era adictivo. Mike deslizó sus manos por el cabello de Will acercándose un poco más a su cuerpo. El calor del cuerpo de Will traspasaba su ropa, encendiendo más a Mike. Will levantó las manos y se aferró a su cabello, profundizando más el beso. ¡Joder! Su sabor era excitante al igual que su aroma.

Mike acercó más su cuerpo al de Will, provocando que su polla rozara el muslo de Will y sintiendo la erección de Will presionando su estómago. Necesitaban ir a su hotel urgentemente. Mike rompió el beso y miró el rostro de Will. Él había cerrado los ojos y respiraba con dificultad. Will abrió los ojos y lo miró con hambre y necesidad en sus oscuros ojos dorados. ─ Más ─ gruñó Will, bajando la cabeza para otro beso. Cuando Will encontró la boca de Mike nuevamente, invadiéndola con su lengua sin tregua, Mike gimió. ¡Joder! Will era muy bueno besando. Nadie lo había besado así. Will tomó posesión de su boca, explorando profundamente y a conciencia. Mike no dejaba de gemir. Algo en su interior se sentía completo. Y era una sensación increíble. Se devoraron sin control. Sus pulmones dolían por la falta de aire, pero él no estaba dispuesto a dejar aún esa boca. Sintió una leve mordedura en su labio inferior y gimió. Dolor y placer mezclados en uno lo estaban llevando a la locura. Cuando sintió a Will chupar su labio inferior casi se corre en sus pantalones. Se aferró más a Will. Quería joderlo. Meterse tan dentro de él que su esencia se impregnara en su interior. Quería marcarlo. ¡Maldición! Esos pensamientos lo estaban asustando. Cuando necesitó de aire para respirar, Mike rompió el beso jadeando. Miró a Will y se maravilló al notar que sus ojos brillaban más dorados que nunca. Estaba alucinando. Movió la cabeza de un lado a otro tratando de despejarse. ─ Este no es un buen lugar para lo que deseo hacer. ─ dijo con voz ronca.

─ Sí, tienes razón. ─ dijo Will con voz entrecortada. ─ Vamos, mi hotel no está lejos. Mike tomó la mano de Will y ambos salieron del callejón.

ill aún estaba aturdido por el beso. ¡Y Dios qué beso! Nunca había pensado que un beso así pudiera quitarle la capacidad de pensar. La lujuria estaba llevándolo al borde. Quería a Mike. Lo quería con desesperación. Algo en el beso había despertado sentimientos que creía muertos en su interior. Cuando sintió la boca de Mike presionando la suya, había sido increíble. Se sintió natural. Correcto. Sus labios se habían acoplado perfectamente en una danza de placer y deseo. No había mentiras, ni secretos a su alrededor. Ambos sabían lo que querían e iban a conseguirlo. Caminaron en silencio hasta el hotel. Will se detuvo sólo un momento, tratando de calmarse. Mike se hospedaba en el mismo hotel que él. Se volvió a mirar a Mike, sus ojos estaban aún nublados por el deseo y el temor que Will sentía desapareció en un segundo. No iba a renunciar a esta noche. Quería saber cómo era hacer el amor con un hombre. Quería descubrir y vivir plenamente lo que siempre había querido. Quería estar en los brazos de un amante que lo hiciera sentirse seguro. Cosa que no había sentido en ningún momento de su vida, pero que en este instante sentía con Mike. Era la primera vez en su vida que confiaba en que alguien más tomara el control. Cuando habían conversado en el bar, una sensación de calidez lo había inundado al estar junto a Mike. Eso lo había asustado al principio, pero luego sólo se dejó llevar por lo que sentía. Aunque Mike lucía muy joven, era realmente un hombre maduro y agradable. Su conversación había sido natural. Sin esforzarse por tratar de llenar los silencios. Ambos se

complementaban. Y estaba seguro que si pasara más tiempo con Mike, terminaría enamorándose. ¿Enamorándose? Acaso estaba loco. Detén esos pensamientos Will. No quieres complicar más tu vida. Es sólo una noche de sexo. El amor no está involucrado en esto. Movió su cabeza tratando de alejar esos pensamientos. Ahora lo único que quería era sentir a Mike moviéndose en su interior. Quería sentir sus caricias, sus besos. Quería descubrir lo que se había estado negando a sí mismo por tanto tiempo. Mike era increíble. Apuesto y fuerte. A pesar de su altura, Mike tenía un aura de poder que lo excitaba demasiado. Por una vez quería que otra persona tomara el control. Y quería lo que Mike estaba dispuesto a darle. Caminaron por el pasillo. Will se adelantó y siguió hasta el ascensor mientras Mike iba por su llave a la recepción. Estaba temblando. Cuando Matt le aconsejó que disfrutara París, nunca creyó que terminaría en esto. Pero a pesar de todo, esta noche quería disfrutarla al máximo. Una mano se deslizó por su espalda. ─ Vamos ─ susurró Mike cerca a su oído. Las puertas del ascensor se abrieron y ambos se deslizaron al interior. Mike presionó el botón de su piso y se acercó a Will. Will estaba nervioso. Su deseo no había disminuido en lo absoluto, pero aún así se preguntaba si podría complacer a Mike. Tenía miedo de arruinar las cosas. ¡Joder Will! Te estás comportando como si fueras una chica en su primera vez. Respiró profundamente. Sintió a Mike acercarse más a él, rozándolo con su brazo. Enviándole un delicioso calor a través de su breve contacto.

─ Si no quieres seguir con esto, lo comprenderé. Aunque otras partes de mi cuerpo no estén de acuerdo. ─ susurró Mike. Will lo miró a los ojos y vio las chispas de diversión brillando en ellos. Deslizó su mirada por el cuerpo de Mike y vio el duro bulto presionando en sus pantalones. Cuando volvió su mirada a los ojos de Mike, sus pupilas estaban dilatadas por el deseo. Rozó sus dedos con los de Mike y luego los entrelazó en un fuerte agarre. ─ Nunca he querido algo tanto como te quiero a ti en este momento. ─ gruñó. Jaló la mano de Mike y la apretó contra la erección atrapada en sus propios pantalones. Ambos gimieron. Las puertas se abrieron y Mike lo condujo a su habitación. Apenas Will entró a la habitación y cerró la puerta, fue empujado contra la pared e inmovilizado por el pequeño y fuerte cuerpo de Mike. Se miraron a los ojos y ambos se acercaron para un beso demoledor. ¡Mierda! El beso era demasiado caliente. Se aferró a Mike le devolvió el beso con pasión, deseo y necesidad. Se sentía afiebrado, la ropa le estorbaba. Mmm. ¡Joder! Su boca era deliciosa y quería más, no sólo un beso. Se separaron al mismo tiempo, y con la respiración agitada. Will no lo soportaba más. Su erección dolía de deseo. Estaba dura y gruesa de necesidad. ─ Te deseo ─ dijo en voz baja y grave. La sonrisa maliciosa que Mike le dedicó lo excitó aún más. Muy lentamente Mike se acercó a él y empezó a desnudarlo. Primero la chaqueta, luego la camisa, evitando tocar su piel. Will gimió, necesitaba sentir las manos de Mike acariciándolo por todo su cuerpo.

Cerró los ojos y respiró profundamente tratando de calmarse. Cuando sintió las manos de Mike en la correa de sus pantalones, abrió los ojos y bajó la mirada. Mike estaba de rodillas frente a él, abriendo sus pantalones. ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! Acaso Mike iba a hacer lo que parecía que iba a hacer. ─ Dime Will, ¿quieres tener mi boca aquí? ─ dijo Mike delineando con un dedo la erección sobre la ropa interior de Will. Era demasiado. Su polla se engrosó aún más. Sus bolas se pusieron aún más duras y pesadas. Su corazón se aceleró. Lo quería. Quería sentir la lengua de Mike lamiendo todo el camino desde la base hasta la punta. ─ ¿Will? ─ dijo Mike con voz grave, acariciando la cabeza de su polla y logrando humedecer su ropa interior. Era una tortura. Abrió la boca para hablar pero su lengua se sentía pesada. Lo único que pudo hacer fue levantar una mano y deslizar sus dedos por el cabello de Mike e instarlo a hacer lo que había dicho. Will volvió a cerrar los ojos. Mike lo tomó como una respuesta afirmativa. Bajó los pantalones de Will junto con la ropa interior hasta los tobillos y empezó a deslizar sus manos hacia arriba. Acariciando los músculos de sus pantorrillas muy lentamente y subiendo hacia sus caderas. Cada roce de los dedos de Mike sobre su piel, hacía que se erizara en piel de gallina. Sintió las manos de Mike acariciar su trasero y un caliente aliento muy cerca de su polla. Abrió los ojos en el momento exacto en que Mike rodeaba la cabeza de su polla con su húmeda y experta lengua. Era una sensación intensa. Apoyó su cabeza en la pared y dejó que Mike hiciera lo que quisiera.

Mike no podía creerlo. Era la primera vez que hacer una mamada lo estaba poniendo tan caliente. Lamió la ranura de la polla

de Will y gimió. Su sabor era excitante. Deslizó su mirada hacia arriba y se maravilló con el hermoso hombre desnudo frente a él. Era magnífico. No había otra palabra para definirlo. Su cuerpo era una obra de arte. Al mirar a su ancho pecho, su deseo de recorrer sus dedos por ese vello castaño claro era casi insoportable, pero primero lo primero. Volvió su mirada a la gruesa y dura polla frente a él. Era hermosa, y estaba roja con la cabeza casi púrpura por el deseo. La tomó en su mano y empezó a bombearla. Escuchó el ronco gemido de Will y le encantó. Estaba llevándolo al borde y lo sabía, pero quería que ésta experiencia fuera inolvidable para Will. Bajó nuevamente la cabeza y lo llevó a su boca, deslizó su mano hacia abajo y acarició las pesadas y duras bolas. Volvió a mirar hacía el rostro de Will y observó el brillo dorado de sus ojos. De un solo movimiento se tragó la polla de Will, relajando su garganta para poder tomarlo completo. ─ Oh, joder ─ jadeó Will arqueando la espalda. Mike acarició su trasero con una mano y Will empezó a entrar y salir de su boca. A un ritmo lento y luego un poco más rápido. Mike siguió acariciando sus bolas y disfrutando del grosor moviéndose en su boca. ¡Mierda! Los pantalones lo estaban apretando demasiado. Pero no se correría. Eso lo dejaba para cuando estuviera enterrado en el trasero de Will. Gimió, y eso fue todo lo que necesitó Will. Se corrió con un grito gutural. Fuertes chorros de semen inundaron la boca de Mike y se tragó todo hasta la última gota. Limpió el pene de Will y se puso de pie. Tomó la mano de Will y lo condujo a la cama. Will cayó de espaldas sobre las sábanas aún temblando por el poderoso orgasmo que había tenido. Mike lo observó unos segundos. ¡Dios! Parecía un sueño demasiado irreal el tener un hombre como Will en su cama. Se pasó las manos por el cabello tratando de calmarse y empezó a desvestirse.

─ Eres muy hermoso ─ susurró Will, devorándolo con los ojos cuando Mike se desnudó por completo. Mike sentía una presión en el pecho, la mirada de Will era impresionante. Un escalofrío le recorrió su columna. ¡Dios! Excitarse más era casi imposible. Moriría de una combustión espontánea sino hacía lo que tanto quería hacerle a ese apuesto hombre que lo miraba con hambre en los ojos. ─ No, tú eres hermoso. Mike se acercó a la cama y lentamente puso su cuerpo sobre el de Will. Cuando sus cuerpos se tocaron, ambos gimieron. ¡Joder! Era una sensación increíble. Miró dentro de los ojos color miel que ahora estaban nublados por el deseo y quiso perderse en ellos. Esto que sentía era más que sexo, y lo asustaba, pero no quería parar. Quería darle a Will todo el placer que se había estado perdiendo. Quería dejar una marca sobre su piel, sobre su alma, sobre su corazón. Bajó la cabeza y tomó la boca de Will en un posesivo beso. No quería pensar en nada más que en la deliciosa y caliente boca de Will. Saboreó con hambre y exploró cada rincón de la boca de Will. No quería olvidar su sabor. Quería guardar en su memoria cada sensación que le provocaba Will con su deseo. Con la respiración agitada se separó de los labios rojos e hinchados de Will. ─ Te necesito ─ Will gimió ─ Por…favor. ─ Shh…no seas impaciente. ─ Rozó su erección contra la de Will y obtuvo un ronco gemido ─ Dime qué es lo que quieres ─ le dijo en el oído a Will. Will no perdió tiempo en palabras, jaló con su mano derecha la cabeza de Mike para otro beso, y con la otra mano acarició la espalda de Mike, apretándolo contra su cuerpo. Ambos jadearon cuando sus cuerpos entraron en contacto otra vez.

Mike rompió el beso y se deslizó hacia abajo. Lamiendo toda la piel que tenía a su alcance. Su mentón, su cuello, sus pezones. Saboreo y delineó con su lengua cada una. Chupando y mordiendo suavemente. Continuó moviéndose hacia abajo, succionando la piel. Will abrió sus piernas en invitación, lanzando pequeños gemidos cada vez que Mike chupaba o lamía su camino hacia su agujero. ─ ¿Qué quieres que haga aquí? ─ dijo Mike mordiendo cada nalga y luego dando una lenta lamida para calmar el escozor. ─ Te quiero dentro ─ Will gimió, aferrándose a las sábanas. ─ ¿Quieres que te folle? ─ dijo Mike antes de empujar su lengua en el necesitado agujero de Will. ─ Sííí…fóllame.

ios! Sentir la lengua de Mike en su agujero, lamiendo y jodiéndolo, lo estaba llevando a la locura. Nunca imaginó que el placer llegara hasta esos límites. Su cuerpo se sentía tirante. Su renovada erección pulsaba y sus bolas estaban adoloridas por el inmenso placer que estaba creciendo en su interior.

¡

─ Oh Dios…Oh Dios…─ gimió cuando sintió un húmedo dedo penetrándolo con lentitud. Mike alternaba su lengua con su dedo y eso era casi una tortura. Cuando fueron dos los dedos entrando y saliendo de su cuerpo, no pudo evitar gritar de placer. ─ Mike…sí..sí..oh ahí…Mike. Su erección ahora había crecido a proporciones increíbles. Los dedos de Mike habían encontrado su punto de placer y lo estaban llevando a un nuevo nivel de excitación. Su cuerpo se retorcía y ya no sabía ni siquiera en dónde estaba, todo su ser estaba ahora concentrado en el intenso placer que estaba sintiendo. ─ Eres tan malditamente caliente ─ gruñó Mike, moviendo sus dedos en tijera, para estirar bien el agujero de Will. ─ Ahora…jódeme ahora. ─ Sí…ya no puedo seguir conteniéndome ─ jadeó Mike, sacando sus dedos del culo de Will. Abrió el cajón de la mesa de noche y sacó una botella de lubricante y condones. Will vio a Mike enfundar su gruesa polla en un condón y cubrirlo con lubricante. Aplicando lubricante también a sus dedos. Era muy placentero ver a Mike tratando de controlarse, eso decía lo mucho que lo deseaba. Cerró los ojos cuando sintió los

dedos de Mike moviéndose en su interior otra vez. Ahora eran tres los dedos deslizándose dentro y fuera. Dos empujes más y su agujero latía necesitado cuando Mike sacó sus dedos. ─ Mírame ─ gruñó Mike cuando puso una almohada bajo su trasero. Will abrió los ojos a la voz demandante de Mike y bajó la mirada. Y vio cuando cada centímetro de esa polla se enterraba en su interior. Jadeó. ¡Maldición! Se sentía lleno. Sólo había sufrido un pequeño dolor, pero ahora todo lo que podía sentir era placer. ─ ¿Estás bien? ─ dijo Mike, con el cuerpo en tensión. Will observó su rostro y algo dentro de su pecho dolió. Lo quería. En sólo una noche había encontrado a la persona que había estado buscando toda su vida. Cuando sus ojos se encontraron con la azul mirada de Mike, ambos se conectaron. Will vio en los ojos de Mike, sorpresa, deseo y también…¿amor? No, se equivocaba, era demasiado pronto como para sentir eso. Pero eso no era importante ahora, lo único que quería en ese momento era que Mike se moviera. ─ Sí, estoy bien. ─ Y como para confirmar lo que dijo él fue el primero en moverse. Mike tomó la indirecta y presionando sus manos en las caderas de Will, empezó a moverse. Duro y profundo a un lento ritmo. ─ Estás tan apretado y caliente ─ escuchó a Mike decir. ¡Joder! Sentir la polla de Mike moviéndose en su interior lo estaba haciendo temblar. ─ Más…más… Will empezó a llevar el ritmo, encontrándose con Mike en cada empuje. Dentro y fuera. Era demasiado. La sensación de llenura y los empujes rozando su próstata cada vez, eran una deliciosa agonía.

Will gemía, sacudiendo su cabeza de un lado a otro sobre la almohada. Cuando sintió la mano de Mike acariciar su polla fue su perdición. Un increíble éxtasis fluyó a través de él y se corrió fuerte. Chorro tras chorro de semen explotaron de su polla, esparciéndose en su pecho y abdomen. Sintió el cuerpo de Mike vibrar con su propio orgasmo antes de caer sobre él. Nunca en su jodida vida había imaginado que existiera un placer como el que Mike acababa de darle. Sus respiraciones se normalizaron poco a poco. Mike se alzó sobre su cuerpo y bajó la cabeza para darle un profundo beso. Lo sintió salirse de su interior. Mike se quitó el condón y fue al baño. Will apenas podía creer que había tenido relaciones sexuales con un hombre y había sido la experiencia sexual más increíble de su vida. Mike salió del baño con una toalla y empezó a limpiarlo muy suavemente. Cuando terminó, tiró la toalla al suelo y se acomodó cerca de Will. ─ ¿Estás bien? ─ Sí ─ logró susurrar Will. Levantó una mano y acarició el rostro de Mike. No había podido brindarle mucha atención al cuerpo de Mike, pero ahora era su turno para explorar cada parte del cuerpo de este hombre. ¡Dios! Era muy hermoso. Y sus ojos ahora brillaban más que antes. ─ Eres maravilloso. Sonrió al ver el rostro de Mike ruborizarse. Deslizó su mano por el cuello de Mike y fue bajando un poco más, rozando su piel muy suavemente. Acercó su boca a la de Mike mientras acariciaba sus pezones. Nunca se cansaría de la boca de Mike. Era como una fruta jugosa, roja y madura. Chupó el labio inferior y luego le dio una pequeña mordida. ¡Dios! Se estaba excitando de nuevo.

Bajó la cabeza y lamió la punta dura y roja de uno de sus pezones. Estar en este momento disfrutando del cuerpo de un hombre era un sueño hecho realidad, y más aún cuando el hombre era Mike. Levantó la cabeza y se perdió en los oscuros ojos azules de Mike. Sin apartar la mirada, tomó la erección de Mike en su mano y empezó a bombear muy lentamente. Pudo observar las pupilas de Mike dilatarse con el deseo. Deslizó su cuerpo hacia abajo y siguió acariciando la polla de Mike. Muy lentamente bajó el rostro e inhalo la esencia de Mike. ¡Dioses! Su olor lo estaba poniendo más duro. Se lamió los labios queriendo saborear esa linda polla. Levantó la mirada y se encontró con los oscuros ojos de Mike y supo qué era lo que tenía que hacer. Bajó la cabeza y lamió la ranura de la polla de Mike. Lo escuchó jadear y eso lo animó a seguir con la exploración. Volvió a bajar la cabeza y lamió el pene desde la base hasta la punta. Deleitándose con la textura de su piel. Quería más. Abriendo la boca se tragó la erección de Mike poco a poco, sintiendo la caliente polla latir. Era una sensación extraña pero excitante también. Dejó la polla con un ’pop’, lamiéndose los labios y disfrutando de su esencia. ─ Tienes un sabor delicioso ─ dijo, acariciando con su mano el duro eje de Mike mientras lo miraba fascinado. Aún no podía creer que la gruesa polla que estaba acariciando había estado hace unos momentos moviéndose en su interior. Y ahora lo quería nuevamente. Levantó la mirada al rostro de Mike y el humor en sus ojos azules le dijo que Mike sabía lo que Will quería. Y más aún cuando sintió la mano de Mike en su trasero, metiendo dos dedos en su interior. ─ De manos y rodillas ─ demandó Mike. Will no perdió tiempo y cumplió rápidamente con la demanda. Estaba ardiendo. ¡Maldición! Quería ser jodido otra vez. Y le fascinaba cuando oía gruñir a Mike. Su agujero se contrajo de necesidad. Para ser su primera vez, no se sentía muy incómodo.

Escuchó el paquete de condón al abrirse y luego sintió la presión de la polla de Mike en su agujero. Sosteniendo sus caderas, Mike lo penetró de un solo empuje. Ambos gruñeron. Y Mike empezó a moverse. ─ Oh…sí…más duro…más… Mike sólo respondió con un gruñido y lo jodió más duro en cada empuje. ¡Mierda! Ya no podía seguir resistiendo. Una capa de sudor cubría ambos cuerpos. El sonido de succión y de piel contra piel llenaban la habitación, incluyendo los gemidos y gruñidos de ambos. El olor de sexo cubría el ambiente. ─ Joder…joder… ─ Eso estoy haciendo ─ respondió Mike acercándose al oído de Will y dándole una pequeña mordida en el lóbulo de su oreja. Will no sabía si reír o llorar de placer. Su polla dolía. Levantó más su trasero en cada empuje y vio puntos de colores tras sus ojos cuando Mike rozó su próstata. ¡Oh joder! ¿Qué fue eso? ─ ¡Mierda! Tu agujero es caliente como el infierno. Will sólo gimió en respuesta y siguió recibiendo cada estocada. Iba a morir de sobreexcitación. Jadeó cuando sintió a Mike bombear su polla al mismo ritmo que lo jodía. Sus bolas se apretaron, su sangre se diluyó en caliente lava y sólo pudo dejar escapar un gemido de su boca cuando el orgasmo lo golpeó con violencia. Arqueó más la espalda y sintió al pene de Mike apretarse en su interior y luego escuchó el fuerte y ronco gemido de Mike al correrse. ¡Oh Dios! Estaba en el cielo. Sus fuerzas se fueron y cayó rendido sobre la cama. Mike salió de su interior y cayó a su lado.

Sus pulmones estaban esforzándose para brindarle aire. Creía que iba a morir. Abrió los ojos y sonrió al ver el rostro saciado de Mike. Se veía aún más hermoso. ─ ¿Mike? ─ Hmm ─ Eres el hombre más maravilloso que he conocido en mi vida. Y ésta ha sido una noche increíble. Mike abrió los ojos y se quedó observándolo unos instantes antes de hablar. ─ Gracias. ─ Se acercó a Will y deslizó sus dedos por su cabello ─ Sabes, la noche aún no termina. ─ Acercó su boca a la Will y lo besó con ternura y luego con pasión.

Will observó el relajado rostro de Mike al dormir. Era hermoso. Se sentía cansado pero no podía dormir allí. Habían hecho el amor dos veces más hasta que Mike cayó exhausto sobre la cama y no había vuelto a moverse. No quería irse, pero tenía que hacerlo. La realidad en la que vivía era muy diferente y no podía permitir seguir mintiéndose. Aún no se sentía capaz de confesar la verdad de sí mismo a su familia. Pero viendo el rostro de Mike tal vez…No, no había un tal vez. Lo que había experimentado con Mike era sólo sexo. Sólo eso. No podía haberse enamorado de él en una sola noche. Era imposible. Aunque sabía que si se alejaba ahora, nunca más volvería a sentir la clase de conexión que sintió con Mike. Se levantó sin hacer ruido y se vistió. Miró hacia la cama y suspiro. Sentía una presión en el pecho y un nudo en la garganta. ¡Joder! ¿Por qué era tan difícil dejar a Mike?

Se acercó muy despacio a observar el rostro de Mike. Quería guardar cada detalle en su memoria. Cada curva, cada depresión. Nunca olvidaría su sonrisa, ni su rostro cuando llegaba al orgasmo. ¡Maldición! Parecía increíble, pero sabía en el fondo de su corazón que se había enamorado. Se había enamorado de Mike desde el momento en que éste le sonrió. Y recién se daba cuenta de eso. Pero eso no quitaba que él no tenía el valor suficiente para luchar por ese amor. Aún no estaba listo para salir del clóset. Miró una vez más el rostro de Mike y una lágrima logró escaparse de sus ojos. Era un cobarde. Y Mike no se merecía a un cobarde como él. ─ Te amo, pero no estoy listo para esto ─ susurró Will antes de dar la vuelta y salir de la habitación.

ike despertó y se movió en la cama sin abrir los ojos, deslizó su mano derecha por las sábanas buscando a Will. Cuando sintió el frío vacío a su lado, abrió los ojos. Will no estaba. Un profundo dolor se instaló en su pecho. Will se había ido. Sin despedidas. Sólo se había ido. Mike se giró en la cama y dobló su cuerpo en posición fetal. Dolía. ¿Por qué no se había despedido de él? Ninguna palabra de despedida. Ni siquiera un adiós. Sólo había sido sexo para Will, pero para él había sido mucho más. Una extraña risa salió de su boca. Era un idiota. Siempre era un idiota en situaciones como ésta. Había creído que ésta vez sería diferente. Que ésta vez había elegido al tipo indicado. Pero había sido una jodida estupidez. Aún podía recordar las palabras de su ex. Las crudas palabras que le dijo James antes de dejarlo. “¿Amor? ¿Estás loco? Cuando los hombres te ven sólo ven a alguien lindo y fácil con quién follar. Nada más.” No supo cuánto tiempo pasó tratando de calmar su dolor hasta que el ruido de su teléfono lo despertó del trance en el que se encontraba. Respiró profundamente. Sólo le quedaba olvidar. El mundo no se detenía porque él tuviera el corazón roto. Al menos pronto tendría en qué distraerse.

Aspiró y exhaló aire pausadamente tratando de controlarse. Quién sea que estuviera llamándolo no necesitaba saber que su corazón estaba sufriendo. El teléfono volvió a sonar y estiró la mano hasta alcanzarlo. ─ ¿Aló? ─ ¿Mike? Espero no haberte despertado. Escuchar la suave voz de Chris al otro lado de la línea telefónica fue agradable. Extrañaba a su prima. ─ No, ya estaba despierto. Además tengo que preparar el equipaje. En unas horas sale mi avión. ─ ¿Quieres que vaya a recogerte al aeropuerto? Mike se levantó y se dirigió hacia la ventana. El sol estaba saliendo en el horizonte, desapareciendo la gris penumbra alrededor de París. ─ No será necesario, Chris. Pero gracias por preguntar. ─ Está bien, pero llámame cuando estés instalado en tu nueva casa. Mike sonrió, hablar con Chris siempre le alegraba el día. ─ Lo único que quieres es tu obsequio ¿no es así? La risa de Chris a través de la línea le confirmó lo dicho. ─ Bueno eso es sólo una parte, también quiero verte. Te he extrañado estos meses, además te tengo una buena noticia. ─ ¿Y cuál es? ─ No, no, no. Eso te lo diré cuando estés aquí. Te haré tu comida favorita y pasaremos la tarde juntos.

Mike cerró los ojos. Tal vez era mejor olvidar París y concentrarse en su nueva vida. Mañana estaría en su nueva casa, planeando los arreglos necesarios para dejarla a su gusto. Empezaría una nueva etapa en su vida y Will no sería parte de eso. Debía recordarlo, Will no estaba en su futuro. ─ Está bien, Chris. Te llamo cuando llegue. Además prefiero pasar el día en casa, así que tendrás que traer lo necesario para lo que planeas prepararme. No olvides el vino. ─ ¡Nunca! Hasta pronto Mike. ─ Hasta pronto Chris. Mike cortó la llamada y volvió a mirar por la ventana. Ya no había rastro de oscuridad en París. Ahora todo tenía un brillo hermoso como siempre. Pero nada podía aún calmar el pesar que sentía en el alma. Cuán equivocado había estado creyendo que había encontrado a su alma gemela. ¡Dios! Debería de dejar de pensar en esas tonterías y dejar de escuchar las locuras de Chris. Se alejó de la ventana y entró en el baño. Tenía que quitar el olor de Will de su piel. Tal vez dejar de un lado el dolor y tenerlo sólo como un agradable recuerdo. ¡Joder! Se había enamorado de un tipo del que ni siquiera sabía su nombre completo. Y ¿era Will su verdadero nombre? Sólo fue sexo, increíble sexo. Sólo eso. Se metió en la ducha y abrió el grifo. Debía apresurarse si no quería perder su vuelo. Cerró los ojos y vio los increíbles ojos dorados de Will brillando con algo más de pasión. Nunca sabría si ellos habían desperdiciado su oportunidad. A veces el destino te hacía bromas pesadas, mostrándote lo que nunca podrías tener. Te deseo una buena vida, Will. Espero que me recuerdes del mismo modo que lo haré yo toda mi vida. La noche anterior nunca podré borrarla

de mi mente. Ya que por un instante fuimos sólo dos amantes disfrutando del amor. ─ ¿Por qué diablos me tuve que enamorar de ti, Will? ─ murmuró para sí mismo. Movió la cabeza de un lado a otro y empezó a enjabonarse el cuerpo. Era una pérdida de tiempo seguir lamentándose. Era el momento de seguir adelante. Una casa y un trabajo nuevo lo esperaban en San Francisco.

La reunión de negocios de Will había sido una pesadilla. No había podido dejar de pensar en Mike. Había estado en su mente todo el maldito día. Todas las imágenes de lo que habían compartido no dejaban de aparecer en su mente. Lo extrañaba. Desde que dejó la cama de Mike, había estado caminando de un lado a otro sin tener idea de a dónde ir. No había prestado ningún tipo de atención en la reunión de la compra del Hotel Le Paradis. Gracias a Dios viajaba con uno de los abogados de su padre, sino todo habría terminado en un desastre. Miró a través de la ventanilla del taxi. Las calles estaban llenas de personas disfrutando el aire de amor que tenía París, y él lo único que sentía en ese momento era una profunda soledad. Había sido un estúpido y un completo imbécil al abandonar a Mike. El taxi se detuvo frente al Hotel, pagó al taxista y bajó del auto. Levantó la mirada y contempló el Hotel. Aún recordaba el deseo nublado en los ojos de Mike la noche anterior cuando se detuvieron justo en este mismo lugar antes de entrar. Caminó lentamente hacia la recepción. Tal vez tenía una oportunidad de ver por última vez a Mike. Su corazón se agitó con

sólo ese pensamiento. Ansiaba verlo una vez más. Quería ver el brillo de sus ojos y su sexy sonrisa. Con esa nueva determinación aceleró el paso. ─ Buenas tardes Sr. Thompson ¿En qué puedo ayudarle?─ dijo la joven recepcionista mientras lo miraba con atención. ─ Quisiera dejar una nota para el huésped de la habitación 1008. ─ Lo siento señor, pero la habitación 1008 está desocupada desde el mediodía. ─ ¿Puede decirme quién la ocupaba antes? ─ Lo siento señor, pero no puedo darle esos datos. ─ Lo entiendo. ─ ¿Quiere que le entregué su llave, Sr. Thompson? ─ Sí, gracias. Tomó la llave y se encaminó hacia el ascensor. Mike se había ido. Y lo peor de todo es que todas sus esperanzas se habían ido con él. Entró al ascensor y recordó los minutos que pasó con Mike en su interior. Cerró los ojos. Estaba aliviado que dentro de poco iba a dejar el hotel, porque todo en este maldito hotel le recordaba a Mike. El sonido del ascensor anunciando que estaba en su piso lo alejó de los recuerdos de la noche anterior, salió y se dirigió a su habitación. Tenía que empacar. Ya en su habitación empezó a dar vueltas sin poder detener los pensamientos que se agolpaban en su cabeza. Estaba enamorado y había sido lo suficientemente tonto para desaprovechar la única oportunidad que quizás le brindaba la vida para ser feliz.

¡Joder Will! ¡Despierta! No puedes seguir ocultando los sentimientos que Mike despertó en ti. Se detuvo junto a la ventana y observó la ciudad. En París había encontrado el amor, y también lo había perdido. ─ No puedo seguir con esto ─ murmuró para sí mismo. Desde que tenía veintidós años había estado temeroso de defraudar a su padre. Había seguido su vida con miedo de que todo el mundo descubriera quién era en realidad. Todo lo había hecho por temor. De qué sirve hacer feliz a todo el mundo cuando yo no soy feliz en lo absoluto. Se acercó a la cama y se quitó el saco y la corbata. Había sabido desde que tenía catorce que era diferente y lo había aceptado. Había aceptado esa parte de sí mismo, pero cuando descubrió que su padre despreciaba a los homosexuales, había ocultado su verdadera naturaleza. Pero por qué tenía que seguir ocultándolo. Era un hombre con dinero y éxito en los negocios. Su hermana tenía una mente abierta y tal vez podía aceptarlo tal cual era. En cuanto a su padre, no tenía por qué sentirse decepcionado, él había hecho que sus empresas tuvieran más beneficios y había ampliado la compañía. No tenía por qué seguir fingiendo ser alguien que no era. Tampoco pensaba gritarle a todo el mundo que era gay. Eso era una estupidez, pero a su familia y amigos no tenía por qué seguir mintiéndoles. Mucho menos a Christine. Con esa nueva decisión, parecía que el peso que cargaba sobre sus hombros se había aliviado. Se duchó y arregló las maletas para ir al aeropuerto.

Salió del hotel una hora antes de que saliera su vuelo. Miró por última vez el hotel, nunca olvidaría la noche maravillosa que pasó con Mike. Había sido la experiencia más increíble de su vida. Esperaba que el destino pusiera a Mike otra vez en su camino. Sino era así, él forjaría su propio destino y buscaría a Mike. Iría a por él hasta el fin del mundo si era posible. Se giró y paró un taxi para ir al aeropuerto. San Francisco lo estaba esperando, así como una importante conversación con su padre.

ún no se lo había dicho su padre. De pie junto a la gran ventana de su oficina, Will miraba la ciudad. Era lunes y había llegado temprano a la oficina para ponerse al día con los asuntos de la renovación del Hotel. Aún estaba sorprendido por la forma en qué Gabriella había tomado su confesión en el fin de semana que pasaron juntos. “─ ¿Y qué es eso tan importante que tenías que decirme? ¿De qué se trata?─ preguntó Gaby, mirándolo con atención mientras dejaba a un lado los regalos que le había traído de Paris. Will pasó sus manos por su cabello y empezó a caminar de un lado a otro frente al sofá dónde se encontraba sentada Gaby. Se detuvo frente a ella y tomó una profunda respiración. ─ Soy gay. Y ya no quiero seguir ocultándolo. No lo dije antes porque temía que me rechazaras. Gaby lo miró unos instantes antes de levantarse del sofá y saltar a sus brazos. ─ ¡Tonto! Cómo pudiste pensar que yo podía despreciarte por ser quién eres. Te amo. Eres mi hermano. Eres el único con quién yo siempre he contado desde que nací. No me importa de quién te enamores, yo sólo quiero que seas feliz. decir.

Will apretó a su hermana contra su pecho. Dios, aún no sabía qué ─ ¿En serio no te molesta? ─ preguntó unos momentos después.

─ ¡Claro que no! Además ya lo sospechaba, es por eso que no quería que continuaras con la tontería del compromiso con Christine. Will la apartó de sus brazos y la miró a los ojos. ─ ¿Cómo que ya lo sospechabas? Gaby se sentó otra vez en el sofá y jaló a Will de la mano para que se sentara junto a ella. ─ Sí, yo empecé a sospechar cuando en mi fiesta de quince te presenté al hermano de Kate, una compañera de la escuela, y vi el modo en que lo mirabas. Nunca había visto ese tipo de mirada cuando conocías a una chica, así que pensé que él te gustaba. Pero cuando volviste de la universidad de vacaciones ese mismo año, tú empezaste a comportarte extraño. Estabas distante y reservado. ¿Qué fue le que te pasó esa vez? Will cerró los ojos y recordó esa época. Fue el verano siguiente a escuchar la conversación de su padre con su tío. Habían sido los meses más difíciles de su vida. No podía decírselo a su hermana. Eso ya era parte del pasado. ─ Eso ya no importa. ─ tomó la mano de su hermana ─ Gracias por aceptarme. Te quiero mucho hermanita. Gaby apoyó su cabeza en el hombro de Will y apretó su mano. ─ Y yo a ti.” Will sonrío, recordando lo bien que se la había pasado con Gaby ese día. Movió la cabeza de un lado a otro. Su hermana era increíble. Ella lo había aceptado con una hermosa sonrisa. Cerró los ojos y suspiró. Ahora su padre era otro asunto muy diferente. El sonido de golpes en la puerta lo alejó de la ventana y se sentó tras el escritorio. ─ Adelante. ─ ¡Hey, Will! ¿Cómo estás? Espero me cuentes todos los detalles del viaje ─ dijo Matt entrando en la oficina y sentándose en la silla frente al escritorio. ─ Hola, Matt. ─ dijo arreglando los papeles sobre el escritorio.

─ ¿Qué pasa, Will? ¿Cuál es el problema? ─ dijo Matt mirándolo con preocupación. ─ Hay algo que necesito decirte, pero no sé cómo diablos hacerlo. Matt se acercó más al escritorio. ─ Lo que sea que te preocupe puedes decírmelo, sabes que puedes contar conmigo. ─ ¡Oh demonios! ─ se puso de pie y se acercó nuevamente a la ventana. ─ No se por dónde empezar. Matt sólo se limitó a observarlo, esperando a que Will hablara. ─ No sé cómo te sientas al respecto, pero ya no puedo seguir fingiendo algo que no soy. ─ Se giró y miró a Matt a los ojos ─ Soy gay, y lo he estado ocultando desde hace mucho tiempo. Pero ahora es demasiado difícil para mí seguir con esto. Conocí a alguien en París que me hizo sentir muchas cosas, demasiadas. Creo que me enamoré. Pero tuve miedo y me alejé. Creí que no se merecía un cobarde como yo, pero ahora me estoy arrepintiendo de haberlo dejado. ─ dijo pasándose las manos por su rostro. ─ Will Matt se puso en pie y se acercó a él. ─ Mírame ─ dijo poniendo sus manos en los hombros de Will ─ Estoy feliz de que al fin hayas aceptado quién eres. Y no tengo ningún problema con eso, es tu vida. Además yo ya lo sabía. ─ ¡¿Qué?! ¿Cómo? Matt se alejó de Will y se apoyó en el escritorio ─ Somos amigos desde nuestro primer año de universidad, y en esos días no eras muy bueno ocultando tus emociones. Además, cada vez que veías al profesor de Economía, te brillaban los ojos. ─ dijo sonriendo.

Will sonrió. ¡Dios! Todo era tan…bizarro. Años ocultando su sexualidad y ahora su hermana y su mejor amigo lo habían sabido. Siempre lo supieron. ¡Joder! Debió haber confiado más en ellos y haberles dicho la verdad desde un principio. ─ ¿Quién es? ─ preguntó Matt con curiosidad. ─ ¿De qué hablas? Matt se cruzó de brazos y lo miró. ─ Dijiste que habías conocido a alguien en París. ¿Quién es? ¿Y por qué rayos lo dejaste? ─ Mike ─ susurró antes de sentarte de nuevo en su silla. ─ ¿Mike? ─ Sí, lo conocí la noche antes de regresar de París. Fue la noche más increíble de mi vida. ─ ¿Te enamoraste? ─ Yo… ─ Sr. Thompson, el Sr. Laurens ya llegó a su reunión de las 9:00. ¿Lo dejó pasar? ─ dijo la secretaria a través del comunicador. Matt y Will se miraron unos momentos hasta que Will suspiró rendido. Tenía que hablar con el arquitecto. Se sentó en su silla y presionó el botón de comunicación. ─ Sí Mary, que pase. ─ Entendido, Sr. Thompson. Matt volvió a sentarse en una de las sillas frente al escritorio de Will. Ambos miraron hacia la puerta. ─ Siento llegar un poco tarde, pero tuve que pasar primero por el Hotel para tener una idea sobre el trabajo.

Will se puso en pie en el momento exacto en que el hombre llenó de papeles en las manos levantó el rostro. ─ Mike.

Mike se quedó impactado al ver el rostro del hombre que le había quitado el sueño los últimos días. ─ ¿Will? ─ logró susurrar antes de que se le cayeran de las manos los papeles que traía. William se acercó rápidamente y se arrodilló junto a Mike a ayudarle a recoger los papeles. Cuando Mike tenía otra vez las manos llenas, ambos se pusieron en pie y se miraron fijamente. ─ ¿Qué haces aquí? ─ preguntó Mike. ─ Yo debería preguntar lo mismo. ¿Por qué rayos se encontraba a Will justo cuando ya había decidido olvidarlo? Observó su rostro. Estaba más guapo que la última vez que lo vio, usaba un traje a la medida y se veía incluso más sexy que antes. De pronto recordó que Will lo había dejado. Quizás su situación aquí en San Francisco se complicaría. ¿Estaba Will feliz de verlo o fingiría que no lo conocía? ¡Mierda! ¿Y se supone que tendría que trabajar con este hombre los próximos meses? ¿O perdería el trabajo por haber tenido un encuentro con él? Matt los miró detenidamente por varios segundos, y luego sonrió y se acercó a ellos. ─ Will, te presentó a Michael Laurens, el arquitecto contratado para la renovación del hotel. ─ se giró a mirar a Mike ─ Y Michael, éste es William Thompson, el que da las órdenes por aquí. ─ se encaminó hacia la puerta ─ Bueno los dejó solos para que

hablen del proyecto, yo los veré más tarde. Tengo asuntos que atender. El ruido de la puerta al cerrarse sacó a Mike de su estupor. Will era William Thompson, su jefe. Cerró los ojos. Tal vez era un sueño y aún no llegaba a su primer día de trabajo. ─ Mike ─ la profunda voz de Will se suavizó como una caricia antes de tomar su boca con la suya, sintió la mano de Will levantar su mentón para un beso más profundo. Gimió. No pudo evitarlo. Su boca sabía tal como la recordaba y sus besos eran aún más calientes. Mike dejó caer los papeles otra vez al suelo y levantó sus manos deslizándolas tras el cuello de Will, jalándolo más cerca. Exploró y saboreó su boca como si fuera la primera vez. Sus cuerpos se apretaron, pecho contra pecho y Mike sólo quería sentir su piel desnuda. ─ Te extrañé ─ susurró Will contra sus labios. ─ Y yo a ti ─ Mike lo jaló para otro beso. Lo quería, en estos tres días no había dejado de quererlo. Lo ansiaba. Su corazón se había detenido cuando lo vio, pero ahora latía desbocado. Estuvieron varios minutos saboreándose y disfrutándose entre ellos. Su beso no sólo compartía pasión y lujuria, sino también un sentimiento más profundo que ambos intentaban en vano ocultar. Will rompió el beso y lo abrazó fuerte. ─ Lo siento. Fui un cobarde al dejarte. Mike se alejó un poco y miró en las profundidades de esos ojos color miel. ─ ¿Por qué lo hiciste? Creí que habíamos pasado una noche maravillosa. Will lo jaló y lo apretó junto a su pecho, besando su cabello. ─ Y así fue. Es sólo que aún tenía miedo de salir. Pero cuando no pude encontrarte en el hotel la tarde siguiente, decidí dejar de fingir y ser quién realmente soy.

─ ¿Y quién eres? ─ Soy gay y creo que estoy enamorado de ti. Mike deslizó sus manos por la espalda de Will, absorbiendo cada palabra. Tal vez ellos sí tenían un futuro después de todo. ─ ¿Crees? Will acarició su mejilla y levantó su rostro. ─ Estoy seguro. ─ Le dio un tierno beso lleno de amor. Mike cerró los ojos disfrutándolo. ─ También te quiero ─ susurró contra los labios de Will y perdiéndose en el brillo dorado de sus ojos. Ésta vez el beso fue más caliente y hambriento. Se devoraron mutuamente. Ambos desesperados y con urgencia. Mike nunca pensó que alguna vez pudiera sentir esto que sentía por Will. Lo amaba. ─ Sr. Thompson, la Srta. St. Claire está aquí. Ambos se separaron jadeando. Will se acercó a su escritorio mientras Mike recogía otra vez los papeles del suelo. ─ Puedes dejarla pasar ─ dijo Will presionando el botón del intercomunicador, mirando a Mike de una forma extraña. Mike se sorprendió al ver temor y angustia en los ojos de Will. ¿Qué sucedía? No tuvo tiempo de analizar más la situación, la puerta se abrió. ─ Hola Mike, ya veo que conociste a William. ─ dijo Chris mirándolo con una sonrisa, se acercó a Will y lo tomó del brazo ─ Ahora las presentaciones, Mike te presentó a William, mi prometido y William ─ dijo mirando a Will ─ Michael es mi primo y estoy feliz de que ambos estén trabajando juntos. Sé que se llevaran muy bien.

Mike miró a Will mientras sentía a su corazón romperse en mil pedazos. No, no podía ser. Will no podía ser el prometido de su prima. Era absurdo. Cerró los ojos tratándose de calmarse y resistirse al dolor que estaba sintiendo. Las palabras de Chris fueron como un cuchillo clavándose directo en su corazón. Aún no podía creer lo que oía. Cuando Chris le había dicho que estaba comprometida, había omitido el nombre pero le dijo que era el hijo de Joseph Thompson, el socio de su padre. ¡Dios! Nunca imaginó que el hombre que amaba estaba prohibido para él. Tenía que salir de ahí. No podía derrumbarse frente a Will. No quería que él supiera cuánto dolor le estaba inflingiendo. No quería que viera en sus ojos la agonía que estaba sufriendo en estos momentos. ─ Yo…─ murmuró y tragó tratando de pasar el nudo que tenía en la garganta. ─ Te felicito primita, pero ahora tengo que regresar al hotel a supervisar unas cosas. Nos vemos después ─ dijo con voz gruesa y mirando a cualquier lugar menos a la pareja frente a él. Era demasiado difícil continuar ahí. Dolía demasiado. Se giró y salió rápidamente de la oficina.



ué extraño! Mike nunca se había comportado así antes ─ Christine soltó el brazo de Will y lo miró detenidamente ─ William ¿qué sucedió? Will aún no despegaba la mirada del lugar dónde Mike había estado unos segundos antes. El dolor que vio en los ojos de Mike le dolía profundamente. ¿Qué había hecho? Debió terminar su noviazgo con Christine desde mucho antes. ─ ¿Will? ¿Qué pasó con Mike? ─ De pronto los ojos de ella lo miraban sorprendidos ─ París…─ susurró y lo miró con el entrecejo fruncido ─ Háblame, Will. Dime por qué el primo que más amo en el mundo salió con el rostro pálido y sin mirarme a la cara. ─ Yo…lo conocí en París ─ murmuró, sin siquiera saber cómo decirle la verdad. ─ Tú…─ susurró ella sentándose en la silla antes ocupada por Matt. ─ ¡Eres tú!…el hombre que le rompió el corazón en París. Pero ¿cómo…? Will se pasó las manos por su cabello, despeinándolo. Respiró profundamente. Era hora de hablar sin rodeos. Tenía que decirle la verdad a Christine y luego ir a buscar a Mike. Mike. Esperaba poder conseguir su perdón. No podía perderlo. Lo amaba profundamente. ─ ¿Qué le hiciste, Will? ─ preguntó Christine mirándolo a los ojos ─ Porque el hombre que llegó de París no era el Mike que conozco. Estaba demasiado triste y lo único que me dijo fue que se había enamorado en París pero que no había funcionado. ─ Se frotó las sienes ─ ¿Y por qué yo no sabía que te gustaban los hombres? ¿Eres gay?

─ Sí. ─ Y entonces ¿Por qué te comprometiste conmigo? ─ Yo…aún no estaba listo para aceptar esa parte de mí. ─ Y aún con esas dudas en tu corazón, ¿pensabas casarte conmigo? ─ Lo siento, en serio. Además yo no pensaba llevar esto tan lejos, sólo no sabía cómo acabar con todo. Temía lastimarte. Christine suspiró. ─ Mira Will, esto también es mi culpa. Me dejé presionar por mi padre para aceptar este compromiso. Te quiero pero sólo como un amigo, así que pensé que tal vez esto del matrimonio podía funcionar. Pero ahora sé que eso era una tontería. Sólo quiero saber una cosa. ¿Amas a Mike? ─ Sí, pero no sé cómo hacer para que me perdone. Yo no sabía que era tu primo, si lo hubiera sabido hubiese hablado contigo el día que regresé de París. ─ Bueno es bastante difícil para las personas que no lo conocen relacionarlo con los St. Claire de San Francisco. Will frunció el entrecejo. ─ ¿Mike es un St. Claire? Pero su apellido es Laurens. ─ Ven aquí, siéntate Will. Hay algunas cosas que debes saber de Mike antes de que ustedes lleguen a algo más serio. Lo digo por que si desean continuar lo de París, va a ser un poco difícil para uds. Will se sentó en la silla junto a Christine y la miró intrigado. ¿De qué diablos hablaba Chris? ─ Mike es en realidad Michael St. Claire, el hijo menor de mi tío Mark. No sé si sabes sobre el rumor en torno a Mike, de cuando era un adolescente.

Will recordó el día que llegó a decirle a su padre que era gay. La conversación que su tío y su padre habían tenido en su oficina, ¿había sido sobre Mike? ─ Lo expulsaron del colegio por… Christine lo observó y sonrió. ─ Sí, lo expulsaron porque lo encontraron besándose con otro chico. Luego mi tío lo envió a Inglaterra a terminar sus estudios. No fue fácil para Mike, sufrió mucho al ser alejado de sus seres queridos, pero nunca más ocultó su sexualidad. Antes de entrar a la universidad decidió usar el apellido de soltera de su madre, para que su padre no tuviera problemas por tener a un hijo abiertamente gay. Te digo todo esto porque si tus sentimientos no son verdaderos, quiero que te alejes de Mike antes de que le hagas más daño. Will movió su cabeza de un lado a otro. ─ No puedo alejarme. Yo lo amo. Christine tomó su mano y la apretó. ─ Si eso es cierto, te aconsejo que primero hables con tu padre antes de buscar a Mike. Debes solucionar tus problemas antes de intentar empezar una relación con él. Te lo pido porque no quiero que Mike sufra más de lo que está sufriendo ahora. Will devolvió el apretón. ─ Tienes razón, además debo decirle a mi padre que nuestro compromiso se rompió. También debo hablar con el tuyo. Chris sonrió ─ No te preocupes por mi padre, ese asunto lo arreglaré yo. Ya es hora que él y yo tengamos una seria conversación. Will besó la mejilla de Chris. ─ Gracias. ¿Sabes? No te había visto así nunca. Chris sonrió y un brillo perverso titiló en sus ojos. ─ Bueno, no siempre soy dulce cuando alguien importante para mí me

necesita. Así que ahora lo sabes. Cuida de Mike sino quieres vértelas conmigo. Will sonrió. ─ Lo entendí. Nada de hacerte enfadar. Ambos rieron.

Ya había oscurecido cuando Will decidió que la espera era interminable. Había estado buscando a su padre desde el mediodía, y había sido una búsqueda inútil hasta que descubrió que su padre había viajado de improviso a New York por algunos asuntos de negocios. Así que tenía que esperar su regreso para hablar con él, pero lo que no podía esperar era la conversación pendiente que tenía con Mike. Así que en ese momento se dirigía a su casa para hablar con él. ¡Maldición! Quería decirle lo mucho que sentía que haya descubierto de esa manera lo de su noviazgo. Quería decirle que ni Christine ni él habían querido continuar con el compromiso. Cuando había visto su pálido rostro y sus ojos llenos de dolor, había sentido una horrible presión en el pecho y un dolor profundo en el corazón. No quería volver a ver esa mirada en su rostro. Lo único que quería era amarlo y hacerlo muy feliz. Esperaba que Mike le diera una última oportunidad. Lo amaba y no creía que fuera posible vivir sin Mike a su lado. Había encontrado la felicidad en sus brazos y no estaba dispuesto a perderla. Detuvo su auto cerca de la casa de Mike y observó la hermosa estructura de la casa. Ahora sabía por qué Mike la había elegido, era hermosa y la vista de la playa era impresionante. Un hombre caminaba en la orilla y sus cabellos rubios ondeaban con el viento. La luna brindaba un brillo etéreo alrededor de Mike. Bajó del auto rápidamente y se encaminó hacía la playa.

Aún no podía entender cómo había sido tan idiota para alejarse de él en París. Era hermoso. Su cabello rubio con reflejos dorados, sus profundos ojos azules, y su cuerpo fibroso y con músculos definidos hacían que su corazón se acelerara en su pecho y que la sangre se le calentara. Nunca olvidaría el brillo de humor que reflejaban sus ojos o la sonrisa perversa que dibujaban sus labios cuando sus ojos se oscurecían de deseo. Su personalidad divertida lo atraía como polilla a la luz. Desde el primer momento que lo había visto, se había enamorado. Mike detuvo su andar y lo observó acercarse. Los pasos de Will vacilaron un segundo por el temor de haber perdido la oportunidad de estar a su lado, pero cuando vio los ojos de Mike llenos de amor se apresuró a estar a su lado. La arena metiéndose en sus zapatos no impidió que llegara a Mike en unos segundos. No le dio tiempo a hablar, lo jaló a sus brazos y lo besó con hambre y pasión. Aún no entendía cómo era posible que con sólo ver a Mike su cuerpo estuviera siempre al borde de la excitación. Tan sólo bastaba un toque, una mirada y él ya estaba ardiendo de deseo. Se devoraron el uno al otro. No se cansaba de saborear esa deliciosa boca. Era como un adicto, era imposible dejar de probarla. No tenía suficiente, quería más con cada roce de la lengua de Mike. Deslizó sus manos por su espalda, apretándolo a su pecho. Sintió los dedos de Mike acariciando su cuello y su cabello. Estaba ardiendo. Quería más. No podía calmar el latido frenético de su corazón. Mike rompió el beso y le acarició el rostro. ─ Estaba esperando por ti. ─ susurró mientras lo miraba a los ojos ─ Chris estuvo aquí hace poco y me contó todo. Will no sabía que había estado conteniendo la respiración hasta que oyó su suspiro de alivio. Lo atrajo en un fuerte abrazo, sin saber qué decir.

─ ¿Will? ─ la voz de Mike tenía rastros de incertidumbre. Eso hizo romper su silencio. ─ Tengo tanto que decirte, que no sé por dónde comenzar. Mike tomó la mano de Will y entrelazó sus dedos. ─ Sentémonos. Tenemos todo el tiempo del mundo para poder decirnos todo lo que queramos. Will sonrió. El nudo que tenía en su garganta desapareció. Se sentó junto a Mike sobre la arena y miraron el paisaje nocturno. La luna brillaba hermosa en el cielo, rodeada de un sin número de estrellas. Las olas rompiendo contra la orilla eran de algún modo hipnotizante. Estuvieron en silencio por varios minutos. Will disfrutó mucho de la presencia silenciosa de Mike, que estaba dándole su espacio para aclarar sus pensamientos. ─ Te amo, Michael ─ dijo con voz firme y segura, apretando la mano de Mike ─ Te amo tanto, y lamento mucho haberte lastimado cuando te dejé en París. Yo… Levantó la mano de Mike y besó el dorso de su mano. ─ Yo aún no me sentía listo para afrontar la verdad sobre mí mismo. Siempre tuve de miedo de decirle a mi padre, yo sabía que él despreciaba a los hombres como yo ─gays─ y no quería perder su respeto. Pero estaba equivocado. Fingiendo ser algo que no era nunca iba a conseguir el verdadero respeto que buscaba. Soltó la mano de Mike y deslizó su brazo derecho por sus hombros, pegándolo más a su cuerpo. ─ Ahora lo único que me importa es tu respeto. ─ dijo besando a Mike en la frente ─ ¿Sabes? Cuando tenía veintidós iba a decirle a mi padre que era gay, pero no pude hacerlo. Escuché a mi padre y mi tío hablar de otro chico que había sido descubierto con un compañero de colegio, y lo que mi padre dijo sobre ese tema me arrebató el poco valor que tenía en esos momentos. Creí que estaba

haciéndolo por la familia y por Gaby al ocultar mi sexualidad, pero lo hacía por temor al rechazo. Cerró los ojos y disfrutó del refrescante aire que acariciaba su piel. Bajó la cabeza y besó la mejilla de Mike. ─ He hablado con mi hermana y mi mejor amigo, les he dicho que soy gay y lo único que obtenido como repuesta es amor y una incondicional aceptación. No me juzgan y me siguen queriendo incluso más que antes. Así que aunque ellos no hubieran respondido de ese modo, yo continuaría luchando por ti. Eres parte de mi vida ahora, y no quiero ni un por segundo estar lejos de ti. ─ Yo tampoco quiero estar lejos de ti. Te amo, Will. Sintió los dedos calientes de Mike deslizarse por su cuello antes de que lo jalará para un beso. Ésta vez el beso fue lento, sensual y lleno de amor.

ike no sabía si era un sueño o no. Aún no podía asimilar toda la felicidad que estaba viviendo. Ya había pasado una semana desde que Will fue a buscarlo a su casa en la playa. Luego de escuchar sus palabras había estado feliz de aceptarlo de nuevo junto a él. Habían pasado una semana juntos, viviendo en su casa y compartiendo no sólo sus pensamientos y sentimientos, sino también su pasión y amor. No habían podido mantenerse lejos uno del otro demasiado tiempo. Hacían el amor sin control y sin reservas. No podían saciarse aún de la pasión que ardía entre ellos. Parecía que sólo necesitaran una pequeña caricia para encenderlos al máximo en un torbellino de pasión. Will había retrasado una semana el proyecto de renovación del hotel. Y habían pasado esos días conociéndose mutuamente. Pero aún así tenía miedo. William aún no había hablado con su padre. El Sr. Thompson llegaría en dos días de New York, y eso le tenía contando los minutos. Sabía que Will lo amaba, pero aún así no podía quitarse el temor de ser abandonado otra vez. No quería continuar con esa incertidumbre. Parecía que estaba viviendo un sueño maravilloso que pronto podría convertirse en una horrible pesadilla. ─ ¡Hey Mike! ¿Qué sucede? ─ dijo Will acercándose y sentándose junto a él en los escalones del porche con vista a la playa. ─ Pareces preocupado. ─ No. Sólo estoy aquí, extrañándote ─ Mike se giró y le sonrió a Will.

Sintió la mano de Will deslizando bajo su camiseta, y dejando un rastro de calor sobre su piel. Sus caricias estaban enviando fuego a través de sus venas. Gimió cuando la caliente mano de Will se deslizó hacia abajo y acarició su trasero. El aliento de Will rozó la piel detrás de su oreja. ─ Te necesito ─ dijo Will en voz gruesa antes de que su lengua delineara el lóbulo de su oreja. Un escalofrió recorrió su columna, debilitando su voluntad para resistirse a las caricias de Will. Se quitó la camiseta y jaló a Will, tomando su boca en un beso lleno de hambre y pasión. Lo necesitaba, no sólo su cuerpo sino también su corazón. No podía seguir viviendo con el temor de perder a Will de nuevo. Will rompió el beso y sostuvo su cabeza entre sus manos. ─ ¡Hey! ¿Qué te sucede? ─ deslizó sus dedos por su mejilla derecha ─ Dímelo. Mike suspiró cansado ─ Es una tontería. Yo… ─ ¿Tú…? ─ Yo tengo miedo que pase algo y tú te alejes otra vez. Sé que es una estupidez sentir algo así, es sólo que no puedo evitarlo. Will lo miró unos minutos sin decir nada y luego suspiró con pesar. Bajó las manos y sostuvo en un fuerte agarre las manos de Mike. ─ Mike, sé que he cometido muchos errores, pero por favor necesito que confíes en mí. Confía en mi amor por ti. Esta vez no voy a defraudarte. Mike se sintió culpable por el obvio dolor que sus palabras habían causado a Will. Pero no podía evitar sentirse así. Suspiró. Tenía que confiar en Will. Lo sabía. Se soltó del agarre de Will y lo abrazó con fuerza. Lo amaba, y si quería seguir teniéndolo en su vida debía de vencer sus temores. Necesitaba confiar en el amor que se tenían.

─ No sé cómo hacerte entender todo lo que siento por ti ─ murmuró Will junto a su oído. ─ Tal vez sí sepas de qué modo mostrarme tus sentimientos ─ susurró Mike, lamiendo y chupando la piel del cuello de Will. ─ ¿Cómo? ─ jadeó Will. Mike se apartó y se puso de pie, desabotonando sus pantalones cortos. ─ Vamos Will, estoy ansioso por saber qué métodos usarás para mostrarme con tu cuerpo tus más profundos sentimientos. ─ dijo mientras sus pantalones caían al suelo y él entraba a la casa en ropa interior.

Will observó a Mike entrar en la casa. Tenía el cuerpo tenso por el deseo contenido. Lo amaba, y quería probarle a Mike que nada ni nadie lo alejaría de su lado. Mierda. Estaba temblando de tan caliente que sentía su cuerpo. Se levantó rápidamente y siguió a Mike al interior de la casa. Lo encontró en el sofá desnudo, con los ojos cerrados, sus brazos hacia arriba y con una pierna colgando y tocando el suelo. Su polla erguida gruesa y dura sobre su estómago. Una gota de presemen brillaba como una perla en la ranura de su polla. Se quedó paralizado. ¡Joder! Era la visión más erótica que había visto en su vida. Se acercó lentamente dejando esparcida su ropa en el camino. En la semana que había pasado, Mike lo había tomado de todas las formas posibles, y él había amado cada momento. Pero ahora lo único que quería era joder el lindo y apretado agujero de

Mike. Quería joderlo duro y profundo. Su polla latía con sólo ese pensamiento. Se arrodilló en la alfombra y acarició con su dedo índice uno de sus pezones, apenas rozándolo. Mike arqueó la espalda y gimió. Abrió sus ojos oscuros cargados de deseo. ─ Will…─ jadeó, levantando la mano y jalándolo para un beso cargado de calor. ─ Te…necesito…─ murmuró contra sus labios. Will gruñó, deslizando sus manos por la caliente piel de Mike, delineando cada músculo de su pecho y abdomen. Sintió una punzada de dolor cuando Mike lo jaló de sus cabellos para un beso más caliente, pero no importaba. Lo necesitaba. Ahora. Su polla dolía y no podía esperar a estar enterrado hasta sus bolas en el apretado y caliente agujero de Mike. ─ Quiero estar dentro de ti ─ dijo Will en una voz baja y grave, cargada de lujuria. Mike lo miró con las pupilas dilatadas y la respiración agitada. ─ Sí…─ dijo con voz rasposa y gruesa, lamiéndose los labios y con los ojos cargados con hambre. Will no perdió tiempo, se levantó y fue al dormitorio por el lubricante y condones. Cuando regresó casi se le cae el lubricante de las manos al ver a Mike con las rodillas levantadas y las piernas abiertas, acariciando su erección arriba y abajo muy lentamente. Caminó rápidamente y se arrodilló junto a Mike, se lamió los labios. No podía soportarlo, quería esa gruesa y caliente polla deslizándose en el interior de su boca. Bajó su cabeza y tomó la palpitante erección de Mike en su boca. Gimió y escuchó a Mike jadear por la sorpresa. Mmm. Amaba el sabor de la polla de Mike, era dulce y excitante. Al parecer las frutas que comía Mike a cada rato tenían ese efecto en él. Se tragó la polla hasta sentir los vellos de su pubis acariciar su nariz. ─ Oh...Dios...oh…joder

Will sonrió al escuchar los gemidos de Mike. Le gustaba cuando Mike hacía esos ruiditos. Sin dejar de chupar y lamer la dura longitud de Mike, tomó el lubricante y aplicó un poco a sus dedos. Rozó suavemente el agujero de Mike, provocando que arqueara la espalda con la excitación. ─ Will…no…te…detengas… Will estaba ardiendo, su cuerpo tirante por la lujuria y la pasión contenida. Metió un dedo muy lentamente en el agujero de Mike, pasando el anillo de músculos hasta sentir la dulce glándula del placer. ─ Sí…sí…ahí…Dios Movió el dedo dentro y fuera al mismo ritmo que tomaba la polla de Mike en su boca. Le encantaba sentir esa textura en su boca. ─ Más…más Will siguió las instrucciones y metió dos dedos más en el interior de Mike. Era hermoso verlo con los ojos cerrados y mordiéndose su labio inferior tratando de tragarse sus gemidos. Su piel brillaba por la capa de sudor que lo cubría, y sus bolas se veían duras y pesadas. Curvó sus dedos dentro del agujero de Mike, arrancándole un gemido. ─ Cristo…no puedo…─ gimió Mike. Dos empujes más con sus dedos y su boca fue llenada con espeso y caliente semen. Se lo tragó todo hasta la última gota. Dio una última lamida a la polla de Mike y sacó sus dedos de su culo. Enfundó su erección en un condón y aplicó lubricante. No podía soportarlo más. Él lo quería, ya no podía seguir conteniéndose. Se colocó sobre el cuerpo de Mike tratando de no aplastarlo y posicionó la cabeza de su polla en el agujero de Mike. Rozó suavemente su polla con la delicada piel del agujero, logrando obtener otro gemido de Mike. Lentamente su polla fue tragada por el apretado agujero. La presión lo estaba llevando al borde. Besó la boca de Mike

tragándose los gemidos. Nunca creyó que se sentiría tan bueno joder a Mike. Podía sentir cada centímetro del interior de Mike succionándolo dentro. Cuando sus bolas golpearon el trasero de Mike, gruñó. Era como estar en casa. Perfecto. ─ ¡Joder! Estás tan apretado y caliente. Sintió la renovada erección de Mike rozar su abdomen. Miró los profundos ojos de Mike que ahora lo miraban con amor y empezó a moverse. La sensación de estar dentro de Mike era demasiado intensa. ─ Te amo. Te amo tanto, Mike. ─ Y yo a ti. ─ gimió Mike antes de moverse al ritmo de cada estocada. Will bajó su mirada al pecho de Mike y sus erectos pezones se veían deliciosos, bajó la boca y chupó duro un pezón, luego siguió el otro. ¡Maldición! Estaba al límite. Presionó los músculos de su abdomen contra la polla de Mike, provocando una deliciosa fricción obteniendo un grueso gemido de placer. ─ Más…rápido ─ gimió Mike cerrando los ojos. Will estaba perdido, el placer era demasiado intenso. Miró la lujuriosa boca de Mike y la tomó en un posesivo beso. Bebió de sus gemidos, y saboreó cada rincón de su boca. Mike deslizó sus manos por la espalda de Will, apretando los músculos de su trasero que se tensaban con el movimiento de la jodida. ─ Joder…Mike ─ jadeó Will, intensificando los movimientos de cada empuje. Ambos se movieron juntos, repartiendo besos y caricias. Disfrutando de su amor y pasión. Brindándose placer con cada toque.

Will no podía contenerlo más. Bajó la cabeza y mordió la piel del cuello de Mike, causando que Mike se corriera con un ronco gemido, sus músculos interiores se tensaron apretando la polla de Will. Sintió la espesa y caliente esencia de Mike esparciéndose sobre su abdomen. Will sentía su orgasmo muy cerca, sus bolas se apretaron y pulsaron cada chorro de semen en el interior de Mike. Le dio un tierno beso a Mike y salió de su interior, se sacó el condón haciéndole un nudo y dejándolo en el suelo. Estaba exhausto y increíblemente saciado. Apoyó su cabeza en el pecho de Mike y cerró los ojos. ─ Eso fue increíble. ─ Sí, lo fue. ─ Te amo. Sintió las manos de Mike acariciar su espalda. ─ También te amo. ─ escuchó a Mike decir antes de quedarse dormido.

-

ola William ─ dijo su padre entrando a su oficina ─ Supe que querías hablar conmigo, ¿hay algún problema con el hotel? Se acercó a la silla frente al escritorio de Will y se sentó, mirando con atención a su hijo. ─ ¿William? Will miró a su padre y respiró profundo. No podía seguir evitando ésta conversación. Se levantó y empezó a caminar de un lado a otro, tratando de encontrar las palabras adecuadas para decir todo lo que tenía que decir. ─ Papá, hay algo que necesito confesarte. Es un secreto que pensé nunca revelar, pero conocí a alguien en mi viaje a París que me hizo cambiar de opinión. Yo… Se detuvo frente a su padre y lo miró a los ojos. ─ Soy gay, papá. Y espero que puedas aceptarlo. Su padre apartó la mirada y la situó en la vista de la ciudad a través de la ventana. Un largo silencio se instaló en la habitación. El miedo empezó a recorrer la sangre de Will. Cerró los ojos y trató de tragar el nudo en su garganta. Sentía una horrible presión en el pecho por la angustia que los largos minutos de silencio de su padre le estaban provocando. ─ William, esto es una broma ¿verdad? Will suspiró con pesar. Había esperado una respuesta distinta a esa. Se pasó las manos por el cabello. Despeinándolo. Miró nuevamente a su padre y se aclaró la garganta.

─ No, padre. No es una broma. Soy gay, y estoy enamorado de un hombre amable y cariñoso que me ama del mismo modo que yo a él. Su padre se puso en pie rápidamente. ─ Estoy seguro que toda la culpa la tiene ese hombre. A él puede que le guste que le den por el culo, pero no puedo creer que a ti también te gusten esas porquerías. No es natural. ¡Eres mi hijo, y te exijo que dejes a ese desviado ahora mismo! ─ gritó llenó de ira. Will retrocedió, sintiendo cada golpe en las crueles palabras de su padre. Su corazón dolía por todo el tiempo que creyó conocer al hombre que tenía frente a él, y que no podía ver que por primera vez, su hijo era realmente feliz. ─ No voy a permitir que te expreses así de Mike, papá. Puedes decirme todo lo que quieras, pero no metas a Mike en esto. ─ ¡O claro que lo harás! No pienso permitir que sigas en esta compañía si te aferras a ese tipo. ─ gruñó Joseph Thompson con el rostro desfigurado por la furia ─ No puedo creerlo, papá. ¡Maldición! Fui yo quien te ayudó a expandir esta compañía. ¡Por Dios! Soy tu hijo. ¿Cómo puedes tratarme de este modo? ─ dijo Will con los ojos cargados de dolor. Joseph respiró profundo. ─ Hijo, no puedes entender que decirle a todo el mundo esta tontería de ser gay, hundirá a la familia. Perderemos muchos socios en nuestros negocios. Recapacita, hijo. Y deja a ese hombre. Will movió la cabeza de un lado a otro. No podía entender por qué rayos su padre se comportaba de ese modo. Le importaba más el maldito dinero que su propio hijo. ─ Está bien, papá. ─ dijo Will acercándose a su escritorio ─ En este momento voy a redactar mi carta de renuncia… ─ ¡No! Eso no es lo que quiero.

─ Ésa es la única alternativa que me das, papá. No pienso dejar a Mike. Mucho menos por un puesto en tu compañía. ─ Hijo, no puedes… ─ Sr. Thompson, hay una llamada de la policía en la línea 1. Se trata de su hermana. ─ dijo la secretaria a través del intercomunicador. Padre e hijo se quedaron paralizados por la interrupción. ¿La policía? ¿Qué rayos estaba sucediendo? Will estiró la mano, levantó el auricular rápidamente y tomó la llamada.

Will aún no podía creer lo que estaba pasando. Su hermana había tenido un accidente. Un conductor ebrio había golpeado su auto y la había sacado de la autopista causando que el auto volcara varias veces. Aún no podía asimilar esa situación. Su hermanita estaba ahora en cirugía, su vida aún corría peligro. Se levantó de la silla de la sala de espera. Su padre se encontraba con él, pero desde que recibieron la noticia no habían intercambiado ni una palabra. Se acercó a la gran ventana de la sala. El sol estaba en medio cielo. Era un día soleado, pero él se sentía en una total oscuridad. No sabía lo que haría si algo le pasaba a su hermana. Gaby era una de las personas más importantes de su vida. No quería perderla. Una mano en su hombro lo sacó de sus pensamientos, giró su cabeza y los increíbles ojos azules de Mike lo miraron con ternura. Acercó a Mike junto a él y lo envolvió en un fuerte abrazo. Lo necesitaba. En este momento necesitaba con urgencia el calor de Mike.

─ ¿Will? ─ murmuró Mike mientras acariciaba su espalda. Will lo apretó más fuerte ─ Sólo déjame abrazarte un poco más ─ susurró Will. Cuando Will al fin pudo encontrar fuerzas para afrontar la situación, se alejó de Mike, lo tomó de la mano y juntos se sentaron lo más lejos posible de Joseph Thompson, quién estaba ignorándolos. ─ ¿Alguna noticia? ─ No, aún está en el quirófano ─ murmuró Will. Mike apretó la mano de Will. ─ ¿Cómo sucedió? Will le contó todo lo que la policía le había dicho del accidente. Ya habían detenido al conductor ebrio, quien sólo tenía un pequeño corte en la frente. Pero su hermana aún no salía de cirugía. ─ ¿Uds. son parientes de Gabriella Thompson? ─ una enfermera se acercó a ellos. Will y Mike se levantaron rápidamente, oyó a su padre hacer lo mismo tras ellos y acercarse a la enfermera también. ─ Sí, ¿qué sucede? ¿Mi hermana está bien? ─ Will preguntó angustiado. ─ La cirugía aún no termina, pero se necesita dos unidades más de sangre urgentemente, y eso tardará un poco en llegar de otro hospital, por eso necesitamos un donante en este momento. Sr. Thompson, ¿tiene usted sangre O negativo? Will sintió a su sangre helarse en sus venas. Ni él ni su padre tenían el mismo tipo que Gaby, ella había heredado el tipo de sangre de su madre. El miedo recorrió su cuerpo. ¿De dónde iban a sacar la sangre?

─ No, ni mi hijo y ni yo tenemos ese tipo de sangre ─ murmuró con pesar el padre de Will. ─ Yo puedo donar sangre. Soy O negativo ─ escuchó decir a Mike. Eso sacó a Will de su aturdimiento. ─ ¿En serio donarías sangre para mi hermana? ─ preguntó Will, tomando las manos de Mike en un fuerte agarre y mirándolo directamente a los ojos. Mike le dio la sonrisa más hermosa y brillante del mundo antes de contestar. ─ Por supuesto, Will. Sé lo importante que ella es para ti, y yo haría todo lo necesario para ayudar en este momento. ─ Acompáñeme, señor. ─ dijo la enfermera girando y caminado por el pasillo. Mike le dio un suave y corto beso a Will antes de seguir a la enfermera. Will lo observó alejarse, y lo amó más por estar con él en este momento. No creía que existiera un hombre mejor que Michael St. Claire. ─ ¿Ese es el hombre del que me hablaste? ─ escuchó decir a su padre tras él. Will se volvió y vio el rostro pálido y agotado de su padre. El mismo tono dorado de sus ojos ahora lo miraban llenos de angustia. Sabía que su padre estaba sufriendo, pero no estaba seguro de que su apoyo fuera bien recibido. ¿Qué había dicho? Ah, si. Mike. Will se sentó en una de las sillas junto a la pared, y apoyó su cabeza en la pared. Cerró los ojos. No quería discutir con su padre en este lugar, no cuando Gaby se debatía entre la vida y la muerte. ─ Sí, ese es el hombre que amo. ─ murmuró con cansancio. ─ Es el hijo de Mark ¿no es así?

Will abrió los ojos y miró a su padre. ─ Sí. ¿Cómo lo supiste? ─ Es idéntico a su padre cuando tenía su edad. La voz calmada de su padre al hablar de Mike lo desconcertó. Ahora su padre parecía un hombre completamente distinto al que había gritado en su oficina todas esas horribles palabras. ¿Qué le había pasado? Will apoyó los codos en sus rodillas y se pasó las manos por el rostro. Sintió a su padre sentarse a su lado, estuvo en silencio por unos minutos. ─ Hijo, lamento mucho haber reaccionado de la forma en que lo hice. Es sólo que me sorprendió tu confesión. Tenía mis sospechas con respecto a ti, pero pensé que eran sólo figuraciones tontas de un viejo como yo. ─ empezó a restregarse las manos con nerviosismo. ─ Preferí fingir que sólo era mi imaginación. ─ Will levantó el rostro, abrió la boca intentando decir algo pero su padre lo silenció con un gesto. ─ Déjame terminar. Es muy difícil para mí aceptar quien eres. Yo fui criado para seguir las reglas de la sociedad y rechazar cosas como la homosexualidad. Su padre dio un suspiro de cansancio. ─ No quise decir todas las cosas que dije en tu oficina, perdóname por eso. ─ se aclaró la garganta ─ Algunas veces actúo sin pensar, aunque suene como una excusa. Tal vez me tome más tiempo aceptar que mi único hijo varón es gay. Pero con esto de Gaby, me he dado cuenta lo frágil que es la vida, y no quisiera perder la oportunidad de estar presente en cada etapa de la tuya. Will le sonrió a su padre con cariño. Ahora sí podía ver al padre que conocía. Podía ver al hombre que le enseñó a pescar, al hombre que estuvo con él brindándole su amor cuando perdió a su madre. A pesar de la situación en que estaban, su corazón se sentía libre. Lo único que le faltaba para ser completamente feliz, era saber que Gaby estaba fuera de peligro. ─ Gracias, papá. ─ dijo Will abrazando a su padre. Diez minutos después, Mike se sentó a su lado, pálido y un poco tembloroso. Will no sabía cómo recompensar al hombre que

amaba por el apoyo que le estaba dando, pero empezaba a tener algunas ideas interesantes de cómo agradecérselo. Algunas veces creía ser el hombre más afortunado del mundo al haber encontrado a Mike. Mike lo miró a él y luego a su padre. Will sabía que ya era hora de derribar las barreras. Tenía que unir a su familia si quería ser verdaderamente feliz. ─ Papá ─ dijo Will mirando a su padre. ─ Quiero presentarte a Mike, mi novio. Su padre los miró unos segundos y luego les sonrió. No era una sonrisa muy carismática, pero era una sonrisa después de todo. ─ Mucho gusto, Mike. ─ dijo Joseph Thompson mientras estrechaba la mano de Mike. ─ Y gracias por donar sangre para mi hija. ─ El gusto es mío señor. Y no tiene que agradecerme. Yo haría hasta lo imposible por no ver sufrir a Will. ─ dijo Mike, devolviendo el saludo. Unos pasos por el pasillo los interrumpió. Los tres se giraron y vieron que un doctor se acercaba a ellos. Se pusieron de pie, y encontraron al doctor en el camino. ─ ¿Sr. Thompson? ─ preguntó mirándolos. Su padre se acercó más, la preocupación reflejada en su rostro. ─ ¿mi hija está bien, doctor? El doctor asintió. ─ La operación fue un éxito. Pudimos parar la hemorragia interna. En este momento está en cuidados intensivos, mañana la pasaremos a una habitación. Todos suspiraron de alivio.

─ ¿Podemos verla? ─ preguntó Will. ─ En unos minutos enviaré a una enfermera para informarles, pero sólo podrán pasar por unos pocos minutos. ─ dijo el doctor antes de alejarse.



ola hermanita! ─ dijo Will, entrando a la habitación de hospital dónde se encontraba Gaby. Ya había pasado una semana desde el accidente, en unas horas le daban el alta a Gaby. Will estaba feliz de que todo hubiera salido bien. Además de los dolores en su cuerpo, su hermana tenía un brazo enyesado. Estaba enojada porque no podría hacer sus esculturas mientras se recuperaba, y eso la tenía enfadada. Ella vivía para su arte y estaba impaciente por recuperarse rápidamente para volver a su taller a continuar con su trabajo, dentro tres semanas sería la presentación de sus esculturas en una galería de arte muy importante. Gaby le sonrió al verlo llegar cargando un gigantesco oso de peluche. ─ ¡Dios Will! Ya no caben más cosas en esta habitación. Además tengo 27 años, ya no estoy para peluches. Will le devolvió la sonrisa, dejando el oso a los pies de su cama. ─ Pero sé que te encantan, así que tendrás que aceptarlo. Gaby miró tras él y luego lo observó interrogante. ─ ¿Dónde está Mike? Siempre viene contigo. Will se sentó en la silla junto a su cama y suspiró. ─ Recibió una llamada de su padre cuando salíamos de la casa, así que fue a verlo. Gaby lo miró preocupada. ─ ¿Todo está bien? ─ No lo sé. Espero que sí. ─ ¿De qué crees que su padre quiera hablar con él? ─ Imagino que ya se enteró de que estamos viviendo juntos.

─ No te preocupes Will, no creo que suceda algo malo. El Sr. St. Claire es un hombre amable y comprensivo. Mike estará bien. Ahora, puedes llamar a una enfermera para que me ayude a vestirme. No veo la hora para salir de aquí. Will rió y salió de la habitación. En serio esperaba que el padre de Mike no causara problemas.

Mike aún estaba nervioso. Aunque le dijo a Will que todo estaría bien, él no pensaba lo mismo. No había estado en su casa desde hace doce años. Sus padres preferían visitarlo en Londres antes que él fuera a verlos. La alta sociedad de San Francisco era muy estricta en cuanto a los escándalos y sus padres habían hecho hasta lo imposible para que lo que pasó en su internado fuera mantenido en secreto. Nunca creyó que sus padres no lo amaran, al contrario, siempre habían estado cuando él los necesitaba. Lo habían aceptado con una comprensiva sonrisa cuando les confesó a los catorce años de que era gay. Desde ese momento lo habían protegido de la intolerancia de la gente a su alrededor. A pesar de la distancia, siempre había contado con ellos. Es por eso que no había vuelto a San Francisco todos esos años, debido a que no quería que sus padres fueran tema de chismes y habladurías. Cuando el taxi se estacionó frente a la entrada de su casa, su corazón golpeaba con fuerza en su pecho. Pagó al taxista y bajó del auto. Tragó el nudo formado en su garganta. Levantó la mirada y sonrió. Su casa se veía igual que antes. Los jardines se veían hermosos como siempre, miró hacia el gran árbol a un lado de la casa, la casa de pájaros que construyó cuando tenía ocho aún seguía allí. El ruido de pasos a su espalda lo alejó de los recuerdos que agolpaban su mente. Se giró y miró sorprendido a su padre, éste sonreía y sus ojos brillaban de alegría.

Mike suspiró aliviado. Era la bienvenida que había imaginado. Había vuelto a casa. Los brazos de su padre lo rodearon y lo apretaron fuerte. Se sentía demasiado feliz como para pronunciar alguna palabra. ─ Me alegra mucho que estés en casa, hijo. Las lágrimas inundaron los ojos de Mike, se sentía demasiado emocionado con la bienvenida de su padre. Se aclaró la garganta y se alejó de su padre. Eran dos meses que no lo veía, pero lucía igual que antes. Fuerte y seguro. ─ A mi también. ─ dijo Mike. ─ ¡Michael! ─ El gritó de su madre lo hizo girar y la vio correr hacia él con una hermosa sonrisa en su rostro. La atrapó cuando ella se lanzó a sus brazos. Se veía más pequeña y frágil, pero seguía igual de hermosa. Sería el día más feliz de su vida si Will estuviera con él aquí. ─ Hola mamá. ─ saludó Mike con una sonrisa.

Will no podía calmar los nervios que sentía. Ya estaba anocheciendo y Mike no regresaba aún. Aunque lo había llamado para decirle que sus padres lo habían recibido muy bien, él no podía quitarse el temor de que algo hubiera pasado. El ruido de un auto estacionándose en la entrada lo sacó de sus turbios pensamientos. Se levantó del sofá y se dirigió a la puerta. Mike se encontraba en la entrada, lleno de paquetes en las manos y con una brillante sonrisa que le llegaba a los ojos. ¡Joder! Se veía hermoso.

─ Hola Will, ayúdame un poco ─ dijo Mike pasándole algunas bolsas. Entró a la casa y se dirigió a la cocina. ─ Mamá te envía un pedazo de su tarta de fresas. Le dije que no se molestara pero insistió en hacerlo. Will lo observó entrar a la cocina y sonrió. No había nada que temer. Mike era suyo, desde ahora y para siempre. Cerró la puerta y lo siguió a la cocina. ─ ¿Cómo te fue? Mike cerró la puerta de la refrigeradora y se volvió a mirarlo. Un brillo perverso titilaba en sus ojos. ─ Bien, mis padres me recibieron con los brazos abiertos. ─ se acercó a Will con una mano tras su espalda como si estuviera escondiendo algo. ─ Ah, les conté sobre ti y están impacientes por conocerte, así que nos invitaron a cenar mañana. ─ dijo Mike mientras lo miraba de pies a cabeza, con una sonrisa maliciosa en su rostro. Will se le acercó lentamente. ─ ¿A qué se debe esa sonrisa? Mike se lamió los labios. ─ Verás, no pude comerme el postre en casa de mis padres. El sólo ver la crema chantilly sobre la tarta llenó a mi mente de pensamientos muy traviesos en torno a ti. Will tragó, su polla se había endurecido sólo con la mirada de hambre que Mike le dedicaba. ─ ¿Pensamientos traviesos? ─ Mhmm. ─ ¿Qué tipo de pensamientos? ─ Oh, no te preocupes. Lo sabrás enseguida. Ahora desnúdate y recuéstate sobre la mesa. ─ dijo Mike con voz gruesa y cargada de deseo.

Will sintió a su polla latir con deseo. ¡Maldición! Mike en su modo alfa era jodidamente sexy. Se desvistió rápidamente y subió sobre la superficie pulida de la mesa. Mike se encaminó hacia él, con la mirada salvaje y la respiración agitada, como un depredador rodeando a su presa. ─ Cierra los ojos. ─ susurró al oído de Will. La tensión era insoportable, su estomago estaba húmedo de las gotas de pre-semen que cubrían su erección. Su respiración se hizo difícil y sus bolas se sentían más pesadas que nunca. Escuchó a Mike acercarse más y luego algo frío cubrió su erección. Arqueó la espalda, desesperado por abrir los ojos y ver qué estaba haciendo Mike. ─ Mmm. Te ves delicioso, aunque tal vez un poco de chocolate te haría más apetitoso. ─ susurró Mike contra sus labios antes de besarlo duro con hambre y pasión mezclados. Mike rompió el beso, lo sintió alejarse y luego algo líquido y pegajoso cubría sus pezones. La sensación era indescriptible, su pecho subía y bajaba con la agitada respiración. Cuando una húmeda lengua limpió uno de sus pezones, gimió fuerte y alto. Sus manos se deslizaron por el cabello de Mike. ─ No ─ dijo Mike, liberando su pezón ─ No puedes tocarme aún ─ gruñó antes de tomar el otro pezón con su boca. Una mordida y una lenta lamida lo hicieron jadear. Oh, Dios. La estimulación es demasiada. Mike chupó y lamió sus pezones por varios minutos. Will no podía resistirlo más. Se iba a correr si Mike seguía con eso. ─ Mike…por favor. ─ Shh. Aún no termino de degustar mi postre, así que no hables.

La caliente lengua de Mike empezó a limpiar su polla, de lo que él creía era crema chantilly. Gimió. Mierda. Si Mike seguía con eso lo iba a matar. Mike lamió muy lentamente toda la dura longitud y luego tomó una de las bolas de Will en su boca, chupó y jugó con ella antes de tomar la otra. ─ Mike…oh… Will levantó las rodillas y abrió las piernas, dándole mejor acceso a Mike. Quería que lo follara ya. Su agujero latía necesitado. ─ Te quiero dentro,…ahora mismo ─ Sí ─ gruñó Mike antes de lamer su agujero y meter la lengua. ─ Oh…joder… Will no podía soportarlo más, abrió los ojos y levantó la cabeza. Era demasiado excitante ver a Mike entre sus piernas comiendo su culo. Se miró el pecho, tenía rastros de fudge aún en sus pectorales, y un poco de crema chantilly en los vellos de su polla. ─ Mike…ahora ─ gruñó desesperado. Mike se levantó y lo miró con los ojos nublados de pasión. Se giró y se acercó a la gaveta a buscar algo. ─ ¡Maldición Mike! ¿Qué haces? ─ Yo…no te preocupes, ya lo encontré. Will rió cuando lo vio acercarse con un frasco de aceite de oliva. Mike se volvió a posicionar entre sus piernas y embadurnó sus dedos con aceite antes de meter dos de un solo empuje. ─ Oh…Dios…sí

Mike le sonrió y movió los dedos dos veces más, dentro y fuera y luego se desnudó. Will nunca se cansaría de ver el increíble cuerpo de Mike, era hermoso. Cuando sus miradas se conectaron pudo ver amor y deseo por igual. ─ Esta vez no quiero que nada se interponga entre nosotros ─ murmuró Mike, observándolo. Will sonrió. Ellos habían hablado de eso, de dejar de usar condones, por eso cuando Gaby había pasado el peligro, ellos se hicieron análisis de sangre. Sus resultados los habían recibido el día anterior, pero no lo habían hecho aún. Pero hoy, él lo quería. Oh Dios cuánto lo quería. Quería sentir cada centímetro de Mike moviéndose en su interior. ─ Sí. Mike no perdió tiempo, aplicó aceite a su polla y de una sola estocada se metió profundo dentro de Will. Ambos gimieron. Will se sentía lleno y muy amado. Rodeó las caderas de Mike con sus piernas y ambos empezaron a moverse juntos. ─ Más…más duro ─ jadeaba Will mientras sacudía la cabeza de un lado a otro. ─ Amo cómo tu caliente agujero me toma más profundo. Will ya no entendía qué estaba diciendo Mike, el placer era demasiado intenso. Su cuerpo temblaba por el increíble éxtasis que recorría sus venas. Con cada empuje, Mike rozaba su glándula de placer, haciéndolo ver puntos de colores. Sus respiraciones se volvieron más agitadas. Cuando sintió los dedos de Mike rodear su polla se perdió en el placer, la fuerza del orgasmo fue tan violenta que sintió a su corazón pararse por un segundo. Un sonido gutural escapó de su garganta y se corrió fuerte. El rugido de Mike lo sacó de su nube de placer y abrió los ojos que había cerrado cuando se corrió.

Mike se veía incluso más hermoso, con el rostro cargado de placer. Sintió chorro tras chorro llenar su agujero y por primera vez en su vida se sintió completo. ─ Te amo. Mike apoyó su frente contra su pecho, tratando de calmar su respiración. Levantó su rostro y le sonrió. ─ Yo también te amo ─ susurró antes de besarlo con ternura. Will era inmensamente feliz. Al fin podía decir qué era el verdadero amor. Ya que lo estaba viviendo justo en esos momentos. Amaba a Mike y nunca se alejaría. Recordó París y suspiró. Mike era su destino. Si no fuera por su amor, nunca hubiera tenido el valor de revelar su secreto, y nunca hubiera descubierto la felicidad. Ahora tenían una vida por delante e iba a hacer lo imposible por disfrutarla cada instante de su vida.

ike entró a la casa y encontró todo a oscuras. ¿Qué extraño? Había creído que Will no olvidaría su aniversario. Acarició el bolsillo de su chaqueta donde el regalo de Will estaba. Suspiró con pesar y se dirigió a su dormitorio. Cuando abrió la puerta casi tropieza con sus propios pies al detenerse frente a la visión frente a él. Will estaba desnudo sobre la cama, sus brazos bajo su cabeza, su polla cubierta por una capucha de terciopelo negro, y envuelta en un lazo rojo. Sonrió. Oh, quería abrir pronto su regalo. Se acercó lentamente. Miró otra vez el cuerpo cincelado de Will. ¡Joder! Era un dios. Se lamió los labios, quería delinear cada músculo con su lengua. ─ ¿Te gusta lo que ves? ─ preguntó Will, sonriéndole. ─ Oh, sí. Me encanta. ─ dijo Mike, desnudándose. Se acostó junto a Will en la cama y acercó su boca para un beso. Lo devoró. Amaba el sabor único de Will. Bajó una mano a deshacer el lazo rojo cuando la mano derecha de Will lo detuvo. Lo miró desconcertado. ─ ¿Qué pasa? Will lo miró un poco avergonzado. ─ Antes de disfrutar de tu regalo, quiero primero darte algo. ─ Sacó la mano izquierda que estaba bajo la almohada y le dio una cajita negra, mirándolo detenidamente. ─ ¿Y esto? ─ dijo Mike, sabiendo exactamente qué era pero tratando de ocultar su sonrisa. Will se removió inquieto sobre la cama. ─ Ábrelo.

Mike abrió lentamente la caja y vio encantado el par de anillos dentro de ella. Eran de diseño simple y elegante, pero significaban el mundo para Mike. ─ ¿Intentas decirme algo? ─ dijo Mike con humor en los ojos. Will lo miró exasperado. ─ Joder, quieres las palabras ¿verdad? Mike asintió sonriendo. Will suspiró y se arrodillo en la cama y tomó la mano de Mike en un fuerte agarre. ─ ¿Quieres casarte conmigo? Mike lo miró con amor en los ojos antes de besarlo con pasión. ─ Joder, sí. Se besaron sin parar por varios minutos hasta que se separaron por aire. Mike acarició la mandíbula de Will y luego se bajó de la cama. Will lo miró preocupado hasta que lo vio recoger su chaqueta y sacar un sobre. ─ Toma ─ dijo Mike entregándole el sobre antes de recostarse en la cama otra vez. Will frunció el ceño. ─ Ábrelo, Will. Es tu regalo de aniversario ─ le dijo Mike sonriendo. Will se encogió de hombros y abrió el sobre. Había dos boletos de avión en él. Leyó el destino y sonrió. Canadá. Al parecer ambos habían pensado en lo mismo. ─ Dios, eres perfecto para mí ─ dijo riendo.

Mike le quitó el sobre y lo puso sobre la mesa de noche junto con la cajita de los anillos. Mañana mismo los usarían cuando estuvieran en Canadá casándose, pero hoy habían cosas igual de importantes por hacer. Disfrutar la larga noche de aniversario. ─ Lo sé ─ dijo Mike tomando la boca de Will en un profundo beso. ─ Y tú lo eres para mí. Ahora quiero abrir mi regalo ─ susurró junto a la boca de Will. Will lo miró con amor y deseo antes que él mismo desanudara el lazo. Mike le devolvió la mirada con la misma emoción en ellos ─ Te amo, para siempre. Will asintió. ─ Para siempre.