Carolina Devell - Luna Azul

Luna Azul Carolina Devell Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratado

Views 135 Downloads 6 File size 2MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Luna Azul Carolina Devell

Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.

Este libro contiene algunas escenas sexualmente explícitas hombre/hombre y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo para algunos lectores. No es recomendable para menores de edad.

Rhys es un piloto de la Flota Terrestre que en medio de una batalla espacial su nave es derribada, cayendo a la superficie del Planeta Naiid. Su destino cambiará al conocer a un Naiidian, un habitante del planeta y también su enemigo. Khalim es el mejor piloto de Naiid, pero una nave de batalla terrestre logra darle a su nave y una inmensa explosión lo lanza al planeta. Logra sobrevivir al choque y cae a una de las islas deshabitadas de la zona oriental. El terrícola que le disparó también ha caído a la isla, pero grande será su sorpresa al descubrir que ese humano es su compañero. Ellos deberán enfrentar la guerra entre sus mundos y la diferencia de sus especies para consolidar su unión y su amor. Y luchar contra la fuerza oculta que planea destruir sus mundos.

Hola otra vez, mis queridos lectores. Les traigo esta historia con mucho cariño y espero la disfruten tanto como lo hice yo al escribirla. Tengo que confesarles que el tiempo fue muy malo conmigo, ya que estuve muy ocupada para poder terminar esta historia que prometí una y otra vez a mis amigos del Facebook. Pero ahora, aquí está y espero convertirla en una serie. Y hablando de series, varias personas me han preguntado por el segundo libro de la serie Destinos Entrelazados y déjenme decirles que ya lo estoy escribiendo, sólo espero tenerlo listo para fiestas patrias aquí en Perú (En Julio). Quiero agradecer a mis blogs favoritos. ¡Gracias por el apoyo! A las Diosas del Olimpo del Amor sin fronteras, gracias por los libros que comparten cada semana; a Gaby por su apoyo y por sus lindas historias. Al Mundo de la luna roja, a Pasion Yaoi Love, y en especial al blog que vio nacer mis escritos: The Dream of Desire. Gracias a todos por el apoyo. Si quieren comunicarse conmigo, pueden encontrarme en Facebook o escribirme al correo [email protected] . ¡Disfruten la historia de Rhys y Khalim!, y no se exciten demasiado con las partes calientes. Chicas y chicos, ¡no babeen sobre el teclado! (Jajaja, es una pequeña broma). Hasta la siguiente historia.

Carolina Devell

—¡Infiernos! Rhys maldijo en varias lenguas interplanetarias cuando los sistemas de su nave empezaron a fallar. La pantalla de control parpadeó intermitentemente mientras la alarma de desestabilización emitía un sonido estridente. —Flota Estelar, aquí el capitán Malik de la Nave Alpha CX4. Pierdo el control de los sistemas. El sonido de la estática fue su única respuesta. ¡Jodidas Estrellas! Sólo se había descuidado un segundo, un solo segundo que vasto para recibir el disparo de una de las naves Naiidian. Odiaba más que nunca el hecho de que un estúpido felino le haya dado a su amada nave. Revisó los instrumentos de vuelo, pero todos los sistemas estaban apagados ahora. Miró a través de la pantalla en la parte delantera de la nave, que era la única cosa que funcionaba en esos momentos y observó lo que sucedía en el espacio cercano. La batalla todavía seguía alrededor. No entendía muy bien porqué el Comando Terrestre estaba atacando a los Naiidians. Lo único que habían informado a la Flota era que estaban en guerra y que tenían que acabar con las defensas del Planeta Naiid. Era un soldado de la Flota y tenía que seguir órdenes, pero últimamente se estaba cuestionando muchas de las misiones a las que lo habían enviado. El Comando Terrestre se estaba corrompiendo, cada vez eran más los planetas que eran forzados a entrar al sistema interplanetario.

Sacudió su cabeza. No era momento de estar pensando en esas cosas. Su vida estaba en riesgo y necesitaba actuar de inmediato. Comprobó el estado de las armas y suspiró aliviado. Todavía funcionaban. Observó a través de la pantalla, la nave que lo había desestabilizado se acercaba a terminar con él. Puso el uso de las armas en modo manual y se preparó para atacar. La nave Naiidian disparó varias ráfagas de energía azul que golpearon su escudo, la presión dentro de la nave empezó a fallar. Esperó a tener a tiro la nave enemiga y disparó una descarga grande de rayos hacia una de las turbinas de la nave Naiidian. No pudo descubrir si le dio o no, ya que en esos momentos una gran explosión de energía lo golpeó. Ambas naves salieron de órbita siendo empujadas directo al planeta. Cuando la nave dejó de dar vueltas, Rhys pudo ver lo que había sucedido. Ikharus, la gran nave de ataque de la Flota, ahora no era más que escombros flotando en el espacio. Varías naves Alpha de batalla al igual que una veintena de naves Naiidian se encontraban en las mismas condiciones. Algo había destruido un centenar de vidas, y Rhys no entendía qué rayos pudo suceder. A través del rabillo del ojo captó a la nave Naiidian, que lo había atacado, pasar rápidamente a su lado. Pronto descubrió que ambos estaban cayendo hacia el planeta. En el estado en que ambas naves se encontraban, parecía que su destino era el mismo de los que habían muerto recientemente en la explosión. Presionó varios botones en la consola de control, aumentando la energía de su escudo cuando la presión de la atmósfera golpeó su nave. La turbulencia destruyó partes externas de la nave, y lo único que Rhys pudo hacer fue esperar. La pantalla mostró lo rápido que se acercaba al planeta. Era inevitable el fuerte impacto que sufriría la nave al chocar contra la superficie. Miró impotente cómo el cielo se despejaba y el follaje del planeta aumentaba rápidamente de tamaño debido a la gran velocidad con que estaba cayendo.

Rogó a la Entidad Suprema que lo sacara de ésta. El impacto fue más fuerte de lo esperado, la nave golpeó varios árboles que destruyeron la parte frontal e inferior de la cubierta. Se produjo un fuerte chirrido cuando la nave golpeó el suelo y se deslizó varios metros por la superficie antes de chocar contra un inmenso árbol. El inesperado golpe detuvo la nave pero sacó de balance a Rhys, su cabeza golpeó fuertemente contra la consola. El agudo dolor le arrancó un grave gruñido antes de que todo se volviera oscuro.

Khalim gruñó salvajemente cuando al fin pudo bajar de una de las ramas del árbol en que había caído, sus pies tocaron suavemente la cubierta verde en el suelo. Su cola se movió de un lado a otro, agitándose nerviosamente. Caminó en dirección a su nave, y maldijo al ver las chispas del destruido sistema eléctrico y el metal retorcido de lo que antes era su nave estelar. ¿Cómo rayos ese apestoso humano lo había derribado? Levantó los brazos, estirándose lánguidamente mientras sus huesos crujían. Gracias a su genética, sanaba rápidamente y no estaba herido. Sus reflejos lo habían salvado de morir, había podido presionar el botón de eyección segundos antes de que su nave impactara en la superficie, y había tenido la suerte de caer en una de las ramas de un árbol Khru. Las gruesas ramas de color marrón oscuro rodeadas por anchas y redondeadas hojas violetas, lo habían salvado de una caída mucho peor. Estaba en problemas, giró su mirada alrededor y descubrió que estaba en uno de los bosques de árboles Khru. Dichos árboles sólo existían en la parte oriental del planeta dónde no habitaban otros Naiidians, el clima caluroso y sofocante que había la mayor parte del tiempo hacía a las islas inhabitables. A los Naiidians no les gustaba mucho el calor. La mayoría habitaban la zona occidental del planeta donde residía la capital del Reino y donde estaba su hogar. ¡Jodidas Estrellas! Estaba solo, en una pequeña isla, muy lejos del reino, y sin saber qué rayos había sucedido a las afueras del planeta. Se acercó a la chatarra que ahora era su nave y volvió a soltar un grave y fiero gruñido felino al notar que su transmisor de pulsos estaba hecho trizas, al igual que su compartimiento de supervivencia.

No tenía agua, ni comida, ni armas. Y no tendría ayuda en mucho tiempo, hasta que Padre pudiera localizarlo. El ruido estridente viniendo de arriba, lastimó sus sensibles oídos, bajó sus orejas para protegerlas del fuerte estallido y levantó la mirada. Una nave de batalla terrestre caía en picada desde el cielo. Pasó rápidamente sobre él y cayó a una gran distancia suya. Sonrió aliviado. Era el humano que lo había derribado. Por el sonido fuerte del choque, debía estar muerto, pero su nave podría tener algunos dispositivos en funcionamiento. No perdía nada si iba a echar un vistazo. Su cola empezó a moverse de un lado a otro por la impaciencia, mientras dejaba que su parte felina tomara el mando. Su cuerpo se cubrió con un corto pelaje, sus caninos crecieron en su boca y sus ojos se convirtieron en rendijas verticales, haciendo el brillo dorado de sus ojos resaltar intensamente. Un grave rugido salió de su garganta cuando empezó a correr velozmente por entre los azules arbustos y la exótica vegetación multicolor de la isla. Su corazón latía salvajemente en su pecho por esa libertad de correr. Hacía mucho que su parte animal no disfrutaba de la naturaleza. Llevaba tres ciclos lunares sin correr debido al conflicto que había contra los terrestres. No estaba en su deber combatir en el frente, pero después de una fuerte discusión con su padre, al fin pudo luchar junto a los demás guerreros. Además, habría sido una torpeza no dejarlo participar en la lucha. Él era, después de todo, el mejor piloto del Reino. Dejó salir un rugido de enfado. A pesar de ser el mejor piloto, un humano lo había derribado. Era una vergüenza que pensaba cobrar si encontraba al terrestre con vida. Aumentó la velocidad, y en unos cuantos minutos llegó al lugar del impacto. La nave del humano estaba incluso peor que la suya. Había perdido gran parte de su coraza. Khalim bajó la velocidad y lentamente se detuvo muy cerca de la nave.

Agudizó sus sentidos felinos, no detectaba ningún sonido del interior. Aspiró profundamente y una maravillosa esencia invadió sus pulmones. Un olor de almizcle y madera, con un toque terroso y muy masculino nubló su mente. Cada respiración llevaba ese delicioso olor a su sistema. Sus pupilas se dilataron, su polla se llenó en un instante y su pecho empezó a ronronear de placer. Excitación, sorpresa, júbilo y desconcierto fueron la tormenta de emociones que lo invadieron cuando el especiado olor del terrícola asaltó su sentido del olfato. ¿El humano era su Corae Consorte? ¿Su compañero? La confusión mitigó un poco sus deseos de buscar inmediatamente a su pareja. No comprendía cómo era posible que un humano fuera su compañero. Nunca había pasado algo así en el Reino. Un grave gemido proveniente del interior de la destruida nave terrestre provocó en él un delicioso hormigueo que recorrió su cuerpo como una descarga de electricidad. No podía evitar acercarse a su pareja. Sus instintos le decían que debía proteger lo que era suyo. Se deslizó al interior de la nave por el gran agujero que había en la parte lateral, su pareja estaba inconsciente sobre la consola de control. Muy suavemente lo levantó y lo sacó de la nave. A pesar de ser pequeño, Khalim era más fuerte que un humano común. Caminó hasta la base de un árbol y apoyó con cuidado a su Corae Consorte sobre las hojas caídas de un árbol Khru. Gimió extasiado por la belleza del humano. Había visto a algunos humanos antes, pero su compañero era uno de los privilegiados con su impactante belleza salvaje. Su cabello negro en largos mechones caía desordenado sobre las hojas violetas, tenía un rostro agradable a la vista, pestañas oscuras, nariz recta, pómulos salientes y fuerte mandíbula con un rastro de barba, sus labios gruesos se veían como los jugosos frutos del árbol de Macruyá. Su cuerpo era fuerte y musculoso. El humano era mucho más grande que él, y eso hacía que le gustara incluso más. Ni siquiera el saber que era su enemigo detenía el deseo ardiendo en su corazón. Su sangre

corría caliente por sus venas, ansiando el toque de ese humano. Anhelando sentirlo en su interior. La herida sangrante de su frente llamó su atención. Indeciso, se puso en pie y caminó de un lado a otro pensando qué debería hacer. Sólo había una forma de curar su herida, lamiéndola. Su saliva contenía una propiedad sanadora que cerraría la magulladura de su frente. Lo único malo con esa acción es que al probar Khalim la sangre de su compañero, eso desencadenaría una fiebre de apareamiento en él. Sus feromonas serían liberadas, llevando a su Corae Consorte a querer copular con él una y otra vez hasta que su semilla diera frutos. Khalim suspiró frustrado, no quería tener cachorros aún. No se sentía listo para ser padre. ¿Por qué tenía él que nacer con ese don en particular? Se sentía más como una maldición. Pocos machos de su raza nacían con la habilidad de producir cachorros. Sus ojos dorados eran siempre los que indicaban su don. La mayoría de los Naiidians tenían ojos azules o verdes, pero él había nacido con ojos dorados. No quería iniciar la fiebre de acoplamiento sin el consentimiento de su compañero, pero no había otra salida. Se acercó a su Corae Consorte y acarició su mejilla con cuidado. —Espero que lo entiendas. —bajó la cabeza y lamió la herida, gimió cuando el dulce sabor de la sangre de su compañero explotó en su boca. Sabía tan dulce, como frutas salvajes. Siguió limpiando la herida, sus gemidos eran más agudos con cada probada de su sangre. Los estremecimientos que recorrían su cuerpo eran incontrolables. Su polla se sentía más dura con cada segundo que pasaba, su agujero se contraía necesitando el duro eje de su compañero en su interior. Cuando la herida sanó, se detuvo. Se sentía afiebrado. El deseo corría fuerte bajo su piel. Se alejó de su humano y se sentó junto al árbol, intentando calmar el fuego que crecía en su interior. Su cola se enroscó a su alrededor, y se abrazó fuertemente, esperando que su compañero despertara. El deseo quemaba, arrancándole varios gemidos desesperados.

El sol se ocultó en pocos minutos, y el brillo azul a su alrededor le arrancó un rugido de dolor. La luna azul hacía que sus instintos salvajes se multiplicaran, pero a aquellos que tenían compañeros, volvía el deseo fuera fuerte y descontrolado, haciéndolos ansiar a su compañero toda la noche. La lujuria los golpeaba hasta el amanecer. Esa noche había luna azul, y lo habría por dos días más. Sus pupilas se dilataron al máximo, y el olor almizclado de su compañero llenó sus sentidos. No supo cómo se había alejado del árbol hasta que estuvo a centímetros del rostro de su compañero. Deseaba con desesperación que su compañero despertara y lo aceptara como su pareja.

Rhys gimió por el pulsante dolor de cabeza que tenía, parpadeó un par de veces antes de abrir completamente los ojos. Frunció el ceño por la extraña luna azul que brillaba en el cielo. No estaba en la Tierra.

¿Dónde demonios se encontraba?. De pronto las imágenes de la batalla en el espacio cercano al planeta Naiid lo hicieron despertar completamente. Su nave de batalla había recibido varios disparos enemigos. Ikharus, la Nave de la Flota Terrestre, había sido destruida y la fuerte explosión lo había lanzado hacia el planeta. Había caído en este extraño lugar. Un pequeño gemido a su lado llamó su atención. Giró la cabeza y se sorprendió al notar a una corta distancia al pequeño felino. Un Naiidian. Pero, ¿Qué hacía allí?. El gato era hermoso. Nunca había notado lo hermoso que podía llegar a ser un Naiidian. Su cabello multicolor le llegaba hasta los hombros, hilos rubios, dorados y marrones coronaban su cabeza donde dos pequeñas orejas triangulares se asomaban, su piel dorada era asombrosa, pero eran sus hermosos y brillantes ojos negros los que lo llamaban. Frunció el ceño y observó con más atención. No. No eran negros, sus pupilas dilatadas ocultaban el dorado de sus ojos. —Eres tan hermoso —susurró con reverencia. Respiró profundamente intentando calmarse, pero el especiado aroma que le llegó, lo golpeó fuertemente con una descarga de lujuria que lo dejó atontado.

¿Qué rayos..? El deseo llenó su cuerpo. Empezó a temblar por la necesidad de acercarse al pequeño felino para lamer su piel, beber la pasión de su boca y tomar su dorado cuerpo bajo el suyo hasta saciarse. Sacudió su cabeza, pero las imágenes que inundaron su mente del gatito ronroneando de placer mientras se impulsaba una y otra vez en su caliente agujero, lo pusieron duro en un instante. —Por favor…—gimió el gatito a su lado. Rhys no entendía por qué sentía la urgencia de calmar al felino. Fijo su mirada en sus ojos, y se perdió en el brillo de lujuria que ardía en ellos. Lo quería. Quería al gatito con un deseo incontrolable. Nunca antes había deseado tanto a ningún hombre como deseaba al felino a su lado. Se acercó al pequeño gato, atraído por su excitante aroma. Su olor era más intenso con cada centímetro de distancia que cortaba. Pegó su nariz en la delicada piel de su cuello y gruñó. Nada lo había preparado para esto. El deseo era insoportable. Pasó su lengua por la caliente piel, y volvió a gruñir por el delicioso sabor que tenía; salado, salvaje y maravilloso. Los gemidos del gatito cada vez eran más altos, y joder, no podía seguir conteniéndose. —Por la Entidad Suprema, te deseo… Tomó la cabeza del gatito y poseyó su boca en un feroz y hambriento beso. Bebió de sus gemidos y gruñó satisfecho por el pequeño ronroneo de placer que hacía su gatito. Rompió el beso y observó fascinado los rojos e hinchados labios de su felino. Acarició lentamente su labio inferior con su pulgar y suspiró de placer. —¿Cuál es tu nombre? —Khalim…—dijo su gatito con voz ronca y sensual. Rhys lo acercó aún más junto a él, deslizando sus dedos por los suaves cabellos de Khalim. Era tan hermoso.

—Soy Rhys. —logró murmurar contra sus labios antes de besarlo otra vez. Profundizó el beso y hundió su lengua profundamente en la caverna húmeda de la boca de Khalim. Su deseo era como un fuego ardiente, una necesidad que corría por sus venas como una llama, haciéndose a cada instante más caliente e intenso. ¡Demonios!, Khalim tenía una boca que debería ser prohibida para los humanos. Rhys no entendía qué le estaba sucediendo, pero no podía detenerse. Recorrió su lengua más profundo en su boca, explorando cada rincón, su lengua se topó con unos caninos puntiagudos que lo excitaron aún más de lo que su resistencia podía soportar. Su polla dolía de lo dura que estaba. No había ningún otro pensamiento más que deslizarse al interior de Khalim y joderlo hasta que no pudiera caminar. Los besos se volvieron cada vez más desesperados, sus lenguas danzaban en una vorágine de lujuria. Rhys bebió de los jadeos de placer de Khalim, invadiendo, devorando, explorando profundamente el interior de esa deliciosa boca. Sus manos se deslizaron por esa suave y cálida piel. —Rhys…—gimió Khalim, en una voz cada vez más baja y llena de placer. Rhys gruñó. Lo necesitaba ahora. Le quitó las prendas que vestía Khalim sin ninguna demora y se desnudó igual de rápido. El gemido de necesidad de Khalim y los ojos pesados de lujuria mientras lo miraba, lo hicieron actuar de inmediato. Deslizó su cuerpo sobre el de Khalim y ambos gimieron por la increíble sensación de tenerse piel contra piel. El calor irradiaba fuerte entre ellos como flamas de fuego. Rhys besaba a Khalim sin dejar de tocar toda la piel a su alcance. Su gatito volvió a ronronear de placer, y ese excitante sonido lo estaba enloqueciendo. Rozó su polla contra la del gatito y gruñó por el increíble placer que estaba sintiendo. El dulce aroma de Khalim se intensificó. Rhys tuvo que forzarse a calmarse antes de tomar a su gatito sin ninguna preparación. —Necesito estar dentro de ti,…ahora —gruñó con la voz ronca y grave. —Sí, sí…

Rhys volvió a besar a Khalim, nunca se cansaría del sabor ni de la textura de sus labios. Usó el líquido pre-seminal de la polla de su gatito y jugó unos segundos con el contorno de su agujero. Los ronroneos del gatito subieron de volumen. Deslizó un dedo en lo profundo de su interior. ¡Infiernos! Al parecer los felinos no sólo eran diferentes a los humanos en su apariencia, sino también en su interior. El apretado agujero de Khalim estaba lo suficiente lubricado como para meter su dura polla de una sola estocada. —Rhys, por favor… Tómame. El control que Rhys mantenía sobre si mismo se vino abajo. Alineó su polla con el agujero de Khalim y se deslizó suavemente en su interior. ¡Jodidas Estrellas! Nunca había sentido tanto placer en su vida. El agujero de Khalim lo succionaba fuertemente, arrancándole varios gemidos. Cerró los ojos extasiado. Una cálida y áspera mano acarició su mejilla haciendo que abriera los ojos. Esos preciosos ojos dorados lo miraban con anhelo y devoción. Algo más también brillaba en lo profundo de ellos, pero Rhys no quiso pensar mucho en eso cuando el placer era tan intenso. Lo único que quería sentir era el calor que envolvía su polla. Sin apartar la mirada de los ojos de Khalim, empezó a moverse. Dentro y fuera, muy lentamente. El gatito envolvió sus piernas en su cintura, dándole a cada estocada más profundidad. Era una sensación increíble, era como estar al fin en casa. Sus gruñidos combinados con los ronroneos de placer de Khalim, los envolvieron en un ambiente erótico y seductor que elevaba sus niveles de lujuria. Las estocadas lentas se convirtieron en rápidos y desenfrenados empujes. Sus bolas golpeaban el duro trasero de Khalim dándole más placer de lo imaginado. Rhys sintió el ruido que la cola de Khalim hacía al chasquear contra las hojas del suelo. Era extraño y a la vez sexy poder provocar esas reacciones en Khalim. Sus movimientos de cadera se aceleraron. Gruñó cuando la caliente y húmeda lengua de Khalim lamió la piel de su cuello. La mordida fue el

punto culminante en su liberación. Gritó con placer cuando sintió un increíble éxtasis fluir a través de él cuando se corría en el caliente interior de su gatito. El ronco rugido de Khalim señaló su propia liberación, las dulces contracciones alrededor de su sensible polla le arrancaron varios gemidos más a Rhys. Miró nuevamente los ojos de Khalim y se perdió en la emoción que brillaba en su mirada. Sentía que había sellado su destino, sabía con absoluta certeza que sería imposible apartarse de su pequeño y lindo gatito. Bajó la cabeza y besó esos tiernos labios. Sintió a su polla moverse en el interior de Khalim, y poco a poco volvió a endurecerse otra vez. Al parecer aún no estaba satisfecho. Y tenía toda la noche para saciarse. —¿Otra vez? —murmuró Khalim con su voz ronca y jadeante. —Sí. —gruñó Rhys antes de empezar a moverse.

Khalim ronroneó de placer al sentirse seguro entre los brazos de su Corae Consorte, rozó su nariz sobre la caliente piel de su cuello y gimió por la especiada esencia de su compañero. Olía a noches de verano. Su estómago escogió ese exacto momento para gruñir de hambre. Y joder, tenía mucha. Se levantó lentamente, intentando no despertar a Rhys. Observó fascinado la belleza de su compañero. Sus hijos serían afortunados si heredaban la fuerza y belleza de su Padre humano, así como sus impactantes ojos negros que brillaban como obsidianas. Ojos llenos de misterio y seducción. Se frotó su plano abdomen, sabiendo que ya había una vida creciendo en su interior. En alguna parte de la noche, la concepción se había realizado. Había sido una noche que nunca olvidaría. La imagen de Rhys con los ojos nublados por el deseo, hambriento de pasión empujándose una y otra vez en su interior mientras la luna los iluminaba con su brillo azul, era un recuerdo que nunca jamás borraría de su mente. Su cuerpo tenía algunos deliciosos dolores y marcas de lo insaciable que era su compañero. Rhys lo había tomado de maneras que nunca creyó posible. Se había sentido muy bien tenerlo moviéndose en lo profundo de su cuerpo, la sensación de posesión que creció en su corazón había sido bienvenida. Había marcado a Rhys como suyo cada vez que copulaban. No había podido evitarlo, tenía que dejar una señal de que ese perfecto humano era suyo. Se vistió sin hacer ruidos, deseando no pasar muchos días en la isla. Quería volver a casa con su compañero y además necesitaba saber qué había pasado con la guerra. Volvió su mirada a su compañero, y recordó la comida. Debía proveer para él. Respiró profundamente, intentando localizar alguna

amenaza cercana y al no descubrir ninguna, fue en busca de comida para su exhausto amante sin tener que preocuparse de dejarlo solo por unos minutos. Recogió fruta silvestre, atrapó un par de Kuyhios, unos roedores anaranjados que se alimentaban de hierba dulce, y con su pequeña carga se apresuró a regresar con Rhys. El ruido metálico proveniente del lugar dónde se encontraba su compañero le hizo acelerar el paso. Cuando llegó al pequeño claro, descubrió dos cosas. Uno, Rhys no estaba sobre las hojas del árbol Khru dónde lo había dejado. Y dos, él ahora estaba vestido, de pie junto a su destruida nave, apuntándolo con una Phaser1 y mirándolo con un brillo feroz en sus ojos. Khalim sintió el dolor y el miedo filtrarse juntos en su alma. Dolía saber que seguía siendo el enemigo de Rhys, y más dolía saber que si Rhys disparaba, también mataría a su cachorro. Khalim dejó caer la fruta y los Kuyhios al suelo, y esperó. Sentía las lágrimas acumulándose en sus ojos, pero no las dejó caer. Era decisión de Rhys si vivía. Era Rhys el que debía aceptar la conexión que tenían, y dejar su pasado atrás.

Rhys observó perplejo al Naiidian. No había sido un sueño. Todo lo que pasó la noche anterior había sido real. Había tenido sexo con un felino, y lo había disfrutado como nunca antes.

Khalim. Ese era su nombre. 1

Pistola láser

El pequeño Naiidian se había entregado a él sin temores. Y ahora estaba allí, de pie, mirándolo con miedo en sus ojos acuosos. Fue entonces que Rhys recordó la Phaser que tenía en las manos y la dejó caer a sus pies. Jamás lastimaría a su gatito. A pesar de la guerra, de las muertes, y todo lo demás. El gatito era suyo. Lo sentía en lo profundo del alma. Las lágrimas empezaron a caer sobre las suaves mejillas de Khalim. Rhys se acercó rápidamente y secó las saladas gotas con sus labios. Amaba cómo se sentía Khalim entre sus brazos. —Khalim…mi Khalim. Besó sus párpados, sus mejillas, la comisura de su boca, pero necesitaba más, deslizó sus manos por sus cabellos y urgió a Khalim a abrir la boca. Cuando sumergió su lengua chupando la de Khalim, su gatito empezó esos sexys ruiditos en su pecho. Ese caliente ronroneo hacía que su cuerpo se estremeciera de deseo. Rhys sabía que tenían que hablar, pero era tan difícil apartarse de la tentadora boca de Khalim. Lentamente se separó de la boca de su gatito, no sin antes darle una pequeña mordida a su labio inferior. —¡Por la Entidad Suprema!, eres tan hermoso. Rhys sonrió cuando un lindo rubor subió por las mejillas de su gatito, cubriendo también sus puntiagudas orejas. Las rozó muy suavemente con sus dedos, viendo a Khalim cerrar sus ojos con el leve contacto, así que las volvió a acariciar provocando en Khalim un estremecimiento de placer en todo su cuerpo. El fuerte sonido de sus ronroneos en su pecho, era excitante y le causaba una erección cada vez que lo oía. Amaba ese sonido. —Khalim…—susurró en su oído, arrancándole un ronco jadeo a su gatito. Se separó de Khalim antes de que su polla tomara el control. Necesitaba averiguar dónde estaba, qué sucedía con Khalim y por qué no podía mantenerse alejado del gatito. Tenía muchas interrogantes que necesitaban respuestas. —Khalim. ¿Cómo me encontraste?... ¿Y dónde estamos?

Rhys sintió a Khalim tensarse antes de alejarse y tomar asiento sobre un tronco caído. Vio su cola moverse inquieta de un lado a otro, y eso lo estaba desconcertando. ¿Qué temía decirle Khalim?. Se acercó a él y se sentó a su lado. —Estamos en una de las pequeñas islas orientales. Ningún Naiidian las habita. —miró a Rhys e hizo un gesto a su alrededor. —Es por el clima, en unos días empezará la temporada de calor de altas temperaturas, y durará diez ciclos lunares. Rhys notó que su gatito evitó la primera pregunta, pero sabía que tendría que decirle lo que ocultaba tarde o temprano. —¿No hay nadie alrededor? —No —susurró Khalim mirando hacia el cielo y evitando su inquisitiva mirada. —Entonces, ¿cómo llegaste aquí? Eso era algo que lo inquietaba. Si no había nadie viviendo en las islas. ¿Cómo llegó Khalim? ¿Por qué estaba aquí? —¿Khalim? —Tengo miedo. Rhys se acercó y abrazó a su gatito cuando escuchó el temblor en su voz. —¿De mí? —¡No! —gritó Khalim, tomando su rostro entre sus manos. —Tengo miedo de que me odies si te lo digo. Rhys besó su boca, intentando calmar a su pequeño felino. —¿Por qué haría eso? Khalim respiró profundamente, tragó saliva y lo miró a los ojos. Rhys no pudo evitar admirar el hermoso tono de sus ojos. Eran deslumbrantes. —Mi nave cayó muy cerca de aquí unos momentos antes que la tuya… Rhys se quedó quieto unos instantes antes de ponerse de pie y alejarse de Khalim.

“Mi nave cayó muy cerca de aquí unos momentos antes que la tuya” Esa oración se repitió en su mente una y otra vez tratando de entenderla. Las imágenes de su nave siendo atacada llegaron a su mente. La nave Naiidian que cayó junto con la suya al planeta ¿era de Khalim? ¿Khalim fue el Naiidian que casi lo hizo volar en mil pedazos? Se acercó a Khalim y gritó. —¡Tú! ¡Fuiste tú! Se paso las manos por su cabello, despeinándolo. Lo miró con su rostro cargado de rabia. Sentía a su furia crecer cada segundo que pasaba, apretando el nudo en su garganta. Respiró fuertemente, pero no podía calmarse. Tomó a Khalim de su chaqueta en un apretado agarre y gruñó muy cerca de su rostro. —¡Jodidas Estrellas! ¡Tú! Entre todos los malditos gatos. Tenías que ser tú.

Khalim sintió su corazón partirse en dos cuando las palabras de Rhys lo golpearon. Sabía que esto podría suceder, pero no sabía que dolería tanto. Se quedó quieto observando la rabia iluminando los ojos de Rhys. Entendía muy bien lo que su compañero estaba pasando, pero aún así dolía. Rhys parecía haber olvidado la noche maravillosa que pasaron juntos. La ira irradiando de él era abrumadora. —¿Qué pretendías anoche? Que olvidara que quisiste hacerme volar en mil pedazos. ¿Fue por eso que abriste tus piernas para mí? ¿Querías que te perdonara la vida o tal vez pensaste en sacarme algo de información de la Flota? Cada palabra que salía de la boca de Rhys lo lastimaba profundamente. —Rhys, por favor. Déjame explicarte… —¡No! No quiero escucharte. —lo soltó y se alejó varios pasos. —Me hiciste algo cuando estaba inconsciente, es por eso que no me importó joderte ¿verdad?. Khalim cerró los ojos, intentando calmar la rabia que estaba empezando a sentir en esos momentos. Tenía que dejar que Rhys se calmara o algo malo e irremediable podría suceder. No podía obligar a su Corae Consorte a quedarse a su lado. Tenía que dejar que Rhys tomara su decisión. Lo vio caminar de un lado a otro como un animal enjaulado. Se frotó el vientre, quería tanto decirle a Rhys las buenas noticias. Pero no podía. Eso lo volvería más inestable de lo que estaba. Bebió de su imagen una vez más. Sus largas piernas avanzaban a zancadas sobre la hierba, el viento movía sus negros cabellos, pero lo que

más le gustaba ver era la fuerza que irradiaba de su interior. Si hubiera sido un Naiidian, sería un gran guerrero. Dejó que su parte animal tomara el control y corrió hacia su nave, corrió sin mirar atrás. Necesitaba darle tiempo a Rhys. No supo cuanto tiempo corrió hasta llegar a los escombros de su nave. Se sentía vacío ahora que no estaba con Rhys. Su estómago rugió hambriento, y recordó que había dejado sus provisiones en el suelo cerca de Rhys. Estaba demasiado cansado para buscar más alimento. Se acercó al pie del árbol dónde aterrizó y juntó una gran cantidad de hojas caídas en un montón, se acomodó sobre ellas y cerró los ojos. Este día había amanecido entre los brazos de su compañero, y ahora dormía solo entre las hojas. Qué extraño giro del destino. Pensó en sus padres y sus hermanos, y le pidió al dios Evyn que los protegiera. Deseaba tanto poder verlos de nuevo. Aún no entendía por qué los humanos empezaron ésta estúpida guerra en primer lugar. Su hermano Marak había ido a reunirse con el Consejo de Mando del Comando Terrestre para terminar un tratado comercial que llevaba planeándose varios años y desde allí no habían recibido noticias de él. Sólo unos días después de la desaparición de su hermano, el Consejo había declarado la guerra al planeta Naiid. ¿Qué demonios había sucedido? Después de las intensas emociones que Khalim había vivido ese día, el cansancio al fin lo venció. Cerró los ojos y se durmió anhelando el calor y la protección que Rhys le brindaba.

Rhys no sabía qué pensar de toda la situación. Los recuerdos de su noche con Khalim se mezclaban con las imágenes de la batalla espacial y la destrucción de las naves de la Flota. Su cabeza estaba hecha un lío. Se giró a desfogar su ira y frustración contra Khalim, pero no estaba. Se había ido. El hueco que sintió en su corazón al notar la ausencia de Khalim fue tan doloroso que lo hizo caer de rodillas sobre la hierba. Levantó sus manos al sentir las lágrimas que bajaban por sus mejillas. Se sentía incompleto. Se quedó sentado allí sobre la hierba y gruñó por lo estúpido que había sido. En ningún momento dejó que Khalim explicara que era esta cosa entre ellos. No lo dejó decir nada, sólo desahogó su rabia contra él. Había visto el dolor en sus ojos cuando dijo todas esas hirientes palabras. Lo había lastimado mucho. Rhys pasó sus manos entre sus cabellos, y giró su mirada hacia lo que Khalim había tenido en sus manos cuando apareció frente a él. Eran frutos silvestres y dos animales medianos de alguna clase desconocida, parecían conejillos de indias pero eran del doble de tamaño de los que había en la Tierra. Khalim había traído comida para él. Había intentado cuidarlo y Rhys le había pagado ese gesto con estúpidos reproches. ¡Jodidas Estrellas! A veces actuaba como un maldito bastardo. Se sentó sobre las hojas, aún confundido por todo lo que había sucedido. ¿Cómo era posible que se hubiera enlazado con un Naiidian?. No era estúpido, había leído las costumbres de los nativos del planeta antes de embarcarse en la Flota para esta guerra. Siempre había tenido curiosidad por los felinos que habitaban aquí, así que había averiguado lo mayor posible esperando obtener información que lo ayudara en combate. E intuía que lo que sucedió con Khalim la noche anterior había sido más que sexo caliente. La mordida había completado el enlace. Era por eso que sentía un vacío terrible ahora que Khalim no estaba a su lado. Necesitaba saber que lo

que había entre ellos era una conexión real, necesitaba saber que él era el único compañero para Khalim. Necesitaba saber que nada podía romper su unión. Se puso de pie y tomó las provisiones de Khalim en sus manos. Tenía que encontrar a su gatito, después de todo era bueno rastreando desde que era un niño. Giró su atención hacia el tronco caído donde estuvo sentado Khalim y examinó las huellas. Había un pequeño rastro sobre las hojas, su gatito había dejado un casi invisible camino, pero Rhys sentía una extraña fuerza empujándolo hacía dónde las huellas se perdían. Siguió su instinto, y caminó tras el leve rastro de hojas pisadas. Le tomó media hora llegar al final del camino y a lo profundo del bosque, una nave Naiidian se encontraba destruida cerca de un par de árboles, pero lo que llamó su atención fue el cuerpo acurrucado de su gatito, hecho un ovillo entre las hojas violetas esparcidas sobre el suelo. Dejó las frutas y los dos conejillos sobre el suelo, y se acercó a su gatito. El pequeño dormía agitadamente, podía verlo por el movimiento desenfrenado de sus ojos tras sus párpados cerrados, el sudor cubría su rostro y su cabello húmedo se adhería a su piel, ambas manos reposaban sobre su estómago como si estuviera protegiendo algo valioso. El gemido de dolor lo sacó de balance. Se arrodilló a su lado, tomó el afiebrado cuerpo de su gatito en sus brazos y lo puso en su regazo. Otro gemido de dolor salió entre los labios de Khalim, ese sonido le apretó el corazón a Rhys. —Shhh…estoy aquí, estoy aquí. —Rhys…—jadeó Khalim con los ojos aún cerrados, parecía aún dormido. Rhys lo apretó junto a su pecho y limpió el sudor de su frente. Los temblores de Khalim estaban disminuyendo, pero su temor por la salud de su gatito había crecido incluso más. ¿Qué le pasaba a su gatito? ¿El tiempo que habían estado separados lo había afectado tanto?

Besó la frente de Khalim, rezando a la Entidad Suprema para que lo aliviara. Nunca había temido tanto perder a alguien como lo temía ahora. Besó sus dulces y suaves labios, adorando la forma que se acoplaban a los suyos. Nunca antes había estado tan seguro de que Khalim estaba hecho para él como en ese momento. Eran dos partes de un todo, el pequeño gatito lo hacía sentir feliz y completo. —Despierta, por favor. —susurró al oído de su gatito. El suspiro de felicidad que salió de los labios de Khalim calmó el doloroso latir de su corazón. Lo miró al rostro y sonrió. —Rhys…—murmuró Khalim mientras lo miraba con un brillo de completa felicidad en sus hermosos ojos dorados. No pudo evitarlo. La mirada de completa adoración en los ojos de Khalim hizo que su sangre hirviera de necesidad, llevándolo completamente a guiarse por sus instintos. Sujetó el rostro de Khalim entre sus manos y tomó su boca en un poderoso, caliente y hambriento beso. Ambos gimieron por lo fuerte de las sensaciones creciendo entre ellos. Rhys sabía desde ese momento que Khalim era suyo, y él era de Khalim. Se pertenecían y nadie podría romper esa unión. —Rhys…viniste a mí. —dijo Khalim cuando rompieron el beso. Rhys sintió muy estimulante la caricia de la mano de Khalim en su rostro. —Sí…, eres mi mitad. Nunca podría dejarte. —Mi hermoso Corae Consorte, estoy feliz de haberte encontrado. —Al igual que yo, gatito. —Rhys le dio un suave y tierno beso en los labios. —Al igual que yo. Estaban recientemente emparejados, así que la fiebre de copula los golpeó fuerte cuando volvieron a besarse. La ropa voló por todos lados en su necesidad de estar desnudos. Los gemidos, los ruidos de succión y de piel contra piel llenaron la solitaria isla de árboles Khru.

Khalim se aferró al cuerpo de Rhys, deseando no soltarlo jamás. Esperaba siempre poder despertar entre los brazos de su Corae Consorte. Era tan cálido y acogedor. Su estómago rugió. No había comido nada desde el día anterior, y ahora debía alimentarse mejor, no sólo para mantener su fuerza sino también por su cachorro nonato. Aún no sabía cómo iba a decirle sobre su hijo a Rhys. Los machos humanos no podían concebir, así que para Rhys no iba a ser fácil asimilar la noticia. Las caricias en su espalda lo hicieron ronronear de placer, frotó su mejilla contra el pecho de Rhys y suspiró feliz. —Es hora de alimentarnos, gatito. Necesitamos energía si queremos salir de aquí. El retumbar de su estómago ésta vez fue más fuerte. Khalim gruñó por ese inconveniente. Quería seguir allí, sobre las hojas, acurrucado al caliente cuerpo de su compañero. —Aún no quiero moverme… Unos minutos más. ¿sí? —suplicó levantando la mirada y poniéndole ojitos de cachorro a Rhys. Khalim sonrío cuando obtuvo un gemido de necesidad como respuesta y las pupilas de Rhys se dilataron con pasión. —¿Siempre será así? —dijo Rhys. —¿Qué? —Ésta fiebre de deseo incontrolable. Ésta hambre que me consume si no puedo tocar tu piel, si no puedo besar tu boca, si no puedo perderme en tu acogedor, apretado y caliente agujero.

Khalim se estremeció con el fervor en esas apasionadas palabras, levantó su mano y acarició el borde de la fuerte mandíbula de Rhys, sintiendo en su piel el raspar de su corta barba. —Seguiremos sintiendo un fuerte deseo entre nosotros, pero ese sentimiento se incrementará con cada luna azul. Es por eso que en estos momentos no podemos evitar dejar de tocarnos a pesar que ya nos acoplamos y la concepción de una nueva vida ya se realizó. Khalim se dio una patada mentalmente por ese lapsus. No quería decirle lo del bebé de ese modo. Observó el rostro de Rhys varios minutos, esperando su reacción. Rhys se tensó y lo miró con el ceño fruncido. —¿Concepción? ¿Nueva vida? ¿De qué rayos estás hablando? Khalim tomó la mano de Rhys y la posó sobre su abdomen. —Algunos machos de mi especie nacen con un don muy especial. Pueden llegar a concebir y tener sus propios cachorros. La característica común es que nacen con ojos dorados y con preferencia por los machos. Rhys levantó la otra mano y acarició el contorno de sus ojos muy suavemente. —Eso significa… —Sí. —presionó más fuerte la cálida mano de Rhys sobre su plano vientre. —Vamos a tener un bebé.

El corazón de Rhys bombeó enérgico en su pecho por esa declaración. Era el compañero de Khalim, pero nada lo había preparado para lo que sucedía en esos momentos.

¿Un bebé? ¿Cómo rayos su vida había dado un giro de esta magnitud?. No recordaba haber leído sobre esto en los libros sobre la especie Naiidian. Pero si la mirada llena de sinceridad que le estaba dando Khalim mientras

sostenía su mano sobre su vientre era verdadera, entonces sí, él iba a tener un hijo. Todo esto era muy confuso, pero por nada del mundo arruinaría el brillo de felicidad en los ojos de su gatito. Acarició el plano abdomen de su lindo felino y se maravilló con el hecho de que allí, bajo la palma de su mano, yacía su bebé. Un pequeño ser que compartía una parte de Khalim y de él. Acarició el rostro de Khalim, admirando lo suave de su piel. Fijo su mirada en sus brillantes ojos, perdiéndose en el resplandor dorado que tenían. —Nunca creí posible que alguna vez pudiera tener una familia propia. La vida siendo un oficial de la Flota es peligrosa, y además no creí que pudiera conocer a alguien que avivara mi espíritu como lo haces tú. Te siento en el alma desde que nos acoplamos. Y ahora, saber que nuestro bebé está creciendo en tu interior, me hace muy feliz. Agradezco a las estrellas haberte puesto en mi camino. Bajó la cabeza y besó la caliente boca de Khalim, su gatito sabía divino. Lentamente disfrutó de la suavidad de sus labios, exploró con delicadeza su interior. Gruñó por la infinidad de sabores que explotaron en sus papilas gustativas. Besar a Khalim era una experiencia exótica y sensual. El rugido bajo su palma lo sacó de la niebla de placer en que estaba. Se separó de la boca de Khalim con la respiración agitada. Lamió sus labios aún disfrutando del sabor de su compañero. Acarició el vientre de Khalim, su gatito estaba hambriento, y ahora que tenía una vida que dependía de ellos, era su deber alimentar a su compañero. —Prepararé algo de comer. —dijo Rhys mientras se levantaba y se vestía. Pasó su mirada sobre Khalim y tuvo que tragarse un gemido, el sexy cuerpo dorado de su gatito resaltaba demasiado provocativo sobre las extrañas hojas violetas. El contraste era asombroso. No les llevó mucho tiempo preparar los dos Kuyhios, como Khalim los llamaba. Al verlo titubear frente a los dos pequeños animales, su gatito se había levantado, los había limpiado y asado él mismo. A pesar de su resistencia a probarlos, resultaron ser deliciosos.

Querían seguir retozando sobre las hojas, pero ambos sabían que necesitaban encontrar una manera de salir de la isla. Con las dos naves destruidas, sería muy difícil que alguien los encontrara. Buscaron algunas partes servibles de sus naves, esperando arreglar el transmisor de pulsos de Khalim. —Está inservible —gruñó Khalim unos minutos después, destrozando el pequeño aparato contra un árbol. —¡No sirve para nada! —su cola empezó a agitarse mientras respiraba entrecortadamente, sentir los brazos de Rhys rodeándolo lo calmaron de inmediato. Se sentía en paz cada vez que su compañero estaba cerca, tocándolo. —Shh… mi hermoso gatito, cálmate. No podemos darnos por vencidos. Debe haber alguna forma de indicar nuestra posición. Khalim se quedó callado un minuto antes de suspirar. Levantó su brazo y le mostró la muñeca a Rhys. —Tal vez si esto no estuviera roto, mi padre podría encontrarnos. Un brazalete plateado con una piedra dorada en el centro adornaba su piel. Rhys tomó la mano de Khalim y observó el hermoso tallado en el extraño metal, parecía plata, pero no lo era. Tenía pequeños cristales incrustados en el metal. —¿Por qué dices eso? Es sólo un brazalete ¿o no? Khalim se alejó de Rhys y se sentó sobre una roca amarilla, acarició el brazalete y suspiró. Levantó la mirada y le hizo señas a Rhys para que se sentara a su lado. —Este brazalete, es un regalo que mi padre nos dio a mis hermanos y a mí cuando llegamos a la madurez. Todos tienes uno con una piedra dorada, todos menos mi hermano mayor, su piedra es azul. Las piedras representan el color de nuestros ojos. Padre es un sentimental respecto a eso. —Los brazaletes también son un enlace entre nosotros, con ellos nos podemos comunicar a través de nuestras mentes. —pasó suavemente su dedo índice por la piedra. —Pero en la caída, la piedra se agrietó. Ya no puedo comunicarme más con ellos. —murmuró en tono bajo mientras bajaba la mirada.

Rhys lo abrazó, tratando de confortarlo. Aún era difícil asimilar todo lo que Khalim le contaba sobre su familia. Miró nuevamente el brazalete, era demasiado valioso para pertenecerle a un simple soldado. ¿Quién era en realidad su gatito? Besó su cabello multicolor y respiró de su especiado aroma. Eso se lo preguntaría más tarde, lo primordial ahora era encontrar la manera de salir de allí. —¿No hay otra forma de contactar con tu familia? Khalim permaneció en silencio por varios minutos hasta que susurró al fin. —Sí, lo hay. Pero debemos esperar que anochezca.

Rhys se mantuvo en silencio, maravillándose con la belleza de su gatito. La brillante luz azul de la luna resaltaba cada ángulo de su rostro. Se veía aun más hermoso. Con las piernas entrelazadas y los ojos cerrados, su gatito intentaba concentrarse. Rhys tuvo que calmar un poco su libido, la presencia de la luna estaba exaltando cada deseo que corría por su cuerpo. Se apoyó contra el árbol y esperó. Aún no podía comprender muy bien lo que estaba haciendo Khalim, le había explicado que iba a meditar y poner a su mente en sintonía con el cosmos, y la luna azul ayudaría a que su mente pudiera enlazarse con la mente de su padre o de uno de sus hermanos que estuviera buscándolo. La energía crujía en el ambiente, los árboles se quedaron quietos, y el viento dejó de soplar. Era extraño y escalofriante a la vez. Los párpados de su gatito empezaron a moverse pero no abrió los ojos. Rhys se sintió inquieto, los segundos que pasaron fueron como una eternidad. Cuando vio el cuerpo de Khalim caer lentamente sobre el suelo, corrió hacia él en segundos. Su gatito estaba inconsciente, pero gracias a la Entidad Suprema respiraba normalmente, acarició suavemente su rostro esperando que Khalim abriera los párpados y lo mirara con sus hermosos ojos dorados. —Por favor, gatito. Despierta. —besó sus párpados, sus mejillas, y su boca. Lamió sus apetitosos labios, un pequeño gemido brotó de la boca que estaba devorando y se apartó. La mirada dorada que le devolvió su gatito lo hizo sonreír de felicidad. —Hola, gatito. ¿Estás bien?

Khalim asintió y le devolvió la sonrisa. —Pude hacerlo. Kanan, el menor de mis hermanos, oyó mi llamado. Él y su guardia personal vendrán por nosotros mañana al salir el sol. Rhys suspiró aliviado, pero sentía una extraña inquietud recorrer su cuerpo. Levantó a su gatito y lo sentó en su regazo, abrazándolo fuertemente. Tenía miedo que una vez que salieran de la isla, pudieran separarlos. Él aún era un piloto de la Flota, aún estaba bajo las órdenes del Comando Terrestre. Y a los políticos responsables de esta guerra no les iba a gustar que uno de sus soldados estuviera enlazado con un Naiidian. Rhys suspiró cuando sintió las cálidas manos de su compañero acariciando suavemente su espalda. Relajándolo. Se sentía amado y valorado por primera vez en su vida. Era un huérfano que había sido adiestrado desde que era niño para ser un soldado. Los humanos habían cambiado con el paso de los siglos, a aquellos niños sin padres, el Comando los reclutaba a su servicio. Los orfanatos dejaron de existir hacía dos siglos. Los niños iban directamente a los centros de formación cuando eran abandonados o no tenían a nadie que velara por ellos. Su tiempo de servicio terminaba al cumplir 30 años, cuando la mayoría ya llevaba quince años luchando. Algunos preferían seguir en servicio, ya que combatir era lo único que sabían hacer. A Rhys aún le quedaban dos años más antes de poder dejar la Flota. No sabía cómo iba a poder manejar el estar separado de su gatito y su hijo tanto tiempo. Tenía que decírselo a Khalim, pero aún no. Quería disfrutar de su tiempo juntos. —Rhys, tengo que decirte algo muy importante acerca de mí. Rhys sólo apretó más fuerte a Khalim junto a su pecho. Tenía miedo escuchar las palabras que su gatito diría a continuación. Respiró profundamente y esperó.

Khalim tragó el nudo en su garganta, y levantó el rostro, mirando el brillo salvaje en los oscuros ojos de Rhys. Acarició su mandíbula, amando el picor de su barba de dos días sobre sus dedos. —Además de ser unos de los mejores pilotos de la Fuerza Espacial Naiidian, soy el tercer hijo del Rey Ailean Felydhae. Khalim observó el rostro de Rhys mostrar varias emociones; sorpresa, desconcierto, entendimiento y tristeza. ¿Por qué sentía tristeza? No lo entendía. —¿Rhys? —tomó el rostro de su Corae Consorte entre sus manos y fijó su mirada en sus oscuros ojos. —¿Qué piensas? Dime algo. Se estaba poniendo nervioso por el prolongado silencio de Rhys. Lo abrazó fuertemente, tratando de volcar todos sus sentimientos en ese gesto. Acarició su cabello, disfrutando de la textura satinada. —¿Rhys? —Eres un príncipe. Un hermoso príncipe, ¿cómo es posible que el destino nos haya unido? No lo entiendo, soy un simple soldado humano, y no tengo nada que ofrecerte. No te merezco. Khalim se tensó con esa declaración. ¿Rhys se había vuelto loco? Se alejó un poco y volvió a mirarlo a los ojos. —Rhys, te amo. Es muy pronto para decirlo, pero eso es lo que siento en mi interior. Ser un príncipe o un soldado no importa en lo absoluto. Lo único importante en la vida para un Naiidian es encontrar a su Corae Consorte, que son nuestra razón de vivir, son la esencia de nuestra alma. Y tú, mi hermoso compañero, eres mi vida, por ti al fin estoy completo. Tú me haces feliz, y además me has dado un pequeño al cual amar. Te amo, Rhys. Nunca olvides eso. Rhys lo observó unos segundos antes de atraerlo a un beso cargado de hambre, necesidad y amor. El beso fue brutal y ardiente, sus bocas luchaban queriendo consumirse, los gemidos y gruñidos sólo aumentaban el intenso placer del beso. Se separaron con las respiraciones entrecortadas y los labios hinchados y húmedos. —También te amo, Khalim. Más de lo que puedas imaginar.

Khalim gimió y comenzó a besar el cuello de Rhys, el olor de su pareja era exquisito y excitante, lo ponía duro con tan sólo su aroma a almizcle y madera. Lo necesitaba en ese momento. —Rhys…—jadeó con la voz áspera de necesidad, levantándose y desvistiéndose. Sonrió cuando vio los ojos de su compañero brillar hambrientos y salvajes. La luna azul aumentaba los deseos de ambos, multiplicándolos, dejándolos con una necesidad que no estaría satisfecha hasta el amanecer. Sentía su cuerpo caliente, su agujero latía queriendo tener la polla de su compañero enterrada en su interior. —Tómame. Rhys gruñó y se desvistió sin perder un segundo, cayó sobre Khalim devorando su boca, lamió sus labios y luego sumergió su lengua, empujándose en su interior, comiéndose los gemidos que salían de Khalim. —Mi hermoso gatito,…me enloqueces —gruñó Rhys mientras lamía toda la piel que tenía a su alcance. Los mordiscos de sus dientes y sus lamidas encendían chispas de electricidad que le recorrían los nervios. Khalim no podía evitar ronronear por el intenso placer que estaba desbordándolo. Le encantaba cuando Rhys lo llamaba su gatito, era una expresión cariñosa que tocaba algo muy profundo en su interior. Rhys empezó a lamer sus erectos pezones, arrancándole varios roncos gemidos. La pequeña mordida en su sensible y rojo pezón le hizo arquear la espalda y cerrar los ojos. Corrientes de electricidad viajaban desde sus pezones hasta su polla, las sensaciones eran dolorosamente placenteras. Los labios de Rhys dejaron de atormentar sus pezones y subieron lánguidamente hasta su boca. El cuerpo de Rhys sobre el suyo se sentía increíble. Sus pollas al rozarse les arrancaron varios gemidos de placer. Khalim se sentía perdido en las sensaciones que invadían su cuerpo. Rhys estaba amándolo con una devoción abrumadora. Acercó más el cuerpo de Rhys hacia el suyo y abrió ampliamente las piernas.

Lo quería en ese instante. Su agujero pulsaba de necesidad. La boca de Rhys no dejó de besarlo ni un segundo. Khalim cogió varios de sus negros cabellos, sosteniéndolo y no queriendo soltarlo jamás. Chupó duro la lengua de Rhys, un gruñido bajo sonó de su garganta cuando Rhys puso su polla contra su agujero, el pre-semen mojaba su culo haciéndolo jadear. Rhys se alzó sobre sus brazos y lo miró con los ojos nublados de lujuria y amor mientras entraba lento y suave en su interior. Khalim se sentía lleno y completo, y apuró a Rhys a moverse. Cada embestida enviaba estremecimientos de placer por su cuerpo, deslizándose por su espalda y tensado sus bolas. El orgasmo se construía grande y poderoso, sus gemidos subieron de volumen cuando Rhys cambió el ángulo de penetración golpeando en su punto de placer una y otra vez. La exquisita penetración provocó una oleada de éxtasis arrasando su interior. Gritó cuando el clímax lo golpeó, cuerdas de semilla perlada brotaron de su polla cuando el orgasmo llegó. Sintió sus músculos apretar la polla de Rhys en su interior. Su compañero gruñó de placer y llenó su apretado canal con su simiente. Respiraron agitados, tratando de recobrar el aliento. Khalim sentía el cuerpo exhausto de tanto placer, pero su necesidad aún no había sido satisfecha. La luna aún brillaba en lo alto del cielo. Sintió la polla de Rhys volver a endurecerse. Gimió encantando. —Más…—gruñó Rhys a su oído cuando empezó a moverse dentro de su culo otra vez. —Necesito joderte más, hasta que no podamos movernos. Khalim sólo respondió con un gemido cuando la polla de Rhys lo embistió duro y rápido. ¡Por Evyn!, su compañero tenía más vigor que un guerrero Naiidian. Iba a disfrutar mucho de su segunda noche de acoplamiento.

“Khalim” Khalim gruñó y se acurrucó más sobre el pecho de su compañero. Quería seguir durmiendo y disfrutar del agradable calor del cuerpo de Rhys. Era una placentera sensación que no estaba dispuesto a dejar, ni siquiera por su hermano.

“Khalim” —Kanan, déjame dormir tranquilo. —murmuró soñoliento, frotando su mejilla por el duro pecho de Rhys, escuchando el fuerte latir de su corazón. —¿A quién le hablas, gatito? —susurró Rhys con la voz ronca por el sueño. —A...¿Kanan? —Khalim levantó rápidamente la cabeza y respiró profundamente. El olor familiar de Kanan le llegó a su nariz. Su pequeño hermano y su guardia estaban muy cerca. —Mi hermano ya está en la isla. Deprisa, Rhys. Debemos vestirnos de inmediato. En cualquier momento estarán aquí. Ambos se levantaron apresurados, y buscaron sus ropas esparcidas por el suelo. Se vistieron rápidamente. Unos minutos después escucharon pasos cerca de ellos. —¡Gracias a Evyn! ¡Al fin te encontré! —gritó su pequeño hermano antes de correr a sus brazos. Khalim apretó a su hermanito junto a su pecho, sonriendo por la vivacidad de Kanan. A veces olvidaba lo joven que era su hermano, hace sólo unos días que había alcanzado la madurez pero aún se veía y actuaba como un cachorro. Estaba agradecido que la guerra aún no hubiera tocado a su hermano. Era demasiado joven para luchar.

—Kanan, gracias por venir. —lo alejó unos centímetros y sonrió al ver esos maravillosos ojos dorados. —Dime. ¿Padre está bien? ¿Qué pasó con la batalla a las afueras del planeta? ¿Qué fue esa extraña explosión? Kanan rió y se alejó. —¡Khalim! No puedo responder a tantas preguntas lanzadas así. —dijo mirando de manera extraña a Rhys. —¿Él es un humano? Apenas Kanan terminó de pronunciar esas palabras, los guerreros de su guardia levantaron sus armas y apuntaron al pecho de Rhys. Khalim actuó rápidamente por instinto al colocarse delante de Rhys. —Sí, es humano y es mi Corae Consorte. Kanan gritó de alegría y volvió a saltar sobre Khalim. La risa de Rhys los hizo separarse. —Veo que tu hermano es un cachorro hiperactivo. Khalim bufó. —No tienes ni idea. —tomó la mano de Rhys. —Kanan, este es mi compañero, Rhys. Kanan los miró con una sonrisa en su rostro, y se giró hacia el Capitán de su Guardia. —Mira, Gerak. Mi hermano encontró a su compañero. Tal vez el tuyo también es un humano. Gerak sólo gruñó como respuesta y observó a Kanan con una penetrante mirada, su hermano rompió la conexión y volvió a mirar a Khalim con una sonrisa, pero sus ojos ya no sonreían. Estaba pasando algo extraño con esos dos. —Debemos irnos. El Rey lo espera en palacio, Príncipe Khalim. — dijo Gerak con una grave y seria voz. Kanan giró los ojos. —Vamos, Khalim. Te contaré todo lo que quieras saber de camino a casa. — se volvió y caminó de regreso a la nave con Gerak siguiéndolo muy de cerca. Khalim y Rhys caminaron detrás de ellos junto a los otros dos guerreros de la guardia.

La nave viajaba sobre el mar oriental camino hacia el Reino Naiidian. Rhys observaba todo el paisaje a través de la ventana. Este planeta era impresionante. Los altos y gruesos árboles de hojas anchas y violetas, y la vegetación abundante y multicolor sobre las islas era deslumbrante. El azul profundo del mar era tan intenso e muy impresionante, al igual que el azul celeste del cielo donde brillaba un sol más grande que el que alumbraba la Tierra. El panorama que tenía desde la ventana lo asombraba cada vez que echaba un vistazo. —¿Cómo está Padre? ¿Y nuestro Sire?—escuchó a Khalim decir, Rhys giró su atención a los hermanos. Eran tan parecidos pero a la vez tan diferentes. Khalim era mucho más alto que Kanan y también era más ancho de hombros y tenía un hermoso cuerpo cincelado. Además poseía una actitud tranquila, tenía un espíritu de lucha que le encantaba, y era lo opuesto al brillo de diversión y rebeldía que titilaban en los ojos de Kanan, ese chico aún se comportaba un cachorro. Khalim era un guerrero que a pesar de ser más fuerte que Rhys, le había cedido el dominio de su relación. Cada faceta que conocía de Khalim lo hacía enamorarse más. Su gatito era perfecto. Hermoso y salvaje. —Preocupados. No hemos tenido aún noticias de Marak. El enlace no funciona, así que rogamos al dios Evyn que lo mantenga protegido y salvo. —murmuró Kanan con la voz cargada de tristeza y preocupación. Khalim lo abrazó y apretó junto a su pecho. —Él está bien. Si no fuera así, lo sabríamos. —Lo sé. —susurró Kanan junto a su cuello.

—¿Qué sucedió con la guerra? —soltó Rhys sin poder contenerse más. Necesitaba saber cómo estaba la situación entre el Comando Terrestre y el Reino Naiidian. Se sintió un completo imbécil por preguntar eso en lugar de compartir su preocupación por el hermano desaparecido de Khalim. —Lo siento. —dijo mirando a los ojos a su gatito. Khalim asintió y se alejó de su hermano. —¿Sabes qué sucedió en la batalla? Kanan asintió. —Muchas vidas se perdieron a las afueras del planeta, tanto humanas como Naiidians. Hay una tregua entre nuestros mundos hasta que se pueda averiguar qué causó la explosión que acabó con Ikharus, la nave terrestre, y con las demás naves de batalla que se encontraban a su alrededor. —Pero ya pasaron más de dos días. ¿Aún no hay ningún indicio sobre qué fue lo que sucedió? —preguntó Rhys mirando atentamente a Kanan. Kanan giró su mirada a Gerak y luego a Khalim, reflejando duda en sus ojos antes de responder. —Puedes confiar en él, Kanan. —dijo Khalim girando su mirada hacia Rhys. —Yo lo hago. Kanan asintió. —Derik descubrió ayer que una nave no identificada estuvo cerca de la batalla la misma hora de la explosión. Él cree que está guerra fue orquestada para destruirnos entre sí. —¿Orquestada por quién? —urgió Rhys. Todo lo que había dicho Kanan lo estaba preocupando cada vez más. El comienzo de todo este conflicto le había parecido absurdo, y no entendía cómo el Comando quiso lanzar un ataque contra los Naiidians en primer lugar, ellos eran una raza pacifica y estaban en buenos términos con los humanos. Así que todo esto de la guerra lo había desconcertado. Era razonable pensar que alguien más estaba detrás de esto. Y quería saber contra qué se enfrentaban en realidad. —Los Serphentyr.

Todos se quedaron en silencio con esa declaración. Rhys sintió un aterrador escalofrió recorrer por su piel. Cada vez que alguien oía sobre los Serphentyr significaba que algo muy malo iba a pasar. Ellos era una raza atemorizante y no sólo por su aspecto, todas esas escamas negras, colmillos y ojos amarillos eran desagradables, pero era su maldad con otros seres lo que los hacía atemorizantes. Eran una raza cruel que vivían en un planeta volcánico y se dedicaban a asesinar sin compasión. Habían arrasado con varios planetas a su paso y hacían esclavos a los pocos sobrevivientes que dejaban cuando invadían. Nadie se atrevía a meterse con ellos por temor a llevar la ruina a sus propios planetas. —¿Qué buscan con esta guerra? Khalim y los demás lo observaron unos instantes. —Sospecho que ellos quieren algo importante que nosotros poseemos, pero eso es algo que no puedo decirte sin el permiso del Rey. —dijo Khalim, acarició su mejilla y apoyó su frente contra la de Rhys. —Lo siento. Debemos esperar hasta que mi padre te conozca para poder decírtelo. No es que no confíe en ti, sólo…no puedo decirlo. Rhys apretó a Khalim contra su cuerpo, él entendía. Lo que sea que ocultaban era un secreto del Rey, y sólo él podía decírselo. Disfrutó de la presencia y el calor de su compañero. Calmaba un poco su agitación. Tenía miedo, miedo de que el Rey lo alejara de Khalim. Era un humano y la guerra aún no había terminado, así que no era digno de ser el Corae Consorte de Khalim. Nunca en su vida había temido tanto perder a alguien como lo hacía en ese momento. Acarició el cabello de su gatito, amaba su textura. Rozó suavemente sus puntiagudas orejas, sonriendo con el bajo ronroneo de Khalim. Ese sonido lo endurecía en un segundo. Lástima que había otros a su alrededor, sino tomaría a su gatito en ese mismo instante. —Te amo. —susurró contra su oído, y lo apretó más junto a su pecho. Las emociones lo embargaban, así que cerró los ojos y disfrutó del calor de su gatito.

—También te amo, Rhys. Cuando la nave aterrizó en el puerto privado de Palacio, Rhys abrazó a Khalim un poco más antes de soltarlo. No sabía qué esperar de esta situación. Caminaron por varios pasillos hechos de alguna piedra blanca parecida al mármol, hasta que llegaron a una gran puerta de madera rojiza con bellísimos tallados felinos. Dos grandes guardias de piel oscura vigilaban la entrada, protegiendo al rey. Llevaban largas espadas enfundadas tras sus espaldas, y phasers de energía azul en sus manos. Parecían fieras salvajes listas para atacar. Uno de los guardias se acercó a ellos y bajó la cabeza en señal de respeto. —Príncipe Khalim, Príncipe Kanan. El Rey los está esperando. Ellos asintieron y esperaron que las puertas fueran abiertas. Apenas atravesaron las puertas, Khalim corrió hasta su padre. El Rey Ailean lo abrazó fuertemente. Rhys tragó el nudo en su garganta por su nerviosismo. El padre de Khalim era muy alto y musculoso. A pesar de que su cabello multicolor tenía algunas hebras plateadas, era un guerrero atemorizante. Cuando ese enorme felino lo miró, el azul glacial de sus ojos lo congeló en el lugar —¿Qué hace ese humano aquí?

Khalim se giró dentro del abrazo de su padre y miró a Rhys. Su Corae Consorte estaba nervioso, podía notarlo. Pero no había bajado la mirada de su padre ni un solo momento. Era su humano, su guerrero, e iba a defenderlo hasta de su padre si era necesario. Se acercó a su compañero y tomó su mano. —Padre, quiero que conozcas a mi Corae Consorte y el padre de mi cachorro. —dijo Khalim acercándose más a Rhys. —Majestad, —murmuró Rhys inclinando la cabeza un poco. —Soy el Capitán Rhys Malik de la Flota Estelar Terrestre. Todas las voces cerca del trono quedaron en silencio. Khalim podía notar la mirada de su Padre, el murmullo casi silencioso de Kanan hablando con Gerak. Y la mirada de asombro de su hermano mayor Derik, quién estaba de pie tras su padre junto al Consejero del Rey, Orlin. Khalim nunca antes se había sentido tan expuesto y temeroso en su vida. Imploraba en silencio al dios Evyn que su familia aceptara a su compañero. La sonrisa que dibujó su padre en su rostro, lo hizo suspirar de alivio. Recibió otro abrazo de su padre, seguido de su hermano. Rhys aún mantenía una fuerte presión en su mano y se mantenía en silencio, esperando. —Capitán —dijo Ailean y asintió a Rhys en reconocimiento, giró su mirada a Khalim. —Estoy feliz, hijo. Es un acoplamiento inusual, pero si el dios Evyn lo eligió para ti, yo no tengo nada que objetar. Khalim sonrió y se apoyó contra el costado de Rhys.

—Felicidades, hermanito. —dijo Derik con voz grave pero con la alegría brillando en sus ojos azules, ojos iguales a los de su padre. —Me alivia saber que estás a salvo. Durante el tiempo que estuviste perdido, temimos por ti. Pero ahora al ver la alegría brillando en tus ojos, podemos estar felices de tenerte otra vez en casa. —revolvió el cabello de Khalim y se acercó a su rostro. —Felicidades por tu compañero. Eres un pequeño suertudo. — susurró a su oído con la diversión vibrando en su voz. Khalim le devolvió la sonrisa a su hermano y asintió. Derik tenía razón, la suerte lo había llevado a estrellarse en la solitaria isla sin un rasguño y había encontrado a su compañero sin esperarlo. Era un Naiidian muy suertudo. Los pasos acelerados tras las puertas, hicieron que todos giraran a mirar que sucedía. Su Sire abrió las puertas de par en par y corrió directo hacia Khalim, rodeándolo fuerte contra sus brazos. —Gracias al Dios Evyn que estás bien, hijo.

Rhys seguía en silencio absorbiendo toda la información sobre la familia de su gatito. Su dulce compañero era muy querido, y él iba a hacer hasta lo imposible por seguir haciéndolo feliz. —Sire, encontré a mi Corae Consorte. —murmuró Khalim. El consorte del Rey dejó a su gatito, y giró su atención hacia él. —Bienvenido a la familia, compañero de Khalim. Rhys le sonrió. —Soy Rhys y gracias por dejarme pertenecer a su familia, Majestad. Aún necesito tiempo para comprender todo a mí alrededor, pero le prometo que protegeré a Khalim y a mi bebé con mi vida si es necesario. Y que lo amaré hasta el final de mis días. —dijo Rhys mirando a unos familiares ojos dorados.

—Me alegra oír eso, pero no me llames Majestad, suena muy formal. Somos familia, dime Kane o Sire. Y felicidades por el cachorro. Pronto tendré a un niño al cual engreír mucho. Rhys se sintió aliviado al ser aceptado por la familia de su gatito. Abrazó a Khalim y besó su cabello. Esperaba poder seguir estando cerca de su gatito, aunque tenía un mal presentimiento. Algo pronto iba a opacar el momento de felicidad que estaban viviendo. —Sire, ¿dónde está Jarrod? La voz de Khalim lo sacó de sus pensamientos. Y observó el cambio en la mirada de todos con la pregunta que Khalim hizo. La tristeza, el miedo y preocupación llenaban el ambiente. —Fue en busca de Marak a la Tierra, pero no pudo encontrarlo. Y…—susurró Kane con voz temblorosa. El silencio fue bastante aterrador. Rhys sintió a su gatito tensarse, esperando la respuesta. Acarició suavemente la espalda de Khalim intentándolo darle todo el amor y el apoyo que sabía necesitaba en estos momentos. Algo malo había sucedido, podía notarlo por la mirada de todos allí. —…y desde la medianoche de ayer, hemos perdido también contacto con él. El único sobreviviente de su guardia nos informó que fueron atacados por un grupo de Serphentyrs. Ellos se llevaron a Jarrod. —continuó el Rey Ailean mientras apretaba en un fuerte abrazo a su consorte. —¡Oh, por Evyn! —Khalim abrazó fuertemente a Rhys, mientras sollozaba junto a su cuello. Rhys no podía imaginar lo que estaría pasando Jarrod en estos momentos. Acarició la espalda de Khalim intentando calmarlo. No podía desearle ni a su peor enemigo pasar por lo que Jarrod estaría sufriendo en manos de los Serphentyrs. Necesitaba ayudar a su nueva familia a encontrar a Jarrod y traerlo de regreso a su hogar. —Conozco a alguien que podría ayudarnos a encontrarlo.

Khalim no podía dejar de pensar en su hermano. Aún no entendía por qué motivo los Serphentyrs se habían llevado a Jarrod. ¿Cuál era la causa para que hayan puesto su mira en uno de los príncipes del planeta Naiid? —Todo estará bien, gatito. Darius encontrará a Jarrod, y lo traerá a casa. Así que deja de angustiarte, por favor. No es bueno para el bebé. Rhys se acercó por detrás, su abrazo era reconfortante. Khalim podía sentir el caliente cuerpo de su compañero cubrir su espalda, llenándolo de una agradable calidez. Estaban en su habitación, mirando a través del balcón de su dormitorio la vista magnífica de la ciudad Lyonna, la Capital del Reino. Pero no había podido prestarle atención a nada, su mirada apenas notó lo asombroso que se veía todo a esa hora de la tarde. El sol brillaba en tonos dorados y anaranjados al ir ocultándose lentamente tras el frondoso bosque de hojas amarillas de los árboles Macruyá, árboles que abundaban a las afueras de la ciudad y parecían estar cubiertos en ese instante, de llamas que danzaban incontrolables bajo el sol. No prestó atención en lo absoluto, su mente iba una y otra vez a las posibles cosas que los Serphentyrs estarían haciéndole a su hermano. Rogaba al dios Evyn que Darius, el amigo de Rhys, pudiera encontrarlo lo antes posible. ¡Malditas Estrellas! Por qué su felicidad debía empañarse de este modo. —Calma, Khalim. Estoy aquí, puedes contar conmigo siempre. — susurró Rhys a su oído, enviándole una corriente de electricidad por su piel. Lo necesitaba, necesitaba a su compañero hoy más que nunca. Quería que lo ayudara a olvidar la tristeza que lo embargaba. Sólo en sus brazos podía calmar su angustia. Rhys era un bálsamo para su alma en estos momentos y lo sería para siempre.

Cerró los ojos cuando sintió el suave beso de Rhys sobre la sensible piel de su cuello. Las manos de Rhys empezaron a deslizarse bajo su ropa, enviando un placentero calor a su duro eje. Cada toque de sus dedos lo hacía estremecerse de placer. Respiró profundamente y el aroma almizclado de su compañero llenó sus sentidos. Giró sin perder contacto con las manos de Rhys y lo besó, suave y lento, disfrutando de cada roce de sus labios. Se besaron, perdiéndose en el sabor de sus bocas, tomando cada jadeo de placer como una señal para profundizar el beso aun más. El amor y la lujuria se mezclaron en cada respiración. Sus bocas lamían, chupaban y mordían sin detenerse. Khalim no podía pensar. Usar la cabeza estaba sobrevalorado en esos momentos, lo único que quería era sentir la piel de Rhys contra la suya, quería el calor generado de sus cuerpos entrelazados, quería sentirlo moviéndose con fiereza una y otra vez en su interior. —Hazme el amor, Rhys. Te necesito. Rhys gimió. —Desnúdate. La voz gruesa y baja de Rhys lo excitó, su cuerpo temblaba por la necesidad que tenía de que Rhys lo jodiera duro y salvaje. Se desvistió pausadamente, deleitándose con la respuesta de Rhys. Él respiraba agitadamente, sus ojos con pupilas dilatadas no dejaban de devorarlo con la mirada. Cuando toda su ropa estaba extendida en el suelo, Rhys lo observó de pies a cabeza, lamiéndose los labios y mirándolo como si fuera un exquisito manjar. Khalim sintió sus bolas tensarse, su polla saltó, líquido pre-seminal empezó a brotar desde la ranura de la cabeza de su polla, deslizándose desde la punta hasta perderse entre los rizos que cubrían sus bolas. Rhys se acercó lentamente y se arrodilló frente a él sin despegar la mirada de sus ojos. Khalim observó fascinado cómo Rhys bajó la cabeza y lamió la gota de pre-semen que brillaba en la punta de su erección. La sensación de la lengua de Rhys sobre su duro eje le arrancó un grave gemido, cada lento lengüetazo producía un ronroneo de placer en su pecho. Deslizó sus dedos por su negro cabello y gimió alto cuando Rhys lo tomó más profundo en su garganta.

Se sentía listo para explotar, su cola empezó a agitarse, Rhys tomó sus caderas en un fuerte agarre y lo impulsó a follar duro la dulce caverna de su boca. —Rhys… Fue lo único que pudo decir antes de que el orgasmo arrasara todo a su paso. Rhys lo sostuvo cuando sus rodillas se flexionaron, débiles; lamió hasta lo último de su semilla y se puso en pie. El anochecer había llegado, trayendo consigo el brillo azul de la luna. Rhys comenzó a desvestirse mirando a Khalim con hambre desenfrenada. —Aún tenemos toda la noche para poder satisfacernos, gatito. — gruñó Rhys, tomándolo en sus brazos y llevándolo a la cama. La luna siguió iluminándolos cuando el dormitorio se llenó de sus gemidos guturales y jadeos entrecortados mientras hacían el amor.

Toc. Toc. Toc. —¡Khalim! Rhys gimió disgustado al escuchar los amortiguados gritos a través de la bruma de sueño que lo envolvía, gruñó cuando la molesta persona tras la puerta siguió tocando fuertemente, una y otra vez. Apartó cuidadosamente el brazo de Khalim que descansaba sobre su pecho y salió de la cama. Jadeó cuando el frío piso hizo contacto con la caliente piel de sus pies. Se puso sus pantalones y su chaqueta con prisa, y caminó descalzo hacia la puerta maldiciendo al inoportuno ser que lo había despertado a tan tempranas horas de la mañana. El sol ni siquiera brillaba en el horizonte. —¡Khalim! —la voz gruesa de Derik sonó agitada mientras Rhys abría. —¿Qué sucede, Derik? ¿Pasó algo malo? —murmuró Rhys con voz gruesa y ronca cargada de sueño. Le dedicó al Príncipe Heredero una mirada de fastidio. —Khalim aún duerme. Derik lo observó en silencio unos segundos, una mirada llena de preocupación ensombrecía su atractivo rostro. —Una comitiva humana acaba de llegar al Reino. El Comandante General de la Flota, Hugh Rhodes, y cinco representantes del Comando Terrestre buscan audiencia con Padre. Rhys se sorprendió de lo extraño de eso. Tenía que suceder algo sumamente importante para que hayan llegado al planeta a dialogar después de lo sucedido. ¿Qué podía haber pasado para que hayan venido a pedir audiencia con el Rey? ¿Estarían aquí en paz o planeaban algún ataque sorpresa? Ahora

que Khalim estaba en su vida, su lealtad estaba con la familia del Rey de Naiid. —¿Saben que estoy aquí? Tenía miedo preguntar, pero no podía seguir evadiendo su situación. Era un piloto de la Flota, y aún estaba al servicio de ellos. Sólo era cuestión de tiempo hasta que averiguaran que había sobrevivido y le ordenaran volver con ellos. O tal vez lo enviaran a algún calabozo por aparearse con el enemigo. Tenía muchas interrogantes que lo preocupaban mucho. —No, aún no lo saben. Es por eso que Padre quiere hablar contigo de inmediato, antes de tener la audiencia con los humanos. Te espera dentro de cinco minutos en su estudio. Khalim puede guiarte hasta allí. Rhys asintió y cerró la puerta cuando Derik dio la vuelta y se fue. Se quedó allí de pie, frente a la puerta cerrada sin saber qué hacer. —¿Rhys? —murmuró Khalim en voz soñolienta. Rhys se giró y se acercó a la cama sin dejar de pensar cómo decirle a su gatito que posiblemente hoy tendría que dejar el planeta.

Khalim aún no podía asimilar las palabras de Rhys, caminaba por el pasillo al estudio de Padre y no podía prestarle atención a nada en absoluto, sólo movía un pie después de otro como un autómata. Su mente seguía repitiendo una y otra vez la conversación que tuvo con Rhys hace unos momentos. Cuando creía que al fin había encontrado la felicidad, algo nuevo se interponía entre ellos.

Tenía miedo, miedo de que si Rhys volvía al servicio del Comando Terrestre, tal vez nunca volvería a verlo. ¿Cómo podría vivir si Rhys no volvía jamás a su lado? Acarició distraídamente su vientre y cerró los ojos. Quería que su bebé creciera junto a su Rhys, que vivieran como una familia. ¿Por qué el destino tenía que ser tan cruel con él al ponerle a Rhys en su camino para luego alejarlo? —Tranquilo, gatito. Estoy aquí. —murmuró Rhys a su oído después de abrazarlo. Khalim devolvió el abrazo y respiró profundamente, disfrutando del especiado aroma de su compañero. Sentía su cuerpo relajado cuando Rhys lo apretaba junto a su pecho. El amor brillaba fuerte en su corazón, su alma se sentía en una nube de felicidad cada vez que podía estar rodeado por los fuertes brazos de Rhys. Su corazón bailaba agitado en su pecho, vibraba al mismo ritmo que latía el de Rhys. Todo lo que él era se complementaba con Rhys. Dos mitades de un todo destinadas a estar juntas por siempre. No quería perder eso, no quería estar alejado de él ni un solo minuto. —Tengo miedo… Rhys besó su frente con suavidad y acarició su espalda tratando de confortarlo, calmando poco a poco su incertidumbre. —Te prometo que si tengo que regresar a la Flota para terminar mi servicio, haré hasta lo imposible por volver a tu lado sano y salvo. Nada ni nadie me lo impedirá. Soy tuyo, gatito. Te pertenezco para siempre y eso nunca cambiará. Khalim contuvo las lágrimas que se acumulaban en sus ojos y respiró profundo llenando sus pulmones del olor almizclado de Rhys, tratando de guardar en su memoria cada matiz, aroma, textura, cada pequeño detalle que identificaba a su Corae Consorte. Quería grabar en su mente cada recuerdo de Rhys, pero sabía en su corazón que no podría mantenerse sólo de recuerdos. Necesitaba más que eso, pero no había ninguna forma de enfrentar los solitarios días que le esperaban más que refugiarse y consolarse en la compañía de su bebé.

A pesar de sus grandes deseos, sabía que pronto Rhys sería convocado a volver a la Flota Terrestre. Era uno de sus mejores pilotos, y ellos no iban a dejarlo aquí y prescindir de sus conocimientos en batalla. Eso era imposible. Rhys besó sus labios, lento y sensual, barriendo su boca con suavidad, impregnando en cada toque de su lengua su amor. Khalim bebió del beso de Rhys con pausa, disfrutando cada lamida, cada succión y cada mordida. Amando el dulce sabor de su beso. —Vamos, gatito. El Rey espera. —susurró Rhys contra sus labios después de romper el beso. Khalim asintió, estaba demasiado aturdido para pronunciar alguna palabra. Sus labios aún quemaban por el calor de la boca de Rhys, los sentía húmedos e hinchados por el poderoso beso de su compañero. Caminaron rumbo al estudio del Rey tomados de la mano, ambos esperando que su separación nunca ocurriera.

El Rey Ailean los estaba esperando tras el enorme escritorio de madera en su estudio. Rhys observó fascinado los muebles hechos de una extraña madera amarilla muy peculiar, todos perfectamente tallados con siluetas de felinos terrestres, que eran los antepasados de los Naiidians. Incluso el escritorio era un maravilloso mural tallado artísticamente en madera donde leones acechaban a una presa. La atmósfera era cálida y acogedora, sus tonos tierra en las paredes y los suelos daban una sensación de tranquilidad en el estudio. Derik, Kane, y el Consejero Orlin estaban sentados frente al Rey, al parecer estaban discutiendo un asunto de suma importancia. Ailean levantó la mirada al momento en que ellos entraron. —Rhys, Khalim, que bueno que ya estén con nosotros. Tenemos un tema importante que tratar.

Rhys se sentía nervioso. En los siguientes minutos conocería al fin cuál sería su destino inmediato. Decirle a su gatito sobre su posible partida lo había desgastado. La tristeza y el dolor titilando en los hermosos ojos dorados de su compañero lo habían hecho sentirse como una mierda. No quería nunca más poner esa mirada de angustia en los ojos de su gatito. Tomó la mano de Khalim en un fuerte agarre antes de tomar asiento. —¿Qué sucede? —preguntó Khalim. —Sí, quisiera saber qué está pasando. ¿Tiene algo que ver con la Comitiva Terrestre que ha arribado al planeta? —pregunto Rhys, mirando a todos con el rostro cargado de preocupación. Ailean los observó unos segundos detenidamente antes de suspirar. —Sí, está relacionado con ellos. Además hemos descubierto que ha llegado a los oídos de los representantes del Comando Terrestre que la explosión de la nave Ikharus no fue causada por nosotros, sino que terceros estuvieron involucrados en la destrucción de esa y varias naves más. Así que han venido a solicitar una tregua para la creación de un Tratado de Paz. Según tengo entendido, el responsable de la guerra entre nuestros mundos huyó cuando fue descubierto. —¿Y quién fue el causante de está estúpida guerra? —dijo Khalim. Ailean gruñó. —Fue el Presidente del Comando, Roshan Taule, quien huyó cuando fue descubierto y ahora está desaparecido. Rhys se quedó de piedra al escuchar esa noticia. Había sabido desde un comienzo que la guerra contra los Naiidians no tenía sentido, pero nunca creyó que el principal Líder Terrestre hubiera ocasionado tantas muertes de inocentes. ¿Por qué motivo habría hecho algo así?. —Estoy bastante seguro que tiene que ver con la nueva veta de cristales que se descubrió hace pocos meses al sur del Planeta, en las minas Rhodriz. Al parecer Rhys había soltado la pregunta en voz alta, y estaba intrigado por lo que el Rey estaba diciendo, así que prestó atención.

Ailean lo observó con una mirada reflexiva. —Rhys, eres el Corae Consorte de uno de mis hijos, y eso te hace parte de la familia. Además, de lo poco que he visto de ti, puedo deducir que eres un hombre honorable y leal. Así que lo que te voy a decir a continuación no puede salir de este estudio nunca. Pondría en riesgo la vida de los miembros de esta familia, como la vida de Khalim y la de tu hijo.

—Puede confiar en mí, Majestad. Nunca pondría en peligro la vida de la persona que amo, ni la de mi bebé nonato. Son lo más valioso que tengo en la vida, ellos son mi espíritu y la esencia de mi alma. Moriría antes de arriesgar sus vidas. —dijo Rhys, besando el dorso de la mano de Khalim. Rhys había dicho toda la verdad en esa afirmación. Jamás pondría en riesgo a su gatito. Era su compañero, su vida, su todo. El amor existente entre ellos era fuerte y poderoso. Nunca traicionaría la confianza que su nueva familia le estaba dando, y menos la de su gatito. Ailean asintió en acuerdo. —Hace siete meses, en las minas de diamantes rojos, se descubrió una nueva veta de cristales en lo profundo de una cueva, unos metros alejada de la caverna principal. Fue un pequeño temblor lo que hizo una grieta en la pared de roca. Sólo el director de la mina tiene conocimiento del descubrimiento. Tuvimos que volver a sellar la grieta hasta saber las consecuencias que este hallazgo podría traer al planeta. —Pero, ¿Qué descubrieron? —preguntó Rhys. —Cristales de Energía Azul. —¡Infiernos! —exclamó Rhys sorprendido, y luego se dio cuenta del desliz en su vocabulario, ruborizándose cuando los demás en el estudio lo miraron divertidos. —No te preocupes, Rhys. Todos tuvimos la misma reacción cuando nos enteramos. —dijo Ailean. Rhys asintió y trató de calmar su turbación, sentía las mejillas calientes por la vergüenza. Pero no podía dejar de estar preocupado, ya que cada vez que se descubría alguna veta de cristales azules en un planeta, sólo traía caos y destrucción. Eran los cristales más valiosos en todo el universo, y muchos estaban dispuestos a eliminar a todos los habitantes del planeta con

el fin de quedarse con ese tesoro. Los cristales azules eran la fuente de poder de todas las armas en el universo. ¡Jodidas Estrellas!, estaban en serios problemas. Ailean miró a todos los presentes antes de continuar. —Creemos que de alguna manera los Serphentyrs sospechan de la nueva veta de energía encontrada aquí, así que esa puede ser la razón de porqué estuvieron involucrados en la guerra que teníamos con los humanos. Pensamos que la intención tras la destrucción de Ikharus, la nave de la Flota terrestre, era también eliminar las defensas del planeta. Lo que ellos no sabían es que en esa batalla sólo usamos la cuarta parte de nuestra Fuerza Estelar, y sólo unas veinte naves Naiidian fueron destruidas. La pregunta primordial aquí es: ¿Cómo descubrieron la existencia de los cristales de energía azul? Todos se quedaron en silencio por lo que implicaba esa pregunta. Había un traidor en el reino, alguien se había enterado del hallazgo y había soltado la lengua con los Serphentyrs. Rhys empezó a preocuparse con todo lo que implicaba el descubrimiento de los cristales, la guerra, los Serphentyrs y la comitiva terrestre. Todo el conjunto llevaba al desastre. Algo se estaba gestando y pronto todos estarían inmersos en una nueva batalla por sobrevivir. —Pero eso es imposible, nadie se atrevería a poner en peligro el Reino. —murmuró el Consejero Orlin mientras miraba a todos los presentes con el ceño fruncido. —Todo es posible con los Serphentyrs. —respondió Ailean mientras miraba a Orlin, giró su mirada a todos en el estudio. —Ya puse a Gerak a investigar quién pudo informarles. —El otro asunto que debo comentarte es respecto a la Comitiva Terrestre. —dijo Ailean a Rhys. —No puedo ocultarles a ellos tu presencia en el Palacio, eso acarrearía nuevos problemas con los humanos. Rhys tenía que admitir que su ¿suegro?, mejor seguía llamándolo Ailean, tenía razón. No podía seguir evadiendo su responsabilidad con la Flota. Tenía que hablar con sus superiores, ellos tenían que conocer que había sobrevivido al ataque.

—Estoy de acuerdo contigo. Me reportaré con mis superiores una vez que les hayas informado de que aún estoy vivo.

Khalim estaba muy nervioso. En ese mismo momento Padre estaba reunido con la Comitiva Humana. Y el miedo lo estaba traicionando, enviándole temblores por todo su cuerpo. Rhys se acercó a su lado y lo abrazó. Estaban juntos en uno de los jardines de palacio. Una pequeña laguna era el centro de ese pedazo de paraiso, árboles Macruyá rodeaban el jardín, otorgandoles privacidad. La diversidad de color y formas en la vegetación era asombrosa. Cinco bancos de piedra amarilla rodeaban la laguna, y la hierba crecía libre y sin restricción sobre el suelo. Observó el vaiven lento de la superficie de la pequeña laguna y suspiró, miró las siluetas de los peces Anul, el azul violeta de sus escamas le daban color y vida a la laguna. Este era su refugio y lo quería compartir con su compañero, quería pasar junto a Rhys el mayor tiempo posible. Además necesitaba recuperar la fuerza y el valor que había perdido. Ya no se sentía como él mismo. Su orgullo y su fortaleza se habían esfumado ante la posibilidad de perder a Rhys. Se sentía sin rumbo, intentando con todas sus fuerzas volver a ser él de antes. Tal vez el embarazo lo estaba afectando, volviéndolo más sensible a todo. No sabía qué le estaba pasando, sólo se sentía inseguro y temeroso. —Cálmate, gatito. Tienes que tratar de tranquilizarte un poco. Me mata verte así de angustiado. —Rhys besó su cabello y lo apretó más fuerte entre sus brazos. Khalim se acurrucó y respiró el olor de su compañero, nada lo calmaba más que el aroma de su compañero. Se sentía en paz cada vez que el almizclado aroma de Rhys llenaba sus pulmones.

—Te amo mucho Rhys. Sólo no sé que voy a hacer sin ti a mi lado. Me siento perdido, y así no soy yo. Soy el mejor piloto de la Flota Estelar Naiid, y unos de los mejores guerreros del Reino. Y ahora ni siquiera puedo enfrentarme a la próxima partida de mi compañero. Si Marak estuviera aquí ya me hubiera dado un sopapo en la cabeza para que despertara y afrontara la vida con valentía. Sintió las manos de Rhys acariciar lentamente su espalda. Suspiró de placer, pero la pena aún no se iba. —Extraño a mis hermanos, y no saber dónde están o qué es lo que está pasando me está atormentando. ¿Por qué no puedo tener un momento de felicidad completo? Te quiero aquí, y a mis hermanos también. Los quiero a todos a salvo en Palacio. Las últimas palabras salieron entre sollozos entrecortados. Ya no podía seguir manteniéndose firme. ¡Dios! Él era un guerrero, no podía derrumbarse como si fuera una doncella. —Shh…, gatito. Todo estará bien. Lo prometo. Volveré a ti. Cada palabra iba acompañada de un beso suave sobre su rostro. Khalim suspiró de placer. Amaba a Rhys tan intensamente que a veces la magnitud de su amor lo asustaba. La ligera caricia en sus orejas lo hizo ronronear, le encantaba cuando Rhys hacía eso. El leve roce de los labios de Rhys fue maravilloso y dulce, y lo sacó del estado de tristeza y desolación en que se encontraba. Abrió la boca y gimió cuando Rhys dio rienda suelta a sus deseos, tomando cada gemido que brotaba de su pecho. Khalim fue transportado a mundo de placer, donde cada toque de los dedos de Rhys lo deleitaba intensamente. Se desnudaron con prisa. Khalim estaba agradecido que esa parte del Palacio casi nadie la utilizara. Tenían el jardín para ellos solos. Cada caricia era deliciosa, pequeños temblores inundaron su cuerpo cuando el beso cambió, Rhys empezó a devorar su boca con hambre, profundizó el beso y hundió su lengua profundamente, Khalim no podía

evitar los jadeos y gemidos que hacía. Su corazón latía acelerado en su pecho, necesitaba más de Rhys y lo necesitaba ahora. Empujó a Rhys sobre la suave y fresca hierba, y se sentó a horcajadas sobre sus caderas. Gimieron al contacto de piel contra piel. Khalim miró hacia abajo, su compañero era impresionante. Su pelo negro resaltaba sobre el verde de la hierba, sus rasgos cincelados, labios húmedos y rojos en su jadeante boca, ojos dilatados con un brillo de lujuria en sus pupilas, lo hacía el hombre más sexy del planeta. Bajó su boca y besó su fuerte mandíbula, lamiendo su piel y disfrutando su sabor salado, besó la piel de su cuello y ronroneó cuando Rhys gimió de placer. Su marca de apareamiento era la parte más sensible de Rhys, lamió y le encantó el jadeo que brotó de la garganta de Rhys. Bajó hacia su pecho y lamió sus pezones, dedicándoles toda su atención a cada uno, siguió bajando y saboreó cada pedazo de piel que tenía al alcance. Quería recordar a su compañero así, recostado sobre la hierba a su merced. Hundió su lengua en su lindo ombligo y chupó, las caderas de Rhys se elevaron. Khalim se sentía enfebrecido, su polla dolía y su agujero se contraía cada segundo que pasaba, pero quería tener a Rhys en su boca, sentir el grosor de su eje y saborearlo a placer. Levantó la mirada y sonrió cuando se topó con los ojos desenfocados de Rhys. ¡Infiernos!, su compañero se veía cada vez más hermoso. Bajó la boca sin apartar la mirada de Rhys y lamió la punta, gimiendo por el maravilloso sabor almizclado, no pudo esperar más y lo tomó hasta su garganta. El gritó de placer de Rhys lo incitó a moverse, arriba y abajo, amando la dura carne entre sus labios. —¡Joder!...gatito tienes una boca increíble. —jadeó Rhys. —Mmmm… Khalim lo sintió endurecerse aun más, su propia polla dolía y su agujero lo necesitaba en ese momento. Alejó su boca del eje de Rhys y se volvió a sentar a horcajadas sobre sus caderas, tomó el húmedo eje, su agujero se contrajo cuando la punta tocó su roseta y lentamente bajo todo el camino hasta su interior.

Ambos gruñeron cuando estuvieron unidos. Rhys levantó las manos y jaló a Khalim hacía abajo, tomó su boca y empezó a mover sus caderas al mismo ritmo en que jodía su boca con su lengua. Khalim estaba perdido, las sensaciones, el placer, la dicha llenaban su mente y su cuerpo. Se movió arriba y abajo, más rápido cada vez. Rompió el beso, cambiando el ángulo de penetración. Cerró los ojos cuando el éxtasis corrió por sus venas, cada estocada golpeaba su punto de placer una y otra vez. Las manos de Rhys acariciaron su pecho, cuando sus dedos tocaron los sensibles pezones de Khalim apretándolos, el dolor mezclado con el placer fue el detonante del mejor orgasmo que había tenido en su vida. Hilos de semilla emergían de su polla, sus pelotas se contrajeron arrancándole todo el fluido de su cuerpo. Sintió la corrida de Rhys llenar su agujero antes de caer exhausto y casi inconsciente sobre su pecho. —¡Joder!…gatito…casi…acabas…conmigo…—susurró respiración entrecortada.

Rhys

con

la

—Mmmm… Rhys lo apretó junto a su pecho, y suspiró satisfecho. Khalim no tenía la fuerza para moverse, sólo cerró los ojos y se dejó llevar a la agradable inconciencia. El viento mecía la variada vegetación del jardín, los peces seguían moviéndose en un extraño vaivén en la laguna, y la sombra de los árboles cubrió a los amantes mientras tomaban una siesta.

“¡Peligro!” “¡Khalim!” Khalim levantó la cabeza rápidamente, su corazón latía acelerado, y no era por el mejor sexo que había compartido con Rhys. Cerró los ojos y se concentró en Kanan. Era su voz la que había escuchado hace unos segundos.

“¿Kanan? ¿Qué sucede?” El tiempo de respuesta de su hermano lo estaba asustando. Relajó su mente e intentó otra vez conectarse con su hermano. Pudo sentir su presencia, así que volvió preguntar.

“¡Serphentyrs!” —gritó su hermano en respuesta a través de su enlace. Khalim no tuvo que volver a preguntar, se levantó rápidamente. —¡Rhys! ¡Los Serphentyrs están en el Palacio! —¿Qué? ¿Cómo rayos pasó eso? —Rhys gruñó mientras se vestía apresuradamente. Khalim no respondió, sólo estaba agradecido que la piedra dorada de su brazalete estuviera reparada y pudiera fácilmente conectarse con su familia. Se terminaron de vestir y salieron rápidamente del jardín. Khalim condujo a Rhys por los pasillos más seguros y rápidos hacia el interior del palacio.

“Kanan, ¿Dónde estás? ¿Están todos bien?‟”

“¡No lo sé!, Gerak me encerró en su habitación y me ordenó que no saliera.” “Khalim, ¿Cómo pudieron entrar? ¿Crees que los demás estén bien?” “Eso espero. Así que quédate allí.” “Lo haré. Cuídate Khalim” Khalim dejó la conexión con su hermano Kanan y se centró en el hombre a su lado. Rhys había adoptado la actitud de un guerrero listo para la batalla. Caminaron sigilosamente hacia los pasillos del estudio del Rey. Khalim cerró los ojos y dejó que su parte felina lo guiara, podía percibir un extraño olor rondando por el ambiente, agudizó sus sentidos y escuchó disparos no muy lejos de ellos. Se detuvo, necesitaban armas para defenderse de los intrusos, así que llevó a Rhys a su habitación. Abrió el baúl junto a su cama y empezó a tomar lo que necesitaban. Sujetó el arnés de su larga, mortal, y afilada espada, situándola tras su espalda. Comprobó la carga de su cristal de energía azul antes de tomar su phaser, examinó si funcionaba correctamente y la asió fuerte en su mano. Levantó la mirada y se sorprendió al notar la mirada caliente que Rhys le estaba dando. —¿Qué sucede?

Rhys no podía alejar la mirada de su gatito, se veía más caliente que el infierno. Su actitud de duro guerrero le había provocado una erección y sentía sus pantalones apretados. Verlo empuñar la espada y la natural habilidad de tomar la phaser, lo habían hecho darse cuenta de una faceta de su gatito a la que no había prestado atención. Khalim le había cedido el dominio de la relación, pero él seguía siendo un fuerte guerrero Naiidian.

Rhys tuvo que tragarse el gemido que amenazaba escapar de su boca, tenían que apresurarse, y ser precavidos para enfrentar a los Serphentyrs. Pero primero tenía algo importante que hacer. Jaló a Khalim junto a su pecho, y se apoderó de su boca en un beso lujurioso y lleno de necesidad. Se separaron jadeando por aire y mirándose con las pupilas dilatadas por el deseo. —Te amo, Khalim. Así que mantente alerta. —volvió a darle un beso, ésta vez saboreando lentamente su boca. Rompió el beso y apoyó su frente contra la de Khalim. —Usa todos tus sentidos, y cuídate. Estaré justo a tu lado. —También te amo, Rhys. Y por favor, no dejes que te lastimen. Rhys lo abrazó y murmuró a su oído. —Nadie me tocará ni un solo un cabello, sólo tú tienes ese privilegio. Y planeó ponerlo en práctica cuando pongamos a nuestra familia a salvo y eliminemos a los intrusos. Khalim gimió y se alejó, acomodando su erección en sus pantalones y dedicándole una mirada febril mientras lo hacía. Rhys sonrió y se acercó al baúl. Tomó un par de phasers y varios aturdidores —pequeñas esferas plateadas que al activarse emitían un sonido agudo que dejaba inconsciente por varios minutos—. —Vamos, gatito. Es hora de acabar con los Serphentyrs.

Avanzaron sigilosamente hacia el estudio. Khalim intentó comunicarse con alguno de sus padres y Derik, pero no obtuvo resultados. No pasaron más que unos segundos cuando se encontraron con los problemas. Dos guardias yacían muertos en el suelo mientras tres Serphentyrs se alejaban por el pasillo.

Khalim jamás se acostumbraría a la desagradable apariencia de los Serphentyrs. Todas esas escamas negras con destellos verdes, colmillos amarillentos, lengua bífida, y ojos amarillos; era una imagen repulsiva y escalofriante. Los Serphentyrs caminaban delante de ellos y parecían no haber percibido su presencia aún. Khalim giró su mirada hacia Rhys y con sólo mirarse a los ojos se comunicaron sin palabras. „Te amo‟ decían sus ojos. Rhys levantó su phaser, listo para el enfrentamiento. Khalim hizo lo mismo pero primero dejó que su lado salvaje se liberara, su piel y sus ojos cambiaron. Respiró profundo, y desató todos sus sentidos. Era más fácil para él luchar en su otra forma, se volvía más rápido y sus respuestas eran inmediatas. Ambos atacaron al mismo tiempo, los disparos fueron apenas una ráfaga de viento, Khalim pudo utilizar su destreza disparando y usar su buena puntería para eliminar a dos de los intrusos en un parpadeo. El tercer Serphentyr cayó por el disparo de Rhys, el agujero atravesaba su corazón haciéndolo caer de rodillas antes de yacer inerte en el suelo junto a sus compañeros. Khalim tuvo que reconocer que su compañero tenía muy buena puntería. Cuando llegaron al estudio del Rey lo único que encontraron fue un desorden total, algunos muebles estaban destruidos y marcas de sangre manchaban los suelos. Se alejaron sin perder ni un solo segundo hacia el Salón del Trono, el ruido de disparos era más fuerte en el lugar, los guardias de la entrada tenía un lucha encarnada contra un grupo de Serphentyrs, el choque de sus espadas resonaba incesante sobre las paredes. Khalim estaba agradecido que su Padre hubiera instalado hace algún tiempo un bloqueador de cristales azules en el Salón del Trono, ningún arma que usara energía azul funcionaba allí, mucho menos los phasers. Rhys y Khalim corrieron hacia el interior del Salón y encontraron a Derik, Gerak, al Rey Ailean y a su Sire Kane protegiendo al Comandante

General de la Flota y los tres representantes del Comando Terrestre que aún quedaban con vida. Rhys y Khalim acabaron con dos Serphentyrs más mientras se acercaban al Rey y los demás. Khalim tenía que reconocer que los Serphentyrs sabían manejar muy bien una espada, pero a pesar de usar sus puños Rhys no era rival para ellos, y mucho menos si no tenía una espada con la que enfrentarlos. Los gruñidos y los gemidos sonaban fuertes, como ecos entre las paredes de piedra pulida, mientras las armas oscilaban de un lado a otro haciendo contacto, Khalim trató de mantener a Rhys a su lado mientras evadió un golpe directo a su vientre cuando el destello de una espada a su derecha lo hizo girar y obtener un vistazo aterrador de la espada que penetraba fácilmente por el costado de Rhys. Gritó fuerte dejando escapar un audible rugido salvaje de su boca, levantó su espada y de un solo movimiento la hoja separó la cabeza del cuerpo del Serphentyr que se había atrevido a herir a su compañero. Los pocos Serphentyrs que quedaron con vida escaparon segundos antes que un escuadrón de guardias llegara al Salón. Khalim dejó de prestar atención a lo que lo rodeaba y sólo centró su mirada en Rhys, soltó la espada y se arrodilló junto a su compañero, presionó la herida pero la sangre seguía colándose entre sus dedos. —¡Traigan al médico de la corte! —escuchó gritar a su Padre. Khalim sentía un agudo dolor en su pecho, y su vista estaba borrosa. Frustrado trató de limpiar sus ojos pero no se atrevió a quitar sus manos de la herida de Rhys. Podía sentir sus lágrimas recorrer su rostro, tenía miedo de perder a su Corae Consorte. Jamás pensó que pudiera perder a su amor en el lugar que creía era el más seguro del universo. —Khalim, debes dejar que el médico se haga cargo. —murmuró suavemente su Sire mientras acariciaba su cabello. Khalim asintió pero no se alejó demasiado. Miró con atención como el médico atendía a Rhys. Cuando al fin detuvieron la hemorragia lo trasladaron rápidamente al área médica del Palacio.

Se puso en pie y siguió al médico mientras llevaban a Rhys en una camilla electrónica flotante. Si no fuera por el apoyo de su Sire, estaba seguro que no hubiera podido mantenerse en pie. Caminó a través del desastre total que era el Salón del trono. No prestó atención a los cuerpos de los Serphentyrs desperdigados por el suelo, ni las manchas de sangre arruinando el pulido suelo de piedra, ni los dos humanos del comité muertos junto a la puerta. Sus ojos sólo seguían el cuerpo herido de Rhys mientras lo llevaban hacia una habitación del área médica. —No quiero que muera…—susurró mientras miraba la sangre que cubría sus manos. —No lo hará. —Su Sire lo acercó más a su cuerpo mientras su brazo rodeaba sus hombros, dándole el confort que tanto necesitaba. —Rhys se recuperará pronto, sólo mantén la fe.

Luchó por salir de la oscuridad en la que estaba, el dolor en su costado no era tan fuerte como lo había esperado cuando lo hirieron. Aún podía recordar al agudo dolor que sintió cuando aquel maldito Serphentyr quiso hacer una brocheta con él. Una cálida mano acarició su rostro, arrancándole un pequeño suspiro de placer. Se esforzó en abrir los ojos, pero los párpados le pesaban, respiró profundamente y volvió intentarlo. Al fin pudo vislumbrar el rostro de su gatito, un rostro cargado de preocupación que se cernía sobre él. —¿Rhys? Rhys parpadeó, intentando aclarar su visión. Los ojos dorados de su gatito brillaban con alivio, pero el tono de su voz reflejaba tanta preocupación que tuvo que sonreír para calmar un poco la incertidumbre de su gatito. Los cálidos y suaves labios de Khalim se posaron sobre los suyos haciéndolo suspirar de placer. Fue sólo un pequeño roce, pero ese leve contacto lo sintió hasta el alma. —Te amo, Rhys. —Khalim apoyó su cabeza en su pecho, y un pequeño sollozo escapó de sus labios. Los estremecimientos de su compañero alarmaron a Rhys, levantó la mano acarició su largo cabello multicolor, suavemente rozó sus delicadas orejas triangulares y sonrió cuando los estremecimientos y los sollozos se detuvieron, y un ronco y grave ronroneo llenó el silencio de la habitación. —Khal…—su voz sonó gruesa y obtuvo la atención completa de su gatito, que apresurado le alcanzó un vaso de agua. Bebió como si no hubiera probado un trago de agua en semanas, aunque trató de hacerlo pausadamente.

—Estoy feliz de que te encuentres bien. —Khalim alejó el vaso vacío y lo dejó sobre la mesa cercana. Apoyó su cabeza sobre el pecho de Rhys y se acurrucó junto a él. —¿Qué pasó? —Un jodido Serphentyr te hirió mientras intentábamos acércanos a mis padres y los demás. Todo lo que mi mente repite una y otra vez es la punta de la espada deslizándose en tu cuerpo, y la sangre, la inmensa cantidad de sangre que cubrió rápidamente el suelo mientras estabas inconsciente. —Khalim respiró profundamente, absorbiendo profundamente el olor almizclado de Rhys. —Nunca había tenido tanto miedo en mi vida. — acercó su oído al pecho de Rhys, escuchando sus saludables latidos como si intentara asegurarse que su compañero aún estaba vivo. —Shh, estoy bien… —Sí, pero casi estuve a punto de perderte. Rhys cerró los ojos, estaba cansado pero necesitaba saber qué había pasado exactamente. —Lo sé. —siguió acariciando el rostro de Khalim mientras hablaba. —Gatito, ¿cómo pudieron los Serphentyrs entrar al palacio sin ser detectados de inmediato? —Aún no lo sabemos. Mi Sire está como loco inspeccionando la seguridad. No ha dejado de revisar cada entrada del palacio desde que supo que estabas bien. Estuvo aquí, brindándome el apoyo que tanto necesitaba. —Me alivia saber que no estabas solo. Khalim asintió y levantó la mirada. —Pero no estaba solo. La cálida presencia del bebé en mi vientre calmó los temores que me invadían cuando no sabía si sobrevivirías a tu herida. Su presencia me ayudó mucho. Rhys sonrió con ternura y bajó su mano, posándola sobre el plano vientre de Khalim. Saber que un pequeño ser crecía allí lo maravillaba muchísimo. Su hijo, un niño que tendría los ojos dorados de Khalim y su hermoso cabello multicolor. Ya quería tenerlo en sus brazos y darle el amor que ya sentía crecer en su corazón. Al parecer la paternidad también cambiaba a los guerreros, dejándolos babeando por ver la mirada de sus niños. Suspiró, temiendo

nunca poder compartir esas cosas con su hijo, ni con Khalim. No quería dejarlos, y necesitaba saber cómo estaban las cosas con la comitiva humana para poder calmar su ansiedad. —Gatito, ¿qué pasó con la Comitiva Terrestre? Khalim tomó su mano y sonrió. Esa preciosa sonrisa lo hacía brillar, volviéndolo más hermoso que antes. —A pesar que dos miembros fueron asesinados por los Serphentyrs, la tregua entre nuestros mundos fue firmada y aprobada inmediatamente. Además… Rhys miró con curiosidad a su gatito, esperando saber qué era eso que lo hacía tan feliz. La sonrisa brillando en los ojos de Khalim le dio un poco esperanza. Tal vez no iba a separarse de su familia después de todo. —¿Además? Khalim sonrió. —Además mi Padre y el Comandante General de la Flota acordaron crear una alianza en sus Fuerzas para la lucha contra los Serphentyrs. El ataque les hizo darse cuenta que ambos mundos corrían peligro, así que Prometheus, una nave de la Flota, estará en órbita al planeta por varios meses hasta que podamos estar seguros de cuáles son exactamente los planes de los Serphentyrs. —¿Por qué aquí?¿Y por qué confían en los humanos? Rhys no podía entender todo lo que Khalim estaba informándole. No debían confiar demasiado en el Comando Terrestre. Khalim volvió a sonreír. —Bueno, respondiendo tu primera pregunta. El planeta Tharth, hogar de los Serphentyrs, se encuentra más cerca de aquí que de la Tierra, y respecto a la confianza con los humanos, Padre no está muy seguro de eso pero no podemos rechazar la ayuda de nuestros aliados. —Además el nuevo Presidente del Comando vendrá pronto al planeta a una reunión con Padre, y Marak llegará con él. —¿Marak?¿Tu hermano? —Sí, no sé muy bien que sucedió, pero Marak nos dijo que estaba a salvo y que nos daría una sorpresa pronto.

Rhys suspiró aliviado, estaba contento que al menos uno de los hermanos de su gatito estuviera a salvo. Atrajo a Khalim hacia abajo y besó sus labios muy suavemente. Amaba la textura delicada de su boca, y su sabor era un elixir al cual ya era adicto. Probó y bebió de los gemidos de placer de su gatito, saboreando muy profundamente su boca. El beso se volvió lento y sensual y se separaron con una sonrisa en sus hinchados labios. —Estoy feliz, gatito. Sé lo mucho que te preocupaba la desaparición de tu hermano. —Hay algo más que necesitas saber. El Comandante Rhodes te designó como Líder de tu propio escuadrón de naves de batalla. Estarás en servicio a las afueras del planeta en la nave Prometheus. —Khalim no podía contener la emoción mientras le contaba las noticias a Rhys. —Estarás aquí, Rhys… —acercó su rostro al de Rhys. —…conmigo. Rhys no sabía cómo reaccionar a esa noticia. Sabía que las cosas podían cambiar rápidamente, pero pensaba disfrutar al máximo del tiempo que le estaban dando para permanecer aquí con su gatito. Así que lo único qué podía hacer en ese momento, era alejar el dolor que sentía en su costado y disfrutar de la boca de su gatito. Deslizó sus manos tras el cuello de Khalim y devoró su boca con desesperación. Jodió su boca con su lengua, moviéndola como si estuvieran copulando salvajemente, los gemidos aumentaron su nivel cuando el beso se volvió más caliente. Fue Khalim quien rompió el beso, y Rhys sólo tuvo que sonreír por tener la capacidad de dejar una mirada nublada de placer en los ojos de su gatito. —Te amo, gatito. —susurró cuando las fuerzas empezaron a desvanecerse. Estaba exhausto y aún tenía unos días más para recuperarse completamente. —Yo también te amo, Rhys. Ahora duerme. Estaré aquí cuando despiertes.

Khalim no podía dejar de sonreír. Su amor estaba a salvo y podía quedarse en el Reino un tiempo más de lo esperado. Se sentía aliviado al ver a Rhys recuperándose muy bien. Había temido por un momento perder a Rhys, pero gracias al Dios Evyn, todo estaba bien. Levantó la mano y acarició sus labios, sonriendo por lo calientes e hinchados que los sentía. Nunca se cansaría de besar a su Corae Consorte, era una experiencia divina cada vez que sus bocas se encontraban en un beso explosivo. Los leves golpes en la puerta lo hicieron salir de su ensoñación, y mirar a la puerta para ver al Rey entrar a la habitación. —¿Cómo está tu compañero, Khalim? —murmuró en voz baja Ailean mientras se sentaba en un silla al lado de su hijo. —Está mejor, Padre. —Khalim sonrió sin despegar la mirada de su compañero. —Y pronto se recuperará por completo.

Ailean observó fascinado el rostro llenó de felicidad del menor de sus hijos, y sonrió. Nunca hubiera imaginado que la felicidad de Khalim estaría en manos de un humano. Giró su mirada al terrícola, Rhys, tragándose el gruñido de rabia que trataba de emerger de su interior. Le fastidiaba el hecho de que un miembro de su familia haya salido herido en un ataque de los Serphentyrs. Rhys era humano pero también era un miembro de la familia Felydhae, e iba a hacer

hasta lo imposible por averiguar quién era el traidor que había dejado entrar a los Serphentyrs al Reino. Aún no podía entender cómo rayos hicieron para pasar la seguridad del Palacio. Kane y su hijo mayor Derik habían doblado la seguridad cuando los humanos les declararon la guerra, y estaba seguro que ellos habían hecho un gran trabajo. Así que el traidor debería ser alguien muy cercano para saber los puntos débiles en la seguridad. Suspiró cansado, había estado trabajando mucho en la tregua con los humanos, supervisando los controles de seguridad del Palacio junto a su compañero, averiguando junto con Gerak sobre la identidad del traidor sin resultados, y manteniendo una comunicación constante con Darius Storm sobre alguna información de Jarrod. Dolía saber que uno de sus hijos posiblemente estuviera sufriendo en esos momentos y él no pudiera hacer nada para remediarlo. Respiraba aliviado al saber que Marak estaba bien, y que pronto estaría de regreso. Pero no podía dejar de sentir que le estaba fallando a Jarrod. Era frustrante sentirse tan impotente para salvar a uno de sus cachorros. Levantó la mano y acarició la melena de Khalim, su hijo era tan hermoso y tan parecido a Kane. Y ahora sus ojos tenían el mismo brillo. —Espero estés feliz de que Rhys se quedé en el planeta hasta que termine su servicio. Khalim lo miró con sus ojos titilando de felicidad. —Lo estoy, Padre. Y ahora más que nunca, ya que mi bebé crecerá con la presencia de su padre humano. Ailean asintió y besó la frente de su hijo. Era tan difícil hacerse a un lado y permitir a sus hijos crecer y dejarlos hacer su propia vida. Pero no importaba cuán maduros se sintieran ellos, siempre serían sus pequeños cachorros y los protegería como una fiera si el peligro los acechara. Se puso en pie, despidiéndose de su hijo y dejándolo con su compañero. Necesitaba a Kane en ese momento, su Corae Consorte era el único bálsamo en momentos como éste. Sintió a su eje endurecerse de sólo pensar en Kane, así que caminó más rápidamente hacia su habitación. Tenía

asuntos reales que atender con su compañero susurró su mente, mientras sus ojos brillaban enfebrecidos y sus labios sonreían con malicia.

—Puerto Estelar Naiidian, aquí el Capitán Malik de la nave Alpha ZX1, solicitando permiso para aterrizar. —Aquí Puerto Estelar Naiidian, su permiso ha sido concedido Capitán Malik. Su transporte al Palacio Real lo estará esperando. — respondió el encargado del puerto a través del intercomunicador. Rhys sonrió, seguro su gatito estaba impaciente por verlo y había mandado un transporte para Rhys. Aunque sólo hayan pasado dos días sin verse parecían una eternidad. Cada día le brindaba una oración a la Entidad Suprema por haberlo salvado de morir hace cuatro semanas. Su herida en su costado había sanado muy bien, y el Comando lo había puesto en servicio una semana después de su recuperación. No podía renegar por ello, ya que seguía en el planeta Naiid, y su gatito estaba a su lado. Aterrizó sin ningún inconveniente con su nueva nave. Había estado en Prometheus, la nave de ataque de la Flota, conociendo a los cinco pilotos de su escuadrón, pilotando y haciendo maniobras de ataque en caso los Serphentyrs los sorprendieran de nuevo. El Comando Terrestre había tomado medidas necesarias para detectar a un radio de 200 millones de años luz del planeta cualquier nave sospechosa. La seguridad había aumentado con la próxima llegada del Presidente del Comando Terrestre. Bajó a paso rápido de su nave y subió en su transporte hacia el Palacio. Estaba impaciente por ver a su gatito. Aún no se acostumbraba a toda la parafernalia que conllevaba ser el Corae Consorte de un príncipe pero no podía negar que tenía sus privilegios, como viajar en un transporte de primera clase.

El viaje al palacio sólo tomó unos minutos, bajó apresurado y corrió a la entrada. Los guardias ya lo conocían así que lo dejaron pasar sin ningún problema. Sabía donde estaba Khalim, y no era en su habitación. Desde que sus heridas sanaron, habían pasado cada momento del día en su jardín privado. Era su pequeño edén mágico para ellos. Cuando llegó a las puertas del jardín se detuvo jadeando, caminó lentamente entre la vegetación multicolor y se quedó paralizado con la vista que tenía al frente. Khalim se encontraba completamente desnudo, recostado sobre la verde hierba y rodeado por flores de grandes y aterciopelados pétalos rojo púrpura, su piel dorada brillaba con los débiles rayos del sol en el ocaso del día, y su cabello multicolor yacía desparramado contra la cubierta verde y silvestre del suelo. Sus largas pestañas realzaban sus altos pómulos, y su pícara sonrisa se dibujaba entre sus tentadores labios. Rhys tragó, su corazón latió frenético en su pecho y su polla dolía de lo dura que estaba. Su mirada vagó por el cuerpo de su gatito, y un gemido brotó de su boca. Khalim se veía hermoso allí, tendido sobre la hierba. Sus duros pezones apuntaban al cielo, contraídos y apretados. Su boca se hizo agua con las ganas que tenía de probarlos. Siguió bajando la mirada, y su polla goteó pre-semen dentro de sus pantalones al ver el eje duro y sin vello de su compañero. Era una hermosa polla y quería volver a tenerla moviéndose en su boca. Una imagen brilló en su mente, la de su gatito empujándose una y otra vez en su interior. Su agujero se contrajo y jadeó de necesidad con tan sólo ese pensamiento. Cuando levantó su mirada hacia el rostro de Khalim, los dorados ojos habían sido casi cubierto por el negro dilatado de sus pupilas. Podía verlo respirar profundamente, llenándose del olor de su excitación. Rhys sólo podía pensar en una cosa, tener a Khalim piel con piel contra él. Se desnudó rápidamente, bajó su cuerpo contra el caliente gatito que lo esperaba ansioso.

Sus bocas se unieron en un beso desesperado. Fue duro, salvaje, desenfrenado e intenso. Se separaron con la respiración agitada y mirándose con amor a los ojos. —Te amo, gatito. Y te extrañé mucho. —gruñó Rhys mientras acariciaba suavemente la mejilla de Khalim. —Yo también te amo, y no creo que me acostumbre a tus ausencias. Te necesito, y nunca dejaré de hacerlo. —murmuró contra los labios de Rhys. Rhys sonrió, y rozó su duro eje contra la polla de su gatito, gimiendo y estremeciéndose por el placer que recorría su cuerpo. Volvió a mirar a Khalim y la idea de que ese hermoso felino lo llenara le parecía más atractiva cada vez más. Deslizó su pulgar sobre el hinchado labio inferior de su compañero y suspiró extasiado. Lo quería, quería descubrir cómo se sentía cuando el hombre que amaba le hiciera el amor. Besó la boca de Khalim con hambre, y bajó lentamente sus besos por la mandíbula hasta la delicada piel de su cuello, lamió sus lindos pectorales dedicándole especial atención a los duros brotes de sus pezones, bajó y degustó la punta roma de su eje, gimiendo por el especiado sabor de su pre-semen. Nada nunca se compararía con el maravilloso sabor de su compañero. Tomó sus bolas en su boca, amando la textura y sonriendo por los pequeños gemidos de su gatito. Volvió a subir y besar la boca de Khalim, compartiendo su esencia con él. Dolía seguir conteniéndose. —Quiero que me hagas el amor, Khalim. Te quiero moviéndote en mi interior hasta que nuestras mentes se derritan de tanto placer. —gruñó mirando intensamente los ojos de su gatito.

Khalim se quedó quieto unos segundos, asimilando las palabras de Rhys. ¿En serio su compañero quería que lo follara?. Nunca imaginó que su dominante compañero le permitiera tomarlo de ese modo, pero al mirar la lujuria brillando en los ojos de Rhys, no quería perder la oportunidad de hundirse hasta las bolas en el interior de su Corae Consorte. Giró a Rhys de espaldas, y miró a su amante y compañero. Era tan hermoso. Y lo había extrañado los dos días que estuvieron separados. Deslizó sus manos por el esculpido cuerpo de Rhys, amando la fuerza tras la tersa piel de su compañero. Lo urgió a darse la vuelta y ponerse de rodillas. Su necesidad aumentaba con cada minuto que pasaba. —¿Estás seguro, Rhys? —murmuró contra el oído de Rhys, lamiendo su oreja y disfrutando del escalofrió de placer que recorrió a su compañero. —Sí…—jadeó Rhys mientras levantaba más su redondo y duro trasero. Khalim gruñó. Le dio una pequeña mordida en el cuello a Rhys, provocándole gemidos de necesidad, bajó lentamente por la piel de su espalda, repartiendo besos y lamidas a placer. Sentía su polla dura por la anticipación de sumergirse profundamente en Rhys, bajó la cabeza y lamió muy suavemente el apretado agujero de su compañero. Disfrutando de su aroma, y su terroso sabor. —¡Por la Entidad Suprema! Hazlo…otra…vez. —balbuceó Rhys. Khalim sonrió, y sumergió la punta de la lengua en su cálido y acogedor agujero. —Sí, sí,…¡Sí! Al parecer estaba haciendo muy bien calentando a su compañero, ya que había convertido sus gemidos en roncos balbuceos. Tomó su eje, embadurnando sus dedos con el lubricante natural de su pre-semen.

Muy despacio fue sumergiendo uno de sus dedos contra el apretado agujero de Rhys. Los gemidos y jadeos aumentaron de volumen, cuando fueron tres los dedos que entraban y salían del interior de Rhys, Khalim no pudo soportarlo más. Posicionó su eje contra la entrada de su compañero y poco a poco fue metiéndose en su caliente interior. Ambos gruñeron de placer por la intensidad de su unión. Khalim se mantuvo quieto esperando que Rhys estuviera listo para poder moverse. Le resultaba difícil mantenerse inmóvil mientras se encontraba en el apretado calor del interior de Rhys. —Muévete, hazlo ya… Khalim sonrío por el sonido de impaciencia en la ronca y grave voz de Rhys. Se aferró a las caderas de su compañero y empezó a moverse, dentro y fuera, más rápido cada vez. Era una sensación maravillosa tener su polla enterrada en lo profundo del cuerpo de Rhys, su cuerpo temblaba por el esfuerzo de detener las ganas que tenía de correrse. Deslizó su mano hacia el vientre de Rhys, y la bajó, tomando el endurecido eje de Rhys, y masturbándolo mientras lo follaba. Sus gemidos se volvieron jadeos entrecortados, y el olor del sexo lo abrumó. Se movió más rápido, con fuertes y poderosas estocadas que arrancaban pequeños gemiditos roncos de la boca de Rhys. Cuando Rhys bajó su cabeza apoyándola contra la hierba, las estocadas se volvieron salvajes. —Sí,…ahí…justo…ahí… Khalim gruñó fuerte y salvaje, su rugido hizo eco entre los árboles Macruyá que rodeaban el jardín. Sus ojos y su piel cambiaron mientras golpeaba una y otra vez el punto de placer de Rhys con el fin de dejarlo débil y satisfecho. El duro eje en su mano entró en erupción, el orgasmo de Rhys lo llevó al límite cuando su agujero apretó su polla intentando obtener su semilla. Bajó la cabeza y mordió a Rhys en el cuello, provocándole otro orgasmo mientras se corría en el interior de su compañero. Su sangre era tan dulce. Lamió la herida y cayó junto a Rhys sobre la hierba. Sonrió satisfecho, su compañero yacía inconsciente con una sonrisa en sus labios. Se tocó el vientre donde su bebé crecía y volvió a sonreír.

Jamás hubiera imaginado cuando se enlistó en la Fuerza Espacial, que conocería a Rhys, y que ahora tendría la familia con la que tanto había soñado. Se acurrucó contra su Corae Consorte, y se dejó llevar por el sueño. Las cosas estaban extrañas en el universo, y la presencia de los Serphentyrs lo hacía mucho peor, pero sabía que su familia se mantendría unida para enfrentarse a lo que el destino les deparaba. Sus ojos se cerraron y cayó dormido con los fuertes latidos del corazón de Rhys bajo su oído. La noche llegó, el ruido de los insectos cubrió el silencio del jardín, la superficie de la laguna rompió su calma con la danza de los peces Anul saltando sobre el agua, y los rayos de una inmensa luna azul bajaron del cielo cubriendo a los amantes que pronto despertarían con la febril hambre de una larga noche de apareamiento.

El sonido vibrante del holotransmisor rompió el silencio de la habitación. Odiaba tener que responder cada vez que el estúpido humano se comunicaba con él. Si no fuera por que quería el trono del reino, hace mucho lo hubiera eliminado así como lo hizo con su hermano mayor, al darlo de regalo al líder de los Serphentyrs. El sonido de la llamada volvió a interrumpir sus pensamientos, así que decidió contestar. La imagen del ex-Presidente del Comando Terrestre, Roshan Taule, apareció sobre el holotransmisor, odiaba al humano pero era una buena herramienta en sus planes. —¿Alguna novedad? —gruñó entre dientes. —Sí, la nave donde se transporta el idiota de Zane Draco llegará en una semana a tu planeta. Mis espías están posicionados dentro de la nave esperando instrucciones. Tuvo que tragarse el gruñido de exasperación que amenazaba con surgir de lo profundo de su ser. Si no fuera por el capricho del idiota de Taule, en estos momentos tendría al príncipe Marak y al presidente Draco muertos. Pero todo se había el ido al infierno por la estupidez de Taule, y ahora tenía que eliminar al par cuando estaban más protegidos que nunca. Sonrió, su nueva arma iba a ser muy útil para estos propósitos. Ya lo había probado con la destrucción del Ikharus y varias naves más. —Tengo que arreglar algunos detalles, pero pronto te informaré cuales serán los planes a seguir. Cortó la comunicación. Pensó en todo lo que había hecho, y se sintió feliz de que la captura del príncipe Jarrod hubiera salido según sus planes, aunque tendría que

poner en alerta a sus aliados, los Serphentyrs, de la presencia de Darius Stone. No quería que ese humano arruinara sus planes, y estaba seguro que ese simple terrícola no podría enfrentarse a un grupo completo de asesinos Serphentyrs. Lástima que el príncipe Khalim no hubiera muerto con la explosión del Ikharus, pero pronto tendría planeado algo para remediar eso. Se acercó hacia la gran ventana de su habitación. La luna azul brillaba hermosa en el cielo, y respiró profundo. Pronto este reino sería suyo, y nada ni nadie lo pararían, y mucho menos cuando fuera Rey y empezara con la extracción de los cristales de energía azul.