Destinos Entrelazados 02 - Reencuentro - Carolina Devell

DESTINOS ENTRELAZADOS 2 Reencuentro CAROLINA DEVELL Edición: Setiembre 2012 Todos los derechos reservados. Esta obra

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DESTINOS ENTRELAZADOS 2

Reencuentro

CAROLINA DEVELL

Edición: Setiembre 2012 Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.

Este libro contiene algunas escenas sexualmente explícitas hombre/hombre, y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo para algunos lectores. No es apto para menores de edad.

Devlin Douglas es un solitario y duro Detective de Homicidios. A los 17 años, perdió a Lisa, el amor de su vida, cuando ella dio a luz a su hija Amy. Dejándolo solo y con el alma destrozada. En el primer año de universidad de Amy, ella regresa con un amigo de vacaciones. Volviendo de cabeza, la vacía y melancólica vida de Devlin. Luke es un chico gay que se ha convertido en el mejor amigo de Amy, y que guarda en secreto una pequeña fotografía de Dev en su billetera. El papá de su mejor amiga es sexy y caliente como el infierno, y ha sido su amor platónico por meses. Pero al conocerlo en persona, y ver la tristeza en sus ojos, Luke quiere ser él quien llene de alegría su mirada. No puede evitar enamorarse, pero la situación es complicada, y no quiere perder a su amiga por caer perdidamente enamorado de Dev. Cuando Dev ve por primera vez a Luke una corriente de lujuria recorre su cuerpo. Se siente excitado y no entiende porqué. Por una extraña razón, él empieza a sentir la misma atracción que sintió por su esposa cuando se conocieron. El amor y el dolor por sentirse así lo tienen al filo de sus emociones. Y al final se rinde a lo que siente por Luke. Pero deberán enfrentar al druida oscuro, que vuelve a aparecer en sus vidas, intentando destruirlos y separarlos, otra vez. ¿Lograrán vencer los obstáculos y el peligro que el destino les depara?

A Gaby, por su amistad y apoyo incondicional. Por sus consejos y sugerencias que me sirvieron mucho en el primer libro que comenzó esta serie. A Mistral, por las pequeñas charlas que compartimos en Facebook, que me encantan, por la inestimable nueva amistad que me brinda, y por ser una de las primeras lectoras de este libro. Gracias por tu opinión. A Dian, por el encabezado y pie de página de este libro. Y por ofrecerse a ayudarme en futuros proyectos. Me divierto con tus comentarios en el Facebook. ; ) A todos mis lectores, por el apoyo y sus comentarios en cada libro publicado. Gracias.

Carolina Devell

Escocia. Equinoccio de Otoño 1611. La magia crujía alrededor del círculo de piedras, pequeños destellos de luz brillaban aleatoriamente sobre la superficie de las rocas, la niebla aún cubría con su manto el interior del círculo, los plateados rayos de luna apenas podían pasar a través del muro de bruma, y el aro rojizo alrededor de la luna brillaba ahora más fuerte que antes. El oscuro silencio inundando el círculo de piedras solamente era interrumpido por los murmullos en una antigua lengua que Aidan MacDouglas muy suavemente pronunciaba. Aidan podía sentir el poder creciendo rápidamente en su interior. Ondas y ondas de pura magia bañaban cada parte de su cuerpo. Su piel vibraba con cada onza de energía acumulándose en su ser. Se sentía imparable, sentía que podía hacer cualquier cosa que deseara. Podía ver claramente como si hilos de poder emergieran del árbol, rodeándolo, inundándolo de una inmensa cantidad de energía. Gael había estado en lo cierto, matar a Archie y completar el hechizo había liberado su poder verdadero, haciéndolo invencible. El Fae Oscuro había resultado ser de gran ayuda en su venganza. Bajó la mirada al agonizante cuerpo de su hermano pequeño, y sintió un extraño y molesto dolor llenando su corazón. Los recuerdos de las risas, las bromas, los paseos a caballo, recuerdos de todas las veces que cuidó a Archie cuando era pequeño, lo estaban abrumando. A pesar de todo, él sí había amado a su hermano, pero el odio y su sed de venganza eran más fuertes que cualquier otro sentimiento. Levantó la mirada al árbol de serbal frente a él y sonrió. Al fin Darian podía sufrir tanto como él sufrió estas últimas semanas. Sólo la

intervención de Gael, ese extraño y oscuro fae, le había dado una razón para purgar su dolor. Pero ahora, tenía dos cosas más que hacer para obtener el poder completo. Guardó su daga, y se alejó lentamente del círculo de piedras sin mirar atrás. La noche aún no había terminado. Tenía otros asuntos que atender. Cerró los ojos y pensó en el castillo MacGregor, el hogar de Duncan. Sonrió cuando los abrió. Su magia era cada vez más poderosa, se había podido trasladar aquí con tan sólo un pensamiento. Se deslizó por las sombras, buscando a la hechicera. Ella era aún demasiado joven para usar sus dones, y necesitaba eliminarla antes de que su magia alcanzara su cénit. Era una lástima que la joven fuera la prometida de su hermano mayor Allan, pero su destino ya estaba trazado. Debía morir esta noche. Caminó sin hacer ruido hacia una de las almenas. Podía sentirla en ese lugar. Aún no sabía porqué Gael le había aconsejado matarla sin entrar en contacto con su piel, pero si el fae le había dicho eso, debía tener muy buenas razones. Gael también le había predicho que ella sería la causa de su derrota, y asesinarla evitaría su fin. Al llegar a lo alto de las almenas, se detuvo a observarla. Ella miraba el oscuro horizonte sin moverse, contemplando todo el paisaje en esa noche iluminada sólo por la luna. —No podrás separarlos para siempre. —murmuró Moira manteniéndose de espaldas a él. El viento agitaba su cabello de un lado a otro y la antorcha cerca a ella le daba a su silueta un extraño resplandor. Su actitud serena, así como su comentario, desconcertaron a Aidan. Pero aún así mantuvo su distancia. —Pronto lo haré, y nada ni nadie podrá impedirlo. Ella se giró y lo miró con sus ojos azul hielo, estudiándolo por varios segundos. —El hechizo no durará para siempre, druida oscuro. Veo tu futuro. Sanarás tu dolor y la oscuridad te dejará, liberándolos de su maldición.

Aidan frunció el ceño por las locas palabras de Moira, pero lo que más le sorprendió, fue el color de sus ojos. Habían cambiado, ya no eran del color marrón chocolate con los cuales había nacido. —Aún puedes cambiar esto, Aidan. Sólo habla con Duncan, las cosas no son como parecen. Aidan bufó y levantó su mano, concentrando todo su poder en su palma. —Tus palabras ya no sirven de nada, Moira. Morirás, y Allan estará mejor sin ti. Al final él me lo agradecerá. Ella le dedicó una triste sonrisa. —Allan y yo somos dos partes de un todo. Almas gemelas, bendecidas por el destino para encontrarnos siempre. Me podrás alejar de él en esta vida, pero en la siguiente lo volveré a encontrar. Aidan rió con amargura. No pudo evitarlo. Su hermano no merecía encontrar el amor en todas sus vidas. No era justo. Mantuvo su mano erguida con los dedos extendidos, mientras tejía un hechizo. Cerró los ojos, concentrándose en su odio, en su rabia, y susurró las palabras que cambiarían el destino de Allan y Moira para siempre. No merecían un final feliz. —¡No! —gritó Moira cuando sintió al hechizo envolverla, levantó las manos intentando detener a Aidan pero no era tan fuerte. Cayó de rodillas al suelo, lágrimas de dolor se deslizaban por sus mejillas. —¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? —sollozó. —Porque puedo. —Aidan bajó la mano y la observó con una sonrisa triunfante en su rostro. —Debes agradecerme que les dejé un año de felicidad. Sólo tendrás ese tiempo para disfrutar de tu vida junto al alma de mi hermano. Al cumplir ese periodo, morirás. Cada vez que renazcas y lo encuentres, sólo un año vivirás junto a él. Las lágrimas seguían cayendo de los ojos de Moira, pero Aidan no le prestó atención en lo absoluto. Volvió a levantar la mano, concentrando una gran cantidad de energía.

—Este no era tu destino, Aidan MacDouglas. El fae oscuro lo cambió. —murmuró Moira limpiándose las lágrimas de sus ojos. —No sólo mataste a Archie, también mataste tu alma. Eres un cuerpo sin esencia, sólo el odio y la magia te mantienen vivo. Tu alma renacerá y reclamará aquella pequeña parte que aún guardas en tu pecho. —Tal vez mientas o tal vez digas la verdad. Pero ahora eso no importa. Yo soy invencible y no necesito un alma. —la energía crujía desde la punta de sus dedos. —Saluda a mi hermano en tu otra vida. Una bola de pura energía golpeó a Moira en su pecho haciéndola caer inerte sobre el suelo con lágrimas aún en su rostro. Aidan la observó sólo unos minutos antes de dar la vuelta y alejarse. Uno menos de que preocuparse. Ahora sólo quedaba enfrentarse a una persona más.

Allan MacDouglas detuvo su caballo y tomó en un fuerte agarre las riendas cuando sintió un agudo dolor golpear en su pecho. Moira. Cerró los ojos intentando sentirla, pero no pudo percibir su esencia. Sólo un vacío que crecía cada segundo que pasaba. El dolor era insoportable, sentía su alma destrozada, las lágrimas caían de su rostro y él no podía comprender qué había sucedido. Espoleó su caballo a correr velozmente, el viento golpeaba su rostro pero no se detuvo. Tenía que llegar al castillo MacGregor lo antes posible. Tenía que ver a Moira. Ella era su razón de vivir, su compañera del alma. Sentía el pasar del tiempo muy lentamente, su desesperación llenaba su ser derramándose en silenciosas lágrimas que bañaban su rostro. Moira. No podía creer lo que ya sabía en su corazón, que ella ya no estaba. Se había ido.

Y no era la única que lo había dejado, su hermanito Archie tampoco estaba. Lo había sentido sólo unos minutos antes de perder a Moira. Su padre había estado viajando con Allan al Castillo MacGregor cuando habían sentido la pérdida de Archie y había vuelto rápidamente a casa. Pero Allan había continuado el viaje. Algo lo había incitado a buscar a Moira, a tratar de llegar a ella lo antes posible, pero ahora era muy tarde. Podía sentir su dolorosa ausencia en su corazón. Algo oscuro estaba tomando a las personas que más amaba en este mundo. Pronto divisó el Castillo MacGregor, su caballo recorrió las pocas millas que quedaban en unos segundos. Su leal caballo Alastor podía sentir el dolor y la desesperación de su amo, y corría más veloz que el viento. Bajó del lomo del caballo sin esperar que este se detuviera y corrió hacia las almenas, pasando entre los sorprendidos guardias de la entrada sin detenerse. Corrió sin importarle los pasos que lo seguían, su corazón palpitaba frenético en su pecho. La esperanza aún brillaba fuerte en su alma, pero al ver el cuerpo de Moira sobre el suelo, como si fuera una muñeca desmadejada. Su corazón se rompió. Cayó de rodillas junto a Moira y gritó desde lo profundo de su alma. El eco de su grito resonaba con agonía y dolor sobre las paredes del Castillo. Su Moira estaba muerta. Asesinada y fría junto a las almenas. Allan levantó su mano y acarició la fría piel de su rostro, limpió las húmedas lágrimas que seguían aferrándose a sus pestañas. Y lloró, lloró como un bebé solo y desvalido. El dolor en su corazón no dejó lugar para otro sentimiento. Cerró los párpados de su amada, cubriendo sus azules ojos sin brillo. La tomó junto a su regazo y la apretó a su pecho. Ahora estaba solo, solo hasta el final de esta vida. Lo único que le quedaba, era el consuelo que en la siguiente vez que naciera, la encontraría, y estaba vez serían felices para siempre. Besó su frente, sus párpados caídos, sus húmedas mejillas y sus rojos y fríos labios. —Te amo, Moira. Espérame en la otra vida. Te encontraré, juro que lo haré y esta vez podremos disfrutar de nuestro amor.

Dejó a sus lágrimas correr libres sobre su rostro, sin importarle la multitud que lo rodeaba. Los guardias habían alertado al Laird Angus MacGregor y su esposa que junto a sus familiares y guerreros observaban la escena con infinita tristeza y con lágrimas también en su rostro.

Aimery observó la desgarradora escena desde la torre del Castillo. Otra vida que el oscuro había tomado. El curso del destino de muchas personas había cambiado. Alguien más aparte del druida oscuro estaba intercediendo en las líneas del destino. Un mal más tenebroso que Aidan estaba tejiendo sus redes. Tenía que averiguar quién estaba detrás de todo esto. El viento sopló inclemente sobre el Castillo, y la luna aun brillaba desafiante con aquel aro rojizo, rodeándola. Aún faltaba un acto más de magia oscura para dejarla satisfecha. A pesar que no podía sentir nada mientras no tomara una forma corpórea, las ondas de magia maligna parecían aferrarse aún a este castillo, causándole escalofríos. Bajó su mirada hacia las almenas y observó con tristeza al primogénito de los MacDouglas. Las lágrimas de Allan eran tan desoladoras. Su agonía podía sentirse hasta la torre donde estaba ella. Aimery comprendía el dolor que Allan estaba sintiendo. Ella sentía lo mismo por su hijo Darian. No lo había perdido, pero estaba atrapado en el interior de un árbol de serbal. Su magia brilló alrededor de ella, el poder de los Reyes Tuatha de Danaan recorría sus venas. Cerró los ojos y clamó al destino un hechizo, alzó sus manos al cielo y abrió los ojos, mirando directamente a Allan MacDouglas. Él no podía verla, pero podía escuchar sus palabras susurradas en su mente.

Te prometo Allan MacDouglas, que tu amor en una nueva vida dos veces encontrarás. El alma de Moira su magia recuperará, y sanar el alma del druida oscuro su misión será. Juntos y con sus almas unidas la maldición que los separa se romperá. Aimery volvió a mirar la luna, la preocupación llenaba su ser. Lágrimas brillaban como diamantes en sus mejillas recorriendo su suave piel. Dolía saber el largo tiempo que su hijo estaría prisionero esperando su libertad. El viento sopló más fuerte y violento sobre la torre llevando consigo los dolorosos lamentos de los MacGregor antes de que ella desapareciera.

En la actualidad. El detective Devlin Douglas detuvo su auto frente al porche de su antiguo hogar. Miró a través del parabrisas lo magnífica que aún se veía la casa. A pesar de los años, seguía luciendo igual que cuando fue construida. Podía ver las largas ramas del árbol por el lateral de la casa y suspiró de nostalgia. Sólo mirar la casa calmaba un poco el estrés que cargaba. Apoyó su cabeza sobre la ventana de su auto, y cerró los ojos por un momento. Estaba exhausto, había sido una semana de mierda y sólo había dormido unas cuantas horas. El caso que llevaba lo estaba desgastando. Su compañero Williams y él habían tratado de buscar en cada rincón posible alguna información, y no obtuvieron nada. No había huellas, ni evidencias, ni una sola maldita pista de quién demonios era el culpable de la muerte de esas tres mujeres. Y lo peor de todo era la prensa. Los malditos reporteros habían resaltado en cada tiraje de los periódicos, la ineptitud del Departamento de Policía para capturar al “Asesino de brujas”, ese era el apodo que los medios de comunicación le habían puesto al asesino. Gruñó disgustado. No había ningún sospechoso. Los técnicos del equipo forense no podían explicar la falta de pruebas en los escenarios de los crímenes. Los tres asesinatos tenían el mismo modus operandi, pero no habían descubierto aún cómo es que el asesino escogía a sus victimas, cómo lograba entrar y salir sin siquiera dejar huellas ni forzar la entrada. Y porqué demonios asesinaba a mujeres tan jóvenes.

Las mujeres eran de la edad de su hija Amy, estaban en sus veintes y todas al parecer se llamaban así mismas, “brujas”. Dos de ellas habían trabajado en una pequeña tienda de esoterismo en el centro, atendiendo a una variada clientela. Ambas vivían en el piso de arriba y habían sido asesinadas con un arma blanca hace seis días. No había rastros de lucha, sólo la herida en el corazón dejada por un cuchillo al ser encajado muy profundo en el pecho. La tercera víctima había sido asesinada camino a su casa. El mismo modus operandi, una herida de cuchillo en el corazón. Horas y horas trabajando, y nada. Ni. Una. Maldita. Pista. No tenían ninguna información, y estaba cansado de no encontrar respuestas. Abrió los ojos y volvió a mirar la casa, respiró profundamente tratando de olvidar todos sus problemas y salió del auto. No quería que su familia notara lo exhausto que se sentía, no sólo con su trabajo sino con su vida. Por eso se había decidido pasar por la casa de su abuela antes de volver a su propio hogar, donde todos lo estaban esperando a un almuerzo familiar. Era un hábito para él venir a observar el árbol de serbal cuando se sentía perdido. A pesar de todas las cosas locas y mágicas que pasaban alrededor de su familia, este árbol lo llenaba con una calma que no podía encontrar en ningún otro lugar. Sólo el rumor de las ramas, el viento soplando suavemente las hojas, y el olor maravilloso de las flores lograban calmar la soledad que crecía en su pecho, una soledad que lo ahogaba, que lo hacía desear estar muerto. Cada día el peso en su corazón era insoportable. La tristeza poco a poco estaba destrozando su espíritu. Cerró los ojos un momento y contuvo las lágrimas de angustia que intentaban escapar de su alma. La soledad era una cruel compañera, y la odiaba con todo su ser.

Si no fuera por su hija, se daría por vencido. Esta existencia vacía lo agobiada, era tan difícil poder seguir viviendo cuando había perdido al amor de su vida. Extrañaba demasiado a Lisa, y sabía desde de lo profundo de su alma que ella había sido la única destinada para él. Ella había sido la que lo había hecho el hombre más feliz del mundo en los pocos meses que estuvieron juntos. Pasó sus manos por su largo cabello, y se acercó al jardín de sus recuerdos. Ese jardín donde él y sus hermanos sanaron la herida que la ausencia de sus padres les dejó. Fue Devlin quien tuvo que madurar rápidamente y ayudar a la abuela Lydia en la crianza de sus hermanos. Había sido un adolescente de 17 cuando sus padres murieron, pero ese año el destino lo recompensó al enviarle al amor de su vida. Caminó lentamente hacia el árbol y lo observó fascinado. Desde que era un niño siempre le había gustado observar el viejo árbol de serbal. Se sentó junto a la base, apoyó su espalda contra el grueso tronco y miró las blancas nubes deslizándose lentamente en el azul celeste del cielo.

¿Por qué tuvo que perder a Lisa? Fue lo la pregunta que siempre le venía a la mente cuando estaba solo. Supo desde que la conoció que nunca habría otra mujer para él después de ella, pero la había perdido. Y el profundo dolor que dejó en su corazón lo asfixiaba cada día que pasaba. Cerró los ojos y dejó que la energía del árbol lo llenara de fuerzas y alejara sus incertidumbres y pesares. Los hilos de magia que rodeaban al antiguo árbol de serbal siempre lograban calmar el dolor que acumulaba en su pecho. ¿Cómo podría seguir viviendo si ya no tenía a la mitad de su alma junto a él? ¿Cómo hacía para borrar el vacío inmenso que sentía en el corazón? No supo cuánto tiempo pasó allí, apoyado junto al árbol, tratando de vaciar su mente de todo lo que lo agobiaba. Pero se sentía mejor y más preparado para dejar el dolor y la angustia, y poder enfrentar a su familia en la comida familiar que habría en su casa.

Se puso en pie y le dio una última mirada al árbol antes de volver nuevamente a su auto y alejarse. Suspiró profundamente cuando llegó a casa, podía ver la camioneta negra de Ian y el Volkswagen amarillo de su abuela aparcado frente a la casa, y sabía que él era el único que faltaba a la reunión. Salió del auto, con las llaves en la mano y se apresuró a abrir la puerta. —Lo siento por llegar tarde, yo… Devlin no pudo continuar, su voz se apagó y sus ojos sólo se concentraron en una sola persona. Había un hermoso joven sentado en su sillón favorito mirándolo con los ojos marrones más parecidos al chocolate derretido, y enmarcados en largas y tupidas pestañas. Cabello castaño corto y ondulado coronaba su cabeza, y poseía una provocativa y linda boca de labios carnosos. Detuvo el tren de sus pensamientos. ¿Labios carnosos? ¿Qué mierda le estaba pasando? Unas horas sin dormir y se ponía a observar a un chico que parecía más un niño, y su cabeza se llenaba con pensamientos que no deberían estar allí en primer lugar.

¿Y qué rayos hacía ese chico en su casa? Pensó mientras seguía observando al chico, parecía imposible poder despegar su mirada cuando sentía una extraña corriente de excitación recorrer su cuerpo de pies a cabeza. ¿Qué infiernos le estaba sucediendo? —¿Papá? Sólo la voz de su hija Amy pudo sacarlo del trance en que se encontraba. No se había sentido así desde que conoció a Lisa… Sacudió la cabeza y frunció el ceño, debía estar más cansado de lo que pensaba si estaba teniendo esa clase de pensamientos, no entendía porqué estaba comparando las cosas que el chico le hacía sentir con lo que sintió cuando conoció a su esposa Lisa. Volvió a sacudir la cabeza. Tal vez el estrés lo estaba afectando más de lo que pensó. Cerró la puerta y se acercó a saludar a su familia, pero sus ojos no podían dejar de vagar y volver una y otra vez a mirar al chico.

Abrazó y besó a su abuela, deleitándose con el maravilloso olor a lavanda que su blanca cabellera desprendía. Cada vez que percibía ese olor, los recuerdos de su niñez y sus primeros años como padre de Amy llenaban su cabeza. La pequeña mujer que tenía entre sus brazos había sido el pilar que lo había mantenido cuerdo y fuerte mientras su hija crecía. Todo lo que era se lo debía a su abuela. —Hola, Abuela. —besó su frente y rompió el abrazo. —Ah, muchacho. Debes descansar un poco más —murmuró ella mientras tomaba su cara entre sus manos—, no me gusta ver las oscuras ojeras bajo tus hermosos ojos azules. —le dio una palmadita en su mejilla antes de soltarlo. —Lo haré, Abuela. Una vez que atrape al hombre que andamos buscando. Me tomaré unas vacaciones. La Abuela Lydia lo miró unos segundos más. —Pronto, el vacío de tu corazón desaparecerá, mi muchacho… Pronto. —susurró antes de alejarse y volver a tomar asiento. Devlin frunció el ceño por las extrañas y cripticas palabras de su abuela, se encogió de hombros y saludó a Ian y Jared. Cuando supo que no podía seguir aplazándolo más, prestó atención a su hija y al lindo chico a su lado. ¿Lindo? Vamos Devlin deja de pensar estupideces. Quería darse un buen golpe en la cabeza para poder dejar de pensar en tonterías. —Papá, quiero que conozcas a Luke O‟Connell. Es el chico del que te he hablado desde hace un tiempo. ¿Recuerdas? Devlin podía escuchar las palabras de Mimí, pero su mirada seguía trabada en los brillantes ojos de Luke. ¿Recordarlo? Ahora sería difícil de

olvidar. Había prometido a Amy que podía traer a su amigo para pasar las vacaciones aquí, pero ya se estaba arrepintiendo de esa promesa. Ella le había hablado sobre el chico muchas veces antes de presentárselo. Sabía que Luke tenía 19 años, era huérfano, había obtenido una beca para estudiar medicina veterinaria en la universidad, y que era gay. Lo

gay, Amy se lo había dejado bastante claro desde el principio. Pero a Devlin le importaba una mierda con quién dormía el chico. Aunque el pensamiento de alguien durmiendo y haciendo algo más con Luke lo estaba enfureciendo. ¿Pero qué demonios le estaba pasando?

¡Joder! ¡No quería pensar en eso! Pero no podía evitarlo, sus pensamientos corrían por lugares que no le agradaban. Solo la sonrisa de Luke logró sacarlo de los turbios caminos donde lo había llevado su mente, pero los ojos de Devlin volvieron a perderse en la mirada brillante y sonriente de Luke. Su corazón latió desenfrenado en su pecho, y sentía una fuerza extraña tirando de él hacía el chico. —¿Papá? ¿Estás bien? Devlin logró romper el contacto con esos brillantes ojos chocolate y los fijó en su hija. Su hermosa hija. Amy se parecía tanto a su madre, menos en sus ojos, tenía los ojos azules de los Douglas; pero su mirada, su sonrisa, su cabello, todo era una copia exacta de Lisa. A veces mirarla, dolía demasiado. —Sí, sólo un poco cansado. —giró su mirada a Luke y sonrió, aunque sabía que la sonrisa no llegaba a sus ojos. Tenía miedo, y no sabía cómo lidiar con eso en ese preciso momento. —Me da gusto conocerte, Luke. Y espero puedas pasar un buen verano en esta casa. —Igualmente, Sr. Douglas. Y gracias por permitir que me quedara aquí durante las vacaciones. Devlin asintió, la voz dulce del chico lo envolvió como una manta, calmando un poco el latir desenfrenado de su corazón. Era extraño y desconcertante. Tenía que alejarse un momento y recomponerse. —Bueno familia, voy unos minutos a refrescarme. Regreso rápido y podemos probar la deliciosa comida que Mimí preparó para nosotros. —y con ese último comentario caminó a su habitación.

Respiró profundamente mientras cerraba la puerta y se apoyaba en ella. ¿Acaso se estaba volviendo loco?, no podía pensar en tonterías. Tenía que calmarse. ¡Joder! Era un detective de homicidios que había perdido al amor de su vida cuando era joven, y ahora estaba comportándose como un idiota por un niño. ¡Un niño!. Cerró los ojos y pensó en Lisa. La tristeza lo golpeó profundo, no podía olvidarla. Ella era su todo, su amor, su vida. Tenía que mantenerla presente en todo momento para poder continuar. Se quitó rápidamente la ropa mientras entraba al baño. No podía manchar la memoria de su esposa pensando cosas sin sentido respecto al chico. Con esa nueva resolución, se apresuró a ducharse. Lisa había sido y siempre sería la única, no había nadie más para él.

Luke observó al papá de Amy caminar rápidamente a su habitación, y no pudo despegar su mirada de su duro y redondo trasero. ¡Dios! El tipo era sexo andando. Jamás pensó que estaría en la casa del hombre más sexy del planeta. Su imagen oscura y peligrosa sólo lo atraía mucho más. Sabía que se estaba comportando como un niño en una tienda de dulces por lo excitado que estaba, pero no podía evitarlo. Desde que su amiga le había mostrado una fotografía de su padre, no había podido sacárselo de la cabeza. ¡Era impresionante! Y sería un pecado no adorar a tan perfecto cuerpo masculino. Alto, de anchos hombros y con músculos muy bien definidos en su sexy cuerpo, lo hacía endurecerse con sólo pensar en él. Su largo cabello caía en ondas y tocaba sus hombros, pero eran sus ojos los que lo hechizaban. Azules, pero no cualquier azul, sino un azul profundo con un brillo salvaje y oscuro. Se tuvo que tragar un gemido de necesidad de tan sólo pensar en ellos. Devlin Douglas era su amor platónico desde que lo vio en una fotografía que Amy le mostró cuando se hicieron amigos, misma fotografía

que había robado —bueno no robado exactamente, sino tomado prestada del bolso de Amy—, y que ahora guardaba como un tesoro en su billetera. Le gustaba observarla cada noche antes de irse a dormir. Sentía algo inquietante y extraño en su pecho cada vez que miraba esos ojos. La tristeza nadando en ellos era desgarradora, y quería tanto poder borrarla para siempre. Se volvió a sentar en el sillón donde había estado cuando Devlin había llegado a casa, y trató de fingir que prestaba atención a la conversación de los demás en la sala de estar. Su mente iba una y otra vez a la mirada en los ojos de Devlin cuando había llegado a casa. ¿Había visto un brillo de lujuria en sus pupilas? ¿O todo era un producto de su imaginación? Mordió su labio inferior y suspiró confundido. Sabía que el papá de Amy era heterosexual, y desde que quedó viudo no había salido con otra mujer. Era claro que aún tenía a su esposa presente en su memoria, y un chico como Luke no iba a cambiar ese hecho. Se dio una mirada, y bufó. Vamos, Luke. Si Devlin fuera a cambiar

de preferencias sexuales, no te elegiría a ti para ello. Pasó su mano sobre su pecho, intentando calmar el dolor agudo que sentía en su corazón. Era un idiota al haberse enamorado de alguien que nunca lo miraría con deseo y cariño. Que jamás le daría el amor que tanto había anhelado. Y que seguía amando al fantasma de su esposa. Giró su mirada hacía Amy o Mimí como todos le decían de cariño, y sonrió. Ella era lo mejor que le había pasado en la vida, era su mejor y única amiga, y ambos se entendían muy bien. Luke la adoraba, y a pesar que ella era un año mayor que él, Luke la trataba como una hermana menor. Ella era dulce y agradable, y lo había aceptado con una sonrisa cuando le confesó que era gay. Además tenían mucho en común, como la magia que recorría por sus venas. Observó a la familia de Amy, y se sintió a gusto. Podía sentir en cada poro de su piel la magia vibrando entre ellos. El aura brillando en cada uno era distinta. La abuela era la que tenía un gran resplandor en su aura. Era muy poderosa, y su querida Amy iba a serlo también. El que lo intrigaba era Jared, su hermosa aura verde era fascinante. ¿Qué tipo de don poseía?

Sus divagaciones fueron interrumpidas por el regreso de Devlin.

¡Cristo! ¿Ese hombre podía verse incluso más asombroso que antes? Deslizó su mirada por el cuerpo de Devlin, sus ojos no podían detenerse. Bebió de su imagen, admirando su forma de caminar, la forma en que sus jeans negros se adherían a sus gruesos muslos, el modo en que su camiseta azul delineaba su pecho y abdomen. Se lamió los labios. ¡Joder! Lo quería, sentía su eje duro por el deseo incontrolable que crecía en su interior. Los húmedos cabellos de Devlin abrazaban su esculpido rostro, la sombra de barba oscura en su fuerte mandíbula lo hacía lucir tan sexy, pero la sonrisa que le dio a su familia fue lo que lo dejó sin respiración. ¡Por Dios!

Ahora sentía que lo amaba más que nunca. El almuerzo transcurrió entre miradas furtivas. Cada vez que sentía a Devlin mirar hacia otro lado, Luke podía observarlo a placer. Amaba sus rasgos cincelados, sus gruesos y besables labios, su ronca voz, pero lo que lo atraía más eran sus ojos. Esos pozos azules llenos de tristeza y melancolía que Luke se moría por cambiar, por llenarlos de felicidad. Quería ser él quien pudiera poner una sonrisa verdadera en la boca de Devlin y que llegara a iluminar también sus ojos.

—Fue una tarde interesante. —dijo Devlin mientras cerraba la puerta. Su abuela acababa de partir para su casa, y ahora podía descansar un poco antes de volver a trabajar en el caso que tenía pendiente. A pesar del extraño sentimiento que se había alojado en su pecho desde que conoció a Luke, había sido una maravillosa tarde en familia. Y también habían podido hablar por teléfono con Sean, quien les había dicho que en unos días saldría a explorar las antiguas tierras de los MacDouglas.

Devlin estaba muy orgulloso de su hermanito, había conseguido graduarse mucho antes que sus compañeros y ahora estaba preparando su tesis para la Maestría de Historia Medieval en la que estaba especializándose. Sean iba a usar los datos de la vida de la familia MacDouglas en Escocia en el siglo XVII para su tesis. Esperaba que el viaje pudiera lograr que pequeño gozara más de la vida. Era demasiado joven para ser un solitario. Las risas de Amy y Luke lo guiaron a la sala. Su hija se veía tan feliz, tal como lucía Lisa cuando la conoció. La imagen de su bella esposa inundó su mente, llevándolo a la primera vez que la vio.

“Era el primer verano que trabajaba en la cafetería del centro comercial, quería conseguir ahorrar dinero para reparar el auto de su padre, un Impala 67 en el que ambos habían trabajado y tratado de reparar antes del accidente. También había querido conseguir ahorrar dinero para comprarle un regalo a su abuela, pronto sería su cumpleaños y quería darle algo especial. Ella se lo merecía. Había estado atendiendo a una familia con tres niños esa tarde, cuando dos chicas entraron al local. Una de ellas era una compañera de la escuela, pero la otra chica, la de los jeans desteñidos y la camiseta rosa. A ella no la conocía. Cuando pudo al fin ver su rostro, se había quedado hechizado y paralizado con la bandeja en sus manos. Casi tira las cinco malteadas que tenía sobre la bandeja cuando ella lo miró. Tenía una belleza natural, los demás podrían decir que era una chica común y corriente, pero para Devlin, ella era lo más hermoso que había visto en su vida, sus ojos habían sido los que lo habían cautivado, unos hermosos ojos de color chocolate rodeados por unas largas y tupidas pestañas, y una boca de botón de rosa, tan deseable y apetitosa. Desde ese día había sabido en su interior que ella era la única. Se había enamorado duro y sin remedio.”

La vibrante risa de Luke lo trajo al presente, admiró al joven sentado en su sillón, y sonrió. No pudo evitarlo, verlo tan feliz era reconfortante. Sentía que lo conocía desde siempre, y ese sentimiento lo confundía. Aún no entendía cómo ese chico pudo darle un giro de 180 grados a sus emociones. Tal vez el cansancio estaba desgastándolo más de lo que había creído posible. Se alejó sin hacer ruido a su dormitorio y cayó exhausto sobre la cama. Apenas cerró los ojos se quedó dormido.

“Devlin espoleó su caballo, el viento golpeaba su rostro pero no se detuvo. Tenía que llegar al castillo lo antes posible. Tenía que ver a alguien. Alguien importante en su vida. Su razón de vivir, su compañera del alma. No entendía lo que estaba pasando, sólo que alguien lo necesitaba. Sino llegaba a tiempo, podía perderla para siempre. Sentía el pasar del tiempo muy lentamente, su desesperación llenaba su ser derramándose en silenciosas lágrimas que bañaban su rostro. Un vacío inmenso llenó su corazón y su alma. Era tarde. La había perdido. Ella ya no estaba. Se había ido para siempre. Podía sentir su dolorosa ausencia en su corazón. Pronto divisó el Castillo, su caballo corría más veloz que el viento y recorrió las pocas millas que quedaban en unos segundos. Bajó del lomo del caballo sin esperar que éste se detuviera y corrió hacia las almenas, pasando entre los sorprendidos guardias de la entrada sin detenerse. Corrió sin importarle los pasos que lo seguían, su corazón palpitaba frenético en su pecho. La esperanza aún brillaba fuerte en su alma, ella podía aún seguir con vida. ¿Pero quién era ella? ¿Lisa? ” El sonido del timbre de su teléfono móvil lo arrancó del sueño profundo en que estaba. —Douglas. —respondió con voz ronca mientras miraba la hora en su reloj despertador. 3:00 a.m.

—Otro cuerpo fue hallado hace unos minutos. —la voz gruesa de Williams logró quitarle los últimos vestigios de sueño que trataban de adherirse a su conciencia. Se puso en pie y comenzó a vestirse con el teléfono móvil aún pegado a su oreja. —¿Otra chica? —Sí, mismo modus operandi. Sólo que esta vez hay un testigo.

Devlin suspiró cansado, detuvo el auto cuando la luz roja del semáforo brilló frente a él. Su cuerpo se quejaba por las horas de sueño que se había saltado. Algunos días era una mierda ser Detective de Homicidios, y éste era uno de esos días. Volvió a suspirar y miró la hora en su reloj. Eran las 9 de la mañana, y sentía el cuerpo demasiado agotado para seguir despierto. Llevaba la última semana sin poder dormir. Y no quería pensar mucho en la causa de su insomnio, aunque su mente susurraba que el principal causante de sus desvelos era el chico de ojos chocolates que se hospedaba en su casa. Gruñó. Sólo quería una noche de sueño completa. ¡Maldita sea! ¿Acaso era mucho pedir?. Pero su conciencia y su trabajo no estaban ayudando en lo absoluto. Se talló los ojos con el talón de sus manos, tratando de despejar el cansancio. Habían estado cinco horas en la casa de la última víctima, una joven de 21 años, estudiante universitaria, y que también al parecer tenía fascinación por la magia. El equipo forense había peinado los alrededores buscando cualquier huella o algo, pero nada. Todos estaban desconcertados por la pericia del asesino en no dejar ni un rastro. Era como en las anteriores muertes, no habían encontrado ninguna maldita cosa, y eso lo estaba frustrando. Otra chica muerta y no tenían idea quién jodidos era el loco que las asesinaba.

La cabeza le iba estallar pronto si no encontraban al culpable. Era como si el asesino se esfumara por arte de magia.

¿Magia? ¿Podría ser que…? El maullido lastimero de su pasajero en la parte trasera del auto llamó su atención, miró a través del espejo retrovisor y volvió a suspirar. Su testigo no era más que el gato de la víctima. Un gato angora de pelaje blanco y largo, que lo miraba agudamente a través de sus brillantes ojos de colores diferentes, azul y verde. Las luces del semáforo cambiaron, así que puso su auto en marcha. Giró a la derecha, en dirección a la clínica veterinaria donde su hija había empezado a trabajar. El gato necesitaba cuidados urgentemente. Además podía tener alguna muestra de ADN del asesino bajo las garras llenas de sangre. Sería muy afortunado si pudiera encontrar alguna pista con el único testigo que tenían. Su mirada tropezó en su mano derecha delante del timón. El anillo de matrimonio aún brillaba dorado en su dedo. No había sido capaz de quitárselo nunca, ese anillo era el lazo con el recuerdo de su esposa. Suspiró, no quería recordar a Lisa, dolía saber que nunca más estaría entre sus brazos, que en los 20 años que llevaba muerta jamás dejó sus pensamientos, y que la tristeza que lo embargaba sólo se desaparecería cuando él muriera. Volvió a detenerse frente al siguiente semáforo, y observó frente a él al gran cartel de promoción de una fragancia, el tipo a caballo le hizo recordar el sueño que Williams había interrumpido temprano. Había sido extraño y confuso. ¿Cómo demonios su sueño se había enredado tanto? ¿Y

quién era la persona a la que buscaba desesperadamente? ¿Era Lisa? Sacudió la cabeza. Tenía la extraña sensación de que el sueño le quería revelar algo. Pero aún no entendía qué.

Vivir rodeado de magia, lo había hecho crecer con la mente abierta a las múltiples posibilidades en que el destino tiende a revelar sus designios. Así que esperaba que la misma entidad que le envió el sueño, pudiera revelar otra pista de lo que en realidad quería mostrarle. La luz cambió a verde y siguió su camino, sólo faltaban algunas calles para llegar a la clínica. El gato volvió a maullar, y lo miró. El pequeño tenía sus ojos cargados de dolor y tristeza. Sintió pena por el pobre animal, el gato había perdido a su dueña y ahora sufría por las heridas provocadas por el asesino. No tardó mucho en llegar frente a la clínica, bajó del auto y tomó al gato que estaba envuelto en una manta, parecía como si el maldito asesino le hubiera dado un fuerte puntapié. El gato se veía muy quieto y gemía mucho con cada paso que Devlin daba hacia la clínica. A él no le agradaban mucho los animales, pero no podía estar tranquilo cuando los veía sufrir como lo estaba haciendo el gato entre sus brazos. La puerta se abrió, y una pequeña anciana con el cabello corto y violeta salió con un bulto peludo en su bolso. Apenas podía ver las orejas de lo que supuso era un perro. Devlin saludó a la viejecita y entró al lugar. Gracias a Dios la sala de espera estaba vacía, caminó hacia la mesa de recepción teniendo cuidado de no lastimar más al gato. —Buenos Días, ¿Tiene una cita? —dijo la joven tras la recepción mientras hacia una bomba con el chicle rosa que masticaba. —Yo… —Carol, aquí está el expediente de la Sra. Reynolds. El doctor Torres quiere que…—la voz de Luke se convirtió en un murmullo hasta quedar en silencio cuando se percató de la presencia de Devlin. La imagen del chico de pie, allí frente a él, hizo a su corazón palpitar como loco. Aún no entendía cómo Luke tenía la habilidad de descontrolarlo sin siquiera hacer demasiado esfuerzo, sólo bastaba con mirarlo y Devlin se perdía en los pozos achocolatados que eran sus ojos. Y esto había sucedido más frecuentemente dese que conoció al chico hace una semana.

—¿Sr. Douglas? ¿Qué hace aquí? —Luke lo miró de pies a cabeza hasta que notó la presencia del gato en sus brazos. —¿Y qué le sucedió al gato? La dulce y pausada voz de Luke lo sacó del trance en que estaba sumergido, bajó la mirada hacia el gato acurrucado en su pecho y aclaró su garganta antes de volver su mirada hacia Luke. —Está herido. Necesito que lo atiendan y que tomen muestras de sus garras para análisis de ADN. Luke asintió. —Toma, Carol. Archiva el expediente mientras atiendo al Sr. Douglas. ¿Puedes avisarle al Dr. Torres que tenemos un nuevo paciente? Carol le dio una mirada aburrida mientras hacia otra bomba con su goma de mascar y tomaba el expediente. —Okey. —Sígame a la sala de examinación, Sr. Douglas. —dijo Luke mientras se giraba y caminaba hacia el pasillo por donde había venido. Devlin miró al gato y luego a la pequeña espalda de Luke alejándose. Suspiró y lo siguió.

Luke sentía el cuerpo temblar ligeramente. Ni en un millón de años se hubiera imaginado que vería a Devlin en la clínica. Sus noches en la habitación de invitados habían sido una completa tortura. Tener tan cerca a Devlin, pero a la vez estar tan lejos de su lado, era un maldito infierno. Todas las noches había soñado con Devlin cabalgando bajo la luz plateada de la luna, los suaves rayos delineando sus duros rasgos y besando su piel como una amante dispuesta, con su cabello moviéndose rebelde con el viento, y vistiendo un kilt escocés de cuadros negros y verdes que dejaba al descubierto sus gruesos y fuertes muslos. Sus músculos se habían tensado al

sujetar las riendas del caballo. La imagen de Devlin como un duro guerrero escocés, había sido caliente y erótica. ¿Por qué no podía tener sueños húmedos y normales como todos los jóvenes de su edad? ¿Y por qué soñaba a Devlin en una época pasada? Ni siquiera él había participado en el sueño ¿o si?. Suspiró y sacudió la cabeza. Lo de la vestimenta escocesa lo había desconcertado al despertar pero no había podido quitarse esa imagen de la cabeza, ¿Por qué rayos su sueño había sido tan extraño? Se encogió de hombros y siguió caminando hacia la sala de examinación. Podía sentir la mirada de Devlin en su espalda, calentando su piel y enviándole pequeños escalofríos por su columna. Respiró profundamente tratando de calmarse, pero era tan difícil. No podía dejar de notar la fuerte presencia de Devlin tras él. Luke se detuvo frente a la mesa de examen y observó entrar a Devlin llevando consigo al gato envuelto en una manta roja entre sus brazos. Era una visión que nunca creyó poder ver. El alto, musculoso, fuerte y duro Detective de Homicidios llevando al gato como si fuera una muñeca de porcelana, teniendo cuidado de no moverlo más de lo necesario. Esa parte sensible y tierna de Devlin era adorable. Lo vio dejar al gato delicadamente sobre la mesa dándole una pequeña caricia en su cabeza antes de alejarse. Cuando el pequeño felino maulló adolorido, Luke se puso unos guantes blancos de látex, se acercó a la mesa de examen y rápidamente abrió la manta para revisarlo. La sangre que cubría su pelaje y garras, definitivamente no era del gato. Con mucho cuidado pasó las manos por su largo pelaje manchado de sangre y revisó sus signos vitales, el doloroso quejido que el pequeño emitió cuando pasó sus manos por su abdomen le hizo darse cuenta de la gravedad de sus heridas, tenía las costillas magulladas. —Cálmate, pequeño amigo. —dijo Luke suavemente al descubrir que el gato era macho.

—Pronto estarás como nuevo. —susurró. Se quitó los guantes y acarició muy gentilmente su cabeza. La mirada inteligente del gato lo sorprendió por un instante, pero continuó acariciándolo por todo su dolorido cuerpo. Sentía sus manos calentarse como siempre lo hacían cuando usaba su don. Dejó fluir su energía a través de las palmas de sus manos, cada caricia enviaba su energía curativa al interior del pequeño cuerpo del gatito, sanándolo lentamente. Cuando el gato empezó a ronronear de placer por las suaves caricias, supo que la curación había sido completa. Rascó detrás de las orejas y sonrió cuando oyó el fuerte ronroneo del pequeño gato. —¿Ves pequeño? Ya estas mejor. Se alejó unos segundos, y luego empezó a tomar las muestras que Devlin necesitaba. Sentía escalofríos al tener la mirada fija de Devlin sobre él. Sus manos temblaban cuando se giró a darle las muestras. Jamás se cansaría de perderse en los lagos azules de sus ojos, no entendía qué le pasaba con Devlin, cada vez que estaba cerca de él sentía a su corazón corriendo una maratón en su pecho. Era una sensación que le susurraba en su interior que Devlin era su destino. Suspiró. Era un tonto por creer que alguien tan maravilloso como Devlin podría pertenecerle. Jamás ese sueño se haría realidad. Estiró la mano y le entregó las muestras. Cuando sus dedos entraron en contacto, piel contra piel, ambos se sobresaltaron y alejaron sus manos rápidamente. La chispa de electricidad que pasó entre sus dedos los dejó con las pupilas dilatadas y la respiración jadeante. Luke tragó el nudo en su garganta.

Devlin carraspeó, bajó la mirada y guardó las muestras en su chaqueta. —Gracias, Luke. —su voz sonó ronca y gutural, levantó la mirada y carraspeó otra vez. —Yo… —Muy bien ¿Dónde está el paciente? Luke y Devlin se sobresaltaron como si hubiesen sido atrapados haciendo algo malo, giraron su mirada hacia el Dr. Torres. El viejo doctor los miraba con sus ojos chispeantes y alegres tras sus gafas de montura gruesa. La entrada de Amy a la sala de examinación unos segundos después del doctor, los hizo dar dos pasos atrás y separarse una buena distancia entre ellos. Luke sentía que lo habían atrapado infraganti. Su corazón saltaba como un loco en su pecho. Era una jodida estupidez ponerse nervioso. A pesar de lo que había sentido cuando sus dedos se tocaron hace un momento, no creía que Devlin fuera a hacer algo al respecto. Era imposible que Devlin estuviera interesado en Luke. Suspiró, y trató de asimilar la decepción que sentía. El amor que sentía por Devlin nunca sería correspondido. —¿Y bien? —preguntó el doctor acercándose a la mesa de examen. Luke recordó al gato, y se acercó rápidamente al doctor. No podía decirle que el pequeño felino ya estaba curado. No sabía cómo explicárselo al amable médico. —Es un gato angora de tamaño medio, la sangre que lo cubre no es suya. Sólo está aturdido y tal vez en shock. No tiene nada grave, y está sintiéndose mejor por los ronroneos bajos que produce cuando lo acarician suavemente. —murmuró nervioso, tratando de desviar la atención que el doctor le estaba poniendo al gato. Giró ansioso hacia su amiga, pidiendo ayuda con su mirada. Sólo ella sabía lo de su don, y algunas veces lo había ayudado a cubrir las milagrosas recuperaciones de algunos animales a su cuidado. Necesitaba alejar al doctor para poder hablar con Devlin. Podía sentir su

mirada taladrándolo, sabía que Devlin tenía muchas preguntas y estaba agradecido que no hubiera abierto la boca para tirar por tierra todas las mentiras que Luke le había dicho al doctor Torres. Amy se acercó al doctor antes de que este tocara al gato. —Se ve tranquilo y saludable. ¿Qué opina usted, doctor? El doctor le echó una mirada evaluativa al gato, lo examinó rápidamente y asintió. —Tienes razón, se ve muy bien, sólo debe estar asustado. Se giró hacia Luke y le sonrió. —Eres muy bueno con los animales, chico. Creo que cuando te gradúes te voy a contratar de inmediato en esta clínica. —Espero que no se olvide de mí, yo también quiero trabajar aquí. — murmuró Amy con una sonrisa. —Tú ya estás en mi lista de contratos desde que eras pequeña, muchacha. Ahora vamos a revisar a los cachorros que trajeron temprano. Es hora de alimentarlos. —caminó hacia la puerta junto a Amy, y se giró antes de irse. —Luke, limpia al gato y cuídalo hasta que esté recuperado completamente. —volvió su mirada hacia Devlin. —Me dio gusto verte de nuevo, Devlin. —Igualmente, doctor. —dijo Devlin mirando al anciano sólo unos segundos antes de volver su mirada hacia Luke. Amy y el doctor se alejaron, dejando a Luke solo con Devlin. Luke se acercó al gato y lo levantó para darle un baño. Tenía que quitarle toda esa sangre. Quería saber qué le había pasado al pobre animal pero no se sentía muy seguro de preguntar, pero la curiosidad lo estaba matando. Miró de reojo a Devlin que seguía de pie, observando todos los movimientos de Luke. La mirada penetrante de Devlin lo abrumaba demasiado. Sabía que pronto tendría que explicarle lo que había sucedido exactamente con la rápida recuperación del gato, pero tenía miedo de la reacción de Devlin a su secreto.

La presencia silenciosa de Devlin a sus espaldas lo estaba poniendo muy nervioso. Terminó el baño del gato, lo secó rápidamente y lo cubrió con una manta limpia mientras lo sostenía en sus brazos. Gracias al Dios el gato no había enloquecido cuando el agua mojó su pelaje. Sentía la mirada de Devlin perforándolo, y decidió que ya no podía hacerlo esperar más. Se alejó un momento, dejó al gato en una jaula con un poco de comida y se giró a enfrentar a Devlin. —Ahora vas a decirme por qué le dijiste todas esas mentiras al doctor Torres, ¿o seguirás tratando de evadir ese tema todo el día? —el gruñido de impaciencia en la voz de Devlin lo sorprendió. Luke tragó el nudo en su garganta, y asintió mirando nerviosamente a Devlin. —Tiene razón, Sr. Douglas. Yo…yo debo decirle algo importante acerca de mí. Devlin se cruzó de brazos y le dedicó toda su atención. Luke se sentó en una de las sillas giratorias de la sala de examen, bajó la mirada y se mordió el labio inferior. No sabía cómo explicar lo que hacía. Devlin podría entenderlo, su familia tenía dones especiales, así que ese no era el problema. Sólo no quería que cambiara la forma en que Devlin lo miraba. Escuchó a Devlin sentarse en una silla cercana, pero no podía levantar la mirada. Los cálidos, ásperos y fuertes dedos de Devlin bajo su barbilla cuando levantó su rostro, provocaron que una corriente de electricidad se deslizara por todo su cuerpo, alborotando sus hormonas al máximo y enviando llamas ardientes a través de sus venas. Pero fue la intensa mirada de esos ojos azules que amaba tanto, los que elevaron su temperatura y su ritmo cardíaco a niveles difíciles de soportar. Ninguno de ellos fue capaz de pronunciar alguna palabra. Sólo se mantuvieron perdidos en el momento. Luke fijo su mirada en el hombre frente a él. ¡Dios! Se moría por

besarlo, probarlo y perderse en el sabor único de su boca.

Se inclinó hacia adelante, la necesidad de probar sus labios era demasiado abrumadora. Sabía que Devlin podía observar todo lo que estaba sintiendo a través de su mirada, así que se quedó a sólo unos centímetros de su boca. Esperando. Anhelando que Devlin acortara la distancia.

Los suaves, carnosos y perfectos labios de Luke lo atormentaban, le quitaban todo raciocinio y hacían que pensara, por primera vez en su maldita y solitaria vida, cómo sería probar la boca de un hombre, saborearla y devorarla hasta saciarse de éste extraño sentimiento que se alojaba en su pecho y no lo dejaba ni siquiera respirar. Devlin observó fascinado la boca de Luke, y respiró profundamente haciendo que el aroma a coco y almizcle emanando de la piel de Luke lo embriagaran, dejándolo con la mente nublada y actuando sólo bajo sus instintos. Se acercó muy lentamente a su boca, no sabía qué rayos le sucedía pero no podía evitar quitarse el pensamiento de probar aunque sea sólo una vez, el sabor de Luke. El timbre de su teléfono celular rompió el hechizo en que estaba. Devlin se alejó rápidamente de Luke, se levantó de la silla con el cuerpo tembloroso y con su cabeza hecha una maraña de confusos pensamientos. —Douglas. —respondió con la voz grave y ronca. No sabía qué demonios lo había poseído para casi darle un beso en la tentadora boca del chico. ¡Joder! Luke era un niño, y Devlin nunca había estado interesado en los hombres, así que no entendía qué mierda le estaba pasando. —Hey, hermano. —la voz sonriente de Ian logró alejarlo de la bruma de deseo que nublaba su mente. —Jared y yo queremos invitarlos a Amy, Luke y a ti a cenar esta noche. ¿Qué dices? ¿Vienen? —Claro, no me perdería nunca una comida gratis. —dijo, tratando de poner algo de alegría en su voz, pero estaba seguro que su voz sonó más gruesa de lo normal.

—¿Estás bien, Dev? La voz preocupada de su hermano lo hizo suspirar. No. No estaba bien, y aún no podía compartir con alguien más la confusión que lo embargaba en ese preciso momento de su vida. Con la voz más calmada que pudo emitir, volvió a hablarle a su hermano. —Sí, sólo algo cansado y preocupado con el caso que estoy investigando. —Si no quieres hablar, lo entiendo hermano. Sólo recuerda que siempre estaré allí para ti cuando me necesites. A pesar de que eres un gruñón, eres mi hermano, y te quiero. Devlin gruñó, y sonrió cuando escuchó la risa de Ian a través del teléfono. —Está bien hermanito. También te quiero. ¿a qué hora quieres que lleguemos a tu casa? —A las 7, y trae el vino. —Entendido. Nos vemos. Devlin colgó el teléfono, pero aún no se sentía listo para enfrentar a Luke. Sus labios hormigueaban por lo cerca que había estado de probar la boca del chico. Sentía su dura y dolorosa erección atrapada bajo la cremallera, mostrando el deseo incontrolable que Luke le provocaba con sólo una mirada de sus ojos chocolate. Sinceramente, tenía miedo de lo que estaba sintiendo por Luke. ¡Mierda! No era gay, y jamás había mostrado algún interés por alguien de su propio sexo, así que esta extraña situación lo estaba sacando de su zona de confort sin siquiera una advertencia. ¿Podría ser que ver la felicidad de su hermano Ian con Jared, estuviera influenciando este cambio de actitud en él? Sacudió la cabeza. Tenía demasiadas cosas que pensar antes de poder enfrentar a Luke. No quería estar solo con el chico nunca más, sentía que si lo hacía iba a tomar del chico algo más que un beso.

Gruñó frustrado y no sólo por la erección que no quería bajar dentro de sus pantalones, sino por todas las extrañas emociones que había vivido en estos últimos días. —Debo volver al trabajo. —murmuró con voz grave, caminó hacia la puerta sin mirar atrás y se detuvo sólo un momento. —Avísale a Amy que esta noche tenemos una cena en casa de su tío Ian. Tú también estás invitado. —¿Devlin? —su nombre en la suave y temblorosa voz de Luke, lo detuvo, pero fue la angustia en su voz lo que hizo que girara a mirarlo. No debió hacerlo. Los hermosos ojos chocolate de Luke estaban nublados por lágrimas no derramadas, y su lindo pucherito temblaba conteniendo los sollozos. —¿Devlin? —ésta vez una solitaria lágrima se deslizó suavemente por su mejilla antes de caer al suelo. Sintió a su corazón ser estrujado fuertemente en su pecho, jamás creyó que ver la incertidumbre y el dolor en los ojos de Luke pudiera dolerle hasta el alma. Con sólo una mirada a sus ojos, su control se fue a la mierda. Se acercó a Luke, puso una mano tras su cuello y lo atrajo hacia él tomando su boca sin restricciones, lamió sus labios urgiéndolo a abrirlos. Luke sólo tardó unos segundos en reaccionar, chispas de electricidad danzaban entre ellos cuando sus lenguas entraron en contacto y el beso se volvió más carnal y erótico. Dios, sus labios eran tan suaves y dulces. Jamás podría borrar el delicioso sabor de la boca de Luke. Era exquisito y decadente. Devlin jaló un poco más a Luke junto a su pecho, y gruñó cuando sintió el delgado y compacto cuerpo de Luke apretarse a él. Se sentía enfebrecido, su cuerpo estaba sobrecargado con la lujuria que tomó posesión de ellos. Luke apretó sus manos sobre la camiseta de Devlin, cerró los ojos y se aferró a su boca como un hombre sediento, los gemidos llenaron la quietud de la sala de examinación.

Devlin cerró los ojos y dejó que sus demás sentidos percibieran el erótico momento que estaba viviendo. Deslizó sus dedos por el suave cabello de Luke, devorando más profundamente su boca. Su erección dolía atrapada en sus pantalones. Nunca imaginó que besar a un hombre fuera…, no, no a cualquier hombre, que besar a Luke fuera lo que su corazón necesitaba para estar en paz por primera vez después de tanto tiempo. Sentía que al fin estaba otra vez en casa. Los gemidos de Luke lo estaban enloqueciendo, los besos se volvieron más salvajes con cada segundo que pasaba, su lengua exploró a profundidad el interior de la boca de Luke, aprendiendo los matices y sabores, cada roce de sus lenguas era absolutamente sensual y placentero. Sus manos se deslizaron por la espalda de Luke, aferrándose a su duro trasero y atrayéndolo más cerca a su cuerpo. No podía parar. El caliente cuerpo de Luke junto al suyo se sentía correcto entre sus brazos. Cada barrido de su lengua enviaba corrientes de electricidad por todo su cuerpo, su respiración se volvió jadeante, pero era imposible alejarse de la dulce boca del chico. No tenía suficiente, quería más con cada minuto que pasaba.

Luke no podía evitarlo, sentía una deliciosa carga de excitación recorrer su piel. Sus gemidos se perdían en la posesiva boca de Devlin. ¡Lo

estaba besando! Estaba besando al hombre que amaba, y era una experiencia religiosa. El almizclado sabor de Devlin lo embriagaba, causándole escalofríos por todo el cuerpo y debilitándole las rodillas. Nada lo había preparado para este fantástico momento. Se aferró al cuello de Devlin y gozó de cada caricia de su lengua. Sentía su erección palpitar dolorosamente encerrada en sus pantalones, las fuertes manos de Devlin en su trasero enviaban una sobrecarga de calor a su duro eje, arrancándole varios gemidos desde lo profundo de su pecho.

Su fantasía más soñada se estaba volviendo realidad. El hombre que amaba más que nada en el mundo estaba devorando su boca con tanta intensidad como si quisiera impregnarse de su sabor. Muy suavemente el beso se volvió lento y seductor. Luke succionó el labio inferior de Devlin con los dientes, mordisqueándolo y chupándolo sensualmente antes de que el beso llegara a su fin. Ambos abrieron los ojos y sus miradas se conectaron. Su respiración salía en fuertes jadeos, pero Luke no dejó el agarre del cuello de Devlin. No quería apartarse nunca del hombre de sus sueños. —¡Dios! Tienes la boca más dulce y tentadora del mundo. —gruñó en voz ronca Devlin antes de volver a besarlo. Luke gimió bajo el asalto, Devlin parecía querer devorarle hasta el alma con ese beso. Volvió a cerrar los ojos y se perdió en la tormenta de sensaciones que lo embargaban, su corazón golpeaba frenético en su pecho palpitando a un ritmo descontrolado. Cada respiración le enviaba el aroma almizclado de Devlin a sus pulmones, cada barrida de su lengua plasmaba con fuego su sabor en su memoria. El vacío que siempre había sentido en su interior, al fin se sentía lleno y completo. No podía evitar sonreír internamente. Algo muy dentro suyo le decía que su alma había encontrado por fin su destino. Los labios de Devlin dejaron su boca, besando y lamiendo su barbilla y la piel sensible de su cuello. Cada lenta y húmeda caricia de su lengua provocaba que llamas de fuego recorrieran sus venas, calentando su cuerpo, y concentrando todo su calor en su dura polla. —Devlin…—gimió sin poder evitarlo. Devlin sólo gruñó en respuesta sin dejar de besar su piel, Luke se sentía en el cielo y las ganas de correrse lo estaban matando. Pero no quería que está deliciosa tortura terminara jamás. —Luke…—gruñó Devlin. —¿Qué me has hecho? Tu sabor, la calidez y la dulzura de tu boca me enloquecen, y tus caricias llenan de alivio mi alma, reconfortando a mi corazón, y borrando la tristeza y melancolía dentro

de mi pecho. —murmuró dejando pequeños besos en su piel. —No entiendo lo qué me pasa, pero no puedo dejar de tocarte. Luke gimió, y sus hinchados y rojos labios dibujaron una sonrisa en su rostro. Cada palabra que salía de la boca de Devlin llenaba de alegría su corazón. En sus diecinueve años de vida, ésta era la primera vez que sentía que había encontrado su lugar en el mundo. Aquí entre los brazos de Devlin, había encontrado su hogar.

Devlin rompió el beso y observó fascinado la sonrisa de felicidad que brillaba en la boca hinchada y roja de Luke. Dios, el chico era tan hermoso. Nunca imaginó que besar a Luke se sintiera tan correcto. No podía evitar sentir que este hermoso chico era lo que había estado esperando para llenar el vacío que Lisa había dejado en su alma. Levantó su mano y acarició con su pulgar el labio inferior de Luke, provocando que el lindo chico abriera sus achocolatados ojos y lo mirara con un brillo de puro júbilo titilando en sus pupilas. —Hola —susurró Luke con un rastro de timidez en su voz. —Hola —respondió Devlin, curvando las comisuras de su boca en una sonrisa. Joder, un Luke tímido era todavía más lindo. Acarició su mejilla y disfrutó de la suave y tersa piel de su rostro. No podía comprenderlo, pero algo muy dentro de su corazón le decía que este lindo y dulce chico era suyo. Aún le era difícil asimilar todas las emociones que pululaban frenéticas en su pecho, pero no iba discutir con el destino esta segunda oportunidad que le estaba brindando. —¿Estás bien? —preguntó Luke con algo de incertidumbre en su voz. —Sí, bebé. Estoy bien. —dijo con una sonrisa bailando en sus labios. ¿Bebé? Y de donde salió esa palabra tan cursi. Quiso rectificar lo que había dicho, pero al ver la abierta sonrisa en el rostro de Luke, se quedó en

silencio. Si su chico lindo le sonreía de ese modo, quién era él para cambiar esa sonrisa. —¿Lo sientes, Luke? ¿Esta conexión entre nosotros? Luke sonrió y se acurrucó junto a su pecho. —Sí. —murmuró. — Desde el momento en que te vi, sentí como si un hilo invisible me jalara hacia ti. Devlin se puso rígido unos segundos, había oído esas palabras antes, pero de los labios de Lisa. ¿Cómo era posible que las dos personas que habían movido su mundo pudieran decir exactamente esas mismas palabras? —¿Dev? Devlin se calmó, y apretó a Luke junto a su pecho, acariciando muy suavemente su espalda. Tenía que hablar con su abuela respecto a estas extrañas coincidencias.

“Pronto, el vacío de tu corazón desaparecerá, mi muchacho. Pronto”, las misteriosas palabras de su abuela volvieron a su mente. ¿Ella sabía lo de Luke? Esperaba pronto poder hablar con ella de todas las cosas que estaba viviendo, pero primero tenía que hablar con su hija. Y no sabía cómo rayos explicarle a Mimí que se había enamorado de su mejor amigo, que además de ser un chico, era también bastante joven para él. —Luke. —¿Sí, Dev? —¿Cómo pudiste sanar al gato? Esa era una incógnita que aún rondaba por su mente, además era una buena manera de cambiar el tema. Todavía no sabía cómo manejar este extraño giro de los acontecimientos, y mucho menos cómo explicárselo a su hija. Luke se acurrucó más junto a su pecho, abrazándolo fuertemente. — Yo…tengo un don. —murmuró. El calor de su aliento sobre su cuello le causo un ligero estremecimiento a Devlin. —Puedo sanar a los animales con el toque de mis manos. Devlin pensó en esa declaración unos segundos, y bufó internamente. ¡Pues claro! Sería extraño si el chico no poseyera ningún don.

Hasta ahora, todas las personas de su familia estaban relacionadas con la magia, inclusive Jared, que poseía un don con las plantas. Pero que su bebé pudiera curar a los animales, era bastante impresionante. —¿Sólo animales? Luke levantó la mirada, y pasó sus dedos por los largos cabellos de Devlin antes de mirarlo a los ojos. —No, también puedo hacerlo con personas, pero es mucha la energía que se necesita para sanarlos. Es por eso que sólo uso mi don con animales. Devlin cerró los ojos cuando las delicadas manos de Luke acariciaron su mandíbula, delineando con sus dedos sus mejillas, pómulos, nariz y labios. —Eres tan sexy…—susurró Luke con devoción. —…y tan caliente. Devlin abrió los ojos y sonrió, su bebé se veía adorable con las mejillas sonrosadas por esa declaración. —¿En serio piensas eso? Luke asintió, sin dejar de acariciar sus labios. —Y tú, eres hermoso. —murmuró Devlin antes de bajar la cabeza y volver a tomar esos labios que lo tentaban. Jamás se cansaría de besar esa boca tan dulce. Había sabido desde un principio que se volvería adicto a ella, y había tenido razón. El timbre del teléfono móvil interrumpió el caliente beso y logró separarlos, Luke gimió cuando sus labios rompieron contacto. Devlin tomó su teléfono a regañadientes. —Douglas. —respondió sin dejar el asimiento de Luke junto a su cuerpo.

Luke no podía creer que estuviera entre los brazos de Devlin. Sus labios aún hormigueaban por los besos que habían compartido y su corazón no podía dejar de bailar de dicha. ¿Estaría soñando? Era una posibilidad,

pero el calor del cuerpo de Devlin le decían que esto era real, que de verdad estaba junto al hombre que amaba, y que jamás volvería a estar a solo. —Bien, estaré allí en unos minutos. —terminó su llamada Devlin y guardó su teléfono en su chaqueta, Luke lo miró ansioso. Sabía que Devlin tenía que volver al trabajo, pero Luke no quería alejarse aún de esta confortable calidez que sentía entre los poderosos brazos de Devlin. —Debo irme, bebé. Tengo que entregar las muestras, y hacer unas indagaciones del caso en que estoy trabajando. Luke asintió, bajó la mirada y se apartó muy lentamente. La caricia en su mejilla lo hizo levantar su rostro y observar la sonrisa en los besables labios de Devlin, que llegaban a iluminar también sus ojos. Sonrió.

¡Lo había conseguido! Pudo poner una verdadera sonrisa en los hermosos ojos azules de Devlin. —Está bien. —Tengo que pedirte un favor, Luke. Quiero que mantengamos nuestra relación en secreto hasta que pueda hablar con Mimí. Quiero ser soy quién le diga lo que esta pasando entre nosotros. Luke asintió. Devlin tenía razón, además él no se sentía listo para

decirle a su mejor amiga que estaba enamorado de su sexy papá. —No olvides la cena con Ian y Jared. —murmuró Devlin. Luke gimió cuando recibió un corto pero apasionado beso. Parecía que Devlin no podía dejar de besarlo ni un solo instante. Se separaron jadeando y con las pupilas dilatadas. Luke lamió sus labios, saboreando a Devlin aún en ellos. —Le avisaré a Mimí de la cena. —murmuró en tono ronco. —Nos vemos luego. —Devlin le dio una última caricia en su rostro antes de dejarlo. Luke se sentó en la silla giratoria sin poder asimilar todo lo que había sucedido en la última media hora. Jamás imaginó cuando llegó a la clínica que este día cumpliría el sueño más anhelado de su vida.

El maullido del gato angora que Luke había curado hace unos minutos lo sacó del estado de ensoñación en que estaba, se acercó a la jaula y lo sacó de ella, acurrucándolo en sus brazos. Era un gato tan cariñoso, los ronroneos que hacía eran reconfortantes. Mimó al pequeño sin borrar la tonta sonrisa que tenía pegada en el rostro. Era tan feliz, que tenía miedo de que algo pudiera arruinar esa dicha. Miró al gato, y sus astutos ojos lo estaban observando. —Cuidaré de ti, amiguito. Pero primero necesitas un nombre, ya que no tienes una placa creo que por ahora te llamaré Alastor. Es un buen nombre. ¿Qué dices?

Miau Luke rió, parecía que el nombre le gustaba al pequeño felino. Lo apretó junto a su pecho, y pensó en Devlin. Suspiró de placer. Sólo esperaba que Amy aceptara su relación con Devlin. No quería lastimar a nadie, y menos a su amiga.

La lluvia caía inclemente sobre el suelo, las nubes de tormenta se agrupaban sin control sobre el verde campo de hierba, y el viento golpeaba salvajemente los árboles. Sólo la silueta solitaria de un hombre en medio del caos no contrastaba con la tempestad en el ambiente. Sus gritos de rabia se igualaban al ruido de los truenos, y los relámpagos brillaban ferozmente en el cielo con cada movimiento de sus manos. —Veo que aún no superas que los Douglas hayan arruinado tus planes. Cuando la voz musical de Gael llegó a sus oídos, Aidan detuvo todo el caos que había provocado con un solo movimiento de su mano. Se giró y gruñó de fastidio. Con el pasar de los años, la presencia de ese fae se había vuelto molesta. Cerró los ojos y con tan sólo un pensamiento secó el agua de sus ropas. —¿Qué quieres? —preguntó con desdén. Gael lo miró de pies a cabeza, y un brillo de lujuria iluminó sus ojos causando que una ola de desagrado recorriera la piel de Aidan. Sólo una vez había cometido el error de dormir con ese fae oscuro, y pensaba jamás volver a hacerlo. Cada caricia se había sentido como barro fangoso adhiriéndose a su piel, la magia de Gael había cubierto esas sensaciones, pero cuando todo acabó se había sentido sucio y contaminado. Nunca más pasaría por esa experiencia. A pesar que la belleza sobrenatural de Gael con su piel dorada y su cabello plateado era deslumbrante para los mortales, ahora que Aidan poseía un inmenso poder ya no caía bajo el hechizo de su rostro como cuando recién lo había conocido.

—¿Qué quieres? —volvió a preguntar sin acercarse demasiado. Conocía demasiado bien al fae oscuro y no confiaba en él en lo absoluto. —Escuché algunos susurros en el reino de las sombras. —Gael hizo una pausa cuando se acercó a Aidan, susurrando en su oído. —Me enteré que has estado recolectando brujas por ahí. Aidan sólo lo miró sin mostrar ninguna reacción por el comentario de Gael. No quería que nadie volviera a arruinar sus planes. Ya tenía un hechizo nuevo para deshacerse de Darian, y no pensaba compartir sus avances con nadie y menos con Gael. —¿Es tan difícil acabar con Darian ahora que está atrapado en un mísero árbol? Con sólo chasquear los dedos, yo ya lo habría borrado de nuestros mundos. —murmuró Gael con sarcasmo mientras se alejaba un poco y lo miraba con malicia. Un relámpago brilló en el cielo sobre ellos seguido por el fuerte estruendo de un trueno, mostrando que la paciencia de Aidan estaba a punto de llegar a su límite. Y no sería la primera vez que ambos entraran a una lucha con su magia, pero esta noche no tenía tiempo que perder con Gael. —¿Y por qué infiernos no los has hecho? —gruñó Aidan. Gael se acercó lentamente lanzándole una mirada voraz mientras caminaba alrededor de él. —Sabes muy bien que no me esta permitido interferir directamente con el mundo humano. Aidan bufó, y se alejó varios pasos del fae. —Soy testigo que has interferido con la vida de los humanos incontables veces, Gael. Pero no quiero discutir contigo sobre ese tema otra vez, tengo cosas más importantes que hacer en este momento. —Aidan cerró los ojos y se concentró en la casa de la siguiente bruja antes de desaparecer. Gael observó con una sonrisa diabólica cómo el druida oscuro desaparecía. Sus planes estaban tardando pero pronto el Príncipe Darian dejaría de existir. Su oscura risa logró romper el silencio en el solitario valle.

—¿Cómo puedes estar de buen humor cuando no hemos podido dormir más que unas pocas horas en estos últimos días? —preguntó su compañero Alex Williams mientras lo miraba atentamente. Devlin le echo una mirada a su amigo antes de aparcar frente a la casa de Alex. Alex tenía razón, todo el día se la había pasado con una sonrisa en su rostro, pero no sabía cómo responder a la pregunta de Alex. ¿Cómo explicarle a tu compañero y amigo de varios años que estabas enamorado de un chico? ¿Cómo responder a una pregunta que ni tú mismo podías contestar? Estaba confuso por el extraño giro de sus sentimientos, feliz por que por primera después de mucho tiempo sentía a su corazón volver a latir frenético en su pecho, y temeroso de perder la felicidad que estaba experimentando desde que conoció a Luke. Tenía miedo de perderlo como perdió a Lisa. Ese día, cuando Lisa murió, había sentido en lo profundo de su alma que ella iba a dejarlo, y que no sería la primera vez que lo hacía. Era extraño y loco, pero creía que su amor por Lisa al igual que su partida había estado predestinado. Volvió a mirar a Alex, que lo estaba observando con una mirada de concentración, como si intentara ver más allá de lo que Devlin estaba mostrando en su rostro. —¿Vas a contarme quién logró poner una sonrisa verdadera en tu rostro? —la curiosidad brillaba en los ojos verdes de Alex, mientras que su boca dibujaba una sonrisa maliciosa. Devlin gruñó internamente. ¿Qué rayos iba a decirle? —¿Por qué piensas que fue una persona la que puso una sonrisa en mi cara?

La mirada de curiosidad se intensificó en el rostro de Alex, y Devlin sabía que había metido la pata. Alex no iba a parar hasta obtener el más mínimo detalle. Devlin suspiró. —Conocí a alguien. La sonrisa en la boca de Alex creció hasta romper en una alegre carcajada. —Lo sabía, lo sabía. Tenía que ser eso. —le dio un golpe juguetón en el hombro a Devlin con su puño. —¿Quién es ella? Devlin giró su mirada hacia el frente, mirando a través del parabrisas, el tranquilo ambiente del vecindario. No sabía cómo decirlo. —Y bien, ¿me dirás o no? Pasó sus manos por su cabello, despeinándolo, y giró su mirada hacia su amigo. —No es una ella, es un él. —Devlin pudo ver el asombro inundando la mirada de Alex, así que giró su mirada hacia el frente otra vez y tragó el nudo en su garganta. —Yo…no sé aún cómo sucedió, pero desde la primera vez que lo vi no pude apartar los ojos de él. El silencio dentro del auto lo estaba devastando. Inquieto, apretó sus manos sobre el volante, esperando la reacción de Alex a su confesión. —¿Es lindo? La pregunta lo sorprendió, pero no más que la sonrisa sincera y llena de diversión en el rostro de Alex. Su amigo no lucía ni asqueado ni molesto, así que soltó la respiración que estaba conteniendo y sonrió. —Sí, es lindo. Alex sonrió, pero la mirada de curiosidad aún brillaba en sus ojos, se rascó la barbilla y abrió la boca, pero nada salió de ella. Devlin estaba bastante seguro que Alex tenía muchas interrogantes y no sabía cómo expresarlas. —Yo no tenía idea de que te gustaban los hombres. —murmuró Alex, hizo una pausa, meditando lo siguiente que iba a decir. —¿Eres gay? Devlin cerró los ojos, sabía que esa pregunta sería la primera que tendría que contestar pero aún no tenía una respuesta clara para ella.

Carraspeó. —No me gustan los hombres, —susurró nervioso. —El único que me interesa es Luke, y… no sé si eso me hace gay. Se movió nervioso sobre su asiento, sin saber qué más decir. —Dev, tienes que relajarte un poco. —dijo Alex al ver a Devlin tan inquieto. —Yo entiendo por toda la confusión que estás pasando, mi querido amigo. Y el único consejo que te doy es que hagas lo que tu corazón te manda. Hace mucho que no te veía tan feliz como lo has estado hoy; y no me molesta, ni debería molestarte a ti que haya sido un chico el que haya sacudido tu vida y reavivado tu corazón. Sólo debes confiar en lo que tus instintos te dicen. Llévalo con calma, y disfruta de las emociones que hace mucho no sentías. Devlin sólo se quedó en silencio, mirando asombrado a Alex. Jamás pensó que Alex Williams, el más duro compañero que había tenido desde que entró a la policía, estuviera diciéndole todo eso. Pensó en Luke, y una sonrisa tonta se dibujó en su rostro. No podía evitarlo. Cada vez que pensaba en ese chico una inmensa alegría llenaba su alma. La amigable sonrisa de Alex le hizo pensar en algo que había dicho.

¿Cómo podía Alex saber cómo se sentía respecto a su atracción por un hombre? Observó a su amigo y trató de recordar si alguna vez lo había oído decir algo sobre su vida sentimental. Gruñó por dentro al darse cuenta que nunca habían tenido ese tipo de conversación. Como amigo, Devlin había sido un maldito hijo de perra. No se había tomado ni siquiera un momento para conversar de asuntos personales con Alex. Sabía que su dolor por la pérdida de Lisa había arruinado su habilidad social, y en estos últimos años sólo se había dedicado a su trabajo y a su hija. Así que tal vez en todo este tiempo, no le había prestado la debida atención a su amigo. —¡Joder! Creí que ibas a golpearme o algo así —murmuró tratando de aliviar la tensión. —, pero aquí estás sonriéndome como un idiota y aceptando sin problemas cada palabra que digo. —Devlin trató de bromear y miró a su amigo sonriendo. —Me siento aliviado que nada de lo que te he dicho haya cambiado nuestra relación de amistad. Y gracias por el consejo. Aún estoy un poco confundido por todo lo que ha sucedido últimamente en mi vida, pero no pienso alejarme de lo que Luke me hace sentir.

—¿Sabes? Te tengo envidia. Encontraste de nuevo a alguien a quien amar. No muchos tienen esa suerte. La tristeza llenaba cada palabra que surgía de la boca de Alex. Era la primera vez que Devlin veía tanta desolación en su mirada, el dolor en sus ojos era bastante agobiante. Levantó la mano y acarició su cabello. Nunca había sido de los tipos que sabían qué hacer en un momento así, pero no podía evitar darle algo de consuelo a su mejor amigo. —No pierdas la fe, Alex. Pronto encontrarás al hombre de tus sueños. —¿Qué..?¿Cómo…? La mirada de aturdimiento y sorpresa en los ojos de Alex fue bastante divertida. —Bueno, en los últimos minutos me has dado varias pistas, así que fue fácil deducirlo. Sólo… ¿por qué no me lo dijiste antes? Alex le lanzó una mirada avergonzada antes de girar su rostro hacia la ventanilla. —No lo sé. Tal vez porque nunca fuimos tan cercanos. Sinceramente, esta es la primera vez que conversamos de cosas que no estén relacionadas con alguna investigación en la que estemos trabajando. Devlin cerró los ojos y gruñó por dentro. Alex tenía razón. Había sido un maldito hijo de puta egoísta, y se sentía avergonzado por ello. —Es verdad, pero ahora que sacamos los esqueletos escondidos del armario, espero que nuestra amistad evolucione a un nuevo nivel. Alex se giró y le sonrió. —Puedes apostar a que sí, y después de esto, me tendrás preguntando todos los días por tu nueva relación amorosa, y más cuando yo quiera saber hasta los jugosos detalles. Devlin rió. Sólo Alex podía con sus bromas, mitigar la tensión entre ellos. —¡Hey! Nada de jugosos detalles, ni siquiera sé cómo actuar cuando estoy con Luke. —Si quieres consejos al respecto, soy un libro abierto. Y mi primer consejo sería: Usa mucho lubricante, mi amigo. El lubricante es el mejor amigo de un hombre gay, y más si quieres intimar con tu chico y volverte un poco salvaje.

Devlin gruñó. —Puedes callarte, y ya va siendo hora que entres a tu casa. Tengo una cena a la cual asistir. —Okey. Me voy. Pero piensa en mi consejo. —murmuró Alex tratando de no reír. —Nos vemos mañana. Alex bajó del auto riendo a carcajadas, se despidió de Devlin con un gesto de la mano y entró a su casa. Devlin sólo sacudió su cabeza antes de arrancar el auto y dirigirse a casa de Ian. Estaba nervioso y ansioso, quería tanto ver a Luke, pero aún no podía hacer nada frente a su familia. Primero debía hablar con Amy, y no sabía qué rayos iba a decir. Las luces de las calles destellaban en su camino, haciéndolo consciente del poco tiempo que tenía antes de ver a Luke. A pesar de que su conversación con Alex lo había calmado, todavía no se sentía a gusto con lo que estaba sucediendo. Además tenía miedo de decírselo a su hija.

Luke podía sentir la mirada escrutadora de Amy sobre él, pero había tratado de evadirla desde que dejaron la clínica. Ella podía sentir que algo estaba pasando, así que constantemente lo observaba detenidamente, tratando de averiguar qué cosa había sucedido para ponerlo tan feliz. Él la había evadido en el camino a casa de Ian, pero sabía que tarde o temprano tenía que enfrentarse a ella. Ian y Jared los habían recibido con una alegre sonrisa en su rostro, pero Luke había estado en las nubes y no había prestado atención. Lo único que había en su mente era Devlin. Su olor, el calor de su cuerpo, el sabor de sus labios. Lo extrañaba. Todo el día había sido difícil para él concentrarse. Sus pensamientos, sus emociones, y sentimientos, todos le pertenecían a Dev, y lo quería ver ya.

La paciencia no era una sus virtudes. Se sentó en el sofá observando la interacción de Amy con su tío y Jared, pero ella de vez en cuando le echaba a Luke, una mirada evaluadora. Luke no sabía ocultar sus emociones y era casi imposible ocultarle a su amiga todo lo que estaba experimentando en esos momentos. Y ahora estaba allí sentado, mirándola sin saber qué hacer ni qué decir. ¡Joder! Era

tan complicado explicarle que estaba enamorado de su papá, que éste había devorado su boca como un hombre hambriento cuando estuvo en la clínica, y que aún podía sentir sus labios cosquillear por el explosivo beso que habían compartido. Suspiró, ganándose otra mirada de Amy. El timbre de la casa lo salvó por unos momentos. Luke podía sentir su cuerpo temblar, y a su corazón latir acelerado. Devlin había llegado. Vio a Ian ponerse de pie e ir a abrir la puerta, los nervios lo estaban destrozando. —Hey, Ian. Traje un botella de vino tinto, espero vaya bien con la cena. —La voz de Dev llegó claramente hasta la sala de estar, gruesa y profunda, enviándole escalofríos por todo el cuerpo. No oyó lo que Ian respondía, sus sentidos estaban enfocados sólo en la voz de Dev. Se moría por correr hacia sus brazos, pero tenía que contenerse. Le había prometido a Dev que esperaría hasta que él pudiera hablar con Amy, pero esta espera lo estaba matando. Sentía que se estaba ocultando como si hubiera hecho algo ruin y desagradable, y no quería que esos extraños sentimientos opacaran todo el amor que desbordaba de su corazón. Podía escuchar los pasos de Dev acercándose a la sala de estar, pero Luke no se atrevía a mirarlo, sabía que si lo hacía, todos los que presentes iban a percatarse a través de su mirada, el amor que sentía por el sexy hombre de pie tras Ian. Sólo bastaba con mirarlo y Luke se olvidaba del mundo a su alrededor, así que mantuvo la mirada lejos del hombre que amaba.

Luke podía sentir la mirada de Devlin, y su piel empezó a hormiguear, anhelando el toque de Dev. La cena, a pesar de ser amena y divertida, había sido una tortura. Tener a Devlin tan cerca, pero sin poder acercarse, besarlo, y acariciarlo a placer era un martirio. Tener que fingir que apenas se conocían también era doloroso, y no sabía cuánto más podía soportar. Y peor era el tener que engañar a la persona que más lo había apoyado en la vida, todo eso estaba minando su espíritu. Amy seguía mirándolo, y Luke tuvo que poner sus sentimientos bajo llave, aunque las furtivas miradas de Dev estaban debilitando esa decisión.

Devlin suspiró, cansado, cuando llegaron a casa, Amy y Luke habían estado en silencio todo el camino, y eso lo estaba preocupando. Había sido bastante difícil no saltar sobre Luke cuando había llegado a casa de Ian. Cada minuto que pasaba sin poder tocarlo había sido un suplicio. Pero primero tenía que decírselo a su pequeña, no quería lastimarla por nada del mundo, así que se había contenido. Ya había decidido hablar con su hija en la mañana, y ahora lo único que quería era tomar a Luke entre sus brazos y perderse en el dulce sabor de su boca. Devlin pudo observar la penetrante y cuestionadora mirada que Amy le lanzó a Luke apenas cerró la puerta principal. Las preguntas bailando en sus ojos eran bastantes claras a través de su mirada. —¿Luke? Luke sólo se limitó a esquivar la fija mirada de Amy. —Mañana…—lo oyó susurrar, y al parecer eso bastó para que Amy se diera por satisfecha. Devlin sabía que era muy difícil para Luke rehuir de Amy, ella era su mejor amiga y Dev le había pedido guardar silencio, pero recién se daba cuenta que eso estaba lastimando a su bebé.

Amy les deseo buenas noches mientras subía a su habitación, Dev podía sentir que estaba algo dolida por el silencio de Luke pero resignada a esperar hasta la mañana para saber qué le sucedía a su amigo. Devlin sintió a su corazón empezar a latir como loco en su pecho al darse cuenta que estaba a solas con Luke en la sala de estar. Podía ver el nerviosismo recorrer el cuerpo de Luke y eso estaba elevando su temperatura. Era increíble que ese chico pudiera ponerlo en ese estado de excitación con tan solo su presencia. Sus manos temblaban por las ganas que tenía de tocarlo. Cuando Luke levantó la mirada del suelo, Dev pudo ver sus ojos chocolates dilatados y su respiración jadeante, pero fue esa rosada y húmeda lengua barrer su labio inferior lo que tiró su cautela por los suelos. Se acercó en tres pasos hacía el chico, capturó su boca y la hizo suya, la poseyó como si nunca la hubiera probado. Cada vez que tocaba esos suaves labios, su polla latía apretada en sus pantalones urgiéndolo a llegar más allá de un beso. Sentir las manos de Luke recorrer su cabello lo volvió salvaje, empujó su lengua en el interior de la dulce y adictiva boca de Luke, explorándola profundamente. Sabía que debía detenerse, pero cada roce de su lengua era embriagador. Cada sensación nublaba su mente, y le impedían pensar con claridad. Deslizó sus manos por el cabello de Luke, amando cómo se sentía entre sus dedos y disfrutando los pequeños gemidos que surgían de su garganta. Su corazón se sentía repleto de dicha y felicidad. Tenía que volver a acostumbrarse a este extraño sentimiento que Luke había sembrando en su alma. Acarició muy suavemente su hinchado labio inferior cuando rompieron el beso. La dulce sonrisa en el rostro de Luke llenaba su alma de paz. —Te extrañé. —susurró contra sus labios antes de tomarlos otra vez. Luke se aferró a sus brazos, acurrucándose en su pecho, y Dev suspiró complacido.

—Yo también te extrañé. —murmuró Luke, mirándolo con adoración en los ojos. Devlin besó su frente, y aspiró el aroma a coco que había empezado a amar. Acarició su pequeña espalda, apretándolo fuertemente contra su pecho. —Mañana hablaré con Amy. Así dejarás de angustiarte por ocultarle este secreto. Luke lo miró sorprendido, pero luego su rostro se iluminó por la felicidad que irradiaba en sus achocolatados ojos. Esperaba que la conversación con su hija fuera igual de bien que la que tuvo con Alex. No podía evitar preocuparse por Amy, no quería tener que escoger entre las personas que más amaba en este mundo.

¿Amor? Sí, amaba a Luke. Y eso lo asustaba más que antes. No podría soportar perderlo esta vez. Disfrutó unos minutos más del cálido cuerpo de Luke antes de separarse. Tenía que alejarse de la tentación de tomar algo más que un beso. Además aún no estaba listo para llevar esta relación a un nuevo nivel. Le dio un ligero beso en sus apetitosos labios antes de separarse. Ambos subieron y se metieron a su respectiva habitación. Esperaba que al día siguiente no perdiera a su hija.

Aidan gruñó frustrado mientras miraba el cuerpo inerte de la joven hechicera. No era tan poderosa como las demás y su muerte no podía ayudarlo en lo absoluto. Extrajo de un solo movimiento su cuchillo de plata del corazón sangrante de aquella joven, esa tonta que sólo lo había hecho perder el tiempo. Ya tenía la sangre de cuatro brujas, y ésta no le era útil para nada. La dejó desangrar sobre la blanca alfombra sobre el suelo. Miró alrededor y sonrió al notar una fotografía sobre la repisa de la chimenea. Tal vez su viaje hasta aquí no había sido en vano. Levantó la fotografía enmarcada en madera antigua y cerró los ojos. Sí, la chica al lado de la joven que acaba de asesinar, también poseía magia, y tal vez ella tenía la sangre que necesitaba. Pero antes de ir a buscarla, iba a darle una pequeña visita a Darian. A pesar que aún no había localizado a Duncan le gustaba aterrorizar a Darian haciéndole creer que ya lo había hecho. La herida que ellos dos le habían causado aún supuraba en su ser, su odio crecía aun más cada vez que algo arruinaba sus planes de eliminarlos. Odiaba profundamente a Darian, ese fae no sólo lo había despreciado cuando intentó acercársele sino que le había quitado el cariño de su mejor amigo, Duncan había sido muy especial para Aidan, y Darian con su etérea belleza se había interpuesto entre ellos. Por eso merecían el hechizo que había lanzado sobre ellos. Duncan merecía sufrir también por el todo el dolor que Aidan tuvo que soportar cuando Duncan lo dejó por Darian. Y cuando Aidan al fin encontrara a Duncan, iba a acabar con él de una vez por todas.

Quería tanto deshacerse definitivamente de Darian y Duncan, y odiaba haber cometido el error de no haber acabado con ellos rápidamente cuando los maldijo. Pero pronto, su venganza llegaría a su final. Volvió a echar una mirada a la fotografía en su mano. Sí, esta joven era la última bruja que necesitaba para poder terminar el hechizo que estaba haciendo. Le daría un día más de vida antes de apuñalar su joven corazón. —Espero que te alegre verme Darian, pronto el árbol no podrá protegerte más de mi magia. —murmuró mientras guardaba la fotografía en el bolsillo de su chaqueta. Su risa vibró entre las paredes del pequeño departamento mientras pensaba en la casa de los Douglas antes de desaparecer. La imagen de la casa de sus descendientes llenó su campo de visión. Los Douglas habían salvado a Darian la última vez con la ayuda del chico Jared, pero esta vez, nadie tenía la magia necesaria para ayudarlo. Caminó lentamente hacia el patio trasero, su magia lo rodeaba, haciéndolo invisible a los ojos de curiosos que pasaran por allí a esta hora de la noche. El silencio después del anochecer no impedía que algunos humanos merodearan por los alrededores. Miró al árbol de serbal, lucía exactamente igual que la última vez que lo vio, el grueso tronco, las largas ramas cubiertas por verdes hojas y blancas flores, y la magia rodeando su superficie. Se acercó unos pasos, y las ramas empezaron a agitarse cuando Aidan estuvo a pocos metros. Se mantuvo a una distancia considerable, evitando las ramas que se movían intentando lastimarlo. Era divertido ver que Darian usaba el poco poder que tenía para manipular al árbol, pero sus esfuerzos eran en vano. No podía herirlo. —Hola Darian, veo que te alegra mi visita. —susurró con sarcasmo destilando en cada palabra. Las ramas se agitaban con furia contra él, pero ni una sola hoja llegó a tocarlo. —Tu amado pronto morirá, Darian. Y no puedes hacer nada para impedirlo.

Las luces de la casa se encendieron, alertando a Aidan de la presencia de la vieja sacerdotisa, le dio una última mirada al árbol y rió observando los movimientos frenéticos que hacía por alcanzarlo. Con esa última imagen, desapareció.

Devlin suspiró mientras le daba un gran trago a su café caliente. Había tenido una noche de mierda. Sus miedos se habían levantado para apalear sus esperanzas. ¡Dios! No era gay, así que por qué Luke lo encendía tanto. ¿Y por qué su corazón bailaba agitado en su pecho cada vez que veía esos achocolatados ojos? Era una incógnita que tal vez algún día respondería. Pensar en Luke le dibujó una sonrisa en su rostro. No sabía que tenía ese chico que alejaba la tristeza y pesadumbre de su alma. Respiró profundamente tratando de alejar las dudas que golpeaban su mente. Tenía que ser fuerte si quería conservar esta felicidad que estaba sintiendo desde que Luke entró en su vida. Pero el miedo estaba arraigado profundamente en su ser, y lo peor de todo era el terror que sentía si perdía a su pequeña, tenía miedo de ver repulsión en los ojos azules de su hija. Dejó la taza vacía sobre la mesa de la cocina, y miró hacia el gris amanecer a través de la ventana que daba al patio trasero. Suspiró, y recordó el sueño que lo había despertado a las pocas horas de caer dormido. Era el mismo sueño otra vez, y no lo entendía. ¿Por qué soñaba montando en un caballo y buscando a alguien? Hasta ahora no podía ver a quién buscaba, y eso lo estaba intrigando. Los pasos en la escalera lo sacaron de sus pensamientos. Amy caminaba soñolienta con el pijama arrugado y su cabello desgreñado. Devlin sonrió. El recuerdo de Amy cuando era niña y despertaba malhumorada, llegó a su mente.

Amaba tanto a su hija, ella había sido su razón de vivir por 20 años. —Buenos días, Pa. —murmuró Amy mientras se servía una taza de café. —Buenos días, Mimí. ¿Dormiste bien? —No. —suspiró. —Estoy preocupada por Luke. —dijo después de tomar una trago de su bebida caliente. —Me está ocultando algo. Devlin tragó el nudo en su garganta. Tenía que decirlo antes de que se acobardara. —Mimí, tengo algo importante que decirte. Amy miró a su padre con curiosidad mientras bebía su café. Se acercó y se sentó a su lado junto a la mesa de la cocina, dejando su taza sobre la superficie. —¿Qué sucede, papá? Te ves nervioso. —muy gentilmente, acarició su mano apoyada sobre la mesa. Devlin respiró profundamente, armándose de valor. —Sabes que después de tu madre, no he vuelto a salir con ninguna otra persona. Amy lo miró con curiosidad y asintió. —Perderla fue lo más difícil que me pasó en la vida, y creí que nunca más sentiría por alguien lo que sentí por ella. —¿Conociste a alguien? —preguntó Amy con una sonrisa. Devlin se pasó las manos por su cabello. Nunca imaginó que decirlo pudiera ser tan difícil. Volvió su mirada a Amy, y pudo ver el ceño fruncido de preocupación en su rostro. Tenía que soltarlo de una buena vez. —Sí, conocí a una persona maravillosa, que me ha hecho sentir vivo después de mucho tiempo. Amy chilló de alegría y se abalanzó sobre Devlin, dándole un apretado abrazo. —Estoy tan feliz. Yo no podía seguir soportando la infinita tristeza que opacaba tu mirada los últimos años. —se alejó y besó a Devlin en la mejilla. —Ahora ya tienes a alguien a quien amar. Mereces ser feliz, papá.

Devlin sólo se limitó a observar la radiante sonrisa en el rostro de su hija. No se había esperado que ella fuera feliz si encontraba a alguien. Ahora sólo tenía que decirle de quién se trataba. —¿Quién es? ¿La conozco? Los pasos cerca de la puerta de la cocina hicieron que ambos giraran su mirada hacia la puerta. Devlin se tragó un gemido cuando Luke con el cabello despeinado, pantalón de chándal a la cadera, camiseta blanca y pantuflas de conejitos, apareció en la puerta frente a ellos. Se veía tan comestible que quería saltar sobre él en ese mismo instante, y más cuando la mirada marrón chocolate de Luke cayó sobre él. Sus ojos ardían cuando sus miradas se conectaron, podían decirse tantas cosas con tan sólo una mirada. Devlin olvidó dónde estaba, olvidó que su hija estaba cerca de él observándolos. Sólo quería ponerse de pie, y aplastar a Luke contra la pared para poder devorarlo a gusto. Comer su boca y beber de sus gemidos hasta poder saciar un poco el deseo que vibraba entre ellos. Un deseo que ya no podía seguir conteniendo por más tiempo. —¡Oh Dios! —la exclamación de sorpresa en la voz de Amy lo sacó del aturdimiento en que estaba. Giró su mirada hacia su hija. Ella lo observaba con asombro, alternando su mirada entre Luke y él. —No entiendo,… ¿ustedes?…yo… no… no puedo…—murmuró mientras se alejaba de Devlin. —¿Mimí? La observó apartarse de él, y con cada paso que se alejaba su corazón se rompía cada vez más en su pecho. —¡Y tú! —dijo mientras pasaba junto a Luke. —Eres mi mejor amigo. ¡¿Cómo pudiste?! —gritó antes de correr a su habitación. Devlin cerró los ojos, había esperado una reacción así, pero nunca creyó que podía doler tanto. Las cálidas manos de Luke sobre su rostro lo sorprendieron, pero no abrió los ojos, dejó que Luke con su tacto lo calmara. Cada caricia se sentía maravillosa. Un confortable calor se deslizó por su cuerpo, llevándose el dolor y la angustia.

Cuando abrió los ojos sólo pudo ver amor en la mirada de Luke, mientras seguía acariciándolo. —Gracias…—susurró antes de jalarlo y sentarlo en su regazo. El don de Luke era más extraordinario de lo que había imaginado. —Ella se calmará, y entenderá. Sólo hay que darle un poco de tiempo. —murmuró Devlin mientras besaba la frente de Luke. Podía sentir el dolor en su bebé, y lo único que Devlin podía hacer era consolarlo brindándole todo su amor. No tenía un don como el de Luke, pero su amor por su bebé era intenso e inconmensurable, y podía ayudar a calmar un poco el dolor que estaba sintiendo en esos momentos. Luke se sentía muy bien en su regazo. Lo apretó más junto a su pecho, dándole el confort que tanto necesitaba. —Te amo. —susurró junto a su oído.

Te amo. Sólo esas dos palabras lograron sacarlo del aturdimiento en que estaba. Devlin lo amaba, y por su amor podía soportar el rechazo de Amy. Su amor lo valía todo. Levantó la mirada, y suspiró al ver el brillo de felicidad en esos hermosos ojos azules. Acarició su fuerte mandíbula, delineando sus labios con sus dedos. —Te amo, Dev. Te amo mucho…—susurró con una sonrisa en sus labios. El beso que recibió lo hizo suspirar de placer. Cada vez que Dev lo besaba se sentía completo. Era una sensación maravillosa. Estremecimientos de placer recorrían cada centímetro de su cuerpo, y oleadas ardientes de satisfacción cubrían cada poro de su piel. Abrió la boca y dejó entrar a Dev. Lo dejó poseerlo y devorarlo profundamente. Luke se aferró a su cuello, amando el sabor de la boca de Dev.

Sus gemidos cubrieron el silencio de la cocina. Lentamente el beso fue apaciguándose, volviéndose suave hasta que sus bocas se separaron. Luke miró a Dev a los ojos, y sonrió. Lo único que veía era alegría en su mirada, una alegría que sólo él había puesto allí. Se acurrucó junto a su pecho, y suspiró satisfecho. —Nunca creí que podía a llegar a ser tan feliz. Conocerte es lo más maravilloso que me ha sucedido en la vida. Dev lo apretó más, y acarició su cabello, despeinándolo más de lo que estaba. —Es lo mismo para mí. Tú has sanado la profunda herida que tenía en el alma. Eres lo más valioso que me ha dado el destino. Los pequeños sollozos junto a la puerta los sobresaltaron. Amy los observaba con lágrimas recorriendo sus mejillas. Se veía tan arrepentida, de pie allí, sola. —Lo siento… Luke se puso en pie de inmediato y corrió a abrazar a su mejor amiga. Le dolía pensar que él había causado esas lágrimas. Jamás la había visto así, y eso lo lastimaba. Amy se aferró a él, mientras limpiaba sus lágrimas. —Lo siento, Luke. No debí decir esas cosas. Eres mi amigo, y acabo de ver por primera vez en mucho tiempo una sonrisa verdadera en el rostro de mi padre. Y todo es por ti. Lo siento, yo… Más lágrimas bañaron sus mejillas. Devlin se acercó a ellos y los envolvió en sus fuertes brazos. —Shh, pequeña. Yo sabía que sería difícil para ti aceptar mi relación con Luke. —secó las lágrimas del rostro de Amy con delicadeza. Amy controló sus sollozos, levantó el rostro y los miró a ambos con remordimiento en su mirada. —Regresé a disculparme, y los vi. Jamás los había visto tan felices, y eso me mostró que en verdad se quieren. Y ustedes son las personas que más quiero en el mundo, así que quién soy yo para impedir que se amen. Luke abrazó fuertemente a su amiga, sentía sus ojos acuosos pero no dejó que las lágrimas se derramaran. Su felicidad no tenía límites, su amiga

había aceptado su amor por Dev. Sólo hace unos minutos había creído que había perdido a su amiga, pero aquí estaba, abrazándola y respirando aliviado. —Tú eres mi mejor amiga. Y eres una persona importante en mi vida. Sólo quiero que sepas que yo lo amo de verdad, Mimí. Él es mi mundo ahora, y no quiero perderlo. —susurró a su amiga mientras acariciaba su cabello desgreñado. Ella le sonrió y asintió. —Mi niña, ¿de verdad está bien para ti, los sentimientos que tengo por Luke? —Luke pudo escuchar el temor en la voz de Devlin, y esperó la respuesta de Amy. Ella levantó una mano y le dio unas suaves palmaditas en la mejilla de Dev. —Sí, papá. Está bien. Yo sé que cuando mamá murió perdiste la sonrisa, pero he visto el brillo en tu mirada, la alegría que Luke te hace sentir es maravillosa. Quiero que seas feliz, papá.

Devlin tragó el nudo en su garganta. Mimí no estaba enfada con él, y la sinceridad en su mirada era un verdadero alivio para su alma. Apretó a Mimí y Luke junto a su pecho, sonriendo por lo feliz que se sentía. —Gracias, Mimí. No sabes cuan feliz me haces con tan sólo decir eso. Ella rompió el abrazo grupal, y les sonrió. —Debo vestirme para ir a la clínica. —se acercó a ellos y les dio un beso en la mejilla a cada uno. —Felicitaciones. Devlin sonrió, y jaló a Luke a su lado. —Gracias, hija. Lo aprecio mucho. —Gracias, amiga. Voy a hacer hasta lo imposible por hacerlo muy feliz.

Mimí les dio una última sonrisa antes de salir por la puerta. Devlin acarició el rostro de Luke sin dejar de sonreír. Era el hombre más feliz del mundo. —Te amo. —murmuró cuando tomó la boca de Luke nuevamente, invadiéndola con su lengua y conquistándola sin restricciones. Luke se aferró a él, poniendo el máximo entusiasmo en corresponder con el mismo fervor el intenso beso. Devlin gimió, no sabía cuanto más podía esperar antes de tomar ese caliente cuerpo que se aferraba con desesperación al suyo. Rompió el beso cuando el aire en sus pulmones se hizo muy necesario. Los hermosos labios hinchados de Luke lo tentaban. Un carraspeo los hizo alejarse unos centímetros. Devlin volvió su mirada hacia la puerta y pilló a una muy ruborizada Amy mirando al suelo. —¿Necesitas algo, Mimí? —dijo mientras que Luke ocultaba el rostro en su pecho, avergonzado por haber si sorprendido besando muy apasionadamente a Devlin. Amy levantó la mirada, se veía tan avergonzada de haberlos interrumpido. —Yo…, yo sólo quería sugerir que hiciéramos una cena familiar para celebrar lo de ustedes. Devlin sonrío, y asintió. —Es una buena idea. Invitaré a la abuela, Ian, y Jared a venir esta noche. Ella le dio una sonrisa brillante, miró a Luke y volvió a bajar la mirada. —No los interrumpiré otra vez. —murmuró antes de alejarse. —Ya se fue, bebé. Luke levantó su rostro, se veía tan lindo mirándolo con el rostro rojo como un tomate. —¡Qué vergüenza! Ser pillado por mi mejor amiga devorando la boca de su padre. Quiero esconderme bajo una piedra. — murmuró con un puchero. Devlin rió feliz. Su risa le arrancó una sonrisa a Luke. —Te ves tan hermoso cuando ríes. —susurró con devoción Luke sin apartarle la mirada.

—No, tú eres el hermoso aquí. El hermoso y sexy chico que conquistó mi corazón. Luke le lanzó una mirada pícara mientras se alejaba y recorría su cuerpo con sus manos. —¿Crees que soy sexy? Devlin gruñó desde lo profundo de su garganta segundos antes de atrapar a Luke entre sus brazos. —Sí, eres lo más sexy que he visto en mi vida. Sus bocas se encontraron otra vez, frenéticas y hambrientas. Devlin sabía que si no se detenía, iba a tomar a Luke sobre la mesa de la cocina. Pero era tan difícil despegarse de esa maravillosa boca. Sabía tan dulce. El timbre del teléfono logró separarlos. Se alejó de un aturdido Luke y tomó el teléfono inalámbrico de la pared de la cocina. —Douglas. — respondió con voz ronca. —Devlin. Otro cuerpo fue hallado hace unos minutos. La voz tensa de Alex borró los últimos vestigios de placer que recorrían su cuerpo. —Voy enseguida. —respondió con la misma seriedad que el asunto requería. Colgó y volvió a poner el auricular en su lugar. Giró su mirada hacia Luke y suspiró. Tenía que marcharse, y le costaba mucho hacerlo. Luke notó la tensión en su cuerpo y se acercó a él, dándole un abrazo consolador. —Debo irme. —susurró Devlin contra el corto cabello ondulado de Luke. —Cuídate. Tengo un extraño presentimiento. Devlin frunció el ceño. —Lo haré, bebé. No te preocupes. Nos vemos en la cena. —Le dio un suave beso en los labios. Se puso su chaqueta, tomó su arma y su placa, y se fue dándole una última mirada a Luke antes de salir por la puerta principal.

Luke suspiró, sabía en lo profundo de su ser que algo muy malo iba a suceder. Cerró los ojos, dejó que la magia que crecía en su interior recorriera su cuerpo, cubriéndolo con una capa blanca de energía. No le había dicho a nadie que su don estaba creciendo más rápido desde que conoció a Dev. Tenía miedo no poder controlar la poderosa magia que residía en lo profundo de su ser. Y lo extraño eran los sueños, sueños de personas de otro tiempo, pero los sueños que más le gustaban eran los Devlin vestido con ropa escocesa. Se veía jodidamente sexy. Le encantaría alguna vez ver a Dev vestido de ese modo, con un kilt escocés, para poder tener fácil acceso al duro eje que se moría por probar. Nunca antes había tenido relaciones sexuales, pero sus fantasías eróticas le decían que una noche en la cama de Dev no calmaría el apetito sexual que tenía por el hombre, sino que lo haría más adicto a sus besos, sus caricias y a su pasión. Cada vez que se besaban, su lujuria subía a niveles que no podía soportar. Quería tanto lamer su cuerpo de pies a cabeza, tomándose su tiempo en la parte central donde su cuerpo se volvía duro y palpitante. Luke sentía que la magia a su alrededor estaba exaltando sus deseos por Dev, pero no podía evitarlo. La energía deslizándose por su cuerpo, se sentía como suaves caricias. —¿Luke? Luke abrió los ojos, y vio a Mimí mirarlo atónita, sus ojos azules grandes y redondos lo observaban en shock. Luke trató de apaciguar la energía que salía a grandes torrentes de su cuerpo, pero era una acción imposible. Podía sentir la magia crepitar sobre su piel. —¿Luke? ¿Qué te sucede?

Luke cerró los ojos otra vez, y poco a poco cerró la puerta del lugar en su alma donde se acumulaba su magia. La luz brillante a su alrededor se fue apagando hasta que no quedó nada a la vista. Respiró profundamente. Había sido una experiencia increíble, toda esa energía a su disposición. Era como si su magia hubiera estado esperando para llegar a la cúspide de su poder. A pesar de que por un momento se había asustado, ahora sólo se sentía tranquilo, en calma. Abrió los ojos, y sonrió cuando vio que Mimí no se había movido de donde estaba observándolo. Sus ojos seguían muy abiertos, mirándolo con sorpresa. —¿Luke? —Estoy bien, sólo me descontrolé un poco, pero ahora todo esta bien. —¡¿Bien?! ¡¿Estás loco?! —gritó mientras se acercaba a mirarlo de cerca. —Brillabas como una bombilla. Tus ojos cambiaron a un azul eléctrico, y tu aura, se mezcló con todos los colores del arcoíris. ¡¿Qué fue lo que pasó?! Luke se pasó las manos por su cabello. —No lo sé exactamente, creo que mi magia esta creciendo. Mimí se acercó a él y lo abrazó fuertemente. —Por un minuto me asustaste, creí que algo malo te pasaba. Luke no sabía cómo había sido para Mimí verlo resplandecer con energía mágica, pero podía comprender el susto que había pasado, así que correspondió al abrazo tratando de calmarla. —Estoy bien, sólo estaba intentando descubrir este mal presentimiento que tengo el pecho. Algo malo va a suceder, y no sé qué es exactamente. Mimí se alejó y lo observó por unos segundos. —Le llamaré al Dr. Torres, y le pediré que nos dé el día. Es necesario ir a ver a mi abuela, ella puede ayudarnos a descubrir qué te sucede exactamente, y qué es lo que tus instintos quieren decirte.

Luke suspiró profundamente y asintió. Mimí tenía razón, la abuela Lydia era una mujer con muchos conocimientos sobre la magia y podía ayudarlo a entender este nuevo nivel de magia que estaba adquiriendo. Necesitaba entender muy bien su don si quería proteger a Dev. Algo en su alma le susurraba que iba a necesitar su magia para proteger a su nueva familia.

—¡Demonios! La maldición de Alex sólo reflejó lo que Devlin también sentía. Había otra víctima más, y ellos seguían sin descubrir al asesino. Devlin se quitó los guantes de látex, y se levantó de su posición en cuclillas cerca del cuerpo. Había revisado alrededor del cuerpo de la joven pero no había nada, ni una mota de polvo, ni una hebra de hilo, ni un mísero cabello. Nada. Deslizó sus manos por su cabello mientras observaba el cuerpo sin vida de la joven que yacía sobre la sangrienta alfombra blanca. Sus largos y rubios cabellos desparramados sobre la tupida alfombra, su mirada vacía fijada hacia el techo, la pálidos labios abiertos en un grito silencioso, y la sangre roja y seca cubriendo el agujero en su pecho. Era una imagen perturbadora que alguien tan joven hubiera terminado de ese modo. —¿Cómo es posible que no haya ni una pista? Nadie es tan buen asesino. —murmuró para sí. Estaba con la cabeza hecha un lío, y este caso lo hacía aún peor. —No tengo ni una maldita idea. —dijo Alex en respuesta. —Lo que no puedo entender es cómo rayos hizo para entrar en la casa de las victimas sin irrumpir forzadamente y sin dejar ningún rastro en las entradas de acceso.

Devlin tampoco podía entenderlo. Era como si apareciese por arte de magia. Hizo una pausa en ese pensamiento.

¿Sería posible que…? —Detective Douglas, ya encontré la información que me pidió. —dijo el Sargento Miller mientras se acercaba a ellos con un bloc de notas en la mano. —¿Encontraste algún familiar de la víctima? —Devlin se alejó del cadáver y dejó que los técnicos del equipo forense hicieron su trabajo, pero estaba casi seguro que no encontrarían nada. Ni siquiera el ADN recolectado de las garras del gato que llevó a la clínica donde trabaja Luke, les había dado alguna información nueva. —Sí. Tiene una hermana que vive en un apartamento en el centro. Emily Fischer de 21 años. —el sargento Miller les informó mientras leía sus notas. —Bien, iremos a informarle sobre su hermana, y tal vez ella pueda darnos algún indicio que podamos seguir. Devlin y Alex salieron de la escena del crimen con más preguntas que respuestas. Nada tenía sentido. Nunca antes se habían topado con un caso así. Subieron al auto perdidos en sus propios pensamientos. Devlin condujo hacia la casa de la hermana de la víctima sin dejar de darle vueltas a la posibilidad de que tal vez, el asesino era alguien que usaba la magia. Hasta ese momento no había pensado que las muertes estuvieran relacionadas con un ritual de hechicera, pero ahora no estaba tan seguro. —¿No sientes que todos estos asesinatos son muy extraños? Devlin le echo una mirada a Alex antes de asentir y estacionar frente al edificio de departamentos. —Sí, todo el maldito caso es muy extraño. Bajaron del auto, y se dirigieron al edificio.

Devlin no podía quitarse de la cabeza que la magia estaba involucrada en este asunto. Tenía que hablar con su abuela, ella podría saber si estas muertes fueron hechas por un hombre con conocimientos de magia o no. Además tenía que decirle sobre su relación con Luke, aunque podía estar casi seguro que su abuela ya lo sabía. Sonrío pensando en lo que su abuela Lydia le dijo hace unos días. “Pronto, el vacío de tu corazón desaparecerá, mi muchacho. Pronto.” Sonrío aún más al notar que ella no estaba molesta por lo que su visión implicaba, así que ella no se sorprendería al verlo junto a Luke. Jamás pensó que volver a enamorarse en este momento de su vida fuera posible. Era como volver a sentir que la pieza que faltaba a su alma volvía a acoplarse a su ser, llenando de luz su espíritu. Era volver a respirar con plena calma dejando caer con cada respiración la tristeza que lo había embargado estos últimos años, y era volver a ejercitar los músculos de su rostro mostrando una gran sonrisa de felicidad cada vez que veía a Luke. Se rió por dentro. Enamorarse también era volverse un poeta, para poder expresar toda la alegría que el amor de Luke estaba logrando. —¿Y cómo va tu nueva relación? —preguntó Alex mientras entraban al edificio, tratando de cambiar el tema a asuntos más personales y con menos quebraderos de cabeza. —Muy bien… Hoy se lo dije a Mimí, y a pesar de que al principio quedó impactada, logró aceptar que su mejor amigo y yo estamos empezando una relación. —dijo sonriendo cuando entraron al ascensor. —¿Mejor amigo? ¿Luke es el mejor amigo de Mimí? …No me digas que estás saliendo con el chico que está quedándose de vacaciones en tu casa. Devlin se ruborizó por primera vez en mucho en tiempo. Se sentía un pervertido por haberse enamorado de alguien tan joven. Él tenía 37 años, el doble de la edad de Luke, y no sabía cómo sobrellevar esa diferencia de edades. La campanilla del ascensor lo sacó de sus lúgubres reflexiones.

—Sí, Luke es el joven que está hospedado en mi casa. —carraspeó mientras caminaban por el pasillo. —¿Crees qué es una locura que alguien de mi edad esté saliendo con un chico tan joven? —murmuró avergonzado. Alex se detuvo, haciendo que Devlin también detuviera su andar. Era muy difícil mantener la mirada fija de Alex, así que giró su rostro hacia otro lado. —¿Estás loco? ¡Demonios, Devlin! —se pasó las manos por su pelo y se acercó a Devlin. —Si tú y Luke son felices. ¿Por qué rayos piensas que la edad debe importar en su relación?... El amor no tiene condición, sólo debes sentirlo y disfrutarlo sin importar lo que el mundo diga. Devlin giró rápidamente su mirada hacia su amigo. Alex lo miraba seriamente, confirmando que creía en cada palabra de lo que había dicho. —Gracias. —dijo mientras dejaba salir sus preocupaciones en una profunda respiración. —Necesitaba escuchar eso, no puedo evitar que las dudas golpeen mi resolución de tener una vida junto a Luke. Y agradezco a Dios el tenerte como amigo, a veces sirve tener a un tipo cabeza dura como tú aclarándome las ideas. El sonido de vidrios rotos viniendo del departamento de Emily Fischer, despertó sus instintos rápidamente. Ambos sacaron sus armas a la vez, y avanzaron hacia la puerta sigilosamente. Pudieron escuchar un movimiento del otro lado de la puerta. Se miraron unos segundos y asintieron. Tenían que entrar. Algo estaba sucediendo en el interior. Levantaron sus armas, listos para actuar. El gemido ronco de dolor emitido desde el interior fue el detonante para entrar. Devlin le dio una fuerte patada a la puerta, abriéndola con el estridente sonido de madera resquebrajándose. La puerta golpeó duro la pared, dejando a la vista la horrible escena que sucedía en el interior del departamento. Ninguno estuvo preparado para lo que encontraron allí. Un hombre estaba de rodillas frente a Emily Fischer, sosteniendo un cuchillo incrustado profundamente en el pecho de ella, sangre se escurría de los pálidos labios de la chica al mismo tiempo que el brillo de vida se escapaba de sus aterrados ojos.

Un último gorgoteó escapó de los labios sangrientos de Emily, sacándolos de su aturdimiento. Devlin y Alex levantaron sus armas y apuntaron al hombre. Devlin recorrió la mirada de la chica hacia el hombre, y los ojos azul hielo lo petrificaron en el lugar. Esos ojos hicieron que su mente volara lejos de allí, hacia el pasado…

“Allan sonrío mientras veía a su hermanito Archie intentar realizar un hechizo de levitación en un balde de madera cargado de agua, pero fallando a lo grande y haciendo que volara en mil pedazos, derramando el agua por todas partes. —Allan…—la voz preocupada de su padre hizo volver su mirada. —

Quiero que vigiles a Aidan, hijo mío. Su aura está cambiando, y estoy preocupado. Allan miró hacia donde Aidan estaba persiguiendo a su hermano, ya que el agua del balde había caído sobre él. Allan tuvo que estar de acuerdo con su padre. Una capa gris estaba empezando a cubrir el azul del aura de su hermano, pero suponía que eso era debido a que Aidan estaba disgustado con Duncan. Últimamente, esos dos se habían distanciado mucho. —Lo haré, Padre. Mantendré un ojo sobre él.

Su padre Liam asintió, y suspiró cansado. —Esta noche hay luna llena, y no quisiera alejarme del Castillo, pero ya acordamos con Angus MacGregor que hoy iríamos a acordar tu compromiso con Moira. Allan sonrió. Por fin Moira tenía la edad para que se comprometieran. Pronto estarían juntos, y la haría la mujer más feliz del mundo. El escalofrío que sintió lo sacó de sus fantasías. Allan junto a su padre giraron rápidamente la mirada hacia Aidan y Archie. El aura de Aidan había cambiado, llenando el ambiente con un frío manto de oscuridad. Largos zarcillos negros irradiaban de su cuerpo, colmando la estancia con un aire lúgubre, pero tan rápido como este apareció también desapareció, dejando sólo el aura azul de Aidan. Allan y su padre compartieron una mirada cargada de preocupación.

—Lo prometo, Padre. Lo vigilaré muy de cerca.” Sólo pasaron unos segundos antes de que su mente volviera al presente, y fue el momento exacto en que el hombre frente a ellos levantó una de sus manos. Devlin pudo sentir la energía crepitando en el lugar. Los vellos de su piel se erizaron con la intensidad del poder acumulándose alrededor de ellos. Alex apretó el gatillo y disparó, pero la bala quedó suspendida frente al rostro del hombre antes de caer al suelo. La oscura sonrisa que les devolvió hizo que sus nervios se crisparan. Estaban en problemas. —Tontos humanos. Sus armas son inútiles contra un ser sobrenatural y poderoso como yo. —murmuró riendo mientras una gran descarga de energía salió disparada de su mano directo hacia Alex. Devlin no lo pensó, sólo saltó frente a Alex y trató de interponerse, parte de la energía golpeó su hombro pero el resto dio de lleno en el pecho de Alex, empujándolo varios metros hacia atrás y haciéndolo que cayera con un golpe sordo sobre el suelo. El hechizo no le había hecho nada a Devlin, era como si su cuerpo hubiera absorbido la energía, pero su amigo no había tenido la misma suerte, estaba inconsciente sobre el suelo, y su pecho subía y bajaba a un ritmo muy lento. La risa tras él lo hizo girarse. El hombre estaba ahora de pie, dejando algunas gotas de sangre rodaran del cuchillo hacia la boca de una pequeña botella de plata. Cerró la tapa y limpió el cuchillo sobre la ropa de Emily. —Tienes suerte que seas un MacDouglas, sino ahora estarías muerto o retorciéndote de dolor sobre el suelo. —dijo Aidan mientras guardaba su cuchillo dentro de su funda. —¿En verdad crees que puedes matarme, Aidan? —su voz sonó ronca, dejando que un fuerte acento escocés se escapara de su boca. Aidan detuvo todo movimiento, y levantó la mirada azul hacia Devlin. Lo miró con el ceño fruncido, y sus ojos brillaron cambiando su color a un azul eléctrico. —¿Quién eres?

—No importa. Sólo te diré que esta vez haré hasta lo imposible para detenerte. No volverás a lastimar a los que amo nunca más. —Devlin le dio la espalda y se arrodilló frente a su amigo. Algo muy dentro de él le decía que Aidan no podía lastimarlo. Un antiguo y fuerte hechizo lo protegía de su magia. Miró a Alex, y el miedo llenó su corazón, su amigo se estaba muriendo, y tenía que hacer algo pronto. El timbre de su teléfono móvil rompió el silencio fúnebre que lo rodeaba. Sintió a su piel erizarse cuando Aidan desapareció, se volvió para confirmar sus sospechas y respiró profundamente al darse cuenta que estaba solo, con su amigo, y el cadáver de Emily Fischer. Sus manos temblaban cuando respondió. —Douglas. —su voz sonó hueca a sus oídos. —Dev. — la voz desesperada de Luke logró despejar la maraña de pensamientos que se agolpaban en su cabeza, y aclaró su mente centrándola en su mejor amigo, muriendo en el suelo. —Tienes que traer a tu amigo a la casa de tu abuela… Yo puedo sanarlo, sólo debes apresurarte. Devlin suspiró aliviado, y asintió a pesar que Luke no podía verlo. Luke tenía el poder de salvar a Alex. Le dio gracias al destino por darle ese poder a su bebé, y trató que su voz saliera lo más calmada posible. Debía mantener la compostura si quería que su amigo sobreviviera. —Iré enseguida, bebé.

Luke se paseaba de un lado a otro en la sala de estar de la abuela Lydia. No podía quitarse la angustia que sentía en el pecho. Devlin había estado en peligro, pero había sido su amigo quien salió lastimado, y esperaba poder salvarlo. Tenía miedo que su magia no funcionara. Miró hacia su reloj de pulsera. Devlin tardaba demasiado. Frunció el ceño y siguió su ir y venir, pronto habría un surco en el suelo sino se calmaba. —Muchacho, dejar de caminar de un lado a otro. Me estás mareando. —la voz de la abuela Lydia logró pasar a través de sus confusos pensamientos. —¿Por qué tarda tanto? ¿Estará también herido? Mimí se alejó de donde estaba sentada con su abuela, y se acercó a Luke, abrazándolo fuertemente. Estaba temblando, y no lo había notado. Acababan de llegar a la casa de la abuela Lydia, cuando la visión lo golpeó, haciéndolo caer de rodillas frente a la puerta corrediza que daba al patio trasero. La imagen que se había deslizado por su mente, lo había asustado. Un hombre con el aura más oscura que había visto, lanzaba una bola de energía hacia Devlin, y su compañero caía al suelo. Había estado aterrado, pero la abuela Lydia lo había ayudado a calmarse con un té que le dio a beber. No sabía que le había puesto al té que le había dado, pero los efectos ya estaban pasando y ahora estaba más tembloroso y asustado que nunca. —Cálmate Luke. Papá pronto estará aquí.

Luke asintió, y rompió el abrazo. Se giró y miró el árbol de serbal. La luz del mediodía cubría al árbol haciéndolo lucir con un incandescente brillo, pero era el aura mágica y plateada lo que quitaba la respiración. Hermoso era decir poco, era una imagen fuera de este mundo. Las blancas flores le daban un toque etéreo, pero fue el lento movimiento de las ramas lo que lo fascinaba, bailaban con el viento a un ritmo hipnotizante. Desde el momento en que entró a la casa, había sentido los hilos de magia que emergían del árbol, pero ahora, al verlo, no podía despegar su mirada. ¿Qué era lo que hacía al árbol tan especial? ¿Y qué era esa silueta que vio por unos segundos sobrepuesta en el tronco del árbol? Necesitaba saber esas cosas si iba a ser parte de esta familia. Sacudió la cabeza. ¡Dios! ¿Dónde demonios estaba Dev? Empezó a mover su pie. Era un molesto tic nervioso cuando estaba preocupado, y ahora la estaba. Las imágenes de su visión volvieron a su mente. Había sido un poco atemorizante saber que tenía ese poder. ¿Cómo podía haber visto lo que pasaría? ¿Y a cuánto abarcaba el límite de su magia? ¿Seguiría siendo más poderoso cada día? El ruido del motor de un auto frente a la casa, lo alejó del torbellino de preguntas que su mente no sabía responder, giró rápidamente y corrió hacia la puerta. Devlin. Tenía que ser él. La abuela y Mimí lo siguieron, y los tres quedaron sorprendidos cuando abrieron la puerta. Devlin traía casi arrastrando a un hombre igual de grande y musculoso como él. Su piel de color café con leche, lucía más pálida de lo que era normal. Sus rizos caían desordenados, ocultando su rostro. Y podía ver el extremo esfuerzo que hacía Dev por conducirlo al interior. Luke corrió a ayudarlo sosteniendo del otro brazo al amigo de Dev. Joder. Era muy pesado, pero aún así, ambos lograron meterlo al interior de la casa. Mimí y la abuela Lydia iban tras ellos, mirándolos con sus rostros

cargados de preocupación. Con mucho cuidado Dev y Luke pusieron a Alex en la cama de uno de los cuartos de invitados. —Dev, ¿qué pasó? —murmuró Luke acercándose a Devlin. Acarició muy suavemente su rostro y miró dentro de sus ojos azules. —¿Estás bien? Devlin devolvió la mirada a Luke y lo aferró en un apretado abrazo. —Sí, bebé. Estoy bien, y luego les cuento lo que pasó. Ahora, por favor. ¿Puedes sanar a Alex? Luke asintió, rozó suavemente sus labios contra los de Dev y se giró a ver a Alex. Se sentó en la cama y levantó sus manos, pasándola sobre el cuerpo de Alex, sin tocarlo. Podía ver su aura, el amarillo estaba decolorándose rápidamente, y su fuerza vital también estaba apagándose a un ritmo alarmante. Cerró los ojos, y buscó dentro de él, la fuente de poder que había descubierto recientemente. Abrió la puerta de su alma donde su magia residía, y la dejó salir, grandes olas de energía cubrieron su cuerpo. Sentía sus manos calentarse. Su poder estaba concentrándose en sus palmas, listo para ser usado. Abrió los ojos, y jadeó por lo que veía. Podía percibir todo su entorno con más profundidad, los colores eran más nítidos y la energía rodeándolo era poderosa, pero fue lo que vio en el pecho de Alex lo que lo asustó. Una mancha negra de magia se extendía desde el centro de su pecho como gruesos zarcillos, tratando de consumir su fuerza vital, y lo estaba consiguiendo. Tenía que eliminar esa oscuridad rápidamente antes de que perdieran a Alex. Volvió a cerrar los ojos, y concentró toda su energía curativa en sus manos, empujando su poder hacia el cuerpo de Alex. El tiempo se detuvo para él, concentrándose sólo en curar el cuerpo debilitado de Alex y borrar toda huella de magia oscura sobre él. Su energía rodeó la oscura mancha, encerrándola en un capullo mágico hasta que pudo eliminarla totalmente. Alejó sus manos y lentamente abrió los ojos. Todavía podía sentir la magia recorriendo su piel, y sonrío. —¿Bebé? —la gruesa voz de Dev lo hizo levantarse y saltar a sus brazos. Sus manos se aferraron a su cuello, y sus piernas rodearon su

cintura, miró dentro esos hermosos ojos azules, donde el amor brillaba más que cualquier sentimiento, y lo besó. Tomó la boca de Dev como si nunca antes lo hubiera besado. Podía sentir las manos de Dev en su trasero, haciéndolo gemir cada vez que sus lenguas entraban en contacto. Enredó sus dedos en el cabello de Dev, y bebió de su boca, sediento de más. Luke no podía pensar, sólo se dejó llevar por sus sentidos, y en este momento le decían, que tomara todo lo que Dev estaba dispuesto a darle. Olvidó al mundo a su alrededor, centrándose sólo en el hombre que lo tenía asido fuertemente entre sus brazos. —¡Joder!...Ahora ya sé porqué te gusta tanto ese chico. La voz de Alex logró romper el salvaje beso en que estaban envueltos. Dev y Luke giraron su atención hacia la cama y encontraron la mirada divertida en los ojos verdes de Alex. Luke se deslizó del cuerpo de Devlin, y ambos se acercaron a la cama.

—¡Oh Dios! ¡Estás bien! —Devlin no podía creer lo veían sus ojos. Su bebé lo había logrado. Había sanado a su mejor amigo y lo había arrebatado de las garras de la muerte. Alex gruñó cuando Devlin se sentó en la cama y lo jaló a un abrazo demoledor de huesos. —Sí, pero dejaré de estarlo si no me sueltas. Devlin se alejó riendo, se puso en pie y tomó la mano de Luke, entrelazando sus dedos. —Lo hiciste…—murmuró mirando los azules ojos de Luke. ¿Azules?. Frunció el ceño y levantó las manos, delineando el contorno de los ojos de su bebé. —Son azules…—acarició suavemente sus cejas. —¿Por qué cambiaron de color? Luke lo miró con una sonrisa tierna y divertida, y cerró los ojos. Devlin pudo sentir que algo cambiaba en su bebé, acarició su mejilla y lo observó detenidamente. Cuando al fin Luke abrió los ojos, Devlin pudo ver

otra vez los achocolatados ojos que tanto amaba. Bajó la cabeza y lo besó, tomó suavemente su deliciosa boca, amando el roce de sus labios y el contacto de sus lenguas. —¿Ya volvieron a su color? —preguntó Luke con una sonrisa rompiendo el beso. —Sí…—Dev besó sus párpados, y volvió a apretarlo junto a su pecho. —¿Cómo…? —Mi don, es más fuerte. Y siento la magia creciendo en mi interior…—susurró Luke junto a su cuello. Devlin besó la cima de su cabeza, y giró su atención hacia Alex, que los miraba con anhelo y tristeza en sus ojos. Dev sabía lo mucho que su amigo quería tener a alguien especial en su vida, y esperaba que el destino pudiera recompensarlo por los años de soledad que había vivido. —Alex, quiero presentarte a mi pareja. Luke. Quien acaba de salvar tu vida. Alex los miró con curiosidad, pero les sonrió. —Gracias Luke, y es un gusto conocerte. Te debo más que mi vida, te debo que le hayas devuelto la sonrisa a mi mejor amigo. Dev se ruborizó. Y sintió a Luke apretarse junto a él. —No me debes nada. Además, los amigos son para apoyarse unos a otros sin esperar nada a cambio. Y con respecto a Dev, es un regalo muy preciado ser parte de su vida. Alex asintió en acuerdo, y giró su atención a Devlin. —Es un buen chico, Dev. Eres un hombre muy afortunado. — murmuró con sinceridad. —Sí,… —susurró Dev, mientras besaba con cariño la frente de Luke. —¿Qué pasó? —preguntó Alex mientras se sentaba en la cama y recorría su mirada por toda la habitación, sorprendiéndose de la presencia de Mimí y la abuela Lydia junto a la puerta.

—Creo que este tema debe tratarse en la sala de estar y con una buena taza de té. —dijo la abuela mientras salía del dormitorio seguida de Mimí. Alex miró a Devlin interrogante, pero éste sólo se encogió de hombros antes de contestar. —Vamos. Tenemos mucho de que hablar.

Luke dio un trago a su taza de té. Observando a Alex, el compañero de Dev. Cuando lo curó, había podido sentir la profunda tristeza que su ser cargaba, y Luke había hecho todo lo posible, por calmarla. Esperaba que pronto, Alex encontrara al amor de su vida. No le agradaba nada, que un hombre bueno y lindo como Alex, estuviera solo. Estaba feliz que Dev lo haya presentado como su pareja. Ahora estaba más seguro que Dev había dejado el miedo atrás, y estaba luchando por ellos. —Entonces,… ¿alguien va a decirme qué sucedió? La pregunta de Alex llamó su atención, y giró su mirada a Dev, esperando que dijera algo. Iba a ser muy difícil que Alex entendiera que la magia existía, y que había seres malvados y poderosos en el mundo. Devlin carraspeó, y tomó la mano de Luke. —¿Recuerdas algo de lo que pasó? Alex deslizó sus manos por su cabello. Despeinándolo. —Sólo recuerdo que estábamos hablando de tu relación con Luke, de camino al departamento de Emily Fischer, cuando escuchamos algo… ¿qué pasó? —¿No recuerdas nada más? Alex sacudió la cabeza hasta que un nebuloso recuerdo vino a su mente, despejándose. Habían irrumpido en el departamento, pero un hombre había estado sobre la chica, empuñando un cuchillo clavado en su corazón.

—Había un hombre… mató a Emily Fischer frente a nosotros… y me lanzó… ¿Qué fue lo que me lanzó? —Fue una bola de energía mágica. —respondió Luke, mientras dejaba su taza vacía sobre la mesita de café. —¿Una bola de energía? ¿De qué demonios hablas? Dev suspiró. —Aunque parezca difícil de creer. Existe la magia, y el hombre que intentó matarte, es un antepasado de mi familia. Un antepasado muy poderoso. —Es la inmortal oveja negra y malévola de nuestra familia. —dijo la abuela antes de tomar otro sorbo de té. Alex recorrió su mirada sobre todos, pensando quizás que estaba rodeado de locos. Luke sonrió, era normal para las personas pensar que alguien que hablaba de magia estaba chalado. Así que la reacción de Alex, era bastante esperada. —¿Es una broma? Dev gruñó, algo frustrado. —¡Por supuesto que no! Tú mismo lo viste. Alex sacudió la cabeza. —Ya no sé ni lo que vi. Pero voy a tomar tu palabra en esto. Si dices que fue golpeado por magia…—suspiró cansado. — Tendré que creerte. Eres muy malo mintiendo, y ahora mismo no lo haces. Dev asintió. —Bien. —¡Dios! No sé en que momento caí en este agujero de conejo. Pero parece bastante real. Luke rió. —Agradece que no estás en el País de las Maravillas, sino ya hubieras perdido la cabeza. Todos rieron con ese comentario, incluyendo la abuela. Alex suspiró. —Ha sido día un difícil, y me gustaría volver a casa. —Sí,… ve a descansar. Mañana tenemos todavía un caso difícil de explicar.

Dev pidió un taxi para Alex. El hombre se veía que pronto iba a caer agotado sobre el suelo. Miró a Dev, y pudo sentir que había más que Dev iba a contarles, pero esta vez sólo a la familia. Apretó su mano, dándole algo de confort hasta que el taxi llegó. Despidieron a Alex junto a la puerta. Luke esperaba que Aidan MacDouglas no volviera a buscarlo. —Bueno, familia. —dijo Dev mientras se entraban otra vez a la sala de estar. —Hay algo más que deberían saber. —Giró su mirada hacia la abuela. — Y está vez, vamos a necesitar más de ese té calmante que nos diste antes, abuela.

Devlin suspiró aliviado cuando Luke y él llegaron a casa, Mimí se había quedado en casa de la abuela. Había sido un día lleno de conflictivas experiencias y abrumadoras emociones. Dejó las llaves del auto sobre la mesita de café y cayó rendido en el sofá. Luke se sentó junto a él y apoyó su cabeza sobre su hombro. Respiró profundamente y acercó a Luke un poco más a su lado. ¡Joder! Había sido el peor día de su vida. Ver cómo Alex caía al suelo por el golpe de un hechizo, lo había paralizado y aterrorizado por unos segundos. Casi había perdido a su mejor amigo, quizás al único amigo que tenía, y todo por un antepasado loco que era inmortal, y que también tenía el alma más negra que la noche. Decirle a todos qué fue lo que le había pasado a Alex en el departamento de Emily Fischer había sido abrumador, pero había sido más escalofriante comentarles acerca de Aidan y de su visión. Aún le era difícil asimilar que en una de sus vidas pasadas había sido el hermano mayor de Aidan, el druida oscuro. Era tan irreal, que aún le costaba creerlo. Pero la imagen de lo que había visto aún bailaba en su mente. Había sido tan real como si lo hubiera vivido ayer. Pero sólo había visto esa escena, y no sabía que significaba en el plano real de las cosas. ¿Qué era lo que implicaba esa visión en la actualidad? ¿Había más cosas que necesitaba saber de su vida pasada? Los suaves besos de Luke en su cuello lo regresaron al presente. Gimió cuando sintió la húmeda lengua de Luke recorrer su piel. ¡Joder! No podía seguir resistiéndose a esto.

Jaló a Luke, sentándolo a horcajadas sobre su regazo. Acarició su cabello y lamió sus labios hasta que Luke jadeó y abrió la boca. Dev jamás había estado tan fascinado con una boca tan dulce como lo estaba con la de Luke. Era una adicción muy placentera devorar la boca de su bebé y tragarse cada uno de sus gemidos. Lo besó salvajemente y sin control, tomando su caliente y lujuriosa boca en un beso posesivo y carnal. Nunca se cansaría de besarlo, pero en este momento, su cuerpo ansiaba más que un beso. Deslizó sus manos debajo de la camiseta de Luke, gimiendo al sentir la cálida y suave piel. Luke rompió el beso, y miró a Dev a los ojos con sus pupilas dilatadas y la respiración agitada. —Te quiero…Dev. —gimió cuando Dev rozó con sus pulgares sus erectos pezones haciéndolo temblar y soltar un grave gemido de placer. Devlin también lo quería. Su polla dolía atrapada en sus pantalones, y más cuando Luke empezó una torturante fricción, rozando su erección con la suya en un vaivén erótico y caliente. Necesitaba sentirlo piel contra piel, lamer cada parte de su cuerpo y aprender lo que sus caricias le harían sentir. Necesitaba perderse en su interior, dentro y fuera una y otra vez. Volvió a tomar su boca en un beso voraz y salvaje. Necesitaba hacerle el amor. —¡Dios! Te necesito, bebé… Luke asintió mientras besaba su mejilla y bajaba lentamente hacia su cuello, lamiendo y chupando tiernamente su piel. Succionó el lóbulo de su oreja, metiendo su lengua en el interior y arrancándole un bajo y grave gruñido a Devlin. —Tómame Dev, te quiero en mi interior. —lamió el arco de oreja. —…quiero que seas mi primero. Devlin gruñó. ¡Demonios, sí! ¡Lo quería! Y lo quería ahora. —Vamos a mi habitación…—dijo en un gruñido ronco. Levantó a Luke de su regazo y lo arrastró hasta su habitación.

Apenas la puerta fue cerrada, Dev atacó a Luke, besándolo con hambre y desesperación. El chico lo tenía loco desde que se conocieron, y ahora, en este momento, iba a poder saborear la pasión de su caliente cuerpo. Se desvistieron juntos, tirando la ropa sin importarles donde cayera, sólo la necesidad de estar desnudos llenaba sus mentes. —Eres hermoso…—susurró Dev cuando al fin pudo tener a Luke sobre su cama tan desnudo como Dios lo trajo al mundo. Bebió de su imagen, y su polla se puso como una roca, una gota de presemen brilló en la punta mientras Luke le daba una sonrisa pecaminosa. Lentamente se deslizó sobre su cuerpo, y gimió cuando sus pieles entraron en contacto. Luke lo miró con amor y lujuria mezclados en su mirada. —Te amo… Devlin respiró profundamente, bajó su boca y lo besó suavemente, apenas un roce de labios. —También te amo, bebé.

Luke estaba en las nubes. Sentir el cuerpo de Dev sobre él, era lo que siempre había anhelado desde que lo conoció. Ningún sueño erótico se comparaba con la realidad. Su corazón latía frenético queriendo escapar de su pecho, su polla dolía de lo dura que estaba, pero era el brillo maravilloso de sus ojos azules lo que lo tenían cautivado. Amaba a este hombre con todo su ser, y por fin iba a pertenecerle en cuerpo y alma. Iba a conocer la pasión de Devlin, y disfrutar de sus caricias. Arqueó su espalda cuando Dev lamió unos de sus duros pezones, rodeando la aureola con extrema lentitud. —Oh…Dios…

Devlin levantó la mirada, y metió el pezón en su cálida boca, chupó duro arrancándole un gemido de placer. Corrientes de electricidad viajaron por su cuerpo, su sangre se agolpó en un solo lugar, volviendo su erección una firme asta lista para usar. Nunca imaginó que sentir la boca de Dev en sus pezones pudiera enviar ondas de placer a través de su cuerpo, acumulándose en su dolorida erección. Cada caricia de las manos y boca de Dev era una experiencia llena de erotismo. Sentir su jadeante respiración acariciar su caliente piel enviaba fuego a través de sus venas. Era demasiado para su primera vez, pero no cambiaría esta experiencia por nada del mundo. Sus pezones fueron lamidos, succionados, y pellizcados con devoción y a conciencia. Soltó sus manos del firme agarre en las sábanas y las deslizó por la fuerte espalda de Dev. Cada curva y músculo bajo su piel estaba llena de fuerza y energía, y ahora todo de él le pertenecía. Ahora y para siempre. Devlin se deslizó más abajo, lamiendo su ombligo y haciéndole estremecer. Cuando su boca llegó a la punta roma de su pene, Luke jadeó. Un grito silencioso salió de sus labios en el momento que en Dev lo tomó por completo. Éxtasis recorría bajo su piel cuando la caverna húmeda de la boca de Dev rodeó su polla, mamando con fervor y haciendo ruidos de placer con cada lamida. Su lengua recorría arriba y abajo su longitud, dedicándose a explorar su textura y sabor con extremo cuidado y amor. —Dev…oh…Dios….Dev… Luke había muerto he ido al cielo. El placer que estaba sintiendo era demasiado intenso para ser real. Su cuerpo se retorcía, sus bolas se contrajeron, y el orgasmo estaba a sólo unos segundos de llegar. Se sujetó a la cabeza de Dev y empezó a follar su boca, una y otra vez sus caderas se arqueaban, buscando el placer que sabía pronto llegaría. —Dev… voy...a….voy….a correrme…

Devlin soltó la polla de Luke con un „pop‟ y levantó su febril mirada hacia Luke. —Córrete, bebé. Quiero probarte. —susurró antes de volver a devorar la polla de Luke. Luke sólo emitió en pequeño gemido antes de que sus bolas se vaciaran, llenando la boca de Dev con su caliente simiente. Chorro tras chorro de semen fue tragado con placer por Dev. Se sentía débil, y con la mente nublada por el intenso orgasmo. Nunca en su vida pensó que un orgasmo pudiera sentirse de ese modo. Ni la mejor de sus pajas se acercaba siquiera a lo que acababa de experimentar. Pero necesitaba más, necesitaba a Dev moviéndose en su interior. Quería dejar de ser virgen con el hombre que amaba. Las caricias de Dev volvieron, sus manos se deslizaban por su piel como si estuviera cartografiando su cuerpo y aprendiendo los puntos sensibles que tenía. Escuchó un cajón abrirse y cerrarse, pero no abrió los ojos. Quería seguir en el limbo en que estaba, pero el calor que estaba volviendo a su cuerpo lo estaba endureciendo otra vez. —Mi hermoso bebé. Te necesito ahora… Luke abrió los ojos al oír la necesidad en la voz de Dev. El hambre en su mirada azul brillaba más que nunca. —Sí…tómame Dev Luke abrió las piernas, mostrándole a Dev que estaba listo. Dev abrió la botella de lubricante que había sacado del cajón y embadurnó sus dedos. Se miraron a los ojos unos segundos hasta que Luke asintió y le dio una sonrisa. Gimió cuando los dedos de Dev rodearon su fruncido agujero, acariciando y estimulando. Poco a poco un dedo fue sumergido en su interior, su polla goteó presemen y una gota rodó desde la punta hasta la base. —Estás tan apretado y caliente… Luke sólo gimió y arqueó su espalda, queriendo tener a Dev más profundo. Amó cada segundo que Dev dedicó a estirarlo, lo hacía con paciencia y cuidado, tratando de no lastimarlo.

Y ese gesto lo hizo amarlo más de lo que ya lo amaba. —Ahora, Dev…estoy listo… —Luke. No quiero que nada se interponga entre nosotros esta primera vez. Estoy sano, bebé. Y hace muchos años que no he estado con nadie. Luke gimió. —Sí, Dev… Yo también estoy sano. Además quiero sentirte llenándome muy profundo. Dev gruñó, sus ojos se dilataron al máximo. —Hazlo, Dev… Devlin asintió, y cubrió su eje con lubricante. Luke podía sentir lo nervioso que Dev estaba. Su grande y fiero detective estaba temeroso. Era la primera vez de ambos, y sólo esperaba que no fuera la única. —Gírate, bebé. Así será menos doloroso. —murmuró Dev con la voz cada vez más grave. Luke asintió, y se giró. Podía sentir las lentas caricias en su trasero, pero lo que lo sorprendió fue la húmeda caricia en su agujero. —¿Dev? —Sólo disfruta, bebé. —Dev sopló aire caliente en su agujero antes volver a explorar su agujero con su lengua. Lentas lamidas provocaron escalofríos de placer deslizándose por su columna. Luke gimió en voz alta. Sus caderas se mecían sin que pudiera controlarlas, bajó la cabeza y dejó que Dev hiciera lo que se le antojara mientras siguiera dándole este exquisito placer. La lengua se alejó, siendo reemplazada por algo más grande y duro. Lentamente la polla de Dev hizo su camino al interior. Luke gimió por el pellizco de dolor. Dolía, joder, sí que dolía, pero esperaba que pronto ese dolor fuera reemplazado por el placer. Se concentró en respirar, el dolor fue remitiendo cuando Dev estuvo metido en lo profundo de su interior, llenando cada centímetro de su estrecho agujero.

—Tan apretado…—masculló Dev mientras esperaba a que Luke se acostumbrara a su grosor. Luke relajó sus músculos interiores, y pronto el dolor se convirtió en placer. Un largo gemido brotó entre sus labios cuando Dev empezó a moverse, dentro y fuera, lento y suave. —Más…más…duro… Dev gruñó como un animal salvaje, se aferró fuerte a sus caderas. Luke estaba seguro que por la mañana tendría moretones del tamaño de los grandes dedos de Dev bordeando su piel, pero no le importaba. El placer que estaba sintiendo dejaba fuera de su mente cualquier otra cosa. Devlin lo comenzó a follar duro, como si quisiera que se fusionaran en uno solo. Cada embestida lo llenaba de éxtasis. Luke se perdió en el placer, su cuerpo vibraba de vida. La energía recorriéndolo fue como chispas de electricidad crepitando sobre su piel. Cada empuje de la polla de Dev en su interior lo llevaban más cerca del nirvana. —Somos uno, ahora y siempre. —gruñó Dev mientras sus estocadas eran más poderosas. Luke sólo gimió, su cuerpo se sentía como si fuera a explotar de tanto placer. Gimió desesperado cuando Dev se salió de su interior. No tuvo tiempo de protestar, ya que Dev lo giró sobre su espalda y volvió a embestirlo duro y rápido. Luke trató de mantener los ojos abiertos, la imagen de Dev salvaje y hambriento lo hacía estremecerse de placer. Dev se veía más caliente y sexy que nunca mientras lo follaba. Arqueó su espalda cuando Dev apretó sus sensibles pezones. Ya no podía seguir conteniendo su orgasmo, se aferró al cuello de Dev y lo besó. El orgasmo lo golpeó duro. Cuerdas y cuerdas de semilla brotaron de su polla, bañando el espacio entre ellos, embadurnando su abdomen y pecho con su semen. Luke sintió las fuerzas abandonarlo, pero pudo contraer los músculos internos de su agujero, haciendo que Dev perdiera el control y lo follara más duro. Uno, dos, tres, cuatro estocadas y se corrió con un fuerte grito.

Sus respiraciones salían jadeantes de su pecho, el sudor se aferraba a sus cuerpos, pero la satisfacción después de un alucinante orgasmo los tenía con una sonrisa de felicidad en sus rostros. Dev sacó su polla blanda. Se acomodó en su cama y jaló a Luke junto a él. Lentas caricias recorrían su espalda, arrancándole un suspiro de placer. —Fue… maravilloso…te amo… Dev. Dev tomó su barbilla, y levantó su rostro, sus ojos brillaban felices, bajó sus labios y se besaron, un tierno y lento beso. —También te amo bebé. Luke suspiró, se apretó al cuerpo de Dev y cayó en un profundo sueño.

Aidan sonrío mientras miraba el oscuro cielo. No había luna, y las sombras eran las dueñas de esa noche, siendo sus cómplices en la tarea que tenía que cumplir. Lentamente se acercó al patio trasero de la casa Douglas, y volvió a sonreír. Al fin tenía el hechizo terminado, y pronto el rastro de la existencia de Darian en este mundo sería borrado de la faz de la tierra para siempre. Era medianoche, y la anciana sacerdotisa que cuidaba del árbol ya se había retirado a dormir. Nadie vigilaba el patio, y ese era el mayor error que sus descendientes habían cometido. Podía ver la silueta del árbol muy claramente a pesar de que era una noche sin luna. No necesitaba acercarse demasiado para hacer el hechizo. Se arrodilló a unos metros del árbol de serbal, e hizo aparecer en su mano un pequeño cántaro de piedra que colocó sobre el césped. Sacó la botella de plata donde la sangre de las cinco brujas se mezclaban, y sonrío. Vertió la sangre en el cántaro mientras susurraba las primeras palabras del hechizo, luego sacó un libro de cuero curtido donde un mechón de cabello negro reposaba entre sus páginas. El mechón también fue a parar dentro del cántaro. Las palabras en una lengua antigua subieron de volumen. La niebla pronto cubrió el patio, densa y fría, rodeando al árbol. Las ramas se agitaron queriendo golpear a Aidan, pero no estaba al alcance de sus movimientos. Algunas hojas cayeron cerca de Aidan, y él rió. Tomó una hoja, acariciando lentamente su nervadura. —Gracias por darme el último ingrediente de mi hechizo…—dejó caer la hoja el interior del cántaro. El murmullo de su voz hizo eco entre la niebla, llenando de más oscuridad el patio.

El cántaro vibró sobre el césped cuando Aidan terminó el hechizo. Una mancha oscura salió del interior del cántaro deslizándose por el suelo, en dirección al árbol. Aidan miró con sus ojos brillantes a la sombra que recorría el camino. Pronto, la sombra se extendió por todo el árbol, cubriendo cada raíz, cada rama, cada flor, cada hoja, y envolviendo el tronco, absorbiendo la magia del árbol hasta que no quedara nada y tomara la energía vital de Darian. Darian sólo tenía tres días antes de que su alma también fuera devorada por la sombra. —Esta vez, nadie podrá salvarte. Mi hechizo está diseñado para matarte a ti, y no al árbol. Los Douglas no notaran tu agonizante existencia hasta que sea muy tarde. —hizo desaparecer el cántaro, y se giró con una sonrisa de satisfacción en su rostro. —Cuando mueras, el hechizo que protege a Duncan desaparecerá, y podré encontrarlo. Su muerte está muy cerca… Las ramas del árbol se agitaron, pero con movimientos lentos. El hechizo estaba actuando con rapidez. Aidan le dio una última mirada, y rió fuerte al débil intento de Darian por lastimarlo. La venganza era muy dulce. Las carcajadas de Aidan se perdieron cuando él desapareció.

Gael se hizo visible en el momento en que Aidan desapareció. Al fin el druida oscuro estaba realizando su ansiada venganza. Se mantuvo oculto observando fascinado cómo la sombra devoraba la magia que protegía al árbol de serbal. Pronto, él también obtendría su venganza.

Su hermano Darian iba a morir, y obtendría por fin el castigo por todo el sufrimiento que le había causado. Cuatrocientos años era un tiempo muy largo, pero había esperado con paciencia a que el druida oscuro hiciera lo que tanto había preparado. Sonrió, y sus ojos brillaron haciendo que se vieran como remolinos de plata fundida. Jamás pensó que manipular a un MacDouglas hubiera sido tan fácil, pero lo había logrado. Había cambiado el curso del destino de muchas personas para obtener lo que pronto sería su esperada venganza. Había sido divertido mover las acciones de los demás como fichas de ajedrez. Y ahora todo su empeño por volver a Aidan un druida oscuro estaba dando sus frutos. Podía sentir la rabia recorrer su cuerpo. Darian le había quitado todo. Su posición en la Corte de Luz, el amor de su madre, y un destino mejor. Saber que había sido descartado por su madre, era lo más doloroso. Esa perra se había metido con uno de los hijos del Rey de la Corte Oscura, y había dado a luz a gemelos, pero ellos no eran iguales. Eran polos opuestos en todo, desde su forma de ser hasta su apariencia. Darian tenía el pelo oscuro y ojos verde hierba, mientras Gael había sacado el cabello plateado y los ojos gris acero de su padre, y eso había sido lo que decidió su destino. No importó que él no naciera con el poder de un fae oscuro, aún así, fue entregado a su padre para ser criado en la Corte Oscura. Su vida había sido un infierno, mientras que Darian había tenido todo lo que por derecho le pertenecía a Gael. Un milenio había sufrido a manos de sus parientes en la Corte Oscura. Todavía podía recordar el siglo que pasó en los calabozos de su tío Ahm, recibiendo los mismos tratos que los prisioneros. Y todo por no permitir que el oscuro fae lo violara. La lucha por su virginidad lo había llevado al calabozo. Su piel aun tenía las cicatrices de ese tiempo, un hechizo las cubría a ojos de extraños, pero él aún las sentía cada vez que tocaba su cuerpo. La ira y el odio recorrieron su ser, haciendo que chispas de electricidad rodearan su cuerpo. Respiró profundamente, tratando de

calmarse. Cerró los ojos, y volvió a guardar los dolorosos recuerdos en el baúl de sus pesadillas. Despejó su mente antes de que su magia se saliera de control y revelara su posición a otros Tuatha Dé. Nadie podía saber que Gael había sido el artífice de todo, del hechizo que atrapaba a Darian al árbol de serbal y de su inminente muerte. Le dio una última mirada al árbol, y sonrió. Pronto, la muerte será tu

castigo,…hermano.

Devlin suspiró feliz, y jaló más cerca de sí el cálido cuerpo de Luke. No podía borrar la sonrisa de extrema felicidad que mostraba su rostro. Se acurrucó más junto a su bebé. El aliento de Luke cosquilleaba su cuello, y una de sus manos estaba apoyada sobre su pecho, encima de su corazón. Dev empezó a recorrer muy suavemente con una mano la espalda tersa de Luke hasta llegar a su redondo y hermoso trasero. Aún le parecía increíble que estuviera allí, acurrucado a un chico y no sintiera ni un ápice de remordimiento por lo sucedido la noche pasada. En lugar de eso, se sentía el hombre más feliz del mundo. Respiró el aroma a coco del cabello de Luke y sonrió. Estaba empezando a ser fanático de ese aroma. Cerró los ojos y disfrutó del olor de su bebé, pero el recuerdo del sueño que había tenido brilló en su mente e hizo que frunciera el ceño.

“Devlin reía mientras perseguía a Moira a través de los campos de brezo, su larga cabellera brillaba con la luz del sol de mediodía. Su vibrante risa le llegaba hasta lo profundo del alma. Ella se giró, y sus sonrientes ojos marrones iluminaron su rostro. Devlin corrió más rápido y pudo atraparla, la hizo girar arrancándoles varias carcajadas de felicidad. Pero cuando volvió a mirar su

rostro, era Lisa la que sonreía. Ella logró escapar de su agarre y volvió a correr, dándole varias sonrisas coquetas incitándole a atraparla. Devlin sacudió la cabeza, divertido, y emprendió a correr otra vez. Volvió a atraparla, pero esta vez fue Luke a quien mantenía entre sus brazos. Sus achocolatados ojos brillaban con amor. ” Luke se acurrucó más junto a su cuello, sacando a Dev del recuerdo del sueño que había sido muy extraño, pero fue la voz susurrando en su mente cuando estaba en su sueño con Luke, lo que lo había desconcertado.

“Te prometo Allan MacDouglas, que tu amor en una nueva vida dos veces encontrarás. El alma de Moira su magia recuperará, y sanar el alma del druida oscuro su misión será. Juntos y con sus almas unidas la maldición que los separa se romperá.” ¿Sería posible que el alma de Moira fuera también la de Lisa y la de Luke? ¿Era posible que el destino lo haya recompensado encontrando a su alma gemela dos veces en una vida? ¡Dios! Sería un maldito afortunado si fuera cierto. Su bebé llenaba su corazón como nadie más podría hacerlo. Y sentía muy profundo en su ser que su destino era estar juntos para siempre. Pero el resto de la promesa, lo tenía preocupado. ¿Qué quería decir? Acarició el cabello sedoso de su bebé, tratando de apaciguar su miedo. —Te amo, Luke. —También te amo, Dev…—susurró Luke junto a su cuello. Dev bajó su mirada y sonrió al mirar los brillantes ojos de Luke. Acarició su rostro, complacido por esta segunda oportunidad que le daba la vida para ser feliz. Nunca imaginó que podría enamorarse otra vez, pero lo había hecho, y amaba a Luke más que a nada en el mundo. Su chico de achocolatados ojos era maravilloso, y era todo suyo.

Le dio un suave beso en esos carnosos labios que desde un principio lo habían tentado, gimiendo de placer. Su boca era lo más exquisito que había creado Dios para Dev. Sentía la lujuria correr por bajo su piel, ansiando más del cuerpo de Luke. Sus manos se deslizaron por la espalda de su bebé, acariciando suavemente. ¡Joder! Nunca nadie lo había encendido como Luke lo hacía con tan sólo una mirada, y con el caliente toque de sus besos. Su erección latía, y la quería enterrada tan profundo en el agujero de Luke. Quería follarlo ya. Su libido jamás había estado tan fuera de control, jaló más a Luke junto a cuerpo, haciendo que sus pollas se frotaran muy lentamente, y devorando la boca que tanto amaba. Sabía que su bebé estaba aún adolorido. Pero lo ansiaba con locura. Así que siguió con la lenta fricción de sus duras erecciones, mientras jodía su boca con su lengua. Nunca tendría suficiente de los gemidos de placer que su bebé emitía con cada caricia y cada beso. —Dev… Dev… Devlin gruñó, el presemen de ambos creaba un delicioso placer en el roce de sus duras pollas. Se movió más rápido, mirando en todo momento la lujuria brillando en los ojos chocolates de Luke. —Eres...tan…hermoso… Luke gimió fuerte, y se aferró al trasero de Dev, aumentando el movimiento de caderas, y gimiendo por la delicia que sentía en cada contacto de sus pollas. Dev se sostuvo de una sola mano, usando la otra para tomar sus erecciones y bombear más rápidamente, arrancándoles a ambos un grave gemido de placer.

No podía dolorosamente.

seguir

resistiendo.

Sentía

sus

bolas

contraerse

Luke lamió su barbilla. —Córrete sobre mí. — susurró junto a su oído. Dev perdió el control, y gritó por la fuerza de su orgasmo. Jamás había creído que su bebé fuera tan vocal en la cama. Se estremeció, dejando que largos hilos de semen bañaran el cuerpo de Luke. Dev siguió bombeando, una, dos, tres movimientos de su mano, y su bebé se corrió. Su caliente semilla salió disparada como un geiser, manchando su mejilla. Dev cayó a un lado de Luke, para no aplastarlo con su cuerpo. Tomó aire profundamente intentando volver a recuperar la habilidad de respirar. Poco a poco fue calmándose, giró su rostro hacia su bebé y sonrió. Luke había caído dormido otra vez, con una sonrisa de felicidad brillando en su rostro. Besó suavemente su sudorosa frente, y se levantó. Caminó hacia el baño, mojó con agua caliente una toalla y regresó a la cama. Limpió con delicadeza a su bebé, y volvió al baño. Necesitaba una ducha. Era una lástima que tuviera que ir a trabajar, ya que quería quedarse en la cama, aprendiendo a darle placer a su bebé. Aún le parecía increíble que hubiera tenido sexo con un hombre por primera vez, y no sintiera ninguna incomodidad por ello. Había sido la experiencia más erótica y sensual de su vida. Se metió bajo el caliente chorro de agua, disfrutando de la ducha. Después de existir sin rumbo por 20 años, por fin podía decir que estaba viviendo. Luke lo había despertado del letargo en que estaba, y lo había imbuido de energía. Sonrío. También le había exprimido esa energía hace un momento. Se duchó rápidamente, y se vistió sin mirar hacia la cama. Sabía que si lo hacía nunca dejaría su habitación. Tomó su arma y la guardó en la pistolera sobre su hombro, tomó su placa, y el brillo dorado de su anillo de matrimonio llamó su atención.

El anillo de su boda con Lisa. Suspiró, y tomó el anillo y lo colocó en la palma de su mano. Había tenido puesto ese aro por 20 años, pero ya era hora de dejar el pasado atrás. Lisa no estaba. En este momento, Luke era todo lo que importaba. Y después del sueño, su Lisa siempre estaría junto a él. Si podía creer en la reencarnación, entonces tenía a su alma gemela otra vez junto a él. Pero esta vez en el cuerpo de un hermoso, gentil, amable, cariñoso, y sexy chico que tenía su corazón en sus manos desde que se conocieron. La vida continuaba. Era hora de seguir adelante. Se acercó al armario y abrió la pequeña caja de cartón que tenía guardada en un rincón, y puso el anillo allí. Jamás olvidaría a Lisa, ella sería siempre parte de su vida, pero la felicidad que sentía ahora con Luke sobrepasaba los recuerdos de su amor de adolescente. Su vida empezaba hoy junto a Luke, y no iba separarse de ese chico, nunca. Los bajos ronquidos viniendo de su cama, lo trajeron al presente. Cerró la tapa de la caja, y la volvió a poner en su lugar. Cerró la puerta del armario, y respiró profundamente. Ya podía imaginarse la hermosa vista de Luke durmiendo entre sus sábanas, así que esperó a tener a su libido bajo control. Cuando estuvo seguro que no iba a flaquear, se giró y suspiró. ¡Dios! Luke se veía tan hermoso, allí sobre su cama, durmiendo como un ángel cuando hace unos minutos había sido un diablillo lujurioso. Lentamente se acercó a la cama, y besó esos carnosos labios que no podía dejar de saborear. ¡Joder! Amaba esa boca, el gemido de necesidad de Luke lo hizo gruñir. ¡Demonios! A este paso, iba a llegar al trabajo la próxima semana. Luke abrió su boca, y lo dejó entrar. Sus bocas se movían hambrientas de placer. Devlin bebió de los sonidos de gozo que Luke hacía. No quería dejar esa deliciosa boca, pero tenía un caso que investigar. Unos minutos después, rompió el beso. Su pecho dolía por la falta de oxígeno, pero la mirada vidriosa y las pupilas dilatadas en el rostro de Luke, lo hicieron sonreír de satisfacción. Hermoso. No había otra palabra que podría describir cómo se veía Luke.

Simplemente, hermoso. —Debo irme, bebé. Luke asintió, aún observándolo con la mirada perdida. —Te amo. —susurró Devlin con devoción. La sonrisa de Luke fue una buena respuesta, pero fue mejor cuando el chico lo jaló hacia abajo y tomó su boca en otro beso. Devlin gimió. Mierda. Quería volver a la cama y hundirse en el caliente agujero de su bebé. Intensificó el beso y hundió su lengua profundamente en la humedad de la boca de Luke, los mordiscos de sus dientes y sus lamidas encendían chispas de electricidad que se deslizaban por su columna y recorrían sus nervios, quemando bajo su piel. Cada caricia de su lengua enviaba ondas de calor por todo su cuerpo. Con la boca de Luke tomando de ese modo la suya, con su lengua empujándose en el interior, y sus dientes raspando su labio inferior, Devlin estaba volviéndose loco. Su polla se había llenado con el primer beso, y ahora dolía como una jodida hija de puta. Se separó de la caliente y lujuriosa boca de Luke, jadeando. Respiró profundamente, y el embriagador olor a sexo y almizcle fue demasiado tentador para sus sentidos. Quería desnudarse y envolverse sobre el cuerpo de Luke. —Debo irme…—gimió. Luke asintió. Levantó su mano y acarició la boca de Dev. —Quiero pedirte algo… Dev lo miró con curiosidad, pero asintió. —Todo lo que quieras. Luke sonrió, sus ojos brillaron con travesura. —¿Recuerdas al gato que llevaste a la clínica? —Sí…—murmuró Dev, besando el cuello de Luke. —Quisiera traerlo a casa. Está tan solo…—susurró, dándole una mirada tierna a Dev.

Dev suspiró. Qué demonios. Sabía que no podía negarle eso. Luke lo tenía bien atado a su dedo meñique. Además, el gato necesitaba una familia. —Está bien. —susurró besando la punta de su nariz. —Te amo. Dev le dio un pequeño y último beso en los labios. —También te amo. Se levantó con renuencia. Se puso su chaqueta de cuero, y caminó hacia la puerta. No quería dejar el tibio y sensual cuerpo de Luke, pero el deber llamaba. Le dio una última mirada, bebiendo de la imagen de Luke sobre su cama.

¡Demonios! .Maldijo por dentro mientras salía del dormitorio. En días como estos, odiaba trabajar.

Luke se estiró sobre la cama, sonriendo de dicha y satisfacción. ¡Dios! El sexo era mejor de lo que había oído, y más si lo disfrutabas con la persona que amabas. Podía sentir el cuerpo dolorido en partes de su anatomía que no creía posible que pudiera doler. Cerró los ojos, y recordó cada caricia, cada beso, cada duro embiste. Todo había sido asombroso. Más que asombroso. Alucinante. Su cuerpo estaba más que complacido. Cada orgasmo le había robado toda capacidad de pensar. Lo había enviado al cielo con fuerza, dejándolo desmayado por el delicioso placer que había experimentado por primera vez.

A pesar que ninguno de los dos lo había hecho antes, Devlin había sabido tomarse su tiempo y hacer de la experiencia, una muy satisfactoria. Se levantó despacio, y caminó tambaleándose hasta el baño. Su culo dolía un poco, pero era un dolor por el que valía la pena repetir todo lo sucedido la noche anterior. Abrió la regadera, y suspiró. No quería quitar el olor de Devlin de su piel, pero debía ir a la Clínica. No podía seguir aprovechándose de la gentileza del Doctor Torres, y faltar otra vez. Además, había una mascota que traer a su nuevo hogar. Aún le era difícil asimilar todo las cosas que sucedieron en la casa de la abuela. Había estado a punto de perder a Devlin, y todo por un poderoso y antiguo hechicero que no era más que un antepasado de Dev. Extraño y loco, era la única forma de definir toda la situación. Devlin aún no les había contado todo lo que ocurrió cuando Alex salió lastimado, pero Luke iba a hacer lo posible por descubrir qué rayos había pasado en realidad. Lo que lo había sorprendido el día de ayer, fue su magia. Estaba creciendo rápidamente. Todavía podía recordar a Devlin mirarlo sorprendido cuando vio el cambio que habían tenido sus ojos. Ni Luke mismo entendía por qué rayos cambiaban de color. Sólo sabía que su poder de curación pronto llegaría a su cénit, y tal vez podría curar hasta el dolor que algunas personas guardaban en el alma. Se duchó con prisa, y fue a su habitación a vestirse. Tendría que mudar su ropa a la habitación de Dev. Ya que no pensaba dormir lejos de su hombre otra noche más. Salió de la casa, y cerró los ojos disfrutando del agradable olor de la mañana. A partir de este momento su nueva vida comenzaba.

Aidan no podía quitar la sonrisa de satisfacción de su rostro. Pronto su venganza estaría completa, y nada ni nadie impedirían que buscara a Duncan. Necesitaba encontrarlo. A pesar de toda su magia, le había sido imposible poder dar con él. Alguien muy poderoso estaba ocultándolo, pero ni siquiera el hechizo que estaba escondiéndolo podrían protegerlo más. Pronto, cuando Darian dejara de existir. La maldición de Duncan se rompería, y con ella, su hechizo de protección. Miró hacia la noche desde el balcón de su penthouse, ubicado en el último piso de uno de los edificios más altos en la ciudad. Ser un druida inmortal, traía sus frutos. Era un hombre multimillonario, dueño de algunos importantes negocios en el mundo. Claro que usaba su toque mágico para que todo saliera muy bien en sus negocios. La noche era fría. Londres se iluminaba frente a él. Aidan nunca se cansaría de admirar lo que el mundo había cambiado desde sus días como mortal. Los seres humanos se habían modernizado mucho con el pasar de los tiempos. Bebió un trago de su copa llena de fino whisky escocés, y suspiró con regocijo. Quien decía que el mal nunca ganaba, era un idiota. Él era, después de todo, unos de los seres más poderosos sobre la faz de la tierra, y la maldad que llenaba su ser lo habían hecho ganar muchas cosas. El ligero cambio en la energía estática del ambiente, lo sacó de sus regodeos. El maldito fae oscuro había irrumpido la poca de paz que podía obtener en estos momentos.

—¿Qué quieres? —gruñó, alejando la copa de sus labios. Corrientes de energía crepitaban sobre su piel, mostrando la magnitud de su irritación y enojo. Maldito fae. Tenía la frescura de entrar en sus dominios, sin ninguna invitación. Gael recorrió su mirada por la amplia sala de estar, y se acercó a Aidan, que seguía apoyado junto al balcón. Sus ojos brillaban como acero fundido, arremolinándose una y otra vez, y las hebras de su cabello plateado bailaban con el viento. A pesar que nunca volvería a meterlo en su cama, no podía negar que la belleza etérea de Gael a veces golpeaba con fuerza su lujuria. —¿Qué quieres? —volvió a preguntar, mientras bebía un trago para calmar el malestar que su estúpida lujuria había provocado. Un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo cuando recordó lo que había sentido en los brazos de ese fae. Era una experiencia que nunca quería volver a repetir. —Traigo malas noticias, druida oscuro. Aidan frunció el ceño. —¿De qué hablas? Gael se acercó un poco más a su lado. El rictus de disgusto en su boca, mostraban el grado de enfado en el fae. Debía ser algo muy grave, si tenía tan enojado a Gael. —El alma de Moira ha renacido otra vez. Aidan frunció el ceño. —¿Otra vez? ¿De qué infiernos hablas? Gael se acercó al balcón, y miró hacia la ciudad. El entrecejo fruncido en su rostro, lo sorprendió. Aidan nunca lo había visto tan enfadado. —Acaso olvidaste la maldición que le lanzaste a Moira. Que viviría un año junto a Allan, y luego moriría. —Sí, lo recuerdo. —Pues estaba vez ha regresado junto a Allan una segunda vez. Sentí su magia hace poco. Y eso simplemente no es posible. Tu hechizo lo hizo imposible, así que alguien más está metiendo las manos en este asunto.

—¿Y qué rayos importa que haya vuelto? —dijo fastidiado Aidan mientras caminaba al interior de su sala de estar. Sintió los pasos de Gael siguiéndolo, así que suponía que aún no le decía la mala noticia. Se sentó en su sofá, y esperó. Gael se paró frente a él, sus manos sobre sus caderas, y la irritación ensombreciendo la belleza de su rostro. Sabía que el pequeño cuerpo de Gael engañaba a la mayoría de las personas que lo conocían por primera vez. Su falsa delicadeza ocultaba la fuerza de su poder, así como la magnitud de su venganza si llegabas a exceder los límites. —No lo entiendes. ¡Maldita sea! Si el alma de Moira ha vuelto a reencarnarse, puede tener el poder curativo y sanar cualquier maldición… — podía ver que el pequeño fae echaba chispas por los ojos. —Y tu maldito hechizo sobre Darian podría ser roto. ¿Entiendes? ¡¿Logras entender lo que trato de decirte?! A Aidan sólo le tomó unos segundos entenderlo. Si la maldita hechicera había vuelto, podía arruinar sus planes. Pero era casi imposible que en su actual vida, estuviera lo suficiente cerca de los Douglas como para destruir su tan elaborada venganza. Pero no perdía nada con eliminarla, otra vez. —¿Dónde está? Gael se dejó caer en uno de los mullidos sillones modernos de cuero blanco, y le lanzó una mirada afilada. —En la casa del mayor de los Douglas. El sonido de cristales rotos llenó el silencio sepulcral en la sala de estar. Aidan podía sentir la sangre correr de su mano hacia su brazo, las cortaduras que el vidrio le había hecho a su mano dejaban caer gotas de sangre sobre la alfombra. Aidan apretó más fuerte los trozos de cristales en su puño, tratando de calmar la furia que recorría su ser. Si Moira había reencarnado otra vez, y estaba viviendo en casa del mayor de los Douglas, significaba que Devlin Douglas era su maldito hermano Allan. Ahora sabía porqué demonios el detective no le tuvo miedo cuando atacó a su amigo.

Cómo rayos había hecho el destino para que el alma de sus dos hermanos reencarnara en dos de los tres Douglas que vigilaban al árbol de serbal. Era demasiada coincidencia. Abrió la mano, y miró el desastre que había hecho. Con un solo pensamiento, su mano volvió a estar sin ningún rasguño. Ni una gota de sangre manchaba su palma, estaba limpia y saludable como si nunca hubiera estrujado una copa de whisky con ella. —¿Quién es Moira en esta nueva vida? Gael se levantó del sillón, y se acercó a Aidan. —Luke O‟Connell. — susurró cerca a su oído. Aidan asintió. Tenía que deshacerse de Luke O‟Connell, y eliminar el alma de Moira otra vez. Esa maldita hechicera estaba empezando a fastidiarlo. Pero sería divertido volver a quitarle su alma gemela a su querido hermano Allan. Esta vez estaría allí para ver el sufrimiento de Allan, o Devlin, como se llamaba en esta vida. Cerró los ojos, y pensó en el hogar de Devlin Douglas. Tenía un chico al cual asesinar.

Devlin gruñó, cerró de golpe el archivo que estaba revisando, y lo tiró sobre su escritorio. Algunas hojas cayeron sobre el suelo, pero él no hizo nada por levantarlas. Se paso las manos por el cabello. Su frustración estaba llegando a su límite. No sabía cómo rayos enfrentar el caso. Un poderoso druida era el asesino, y nadie tenía el poder suficiente para apresarlo, y buscar justicia.

¡Maldita sea! Y todavía no sabía si el tipo seguiría cometiendo esos asesinatos. —Hey, compañero. ¿Estás bien? Devlin levantó su mirada, y observó el entrecejo fruncido en el rostro de Alex. Su amigo dejó sobre el archivo, las hojas que había levantado del suelo, y se sentó en la esquina del escritorio. Con sus manos cruzadas sobre su pecho, le lanzó una mirada interrogante. Dev suspiró. —Nunca podremos atrapar al asesino de estas chicas. —murmuró, haciendo un gesto a las fotografías esparramadas sobre su escritorio. Alex giró su mirada hacia las imágenes, y asintió. —Tal vez tengas razón, pero eso no quiere decir que no lo intentaremos. Dev lo miró con confusión. —Alex, aún no te has dado cuenta que no podemos apresar a un tipo, que tiene el poder suficiente como para eliminarnos con tan solo el chasquido de sus dedos. Alex se encogió de hombros. —Nadie es invencible, Dev… Todo el mundo tiene un punto débil. Devlin pensó en eso. Y tuvo que darle la razón a Alex. Pero Aidan MacDouglas era un ser demasiado poderoso, que había vivido cientos de años más que ellos, y que posiblemente no tenía ninguna debilidad. El timbre de su teléfono celular interrumpió sus pensamientos. —Douglas. —¡¿Por qué demonios no me avisaste que hubo problemas ayer?! —la furiosa voz de Ian resonó en su oído. Dev alejó un poco el teléfono antes de contestar. —Lo siento, hermano. No quise dejarte de lado, sólo que fue un día complicado… —Tuve que enterarme por la abuela. ¡Maldición, Dev! Yo debí estar ahí contigo… Devlin suspiró. A veces olvidaba que Ian ya no era un niño. Pero el hábito de protegerlo era difícil de cambiar. Sabía que debió haber llamado a

Ian y contarle sobre lo sucedido el día anterior, pero no había tenido cabeza para pensar en ello. —La abuela me dijo que había algo importante que querías decirnos ayer en la cena antes de que fuera cancelada. ¿Sucedió algo más? —Sí, y es algo muy importante para mí. Sólo que quiero decírtelo en persona. Así que… almorcemos juntos. —Claro, hermano. Te veo en casa. Hoy es el día libre de Jared, así que lleva la comida. Devlin río. —¿Aún no aprende a cocinar? Ian bufó. —No, aún no lo hace. He tenido que tirar varias ollas y sartenes a la basura. No entiendo como hace para carbonizar la comida de una manera tan desastrosa. —suspiró. —Pero aún así lo amas. —Más que a nada en el mundo, pero aún así, nunca comería los alimentos que no logra quemar. Devlin soltó una carcajada. Sabía que su hermano adoraba a su pequeño enfermero. Jared le había devuelto la sonrisa a su hermano, pero si seguía intentando aprender a cocinar, iba a terminar intoxicándolo. —Está bien, pasaré por tu restaurante favorito, y llevaré el almuerzo. Dev pudo escuchar el suspiro de alivio de Ian a través del auricular. —Gracias. Llamaré a Jared y le diré que no se acerque a la cocina. Podría hacer volar algo…. Nos vemos en una hora. Ian colgó, dejando a Dev con una sonrisa pegada en su rostro. Ahora que tenía a Luke, no iba a ser tan difícil explicarle a su hermano menor que estaba enamorado de un chico. Sólo iba a prestar atención al rostro de Ian cuando le diera la noticia. Iba ser divertido verlo con la boca abierta de la impresión. Se giró hacia Alex, que seguía observándolo con tranquilidad. No entendía cómo podía estar tan calmado cuando apenas ayer estuvo a punto de morir. Si no hubiera sido por su bebé, habría perdido a su mejor amigo.

—Tienes razón, Alex. Tal vez ese tipo sí tenga un punto débil. Voy a hablar con la abuela para que trate de leer el libro familiar. Quizás pueda encontrar algo. Alex asintió, antes de ponerse de pie y sentarse en silencio junto a su escritorio.

Ian se quedó mirando a Devlin mientras bromeaba con Jared acerca de sus habilidades culinarias. Podía notar que había algo distinto en su hermano mayor. La soledad que oscurecía su mirada, ya no estaba, y las sonrisas que había estado mostrando desde que llegó a la casa, lo hacían lucir más joven. Estaba intrigado. Lo que sea que Devlin iba a decirles, debía ser la principal razón en su cambio de actitud. Verlo así de feliz, era increíble. Jamás creyó que después de perder a Lisa, Dev pudiera volver a sonreír. La curiosidad lo estaba matando. Carraspeó, atrayendo la atención de Dev y Jared. —¿Qué era eso tan importante que tenías que decirnos? —¡Ian! —gritó Jared sorprendido, antes de darle una patada bajo la mesa. —No seas impaciente y entrometido. Deja que tu hermano nos lo diga a su tiempo. —¡Auch! —gimió Ian, mientras miraba enfurruñado a Jared. Devlin reía divertido, mirándolos desde el otro lado de la mesa. —Gracias Jared por tratar de enseñarle modales a mi hermano, pero creo que estás perdiendo el tiempo. —¿Nos dirás? ¿Sí o no? Devlin suspiró audiblemente, pero sin dejar de sonreír.

—Conocí a una persona, que ha sido capaz de devolverme las ganas de vivir. Que ha conseguido despertarme del estado de pesadumbre en que estaba, y que… me ha hecho el hombre más feliz del mundo. Ian se quedó atónito, sus ojos casi se salían de sus órbitas por la impresión. ¡Wau! Nunca hubiera imaginado que otra persona más robaría el corazón de su hermano. —¿Y quién es? —Lo intrigaba mucho saber quién era la persona responsable por la sonrisa en el rostro de su hermano. Devlin no salía mucho, y no creía que hubiera tenido citas después de enviudar. Así que tal vez se trataba de alguien en el Departamento de Policía. Dev se apoyó en el respaldar de la silla, y los miró con una sonrisa ladeada. —Bueno,… ustedes lo conocen. —¿Lo conocemos? —preguntó Ian confundido. ¿Devlin habló en

masculino?... ¿se trataba de un hombre? ¿Su hermano estaba enamorado de un hombre? Dev asintió. —Es Luke,… Luke O‟Connell. —¡Oh Dios! ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! —gritó Jared de emoción mientras se levantaba de su asiento, y le daba un efusivo abrazo a Dev. —La forma en que se miraban el día del almuerzo familiar,.. Sabía que había una chispa entre ustedes… Felicidades, Dev. Ian todavía no salía de su asombro. Dev estaba enamorado de un chico. Se pellizcó el brazo para comprobar si en realidad estaba soñando. ¡Auch! No, no estaba soñando. Era un poco difícil asimilar que tu hermano heterosexual, que había enviudado de joven, y que tenía una hija, ahora estuviera interesado en un chico gay. —¿Cómo…? Jared se apartó de Dev, y se acercó a Ian, sentándose en su regazo. Ian lo apretó junto a su cuerpo. Necesitaba el calor de Jared, aún no dejaba de estar sorprendido. —Sólo diré que me golpeó duro y rápido. Luché fuerte contra lo que Luke me hacía sentir, pero fue una lucha que tenía perdida. Ahora que lo

tengo en mi vida me sorprendo lo estúpido que fui por perder días de felicidad junto a mi bebé. ¡Wau! La felicidad destilando en cada palabra de Dev era tan pura y verdadera. Se sentía feliz de que su hermano hubiera vuelto a la tierra de los vivos. Tenía que agradecerle al chico por el milagro que había realizado. —¿De verdad lo amas? —Sí. —contestó sonriendo. —No me importa que sea un chico. Sólo sé que desde el momento que lo vi, no podría alejarlo de mí. Luke es para mí, lo que Jared para ti… La otra mitad de mi alma. Ian sonrió. —Felicitaciones, hermano. Merecías que la vida te diera otra oportunidad en el amor. Devlin les dio una tierna sonrisa antes de responder. —Sí, es una oportunidad que no pienso desaprovechar… —carraspeó. —La otra razón de mi visita es para invitarlos a cenar en la casa de la abuela. Estamos planeando celebrar con una cena familiar, mi relación con Luke. —Estaremos ahí, grandulón… Además, nunca desaprovecharía una cena en la casa de la Abuela. De verdad estaba feliz por su hermano, aunque ahora lo que lo preocupaba era la aparición de Aidan MacDouglas otra vez en sus vidas. No era nada bueno que su hermano lo hubiera conocido. —Bueno, ya sé porqué estás feliz. Pero lo que quisiera que me contaras es qué sucedió exactamente con el druida oscuro. La abuela no me contó todos los detalles, sólo que lo viste y tu compañero estuvo a punto de morir. Devlin suspiró cansado. —Es el asesino que he estado intentando atrapar este último mes. Pero ahora que sé que él lo hizo, no tengo ningún modo de detenerlo. Ian se tensó, apretando más a Jared junto a él. Todavía podía recordar que debido a ese loco, casi pierde a Jared. Era difícil olvidar la imagen de esa gran bola de energía golpeando en el pecho a Jared. —No creo que debas meterte en su camino… —continuó antes de que Dev lo interrumpiera. —…Sé que como policía no puedes hacer eso, pero

debes entender. Él es un ser muy poderoso, y si volvió a aparecer debemos estar atentos… Algo muy malo se debe traer entre manos. El silencio que siguió a esa declaración, fue bastante perturbador. —¿Creen que esté otra vez intentando destruir a Darian, el fae dentro del árbol de serbal? — preguntó Jared con voz temblorosa. Ian y Devlin compartieron una mirada cargada de preocupación. Era una posibilidad muy buena, que eso sea exactamente lo que Aidan estuviera planeando. —Debemos ir a casa de la abuela. Tenemos que ponerla al tanto de nuestras sospechas, y revisar al árbol. —dijo Dev mientras se ponía de pie. Ian y Jared asintieron, mientras lo seguían. Esperaba que lo que pensaban, sólo fueran tontas especulaciones planteadas por el miedo. Porque si no era así, Ian no sabía cómo detener al druida oscuro si los atacaba de nuevo.

Luke sonreía mientras preparaba el postre para la cena, la tarta de manzana era una de sus especialidades, y más ahora que había descubierto que era uno de los postres preferidos de Dev. Se había esmerado mucho en conseguir unas manzanas frescas para el relleno. Luke tarareaba feliz mientras preparaba la masa. Le había pedido la tarde libre al Dr. Torres, y el anciano le había dado el resto del día con una sonrisa. Sabía que estaba aprovechándose mucho de la gentileza del doctor, pero cuando Dev lo llamó para decirle que había invitado a Ian y Jared a cenar en casa de la abuela Lydia, no le quedó más remedio que venir a la antigua casa Douglas a ayudar con la preparación de la cena. Jamás dejaría que la abuela se llevara todo el trabajo. También le había encargado a Mimí que llevara al gato a casa. Esperaba que Alastor se comportara bien con ella, el gato era un poco quisquilloso. Puso la masa en el molde para tartas y vació el relleno de manzanas, colocó la otra capa de masa, y embadurnó sobre ella con yema de huevo. La abuela Lydia había ido a comprar algunas cosas que faltaban para la comida, y Luke se había quedado solo en la casa preparando el postre. Metió la tarta al horno, y reguló el reloj. Se alejó de la cocina, y salió al jardín. Sentado sobre el porche trasero, Luke observaba, intrigado, la extraña quietud que rodeaba al árbol. El viento soplaba, pero las hojas y ramas se rehusaban a bailar a su ritmo. Era muy extraño. Esta era la segunda vez que veía al árbol, pero parecía que el día anterior, no había lucido de ese modo. Se puso en pie, y se acercó lentamente al árbol. Algo oscuro golpeó sus instintos, volviéndolos locos. Se

giró alrededor del patio, y no vio nada. Estaba solo, junto al árbol de serbal. Pero el frío que golpeaba su cuerpo, le puso la piel de gallina. —¿Qué está pasando? —miró hacia el cielo, y notó que el hermoso atardecer que había estado viendo hace sólo unos segundos, había sido cubierto por grandes nubes que oscurecían el cielo. Escalofríos recorrieron su cuerpo, haciéndolo temblar. No entendía que estaba sucediendo, pero no le gustaba nada, nada en lo absoluto. —Aquí estás. —gruñó una voz tras él. —Me estaba cansando de buscarte. Luke tragó el gran nudo que obstruía su garganta. Se giró, y dio un paso atrás cuando su mirada se topó con los oscuros y fríos ojos de Aidan MacDouglas. Era él, lo recordaba de su visión de ayer. —¿Q…qué…? ¿Qué haces aquí? —tartamudeó mientras daba otro paso hacia atrás. La risa de Aidan hizo eco en el solitario jardín. —Vine a verte, Luke. O como te llamabas en el pasado…Moira. Luke frunció el ceño, y retrocedió otro paso. Al parecer el tipo además de poderoso, también estaba loco. —No sé de qué estás hablando. —No importa, no estarás aquí mucho tiempo. —levantó su mano, y unas chispas de energía brillaron en sus dedos. Estaba en graves problemas. Si no hacía algo pronto, iba a morir, podía leerlo en la mirada azul de Aidan MacDouglas. Luke cerró los ojos, y dejó que la magia que guardaba en su interior emergiera sin restricciones. La energía crujía sobre su piel. Abrió los ojos, y pudo ver la capa negra de magia que cubría el cuerpo de Aidan, su aura cambiaba entre gris y negro, pero fue el poder acumulándose en su mano lo que lo asustó. Dio otro paso hacia atrás, golpeando su espalda contra el árbol de serbal. Estaba atrapado. Su energía era curativa, nunca antes la había usado para otra cosa.

—Tus ojos… son azules como la otra vez. —murmuró Aidan, mirándolo fascinado. —¿Por qué haces esto? Yo no te he hecho nada. —No, pero arruinaras mis planes. Así que acabaré contigo,…otra vez. —levantó su mano, en dirección de Luke. —¡Nooooooo! Aidan y Luke giraron su mirada hacia Devlin, que los miraba desde la puerta, con Ian y Jared a su lado. —Hola, Allan. ¿Vienes a despedirte de tu alma gemela?. Lo mataré otra vez, y no podrás hacer nada para impedirlo. —hizo un giro con su otra mano, y Devlin, Ian y Jared fueron empujados por una fuerza invisible hacia el interior de la casa. —¡Dev! —gritó Luke llenó de terror. —Bueno, es tu turno. Luke no supo que lo impulso a saltar sobre Aidan, pero lo hizo. Estiró sus brazos, dejando que su magia se acumulara en las palmas de sus manos, y empujó fuertemente su energía curativa cuando sus manos golpearon el pecho de Aidan. Sólo fueron unos segundos de contacto, porque la bola de energía que Aidan tenía en su mano, lo golpeó en el abdomen, lanzándolo contra el grueso tronco del árbol de serbal. El dolor fue insoportable, intentó levantarse, pero sus intentos fueron inútiles. Sintió el dolor alejarse antes de que la oscuridad se lo tragara.

Aidan se quedó quieto, respiró profundamente, pero el dolor que presionaba su pecho comenzó a extenderse por todo su cuerpo. Las imágenes de todas las personas que había asesinado en sus cuatrocientos

años de vida, golpearon su cabeza. Cada imagen llenaba de un agudo dolor su corazón. No quería recordar eso, y menos el momento en que mató a su pequeño hermano Archie. ¡Maldición! No quería recordarlo. Levantó sus manos, y presionó fuertemente su cabeza. Tenía que alejarse. El remordimiento de todo lo que había hecho lo estaba enloqueciendo. La chispa de algo en lo profundo de su ser estaba brillando más que su magia. ¿Qué demonios le había hecho ese chico? Gael había tenido razón al recomendarle no tocar a Moira cuando la asesinó, pero esta vez… lo había olvidado. Las palabras de Moira llegaron a su mente.

“Sanarás tu dolor y la oscuridad te dejará,…” —No…No… ¡Noooo…! No podía dejar ir a la oscuridad. Era su esencia en esta vida. —¡LUKE! El grito desesperado de Devlin lo sacó del estado de confusión en que estaba, sacudió la cabeza, y pensó en su departamento, desapareciendo en ese mismo instante.

¡Oh Dios! NoNoNo… No podía perder a su bebé. No podía. Ni siquiera prestó atención a la desaparición del druida oscuro, sólo corrió hasta Luke, se arrodilló a su lado, y acomodó su cuerpo sobre su regazo, acercándolo a su pecho. —Luke, por favor… Despierta.

—¿Qué sucedió? —preguntó la abuela Lydia mientras se acercaba a Dev seguida de Ian y Jared. —Luke recibió el impacto de un hechizo lanzado por Aidan MacDouglas. Abuela, por favor. Haz algo. —¡Dios! Ese hombre no piensa dejarnos en paz. —se giró hacia Ian. — Muchacho, ve a mi habitación y saca la daga de plata del baúl. ¡Apresúrate! —Bebé, vamos. Despierta. —murmuró Dev mientras dulcemente acariciaba el rostro de Luke. Podía sentir las lágrimas deslizándose por su rostro. El dolor en su pecho no lo dejaba respirar. No podía perder a su amor. No podría resistirlo si lo perdía una segunda vez. —Dev. Ya sabes lo que tenemos que hacer. —dijo la abuela, llamando su atención. —El hechizo de unión es el único modo de salvar la vida de Luke. —dijo mientras tomaba la daga que Ian le alcanzaba. Dev asintió, dándole una última caricia en el rostro a Luke antes de levantar su mano izquierda con la palma hacia arriba. Ni siquiera notó el dolor del corte que su abuela hizo con la daga. Apenas registró que su abuela Lydia levantaba la mano de Luke para hacer lo mismo, sólo se quedó observando el rostro de su amor. Jamás se cansaría de ver lo hermoso que era Luke. —Repite después de mí. —murmuró la abuela mientras juntaba sus palmas, dejando que sus sangres se combinaran. Dev asintió, apretando la mano de Luke.

“Mi alma y la tuya entrelazadas, mi corazón y el tuyo el mismo latido, tu sangre y mi sangre mezcladas, desde ahora y para siempre unidos.” La voz etérea presente en su mente, lo sorprendió, haciendo que levantara su rostro y mirara hacia el árbol, las ramas se movieron sólo unos segundos antes de detenerse. El calor rodeándolo hizo girar su atención de vuelta a su bebé, y logró terminar de decir con cada latido de su corazón, las palabras que lo enlazarían a Luke por siempre.

Una luz dorada los rodeó como un capullo de energía. Devlin podía sentir que su conexión con Luke se hacía más fuerte. Podía sentir los hilos de sus vidas entrelazándose juntos. La esencia de Luke era como una suave caricia en su ser, dejando a su alma completa. Observó fascinado su rostro esperando que su bebé los abriera. Sus achocolatados ojos brillaron con amor cuando al fin logró abrirlos. —Dev…—susurró Luke, levantando su mano y acariciando su boca muy suavemente. —Te siento en lo profundo de mí… Es maravilloso. —Sí…—murmuró Dev mientras abrazaba fuertemente a Luke. Su bebé estaba bien. Estaba a salvo. Dev respiró profundamente, llenándose del olor a coco y almizcle que disfrutaba tanto. —Te amo, Dev… Dev levantó su rostro, mirando a Luke fijamente. —También, te amo… Y no vuelvas a asustarme de ese modo. —gruñó la última parte antes de tomar la boca de Luke en un beso necesitado y carnal. Se comió su boca con desespero, bebiendo de sus gemidos sin dar tregua. Sus lenguas danzaron sin control, en un remolino de lujuria y desenfreno. Las manos de Luke en su cabello, lo urgieron a ir más profundo en su boca. Un gruñido bajo sonó en su garganta cuando el sabor dulce de la boca de Luke lo golpeó. Adoraba su boca. Acarició la piel de su cuello con la yema de los dedos, disfrutando de su textura y del calor que desprendía. ¡Dios! Amaba la suavidad de su piel. Rompieron el beso cuando respirar se hizo necesario. —¿Qué pasó? —dijo Luke, lamiéndose los labios, y arrancando un grave gemido a Dev. —Aidan MacDouglas intentó matarte. —gruñó Dev.

Luke frunció el ceño. —Pero,… ¿Por qué? —No lo sé, pero tendremos que averiguarlo. —Sí, tenían que averiguar qué estaba tramando Aidan esta vez. Estaba agradecido que Jared hubiera pensado que Aidan podía atacar de nuevo, sino, nadie hubiera estado aquí para auxiliar a su bebé. Respiró profundamente, tratando de calmarse. Jamás olvidaría el momento que en la bola de energía golpeó a Luke. ¡Dios! Creyó que lo había perdido. —Vamos dentro. Todos necesitamos hablar. —dijo Dev mientras ayudaba a Luke a ponerse en pie.

Luke asintió, tomó la mano izquierda de Dev y sintió algo extraño en la palma, la levantó y observó sorprendido el largo borde de una cicatriz. ¿Qué había pasado?. Alzó su propia mano, y vio que tenía la misma cicatriz. —¿Qué es esto? Dev bajó la mirada, y sonrió. —Esto es la marca de que estamos enlazados por siempre. Nada ni nadie podrá separarnos. Nunca. Luke miró la cicatriz, y de vuelta a Dev, y le devolvió la sonrisa. Si tener a Dev para siempre equivalía esta cicatriz, volvería a tener otra sólo para asegurarse. Caminaron tomados de la mano, siguiendo a Ian, Jared y la abuela. —Prepararé té. Todos lo necesitamos. —dijo la abuela mientras se dirigía a la cocina. Luke se acomodó junto a Dev en el sofá. Ian se sentó sobre el sillón, con Jared sentado en uno de los brazos del sillón. —¿Por qué rayos Aidan atacó esta vez a Luke? —preguntó Ian, con el ceño fruncido y su voz cargada de preocupación.

Dev apretó a Luke más hacia su cuerpo. —No lo sé. —Yo estoy seguro que está intentando destruir al árbol, otra vez. — murmuró Jared mientras le echaba una mirada al árbol a través de la puerta corrediza de vidrio. —Él dijo que yo iba a arruinar sus planes… Dev gruñó, besó la cabeza de Luke, y acarició muy suavemente su espalda. —Es posible, que le haya hecho algo al árbol, y que intentara matar a Luke porque sabía lo de su don. —¿Tienes un don? Luke levantó su rostro, y pudo ver la curiosidad titilando en los ojos de Ian. Giró su rostro hacia Jared, recibiendo una sincera sonrisa de entendimiento. —Yo… puedo sanar a los animales y a las personas, no sólo su cuerpo, también aliviar el dolor que guardan en sus almas. —Wau. Yo sólo curo a las plantas. —Y lo haces muy bien, bebé. —susurró Ian al oído de Jared. Luke sonrió, mirando al árbol. Seguía pensando que algo estaba mal. El árbol de serbal estaba muy quieto. Las ramas no se movían, el brillo antinatural ya no estaba. Esa calma rondando en el ambiente era muy perturbadora. —Jared ¿Notas algo extraño en el árbol? —Sí, —respondió Jared luego de un momento. —Se ve como un árbol normal, y eso en sí, es muy extraño. Ian se giró también a mirar al árbol. —¿Por qué es extraño? —Porque el árbol, en todo el tiempo que he sido su guardiana, nunca ha estado tan quieto como hoy. —respondió la abuela mientras dejaba la bandeja con las tazas de té. —Algo malo sucede. Luke y Jared se levantaron de inmediato, siguiendo a la abuela hacia al patio. Ian y Dev, fueron tras ellos.

La abuela cerró los ojos, y mantuvo sus palmas en dirección al árbol, murmurando extrañas palabras que al parecer estaban dichas en un idioma antiguo. —No lo entiendo. —murmuró, mientras bajaba las manos. —No puedo encontrar qué está mal. —Déjeme intentarlo. —Jared se acercó árbol, cerró los ojos, levantó las manos sin tocar la superficie del árbol, y murmuró suavemente. —Darian, necesito que me permitas tocar el árbol. —rozó la corteza con la punta de sus dedos, pero no obtuvo ninguna respuesta en su mente como la vez anterior. Dejó fluir su magia, examinando la savia, las raíces, tallos, hojas y flores. Se tomó su tiempo, pero no encontró nada malo en el árbol. Retiró sus manos, y se giró a mirar a los demás, Jared lucía más preocupado que nunca. —El árbol está bien. —Pero tiene que pasarle algo. No es normal tanta calma. —dijo la abuela Lydia, mirando al árbol con inquietud. Luke podía sentir la mirada de Dev puesta en él. —Bebé, ¿puedes hacer algo por el árbol? —preguntó Dev, mientras tomaba su mano. —Fue puesto en nuestro poder, para protegerlo de Aidan. Toda mi familia, desde mis antepasados en Escocia, juraron cuidar al fae atrapado en el árbol de serbal. Y ahora, no podemos perderlo. Luke se acercó a Dev, y acarició su rostro. Dios, lo amaba tanto. Devlin era su alma gemela. Cuando estuvo a punto de morir, pudo escuchar las palabras de Dev, y con ellas, su mente volvió al pasado. Ahora sabía que Dev siempre había sido suyo. Que estaban destinados a estar juntos en cada vida, y que Aidan MacDouglas cambió eso con un hechizo. Imágenes de sus vidas anteriores habían llenado su mente. Desde Moira, la hechicera MacGregor y prometida de Allan, hasta Lisa, la esposa de Dev. Era algo lógico, que amara a Amy desde que se conocieron, ella al fin y al cabo, era su hija. Pero era extraño saberlo. Cerró su mente a los recuerdos de sus vidas anteriores, centrándose sólo en el presente. Estaba agradecido que al fin el maleficio que Aidan les lanzó, estaba roto. El hechizo de unión lo había hecho.

Miró hacia el árbol. Tal vez su destino también era salvar al fae en su interior. Levantó los brazos, rodeando el cuello de Dev, y lo besó, entregando en cada movimiento de sus bocas, su amor y devoción. Dios, era increíble todo lo que su ser se encendía con tan sólo un beso. Dejó que su magia saliera, podía sentir chispas de electricidad danzando sobre su piel, y también sintió la dura vara que apretaba a su abdomen. ¡Joder! Su magia encendía la lujuria de Dev, y eso era muy malo cuando tenían a su familia de audiencia. Rompió el beso, y se alejó un paso, tratando de calmar su acelerada respiración. —Te amo… Dev sonrió, acarició con su pulgar su hinchado labio inferior, y luego delineó sus ojos mirando los cambiados ojos azules de Luke brillando con magia. —También te amo, bebé. Luke sonrió, y se giró a mirar al árbol. Casi cae de culo cuando vio la magnitud del daño en el árbol. Si no estuviera mirando eso, usando su magia interior, creería que estaba alucinando. Una sombra oscura rodeaba al árbol por completo. No había ninguna parte libre de esa oscuridad. Tragó saliva, y se acercó lentamente al árbol.

Darian. Ninguna respuesta llegó a su mente. Levantó sus manos, y puso muy despacio, las palmas sobre el grueso tronco. Gimió de dolor, cuando la sustancia malévola, giró su atención hacia él, tratando de absorber su magia. Gritó de agonía. Esa extraña sombra era poderosa, y estaba empezando a minar las defensas naturales que tenía alrededor de su magia. Pudo escuchar la voz preocupada de Dev a lo lejos, pero dejó de prestar atención a lo que había a su alrededor. Sólo se concentró en lo que estaba haciendo, reuniendo todo su poder en expulsar esa cosa del interior del árbol. Podía sentir sus manos calentarse, así que dejó salir toda su energía.

Ondas y ondas de magia fluyeron al interior del árbol, centrando su energía curativa en las palmas de sus manos, encerrando en un capullo aquella sombra que estaba drenando al fae atrapado dentro. Sintió que pasó una eternidad intentando contener la magia oscura, hasta que la presencia del fae se hizo más fuerte.

Luke. Esa suave y musical voz en su cabeza, lo hizo suspirar de alivio. El fae estaba bien, pero aún no estaba a salvo.

Destruye la sombra… Destrúyela. Luke no necesitaba que se lo dijeran, eso era exactamente lo que pensaba hacer. Dejó salir toda su fuerza curativa, sentía sus manos arder, la sombra trató de rehuir de su magia, pero era imposible. Hizo el capullo más pequeño cada vez hasta que la sombra se extinguió con un fuerte estallido de poder que estuvo a punto de lanzarlo lejos. Dejó salir un suspiro de alivio. Se sentía cansado, muy cansado. Y quería dormir por lo menos una semana.

Gracias… Sonrió. Se alejó del árbol, tambaleándose, abrió los ojos y vio la tierra acercarse a su rostro. Unos fuertes brazos lograron detener su caída, pero su cansancio era mayor, y dejó que el sueño lo atrapara.

Dev acunó a Luke junto a su pecho, acariciando muy suavemente sus cabellos. Estaba maravillado por el poder de su bebé. El árbol había vuelto a vibrar de magia cuando Luke dejó de tocarlo. Pero aún podía recordar el grito de agonía que escapó de los labios de su bebé cuando estuvo conectado al árbol. Sólo Ian había podido detenerlo de intentar alejar a Luke del árbol. Siguió acariciando su cabello, adorando su rostro dormido y acurrucado sobre su pecho. Su luz había brillado luminosa y radiante cuando devolvió la magia al árbol. Estaba impresionado por la fuerza que tenía su bebé. Hacía poco había estado a las puertas de la muerte, y unos minutos después había salvado al fae atrapado en el árbol. Besó su frente, acarició con extrema suavidad sus largas y tupidas pestañas. Amaba tanto ver reflejado en sus ojos el amor y el deseo entremezclados. Sus ojos achocolatados lo ponían caliente cada vez que lucían como chocolate derretido, mostrando el hambre de pasión en su mirada. Habían regresado a casa después de que Luke se desmayara. La abuela Lydia había bendecido su unión, y agradecido al destino por traer a Luke a la familia. Cada vez estaba más seguro que sus destinos estaban trazados alrededor del árbol, para protegerlo. Abrazó a Luke, respiró su aroma, disfrutó de su calor. Demonios. Quería hacerle el amor. Además quería aprovechar que tenían otra vez la casa solo para ellos. Su hija Amy había ido a la casa de la abuela a realizar algunos hechizos de protección alrededor del árbol, pronto ella se convertiría en la guardiana, reemplazando a la abuela. Suspiró.

Sólo esperaba que la maldición que tenía al fae atrapado al árbol, se rompiera pronto. Deseaba para su hija un futuro diferente que estar atada a ese árbol toda su vida. Traía muchos problemas protegerlo. Estaba agradecido que su familia estuviera rodeado de magia, ya que sino hubiera sido por eso, hoy hubiera perdido a su bebé. —Te amo…—susurró junto a su cabello, deslizó su mano por la cálida y suave espalda de Luke. Amando el tacto de su piel, se dio mentalmente una palmadita en la espalda por la excelente idea de desnudarlo apenas lo recostó en la cama. Así podía disfrutar acariciando a placer todo el sexi cuerpo de Luke. El gemido que brotó de la dulce boca de Luke lo puso duro en un segundo. Bajó la mirada y se encontró con los achocolatados ojos que amaba tanto, titilando con ardor. —Dev… Bajó la cabeza, lamió esa tentadora boca, chupando el lleno labio inferior, y acunando la parte de atrás de su cabeza, degustando la suavidad de sus labios, presionó su boca junto a la suya, y profundizó el beso. El sabor dulce de su boca invadió todos sus sentidos. Las manos de Luke arañando su espalda, le arrancaron un largo gemido de placer. Nunca imaginó que le encantaría el dolor mezclado con placer. Luke lo miraba con los ojos enfebrecidos, las pupilas dilatadas, y el deseo vibrando en su interior. —¡Dios!... te deseo tanto. — Su voz era áspera, con la lujuria y el deseo tan intenso que casi le quitaba el aliento. Se puso sobre el cuerpo caliente de Luke, gimiendo cuando su bebé abrió sus piernas, invitándolo a poseerlo. —Tómame, Dev… Hazme tuyo, una y otra vez, hasta que no pueda moverme. —susurró Luke a su oído, con su voz más baja y seductora, antes de chupar el lóbulo de su oreja y darle un mordisco. —Sí, maldición… te joderé hasta que mi semilla llene tu culo hasta rebosar.

Luke gimió, abriendo más sus piernas, y jalándolo a Dev a un beso que le arrebató el control, dejando libre el lado salvaje que no sabía que tenía. Dev buscó a tientas el lubricante bajo la almohada, devorando la boca de su bebé con un beso duro y feroz. Abrió la tapa del tubo de lubricante con impaciencia, bañando sus dedos. Quería joderlo en ese mismo instante, pero necesitaba ir más despacio. Joder. Era difícil contenerse. Bajó la mano y circuló suavemente el arrugado agujero, jugando con él unos segundos, los gemidos de Luke sólo confirmaban que el chico estaba al borde. Metió un dedo en lo profundo de su interior, haciendo que Luke balbuceara incoherencias. Dos dedos se sumergieron en el apretado aguajero, rozando sin clemencia su punto de placer una y otra vez. —Sí…ahí….duro…oh dios…más….ahí… Dev rió, siguió moviendo sus dedos más rápido, su boca se deslizó por el cuello de Luke, lamiendo su salada piel y limpiando su sudor. Circuló el erecto pezón con su lengua, y mordió gentilmente, provocando más balbuceos y gemidos de la boca de Luke. Levantó la cabeza y miró al chico debajo de él. Era impresionante. Su pelo castaño húmedo por el sudor, se adhería a su rostro. Sus ojos dilatados brillaban con ardor, sus labios hinchados y rojos sólo provocaban un hambre por devorarlos a cada momento. Era hermoso ver a Luke enfebrecido por la pasión. —Te amo… más que a la vida misma. Luke le sonrió, y gimió cuando fueron tres los dedos que invadieron su estrecho canal. Dev los movió en círculo, extendiendo su agujero. —Más… ahora…Dev… sí...oh…Dios… Dev sacó los dedos, y cubrió su erección con abundante lubricante. No quería lastimar a su bebé. Sujetó las caderas de Luke, acariciando su trasero, apretando esos duros montículos antes de separarlos. Colocó su polla contra el arrugado agujero de Luke, y lentamente presionó su camino

al interior. Era la sensación más caliente y placentera que había tenido alguna vez. Jamás se cansaría de hacerle el amor a su bebé. Gimió y tembló. La estrechez y el calor rodeando su eje lo estaban enloqueciendo. Con ojos pesados por la lujuria, Luke lo miraba con inconfundible deseo. Su boca abierta respirando agitadamente, sus manos aferrándose a las sábanas, sus pezones erguidos y rojos pidiendo ser lamidos. Dev bajó la boca y besó a Luke. Demorándose en saborear cada rincón de su dulce, caliente, maravillosa, y tentadora boca. Chupando su lengua, y mordisqueando sus labios. Dios. Adoraba su boca. —Dev… muévete… mmm… ahora… —su voz sonó áspera y sin aliento, con la lujuria y el deseo tan intenso y fuerte, que le provocó a Dev un gran estremecimiento de placer. Lentamente se deslizó hacia fuera, y volvió a penetrarlo de un solo movimiento. —Apretado… tan bueno… —Sí….oh…sí…. Dev se aferró fuertemente a las caderas de Luke, aumentando el ritmo de sus embestidas. El sudor corría por sus cuerpos, y los gemidos subieron de tono. Luke se agarró a sus hombros y rodeó las caderas de Dev con sus piernas, tomando más profundamente en su interior, el eje de Dev. —Tan lleno,…más… duro… Dev asintió, y se movió fuerte y duro. Jodiéndolo con ímpetu. Los balbuceos volvieron. Dev sonrió con malicia cuando golpeó la próstata de Luke. Haciéndolo gritar su nombre con la voz cargada de placer. Tomó su boca otra vez, mientras seguía tocando con su polla la glándula de placer de Luke. Sentía sus bolas apretarse dolorosamente, listas para soltar su carga. —Voy… voy a correrme…

Dev gruñó, y empujó más duro. Sintió el cuerpo de Luke arquearse, largas cuerdas de semen brotaron de su polla, cayendo entre sus cuerpos. Su agujero se contrajo, apretando su erección, llevándolo a la culminación. Chorro tras chorro de semilla llenaron el interior de Luke. Dev se sostuvo con los brazos temblorosos sobre el cuerpo de Luke antes de sacar su agotado eje, y caer exhausto junto a su bebé. —Mierda…. eso fue… increíble…. Luke sonrió cansado, pero sin abrir los ojos. —Sí,…. —susurró antes de acurrucarse junto a Dev. Dev lo apretó junto a su cuerpo, disfrutando de ese momento postcoital. Sentía los huesos flojos, y los músculos deshechos. Tomó el paño en la mesa cerca de la cama, y limpió a Luke amorosamente y con delicadeza, tiró el paño al suelo, y acarició la mejilla de su bebé. —Te amo…—susurró Luke antes de caer dormido. Dev lo apretó más fuerte, acomodándolo sobre su pecho. —Te amo, también…

Aidan temblaba, tirado sobre la alfombra de su sala de estar. Su piel estaba cubierta por un sudor enfermizo, y sus murmullos eran los únicos que llenaban el silencio de la habitación. Acurrucado en posición fetal, no dejaba de sentir escalofríos. Las imágenes de las muertes llenaban cada rincón de su mente. Cerrar los ojos no impedía que las imágenes volvieran, sino que las hacían más claras. No podía cerrar los ojos. Sus pupilas dilatadas cubrían el azul de sus ojos, haciéndolos lucir como pozos negros y sin fondo.

Una lágrima rodó por su mejilla cuando la imagen de la muerte de Archie, se amplificó. Su pequeño hermanito. Había matado a su pequeño hermanito, sollozos escaparon de sus labios sin poder contenerlos. ¿Por qué lo había hecho? Nunca le puso una mano encima a su hermano antes, así que porqué lo asesinó. No lo entendía. Sabía los motivos que lo llevaron a eso, pero no entendía como pudo llevar a cabo tantas muertes. Su padre, el Laird Liam MacDouglas, le había enseñado a respetar la vida. Y sabía que usar la magia en contra de sus seres amados llevaban al lado oscuro de la magia. Pero entonces, ¿por qué hizo todas aquellas atrocidades? Y Duncan, había lastimado a Duncan, su amigo,…su amor. La energía estática de la habitación cambió, haciendo que cerrara los ojos. —¡Fallaste! —gritó Gael mientras lo buscaba. —Darian sigue vivo… Aidan pudo sentir el momento exacto en que el fae oscuro lo vio, los gritos no tardaron en llegar. —Te lo dije, ¡maldita sea!... Te dije que no tocarás a Moira. ¿Cómo demonios pudiste olvidarlo? Aidan tembló, abrazándose más fuertemente. —Si sigues así, purgando tu maldad. Desaparecerás. —murmuró Gael, mientras caminaba de un lado a otro. —Sólo la oscuridad te mantenían vivo, druida idiota. No tienes alma, así que sin la oscuridad. Te desvanecerás como si nunca hubieras existido. Cada palabra salida de la boca de Gael, lo atormentaba más. —Debe haber alguna forma de detener esto, aunque sea por unas semanas. —Gael lo miraba con las manos en las caderas, y con el entrecejo fruncido. — Tienes que matar a Darian. —Duele…Ayúdame.

Gael bufó fastidiado. —¿Qué crees que estoy haciendo idiota? Déjame pensar unos segundos. Siguió su ir y venir, echándole varias miradas. Aidan sintió un vacío en el lado derecho de su cuerpo, levantó su mano, y vio aterrado como lentamente su mano se iba haciendo menos nítida. Por sólo unos segundos, pudo ver a través de ella. —¡Oh, infiernos! Gael detuvo su andar y lo vio. —Está bien. Ya lo tengo. —se acuclilló junto a Aidan, y puso sus manos sobre la cabeza de Aidan. La oscuridad lo cubrió, dejándolo inconsciente.

Gael gruñó molesto. Alejó la mano del druida oscuro, y con un chasquido de sus dedos lo hizo aparecer en su habitación. No quería que se preguntara porque había amanecido en el suelo. Había logrado bloquear los recuerdos. Dejando que vuelva a ser tan malvado y oscuro como antes. Pero el hechizo no duraría mucho tiempo, quizás sólo un mes. Se acercó al balcón y miró la ciudad. Todos sus planes se habían ido a la basura, sólo por un tonto descuido. Quería matar al chico Luke, por hacerle eso a su druida. Pero no podía intervenir ahora. El chico estaba enlazado a un Douglas, y ningún fae podía tocarlos. Volvió a gruñir, esta vez de frustración. Tantos planes, siglos esperando por su venganza, y ahora tenía una fecha limite para terminar con todo. Tal vez con destruir a Duncan, sería más fácil acabar con Darian.

Sí, esa era una buena idea. Tenía que encontrar a Duncan MacGregor, y enviar a su druida oscuro a eliminarlo. Quizás de esa manera, podía deshacerse de su hermano Darian de una vez por todas.

Tres días después. —¿Qué hacemos aquí? —susurró Luke, mientras atravesaban el oscuro patio trasero de la casa de la abuela Lydia. —Quiero probar algo. —murmuró Dev, jalándolo cerca al árbol. Luke miró alrededor, y vio las luces de la casa apagadas. Frunció el ceño. —¿Qué cosa quieres probar? ¿Y dónde está la abuela? —Ian y Jared la invitaron a cenar a su casa. —empujó suavemente a Luke contra el grueso tronco, y acarició amorosamente su rostro. —Y respondiendo tu primera pregunta. Ian me comentó algo que quiero experimentar aquí contigo. Luke cerró los ojos, y se concentró sólo en sentir las suaves caricias que Dev le brindaba. Sus labios fueron delineados con caricias tan suaves como el toque de una pluma. —Hermoso…—el cálido aliento de Dev en su oreja provocó un placentero cosquilleo en su piel. Se lamió los labios, esperando. Sabía que Dev estaba obsesionado con su boca, y no perdía ni una oportunidad de devorarla con urgentes y ardientes besos. No tuvo que esperar mucho tiempo, el gruñido bajo y feroz saliendo de la garganta de Dev, le dijeron que su control había volado varios kilómetros. Gimió cuando la posesiva boca de Dev tomó la suya. Mmmm. Le encantaban los besos que compartían. Las caricias bajo su camiseta, lo urgieron a quitársela de inmediato. Su espalda se apoyó contra la superficie rugosa del árbol, sintiendo ondas de energía corriendo por su piel. Su propia magia despertó en su interior, estaba seguro que sus ojos habían cambiado. Pero necesitaba a Dev. Su agujero se contraía con la anticipación.

Ya no sabía donde estaba, lo único que le importaba era sentir la caliente piel de Dev contra la suya. —Desnúdate. —ordenó a Dev, antes de tomar otra vez su boca. Dev gruñía y gemía por igual, pero logró quitarse la camisa, arrancando varios botones. Gimieron al unísono cuando sus cuerpos entraron en contacto. —¡Joder! —jadeó Dev. Sus manos no dejaron de moverse, recorriendo su piel, apretando el cuerpo de Luke más cerca al suyo. —Sí,…jódeme. Se desnudaron completamente sin necesidad de hablar. Luke no entendía que le pasaba, pero la necesidad de ser tomado por Dev sobre la superficie del árbol, lo excitaba al máximo. Dev levantó las piernas de Luke, envolviéndolas alrededor de sus caderas. Luke gimió cuando sintió la punta roma del eje de Dev, acariciar su agujero. Lo quería, lo quería ya. Se aferró al cuello de Dev, y trató de empalarse, pero Dev lo detuvo con una nalgada. Gimió fuerte, pudo sentir el presemen escurrirse de su erección. Wau. No sabía que eso podía gustarle. —Dev… ahora… por… favor… Dev puso una mano contra el árbol, y respiró profundamente. —¡Joder!...era cierto lo que dijo Ian. —murmuró sorprendido cuando le mostró a Luke sus dedos cubiertos por un liquido aceitoso y perfumado. Besó su boca, e introdujo lentamente dos dedos en el interior del apretado agujero de Luke. Luke jadeó, tratando de respirar al romper el beso, y empezó a cabalgar los dedos de Dev, tratando de que se metieran más profundo en su agujero. —Dev… ahí… dios… más… quiero… más… Dev sacó sus dedos, tomó más líquido de la superficie del árbol, cubrió su polla, y lentamente se empujó al interior. Los músculos internos

del apretado agujero de Luke, aferraron su polla, arrancándole un grave gruñido de placer. Dev aferró fuertemente las caderas de Luke, y empezó a joderlo duro y rápido. Luke gemía, y se movía al ritmo de las embestidas. Dios. El placer era demasiado. —Luke… Luke miró dentro los azules ojos de Dev, y jadeó. Siempre se sorprendía por le amor que podía ver brillando en su mirada. Jaló su cabello, y se apoderó de su boca. Dev cambió el ángulo de penetración, haciéndolo gritar de placer. Cada embestida golpeaba su punto de placer. —Sí,…sí… ahí…. Dev aumentó la fuerza de las embestidas, y Luke perdió su mente. Un grito silencioso escapó de sus labios cuando su polla hizo erupción. Su semen salió en largos chorros, manchando sus cuerpos. Trató de respirar, pero era una tarea difícil cuando Dev seguía arremetiendo contra su agujero. —Lléname…ahora. Dev gritó, y se estremeció cuando se corrió. Siguió moviéndose hasta que sus pelotas se quedaron vacías. Respiró profundamente, llenándose del aroma de los dos. —Te amo…—susurró Luke junto a su cuello, sin dejar el asimiento en el cuerpo de Dev. Dev lo apretó más, renuente a soltarlo. —Te amo, también. Blancas y aromáticas flores cayeron sobre ellos, haciéndolos reír felices. Las ramas del árbol bailaron al ritmo del viento. Luke cerró los ojos, y una voz etérea le susurró en su mente. Sonrió. Sabía que esas palabras eran del hechizo de unión. Y estaba impaciente por repetirlas para Dev. Levantó su rostro, y miró a Dev a los ojos, tomó sus manos con la cicatriz, y las apretó fuerte. —Mi alma y la tuya entrelazadas, mi corazón y el tuyo el mismo latido, tu sangre y mi sangre mezcladas, desde ahora y para mi siempre unidos.

Algo tiró de dentro de su pecho, y una luz blanca los rodeó. Su propia magia, había reafirmado el hechizo de unión. Los ojos de Dev titilaban de felicidad, apretó sus manos juntas, y le dio un tierno beso en los labios. —Para siempre. Luke asintió, y lo abrazó fuertemente. Para siempre. Ahora nada ni nadie podría separarlos.

Escocia. A las afueras del Castillo MacGregor. Sean gimió temeroso. Estaba perdido. No podía seguir evadiendo esa verdad. Estaba perdido, en el bosque, solo, y con el miedo filtrándose en los huesos. Se acurrucó más al pie del árbol, tratando de entrar en calor. Sus párpados pesaban, y quería tanto dormir un rato, pero el miedo a que algún animal salvaje lo atacara, le quitaba todas las ganas de dormir. La imagen de sus hermanos, le arrancó una sonrisa. Estaba feliz que Devlin e Ian tuvieran a alguien en sus vidas. Había sido impactante escuchar a Dev hace unos días, poniéndolo al tanto de su nueva vida. No conocía al chico, pero no estaba muy impaciente por volver a casa y conocerlo. Verlos tan felices le iba a doler. A veces creía que debió hacer algo muy horrible en su vida pasada para que su destino en esta vida sea vivir en soledad. Anhelaba tanto un amor, no importaba si era un hombre o una mujer, sólo quería amar. El frío viento golpeó su rostro, haciéndolo tiritar. Había sido un tonto al creer que con un mapa, una brújula, y las indicaciones del dueño de

la posada en que estaba hospedado, iba a poder llegar sin ningún inconveniente al Castillo MacGregor. Estúpido. Estúpido. Estúpido. Llevaba más de un mes en Escocia, y todavía no se acostumbraba a la vida aquí. Hace poco había terminado con su estudio de los MacDouglas en la edad media. Era una lástima que el castillo sólo fueran ruinas y piedras llenas de hierba. Pero había podido encontrar en unos libros de la biblioteca local que su familia estaba relacionada con otro clan. Los MacGregor. Había estado fascinado por esa información, y más cuando se enteró que el castillo aún se mantenía en pie, y era habitado por descendientes directos del antiguo Laird. Eso lo había llevado a esta situación. Había querido hablar con ellos, y revisar los registros que debían tener de esa época. Suspiró. Había sido un estúpido no alquilar un auto para llegar al castillo, pero había querido tanto explorar los bosques, y ahora estaba a punto de ser la comida de algún animal salvaje. Sus ojos empezaron a cerrarse por el cansancio. Dormiría un rato, sólo unos minutos. Descansaría los ojos sólo… El ruido de ramas quebrándose cerca, lo hicieron saltar. Se levantó lentamente, y giró su mirada alrededor. El ruido de las aves era lo único que irrumpía el silencio de la noche. Tragó el nudo en su garganta. Pasos acercándose lo hicieron temblar aterrorizado. Las hojas secas quebrándose en cada paso, lo tenían al filo de la locura. ¿Qué era eso? Nadie en su sano juicio caminaría por el bosque a la medianoche. Sólo si fuera tan estúpido como Sean Douglas. Más ruidos provenientes de su derecha, lo hicieron temblar más. Se aferró a su mochila, buscando en uno de los bolsillos, la navaja suiza que Dev le regaló en su décimo cumpleaños. Sabía que no sería de mucha ayuda una navaja de ocho centímetros contra un lobo, o algún otro animal así de grande.

El gruñido ronco a sólo unos pasos, fue demasiado de soportar. Se puso la mochila tras su espalda, rodeó el árbol y corrió en contra del sonido. Agradecía a Dios que esa noche hubiera algo de luz de luna, apenas podía ver frente a él, pero el bosque no estaba en tinieblas, y eso era algo a su favor. Los pasos tras él, lo aterraron más. Algo lo estaba persiguiendo. OhDiosOhDiosOhDios. Se giró para ver qué era, y una cosa grande, muy grande, estaba a sólo unos centímetros de atraparlo. Sus ojos brillaban incandescentes en la oscuridad de la noche, pero fue su boca con grandes colmillos lo que le arrancó un grito de horror. Tropezó con una piedra, y su cuerpo se impulsó hacia el suelo. Trató de detener la caída, pero fue imposible. Su cabeza golpeó fuertemente contra una roca. Un fuerte gruñido fue lo último que escuchó antes de que la oscuridad lo rodeara.

Gruñó enojado. Había sido tonto intentar acercarse al chico de ese modo, pero al verlo solo en el bosque, había temido por su seguridad.

¡Malditos Infiernos! Él sabía mejor que nadie, que su apariencia lograba aterrorizar a las personas. Se acuclilló cerca al chico, y lo giró con cuidado. Sangre recorría su frente, sus cabellos tenían pequeñas hojas y ramas enredadas entre sus hebras, sus largas pestañas acariciaban sus mejillas, y su respiración era lenta y trabajosa. El chico estaba muy mal. Un golpe así de duro podía provocar muchos problemas. Miró de nuevo su rostro. Le parecía algo familiar, como

si lo hubiera conocido antes. Sacudió la cabeza, disgustado. Era una tontería. Llevaba siglos viviendo en estas tierras, y desde que recibió la maldición que cargaba, sólo su familia lo había visto, y algunos de ellos no tomaban bien su apariencia. Levantó al chico entre sus brazos, y miró de nuevo su rostro. ¿Por qué sentía que debía conocerlo?. Se encogió de hombros, y caminó directo al castillo. Neil debería saber qué hacer. Sonrío pensando en su pariente. De todos los hombres que habían sido sus guardianes y protectores, ese chico era su favorito. Lo hacía recordar a su pequeño hermanito Connor. Suspiró, dejó atrás los recuerdos de la vida que había perdido. De nada valía hundirse en los recuerdos que lastimaban su corazón. Apretó al chico más a su pecho, mientras la distancia hacia el castillo se acortaba. Miró la silueta del Castillo MacGregor, y sonrío. Jamás se cansaría de ver que el castillo, que su padre Angus había construido, aún se mantenía en pie. Quizás era la magia que rodeaba estas tierras lo que hacía eso posible. El chico gimió de dolor entre sus brazos. Caminó más rápidamente hasta que llegó a la puerta trasera. —Dev… Ian… ayuda…. —dijo en un pequeño susurro el chico, como si estuviera delirando. —Shh, pequeño… no te lastimaré. —murmuró con voz gruesa junto a su oído. Miró fascinado la sonrisa de felicidad del chico antes de que se acurrucara a su pecho. —Duncan…—susurró el chico antes de que cayera inconsciente otra vez.

Soy peruana, vivo al norte de mi país en un pequeño pueblo, donde la principal actividad es la producción de azúcar. Cada vez que regreso a casa de algún viaje, el aroma a miel de azúcar llena mis sentidos, para mí ese es del olor del hogar. Empecé a escribir historias de amor a los 15 años, las que compartía con mis compañeras de escuela. Aún tengo las hojas escritas de mi puño y letra como recuerdo de aquellos días. Las historias no eran tan buenas, pero divertían mucho a mis amigas. Debo decir que mi primer contacto con la lectura homoerótica, fue con el libro “Muérdago” de Carol Lynne. Fue sorprendente para mí, descubrir que había un mundo nuevo que jamás había explorado. Me hice seguidora de los primeros blogs dedicados a estos libros, y sólo al leer el libro “Esencia de Verano” de Gerson S. Chira, me animó a escribir mi primera historia. Le debo a Pervy, mi incursión en la escritura, sino fuera por ella y Gaby, no hubiera tenido el valor de publicar alguno de mis libros. He aprendido mucho con cada uno de mis libros. A cada historia le entrego una parte de mi ser. Y espero uds, mis lectores, disfruten de los mundos que crea mi imaginación. Tengo muchos libros en mi Pc en la carpeta “En proceso”. Las ideas vienen a mí de manera inesperada, y así, hay varios archivos con los primeros capítulos, esperando que les dé su final feliz. Pronto uno de ellos lo tendrá, y ustedes podrán leerlo, sólo tengan paciencia.

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