Dejours (2010) Suicidio en El Trabajo

Suicidio en el trabajo: ¿Un caso de psicologización de lo social? Christophe Dejours (2010) Traducido por Grupo de Sufr

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Suicidio en el trabajo: ¿Un caso de psicologización de lo social? Christophe Dejours (2010)

Traducido por Grupo de Sufrimiento, Salud Mental y Trabajo. Original del Congrès Marx International VI, Plenum Jeudi 25 septembre 2010, Dejours Christophe.

Casos de suicidios de trabajadores en su lugar de trabajo aparecieron desde finales de 1990. En Francia, la cuestión del suicidio en el trabajo ingresó a la esfera pública luego de una década de latencia en el 2007, con posterioridad a una serie de suicidios en Renault y Peugeot. Desde el otoño del 2009, diversas comisiones parlamentarias comenzaron a debatir sobre el sufrimiento en el trabajo. ¿Es este un fenómeno estrictamente limitado a Francia? En todos los países en que he hablado de esto he escuchado sobre hechos similares. La especificidad de Francia parece ser la existencia de un debate público que no tiene equivalente todavía. El suicidio en el trabajo es un fenómeno nuevo, que, a mi parecer, señala un desarrollo histórico en las relaciones entre el ser humano y el trabajo. Esta opinión no es compartida por otros investigadores en Francia quienes niegan la legitimidad del debate público de esta cuestión, arguyendo que es una forma de “miserabilismo” [miserabilism] creado por los medios, para desviar la atención de los reales, fundamentales, problemas del capitalismo neoliberal. A este proceso de victimización y la polarización de la atención ciudadana sobre el foco exclusivo de los problemas psicológicos individuales, se les acusa de haber sido montados con la finalidad de inspirar compasión y derrotismo, y así evitar la concientización política sobre las únicas cosas dignas de interés: las finanzas, la globalización, la economía global, etc., etc. (Ver Zarifian, Ehrenberg...). Se dice que la «psicologización» y la «medicalización de lo social» (Ver Guy Lebeer y Jacques Moriau) están organizadas por las ideologías del neoliberalismo, con el apoyo de psicólogos mercenarios que ven la oportunidad de hacer su fortuna allí. La virulenta denuncia de la “psicologización” es a menudo nutrida por una sospecha marxista hacía la psicología, el psicoanálisis y todo lo relacionado con la subjetividad.

En contraste, otros pensadores, algunos de los cuales son respetados intérpretes de Marx, vuelven a la difícil pregunta sobre la alienación (Haber), subrayan las relaciones entre sufrimiento e injusticia social (Renault), o se esfuerzan por replantear la cuestión fundamental del trabajo (Deranty).

Organización del trabajo y dominación. Hasta el fin del siglo XIX, la gente moría en el trabajo a causa del agotamiento físico, accidentes o enfermedades profesionales. Desde los inicios del siglo XXI la gente muere en el trabajo a través del asesinato que cometen contra sí mismos, como trabajadores que no pueden aguantar la situación en la que han sido colocados. ¿Qué está sucediendo que pueda explicar cómo es que algunos trabajadores han llegado a inmolarse a la vista de sus colegas? Los estudios conducidos en la clínica y psicodinámica del trabajo desde los años 8,0 han mostrado que los riesgos relacionados con unas malas condiciones de salud y seguridad afectan principalmente el cuerpo del trabajador. En contraste con las condiciones de trabajo, la organización del trabajo ejerce su influencia en la salud mental. Si nuevas formas psicopatológicas han aparecido a finales del siglo XX, y hoy tienen su cúspide con los suicidios en el lugar de trabajo, es, por lo tanto, a causa de que algo ha cambiado en los métodos y medios usados en la organización del trabajo. Desde 1976 y con el libro de Robert Linhart “Lenin, the farmers and Taylor”, sabemos que la organización del trabajo, que determina la división y distribución de tareas entre los trabajados, es siempre un mecanismo de dominación. Es solo en el 2003 que la principal innovación responsable por la evolución de la dominación en el trabajo ha sido identificada: a saber, la introducción de nuevos métodos de evaluación individual de la performance. Estos métodos, junto a la grabación de la actividad -trazabilidad [traceability]- (la que fue posible por la introducción de computadores en cada estación de trabajo), y la amenaza de redundancia [despido], han transformado profundamente el mundo social del trabajo. La medición constante del desempeño comparativo de los trabajadores no trajo más justicia en el juicio y el trato de los asalariados. De hecho, lo que ha traído es el incremento de la competición entre individuos, la tendencia de que cada quién se preocupe solo de sí, individualismo y una desconfianza general entre colegas, cuanto más exacerbada mientras más alto se sube en la jerarquía. La presión para ser mejor que los otros, por miedo a ser sancionados, ha socavado completamente la lealtad, la confianza, la comprensión, la consideración y el apoyo mutuo, y, finalmente, ha destruido las solidaridades. La soledad y el miedo le han caído encima al mundo del trabajo, arruinando los fundamentos de la vida comunitaria, el arte de vivir juntos y la convivencia.

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Desestructuración de Solidaridades. En el origen de los suicidios en el trabajo, hubo primero que nada la soledad de cada uno y todos, en medio de la multitud. Esta soledad puede ser tan severa que puestos en un espacio abierto, dos operadores sentados a pocos metros uno del otro se rehusan a hablar entre sí y solo se comunican a través de los mensajes técnicos enviados por email. Un análisis más preciso de los nuevos métodos de dominación muestra que la evaluación de la performance es solo uno de tres dispositivos más o menos articulados entre ellos. Los otros dos son: los certificados de calidad total y las normas ISO, junto con la flexibilización del empleo y la externalización-subcontratación [cascading outsourcing]. Al lado de estos nuevos métodos de dominación, nuevas de servidumbre y alienaciones también emergen. Uno de los eslabones intermedios más importante aquí es el consentimiento, por las buenas o por las malas, de participar, en nombre del trabajo y la rentabilidad, en actos que se condenan moralmente, como la competición desigual o la negativa a ayudar a otros. Por el trabajo y las nuevas formas de dominación, los trabajadores gradualmente viven la experiencia de la cobardía y la traición a uno mismo. De suerte que a fin de cuentas, el trabajo lastima el amor y la estima de sí. La introducción de estos nuevos métodos de dominación caracteriza lo que puede ser denominado como el “Devenir gestionable”[tournant gestionnaire]. Este giro es responsable en gran medida de la forma en que el trabajo de ahora en adelante se vuelve en contra del “Ser Genérico” del ser humano, por retomar aquí los términos de Marx en los manuscritos de 1844. Se trata de un cambio cualitativo en la historia del trabajo y del capitalismo que está en el origen de una crisis moral de la cual los casos de suicidio en el trabajo son su más trágica manifestación. Pero también es un impensado que provoca desastres en el análisis crítico del capitalismo contemporáneo.

¿Crisis de la cultura? La crisis moral sufrida por nuestros contemporáneos se debe en gran parte a la desaparición de lo que, en el trabajo, transportaba una promesa de auto-realización, amor propio y emancipación. Al menos para aquellos que podían aspirar a disfrutar del trabajo como un «ascensor social». Hay que señalar aquí que la clínica del suicidio en el trabajo muestra que estas formas de suicidio a veces son adoptadas por personas que no presentan ningún problema psicopatológico, no tienen antecedentes psiquiátricos, que disfrutan de condiciones de vida y salarios saludables, y que se benefician de relaciones estables y de buena calidad en sus espacios privados. Más aún, aquellos que se quitan la vida son usualmente los trabajadores que tienen la mayor implicación en sus trabajos. Se presenta pues una 3

paradoja: aquellos trabajadores que están subjetivamente menos involucrados en sus trabajos y que solo le entregan el mínimo a la empresa, están relativamente protegidos contra el riesgo de suicidio. La dedicación e implicación en el propio trabajo aparecen hoy como un riesgo más, al lado de la patología mental, la patología por sobrecarga y el suicidio. De donde resultan problemas preocupantes en relación al mensaje transmitido por la formación, instrucción y orientación de niños y jóvenes. Esta vuelta del trabajo contra la “ser genérico” del ser humano entraña un debilitamiento de las instituciones de la educación, uno de los signos de una crisis de la cultura. Desde el punto de vista de la teoría psicodinámica del trabajo, esta nueva configuración de la relación del ser humano y el trabajo significa la ruina, en principio, de lo que Freud designó con el nombre de «Kulturarbeit» - trabajo de cultura - que es la condición de posibilidad de la sublimación a un nivel individual, y de la cultura (Kultur) a nivel colectivo. El análisis de los requisitos del trabajo colectivo muestra que la cooperación entre los trabajadores reposa sobre una compleja actividad de producción de reglas: reglas del trabajo, reglas del intercambio, que les permiten a los trabajadores velar colectivamente por la eficacia y la calidad de la producción. Esta actividad de producción de reglas es conocida bajo el nombre de «actividad deóntica». Cada regla de trabajo construida por un colectivo o por un equipo, organiza simultáneamente la producción y la vida colectiva. Dicho de otra manera, la evaluación individualizada de la performance desmantela uno por uno los eslabones intermediarios de la cooperación entre los seres humanos, que en la vida cotidiana es aprendida y experimentada principalmente en el trabajo productivo. Consecuentemente, los nuevos métodos de organización del trabajo, socavando el aprendizaje de la actividad deóntica y la cooperación, desestructuran progresivamente una de las fuentes principales de la democracia. Es a partir del análisis de estos procesos que podemos sostener la tesis de la «centralidad política del trabajo».

La Acción. Pensar salidas a esta configuración deletérea de la relación entre ser humano y trabajo, implica un esfuerzo en investigaciones específicas sobre los eslabones intermediarios de la cooperación. Aquel es el paso obligado para poder recuperar algún día el control sobre la organización del trabajo y luchar racionalmente contra la dominación y las nuevas formas de alienación a través de trabajo. Un análisis detallado de las condiciones del éxito alcanzado por las técnicas de dominación, gracias a estos nuevos métodos de organización del trabajo, es necesario. Este análisis mostraría, si se tuviera el espacio para desarrollarlo aquí, que las oportunidades históricas de reestructurar las tareas industriales en el mundo occidental, tal como se presentaron luego de los eventos de 1968, esas oportunidades fueron desaprovechadas tanto por las izquierdas como por los sindicatos; y que es

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precisamente la falta de una comprensión de la centralidad política del trabajo lo que explica la seriedad de la situación actual. Las claves de la lucha contra las nuevas formas de dominación pueden ser identificadas, pero ellas implican a cambio modificaciones importantes a la teoría de la acción. Hoy en día existen diversas formas de lucha, pero ellas nacen en los márgenes del mundo del trabajo:

1) En la experiencia de los facultativos, médicos del trabajo, inspectores laborales, trabajadores sociales, psicopatologos. 2) En el compromiso de los periodistas, y a través de ellos, de los medios, en favor de discutir el trabajo en el espacio público. 3) En el importante trabajo de investigación realizado por los documentalistas (más que por los investigadores). 4) En la producción cultural de ficciones, en el cine, el teatro y la literatura, que participan en la formación de una comunidad de sensibilidades sobre cuestiones de trabajo en el espacio público. 5) En el perceptible pero aún débil cambio en las leyes y la jurisprudencia en casos relacionados con el trabajo en diferentes tribunales.

Sin embargo no deja de ser verdad que la acción racional contra las nuevas formas de dominación por el trabajo, demanda de investigadores y pensadores un esfuerzo investigativo importante sobre la cuestión del trabajo y su centralidad, para proveerles herramientas conceptuales y teóricas a aquellos que en el futuro deseen comprometerse en una política del trabajo. «Política del trabajo» y de su organización, y no solo una «Política del empleo», para poder atacar el corazón del sistema capitalista, en su centro mismo, la producción de valor. Desde mi punto de vista, si se me permite decir algo, no hay nada fatal en la evolución del mundo del trabajo contemporáneo. Las nuevas formas de dominación introducidas mediante la organización del trabajo no son la consecuencia inevitable del «sistema». La crítica de la razón funcionalista muestra al contrario que la dominación es y siempre será el fruto de la inventiva y la voluntad política humana. Sin embargo, para recuperar el control sobre esta evolución debemos desarrollar instrumentos teóricos para analizar y, sino es que para controlar, al menos para negociar eficazmente con los empleadores y los estados.

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BIBLIOGRAFÍA

JP DERANTY (April 2010 to be published in “Critical Horizons”) « Work as Transcendantal Experience: Implications of Dejours’s Psychodynamics for Contemporary Social Theory and Philosophy ». HABER S. (2007): „Aliénation. Vie sociale et expérience de la dépression“ Paris, Presses universitaires de France. LEBEER G, MORIAU J (sous la dir.) (2010):“ (Se) gouverner“ (Entre souci de soi et action publique). PIE Peter Lang (Bruxelles) p 11-32 LINHART R. (1976) : « Lénine, les paysans, Taylor », Editions du Seuil RENAULT E. (2008) : „Souffrances sociales“ (Philosophie, psychologie et politique) Editions la Découverte. Paris

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