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Capítulo I 1.- Según Fromm el amor es una capacidad del carácter maduro, por lo que en la sociedad occidental el amor es un fenómeno relativamente raro, dándose en realidad diferentes formas de pseudo amor o "desintegración del amor", esto se debe a las características de la sociedad occidental contemporánea regida por el sistema capitalista que se basa en el principio de “libertad política y de mercado”. En este sentido, un rasgo que deriva de la concentración del capital y característico del capitalismo moderno es la forma específica de la organización del , no sometidos a ninguna autoridad, que encajen sin dificultades en el engranaje social. Esto ha producido en el hombre la enajenación de sí mismo y de lo que le rodea, siendo invadido por un profundo sentimiento de angustia e inseguridad que hace imposible superar la separatidad humana, ante esto la civilización ofrece distintos atenuantes que ayudan a ignorar conscientemente la soledad, todos basados en la rutinización de actividades (rutina del trabajo, rutina de la diversión etc.) 2.- Fromm menciona que el hombre moderno está actualmente muy cerca de la imagen que Huxley describe en Un mundo feliz: Bien alimentado, bien vestido, sexualmente satisfecho, y no obstante sin yo, sin contacto alguno, salvo el más superficial […]”. Su felicidad se basa en la diversión, transformándose en un artículo, se encuentra enajenado de si mismo de sus semejantes y de la naturaleza. Su vida carece de finalidad y principios, solo busca seguir adelante, el intercambio equitativo de satisfacción y consumir. Así el hombre se vuelve un autómata enajenado, esclavo del sistema capitalista, incapaz de amar; simplemente intercambia, compra y vende sentimientos. 3.- Sullivan dice que la intimidad es un tipo de situación que comprende a dos personas y que permite la validación de todos los componentes de la excelencia personal, esto es, satisfacciones cada vez más mutuas, y para el mantenimiento de operaciones de seguridad más y más similares, desarrollando un tipo de relación que Sullivan llamo colaboración. 4.- El amor idolátrico se suele describir como el supuesto “verdadero y gran amor”. En este sentido el amor idolátrico se desarrolla cuando una persona no se siente totalmente autorrealizada y por lo tanto tiende a idolatrar, es decir “ama” y admira con exceso a una persona. De esta forma, la persona se encuentra enajenada de sus propios poderes y los proyecta en la persona amada. Así en este amor, se priva toda sensación de fuerza, el idolatra se pierde a si mismo en la persona amada, en vez de encontrarse, produciéndose inevitablemente una desilusión. Otro rasgo característico de este tipo de amor lo intenso y precipitado que es la experiencia amorosa al comienzo, sin embargo, esto solo demuestra lo vacío y la desesperación del idolatra. 5.- El amor sentimental es aquel que se basa en la pura fantasía y no en el presente de la relación con otra persona real. La forma más común de este tipo de amor se produce cuando la persona satisface sus necesidades amorosas, de unión e intimidad a través del consumo (cine, literatura, música) romántico. Por otro lado, el otro aspecto del amor sentimental es aquel en el que se vive pensando en un futuro ideal o bien en el pasado, es decir, recuerdos de la relación que se mantiene en el presente. En este sentido este amor solo sirve como atenuante que alivia el dolor de la realidad, la soledad y la separación del individuo. 6.- Los mecanismos proyectivos constituyen otra forma de amor neurótico, consiste básicamente en evadir los problemas propios y concentrarse en los defectos y flaquezas de la persona “amada”. Estas personas, son muy sutiles para captar los menores defectos y viven felices ignorando los propios, siempre ocupados tratando de acusar o reformar a la otra persona. Por otro lado, otro tipo de proyección es la de intentar dar sentido a la propia vida a

través de la vida de los hijos. Sin embargo, estas personas están destinadas a fracasar consigo misma y con sus hijos. Capitulo IV 7.- ¿Por qué es importante la disciplina en el amor? La disciplina es importante en el amor ya que como este es un arte requiere de disciplina puesto que nos permite llegar a ser un maestro en el arte realizamos mientras que si no se hace una manera disciplinada solo constituirá un hobby agradable o entretenido, lo cual no nos permitiría aprender el arte a desarrollar de forma plena. Sin embargo, es importante que la disciplina no se practique como una regla impuesta, sino que se convierta en una expresión de la propia voluntad; que se sienta agradable al realizarla y que la persona lentamente comience acostumbrase hasta al punto de extrañarla cuando esta no se realice. 8.-Explique qué es la concentración ¿Por qué es importante? La concentración es una condición indispensable para el dominio de un arte corresponde a vivir “el aquí y él ahora” es decir vivir plenamente el presente, en otras palabras, significa poder estar solo con uno mismo, sin distracciones. Así, la concentración es importante en al arte de amar ya que nos permite escuchar; las personas por lo general no toman en serio las palabras de las otras personas y tampoco les importa demasiado sus respuestas, esto hace que la conversación los canse. Sin embargo, cualquier actividad que se realice de forma concentrada tiene un efecto estimulante, beneficia a la persona tanto físicamente como mentalmente. 9.-Por qué es importante la paciencia en el amor La paciencia es importante en el amor ya que nos permite lograr cualquier cosa, si uno sabe que todo tiene su momento y no requiere forzar las cosas, entonces logrará concentrarse y de esta forma podrá aprender el arte de amar. En este sentido, también es trascendental para la quietud y el disfrute verdadero, sin paciencia no se logra obtener nada al cien por ciento. 10.-Por qué es importante la preocupación en el amor La preocupación en el amor es importante ya que si la persona no considera el arte como algo de suprema importancia el aprendiz jamás podrá dominarlo, es decir, la preocupación nos permite pasar de ser un mero aficionado a ser un maestro, esto ya que la preocupación es querer aprender todo sobre el arte, en el caso del amor interesarse realmente en aprender acerca de la persona y no solo preocuparse de si mismo.

11.-En qué consiste ser objetivo en el amor ¿Por qué es importante? El polo opuesto del narcisismo es la objetividad que consiste en la capacidad de ver a la gente y las cosas tal cómo son. En este sentido, es trascendental la objetividad ya que nos permite superar el narcisismo, cualidad de gran importancia para desarrollar la capacidad de amar. Asi adquirir una visión lo más objetiva posible del mundo exterior, independiente de mis intereses necesidades y temores es alcanzable utilizando la propia razón en una actitud de humildad. De esta forma la adquisición de la capacidad de ser objetivo y de la razón nos llevara hacia el dominio del arte de amar, pero debe abarcar a todos los que están en contacto conmigo, es decir, no basta con solo aplicarlo a la persona amada, pues de no aplicarlo al resto del mundo estaríamos destinados al fracaso en ambos sentidos.

12.-Realiza un paralelo entre la fe racional y la fe irracional Fe irracional:    

Corresponde a la creencia (en una persona o una idea) que se basa en la sumisión a una autoridad irracional Es la aceptación de algo como verdadero solo porque así lo afirma una autoridad o la mayoría Este tipo de fe arraiga en sistemas políticos, religiones, corporaciones etc.

Tiene sus raíces en la creencia dependiente basada en la opinión de la mayoría.

Fe racional:    

Corresponde a una convicción arraigada en la propia experiencia mental o afectiva. Es la cualidad de certeza y firmeza que poseen nuestras convicciones Este tipo de fe prevalece en la actividad productiva intelectual y emocional. Tiene sus raíces en una convicción independiente basada en el propio pensamiento y observación productiva.

13.-Por qué Fromm afirma que no lo mismo la ética de la equidad y la ética de la regla dorada La ética de la equidad significa no engañar ni hacer trampas en el intercambio de artículos y servicios o bien en el intercambio de sentimientos, se basa en el principio de “te doy tanto como tú me das”, siendo válido tanto para bienes materiales como para el amor, es la máxima ética predominante en la sociedad capitalista. Por otro lado, la ética de la regla dorada se basa en el principio “haz de lo demás lo que quisieras que te hicieran a ti”, siendo esta idea formulada como una versión popular del “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Así, ambos sentidos éticos se diferencian ya que la ética de la regla dorada se basa en amar al prójimo, por lo tanto, requiere de preocupación por el y uno con él, mientras que la ética de equidad corresponde a no sentirse responsable y unido, sino distante y separado, es decir, se respeta los derechos del prójimo, pero no se le ama. 14.-En la actualidad qué sentido ético prevalece En la actualidad el sentido ético que prevalece es de equidad ya que uno se mantiene distante y separado del prójimo, solo se interesa de realizar con él un intercambio equitativo tanto de bienes materiales como de sentimientos, esto se explica por el rígido sistema capitalista al cual somos esclavos y en el que prevalece la ética de la equidad, impidiéndonos amar.

CAPITULO III El amor y su desintegración en la sociedad occidental contemporánea Si partimos de la premisa de que el amor es una capacidad del carácter maduro, observando la sociedad occidental es indudable que el amor es un fenómeno relativamente raro, dándose en realidad diferentes formas de pseudoamor o "desintegración del amor". La estructura social, regida por el capitalismo, en un principio de supuesta libertad política y de mercado, necesita mano de obra obediente y eficiente, al mismo tiempo que consumidores

impulsivos y poco críticos, personas que se sientan libres e independientes que encajen sin dificultades en el engranaje social. Esto ha producido en el hombre la enajenación de sí mismo y de lo que le rodea, en una situación de angustia e inseguridad que hace imposible superar una separatidad ante la que la sociedad ofrece muchos paliativos: rutinización del trabajo, el consumo, el ocio prefabricado. Parece que la felicidad pasa por divertirse, y esto implica consumir. Los autómatas no pueden amar, el amor llega a equiparse con las condiciones mercantilistas que rigen la sociedad, en unas relaciones que suelen ser artificiales. Se ha mantenido el error de pensar que el éxito del amor tan sólo radica en la satisfacción recíproca en el aspecto sexual, cuando en realidad el problema es el amor: está demostrado que los problemas sexuales más frecuentes no tienen su causa en el desconocimiento de la técnica adecuada sino en las inhibiciones que impiden amar. El temor o el odio al otro sexo es la raíz de la dificultad de entregarse por completo. Fromm critica en Freud su concepto materialista del amor, del amor considerado básicamente un fenómeno sexual, de un sentimiento de unidad que Freud lo interpretaba como fenómeno patológico de regresión a un estado de temprano "narcisismo ilimitado", de no distinguir entre el amor irracional y el amor maduro. En Sullivan critica su idea de que el amor es una situación de colaboración entre dos personas que sienten, en lo que Fromm denomina "egotismo à deux", donde dos personas aman sus intereses frente a un mundo hostil y enajenado. Así, el amor como satisfacción sexual recíproca y el amor como "trabajo en equipo", constituyen las formas "normales" de la desintegración del amor en la sociedad occidental contemporánea. Se describen cierto tipos de relaciones neuróticas amorosas. Un primer ejemplo es la inmadurez emocional y afectiva, fruto de una relación infantil materna/paterna no superada; personas que muestran un gran amor y afecto, que en cierta forma es superficial e irresponsable, que entran en profundas contradicciones y desengaños cuando creen no ser correspondidos en su justa medida; o la situación en donde la madre fue fría e indiferente y el padre concentra todo su afecto e interés en el hijo, pero de forma también autoritaria, premiando y castigando, lo que lleva al hijo a comportarse como un esclavo, a complacer al padre, y esto lo trasladará posteriormente en sus relaciones personales intentando encontrar la figura paterna con la que poder mantener una conducta similar, personas que suelen tener éxito social pero relegan a un segundo plano el aspecto afectivo interpersonal. Un matiz más complicado presenta el hijo ante unos padres que no se aman e intentan ocultárselo. El hijo desconoce lo que los padres piensan y sienten, lo que le hace retraerse en su propio mundo, y esto lo trasladará a las relaciones amorosas posteriores, necesitando a veces que las acciones masoquistas le liberen de la carga de tensión y miedo provocada por su nula afectividad. Otras formas frecuentes de amor irracional son: el amor idolátrico, en el que se tiende a "idolizar" a la persona amada, siendo característico su comienzo intenso aunque de difícil permanencia; el amor sentimental, más fantástico que real, como el experimentado ante una película, novela o canción romántica, o en el recuerdo de un pasado común por el que se muestra un amor que entonces no existió, o la esperanza de un amor futuro inexistente en el presente; otra forma de amor neurótico pasa por el uso de mecanismos proyectivos, buscando las propias falta ignoradas en los demás, o la de intentar dar sentido a la propia vida a través de la vida de los hijos. Fromm insiste en el error frecuente de pensar que el amor significa necesariamente la ausencia de conflicto, cuando en realidad los `conflictos' de la mayoría de la gente son formas de evitar

los "verdaderos conflictos reales", no siendo éstos últimos en absoluto destructivos. El amor es un desafío constante, que parte desde el centro de nuestra existencia, en la experiencia de dos seres "que son el uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de sí mismos". Si pensamos en el aspecto religioso, la vida diaria está separada de cualquier valor religioso fruto del mismo automatismo que nos impide amar a los demás o a nosotros mismos, donde el hombre moderno se ha transformado en un artículo más del engranaje mercantilista, preocupado por un éxito que llega a olvidarse del propio yo, de la propia existencia al margen de los sentimientos. Hay una frase muy interesante que escribe Fromm: "El hombre contemporáneo es más bien como un niño de tres años, que llora llamando a su padre cuando lo necesita, o bien, se muestra completamente autosuficiente cuando puede jugar". Dios podría ser ese padre, o la madre que te ama sin condiciones, y el juego no es mas que nuestra aceptación y participación en un mundo donde prima el mercantilismo que nos hace creer que lo óptimo es participar en él aceptando las reglas del juego. Pero esto no anula el sentimiento de separatidad ampliamente descrito, más bien lo oculta, y esto provoca sentimientos contradictorios, angustias, fobias, inadaptación ante nosotros mismos y ante los demás. CAPITULO IV La práctica del amor La práctica del amor es una experiencia personal ante la cual no existen recetas, no obstante, existen ciertos enfoques y premisas que nos pueden ser útiles. Ya se comentó que el amor es un arte, y todo arte requiere disciplina, concentración, paciencia, una preocupación suprema por el dominio del arte y, por último, ser consciente de que un arte no se aprende sino de una forma indirecta. El hombre moderno es excesivamente indisciplinado fuera del entorno laboral. La falta de concentración nos impide estar a solas con nosotros mismos. Todo a nuestro alrededor se muestra acelerado, lejos de esa paciencia necesaria para la quietud y el disfrute verdadero, creyendo que algo se pierde cuando no actuamos con rapidez, cuando es justamente lo contrario. Otra condición es la preocupación por el arte que debemos dominar, pasar de ser un mero aficionado a ser un maestro. ¿Por qué había de aprenderse a amar de una forma indirecta? Porque antes de comenzar con el arte mismo, son muchas las cosas que, aunque aparenten no tener relación alguna, son fundamentales. Cuando se habla de disciplina, se hace referencia a una práctica fruto de nuestra propia voluntad, que se sienta como algo agradable. La concentración es algo más complicado, requiere saber estar sólo con uno mismo, sin hacer nada más que eso, siendo una condición indispensable para la capacidad de amar, pero al mismo tiempo hemos de concentrarnos en todo lo que uno hace. Y esta concentración pasa inevitablemente por saber escuchar, que no es lo mismo que oír. Porque estar concentrado significar vivir plenamente en el presente. Hay que pensar continuamente en uno mismo, analizarse, sensible ante los demás. Es fácil ser sensible ante los procesos corporales, pero ya no lo es tanto para los mentales. Aquí se señala un factor altamente crítico del sistema educativo, que se fundamenta en la transmisión de cierto tipo de conocimiento en detrimento o ausencia de los rasgos y actitudes humanas.

Hasta aquí se han descrito las condiciones necesarias para la práctica de cualquier arte pero, ¿cuáles son las cualidades con verdadera importancia para la capacidad de amar? En primer lugar superar el propio narcisismo, adquirir una visión lo más objetiva posible del mundo exterior sólo alcanzable utilizando la propia razón en una actitud de humildad. Así, el amor requiere humildad, objetividad y razón. La objetividad y la razón representan la mitad del camino hacia el dominio del arte de amar, pero sin olvidar que no basta con aplicarlo a la persona amada, pues del no aplicarlo al resto del mundo estaríamos abocados al fracaso en ambos sentidos. Hay que tener fe, pero no la fe irracional en una persona o una idea donde hay que someterse a una autoridad también irracional, sino una fe racional en el propio pensamiento y en el juicio, tener fe en otra persona como signo de confianza, "de la esencia de su personalidad, de su amor". Al mismo tiempo es imprescindible la fe en uno mismo, pues "sólo la persona que tiene fe en sí misma puede ser fiel a los demás", la fe en el propio amor, la fe en la humanidad. Tener fe necesita del coraje, la capacidad de arriesgarse, llegando incluso a aceptar el dolor y la desilusión. La práctica de la fe y el valor deben ser ingredientes de la vida diaria. ¿Por qué amar es un acto de fe? Porque amar significa comprometerse sin garantías, entregarte a la persona amada con la esperanza de producir amor. Otra condición necesaria para amar es la actividad, ser activo tanto en el pensamiento como en el sentimiento. Pero todo lo descrito está inseparablemente unido al dominio social, es decir, como ya se ha dicho antes el amor no sólo ha de residir en las relaciones con la propia familia, los amigos y las relaciones eróticas, sino también para con todos los que están en contacto con nosotros a través de nuestras actividades diarias. Sin embargo, los principios sobre los que se basa la sociedad capitalidad y el principio que ha de regir el amor son incompatibles. Es por ello que para que el amor se convierta en un fenómeno social y no una excepción individualista y marginal, han de producirse importantes y radicales cambios en la estructura social. Fromm no se plantea una respuesta a este cambio social, pues requeriría otro libro, pero sí sugiere un camino a seguir. Hay que pasar de la omnipresencia del interés económico, donde los medios se convierten en fines, donde el hombre es un autómata, a una sociedad donde el hombre ocupe el lugar supremo y la máquina económica esté para servirlo y no para ser servida, donde el amor no esté separado de la propia existencia social. Porque, en definitiva, "el amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana". Es chocante, aunque tiene su fundamento, la recomendación que Fromm nos hace como necesario para aprender a concentrarse: evitar las conversaciones triviales y las malas compañías. Esto es complicado en el mundo actual, donde la hipocresía es común, donde la trivialidad predomina. Porque, si eliminamos la hipocresía y la trivialidad podemos correr el riesgo de quedarnos más solos de lo que ya por sí estamos, aunque también es cierto que la amistad y el amor se tornarían verdaderos. Creo que, en cierta forma, somos conscientes de una trivialidad e hipocresía que aceptamos y de la que también participamos, pero somos conscientes de cuándo, cómo y con quién la sinceridad es real y permanente, quizás son pocas las personas. A veces no se trata de eliminar o evitar, sino de ser consciente de ello. Por otro lado, me surge una duda en lo que a simple vista parece una contradicción. Fromm habla del amor como acción de dar, sin condiciones previas, sin esperar nada a cambio aunque el recibir sea inevitable. Por otro lado, nos dice que amar significa comprometerse sin garantías, lo cual concuerda con lo antes dicho, pero este amar es una entrega "con la esperanza de producir amor en la persona amada". ¿Acaso esta esperanza no es una posición a priori de esperar algo a cambio? ¿se produce la unión cuando a ese dar sin condiciones no le sigue un recibir parte de lo que anteriormente dimos? ¿es una posición mercantilista, o acaso una necesidad innata? Creo que esto no queda suficientemente claro ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

En el capítulo tercero de su libro el Arte de amar (El amor y su desintegración en la sociedad occidental contemporánea), Fromm nos argumenta como la sociedad actual occidental capitalista es incapaz de llevar al amor, por su firme individualismo y egoísmo, que lleva a formar relaciones basadas en un mero valor de uso. El capitalismo ha llegado a tal punto que no solo regula el mercado, sino también las relaciones sociales, y con ello, las relaciones afectivas. La acumulación de capital, lleva aparejada la burocracia, y con ello, la sumisión del individuo a los intereses económicos de las empresas. Otra arma del capitalismo, es la división del trabajo, que hace del ser humano, una pieza de la cadena de producción, una máquina, la alienación de la naturaleza humana. Lo único que pide el capitalismo del hombre, es un ser dispuesto a consumir en todos los aspectos de su vida, y por esto mismo, ser manejado por intereses meramente económicos, de obtención de más y más ganancias. La consecuencia de estos procesos en la sociedad capitalista, es la máxima enajenación del hombre, convirtiéndolo en artículo de consumo, donde las relaciones humanas, actúan como un mercado. Ahora las relaciones son llevadas a cabo no por seres humanos, sino por autómatas enajenados, esclavos de la alienación capitalista. Esta concepción antropológica fruto del capitalismo, hace que los hombres se sientan solos, y que su única vía de escape de la soledad, sea mantenerse cerca del rebaño y jamás tener un sentimiento reaccionario hacia el sistema. Los lenitivos de esa angustia e incertidumbre, es la búsqueda ansiosa de la seguridad, a través de la rutina del trabajo burocratizado y la rutina de la diversión, el consumo pasivo. La felicidad hoy n día se basa en este consumo de cine, música, bebidas espiritosas, cigarrillos, fiestas…etc. Tanto lo material como lo espiritual se ha convertido en un artículo de intercambio y consumo. El ser humano de hoy en día, el autómata, no puede amar, simplemente intercambia, compra y vende sentimientos. Ha convertido en el amor como un remedio hacia la soledad, y ha hecho confundir el puro egoísmo fruto de la teoría liberal, como el alcance del amor verdadero. Antes se pensaba, que las rupturas se debían a que la pareja no gozaba de satisfacción sexual, que si hubiera una plena compenetración sexual, esa pareja se amaría hasta la eternidad. Pero el amor no es el resultado de la satisfacción sexual, la felicidad sexual, es el resultado del amor y l amor es la parte consciente sexual. La causa de los problemas sexuales, radican por lo general, en las inhibiciones de los autómatas en amar. Esta concepción de que el amor radica en la complicidad sexual, es fruto de las teorías psicoanalíticas freudianas, ya que para Freud, el amor es un fenómeno sexual. La satisfacción sexual inmediata puede verse en la sociedad de consumo capitalista actual como mera fuente de consumo inmediato. Las ideas de Freud están plenamente influidas por el espíritu del diecinueve. Se pueden concebir como reacción hacia la época victoriana, reacción hacia la represión de los instintos sexuales o por el concepto del hombre prevaleciente, que el móvil del hombre es la saciedad sexual. Pero Freud no concibió la naturaleza humana en su totalidad, que es la situación común a todos los hombres y su situación en la estructura social. Las relaciones afectivas requieren colaboración de las necesidades de la pareja, por parte de ambos, para poder llegar a una plena satisfacción mutua. Pero esta colaboración no es más que un mecanismo de defensa de la enajenación del capitalismo, una alianza cuyo fin es tener

cubiertas una serie de necesidades manifiestas. Tanto el concepto Freudiano de amor de satisfacción sexual como la visión de colaboración de Sullivan para huir de la soledad y enajenación de la sociedad capitalista son la ventana de la desintegración del amor en la sociedad capitalista. Una de las patologías del amor es el amor neurótico en el que uno o los dos miembros de la pareja permanecen atados a la figura paterna o materna y le transfieren todo tipo de sentimientos a su persona amada. Son personas inmaduras cuya relación es superficial e irresponsable y su única finalidad es ser amados, pero nunca amar. Hay casos en los que la madre del que tiene tal patología ha sido demasiado sobreprotectora y posesiva, o el padre demasiado afectivo y la madre ha sido bastante indiferente. Este último caso, el hijo no suele tener buenas relaciones con las mujeres. Cuando los padres no se aman, pero son reprimidos a la hora de discutir para poder solucionar sus problemas, esto hace que la niña nunca tenga una plena confianza con los padres y viva absorta en un mundo imaginado e ideal, que también se manifestará en el amor. Otra forma de amor neurótico es la evasión de los problemas propios a través de mecanismos proyectivos concentrando esos problemas en los defectos de la persona a la que se ama. Otra forma de proyectar esos problemas es a través de los hijos. Otra de las patologías es el pseudoamor, en los que Fromm diferencia en amor idolátrico y amor sentimental. El amor idolátrico se da cuando una persona no se siente totalmente autorrealizada tiende a idolatrar a la persona amada, cuyas características van a llenar el vacío existencial de esa persona. El amor sentimental es aquel que se fundamenta en la pura fantasía, cuando la persona satisface sus necesidades amorosas a través del consumo (cine, literatura, música) romántico. La otra forma de amor sentimental es aquel en el que se vive pensando en un futuro ideal de la relación que se mantiene en el presente. La mayoría de los conflictos surgen de evitar los verdaderos conflictos reales. Pero el verdadero amor sólo es posible a través de la comunicación y compartiendo una misma existencia. Otros sociólogos también han tratado la rearticulación de las relaciones en el mundo postmoderno. Destaco a Giddens con La transformación de la intimida: Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas, a Barman con Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, y por último a Ulrich Beck, Elisabeth Beck-Gernsheim por El normal caos del amor: las nuevas formas de la relación amorosa. Fromm al igual que otros autores, no se ha quedado anclados en las explicaciones institucionales, burocráticas, económicas, políticas, medioambientales, culturales…etc., sobre los cambios sociales de las sociedades modernas debido a la industrialización y al capitalismo. También ha dado ese giro de tuerca hacia las relaciones afectivas que se están transformando en el mundo postmoderno. La enajenación capitalista se ha trasladado a todos los ámbitos de la vida del individuo, hasta el territorio amoroso y sexual. Nos movemos por la falsa conciencia de un amor ficticio, ficticio porque no es puro, sino un reflejo de nuestras necesidades, necesidades vacías de amor, necesidades que parten de soluciones inventadas que demanda la sociedad actual para que haya una mayor oferta. Oferta y demanda que se traduce en autómatas de consumo,

totalmente alienados por las multinacionales. Ya no es sólo que la felicidad nuestras relaciones amorosas se asienten bajo el pilar del consumo, sino el uso que le damos a nuestra pareja. ¿Verdaderamente estamos enamorados o simplemente es una manera de huir de la soledad, de la enajenación y poder cumplir con la demanda del consumo, teniendo una pareja estable para garantizarte una mínima estabilidad sexual y tener acompañante para ir al cine o a dar paseos a los centros comerciales? Y como no,para hipotecarse.

Aportes Finales 1. El amor no es el resultado de la satisfacción sexual adecuada; por el contrario, la felicidad sexual –y aún el conocimiento de la llamada técnica sexual es el resultado del amor. Si aparte de la observación diaria fueran necesarias más pruebas en apoyo de esa tesis, podrían encontrarse en el vasto material de los datos sicoanalíticos. El estudio de los problemas sexuales más frecuentes –frigidez en las mujeres y las formas más o menos serias de impotencia síquica en los hombres-, demuestra que la causa no radica en una falta de conocimiento de la técnica adecuada, sino en las inhibiciones que impiden amar. El temor o el odio al otro sexo están en la raíz de las dificultades que impiden a una persona entregarse por completo, actuar espontáneamente, confiar en el compañero sexual, en lo inmediato y directo de la unión sexual. Si una persona sexualmente inhibida puede dejar de temer u odiar, y tornarse entonces capaz de amar, sus problemas sexuales están resueltos. Si no, ningún conocimiento sobre técnicas sexuales le servirá de ayuda. 2. La definición del amor según Sullivan: el amor comienza cuando una persona siente que las necesidades de otra persona son tan importantes como las propias. 3. Los hijos también sirven finalidades proyectivas cuando surge el problema de disolver un matrimonio desgraciado. El argumento común de los padres en tal situación es que no pueden separarse para no privar a los hijos de las ventajas de un hogar unido. Cualquier estudio detallado demostraría, empero, que la atmósfera de tensión e infelicidad dentro de la “familia unida” es más nociva para los niños que una ruptura franca, que les enseña, por lo menos, que el hombre es capaz de poner fin a una situación intolerable por medio de una decisión valiente. 4. Otro error muy frecuente: la ilusión de que el amor significa necesariamente ausencia de conflicto. Así como la gente cree que el dolor y la tristeza deben evitarse en todas las circunstancias, supone también que el amor significa la ausencia de todo conflicto. Los conflictos reales entre dos personas, los que no sirven para ocultar o proyectar, sino que se experimentan en un nivel profundo de la realidad interior a la que pertenecen, no son destructivos. Contribuyen a aclarar, producen una catarsis de la que ambas personas emergen con más conocimiento y mayor fuerza. 5. El amor sólo es posible cuando dos personas se comunican entre sí desde el centro de sus existencias, por lo tanto, cuando cada una de ellas se experimenta a sí misma desde el centro de su existencia. Sólo en esa “experiencia central” está la realidad humana, sólo allí hay vida, sólo allí está la base del amor. Experimentado en esa forma, el amor es un desafío constante; no un lugar de reposo, sino un moverse, crecer, trabajar juntos; que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho fundamental de que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia, de que son el uno con el otro al ser uno

consigo mismo y no al huir de si mismos. Sólo hay una prueba de la presencia del amor: la hondura de la relación y la vitalidad y la fuerza de cada una de las personas implicadas; es por tales frutos por los que se reconoce el amor. 6. Tener “fe” en otra persona significa estar seguro de la confianza e inmutabilidad de sus actitudes fundamentales, de la esencia de su personalidad, de su amor. Al menos que tengamos fe en la persistencia de nuestro yo, nuestro sentimiento de identidad se verá amenazado y nos haremos dependientes de otra gente, cuya aprobación se convierte entonces en la base de nuestro sentimiento de identidad. 7. Educación significa ayudar al niño a realizar sus potencialidades. La raíz de la palabra educación es e-ducere, literalmente, conducir desde, o extraer algo que existía potencialmente. 8. Mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar. Amar significa comprometerse sin garantías, entregarse totalmente con la esperanza de producir amor en la persona amada. El amor es un acto de fe y quien tenga poca fe también tiene poco amor. El amor de benevolencia. La benevolencia como actitud moral también nos es familiar: consiste en prestar asentimiento a lo real, ayudar a los seres a ser ellos mismos. Si pensamos un poco más en esa definición, y sobre todo en esa actitud, enseguida descubriremos que consiste en afirmar al otro en cuanto otro. Esto también puede ser llamado amor: «amar es querer un bien para otro». El amor como benevolencia consiste, pues, en afirmar al otro, en querer más otro, es decir, querer que haya más otro, que el otro crezca, se desarrolle, y se haga «más grande». Esta forma de amor no refiere al ser amado a las propias necesidades o deseos, sino que lo afirma en sí mismo, en su alteridad. Por eso es el modo de amar más perfecto, porque es desinteresado, busca que haya más otro. También podemos llamarlo amor-dádiva, porque es el amor no egoísta, el que ante todo afirma al ser amado y le da lo que necesita para crecer. Por eso, amar es afirmar al otro. Sin embargo, también existe la inclinación a la propia plenitud, un querer ser más uno mismo. Esto es una forma de amor que podemos llamar amor-necesidad, porque nos inclina a nuestra propia perfección y desarrollo, nos hace tender a nuestro fin, nos inclina a crecer, a ser más. Por eso podemos llamarlo también amor de deseo. Esta forma de amor es el primer uso de la voluntad, que hemos llamado simplemente deseo o apetito racional. Según él, amar es crecer. En cuanto la voluntad asume las tendencias sensibles, en especial el deseo, éstas pueden llamarse también amor, en el sentido de amor-necesidad o amor natural: «se llama amor al principio del movimiento que tiende al fin amado», como dijimos al clasificar los sentimientos y pasiones. Hay que decir, sin embargo, que llamar amor al deseo de la propia plenitud, a la inclinación a ser feliz, a la tendencia sensible y a la racional, puede hacerse siempre y cuando este deseo no se separe del amor de benevolencia, que es la forma genuina y propia de amar de los seres humanos. La razón es la siguiente: el puro deseo supedita lo deseado a uno mismo, es amarse a uno mismo, porque entonces se busca la propia plenitud, y la consiguiente satisfacción, y, por así decir, se alimenta uno con los bienes que desea y llega a poseer. Pero a las personas no se las puede amar simplemente deseándolas, porque entonces las utilizaríamos para nuestra propia satisfacción. A las personas hay que amarlas de otra manera: con amor de amistad o benevolencia.

Así pues, el amor se divide de un primer modo, que es considerando su forma, uso o manera, que es, como se acaba de ver, doble: el amor-necesidad y el amor dádiva. En las acciones nacidas de la voluntad amorosa, que se explicarán después, sucede algo realmente singular: El quinto uso de la voluntad (el amor dádiva) refuerza y transforma los cuatro restantes, empezando por el amor necesidad o deseo. Hay, pues, una correspondencia del amor de benevolencia con el amor-necesidad y los restantes usos de la voluntad, de la cual resulta que éstos se potencian al unirse con aquél. Antes de exponer esas acciones, y para terminar la exposición general acerca del amor, son necesarias tres precisiones: 1) Todos los actos de la vida humana, de un modo o de otro, tienen que ver con el amor, ya sea porque lo afirman o lo niegan. El amor es el uso más humano y más profundo de la voluntad. Amar es un acto de la persona y por eso ante todo se dirige a las demás personas. Sin ejercer estos actos, y sin sentirlos dentro, o reflexionar sobre ellos, la vida humana no merece la pena ser vivida. De aquí se sigue que el amor no es un sentimiento, sino un acto de la voluntad, acompañado por un sentimiento, que se siente con mucha o poca intensidad, e incluso con ninguna. Puede haber amor sin sentimiento, y «sentimiento» sin amor voluntario. Sentir no es querer. En las líneas que siguen se pueden ver muchos ejemplos de actos del amor que pueden darse, y de hecho se dan, sin sentimiento «amoroso» que los acompañe. El amor sin sentimiento es más puro, y con él es más gozoso. Pero ambos no se pueden confundir, aunque tampoco se pueden separar. Ese sentimiento, que no necesariamente acompaña al amor sensible o voluntario, puede llamarse afecto. Amar es sentir afecto. El afecto es sentir que se quiere, y se reconoce fácilmente en el amor que tenemos a las cosas materiales, las plantas y los animales, a quienes «cogemos cariño» sin esperar correspondencia, excepto en el caso de los últimos. El afecto produce familiaridad, cercanía física, y nace de ellas, como ocurre con todo cuanto hay en el hogar. Pero además de afectos, el amor tiene efectos: como todo sentimiento, se manifiesta con actos, obras y acciones que testifican su existencia también en la voluntad. Los afectos son sentimientos; los efectos son obra de la voluntad. El amor está integrado por ambos, afectos y efectos. Si sólo se dan los primeros, es puro sentimentalismo, que se desvanece ante el primer obstáculo. 2) Uno de los efectos del amor es su repercusión en el propio sujeto que ama, y se llama place, que es el gozo o deleite sentido al poseer lo que se busca o realizar lo que se quiere. De este modo «el placer perfecciona toda actividad» y la misma vida, llevándola como a su consumación. Se pueden señalar dos clases de placeres: «los que no lo serían si no estuvieran precedidos por el deseo, y aquellos que lo son de por sí, y no necesitan de esa preparación». A los primeros podemos llamarles placeres-necesidad, y nacen de la posesión de todo aquello que se ama con amor-necesidad, por ejemplo, un trago de agua cuando tenemos sed. A los segundos podemos llamarlos placeres de apreciación, y llegan de pronto, como un don no buscado, por ejemplo, el aroma de un naranjal por el que cruzamos. Este segundo tipo de placer exige saber apreciarlo: «los objetos que producen placer de apreciación nos dan la sensación de que, en cierto modo, estamos obligados a elogiarlos, a gozar de ellos», por ejemplo, todos los placeres relacionados con la música. Se sitúan en el orden del amor-dádiva porque exigen una afirmación placentera de lo amado independiente de la utilidad inmediata para quien lo siente. El término satisfacción, que se puede aplicar al primer tipo de placer, esclarece también lo que se quiere indicar con el segundo.

La idea más habitual acerca del placer lo restringe más bien a la fruición sensible y «egoísta» propia de los placeres-necesidad (dejarse caer en el sillón al llegar a casa), pero tiende a dejar en la penumbra la satisfacción, más profunda, de los placeres de apreciación (encontramos un regalo en nuestra habitación). Los placeres gustan al hombre, de tal modo que los busca siempre que puede. Está expuesto por ello al peligro de buscarlos por capricho, y no por necesidad, haciendo de ellos un fin, incurriendo entonces en el exceso (beber más de la cuenta si estamos sedientos). Enseñar a alcanzar el punto medio de equilibrio entre el exceso y el defecto de los placeres corresponde a la educación moral, que produce la armonía del alma. 3) La división del amor en amor-necesidad y amor-dádiva se hace, como se ha dicho, según el modo de querer en uno y otro caso (primer y quinto uso de la voluntad respectivamente). Sin embargo, también se puede dividir el amor según las personas a quienes se dirige, según tengan con nosotros una comunidad de origen, natural o biológico, o no lo tengan. En el primer caso, se da una cercanía y familiaridad físicas que hacen crecer espontáneamente el afecto: padres, hijos, parientes… Este es un amor a los que tienen que ver con mi origen natural. Podemos llamarlo amor familiar o amor natural. Cuando no se da esta comunidad de origen, el tipo de amor es diferente: lo llamaremos amistad, que a su vez puede ser entendida como una relación intensa y continuada, o simplemente ocasional. Un tercer tipo es aquella forma de amor entre hombre y mujer que llamaremos eros y forma parte la sexualidad, y de la cual nace la comunidad biológica humana llamada familia: es un amor de amistad transformado, intermedio entre esta última y el amor natural.