Cazadores de Microbios

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Ensayo de “Cazadores de microbios” Paul de Kruif

Omar Ávila García

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Cazadores de microbios es un libro fascinante que describe la vida y obra de un grupo de hombres del siglo XIX que sentaron las bases para conocer y comprender el mundo de los entes vivientes más pequeños de la tierra y nuestra relación con ellos, los microbios. El libro contiene un relato muy ameno mezclando experimentos y vida

cotidiana,

exponiendo en tono entretenido y sencillo hitos fundamentales de la microbiología histórica. Asimismo, se muestran también las amistades y disputas entre los diferentes científicos de la época que permite conocer los paradigmas que en aquellos años se discutían, sirviendo de base para comprender la microbiología y biotecnología moderna. La vida en este planeta comenzó hace unos cuantos miles de millones de años con microorganismos y probablemente éstos serán los últimos sobrevivientes. Actualmente, la mayoría de los seres vivos son microorganismos y también son los más diversos. Desconocemos la mayor parte de ellos. El libro narra la historia de diferentes investigadores quienes con sus aportaciones, han sido de gran avance en la ciencia. El primer cazador de microbios, Anton Van Leeuwenhoek introdujo un nuevo mundo desconocido y él fue el primero en descubrirlo. Posteriormente, aparecieron más investigadores quienes complementaron las ideas de Leeuwenhoek e hicieron nuevas aportaciones. Fue una etapa difícil, hace ya mucho tiempo donde no podías expresarte con gran libertad e incluso si cuestionabas algo se te eran reprimidas tus acciones e incluso a veces hasta tus pensamientos. Esto nos demuestra que la ignorancia era muy grande y prevalecían los dogmas en aquellos tiempos. Leeuwenhoek y sus microscopios nos dieron una forma de ver la vida diferente, literalmente, como se sabe de él, paso gran parte de su vida observando de diferentes lentes que él creó. “Los Cazadores de Microbios” son narraciones y recopilaciones de personas muy importantes de lo que son microbios, bacterias y enfermedades peligrosas y mortales. Este libro contiene básicamente biografías de ellos y como superaron, afrontaron y tuvieron que vivir para llegar a sus ideales u otros semejantes.

Capítulo I- el primer cazador de microbios (Leeuwenhoek) Hace doscientos cincuenta años un hombre humilde llamado Leeuwenhoek, descubrió un mundo poblado por millares de diferentes especies de seres pequeños. Leeuwenhoek descubrió diminutos animales y plantas y fue el primer cazador de microbios. Las aventuras de los cazadores de microbios están llenas de intentos fallidos, de errores y falsas esperanzas. Algunos perecieron víctimas de los mortíferos microorganismos. Hoy en día, los hombres de ciencia son prestigiosos en la sociedad y cuentan con laboratorios en las grandes ciudades. Ahora, un estudiante medianamente capacitado tiene las puertas abiertas para especializarse en cualquiera de las ramas de la ciencia pero antes no era así. La ciencia ensayaba sus primeros pasos con el intento de encontrar la verdad mediante la observación cuidadosa y el razonamiento claro. Aquel mundo de la ciencia mandó a la hoguera a Servet por el “abominable pecado” de disecar un cuerpo humano y también la ciencia condenó a Galileo a cadena perpetua por haber demostrado que la Tierra giraba alrededor del Sol. Antonio Van Leeuwenhoek nació en 1632 en Delft, Holanda. Descendió de una familia de fabricantes de cestos y de cerveza. El padre de Antonio murió joven; su madre lo envió a la escuela para que estudiara su carrera de funcionario público; pero a los 16 años arrumbó los libros y entró de aprendiz en una tienda de telas de Ámsterdam. Ésta fue su universidad durante seis años. S los 21 años, Leeuwenhoek abandonó la tienda y regresó a Delft; se casó y abrió su propia tienda de telas. Después se casó en segundas nupcias y tuvo varios hijos, que murieron casi todos de temprana edad. En ese periodo lo nombraron conserje del Ayuntamiento de Delft y le vino la afición de tallar lentes ya que él había oído que con un trozo de cristal transparente las cosas se veían de mayor tamaño. A Leeuwenhoek se le consideraba un hombre ignorante sólo sabía hablar holandés (lengua despreciada por el mundo culto que la consideraba propia de tenderos, pescadores y braceros). Las personas cultas se expresaban en latín, pero Leeuwenhoek no sabía ni leerlo. La Biblia en holandés era su único libro. ¿Para qué comprar lentes si yo puedo fabricarlos? Eso fue siempre el pensamiento de Leeuwenhoek. Él aprendió los rudimentos necesarios para tallar lentes; frecuentó con alquimistas y boticarios, de los que observó sus métodos secretos para obtener metales de los minerales y empezó a iniciarse en el arte de los orfebres. Después montó sus lentes en marcos de oro, plata y cobre que el mismo había extraído de los minerales. Leeuwenhoek buscaba la forma de fabricar una minúscula lente de menos de 3

milímetros de diámetro tan perfecta que le permitiera ver las cosas más pequeñas enormemente agrandadas y con gran nitidez. Él era el único hombre en toda Holanda que sabía fabricar lentes. Leeuwenhoek analizó las fibras musculares de una ballena y las escamas de su propia piel, observó la estructura cristalina de los ojos de un buey, miró la lana de las ovejas y los pelos del castor, y disecó la cabeza de una mosca. Examinó cortes de madera de 12 especies de árboles y observó el interior de semillas de plantas. Fabricó cientos de microscopios. Durante 20 años trabajó en completo aislamiento. En la segunda mitad del siglo XVII en Francia, Inglaterra e Italia, hombres singulares comenzaban a dudar y comenzaron a fiarse en sus propias observaciones mil veces repetidas y de los pesos exactos de sus balanzas. Y en Inglaterra unos cuantos de estos formaron una sociedad llamada The Invisible College, la cual fue invisible porque si Cromwell se hubiera enterado los habría ahorcado por conspiradores y herejes. Entre los miembros de aquella sociedad se encontraban Robert Boyle e Isaac Newton. Al ascender Carlos II al trono, el College salió de la clandestinidad, alcanzando la dignidad de Real Sociedad de Inglaterra. Regnier no se burlaba de Leeuwenhoek, así que les escribió a la Real Sociedad: “Hagan que Antonio Leeuwenhoek les escriba sobre sus descubrimientos”. Leeuwenhoek contestó al ruego de la Real Sociedad. Cuando Leeuwenhoek nació no existían microscopios sino simples lupas o cristales de aumento. Leeuwenhoek perfeccionaba cada vez más sus lentes. Un día María miraba a su padre Leeuwenhoek que observaba una gota de agua, su padre había descubierto unos bichitos que daban vueltas y que eran mil veces más pequeños que cualquiera de los bichos que podemos ver a simple vista. Había descubierto un mundo invisible a simple vista. Los observaba mucho, veía como quedaban inmóviles y luego giraban con una rapidez increíble. Leeuwenhoek nunca se lanzó a teorizar, pero era un mago en mediciones. Su inquietud era saber ¿De dónde eran los bichitos habitantes de la gota de agua? Leeuwenhoek creía en Dios; siempre mencionaba a Dios como el creador del Universo y lo admiraba, pero era materialista y sabía que la vida procede de la vida. Lo cierto era que Dios no podía surgir a esos animalitos de la nada y la forma de saber de dónde provenían era experimentando. Lavó un vaso, lo secó y lo puso debajo del tejado, tomó una gotita en uno de sus tubos y corrió a examinarla en el microscopio… y si ahí estaban los bichos. Tomó un plato de porcelana, lo limpió y lo colocó en un cajón en la lluvia (evitando que salpicara lodo) y recogió unas gotitas y las llevó a su laboratorio, esas

gotas no tenían bichos. Al observar el agua al 4to día vio que comenzaban a aparecer los bichos. Bajo sus lentes pasaron aguas de todas clases. Al colocar un granito diminuto de pimienta a una gota de agua notó que animalillos de varias clases se movían fácil y desordenadamente de un lado a otro. Había llegado la hora de hablar y escribir acerca de eso a los señores de Londres. La carta fue leída y dejó atónito al auditorio. Varios de la Real Sociedad le tomaron enserio y le contestaron en una carta rogándole que detallara la manera en la que había construido su microscopio y les explicara su método de observación. Y él contestó en una extensa carta explicando sus cálculos, incluyendo una serie de cómputos, sumas, multiplicaciones y divisiones, pero que de ninguna manera les diría el modo en que había fabricado sus microscopios. Así que la Real Sociedad encargó a Robert Hooke y a Nehemiah Grew la construcción de los mejores microscopios y de la preparación de agua de pimienta de la mejor calidad. Más tarde, la Real Sociedad lo nombró miembro y Leeuwenhoek sirvió a la Real Sociedad por el resto de su vida hasta su muerte a los 91 años. Aquellos animalillos se encontraban en todas partes. Leeuwenhoek hizo saber a la Real Sociedad cómo hasta en su propia boca habría encontrado una multitud de ellos. A pesar de los 50 años que tenía entonces, tenía la dentadura bien conservada pero notó una sustancia blanca y viscosa entre los dientes. Y se preguntó ¿De qué estaría compuesta aquella sustancia? Tomó una partícula de ésta y la mezcló con agua de lluvia pura y encontró diferentes animalillos… tenía un zoológico en la boca y demostró que esos animalillos podrían estar hasta en los intestinos de las ranas. Leeuwenhoek tenía mucho cuidado de no hacer atribuciones precipitadas. Él había hecho muchos descubrimientos admirables. Fue el primero en observar los vasos capilares por los que pasa la sangre de las arterias a las venas, completando así la teoría de la circulación de la sangre del inglés Harvey. También descubrió los espermatozoides del hombre. Su nombre llegó a ser conocido en toda Europa. Su salud era sorprendente, a los 80 años aún estaba firme, pero le gustaba tomar por las noches. Su única indisposición era el malestar que presentaba por las mañanas después de las noches de copeo. Después de haber visto que la sangre estaba llena de pequeños glóbulos y que tenían que pasar por los capilares para ir de las arterias a las venas; dedujo, que la sangre se espesaba después de aquellas noches, dificultando su paso por los capilares. Al tomar café caliente hasta casi abrasar los labios, se dio cuenta que mataba a los animalillos. Antonio Van Leeuwenhoek demostró que aquellos bichitos y

animalillos eran capaces de devorar y matar a seres mucho más grandes que ellos mismos. Leeuwenhoek a los 85 años se consideraba en el otoño de su vida, pero no le gustaba enseñar le dijo a Leibnitz porque enseñar lo impondría a él en una esclavitud y lo que él quería seguir siendo era ser libre. Éste fue el primer cazador de microbios. En 1723, a la edad de 91 años llamó a su amigo Hoogvliet y le dijo que quería que tradujera esas 2 cartas que le estaba dando y que se las enviara a la Real Sociedad así cumpliendo la promesa de servirle siempre a la Real Sociedad de Londres. Capítulo II- Los microbios nacen de microbios (Spallanzani) En Scandiano, pueblo al norte de Italia, nacía en 1729 otro cazador de microbios. El continuador de la obra de Leeuwenhoek se llamaba Lazzaro Spallanzani, un niño extraño que recitaba versos mientras hacía pasteles de barro y que hacía experimentos crueles con los insectos. Examinaba con atención los seres vivos dela Naturaleza: les arrancaba alas y patas. Al igual que Leeuwenhoek, tuvo conflictos con su familia para llegar a ser un cazador de microbios. Su padre, abogado, se empeñó en despertar el interés de Lazzaro por los autos de procesamiento. Por la noche su padre lo obligaba a estudiar lecciones y lo único que Lazzaro hacía era contemplar las estrellas. El joven Spallanzani estaba decidido a descubrir los secretos de la Naturaleza. Su padre quería que Lazzaro estudiara leyes, así que se aplicaba y en sus tardes libres se aplicaba a las matemáticas, estudiando griego, francés y lógica. Observaba las fuentes y el deslizarse de las piedras sobre el agua, soñando con llegar a comprender el fuego de los volcanes. Lazzaro visitó a Vallisnieri. Vallisnieri visitó al padre de Lazzaro para regañarlo por el desconocer el talento natural de su hijo ya que podía parecerse a Galileo. La inquisición había comenzado a dulcificar sus procedimientos y las sociedades científicas eran apoyadas por parlamentos y reyes. Voltaire se retiró para dominar los grandes descubrimientos de Newton y poderlos vulgarizar en su patria. La ciencia penetró hasta en grandes damas como madame de Pompadour. Los contemporáneos de Spallanzani empezaron a demostrar un abierto desprecio por la religión y sus dogmas. Spallanzani se lanzó con ardor a reunir los conocimientos más diversos y a probar toda clase de teorías. Spallanzani fue el polo opuesto de Leeuwenhoek quién fabricó sus lentes y miró y remiró las cosas 20 años antes de dedicarse a comunicar algo al mundo científico. Spallanzani a los 25 años, hizo una traducción de los poetas clásicos. Estudió matemáticas

bajo la dirección de su prima Laura Bassi. Escribió un trabajo científico tratando de explicar la mecánica de las piedras que rebotan y no se hunden. Se ordenó sacerdote y católico y se ganaba el sustento dando misas. Antes de sus 30 años ya era profesor de la Universidad de Reggio. Fue allí donde inició sus estudios sobre los animalillos, esos seres pequeñísimos descubiertos por Leeuwenhoek. Los seres vivos ¿pueden nacer de modo espontáneo o deben tener forzosamente padres? Era lo que se preguntaba Lazzaro. En los tiempos de Lazzaro Spallanzani predominaba el criterio de la aparición espontánea de la vida. Las personas razonables opinaban que no era necesario que todos los animales tuvieran padres. Incluso animales como los ratones proliferan sin progenitores. Spallanzani negaba la posibilidad de la generación espontánea de la vida, creía absurdo que los bichitos pudieran provenir de cualquier inmundicia o cosa vieja. Una ley y un orden debían regir su nacimiento. Un anoche encontró un libro en el que encontró la manera de atacar la cuestión del origen de la vida y todo estaba argumentado mediante experimentos (el autor era Redi). Redi mostraba que las moscas tenían progenitores colocando dos tarros con carne, uno de ellos tapado con una gasa. Al observar nota que las moscas acuden al tarro destapado y al poco tiempo aparecen larvas y más moscas, por el contrario; el otro tarro no presentaba muestra de ninguna larva. Spallanzani empezó a aprender a cultivar bichejos microscópicos y a manejar el microscopio. En esa época un clérigo llamado Needham adquiría celebridad en Inglaterra y en Irlanda. Needham reportó sus experimentos a la Real Sociedad. Needham refería cómo después de retirar del fuego cierta cantidad de caldo de carnero, lo había puesto en una botella, tapándola perfectamente con un corcho para que no pudiera penetrar en ella ser ni huevecillo alguno. Acto seguido calentó la botella en cenizas calientes para que según murieran todos los animalillos que pudieran haber quedado en la botella. Dejó en reposo la botella durante varios días, sacó el corcho y al examinar el caldo al microscopio lo encontró plagado de animalillos. Este experimento prueba que la vida puede surgir espontáneamente de la materia muerta según Needham. El descubrimiento de Needham produjo gran sensación en la Real Sociedad. Spallanzani sabía que ese experimento no estaba bien hecho y pensó: “¿Por qué aparecieron animalillos en el caldo calentado y en las semillas? Indudablemente porque Needham no calentó lo suficiente la botella y porque tampoco la tapó herméticamente. Necesitaba un experimento contundente para mostrar su objeción. Spallanzani eligió unas cuantas redomas grandes de cuello angosto, que limpió,

lavó y secó hasta dejarlas relucientes; puso diferentes clases de semillas y frijoles en unas y almendras en otras y finalmente vertió agua pura en ellas. Y las puso hervir durante una hora. Para tapar las redomas los corchos no eran demasiado ajustados así que fundió los cuellos de las redomas, sellándolas con el mismo vidrio y así ninguna cosa podría penetrar. Hirvió una serie de redomas unos cuantos minutos y mantuvo bullendo otra serie durante una hora. Escribió cartas al célebre naturalista

suizo Bonnet, contándole de sus

experimentos. Dejó pasar los días y se dirigió a la serie de redomas selladas a fuego uno a uno fue rompiendo los cuellos de las mismas y con un finísimo tubito sacó un poco de líquido que contenían aquellas redomas calentadas durante tanto tiempo y cerradas perfectamente. Gota tras gota fue poniendo el caldo bajo la lente del microscopio. Esto demostró que en las redomas hervidas durante una hora no había ser vivo alguno y de aquellas hervidas por minutos aparecían uno que otro animalillo. Esto significaba que los animalillos del aire se habían colado en los redomas mal tapados de Needham y que además había descubierto que existían seres vivientes resistentes a la temperatura y que para matarlos debía hervirse el agua una hora así mostrando errónea la teoría de Needham mostrando que la vida procede de la vida, que todo ser vivo tienen forzosamente progenitores. Capitulo III - ¡Los microbios son un peligro! (Luis Pasteur) Era una mañana de octubre en el año de 1832 en un pueblo de Francia. Cuando de repente un niño d escasos nueve años presencio la escena más horrorizaste de su vida, observo con el temor en sus ojos como un feroz lobo que con sus fauces bien afiladas desgarraba como un carnicero despelleja una res, aun labrador de nombre Nicole, el niño con el temor por dentro corrió hacia hasta apartarse de la escena tan espeluznante. Desde pequeño tuvo la curiosidad del porque la gente muere al ser mordido por un lobo o algún perro con rabia, pero su papa solo se limitaba como cualquier otro hombre de aquella época a contestar “Talvez ha entrado un demonio en el lobo, y si la voluntad de Dios, es que muera, moriría sin remedio. Conforme paso el tiempo, tuvo el gran deseo de ser el monitor de la escuela a la que asistía, ya que tenía cierto tipo de dominio sobre los jóvenes. Lo logro y no nada as eso, si no que también llego a impartir clases en esa institución, era como un profesor – asesor, en el colegio de Besanzon. Ahí trabajo con mucha dedicación y se preocupaba por

que todos lo hicieran de la misma forma en que él lo hacía. Descubrió que había cuatro clases de ácido tratarico. Una vez un destilador lo fue a visitar para ver si lo podía ayudar ya que su destiladora no producía alcohol, Pasteur, fue a la fábrica olfateo las cubas donde destilaban el alcohol, tomo una cuantas muestras de una sustancia viscosa y grisácea para después irse a su laboratorio a investigar qué es lo que estaba pasando, según entiendo lo que paso fue de que no había lo suficientes fermentos en la sustancia y esto provocaba que no produjera alcohol. Más adelante un tipo de nombre Liebig sostenía que si no producían alcohol era por falta de albuminas, pero Pasteur les demostró que esta incorrecta esa teoría, y la demostró a base de esfuerzo y desvelos tanto de él, como de su mujer. Después trato sin éxito de hacer una cerveza mejor que la alemana. Capitulo IV - La lucha contra la muerte (Roberto Koch) Alemán miope, serio y de altas miras, estudiaba Medicina en la Universidad de Gotinga, quiera ser explorador, o médico militar o también médico de la marina. Entre sus varios descubrimientos, encontró la bacteria de la tuberculosis y también que el ántrax o también carbunco infeccioso se daba en ratones. Trabajando como interno en un manicomio, para desinhibirse creo, del estrés, paseaba por el muelle con una joven de nombre Emma Frantz, a quien después de un tiempo se convertiría en su esposa. En el año de 1880 ocupo un puesto de consejero del gobierno en el Departamento Imperial de la Salud en la ciudad de Berlin, y un año después dio a conocer a todos los estudios que había hecho sobre la tuberculosis, en el año de 1881, y así anuncio que pudo aislar al bacilo que causa la enfermedad. Gano el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.En 1904 se jubiló, ya que desde 1891, fue del gobierno en el Departamento Imperial de la Salud, este instituto del que estamos hablando, ahorita, ocupa en nombre de Roberto Koch. Sostuvo durante cuarenta años de que la gente no podía contagiarse de cólera a no ser que esta misma gente, tomara algo o ingiriera algo que contuviera este bacilo coma. Decía que hay por doquier microbios asesinos que se infiltran en todos nosotros y que, sin embargo solo consiguen matar a unos cuantos, y esta extraña resistencia de los demás sigue siendo tan enigmática. Entonces koch demostró que los distintos microbios son los causantes de determinadas enfermedades, el hombre a quien la técnica de la caza de microbios debe

precisión científica, el hombre que actuó durante el periodo heroico de la ciencia, llevándola, con riesgo de su vida, a las más altas cumbres Capítulo V - Y el perro rabioso (Luis Pasteur) Después de que varias vacas murieran, Pasteur se dio cuenta de que el carbunco era una enfermedad mortal, pero se dio cuenta de que, al ser inyectado esta bacteria a otra vaca, esta se haría inmune contra la enfermedad. Experimento también con ovejas, a cuales a 25 les inyecto la bacteria y después a estas mismas las volvió a inyectar y a otras 25 más, a las cuales no les dio tratamiento, así pues, también dijo que 25 de estas ovejas iban a morir, teniendo así éxito. Pasteur dedico un buen tiempo de su vida buscando la vacuna para prevenir enfermedades como la tuberculosis, la viruela, cólera y la difteria. Y hay que recordar su estudio de prevención de rabia, pues si recordamos, desde muy chico tuvo una experiencia con animal rabioso al cual nunca pudo olvidar. En el año una madre acongojada, llevo a su hijo al laboratorio de Pasteur, pidiéndole que lo cure, pues este mocoso había sido mordido por un perro rabioso, y lo que hizo Pasteur fue, llevar un tratamiento de 10 días en donde le inyecto el virus de la rabia más fuerte que había para que el joven se hiciera inmune, con suerte días después, el muchacho salió curado. Murió en St. Cloud el 28 de Septiembre de 1895 y en la catedral de Norte Dame fue su funeral. En parís se abrió un centro contra la rabia que el mismo Pasteur manejo con gran seriedad y este centro de investigaciones lleva el nombre de él, estuvo al mando del centro de investigaciones Pasteur, hasta el día en que murió.

Capítulo VI- Contra la difteria (Emilio Roux / Emilio Behring) Poco después de 1888, Emilio Roux, el ayudante de Pasteur, descubrió que el bacilo de la difteria destila un veneno extraño y que un gramo de esa sustancia bastaba para producir la muerte de 2 500 perros. Federico Loeffler se afanaba hirviendo espátulas, calentando al rojo vivo hilos de platino para extraer la materia gris de las gargantas los cuerpos muertos por la difteria y la ponía en delgados tubos de cristal tapados con algodón o en observación al microscopio, descubriendo curiosos bacilos en forma de maza. Loeffler examinó, uno

tras otro, a los cuerpos, pero en ninguna parte que examinó, encontró a los microbios: sólo aparecían en las gargantas. Y así, inyectó los microbios procedentes de los cultivos puros, en la tráquea de unos cuantos conejos y conejillos de Indias, todos murieron en dos o tres días; pero los millones de microbios que había inyectado permanecieron en el mismo punto de la inyección...Roux tomó unos cuantos matraces de gran tamaño, en los que puso caldo esterilizado, y sembró cultivos puros de bacilos diftéricos, colocándolos después en la estufa de cultivo, pasados cuatro días, en un aparato extraño, filtró el caldo y para que retuviera los bacilos. Emilio Behring, trataba de observar los microbios de la difteria. Su objetivo era encontrar la cura, para ello infectaba conejillos de Indias con difteria, todos enfermaron y a medida que se agravaban, les iba a inyectando diversos productos químicos (sales de oro, naftalina, alcohol etílico, etc.)Inyectó a varios conejos una dosis de bacilos de difteria capaz de matarlos, a las pocas horas los animales estaban enfermos; después, a las seis horas de la inyección, les hizo otra de tricloruro de yodo. Ese día transcurrió sin complicaciones y al día siguiente los animales estaban llenos de vida. Inquieto por el descubrimiento, Behring se dedicó a curar con tricloruro de yodo a más conejillos; unas veces los mataban los microbios, otras veces los curaba. Behring preparó un cultivo conteniendo un veneno, pero totalmente exento de microbios, del cual inyectó grandes dosis a los conejillos curados, pero volvieron a resistir la prueba. Behring tomó uno de los animales y le hizo una incisión en el cuello para extraer la sangre de alguna arteria, pero no había arteria. Registró el cuerpo del animal y obtuvo una gota de sangre donde se encontraba la pata. Pero ya tenía unas cuantas gotas de suero procedente de un conejillo durado, suero que mezcló en un tubo de vidrio con gran cantidad del caldo venenoso donde había cultivado bacilos de la difteria; inyectó la mezcla a conejillos no inmunizados y no murieron. Behring obtuvo como conclusión que lo único que destruía el veneno de la difteria es el suero de los animales inmunizados o de los que han tenido difteria. Inyectaba bacilos de la difteria, toxina diftérica y tricloruro de yodo a conejos, ovejas y perros, con el propósito de obtener el suero antitoxina que serviría como preventivo de la difteria. Pero el efecto de la antitoxina no era duradero. Entonces volvió a entrar Emilio Roux, que creía firmemente que la antitoxina salvaría a los niños de las garras de la difteria. Este estudio fue comprobado en 100 niños, de los cuales, solo murieron 26. Capítulo VII- Los diligentes fagocitos (Elías Metchnikoff)

Le interesaba el estudio del protoplasma, pero se ocupó del estudio de la evolución de los gusanos. Tenía una manía de demostrar la supervivencia de los más aptos, de cómo la Humanidad resiste a los asaltos de gérmenes dañinos, aseverando que, los supervivientes no son los mejores, sino los más hábiles. Un día mientras observaba una estrella de mar notaba células errantes del cuerpo de estas; esas células comen alimentos, devoran las partículas del carmín, pero también deben de comerse a los microbios. “Esas células errantes son la protección de la estrella de mar contra los microbios. Nuestras células errantes, los glóbulos blancos, deben ser los que nos protegen contra los microbios invasores, son seguramente la causa de nuestra inmunidad contra las enfermedades, son las que impiden que contraigamos enfermedades.” - De ser cierta mi teoría, una estrella introducida en una estrella de mar pronto se verá rodeada de células errantes, y entonces recordé que, cuando las personas se pinchan los dedos pronto quedan rodeados de pus, formando principalmente por los glóbulos blancos, las células errantes de la sangre. - “Arrancó algunas espinas de un rosal y las clavó en el cuerpo de una de aquellas larvas transparentares de estrella de mar. Al amanecer las espinas del rosal estaban rodeadas por mazas de células errantes.” Necesitaba un nombre científico para aquellas células, por lo cual las denominó “fagocitos”, que en griego significa célula que come. Metchnikoff pudo observar como las células errantes de la pulga de agua, sus fagocitos, se abalanzan sobre las peligrosas agujas, rodeándolas, comiéndolas, haciéndolas desaparecer. En 1891, Metchnikoff vacunó a unos cuantos conejillos de Indias con bacilos parecidos a los del cólera y una semana después inyectó el vientre de los animales vacunados una nueva dosis de los nuevos bacilos, vivos y virulentos. Los fagocitos murieron al instante, pues son delicados y al abrirse dejaron escapar a los “bacilos vivos”. Metchnikoff tenía miedo a la muerte, por lo cual decidió estudiar el endurecimiento de las arterias por medio de la sífilis, y junto con Roux se aventuró a estudiar esta enfermedad. Capítulo VIII- Las garrapatas y la fiebre de Texas (Theobald Smith) Hacia 1890 Theobald Smith dio la explicación de por qué el ganado vacuno del norte, cuando es trasladado al sur enferma y muere de fiebre de Texas, y de por qué el ganado vacuno, aun estando sano, al ir al norte acarrea una muerte misteriosa para sus congéneres de esta región. Precisamente en aquellos días la fiebre de Texas, traía seriamente alarmados

a los ganaderos. Decían que la fiebre de Texas era producida por un insecto que vivía sobre las vacas chupándoles la sangre, que denominaban garrapata. El 27 de junio de 1889 llegaron para trabajar 7 vacas flacas perfectamente sanas, procedentes de los ranchos de Carolina del Norte, estaban plagadas de garrapatas de todos tamaños. “Metieron cuatro de esas vacas del sur plagadas de garrapatas en el cercado número 1 junto con seis vacas del norte, pensando que las garrapatas invadirán el ganado del norte, pues no han estado puestos en contacto con la fiebre de Texas, pero tienen cierta predisposición para la enfermedad.” En el cercado número 2, no había garrapatas, permanecían completamente sanas. Smith reflexionaba sobre el notorio cambio de la sangre: el microbio desconocido de la fiebre de Texas ataca a la sangre; parece que algo se introduce en los glóbulos rojos, haciéndolas reventar. Examinó el preparado de la sangre de la primera vaca fallecida, descubriendo unos curiosos espacios piriformes, observó que los agujeros se convertían en seres vivientes piriformes que, asimismo, encontró en la sangre de todas las vacas enfermas. Pero se necesitaba saber de qué forma se transmitía la enfermedad de Texas. Tomó garrapatas incubadas en el laboratorio, que nunca han vivido sobre el ganado, las puso en una vaca norteña y dejo que se atraquen hasta saciarse. Eligió una ternera gorda, la puso en un pesebre y día tras día hacia pequeñas incisiones en la piel de la vaca para extraer unas gotas de sangre. Un día notó que estaba muy caliente, la sangre no fluía y estaba oscura; examinó al microscopio y vio que los glóbulos rojos estaban picoteados y destruidos.” La conclusión de Smith fue que la enfermedad era transmitida por la garrapata joven. Exterminado los insectos, bañando el ganado en soluciones antisépticas contra garrapatas y manteniéndolo en campos limpios de bichos, desaparecería la fiebre de Texas. Se descubrieron hechos curiosos relacionados con la inmunidad; vieron terneras norteñas con ataques benignos de fiebre de Texas, y al siguiente año pastaban en campos que resultaban mortales para las vacas del norte no inmunizadas. De este modo se explicaron el porqué del ganso del sur no es víctima de la enfermedad de Texas. Capítulo IX- La pista de la mosca Tse-Tsé (David Bruce) David Bruce tenía interés en estudiar los virus misteriosos que estaban en África, donde además había centenares de moscas, garrapatas y mosquitos. A partir de 1894, Bruce y su esposa se encontraban en Natal (Sudáfrica) para estudiar aquellos virus, específicamente

todo aquello relacionado con la nagana (espíritu deprimido), enfermedad que se caracterizaba por infiltrarse en los mejores caballos y enfermarlos, mostrando destrucción de la grasa y sustituyéndola por bolsas acuosas en el vientre y causándoles una abundante secreción nasal; los ojos se cubrían de una película lechosa y quedaban ciegos. Existían diversas creencias acercas de la transmisión de la nagana, como que las moscas tse-tsé pican a los animales domésticos y les inyectan alguna especie de veneno o que a nagana procede de la caza mayor. Brucé eligió unos cuantos caballos sanos, ató a la boca unos sacos de lona para impedir que comieran o bebieran; mientras vigilaba que no se quitaran los sacos, enjambres de moscas caían sobre los caballos. Pasaron unos quince días y uno de los caballos empezó a presentar mal aspecto y a tener la cabeza colgante, en la sangre de aquel caballo apareció el animalillo que atacaba. “Pero, aunque los caballos no hayan comido ni bebido, pueden haber aspirado aire lleno de tripanosomas. Hay una manera de comprobarlo: En lugar de hacer bajar los caballos hizo subir las moscas.” Dando como resultado que todos esos caballos murieron de nagana. Pero aún quedaba una duda, cuánto tiempo puede llevar tripanosomas la trompa de una mosca tse-tsé. Aún era necesario saber dónde toman las moscas los tripanosomas, para eso abrió en el canal los animales muertos, y con jeringuillas extrajo sangre de los corazones aun calientes, apresurándose a examinarlos en el microscopio, pero no encontró tripanosomas. Para comprobar si existían, inyectó a perros sanos grandes cantidades de sangre procedente de 10 animales diferentes, descubriendo de este modo que los microbios de la nagana pueden estar latentes en la caza mayor, esperando ser transmitidos por la moscas tse-tsé a animales domésticos. Bruce llego al sitio de la enfermedad y hablo con Castellani acerca de los tripanosomas y los estreptococos; fueron al laboratorio y montaron microscopios para examinar la sangre de negros enfermos a los que pincharon en la medula, donde descubrieron un sinnúmero de tripanosomas. La teoría de Bruce acerca de esto era que: las moscas tse-tsé deberían de infectarse de tripanosomas en alguna otra fuente que no era el hombre; tal vez esta fuente era la sangre de ciertas bestias. Capítulo X- El paludismo (Ronald Ross / Battista Grassi) A mediados de 1899, dos científicos habían demostrado que solamente una especie de mosquito causaba el paludismo: Ronald Ross y Battista Grassi. En 1888, Ross aumento su

interés por el mosquito del paludismo, era un médico del servicio indio. Su teoría era: los mosquitos chupan la sangre a los palúdicos; la sangre contiene los parásitos, penetran en el estómago de los mosquitos y emiten flagelos, los flagelos se desprenden y penetran en el cuerpo de los mosquitos convirtiéndolos en una forma resistente parecida a las esporas de carbunco. Los mosquitos mueren, caen al agua y las personas beben el caldo de los mosquitos muertos. El 28 de mayo de 1895 se embarcó para la India con la firme idea de que los mosquitos transmitían el paludismo. “Cazó mosquitos de cualquier clase y los dejó en libertad bajo los mosquiteros que cubrían las camas donde yacían unos hindúes medio desnudos enfermos del paludismo. Desnudó a un palúdico y lo metió debajo de un mosquitero, porque había encontrado una nueva especie de mosquito, al que denominó “mosquito pardo”, los soltó debajo del mosquitero para que chupasen la sangre del enfermo y examinó los estómagos de los insectos; abrió uno de los últimos y encontró células irregulares formando una cosa redonda. Esos círculos deberían ser el parásito del paludismo en vías de reproducción. Se dedicó a buscar mosquitos en las alcantarillas, los desagües y las cisternas de Calcuta. Trajo tres gorriones, uno sin microbios del paludismo en la sangre, otro con unos pocos y un tercero infestado de estos, los coloco en jaula aparte y tomó una cría de mosquitos completamente libres de parásitos del paludismo: ninguno de los mosquitos soltados en la jaula del primer gorrión presento círculos moteados en la sangre del estómago, el del segundo unos pocos y los del tercero tenían el estómago infestado de estos. Grassi comenzó sus investigaciones, no sabía a donde iban los microbios del paludismo cuando salen de los círculos de reproducción en el estómago de los mosquitos, simplemente a las glándulas salivales. Observando al microscopio una verruga en la pared del estómago de un mosquito hembra, 7 días después de haber chupado sangre a un pájaro palúdico, esta se abría y daba salida a un regimiento de curiosas hebras fusiformes que desparramaban por todo el cuerpo del mosquito. Ensayó con los nuevos mosquitos sobre un hombre de apellido Sola durante noches seguidas, pero este era un hombre resistente y no mostró el menor síntoma, días más tarde este hombre enfermó gravemente mostrando los síntomas de la enfermedad. Ahora tenían la certeza de que los mosquitos esparcían la enfermedad del paludismo a sitios ectópicos y a personas que jamás tuvieron contacto con la enfermedad. Incubó “zanzarones” y todas las tardes durante cuatro meses, Grassi junto con 6 o7 amigos

permanecían sentados junto a los mosquitos para que los picasen; pero a pesar que esos mosquitos eran hijos de hembras de las regiones más atestadas de paludismo, ni él ni ninguno de sus acompañantes enfermaron.” Llegó a la conclusión que no eran los hijos de los mosquitos, sino los mosquitos que han picado a un palúdico los que transmitían la enfermedad. Capítulo XI - ¡En interés por la ciencia y la humanidad! (Walter Reed / James Carroll / Jesse Lazear) La extinción de la fiebre amarilla fue una gran lucha, todo el mundo sabía la manera de combatir la enfermedad, pero todos tenían una opinión diferente acerca del modo de defenderse de ella: fumigar las sedas, telas y objetos de las gentes infestada de fiebre amarilla, para que el virus no se extienda. Tal era el desconocimiento hacia 1900, que Carlos Finlay, de la Habana tenía la teoría de que los causantes eran los mosquitos. San Cristóbal de la Habana era el sitio donde la fiebre había cobrado más víctimas, por lo que el comandante Walter Reed fue designado a la investigación de cómo combatir la fiebre amarilla. Arribó a Quemados y se encontró con un número excesivo de soldados norteamericanos muertos, la comisión investigadora que iba con Reed eran James Carroll, Jesse Lazear y Arístides Agramonte. La comisión comenzó extrayendo sangre a los contagiados, se hicieron cultivos; se hicieron también, autopsias a los muertos y se hicieron cultivos otra vez, todo con mucho esmero, pero no apareció ningún bacilo. Tras su fracaso, Reed se dio tiempo para la voz del teórico chiflado, el doctor Carlos Finlay, que decía que los mosquitos eran los culpables. Finlay les mostró su archivo de experimentos malísimos y les entregó unos huevecillos negros. Lazear los colocó en un lugar templado y se convirtieron en larvas, dieron a lugar a mosquitos de alas plateadas. Observo al mismo tiempo que las enfermeras, en contacto permanece con los enfermos no contraían la fiebre amarilla, por lo cual dedujo que el causante no era un bacilo o que un enfermo caía en cama y por dos o tres semanas, no sucedía nada, pero después de ese tiempo, toda la familia estaba enferma. Era necesario hacer experimentos encaminados a demostrar que la fiebre amarilla es transmitida por los mosquitos, pero necesitaban experimentar en seres humanos, por lo cual requirió que los miembros de su comisión se ofrecieran como voluntarios; Lazear se ofreció si problemas. Se paseó entre los muertos de fiebre amarilla, hizo que les

picasen los mosquitos y después reintegró los insectos llenos de sangre a sus jaulas con agua y terrones de azúcar. Consiguió 7 voluntarios e hizo que les picaran los mosquitos, pero ninguno de ellos contrajo enfermedad. James Carroll hizo que le trajeran el mosquito más peligroso de la colección, que había picado a 4 enfermos de fiebre amarilla para que le picase, 4 días más tarde enfermó; día tras día permaneció enfermo, al grado que su corazón casi deja de latir, sus ojos inyectados y temperaturas elevadas en todo su cuerpo, pero afortunadamente no murió y se recuperó unos días después. El 13 de Septiembre un mosquito picó a un enfermo y después picó a Lazear, el mismo pensaba que no tenía importancia, a los 5 días el doctor se quejaba de malestar y escalofríos, al 19 de septiembre presentaba une temperatura de 39.9ºCy pulsaciones de 106, siguió su agonía para morir el 25 de septiembre. Reed instaló un campamento con el nombre de Lazear, donde se dedicó a buscar voluntarios que se dejaran ser picados por los mosquitos, los hombres que habían de ser picados deberían de permanecer encerrados días y semanas para evitar todo peligro de contagio casual. Introdujo a 3 hombres dentro de la barraca, Cooke, Folk y Jenegan; estos con cajas conteniendo ropa de cama manchadas de vomito negro y deyecciones de muertos por fiebre amarilla, permanecieron ahí 20 noches seguidas y pasaron a cuarentena a una tienda ventilada, no presentaron síntomas. Después hicieron que un mosquito picara a Folk e inyectaron sangre infectada a Jenegan, afortunadamente ninguno murió, solo se presentaron síntomas. Al mediodía del 21 de diciembre de 1900, un paciente recién bañado y solo con una camisa de dormir, entró junto con 15 “Stegomyas” hembras, día tras día era picado, la mañana de navidad presentó los primeros síntomas, la enfermedad se fue agudizando, pero no murió. Después de todos los experimentos y las muertes, Reed tenía la respuesta definitiva: El factor esencial para que un edificio esté infectado de fiebre amarilla, es necesaria la presencia de mosquitos que hayan picado previamente a individuos atacados de esa enfermedad. Capítulo XII- La bala mágica (Pablo Ehrlinch) La idea de Ehrlich era matar los microbios, habría que hacerlo con una bala mágica, por ello logró transformar una droga en un producto que logró salvar la vida de los hombres. Empezó tiñendo animales vivos, empezó intentándolo con azul de metileno. “Inyectó un poco de azul en la vena auricular de un conejo; vio como el color se difundía por la sangre

y el cuerpo del animal, tiñendo misteriosamente las terminaciones nerviosas.” Tenía que existir una sustancia que no se fije en ninguno de los tejidos del cuerpo humano, pero que tiña y mate todos los microbios que atacan al hombre. En 1901 leyó los trabajos de Laveran acerca del paludismo y los tripanosomas; especialmente había observado que los tripanosomas del mal de caderas mataban al 100% de los tripanosomas y entonces les inyectó arsénico, que los alivió un poco y mato algunos tripanosomas, pero seguían muriendo al 100%; el objetivo era encontrar un colorante que salvase a todos los ratones. “Se procuró una buena dotación de ratones blancos, además de un ayudante japonés, llamado Siga que se ocupase de cortarles un pedazo de la cola a los ratones y buscar tripanosomas, inyectar sangre infectada a otros ratones.” Estaba Ehrlich ensayando el efecto que producían en los ratones los colorantes derivados de la benzopurpurina y los animales seguían muriendo, era necesario modificarlo introduciendo grupos sulfúricos. Siguió inyectó este compuesto modificado a 2 ratones blancos y los tripanosomas desaparecieron de la sangre, a este colorante lo denominaron rojo tripan, pero a los pocos días caían víctimas de este mal. Se topó con una droga llamada Atoxil en cuya constitución entraba un anillo de Benzol, 4 átomos de hidrógeno y oxido arsénico, pero había que modificarlo un poco. Consiguieron modificar el Atoxil, pero cuando habían conseguido exterminar a los tripanosomas transformaban en agua la sangre de los ratones o les provocaba una ictericia mortal. Ehrlich siguió ensayando hasta que dio con el compuesto 606, cuya obtención significaba incendios y explosiones por los vapores de éter y difícil de conservar, porque a la menor traza de aire lo transformaba en veneno, era el 606 el p.pdihidroxiarsenobenceno, que a pesar de todo, era inofensivo; una sola inyección del 606 hacia desaparecer todos los tripanosomas de un ratón atacado del mal de caderas. El 31 de agosto de 1909 un conejo macho encerrado tenía en la delicada piel del escroto 2 ulceras causadas por la roedura de espiroquetas. Inyectaron en la vena auricular la solución del 606, al siguiente día estaba totalmente curado. Bibliografía Kruif, Paul. 2014. Los cazadores de microbios. Ediciones Leyenda, S.A. de C.V., 2ª Edición. México.