Cazadores de Microbios

BENEMERITA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE PUEBLA FISIOTERAPIA AGENTES BIOLOGICOS “RESUMEN CAZADORES DE MICROBIOS” PROFESORA: M

Views 47 Downloads 0 File size 286KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

  • Author / Uploaded
  • nico
Citation preview

BENEMERITA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE PUEBLA

FISIOTERAPIA AGENTES BIOLOGICOS “RESUMEN CAZADORES DE MICROBIOS” PROFESORA: MARIA EMILIA ARCIGA Y MORALES NICOLÁS GERVACIO NERI

ANTON VAN LEEUWENHOEK EL PRIMER CAZADOR DE MICROBIOS Hace 250 años un holandés llamado Antón Van Leeuwenhoek fue el primero en asomarse a un mundo poblado de especies de seres pequeñísimos y desconocidos; época en la cual Europa se sacudía de las supersticiones obscuras. Antón Van Leeuwenhoek nació en Delf, Holanda. A la edad de 21 años fue nombrado conserje de la casa Consistorial de Delft, se le despertó una extraña afición a tallar lentes; había oído decir que fabricando lentes de un trozo de cristal transparente se podían ver las cosas de mucho mayor tamaño. Visitó tiendas de óptica y aprendió las rudimentarias técnicas para tallar lentes; frecuentó el taller de alquimistas y boticarios, curioseó sus métodos secretos para obtener metales de los minerales, y se inició en el arte de los orfebres. Montó lentes en cuadriláteros de oro, plata o cobre, que el mismo había extraído de los minerales. Leeuwenhoek examinó con sus lentes diversos objetos, tales como fibras musculares de ballena y las escamas de su propia piel, lana de oveja, pelos de castor de y liebre; así como también disecó la cabeza de una mosca. Nunca se habrá conocido hombre más difícil de convencer que Leewenhoek, jamás escribió palabras acerca de lo que observaba, jamás hizo un dibujo hasta que después de mirar cientos de veces la misma cosa en idénticas condiciones, estaba seguro de que no había variación alguna, aun así no quedaba del todo satisfecho. Pasados los años Leeuwenhoek provocaba la burla de los habitantes de Delft; sin embargo, había en Delf un hombre que no se burlaba de Leeuwenhoek, llamado Regnier de Graaf, a quien una sociedad de intelectuales de la época, llamada “La Real Sociedad”; había llamado miembro correspondiente por haberle dado cuenta de sus estudios sobre el ovario humano. Graaf se maravilló de las lentes de Leeuwenhoek. El descubrimiento más grande llevado a cabo por Leeuwenhoek se dio cuando manipulaba un tubo de cristal e intentaba darle la forma de un cabello; lo calentaba en rojo y los estiraba, lo rompe en pedacitos, sale al jardín y se inclina sobre una vasija de barro con una cantidad de lluvia caída; vuelve al laboratorio, enfila el tubito de cristal en la aguja del microscopio... Leeuwenhoek quedó maravillado de lo que se mostró frente a él, bichos pequeños, pequeñísimos, mil veces más pequeños que los bichos que vemos a simple vista. Volvió a observarlos y distinguió distintos tipos de especies, una más grande y ágil que la otra. Leeuwenhoek creía en Dios con un inmenso fervor, lo parecía absurdo que esos animalillos cayeran de la lluvia del cielo. Leeuwenhoek realizó otra observación, esta vez lavó cuidadosamente el vaso, lo enjuagó y lo puso debajo del tubo de la bajada del canalón del tejado, estaba lloviendo, tomó una gotita en uno de sus tubos capilares y entonces corrió al microscopio y observó estos microorganismos. Seguramente podría desprenderse de uno, ya que tenía cientos de ellos, ¡Pues no! Pasaron los años, se volvió más brusco y desconfiado, se pasaba más y más mirando por sus centenares de microscopios e hizo sinnúmero de descubrimientos sorprendentes. En la cola de un pececillo observó, él primero entre todos los hombres, los vasos capilares por los que pasa la sangre de las arterias a las venas, confirmando así la teoría de la circulación de la sangre del ingles Harvey. Estoy convencido de que entre un millar de personas no hay una que sea capaz de continuar mis estudios, porque para ello se necesita disponer de tiempo ilimitado, gastar mucho dinero y, además, estar siempre atentísimo, si se ha de lograr algo Leeuwenhoek murió en el año de 1723, no sin antes haber establecido las bases de la bacteriología moderna y convertirse en el primer “cazador de microbios”.

LÁZARO SPALLANZANI LOS MICROBIOS NACEN DE MICROBIOS. Seis años después de la muerte de Leeuwenhoek, no hubo nadie que se ocupara en serio de los estudios que aquel holandés dejo, en 1729 nació en Scandiano, Italia; un hombre que dejaría huella en el mundo de la microbiología: Lázaro Spallanzani. Se ordenó de sacerdote. Antes de cumplir los 30 años fue nombrado profesor de la Universidad de Regio y en sus lecciones explicaba sobre los animalillos descubiertos por Leeuwenhoek años atrás. En esa época se acostumbraba creer en la generación espontánea y los mismos animalillos de Leeuwenhoek eran objeto de controversia, era desconocido hasta entonces el origen de esos seres y se creía que provenían de la generación espontánea. Spallanzani negaba la posibilidad de que existiera la generación espontánea, y leyó un libro que demostraba experimentalmente como la generación espontánea era un hecho ciertamente falso. Spallanzani no sabía porque habían aparecido esos animalillos en el caldo calentado; porque Needham no calentó la botella todo el tiempo necesario y seguramente porque no lo tapó herméticamente. ¿Cuál es la causa de que animalillos sean engendrados en el caldo de carnero aún después de haberlo calentado, señor? —podemos figurarnos preguntaría Needham al noble conde, y el cerebro de Buffon, en plena tormenta imaginativa contestó: —Padre Needham, ha hecho usted un descubrimiento magnífico, trascendental; ha puesto usted el dedo en la mismísima fuente de la vida, en el caldo de carnero ha hallado usted la fuerzas creadora de la vida —Llamémosla entonces «Fuerza Vegetativa», señor —replicó el padre Needham. Inopinadamente, al hacer Needham una objeción a uno de los experimentos de Spallanzani, se le presentó la ocasión que estaba acechando. «Su experimento carece de base —escribió al italiano— porque ha calentado usted las redomas por espacio de una hora, y ese calor tan fuerte debilita y perjudica a la Fuerza Vegetativa hasta el punto de que no le es posible crear animalillos» Spallanzani demostró que los pequeños animalillos podían sobrevivir sin aire. Durante los siguientes años de su carrera se dedicó a responder a una de los interrogantes que surgieron alrededor de estos bichillos como fue ¿de dónde surgen?; para esto su Bonnet refirió sus dudas a De Saussure que hacía constar que cuando se encuentran juntos dos de estos seres, se trata de un animal adulto que se esta dividiendo en dos nuevos animalillos. “En una plaquita de cristal bien limpia puso, con todo cuidado, una gota de infusión de semillas saturadas de animalillos, y con un tubo capilar depositó, al lado de la primera, pero sin que se tocasen otra gota de agua destilada, exenta por completo de los animalillos. Con una aguja finita y bien limpia tocó la gota de infusión de microbios y, arrastrándola por el cristal, trazo un canalillo hasta la gota de agua destilada. Rápidamente enfocó el canal gormado entre las dos gotas y al ver que los microbios, dando volteretas, empezaba a seguir la ruta trazada. Al comprobar que uno de los diminutos seres había entrado en la gota puro tomo un pincelito de pelo de caballo y, con un movimiento rápido cortó el canalillo, impidiendo así que otro animalillo penetrarse en la gota de agua para reunirse con otro. Entonces presenció que el animalillo en forma de bastón, empezó a adelgazar por la mitad del cuerpo terminando por quedar unidas las dos partes por un filamento delgado como un hilo de araña, luego las dos mitades empezaron a retorcerse y, dando un brusco tirón, se separaron. Había dos animalillos perfectamente configurados.” Spallanzani padecía una enfermedad en la vejiga y murió en el año de 1799, dejando un legado muy grande.

LUIS PASTEUR ¡LOS MICROBIOS SON UNA AMENAZA! Pasteur nació en Arbois, Francia; en el año de 1822. Cuando tenía 25 años descubrió que existían 4 tipos de ácido tartárico y no sólo 2, y; que en la Naturaleza hay variedad de compuestos extraños exactamente iguales. Tiempo después, en Lila, un destilador de alcohol, Monsieur Bigo fue a visitarle para pedirle que le ayudase con unas dificultades de fermentación que este tenía. “Fue a la destilería y olfateo las cubas que no daban alcohol, tomó muestras de la sustancia grisácea y viscosa y las puso en frascos para transportarla al laboratorio, sin olvidar recoger cierta cantidad de cantidad de pulpa de remolacha de las cubas sanas en fermentación que producían cantidades normales de alcohol. Volvió al laboratorio y examinó la sustancia procedente de las cubas sanas; y vio que estaba llena de glóbulos diminutos de color amarillento, y en cuyo interior había enjambres de curiosos puntos en continua agitación. Al observar al microscopio se dio cuenta de que esas esferas estaban agrupadas unas en racimos y otros en cadenas, y después, miró como salían yemas de sus paredes. Tomó el frasco que contenía la sustancia procedente de la cuba enferma, lo olió, lo examinó y descubrió unas motitas grises pegadas a las paredes del frasco y otras cuantas flotando en la superficie del líquido. Separó esas motitas y la examinó al microscopio y observó grandes masas móviles y enredadas de cadenas de botecillos, agitados por una vibración incesante y extraña.” Pasteur creía que estos bastoncillos eran fermentos del ácido láctico. También se le ocurrió un medio para probar que los bastoncillos estaban vivos y transformaban el azúcar en ácido láctico: tenía que idear alguna especie de caldo transparente para observar la posible reproducción de ellos. Ideó un método para observarlo: “Tomó levadura seca, la hirvió en agua pura y la filtró para obtener un líquido transparente, al que añadió cierta cantidad de azúcar y un poco de carbonato de cal para impedir que el líquido tomara un carácter ácido. Con la punta de una aguja muy fina pescó después una motita gris en el líquido procedente de una fermentación defectuosa, y con todo cuidado la sembró en el nuevo caldo, colocó el frasco en una estufa de cultivo y se dispuso a esperar. Al día siguiente observó como muchas motitas grises y todas ellas desprendían burbujas. Cogió el frasco hacia la luz y vio elevarse del fondo ligeras espirales. Puso al microscopio y en el líquido había millones de bastoncillos.” Pasteur realizó raros experimentos con una duración de tres años: “Llenó hasta la mitad varios matraces, unos con leche y otros con orina, los calentó en agua hirviendo fundiendo al soplete los cuellos para dejarlos bien cerrados. Llegó el día fijado, los abrió para demostrar que la leche y la orina se hallaban en perfecto estado de conservación y que el aire contenido en los matraces conservaba casi todo su oxígeno; no habiendo microbios, no se echaba a perder la leche, Por otra parte dejo que otros gérmenes se multiplicaran en matraces con orina que no habían sido hervidos y cuando busco en ellos el oxigeno, o encontró nada: lo habían gastado los microbios en quemar destruir las sustancias que les habían servido de alimento.”

ROBERTO KOCH EL PALADIN CONTRA LA MUERTE. El sueño de Koch era ser explorador, médico militar, o por lo menos medico naval para tener la oportunidad de conocer países exóticos o lejanos. Después de recibirse hizo su internado en un manicomio de Hamburgo, donde cuidando a los locos, difícilmente podían llegar a sus oídos los grandes descubrimientos de Pasteur y de sus microbios En los años entre 1860 y 1870, un joven Roberto Koch estudiaba medicina en la Universidad de Gotinga. El carbunco era por aquel entonces una enfermedad misteriosa que mataba vacas y ovejas. Koch examinaba la sangre de las vacas muertas por carbunco, ponía gotas de la sangre negra entre dos laminas de cristal muy delgadas y perfectamente limpias; un día, al mirar por el microscopio, vio entre los diminutos verdosa unas cosas extrañas, que parecían bastoncitos cortos y poco numerosos, que flotaban agitados por un ligero temblor entre los glóbulos sanguíneos; otras veces aparecían engarzados como fibras largas, mil veces más tenues que la seda fina. Y dejó de estudiar animales enfermos y se dedicó a los que estaban perfectamente sanos donde no había un filamento, ni un bacilo, pero no sabía si estaban vivos, crecían o se multiplicaban. Infectó a los ratones de su laboratorio con la enfermedad y a la mañana siguiente regresó a su laboratorio y encontró a los animales muertos, “Disecó al animal y le extrajo el hígado y los pulmones, registrando de paso todos los rincones. Encontró que el bazo estaba negro y muy hinchado, casi ocupaba toda la cavidad abdominal del ratón. Con un bisturí limpio y bien calentado abrió el bazo y puso sobre un cristal una gota del líquido negruzco que exudaba. Encontró los mismos microorganismos.” Koch observo como los pequeños bacilos se convertían en esporas que podían transportarse de un lugar a otro y determino como era que los animales sanos eran contagiados. Pero Koch quería descubrir un procedimiento que le permitiese obtener cultivos puros de los distintos microbios. Koch tenía la base de que una sola especie de microbio generaba una enfermedad determinada; así que un día observo casualmente la superficie del corte de media patata donde había varias manchas de un color diferente cada uno. Con toda precisión continuó tiñendo los tubérculos de todas las partes del cuerpo del obrero muerto y en todos ellos se veían los mismos animalillos. Asimismo en los animalitos muertos encontró los mismos bacilos.” Por último concluyó que las personas se contagiaban de tuberculosis inhalando el polvo del aire con gotitas de esputo de los enfermos de tuberculosis. En 1883 en cólera asiático invadió a Europa, cuando parecía que descubrirían la causa, la peste de enfermedad paró. Luego se marchó a Calcuta donde encontró en los intestinos de cuarenta cadáveres un bacilo en forma de coma, que no halló en ningún hindú sano. “Consiguió rápidamente cultivar el bacilo coma en gelatina de suero, y una vez que lo tubo aprisionado en tubos, estudió sus costumbres. Descubrió el bacilo coma en el agua pútrida de las cisternas. Llegó a la conclusión de que el cólera solo podía ser contraído por el hombre al beber aguas muy contaminadas como las existentes en la India.” Koch fue el hombre que demostró que los distintos microbios son los causantes de determinadas enfermedades, el hombre a quien la técnica de la “caza de microbios” debe su precisión científica, el hombre que actuó durante el período heroico de la Ciencia llevándola a las más altas cumbres.

PASTEUR Y EL PERRO RABIOSO Por aquella época, en la década de 1870, las maternidades de Paris eran unos verdaderos focos de infección, de cada 19 mujeres que entraban al hospital, moría una. Esta enfermedad que mataba a las mujeres era conocida como fiebre puerperal, y Pasteur descubrió que los microbios de esta enfermedad eran transmitidos a las mujeres sanas mediante los médicos; descubrió además que el microbio tenia la forma de una cadena de pequeños círculos. Como Pasteur desconocía mucho acerca de la medicina, nombro como ayudantes suyos a tres jóvenes médicos rebeldes a las anticuadas teorías medicas: Joubert, Roux y Chamberland Pasteur propuso un experimento a Louvrier: “Inyectó debajo de la paletilla de los animales sendas dosis de microbios virulentos del carbunco. Al día siguiente, todas las vacas presentaban grandes hinchazones en la paletilla, tenían fiebre y respiraban fatigosamente. Dos vacas le comisionaron a Louvrier, a las que se les sometería a su tratamiento; las otras dos, serían tratados por Pasteur.” Louvrier trato a las dos vacas: una murió y la otra siguió con vida. Pasteur obtuvo los mismos resultados, una muerta y la otra con vida, pues entonces, las vacas con vida fueron sometidas a nuevas dosis de carbunco, capaces de matar a un rinoceronte; inyectó a las vacas, pero no les sucedía nada. Pasteur llegó a una conclusión: “Cuando una vaca a tenido carbunco y sale adelante, no hay en el mundo bacteria capaz de producirle otro ataque: esta inmunizada.” Pasteur había encontrado la clave principal para inmunizar a los animales, la clave era dejar envejecer los cultivos, de tal modo que los animales se infectaran ligeramente y se repusieran de ello. “Un día trajeron al laboratorio a un perro rabioso; bien atado y con gran riesgo para todos, fue introducido en una jaula con perros sanos con el fin que los mordiese. Roux y Chamberland sacaron la baba del animal y la inyectaron a conejillos de Indias.” De cuatro perros sanos mordidos, solo dos mostraron síntomas de la enfermedad y los otros vivieron meses normalmente antes que se manifestara. Las conclusiones que sacaron fueron que: El virus de la rabia que penetra en las personas con la mordedura se fija en el cerebro y en la medula espinal. Todos los síntomas hacen supones que este virus ataca el sistema nervioso. Si se inyecta debajo de la piel hay la posibilidad de que se extravíe en el cuerpo antes de llegar al cerebro. “Roux cogió un perro sano, lo anestesió con cloroformo y, haciéndole un pequeño agujero en la cabeza, dejo al descubierto la masa encefálica viva, donde inyectó un apequeña cantidad de cerebro machacado de un perro recién muerto de rabia.” No había trascurrido dos semanas cuando el animal dio síntomas de la infección, y murió a los pocos días. Uno de los perros inoculados con la sustancia procedente del cerebro virulento de un conejo, dejo de ladrar, de temblar y milagrosamente se puso bien, se restableció por completo. Pocas semanas más tarde inyectaron en el cerebro a este mismo animal, una dosis del más virulento cultivo del que disponían. La pequeña herida sanó rápidamente, y Pasteur esperaba la aparición de los primeros síntomas fatales, pero no se presentaron, estaba inmunizado. Y por fin dieron un procedimiento para atenuar el virus de la rabia: No era a los perros a quienes se debería de inyectar la vacuna de la rabia, sino a las personas enfermas, cuando una persona ha sido mordida por un perro rabioso, el virus tiene que abrirse paso desde la mordedura hasta el cerebro y mientras eso sucede hay tiempo de inyectar la dosis de 14 vacunas. La primera vacuna hecha a un humano fue el 6 de julio de 1885 al niño Meister, el cual sobrevivió.

ROUX Y BEHRING MASACRE DE CONEJILLOS DE INDIAS Poco después de 1888, Emilio Roux, el ayudante de Pasteur, descubrió que el bacilo de la difteria destila un veneno extraño y que un gramo de esa sustancia bastaba para producir la muerte de 2 500 perros. En todas las gargantas los mismos bacilos extraños. El caldo de cultivo diftérico paralizaba a los conejos. “Tomo unos matraces y puso dentro de ellos caldo esterilizado y sembró cultivos puros de bacilos de difteria, colocándolos después en la estufa del cultivo, pasados cuatro días, en un aparato extraño: un filtro en forma de bujía hueca, de porcelana porosa, el cual dejará pasar el líquido y retuviera los bacilos. Inoculó el virus en pequeños conejos y conejillos de Indias, pero estos animales sobrevivieron al virus. Volvió a insistir con dosis mas elevadas de caldo filtrado a los mismos animales, a otros animales, y todo ello daba el mismo resultado, el líquido no contenía veneno. Pero otro bacteriólogo, Emilio Behring, trataba de observar los microbios de la difteria. El objetivo fundamental de Behring era encontrar una sustancia química que cure la difteria, inoculaba infinidad de conejillos de Indias con difteria y todos los animales enfermaron y a medida que se agravaban, les iba a inyectando diversos productos químicos. “Inyectó a varios conejillos de Indias una dosis de bacilos de la difteria capaz de matarlos con toda seguridad, y a las pocas horas los animales estaban enfermos; después, a las seis horas de la primera inyección, les hizo otra de tricloruro de yodo.” Ese día transcurrió sin complicaciones y al día siguiente los ratones estaban llenos de vida. Con ansiedad febril se dedicó a curar con el producto yodado a más conejillos de Indias; unas veces los mataban los microbios de la difteria, otras veces el remedio. “Behring preparó un cultivo conteniendo un veneno, pero totalmente exento de microbios, del cual inyectó grandes dosis a los conejillos curados, pero volvieron a resistir la prueba. Era la sangre la clave de Behring para encontrar la cura de los animales. “Cogió uno de los animales muy le hizo una incisión en el cuello para extraer la sangre de alguna arteria, pero no había arteria. Registró el cuerpo del animal y obtuvo una gota de sangre donde se encontraba la pata. Pero ya tenia unas cuantas gotas de suero procedente de un conejillo durado, suero que mezcló en un tubo de vidrio con gran cantidad del caldo venenoso donde había cultivado bacilos de la difteria; inyectó la mezcla a conejillos no inmunizados y no murieron.” Behring obtuvo como conclusión que lo único que destruía el veneno de la difteria es el suero de los animales inmunizados o de los que han tenido difteria. “Inyectaba bacilos de la difteria, toxina difterica y tricloruro de yodo a conejos, ovejas y perros, con el propósito de obtener el suero antitoxina que serviría como preventivo de la difteria.” Pero el efecto de la antitoxina no era duradero. Entonces volvió a entrar Emilio Roux, que creía firmemente que la antitoxina salvaría a los niños de las garras de la difteria.

ELÍAS METCHNIKOFF LOS SOLÍCITOS FAGOCITOS. Elías Metchnikoff fue un judío nacido en el sur de Rusia, en 1845. Fue a la universidad de Kharkoff. Le interesaba el estudio del protoplasma, pero se ocupo del estudio de la evolución de los gusanos. Tenia una manía de demostrar la supervivencia de los más aptos, de cómo la Humanidad resiste a los asaltos de gérmenes dañinos, aseverando que, los supervivientes no son los mejores, sino los más hábiles. Un día mientras observaba una estrella de mar notaba células errantes del cuerpo de estas; esas células comen alimentos, devoran las partículas del carmín, pero también deben de comerse a los microbios. “Esas células errantes son la protección de la estrella de mar contra los microbios. Nuestras células errantes, los glóbulos blancos, deben ser los que nos protegen contra los microbios invasores, son seguramente la causa de nuestra inmunidad contra las enfermedades, son las que impiden que contraigamos enfermedades.” - De ser cierta mi teoría, una estrella introducida en una estrella de mar pronto se verá rodeada de células errantes, y entonces recordé que, cuando las personas se pinchan los dedos pronto quedan rodeados de pus, formando principalmente por los glóbulos blancos, las células errantes de la sangre. Arrancó algunas espinas de un rosal y las clavó en el cuerpo de una de aquellas larvas transparentares de estrella de mar. Al amanecer las espinas del rosal estaban rodeadas por mazas de células errantes. Necesitaba un nombre científico para aquellas células, por lo cual las denominó “fagocitos”, que en griego significa célula que come. He demostrado que el suero de las ratas mata al bacilo de carbunco. Es la sangre de los animales, y no sus fagocitos lo que los hace inmunes a los microbios − gritaba Emilio Bchring y todos los enconados enemigos de Metchnikoff. Con docenas de brillantes experimentos de este género Metchnikoff obligó a sus adversarios a admitir que aveces los fagocitos se comen los microbios perjudiciales; pero el lamentable despilfarro de sus grandes dotes estaba en que siempre hacia experimentos en defensa de una idea preconcebida sin tratar de hallar las escondidas verdades de la Naturaleza. Metchnikoff empezó por fin, a hacer realmente feliz Metchnikoff pudo observar como las células errantes de la pulga de agua, sus fagocitos, se abalanzan sobre las peligrosas agujas, rodeándolas, comiéndolas, haciéndolas desaparecer. Cuando los fagocitos no daban batalla a las esporas, cosa que sucedió con la suficiente frecuencia para que la teoría de este fuera perfecta. En 1891, Mechnikoff vacunó a unos cuantos conejillos de Indias con bacilos parecidos a los del cólera y una semana después inyectó el vientre de los animales vacunados una nueva dosis de los nuevos bacilos, vivos y virulentos. Los fagocitos murieron al instante, pues son delicados y al abrirse dejaron escapar a los “bacilos vivos”. Metchnikoff tenía miedo a la muerte, por lo cual decidió estudiar el endurecimiento de las arterias por medio de la sífilis, y junto con Roux se aventuró a estudiar esta enfermedad. Mechnikoff murió a los 71 años.

THEOBALD SMITH Hacia 1890 hizo su aparición Teobaldo Smith, que dio la explicación de por qué el ganado vacuno del norte, cuando es trasladado al sur enferma y muere de fiebre de Texas, y de por que el ganado vacuno, aun estando sano, acarrea al ir al norte una muerte misteriosa para sus congéneres de esta región. Precisamente en aquellos días una enfermedad extraña, la fiebre de Texas, traía seriamente alarmados a los ganaderos; los del sur compraban ganado del norte, que era soltado de los vagones a pastar en campos junto con las vacas del sur perfectamente sanas. Lo mismo sucedía al enviar al norte los novillos y terneras del sur. Decían que la fiebre de Texas era producida por un insecto que vivía sobre las vacas, chupándoles la sangre, insecto que denominaban garrapata. Kilborne le habló acerca de la teoría de los ganaderos: “Donde no hay garrapatas no hay fiebre de Texas”. El 27 de junio de 1889 llegaron para trabajar 7 vacas flacas perfectamente sanas, procedentes de los ranchos de Carolina del Norte, estaban plagadas de garrapatas de todos tamaños. “Metieron cuatro de esas vacas del sur plagadas de garrapatas en el cercado número 1 junto con seis vacas del norte, pensando que las garrapatas invadirán el ganado del norte, pues no han estado puestos en contacto con la fiebre de Texas, pero tienen cierta predisposición para la enfermedad.” En el cercado número 2, no había garrapatas, permanecían completamente sanas. Smith reflexionaba sobre el notorio cambio de la sangre: el microbio desconocido de la fiebre de Texas ataca a la sangre; parece que algo se introduce en los glóbulos rojos, haciéndolas reventar. “Examinó el preparado la sangre de la primera vaca fallecida, examinado unos curiosos espacios piriformes, observó que los agujeros se convertían en seres vivientes piriformes que, asimismo, encontré en la sangre de todas las vacas enfermas. Pero se necesitaba saber de que forma se transmitía la enfermedad de Texas. “Si tomaba garrapatas jóvenes y sanas, incubadas en el laboratorio, garrapatas que nunca han vivido sobre el ganado, los pongo en una vaca norteña y dejo que se atraquen hasta saciarse. Eligió una ternera gorda, la puso en un pesebre y día tras día hacia pequeñas incisiones en la piel de la novilla para extraer unas gotas de sangre. Un día notó que estaba muy caliente y la sangre no fluía y estaba oscura; examinó al microscopio y vio que los glóbulos rojos estaban picoteados y destruidos.” La conclusión de Smith fue que la enfermedad era transmitida por la garrapata joven. Exterminado este insecto, bañando el ganado en soluciones antisépticas apara matar las garrapatas y manteniéndolo en campos limpios de bichos, desaparecerá la fiebre de Texas Durante dos veranos más, Smith y Kilborne descubrieron hechos curiosos relacionados con la inmunidad; vieron terneras norteñas con ataques benignos de fiebre de Texas, un par de ellas en el verano, a lo sumo, y que al siguiente año, más o menos crecidas, pastaban cuidadosamente en campos que resultaban mortales para las vacas del Norte no inmunizadas. De este modo se explicaron por qué el ganado del Sur no es víctima de la fiebre de Texas: esta cruel enfermedad existía en el Sur, en los sitios donde hay garrapatas, que están en todas partes; las garrapatas estaban continuamente picando a las vacas del Sur e inoculándoles los fatales microbios piriformes, que no les afectaban, porque los ataques benignos que habían tenido cuando eran terneras las habían hecho inmunes.

DAVID BRUCE Al regresar de la escuela de Medicina de Edimburgo, David Bruce entró en el Servicio Medico del ejército ingles. Fue destinado a la guarnición inglesa de la isla de Malta en el Mediterráneo, y para allá partieron él y su esposa. En la isla reinaba una enfermedad misteriosa llamada fiebre de Malta, que producía en los soldados fuertes dolores en las tibias. Bruce decidió buscar la causa de la fiebre de Malta. Y se paso semanas enteras aprendiendo a preparar un medio de cultivo a base de caldo de carne y agar−agar para el microbio de la fiebre de Malta. Compró varios monos y trató de inyectarles sangre de soldados enfermos, su esposa, que era su fiel ayudante, lo ayudaba a sujetar a los monos. Esta pareja de bacteriólogos recién casados, trabajaron y descubrieron el microbio de la fiebre de Malta. Pero en 1894, el médico cirujano David Bruce y su mujer se encontraban en Natal, viajando rumbo a Ubombo, donde los enjambres de moscas tse−tse los escoltaban. Ellos dos solos constituían la primera Comisión Británica para el Estudio de la Nagana, en Zululandia. Se les ordenó estudiar todo lo relacionado con la enfermedad llamada nagana, algo que hacia imposible la agricultura y peligrosa la caza mayor. A partir de 1894, Bruce y su esposa se encontraban en Natal para estudiar aquellos virus, específicamente todo aquello relacionado con la nagana (que significa espíritu deprimido), esta enfermedad se caracterizaba por infiltrarse en los mejores caballos, enfermarlos, mostrando destrucción de la grasa y sustituyéndola por bolsas acuosas en el vientre y causándoles una abundante secreción nasal; los ojos se cubrían de una película lechosa y quedaban ciegos. Existían diversas creencias acercas de la transmisión de la nagana: Las moscas tse-tsé son la causa de la nagana. Las moscas pican a los animales domésticos y les inyectan alguna especie de veneno. Eligió unos cuantos caballos sanos, a los que hizo bajar al bosque, ató a la boca unos sacos de lona para impedir que comieran o bebieran, y los hizo bajar de la colina a aquellos bosques; mientras vigilaba que no se quitasen los sacos, enjambres de moscas caían sobre los caballos. Pasaron unos quince días y uno de los caballos empezó a presentar mal aspecto y a tener la cabeza colgante, en la sangre de aquel caballo apareció el animalillo que atacaba a los caballos.” Pero, aunque los caballos no hayan comido ni bebido, pueden haber aspirado aire lleno de tripanosomas. Hay una manera de comprobarlo: En lugar de hacer bajar los caballos hizo subir las moscas. Dando como resultado que todos esos caballos murieron de nagana. Pero aun quedaba una duda que resolver, cuanto tiempo puede llevar tripanosomas en la trompa de una mosca tse-tsé. “Pusieron jaulas con moscas sobre perros enfermos, y con intervalos de horas y de días las hicieron picar después a otros perros sanos; esterilizó hebras de seda, que empapaba de sangre plagada de tripanosomas y que cosía después, para saber cuanto tiempo conservaba aquella sangre sus mortíferas cualidades.” Pero era necesario saber donde cogen las moscas los tripanosomas. Abrió en el canal los animales muertos, y con jeringuillas extrajo sangre de los corazones aun calientes, apresurándose al examen microscópico pero no encontró tripanosomas. Para comprobar si existían inyectó a perros sanos grandes cantidades de sangre procedente de 10 animales diferentes descubriendo de este modo que los microbios de la nagana pueden estar latentes en la caza mayor, esperando ser transmitidos por la moscas tse-tsé a animales domésticos.” Bruce llego al sitio de la enfermedad y hablo con Castellani acerca de los tripanosomas y los estreptococos; fueron al laboratorio y montaron microscopios para examinar la sangre de negros de enfermos a los que pincharon en la medula, donde descubrieron un sinnúmero de tripanosomas.

La teoría de Bruce acerca de esto era que las moscas tse-tsé deberían de infectarse de tripanosomas en alguna otra fuente que no era el hombre; tal vez esta fuente era la sangre de ciertas bestias; un día encontró tripanosomas en la sangre de una vaca. Su última expedición África fue en 1911 y se prolongó hasta 1914. Nyassalandia fue el último campo debatalla de Bruce contra la enfermedad del sueño, y fue su mas desalentadora lucha, porque fue allí donde encontró que la tse−tse, no solo vive en las márgenes de los lagos y ríos, sino que zumba y pica de un extremo a otro de Nyassalandia. No hay manera de escapar de ella.

ROSS CONTRA GRASSI EL PALUDISMO A mediados de 1899, dos científicos habían demostrado que solamente una especie de mosquito causaba el paludismo: Ronald Ross y Battista Grassi. En 1888, Ross aumento su interés por el mosquito del paludismo, era un medico del servicio indio. “Los mosquitos chupan la sangre a los palúdicos; la sangre contiene los parásitos, penetran en el estómago de los mosquitos y emiten flagelos, los flagelos se desprenden y penetran en el cuerpo de los mosquitos convirtiéndolos en una forma resistente parecida a las esporas del carbunco. Los mosquitos mueren, caen al agua y los personas beben el caldo de los mosquitos muertos.” El 28 de mayo de 1895 se embarcó para la India con la firme idea de que los mosquitos transmitían el paludismo.“Cazó mosquitos de cualquier clase y los dejó en libertad bajo los mosquiteros que cubrían las camas donde yacían unos hindúes medio desnudos enfermos del paludismo. . Desnudó a un palúdico y lo metió debajo de un mosquitero, porque había encontrado una nueva especie de mosquito, al que denominó mosquito pardo, los soltó debajo del mosquitero para que chupasen la sangre del enfermo y examinó los estómagos de los insectos; abrió uno de los últimos y encontró células irregulares formando una cosa redonda. Esos círculos deberían ser el parásito del paludismo en vías de reproducción.” “Se dedicó a buscar mosquitos en las alcantarillas, los desagües y las cisternas de Calcuta. “Trajo tres gorriones, uno sin microbios del paludismo en la sangre, otro con unos pocos y un tercero infestado de estos, los coloco en jaula aparte y cogió una cría de mosquitos completamente libres de parásitos del paludismo: ninguno de los mosquitos soltados en la jaula del primer gorrión presento círculos moteados en la sangre del estomago, el del segundo unos pocos y los del tercero tenían el estomago infestado de estos.” Grassi comenzó sus investigaciones, no sabia a donde iban los microbios del paludismo cuando salen de los círculos de reproducción en el estomago de los mosquitos, simplemente a las glándulas salivales. “Observando al microscopio una verruga en la pared del estomago de un mosquito hembra, 7 días después de haber chupado sangre a un pájaro palúdico, esta se abría y daba salida a un regimiento de curiosas hebras fusiformes que desparramaban por todo el cuerpo del mosquito. “Ensayo con los nuevos mosquitos sobre un hombre de apellido Sola durante noches seguidas, pero este era un hombre resistente y no mostró el menor síntoma, días mas tarde este hombre enfermó gravemente mostrando los síntomas de la enfermedad.” Ahora tenían la certeza de que los mosquitos esparcían la enfermedad del paludismo a sitios ectópicos y a personas que jamás tuvieron contacto con la enfermedad. “Incubó zanzarones y todas las tardes durante cuatro meses el en conjunto con 6 o 7 amigos permanecían sentados junto a los mosquitos para que los picasen; pero a pesar que esos mosquitos eran hijos de hembras de las regiones mas atestadas de paludismo, ni el ni ninguno de sus acompañantes enfermaron.” Llegó a la conclusión que no eran los hijos de los mosquitos, sino los mosquitos que han picado a un palúdico los que transmitían la enfermedad.

WALTER REED EN INTERÉS POR LA CIENCIA Y LA HUMANIDAD La extinción de la fiebre amarilla fue una gran lucha, lo cierto es que todo el mundo sabía la manera de combatir la enfermedad, pero todos tenían una opinión diferente acerca del modo de defenderse de ella: fumigar las sedas, telas y objetos de propiedad de las gentes antes que abandonen la ciudad infestada de fiebre amarilla o quemar estos objetos, para que el virus no se extienda. Tal era el conocimiento hacia 1900, mientras que Carlos Finlay, de la Habana tenía la teoría de que los causantes eran los mosquitos. San Cristóbal de la Habana era el sitio donde la fiebre había cobrado más victimas, por lo que el comandante Walter Reed fue designado a la investigación de cómo combatir la fiebre amarilla. Arribó a Quemados y se encontró con un número excesivo de soldados norteamericanos muertos, la comisión investigadora que iba con Reed eran James Carroll, Jesse Leazer y Arístides Agramonte. “Lazear los colocó en un lugar templado y se convirtieron en larvas, dieron a lugar a mosquitos de alas plateadas. Observo al mismo tiempo que las enfermeras, en contacto permanece con los enfermos no contraían la fiebre amarilla, por lo cual dedujo que el causante no era un bacilo. Era necesario hacer experimentos encaminados a demostrar que la fiebre amarilla es transmitida por los mosquitos, pero era necesario experimentar en seres humanos, por lo cual requirió que los miembros de su comisión se ofrecieran como voluntarios. “Lazear se paseo entre los muertos de fiebre amarilla, hizo que les picasen los mosquitos y después reintegró los insectos henchidos de sangre a sus jaulas con agua y terrones de azúcar. Consiguió 7 voluntarios e hizo que les picaran los mosquitos, pero ninguno de ellos contrajo enfermedad.” “James Carroll hizo que le trajeran el mosquito mas peligroso de la colección, que había picado a 4 enfermos de fiebre amarilla para que le picase, 4 días más tarde enfermó.” “El 13 de Septiembre un mosquito picó a un enfermo y después picó a Lazear, para morir el 25 de septiembre.” Reed instaló un campamento donde se dedico a buscar voluntarios que se dejaran ser picados por los mosquitos, los hombres que habían de ser picados deberían de permanecer encerrados días y semanas para evitar todo peligro de contagio casual. Introdujo a 3 hombres dentro de la barraca y estos con cajas conteniendo ropa de cama manchadas de vomito negro y deyecciones de muertos por fiebre amarilla, permanecieron ahí 20 noches seguidas y pasaron a cuarentena a una tienda ventilada, no presentaron síntomas. Al mediodía del 21 de diciembre de 1900, un paciente recién bañado y solo con una camisa de dormir, penetro junto con 15 mosquitos hembras, la mañana de navidad presentó los primeros síntomas.” Pero aun quedaba la duda de cual era la causa de la fiebre amarilla. “Logró obtener sangre infectada de fiebre amarilla, que pasó por un filtro de porcelana muy fina e inyectó el líquido filtrado a 3 personas no inmunes y 2 de ellas contrajeran fiebre amarilla.” La fiebre amarilla era causada por un microbio muy pequeño.

PABLO EHRLINCH LA BALA MÁGICA La idea de Ehrlich era matar los microbios, habría que hacerlo con una bala mágica, por ello logró transformar una droga en un producto que logró salvar la vida de los hombres. Empezó tiñendo animales vivos, empezó intentándolo con azul de metileno. “Inyectó un poco de azul en la vena auricular de un conejo; vio como el color se difundía por la sangre y el cuerpo del animal, tiñendo misteriosamente las terminaciones nerviosas.” Tenía que existir una sustancia que no se fije en ninguno de los tejidos del cuerpo humano, pero que tiña y mate todos los microbios que atacan al hombre. En 1901 leyó los trabajos de Laveran acerca dl paludismo y los tripanosomas; especialmente había observado que los tripanosomas del mal de caderas mataban al 100% de los tripanosomas y entonces les inyectó arsénico, que los alivió un poco y mato algunos tripanosomas, pero seguían muriendo al 100%; el objetivo era encontrar un colorante que salvase a todos los ratones. “Se procuró una buena dotación de ratones blancos, además de un ayudante japonés, llamado Siga que se ocupase de cortarles un pedazo de la cola a los ratones y buscar tripanosomas, inyectar sangre infectada a otros ratones.” Estaba Ehrlich ensayando el efecto que producían en los ratones los colorantes derivados de la benzopurpurina y los animales seguían muriendo, era necesario modificarlo introduciendo grupos sulfúricos. “Siga inyectó este compuesto modificado a 2 ratones blancos y los tripanosomas desaparecieron de la sangre, a este colorante lo denominaron rojo tripan. Siguió inyectando rojo tripan mejoraban un poco, pero a los pocos días caían victimas de este mal.” Se topó con una droga llamada Atoxil en cuya constitución entraba un anillo de Benzol, 4 átomos de hidrógeno y oxido arsénico, pero había que modificarlo un poco. Consiguieron modificar el Atoxil, pero cuando habían conseguido exterminar a los tripanosomas transformaban en agua la sangre de los ratones o les provocaba una ictericia mortal. Ehrlich siguió ensayando hasta que dio con el compuesto 606, cuya obtención significaba incendios y explosiones por los vapores de éter y difícil de conservar, porque a la menor traza de aire lo transformaba en veneno, era el 606 el p.p-dihidroxiarsenobenceno, que a pesar de todo, era inofensivo; una sola inyección del 606 hacia desaparecer todos los tripanosomas de un ratón atacado del mal de caderas. El 31 de agosto de 1909 un conejo macho encerrado tenia en la delicada piel del escroto 2 ulceras causadas por la roedura de espiroquetas. Inyectaron en la vena auricular la solución del 606, al siguiente día estaba totalmente curado.