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Nil: 17 años. Conflictos de relación con sus padres. 12 sesiones: Se trata de aquellos casos que nos gusta comentar, ya

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Nil: 17 años. Conflictos de relación con sus padres. 12 sesiones: Se trata de aquellos casos que nos gusta comentar, ya que la conflictividad era muy alta y la desesperación de los padres y, principalmente de la madre, era muy importante. Nil era un muchacho que contestaba mal a sus padres, se peleaba dialécticamente con ellos y les insultaba. No hacía caso de las normas establecidas en casa y presentaba una desorientación emocional y laboral importante. "estoy tan desesperada que me siento derrotada, no sé que tenemos que hacer, ya lo hemos probado todo" Realizamos una evaluación con los padres y una con la madre sola, en la cual detectamos deficiencias comunicativas y asertivas importantes, así como una gran dificultad de control de las emociones y el estrés. Entonces realizamos un par de sesiones psicológicas con Nil, en las cuales se detectó una gran queja hacia el trato y percepción de alta incoherencia e injusticia en las normas de los padres hacia él. La terapia consistió en transmitir las inquietudes del hijo a los padres y viceversa, hecho que provocó que los padres REBAJASEN

su ansiedad por la

situación y se aproximasen más a su hijo, reforzándolo más y no imponiéndola tantas cosas. Comenzamos incrementando y teniendo como obligación, por parte de los padres, la negociación con el hijo y la cesión respecto a él, para que éste aceptase también ceder y, entonces, con menos tensión y más proximidad, pudiesen negociar, con consejos y directrices que les recomendamos los psicólogos de Vic.

Laura, 15 años: Tristeza, somatizaciones e inseguridad. 34 sesiones: El caso de Laura lo queremos destacar porque consiste en un sufrimiento muy característica en estas edades. La adolescencia es una época muy compleja, por los cambios mentales, de personalidad, sociales y corporales que se producen. Deben entenderse y asumir muchos aspectos de la vida y esto sumerge a personas sensibles al riesgo de caer en la rareza, el miedo y la tristeza. "La por

adolescencia los

es

cambios

una

época

mentales,

muy de

compleja, personalidad,

sociales y corporales que se producen" Este fue el motivo de la visita de Laura al gabinete de psicología y salud de Vic. A lo largo de su vida, Laura ya había sido una niña con ciertos momentos de sufrimiento.

Ahora era más intenso porque no tenía ganas de ir al Instituto; muchos día no iba, sólo tenía ganas de llorar y le resultaba difícil asimilar conflictos que se producían con las amigas. Tenía mareos, vómitos, dolores... y se había convertido en crónico, desde hacía tiempo. Le explicamos que tenía una personalidad sensible y neurótica y, como tal, era muy sensible a cualquier aspecto mínimamente negativo de la vida. Trabajamos estilo de vida, cognitivo, prioridades, expectativas, reestructuración, entreno en habilidades sociales, trabajo de autoestima, de valorar qué debía sentir y qué no, orientación profesional y asesoramiento en relación a chicos y amigas, entre otros. Laura dejó la terapia cuando aún considerábamos (los psicólogos) que no había aprendido lo suficiente. Aun así, consideramos que la mejora que experimentó en cuanto a conocer qué le ocurría fue muy grande, cada vez somatizaba menos su sufrimiento y se le redujo la tristeza a momentos puntuales. Creemos que fue clave el hecho de que ella supiese qué le ocurría y que pudiéramos enseñarle estrategias para prevenir situaciones dificultosas y para controlar su sensibilidad.

Casos de terapias de adolescentes con baja consecución de objetivos Joan, 15 años, TDAH, 1 curso académico: TDAH con fracaso escolar: Joan es un chico con problemas de conducta y bajo rendimiento escolar. Es hijo de padres separados. Después de la valoración, se determina que Joan sufre de TDAH y esto hace que tenga un bajo rendimiento escolar. A la vez, el chico ha vivido una infancia difícil, ya que ha ido pasando temporadas con el padre y con la madre de manera inestable durante sus primeros años de vida. Así que, también hay una afectación emocional y presenta una autoestima muy baja. Joan no tenia adquiridos unos HÁBITOS

de estudio, y presenta sentimientos de rabia contra

los de su alrededor. Se deriva a una psiquiatra, con la medicación la conducta de Joan mejora. Aún así, se le proponen diferentes técnicas de auto control de la conducta y también de estudio, las cuales no aplica. También se hace asesoramiento a los padres. Por otro lado, el padre de Joan decide llevar-lo a otro psicólogo, con el cual, se realizan diferentes coordinaciones para trabajar en la misma línea. Joan se siente obligado a asistir al psicólogo y no es consciente del problema ni de que debe realizar algunos cambios; las sesiones son muy poco productivas. En ver que Joan no aprovecha las sesiones se decide a demanda de los padres, hacer un seguimiento para ellos sin que el chico deba acudir a las visitas. Finalmente,

estos se desvinculan del servicio, aunque siguen existiendo necesidad de asistencia terapéutica

Santi, 17 anos: Depresion. 26 sesiones. Los abandonos más comunes son por los motivos y por las problemática que os explicamos a continuación. Suelen ser personas pesimistas, con mucha exigencia hacia ellos mismos y ésta se traslada a la terapia. La propia exigencia y pesimismo interactúan y provocan una espiral de sensaciones y pensamientos negativos a lo largo de la vida y en momentos determinados explotan. Cuando vino al centro de psicología y salud de Barcelona, Santi llevaba un par de años inhibido, deprimido y muy aislado de amigos y familiares. Los pensamientos que tenía eran tristes, catastróficos y creía que no lo superaría. Presentaba ideación suicida. "¿Cuándo cosa

empezaremos en

a

hacer la

alguna terapia?"

(Comentario de Santi en la sesión 19ª) Trabajamos primero en darle información, explicarle el proceso y el pronóstico de lo que le ocurría (muy importante en cualquier terapia). Entonces insistíamos en el trabajo de la autoexigencia. Cabe decir que este tema aparece mucho como causante de la mayor parte de sufrimientos emocionales o psicológicos. También trabajábamos con habilidades y especialmente en el proyecto vital del día a día. El paciente, sin quererlo, buscaba más cosas, no se veía bien. Primero, naturopatía, después terapias alternativas; entonces le recomendamos psiquiatría y fármacos. Le advertíamos que estaba buscando la solución fuera y que no se permitía el proceso de mejora que necesita cualquier ser humano en una depresión. El no nos hizo caso y abandonó la terapia, acudiendo a una psicóloga de la Seguridad Social recomendada por su psiquiatra. Es un típico caso en que todos tenemos que reflexionar acerca si es o no mala praxis profesional recomendar cambio de terapia a un paciente que busca en los demás la solución total y rápida (varita mágica) de su malestar y no asume gran parte de la responsabilidad que le incumbe. Para nosotros, fue un paciente con muy mal pronóstico porque su ansiedad en mejorar le conducía constantemente a dejar todas las terapias y profesionales y a estar cada vez peor y más desesperado.

ADULTOS Marta, 35 años. Trastorno por atracón. 24 sesiones: M vino a consulta quejándose de no poder hacer nada por mejorar su aspecto físico, ya que varias veces por semana se daba atracones entre horas, a veces de cantidades elevadas y otras de menos, pero que en total hacían que su peso fuera incrementándose poco a poco hasta llegar a un índice de masa corporal (IMC) que ya no era saludable ni para su edad ni para su constitución física. Explorando con M y REGISTRANDO estos atracones, se dio cuenta de que usaba la comida para calmar la ansiedad que le generaban ciertos temas. Desde ese momento, cada vez que sentía el impulso de atracarse o de comer dulces, se preguntaba si realmente tenía hambre y si le apetecía realmente comer aquello, o si se trataba de reducir la ansiedad, y si era así empezó a poner en práctica sus propios recursos personales para solucionar lo que le preocupaba. "¿Quiero comer porque realmente tengo hambre o me apetece, o para reducir mi ansiedad?" A partir de ese momento, se ayudó a M en aquellas áreas de preocupación que ella sola no se sentía capaz de manejar. Así, trabajamos algunas preocupaciones personales que tenía con su familia, desde la relación con su hija a la culpabilidad que sentía por algunos hechos del pasado referentes a sus padres. Para ello, le fue muy bien entre otras cosas, ver los errores cognitivos en los que caía a menudo y el trabajo de la asertividad. Poco a poco sus preocupaciones se fueron reduciendo y si tenía, las iba resolviendo por si misma de manera satisfactoria, y de rebote se redujeron las ganas de darse atracones con la comida. Esto, junto al cambio en los HÁBITOS alimentarios y del ejercicio físico que se le enseñaron, hizo que fuera PERDIENDO PESO poco a poco y que mejorara notablemente su autoimagen y sobre todo la sensación de control sobre sí misma.

Cecilia, 21 años. Episodio depresivo + Dispareunia. 21 sesiones: C es una chica de 21 años que consideraba que tenía un carácter difícil, pero que últimamente notaba que se enfadaba más, se sentía más irritable, ansiosa, lloraba y le cambiaba el humor con mucha facilidad. Durante la evaluación, pudimos observar que la sintomatología que describía respondía a un episodio depresivo, básicamente originado porque no conectaba desde hacía tiempo con las personas que le rodeaban, incluida su pareja, motivo por el que se habían ido deteriorando estas relaciones. Además, con la pareja hacía meses que no tenían relaciones sexuales ya que por un lado no sentía deseo y por el otro, sentía dolor durante las relaciones. Se vio y ella misma reconocía, que acostumbraba a malinterpretar algunas situaciones y eso había hecho que se alejara de las personas que más quería. "Últimamente me noto más irritable, lloro y sufro constantes cambios en mi estado de ánimo" "Hace meses que no tenemos relaciones sexuales porque siento dolor en la penetración" Por lo tanto, nos centramos en trabajar aquellas cosas que hacían que malinterpretara situaciones sociales, de pareja, de familia.... ayudándola a encontrar nuevas alternativas posibles. Se trabajaron los errores cognitivos implicados y también el perfeccionismo mediante la técnica de la reestructuración cognitiva, pues mostraba altas expectativas que hacían difícil su cumplimiento tanto en ella como en los demás, conduciéndola a un estado casi permanente de frustración. Poco a poco, su estado de ánimo fue mejorando y aprendió a ver las situaciones diarias desde otro punto de vista, más empático y relajado, lo que le permitió acercarse de nuevo a las personas con las que convivía y a su pareja. Pero lo que no mejoraba eran sus relaciones sexuales, pues C les había cogido tanto miedo que ya no quería ni intentarlo. Analizando como fueron las últimas relaciones, se vio que ya se encontraba inmersa en un estado de ansiedad importante y que durante las relaciones estaba más pendiente de sus preocupaciones personales que de la relación sexual en sí misma, por lo tanto no entraba nunca en una fase de excitación que le permitiera una lubricación suficiente para que se diera la penetración sin dolor. Citamos a la pareja para explicarle nuestra hipótesis, hablar abiertamente del malestar que producía el hecho de no tener relaciones durante meses, hacer una sesión de psicoeducación sexual y explicarles el tratamiento conductual que iban a seguir. Este consistía en ir pasando fases desde la focalización sensorial y genital hasta la penetración completa, con una serie de hitos que deberían conseguir en cada fase antes de pasar a la siguiente. Cuando llegó la fase de la penetración, la relación sexual resultó satisfactoria e indolora, lo cual permitió a C acabar de perder el miedo a volver a sentir dolor y recuperó así el deseo sexual.

Mireia, 27 años: Depresión, desorientación vital. 32 sesiones. Mireia es una chica que vino a terapia psicológica muy desorientada; lloraba constantemente y no sabía porqué estaba tan mal. La vida en general le iba bien, había finalizado estudios superiores, de la carrera que ella quería, su familia la ayudaba y la apoyaba, tenía recursos económicos, amistades, etc. Al analizar juntos su historia y situación actual fuimos encontrando el hilo del problema: estaba pasando un cambio de ciclo vital que no encajaba; era el final de una época estudiantil en la que se había desenvuelto muy bien, ya que es una estudiante brillante, y empezaba una nueva época, más incierta e insegura, como es la entrada en el mundo laboral, con todo lo que esto implica. "Estoy desorientada, lloro, sufro y no sé qué me ocurre, necesito ayuda" "Con la terapia psicológica estoy mucho más segura de mi misma y con un estado de ánimo más estable" Trabajamos aspectos como entender el porqué de sus emociones en relación a la situación que estaba viviendo; Ella entendió qué le ocurría. A partir de aquí pudimos trabajar la aceptación de esta nueva situación y los temores que se derivaban de ella, así como aspectos de su personalidad que generaban más inestabilidad emocional y desánimo. Finalizó la terapia psicológica muy satisfecha y con más recursos para poder enfrentarse a los cambios que supone vivir.

Carme, 50 años. Depresión por muerte de su pareja en accidente. 78 sesiones. Carmen acudió al centro de psicología de PSIGMA de Barcelona al cabo de un año de que su esposo fuese atropellado por un coche con resultado de muerte. Presentaba una sintomatología muy depresiva, una personalidad dependiente de base, no tenía recursos emocionales y sólo pensaba en quitarse la vida. "Roger, quiero morirme" La psicoterapia consistió en trabajar el luto con estrategias cognitivas que le permitiesen ver las cosas positivas de au vida anterior a la relación de pareja, pero también de las presentes y de las que podía construir. Utilizamos diferentes técnicas emocionales e insistíamos mucho en las habilidades sociales, en la sociabilización y en el listado de recursos y fortalecimiento de la autoestima y de la autonomía (cabe destacar que siempre ha habido una personalidad muy dependiente que provocaba la mala gestión de la muerte). El tratamiento fue complejo, con algunos intentos de suicidio graves que provocaban recaidas. Actualmente Carmen viene a sesiones de control y seguimiento cada 2 meses y especialmente vamos fortaleciendo el proyecto vital y los rasgos de personalidad depresivos debidos a su personalidad neurótica y a la alta sensibilidad y debilidad que, a pesar de haberse reducido mucho, aun perdura.

José 32 años: Hipocondría. 61 sesiones. La hipocondría es un trastorno con entidad propia pero lo podríamos englobar dentro de los trastornos ansiosos u obsesivos. Es un temor a tener o desarrollar enfermedades o síntomas corporales y emocionales y se caracteriza por un estado de alerta máxima y de autoobservación constante. José acudió a los psicólogos de Vic en un estado ansioso muy importante. Acudía constantemente a urgencias del Hospital y tenía mucho miedo a tener un problema con el corazón o una enfermedad grave. Durante un par de años, tanto en la salud privada como en la pública, no cesaba de hacerse escáneres, TAGS y ecografías. "Creo que no son normales estos latidos que oigo en el corazón y tengo que ir controlándolo" Durante el primer año de terapia trabajamos la estabilización de la ansiedad a través de técnicas de relajación, de confrontación cognitiva, de análisis de probabilidad y búsqueda de información y de exposición en imaginación. Poco a poco fuimos utilizando técnicas de intención paradoja, de reestructuración cognitiva y de exposición gradual. Estos trastornos son muy rígidos y provocan que la persona que los sufre acostumbre a necesitar una terapia muy larga, como ha sido el caso. Actualmente José viene cada seis meses a PSIGMA para valorar su estado. Según él, se ha liberado de un 80% de los temores y puede hacer vida normal otra vez. Considera que es casi imposible que vuelva a ocurrirle, ya que ha adquirido una forma nueva de pensar sobre su cuerpo y la vida.

Albert, 28 años: Ansiedad, somatizaciones, malestar general. 41 sesiones. El paciente provenía de otra terapia de medio año de duración que no le había funcionado. Venía deprimido y desesperanzado, creyendo que estaría mal durante toda su vida, a pesar de su juventud. El malestar era múltiple y se manifestaba principalmente en días puntuales en que los problemas y la ansiedad eran muy elevados. Tenía dolores por todo el cuerpo y dificultades con el sueño. Analizamos el estilo de vida, la organización y las prioridades y no observamos nada destacable. "Creo que tengo alguna 'tara' que provoca que me encuentre mal; ningún médico me ha encontrado nunca nada" Cuando miramos más profundamente el tema del sueño, observamos que, a pesar de que el paciente dormía unas siete horas al día, consideramos que no descansaba, según su metabolismo, las horas suficientes. Sólo este motivo hizo que nos planteásemos de probar que durmiera 9 horas al día. Al cabo de pocas semanas, Albert se encontraba mucho mejor y la ansiedad y el malestar eran más puntuales. Efectuamos algunos ajustes en la personalidad autoexigente y en priorizaciones vitales. Trabajando la reflexión de ciertos aspectos, realizando terapia cognitiva, haciendo algunos cambios en temas personales y laborales y dando más tiempo al deporte, la mejora llegó al 70%, hasta que finalizamos la terapia por acuerdo de ambas partes y porque Albert se consideraba PREPARADO para seguir mejorando.

Regina, 43 años. Separación conyugal. Dependencia afectiva. Alta ansiedad. 15 sesiones: La Reina llegó a la consulta con una ansiedad muy elevada, estaba en proceso de separación de su actual pareja y no lo aceptaba. Explica que con la anterior pareja que tenía cuando lo dejaron pasó por la misma situación de ansiedad extrema, miedo de estar sola y necesitaba constantemente alguien a su lado. Es un caso de dependencia afectiva muy claro ya que al estar en pareja automáticamente bajaba la ansiedad y no volvía a estar mal, el solo hecho de estar con alguien le daba seguridad y desconectaba las sensaciones de malestar y vacío en ella. Lo había experimentado en diferentes ocasiones. “No puedo vivir sin él, estoy perdida, pensaba, ahora lo veo diferente, he aprendido a tener más recursos” Seguimos la terapia de una manera poco lineal ya que su trabajo impedía poder tener un horario estable, mejoró a la hora de comprender los mecanismos de la ansiedad y la dependencia, tenía más recursos y una ansiedad menos invalidante pero no siguió la terapia el tiempo suficiente como para poder mejorar completamente la dependencia a nivel afectivo. Le costaba mucho exteriorizar lo que sentía y buscó una nueva pareja, así a nivel sintomatológico hubo una gran mejora pero si la pareja tampoco funciona puede volver a recaer en un futuro.

Robert, 78 años. Problemas de memoria, 4 sesiones: Robert pide hora de vista ya que últimamente ve que empieza a presentar ciertos problemas de memoria. Lo lleva a su hija ya que ha tenido diferentes episodios de olvido y se ha desorientado a la calle en dos ocasiones. “Estoy mucho mejor que hace un mes cuando pedí visita, y me lo paso bien con los ejercicios de memoria que hago, estoy entretenido y contento, hice muy bien de pedir ayuda profesional” Está asustado y no sabe cómo enfocarlo. Hicimos algunas sesiones, la primera de evaluación con un sencillo test de memoria para descartar o confirmar el diagnóstico de deterioro cognitivo, y apoyo emocional, escuchando sus demandas e inquietudes. En las siguientes sesiones les explico cómo hacer un programa de estimulación cognitiva con unos sencillos ejercicios que él mismo se podía auto aplicar en casa. El Sr. Robert quedó más tranquilo y seguro de sí mismo, con el programa de estimulación cognitiva se lo pasaba bien y estaba activo propiciando el mantenimiento de la memoria.

Natalia, 62 años: Baja autoestima + inseguridad. 31 sesiones. Es un motivo de consulta muy frecuente. Desgraciadamente, Natalia sufrió mucho durante su vida porque no sabía como solucionar su inseguridad. La interfería en muchas situaciones: familiares, laborales, ir a comprar, con los hijos y nietos...y le hacía pasar algunas temporadas con sintomatología depresiva. Siempre se veía inferior a los demás en todo y para todo, no se valoraba nunca y siempre la conducía a dar mucho, a no decir nunca que no y a no cuidarse. "Los demás siempre han de ser antes que yo, si ellos están contentos, yo también" Cuando acudió a los psicólogos de Vic, tenía pocas esperanzas de poderlo mejorar, y más a su edad. A pesar de ello, empezamos por el trabajo de derechos humanos, habilidades comunicativas, entreno en aserto, crítica interior a los demás, establecimiento de expectativas y prioridades, gestión de las relaciones, saber decir que no, reestructuraciones cognitivas....que nos dieron unos resultados que ni los propios profesionales pensábamos obtener. Cabe decir que la mujer sumisa e insegura que era pasó a sorprendernos a todos, organizando viajes y estancias en balnearios ella sola y haciéndose voluntaria de una ONG en la que conoció a dos de las que forman parte su grupo (recuperado) de amigas, La última vez que la vimos Natalia nos dijo que incluso podía aguantar discusiones y defender su opinión ante gente de su entorno: una muestra de dignidad y buena autoestima.

Gemma, 24 años: Timidez y fobia social. 35 sesiones. La fobia social es un temor a la gente pero no a la cantidad sino a la observación y avaluación de esta gente. Esconde detrás una bajo autoestima e inseguridad, así como mucha exigencia. A Gemma este problema le provocaba un alto sufrimiento. No se veía capaz de ir a ciertas clases de la Universidad, le ocasionaba problemas de relación con los demás y no sabía cómo aprovechar situaciones con chicos que le interesaban. Se sentía muy débil para poder tener y mantener un grupo de amigas y nunca se comunicaba íntimamente ni con los padres ni con los amigos. Es estos casos la reestructuración cognitiva en el refuerzo de la autoestima y en la crítica interna a los demás es fundamental. Trabajamos situación sociales en imaginación y en exposición en que cada semana pautábamos pasos para ver cual sería la reacción de la gente. La confrontación siempre nos daba una valoración positiva por parte de los demás. "no puedo, no puedo decir nada y no sé por qué...; estoy muy mal" Cuando Gemma empezó a ver más características positivas de ella que negativas, se sintió cada vez más en el mismo nivel que las demás personas y empezó a relacionarse como lo hacían los otros con ella. Se dio cuenta de que la gente la trataba bien y fue la retroalimentación que le permitió cambiar su percepción de debilidad social. Actualmente, Gemma no tiene ningún problema de timidez que le afecte alguna área de su vida, si bien continúa con timidez puntual en ciertas situaciones y días, ya que forma parte de la timidez innata o temperamental.

Leonor, 28 años, problemas de relación con los demás, problemas con la familia de origen y celos. Estado de ánimo bajo. 30 sesiones: La Leonor comienza la terapia para poder trabajar aspectos que según ella no le gustan de sí misma, quiere dedicar un tiempo a hacer crecimiento personal. Tiene una historia que se remonta a su familia de origen, de mucha dependencia emocional, llegando a situaciones desagradables y muy tensas. Muy joven se desvinculó de la familia para poder hacer su camino en la vida, con sus valores e inquietudes y viviendo la vida como cree que debe hacerlo, pero este camino no le es fácil y tiene sentimientos contradictorios y desajustados, que no le ayudan a poder disfrutar libremente de su libertad personal. “Es sorprendente cómo puedes ser más feliz si dedicas un tiempo a ti con una buena terapia psicológica” Estos problemas se han manifestado con más intensidad por una ruptura con la pareja. Trabajamos a nivel narrativo y vivencial, comprendiendo lo que le ha pasado, vamos construyendo lo que quiere ser, y cerrando heridas del pasado. Trabajamos con para poder ampliar diferentes situaciones conflictivas que le han sucedido y maneras alternativas de proceder, para mejorar la seguridad y confianza en sí misma. Leonor hace el proceso poco a poco pero está muy contenta con las mejoras a nivel anímico y a nivel de autoestima, sobre todo ve que ha crecido a nivel personal y ya no tiene sentimientos intensos de rabia hacia la familia de origen.

Gregorio, 42 años. Trastorno bipolar. 14 sesiones: G vino al centro desesperado por sus cambios repentinos de estado de ánimo y la intensidad con la que los vivía sin poder controlarlo. Sabía que sufría un trastorno bipolar des de hacía muchos años y se estaba medicando correctamente, pero nunca nadie le había hablado en profundidad de cómo funcionaba este trastorno ni le habían dado más recursos a parte de la medicación. G tampoco relacionaba sus altibajos emocionales con el trastorno y lo atribuía más a un “error” en su personalidad o manera de ser, lo cual tampoco le ayudaba demasiado. “El trastorno bipolar no se cura por el momento, pero sí que se puede controlar y mejorar el bienestar psicológico y la calidad de vida” Analizamos su historia pasada y reciente respecto a sus cambios anímicos, diferenciando los “inesperados” que pudimos atribuir a su enfermedad, y los “esperados” ya que iban ligados a desencadenantes lógicos y no eran tan intensos como los otros. Respecto a los cambios esperados, trabajamos algunos de esos desencadenantes (discusiones conyugales y familiares en su caso) para manejarlos mejor. Y respecto a los inesperados, conseguimos localizar las señales previas a los episodios depresivos o maníacos y pensamos en las estrategias que mejor le podían ir para reducir la intensidad de estos (muchas de ellas ya los utilizaba pero no de manera consciente, y otras las generamos entonces). “Me pongo tan mal, que me voy al hospital para que me ingresen antes de acabar haciendo alguna tontería” El trastorno de G lógicamente no desapareció al finalizar la terapia, pues se trata de una enfermedad crónica, pero sí que conseguimos controlar sus efectos, ponerle conciencia y sobre todo sentir que tenía más control sobre sí mismo, con lo que también acabó ganando en cuanto a autoestima.

Laia, 25 años. Duelo no resuelto. 9 sesiones: L vino a terapia muy angustiada porque aunque estaba muy bien con su pareja y sabía del cierto que le quería, continuaba pensando en su ex-pareja con quien ya no tenía ningún tipo de contacto. Estos pensamientos tenían un fuerte componente de rabia y de tristeza y nunca habían sido expresados, ya que la ruptura fue muy brusca y enseguida empezó con la relación actual. A la vez se sentía muy mal al pensar en ello, como si estuviera engañando a su pareja actual aún a sabiendas de la naturaleza de sus pensamientos. “Cuando estoy con mi pareja y me acuerdo de mi ex me siento fatal, como si le estuviera engañando, y ya sé que no, pero no puedo evitar sentirme así... ¡Necesito cerrar ese capítulo!” Vimos claramente que no se había hecho un duelo por su ex-pareja y que teníamos que encontrar el momento y el lugar para hacerlo. Como se sentía preparada a iniciarlo, dimos pie en la consulta para que se diera la expresión de todos aquellos pensamientos y sentimientos, y con la realización de diferentes tareas para casa para ayudar en el proceso. Utilizamos técnicas emocionales como las listas de agravios, las cartas dirigidas pero no entregadas a la ex-pareja, las sillas vacías y algún que otro ritual de cierre. Una vez hecha toda la expresión emocional, M dejó de pensar en ello y recuperó la tranquilidad y la alegría que la caracterizaban.

Teresa, 30 anos. Baja autoestima, 18 sesiones: T acudió a Psigma angustiada física y emocionalmente. A nivel físico sentía un ahogo y una presión en el pecho que no comprendía y emocionalmente se sentía absolutamente perdida en su vida. Hicimos la técnica de la externalización del síntoma y vimos que el síntoma solo se daba en situaciones en las que T se sentía insegura, y que la función de éste no era otra que alertarla de su manera de actuar con el fin de agradar a los demás. “La presión en el pecho me dice que vigile con lo que digo delante de según quien para agradar...” Corroboramos la hipótesis estudiando su historia de vida, y cuando se había sentido tranquila y segura con los que le rodeaban o hacía aquello que le gustaba desaparecía el síntoma. Estuvimos un tiempo trabajando la inseguridad, objetivizándola, viendo de donde venía y expresando aquellas emociones negativas que guardaba en su interior hacia las personas que le habían hecho sentir así. Una vez hecho esto pudo comprender a esas personas (por ejemplo a sus padres, que por sobreprotegerla la habían invalidado continuamente), las pudo perdonar y se sintió mucho más segura de sí misma. El ahogo fue desapareciendo paulatinamente a medida que fuimos trabajando hasta quedar vacío, pues ya no necesitaba ninguna alarma de protección porque se sentía segura de quién era y no necesitaba ser nadie más que ella misma..

Ingrid, 45 años: Moobing. 22 sesiones. El moobing es un maltrato psicológico en el ámbito laboral o académico. Ingrid llevaba 4 años con un elevado sufrimiento ya que se jefe, empresario destacado, la sobrecargaba de trabajo, la ridiculizaba en público y le hacía comentarios sexuales en privado que la mantenían en un estado de ansiedad y tristeza muy peligrosos para su salud. "no puedo más, no sé qué hacer, estoy en sus manos,...hace lo que quiere y no puedo decir nada" Fueron claves las primeras 5 visitas, en las que, después de analizar el problema, la paciente se dio cuenta de qué le ocurría y pudo ver que tenía muchos derechos que desconocía y, por lo tanto, que no utilizaba. Después del sorprendente descubrimiento, empezamos a elaborar un diseño y un plan para que pudiese, poco a poco, cambiar la conducta y la actitud ante su jefe y compañeros de trabajo. Este nuevo rol consistía en ser más pasiva en algunas áreas y comentados del jefe y más habilidosa y asertiva en otras. Obtuvimos resultados importantes ya que el jefe quedaba desorientado y percibía a "su víctima" como más valiente que antes y progresivamente él fue molestándola menos. Como consecuencia, Ingrid no tuvo que dejar el trabajo y pudo volver a sentirse tranquila, llevando un ritmo de trabajo correcto. Recuperó la salud, empezó a dormir bien y su autoestima personal y laboral consiguió unos puntos que incluso ella no recordaba haber tenido nunca.

Montse, 33 años. Dependencia emocional y baja autoestima. 6 sesiones: Montse acude a terapia movida por la angustia que le supone tomar una decisión: acabar definitivamente con la relación de pareja con Tom o seguir con él. Cuando identificamos los motivos que le han conducido a este planteamiento aparecen emociones como la rabia, la angustia y la decepción ante las faltas de respeto de Tom, la sensación de no tener voz propia, las continuas discusiones y pocas muestras de afecto, etc. Al indagar en los aspectos que le impiden tomar una decisión aparece un aspecto clave en el proceso de terapia: “Me da miedo quedarme sola; sola no valgo nada”. Para Montse, decidir implicaría dejar de tener pareja, lo que para ella significa dejar de tener valor. Esta creencia se hace evidente cuando exploramos su línea de vida en relación a las parejas y observamos –por sorpresa de Montse- que desde los 15 años siempre ha tenido pareja, pasando sólo 6 meses SOLTERA. Montse, hasta ahora, ha estado viviendo y siendo en función de los demás, subordinada a sus parejas y siempre con una necesidad excesiva de agradar y complacer a los otros, lo que explica su inseguridad, la frecuente presencia de sentimientos de culpa y el conflicto interno que padece: “Siento que no puedo ser yo”. Durante la terapia, se trabaja la toma de decisiones y habilidades sociales para pasar de una posición pasiva a adoptar una posición asertiva; hablando, sintiendo y actuando desde el Yo. La regulación emocional también es un punto esencial para empezar a conectar con las propias emociones, necesidades y deseos, así como

romper con aquellas creencias y máscaras que la están limitando en su proceso hacia la autonomía. Finalmente, Montse decide acabar con la relación de forma definitiva: “He tomado una decisión pensando en mí, no en lo que sería sin él. Tengo que estar bien conmigo misma, ahora lo veo”. Se ha dado el permiso para legitimarse, ser coherente consigo misma y conectar con la solitud.