Caso Clinico n2 Postura Corporal

DOLOR DE ESPALDA / ENERO 11, 2018 Dolor lumbar de origen visceral. Caso clínico. A finales de junio vino a mi consulta

Views 92 Downloads 0 File size 330KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

DOLOR DE ESPALDA / ENERO 11, 2018

Dolor lumbar de origen visceral. Caso clínico. A finales de junio vino a mi consulta un paciente aquejado de dolor lumbar. Hasta aquí todo normal pues casi 8 de cada 10 pacientes que trato padecen dolor en esta zona baja de la espalda con o sin ciática asociada. Este paciente era un chico de 40 años, con semblante serio y compungido. Venía encorvado, con postura “derrumbada” reflejo de su estado de ánimo. Su relato mostraba desesperación, agobio y bajo ánimo. Su dolor lumbar había comenzado hacía más de 2 años y lo tenía desde entonces 24 horas al dia, todos los días. Era un dolor costante en cualquier posición, incluso en la cama. No aumentaba especialmente al realizar ningún gesto ni tampoco se aliviaba con nada, ni siquiera con medicación. Había pasado varias veces por el médico y cuando llegó a mi, tomaba varios antiinflamatorios al día además de diazepam para dormir. Le habían hecho pruebas y a nivel médico no había nada en sus lumbares que pudieran originar dolor semejante. Al final, el médico insinuó el uso de parches de morfina o la toma de antidepresivos. Estaba de baja laboral y en su tiempo libre no realizaba ninguna actividad de ocio o diversión ni ninguna actividad física. Estaba realmente afectado. Me preguntó varias veces: ¿ Pero me vas a quitar el dolor verdad? ¿ Tu crees que mejoraré? Con una ansia por mejorar sincera y desesperada. En la exploración no veo grandes alteraciones posturales más allá de una retraccion de cadena posterior en piernas. Tampoco contracturas ni bloqueo en los iliacos. Me llama la atención dos grandes cicatrices que decoran su tronco por delante. Una en el esternón debido a un “pectum escavatum” de adolescente. Y otra, gruesa, a nivel abdominal por dos obstrucciones intestinales a la edad de 4 años. En esa zona los tejidos se notan adheridos y con poca capacidad de movilidad. Prosigo mi exploración ahondando un poco más en el estilo de vida del paciente y me confiesa que su alimentación es bastante mala. Hay cafés diarios en su dieta, lácteos sobre todo queso, cervezas y gran consumo de carnes sobre todo rojas. Comida rápida y fritos y total ausencia de verduras , frutas y pescado. Su intestino estaba irritado, sus deposiciones eran blandas, sin consistencia muchas veces. Después de todo esto mi hipótesis es que su dolor lumbar tiene un claro origen visceral. Su intestino está en disfunción bien por no llevar una alimentación adecuada, bien porque desde pequeño ya hubo problemas a ese nivel que intentaron solucionar via quirúrgica en dos ocasiones.

Junto con otro colega fisioterapeuta al que había acudido días antes, coincidimos en que lo prioritario es dar pautas adecuadas de alimentación y en su caso hacer un cambio drástico. Eliminamos de su dieta el alcohol, el café, los dulces, azucares, alimentos procesados, el trigo, los lácteos y los fritos. Aconsejamos el consumo diario en comida y cena de verduras y hortalizas y dos piezas de fruta al día. Eliminamos por completo el consumo de carne durante el primer mes y recomendamos el pescado blanco y azul y los frutos secos crudos y semillas. Cambiamos el arroz blanco por integral y ayudamos con un par de suplementaciones para ayudar a su intestino e hígado a recuperarse. Me pregunta por la medicación: “la dejo?” Le pregunto que si nota que al tomarla su dolor se alivie. Su respuesta un rotundo NO… He de decir que el paciente se lo tomó al pie de la letra y a pesar de la diferencia entre estas nuevas pautas y su alimentación habitual hizo un cambio drástico y repentino. Esto es de agradecer ya que en la siguiente consulta, a penas 15 días después el paciente ya refería leve mejoría del dolor. Seguía siendo diario pero más leve. Los primeros días tuvo dolor de cabeza y sensación de cansancio debido al proceso de desintoxicación, pero siguió adelante. Me comentó que por su cuenta dejó la medicación para el dolor, y curiosamente esos 15 días había estado mejor. Mis sesiones mientras tanto fueron encaminadas al trabajo fascial a nivel abdominal, sobre todo intestino delgado y grueso, elastificación del mediastino, diafragma y parrilla costal. Trabajé también a nivel lumbar y articulaciones sacroiliacas y trabajé en globalidad la cadena posterior. Le recomendé retomar actividades de ocio y vida social ya que pienso que en su sufrimiento constante estaba también un poco encerrado en sí mismo. La tercera consulta había pasado un mes y me contó que se había notado tanta mejoría que había comenzado a ir a nadar como solía hacer. La siguiente sesión fue pasado otro+ mes. Entró en mi consulta sonriendo, caminando a paso alegre y diciendo desde fuera : qué tal Sara, cómo estas? El cambio lo vi al instante y luego él me lo confirmo. Ya no había dolor lumbar, sólo una leve molestia que no estaba presente siempre. Una leve molestia que igual notaba al estar mas tiempo sentado o de pie quieto, o tras hacer más rato de caminata o natación. Me comentó que podía hacer vida normal, que su dolor no estaba presente en su mente, que podía pensar en otras cosas. Había disfrutado de unas vacaciones con una calidad de vida como hacía años que no tenia. Seguía con el deporte y había comenzado a trabajar tras la baja. Estaba realmente contento.

Decidí fijar una cita para dentro de 3 meses y pedirle que sigua igual. Se sorprendió y mostró un poco de “miedo” por estar tres meses sin tratamiento manual, pero yo confiaba plenamente en que los cambios los tenía que hacer y mantener él. Volvió un poco antes de final de año. Cuando entró por la puerta, literalmente no le reconocí. Se había afeitado su gran barba y cortado el pelo. Se le veía cambiado, alegre, erguido, hasta más guapo. Me dijo que seguía con las pautas que le di a rajatabla y que no tenía dolor. Cero dolor. Trabajaba normalmente, hacía deporte 5 días a la semana y vivía sin pensar ya en que durante los últimos dos años el dolor lumbar condicionaba su vida y era el centro de ésta. Le recomendé seguir ya una dieta básica sana (una dieta mediterránea normal) con alguna restricción y hacer vida normal. Quedé en verle dentro de 6 meses. Los dos nos fuimos realmente felices. Con éste ejemplo, el último y de los más claros que he tenido en consulta, simplemente quiero demostrar que hay alternativas a un dolor crónico más allá de considerar al paciente psiquiátrico después de haberlo intoxicado a pastillas. También quiero dejar claro que una vez más se demuestra que no hay magia ni tratamientos milagrosos y que la curación de cada uno pasa por un cambio propio y un esfuerzo que ningún terapeuta puede hacer por ti sólo con una hora de tratamiento manual cada cierto tiempo. El cambio, el inicio del camino hacia la mejoría siempre está en cada uno. Somos los dueños de nuestro cuerpo y nuestra mente. Y por tanto, los únicos responsables.