Beatriz Pastor

BEATRIZ PASTOR: Discurso Narrativo de la Conquista de América Capítulo I) La imagen de un mundo desconocido Es el primer

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BEATRIZ PASTOR: Discurso Narrativo de la Conquista de América Capítulo I) La imagen de un mundo desconocido Es el primer contacto entre dos culturas y con la llegada de Colón a América se inicia un proceso de desconocimiento de la realidad americana y un proceso de destrucción de las Indias. La forma, los motores y los medios empleados no fueron casualidad ni arbitrarios. Colón no DESCUBRE América en el sentido de develar, dar a conocer, sino que identifica y verifica. Y su mirada, oscila entre la invención, la deformación y el encubrimiento. Además existen mitos en torno a lo desconocido que se fundan en la literatura utópica: tierras inexploradas, que son abundantes, con riquezas ilimitadas, etc. No olvidemos que Colón fue un ávido lector de las crónicas y descripciones de los viajeros a las islas y costas del extremo oriental. Se pueden identificar al menos cuatro textos fundamentales que son fuente de la construcción de su percepción de América, construyó un ARQUETIPO: - Imago Mundi del cardenal Pierre d’Ailly 1480 - Historia natural de Plinio 1489 - Viajes de Marco Polo 1485: la principal fuente por lo densa en descripciones y el volumen de información que maneja, a su vez, al igual que Colón era un comerciante. En este relato encontramos un inventario de las materias primas, artesanías y productos de interés comercial y de las posibilidades de transporte y su impacto en los precios. Marco Polo hace mucho hincapié en el beneficio y el riesgo y ambos se logran con el establecimiento de rutas de Oriente a Europa. - Historia Rerum Ubique Gestarunt de Aeneas Sylvius De estas lecturas Colón saca su idea de dónde se hallaban estas tierras desconocidas y cómo eran. Por un lado hay entonces, un interés comercial más o menos explícito de por el botín que representan las tierras descubiertas y por otro, la justificación religiosa, entendida como obligación de los reyes cristianos. En Colón, la acción conquistadora no se cuestionaba, su justificación era inherente al espíritu cristiano, como movimiento de propagación de la fe. La consecuencia fue la definición del papel del conquistador cristiano como elegido de Dios. Y esta impronta ya venía del espíritu de las Cruzadas de la Edad Media. Las Casas confirma esto, cuando señala que Colón tenía una misión evangélica y era un enviado de Dios para el descubrimiento y cristianización del Nuevo Mundo. Capítulo II) El desconocimiento de un mundo real: LA VERIFICACIÓN DESCRIPTIVA Colón se veía a sí mismo como instrumento de la voluntad divina y se consideraba guiado y protegido por Dios en sus acciones, esto es patente en la Carta de Santangel en la que acaba por incluir a los reyes en esta especie de sociedad que ha conformado con Dios. Mientras aquí encontramos un Colón mesiánico, en el segundo viaje encontramos a un hombre sufridor que acude al Dios-misericordia para resolver los problemas, los sinsabores y las decepciones de la experiencia descubridora. En el tercer viaje, se cierra ese paréntesis de vulnerabilidad y vacilación, y él se reafirma como el elegido y protegido por Dios.

Existe un esquema ideológico providencialista que por un lado, le permitió a Colón mantenerse en sus intuiciones, pero que también se tradujo en una limitación de la razón como instrumento de conocimiento y hasta convertirse incluso en ceguera. Existe por tanto, en la mirada de Colón una ficcionalización distorsionadora. Desde el comienzo (señala Beatriz Pastor), Colón se dedicó a seleccionar e interpretar cada uno de los elementos del Nuevo Mundo que cerraban con su imaginación de lo que quería ver y encontrar. El recorrido que hace Colón por las diferentes islas, lo describe Beatriz Pastor como un proceso de “eliminación” descartando las diferentes islas en busca de oro. Primero, pasa por San Salvador, luego a la Fernandina, a la Isabella, a la Isla de Cuba. Para cada isla hace un pequeño inventario, pero sigue su interés (el oro) y sigue “calando tierra”, buscando encontrar la isla Cipango. El día 4 de enero de 1493, después de dos semanas de exploración de la Española, Colón decide que efectivamente Cipango está allí. Esta identificación es errónea y Colón se encuentra ficcionalizando ya que en la Española, no se descubrió ni oro ni especias. Desde la isla Española, Colón regresa a España y se lleva consigo una visión de la realidad que tiene mucho más de invención que de realidad. El sentimiento de triunfo del Almirante ante los hallazgos del primer viaje está condenado a ser de corta duración. Ya en el segundo viaje en el que recorrerá las islas: Jamaica, Dominica y Cuba, desaparece este triunfalismo que encontramos en la carta de Santángel y un nuevo “estadio” anímico será evidente en el Memorial que les envió a los Reyes por medio de Antonio Torres. Beatriz Pastor, argumenta a través de los diferentes documentos generados en los distintos viajes (por ej. el juramento firmado por toda la tripulación en el segundo viaje, en el Memorial de Torres en el primer viaje), que Colón comienza una separación de la realidad, que en el tercer viaje llega hasta el delirio, acercándose al género fantástico. Cuando llega a la costa de Venezuela, constata que hay algunos fenómenos que no puede ignorar: turbulencias producidas por el mar, habitabilidad de la zona, etc. En vez de bajar y explorar, él decide recurrir a su marco de referencia (las fuentes que tenía) para interpretar lo desconocido en base a ello, nuevamente se impone el modelo literario, esto se evidencia cuando se refiere a la forma que tiene la tierra, no de esfera sino de teta de mujer y cuando construye casi un Paraíso Terrenal debido al clima templado y amabilidad de las gentes. Colón hasta el final, cree haber llegado a Asia y mantiene hasta entonces, los elementos centrales de su arquetipo: identificando a Cuba como Catay, hay en él además un uso de la “verificación descriptiva” como modo de caracterización, modo inseparable de un modelo de selección de datos, cuyo resultado es la distorsión de la realidad. Existe una sustitución de un discurso informativo historiográfico por un relato ficcional y mitificador. Este proceso de identificaciones no son casuales son parte de la argumentación colombina que introduce elementos como: la naturaleza, las tierras, el mar, los habitantes, la flora, la fauna etc., para demostrar la validez de sus razonamientos. La descripción que realiza en diferentes pasajes, está centrada en la naturaleza y señala Beatriz Pastor que se detiene o se reduce a una serie de elementos que permanecen fijos, ellos son: el aire, la tierra, el agua, la fauna y la vegetación. Y se destacan en esta tipificación, los adjetivos que se repiten: ej. del aire se destaca la suavidad y calidez, sin embargo, se obvia observar otras

características: sequedad, humedad, transparencia, etc. Esto no es causal, Colón está respondiendo al imaginario que existía en la época de las regiones más allá del Atlántico, eran inhabitables. La tierra, en cambio, aparece reducida a la fertilidad y la extensión, también insiste en el aspecto topográfico, aludiendo a la ausencia o presencia de montañas en las nuevas tierras. El agua, aparece reducida a un rasgo fundamental que es su abundancia: “ríos hondos”, “lagos grandes”, esta apreciación está reforzando la idea que se tenía de Asia, de que era abundancia de agua (fuente Ailly). De la fauna, destaca el elemento exótico: los papagayos, los simios, que por momentos los ve deformes (fuente de ref Historia Natural de Plinio y bestiarios medievales). Sobre la vegetación, le resulta sorprendente por su carácter tropical, pero la reduce a caracterizarla como exuberante (fértil y abundante) y destacarla en su valor material: por ejemplo como especies. La fertilidad se destaca en la repetición obsesiva de lo “verde” y la abundancia en adjetivos como: “grande”, “espeso”, “numeroso”, “numerable”. Ante cada árbol desconocido, Colón o bien lo identifica o ve lo que quiere: árboles muy buscados como ser la almáciga. Estas descripciones, no son neutras y responden a lo que Colón leída en Marco Polo (Islas del Oriente) o en Ailly (Paraíso Terrenal en el libro: Imago Mundi). El oro, las piedras preciosas y las perlas, su identificación y verificación eran claves para mantener el proyecto colombino, no solo tenían un valor material importantísimo sino uno simbólico. Pero el problema radica en que las cantidades fabulosas que el Almirante certifica no son producto de la exploración, sino afirmaciones que realiza de forma apriorística. De todas las islas que él recorre en su primer viaje, solo la Española resultó tener oro. Respecto de la descripción de los habitantes, su referente principal en esta línea es Marco Polo. Colón en su primer viaje, los describe muy someramente, por defecto: “pobres”, “desnudos”, “sin armas” “sin comercio”. Cada uno de los rasgos que destaca consiste en la inversión de la caracterización armada por Marco Polo de los habitantes de Asia. Pero no desconoce su valor material de recurso humano para trabajar y su incapacidad para defenderse. Sin embargo, en el segundo viaje, contamos con testigos Doctor Chanca y Michele de Cuneo que nos permiten confrontar esta ficcionalización de Colón, ellos describen a los habitantes locales como “bestiales”, fundamentalmente en las relaciones que se establecían entre los españoles colonos y los indios, que Colón las veía como modélicas, cuando en verdad los testigos confirmaban que los colonos lo único que querían era el oro, fundadas en una violencia fragante: robos, violaciones, abusos, mutilaciones, etc. En el cuarto viaje, cuyo objetivo era descubrir el estrecho que comunicaba el Atlántico con el Índico, las descripciones se concentran en los habitantes y en las señales anunciadoras de oro y pedrería. Los demás elementos de la realidad o desaparecen totalmente o se mencionan reducidos a un motivo escueto. El centro obsesivo en este cuarto viaje, es el oro, se lo menciona mucho: “oro y minas”, “más oro”, “todos con oro”, “una mozada de oro”, “infinito oro”. En cuanto a los habitantes, el primero de los elementos a los que se refiere es la ropa, el segundo a la riqueza: “ricas vestiduras”, tienen buenas cosas, forran de oro las sillas. El tercer elemento al comercio: usan el trueque de mercancías. El último elemento: usan armas, tienen arcos y flechas,

espadas y corazas. Para Colón la suma de estos cuatro elementos es igual a Civilización (armas, riqueza, comercio y ropa). Aquí hay un fuerte contraste respecto a lo narrado en el primer viaje, en el que los indígenas eran pobres, desnudos, salvajes etc. Pero resulta interesante el proceso de verificación del lenguaje que tenían los indígenas. Colón afirma ya en su primer viaje que poseían una misma lengua y los indígenas son usados por él como informantes y guías. Beatriz Pastor caracteriza esta realidad que más que tratarse de un proceso de comunicación real, hay un monólogo, ya que Colón transforma y reinterpreta lo que le dicen confirmando siempre las percepciones que él tiene. Bartolomé de Las Casas dice: Colón se convencía de que oía y le decían lo que quería escuchar. ¿Cómo se da este proceso de interpretación? En el primer viaje, donde supuestamente los indígenas le dieron información, existen fórmulas que relativizan o introducen cautela en el discurso: “entendió que”, “cree que decían”, “pareciole que”, “sentía que”, “creía que”…Se relativiza la verdad de la información, pero sus conclusiones no tenían nada de relativo, Colón estaba seguro de había arribado a Asia. En el segundo viaje, aquí no encontramos “atenuantes”. Cuando aparece alguna discrepancia entre lo que los indígenas y lo que Colón quieren que digan, la táctica del Almirante es la enmienda. Es claro este procedimiento entorno a los nombres propios, por ejemplo: cuando Colón llega a la Española y decide que el Cipango se encuentra en ella, tiene que resolver el problema de que sus habitantes se refieran a ella como: “Cibao” y Colón les “corrige” la pronunciación a los nativos, imponiéndoles el término: Cipango. Hasta el punto llega la negación de Colón. De cuestionar la capacidad de los habitantes de América para pronunciar sus propias lenguas a cuestionar la capacidad indígena para hablar no hay más que un solo paso y Colón lo da con facilidad. Beatriz Pastor señala que en la descripción que Colón realiza de los indígenas hay un proceso de instrumentalización, de concebir al hombre como mercancía y éste comienza a partir del segundo viaje. Está clara la idea que desde un comienzo en el 12 de octubre de 1492 en su diario, ya explicitaba la idea que estas gentes fueran esclavizadas. De la lectura de los escritos de Colón, surge que él no era un soñador. Sí fue un hombre con gran imaginación, pero la realización de su proyecto, obedeció a intereses materiales y sociales muy concretos. El concepto mesiánico que tenía Colón de su empresa, la visión de sí mismo como un elegido de Dios, llamado desde la eternidad a cumplir un destino glorioso, se completaba en el personaje con una visión bastante clara de aspectos estrictamente económicos y empresariales de su misión y de los beneficios de orden material que esperaba de ello. Texto: Capitulaciones de Santa Fe, privilegios a los que aspiraba Colón: a) Que se le nombre a él y a sus herederos Almirantes de las tierras descubiertas. b) Que se le nombre Virrey de las mismas, con derecho a nombrar tres candidatos para cada cargo. c) Que se le conceda el décimo de todas las mercancías que se saquen de estas nuevas tierras e islas descubiertas. d) Que se le dé la autoridad de juzgar cualquier pleito relacionado con la adjudicación de productos.

e) Que se le reserve la opción de pagar un octavo de los gastos de cualquier armada y quedarse con un octavo de las ganancias. Vemos en estos puntos, un interés por garantizar el poder para él y sus descendientes. Pueden entenderse como ingenuas pero el hecho es que, reflejan su espíritu de negociación y de regateo. Colón no se reserva los derechos de exploración y evangelización, sino de poder económico y político. Por tanto, no estamos ante un soñador sino ante la expresión simbólica (entorno a la expresión de su misión) de un proyecto comercial de un mercader. El aspecto religioso y evangelizador del proyecto se erige como legitimación de superioridad de una cultura sobre otra, justificación perfecta para la conquista y expropiación del Nuevo Mundo. Pero aunque la idea del proyecto era de Colón, recordemos que el mismo era financiado por numerosos inversores, al principio corrió exclusivamente por cuenta de la corona, aunque también invirtieron algunos particulares y comerciantes genoveses radicados en el sur de España. Y cuando la empresa mostró indicios de éxito, se sumaron mercaderes castellanos. Colón por tanto asume, una obligación con todos ellos. En conclusión, el proceso de identificación positiva del Nuevo Mundo, tenía dos objetivos: a) validar sus criterios cosmográficos y la exactitud de sus cálculos y su condición de elegido de Dios para esta empresa y b) justificar ante los inversores la existencia de potencial comercial de lo descubierto, piedras preciosas y oro, ganar prestigio ante ellos. Es por ello, que Beatriz Pastor afirma que su distorsión de la realidad que encuentra, no es producto de un irracionalismo sino que, expresión de la necesidad de cumplir con los compromisos económicos. Existe en Colón, por tanto, una ideología mercantil, cuyo objetivo inmediato será la utilización de cada uno de sus elementos del Nuevo Mundo con fines comerciales. Esto no solo se realiza con el oro, como vimos sino también con la vegetación en la procura de especies. Aunque él no conoce prácticamente ninguno de los árboles, está seguro de que todos son cosa provechosa, los huele y piensa que como no está la especie madura, por eso no huele a nuez moscada, pimienta etc. La utilización agrícola y comercial de las nuevas tierras se concretaba en la mente de Colón en dos proyectos: el de factoría y el de establecimiento de redes de comercio regular entre Europa y América. Para el primer proyecto, Colón hará un examen de las nuevas tierras como productoras potenciales de productos de interés europeo: trigo, viñas, arroz, aceitunas, etc. El establecimiento de rutas comerciales es patente en la selección de elementos como: anchos y profundos ríos, como rutas de navegación fluvial, cada bahía es evaluada como posibilidad de puerto y se los caracteriza como: “maravilloso”, “aprovechable”, entre “perfecto” y de “gran cabida”. Conclusión: La caracterización que se hace del hombre nativo está atravesada por tres códigos: el código de identificación, el código mercantil y el de evangelización. En la primera fase se da un predominio del 1ero y concluye en la mitad del mismo, volviendo a aparecer en el tercer viaje. En la segunda fase se caracteriza al indígena en base a los códigos: 2 y 3, prevaleciendo el 2 ya que el 3 funcionaba como legitimación.

En la última fase (a partir del Memorial a los reyes-Enero 1494), la caracterización del indígena se reduce al punto de evangelización. En toda la descripción que hace de este “nuevo” hombre, el mismo aparece reducido a una cosa, pasando por una etapa de metamorfosis del indígena en bestia. Primera fase: desnudos/desarmados/pobres/generosos/mansos/cobardes: estas características los definen como SIERVOS Y SALVAJES. La caracterización de los indígenas como mercancía tiene dos movimientos: el primero implícito y es la caracterización del nativo como servidor y el segundo es explícito que se da en el Memorial de Colón a los reyes (1494), “la mercadería de esclavos”, estableciendo la equivalencia entre hombre y mercancía. En sus diarios y cartas, el Almirante afirma descubrir cuando verifica, pretende devalar cuando encubre, y descubrir cuando inventa. El discurso está centrado en la necesidad de identificar América con modelos previos, por una parte, y de caracterizarla en función de las necesidades y expectativas del mercado europeo, por otra parte, Colón usa unas técnicas de descripción y caracterización como resultado es la sustitución de la realidad americana por una ficción que expresa los sueños de realización personal y económica del Almirante. En el proceso de selección excluye todo lo que no interesa y reduce la realidad a los elementos de interés comercial, sustituye “lo que es” por “lo que quiere que sea”. El resultado es la ficcionalización de la realidad americana. Hay una percepción de América como un botín, que corresponde saquear. El centro de este modelo es el oro. Producto de las múltiples campañas militares y guerras civiles, se necesitaba del oro para financiar las deudas. El aventurero y conquistador del siglo XV y XVI, convertiría al oro en el símbolo de excelencia de riqueza y poder, en un talismán que rompía barreras sociales. Esta supervaloración y mitificación del oro llevó consigo la reducción y subvaloración de todos los aspectos de la nueva realidad natural. Ya desde Colón, hasta Cortés, pasando por Bartolomé de las Casas, encontramos una concepción de los colonos como gente que había venido a América a llevarse el oro y no a trabajar. En el tercer viaje, Colón los describe como “ciegos de codicia”, si bien estaba de acuerdo en el proyecto de saqueo, Colón difería en no agotar o abandonar el territorio despojado. El resultado de este modelo de economía de extracción, acabó dándole la razón al Almirante, la producción de oro comienza a declinar a partir de 1515. También se deprime la cantidad de recursos humanos, cada vez quedan menos indígenas.