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BABY HUMAN: PENSAR Sara Rodríguez Sánchez RESUMEN Aunque el ser humano tarda más en madurar y desarrollarse que los demá

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BABY HUMAN: PENSAR Sara Rodríguez Sánchez RESUMEN Aunque el ser humano tarda más en madurar y desarrollarse que los demás animales, la mente del bebé no es un caos, nacemos con la capacidad de razonar, pensar, aprender del mundo y de nosotros mismos. Este vídeo muestra, a través de diversos estudios, la evolución del pensamiento en el bebé. Durante los 3 primeros meses de vida, el bebé vive en el mundo de los sentidos. A pesar de que carecen de significado, los estímulos llaman su atención. Su vista no está desarrollada y lo que más responde es a los rostros humanos; ve a 30 cm luces y sombras, pero a 15 cm es una distancia ideal para percibir la cara de su madre y establecer una comunicación. En un primer estudio a un bebé de 10 días se le muestran dos láminas con dos imágenes cada una. Una tiene cuadrados dispuestos como si formase una cara y la otra invertida. El bebé contempla la que parece un rostro. En la otra, aparecen los contrastes de luces y sombras de un rostro y puntos formando un rostro borroso. Al bebé le llaman la atención los contrastes, y no el rostro; esto implica que el bebé no capta los rasgos sino los contrastes de luces y sombras que crean las diferentes partes del rostro, sin saber su significado. A las 6 semanas, ya les interesa más la imagen que parece una cara. En este momento, el cerebro superior vinculado a los estímulos visuales despierta y le permite dar significado a lo que ve. Otras zonas del cerebro superior lo preparan para pensar y razonar, diferenciándonos del resto de animales. Además, las percepciones hacen que cree nuevas rutas neuronales. A los 2 meses, empieza a relacionar los sonidos, imágenes y demás sensaciones. Descubre que la voz y el movimiento de los labios están relacionados, y empieza a distinguir los objetos: el movimiento y la quietud; los bordes que separan los objetos y el fondo, lo cual le dice dónde empieza y acaba un objeto y le inicia en el mundo de las tres dimensiones. A los 2 meses y medio, el bebé puede seguir mejor los movimientos y ver cómo aparecen o desaparecen los objetos. Los psicólogos consideraban que a esa edad si no veían algo, para ellos no existía. Se investigó la “permanencia de un objeto” para saber si los bebés pensaban en los objetos cuando desaparecían. Se les mostraba un muñeco pasaba tras un muro y salía por el otro lado. El bebé lo seguía con los ojos, lo cual sugería que pensaba en él aunque no lo veía. Tras unas repeticiones, perdía el interés (como si fuera lógico). Modificando, se colocaban dos columnas. El muñeco desaparecía tras la primera y aparecía por la segunda, sin pasar por el medio lo cual asombraba al bebé, como si supiera que el muñeco no puede desvanecerse sin más. Por tanto, a esa edad, no sólo saben que las cosas existen aunque no se vean, sino que deben seguir existiendo en el espacio y el tiempo. En otra investigación similar a un bebé de 3 meses y medio se le muestra un conejo entrando por un muro con dos torres y saliendo por el otro lado. Lo seguía con la vista de un lado al otro, y tras unas repeticiones se cansaba. Después ponen un conejo más alto que tras pasar por la primera torre deja de verse en la parte baja y luego aparece pasando la segunda torre. El bebé mira desconcertado porque sabe que un objeto alto no puede ocultarse detrás de otro más bajo. Usa la lógica. Por tanto, mantienen la imagen de algo en la mente aunque no lo vean. Entienden la permanencia de un objeto. A los 6 meses no tienen la capacidad de coordinar todas las actividades que les permitan encontrar un objeto escondido (mantener la imagen mental, planificar dónde poner las manos, quitar lo que lo tapa y cogerlo). Todo es tan complejo que cualquier estímulo nuevo hace que olviden su objetivo; sin embargo, a los 9 meses ya son capaces de quitar el obstáculo y coger el objeto. A los 18 meses, saben dónde está un objeto escondido si no se “oculta” la localización de éste.

Al mismo tiempo que aprenden la permanencia del objeto, también aprenden sus cualidades (color, forma, sonido..); primero aprende las propiedades observando y luego experimentando. Con el experimento “propiedades de los objetos” se sujeta una bola verde grande sobre un cilindro estrecho o uno ancho. A los 5 meses, un bebé se extraña cuando la bola desaparece en el estrecho y no cuando desaparece en el ancho. Les extraña lo primero porque no es lógico. No obstante, no aprenden todas las leyes físicas a la vez. A los 7 meses y medio distinguen la altura. Los bebés van formando categorías como “debajo”, “detrás” y “dentro”, de una en una, primero observando y luego experimentando. Si se les somete a los 9 meses a una experiencia en la que tienen lugar dos leyes (permanencia y sólidos – un sólido no puede atravesar a otro -) por separado, el bebé reacciona logrando el objeto que se mueve. Sin embargo al aplicar las dos leyes a la vez, se desconcierta y ya no sabe dónde está el objeto. Una vez que saben que los objetos existen, han de aprender cómo organizarlos y clasificarlos. Una forma es mediante los números. Se cree que nacemos con la capacidad innata para entender los números. El primer encuentro con las sumas y las restas puede venir de las personas que cuidan al bebé, ya que si un padre se va, sabe que falta algo y que dos es más que uno. A los 6 meses, se extrañan si les muestran sumas o restas ilógicas de 2 elementos (1+1 = 1 o 21=2), no siendo este el caso si las operaciones siguen su orden lógico. Por tanto,ya tienen un concepto rudimentario de los números. También a esta edad comprenden la idea de más y menos, comparando y contrastando, si la diferencia es grande (en una razón de 2:1). A los 2 años y medio un bebé puede recitar números del 1 al 10, pero no asigna al número una cantidad, lo hacen al azar. Sólo entiende que contar tiene que ver con alinear y clasificar. Los seres humanos organizamos el mundo contando, clasificando y formando categorías. Los bebés inician esta actividad completa de clasificar por forma, color... fundamental para entender conceptos más sofisticados. Es la base del razonamiento lógico, saber que hay un sentido del orden en el mundo. Una vez que el bebé sabe que el mundo está lleno de objetos y que tienen leyes físicas, empieza a experimentar con ellos. Descubre que algunos le sirven para hacer cosas, entrando en la fase del uso de las herramientas. A los 8 meses el bebé sabe buscar y recuperar objetos, y sólo sabe que un arrastrar un trapo sirve para coger un objeto observando a los adultos. A los 11 meses ya lo saben sin necesidad de observar. Las herramientas que usamos los humanos son más variadas y sofisticadas que las que usan los primates. Una de las primeras que usan los bebés es la cuchara. Como es difícil de dominar, se manchan y acaban usando la mano, A los 9 meses el bebé coge bien una cuchara que está orientada a su mano dominante y le cuesta más si está al revés. A los 14 meses el proceso le cuesta menos pero no cambia de mano. A los 19 meses cambian de mano en función de la orientación de la cuchara. Es capaz de resolver el problema con el uso de las herramientas y su capacidad de pensar. Incluso a los 16 meses, un bebé ya se asegura de si una herramienta (como un pasamanos) es segura o no y si no lo es pide ayuda. Por otro lado, además de sobre los objetos, los bebés han de aprender sobre las personas. En un inicio, los bebés (5 meses) saben que los actos humanos es que están formados por secuencias.

A los 11 meses los bebés saben juzgar las intenciones de otros por sus actos. Por ejemplo si alguien tira de un trapo determinado es porque va a coger un muñeco determinado. Lo que le sorprende es que de repente tire de otro trapo distinto. A los 18 meses percibe que los demás también ven sus intenciones. Los bebés creen que todo el mundo piensa, siente y actúa del mismo modo que ellos. Aprenderán que no es así a través de la palabra NO y de la experiencia. A los 14 meses no entienden que otros prefieran lo contrario que ellos pero 4 meses después aceptan que exista divergencia en los gustos. En conclusión, los pequeños y pequeñas en sólo dos años pasan de ver luces y sombras a aprender habilidades gracias a sus capacidades innatas y la interacción con el mundo. Son como científicos que experimentan con los objetos y aprenden sus leyes, y como filósofos, que intentan resolver los problemas mediante la lógica. Incluso pueden desarrollar capacidades creativas. También aprenden sobre los demás y se esfuerzan por entenderlos. A los dos años, ya se plantean las preguntas filosóficas que nos distinguen de los animales: ¿quién soy? ¿cómo sé que existo? Adquieren la consciencia, algo que explorarán ya siempre. OPINIÓN PERSONAL Me parece fascinante como la mente de un bebé puede llegar a desarrollarse a un ritmo tan rápido, observando grandes diferencias en poco tiempo en cuánto a la capacidad del pequeño de razonar. Pero está claro que para que esta evolución se de de manera óptima es necesario que el bebé viva en un ambiente estimulante, en el que reciba retroalimentación de los otros y se le permita experimentar y disfrutar, por supuesto evitando una sobreestimulación que podría agobiarle y entorpecer su camino hacia el razonamiento. Por otro lado, lo que más me ha sorprendido ha sido lo pronto que adquieren la noción de permanencia del objeto. Es increíble que con sólo 2 meses y medio se sorprendan al no ver pasar un objeto por un sitio por el que la lógica indica que debería pasar. Agradezco el poder ver estos vídeos ya que considero que son muy útiles para nuestra futura profesión de educadores/as infantiles y como futuros padres y madres, puesto que nos permiten conocer cómo piensan y actúan los niños en función de su edad, su madurez y sus características propias.