Arquitectura y Contexto

Arquitectura y contexto: Arquitectura Contextual El término “Contexto” se puede decir que es relativamente nuevo dentro

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Arquitectura y contexto: Arquitectura Contextual El término “Contexto” se puede decir que es relativamente nuevo dentro de la arquitectura, que apenas comenzó a aplicarse en la segunda parte del siglo XX, cuando en plena decadencia de la arquitectura funcionalista moderna -en la que el contexto valía menos que nada-, surgió un fuerte movimiento que abogaba por la valoración de todos los factores históricos que incidían en la generación de los espacios. De allí nace la Arquitectura Contextual. Entre los fundamentos de la Arquitectura Contextual se destacan los siguientes: Respetar el entorno Ensamblar el diseño como un todo Crear un orden armónico Buscar la integración del paisaje El contexto de un proyecto, el lugar, el entorno en el que está envuelto, es mucho más amplio que el pedazo de ciudad o de terreno sobre el que se va asentar. Es más amplio que la disciplina histórica. Es más amplio que la metodología compositiva tradicional. Para nosotros existe un concepto ampliado de contexto, de la misma manera que entendemos que la obra de arquitectura no sólo está en construcción. Un texto o una crítica, una revista, son objetos sólidos, tangibles, un proyecto que se analiza en el estudio como si de otro programa real se tratase. Elementos del contexto: Toda obra Arquitectonica se desarrolla en un contexto, generalmente urbano, o rural. Los elementos urbanos nos ayudan a relacionarlas mejor con nuestro contexto. Son los espacios y/o lugares que hacen una sociedad ser diferente de las demás. Dentro de estos elementos podemos mencionar: Sendas, Barrios, Hitos, Nodos, Borde urbano: Diferentes Contextos, diferentes respuestas de diseño.

El Contexto en la Comunidad: El Contexto en la Comunidad Cuando hablamos del contexto en la comunidad, se toma en cuenta lo siguiente. Contexto Elementos Del Contexto Clima Equipamiento Urbano Factores del entorno Mejor análisis Relacionar el contexto Ya establecido del lugar Factores socioculturales Y religiosos dentro de La comunidad El ente arquitectónico Como generador de Espacio público ARQUITECTURA

Contexto Natural Cuando hablamos del contexto natural, ya nos referimos a las condiciones en las que el hombre no ha tenido tanta influencia, por ejemplo la Vegetación, topografía, clima, asoleamiento. Con este contexto natural una vez identificado, se empieza un proceso de análisis, en el cual el ente arquitectónico tiene que interpretar del contexto, que se puede explotar para un mayor beneficio del entorno y así, un mejor diseño; En el cual aprovechemos el paisaje, el terreno o alguna otra condicionante que el contexto nos ofrezca. El arquitecto como interpretador.

Contexto Social La arquitectura siempre tiene lugar, pero también tiene tiempo. Sociedad y arquitectura han sido siempre un binomio indivisible: no se puede entender la arquitectura de un momento sin entender su sociedad, y la arquitectura, a su vez, nos habla de cómo fue esta. Es más que evidente el impacto social que la arquitectura genera en la población y en su entorno; de ahí la importancia que tiene el que los arquitectos aporten soluciones para lograr el mantenimiento del equilibrio que debe existir entre el desarrollo humano y la gestión ecológica de dicho entorno. Con el paso de los años la función de la arquitectura ha ido cambiando al ser una disciplina que atiende principalmente a lo social, no ha quedado excluida del fenómeno de la globalización, por lo cual bajo este esquema se han creado centros urbanos o -paraísos terrenales- exclusivos que generalmente promueven un sofisticado estilo de vida que evidentemente atiende más a la imagen de los edificios que a lo funcional o lo social. En este contexto la vida cotidiana y por ende el espacio urbano y la arquitectura de los países han experimentado cambios drásticos que paradójicamente tienden más hacia la construcción de espacios excluyentes y al aislamiento que a la creación de espacios públicos que satisfagan a las mayorías. Los que antes eran cetros de reunión y esparcimiento como los parques y plazas se están sustituyendo por los denominados malls que han transformado totalmente la concepción del espacio público. El programa de estos espacios, evidentemente tiene como prioridad fomentar el consumo de los productos que dentro de ellos se venden por lo

cual sus arquitecturas no son sino espectaculares aparadores que anuncian toda una serie de servicios Estas arquitecturas de la globalización poco a poco van desapareciendo el concepto de regionalización y dejan a un lado el contexto social y físico de la ciudad, lo que al final provoca la fragmentación y una arquitectura carente de significado. Uno de los mayores retos de la creación arquitectónica es encontrar espacios que promuevan una la comprensión y asimilación de la naturaleza, induciendo a través de las formas arquitectónicas la sensibilidad, la conciencia, el entendimiento, el entusiasmo y compromiso hacia el contexto que las rodea. Realizar una arquitectura integrada a su contexto no es una tarea fácil, de hecho son muy pocas aquellas obras que logran hacerlo exitosamente. El problema de la integración de las edificaciones en el paisaje, no es nuevo ya desde hace varias décadas ha sido una de las mayores preocupaciones de los creadores de la arquitectura –siendo uno de los más importantes testimonios la Carta de Atenas-, sin embargo en años recientes éste ha experimentado un interés creciente en diversos lugares del mundo. El problema de la integración ha implicado la incorporación de una nueva variante temática en el trabajo de diseño arquitectónico ya que aporta nuevas soluciones que suponen una dimensión territorial más extensa, considerando sobre todo que el éxito o el fracaso de un proyecto puede impactar negativamente un lugar o, por el contrario, puede prevenir o corregir los problemas de su entorno. Esencialmente, la integración de un edificio a su contexto supone una estrecha relación entre las actividades humanas y el paisaje mediante diversas estrategias que implican principalmente la lectura y análisis del paisaje.

La propuesta de Arquitectura para este edificio deriva de la hibridación de dos tipologías: la vivienda unifamiliar y la arquitectura industrial. Partiendo del análisis de éstas se desarrolló el programa arquitectónico del estudio, integrado por 4 unidades autónomas e interrelacionadas que consisten en la vivienda principal, un departamento para visitas, el estudio y un espacio para estacionamiento. Es importante mencionar que para la solución arquitectónica la topografía del terreno fue un factor de suma importancia, ya que una serie de plataformas fusionar las dos tipologías en un solo volumen. Una de las cualidades más interesantes de este proyecto, y que en buena medida determinó la arquitectura y permitió la integración al entorno fue que la vivienda no se desplanta simplemente sobre el terreno, la solución sigue la topografía del terreno dando la impresión de que la arquitectura emerge del paisaje.

Tanto la vivienda como el estudio establecen múltiples relaciones con el paisaje, tanto a nivel espacial como visual, ya que la estructura general se transforma en un jardín continuo. En el nivel del estudio, por ejemplo, los espacios tienen relación con el acceso desde la calle, mientras que en el nivel donde se encuentra la vivienda -orientada al sur- y el departamento para visitas gozan de las vistas hacia la ciudad de Gijón a través de la robleda situada al oeste. En ambos casos interior y exterior se relacionan mediante grandes ventanales que permiten introducir las áreas verdes a la casa y el estudio.

En general, el diseño de la casa es sumamente dinámico tanto por las diversas plataformas en las que se desarrolló el programa arquitectónico como por la propia volumetría de la casa, dinamismo que se enfatizó con el juego de vanos que permiten mirar hacia el exterior, lo que hace que las actividades humanas al interior de la casa mantengan una estrecha relación con el entorno natural.

Concepto versus Contexto(s) No hay arquitectura sin concepto —una idea general, un diagrama o un esquema que da coherencia e identidad a un edificio. El concepto, no la forma, es lo que distingue a la arquitectura de la mera construcción. Sin embargo, no hay arquitectura sin contexto (excepto para la utopía). Una obra arquitectónica está siempre situada o “en situación”, localizada en un sitio. El contexto puede ser histórico, geográfico, cultural, político o económico. No es nunca sólo un asunto visual, o lo que en los años 80 y 90 se llamaba “contextualismo”, con cierto conservadurismo estético implícito. Dentro de la arquitectura, el concepto y el contexto son inseparables. Frecuentemente, también, están en conflicto. El concepto puede negar o ignorar las circunstancias que lo rodean, mientras que el contexto puede oscurecer o difuminar la precisión de una idea arquitectónica. ¿Debería prevalecer alguno de estos dos términos sobre el otro? La historia de la arquitectura abunda en debates entre los partisanos de la tabula rasa —el concepto— y aquellos del genios loci —el contexto— o, dicho de otro modo, entre conceptos genéricos y específicos. La respuesta puede descansar no en el triunfo de uno sobre otro, sino en explorar la relación entre ambos. Como punto de partida, es útil ver tres maneras básicas que tienen de relacionarse contexto y concepto:

1. Indiferencia: donde una idea y su situación se ignoran absolutamente entre sí —un tipo de collage accidental en el que coexisten pero no interactúan. El resultado pueden ser tanto yuxtaposiciones poéticas como imposiciones irresponsables. 2. Reciprocidad: donde el concepto y el contexto interactúan muy cercanamente, complementándose, pareciendo mezclarse en una entidad continua sin fracturas. 3. Conflicto: donde se hace chocar estratégicamente el concepto con el contexto, en una batalla de opuestos que los obliga a negociar su propia supervivencia. Estas tres estrategias son válidas como aproximaciones arquitectónicas. Seleccionar la adecuada para un proyecto dado es parte del concepto. Si estamos de acuerdo en que concepto y contexto invariablemente están relacionados, la pregunta que surge es si un concepto puede contextualizarse o, viceversa, si un contexto puede conceptualizarse. Contextualizar el concepto significa adaptarlo a las circunstancias de un sitio o situación política particular. Conceptualizar el contexto significa transformar las idiosincrasias y restricciones particulares de un contexto en la fuerza que empuja el desarrollo de una idea arquitectónica o concepto, algo no muy diferente de la táctica del practicante de judo que utiliza la fuerza de su oponente para su propia ventaja. Concepto versus Contenido ¿Qué pasa entonces con el contenido? No hay espacio arquitectónico sin algo que tenga lugar ahí: no hay espacio sin contenido. La mayoría de los arquitectos empiezan con un programa, es decir, una lista de requerimientos del usuario que describe el propósito del edificio. En varios momentos de la historia de la arquitectura, se ha afirmado que el programa o la función pueden ser generadores de forma, que “la forma sigue a la función” o, quizás, que “la forma sigue al contenido”. Para evitar entrar en discusiones acerca de la forma per se o de la forma contra el contenido, la palabra forma se reemplaza, aquí, por concepto. ¿Se puede sustituir la fórmula “la forma sigue a la función” por “el concepto sigue al contenido”? Sin embargo, el concepto de un edificio puede preceder a la inserción del programa o el contenido, ya que un contenedor neutral puede alojar numerosas actividades. Del mismo modo, un elemento programático puede exacerbarse o tematizarse de tal modo que se convierta en el concepto del edificio. Por ejemplo, en el Museo Guggenheim de Nueva York, Frank Lloyd

Wright toma un elemento implícito del programa —el movimiento a través del edificio desde la entrada a la salida— y lo transforma en un concepto en forma de rampa continua que, finalmente, caracteriza al museo. El hecho de que la configuración de la rampa derive o no de la tipología de un estacionamiento algo secundario en relación al concepto general que determina al edificio. El ejemplo anterior sugiere que la relación entre contenido y concepto, como aquella entre concepto y contexto, también puede ser de indiferencia, reciprocidad o conflicto. Se puede guisar al aire libre —indiferencia—, en una cocina —reciprocidad— o en el baño —conflicto—, o podemos usar una bicicleta en una plaza —indiferencia—, un velódromo —reciprocidad— o en una sala de conciertos —conflicto. Un programa o contenido puede ser también utilitario o simbólico. Las relaciones de indiferencia, reciprocidad o conflicto se aplican en cada caso. Por ejemplo, un memorial se puede hacer con agua, árboles y luz, o puede ser un club nocturno, con cuerpos que bailan y sonidos estridentes. Por tanto, el contenido puede calificar o descalificar a los conceptos. Contenido versus Contexto(s) ¿Qué hay de la relación entre el contexto y el contenido? Debates sobre los usos apropiados para cierto lugar se dan, comúnmente, fuera de la arquitectura, es decir, en la sociedad en general. La construcción de un aeropuerto en una reserva ecológica o de un centro comercial en un centro histórico son ejemplos familiares de polémicas yuxtaposiciones entre contexto y contenido. Sin embargo, tales yuxtaposiciones pueden llevar a cuestionar conceptos sociales o arquitectónicos, como son, por ejemplo, las líneas militares construidas dentro de túneles en los Alpes suizos durante la Segunda Guerra o el gran centro comercial construido bajo el Louvre, en París. En otras palabras, un santuario para aves puede construirse en un parque, o no; una tienda en un centro comercial, o una alberca en el océano. Las relaciones entre contenido y contexto pueden ser, de nuevo, de indiferencia, reciprocidad o conflicto. Hechos versus interpretaciones Aunque los arquitectos, por lo general, distinguen claramente lo dado —el contexto— y lo concebido —el concepto—, la relación no es tan simple. En vez de algo dado, el contexto es algo definido por el observador del mismo modo que un hecho científico recibe influencia del observador. Los

contextos son enmarcados y definidos por conceptos, del mismo modo que la afirmación contraria es cierta. El contexto no es un hecho; es siempre resultado de una interpretación. El contexto de un preservacionista no es el mismo que el de un industrial. El primero ve el hábitat para peces donde el segundo ve el potencial para instalar turbinas que provean energía para miles. El contexto es comúnmente, ideológico y, por tanto, puede ser calificado o descalificado mediante conceptos. Una genealogía de conceptos La historia de la arquitectura no es tan diferente de la historia de la ciencia. Es una historia de formas de conceptualización. Elaborar conceptos significa empezar con preguntas o problemas que, comúnmente, se apoyan en conceptos anteriores, pero que no presuponen la existencia de una solución o respuesta específica. A través de esta historia, los arquitectos han estado fascinados con tentaciones de utopía universalidad, principalmente, por conceptos que puedan aplicarse, sin cambios, en cualquier situación o cultura. De ahí nuestra obsesión con geometrías ideales, modelos matemáticos y arquetipos sociales. Esto se aplica tanto a la era digital como se aplicó ala analógica. Si uno quiere reconstruir la genealogía de los conceptos arquitectónicos, encontraríamos sin duda que la arquitectura está llena de presupuestos no cuestionados, incluyendo aquellas ideas preconcebidas que disimulan territorios prohibidos o no autorizados, reprimiendo nuevas invenciones y descubrimientos. Esta genealogía incluiría una lista de conceptos generales como orden, estructura, forma, jerarquía y otros específicos como basamento-en medio-arriba o planta libre. Aún más importante, puede descubrir otra historia en la que los conceptos derivan, simplemente, de los contextos a los que se dirigen. Mostraría también que los conceptos evolucionan mediante su confrontación con el contexto y/o el contenido. Sin la visión genérica que proporcionan los conceptos, ningún conocimiento objetivo sería posible; sin embargo, sin la especificidad impuesta por los contextos y los contenidos, el mundo se vería reducido a la regla rígida y predecible de un marco conceptual. Una genealogía de los conceptos puede, por tanto, mostrar un registro de contaminaciones a la pureza de los conceptos dado el desorden de sus contextos, donde conceptos y contextos chocan de formas en apariencia impredecibles y, con todo, estratégicas.

Proyectos Los proyectos ilustrados aquí exploran distintos temas delineados con anterioridad. En el proceso de hechura de estas obras, raramente se trató de un conjunto de recetas. A veces, un proyecto se desarrolló a partir de una idea conceptual o de una estrategia específica. En otras ocasiones, la estrategia fue delineándose mientras luchábamos con las exigencias funcionales o relativas al sitio ligadas a una cuestión particular de diseño. Al trabajar en estos proyectos distintos, encontramos que los conceptos podrían calificar o descalificar a los contextos, tanto como los contextos pueden calificar o descalificar a los conceptos. He tratado de documentar las distintas exploraciones y los descubrimientos ocasionales, organizando los proyectos en seis categorías que describen distintas relaciones entre concepto, contexto y contenido. Indiferencia táctica Aquí, tres proyectos se originan en un concepto para el cual el entorno genérico no juega casi ningún papel. Al contrario, los conceptos para estos edificios exploran el potencial de la arquitectura como envolvente, quitando énfasis en nociones compositivas como fachadas o articulaciones, manteniendo las relaciones entre concepto y contexto a un nivel táctico de indiferencia. Los proyectos en Angouleme y en Ginebra adoptan un acercamiento similar: plegando una hoja de dos dimensiones para acomodar una variedad de actividades no relacionadas necesariamente entre sí. Todos los objetos se instalan libremente en su situación. Reciprocidad y conflicto El concepto de envoltura autónoma se mantiene como fuerza primaria que empuja a los proyectos, pero se le hace interactuar con el contexto de modos calculados. La relación entre la cubierta y el contexto es a veces recíproca, como en la sala de conciertos Zenith, en Limoges, o puede ser contradictoria, como en el Centro Carnegie de Ciencia, en Pittsburg. En Limoges, la reciprocidad se consigue tomando el concepto de la sala de conciertos de Rouen, una envoltura de doble curvatura, y transformando sus materiales en relación a la nueva localización: una ecología forestal. En el Centro Carnegie de Ciencia, donde lo viejo y lo nuevo se sobreponen en una condición que recuerda al centro de arte de Le Fresnoy, la creación de un espacio intersticial cambia la relación, aparentemente contradictoria, entre contexto y concepto en una reciprocidad inesperada.

Contextualizando el concepto Aquí, la estrategia es contextualizar un concepto arquitectónico. Una idea a priori se adapta a un medio específico. En el caso del Centro de Medios Electrónicos y Arres deTroy. Nueva York, donde el concepto decisivo —la idea de una cubierta mínima doble que envuelve un intrincado programa y su circulación— se maximiza sacando ventaja de su contexto, una cuesta empinada. De manera similar, en San Pablo, la híbrida geometría curvilínea de la nueva torre del museo responde a las condiciones particulares del sitio del proyecto. Conceptualizando el contexto Invirtiendo la proposición anterior, aquí el contexto se impone. Las condiciones complejas del sitio y del programa exigen que el contexto y el contenido sean entendidos y atendidos. Como el contexto no puede ignorarse o eludirse, debe conceptualizarse. El concepto ataca directamente, por tanto, los requerimientos contextúales volviéndolos a su favor. Por ejemplo, en el diseño del Museo de Arte Africano, localizado en el distrito para el desarrollo de parques especiales, en Nueva York, se lleva hasta el extremo el reglamento de la zona. El resultado es una caja de vidrio que cumple con el código y aloja una geometría irregular prohibida por el mismo. El Centro Atlético en Cincinnati da la vuelta a las condiciones locales al proponer la noción de un relleno conceptual o una forma libre contextual. El contexto del Nuevo Museo de la Acrópolis en Atenas incluye al Partenón en la cima, a otras ruinas arqueológicas en la base y a los mármoles de Elgin en su interior, así como un reglamento extremadamente riguroso. Aquí, las complejidades preexistentes se tornan un argumento conciso. Para estos cuatro proyectos, conceptualizar el contexto es la estructura dominante. El contexto volviéndose concepto En el campus para Niza, el contexto se conceptualiza al extremo: el proyecto trasplanta, literalmente, el entorno “natural” a las fachadas del edificio, adoptando una estrategia de camuflaje. El contexto se transforma en el concepto del proyecto, ¿o era al revés? En Niza, concepto y contexto son intercambiables. Gran escala: conceptos volviéndose contextos También exploramos cuatro proyectos urbanos de gran escala. Por su misma escala, cualquier concepto urbano se vuelve su propio contexto. Sin

embargo, en estos proyectos, el contexto original da ímpetu a la elección del concepto. Mientras que la investigación para el Ground Zero de Nueva York estuvo, sin duda, influida por las emociones en torno al 11/9. El proyecto se inició con un concepto urbano: la idea de que la densidad y el dinamismo son partes constitutivas fundamentales de una ciudad del siglo XXI. En el proyecto para la Fábrica 798, en Beijing, el concepto es una polémica acerca del contexto. El nuevo desarrollo flota sobre la vieja ciudad, permitiendo que se conserve el barrio existente. Teoría, práctica y la ciudad Estos proyectos sugieren que la actividad de la arquitectura es menos hacer formas que investigar conceptos y la consiguiente materialización. En tanto la sociedad evoluciona, su arquitectura anuncia o responde a esta evolución generando nuevos conceptos, cuestionando y reemplazando los viejos y obsoletos. En este proceso puede ser benéfico, aunque no fácil, que los arquitectos rechacen los métodos predeterminados los dogmas a priori, los cánones académicos y las tipologías historicistas. El pensamiento arquitectónico tiene poco que ver con la religión: no se trata de imponer sistemas de creencias, como parece haber sido el caso durante gran parte del siglo XX. La arquitectura se parece a una gran ciudad contemporánea, donde no predomina ningún sistema sobre los otros sino que, al contrario, las tensiones inherentes y las diferencias llevan a alternativas y, a veces, nuevos modos de acción. Nuestras investigaciones sugieren que los conflictos, confrontaciones y contaminaciones entre concepto, contexto y contenido son parte de la definición contemporánea de la cultura urbana y, por tanto, de la arquitectura. La teoría es una práctica, la práctica de los conceptos. La práctica es una teoría, la teoría de los conceptos.

ANALISIS DE LA ARQUITECTURA

Arquitectura y Contexto Estudiante: Maribel M. Murillo Berrios

Profesora: Dinorah C. Castillo

Universidad de Panamá | Facultad de Arquitectura I Semestre

2017