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Introducción  

         

Fue Odiseo el astuto griego que concibió la estratagema que permitió tomar Troya. Escondidos dentro de un caballo de madera, un grupo de aqueos (entre los cuales se encontraba él mismo) pudo penetrar en la ciudad y abrirle las puertas al resto del ejército. Reinaba en la isla de Ítaca, y cuando comenzó la guerra de Troya era el feliz esposo de la bella Penélope.

El juramento de Tindáreo Cuando Helena tuvo edad de casarse vinieron de toda la Hélade muchos pretendientes a pedir su mano. Entre ellos, Odiseo. El rey Tindáreo de Esparta, padrastro de Helena, temía que la elección de un pretendiente provocara la hostilidad de los demás. Odiseo le sugirió que le hiciera jurar a los pretendientes de Helena que defenderían al novio elegido por ella, incluso después de la boda, si algún hombre no respetaba su decisión e intentaba raptarla.    De ese modo, al obtener Menelao la mano de Helena, todos aceptaron la elección en virtud del juramento.

Odiseo es convocado a la guerra Tiempo después, Paris raptó a Helena, y entonces los reyes de la Hélade, a quienes ataba el Juramento de Tindáreo, fueron convocados por Menelao y su hermano, Agamenón, para unirse a la expedición que zarparía hacia Troya con la intención de obtener, pacíficamente o por la fuerza, la restitución de Helena. Entre ellos estaba también Odiseo. Pero Odiseo, menos ambicioso y más adicto a la tranquilidad hogareña que a las glorias bélicas, quiso eludir su deber.

Héroes de la guerra de Troya

Menelao, Paris, Diomedes, Ulises, Néstor, Aquiles y Agamenón.

Muerte de Palámedes

    Odiseo intentó librarse de acudir a la guerra de Troya fingiendo estar loco, pero Palámedes descubrió el engaño. En venganza, Odiseo falsificó una carta con el supuesto de que el rey de Troya, Príamo, había propuesto a Palámedes traicionar a los griegos a cambio de oro. Odiseo escondió el oro en la tienda de Palámedes y éste fue lapidado hasta la muerte por el ejército griego. A su vez obligó Odiseo a Aquiles, que se escondía en Esciros, disfrazado de doncella, a alistarse en el ejército.

Odiseo y Filoctetes Odiseo formó parte del grupo de emisarios que negoció la devolución de Helena a Troya, pero la diplomacia fracasó y comenzó la guerra. Aquiles y Héctor murieron, y Troya resistía. Por ello viajó hasta Lemnos para conseguir hacerse con el arco mitológico que Filoctetes había recibido de Heracles. Sabían que era necesario para tomar Troya, y que Filoctetes, abandonado en la isla por sus compañeros, no querría entregarlo, así que lo consiguió con engaños. Ese arco disparó la flecha que acabaría con la vida de Paris.

Ulises y Neoptolemo arrebatando a Filoctetes el arco y las flechas que había heredado de Heracles. Pintura de François-Xavier Fabre.

Odiseo, Calcante y Heleno

Troya seguía siendo inaccesible y por ello, tras las sabias palabras del adivino Calcante, Odiseo buscó al adivino Heleno, que al parecer conocía los oráculos que protegían a Troya. Del mismo modo trajo consigo a Troya a Neoptólemo, hijo de Aquiles, y robó el Paladio, una estatua de madera representativa de la diosa Atenea. La había construido Atenea en honor a Palas, su amiga,  a quien había matado involuntariamente practicando artes marciales. Los troyanos pensaban que, mientras la estatua estuviese en la ciudad, esta sería inexpugnable.

Áyax, el caballo de madera y el fin de la guerra

Al morir Aquiles, Áyax  y Odiseo compitieron por sus armas, ofrecidas como premio al más valiente. Los jueces las entregaron a Odiseo, y según algunos, la amargura de Áyax  fue tal que planeó atacar a sus compañeros. No le fue posible porque Atenea le hizo perder la razón, y en lugar de atacar a los aqueos, masacró un rebaño y sus pastores. Cuando más tarde volvió en sí, se suicidó. 

La guerra finalizó con el ardid del caballo de madera, y los héroes griegos se dispusieron a volver, después de diez largos años.

Y otros diez años iban a pasar desde el fin de la guerra hasta que Odiseo consiguiera regresar a Ítaca.

Los cícones

Desembarcó primero en las tierras de los cícones, en Tracia. Ahí saqueó la ciudad de Ísmaro sin perdonar a nadie excepto a Marón, sacerdote de Apolo e hijo de Evantes.

Los lotófagos Habiendo dejado atrás el país de los cícones, desembarcó Odiseo en la tierra de los lotófagos. Era el loto una fruta dulce, y el que la probaba se olvidaba de todo. Algunos de la tripulación comieron loto, olvidaron sus hogares, y Odiseo tuvo que llevarlos por la fuerza de regreso a las naves.

El cíclope: Polifemo Seguidamente arribaron a la tierra de los cíclopes. Allí los aprisionó en su cueva Polifemo, gigante de un solo ojo, hijo de Poseidón, que devoró a algunos de los hombres. Odiseo le ofreció un vino fuerte y delicioso que gustó al monstruo, pero este solo prometió que lo comería el último como recompensa. Cuando la borrachera tumbó al cíclope, Odiseo y sus compañeros le cegaron el único ojo que tenía.    

Odiseo en la cueva del cíclope Pintura de Jacob Jordaens

Polifemo llamó a los otros cíclopes para que acudieran a ayudarlo. Al llegar estos le preguntaron quién lo estaba matando, y Polifemo respondió que «Nadie» (pues así le había dicho Odiseo que él se llamaba). Y al oír la respuesta, los cíclopes se fueron.    Así lograron Odiseo y sus camaradas escapar de la cueva de Polifemo . Pero el cíclope invocó a su padre Poseidón. Y el dios, para vengar a su hijo, le dificultó el retorno  a Odiseo .

Eolo y el odre de los vientos  

Habiendo zarpado, llegó Odiseo a las islas de Eolia, que gobernaba el feliz Eolo, a quien Zeus había hecho árbitro de los vientos. Hospedó con generosidad a Odiseo, dándole para su viaje un pellejo de buey en el que había encerrado a los vientos: no debía abrirlo, puesto que los malos vientos dificultarían su regreso.   

Cuando después de nueve días  ya avistaban Ítaca, Odiseo, fatigado, se rindió al sueño. Sus camaradas, entonces, pensaron que ocultaba oro en el odre que le había dado Eolo. Lo abrieron para comprobar sus sospechas y dejaron que los vientos se escaparan. Estos devolvieron al descuidado capitán y a su codiciosa tripulación a las islas de Eolia, de las que, luego de una embarazosa entrevista, fueron expulsados por Eolo, que se negó a concederles otra vez vientos favorables.

Los lestrigones

Odiseo y sus hombres llegaron a la tierra de los lestrigones, un pueblo de caníbales, que poseía una peculiaridad: la cercanía existente entre el ocaso y el amanecer. Atacaron a los hombres de Odiseo en la misma ensenada, en cuanto desembarcaron. Odiseo pudo escapar con un único barco debido a que no fue atrapado en el puerto; el resto de las embarcaciones,  junto con parte de la tripulación, se perdieron. Los supervivientes lograron llegar a la cercana isla Eea, morada de la maga Circe.

Circe Odiseo dejó desembarcar solo a la mitad de los hombres. Circe los invitó a su mesa para transformarlos en cerdos, según su costumbre. Solo Euríloco logró escapar y avisó a Odiseo, que aún permanecía en su barco. Hermes apareció oportuno para aconsejarle recoger algunas hierbas que le protegerían del encantamiento de la maga. Circe no solo no pudo convertir en animal a Odiseo, sino que devolvió a sus hombres la forma humana. A partir de entonces Circe asumió una disposición amable, indicándole a Odiseo como podía llegar al Inframundo, en donde el adivino Tiresias le revelaría su destino.

En el mundo subterráneo En el Hades, Odiseo hizo una ofrenda de sangre para atraer las almas de los muertos, pero sin dejar que ninguno tocara la sangre del animal que había sacrificado antes de él pudiera hablar con Tiresias. Las almas que probaron la sangre pudieron dialogar con él. Sin embargo, las otras se desvanecían. Tiresias le advirtió de la cólera de Poseidón, y le aconsejó que no tocara el rebaño de Helios en Sicilia. Le adelantó también lo que pasaría en Ítaca, en donde vivían a sus expensas los pretendientes de Penélope.

Las sirenas Después de haber regresado a la isla de Eea, pasó la nave de Odiseo cerca de las rocas por donde habitaban las Sirenas. Queriendo Odiseo oír su cautivante canto sin ser atrapado por él, tapó los oídos de sus compañeros con cera, ordenándoles que lo ataran al mástil. Y como lo atraía el canto de las Sirenas, rogó que lo desataran, pero ellos lo ataron con más firmeza aún hasta que las dejaron atrás.

Escila, el rebaño de Helio y Caribdis

Al navegar cerca del acantilado de Escila, engulló el monstruo a algunos de los hombres, pero la nave escapó y pudo llegar a Trinacia. Allí sacrificaron algunas reses del rebaño de Helios. Por haber cometido este sacrilegio, Zeus destruyó la nave de Odiseo, y los compañeros de este se ahogaron.

Al hundirse el bajel, Odiseo se aferró al mástil, y la corriente lo arrastró hacia Caribdis. Cuando Caribdis succionó el mástil, Odiseo se salvó colgándose de una higuera que crecía por arriba del remolino. Ahí esperó hasta que apareciera otra vez el mástil, y cuando lo vio se lanzó sobre él y se alejó con la corriente.

Calipso Luego llegó Odiseo a la isla donde moraba la diosa Calipso, que lo tuvo cautivo ocho años en su cueva. Le ofreció Calipso darle la inmortalidad a cambio de que él se quedara a vivir con ella, pero tanto deseaba Odiseo volver a ver Ítaca y a Penélope, que rechazó la extraordinaria oferta. Fue Hermes quien, cumpliendo las órdenes de Zeus, ordenó a Calipso que dejara partir a Odiseo.

Los feacios Construyó una balsa, y navegó en ella  hasta que llegó a las costas de los feacios. Allí lo encontró Nausícaa, hija del rey Alcínoo, cuando lavaba las ropas de palacio en compañía de sus doncellas. Al rogarle Odiseo protección, ella lo llevó al palacio de los reyes, sus padres. Ellos lo hospedaron y escucharon su historia. Le proporcionaron una nave en la que, por fin, podría volver a Ítaca.

Los pretendientes

Al legar a Ítaca, después de veinte años de ausencia, Odiseo encontró tomados sus bienes y tierras. Creyéndolo muerto, los pretendientes, que deseaban casarse con su esposa, vivían en el palacio, consumiendo sus posesiones. Penélope les había prometido elegir esposo tan pronto terminara la mortaja de Laertes. Había trabajado en ella tres largos años, porque lo que tejía de día lo destejía de noche.

Muerte de los pretendientes Los pretendientes de Penélope eran unos  cien. Pero Odiseo, ayudado por su hijo y  un par de sirvientes leales, se las arregló   para matarlos a todos.    Cuando Odiseo, disfrazado de mendigo, ya había logrado infiltrarse en el interior del palacio, Penélope  entregó el arco de su esposo a sus pretendientes, anunciando que se casaría con quien lo tensara y atravesara con una flecha los anillos formados por varias hachas juntas. Incapaces de manejar el arco, Odiseo lo tomó para tensarlo a su vez y disparó las flechas contra ellos.

Y los esposos, entonces, pudieron abrazarse, después de veinte años.

Presentación elaborada por

1º Bachillerato B  2009-2010 I.E.S Azahar Imágenes de Wikimedia Commons