Apuntes Para La Historia Perez-Arbelaez

11 5 LAS CIENCIAS BOTANICAS EN COLOMBIA Referencia Bibliográfica: Perez, A. E. 1980. Las Ciencias Botánicas En Colomb

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LAS CIENCIAS BOTANICAS EN COLOMBIA

Referencia Bibliográfica:

Perez, A. E. 1980. Las Ciencias Botánicas En Colombia. En: Apuntes Para La Ciencia En Colombia. Servicios especiales de prensa (eds.) pp. 115-130. “Fondo Colombiano de investigaciones científicas Francisco José de Caldas.”

IV.

José Celestino Mutis y la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada.

En la historia de las ciencias botánicas colombianas, las páginas más brillantes, las auténticamente nuestras, aquellas donde más se revelan las virtudes, los dolores y los triunfos de nuestra gente fueron escritas por Don José Celestino Mutis y por sus compañeros y discípulos en la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. El tema, sin embargo, suscita tal cantidad de nombres, de hechos, de relaciones y documentos, que abrumado el historiador no halla cómo resumirlos para lograr la indispensable brevedad sin perder la lógica secuencia con que unos sucesos derivaron de los otros. El autor de estas páginas experimenta, con mayor razón, esta dificultad. Porque acabando de publicar un libro con el mismo

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título del presente párrafo y que es en sí un compendio de tema tan dilatado, no ve la forma de resumirlo más para que este capítulo de Las Ciencias Botánicas en Colombia se ajuste a las dimensiones que le corresponden. Tentaremos, sin embargo, el vado ordenando nuestra exposición según los puntos siguientes: 1 . Las personas. 2 . El itinerario. 3 . La cronología de los hechos. 4. Las características de la empresa mutisiana entre sus similares. 5 . Los avances botánicos logrados por la Expedición. Esta secuencia comprimida, quizás nos, confiera una idea adecuada del momento estelar de nuestra cultura que fueron los 57 años en que actuó la Expedición Botánica de José C. Mutis. l." Las personas. La expedición trabajó como equipo de hombres a quienes su director contagió de un excepcional fervor naturalista; dirigió con sabiduría a los que, no obstante la frágil arcilla de las voluntades humanas, supo aglutinar para la prosecución de una larga trayectoria. José Celestino Bruno Mutis y Bossio nació en Cádiz el 6 de abril de 1732; hizo sus estudios de humanidades y filosofía en su ciudad natal terminándolos a los diecisiete años de edad, pero no recibió su grado de bachiller en esas facultades, sino a los veintiuno (1753), quizás porque antes-no alcanzaba la edad reglamentaria. De los 17 a los 23 estudió medicina teórica en Sevilla y práctica en Cádiz; presentó en el claustro hispalense, en mayo de 1755, examen de seis asignaturas que abrazaba la facultad; obtuvo en todas ellas la mejor nota y recibió el título de Bachi- . ller en Medicina; en 1757 se trasladó a Madrid, presentó nuevo examen y obtuvo el título de médico, conferido por el Real Protomedicato. En seguida se dedicó a perfeccionarse en las ciencias naturales en los mejores centros docentes de aquella Corte donde se mantuvo hasta mediados de 1760. Sus estudios académicos duraron, pues, once años, lapso suficiente para adquirir responsabilidad de las propias ideas y para plantear la solución de las incógnitas; pero demasiado corto para enfrentarse sólo a tantas como requería la desconocida América. Porque las ciencias naturales apenas estaban sistematizándose, la bibliografía crecía como espuma y los aparatos y técnica de laboratorio apenas lograban dar pasos que ahora nos parecen infantiles. Mutis era médico y naturalista. Como lo' primero, anatómico, cirujano, farmacólogo y droguista. Como lo segundo y en el concepto de su época, "

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geodesta, geógrafo, astrónomo, matemático,. climatólogo, físico, químico, mineralogista, botánico, zoólogo, fisiólogo, etnólogo, lingüista. Y como si tamaño campo de actividades fuera pequeño, todavía se hizo sacerdote, industrial, comerciante exportador al servicio del Rey. Se ha atribuído la toma del estado clerical por Mutis a la piedad de su espíritu o al deseo de aumentar su prestigio social. Sin negar del todo esos móviles otro hubo más definitivo. Y fue que el Virrey La Zerda, quien le había llevado a Santa Fé como su médico, cuando resolvió regresar a la península, solicitó a la corte madrileña que estableciera en esta capital la Facultad de Medicina y que nombrara a Mutis para desempeñar su cátedra. El médico gaditano previó que el Ministerio de Indias aprobaría esos planes y que él, por orden del Rey, quedaría fijo en Santa Fé, imposibilitado para proseguir sus estudios de la naturaleza americana, no muy bien pagado y concentrado en las prácticas médicas. Entonces decidió cambiar el fuero civil por el eclesiástico y dejar al Virrey con un palmo de narices. La personalidad de Mutis es de las más atrayentes de la historia suramericana y en la colombiana la más brillante con que España contribuyó a nuestra cultura. Por eso merece análisis y tolera críticas.

Desde luego Mutis no era un santo como lo canonizó cierto texto de historia patria. Tremendamente celoso de su prestigio y vengativo contra sus adversarios, no dio paz a Sebastián José López Ruiz, quien por medio de intrigas se le adelantó a recibir el título de descubridor de la quina septentrional, el de botánico de S. M. y "buen vasallo". Lo fustigó hasta verlo depuesto de honores, privado de sueldo y confinado a Lima. Por otra parte algunos biógrafos parecen suponer que Mutis fue un favorito de las cortes real y virreinal y que, cuando llegó la aprobación real a sus planes de Historia Natural de América Septentrional, lo que siguió fue miel sobre hojuelas, dinero, ocupación a placer, prerrogativas sin tasa. La verdad fue otra.

Veintidos años (1761 al 83), esperando en vano el apoyo real para el plan científico mejor fundamentado; el que produciría más honra a ]a corona y más utilidades al real erario; más inmediato bienestar a los vasallos y mayor desarrollo a la América, hubieran bastado para el desengaño. Pero, sobre mojado llovieron otros tan serios. Descubre Mutis la quina septentrional y otro, Salvador José López-Ruiz, se alza con su mérito y sus gajes; presenta, ya bajo el Virrey Caballero y. Góngora, su plan del estanco de las quinas y de una exportación en grande de ellas, beneficiándolas

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en la Nueva Granada; canjea muestras para cerciorarse sobre cuál era la quina deseada por la Real Botica de Madrid; monta una maquinaria de cosecheros, factorías, empaques y un gran despacho de ellas y logra de final, que sus quinas fueran declaradas ineficaces, prohibidos sus ulteriores despachos y quemadas sus cortezas para calentar los alambiques en que los reales boticarios destilaban sus engañifas. Mutis se enteró de dónde le venían los tiros que eran, nada menos, de Don Casimiro Gómez-Ortega, Director del Jardín Botánico del Prado y de los botánicos enviados al Perú, Don Hipólito Ruiz y Don José Pavón, regresados ya a la península, hospedados en el mismo jardín y, para colmo, emparentado Don Casimiro con Don Hipólito por casamiento de éste con una sobrina del viejo Ortega. De tal maquinaria y tan bien acoplada nacieron para Mutis dos grandes tribulaciones: el traslado de la Expedición Mariquita a Santa Fé por orden del Virrey Ezpeleta y una reprimenda inconsiderada, originaria, nada menos que del Consejo de Indias. El gaditano a todos hizo tascar el freno: al tozudo del catalán Ezpeleta sirviéndose de él para reorganizar, con más recursos, la expedición; a los consejeros, entre los cuales se sentaba Gómez Ortega, mostrándoles que lejos de haberse descuidado el perfeccionamiento de la flora cualquier atraso de ella se debía a las muchas comisiones que con carácter urgente le habían echado encima ambas cortes, la de Madrid y la de Santa Fé; que él había entrado al real servicio rogado y no porque lo necesitara; finalmente -y este era el argumento Aquiles para que no se le exigiera el prematuro envío de la Flora a Madrid- que él, en servicio del Rey, había sacrificado su salud y agotado su vida. Al que-eso da, no le queda más que dar ni tampoco se le puede exigir más.

Mutis murió en Santa Fé en 1808, a los 76 años de edad y a los 47 de actividades botánicas en América. Imposible seguir aquí con detalles de la personalidad de Mutis. Más imposible aún dar noticias particulares de otros miembros de la Expedición. Debemos contentamos con poco más que enumerarlos. Juan Eloy Valenzuela y M antilla nació en Girón en Julio de 1756 y murió asesinado en Bucaramanga el1? de noviembre de 1834. En botánica fue discípulo de Mutis entre 1770 yel 77. Trabajó en la Expedición desde sus comienzos, mayo de 1783 hasta el mismo mes del año siguiente. Era como Mutis, sacerdote y apartado de él siguió ocupándose de los problemas agrobotánicos de su feligresía bumanguesa. Francisco Antonio Zea, medellinense, nacido en noviembre de 1766, muerto en Inglaterra también en noviembre de 1822, ingresó a la Expedición, por solicitud de Mutis ante el Virrey Ezpeleta en Santa Fé, hacia

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octubre de 1791; fue enviado por Mutis a Fusagasugá con la misión de recolectar plantas; escribió una quinología basada en ideas de su maestro, quien no pudo -es su expresión- "librarlo de la quema", pues en octubre de 1 7 9 5 debió salir prisionero para el castillo de San Sebastián de Cádiz, declarado culpable con Narjño en la revolución de los pasquines. Sobreseída su causa en junio de 1799 salió de la cárcel y fue enviado a París a proseguir estudios. De allí regresó a Madrid; como ser afrancesado era recomendación en aquellos años aciagos, en 18 O 5 fue elegido para suceder a otro de los tales el abate José Antonio Cavanilles en la dirección de Botánico matritense. Sin embargo, si hemos de ser francos, al calificar la obra botánica de Zea deberemos decir que fue mediocre, sobre todo si se tienen en cuenta las oportunidades de que disfrutó para hacerla grande. El antioqueño era más político que científico. Sinforoso Mutis, sobrino del sabio y bumangués, nació en 1778. Su obra botánica fue meritoria. Formado al lado de su tío sufrió prisiones en la península junto con Zea y Nariño desde 1795 al 802, cuando regresó muy ajuiciado a Santa Fé. Fue enviado a Cuba hacia fines del 803 para que vendiera un lote de quinas de las que habían restado en Honda cuando se interrumpieron los envíos del real estanco. Desde allí envió a Madrid colecciones de exicados botánicos que los directores de El Prado aprobaron y estimularon. Regresó a Santa Fé pocos días antes de la muerte de su tío, el 27 de octubre de 1803, es decir a los cinco años de su salida para las Antillas. Por el testamento científico de Don Celestino se halló Sinforoso, de la noche a la mañana, elegido para suceder a su tío en la continuación de la parte botánica de la expedición. Sus primeras actividades, como tal se dirigieron a copiar y completar para el Rey en tres ejemplares de la parte literaria y dos de la iconográfica, la Historia de los Árboles de Quina con su parte cuarta sistemática. Para esta labor se sirvió de textos y láminas elaborados desde la época mariquitense y de otros preparados por Caldas. Otros méritos botánicos de Don Sinforoso fueron, continuar las recolecciones, los dibujos de plantas y de sus anatomías; estampar bajo las láminas de su tío, el nombre específico o al menos el genérico. No se puede negar por una parte, que bajo Sinforoso y por disposición del Virrey Amar y Borbón, la Expedición se mantuvo organizada y activa, por otra, que las actividades políticas de Sinforoso debieron de frenar el desarrollo normal de su trabajo científico. El fogoso bumangués tomó parte muy activa en la revolución del 20 de julio de 1810 y cuando Bolívar entró por primera vez a Santa Fé, Sinforoso Mutis hubo de lanzarse por entre los soldados, alojados en la Casa Botánica, para impedirles que destruyeran sus colecciones y aparatos como amenazaban hacerlo.

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De 1813 a 1815, la Expedición tuvo un director en Don Juan Jurado Laínez, español, pero americano por adopción y patriota muy humano, nombrado para ese cargo por el gobierno de Cundinamarca. Sinforoso, pues, pasó a segundo plano y asistió impotente a las reducciones de salarios impuestas por las circunstancias angustiosas del gobierno. Eran tales que el mismo presidente Jorge Tadeo Lozano, trató de clausurar definitiva mente la Expedición. \

El año 1816, se llamó del terror en la historia colombiana porque en él cumplió Don Pablo Morillo, Conde de Cartagena y Pacificador del Nuevo Reino, su terrífico designio de "hacer rodar las cabezas de los doctores" a quienes él juzgaba, y con razón, los mayores responsables de la revolución emancipadora. La Expedición Botánica que de acuerdo con las enseñanzas de José C. Mutis era el grupo más conciente de la suficiencia de América para vivir libre, pagó con suplicios de sus figuras cimeras, las convicciones que había alimentado. A los cadalsos que Morillo alzó en Santa Fé, subieron Lozano, Rizo, José M. Carbonell y Caldas. Sinforoso Mutis fue de nuevo apresado, encarcelado en el Rosario y desterrado a Panamá en condiciones penosas, de donde se le trasladó a Cartagena para servir trabajos forzados. Ya avanzada la guerra, Sinforoso regresó a Santa Fé con su familia y murió en 1822. Antes, sin embargo, en el año del terror, cuando lo tenían preso en el Colegio Mayor, Sinforoso hubo de servir a los pacificadores y cooperar con ellos en la operación más ingrata para él, verdadera decapitación de la Expedición Botánica, como fue el encajonamiento para ~espacharlo a Madrid del legado mutisiano. La idea era devolver al Rey todo cuanto de sus arcas había salido, para convertirse en manos de Mutis, en icones, herbarios, observaciones, correspondencia y objetos museológicos de los tres reinos, los cuales, desde los finales del siglo anterior eran reclamados por los pontífices del Jardín Botánico de El Prado de Madrid, dizque para publicarlos, cosa imposible en la España de Fernando VII. Mutis había rehusado el traslado a la corte de sus originales, parte porque los veía incompletos, parte porque adivinaba el saqueo que de ellos harían sus émulos. El legado científico de Mutis era demasiado complejo y heterogén~o para enviarlo íntegro a Europa como era la orden recibida por Morillo, al salir de la península con la expedición pacificadora. El papel de Sinforoso era seleccionar y empacar según el criterio que le imponía el teniente Luis Sevilla, joven culto pero desconocedor de los resortes con que avanza el trabajo de los naturalistas sistemáticos. Al teniente Sevilla, al desgano con que trabajaría Sinforoso, y al apresuramiento con que se hizo toda 1:1 operación del encajonamiento se. debe culpar de la pérdida de etiquetas y

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de su trastrueque aún más despistador. Así que muchas muestras de la expedición hoy conservadas en Madrid, quedaron mútilas para siempre, en cuanto a su colector y localidad de su origen. Consta que el legado de Mutis despachado a Madrid cupo en 105 cajones que no eran de igual tamaño, pero que arguyen gran rendimiento en los carpinteros que los prefabricaron. Salido tan precioso tesoro de la responsabilidad de Sevilla quedó en manos del capitán Antonio Van Hallem y del propio general Pascual Enrile, Jefe del Estado Mayor de Morillo en Santa Fé y el mayor verdugo que por acá se ha conocido. Ellos debían asumir el cuidado de las cajas en la vía de Honda; Magdalena abajo hasta Cartagena y luégo, a La Habana donde debían ser embarcados, para una mayor seguridad durante la travesía oceánica, en la fragata de guerra "La Diana". Nuevo viaje terrestre en carretón desde Cádiz a Madrid y pudo entregar Van Hallem en el palacio real lo que se había salvado del naufragio de la Expedición de Mutis. La fama que precedía a aquellos objetos era tal, que el rey ordenó que las cajas sólo se abrieran en su presencia y fue él quien dispuso que los materiales mineralógicos y zoológicos se entregaran para su custodia definitiva al Museo de Ciencias Naturales, mientras los botánicos, los manuscritos y mapas, se archivarían en el Jardín del Prado. Sin duda que para los colombianos, admiradores de la Expedición Botánica, la fuga del tesoro preparado por J. C. Mutis, por Lozano, Caldas, Sinforoso, y por los dibujantes y pendolistas que a su lado trabajaron, representa un dolor y una frustración. Pero todos confesamos que el celo con. que España y, en serie no interrumpida, los directores del Jardín de El Prado lo han custodiado como gloria científica y artística de la Madre Patria, ha sido su verdadera y única salvación. El último de los botánicos que se agregaron a la Expedición que dejó en ella obra sistemática considerable, que participó, como el que más, en las vicisitudes que rodearon su acabamiento, fue Francisco José de Caldas, payanés, nacido en 1768, agregado por Mutis a su instituto en 1802, llegado a Santa Fé el 20 de diciembre de 1806 y fusilado por patriota el 29 de octubre de 1816. Caldas, astrónomo y geodesta, mereció la admiración del barón Alejandro de Humboldt; geógrafo y cartógrafo, fue ponderado por su propio verdugo Pascual EIirile; corógrafo, investigador de nuestros recursos naturales y humanos, publicista de nuestra historia, le vemos en las páginas de su Semanario y en las del Diario Político. Pero lo que ahora nos toca es examinarlo como botánico. Su formación en las ciencias de los vegetales fue en su primera edad, la del autodidacto provisto de unos pocos libros elementales. Y a los 34. años de su edad tuvo la suerte de participar con

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Humboldt y Bonpland en sus exploraciones de la presidencia de Quito; atendió las instrucciones que por correspondencia le impartía Mutis; fue enganchado a la Expedición con el intento principal de revelar el arcano taxonómico quinero. No sabríamos decir a quién de los tres: si a Mutis, a Humboldt o a Caldas, deba atrihuírse, con mayor autoría, la observación de la tercera dimensión fitogeográfica de que los autores alemanes de historias biológicas desgajan lauros para su compatriota tegueliano. Podemos afirmar con certeza que Mutis hizo de rutina el medir la altura de las localidades donde colectaba sus plantas y que por eso su barómetro era compañero inseparable. Sabemos que Caldas hizo otro tanto valiéndose de su método para determinar las alturas orográficas. Humboldt reconoció los méritos de Mutis en esta materia, y mucho me temo que fue Caldas quien hizo creer al mundo que el hallazgo de la tercera dimensión no era ni suyo ni de Mutis, sino de Humboldt, a quien realmente sólo tocaba la gloria de la publicidad. Para las actividades botánicas Caldas tuvo tres períodos: el primero en Popayán cuando muchacho; el segundo en la Presidencia de Quito de 1802 a enero de 1805; el tercero en Pasto, Popayán, tal vez Cali y en vía hasta Santa Fé desde su regreso a su patria hasta diciembre de 1806, cuando se hizo cargo del Observatorio. 2. Para valorar el trabajo de la empresa botánica de Mutis y su expedición es importante que determinemos sus áreas e itinerarios. Debemos tener en cuenta que las órdenes reales circunscribían la investigación de Mutis - y de su grupo a la llamada América Septentrional, es decir a las posesiones españolas, continentales. intertropicales, norteñas al ecuador matemático. Precisas eran además las instrucciones de acomodarse al esquema peruano de expediciones itinerantes, estilo que no se siguió en t'!l Nuevo Reino por varios motivos muy valederos. Detenido Mutis en Mariquita, sus recolecciones, observaciones de habitat y de la sociología vegetal hubieron de hacerse por segunda mano, por comisionados y herbolarios que sólo Dios sabe a cuántos errores abrieron la puerta. Podemos, en consecuencia, reseñar las localidades de la Expedición Botánica así: Primero fueron Cartagena y las orillas del Gran Río tres veces recorridas; Santa Fé, la sabana y sus montes vecinos, cuyas recolecciones se dirigían a Suecia para ulterior análisis, comparación y determinación. Igual sucedió con la Montuosa Baja, con el Sapo, Ibagué y Llano del Tolinla hasta el Espinal, donde nos consta que Mutis botanizó antes de la aprobación virreinal para sus planes. Inauguraba la Expedición con el patrocinio virreinal y se estableció, desde el 1 de mayo de 1783 hasta el 29 de junio, es decir, por 60 fechas, en La Mesa de Juan Díaz, desde

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donde se exploraron más de 40 localidades comarcanas. Luego pasó a Mariquita, donde se desarrolló el período más fecundo de ella sobre un área que abarcó el río Magdalena al oriente, hasta el nevado del Ruiz al poniente y que en dirección N a S debió interesar desde la desembocadura del río La Miel a los planes del Tolima (1783-1792). De última vino la exploración desde Bogotá, que cubrió a Fusagasugá y sus bosques, la provincia de V élez y los montes al oriente de la capital. Ese conjunto, si en relación con la América Septentrional, era pequeño, paragonado 'con los entonces explorados en Europa era inmensa y aporte muy significativo al reconocimiento de la flora americana. El carácter perfectista de Mutis, le hacía preferir una especie, una localidad bien estudiadas a muchas que sólo fueran de paso. 3. La cronología, pauta ineludible de los sucesos, ayuda a interpretar y valorar la evolución de la gesta botánica de José Celest~o Mutis y su Expedición y la intervención en ella de cada uno de sus hombres. Es así, en sus actuaciones cimeras.

Septiembre 7. 1760, Octubre 31. Enero 8: Enero 28. Febrero 17: 1761 Febrero 24: Septiembre 2. 1762, Enero 13. Enero 1763, 30.

1763, Febrero 3. 1763, Febrero 3. 1768, 1766, Septiembre 30. 1770, Mayo. 1772, Septiembre 1. 1772, Octubre.

Mutis sale de Cádiz para América. Llega a Cartagena de Indias. Salida de Mompox para Honda. Arribo al puerto de Honda. Salida en cabalgaduras para Santa Fé. Término del viaje en Santa Fé. Salida para Cartagena. Llegada a Mompox bajando el río. Segunda llegada a Cartagena con ocasión de la guerra. Descubrimiento por Mutis de las horas trópicas. Interrupción del diario cartagenero. Regreso a Santa Fé por vía del Opón. Llega a las minas de la Montuosa Baja, en Pamplona. . Regresa a Santa Fé por orden del Virrey La Zerda. Sale de Santa Fé para la Península, el Virrey La Zerda. Mutis descubre una quina en los Andes al Norte' del Ecuador terrestre.

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1777, Enero. 1781, Febrero 24.

1783, Abril 1

1783, Abril 29 . 1783, Noviembre 1? 1783, Junio 29. 1787, Febrero 6. 1790, Noviembre 7. 1791, Octubre 27.

1801, Marzo 14. 1801, Julio 15. 1801, Septiembre 8. 1801, Diciembre 31. 1802, Abril3. 1802. 180.3, Octubre 25.

1806, Diciembre 10. 1808, Enero 3. 1808, Julio 1 1808, Agosto. 1808, Septiembre 10. 1808, Septiembre 11.

Salida definitiva para minas de El Sapo, en jurisdicción de Ibagué. Visita del Arzobispo Caballero y Góngora a Mutis en El Sapo. Mutis vive en palacio. Fundación por el Virrey-Arzobispo de la Expedición Botánica. Salida para La Mesa. Aprobación por Carlos II de los planes científicos. Salida de La Mesa para fijarse en Mariquita. Fecha del Proyecto de Estanco de la Quina. Dispone el Rey que se suspendan los envíos a Madrid de quinas santafereñas. Mutis, instalado en Santa Fé por orden del Virrey Ezpeleta le propone cómo reorganizar la Expedición. Zarpa Alejandro de Humbolt de Cuba para Cartagena. Hace su entrada a Santa Fé. Su salida para el sur por la vía de Fusagasugá, Ibagué, Quindío, Cartago, Popayán, Pasto. Salida de la presidencia de Santa Fé a la de Quito. Rechaza el Barón la compañía de Caldas. Regreso de Sinforoso Mutis de su primer destierro de Cádiz. Mutis solicita pasaporte para que Sinforosoviaje a Cuba, venda un lote de quina y de allá traiga la vacuna viva. LlegaCáldas a Santafé y recibe la dirección dei Observatorio. Aparece el primer número del semanario. J. C. Mutis dicta su testamento y nombra albacea .

a Salvador Rizo. Sinforoso Mutis y, tal vez su señora Angela Gama, llegan a Santa Fé desde Cuba. Testamento científico de J. C. Mutis. .. Muerte del Dr.. Mutis.

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1810, Julio 20. 1810, Nov. o Dic.

1812, Marzo 21. 1812, Octubre 12. 1813, Junio

1815, Diciembre 5.

Reorganización de la Expedición por el Virrey Amar y Borbón de acuerdo con las pautas de su fundador. Revolución de Independencia de Santa Fé y Cundinamarca. J. Tadeo Lozano, Presidente. 1811, 1812 el gobierno independiente trata de clausurar la Expedición y aún de vender la iconografía al extranjero. Posesión como Virrey, sin funciones, de Don Benito Pérez hasta noviembre. Embarcan en Cartagena, para La Habana, al Virrey Amar con su señora. Nombrado Capitán General del Nuevo Reino, después Virrey, Don Pedro Francisco de Mont.!llvo. Entran a Cartagena Montalvo y el Pacificador Don

Pablo Morillo.

.

Ocupa Morillo a Santa Fé e inaugura el terror. Apresados en el Rosario Sinforoso Mutis, Rizo, Lozano, Carbonell. Caldas huye hacia Buenaventura. fines mayo o Los pacificadores ordenan encajonar el legado 1816, principios junio. científico de la Expedición para remitirlo a España. Muere ahorcado J. M. Carbonell, amanuense de la Expedición. 1816, Junio 19. Fusilado Jorge Tadeo Lozano. Condenado Sinforoso Mutis a destierro y a trabajos forzados. 1816, Julio 6. Fusilado Rizo. 1816, Julio 30. Se toma declaración a Caldas sobre su obra científica. Fusilado Caldas. 1816, Octubre 28. Para esta fecha el legado científico de la Expedición 1816, Octubre 28. llega a Madrid. Fusilado Caldas 1816, Octubre 29. Para esta fecha el legado científico de la expedición 1817, Abril 6. llega a Madrid 1816, Mayo 16.

4 . Las características de la empresa mutisiana entre sus similares . fueron estas: a) Más que Expedición itinerante fue un instituto fijo.

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b) No fue sólo botánica, sino también zoológica, mineralógica, geográfica, climática y astronómica. c) Prestó atención especial a la economía de las plantas, a las aplicaciones medicinales, a las posibilidades de su comercio. d) Exaltó como la que más la representación gráfica de las especies en las obras botánicas sistemáticas. e) Llevó al sumo la exactitud, el análisis y abundancia de datos morfológicos así como el esmero artístico de los icones. f) Tal preciosidad del iconismo hizo codiciable y respetable toda la obra de la Expedición. g) Por sus virtudes, por su patriotismo y constancia, por sus elevadas miras e ideas, por su fervor americanista y su fé en la juventud criolla, la Expedición del Nuevo Reino fue la de mayor influencia en la sociedad donde le tocó actuar. h) Fue la que más duró, la que contó con más numeroso personal, la que más costó, la -que más documentos científicos logró dejar, en archivos, a la posteridad. i) Fue la que menos obra impresa llegó a completar. j ) Por todas estas razones es la que mayor continuidad histórica demanda a las actuales generaciones de botánicos, españoles y colombianos. 5. Los avances botánicos, o sea verdades nuevas, logradas por la Expedición, se deben avaluar para su tiempo y no en parámetros de presente.

Podemos enumerar los principales así: a) Mutis resolvió, al nivel de la ciencia de su tiempo y saliendo de una absoluta obscuridad, los problemas más urgentes de las quinas: pluralidad y esa moderada, de las especies curativas; amplia gama de aplicaciones terapéuticas; dispersión fuera del hemisferio sur; método conservacionista de beneficio forestal y farmacéutico; empaque apropiado; momento de aplicación en relación con los accesos de fiebre ya que nada se sabía de los hematobios de los paludismos; posoIogía. b) Mutis eliminó del uso terapéutico varias especies con que se falsificaba el específico antimalárico.

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c) Dejó, en sus miles de icones y en sus anatomías florales, descubiertas muchas especies o nuevas del todo, o al menos desconocidas en tierras hoy colombianas. d) Nos dejó, en ellos, un material publicitario que sería locura no aprovechar en la divulgación de la flora colombiana. e) Estudió las aplicaciones terapéuticas de un gran número de plantas y recogió, en escritos, gran parte de la terapéutica indígena y de la popular de su tiempo. f) Recogió muchos datos sobre el status vegetativo de las regiones por él visitadas.

g) Pueden calificarse los escritos quineros de Mutis como los primeros del conservacionismo forestal de Colombia. h) Estudió, domesticó y mejoró el canelo de Andaquíes, trató de- comer cializar el té de Bogotá, de industrializar la otoba, el almendrón, el bálsamo de Tolú, el palo brasilete, la ipeca. i) Aclimató y cultivó, en la zona central del país, el cafeto y el índigo. j) Fue el primer promotor en Colombia de una granja experimental y de jardines botánicos. k) Fue un prominente esteta de la naturaleza colombiana. Supo exaltar los grupos más valiosos de su flora como paciflora y orquídeas.

1) Introdujo el sistema lineano, en la enseñanza académica de El Rosario.

V.

Alejandro de Humboldt, Aimé Bonpland y Luis Rieux.

En los primeros meses de 1801, se hallaba Alejandro de Humboldt, en Cuba, tras haber viajado por la Capitanía de Caracas, atravesando los Llanos del Apure y del Arauca, subido el Orinoco y el Atabapo, penetrado los bosques del brazo Casiquiare y Guainía, tierras del Nuevo Reino de Granada, regentadas entonces por el Virrey Don Pedro Mendinueta y Musquiz. La preocupación del joven prusiano era el Capitán Baudin: averiguar su derrotero, salirle al encuentro y completar con él la vuelta al mundo. En Cuba se le informó que Baudin, estaría por entonces dando vuelta al Cabo de Hornos con probabilidades de llegar a El Callao a principios de 1803. Al científico se ofrecía uno de dos partidos: seguir la vía marítima por Panamá yel Pacífico, o la terrestre, pavorosa, a través de La Nueva Granada, Quito y el Perú. Humboldt conocía ya por:.relatos a

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Mutis. En el 98, el Botánico del Prado Gómez Ortega y sus paniaguados se lo habían descrito como un vejete reservado, envidioso y gruñón. Sin embargo, nadie negaba la importancia de sus estudios y colecciones. Sin duda que en La Habana le dieron una mejor idea del sabio de Santa Fé, testigos de su carácter y prodigiosa laboriosidad, que pudieron ser el francés Luis de Rieux y el granadino Pedro Fermín de Vargas. Humboldt concibió entonces un ardiente deseo de conocer a Mutis. Como, en este lugar, no podemos entrar en detalles del viaje de Humboldt por la Presidencia de Santa Fé, fijamos solamente su itinerario y cronología y enumeramos sus resultados en el campo de la botánica cuyo factor principal fue Bonpland. Humboldt llegó en este su viaje de 1801, al caserío de Zapote, en la bahía.de Cispata, antigua desembocadura del Sinú, el 14 de Marzo. 30 de marzo, arribó a Cartagena y se alojó en Turbaco. 19 de abril, se embarcó para subir por el río Magdalena. 13 de junio, orillaron en Honda. Visita a Mariquita y Santa Ana (ho)' Falan). 15 de julio, entrada a Santa Fé. Excursiones a Guadalupe; Monserrate; Zipaquirá; Salto de Tequendama; Llanos de los Gigantes cerca a Soacha; Laguna de Guatavita. 8 de septiembre. Salida de Bogotá, para Fusagasugá, Pandi. Principios de octubre llegada a Ibagué; paso del Quindío; Cartago. 10 al 27 de noviembre, Popayán. 25 Diciembre, Pasto. 31 Diciembre, Ibarra. Las consecuencias botánicas del viaje neogranadino de Humboldt, pueden resumirse así: a) Un cambio total en la apreciación personal de Mutis, generoso, franco, noble. b) Una admiración abierta por la Expedición; por la magnitud de la obra de Mutis, por su concepción grandiosa; por la lógica de su proceso. c) Humboldt tuvo la franqueza de sostener, ante el mismo Salvador José López Ruiz, que no era este sino Mutis el descubridor de las quinas en el hemisferio norte.

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d) Humboldt reprobó la conducta que con Mutis y con las quinas del Nuevo Reino siguieron los botánicos de Madrid. e) El sabio tudesco recibió de Mutis, cien láminas que el segundo sospechaba ser de especies nuevas. Fue el primero que dio a conocer en Europa la prodigiosa iconografía. f) Humboldt y Bonpland, facilitaron a Caldas su aprendizaje botánico a nivel europeo. g) Humboldt hizo ciencia, aumentó y reveló al mundo las observaciones de Mutis y de Caldas sobre la tercera dimensión fitogeográfica, que se ha dado como el mejor fruto botánico de sus viajes equinocciales. h) En su cuantiosa obra bibliográfica, en sus herbarios, Humboldt hace frecuentes citas de la flora colombiana y de las localidades de esas especies. Para él y por sus estudios florales, nuestro país era el grupo humano más culto de suramérica.

Acabo de publicar en la revista Colombia Geográfica aquella parte del viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente en que Humboldt relata su subida en champán río Magdalena arriba y revela qué géneros de cosas más llamaron su atención. La poderosa observación del sabio prusiano y su exquisito gusto le llevan a todos los seres y fenómenos naturales para clasificarlos; para registrarlos en su correspondiente cartera de las ocho que lleva con fidelidad y asiduidad prodigiosas; para describirlos; los hombres, las rocas, los vegetales y animales. En el diario quedaron interpoladas dos monografías exhaustivas: una sobre la respiración del caimán, la otra sobre los mosquitos de América. En observación de las plantas Humboldt es incansable. Analiza los bosques, registra las especies, así las' cultivadas junto cada una, en su cartera, con un signo que demuestra su frecuencia. Así sentaba las bases de la fitogeografía americana. Todo lo va comparando con lo que vio, pocos meses antes, en el Orinoco y en el Casiquiare. Particularmente llaman su atención los bosques de guaduas que observa junto al Canal del Dique: los sauces de color primaveral; las palmas que suministran todo lo que necesita el hombre primitivo y sobre todo el plátano, prodigio de belleza y de generosidad, allí donde no soplan vientos que lo desflequen. Con Humboldt, remontando el Magdalena viajaban otros dos botánicos; Aimé Bonpland a quien él traía desde París, francés, consagrado a las recolecciones y datos de viaje y Luis de Rieux, quien después de haber. sufrido cárceles y vejámenes por sus ideas levantiscas alIado de Sinforoso Mutis en Santa Fé, regresaba viudo y amargado al Nuevo Reino de Granada

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con la misión de vigilar y salvar para el Rey lo que quedara del jardín botánico de Mutis en Mariquita, la de sembrar canelos y propagar la otoba. Nada sabemos de los pasos que diera Rieux en cumplimiento de su cometido.

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Por último debemos mencionar aunque está en plena construcción el Jardín Botánico Joaquín Antonio U ribe de la ciudad de M edellín, cuyo gestor es Mauricio Arango Santamaría. Cuenta con elementos muy valiosos no sólo en la generosidad del pueblo antioqueño para con sus obra'5 de progreso sino por el gran gusto que por plantas tienen sus ciudadanos. De él hay planes completos muy bellos que prometen convertirlo en ceno tro de una atracción turística de las mejores en Colombia.

XIII.

El Progreso Botánico originado en el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional.

Ya comenzamos, en los dos acápites anteriores, a hablar de vivos y en este último nos toca, con más veras, hacer lo mismo. Esta posición nos obliga a particulares cautelas y reticencias porque de otra forma nos enaje~ naríamos amistades y nos atraeríamos últimos días amargados y solitarios. Por esta causa de vivos que trabajaron y de los que trabajan en el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, nos limitaremos a dar sus nombres sin orden, ni de ingreso al Instituto, que poco mide su actividad desplegada; ni de importancia científica, que nos embarcaría en comparaciones odiosas; pero ni siquiera en orden aIfabético, más adecuado a cosas que a personas. Tras el nombre de cada trabajador científico enumeramos fichas principales de su obra bibliográfica, que es, en definitiva, la que a cada uno abre las puertas de la historia botánica. No dudo que con tal limitación se nos quedaron por fuera muchos méritos de los botánicos contemporáneos de la Universidad, como son sus asistencias a reuniones importantes nacionales o internacionales donde, con lujo llevaron la representación de nuestro país y de las sociedades científicas a que pertenecen, títulos que figuran en su Curriculum Vitae, pero que enumerarlos, nos obligaría a largo viaje. Fuera de libros y folletos, la precitada producción se halla en la revista de la Academia y en Caldasia, Mutisia y Lozania, órganos del Instituto que planeados por Dugand, vienen apareciendo desde 1940. José Cuatrecasas, fue el primer botánico formado con cuya colaboración contó el Herbario Nacional, cuando lo fundé. Cuatrecasas, nacido en los Pirineos Catalanes, farmaceuta, director del Jardín Botánico del Prado en Madrid en tiempos de la República Española, vino por primera de la ciencia hispánica en el siglo XVIII, que era el doctor Francisco de vez a Colombia en 1932, representando a varias entidades científicas de su país para los homenajes que promovimos a Mutis en el centenario de

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su nacimiento. Era la época todavía, cuando el Magdalena y sus vapores, movidos por rueda a popa y calentadas con leña' sus calderas permitían a los viajeros contacto más íntimo con sus orillas de agreste vegetación, leñateos y puentes. El botánico español, en cuya compañía viajaba aquel gran historiador las Barras de Aragón, se dejó atrapar por la realidad botánica coloniana, exploró los montes y páramos cercanos a Bogotá, y, fruto de sus excepcionales tesón y talentos para anotar datos y para preparar axicados de herbario regresó a Europa con una notable colección sistemática; la determinó comparándola, con el herbario de Berlín-Dahlem y produjo en libro, su obra de fitogeografía colombiana, el cual reprodujo la revista de la Academia. ,

Cuatrecasas regresó al país contratado por la Universidad Nacional, a

ocuparse en el destino que había elegido para sí: la flora colombiana. Se había ganado, con nuestro cariño, admiración y la seguridad de que nos hacía falta. Por entonces hicimos una excursión al occidente de Colombia en la cual nos acompañó el doctor Lehmann Valencia para la parte zoológica y creo que fue en una de nuestras escalas en Cali, durante aquel viaje, cuando el doctor Ciro Molina Garcés, insigne impulsor del Valle del Cauca, logró atraer a Cuatrecasas a sus vastos planes de promoción agrícola y educativa. De ahí nació su larga permanencia en Palmira y en la Escuela Agronómica situada en el mismo casco urbano de la capital del departamento, período durante el cual Cuatrecasas hizo un gran acopio de especímenes botánicos y muestras de troncos madeneros, de los cuales, ciñéndose asu contrato, reservó para sí los duplicados. Títulos tan relievados y botín tan codiciable hicieron que Cuatrecasas fuera llamado al herbario de la Emithsonian Institution de Washington y como ese es su ambiente y allí estaba su forja, allí se trasladó con su familia. Actualmente Cuatrecasas se ocupa, como miembro destacado, con otros botánicos muy autorizados del continente occidental en la organización Pro.Flora Neotrópica donde intentan publicar toda la sistemática de la Flora que crece en América entre el Cáncer y el Capricornio, antes de que sea tarde. Es, con modificaciones impuestas por el presente vial, el sueño de Humboldt, de Martíus, Mutis, Pulle y Hoechne. Hernando Carda Barriga, agrega a sus méritos el de haber sido mi primer ayudante como preparador y diseñador de plantas en el Herbano Nacional, cuando éste había vencido las mayores dificultades de la incomprensión y se alojaba en el Instituto Nacional de Química, dirigido por los doctores Olaya y Samper Sordo; uno y otro graduados en universidades de tipo alemán (Berlín y Frihurgo).

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Con su raro tesón y espíritu, en un medio universitario don~e las ciencias naturales apenas gernrinaban, supo García B. superarse hasta .ocupar la cátedra de botánica en la Universidad Javeriana. . Además de haber contrihuído muy eficazmente al Herbario Nacional y de haber creado varios binomios nuevos, ha publicado en folleto aparte y en la revista de la Academia: Arboles de Cundinamarca.

Armando fJugand, barranquillero, vino al Herbario del Instituto para sucederme en su dirección después de haberse descrito en varias publica~ ciones muchas de las especies de la región ~arihe. Estas le merecieron el aprecio del secretario del ministro de agricultura Garcés Navas y del doctor Samuel Record, norteamericano, famoso por sus publicaciones sobre árboles madeneros del Nuevo Mundo. Ellos, son el doctor Agustín Nieto Caballero, rector entonces de la Universidad Nacional, cuya voluntad me enajenaron ciertos "malsines de los que tienen muchos" nuestros centros intelectuales, fueron quienes propiciaron mi retiro del centro botánico que sin mis empeños no se hubiera fundado. Afortunadamente la hoja de vida de mi sucesor es la más rica en méritos que puedan presentar botánicos colombianos. El salvó la crisis deparada por el doctor Luis López de Mesa cuando ordenó, como Ministro de Educación, que el bello edificio construído para el Instituto Botánico se dedicara a facultad de farmacia. Dugand logró que se hiciera efectiva la promesa de otro edificio más amplio para el Herbario y que se le convirtiera en Instituto de Ciencias Naturales. Tal indiscriminación, anacrónica si se considera la práctica de otros países, ha traído dolores de cabeza, sobre todo porque se convirtió en galigó que limitó el desarrollo armónico de las demás especialidades que miran la botánica que limitó la investigación ]¡minal de sistemática~ Para guijar a los botánicos nacionales y para llamar la colaboración extranjera, con prestigio para Colombia y para el Instituto, Dugand fundó las revistas Caldasia, Mutisia, y Lozania, que por su estabilidad y elevado nivel científico constituyeron el mejor exponente del progreso botánico y zoológico, o~iginado en el Instituto. En la historia de Colombia, como promotor del herbario y de las colecciones zoológicas, se debe mirar a Dugand como al hombre que ha elevado nuestras ciencias naturales al nivel de los países más documentados en suramérica. Todo esto~ a pesar de las estrecheces del presupuesto y de las cargas intrusas con que se ha aumentado la responsabilidad de un personal que se señala exclusivamente investigador de la botánica y zoología colombianas.

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Sobre temas botánicos, la bibliografía de Dugand es copiosa y revela su asiduidad al trabajo. Revisó las Bumbiaceas de la llanura caribe, las palmas de su hoya magdalénica, las especies de Tiens de todo el país, grupos sobre cuya sistemática reinaba anarquía. Fijó muchas especies nuevas y creó ninomios nuevos de especies desconocidas, insuficientemente descrita.. o críticas. Ahora mismo, ya retirado "oficialmente", prepara el tomo Bignoniáceas de la Real ExpediciónBotánica. Alvaro Fernández Pérez. De Popayán. Es, a no dudarlo, brillante figura del Instituto y, con Cuatrecasas y Dugand, representativo de las ciencias botánicas colombianas ante las entidades similares del extranjero. Gracias a ello, ha sido el más viajado grupo botánico y ha asistido a reuniones internacionales en ambas Américas, en Europa, Asia y Oceanía. Excelente fotógrafo, posee un valioso archivo de imágenes de plantas del cual lo mejor son sus transparencias de los leones de Mutis que a todo color obtuvo en el archivo del Prado de Madrid, por permiso especial de sus directores. Fernández Pérez dedicó minuciosos y reveladores estudios sistemáticos y biológicos a las plantas carnívoras de Colombia; enriqueció el herbario y definió, como sus colegas, especies y binomios nuevos.

Las principales obras de Fernández Pérez son dos volúmenes, impresos por los Institutos de Cultura Hispánica de Madrid y Bogotá, sobre las Orquídeas de la Real Expedición, que Mutis dejó en Icones. Tiene preparados en manuscritos otros dos tomos de esa obra monumental, la más importante obra botánica que, según crítico internacional está saliendo de las. imprentas del mundo. Lorenzo Uribe Uribe. Natural de Sonsón; hijo' de Joaquín Antonio Uribe, el insigne pedagogo, autor de libros para divulgar la naturaleza, escritor del grueso volumen Flora de Antioquia (384 páginas) se pudo decir de él que circulaban por sus venas la botánica y la docencia como imperativos genéticos y hogareños. Ingresó a la Compañía de Jesús, coronó sus estudios de Filosofía y Teología en Valkenburg (Holanda), lo que le condujo a ocupar, regresado a Colombia, la cátedra de cosmología, ciencia filosófica íntimamente relacionada con las naturales, en las facultades eclesiásticas de la Universidad Javeriana. El Padre Lorenzo, con esos antecedentes, fue promovido a la Academia de Ciencias Naturales en Bogotá. Como botánico, a raíz de su grado, se dedicó a ordenar, pulir y ampliar los originales que su padre había dejado manuscritos para la Flora de Antioquia, libro, con ayuda de la Gobernación de Antioquia, entregó al público.

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en 1940 para gran servicio de universitarios, normalistas y, en general del pueblo antioqueño, interesado en conocer su flora. El padre Uribe ingresó al Instituto de C. N. regentado por Dugand, y cuando este investigador hubo de retirarse de la Dirección, por salud, le sustituyó en el cargo. Con el padre Uribe tienen deudas las botánica colombiana y su historia. Esta porque dilucidó investigándolas en archivos civiles y parroquiales, las principales fechas y datos biográficos claves de la pintores de la Expedición de Mutis. Cumplió, además con el Instituto en forma brillante así aportando al herbario numerosos ejemplares, como a prestigiando a Caldasia con su ática pluma. Pero la obra cúspide del padre Uribe con su Pasifloras de la Real Expedición, para cuyo acabado y determinación de los insuperables icones mutisianos, de sus descripciones literarias, se impuso el trabajo no sólo de agotar la bibliografía a su respecto, sino el de colectar, una a una, las especies en las localidades donde las hallaron los herbarios del sabio gaditano. -Si a este proceso se ciñeran cuantos escritores han de revisar los icones por familias taxonómicas, la publicación de la flora de Mutis correspondería a los adelantos de nuestro siglo en sistemática, a la angustia que nos produce la desaparición de especies determinada por los desmontes y a la magnificencia con que la obra se edita por Rivadeneira en Madrid. Seguro de su ideal y de su método, el padre Uribe los siguió en la elaboración, ya terminada, de varios tomos requeridos por las melastomáceas de la Real Expedición. En esta familia, que nuestros suelos y climas despliegan con generosidad extraordinaria, los herbolarios y pintores de Mutis hicieron derroches, y su intérprete, el padre Lorenzo Uribe Uribe, realizó maravillas de su talento. José M. !drobo. Por grado académico farmacéutico de la Nacional; por sus trabajos de botánica, biólogo, ha trabajado con especial intención las Marantáceas de Colombia y entre sus méritos debe contar el de haber organizado, con gran éxito el Foro de Florencia y el Simposio de Leticia, encuentros biólogos sobre las regiones amazónicas colombianas.

María Teresa Murillo. Es un caso singular de triunfos de una mujer en el campo científico colombiano. Tras las huellas de su padre el entomólogo Luis María Murillo, quien trabajó en el Ministerio de Agricultura en el ramo de su especialidad y con especial atención a los parásitos de plantas y animales; ella se ha dedicado a las tedidofitas de Colombia. sus principales obras han sido Blechnum, Sub género Blechnum, que publicó

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en .la revista N ov.a H edwigia, . publicación periódica de Criptogramas en Lehere (Alemania) ; además un catálogo ilustrado de la teridofita de Cundinamarca. Polidoro Pinto. Es profesor de la Nacional radicado en el Instituto de Ciencias Naturales; su obra botánica ha sido la Clave de las Gramíneas de Colombia que publicó en la Revista de Academia de Ciecias Naturales.

Richard Evans. Schultes. - Este botánico muy distinguido debemos reivindicarIo para nosotros como investigador que nos ha favorecido con estudios ..

fundamentales sobre plantas del Amazonas, sobre todo cauchos del género Hevea. También tiene muchas publicaciones en Caldasia donde ha dilucidado el problema de nuestras plantas narcóticas y mágicas. Actualmente trabaja en su país, los Estados Unidos, pero no deja de ayudar al Herbario Nacional con sus consejos y con trabajos fundamentales. Daniel Mesa Bernal. - El doctor Mesa Bernal, que actualmente trabaja en Montevideo en la ALAC dedicó un tiempo de sus esfuerzos al Herbario Nacional y publicó en la Revista de la Academia sobre plantas diagnóstico de suelos, sector que otros autores no han cultivado, pero que es de gran utilidad para el mundo de nuestros agricultores.

Rafael Romero Castañeda. - Es un caso extraordinario de autoformado en el medio colombiano que después ha completado sus estudios merced a varias becas Gargenheim. Tiene a su favor en botánica varios libros muy densos y doctos, como son Frutas Silvestres de Colombia y Flora de la Región Central del Departamento de Bolívar; persuadido de que la coronación de la obra científica es la impresión de obras, trabaja actualmente en sacar luz varias de su pluma que merecerán puesto de honor en la secuencia de la botánica colombiana.

Gustavo Huertas G. - Escogió para sí un sector por demás olvidado por los botánicos colombianos anteriores que son los fóciles de plantas hallados en nuestro territorio, recogidos con una acuciosidad admirable. Ha descubierto en sus investigaciones, plátanos, (Musa) y cacao (Toebroma) que nos revelan en Colombia una vegetación primitiva insospechada. Luis A. Camargo. - Como el anterior, religioso, ha producido publicaciones muy interesantes sobre especies nuevas del género Serberis de Colombia, Ecuador y Venezuela. . Se está produciendo, en colaboración de casi todos los investigadores del Instituto el catálogo ilustrado de las plantas de Cundinamarca de las cuales el Volumen IV es de Luis Camargoy comprende los proteales, santaleales, ranales, rhagmales y malvales.

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El concluir la historia de la botánica colombiana, que hemos recogido en forma tan somera, quisiéramos coronarla toda con una mirada todavía más sintética, como hecha para un joyel como mote para un escudo nobiliario; como fórmula y sentencia para repetirla cuando la memoria esté cansada. Esa síntesis, ese mote y fórmula diría: "Así como la flora es el mayor don de la materia para el hombre, así las ciencias botánicas encierran la más efectiva humanización del mundo y los botánicos, que a ellas entregan su inteligencia, el divagar de sus pies y el correr de su pluma son, con justicia, hombres del futuro".