Apuntes para Una Historia de Debate Feminista

Feministas mexicanas del siglo xx: espacios y ámbitos de incidencia Feministas mexicanas del siglo xx: espacios y ámbi

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Feministas mexicanas del siglo xx: espacios y ámbitos de incidencia

Feministas mexicanas del siglo xx: espacios y ámbitos de incidencia Joel Estudillo García y José Edgar Nieto Arizmendi

(compiladores)

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA UNIVERSITARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS DEL PERSONAL ACADÉMICO

México,

2016

Este libro fue sometido a dos dictámenes doble ciego externos conforme al criterio académico del comité editorial del Programa Universitario de Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Índice

7 Agradecimientos 9

Introducción

Joel Estudillo GarcíE Primera parte

Medios de comunicación: espaci 17

De la reflexión militc político de las mujeri

Lucrecia Infante Varg 31

Apuntes para una

Hortensia Moreno, M Ariadna Molinari 53 D.R. © 2016, Universidad Nacional Autónoma de México

Programa Universitario de Estudios de Género Torre 11 de Humanidades, piso 7, Circuito Interior Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510, Cd. Mx. D.R. © 2016, Universidad Nacional Autónoma de México Dirección General de Asuntos del Personal Académico Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510, Cd. Mx.

El periodismo feminis pantalla digital

Emanuela Borzacchiell

Segunda parte Diseño de la colección: Estudio Sagahón / Leonel Sagahón y Marcela Morales Cuidado de la edición: Cecilia Olivares Mansuy Corrección de estilo y de pruebas: María Hope, Alberto Alazraki y Emilio Javelly Ilustración de portada: Olivia Rojo Formación editorial: AlMa Barajas Beltrán

Clubes y colectivos feministas 85

Primera edición: Diciembre de 2.016

Movimiento feminista e Colectivo Feminista de (

María Guadalupe Herre ISBN: 978-607-02-8525-7

los Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México. Edición realizada gracias al apoyo de UNAM-DGAPA, Proyecto: PE3o2715. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

El largo y sinuoso camela sexual de las mujeres. Li Código Penal

Impreso y hecho en México

Rocío Suárez López

externos conforme al criterio académico tudios de Género de la Universidad

Índice

7

Agradecimientos

9

Introducción Joel Estudillo García y José Edgar Nieto Arizmendi

Primera parte Medios de comunicación: espacio de expresión del feminismo 37

De la reflexión militante a la comprensión histórica del quehacer político de las mujeres Lucrecia Infante Vargas Apuntes para una historia de Debate Feminista Hortensia Moreno, Marta Ferreyra, Cecilia Olivares y Ariadna Molinari

53

El periodismo feminista como desafio: de la página escrita a la pantalla digital Ernanuela Borzacchiello

Segunda parte y Marcela Morales

Clubes y colectivos feministas

tlazraki y Emilio lavelly

versidad Nacional Autónoma de México. Tecto: PE:302715. Prohibida la reproducción :cita del titular de los derechos patrimoniales.

85

Movimiento feminista en Colima en los años de 1979 a 1983: Colectivo Feminista de Colima María Guadalupe Herrera Guerrero

105

El largo y sinuoso camino por la protección jurídica de la libertad sexual de las mujeres. Las feministas y la reforma de 1991 al Código Penal Rocío Suárez López

Tercera parte Academia, enseñanza, presencia e institucionalización de los estudios de

Agradecimiento

género en México 141

Las mujeres en el área de ciencias sociales de la UNAM. Entre la inclusión y la transgresión Elsa Susana Guevara Ruiseñor y María Guadalupe Flores Cruz

169 Historia del Centro de Estudios de la Mujer de la Facultad de Psicología 0984-1994: el origen de la institucionalización de la perspectiva de género en la UNAN' José Edgar Nieto Arizmendi y Joel Estudillo García 191 Visibilidad de la obra de Graciela Hierro: filosofía, ética y educación como bases para el feminismo Ilse Aidé Franco García y Karina Naches Rivera 213 Voces de las mujeres indígenas en las tesis de la Universidad Nacional Autónoma de México Jahel López Guerrero

Cuarta parte Las manifestaciones de arte feminista 235 Dos pioneras del cine mexicano del siglo xx: Mimí Derba y Adela Sequeyro Clara Patricia Muñoz Quintero 257 Maricarmen de Lara, una infatigable cineasta Eli Bartra 281 Semblanzas

A la doctora Ana Buquet Corle de Estudios de Género, por pron consulta de información, sino ti A la Dirección General de A la UNAM, con especial mención a Etelvina Caudillo, y a todos aque a Proyectos para la Innovación y quienes han confiado en nuestra p A las autoras, que contribui libro para coadyuvar, desde el b aprendizaje de las mujeres en Me Queremos agradecer especi Olivares por sus enseñanzas y te de esta obra. A las becarias Ilse Aidé Fre Rincón, Cecilia Yolitzma Esquive Axler Yepes, por ser el alma y el a Finalmente, a nuestro equipe PUEG, Lourdes Valiente, Martha límites en este proyecto y durant A todo el equipo del PUEG, p

Apuntes para una historia de Debate Feminista No hay vida que no contribuya a la historia. Dorothy West

Hortensia Moreno Marta Ferreyra Cecilia Olivares Ariadna Molinari

Introducción Escribir desde la experiencia puede parecer un reto para el trabajo académico. No obstante, en las ciencias sociales este va detrás de la experiencia. La indagación etnográfica, el diseño de los métodos cualitativos, la aplicación de entrevistas o encuestas, las diferentes formas de la observación; todo ello persigue el acopio de la sustancia misma de la investigación: la experiencia de quienes habitamos el mundo; el mecanismo con que nuestros recuerdos, nuestro lenguaje, nuestras percepciones y hasta nuestros sentimientos se traducen en información que la antropología, la sociología, la psicología e incluso la economía y hasta la estadística, recogen para convertirla en conocimiento científico. Un texto sin aparato crítico, sin marco teórico aparente, puede verse como una afrenta o como una burla para este sistema. Sin embargo, para nosotras tiene todo el sentido del mundo. ¿Cuál es la diferencia entre nuestros testimonios —identificados, personales, subjetivos, situados, sujetos a las trampas de la memoria— y los datos que las ciencias presentan en los reportes de investigación? Hay, sobre todo, una diferencia de forma, porque los contenidos de los artículos académicos se presentan en formatos más o menos estandarizados, donde se ubican con precisión los elementos constitutivos de una modalidad de la argumentación que

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APUNTES PARA UNA HISTORIA

MORENO, FERREYRA, OLIVARES Y MOLINARI

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se pretende objetiva en la medida en que borra las trazas de lo personal, individual y contingente. Nuestro paso por Debate Feminista nos comprometió con el texto y su escritura de formas que quizá ninguna de las cuatro autoras sospechábamos, porque el trabajo editorial —de manera análoga al trabajo

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en la memoria de los sujetos "de vivido interiormente".

de la escena, en difuminamos. En contraste, nuestro involucramiento en este proyecto editorial tenía un sentido profundamente feminista, que ahora queremos reivindicar al

Por ello, podemos decir que I de las prácticas de seres humanos por lo tanto, son susceptibles de s

posicionarnos como voces autónomas, como escrituras donde se verifica de manera obvia un lema primordial del feminismo: lo personal es político. Este artículo no pretende ser otra cosa que un recorrido íntimo de la

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editando una revista feminista. Y no cualquier revista, sino Debate Feminista, considerada una referencia para los estudios de género y el activismo latinoamericano. Consideramos que un modo valioso de compilar la diversidad de formas de trabajo feminista en una publicación tan importante es la de visibilizar uno de los ámbitos por lo regular oculto —y ocultado— de la labor

sola frase ya merece otra argument y Perrot (1990), "la historia de las I su toma de la palabra".

académica: el testimonio autoral. Cuando nos propusieron escribir sobre nuestros años en la revista, un

Este relato, escrito a ocho ma de cuatro mujeres que, de manera visar, dar sentido, arreglar, corregi

escalofrío nos recorrió por dentro. Fue un estremecimiento compartido y lleno de recuerdos de los aciertos, de los errores y, sobre todo, de los aprendizajes. Pusimos manos a la obra. Sacamos las herramientas y escribimos. Papel y lápiz, teclado y monitor. Memoria, inteligencia y sentimiento. El tiempo transcurrido entre 1990 y 2015 en nuestro país, en nuestra América y en este mundo ha sido motivo de miles de horas de reflexiones, desde la creación del IFE y de la CNDH, hasta la paridad y las cuotas en los partidos políticos, pasando por el alzamiento del EZLN, dos sexenios panistas

ideas, de pensamientos, de propue:

L

trozo de vida, de la historia del esfu revista que en contenido y en form aquí nuestros testimonios.

y tantas desapariciones y feminicidios sin solución, así como la legalización del aborto y del matrimonio igualitario en la Ciudad de México. Durante

La llegada i (Hortensia Moreno)

todos esos años, un grupo de mujeres liderado por Marta Lamas se ocupó de resolver, semestre a semestre, la ejecución, siempre original y siempre de

Empezamos haciendo Debate Fem

avanzada, de cada uno de los so ejemplares de Debate.

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MORENO, FERREYRA, OLIVARES Y MOLINARI

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LATES PARA UNA HISTORIA

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¿Es relevante contar la historia de ese quehacer? ¿Tiene valor hacer uso de nuestras voces para decir lo que hicimos? ¿Tiene sentido trazar parte de esa historia cotidiana de las revistas feministas? ¿Qué pasaría con nuestros testimonios si no hubiéramos decidido escribir acerca de esas experiencias? Agnes Heller (1977) dice que "la vida cotidiana también tiene una historia" y, contrariamente a una sucesión gris de hechos que se repiten, estos se presentan organizados como vivencias (Erlebnis, en alemán) que se inscriben en la memoria de los sujetos "de un modo más profundo que lo que no es vivido interiormente". Por ello, podemos decir que la historia de la vida cotidiana es la historia de las prácticas de seres humanos que ocurren en un espacio y un tiempo y, por lo tanto, son susceptibles de ser historiadas. No se ocupa de los grandes procesos ni de los protagonistas a los que nos tiene acostumbradas la Historia (con mayúscula). La historia de la vida cotidiana pone su mirada en las prácticas diarias, rutinarias, no excepcionales, pero sí únicas, de seres humanos ordinarios. Si, como dice la socióloga húngara, "soy la representante de aquel mundo en el que otros nacen", necesariamente mi experiencia, mis actividades continuas, mis vivencias y el impacto que estas tienen en mí cobran un peso en lo colectivo que merece la pena ser narrado. Narrado por mujeres. Y esta sola frase ya merece otra argumentación. Como dicen los historiadores Duby y Perrot (1990), "la historia de las mujeres es, de cierto modo, la historia de su toma de la palabra". Este relato, escrito a ocho manos, es una acción de toma de la palabra de cuatro mujeres que, de manera continua y sucesiva, se ocuparon de revisar, dar sentido, arreglar, corregir y editar miles de páginas rebosantes de ideas, de pensamientos, de propuestas feministas. Se trata solamente de un trozo de vida, de la historia del esfuerzo cotidiano y sostenido por hacer una revista que en contenido y en formato fuera innovadora y trascendente. He aquí nuestros testimonios.

La llegada i (Hortensia Moreno) Empezamos haciendo Debate Feminista en fotocomposición. Yo había ya trabajado con linotipo —no directamente, claro, pero me tocaba esa parte

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MORENO, FERREYRA, OLIVARES Y MOLINARI

de la chamba que era "leer galeras"—, y la fotocomposición me parecía un avance insuperable. Pero ya para el segundo número, es decir en 1990, o tal vez fue en 1991 —aunque es preferible que no me crean cuando se trate de fechas— se coló en nuestras vidas el proceso que habría de desplazar y despedazar todos los otros procesos editoriales: había llegado la computadora. Desde luego, no teníamos ni idea de la revolución que esto significaría. Para no hacer el cuento —demasiado— largo, créanme que todavía hoy, en pleno siglo xxi, algunas personas dedicadas al arte editorial siguen trabajando igual que hace 25 años. El arte editorial se creó hace mucho tiempo y tiene uno de sus fundamentos organizativos en la división social del trabajo, concretamente en ese principio de la división del trabajo que lo reparte entre "intelectual" y "manual". Hay varias capas de la división, pero aquí me concentraré en la que separa a los tipógrafos de los correctores. La tipografía es un oficio viejo. Proviene de la organización de los gremios medievales y tengo mis razones para creer —ya me contradirán los eruditos— que se inició como un trabajo intermedio entre lo "intelectual" y lo "manual". De todas formas, en algún sitio leí que algunos de los copistas de los libros de pergamino que se elaboraban a mano en los monasterios no sabían leer, sino que solamente dibujaban cada uno de los caracteres con disciplina estrictamente visual y sin comprender en absoluto el sentido de los textos que estaban transcribiendo, que, por cierto, estaban escritos en latín y no en la lengua vernácula de estos esforzados trabajadores. Aunque me cuesta trabajo creerlo, tampoco me parece imposible. El desarrollo de la industria editorial requirió, sin duda, el empleo de una fuerza de trabajo cada vez más mecánica. Hacia el último cuarto del siglo xx, los obreros editoriales hacían un trabajo que sí requería leer, pero no implicaba un conocimiento profundo de la lengua escrita.

APUNTES PARA UNA HISTORIA

que terminé trabajando para GIR1 de la despenalización del aborto y fue mi primera etapa; más adelai aunque en el área de redacción nc Y este es un tema que hay qc tensia puede hablar más sobre E Había una administradora (eso diseñadora y formadora, siempt dacción. Digamos que ese era el (llamados consejos, aunque hacía fueron definitivos para la revista sus integrantes (siempre mujeres hasta donde sé, nunca sucedió) nográficos, lo que suponía elegir escribir y conseguir los textos. Y una vez con los textos en la armar el número, el que Marta Lar en su cabeza, y al que nosotras pc veces restar, y que siempre debía darle por fin el visto bueno para E Aunque Debate no era en lo una revista muy académica; y al ni bien escrito y divertido (como un [María Eugenia Corvera, "Un viaje sobre su viaje a los Estados Unid o la declaración de las feministas organizó, por otra parte, varios c temas tan variados como las cuota familia o las experiencias de femi:

La llegada 2 (Cecilia Olivares) La llegada 3 (Ariadna Molinari) Llegué a Debate de manera indirecta allá por 1992. Yo iba en realidad a trabajar como asistente personal de Marta Lamas, pero creo que nunca llegué a asistirla en ningún asunto personal. El Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) estaba comenzando y la revista necesitaba ayuda para la corrección. Así

Llegué a Debate gracias a que ur Cecilia Olivares para hacer con( enseñando la simbología y la téci

MORENO, FERREYRA, OLIVARES Y MOLINARI

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APUNTES PARA UNA HISTORIA

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que terminé trabajando para GIRE, en la elaboración de argumentos a favor de la despenalización del aborto y en la corrección de galeras de Debate. Esa fue mi primera etapa; más adelante, de 2000 a 2010, fui jefa de redacción, aunque en el área de redacción no trabajaba nadie más que yo. Y este es un tema que hay que destacar: Debate siempre se hizo (Hortensia puede hablar más sobre el mero comienzo) con muy poca gente. Había una administradora (eso ya en los últimos 12 años, calculo), una diseñadora y formadora, siempre Alina, y una encargada del área de redacción. Digamos que ese era el personal estable. Los comités editoriales (llamados consejos, aunque hacían mucho, pero mucho más que aconsejar) fueron definitivos para la revista, en cada uno de los números. De hecho, sus integrantes (siempre mujeres; aunque se habló de incluir a hombres, hasta donde sé, nunca sucedió) se hacían cargo de ciertos números monográficos, lo que suponía elegir el tema, decidir a quién se iba a invitar a escribir y conseguir los textos. Y una vez con los textos en la mano o en la computadora, se procedía a armar el número, el que Marta Lamas ya tenía perfectamente bien construido en su cabeza, y al que nosotras podíamos agregar algo, por supuesto, pocas veces restar, y que siempre debíamos revisar, corregir, enviar a traducir y darle por fin el visto bueno para el envío a la imprenta. Aunque Debate no era en los hechos una publicación académica, era una revista muy académica; y al mismo tiempo no lo era: si llegaba un relato bien escrito y divertido (como uno encantador de una amiga de Hortensia [María Eugenia Corvera, "Un viaje", año 13, vol. 25, abril de 2002, pp. 361-366] sobre su viaje a los Estados Unidos después del n de septiembre de 2001, o la declaración de las feministas ante la oNu), se publicaba. Marta Lamas organizó, por otra parte, varios debates, que después se transcribían, con temas tan variados como las cuotas para las mujeres, la conciliación trabajo/ familia o las experiencias de feministas jóvenes.

La llegada 3 (Ariadna Molinari) Llegué a Debate gracias a que una adorada profesora me recomendó con Cecilia Olivares para hacer corrección de galeras, y ella [Cecilia] me fue enseñando la simbología y la técnica durante un año, para después reco-

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MORENO, FERREYRA, OLIVARES Y MOLINARI

mendarme para ocupar su puesto. Me hacía mucha ilusión lograr el sueño de muchas de las personas egresadas de Letras: hacer trabajo editorial. Llegué a la entrevista con mi currículum impreso, pero Marta Lamas apenas si lo miró, pues prefirió más bien hacerme preguntas sobre mi formación y conocimiento de los temas habituales de la revista. Ahí se hizo evidente mi absoluta ignorancia sobre cualquier cosa relacionada con feminismo que no tuviera que ver con literatura (ni siquiera sobre la crítica literaria feminista, para ser sincera). Pero comenté que me gustaban los gatos y que, al pensar en la vejez de las mujeres (tema del siguiente número, el 42), lo primero que me venía a la mente eran episodios de Elizabeth Costello, de Coetzee. Al parecer, ese fue mi boleto de entrada a la revista. En los poco más de tres años que estaría como coordinadora (no se me ocurrió en su momento un mejor nombre para mi puesto), la obsesión por la ortografía y la redacción me sería de mucha utilidad, pero no se compararía con la cantidad de cosas que me tocaría aprender sobre lo que implica coordinar un journal de esa magnitud y sobre la fuerza que posee el pensamiento feminista para transformarte. Sin embargo, a las pocas semanas de entrar, inició un periodo gris para la revista que marcaría mi estancia en ella: murió Carlos Monsiváis. Yo no lo sabía entonces, pero, además de ser un entrañable colaborador de la revista, y amigo y confidente inigualable de Marta Lamas, aportaba opiniones fundamentales sobre una serie de aspectos, como temas, artículos, orden de presentación, entre otros. No puedo más que imaginarme cómo habrá cambiado la dinámica del volumen 41 al volumen 42. Mi único y un poco distante referente era (y sigue siendo) el texto de Hortensia Moreno sobre su tiempo como editora: "Leer despacio", dedicado a Alina Barojas, quien para entonces se estaba convirtiendo en mi principal guía y confidente. Yo creía que editar era leer y corregir ortografía y redacción. Con Alina fui aprendiendo qué era InDesign, diseño editorial, caja tipográfica; originales, primeras, segundas y terceras; los pliegos y sus implicaciones monetarias; las pruebas de impresión, etcétera. La otra parte complicada fue aprender quién era quién, no solo en el comité editorial, sino en el amplio grupo de colaboradores y colaboradoras habituales. Al principio, el nombre que más me sonaba era el de Jesusa Rodríguez; al final, el que más esperaba con ansias era el de Jean Franco. Y, sin duda, una de las personas a las que más disfrutaba leer era a Hortensia Moreno (la explicación del porqué sale sobrando).

APUNTES PARA UNA HISTORIA

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MORENO, FERREYRA, OLIVARES Y MOLINARI

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APUNTES PARA UNA HISTORIA

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La llegada 4 (Marta Ferreyra) Participar en la elaboración de la puesta en ruta de Debate Feminista fue una experiencia tan breve como extraordinaria. Un privilegio. Fue como entrar en una cocina en la que hay materiales de primera categoría, exquisitas materias primas que hay que poner en su justa medida, en su exacta proporción. Nada de eso habría sido posible de no contar con la habilidad e inteligencia de Marta Lamas y del comité editorial de la revista, con su conocimiento del tema, con su olfato para saber cuáles son los temas que están en el candelero, qué cosas están interesando a unas feministas y a otras. Tampoco habría sido posible si no hubiera interactuado con un grupo —pequeño— de profesionales leyendo, revisando, corrigiendo, ordenando y gestionando. Lo primero que hay que ver de la revista es su portada. 25 años de diseño gráfico a cargo del artista Carlos Aguirre. Esa es su primera marca de identidad. Se la reconoce a simple vista, creo, por dos elementos: la portada y el tamaño. Una vez decidido el dossier principal, todo era cuestión de días, de semanas. En los dos años que estuve coordinando su elaboración, una de las cosas que más llamaron mi atención fue cómo se desarrollaba la edición, cómo fluía, cuán bien aceitados estaban ya los mecanismos que heredé de mis predecesoras para que la revista, de alguna extraña manera, se fuera haciendo sola (con la intervención de todas).

Aprender el oficio o el oficio aprendido i (Hortensia Moreno) El otro día mi amiga Marta Torres escribió una entrada en Facebook donde se quejaba de la edición de un artículo suyo en una revista académica. Las quejas giraban alrededor de tres principales puntos: a) se habían tardado siglos en sacar a la luz el texto (no me acuerdo con precisión, pero seguramente más de un año desde el día de la entrega del manuscrito definitivo hasta la llegada de la publicación a las manos de la investigadora); b) la correctora (no estoy segura de que Marta supiera el sexo de la persona que hizo el trabajo, y ahora mismo yo no sé si hablaba de una correctora o un corrector, y la mera verdad no pienso perder dos horas para encontrar la entrada en Facebook, de modo que tendremos que atenernos a mi flaca memoria) que se encargó del cuidado de la edición había hecho modificaciones arbitrarias

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y absurdas, de modo que el sentido se había alterado en varios puntos de manera insufrible, y c) en la publicación impresa, el nombre de mi amiga aparecía con una variación ortográfica incorrecta. El enojo de Marta Torres era tan encendido que declaró entonces que se negaba a acoger en su currículum semejante cantidad de ultrajes. El castigo a la empresa editorial sería que el artículo quedaría perdido para el SNI y para los puntos de las becas. Cuando leí esta entrada, desde luego, me di por aludida. Porque llevo treinta años haciendo exactamente esas barbaridades de manera contundente y sistemática. Desde luego, las que cometí al inicio de mi carrera fueron muchas más y mucho más graves que las que cometo rutinariamente ahora, porque he aprendido el oficio y he logrado que el instrumental técnico se me haya vuelto amigo, en lugar de ser mi peor enemigo. Pero estoy segura de que decenas (iba a escribir cientos, pero no, tampoco) de investigadoras e investigadores, decenas de autoras y autores habrán levantado su pliego de quejas con santa indignación en el momento de abrir la publicación que yo con tanto trabajo había cuidado, y encontrar irremediable y puntualmente todos y cada uno de los detallitos minúsculos y mezquinos que a mí se me habían escapado, por no hablar de mi capacidad de interpretación del texto que yo habría traducido a un lenguaje más apropiado o más correcto o más elegante, y que en esa traslación había perdido la esencia de lo que la autora o el autor había realmente querido decir. Desde luego, la queja por la tardanza es clásica: una vez, una investigadora me llamó por teléfono para explicarme cómo le había yo arruinado la oportunidad a su trabajo al retrasar de manera tan criminal la aparición del libro. Gajes del oficio, diría yo. Siempre del lado de la profesión. No quiero justificar(me/nos), solo explicar la complicación que implica pertenecer a este gremio sin que sea necesario calificar el oficio de ingrato, porque sí es ingrato, pero también es muy noble.

El oficio de correctora y editora i (Cecilia Olivares) El trabajo de corrección es más bien invisible, como acordamos con Marta Lamas alguna vez; es como el trabajo doméstico, solo se destaca cuando hay algún error, cuando quedan manchas o polvo o las cosas están desaseadas. A pesar de que cada vez estoy más convencida de su invisibilidad y de que he

APUNTES PARA UNA HISTORIA

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El oficio de correctora y editor: Quiero contarles sobre la presenc en la historia, aunque desde luegc encargaron, allá en la prehistoria Barojas al "departamento de Tipc bate Feminista. Se trata de Lili B( A Debate (al equipo de la re' su servidora y Marta Lamas) lo lógico, que ahora vemos como era entonces un galimatías indes la cima del avance tecnológico con la fotocomposición. Yo era ducha en el campo, pez profesión editorial se aprende soba donde se estudiara para cuidar libr Y, claro, también por hambre. En acabado de entender cómo se Iley manuscrito en un impreso, pero procedimiento por la entrada en La Pc fue devastadora. Estoy siglo pasado, pues) las computad) antes, pero más rápido y fácilmei

MORENO, FERREYRA, OLIVARES Y MOLINARI

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APUNTES PARA UNA HISTORIA

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pasado por épocas en que lo he sufrido bastante —el trabajo de corrección, no el doméstico, bueno, ese también—, tengo que confesar que me encanta. Me encanta contribuir a que las ideas plasmadas queden lo más claras posibles y lo más cercanas a lo que la autora o el autor quieren transmitir. O, considerando lo que apunta Hortensia, ese es mi objetivo. Puesto que Debate era una revista semestral, en general había tiempo para plantearle dudas a las autoras y aclarar las oraciones que no me parecían claras. No siempre era así, pues como señala Ariadna, a veces los artículos llegaban tarde y las autoras no contestaban tan rápidamente como hubiéramos deseado, pero yo diría que en general en la producción de Debate había espacio y tiempo para cuidar la edición.

El oficio de correctora y editora z (Hortensia Moreno) Quiero contarles sobre la presencia de dos personajes que nunca figurarían en la historia, aunque desde luego sus nombres están en la revista porque se encargaron, allá en la prehistoria, antes de la entrada benefactora de Alina Barojas al "departamento de Tipografía y Formación", de la hechura de Debate Feminista. Se trata de Lili Buj y de Fernando Estrada. A Debate (al equipo de la revista, integrado en aquellos entonces por su servidora y Marta Lamas) lo atropelló la tecnología. El cambio tecnológico, que ahora vemos como algo inevitable y elementalmente lógico, era entonces un galimatías indescifrable para quienes habíamos llegado a la cima del avance tecnológico con las máquinas de escribir de esferita y con la fotocomposición. Yo era ducha en el campo, pero todavía tremendamente improvisada. La profesión editorial se aprende sobre la marcha; en 1990 no había aún escuelas donde se estudiara para cuidar libros. Lo hacía una de puro amor a lo impreso. Y, claro, también por hambre. En fin, en ese momento más o menos había acabado de entender cómo se llevaba a cabo el proceso de conversión de un manuscrito en un impreso, pero estaba a punto de revolucionarse todo el procedimiento por la entrada en nuestras vidas de la PC. La Pc fue devastadora. Estoy segura de que en esa época tan lejana (el siglo pasado, pues) las computadoras solo hacían lo que ya se había hecho antes, pero más rápido y fácilmente. Excepto porque había que aprender a

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usarlas y eso, que ahora parece tan sencillo, era endemoniadamente difícil. Era difícil transitar de paradigma. Quien se había formado en la máquina de escribir veía las computadoras como un prodigio indescriptible pero también incomprensible. Tengo recuerdos de sentimientos espantosos. Por ejemplo, nunca estaba muy claro dónde quedaba la información. No tienen idea de cuántos archivos perdí porque no sé dónde los guardaba o si los guardaba o si simplemente el Universo estaba en contra. Aquí es donde entran Lili Buj y Fernando Estrada. Al principio, las computadoras eran el feudo de los científicos. Eran ellos (y aquí el masculino es deliberado y malicioso) quienes ya trataban con el monstruo cibernético décadas antes de que se convirtiera en el aparatito personal y casero. Los científicos usaban aquellas enormes maquinarias que requerían edificios completos y sistemas de enfriamiento colosales. Y desde luego, eran ellos quienes estaban familiarizados con el lenguaje de la programación que para nosotras era jeroglífico. Fue entonces cuando se nos ocurrió la genial idea de hacer Debate Feminista en casa. Con un programa diabólico que se llamaba TeX. TeX era una herramienta para científicos. Servía para componer fórmulas matemáticas y químicas con subíndices y superíndices y letras griegas y toda clase de signos esotéricos. Fernando Estrada era estudiante de la Facultad de Química y me lo recomendó Carlos Amador. Fernando era lo máximo. Conocía y controlaba las computadoras como si fueran juego de niños. Nunca se le atoraban las impresoras. Y además sabía TeX. Lili Buj es mi amiga. La conocí en El Hijo del Cuervo cuando se me ocurrió montar La mujer ideal con Gabriela Olivo de Alba, Adriana Guadarrama y Carlos Amador (el mismo profesor de la Facultad de Química que me recomendó a Fernando Estrada). En 1991 o 1992, Lili trabajaba conmigo en el Instituto de Investigaciones Sociales como correctora. Y de pronto vimos como una oportunidad magnífica de negocios componer nosotras en casa Debate Feminista. En fin, había una oferta en la UNAM y yo me compré mi primera impresora láser. Fernando nos instaló TeX y trató de enseñarnos el enrevesado lenguaje de la programación. Créanme que hicimos nuestro mejor esfuerzo. Cuando veo ahora los bonitos programas de composición tipográfica que manejan

APUNTES PARA UNA HISTORIA

Afina Barojas y otras preciosas art y Angélica Nava, del Departamei to con horror: ¿a quién se le pudo mundo. De hecho, en Sociales hut Para no hacer el cuento largo, Te) get). Cada indicación tipográfica t en unas llavecitas (por ejemplo, u] Estoy exagerando, pero es 1)1 "diabólico" y "endemoniado". Ha vida. Para indicar cursivas había c cursivas); y si se te olvidaba cerra todo el texto como verdolagas. ¡Er Lili y Fernando hicieron vario: Y también fuimos muy felices hacié incontables. Echando a perder se Lili sigue siendo mi amiga del creo que haya tenido ni siquiera 25 Carlos Amador, el más talentoso. I se había muerto de alguna enfermE recuerdo con enorme afecto. Mi a

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Alina Barojas y otras preciosas artesanas del libro (mis amigas María Escoto y Angélica Nava, del Departamento de Publicaciones del zis), me pregunto con horror: ¿a quién se le pudo ocurrir formar en TeX? A nosotras y al mundo. De hecho, en Sociales hubo una época en que formábamos en TeX. Para no hacer el cuento largo, TeX no es wysiwyg (what you see ís what you get). Cada indicación tipográfica tenía que escribirse localmente encerrada en unas llavecitas (por ejemplo, un acento se escribía así: {1'a}). Estoy exagerando, pero es para que se den una idea de por qué digo "diabólico" y "endemoniado". Ha sido lo más laborioso que he hecho en mi vida. Para indicar cursivas había que poner algo así como {1 it aquVi van las cursivas}; y si se te olvidaba cerrar las llaves, las cursivas se extendían por todo el texto como verdolagas. ¡Era horrible! Lili y Fernando hicieron varios números de Debate. Conmigo. Sufrimos. Y también fuimos muy felices haciéndolos. Quedaron muy mal. Tenían erratas incontables. Echando a perder se aprende. Fue una aventura sensacional. Lili sigue siendo mi amiga del alma. Fernando se murió. De pronto. No creo que haya tenido ni siquiera 25 años. Era el alumno más prometedor de Carlos Amador, el más talentoso. Pero un día simplemente nos avisaron que se había muerto de alguna enfermedad nunca diagnosticada. Fue terrible. Lo recuerdo con enorme afecto. Mi amigo Fernando Estrada.

El oficio de correctora y editora 3 (Cecilia Olivares) Yo conocí a Lili, no a Fernando. Alguna vez vi las páginas que se formaban con el famoso TeX: eran oscuras, no se veía el texto. Creo que Lili y Hortensia me lo mostraron para que yo supiera lo complicado que era armar la revista, y fuera medida en las correcciones que pedía. Si quería agregar una coma en las últimas pruebas, olvídalo, era un proceso tan complicado que mejor nos saltábamos la coma. A veces los correctores pedimos cambios que nos parecen muy importantes —y lo son en este reino en el que se puede perder el sueño porque el título de un libro se fue en redondas, y no en cursivas, o a alguien se le pasó cambiar las comillas simples por dobles o viceversa— y no consideramos que los esforzados formadores o diseñadores tienen que hacer malabares para introducir esas correcciones. Ahora el programa es InDesign, a años luz del TeX, pero de todos modos: quien corrige y/o edita

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debe tener en mente tanto a la autora o autor del texto como a quien lo va a formar para que se convierta en artículo, revista o libro, y valorar tanto el trabajo intelectual como el manual del que habla Hortensia. El de la correctora o editora está en medio.

APUNTES PARA UNA HISTORIA

Hay una película, El Espejo de Andrei Tarkovsky, en la que sucede un episodio donde se resume mi sentimiento respecto de la pesadez del trabajo editorial: hay una mujer que trabaja para alguna de las editoriales del estado soviético durante el estalinismo, en algún lugar de la URSS; una noche, despierta porque se da cuenta, en alguno de los niveles del sueño, de que en el libro que está cuidando hay una errata. Se levanta aterrada y corre al taller a detener las prensas. Corrige la errata. Respiramos. Hay otra escena que me conmueve y esa está en la primera novela que leí de Saramago, cuando él todavía era un escritor secreto, creo que se llama —la novela— Historia del cerco de Lisboa. Se trata de un señor que trabaja en la industria editorial corrigiendo pruebas. Un día, nomás porque se le ocurre la puntada, quita o pone un "no" y altera de manera sustantiva la historia contada en el libro que está cuidando. La supervisora editorial se da cuenta. Sigue una historia de amor. Yo creo que en México estas dos historias son inconcebibles. En 35 años como correctora se aprende a convivir con las erratas. Son el pan de cada día y ni se cae el mundo ni conoces allí al amor de tu vida. Pero ¡cuánto se agradece un libro bien cuidado, una revista pulcra, una redacción fluida, una prosa donde se expresa la idea sin tropiezos! Como si la escritura fuese el vehículo mejor aceitado, afinado y balanceado que existe.

estamos haciendo es por el bien d la autora, no estén de acuerdo, no nuestra buena fe. Quienquiera qu( sus manos para corregir sabe el esc orgullo del texto final que (según este oficio en papel, con galeras, ( mos de un papel ligeramente sat: de marcas y señalamientos en col algunos consideramos tan claros ( regresaba y aparecían nuevos en< ración de las correcciones, porqu( o porque aparecían terminaciones era interminable. En esa época hic para dejar de corregir". No sé si / quiera dar carpetazo a un proceso La práctica cotidiana de Deba y manejando las tecnologías de ur contaban con la insustituible ayL ahí para subsanar, revisar, cambi siempre afirmativamente a la imr cambiar?" Esos dos años, que se c( delicia. Escribir los editoriales, de: uno de los artículos, fue para mí pequeña columna de entrada, donc diera la gana. Un día dije en públic sabiendo que nadie los lee", y todo de Debate — me saltó al cuello. NI Como quiera que sea fue un alivio

Aprender el oficio o el oficio aprendido 2 (Marta Ferreyra)

El oficio aprendido o aprender el

Yo, como Hortensia narra, me siento muy cómoda en mi oficio de correctora. También reconozco que esa comodidad habrá traído sin duda, a lo largo de los años, repercusiones no todas positivas. Corregir es decidir. De manera segura, rápida, contundente. No debe cabernos ni la menor duda que lo que

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estamos haciendo es por el bien del texto. Por mucho que luego el autor, o la autora, no estén de acuerdo, nosotras sabemos (tal vez solo nosotras) de nuestra buena fe. Quienquiera que haya tenido un texto de otra persona en sus manos para corregir sabe el escalofrío que implica, la responsabilidad, el orgullo del texto final que (según nosotras) ha salido mejorado. Yo aprendí este oficio en papel, con galeras, que eran unos rollos enormes y larguísimos de un papel ligeramente satinado (o cuché) al que íbamos llenando de marcas y señalamientos en color, siempre con esos signos extraños que algunos consideramos tan claros como otros tan incomprensibles. El texto regresaba y aparecían nuevos errores, provocados a veces por la incorporación de las correcciones, porque eso formaba canales entre las palabras, o porque aparecían terminaciones repetidas al final de los párrafos; en fin, era interminable. En esa época hice mía la frase atribuida a Borges: "publico para dejar de corregir". No sé si realmente sea suya, o de cualquiera que quiera dar carpetazo a un proceso que puede tornarse infinito y de pesadilla. La práctica cotidiana de Debate Feminista me pilló ya con experiencia y manejando las tecnologías de una manera bastante fluida. Mis tropiezos contaban con la insustituible ayuda y sonrisa de Alina Barojas, siempre ahí para subsanar, revisar, cambiar... al último momento, respondiendo siempre afirmativamente a la implacable pregunta: "Mina, ¿aún se puede cambiar?" Esos dos años, que se convirtieron en tres números, fueron una delicia. Escribir los editoriales, después de haber leído muchas veces cada uno de los artículos, fue para mí un momento de verdadero gozo. Eso y la pequeña columna de entrada, donde literalmente podía hablar de lo que me diera la gana. Un día dije en público mis sospechas: "escribo los editoriales sabiendo que nadie los lee", y todo el grupo —viejas lectoras devoradoras de Debate— me saltó al cuello. Nada de eso. Lo leemos todo. Completito. Como quiera que sea fue un alivio.

El oficio aprendido o aprender el oficio 3 (Ariadna Molinari) Para mí fue difícil ir entendiendo cómo funcionaba la revista y por qué siempre entrábamos tarde a imprenta. Una toma un curso de formación editorial (los cuales son cada vez más comunes) y sale creyendo que el nombre de la revista debe verse enorme en la portada; que en las juntas semestrales de comité

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editorial no solo se elige el tema del dossier, sino que también se resuelve el mundo; que por ser una revista semestral el número se debe cerrar al menos un par de meses antes de entrar a imprenta; que no se reciben artículos fuera de tiempo, y que los artículos que no forman parte del dossier siempre deben enviarse a dictaminar con dos dictaminadoras imparciales (¿quiénes son las especialistas en tal o cual tema?, me pregunté durante los primeros dos años); que las personas encargadas del diseño (editorial y de portada) pueden hacer cuantos cambios sean necesarios sin problema alguno (porque, claro, el tiempo nunca es un problema); que autoras y autores siempre van a estar satisfechos con los cambios de sintaxis y hasta de puntuación que le hagas a sus textos (porque no es como en las revistas arbitradas extranjeras donde el jefe o jefa de redacción tiene el poder de regresarles los artículos a quienes los escribieron hasta que los dejen impolutos); y que la perfección existe. Pura ingenuidad mía. El tiempo siempre nos pisaba los talones. Creo que algo que caracterizó a Debate desde sus comienzos, por lo que describen Hortensia y Cecilia, fue que se hacía con pocas manos y que se fue profesionalizando sobre la marcha. No obstante, rara vez se firmó un contrato de cesión de derechos (la solicitud de derechos para traducción o reproducción se hacía por correo electrónico y de palabra). En mi tiempo, rara vez se le envió a los colaboradores su texto para que aprobaran las correcciones, a menos que lo solicitaran. El comité seleccionaba los textos (o quien coordinaba el dossier los iba mandando), y se iban armando conforme llegaban. Había días muertos. Había días que eran una locura. Estoy segura de que eso pasa en todo tipo de publicaciones periódicas, y no solo en una revista como la que aquí describimos, la cual, a pesar de tender inevitablemente hacia el academicisimo, siempre buscaba abrirse a la diversidad de escrituras y experiencias. A fin de cuentas, así se trate de una revista de ciencia, de mecánica, de robótica, la publicación está hecha por seres humanos. De ahí que siempre habrá erratas, siempre se escaparán detalles. Por la misma falta de bagaje feminista que ya describí, rara vez propuse la publicación de algún artículo, y mis primeras versiones del editorial eran muy superficiales. Los textos de los distintos dosieres me maravillaron y me educaron, y la revisión de Marta Lamas siempre le dio profundidad a mis (dos o tres) editoriales. Confieso que una de las razones por las que nos retrasábamos cada vez era que siempre se me olvidaba armar la sección de semblanzas de las personas que colaboraban en el número. Siempre se

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me olvidaba pasarle a Ana Rosa el directorio para que les enviara sus copias (aunque eso no afectaba en lo absoluto la fecha de publicación). Siempre se me olvidaba armar el índice de temas referencial, el cual se acumulaba y se publicaba después, cada cierto número de años, como índice de consulta. Todo esto también formaba parte de los procesos editoriales. En mi inconsciente, el trabajo editorial era corregir estilo, hacer corrección ortotipográfica en galeras, cotejar que los cambios se hubieran realizado, en ocasiones, traducir o cotejar la traducción, y seguir con el resto del proceso. En mi inconsciente, el trabajo editorial era solitario y ocurría en mi cuchitril en una esquina del número 6 de Callejón de Corregidora. La tarea colaborativa me daba pánico. Pero la cualidad solitaria del trabajo era más bien un deseo mío, un anhelo meramente intelectual, un franco temor al trabajo manual, porque la maravilla del trabajo colaborativo es que es diverso, tan diverso como cada persona, tan diverso como los distintos feminismos.

El sentido de todo (Marta Ferreyra) En mi breve tiempo en la vida universitaria he logrado entender qué significa Debate Feminista. Veo cómo se consultan sus artículos, incluidos los primeros números (que siguen siendo altamente vigentes), y cómo en el entorno del pensamiento crítico y del feminismo (y alrededores) tiene un peso específico. El hecho de que la línea editorial haya sido siempre la más amplia y la más plural ha permitido que Debate viaje de la mano de muchas pensadoras y pensadores de México y del ámbito hispanoparlante. Hay textos traducidos que son ya emblemáticos, que solo se consiguen en Debate. Hay temas que solo se han tratado en esta revista (me viene a la mente el número de las mujeres viejas, por ejemplo). A veces me pregunto por qué Debate Feminista ha sido tan importante para todas. Dónde residía su valor primero. A primera vista diría que el mayor poder de esta revista fue mantener unido lo que espontáneamente busca disgregarse: el feminismo. Con el feminismo (perdón por este poco correcto singular) siento que pasa lo mismo que, decían, sucedía con los trotskistas: hay dos que discuten en una habitación y cuando salen, hay una escisión. Las feministas somos críticas con el feminismo, con las otras feministas. Y aunque cada feminista lo es a su manera, he podido comprobar que nadie le

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hace el feo a un número de Debate. Otro asunto importante en Debate es su continuidad. Mantener proyectos sociales a largo plazo es un reto mayúsculo. Mantener un proyecto feminista con continuidad y coherencia es en sí mismo algo cercano a una epopeya que merece todo el respeto. Hace poco, por cuestiones académicas, estuve revisando el ejemplar de Debate que es un índice (temático, onomástico) y pude ver, de corrido, la extraordinaria cantidad de temas, autores y autoras, asuntos, preguntas que recorren los 2,5 años y los so números. Hay más de soo a rtículos de política, filosofía, estética, ciencia, ética, literatura... autoras de muchas orientaciones, de muchas miradas y de muchos países... traducciones imprescindibles que solo se encuentran allí. Lo que quiero decir es que Debate Feminista se constituyó como un espacio colectivo, una habitación propia de "propias y ajenas", un lugar en el que confluyeron durante 25 años, activistas y académicas de muy diversos orígenes y propósitos... y con ellas, poetas, cantantes, c abareteras... científicas, escritoras, novelistas... lo mejor de cada casa.

El sentido de todo 2 (Ariadna Molinari) Creo que los dos números que recuerdo haber edita do con más cariño fueron el 42 (el de "Viejas", mi primer número de Debate) y el 47 (sobre intersexualidad). No entiendo aún por qué, pero ambos temas me fascinaron e inspiraron de formas insospechadas. Eso no significa que otros números no hayan sido importantes en mi formación, pero esos dos siguen siendo referentes fundamentales en mi proceder académico. Al igual que Marta Ferreyra, también me he preguntado qué hace que Debate sea un referente importantísimo para muchas, muchísimas personas, sob re todo si tomamos en cuenta los problemas que siempre tuvo para su distribución (ojo: la distribución editorial es todo un rollo, difícil hasta para las grandes editoriales). A mí, Debate me formó como feminista, pero antes de conocer a Cecilia yo ignoraba su existencia. Luego me tocó asistir a dos encuentros feministas, uno en México y otro en Colombia, en los cuales los ejemplares de varios números de Debate que llevamos volaron en poco tiem po. ¿Necesitaba más evidencias de su importancia? Tener ejemplares de Debate, sobre todo si se vive fuera de la Ciudad de México, es poseer un tesoro muy preciado.

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Ahora bien, aunque no compart cia del uso de tecnologías incipiente resaltar que aprender el lenguaje de 1 que ponemos con tinta de color en sí mismo. Y aprenderlo no solo req la pase cuestionando a la RAE), sino catión muy directa con la formad( Cuando llegué, me parece que se r y terceras. Creo que al siguiente ni galeras a primeras y segundas, y y archivo digital para no gastar tanta se gasta para formar un tomo de e Claro que nunca pensé en mis ojo pasar tantas horas frente a la comp labor (y sobre todo de mi labor con] pantalla, así que hasta la fecha soy 1 pasará factura con el tiempo; lo sé. Volviendo a Debate, el trabajo r aunque confieso que me distraía mu la primera oportunidad. He aprendic escrutinio público, pero extraño el t nos de cumpleaños, la moronga que y Acela. Mi salida se volvió inminer cáncer y tuvo una serie de complica( el desarrollo posterior de un segundc a alejarme del trabajo de oficina pai agradezco infinitamente la compres Ferreyra, quien tomó las riendas pero ra. En ese tipo de circunstancias una feministas y cómo deberían aspirar en su interior, sobre una base de igu, serie de sustantivos que pulsan en ir de enunciar. Aunque Marta Lamas s parecido que trabajar con puras muj saber que el trabajo y la ideología sí pi requiere esfuerzo. Y seguimos apren

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Ahora bien, aunque no comparto con mis predecesoras la difícil experiencia del uso de tecnologías incipientes para el trabajo editorial, no está de más resaltar que aprender el lenguaje de la corrección (esa simbología abrumadora que ponemos con tinta de color en los márgenes de las galeras) es un reto en sí mismo. Y aprenderlo no solo requiere que una sea muy autodidacta (y se la pase cuestionando a la RAE), sino también que se establezca una comunicación muy directa con la formadora, y hasta una especie de complicidad. Cuando llegué, me parece que se revisaban originales, primeras, segundas y terceras. Creo que al siguiente número acordamos Atina y yo limitar las galeras a primeras y segundas, y yo me propuse revisar los originales en archivo digital para no gastar tanto papel. ¡Es impresionante cuánto papel se gasta para formar un tomo de entre 330 a 400 páginas cada seis meses! Claro que nunca pensé en mis ojos y en que no es saludable para la vista pasar tantas horas frente a la computadora. Considero parte esencial de mi labor (y sobre todo de mi labor como traductora) pasarme la vida frente a la pantalla, así que hasta la fecha soy bastante descuidada con mi vista. Ya me pasará factura con el tiempo; lo sé. Volviendo a Debate, el trabajo presencial en la oficina era indispensable, aunque confieso que me distraía mucho cuando estaba ahí y trataba de huir a la primera oportunidad. He aprendido que trabajo mejor sola en casa, lejos del escrutinio público, pero extraño el tiempo que pasé ahí. Extraño los desayunos de cumpleaños, la moronga que hacía Flor, las charlas íntimas con Alina y Acela. Mi salida se volvió inminente cuando a mi madre le diagnosticaron cáncer y tuvo una serie de complicaciones derivadas de las cirugías, así como el desarrollo posterior de un segundo cáncer, circunstancias que me obligaron a alejarme del trabajo de oficina para poder pasar más tiempo con ella. Ahí agradezco infinitamente la compresión de Marta Lamas y el apoyo de Marta Ferreyra, quien tomó las riendas pero me permitió seguir cerca como freelancera. En ese tipo de circunstancias una entiende de verdad lo que es trabajar con feministas y cómo deberían aspirar a funcionar las organizaciones feministas en su interior, sobre una base de igualdad, comprensión, apoyo mutuo y otra serie de sustantivos que pulsan en mis recuerdos pero que ahora soy incapaz de enunciar. Aunque Marta Lamas señaló cuando llegué que siempre le había parecido que trabajar con puras mujeres era complicado, es muy gratificante saber que el trabajo y la ideología sí pueden ir de la mano, aunque (obviamente) requiere esfuerzo. Y seguimos aprendiendo de eso.

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De pronto hay que irse (Hortensia Moreno)

que separarte un poco para veril estuve realmente asombrada un reconocimiento que yo tenía en mundo del feminismo— por el 11 Sin embargo, nunca lamenté hal revista me la había ganado a pulso con Lamas tiene un tronco durc escritura y me ha dejado publicl comité editorial y acudía casi sie el contenido del siguiente número madurar mi feminismo selváticc

Estuve como jefa de redacción o secretaria de redacción (nótese la asombrosa ambigüedad en la jerarquía del nombramiento) de Debate Feminista durante diez años, desde su fundación en 1990 hasta 1999. Me eché veinte ladrillos al hombro. Si yo fuera historiadora, estaría ahora mismo consultando en mi biblioteca la colección de revistas para ver exactamente cuál fue mi cargo (creo que decía nada más "redacción") y en cuántos y cuáles números viene mi nombre bajo la etiqueta. Pero no soy historiadora, soy novelista: la mitad de lo que escribo es imposible y la otra mitad es invención. Lo cual viene a cuento porque ese era el problema al final del siglo pasado: estaba yo cumpliendo 47 años y sentía que mi vida era un fracaso. No un fracaso total, pero sí más bien una especie de desastre en que sentía cómo se me iban los días del instituto (donde trabajaba en publicaciones) a Debate, sin tiempo para hacer lo único que tenía verdadero significado en mi vida, o sea, escribir novelas. Se me empezó a hacer grande un malestar profundo que venía de mi insatisfacción y se iba instalando en mi cuerpo con una sintomatología definitivamente histérica. Creo que fue entonces cuando me dolía el pie (no me acuerdo cuál de los dos) y no podía caminar y lloraba porque en el instituto no tenía reconocimiento académico (a las autoridades no les importaba que diera clases, dirigiera tesis o publicara ensayos; lo único que contaba era que leyera galeras) y sufría como perro café. Así que un día hablé con Marta Lamas y le dije que ya no podía más y renuncié a la redacción de Debate Feminista, cargo que para mí había sido completamente honorario desde la fundación de la revista, porque empezamos siendo pobres y seguíamos siéndolo, dado que el asunto de los negocios no se nos acaba de dar realmente; pero ya para entonces nuestra directora se las había agenciado para organizar la pequeña empresa editorial que ahora se llama Metis y, desde mi salida, el trabajo editorial se ha pagado de manera decorosa —creo yo— a mis tres sucesoras, que "vivieron" de su salario en su cuarto propio, como aconsejaba Virginia Woolf. Salir de Debate no fue un happy ending del cual pudiera yo ahora alardear que escribí cientos y cientos de páginas de narrativa. La vida es más complicada de lo esperado. Pero de todas formas, fue un respiro en mi vida. Antes de ese momento no sospechaba lo importante que era estar en Debate. La perspectiva se cierra cuando estás muy adentro de algo. Tienes

Sí, hay que irse (Cecilia Olivaro Después de diez años de ser jefa ( que irme. La transición fue suave las encargadas de la redacción, s, servido para acercarla al mundo hace muchos muchos años salvó Escribiendo esto último y re: de lo obvio en este texto: esta= las reseñistas o las investigadora: tas y tantas presentaciones en El eran las entrañas, la toma de not talacha diaria de corrección y fon trámites de permisos, las prisas r Una historia que pocas veces se c Es una de las maneras de ha, otras y, por otro lado, como ha clic conocérsela, saber si se logró lo qu número: un diálogo con el movim cráticos, la publicación de textos debate, no solo entre las feminist Aunque probablemente para sab, sus lectoras y lectores, una invest

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taria de redacción (nótese la asomombramiento) de Debate Feminista en isqo hasta 1999. Me eché veinte adora, estaría ahora mismo consulrevistas para ver exactamente cuál "redacción") y en cuántos y cuáles ceta. Pero no soy historiadora, soy imposible y la otra mitad es inven>e era el problema al final del siglo y sentía que mi vida era un fracaso. la especie de desastre en que sentía donde trabajaba en publicaciones) a que tenía verdadero significado en impezó a hacer grande un malestar n y se iba instalando en mi cuerpo :e histérica. Creo que fue entonces cuál de los dos) y no podía caminar .a reconocimiento académico (a las clases, dirigiera tesis o publicara leyera galeras) y sufría como perro unas y le dije que ya no podía más y nista, cargo que para mí había sido :ión de la revista, porque empezamos que el asunto de los negocios no se 'a entonces nuestra directora se las eña empresa editorial que ahora se o editorial se ha pagado de manera ras, que "vivieron" de su salario en Woolf. ending del cual pudiera yo ahora le páginas de narrativa. La vida es todas formas, fue un respiro en mi faba lo importante que era estar en estás muy adentro de algo. Tienes

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que separarte un poco para ver las cosas de manera distinta. Cuando me fui, estuve realmente asombrada un tiempo de lo famosa que es la revista y del reconocimiento que yo tenía en todas partes —es decir, en el pequeñísimo mundo del feminismo— por el hecho de haber sido la "redacción" de Debate. Sin embargo, nunca lamenté haberme ido. Por un lado, mi pertenencia a la revista me la había ganado a pulso y, por alguna extrañísima razón, mi amistad con Lamas tiene un tronco duro y vigoroso, además de que ella aprecia mi escritura y me ha dejado publicar lo que he querido. Además, estaba en el comité editorial y acudía casi siempre a las reuniones donde se complotaba el contenido del siguiente número. Mi contacto con Debate me había dejado madurar mi feminismo selvático en algo más o menos aceptable.

Sí, hay que irse (Cecilia Olivares) Después de diez años de ser jefa o secretaria de redacción, 20 números, tuve que irme. La transición fue suave y consensuada, y Ariadna, la más joven de las encargadas de la redacción, se quedó a cargo (me alegro tanto de haber servido para acercarla al mundo complejo y salva vidas —entre otras tantas, hace muchos muchos años salvó la mía— del feminismo). Escribiendo esto último y releyendo a mis compañeras, me doy cuenta de lo obvio en este texto: estamos escribiendo no desde fuera, como hacen las reseñistas o las investigadoras o las presentadoras y presentadores (tantas y tantas presentaciones en El Hábito, luego El Vicio), sino desde lo que eran las entrañas, la toma de notas en las reuniones del comité editorial, la talacha diaria de corrección y formación y comunicación con las autoras, los trámites de permisos, las prisas para sacar los números, etcétera y etcétera. Una historia que pocas veces se conoce y/o reconoce. Es una de las maneras de hacer la historia de Debate Feminista; faltan otras y, por otro lado, como ha dicho Hortensia, solo leyendo la revista puede conocérsela, saber si se logró lo que Marta Lamas se propuso desde el primer número: un diálogo con el movimiento feminista y otros movimientos democráticos, la publicación de textos extensos y propositivos que estimularan el debate, no solo entre las feministas mexicanas sino entre las de otros lares. Aunque probablemente para saber esto habría que hacer un estudio sobre sus lectoras y lectores, una investigación pendiente.

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Así que, ante la imposibilidad de calcular el impacto que esos "ladrillos" realmente tuvieron sobre los movimientos y los pensamientos feministas, cuánto de esos ladrillos se leía y se lee (esperando que sí se lea y no sea —como sugirió Jesusa Rodríguez en broma durante alguna presentación— que nos quemamos las pestañas para que al final nadie atendiera a los textos),

APUNTES PARA UNA HISTORIA

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de tantos ensayos, testimonios, canciones, declaraciones y reseñas, y de Marta Lamas: de su claridad para plasmar lo que quería que fuera la revista

Esta es la historia hablada de única, plural, inteligente, contempe

y de su capacidad para formar equipos que trabajaban compartiendo las responsabilidades y disfrutando, casi siempre, de pertenecer a ese proyecto independiente que prosperó durante 25 años y forma parte innegable de la historia del feminismo en México.

y cerró necesitada. Se sigue leyendo sables, muchos de sus artículos cii

Final del cuento (solo uno, Marta Ferreyra)

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Literalmente me tocó echar el cerrojo a Debate. Cuando me lo dijo Marta Lamas, me di cuenta de que era una decisión que se había ido tomando poco a poco pero de manera incuestionable, como todo lo que se decide a fuego lento. Todas sospechábamos que la partida de Monsi había dejado a la revista huérfana de uno de sus progenitores y que la mágica gracia de construirla año con año se había ido perdiendo, no así su sentido para quienes la leíamos (aun haciéndola y releyendo sus artículos muchas veces, creo que nada se compara con leer una revista como Debate cuando sale recién hecha, como pan caliente). Sin embargo, el día llegó en que el asunto se planteó en el comité editorial. Un aire frío recorrió la sala donde estábamos. Un silencio

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de esos que hacen ruido pero que no se pueden oír. Llegábamos al final del camino, al final de esa larga ruta que habían sido los 25 años. Y es verdad que, como dice Hortensia, de alguna extraña manera, en ese instante quedamos perplejas ante un mundo que había cambiado y que estaba cambiando en ese segundo preciso. Las extraordinarias integrantes de ese comité editorial empezaron a plantear soluciones, ideas, propuestas. Yo tomaba nota como quien escribe un epitafio, sabiendo que por mucho que intentáramos frenar el paso de ese tren, ese tren estaba pasando enfrente de nuestras narices y no podíamos pararlo. Hicieron señas, levantaron los brazos, saltaron para que

Referencias

Duby, Georges y Michelle Perrot. 1990 Plom. Heller, Agnes. 1977. Sociología de la víd

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el maquinista frenara y nos permitiera hacer lo que hubiera que hacer para poder subirnos otra vez a la máquina de hierro. Sin embargo, ese tren, hecho de tiempo, de razones, de sentimientos, de tantas cosas, no paró. No pudimos volvernos a trepar; no pudimos llevarlo hacia un imaginario ya número si. Así fue como nos dedicamos a cerrar la revista. A disfrutarla hacia atrás, a mirarla con el amor con que se mira aquello que ya no se tiene. Unas la vieron nacer, otras la vieron crecer, yo la vi cerrar. Esta es la historia hablada de una revista feminista. Una extraordinaria, única, plural, inteligente, contemporánea y contingente revista. Nació necesaria y cerró necesitada. Se sigue leyendo, algunas de sus traducciones son indispensables, muchos de sus artículos circulan entre el alumnado universitario con toda naturalidad. Muchas veces caen en mis manos textos que reconozco por la composición (gracias Alina) y por el tipo de letra, y de inmediato me llena de orgullo saber (aunque sea la única que lo identifica) que Debate Feminista está ahí, viva, latiendo en las mentes de muchísimos alumnos, alumnas, académicas, académicos, ayudando a producir eso que en este mundo es realmente lo único que nos hará libres, o al menos mejores: el conocimiento. Este texto es un esfuerzo conjunto entre las cuatro personas que, de principio a fin, hicimos la laboriosa tarea de coordinar y corregir esa revista. Faltan muchas voces más, muchos nombres de mujeres que participaron, que propusieron, discutieron, y fundamentalmente sumaron sus esfuerzos para que pudiéramos llegar, con dignidad, hasta este cuarto de siglo. No sé a cuántos años humanos corresponden los años de las revistas. Deben ser muchos, porque están hechos para sobrevivirnos. Allí quedarán los números preferidos de cada una, los artículos emblemáticos, las editoriales que llevaremos siempre en el recuerdo. Hasta la próxima, si.

Referencias Duby, Georges y Michelle Perrot. 1990. His

des ferrones en Occident, torno 1, París,

Plorn. Heller, Agries. 1977. Sociología de la vida cotidiana, Barcelona, Península.