Antonio de Osorio

Antonio de Osorio Antonio de Osorio fue un gobernador de la colonia española de Santo Domingo hasta el año de 1608, sien

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Antonio de Osorio Antonio de Osorio fue un gobernador de la colonia española de Santo Domingo hasta el año de 1608, siendo sustituido por Diego Gómez de Sandoval. Es recordado por haber sido el ejecutor de las llamadas Devastaciones de Osorio o Devastaciones de 1605. Las devastaciones es el nombre con que fue denominado el proceso de despoblación de las bandas norte y oeste de la isla de Santo Domingo con la finalidad de eliminar el contrabando y la penetración protestante en esa colonia española. Por tales motivos 4 poblaciones (Montecristi, Puerto Plata, Bayajá y Yaguana) fueron trasladadas y concentradas en dos villas cercanas a Santo Domingo. Estos poblamientos recibieron los nombres de Monte Plata y Bayaguana y fueron nombrados así como resultado de la fusión de los nombres de las poblaciones desplazadas. Así, Antonio de Osorio cumplió con la cédula dictaminada por la corona en los años 1605, siendo ayudado incluso por tropas puertorriqueñas, que fueron llevadas a Santo Domingo para intentar evitar rebeliones. Así, además de despoblarse los lugares ya mencionados, se llevaron los ganados al sur y se destruyeron los ingenios que existían en la colonia. Además, las tierras de los lugares indicados en la cédula fueron quemados, dificultando el asentamiento de extranjeros en dichas zonas. Así, se evitó la competencia al monopolio comercial que desarrollaban los extranjeros. 1 Las devastaciones tuvieron como principal consecuencia el asentamiento de extranjeros zonas despobladas y más tarde la división de la isla en dos partes, proceso que culminó con el establecimiento en la isla de dos colonias dependientes de dos metrópolis distintas (España y Francia) y, en el siglo XIX, con el surgimiento de dos naciones independientes: la República de Haití y la República Dominicana. Las devastaciones de 1605 y 1606. Después de largas discusiones en la corte española, el rey Felipe III decidió despoblar totalmente las comarcas donde se llevaban a cabo los contrabandos y trasladar sus habitantes a zonas interiores cercanas a la ciudad de Santo Domingo. Felipe II había contemplado muchos años esa posibilidad pero nunca se resolvió a llevarla a cabo, quizás consciente de la peligrosidad que envolvía. Felipe III decidió atenerse a las recomendaciones de López de Castro un oficial real en desgracia que entonces visitaba la corte y propuso de nuevo la medida. Encomendó las devastaciones al Gobernador Osorio y al Arzobispo Dávila Padilla, otorgándoles poder para cualquier medida que consideraran prudente. El anuncio de las Devastaciones provocó las protestas de todos los vecinos de la isla y principalmente de los de las regiones afectadas, a través de peticiones de los cabildos en que se solicitaba la revocación de la medida. A pesar de eso, el Gobernador Osorio, quien por el fallecimiento del Arzobispo Dávila y Padilla no tenia poder para realizar la medida, decidió cumplir al pie de la letra con lo estipulado en las Reales Cedulas que la disponían. Para llevar a cabo las Devastaciones se hizo traer un contingente de tropas del presidio de Puerto Rico, ya que se esperaba que los habitantes de las regiones afectadas resistieran con las armas en las manos. Estas tropas también tendrían la misión de combatir a los piratas y contrabandistas que localizaran en el momento de efectuar el traslado forzado de las poblaciones. Además debían garantizar, mediante rondas punitivas periódicas, que no quedaran personas en las zonas despobladas principalmente negros cimarrones, e imposibilitar que los extranjeros comerciaran con ellas o se dedicaran directamente a matar las reses salvajes de los lugares despoblados o a utilizarlos como punto de refugio y bases para atacar a los navíos y territorios españoles. Desde antes de efectuarse las Devastaciones se estuvo consciente de la posibilidad de que los enemigos de España se instalaran duraderamente en los sitios despoblados, pero parece que en el mismo momento de decidirse la medida, tal posibilidad no se temió mucho porque, en los hechos, todavía estas naciones no tenían establecimientos en América, si se exceptúan algunos intentos en la Florida y la ocupación como base de piratería de algunas pequeñas islas de las Antillas Menores. Pero precisamente desde inicios del siglo XVII es que se iniciaba el proceso de colonización en América por parte de franceses e ingleses, tanto en la zona del Caribe como en la América del Norte, Proceso que coincide con las devastaciones, por lo que estas dieron lugar, a larga, a la formación de la colonia francesa en las zonas abandonadas.