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Neutralidad valorativa y acción social. Una revisión de los presupuestos teóricometodológicos de la sociología weberiana

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Neutralidad valorativa y acción social. Una revisión de los presupuestos teóricometodológicos de la sociología weberiana

Juan E. Andrade y Sebastián Raza

Resumen La propuesta weberiana de distinguir entre juicios de hecho y juicios de valor todavía guarda relevancia para las discusiones metodológicas de las ciencias sociales. Así, el presente artículo busca exponer dicho presupuesto metodológico y mostrar su centralidad en el pensamiento de Max Weber al ligarlo con los tipos de acción social. Palabras clave: disputa por el método (Methodenstreit), comprensión (Verstehen), acción social, neutralidad valorativa (Wertfreiheit).

La profunda tensión entre los imperativos morales kantianos y un diagnóstico nietzscheano del mundo moderno es lo que aparentemente da tal sombra agnóstica a la trágicamente oscura visión weberiana del mundo.

Stanford Encyclopedia of Philosophy

La disputa por el método en la naciente ciencia económica La metodología de Max Weber se desarrolló a partir de lo que se conoce como la disputa por el método de la teoría económica en el mundo germano (Methodenstreit). Esta controversia se llevó a cabo alrededor de los años 90 del siglo XIX, entre la Escuela

Historicista alemana y la Escuela Austríaca de economía. Curiosamente, el pensador que mejor recoge los postulados de la primera posición es Wilhelm Dilthey, quien no fue en estricto sentido un economista1. La propuesta de Dilthey para conocer la realidad social giraba en torno a lo que llamó ciencias del espíritu (Geisteswissenschaften). Dilthey sugería que toda la experiencia humana se dividiría en dos partes: por un lado la del mundo natural que nos rodea, en el cual regiría la necesidad objetiva; y por otro lado la de la experiencia interna, que sería caracterizada por nuestras vivencias personales. A partir de este principio, él propuso que las ciencias humanas2 debían valerse de una metodología distinta a la de las ciencias naturales. Argumentaba que la metodología de las ciencias naturales, en términos de causa y efecto, es aplicable a nuestra subjetividad únicamente para explicar fenómenos de un mundo natural externo, pero no para dar cuenta de nuestra experiencia interna. Señalaba que eran las ciencias humanas las encargadas de dar cuenta de esta última, mas no explicándola, sino entendiéndola mediante un proceso intersubjetivo. De esta manera, Dilthey introdujo el concepto de entendimiento o comprensión (Verstehen) en sociología; el cual se convertiría en fundamental para toda la metodología comprensiva de esta disciplina (Abellán, 1991). Por otro lado, el economista vienés Carl Menger sostenía que era el estudio del comportamiento humano individual el que debía ser el punto de partida de la ciencia económica. No obstante, a diferencia de Dilthey, consideraba que a partir de la deducción teórica del principio de la maximización de la utilidad se podían derivar leyes permanentes

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En realidad, el economista alemán Gustav von Schmoller fue quien principalmente criticó a la escuela austríaca, a partir de los postulados de la escuela historicista de la teoría económica (Abellán, 1991). 2

Dilthey las llamaba ciencias del espíritu (Geisteswissenschaften)

de validez general (verdades universales) del comportamiento humano. Él pensaba que este método posibilitaría la consolidación de la economía como una disciplina autónoma y exacta. Menger, a fin de cuentas, se oponía tanto a la escuela historicista de la teoría económica como a las ciencias humanas propuestas por Dilthey (Abellán, 1991). A su vez, el filósofo Wilhelm Windelband se valió de la disputa por el método de las teorías económicas en el mundo germano para plantear que el conocimiento de la realidad social se desarrollaría a partir de dos métodos distintos:  Método nomotético: busca leyes y regularidades para explicar el comportamiento humano.  Método idiográfico: estudia las determinantes del comportamiento subjetivo en las particularidades de una época histórica. (Abellán, 1991)

Frente a esta querella, somos de la idea de que Weber adoptó una posición intermedia. De la teoría marginalista retomó la pretensión de encontrar regularidades en la realidad social, así como el alcance utilitarista de la acción racional. Del historicismo, en cambio, destacó el haberse interesado por la comprensión (Verstehen) del sentido subjetivo del comportamiento humano. Ciencia, moral y objetividad Para dar cuenta de la objetividad del conocimiento científico, Weber se pregunta acerca de la neutralidad valorativa de las ciencias sociales, así como, en caso de serlo, acerca de las consecuencias que acarrearía este principio en los métodos de investigación que estas deban plantearse. Él da cuenta de esta interrogante al distinguir entre juicios de hecho y juicios de

valor. Los juicios de valor son evaluaciones de distintos fenómenos que pueden ser satisfactorios o insatisfactorios (positivos o negativos). Son derivados de principios éticos o ideales culturales y, por tanto, no pueden ser discutidos científicamente. Los juicios de hecho, por el contrario, son lógicamente deducibles y empíricamente observables. Si bien la distinción entre juicios de hecho y juicios de valor es difícil de delimitar, Weber considera que es importante que los investigadores sociales hagan esta distinción para mantener el rigor científico. En su opinión, la cientificidad de la ciencia radicaría precisamente en evitar tomar una posición moral en el proceso de conocimiento (Weber, 2010a). En estos términos, Weber considera que la pregunta metodológica en las ciencias empíricas no evita hacer juicios de valor, sino en cómo diferenciar estas valoraciones de las proposiciones empíricas y, así distinguidos, usarlos pertinentemente. La ciencia cuestiona valores que son aceptados, sin más, por las convenciones sociales; las valoraciones que suelen aparecer autoevidentes, al ser examinadas por las ciencias sociales pierden ese carácter. De esta manera, las ciencias empíricas pueden ayudarnos a entender los medios, repercusiones y la competición condicionada de varias valoraciones; pero, las opciones entre medios, consecuencias y valoraciones últimas son cuestiones de compromiso y selección (Weber, 2010a). Para Weber la ciencia no puede proveernos respuestas a la pregunta por el sentido último del mundo. Citando a Tolstoi, Weber reconoce que “la ciencia carece de sentido puesto que no tiene respuesta para las únicas cuestiones que nos importan, las de qué debemos hacer y cómo debemos vivir” (Weber, 2012, pág. 203). Así, las ciencias sociales, que en estricto sentido son ciencias empíricas, son las menos indicadas para resolver los

dilemas existenciales de los individuos y no deben, por lo tanto, pretender lo contrario3. En este sentido, una de las tareas de una ciencia social empírica es analizar las diferentes posiciones y reducirlas a formas racionales, internamente consistentes, e investigar las precondiciones de su existencia y sus implicaciones. Si se acepta que un solo individuo que hace ciencia no puede afirmar objetivamente qué acción seguir ni cuál es un valor deseable, está más lejos de hacerlo a nivel colectivo. Esto quiere decir que las ciencias sociales están muy lejos de considerar la creación de recetas objetivas para que se apliquen en el ámbito político con la finalidad de mejorar la vida de todos los hombres. Es necesario, sin embargo, profundizar la distinción entre neutralidad valorativa (Wertfreiheit) y referencia a valores (Wertbeziehung) con el fin de evitar malos entendidos (Abellán, 2010). La idea de Weber no es que la ciencia está totalmente exenta de valores, tal como algunos de sus descuidados lectores han pretendido difundir. El verdadero sentido de su afirmación es que si bien la ciencia debe procurar no emitir juicios de valor sobre la realidad social, a esta le subyace una dimensión valorativa en la medida en que la creación de los tipos ideales y la selección del objeto de estudio implican una referencia a los valores del investigador. Weber no está dispuesto a conceder que la ciencia pretenda, a partir de sus descubrimientos, afirmar cuál valor es objetivamente válido y deseable. En su primera lección como profesor principal en la Universidad de Friburgo, Max Weber afirma que “los ideales que nosotros insertamos también en el objeto de nuestra ciencia no son algo específicamente suyo o de su elaboración, sino que son los viejos tipos generales de ideales

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En la conferencia que Weber (1991) dio en Friburgo, incluso llega a afirma: “No puede haber avances reales en la economía política sobre la base de sueños optimistas de felicidad. Abandonar la esperanza todos los que entran aquí [al dominio de la ciencia]: estas palabras están escritas sobre los portales del futuro desconocido de la humanidad”.

humanos” (Weber, 1991, pág. 88). Esto quiere decir que Weber rechaza que se pretenda hacer valoraciones desde la ciencia; pero no rechaza que la ciencia tenga relación con los valores. La irrupción de la acción social en la teoría sociológica Al considerar que el sentido y la dimensión valorativa no pueden ser determinados objetivamente, la noción de acción social, resultado de una decisión personal, entra en escena y se constituye como la piedra angular del pensamiento weberiano. En este sentido, Weber considera que la dimensión valorativa recae sobre el individuo y esta no puede estar determinada por la naturaleza ni por la ciencia, ni por la historia, ni por factores socioestructurales, ni por ninguna fuerza objetiva. Esto quiere decir que el sentido y los valores son efecto de decisiones subjetivas. En este sentido, Weber afirma que el desino de una época de cultura que ha comido del árbol de la ciencia consiste en tener que saber que podemos hallar el sentido de acaecer del mundo, no a partir del resultado de una investigación, por acabada que sea, sino siendo capaces de crearlo; que las ‘cosmovisiones’ jamás pueden ser producto de un avance en el saber empírico, y que, por lo tanto, los ideales supremos que nos mueven con la máxima fuerza se abren camino en todas las épocas, solo en la lucha con otros ideales, los cuales son tan sagrados para otras personas como para nosotros los nuestros (Weber, 2006, pág. 46). De esta forma, para Weber, nada puede liberar al individuo de su responsabilidad personal en la elección de sus valores supremos. De ninguna manera se puede aceptar que hay alguna forma de confirmar objetivamente la elección de un valor, pues la valoración “es propia del hombre que quiere: este sopesa los valores en cuestión, y elige entre ellos” (Weber, 2006, pág. 42). Pese a la posición weberiana frente a la objetividad del conocimiento científico, él compartía con Dilthey que en la realidad social era imposible encontrar leyes, tal como

pretendía la Física en el mundo natural. Así, con este último autor Weber estaba de acuerdo en que la tarea de las ciencias sociales era, sobre todo, procurar entender el sentido del comportamiento de los seres humanos. Sin embargo, para Weber, dicho sentido se podría encontrar únicamente en las acciones de los individuos, puesto que “toda acción, y también, naturalmente, según las circunstancias, la in-acción, implica, en cuanto a sus consecuencias, una toma de posición a favor de determinados valores, y, de este modo, por regla general, en contra de otros. Pero practicar la selección es asunto suyo” (Weber, 2006, pág. 43). En este sentido, al encontrar la piedra filosofal para el estudio del sentido, Weber se propuso articular una metodología más rigurosa que la de Dilthey para la sociología basada en el concepto de acción social. Creía que esta ciencia únicamente debía ocuparse de encontrar el sentido de los comportamientos que los seres humanos desarrollan en sociedad y no de aquellos que lo hacen de manera personal o individual. En otras palabras, Weber consideraba que el objeto de estudio de la sociología era específicamente la acción social, concepto que procuró definir de manera muy precisa. Sin embargo, una de las herencias de Rickert presentes en Weber es que el conocimiento no es una copia o reproducción de la realidad en sí (Abellán, 1991). La forma con la que Weber pretende acercarse a la realidad tiene el carácter ideal, que no es más que la acentuación unilateral de un aspecto específico de la realidad (Weber, 2006). Por lo tanto, la conceptualización de la acción social, según Weber, debe entenderse en sentido estricto como un constructo mental, que ha de ser considerado solo como herramienta para el estudio de la realidad. Por acción social Weber (2010b) entendía un comportamiento humano orientado por el comportamiento de otros, siempre y cuando los agentes le asocien un sentido subjetivo. Para este concepto, él identificaba cuatro tipos:



Racional con arreglo a fines: Acciones determinadas por expectativas en el comportamiento tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres y utilizando esas expectativas como “medios” para la consecución de resultados que optimicen el beneficio de los agentes.



Racional con arreglo a valores: Acciones determinadas por la creencia consciente en el valor […] propio y absoluto de una determinada conducta



Afectiva: Acciones determinadas por afectos y estados sentimentales actuales (especialmente emotiva).



Tradicional: Acciones determinadas por una costumbre arraigada. (Weber, 2010b, págs. 101-102) Para cerrar, esta última sección sobre los fundamentos metodológicos de la teoría de

Weber, señalemos tres cuestiones acerca de su concepto de acción social. En primer lugar, la acción social se distingue porque se orienta por las acciones de otros; en este sentido, se excluyen aquellas acciones que los seres humanos ejecutan de manera solitaria o aislada. En segundo lugar, como toda acción humana, tiene un carácter subjetivo; con esto el autor alemán quiere decir que las acciones sociales tienen un sentido mentado, significado para los agentes, y no responden a factores meramente naturales, instintivos o sociales. En tercer lugar, los tipos de acción social tienen un carácter jerárquico, en el cual la acción racional con arreglo a fines es la más precisa. Los otros tres tipos de acción social, en la medida que son paulatinamente más difusas, ocupan un lugar subordinado en dicha jerarquía4. En estos términos, Weber consideraba que la acción racional con arreglo a fines, al ser el modelo típico de acción social, debía ser el objeto de estudio por excelencia de la

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Esta es al menos la interpretación de Jürgen Habermas (2001) de la tipología weberiana de la acción social. Su propuesta ética posterior se desprende, además, de la crítica de esta jerarquía.

sociología. Respecto a este tipo de acción social; los otros: racional con arreglo a valores, afectiva y tradicional, eran subsidiarios para su teoría sociológica. Conclusión En suma, para Max Weber la ciencia no está en condiciones de extraer ideales específicos, criterios normativos o programas políticos de su objeto de estudio, pues estos son causados por los valores del investigador. Este es el sentido del presupuesto de la neutralidad valorativa (Wertfreiheit). Por ello Weber afirma que “solo quien ponga a su base el interés puramente platónico del tecnólogo, o quien, por el contrario, parta de los intereses actuales de una determinada clase, tanto da si dominante o dominada, puede querer extraer de ese mismo objeto un criterio para su valoración” (Weber, 1991, pág. 88). Según Weber, la razón por la que la acción social ocupa el centro de su teoría es el hecho de que la ciencia únicamente provee el reconocimiento de que la elección de valores depende de los individuos y su subjetividad. En sus palabras, el fruto del árbol del conocimiento, incómodo para la tranquilidad humana, pero inevitable, no es otra cosa sino conocer esa oposición [entre valores] y tener que ver que cada acción concreta importante, y toda la vida en su conjunto significa – si la vida no ha de discurrir como un acontecimiento natural, sino si se vive conscientemente – una cadenas de decisiones básicas, con las que el alma elige su propio destino – como en Platón –, es decir, elige el sentido de su ser y su obrar (Weber, 2010a, págs. 102-103). Por ello, el sociólogo alemán reclama para la sociología el estudio de la acción social. En su famosa definición de sociología, Weber afirma que “es la ciencia que quiere “comprender” (Verstehen) la acción social mediante una interpretación de la misma, explicando por esa vía la causa de su realización y de sus efectos” (Weber, 2010b, pág. 69). En relación a la distinción de Windelband entre nomotético e ideográfico, la “explicación comprensiva” de Weber supera aquella dicotomía, pues utiliza la comprensión como un método para la

explicación causal. Esto significa que comprender una acción social quiere decir explicarla en su relación causal con otros fenómenos. En un artículo futuro se buscará exponer detalladamente este y otros postulados metodológicos weberianos y relacionarlos entre sí.

Bibliografía Abellán, J. (1991). Estudio Preliminar. En J. Abellán, Max Weber: Escritos políticos (págs. 7-59). Madrid: Alianza Editorial. Abellán, J. (2010). Estudio Preliminar. En M. Weber, Por qué no se deben hacer juicios de valor en la sociología y en la economía (págs. 09-62). Madrid: Alianza Editorial. Habermas, J. (2001). Teoría de la acción comunicativa I. Madrid: Grupo Santillana de Editores. Weber, M. (1991). El Estado Nacional y la política económica. Discurso de toma de posesión de la cátedra (1895). En J. Abellán, Max Weber: escritos políticos (págs. 63-100). Madrid: Alianza Editorial. Weber, M. (2006). La 'objetividad' cognosicitiva de la ciencia social y de la política social. En M. Weber, Ensayos sobre metodología sociológica (págs. 39-102). Madrid: Amorrortu Editores. Weber, M. (2010a). Por qué no se deben hacer juicios de valor en la sociología y en la economía. Madrid: Alianza Editorial. Weber, M. (2010b). Conceptos sociológicos fundamentales. Madrid: Alianza Editorial. Weber, M. (2012). La ciencia como vocación. En M. Weber, El político y el científico (págs. 177-227). Madrid: Alianza Editorial. Weber, M. (2014). Economía y Sociedad. (F. Gil, Ed.) México D.F.: Fondo de Cultura Económica.