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88 DIAS

Día 1 Cuando Byun Baekhyun cruzó la puerta de clase aquella mañana, estaba de un mal humor legendario.

Normalmente, el mero hecho de que fuera lunes por la mañana ya habría bastado para hacerlo gruñir al levantarse de la cama y fruncir el ceño al atascarse por enésima vez atándose el nudo de la corbata del uniforme; pero aquel no era un día normal, como los otros, en el que simplemente tenía que morderse el labio y resignarse a tener que madrugar durante cuatro días más antes de que el viernes llegase de nuevo. Aquel iba a ser un lunes catastrófico, situado estratégicamente después de un sábado terrible y de un domingo aún peor.

Todo había empezado el jueves a última hora, con un examen de economía para el que - se suponía - había estudiado con todo el empeño del mundo durante tardes enteras que podría haber empleado en cosas considerablemente más interesantes. En teoría, y después de tanto esfuerzo, debería de haber sido capaz de resolver cualquier pregunta. En la práctica, se había quedado absolutamente en blanco cuando le habían preguntado qué tenía que ver el efecto tipo de interés con la pendiente negativa de la demanda agregada en una economía de mercado.

El hecho de haberse prácticamente inventado más de la mitad de aquel examen no habría sido tan malo si no fuera porque las desgracias nunca venían solas. Aquel sábado, Baekhyun había planeado cuidadosamente una cita con el chico que le había gustado durante las últimas dos semanas. Había escogido la fecha, el lugar y la hora con suma atención, y había estado seguro de que, por fin, acabaría el día poniendo fin a aquella etapa de soltería con un novio nuevo, pero, cuando había aparecido en la cafetería con sus mejores vaqueros y el pelo perfectamente arreglado, el idiota al que había querido seducir lo había hecho invitarlo a un té con canela y le había pedido consejo para declararse a su amigo Luhan.

A Luhan, de entre todas las personas. Habría sido divertido, sí, de no ser tan horriblemente humillante.

Sin embargo, la gota que había colmado el vaso no había sido aquel golpe a su orgullo, sino su audición del domingo, en la que, después de cantar con su mejor voz, lo habían rechazado claramente. Esa vez no había sido un "ya le llamaremos", ni un "recibirá nuestra carta en breve", sino un simple "lo sentimos, pero lamentablemente no es usted lo que nuestra escuela está buscando". Alto, simple y claro.

Lo demás le había molestado, pero aquello dolía. Y Baekhyun no había querido cenar, se había quedado tumbado en la cama a oscuras y no había podido dormir, pensando, pensando y pensando.

Cuando el despertador había sonado, el reflejo del chico en el espejo había sido el de una especie de monstruo, con marcas moradas bajo los ojos y el pelo desordenado y pegado a la frente. Muy posiblemente, se habría quedado en la cama de no ser porque su madre estaba en la cocina, y también, quizás, porque su eficiente profesora de economía iba a entregarles a primera hora los exámenes del jueves corregidos.

Lo cual, por cierto, tampoco iba a ser excesivamente bueno para él, teniendo en cuenta que nunca había tenido las mejores dotes de inventiva.

En el momento de cruzar la puerta, y como todos los días, el aula estaba medio llena y los alumnos, en su mayoría, aún estaban de pie, saludando a sus amigos y buscando sus libros de texto en las mochilas. Con un suspiro, Baekhyun hizo gesto con la mano dedicado a la totalidad de sus compañeros - se suponía que era un uno de los chicos populares; tenía mantener un grado de sociabilidad mínimo aunque no estuviera de humor para ello - y arrastró los pies hasta su

sitio en la parte delantera derecha del aula, donde se dejó caer sobre su silla como si alguien lo hubiera castigado a estar allí.

-Buenos días a ti también, Baekhyun -lo saludó una voz a su lado, con un ligero deje de reproche que hizo que el otro chico levantara la cabeza.

-Kyungsoo -murmuró él simplemente, y los ojos del interpelado, grandes y redondos, parecieron encogerse un tanto cuando frunció el ceño-. Por favor, déjame descansar cinco minutos. He dormido muy mal esta noche.

Su amigo, ya sentado en su pupitre y con los libros perfectamente preparados para la primera hora, pareció plantearse la posibilidad de dejarlo tranquilo hasta que empezara la clase durante un total de cinco segundos escasos. Después, simplemente continuó hablando, ignorando el gruñido ahogado que llegó desde la mesa a su derecha.

-¿Es por el individuo con el que habías quedado el sábado? Luhan me llamó ayer, y me dijo que lo rechazó cuando lo llamó para quedar. Le había llevado hasta rosas.

Baekhyun contuvo un nuevo gemido de protesta.

-Me alegro por Luhan, pero eso ya me da igual. Lo que me ocurre es otra cosacon un suspiro, el chico alzó los ojos. Más le valía ser sincero-. Me han rechazado en la audición de ayer, 'Soo, sin ni siquiera pasar la primera ronda. Y, además, creo que he suspendido economía.

Su amigo lo miró con los ojos muy abiertos, como si no supiera muy bien si reñirle o darle una palmadita en la espalda.

-¿Y después de semejante fiasco sigues preocupándote por tu vida amorosa? Deberías estudiar más, Baek, no dedicarte a quedar con chicos monos los sábados por la tarde. Ya sabes lo que opina tu madre sobre la importancia de tus notas, y necesitas aprobar economía si quieres graduarte este año.

Baekhyun optó por no contestar. Por supuesto que lo sabía; lo sabía de sobra. Era muy fácil dar consejos cuando se era Do Kyungsoo, estudiante modélico y flamante poseedor de la mejor voz de todo el coro del instituto. Todas las escuelas de música de la ciudad se habían peleado por becarlo cuando lo habían visto cantar en el último festival escolar. A Baekhyun, que había compartido número con él, ya lo habían rechazado en siete audiciones, y, dejando a un lado la del domingo pasado, ya sólo le quedaban dos más a las que poder presentarse si quería una beca para el próximo año. Decir que los dos estaban al mismo nivel, en estudios y a nivel vocal, y por muy amigos que fuesen. habría sido una mentira descarada.

-Sé que necesito terminar el instituto si quiero empezar con estudios superiores de música, pero ni siquiera estoy seguro de que aprobar el bachillerato vaya a servirme para algo –acabó murmurando el chico tras un rato-. Ni siquiera sé si van a admitirme en alguna parte una vez me gradúe.

-Byun Baekhyun, si no te esfuerzas...

-Ya lo sé. Es sólo que...

Kyungsoo separó los labios, probablemente para protestar por el súbito ataque de negatividad de su amigo, pero no tuvo tiempo para decir nada más. En lugar de eso, fue interrumpido por una voz. Una voz muy potente, y muy grave y tan irritante que Baekhyun sintió - como todos los días - el deseo de levantarse de su asiento y pedirle a quien estaba hablando que hiciera el favor de cerrar la boca y, a ser posible, desapareciera de su vista para siempre.

Porque aquella voz, cómo no, pertenecía a Park Chanyeol, y si había algo en su vida que Baekhyun siempre había tenido claro era que nunca había sido capaz de soportar a aquel idiota.

-¡Buenos días! -Baekhyun levantó la cabeza de su mochila justo a tiempo para ver a Chanyeol, con la corbata del uniforme mal puesta y una sonrisa llena de dientes que prácticamente le partía la cara en dos, saludar a sus compañeros con un volumen de voz que habría podido dejar sorda a cualquier persona normal. Y aquello era siempre así: el muy imbécil llegaba, se paraba ahí en medio y saludaba a la clase a gritos, con todo el buen humor del mundo, como si a alguien le importara que le desease los buenos días o no.

-Buenos días, Chanyeol -murmuró Kyungsoo a su lado. Y Baekhyun no pudo evitar fruncir el ceño, porque responder a un idiota como aquel cuando te saludaba solamente servía, en su opinión, para darle ánimos; y dar ánimos a Park Chanyeol nunca jamás había podido considerarse como algo bueno.

El resto de la clase, sin embargo, no parecía compartir su opinión, porque, muy animados unos y somnolientos o aburridos otros, todos contestaron al saludo menos él, y Chanyeol se dirigió a su sitio en el fondo del aula con una sonrisa satisfecha en los labios, como una especie de niño gigante que acabara de encontrar un juguete nuevo debajo del árbol de navidad.

-Deberías resignarte y saludarlo uno de estos días -murmuró Kyungsoo, casi con reproche, en el mismo instante en el que Baekhyun levantó la cabeza del libro de economía en el que había mantenido la vista clavada durante los diez últimos segundos-. Se te queda mirando todas las mañanas; eres el único que nunca le dice nada.

-Y no voy a empezar a hacerlo hoy. No. Kyungsoo pareció dispuesto a añadir algo más, pero el sonido de la campana que indicaba el principio de la clase lo cortó en seco, y Baekhyun no pudo menos que estar agradecido. La señora Kim,

profesora de economía, entraba en el aula apenas cinco segundos después, con un enorme bolso marrón bajo el brazo y una carpeta cuidadosamente cerrada en la mano derecha.

Baekhyun no apartó la vista de aquella carpeta durante toda la clase, ni siquiera cuando la profesora le hizo de súbito una pregunta sobre la compra de activos en el mercado abierto - ¿qué demonios era el mercado abierto, de todas formas? - o cuando Kyungsoo le lanzó una mirada especialmente iracunda y le susurró que hiciera el favor de tomar apuntes. Para cuando la señora Kim finalmente se acercó a cogerla y abrirla, el corazón le latía como si llevara cinco minutos corriendo, y juraría que la respiración se le había acelerado un tanto.

Aquella era la hora de la verdad. Si, por una casualidad divina, Baekhyun había logrado aprobar aquel examen, podría suspirar tranquilo y no tendría que estudiar para la prueba final, una monstruosidad de tablas, gráficos y fórmulas a la que sólo se presentaban los genios de la clase, tratando de subir nota, y los pobres desgraciados que habían suspendido alguno de los exámenes parciales. Si, por alguna extraño giro del destino, la suerte estaba de su parte, Baekhyun se libraría de estar en el segundo grupo y, en el momento presente, aquello era lo mejor que podría pasarle a un negado matemático como él. Preparar el final de economía, para el que apenas faltaban dos meses y medio, sería el infierno en la tierra.

La profesora, situada en la parte delantera de la clase, comenzó a llamar a los alumnos, instándolos a que se levantaran y se acercaran a su mesa a recoger su examen corregido. Kyungsoo fue de los primeros en adelantarse y, cuando regresó a su sitio, Baekhyun pudo distinguir un "80/100" escrito con rotulador rojo junto a su nombre. Chanyeol fue a recoger su prueba poco después, y, a juzgar por la estúpida sonrisa que se le dibujó en la cara, los resultados le habían ido tan bien como esperaba. Baekhyun fue de los últimos en ser llamados y, cuando oyó su nombre, no pudo evitar que las manos le temblaran levemente al apoyarlas sobre la superficie de madera de su mesa para levantarse.

Sólo necesitaba un cincuenta. Cincuenta puntos sobre cien y sería libre; libre para no hacer el examen final, guardar el libro de economía en el fondo de su armario y olvidarse de aquella maldita asignatura para siempre.

Y durante un momento, y mientras recogía su examen de entre las manos de la señora Kim, creyó haberlo logrado. Pensó que, si miraba hacia abajo, y a pesar de todo, encontraría un aprobado allí. Después, la voz de la profesora lo sacó de su ensueño.

-Tiene que estudiar usted más, señor Byun. Esta es una asignatura importante, no puede usted dormirse en los laureles.

Y Baekhyun se dirigió en silencio a su pupitre y miró su nota, marcada a permanente rojo sobre el papel. 48/100. Un maldito 48/100. A sólo dos puntos por debajo de su salvación.

Definitivamente, quedaba confirmado: aquel era el peor lunes de su vida.

-

-¿Has sacado un 48? ¿De verdad la señora Kim te ha puesto un 48 en el parcial de economía? ¡Dios mío, Baek, eso es lamentable!

Baekhyun gruñó algo y clavó los ojos en su comida, tratando de contener la frustración que estaba empezando a acumulársele en la boca del estómago. En sus tres años de bachillerato, jamás se le había pasado por la cabeza leerse la normativa para el alumnado, pero estaba casi completamente seguro de que clavarle sus palillos en un ojo a Kim Jongdae en mitad de la cafetería supondría, como poco, una expulsión, y aquello era lo único que le faltaba para convertir aquel día en un infierno absoluto.

-¿Se puede saber qué nota has sacado tú? -intervino Kyungsoo, que, hasta el momento, había estado demasiado ocupado desempaquetando su comida casera como para participar en la conversación. Baekhyun en parte lo envidiaba: si él hubiera sabido cocinar algo decente, no habría tenido que comer los menús terribles de la escuela absolutamente todos los días-. Creo recordar que el viernes dijiste que habías contestado la mitad de las preguntas al azar. ¿O no?

Jongdae sonrió como si acabase de tocarle la lotería.

-Cincuenta puntos sobre cien. El aprobado más satisfactorio de mi vida -declaró-. Y todo ello sin ni siquiera saber qué era lo que me estaban preguntando. Soy el rey de la inventiva. Un auténtico genio.

-Y yo a veces te odio -gruñó Baekhyun, decidiendo, tras observar de nuevo su comida, que no tenía más hambre por el momento.

-Yo también te quiero, Baek. Suerte en el examen final.

El chico puso los ojos en blanco e, ignorando a su amigo, paseó la vista con aire aburrido por todo el recinto de la cafetería. A aquella hora, la enorme sala estaba llena a rebosar, y la cola de estudiantes que esperaban para conseguir su ración de comida prácticamente llegaba hasta la puerta. El barullo que llenaba el ambiente era casi reconfortante, como una especie de constante, algo que había permanecido siempre igual aunque las clases, los cursos y los compañeros cambiaran con el paso de los años. Prácticamente se le hacía imposible pensar que aquel fuera a ser su último año de instituto; que, apenas unos meses después, ya no volvería a sentarse allí nunca más.

Iba a echar todo aquello de menos. O lo echaría si conseguía aprobar economía y graduarse.

Y aquella sí que iba a ser una tarea difícil.

-¡Ah, mirad, ahí está Luhan!

Volviendo al mundo real, Baekhyun siguió con los ojos la dirección que estaba señalando Jongdae con la palma de la mano abierta. Al principio de la cola, y tratando de mantener el equilibrio mientras cargaba con su bandeja de comida con una mano y trataba de guardar su cartera en el bolsillo trasero de sus pantalones, estaba una figura conocida de pelo claro. Cuando Jongdae volvió a gritar su nombre, esta vez más alto que la anterior, el chico se giró y entornó los ojos, buscándolos. No tardó mucho en encontrarlos y sonrió, acercándose a ellos con una elegancia que no parecía natural teniendo en cuenta que iba cargando con una bandeja llena de comida de dudoso aspecto.

-Buenos días, chicos -saludó, dejando su menú en la mesa y tomando asiento en el sitio libre al lado de Baekhyun-. ¿Cómo os ha ido el día de momento?

-Baek se las ha apañado para conseguir que lo rechacen en su última audición y suspender economía en las últimas veinticuatro horas- informó Jongdae en tono animado-. ¿Cómo te ha ido el fin de semana a ti? ¿Cuántas personas se te han declarado esta vez? ¿Dos? ¿Tres?

Luhan pareció momentáneamente incómodo, y a Baekhyun, durante un instante, casi le dio lástima. Desde que había llegado, procedente de China, un año atrás, su amigo se había convertido en el príncipe indiscutible del instituto. Ningún otro estudiante había podido competir contra él en cuestiones de popularidad, no cuando Luhan tenía una cara virtualmente perfecta y era el único alumno de todo el cuerpo estudiantil que había logrado que el uniforme (francamente feo) que todos tenían que llevar a clase lo hiciera parecer atractivo en vez de estúpido. Baekhyun, que había visto cómo sus aspiraciones a convertirse en el chico-más-guapo-y-popular-de-su-promoción se habían

desvanecido en cuanto Luhan había puesto un pie en la clase de al lado en segundo año, lo habría envidiado (sanamente, por supuesto) de no ser por el lado negativo que conllevaba el ser conocido y adorado por todos hasta ese nivel.

Porque todo el mundo, o al menos el ochenta por ciento de sus compañeros, hacía cola para salir con Luhan, y el pobre chico ya no sabía qué cara poner para rechazarlos, ni para explicarles que no estaba interesado en salir con nadie. Ni chicas, ni chicos, ni ningún ser humano en general. En el último San Valentín, había repartido todo el chocolate que había encontrado en su taquilla entre sus amigos a partes iguales, y Baekhyun había acabado llegando a casa con un empacho y reservas de bombones para una semana entera.

-Vamos -insistió Jongdae, aún en sus trece-. ¿Cuántos han sido esta vez?

Luhan suspiró.

-Dos.

Jongdae alzó una ceja, interesado, e incluso Kyungsoo paró de comer durante un instante, como si no le cuadraran las cuentas.

-¿Dos? -repitió-. Sabemos que uno de ellos es el antiguo amorcito de Baek, pero, ¿y el otro?

Luhan dejó sus palillos sobre la mesa con aire incómodo y tomó aire antes de responder.

-Oh Sehun. Otra vez.

-¿Otra más? -Jongdae soltó un silbido apreciativo-. ¿Cuántas veces te ha pedido salir ya en lo que llevamos de curso? ¿Seis?

Kyungsoo chasqueó la lengua.

-Nueve.

-Hay que reconocer que tiene valor. Cualquier otro se habría rendido ya.

Luhan volvió a coger los palillos con un aire tan exasperado que casi resultó cómico y Baekhyun, por primera vez en todo el día, estuvo a punto de soltar una carcajada. Oh Sehun era el némesis personal de Luhan en forma de su fan número uno, y los extremos a los que llegaba su amigo para tratar de rechazarlo sin éxito eran extremadamente divertidos.

-Ya os lo he dicho; está en primero -protestaba en ese momento-. Estoy a punto de entrar en la universidad; no puedo salir con alguien que todavía está en primero.

Como siempre, la misma excusa.

Jongdae sonrió y parpadeó, batiendo cómicamente las pestañas. A juzgar por su expresión, parecía muy interesado en discutir todo lo relacionado con Oh Sehun, sus nueve intentos fallidos de declaración amorosa y la importancia - o falta de ella - de la diferencia de edad en una relación, pero Luhan no parecía demasiado por la labor. En lugar de eso, recorrió la mesa con la mirada, posiblemente buscando una vía de escape, hasta que sus ojos se toparon con los de Baekhyun, que había estado demasiado ocupado pensando como para evitarlo y ponerse a salvo.

-Lo siento mucho por el otro chico, el que te gustaba -le dijo, como si él no tuviera culpa alguna de que la persona a la que Baekhyun había estado tratando de seducir durante dos semanas enteras solamente hubiera aceptado quedar con él para pedirle consejo amoroso sobre su persona-. Es una pena que no saliera bien.

-Era un idiota -Baekhyun se encogió de hombros-. Guapo, pero idiota. Es mejor así.

-También lo siento por lo del examen y la audición- Luhan esbozó una sonrisa de disculpa, y Baekhyun tuvo la impresión de que era el único de sus amigos a quien, verdaderamente, su situación le causaba algo de simpatía-. ¿Qué es lo que vas a hacer? Te quedan dos posibles audiciones más, así que supongo que eso no será un problema, pero el examen final de economía es difícil de aprobar. Mucho.

-Cuenta la leyenda que es el infierno en la tierra- añadió Jongdae en tono divertido, muy posiblemente tratando de ayudar a hundirlo del todo en la miseria.

Baekhyun sintió el incontenible deseo de golpearse la cabeza contra la mesa. Tal vez incluso lo habría hecho, si los restos de su menú no siguieran ahí.

-Ya lo sé -murmuró, en un tono de derrota tal que Jongdae se rió entre dientes. A ese examen sólo se presentan los pobres desgraciados suspensos como yo y los imbéciles demasiado listos como Kyungsoo o, yo qué sé, Park Chanyeol. La gente normal no tiene posibilidades. Ni siquiera sé lo que voy a hacer para no sacar un cero.

Frente a él, Kyungsoo ya había acabado de comer y estaba dedicándose a recoger cuidadosamente sus cacharros - por alguna extraña razón, traía hasta sus propios platos - cuando escuchó a Baekhyun hablar.

-¿Por qué no estudias? -susurró.

-¿Por qué no me ayudas con el temario? -replicó Baekhyun. Al

decirlo en alto, le pareció una muy buena idea, y se lo siguió pareciendo hasta que Kyungsoo lo miró como si se hubiera vuelto loco.

-¿El temario entero? Yo también tengo que estudiar, Baekhyun. No.

-Pero necesito aprobar...

-No.

Jongdae los interrumpió antes de que Baekhyun pudiera volver a quejarse de nuevo.

-¿Y, ya que lo has mencionado, por qué no le pides a Park Chanyeol que te dé clases?

A juzgar por su tono de voz, estaba más que claro que el otro chico estaba bromeando, pero Baekhyun no pudo evitar quedarse lívido ante lo desagradable de la idea. En el curso de aquella mañana se había planteado muchas medidas desesperadas para lograr aprobar economía, pero aquella nunca había sido una de ellas. Por encima de su cadáver.

-¿...Qué? -murmuró, con un tono tan cortante que Luhan, a su lado, dio un respingo.

-Piénsalo -si Jongdae se había dado cuenta de que antes preferiría poner fin a su vida que hacer caso a aquel consejo, se esforzó mucho en ignorarlo y simplemente siguió hablando, con un tono de voz tan animado como si le estuviera vendiendo un pack de vacaciones. Playa, hotel, todos los gastos pagados- ¿No se supone que Chanyeol es una especie de genio? No sé quién habrá sacado la nota más alta en vuestra clase, pero estoy prácticamente seguro de que ha sido él. Y, además, te pone ojitos. Estoy seguro de que, si se lo pidieras, se quedaría aquí cada tarde a explicarte todo lo que no entiendas. Sin ni siquiera cobrarte por ello, seguro.

El bullicio del comedor pareció aumentar de volumen a su alrededor, mientras Baekhyun trataba de concentrarse para enumerar cien razones diferentes y perfectamente razonables por las que pedirle ayuda - o siquiera dirigirle la palabra - a Park Chanyeol era una idea pésima. En lugar de eso, y al sentir que comenzaba a dolerle la cabeza, se decantó por repetir lo mismo de siempre.

-¿Es que estás loco? Por si no lo recuerdas, además de mi compañero de clase es mi vecino. Llevo viéndolo pasar por delante de mi casa prácticamente todos los días desde hace diez años, y no tengo ninguna gana de verlo todavía más. Me da igual lo buenas que sean sus notas, porque no pienso pedirle ayuda. Y, además -añadió, dedicándole a Jongdae un suspiro cansado-. Te he dicho mil veces que no me pone ojitos. Lo único que ocurre es que lleva intentando ser mi amigo desde que teníamos siete años y aún no se ha dado cuenta de que no va a conseguirlo nunca.

-Y luego decimos que Sehun es persistente, ¿eh?

Baekhyun soltó un bufido y Jongdae volvió a reírse entre dientes, mientras jugueteaba con sus palillos desechables y el vaso de agua vacío de Luhan. La hora de la comida había acabado prácticamente, pero no parecía tener interés ninguno en moverse del sitio.

-De acuerdo, me queda claro, nada de Chanyeol -cedió-. Pero, entonces, ¿qué es lo que piensas hacer para aprobar economía? ¿Robar el examen final del despacho de la profesora o algo así?

La mención de la idea hizo que Baekhyun llegara a planteárselo. Durante un momento, se preguntó cómo de difícil sería robar un examen, y si la señora Kim se daría cuenta. Tal vez incluso fuera posible infiltrarse en su despacho cuando no hubiera nadie o algo así. Sin embargo, su línea de pensamiento se interrumpió en seco cuando Kyungsoo golpeó la mesa con la palma de la mano abierta.

-¡Kim Jongdae! ¿Quieres dejar de dar malas ideas? -gruñó, volviéndose de nuevo hacia Baekhyun-. Y tú, no hagas tonterías y estudia. Supongo que no hace falta que te lo diga, pero si robases un examen y te descubriesen, tu madre te tiraría por la ventana.

Baekhyun miró el reloj: cinco minutos de descanso más, dos horas de clase y después tendría que regresar a casa, donde tendría que contarle a su madre que todos sus esfuerzos a la hora de estudiar habían sido insuficientes, y que tendría que presentarse al examen final en poco más de dos meses.

-De ser tú, 'Soo, yo no me preocuparía por eso -murmuró-. Estoy prácticamente seguro de que mi madre va a matarme igualmente en cuanto se entere de qué nota he sacado en economía hoy.

-

Tal y como Baekhyun esperaba, la regañina de su madre al llegar a casa alcanzó proporciones épicas. El chico había tratado de retrasarla, entreteniéndose todo lo posible en el instituto y durante su camino a casa al terminar las clases, pero, finalmente, había tenido que regresar, y su madre había estado esperándolo con una taza de café en la mano en el sofá del salón.

-¿Y bien? -le había preguntado-. ¿Qué tal el examen?

Cuando Baekhyun había tardado más de dos segundos en responder, había sabido sin opción a duda que su hijo había suspendido, y le había dado igual que el chico hubiera tratado de explicarle que su cerebro estaba orientado a la música y no hacia las fórmulas matemáticas incomprensibles, porque su madre se había encargado de repetirle una y mil veces la importancia clave que tenía la educación en su vida, así como de recordarle que, si quería empezar una carrera superior de música, becado o no, era necesario que hubiese terminado la educación secundaria antes.

Y Baekhyun sabía todo eso; lo sabía de sobra, pero había tenido un día espantoso y todo lo que había hecho había sido terminar gritando que la maldita economía era una asignatura que jamás en su vida conseguiría entender antes de girar sobre sus talones, cruzar el pasillo y acabar encerrándose en su cuarto con un portazo.

Su madre trató de llamarlo una vez, golpeando la superficie de madera de la puerta con una cadencia que sólo podía significar que seguía irritada, pero cuando él había subido el volumen de su Nintendo DS y la había ignorado completamente, se había terminado dando por vencida y se había marchado de casa.

Baekhyun no volvió a saber de ella hasta la hora de la cena, cuando, tras llamar a la puerta una vez más, giró el picaporte y entró en su cuarto. El chico esperaba

verla irritada, prácticamente dispuesta a gritarle de nuevo - después de todo, y enfadado consigo mismo y con el mundo como estaba, se había pasado la tarde entera siendo improductivo y jugando a videojuegos, y ni siquiera había recogido la pila de ropa que llevaba una semana sobre la silla de su escritorio pero su madre parecía entre resignada y extrañamente satisfecha. Si eso no era suficiente para causarle un mal presentimiento, entonces nada lo era.

-Hijo, la comida está en la mesa. ¿Quieres venir a cenar?

Después de todo lo que había sucedido aquel día, Baekhyun no podría haber dicho exactamente que tuviera mucha hambre, pero no pudo evitar apagar su DS y asentir. El mal presentimiento que había estado bailándole en el estómago desde que su madre había aparecido en su dormitorio se hizo diez veces más fuerte cuando, en lugar de la cena, ésta lo hizo sentarse en el sofá del salón y lo observó desde el centro de la habitación, todavía sonriendo; todavía satisfecha. Aquello no podía ser bueno.

-He estado pensando en lo que hemos estado hablando antes -declaró-. Y he hecho... gestiones.

Baekhyun no supo muy bien qué decir.

-¿Gestiones? -repitió. Aquello sonaba inquietante-. ¿Qué gestiones?

-Puede que tuvieras razón en lo que dijiste antes, Baekkie. Tal vez tu cerebro no esté orientado hacia las matemáticas, o la economía. El resto de tus notas no son malas, así que tal vez todo lo que necesites para aprobar el examen final sea un poco de ayuda.

Baekhyun parpadeó. No tardó mucho en descifrar el significado de aquellas palabras, y no supo si sentirse bien o mal por lo que implicaban.

-¿Me has buscado un profesor? -preguntó, y su madre esbozó una sonrisa orgullosa-. ¿En tan poco tiempo?

-No me fue muy difícil -le respondió ella-, sobre todo una vez me puse a pensar en posibles candidatos. Cuando te encerraste en tu habitación, y ya que posiblemente estabas demasiado enfurruñado como para darme consejo sobre dónde buscar, pensé en consultar el anuncio de algún universitario en alguna de esas páginas web para clases particulares que hay en internet, aunque en seguida me di cuenta de que había una solución mucho más sencilla.

-¿Cuál? -murmuró Baekhyun- ¿Apuntarme a una academia?

-¡Oh, pensé en ello, pero no! -la sonrisa de su madre se ensanchó-. En cuanto salí de casa recordé que ya conocíamos a la persona idónea. ¿sabes? Siempre ha sacado buenas notas, así que supongo que te enseñará bien; y va a tu clase, así que conoce el temario. Me dijo que ha tenido noventa puntos de cien en el examen, y que necesitaba un poco de dinero extra, así que ya está todo hablado. Le he dicho que puede empezar mañana por la tarde, para que no perdáis tiempo. He supuesto que a ti te vendría bien.

Durante un instante, Baekhyun no supo qué contestar. Su mente tardó en procesar la información - que su madre se había marchado por su cuenta a buscarle un profesor, y que había logrado encontrar uno en poco más de tres horas; que el profesor en cuestión iba a su clase, que sacaba buenas notas y que su madre, tenía, de un modo u otro, que conocerlo. Las piezas no parecían encajar, como si hubiera un detalle, algo en lo que no había pensado, que se le escapara. Luego, la cara burlona de Jongdae a la hora del almuerzo pareció aparecérsele delante del rostro, haciéndole sugerencias estúpidas y riéndose de él, y Baekhyun lo entendió. Lo entendió demasiado bien.

Y no. Eso no podía ser. Él ya había tenido un día lo suficientemente horrible como para tener que hacer frente a aquello también. Porque la ciudad ya era lo suficientemente grande como para que a su madre se le hubiera ocurrido ir a hablar justamente con la única persona a la que Baekhyun no podía soportar.

-Mamá -murmuró-, ¿a quién has contratado como profesor particular?

Y Baekhyun pensó que debía de haber hecho algo horrible para merecerse un karma como aquel, porque su madre sonrió aún más cuando lo dijo.

-¿Cómo que a quién? ¿No está claro? A Chanyeol, el hijo pequeño de los Park. ¿No te parece un chico adorable?

Día 2 -Oh, dios mío, Baek, ¿lo dices en serio? ¿De verdad tu madre ha contratado a Park Chanyeol para que te dé clases particulares de economía?

Baekhyun asintió con enésima vez con la cabeza, llevándose a la boca una cucharada de la sopa de color verde indefinido que les habían servido aquel día en el menú. Durante lo que había durado el descanso a media mañana para comer, Jongdae había repetido la pregunta por lo menos cinco veces, y, en cada una de ellas, el chico había sentido ganas de golpearle la cabeza con la bandeja de la comida, estrangularlo con la corbata del uniforme o - en un momento de suma crueldad - intentar ahogarlo en su propio y cuestionable plato de sopa. Si aún no había hecho nada en absoluto era porque estaba demasiado ocupado lamentándose por su mala suerte.

-Ya os lo he dicho -murmuró-. Por alguna razón que no alcanzo a comprender, mi madre ha adorado a Chanyeol desde que era un crío. Intenté convencerla para que cambiara de opinión, pero me dijo que ya estaba todo hablado y que empezaría con las clases esta misma tarde.

-Pobrecito Baek. ¿Seguro que se lo pediste con la suficiente insistencia?

El chico suspiró.

-Sí.

Al principio, y cuando su madre le había comunicado la gran noticia la noche anterior, Baekhyun había estado demasiado horrorizado como para hacer otra cosa que no fuera quedarse quieto en medio del salón y boquear como un pez fuera del agua. En cuanto había recuperado la calma, sin embargo, lo había intentado todo. Le había propuesto a su madre estudiar por su cuenta, matricularse en una academia, buscar anuncios en internet... Incluso, y ya desesperado, había acabado mintiendo descaradamente y asegurando que Kyungsoo le había prometido darle clase gratis, pero la mujer se había mantenido en sus trece y había vuelto a afirmar que Chanyeol era su mejor opción. Era un estudiante modélico, le había dicho, y siempre había hecho un gran esfuerzo por llevarse bien con él, así que lo menos que podía hacer Baekhyun era agradecérselo y aceptar su oferta. "Nunca hemos sido compatibles; no va a conseguir enseñarme nada" había protestado él, entre dolido y enfadado. Su madre, sin embargo, había decidido que no iba a escucharlo más y había dado la conversación por finalizada. Lo cual lo dejaba a él con un examen suspenso y un más que dudoso profesor para intentar arreglarlo en menos de tres meses.

-No sé qué voy a hacer ahora para librarme de Chanyeol. Nuestras familias se conocen; no puedo despedirlo sin más por mi cuenta.

Sus tres amigos se miraron entre sí. Kyungsoo parecía enfadado por su falta de delicadeza, Jongdae daba la impresión de estar a punto de echarse a reír otra vez y Luhan tenía el ceño levemente fruncido en una expresión confusa.

-Nunca lo he entendido del todo --intervino, haciendo una pausa, como si no encontrase las palabras adecuadas en un idioma que no era el suyo-. Tú siempre has detestado a Chanyeol, pero él te trata casi como si fueras su amigo. ¿Por qué lo odias tanto? ¿Te hizo algo cuando erais niños o...?

Baekhyun negó con la cabeza, tratando de explicarse de modo racional, y se encontró recordando.

Había sabido de Chanyeol por primera vez hacía algo más de diez años, cuando tenía siete y su madre le había dicho que una familia con un hijo de su edad se había mudado al edificio de al lado.

Al principio, la noticia le había parecido maravillosa. Por fin podría tener un amigo con quien ir a clase todos los días; con quien jugar al fútbol después de la escuela y a quien ganar jugando a videojuegos. Ya podía verlo: se lo presentaría al resto de compañeros de clase al principio del año escolar, y todos estarían intrigados y querrían conocerlo mejor, pero el chico nuevo sería más amigo de Baekhyun que del resto, porque los dos eran vecinos, y porque él lo habría conocido antes de que pudiera hacerlo nadie más.

Todo aquel escenario había parecido maravilloso en su mente, y Baekhyun le había insistido a su madre durante días enteros para que lo llevara a visitar a los nuevos vecinos antes de que empezara el curso. Cuando, por fin, habían comprado un pastel y habían aparecido en la puerta de los Park, la decepción no había podido ser más grande. Baekhyun había esperado conocer al amigo perfecto: tranquilo, bueno en los deportes, tal vez un poco más bajo que él, teniendo en cuenta que su madre le había dicho que era medio año más joven. Lo que se había encontrado en su

lugar había sido un niño raro, demasiado alto, todo brazos y piernas, cara redonda y pelo revuelto, que lo había mirado con los ojos ridículamente abiertos desde detrás de unas gafas con la patilla pegada con esparadrapo. A Baekhyun no le había gustado. Tenía las piernas demasiado largas, las orejas raras, los ojos demasiado grandes. Sin embargo, el otro chico había pasado por alto su ceño fruncido, se había separado de su madre para acercarse a él y lo había observado como si fuese la persona más maravillosa que hubiese tenido el placer de ver sobre la faz del planeta. Apenas un segundo después, le había sonreído con una sonrisa tan enorme y tan extraña que a Baekhyun le había dado miedo. "¡Hola, soy Chanyeol!" le había dicho, con una voz que, en aquella época, todavía era estúpidamente aguda. "¿Vamos a ser amigos?" Y Baekhyun había retrocedido un paso y lo había mirado como si se hubiese vuelto loco.

Si la primera impresión había sido pésima, conforme iban pasando los días, Chanyeol había demostrado que era cualquier cosa menos lo que él había esperado de su proyecto de amigo perfecto para el próximo curso. No era tranquilo y maduro para su edad, como él había querido, sino una especie de caos en forma humana, que reaccionaba con demasiada intensidad ante todo y se reía demasiado alto. Una mínima parte de Baekhyun había esperado que, al menos, fuera capaz de jugar al fútbol, pero el pobre idiota parecía tener la gracia de una jirafa recién nacida, por no decir que era incapaz de chutar un balón en línea recta. Y aquello sólo había sido el principio.

Una semana después de haberlo conocido, el chico ya había decidido que Chanyeol era una causa perdida. No es que lo hubiera hecho sin pararse a conocerlo, no, porque le había dado un grandioso total de tres oportunidades para demostrar que su primera impresión estaba equivocada, pero Chanyeol, siendo el desastre que era, se había encargado de estropearlas todas. La primera vez que había conocido a sus amigos, se había mostrado tan entusiasta que varios de ellos habían acabado llevándose a Baekhyun a un lado para preguntarle si su vecino tenía que seguir quedando con ellos más veces. La segunda ocasión en la que el chico se había visto obligado a acompañarlo en

público, en su primer día de clase, se había entretenido tanto por el camino que los dos habían llegado tarde, y si bien la profesora había perdonado a Chanyeol porque era nuevo, Baekhyun había tenido que disculparse y quedarse castigado al acabar el día. La tercera y última vez en la que Baekhyun había tratado de ser sociable había sido un domingo en el que su madre prácticamente lo había obligado a llevarse a su vecino con él a jugar al baloncesto. Chanyeol era alto para su edad, así que la idea no parecía mala... O, al menos, no lo había parecido hasta que, de alguna extraña manera que, aún a día de hoy, Baekhyun no acababa a comprender, el muy idiota había lanzando a canasta y se las había arreglado para no sólo fallar miserablemente, sino apañárselas para golpearse con el balón en la cara, no una vez sino dos.

Al regresar a casa, y mientras Chanyeol trataba de captar su atención con una especie de monólogo absurdo sobre la suerte que había tenido al romperse solamente uno de los cristales de sus gafas al estrellarse la pelota contra la nariz, Baekhyun había decidido que, definitivamente, no quería tener nada que ver con una persona así. La semana siguiente, al enterarse de que Chanyeol se había inscrito en el Club de Amantes de los Hurones de la escuela, había estado seguro de que había tomado la decisión correcta y de que nunca, jamás, tendrían nada en común.

Y, sin embargo, había un pequeño problema. Si bien Baekhyun tenía muy claro que cuanto más lejos de Chanyeol estuviese, más a salvo estaría su salud mental, su querido vecino no parecía pensar lo mismo. Por alguna extraña razón, Chanyeol había decidido por su cuenta que Baekhyun y él estaban destinados a ser los mejores amigos del mundo, así que, y para disgusto del primero, se dedicaba a incluirlo unilateralmente en todos sus planes y a seguirlo a todas partes, lo quisiera él o no. Al principio, Baekhyun pensó que terminaría aburriéndose con el tiempo. Chanyeol, sin embargo, parecía ser la persona más irritantemente perseverante sobre la faz de la tierra, y continuó siguiéndolo en los recreos y ofreciéndole la mitad de su almuerzo durante años enteros. La ventana de su dormitorio estaba exactamente enfrente de la del hermano de Baekhyun, que por aquel entonces todavía vivía en casa, y cada vez que el chico iba a llamar a su hermano para cenar tenía miedo de encontrarse a Chanyeol, sentado en su mesa de estudiar y

saludándolo desde el otro lado del patio de luces que separaba sus dos edificios. Y toda aquella situación había sido insoportable, pero Baekhyun había aguantado como la persona paciente que decía ser.

Al menos, hasta que había llegado a la pubertad.

La primavera en la que Baekhyun había cumplido los catorce años había sido amarga. No era fácil darse cuenta de que uno encontraba a las chicas de clase bastante menos interesantes que el resto de sus compañeros, ni mucho menos acabar descubriendo que el hecho de pensar que las manos de su profesor de piano eran mucho más atractivas de lo que podría considerarse normal se debiera, probablemente, a un mismo motivo. Durante los meses siguientes, el chico había estado distante, preocupado e irritable, y ser cruel con Chanyeol, que siempre estaba demasiado contento y prácticamente le permitía cualquier cosa, había sido absurdamente fácil.

La pubertad había convertido al otro chico en un lío de brazos y piernas que de repente crecían demasiado deprisa y voz que pasaba peligrosamente de relativamente aguda a infinitamente grave en cuestión de segundos. El comportamiento excéntrico que había tenido de niño se había mitigado un tanto - ya no participaba en el club del hurón, al menos, ni se autolesionaba con pelotas de baloncesto - pero seguía hablando demasiado alto, sonriendo demasiado, y Baekhyun se encontró prácticamente odiándolo por ello, y contestándole con sus frases más cortantes cada vez que Chanyeol abría la boca para tratar de decirle algo.

El empujón final había llegado en noviembre de aquel año, cuando Baekhyun había regresado a casa excesivamente preocupado porque había besado a un chico en el cuarto de las escobas del instituto y le había gustado mucho. Al principio, no había visto a Chanyeol sentado en su portal y cuando, por fin, se había dado cuenta de que estaba ahí, se había sentido inexplicablemente irritado con él.

"Baekhyunnie" lo había llamado el otro chico, tan absolutamente contento que él había querido gritarle que se callara. "¿Sabes que la semana que viene es mi cumpleaños?"

Baekhyun lo había mirado con expresión neutra.

"¿Y?"

"Hemos organizado una fiesta, y estás invitado"

En ese momento, Chanyeol se había detenido a buscar algo en el bolsillo de su sudadera y había acabado tendiéndole una invitación - una de aquellas tarjetas de cartulina llenas de dibujitos y en las que aparecía su nombre junto a una fecha y hora - y a Baekhyun la situación le había parecido tan surrealista que había soltado una carcajada. Ahí estaba él, enfrentándose a la que probablemente fuera la mayor crisis existencial de toda su vida y su vecino llegaba y lo invitaba a su estúpida fiesta. Como si él todavía fuera un niño. Como si tuviera tan pocos problemas como Chanyeol. Como si los dos pudieran llegar a ser amigos alguna vez. Así que le había quitado al otro chico la tarjeta de las manos. Y, sin pensar en ello siquiera, la había partido en dos delante de él y había tirado los trozos al suelo. "¿Por qué no te enteras de una vez?" le había gritado. "No voy a ir a tu fiesta. No quiero ir a tu fiesta, ni a ninguna otra parte en la que estés tú. ¿Es que no ves que nunca he podido soportarte? ¿Por qué no me dejas en paz?" Tan pronto como hubo acabado de hablar, Baekhyun se había dado cuenta de que había hecho algo muy malo, demasiado cruel incluso para tratarse de Chanyeol. El otro chico se había quedado allí, sin decirle nada, quieto como una estatua y mirándolo con unos ojos muy grandes, muy abiertos y muy vacíos. Después, y casi a cámara lenta, se había agachado a recoger los dos pedazos de la invitación. Al levantarse, sin embargo, estaba sonriendo.

"Lo siento" le había dicho sin alzar la voz, "no volveré a molestarte otra vez" Aquel había sido el primer día en todos aquellos años en el que Baekhyun, ya a salvo en la oscuridad de su dormitorio, se había sentido verdaderamente como una persona horrible por algo que le había hecho a Park Chanyeol. Los días habían pasado, sin embargo, y el chico había terminado olvidándose del incidente. Después de todo, Chanyeol no había tardado ni una semana en volver a su estado hiperactivo habitual, como si no hubiera pasado nada. Lo único diferente era que había dejado de seguir a Baekhyun a todas partes, y aquello siempre había sido lo que él había querido, así que tampoco era algo por lo que se pudiera quejar. Así que la vida había seguido su curso, con Chanyeol dedicándose a ser irritante y Baekhyun dedicándose a odiar a Chanyeol, como siempre, por principio y por costumbre.

El chico había creído que podría librarse de su vecino al empezar a cursar el bachillerato - él y Kyungsoo cambiaban de instituto y había esperado encontrar caras nuevas - pero, para su sorpresa, Chanyeol no solamente había aparecido en su misma escuela, sino que, además, estaba en la misma clase que él. E ignorarlo habría sido sencillo de no ser porque el muy idiota no solamente sacaba las mejores notas de todo el curso - más altas aún que las de Kyungsoo, que ponía mala cara cuando se encontraba en sus exámenes una calificación por debajo del ocho - sino que había entrado becado por una especie de programa de excelencia, y todos sus compañeros parecían más que dispuestos a saludarlo con entusiasmo cuando entraba haciendo ruido en el aula todas las mañanas con una voz que, decididamente, se había vuelto muy grave.

Porque parecía difícil de creer para alguien que había sido tan raro de niño, pero Chanyeol era una persona increíblemente sociable. Además de inhumanamente alto, hasta el punto en el que Baekhyun se sentía como una especie de hobbit si tenía que pararse a su lado. Por suerte para todos, en algún punto de la escuela secundaria había decidido dejar las gafas en casa y empezar a usar lentillas, y a principio de curso aquel año se había cortado el pelo, así que al menos ya no parecía que hubiese metido los dedos en un enchufe. Y Baekhyun se había dado cuenta de que, si bien Chanyeol no pertenecía ni con mucho a la élite de chicos

guapos y populares de la que formaban parte Luhan y él, todo el mundo lo conocía, y a muchos parecía gustarles.

Así que, a los diecisiete años, cada uno de ellos tenía su vida - Baekhyun con sus ensayos de coro y una cola de pretendientes que se pegaban por salir con él; Chanyeol con sus buenas notas y lo que quiera que hiciese con su tiempo libre. Salvo aquella especie de odio constante que Baekhyun todavía le profesaba, no los unía nada más. Ni siquiera habían vuelto a cruzar más de dos palabras desde que Chanyeol lo había invitado a su cumpleaños tres años atrás.

Y ahora, a su madre se le había ocurrido la estupenda idea de contratarlo como profesor y lo había estropeado todo. Aquello era sencillamente maravilloso.

-Baek. Baekhyun, ¿me estás escuchando? -la voz de Luhan, que seguía mirándolo con los ojos entornados, devolvió al chico al presente. En algún lugar de su mente, era consciente de que su amigo le había preguntado algo, pero era incapaz de recordar el qué.

-¿Puedes... repetir lo que habías dicho? Luhan arqueó una ceja con suavidad.

-Park Chanyeol, ¿recuerdas? ¿Por qué lo odias tanto? Kyungsoo, como de costumbre, estaba sentado en su sitio habitual, disfrutando de su comida casera y mirándolo como si lo juzgara con aquellos ojos de búho suyos. Cuando habló, Baekhyun pudo sentir el reproche en su voz.

-Si existiera una razón, todo sería mucho más sencillo. Es odio injustificado. Total y absolutamente injustificado.

-¡No lo es! -Baekhyun trató de buscar una razón con el peso suficiente como para defenderse de aquella acusación, pero terminó cruzándose de brazos y sacudiendo vehementemente la cabeza-. Ha sido insoportable desde que era un niño. ¡Dios mío, si incluso estaba apuntado al Club del Hurón!

-Eso ya nos lo contaste el año pasado, y sigue pareciéndome maravilloso intervino Jongdae-. Por favor, yo me habría apuntado al Club del Hurón si en mi escuela hubiera habido uno. Es el mejor club de la historia de todos los clubs. Y, que yo sepa, aunque yo piense así, sigues siendo mi amigo, ¿no?

Baekhyun decidió que hacía mejor rindiéndose. Jamás había podido ganar una discusión en la que Kyungsoo y Jongdae decidían aliarse en su contra, y mucho menos si estaban hablando de Park Chanyeol.

-Soy tu amigo sólo a ratos -murmuró-. Y, digáis lo que digáis, supongo que tengo derecho a odiar injustificadamente a alguien, aunque sólo sea una persona en este planeta. Puede que Chanyeol no sea tan insoportable como cuando tenía siete años, pero eso no quita que haya algo en él que siga sin gustarme, ¿de acuerdo? Siempre está demasiado contento, como si padeciera de alguna especie de... felicidad crónica o algo así. Es como si nunca hubiera tenido ningún problema serio en toda su vida, y no me agradan las personas así. La vida no puede ser tan fácil para nadie. -En su caso, seguro que va a dejar de serlo ahora que tiene que conseguir que apruebes economía y no lo mates en el intento, no te preocupes -Jongdae esbozó una sonrisa que sólo era inocente en apariencia y, tras hacer una pausa, señaló algo en un punto por detrás de Baekhyun, que estaba sentado de espaldas a las puertas del comedor -. Ah, y por cierto, hablando del rey de Roma, ahí está Chanyeol, lanzándote miraditas como siempre. Deberías decirle algo, ahora que eres su alumno estrella.

-No me lanza miraditas -murmuró el chico, pero se giró de todas formas, sólo para encontrarse los ojos de Chanyeol clavados en él desde el otro lado de la sala, grandes, marrones y extrañamente brillantes.

Durante un instante, Baekhyun no supo cómo reaccionar y simplemente se lo quedó mirando, decidiendo que lo mejor que podía hacer era intentar apartar la vista, pero sin atreverse a hacerlo. Chanyeol parpadeó una vez, dos, tres, como si estuviera tan sorprendido como él, pero pareció recuperarse antes, porque no tardó en romper el contacto visual, sonreírle y saludar con una mano como si haber sido sorprendido mirando a Baekhyun fuese lo más normal del mundo.

La situación hubiera resultado mucho menos ridícula de no haber estado Chanyeol sosteniendo en las manos la bandeja con el menú que acababa de comprar en el autoservicio, cuyo contenido - que incluía la infame sopa verde que Baekhyun no había conseguido acabarse todavía - se desplazó peligrosamente hacia la derecha, amenazando con caérsele encima del uniforme. Lanzando una exclamación de sorpresa que se oyó en todo el comedor, Chanyeol se inclinó hacia delante y volvió a sujetar la bandeja con ambas manos justo a tiempo para evitar tirarse la comida sobre la camisa. Luego, volvió a mirar a Baekhyun y se encogió de hombros, esbozando una sonrisa entre divertida y avergonzada.

-Dios mío -susurró el chico, más para sí mismo que para sus compañeros de mesa. Al ver que Chanyeol seguía mirándolo, y teniendo en cuenta que dentro de unas horas lo tendría intentando explicarle la diferencia entre oferta y demanda en la mesa de su salón, por lo que tampoco tenía mucho sentido ignorarlo, se forzó a sonreírle y le devolvió el saludo con la mano. Intentó hacerlo rápido, casi como si fuera algo que estuviera acostumbrado a hacer, pero le quedó tan antinatural que Jongdae y Luhan se rieron. Chanyeol, sin embargo, parecía más feliz que de costumbre, y, durante un horrible segundo, Baekhyun creyó que iba a acercarse a su mesa y a empezar a hablarle, como en los viejos tiempos. Luego, una mano apareció de la nada y se le posó a Chanyeol en el hombro, haciéndolo girarse, y el chico pudo respirar con tranquilidad, seguro de que se había librado de una conversación que habría sido muy incómoda. -Ah -oyó a Kyungsoo murmurar-. Es Kai. Aquel era otro de los grandes misterios de la vida que, a día de hoy, Baekhyun todavía no había logrado resolver. ¿Cómo demonios había podido alguien como

Chanyeol - que era, pues eso, Chanyeol - haber logrado convertirse en el mejor amigo de Kai? Si Luhan era el príncipe del instituto, todo él pelo claro y ojos grandes, Kim Jongin, alias Kai, era el rey. Un rey que era la estrella del club de danza, y que, en palabras de la mayoría del cuerpo estudiantil, era demasiado sexy como para ser normal. Había algo en él - tal vez su forma de moverse, de hablar, el timbre de su voz o el tono de su piel - que volvía a la gente loca. Con sólo una sonrisa o un par de palabras susurradas, hubiera podido poner a sus pies a quien hubiera querido, cosa de la que él era perfectamente consciente. Y, aún así, y de todos los amigos que podría haberse buscado dentro de los tres cursos de bachillerato, había escogido a Chanyeol, que saludaba a la gente como un idiota y era poco menos que un peligro público. Era inexplicable. Verdaderamente inexplicable. Una de esas cosas completamente imposibles de entender. Y sin embargo allí estaban, Chanyeol diciendo algo y sonriéndole y Kai riéndose y caminando junto a él hacia una mesa en la parte opuesta del comedor.

-¿Ha venido a comer hoy a la cafetería? -susurró Kyungsoo, casi como si hablara más para sí mismo que para los demás-. Creía que siempre comía fuera.

Luhan esbozó una sonrisa divertida.

-Tal vez haya venido a darle apoyo moral a Chanyeol, ahora que va a empezar con su nuevo trabajo. Baekhyun suspiró y gruñó algo que sonó extrañamente parecido a "no empieces tú también, por favor". Luhan se encogió de hombros, y Jongdae, riéndose de nuevo, le pasó a Baekhyun una mano por los hombros. -Supongo que sabrás que vamos a estar esperando todos los detalles de esa clase mañana. Zafándose de su contacto, Baekhyun se metió en la boca una nueva cucharada de sopa, prácticamente deseando que aquel mejunje verde le causara, de repente, una indigestión que lo obligara a estar en cama hasta el día del examen.

Sus amigos podían reírse, pero, por mucho que ellos se lo tomaran a guasa, Park Chanyeol aparecería aquella tarde en su casa. Y, teniendo en cuenta el tipo de relación - o falta de ella - que habían tenido los dos durante todos aquellos años, la situación iba a ser, como mínimo, muy, muy extraña. Cuando sonó el timbre aquella tarde, Baekhyun ya se había quedado solo en casa. Su madre, que aquella semana cubría el turno de noche, se había marchado a trabajar apenas media hora atrás, dejándole la cena hecha y guardada en la nevera y un sobre lleno de dinero para pagarle a Chanyeol todas las clases del mes sobre la mesa del salón. De querer - y la idea se le había pasado por la cabeza en más de una ocasión aquella tarde - Baekhyun habría podido encerrarse en su habitación, colocarse los cascos en las orejas, poner su iPod a máximo volumen y esperar a que los timbrazos parasen. Si su madre no estaba, no podría obligarlo a salir, ni a abrir la puerta, ni a soportar a su peor pesadilla en forma de su vecino del al lado durante la hora y media siguiente. El único punto débil del plan era que se enteraría de lo que había hecho al día siguiente, le pediría a Chanyeol que volviese y, para acabar de arreglarlo todo, lo castigaría a él por dejarlo tirado, así que aquello no era una opción. Por mucho que le pesara, tendría que abrir la puerta. Cuando sonó el tercer timbrazo, y decidiendo que no podía posponerlo más, el chico se echó un último vistazo en el espejo del salón - no es que tuviera un aspecto muy presentable, con el viejo chándal que usaba para estar en casa y el pelo despeinado, pero suponía que daba igual - y cruzó la habitación, descorriendo el cerrojo de la entrada con parsimonia para poder abrir la puerta. Y allí, parado en el rellano estaba Chanyeol, vestido con una sudadera oscura y vaqueros, mirándolo desde arriba como si no supiera muy bien qué decir y con un libro infernalmente gordo y un cuaderno bajo el brazo.

-Buenas noches -lo saludó tras un último instante de duda, con un tono de voz que, para ser Chanyeol, podría considerarse quedo y suave, pero que aún así sonaba demasiado alto. Baekhyun no respondió, y simplemente se dedicó a observarlo con los brazos en jarras, preguntándose, muy a pesar suyo, cuánto

medía aquel idiota, y por qué tenía él que llegarle a la altura de la nariz. Cuando transcurrieron unos segundos, Chanyeol soltó una especie de carraspeo incómodo, como si estuviera empezando a contemplar la posibilidad de que Baekhyun fuera a dejarlo de pie en el descansillo durante toda la próxima hora. Ehm... Yo... Estás distinto -murmuró finalmente, al darse cuenta de que su interlocutor no tenía la menor intención de hablar-. Al aspecto que tienes siempre, digo.

Baekhyun parpadeó, cogido por sorpresa.

-¿Eh?

-No llevas eyeliner, en los ojos. Hacía años que no te veía así; pareces mucho más joven.

Baekhyun no hubiera sabido decir si aquello había sido alguna especie de cumplido extraño, pero decidió ignorarlo y cruzarse de brazos, apoyándose suavemente sobre el marco de la puerta.

-Por supuesto que no llevo; he estado toda la tarde en casa. Hace horas que me lo he quitado.

-Ah, claro.

-Claro.

Decidiendo que ya estaba bien de conversaciones sin sentido y que era mejor terminar con todo aquello cuanto antes, Baekhyun se apartó de la puerta y retrocedió hacia el salón, dejándole vía libre a Chanyeol para que entrara. El otro chico lo observó con expresión extraña durante un segundo, pero no tardó

en asentir para sí mismo y seguirlo, mirando a su alrededor con curiosidad, como si aquel pequeño salón y sus viejos muebles le parecieran increíblemente interesantes.

Si Baekhyun pensó durante un momento que lo sorprendía ver a Chanyeol tan serio y tan callado, la idea no le duró mucho. Para cuando alcanzó la mesa del comedor, aquel idiota ya había recuperado su actitud energética de siempre y sonreía tanto como si alguien le hubiera dicho que le acababa de tocar la lotería.

-Byun Baekhyun -comenzó, haciendo que el interpelado se girase y lo observara como si se hubiera vuelto loco-, tenemos menos de ochenta días hasta que te examines de economía, y hay que conseguir que para entonces hayas entendido este libro entero -para el horror de Baekhyun, señaló con entusiasmo el enorme tomo que había traído consigo, y que acababa de colocar con bastante poco cuidado encima de la mesa ante él-. Supongo que estás preparado.

Baekhyun consideró que lo mejor que podía hacer era dejarse caer sobre la silla más cercana, y Chanyeol lo siguió poco después, sentándose en la silla a su lado con los codos apoyados sobre la mesa.

-Este examen es duro -insistió, con el tono convencido y tranquilo, casi alegre, del que está hablando de algo neutral como el tiempo, y no de un final terrible de economía-. Necesitamos estudiarlo bien si quieres aprobar.

Absolutamente desganado, Baekhyun clavó los ojos sobre los dos pares de manos que descansaban sobre la mesa. -¿Me quedan ochenta días, has dicho? -Más o menos. -¿Cuentas los días? ¿Para qué? Los dedos de Chanyeol se crisparon levemente sobre el hule blanco con el que su madre había cubierto la mesa para que estudiaran. Tenía la mano

considerablemente más grande que él, y los dedos de Baekhyun, a su lado, prácticamente parecían de juguete. No estaba tan bien cuidada como la suya propia, por supuesto que no, y, sin embargo, la de Chanyeol no era una mano fea. Incluso, y desde aquella distancia, parecía cálida.

-¿Quieres que empecemos?

-No -suspirando, Baekhyun alzó la vista. Se había propuesto no mirar a Chanyeol a la cara en la medida de lo posible, pero suponía que aquello era mejor que mirarle las manos y, de todas formas, tenía algo importante que decir. Se obligó a sí mismo a sonar amable-. Oye, Chanyeol, escucha, ¿de verdad quieres hacer esto? Todo este asunto de darme clase... No dudo de tus buenas intenciones pero, ¿es necesario que me ayudes precisamente tú? Si de verdad necesitas el dinero, puedo pagarte el precio de todas las clases aunque no vengas más, pero preferiría estudiar solo.

Parpadeando, el otro chico frunció el ceño, pero el gesto pronto se convirtió en una especie de sonrisa suave. A pesar de su negativa opinión personal sobre Chanyeol, Baekhyun tenía que admitir que había crecido bien: con el pelo más corto y sin gafas, a duras penas parecía el niño que lo había seguido todos los días a clase; y aquello no le acababa de gustar. Era más sencillo concentrarse en odiar a alguien si ese alguien era bajito, bizco y cejijunto en vez de tener el pelo brillante y los ojos tan grandes que parecían ocuparle la mitad de la cara. -¿Vas a pagarme por no venir? -Chanyeol hizo una pausa y se rió entre dientes. ¿Tan poco me quieres aquí que pagarías para que me vaya?

Dicho así, sonaba especialmente mezquino, y Baekhyun no pudo evitar sentirse un tanto cruel a pesar de que Chanyeol tenía en el rostro su misma sonrisa idiota de siempre y no parecía en absoluto ofendido.

-No creas que es por ti -replicó-. No me gusta estudiar con nadie, eso es todo.

-Pero necesitas aprobar. Es en lo que necesitas concentrarte si quieres poder optar a una beca de estudios, ¿no? Por mucho que superes las audiciones, no te dejarán inscribirte a una escuela superior de música si no has terminado el instituto.

Baekhyun miró a Chanyeol, sorprendido. El otro chico parecía muy ocupado buscando una página concreta en su libro, y tenía sujeto un lapicero entre los labios.

-¿Por qué sabes que quiero entrar en una escuela superior de música? -le preguntó.

-Me lo dijo tu madre ayer -Chanyeol se encogió de hombros y siguió pasando páginas, pasando a sostener el lapicero entre los dedos y golpeando rítmicamente el mantel con la punta.

Baekhyun se sintió inexplicablemente irritado. ¿A santo de qué iba a su madre contándole aquellas cosas a alguien a quien él no soportaba? ¿Le había contado también que había fallado en todas sus audiciones hasta la fecha? No quería la amabilidad de Chanyeol. No quería que Chanyeol supiera.

-¿No vas a coger el dinero e irte, entonces? -murmuró. Chanyeol negó con la cabeza.

-No.

-Tal vez podrías hacer el examen por mí, si tanto quieres que apruebe. Poniendo mi nombre en vez del tuyo. O quizá podrías robar el borrador del despacho de la profesora. Me ayudarías así, mucho más que con todo esto.

-Uh-uh. No.

-Genial.

Ninguno de los dos añadió nada durante unos segundos, y el silencio, solamente roto por el sonido de Chanyeol pasando las páginas del libro, al parecer incapaz de encontrar la que buscaba, los envolvió por completo. Baekhyun se preguntó si aquello iba a ser siempre así, incomodidad dos veces por semana durante los tres próximos meses, hasta que el otro chico lanzó una exclamación alegre.

-¡Ah, aquí está! Demanda agregada. No la encontraba por ninguna parte.

-Podías haber buscado el capítulo en el índice -murmuró Baekhyun, demasiado cansado como para discutir, y Chanyeol simplemente se rió.

-Podía -admitió, esbozando una sonrisa ligeramente culpable y mordiéndose el labio-, pero no lo he hecho. Nunca se me ocurre-. Apenas un instante después, levantaba la cabeza de la página y miraba a Baekhyun-. Sé que esto no te acaba de gustar, ya me lo has dicho, pero deberías intentar dejar que te enseñe lo que pueda. Los dos deberíamos esforzarnos si queremos conseguir nuestras respectivas becas, ¿no?

Baekhyun permaneció en silencio durante un instante, tratando de tragarse una réplica que no iba a ser del todo agradable, hasta que algo de lo que había dicho Chanyeol encajó en su mente y lo hizo parpadear.

-¿"Nuestras respectivas becas"? -repitió-. ¿Desde cuándo estás tú optando a una beca? Creí que ya estabas becado.

Llevándose el lápiz a los labios, Chanyeol volvió a sonreír.

-Entré becado al instituto, sí, pero estoy optando a otra nueva, para el año que viene, en la universidad -le explicó-. De hecho, y por lo que me contó tu madre, los exámenes de acceso a mi beca son poco después de tu próxima audición. Si los apruebo, sólo necesitaré una carta de recomendación del instituto y estaré dentro del programa.

-Ah --Baekhyun casi se arrepintió de haber preguntado. Aquello no le interesaba en absoluto, y no quería fingir que sí lo hacía-. ¿Y qué vas a estudiar allí?

-Es... un programa internacional de excelencia, si quieres llamarlo así. Cubre muchos campos, con los mejores profesores de todo el mundo, se supone. Teniendo en cuenta que se imparte en Estados Unidos, tendría que mejorar mi inglés, pero aún así...

La atención de Baekhyun, que había vuelto a disiparse en cuanto Chanyeol había comenzado a hablar otra vez, volvió a él, devolviéndolo al presente como si alguien lo hubiera dejado sin respiración de un golpe. No estaba seguro de haber escuchado bien, así que, cuando habló, su voz sonó extraordinariamente suave.

-¿Eh? ¿Las clases son en Estados Unidos? ¿No te quedarías en Corea?

Chanyeol dudó, pero finalmente negó con la cabeza.

-Iría a vivir a San Francisco durante cuatro años -aclaró, mirando a Baekhyun como si no supiera qué reacción esperar de él. Durante un instante, el chico no dijo nada, tratando de asimilar el hecho de que Chanyeol, que había sido su vecino y su odiada sombra personal durante diez años enteros, estuviera a punto de conseguir una beca para genios que lo llevaría estudiar a la otra punta del mundo en apenas unos meses.

Tal vez aquello tuviera que ver con el karma. Tal vez alguna especie de ente divino hubiera decidido que Baekhyun tenía que soportar a Chanyeol dándole clases durante tres meses para luego recompensarlo con unos maravillosos años de universidad en los que él estaría estudiando música en Seúl y Chanyeol estaría lejos. Muy lejos. En San Francisco.

Lo cual era casi como decir que, una vez todo aquello acabara, Baekhyun se libraría de Chanyeol para siempre.

-Oh, vaya, qué suerte tienes -Baekhyun sonrió, sintiendo que todo su mal humor de los últimos días comenzaba a disiparse. Chanyeol pareció sobresaltado por un instante, pero al chico le dio absolutamente igual-. San Francisco suena como un lugar maravilloso. Cualquiera estaría deseando que le dieran una beca así. Me alegro muchísimo por ti.

Día 5 En los últimos tres días, Baekhyun había recuperado casi todo el buen humor que había perdido durante todos los días anteriores. El lunes, al entrar en clase, había creído que alguna clase de ente divino estaba en su contra y que nada podría salirle bien. Aquel viernes, sin embargo - y a pesar de haberse quedado dormido y haber terminado acabándose desayuno en el autobús de línea para llegar a tiempo a una horrible clase de matemáticas - el sol parecía brillar más, y hubiera podido jurar que había pájaros cantando al otro lado de la ventana.

Quizás todo se debiera a que los viernes eran uno de los días en los que los alumnos se separaban según optativas, y él tenía dos horas seguidas de coro. O, tal vez, y sólo tal vez, el hecho de que su queridísimo vecino, Park Chanyeol, le hubiese dicho el martes pasado que tenía pensado irse a vivir a Estados Unidos el próximo año también tuviera algo que ver.

Sólo quizás, sí. Porque aquella tenía que ser la mejor noticia que le habían dado en meses.

-Kyungsoo -tras dedicar un saludo al resto de sus compañeros, Baekhyun cruzó el aula hasta el asiento que tenía asignado y sonrió a su amigo mientras se sentaba-, buenos días.

El otro chico le devolvió la mirada, parpadeando.

-Tienes la camisa por fuera de los pantalones -indicó-, y una mancha de algo que creo que es comida en una esquina del labio.

En condiciones normales, Baekhyun se habría sentido ligeramente horrorizado, aunque sólo fuera porque tenía una reputación de chico popular que mantener, pero aquel día ni siquiera le importó. Sin levantarse de su silla, se colocó bien la camisa, la chaqueta y la corbata, y cuando estuvo seguro de que su uniforme estaba en perfecto estado de revista de nuevo, se limpió la comisura de los labios con uno de los pañuelos de papel que le tendió Kyungsoo, siempre atento a todo.

-¿Qué te ha pasado esta vez? -le preguntó su amigo- ¿Has vuelto a venir bebiéndote el café en el transporte público?

-Iba tarde -fue todo lo que replicó Baekhyun-. Y el desayuno es la comida más importante del día. Por mucho que digas, no pienso perdérmelo.

-Hay ocasiones en las que pienso que eres increíble. ¿Sabes? Deberías... Obviamente, Kyungsoo tenía la intención de comenzar a sermonearle sobre la importancia de hacer una vida ordenada y poner la alarma lo suficientemente temprano como para no tener que recurrir a beberse el café en el autobús, pero

sus palabras fueron interrumpidas por el sonido de pasos y de una voz muy alegre y muy grave dando los buenos días a todo el alumnado. Cualquier otro día, Baekhyun hubiera gruñido, pero aquella mañana ni siquiera sintió ganas de mirar a Chanyeol mal, así que simplemente se giró hacia él mientras su vecino sonreía mucho, se detenía a saludar a un par de personas más y caminaba hacia su sitio en el fondo de la clase.

"Sólo unos meses más" se dijo "Unos meses más y seré libre de él para siempre".

El timbre que anunciaba el comienzo de las clases empezó a sonar poco después, y Baekhyun comenzó a tararear una melodía mientras buscaba el libro de matemáticas dentro de su cartera. Cuando alzó los ojos, sin embargo, Kyungsoo había ladeado la cabeza y lo estaba mirando con el ceño fruncido y una clara expresión reprobadora.

-¿Qué te pasa ahora?

-No me parece bien -Kyungsoo suspiró mientras Baekhyun se encogía de hombros y abría su cuaderno, que resultó ser el mismo que utilizaba para economía-. Sinceramente, Baek, no está nada bien que la única razón que tengas para no gruñirle más a Chanyeol cada vez que se acerca sea que se vaya a ir del país al acabar el curso. Es mezquino.

-No he dejado de gruñirle. Es sólo que estoy de buen humor en general.

-Baekhyun. No mientas.

-No estoy mintiendo.

Por segunda vez consecutiva, el inminente sermón de Kyungsoo fue interrumpido de golpe, en esta ocasión debido a la llegada del profesor de matemáticas, que no tardó en ordenarles abrir el libro de texto y cubrir la pizarra de ecuaciones. La siguiente hora pasó abrumadoramente lenta para Baekhyun, que no tardó mucho en decidir que no le apetecía atender - no tenía una mala media en matemáticas, de todas formas - y que observar lo que había escrito Chanyeol en la parte de su cuaderno que utilizaba para la clase de economía era un pasatiempo mucho más interesante, aunque solamente fuera porque su señor vecino tenía una letra francamente ilegible y, además, le había llenado los márgenes de espirales, dibujitos y garabatos.

El chico estaba tratando de decidir si el monigote con gafas y una cierta sombra de bigote que aparecía al pie de una página llena de ratios era una caricatura especialmente desafortunada de la profesora Kim cuando el timbre que indicaba el final de la clase finalmente sonó, y para cuando terminó de recoger todas sus cosas, solamente quedaban en el aula Kyungsoo y él. Aquello era siempre así: el resto de los días, la mayoría de los alumnos ni siquiera habían sacado el libro de la segunda hora cuando había acabado aquel descanso, pero los viernes de optativas todos desaparecían tan pronto como sonaba el timbre. El único que parecía incapaz de darse prisa era el propio Baekhyun, aunque coro siempre hubiera sido su asignatura favorita.

O, al menos, hasta recientemente, claro.

-¿Vamos? -preguntó Kyungsoo, colgándose la cartera al hombro-. Ya sabes que tenemos que cruzar todo el instituto para llegar al auditorio.

Baekhyun asintió y, tras asegurarse de que no se dejaba nada en clase, comenzó a seguir a su amigo a través de los pasillos. El aula de coro estaba situada en la planta baja, en el ala oeste del edificio, y la caminata hasta allí les ocupaba la mayor parte de los diez minutos del primer descanso de la mañana. Jongdae, como siempre, los esperaba junto a las escaleras por las que tenían que bajar al primer piso, y los saludó con la mano tan pronto como los vio llegar.

-Te noto contento, Baek -comentó en cuanto éste lo hubo alcanzado.

-Sigue encantado consigo mismo porque ha descubierto que Chanyeol se va a San Francisco y lo deja en paz -explicó Kyungsoo, adelantándolo y comenzando a bajar los peldaños de dos en dos, como si temiera llegar tarde y romper su record de asistencia y puntualidad perfectas. Jongdae se rió, pero no tardó en encogerse de hombros y seguirlo, con Baekhyun justo detrás.

-¿Todavía sigue contento por eso? Pero si nos enteramos hace tres días.

Baekhyun decidió que, fuera como fuese, no había manera humana de mantener el buen humor si sus dos mejores amigos se dedicaban a aliarse en su contra en aquel asunto. Quizá estuviera empezando a volver a sentirse irritado, aunque sólo fuera un poco.

-Os digo que no es por eso.

-Ya. Teniendo en cuenta el número de horas que pasas al día tratando de odiarlo, probablemente cuando se marche incluso acabes echándolo de menos.

Baekhyun no pudo contener un bufido.

-Sigue soñando. Eso no va a pasar.

Cuando llegaron a la planta baja, la mayoría de los alumnos ya habían encontrado sus aulas, por lo que los pasillos estaban prácticamente desiertos. El ala oeste estaba un poco más allá, tras una sucesión de corredores conectados por viejas puertas metálicas, que aparentemente servían para mantener el fuego

a raya en caso de incendio, pero que en la práctica sólo valían para crear atascos de estudiantes tratando de pasar por ellas en masa a la hora de comer.

-Te repito que estás siendo injusto, Baek -volvió a murmurar Kyungsoo, que parecía absolutamente dispuesto a acabar sermoneándolo sobre aquel asunto, fuera como fuese-. Chanyeol nunca ha sido tan malo como tú dices que es. Y, además, te está ayudando.

-Es un desastre humano -protestó Baekhyun haciendo un mohín, mientras su amigo empujaba la primera de las puertas metálicas para abrirla.

Ante ellos se extendía el viejo pasillo principal del ala oeste, vacío y silencioso, y Kyungsoo apretó el paso, como si quisiera alcanzar la puerta de salida en tiempo récord.

-Eso son exageraciones -replicó, extendiendo la mano para alcanzar la superficie de metal -. No puede ser para tan...

En sus años de instituto, Baekhyun había visto muchas cosas - estudiantes copiando en exámenes, guerras de comida en la cafetería, parejas siendo escoltadas al despacho del director tras ser sorprendidas por el bedel en el armario de las escobas. Había visto a Jongdae entrar cantando en la biblioteca porque había aprobado un examen oral para el que solamente se había estudiado dos temas, y a Luhan siendo perseguido por un auténtico club de fans cada vez que había clase obligatoria de natación en educación física, y había pensado que, después de eso, estaba preparado para cualquier cosa.

Y, a pesar de todo, no pudo evitar quedarse quieto en el sitio y contener una especie de grito ahogado cuando la puerta metálica del pasillo del ala oeste se abrió de súbito hacia dentro y golpeó a Kyungsoo en plena cara.

-¿Qué...? ¡Kyungsoo! ¿Estás bien? -Jongdae, a pesar de haber saltado literalmente hacia atrás al escuchar el impacto, fue el primero en reaccionar y, corriendo hacia su amigo, que se había caído de espaldas al suelo y se estaba cubriendo el rostro con las manos, se agachó junto a él -. Déjame ver eso.

Kyungsoo empezó a murmurar algo que Baekhyun no entendió, y el chico fue vagamente consciente de que, muy probablemente, su posición como mejor amigo del herido lo obligara a agacharse junto a Jongdae y tratar de averiguar hasta qué punto la puerta le había hecho daño a Kyungsoo en la cara, pero todo en lo que pudo pensar fue en que una puerta anti-incendios no podía haberse abierto sola hacia dentro a no ser que alguien la hubiese empujado con mucha fuerza desde el otro lado.

Fue entonces cuando alzó la vista y la clavó en el umbral. Y se encontró allí precisamente a Park Chanyeol, de entre todos los alumnos de la escuela, con el brazo extendido y una expresión de estupor casi cómica en la cara.

Durante un instante, Baekhyun no supo si gritarle, reírse, o simplemente parpadear.

-¿Acabas de intentar asesinar a mi amigo con una puerta? -murmuró finalmente, y Chanyeol lo miró sorprendido primero, esbozando una sonrisa francamente incómoda después y absolutamente horrorizado unos segundos más tarde. Baekhyun jamás hubiera pensado que la expresión de alguien pudiera cambiar tanto en tan poco tiempo, pero, después de todo, estaban hablando de Chanyeol.

-Llegábamos tarde a clase; no pensé que fuera a haber nadie en...

-Pues pensaste mal. Mira lo que has hecho.

Por primera vez en años, Chanyeol pareció pensar que había algo más importante que responder a Baekhyun cuando éste le estaba hablando, porque sacudió la cabeza y se arrodilló junto a Kyungsoo, al lado de Jongdae.

-Déjame ver -pidió, al mismo tiempo que Baekhyun se unía a ellos, fulminándolo con la mirada. Y Kyungsoo, casi a regañadientes, le permitió apartarle las manos del rostro.

-Creo que me he roto la nariz -murmuró.

Chanyeol parecía infinitamente preocupado y, ante lo absurdo de la situación, Baekhyun sintió ganas de reírse. Pasado el susto inicial, parecía claro que, salvo un golpe morrocotudo y sangrante en las narices y un ojo levemente amoratado, Kyungsoo estaba prácticamente ileso, si bien tenía un aspecto un tanto ridículo caído de culo en el suelo. No obstante, su amigo no parecía ser de la misma opinión, y apartaba el rostro cada vez que Jongdae pretendía echarle un vistazo a las contusiones. Para sorpresa de Baekhyun, el único que logró que se estuviera quieto fue Chanyeol, que para ser alguien tan grande, con tan poca gracia y con una expresión tan compungida en la cara, estaba siendo increíblemente suave y sorprendentemente firme al mismo tiempo.

-No está rota -declaró, su voz apenas un murmullo grave-. Creo que sería mejor ir a la enfermería a que le echen un vistazo, pero supongo que en cuanto pare de sangrar estará bien. No parece algo muy serio - añadió, esbozando una sonrisa de disculpa y mirando directamente a Baekhyun, que bufó. Chanyeol separó los labios, como si fuera a añadir algo más, pero una nueva voz lo interrumpió, suave y con un deje de algo que parecía irritación.

-Déjalo, Yeol. ¿No se supone que el chiquillo es amigo de Byun Baekhyun? Deja que lo lleve a la enfermería él; nosotros llegamos tarde a clase.

Confuso, Baekhyun alzó la vista para encontrarse a Kai detenido en medio del pasillo, como si todo aquel asunto no fuera en absoluto con él. El chico supuso que había estado allí todo el tiempo – después de todo, Chanyeol había hablado en plural cuando había dicho que había abierto la puerta sin mirar porque iban con retraso a clase - y se riñó mentalmente a sí mismo por no haber reparado en él antes. A Kai, sin embargo, que él lo hubiera visto o no parecía darle absolutamente igual, porque estaba dirigiéndose únicamente a Chanyeol con una expresión de absoluto desinterés en la cara.

-Pero ha sido culpa mía que se haya hecho daño.

-¿Y?

-¿Cómo que "y"? ¿Qué clase de persona eres tú?

Kai entornó los ojos, y Baekhyun no pudo contener una risita. Quien acababa de hablar había sido el propio Kyungsoo, que estaba mirando al que probablemente fuera el Rey del instituto con la nariz sangrante, un ojo morado y una expresión inusualmente resuelta para ser alguien considerablemente más pequeño que él. Incluso el propio Kai pareció sorprendido, porque tardó un par de segundos en reaccionar.

-¿Disculpa? -murmuró.

Kyungsoo se apoyó en el brazo extendido de Jongdae para levantarse.

-Que yo sepa, sigo siendo mayor que tú, Kim Jongin, así que no estaría de más un poco de respeto. Y, aunque no fuera así, tu amigo acaba de intentar romperme la nariz con una puerta, así que lo lógico sería que siguieras su ejemplo y te ofrecieras a llevarme a la enfermería, no a dejarme aquí y marcharte a tu clase como si no hubiera pasado nada.

Durante un largo segundo, Kai observó a Kyungsoo en silencio, y Baekhyun tuvo miedo de que el súbito ataque de ira de su amigo hubiera logrado enfadarlo. Ningún alumno llamaba Kim Jongin a Kai, nunca - era una especie de costumbre implícita - ni siquiera Chanyeol, y Kyungsoo y él nunca habían hablado regularmente. Chanyeol parecía estar pensando lo mismo, porque empezó a gesticular y a decir algo, pero Kai lo ignoró gloriosamente, demasiado absorto en observar a Kyungsoo, como si fuera la primera vez que reparara en él en sus dos años de instituto.

El otro chico se llevó una mano a la nariz, como si la furia se hubiera evaporado y, ahora que estaba siendo juzgado, no supiera muy bien dónde meterse o qué hacer. Kyungsoo, y Baekhyun lo sabía de sobra, no era como Luhan o como él; tenía muy buenas notas y la voz de un ángel, pero no estaba acostumbrado a sentirse el centro de atención, ni mucho menos a suscitar el interés de alguien como Kai.

-Escucha -comenzó a decir, con un temblor casi imperceptible en la voz-. No pretendía ser maleducado contigo; yo sólo...

Kai hizo un gesto con una mano, instándolo a callarse. Algo en sus ojos pareció cambiar, y entonces sonrió. Baekhyun tuvo que hacer un serio esfuerzo por no quedarse observando la escena con la boca abierta, y cruzó los ojos durante un momento con Chanyeol, que parecía tan sorprendido como él. Estaba seguro de que los dos sabían lo que quería decir una sonrisa como aquella, y no presagiaba nada bueno.

-No -cuando Kai habló, su voz fue puro terciopelo-, Yeol tiene razón. Ha sido su culpa que te hayas hecho daño, y no podemos dejarte así en medio del pasillo. Te acompañaremos a la enfermería.

Chanyeol volvió a mirar a Baekhyun otra vez antes de girarse hacia Kai.

-¿No acababas de decir que llegábamos tarde a clase?

-Sí, pero, que yo sepa, has sido tú quien ha empezado todo esto estampándole una puerta al pobre chico contra la cara.

-Pero si...

-No pretendo ofenderte, pero tú ni siquiera conoces a Kyungsoo -intervino entonces Baekhyun, tratando de salvar la situación y sonando muy seguro de sí mismo-. Jongdae y yo somos sus amigos, deja que nos encarguemos nosotros.

La sonrisa de Kai se ensanchó en su rostro, y Baekhyun supo que no tenía nada que hacer contra él.

-Los estudiantes de coro sois el orgullo de este instituto. Sería mucho peor que Jongdae y tú perdierais una hora de canto a que Yeol y yo no podamos ir a nuestra asignatura optativa. Dejad que nosotros nos encarguemos.

Baekhyun apretó los puños, buscando algo más que decir, pero, para su sorpresa, fue el propio Kyungsoo quien lo interrumpió.

-Dejadlo estar, Kai tiene razón. Jongdae tiene que practicar para su solo en el festival escolar; no podéis faltar a clase. Os veré luego, ¿de acuerdo?

Esta vez fueron Jongdae y Baekhyun quienes cruzaron una mirada.

-¿Estás seguro?

-Sí.

Y apenas un instante después, Kyungsoo daba media vuelta y se iba por donde había llegado, escoltado por un Kai muy seguro de sí mismo y un Chanyeol que parecía estar manteniéndose alejado a propósito de todas las puertas a menos de tres metros de su persona. Una vez se hubieron quedado solos, Baekhyun dejó salir el aire de los pulmones, y se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración.

Jongdae, a su lado, parecía estar buscando las palabras para soltar alguna clase de comentario ingenioso pero, tras unos segundos, se conformó con sacudir la cabeza y observar el pasillo desierto con los ojos muy abiertos.

-¿Qué demonios acaba de pasar aquí? -murmuró.

Baekhyun fue incapaz de encontrar una respuesta coherente para aquella pregunta.

-

El solo que Jongdae estaba ensayando para el próximo festival escolar era, en una palabra, espectacular.

Todos los años, había auténticas batallas entre las mejores voces para conseguir aquella pieza, el solo largo de voz, al final del recital, cuando el resto del coro guardaba silencio y el estudiante elegido cantaba, sin acompañamiento, ante todo el auditorio.

Aquel era el mayor logro que podía lograr un estudiante de aquella escuela, un honor solamente reservado a unos pocos. Kyungsoo lo había conseguido en primer año, nada más poner un pie en el prestigioso coro del instituto y dejarlos a todos anonadados por su voz. Ahora, en último curso, era el turno de Jongdae y, aunque, al enterarse de que había conseguido el puesto, su amigo había bromeado diciendo que su elección había sido cosa de su suerte providencial y que todo aquel asunto tampoco era algo tan importante, a nadie se le había pasado por alto cómo le brillaban los ojos al anunciarles la noticia.

Baekhyun, por su parte, se había presentado a las pruebas en tres ocasiones. En todas ellas habían acabado rechazándolo sin ni siquiera llegar a la fase final del proceso de selección.

Ese año, y para agravar la situación, ni siquiera había conseguido uno de los solos secundarios, como en primero y en segundo. Aquel sería su último festival escolar antes de la graduación, y todo lo que podría hacer para despedirse de aquella etapa de su vida sería estar de pie entre el resto del pelotón del coro, vestido con el mismo anodino traje oscuro que llevaban todos, y tratar de cantar como los demás, sin sobresalir, sin destacar, sin poder demostrar nada.

Si lo pensaba así, era absolutamente deprimente. El ver cómo, según crecía, sus sueños cada vez estaban más y más lejos. Había habido una época, años atrás, en la que Baekhyun también había creído que su voz era especial, como la de Kyungsoo, como la de Jongdae; cuando había sido la estrella de los festivales de primaria y sus profesores le habían dicho que tendría un futuro brillante. Durante toda la secundaria, había luchado por entrar en un instituto con un buen programa de música, con ser la estrella del coro en bachillerato. Y, cuando por fin lo había hecho, había acabado descubriendo que, comparado con los otros, él era solamente uno más; que su voz era buena, sí, pero no mejor que las otras. Y en momentos como aquel, en los que Jongdae, detenido en el medio del auditorio vacío que utilizaban para ensayar y rodeado por su profesor y el resto de sus compañeros, sonaba como un auténtico ángel, Baekhyun pensaba que, tal vez, él estuviese siendo un completo idiota por atreverse a soñar, por querer compararse a aquello.

Tal vez por eso, aquel día Baekhyun se había sentido demasiado cansado como para unirse al resto de sus compañeros de coro y escuchar a Jongdae ensayar. Quizá el haberle estado dando demasiadas vueltas a todo aquello durante la primera media hora de clase había sido el detonante para que, mientras su profesor estaba distraído y nadie más miraba, Baekhyun se hubiera escurrido hasta las últimas filas de butacas del auditorio, junto a la puerta de salida, todo lo lejos que podía estar de los demás sin salir del aula, y ahora estuviese allí.

Por eso, también, fue el único que reparó en cómo el picaporte de la puerta a su espalda giraba, y cómo, tras unos segundos, la figura inconfundible de Chanyeol cruzaba el umbral y parpadeaba, tratando de acostumbrarse a la penumbra reinante en la habitación antes de reparar en él allí, apoyado contra una de las butacas vacías y completamente solo.

-¿Baekhyun? -murmuró, pareciendo detenerse a sopesar si iba a ser bienvenido si se acercaba a él. Finalmente, avanzó un par de pasos para luego detenerse todavía lo suficientemente lejos, inseguro -. ¿Por qué estás aquí tú solo?

En interpelado suspiró, tragándose un comentario que probablemente habría sido más hiriente de lo estrictamente necesario. Estaba claro que, por su modo de moverse, Chanyeol estaba tratando de ser sigiloso, como si no se diese cuenta de que, para alguien con su voz, su tamaño y su nula gracia natural, aquella era una tarea completamente imposible.

-¿Baekhyun? -repitió Chanyeol, y el chico se planteó las posibilidades que tenía. Podía ignorar a aquel idiota y cruzar el auditorio hasta llegar a donde Jongdae estaba deleitándolos a todos con su perfección vocal o podía quedarse allí y hablar con él. La segunda perspectiva no parecía tan mala, considerando que a Chanyeol, al menos, podía mirarlo mal sin que pareciera que estaba celoso por nada, y Jongdae no iba a hacerle ni caso igualmente.

-¿Por qué estás aquí y no en clase? -preguntó, decidiéndose y acercándose a él hasta detenerse a su lado.

Chanyeol lo miró durante un instante antes de responder.

-Acabo de salir de la enfermería, y ya es demasiado tarde como para entrar en mi clase. No quiero llamar la atención apareciendo allí casi una hora después durante un instante, Baekhyun no pudo evitar imaginarse a Chanyeol irrumpiendo en su aula con su sonrisa idiota de siempre y anunciándole al profesor en tono jovial que sentía mucho llegar tarde, pero que le había estrellado a un compañero una puerta anti-incendios en la cara. La imagen mental era tan realista y tan estúpida que se le escapó una risita pero, si Chanyeol lo notó, no le preguntó nada-. La enfermera me ha dado esto para vuestro profesor de canto, por cierto. Por eso he venido aquí.

Por primera vez, Baekhyun se percató de que el otro chico había traído consigo una hoja de papel verde cuidadosamente doblada por la mitad y con el sello oficial del instituto estampado en una de las esquinas. Cuando Chanyeol se la tendió, pudo ver que era una nota de la enfermera, escrita a mano, en la que se "dispensaba al señor Do Kyungsoo del resto de las clases de la mañana por haber sufrido una contusión leve en la nariz". Baekhyun sonrió casi imperceptiblemente: ahí terminaba su récord de asistencia perfecta; su amigo estaría gruñendo durante días.

-¿Qué tal está Kyungsoo? -preguntó en alto-. ¿Ha protestado mucho?

-Tiene un moratón en el ojo y mucho algodón en la nariz, pero parece que está bien -Chanyeol se rió en voz baja y, aunque su tono de voz sonaba despreocupado, alegre incluso, su sonrisa, en la penumbra del auditorio, era un tanto más incómoda de lo normal-. La enfermera ha estado riñéndome durante media hora de reloj al enterarse de que le había estampado la puerta antiincendios contra la cara.

Baekhyun resopló, un poco irritado con él, tal vez, pero no del todo.

-Eso te ocurre por no mirar por dónde vas.

-En mi defensa, llegábamos tarde.

-¿Y crees que las personas normales golpean a otras personas con puertas cada vez que llegan tarde?

-No -Chanyeol se rió, apoyándose en la fila de butacas frente a ellos y clavando los ojos en el escenario-. Tienes razón. Dile a Kyungsoo que lo siento.

-¿Y por qué tengo que decírselo yo?

La protesta de Baekhyun fue débil y Chanyeol simplemente sacudió la cabeza, ignorándolo como si no hubiera dicho nada y observando la figura de Jongdae que, treinta filas de butacas por delante de ellos y acompañado por el resto del alumnado, seguía ensayando su solo, una vez, y otra, y otra más. Ahora que estaban en silencio, Baekhyun no sabía muy bien qué decir - era como si una parte de su cerebro quisiera forzarlo a buscar alguna clase de afirmación cortante para informar a Chanyeol de que seguía odiándolo y al resto de su cuerpo simplemente le diese igual que el otro chico estuviese allí, que pareciera completamente relajado y que acabara de ignorarlo cuando le había gruñido. La penumbra en la que estaba sumida la sala le sentaba bien: había algo en la falta de luz que definía sus rasgos, le daba un brillo diferente a sus ojos y lo hacía completamente distinto al niño que había sido una vez.

Era un cambio bueno, suponía. Problemático pero bueno. Bueno porque, por culpa de aquella luz, resultaba difícil no quedárselo mirando. Problemático

porque nunca antes había pensado que Park Chanyeol tuviera algo que mereciera la pena mirar.

Tal vez por eso, estaba demasiado ocupado como para darse cuenta de que Chanyeol había girado la cara hacia él, ni mucho menos de que le había dicho algo. Sólo volvió a la realidad cuando sintió el peso de una mano sobre su hombro y se dio cuenta de que Chanyeol ya no estaba apoyado en las butacas frente a ellos, ni prestando atención al escenario, sino vuelto hacia él.

-Baekhyun, ¿estás escuchando?

-¿Eh?

-No, no es nada -Chanyeol se rió bajito al ver la expresión confusa en el rostro de su interlocutor y apartó los dedos de su hombro, haciendo que Baekhyun diera un respingo. Creía que la última vez que Chanyeol lo había tocado, los dos habían tenido algo así como ocho años y él le había apartado la mano de un golpe-. Sólo te había preguntado por qué estás tú solo aquí y no cantando. Tu amigo Jongdae lo está haciendo muy bien.

En otra ocasión, Baekhyun tal vez hubiera dejado el asunto pasar con un simple

"hoy tengo la voz cansada" o algo así, pero tal vez tenía la guardia baja por lo que acababa de pasar, así que se encontró respondiendo antes de poder detenerse a sí mismo.

-Mi amigo Jongdae va a cantar el solo principal del festival estudiantil. Yo no tengo solo, ni en esa sección ni en ninguna otra. El profesor no me ha dado ninguno desde hace un año.

Chanyeol pareció genuinamente sorprendido.

-¿Cómo que no? Si tú cantas bien.

Baekhyun se rió. Había pretendido que fuese un sonido ligero, para calmar el ambiente y hacer que Chanyeol dejase de preguntar tantas cosas, pero fue un murmullo sordo, con un cierto aire de amargura que no pudo llegar a esconder del todo.

-¿Y cómo puedes saber tú eso, si no me has escuchado cantar nunca?

Contra todo pronóstico, su vecino sonrió.

-Ah, pero si lo he hecho, en el festival del año pasado. Tenías un dueto con Kyungsoo, su nariz me perdone, y yo estaba en el público. Lo hacías bien; muy bien.

-¿Y qué hacías tú en el público? -Baekhyun parpadeó-. Normalmente nunca viene a vernos nadie, salvo nuestras madres y nuestras abuelas. Tal vez nuestros hermanos, si los sobornamos, pero nadie más.

-Ehm... -Chanyeol abrió y cerró la boca, como si fuera un niño al que su madre acabara de descubrir robando galletas de la jarra de la cocina-. Había ido a ver a Kai.

-¿A Kai? ¿La representación que Kai hizo con el club de danza para el festival del año pasado? -Baekhyun habló en voz baja, pensando, y Chanyeol asintió-. Pero, ¿no fue como cuatro horas después de la nuestra, por la tarde?

¿Qué hacías allí desde tan temprano?

Su interlocutor le dedicó una sonrisa llena de dientes.

-¿Coger sitio para verlo bien?

Baekhyun dudaba que fuera necesario esperar desde primera hora de la mañana para ver bailar a Kai por la tarde, pero decidió dejar pasar todo el asunto y añadirlo a la lista de cosas raras que hacía Chanyeol de vez en cuando.

-Así que me escuchaste el año pasado -comentó, sin saber aún si aquello lo molestaba o no.

-Sí, y eras muy bueno, ya te lo he dicho.

Suspirando, Baekhyun giró la cabeza hacia la derecha para poder observar el escenario. Sobre él, Jongdae había vuelto a acabar su parte y sonreía a sus compañeros, que lo felicitaban. El sonido de sus cumplidos y sus aplausos se escuchaba desde allí.

-Puede que sea bueno -murmuró-, pero eso no basta. Hay que hacerlo mejor que los demás. Jongdae ya tiene una plaza asegurada en una escuela de música para el año próximo, ¿sabes? Y Kyungsoo. De hecho, a Kyungsoo lo seleccionaron en la primera audición a la que se presentó, y yo sigo esperando. Lo he intentado siete veces, siete, y en todas me han rechazado. Así que no -añadió, girándose hacia Chanyeol y sintiendo que el tono se le endurecía-, ser "bueno" no vale, ni ha sido nunca suficiente.

-Debería serlo, siempre y cuando sigas intentándolo, ¿no? Acabarás consiguiéndolo, si lo intentas mucho.

-¿...Qué?

Baekhyun hizo un serio esfuerzo por mantener la expresión neutra, pero una parte de él estaba seguro de que estaba mirando a Chanyeol como si el que acabase de darse un golpe con una puerta de metal en la cabeza hubiera sido él. Había esperado muchas cosas de su vecino - pocas de ellas buenas, si era sincero - pero lo que jamás se le habría pasado por la cabeza era que Chanyeol fuera a darle consejos para sus problemas, y mucho menos que éstos parecieran sacados de un libro de autoayuda de segunda.

-¿De dónde has sacado semejante idea? -preguntó.

-No sé, es lo que pienso -Chanyeol se encogió de hombros y sonrió, sin mirarlo del todo. La afirmación habría sonado infantil de no tener la voz tan grave, y era demasiado estúpida como para que Baekhyun se la tomase en serio-. Si de verdad quieres algo, y si sigues luchando por ello, lo acabarás consiguiendo, tarde o temprano.

-¿De verdad crees eso? Ni que fuera tan sencillo -el chico resopló-. No todos somos como tú, ¿sabes? La mayoría de la gente no saca unas notas perfectas sin ni siquiera estudiar, ni está feliz a todas horas sin motivo aparente, ni puede conseguir todo lo que quiere sin mover un dedo. Nadie nos va a regalar nada por mucho que intentemos conseguirlo muchas veces; la vida no funciona así.

Probablemente fuera la luz del auditorio otra vez, pero Baekhyun habría podido jurar haber visto una expresión extraña en los ojos de Chanyeol cuando el otro chico se giró para mirarlo. Y, sin embargo, probablemente hubiera sido su imaginación porque, apenas un segundo después, su vecino se echaba a reír.

-¿Es eso lo que piensas de mí? Te aseguro que estudio, todos los días. Probablemente bastante más que tú.

-¡Eh!

-Y, sobre lo otro, da igual lo perfecta que parezca la vida de alguien, porque estoy seguro de que todo el mundo tiene algo que quiere y no puede conseguir. Incluyéndome a mí, claro. Sé que soy anormalmente alto, pero sigo siendo humano, ¿sabes?

Baekhyun se rió, porque el chiste había sido terriblemente malo.

-¿Y entonces qué es lo que haces tú? -preguntó-. Si quieres ese algo más que nada y no puedes tenerlo, ¿qué haces?

-Pues... Todavía no lo sé. ¿Seguirlo intentando?

-¿Eso es todo? ¿Sin más? ¿No es un poquito estúpido?

-¿Puede que lo sea? No sé -los ojos de Chanyeol parecieron estudiar la expresión de Baekhyun un momento antes de volver a fijarse en el escenario. Los aplausos habían cesado ya, y Jongdae, en mangas de camisa y corbata, tenía una mano sobre los ojos a modo de visera y miraba a su alrededor, buscando algo. A pesar de la falta de luz, no tardó en localizarlos, y gritó algo que Baekhyun no llegó a entender. Chanyeol debió de hacerlo, no obstante, porque empezó a hacer unos gestos de asentimiento tan exagerados que le ganaron la atención y las risas de media clase-. Pero piénsalo -le dijo arqueando las cejas mientras se dirigía al pasillo central entre las butacas. Baekhyun lo siguió, lamentándose porque aquel fuera el fin de su improvisado descanso-. ¿Vas a dejar de cantar sólo porque siete tribunales te hayan dicho que no les gusta tu voz?

La respuesta de Baekhyun fue rápida y sincera, sin un atisbo de duda.

-¿Qué? No.

-Entonces, de un modo u otro, me estás dando la razón, ¿no?

Baekhyun quiso protestar, pero Chanyeol acababa de alcanzar el borde del escenario y, en lo que él tuvo tiempo de pensar sin éxito en algo que decir, ya había subido los escalones, saludado a Jongdae y estaba entregándole a su viejo profesor de canto la nota de la enfermera con una sonrisa de disculpa muy estúpida dibujada en la cara.

-No te estoy dando la razón -murmuró el chico, en un tono tan bajo que incluso a él le costó escuchar sus propias palabras. Sin embargo, tenía que admitir que, a pesar de todo, una pequeña parte de él no podía evitar pensar que, si bien estúpida, había algo en aquella postura que era valiente.

Seguir luchando hasta que no le quedaran a uno fuerzas en el cuerpo. Baekhyun no sabía si él, a pesar de lo que había dicho, él podría hacer algo así si le negaban lo que quería durante mucho tiempo más.

-

Baekhyun estuvo pensando en ello durante la hora de la comida, las clases de la tarde, el camino de vuelta a casa. Normalmente, volvía del instituto por una ruta alternativa, cruzando el parque y tomando un autobús diferente a la mayoría de alumnos que vivían por su zona - era una medida de precaución necesaria que había tomado dos años atrás, teniendo en cuenta que Chanyeol vivía en el portal al lado del suyo y no quería encontrárselo de camino a clase, ni mucho

menos que al otro chico se le ocurriera alguna idea horrible como pedirle hacer el camino de vuelta juntos o algo parecido - y, si bien en la mayoría de ocasiones su paseo diario entre los árboles lo hacía relajarse, aquella vez solamente lo hizo pensar más.

Ya a salvo en casa, en la seguridad de su propio dormitorio, sentado frente al escritorio y con la tarea de matemáticas desparramada sobre la mesa, trató de buscar una respuesta a la pregunta que llevaba en su cabeza toda la tarde. Porque, a pesar de todo lo que hubiera podido decirle, le parecía simplemente imposible que una especie de genio feliz-barra-estúpido como Chanyeol, que había entrado becado al instituto y estaba de un humor anormalmente bueno incluso para darle clase de economía pudiera entender la desesperación de querer algo que no podía conseguir.

De hecho, y si se paraba a analizar su comportamiento desde que lo conocía, la única cosa en la que su vecino se había esforzado sin éxito había sido en ser su amigo, y Baekhyun dudaba que una tontería como aquella contase siquiera. Tal vez el chico pudiera apuntarla a su lista de pequeños triunfos, cosas que Chanyeol había querido y no había podido conseguir dentro de su enorme carrera de éxitos, pero nada más.

Se preguntaba qué sería. Lo que Chanyeol quería de verdad, si es que aquello existía.

Y sabía que, siendo como era su relación - mala, o tal vez simplemente inexistente - él no tenía derecho a preguntar, pero cuando su madre lo llamó para cenar y tuvo que pasar por delante de la puerta entreabierta del cuarto vacío de su hermano de camino a la cocina, no pudo evitar empujar la puerta y acercarse, sin encender la luz, a la ventana.

La habitación de Chanyeol estaba justo enfrente, al otro del patio de luces que separaba sus dos edificios, lo suficientemente cerca para poder observar lo que

estaba haciendo el otro chico y demasiado lejos como para que éste lo viera si dejaba el cuarto de su hermano a oscuras y se pegaba a la cara interna del marco de la ventana. Y Chanyeol estaba allí, sí, con las cortinas sin correr, de modo que se lo veía directamente e inclinado sobre su propia mesa, pegada contra su ventana abierta.

Llevaba puestas unas gafas de montura de pasta - Baekhyun se encontró conteniendo algo entre una risita y un resoplido, porque eran demasiado grandes, aunque no le quedaban demasiado mal - y estaba inclinado sobre un libro extraordinariamente grueso, con un lápiz entre los dedos y expresión sumamente concentrada. De repente, subió los ojos, frunció la nariz e infló las mejillas, y durante un instante horrible, Baekhyun creyó que lo había visto, pero no tardó en dirigir la vista de nuevo hacia su libro con expresión confusa y empezar a garabatear algo de nuevo en los márgenes. A los pocos segundos, dejaba el lapicero sobre la mesa y sonreía con el aire del que está total y absolutamente satisfecho consigo mismo por haber entendido algo muy difícil.

Ladeando la cabeza, Baekhyun suspiró, porque aquel idiota se ilusionaba de más incluso estudiando solo en su cuarto, pero sus ojos pronto viajaron hasta el reloj digital en su muñeca.

Su madre y él nunca cenaban pronto, y aquel día ella había vuelto más tarde de lo normal de trabajar. En lo que había durado aquella tarde-noche, aun a pesar de las clases, a Baekhyun le había dado tiempo a hacer toda la tarea, tener una conversación de mensajes con Kyungsoo para saber si estaba bien - "Por supuesto que sí, Baek, no estoy hecho de porcelana; puedo soportar un par de portazos en la cara" -, echarse una siesta, jugar a videojuegos y echar un vistazo a una revista en mandarín que había aparecido en su cartera y que muy posiblemente fuera de Luhan; y Chanyeol, a pesar de la hora, todavía estaba sentado en su mesa, rodeado de libros tan gruesos que podrían haberse utilizado como arma arrojadiza para matar a algún peatón desprevenido, y estudiando.

"¿Lleva ahí toda la tarde?" Baekhyun no podía estar seguro, pero, si le hubieran preguntado, habría dicho que era así.

"Te aseguro que estudio, todos los días" le había dicho Chanyeol unas horas atrás, cuando él le había dicho que siempre lo había tenido demasiado fácil en la vida, "Probablemente bastante más que tú". Y tal vez, sólo tal vez, tuviera razón.

Fue solamente un instante de duda, apenas una punzada de algo en el pecho, pero Baekhyun se preguntó si, quizás, no habría estado juzgando demasiado seriamente a Chanyeol por algunas de las cosas de las que lo culpaba por principio. Habían pasado diez años desde que lo había conocido y más de tres desde que su vecino había dejado de seguirlo a todas partes. Después de tanto tiempo, ya no podía afirmar que lo conociera.

No es que quisiera hacerlo, tampoco, pero aún así...

-¡Baekkie! -la voz de su madre lo llamó desde la cocina, haciéndolo dar un respingo y retroceder a paso rápido hacia el pasillo, súbitamente nervioso-. ¿Se puede saber dónde estás? ¡La cena se está enfriando!

-¡Voy! -el chico miró a su alrededor y, tras tomar aire, se alejó de allí.

Durante el fin de semana, pensó en todo el asunto en un par de ocasiones más y decidió que lo mejor que podía hacer era callarse y dejar a Chanyeol en paz durante los dos meses que faltaban para dejar de verlo todos los días. Era lo mejor; la única salida.

El problema - y la irritación - llegó cuando, por algún extraño motivo, aquel mismo lunes Kai llegó de pronto decidió que era muy buena idea empezar a

auto-invitarse a comer con Baekhyun y sus amigos en lugar de desertar del comedor como había hecho siempre.

Jongdae se rió mucho. Kyungsoo pareció quedarse paralizado en el sitio. Baekhyun se quiso morir.

Porque que Kai estuviera allí sólo podía significar una cosa. Y, por supuesto, a donde iba Kai, Chanyeol iba también.

Día 14 Si Baekhyun hubiera tenido que escoger una única palabra para definir la primera semana en la que Kai y Chanyeol decidieron autoinvitarse a comer en su mesa del comedor, ésta habría sido, sin duda, "desconcertante".

De repente, ya no solamente tenía que ver a Chanyeol durante sus dos sesiones semanales de clases particulares, o todos los días, en clase, sino que lo tenía sentado al lado diariamente a la hora del almuerzo, bromeando con Luhan y con Jongdae y riéndose y dando palmas como una especie de foca demente. En condiciones normales - y a pesar de tener que admitir que los comentarios de Chanyeol eran demasiado buenos como para no reírse con ellos algunas veces Baekhyun se habría sentido considerablemente irritado y se habría dedicado a ponerse de morros y a comerse su comida sin pronunciar palabra para mostrar su disconformidad con todo el asunto. Aquellos días, sin embargo, había estado demasiado preocupado por otros temas como para acordarse de que se suponía que Chanyeol y él no se llevaban bien, así que lo había dejado estar.

Porque Kyungsoo, el perfecto, responsable y organizado Kyungsoo, se había convertido en un desastre andante por culpa de Kai, y Baekhyun no tenía ni idea de qué hacer para arreglarlo.

Todo había empezado el lunes, en el mismo momento en el que Kai había aparecido con Chanyeol en su mesa y les había informado de que comerían con ellos a partir de entonces. Normalmente, habría sido el propio Kyungsoo quien les habría dicho que no - su mesa de siempre era sagrada; la hora de la comida era más sagrada todavía, y bastante tenía él ya con Jongdae y Baekhyun hablando alto como para tener que dejar que más gente lo distrajera, o eso decía siempre - pero, en lugar de protestar, había mirado a Kai con unos ojos enormes y abiertos como platos y le había dado su permiso tartamudeando como una colegiala.

Baekhyun, que se había encontrado de repente viéndose obligado a comer con Chanyeol sentado al lado, se había sentido traicionado durante los primeros dos minutos. Después, había levantado la cara de su plato y se había quedado con la boca abierta al ver a su amigo - que nunca decía prácticamente nada durante la comida; nunca - sumido en lo que parecía una conversación interesantísima con Kai que, de repente, era todo atención, amabilidad y sonrisas.

"Debo de estar imaginándome cosas" se había dicho, decidiendo ignorar todo el asunto y desviar su atención hacia Chanyeol y Jongdae, que estaban muy ocupados discutiendo sobre cómo se las apañaba el personal de la cafetería para lograr que el arroz de los menús pareciera una pasta acuosa, pegajosa e incomestible cuando se suponía que todo lo que tenían que hacer era cocerlo.

Al día siguiente, cuando Kyungsoo había llegado a clase en el mismo momento en el que sonaba el timbre y se había lamentado en voz baja porque se había dejado en casa el cuaderno y la agenda, Baekhyun había tenido que admitir que a su amigo le estaba pasando algo serio. Cuando, un día después, Kyungsoo dijo que había quemado su almuerzo cocinando la noche anterior e hizo la cola con Luhan y él para comprar uno de los menús que siempre miraba con el más absoluto de los desprecios, el chico empezó a creer que alguien había secuestrado a su amigo y había dejado a un clon en su lugar.

Un clon que, según pasaban los días, estaba más y más nervioso, y parecía debatirse entre ignorar a Kai, que lo seguía a todas partes, y correr a su encuentro cada vez que lo veía aparecer por uno de los pasillos.

Y Baekhyun podía haberse esperado algo así de Kai - el Rey del instituto tenía una reputación que estaba ahí por una razón, después de todo - pero jamás de los jamases habría supuesto que Kyungsoo fuese a alterarse tanto, ni mucho menos en tan poco tiempo, y no sabía qué hacer, ni si aquello era bueno o no.

Por eso, y tras considerar que ya había tenido suficiente al ver a Kyungsoo dar un respingo y prácticamente tirar su colección de apuntes clasificados por colores al suelo cuando Kai le propuso acompañarlo a casa después de las clases del jueves, Baekhyun decidió que necesitaba ponerse manos a la obra y hacer algo antes de que a su mejor amigo le diera un ataque y acabara lanzándose por la ventana. Y necesitaba hablar con alguien, y teniendo en cuenta que a Jongdae todo el asunto le hacía mucha gracia y que Luhan era el rey de los rechazos de la escuela, sólo le quedaba una persona a la que poder recurrir. Su última, últimísima opción, pero una opción después de todo.

-¿Qué es lo que se supone que pasa con Kai?

Chanyeol, que había estado en proceso de explicarle algo relacionado con el PIB, levantó la cabeza de sus apuntes y lo miró, confuso. Como todos los jueves a aquella hora, la madre de Baekhyun estaba trabajando, y Chanyeol y él estaban solos en el salón de su casa, en el medio de una de sus terribles clases de economía bisemanales. Según habían ido avanzando los días, el chico había ido dejando de mirar mal a su profesor particular - después de todo, no dejaba de estarlo ayudando - pero eso no quería decir que hablaran con regularidad. Cada martes y jueves, Chanyeol llegaba, daba su clase y se iba, y cada intento de conversación que no tuviera que ver con el temario era inmediatamente interrumpido por Baekhyun, que todavía estaba seguro de que tenía que fijar los límites entre ellos en alguna parte y había decidido que las charlas sobre su vida diaria estaban fuera de ellos. Al principio, y como era de esperar, Chanyeol

había intentado hablar con él, pero no había tardado mucho en comprender que lo que tuviera que decir no era bien recibido y se había limitado a centrarse en la economía y quedarse callado.

Tal vez por eso, y al ver que era Baekhyun quien iniciaba la conversación esta vez, su cara adoptó una expresión de sorpresa tan absoluta que el chico se hubiera reído de ser las circunstancias distintas.

-¿Eh? -fue todo lo que dijo, como si aún no entendiera qué tenía que ver Kai con la economía.

Baekhyun suspiró.

-Kai -repitió-. Kim Jongin, ya sabes. Tu amigo. ¿Se puede saber qué le ocurre con Kyungsoo?

Chanyeol tamborileó con el lápiz sobre la mesa y pareció pensar en ello un momento, pero finalmente se encogió de hombros y le dirigió una sonrisa tan luminosa que podría haberlo dejado ciego.

-¿No es obvio? Le gusta; los dos se gustan. Es... no sé, ¿bonito?

-¿Bonito? -el adjetivo era tan estúpido que Baekhyun bufó-. Puedo entender que a Kai le guste buscar a alguien nuevo cada semana, pero, ¿Kyungsoo? Está en el coro de la escuela, por el amor de dios, y saca notas perfectas, y se levanta cada día a las seis de la mañana para poder traer al comedor sus espaguetis hechos en casa. No es el tipo de persona a la que Kai esté acostumbrado, ¿entiendes? Tiene la vida organizada desde que se levanta hasta que se acuesta; es totalmente distinto a las divas de clase con las que tu querido amigo haya podido salir antes.

Chanyeol se encogió de hombros.

-¿Y?

-¿Cómo qué "y"? ¿No lo ves? Pasa que Kai, amorosamente hablando, es incluso peor que yo, y la gente a la que no rechaza directamente nunca le dura más de, ¿qué? ¿Dos semanas? Y ahora anda por ahí, persiguiendo a mi mejor amigo y mirándolo como si fuera un lobo y Kyungsoo fuese una especie de Caperucita.

A Chanyeol su modo de explicarse debió de parecerle divertido, porque se llevó el lápiz a los labios y se rió en voz baja.

-Estás preocupado por él -declaró, y Baekhyun se sintió ruborizarse.

-Es mi mejor amigo, ya te lo he dicho -murmuró atropelladamente-, y si está así solamente porque Kai lo anda persiguiendo, no puedo imaginarme lo que pasará si empieza algo con él y luego lo rechaza.

-Ya, pero, ¿y qué ocurre si eso no pasa?

De entre todas las cosas que Chanyeol hubiera podido decir, Baekhyun, sinceramente, no se esperaba aquella. Sorprendido, miró al otro chico, que volvió a encogerse de hombros con una sonrisa de disculpa en los labios.

-Conozco a Kai desde hace dos años -declaró-. Y es divertido, porque en todo este tiempo la élite del instituto al completo se ha peleado por bailarle el agua y él se ha aburrido de todos en un par de días; pero el fin de semana pasado estuvo hablándome durante cuatro horas del único chico que conozco que se ha

atrevido a ponérsele delante y prácticamente llamarlo estúpido a la cara por querer irse a clase después de que el idiota de su amigo le estrellase una puerta en las narices. Así que, no sé, tal vez lo que Kai necesite sea a un chico del coro que le discuta y lo llame por su nombre real, y no a una de las divas de clase que lo tratan como si fuera perfecto, ¿no?

Baekhyun trató de tragarse la réplica, pero no pudo evitar que las palabras salieran de sus labios antes de poder detenerlas.

-Yo también soy uno de los chicos del coro, y a mí me rechazó miserablemente el curso pasado.

Su interlocutor lo miró con los ojos como platos un segundo, pero no tardó en echarse a reír, con esa risa suya que hacía que se le arrugara la nariz y se le abriera la boca como un idiota.

-¡Ah, eso! Me lo contó.

-¿Qué?

La situación había ocurrido hacía alrededor de un año, cuando Kai había entrado en bachillerato y él estaba en segundo curso. El encaprichamiento le había durado una semana, en la que Baekhyun había decidido que Kai era demasiado guapo como para ser normal y que, por tanto, tenía que ser el novio perfecto para alguien de su categoría, así que había ido hasta las clases de primero, se había plantado ante él en un descanso y había tratado de deslumbrarlo con su mejor sonrisa. Kai, tal y como él había esperado, se había detenido en seco y lo había mirado de arriba a abajo. Sin embargo, y contra todo pronóstico, cuando Baekhyun le había pedido hablar en privado aquella tarde, se había encogido de hombros y le había dicho que no.

Y nadie, jamás, le había dicho que no así antes a Byun Baekhyun, que, a día de hoy, aún no sabía muy bien si considerar aquello como el primer y único rechazo amoroso directo de su vida o no, teniendo en cuenta que Kai ni siquiera le había dejado tiempo para decirle nada. Era un tanto humillante, en cierto modo. Y que Chanyeol lo supiera y se estuviera riendo mientras el propio Kai le ponía ojitos de dormitorio a su mejor amigo no es que ayudara demasiado, precisamente.

-¿Qué demonios fue lo que te contó? -musitó, y Chanyeol debió de darse cuenta de que la sangre se le estaba arremolinando en las mejillas por segunda vez consecutiva en apenas un par de minutos, porque paró de reírse y le sonrió de un modo suave, diferente a su sonrisa estúpida habitual.

-Dijo que eras guapo, Baekhyunnie, pero nunca te consideró como a una opción.

-¿Eh? -el chico decidió ignorar aquel "Baekhyunnie" y dirigirle a Chanyeol una mirada entre inquisitiva y confusa-. ¿Cómo que nunca me consideró como a una opción? ¿Qué quieres decir con eso?

Si Chanyeol lo escuchó, estaba demasiado ocupado dedicándose a dibujar garabatos en una esquina de su libro con una expresión de concentración absoluta como para hacerle caso, y no lo miró, con los ojos muy abiertos, hasta que Baekhyun le quitó el lapicero de entre los dedos y lo apartó de su alcance.

-¿No me merezco saberlo? Si Kai ni siquiera me gusta desde hace muchísimo. Es sólo curiosidad.

El silencio se prolongó durante unos segundos en los que los ojos de Chanyeol viajaron desde las páginas llenas de dibujos de su libro hasta el lápiz en la mano de Baekhyun, y luego a su rostro.

-Los amigos no se traicionan los unos a los otros -acabó diciendo en tono cómicamente firme, tendiendo hacia él la mano con la palma abierta y guiñándole un ojo. Baekhyun bufó, pero se dio por aludido y le devolvió el lapicero, colocándoselo entre los dedos casi con desgana.

-¿Así que vas a quedarte callado y ponerte de parte de Kai?

-Algo así. Y, además, quiero que sepas que yo los apoyo.

-¿Eh?

-A Kyungsoo y Kai. Bastante complicadas son ya las relaciones a nuestra edad como para que encima sus amigos se dediquen a creer que lo que quiera que esté pasando entre ellos no va a salir bien. Muy posiblemente, yo estaría hecho un lío si fuese cualquiera de los dos.

Durante un instante, Baekhyun se sintió tentado a mostrarse de acuerdo. Después, se percató de que, siendo él quien era, y considerando el historial romántico de cada uno de ellos, el recibir consejo amoroso de alguien como Park Chanyeol era, cuanto menos, irónico.

-¿Qué es lo que sabes tú de relaciones, de todas formas? -murmuró, más para sí mismo que para el otro chico-. ¿Alguna vez has salido en serio con alguien?

La pregunta había sido demasiado íntima, y una parte de Baekhyun se autoregañó mentalmente por haberla hecho, pero a Chanyeol no pareció importarle. Cerrando los ojos, se llevó dos dedos al mentón en actitud pensativa y se movió en la silla para poder mirarlo. Las rodillas de los dos se rozaron bajo el mantel, y Baekhyun dio un respingo, pero su interlocutor, ajeno a su súbito escalofrío, se acomodó con el codo contra la mesa, y el contacto desapareció de modo tan súbito como había llegado.

-¿Salir con alguien? ¿En serio, serio? No, no lo he hecho nunca- Chanyeol sonó casi divertido, y Baekhyun no supo muy bien qué pensar-Pero sí que me ha gustado alguien. Mucho.

-Ya. Y a quien quiera que fuese no le gustabas tú, ¿no?

La sonrisa de Chanyeol le tembló un instante en los labios y Baekhyun fue consciente de que, esta vez sí, se había metido donde no lo llamaban y había acabado yendo demasiado lejos. Sintiéndose repentinamente muy culpable, trató de cambiar de tema, pero Chanyeol contestó a su pregunta antes de que él pudiera decir nada, su voz tan tranquila y tenue cuando habló que ni siquiera parecía la suya propia.

-Obviamente, no.

Baekhyun ni siquiera supo qué contestar a aquello.

A los pocos segundos, Chanyeol había suspirado, se había reído y, tras tamborilear con el lápiz sobre la mesa un par de veces, se había vuelto hacia el libro abierto delante de él y había proseguido con la lección que habían dejado a medias unos minutos atrás. Baekhyun lo había dejado hacer y se lo había quedado mirando mientras le hablaba sobre el PIB y gesticulaba con el entusiasmo de un colegial, sin darse demasiada cuenta de que su alumno lo estaba observando sin prestar atención a lo que decía.

Parecía feliz, tan feliz como de costumbre y, sin embargo, Baekhyun todavía tenía presente el modo en el que su expresión había cambiado, apenas imperceptiblemente, cuando él se había pasado de la raya - la manera en la que su voz había sonado demasiado resignada, demasiado suave.

Y se preguntó quién de los dos sabría más: si él mismo, con su larguísima lista de ex-novios, sobre el amor, o Chanyeol, con su lista vacía, sobre el rechazo.

-

Baekhyun había empezado a pensar que tal vez, tal vez, podría seguir el consejo de Chanyeol y apoyar a Kai y a Kyungsoo en su floreciente relación - o lo que quiera que fuese aquello - cuando, al día siguiente, descubrió que se habían peleado.

Esta vez, Kyungsoo ya estaba allí cuando él llegó a clase, con los libros abiertos, el rostro apoyado en la palma de una de las manos y una expresión tan confusa y desolada como si alguien le hubiera dicho que acababan de atropellar a su anciana abuela. Baekhyun, tratando de ser un buen amigo, le había preguntado si estaba todo bien, pero Kyungsoo simplemente había asentido y le había dicho que estaba cansado porque no había podido dormir mucho aquella noche. Tras insistir sin éxito un par de veces, Baekhyun había tenido que callarse y admitir que, tal vez, su amigo no quisiera contarle qué le pasaba, pero, según pasaban las horas y el comportamiento de Kyungsoo no variaba, su preocupación iba en aumento.

Tan pronto como sonó el timbre que señalaba la hora de la comida y Kyungsoo, Jongdae y él hubieron salido de clase de coro y llegado al comedor del instituto, Baekhyun clavó la mirada en su mesa habitual, y suspiró con alivio al ver allí a las figuras familiares de Chanyeol y Kai, que estaba sentado en el mismo sitio que había ocupado toda la semana con el ceño fruncido y la espalda muy recta.

Su plan inicial había sido dejar a Kyungsoo en la cola de la comida con Jongdae, llevarse a Chanyeol aparte un momento y preguntarle qué ocurría - porque, a juzgar cómo había llegado a clase aquella mañana, justo en el mismo instante en el que sonaba la campana y con una expresión inusualmente preocupada en la cara, su vecino sabía algo - pero no había tenido tiempo de hacer

absolutamente nada, porque Kyungsoo había decidido que Jongdae podía apañárselas solito en la cola y prácticamente había echado a correr hacia la mesa, llegando a su destino incluso antes que él.

-¿Qué haces aquí? -le preguntó a Kai. La pregunta hubiera podido parecer perfectamente informal si no fuera por el deje de acusación implícita en su tono, que a nadie se le pasó por alto. Casi a cámara lenta, Kai se giró en su silla, y se tomó su tiempo en mirar a Kyungsoo de arriba abajo, con una ceja arqueada, hasta que el otro chico carraspeó, visiblemente incómodo.

-Ah, así que ahora sí que quieres hablar -murmuró, levantándose-. ¿No vas a salir huyendo, como hiciste ayer?

Ahí, parado enfrente de Kai y con la vista clavada en el suelo, Kyungsoo parecía casi diminuto. Baekhyun, a su lado, lo sintió temblar, y, durante un instante, se sintió absolutamente alarmado, porque creyó que su mejor amigo iba a empezar a gritar, o a llorar, o a sufrir una especie de ataque de pánico ahí mismo. Iba a pasarle una mano por los hombros y a pedirle a Kai que hiciera el favor de retroceder cuando Kyungsoo apretó los puños y subió la vista.

-No estoy huyendo -declaró, y había furia contenida en sus ojos-. ¿Qué es lo que piensas? ¿Que puedes entrar en mi vida, ponerla patas arriba, esperar que lo acepte sin más y luego acusarme de estarme escapando cuando veo que todo esto me supera? ¿Quién te crees que eres, eh? ¿Quién te crees que soy yo?

Kai tardó un segundo en contestar pero, cuando lo hizo, ya no parecía tan seguro de sí mismo.

-Kyungsoo...

-Fuera de mi mesa. Ya.

-Antes quiero que me escuches.

-No. Por favor. Largo de mi mesa. Ahora.

Por un instante, Kai pareció tentado a seguir discutiendo, pero no tardó en sacudir la cabeza y girar sobre sus talones.

-Como Su Majestad quiera -murmuró, cogiendo su bandeja de la mesa sin mirar atrás-. ¿Vienes, Chanyeol?

El chico dirigió una mirada preocupada a Kyungsoo y otra a Baekhyun, que seguía ahí parado sin saber muy bien qué hacer, pero terminó asintiendo y levantándose tan deprisa que tropezó con la silla en la que estaba sentado. Mientras se alejaba en pos de su amigo, se giró para vocalizar algo sospechosamente similar a "ya verás como todo se arregla", y Baekhyun no pudo evitar resoplar y tratar de indicarle por gestos que hiciera el favor de mirar por dónde andaba si no quería empotrarse de bruces contra una papelera. Después, se giró hacia Kyungsoo, que se había apoyado sobre la mesa y tenía los nudillos blancos de tanto apretarlos contra la superficie de madera pintada de verde.

-¿Estás bien? -preguntó, sin saber muy bien qué más decir.

-Claro -su amigo sonrió-. ¿Por qué no iba a estarlo? Estoy muy bien.

-Porque... Acabas de, no sé, ¿echar a Kai y a Chanyeol de nuestra mesa? Los dedos de Kyungsoo se crisparon con más fuerza sobre la madera y, finalmente, el muchacho se dejó caer sobre la silla directamente delante de él, con los ojos cerrados y la cabeza baja.

-Kai te da igual y a Chanyeol no puedes ni verlo, así que déjalo estar, Baek. Por favor.

-Si necesitas hablar o algo así...

-No -Kyungsoo sacudió la cabeza con fuerza al mismo tiempo que llegaba Jongdae, cargando precariamente con dos bandejas de comida de aspecto más que dudoso. Cuando dejó una de ellas delante de él, Kyungsoo buscó los palillos desechables a tientas y, tras desenvolverlos, los hundió en el arroz sin mirar siquiera qué se estaba metiendo en la boca-. Yo sólo quiero comer tranquilamente y volver a clase.

Jongdae observó la escena ante él con las cejas arqueadas y retrocedió hasta donde estaba Baekhyun.

-¿Qué le pasa? -murmuró-. No sólo es que haya vuelto a pedirme que le compre un menú cuando no soporta la comida

de la escuela, sino que se lo está comiendo sin rechistar como si estuviera bueno. ¿Es verdad que se ha peleado con Kai?

-Acaba de echarlo de la mesa. Literalmente.

-Vaya, ¿y yo me lo he perdido?

Baekhyun se mordió el labio.

-No sé yo si deberías reírte -musitó a modo de protesta-. Kyungsoo lleva echado a perder toda la semana por todo este asunto.

El modo en el que Jongdae frunció levemente los labios pareció denotar una pizca de preocupación, pero no tardó en introducirse las manos en los bolsillos del pantalón y esbozar una sonrisa felina.

-A Kyungsoo le ha golpeado el amor en la cara en forma de puerta. Cualquiera perdería un poco la cabeza después de eso, ¿no crees? -Baekhyun quiso protestar y decir que, técnicamente, el que le había dado el portazo en las narices a su amigo había sido Chanyeol, pero Jongdae le pudo una mano en el hombro y le dirigió una sonrisa de ánimo-. No te preocupes, Baek, seguro que lo arreglan por su cuenta. Y si no lo consiguen, para eso estamos aquí nosotros, ¿no?

Baekhyun ladeó la cabeza y observó a Kyungsoo comer con la cabeza prácticamente metida en el plato.

-Por supuesto que sí -murmuró-, para eso estamos aquí.

-

Baekhyun le había dicho a Kyungsoo que estaría allí para hablar si lo necesitaba, y su mejor amigo aceptó su propuesta la tarde del sábado, en un momento en el que Baekhyun estaba tumbado sobre la cama inmerso en una partida de DS y empezando a sentirse considerablemente aburrido.

Kyungsoo no llamaba por teléfono normalmente, y mucho menos a aquellas horas, así que el chico no dudó en cerrar la consola y aceptar la llamada cuando sintió que su móvil vibraba y vio el nombre de su amigo en la pantalla.

-¿Kyungsoo? -lo llamó, y la voz del otro chico le llegó distorsionada desde el otro lado de la línea-. ¿Estás bien?

Hubo una pausa, luego un quedo "no" y, apenas diez segundos después, Baekhyun tenía la espalda apoyada contra la pared más cercana y Kyungsoo le estaba diciendo que todo era un desastre y que él no sabía muy bien cómo afrontar todo aquello.

-Siempre he sabido lo que tenía que hacer con mi vida, ¿entiendes? -le confesó. Aprobar, sacar buenas notas, pasar de curso, apuntarme al coro, conseguir una beca, entrar en la universidad... Todo estaba siempre planeado, bajo control; cada cosa tenía su momento. Y de repente llega él y, ¿qué?

Baekhyun parpadeó.

-¿Qué de qué? No entiendo.

-Tendría que estarme concentrando en estudiar, en los exámenes. Y todo lo que hago, todo lo que he estado haciendo esta semana, desde que me levanto hasta que me acuesto, ha sido pensar en él. Y no ayuda que estudiemos en el mismo instituto porque, aunque intente pensar en otra cosa, siempre me lo acabo encontrando, y siempre, siempre, acabamos sentándonos, y hablando, y...

-¿Hablando? -a Baekhyun le costaba imaginarse a Kai sumido en profundas conversaciones con nadie. Durante los dos años que habían pasado desde que había entrado en el instituto, lo había visto salir con unos y con otros, y la rutina siempre había sido la misma: el chico o chica popular de turno presumía de lo guapo que era su novio y Kai simplemente se sentaba a su lado, con cara de sueño y expresión de estar totalmente aburrido (lo cual, por supuesto, lo hacía más misterioso y más sexy a ojos de todo el mundo). A nadie, nunca, jamás, se

le había ocurrido que Kai pudiera querer hablar de nada. Salvo, por lo que parecía, a Kyungsoo-. ¿Y de qué habláis, si puede saberse?

-De cosas. ¿Qué más da? Puede ser encantador si quiere. Y divertido. Pero todo va demasiado deprisa, y yo no puedo. Es desesperante; no sé qué hacer. Yo...

-¿Qué pasó para que os pelearais el jueves?

Todo lo que hubo al otro lado de la línea fue más silencio, y Baekhyun se cambió el teléfono de oreja, mordiéndose el labio. Definitivamente, y por mucho que quisiera ayudar a su amigo fuera como fuera, estaba empezando a temer que aquello de escuchar sus problemas y darle el consejo adecuado lo superaba, especialmente porque ni siquiera sabía muy bien cómo dirigir la conversación.

-¿'Soo? ¿Sigues ahí?

Silencio de nuevo. Y, después, el murmullo sordo de alguien tomando aire en el otro terminal.

-No pasó nada. Nada grave. Sólo... cosas.

-Cosas -Baekhyun suspiró, decidiendo que, definitivamente, aquello no era lo suyo. Pensó en lo que, de estar en su lugar, diría Jongdae. En lo que diría Luhan. En lo que, tal vez, y teniendo en cuenta su exagerado optimismo, diría Chanyeol-. No puedo ayudarte si no me cuentas qué cosas son, ¿sabes?

-De acuerdo -la voz de Kyungsoo sonó inusualmente débil. Luego se lo volvió a escuchar tomar aire, aunque finalmente habló, tan deprisa que a Baekhyun le costó entender las palabras -.

Meacompañóacasaeintentóbesarmeperoyomeasustéylecerrélapuertadelportalen lasnaricesyluegosubíamicasaynolecogíelmóvildurantetodalanoche. Baek...

-¿...Qué? ¿Que Kai, Kai, hizo qué?

-No me hagas repetirlo, ¿quieres?

-¿Pero qué os pasa a vosotros dos con las puertas? ¿Por qué siempre tiene que haber una de por medio? ¿Qué...?

-Baekhyun.

-Vale, de acuerdo. Espera -tratando de poner en orden sus pensamientos, el chico se llevó dos dedos a la barbilla-. En resumen: a ti te gusta Kai, él ha intentado besarte y tú lo has dejado plantado como un idiota en la puerta de tu casa. ¿Es eso?

Desde el altavoz le llegó una especie de quejido estrangulado y afirmativo, y Baekhyun sintió ganas de golpearse la cabeza contra la pared repetidas veces. En lugar de eso, optó por dejarla caer sobre la almohada y clavar la vista en el techo pintado de blanco de su habitación.

-Con razón Kai estaba enfadado. ¿Pero por qué has hecho eso?

-Porque está muy bien dejar que las cosas pasen, pero, ¿y luego?

-¿Luego?

-Yo no soy como tú, Baek; yo pienso en las consecuencias de lo que hago replicó Kyungsoo, y su voz recuperó la fuerza perdida, con un deje de pánico, mientras iba hablando-. Y está muy bien que lo deje besarme, pero luego, ¿qué? ¿Se supone que eso significa algo? Y si significa, ¿qué es? ¿Que ya tiene lo que quiere y va a irse por donde ha venido o qué? ¿Que vamos a empezar a salir? Y, si pasa eso, ¿por cuánto tiempo va a ser? Porque él es peor que tú, y tu relación más larga no ha pasado de las tres semanas. Y yo no sé si quiero un novio así. O, en realidad, no sé si quiero un novio, sea el que sea, porque...

Baekhyun giró sobre sí mismo en el colchón hasta quedarse de cara a la mesilla de noche.

-¿Por qué no le cuentas todo esto a Kai? -dijo de repente. Su amigo dejó de hablar y soltó una exclamación frustrada.

-¿Qué? ¿Estás loco? ¡No puedo hacer eso!

-Por poder, claro que puedes.

-¡No! -exclamó Kyungsoo-. Párate a pensar en ello. Piensa en qué pasaría si...

Baekhyun cerró los ojos. Sabía que lo que su amigo había dicho era cierto, y que a veces pensaba demasiado poco en las consecuencias de lo que hacía, pero también era verdad que Kyungsoo solía pensar de más, y aquello tampoco era bueno. Los problemas se acababan agrandando si se les daba demasiadas vueltas, y eso siempre terminaba en una pérdida de perspectiva.

-Lo que tú necesitas es que te dé el aire -declaró, pensando que sacarlo a pasear tal vez no fuese el mejor modo de animar a su amigo, pero sí el único que se le ocurría-. Tal vez así se te aclaren las ideas. ¿Por qué no sales conmigo mañana?

La respiración de Kyungsoo siguió sonando ligeramente agitada al otro lado de la línea, pero al menos pareció planteárselo.

-¿Mañana? ¿Es que necesitas ir a alguna parte?

-Uhm... -Baekhyun se cambió el teléfono de oreja de nuevo, intentando ganar tiempo. El objetivo principal de sacar a Kyungsoo de casa era obligarlo a dejar de pensar en su desastrosa situación amorosa, pero muy posiblemente su amigo optaría por quedarse estudiando en su habitación o algo así si no pensaba que tenía que salir de ella para algo útil. Normalmente, los que salían a divertirse los fines de semana eran Jongdae, Luhan y él; Kyungsoo siempre había sido el responsable del grupo-. Pues, la verdad, quería que vinieses conmigo al centro comercial que hay cerca de mi casa. Uh... Digamos que la próxima audición de canto que tengo se me está echando encima, y necesito el consejo del gran Do Kyungsoo. Eso y ropa nueva.

El otro chico bufó, y Baekhyun pudo sentirlo dejar atrás el modo depresión y entrar en modo madre tan claramente como si lo tuviera delante.

-¿Más ropa? Baek, tienes un armario lleno. Y, de todas formas, ¿cuándo es la audición? Creí que aún te quedaba tiempo.

Baekhyun tanteó la superficie de su mesilla de noche con la mano hasta encontrar un papel arrugado y lleno de garabatos al lado de su despertador. En una de sus clases, Chanyeol había tenido la genial ocurrencia de hacerle una especie de calendario en el que le había marcado con su letra horrible cuáles eran los eventos más importantes en su horario los próximos meses - su primera audición, el examen de economía, su segunda audición - y cuántos días quedaban para cada uno de ellos, y, si bien a Baekhyun la idea le había parecido un tanto infantil en un principio, había acabado guardando el papel cuando el otro chico se había ido a su casa. Tenía que admitir que tener todo aquello

escrito en alguna parte era útil, y que la letra de Chanyeol era tan mala que llegaba a resultar divertida.

-Me quedan veintiocho días -aclaró, echando un vistazo a la hoja-, pero estoy un poco nervioso, ¿sabes? Y me gustaría hablar contigo de ello para poder concentrarme en los ensayos.

-¿Y no puede ser el lunes en clase? -Kyungsoo sonó dudoso, y Baekhyun contuvo una sonrisa.

-'Soo, por favor.

Y así, finalmente, su amigo se rindió y aceptó su destino.

-Está bien, iré contigo. Pero te juro que me marcharé a casa como solamente me quieras para tener ahí a alguien que te dé su opinión mientras te pruebas cazadoras.

-

El domingo amaneció soleado así que, por suerte, el centro comercial no estaba tan lleno como lo habría estado un día de lluvia. Por primera vez en su mucho tiempo - especialmente si se tenía en cuenta que aquel no era un día de escuela y, por lo tanto, no necesitaba estrictamente ser puntual - Baekhyun se encontró caminando anormalmente pronto hacia el punto en el que Kyungsoo y él habían quedado, y tuvo que contener la risa al darse cuenta de que, a pesar de que todavía faltaban quince minutos para la hora a la que habían acordado verse, su amigo ya estaba allí.

Esbozando su sonrisa más encantadora, Baekhyun corrió a saludarlo y, en menos de cinco minutos, los dos se hallaban inmersos en una conversación sobre partituras, audiciones y entrenamiento vocal que se alargó durante toda la mañana.

Baekhyun no pudo evitar sentirse satisfecho consigo mismo mientras arrastraba a Kyungsoo de una tienda a otra y lo hacía hablar, hablar y hablar más. A su amigo le cambiaba la cara cuando salía el tema de la música; dejaba de comportarse como si todo en su vida tuviese que ser perfecto y se permitía reírse y gesticular como el estudiante de instituto que era en realidad. Atrás habían quedado, aunque sólo fuera por un momento, los exámenes, su inminente entrada al mundo universitario y, sobre todo, Kai, las discusiones en el medio del comedor y los intentos de beso frustrados ante la puerta de entrada a un portal.

Para cuando llegó la hora de comer, Baekhyun ya pensaba que aquel iba a ser un día absolutamente perfecto. Luego, y como siempre ocurría, llegaron los problemas.

Al principio, el chico creyó que su imaginación le había jugado una mala pasada. Habían terminado de echar un vistazo a las tiendas de toda la primera planta y habían acabado yendo a parar a la enorme plaza cubierta en el centro del recinto, y allí había mucha, muchísima gente. Lo que había creído ver, unos metros por delante de él, tenía que haber sido un error, pensó, una especie de personificación de alguna paranoia interna y un tanto masoquista suya, porque no podía ser que, de entre todos los lugares a los que alguien podía ir a divertirse un domingo en la ciudad, él tuviera que estar precisamente allí. Probablemente, sí, se estuviera equivocando.

No obstante, y sólo por confirmarlo, había entornado los ojos y había recorrido con ellos los grupos de gente a su alrededor... sólo para encontrarse la cabeza de cierto individuo anormalmente alto sobresaliendo entre la multitud.

-Genial -murmuró entre dientes. Aquello debía de ser su karma o algo así: tener a Chanyeol en clase, como profesor y ahora, también encontrárselo los domingos, en compensación por todos los años de primaria y secundaria durante los que lo había ignorado y los todos los años de universidad en los que ya no tendría que verlo más-. ¿Qué está haciendo aquí?

La respuesta le llegó tan pronto como el grupo de mujeres de mediana edad que habían estado paradas entre Chanyeol y él se apartó, dejándole vía libre para ver lo que estaba ocurriendo. Su vecino estaba a unos cien metros, vestido con vaqueros y una sudadera enorme y riéndose por algo que había dicho la persona a su lado.

Una persona a la que, incluso vestido de calle, cualquiera que estudiara en su instituto habría podido reconocer en menos de un segundo.

Kai.

"Oh, no, no, no. Ahora no. Por favor, esto no"

Sintiendo como algo muy parecido al pánico empezaba a acumulársele en la boca del estómago, Baekhyun miró a su alrededor, tratando de buscar un modo de salir de allí, el que fuera, antes de que Kyungsoo se diese cuenta de a quién tenían delante. Su amigo, que estaba hablando sobre las pruebas de acceso a la universidad, parecía completamente ignorante de que la persona a la que había echado de su mesa el viernes estaba a cien metros escasos de él, y Baekhyun pretendía que todo siguiese siendo así, así que lo agarró por el brazo y trató de arrastrarlo dentro de una de las muchas cafeterías que había en la plaza, murmurando que estaba muerto de hambre.

Una nueva mirada atrás lo hizo quedarse quieto en el sitio, sin embargo, al ver que Chanyeol ya no se estaba riendo y que, en lugar de eso, lo estaba mirando

directamente, con los ojos abiertos como platos y la expresión del que ha visto un fantasma plasmada en el rostro.

Al menos, Baekhyun podía estar seguro de que no había aparecido allí con Kai para fastidiarlo. A juzgar por su cara, más bien, parecía que el verlo allí le hubiese dado un susto mortal. Así que, decidiendo que era mejor resolver aquella situación cuanto antes, el chico intentó indicarle a Chanyeol por gestos que se marchara en dirección contraria y tironeó del brazo de Kyungsoo con más fuerza, tratando de llegar a la cafetería antes de que fuera tarde.

Lo habrían conseguido si no fuera porque Kai escogió ese mismo momento para girarse y los vio de pleno. Y la cara le cambió de tal modo al hacerlo que Baekhyun se sintió incapaz de seguir caminando.

-¡Kyungsoo! -la exclamación sonó inusualmente desesperada, y Baekhyun sintió cómo el cuerpo de su amigo se tensaba por completo bajo sus dedos al escucharla. Sin saber muy bien qué hacer, le soltó el brazo y trató de decir algo, de intentar tranquilizarlo, pero Kai ya estaba allí antes de que él hubiera podido abrir la boca.

Tenía la respiración agitada. Había venido corriendo.

-¿Qué haces tú aquí? -preguntó Kyungsoo en un susurró. Frenético, se giró hacia Baekhyun-. ¿Por qué...?

El chico negó con la cabeza.

-Yo no lo sabía.

-Ha venido conmigo -Chanyeol, que acababa de llegar junto a ellos, parecía mucho menos feliz y más preocupado que de costumbre, y su tono fue casi de disculpa-. No sabíamos que ibais a estar aquí, de verdad.

-Bueno -comenzó Baekhyun-, entonces tal vez deberíamos...

Kai no le dejó acabar.

-No, espera. Tengo que hablar contigo -dijo. La petición, obviamente, iba dirigida hacia Kyungsoo, que abrió los ojos todavía más y retrocedió un paso, tal vez porque Kai sonaba casi furioso-. Te invito a comer.

-No sé si eso será muy buena idea -volvió a intentar decir Baekhyun, pero se quedó callado, muy posiblemente con una expresión altamente estúpida en la cara, cuando Kyungsoo le posó una mano en el hombro para indicarle que guardara silencio.

-Está bien -murmuró-, creo que te lo debo.

A Baekhyun le hubiera gustado protestar otra vez, pero una sola mirada a Kai le bastó para confirmar que hacía mejor no metiéndose donde no lo llamaban. Kyungsoo parecía nervioso, de todas formas, pero no asustado o triste, así que el chico optó por sonreír mientras se despedían y observarlos marcharse hasta que hubieron desaparecido de su campo de visión.

Fue entonces cuando se percató de que su mejor amigo acababa de dejarlo involuntariamente plantado, y de que Chanyeol seguía allí, con él.

-Dime que hemos hecho bien en dejarlos marchar y que esto no se va a convertir en el desencadenante de la Tercera Guerra Mundial o algo así -susurró.

Chanyeol se encogió de hombros, y se rió en voz baja, y Baekhyun quiso señalarlo acusadoramente con el dedo y preguntarle a santo de qué, de repente, parecía tan poco preocupado y tan contento otra vez.

-No creo que vaya a pasar nada malo, Baek -el chico ignoró a conciencia que Chanyeol hubiera vuelto a tomarse licencias con su nombre por segunda vez en aquella semana y simplemente lo escuchó hablar con la cabeza ladeada-. De hecho, sólo pueden pasar dos cosas, ¿no?

-Sorpréndeme. ¿Cuáles?

-Bueno, tienen que hablar -señaló Chanyeol, que parecía tan animado como si fuese a empezar a dar palmas y saltar de un momento a otro-, así que, o acaban arreglándolo todo, o definitivamente dejan de hablarse para siempre.

Baekhyun alzó una ceja.

-¿Y eso te parece algo bueno?

-Al menos implica que habrá un desenlace -replicó Chanyeol.

Los dos guardaron silencio durante unos segundos más y, de repente, Baekhyun se percató de que el hecho de que Kyungsoo y Kai se hubieran marchado dejándolos a ellos atrás implicaba que, ahora, Chanyeol y él estaban parados en el medio de un centro comercial, rodeados de gente pero, básicamente, a solas. Y aquello no era el instituto, no era su casa los martes y jueves por la tarde, donde el estar los dos solos en su salón tenía un propósito, una razón de ser.

Aquel era su día libre, la tarde de la semana que tenía solamente para él. Y allí estaba, lejos de su casa y de sus amigos y con una persona a la que decía no soportar. Sencillamente estupendo.

-Ah, Baekhyun -al parecer, Chanyeol también se había dado cuenta de que la situación no era precisamente cómoda y el silencio se estaba prolongando demasiado, porque no tardó en esbozar una especie de sonrisa incómoda y mirar a su alrededor como si buscara algo-. Creo que nos hemos quedado sin plan. Yo había venido con Kai, y Kai no está, así que... Tal vez debería...

Baekhyun asintió distraídamente. Podía sentir el peso de su teléfono móvil en el bolsillo de la chaqueta, y casi estaba esperando sentirlo vibrar, como si Kyungsoo fuera a llamarlo de un momento a otro, diciéndole que su conversación con Kai había salido mal, que necesitaba que fuera a buscarlo.

-¿Tú vas a casa? -la voz de Chanyeol lo sacó de sus pensamientos, y Baekhyun lo miró, confuso-. Es decir, sé que nos han dejado solos, pero supongo que lo último que te apetecerá es quedarte aquí conmigo, así que, en fin...

-¿Tú te quedas? -Baekhyun parpadeó, y Chanyeol asintió con aire decidido.

-Kai es mi amigo, y sé que todo va a salir bien. Pero por si acaso, no puedo irme.

Baekhyun suspiró: los dos habían pensado lo mismo, y no sabía si saberlo le gustaba o no. Y le diría a cualquier persona que se tomara la molestia de preguntarle que preferiría pasar su domingo con cualquier persona que no fuese Chanyeol, pero, considerando sus opciones, no pensaba marcharse a casa dejando a Kyungsoo ahí, y no quería estar esperando toda la tarde por si pasaba algo sentado solo en un banco. Por eso, se abofeteó mentalmente por lo que iba a hacer pero, aún así, lo hizo.

-¿Te importa si me quedo contigo?

Chanyeol lo miró con una expresión tan exageradamente estupefacta como si acabara de salirle un tercer ojo en la cara.

-¿Lo dices en serio? -preguntó, y Baekhyun empezó a plantearse si aquello había sido tan buena idea después de todo. Sintiéndose algo estúpido, asintió, y Chanyeol abrió y cerró la boca un par de veces, pero luego sonrió; no con un gesto suave, como cuando había hablado de rechazo en su casa el jueves pasado, sino con aquella sonrisa enorme suya que parecía partirle la cara en dos. Tomado por sorpresa ante el gesto, todo en lo que Baekhyun pudo pensar fue en que era ridículamente sencillo hacer felices a algunas personas-. Es... ¡ah! Es estupendo que te quedes. ¿Qué quieres que hagamos? Deberíamos comer, ¿no? Es hora de comer.

-Supongo -Baekhyun apenas tuvo tiempo de terminar la palabra antes de que Chanyeol lo hubiera agarrado por el brazo, un par de centímetros por encima del codo, y lo estuviera arrastrando a través del patio, visiblemente contento.

-Kai quería obligarme a invitarlo, pero ahora que no está supongo que puedo invitarte a ti -indicó, prácticamente atropellando a un grupo de quinceañeras frente a las que se disculpó con una sonrisa-. ¿Dónde quieres comer? ¿Alguna preferencia?

Baekhyun no supo si sentirse sorprendido ante la oferta, cohibido ante toda la situación o molesto por el modo en el que se habían reído las chicas cuando su acompañante les había hablado, todo él voz grave, ojos grandes y altura sobrehumana.

-He traído mi propio dinero, Chanyeol, y se supone que estoy aquí por si Kyungsoo me necesita -protestó, aunque su tono fue más divertido que enfadado-. No hace falta que me invites a comer.

El otro chico se giró y sonrió aún más.

-Ya lo sé -dijo.

Y Baekhyun supo que, hiciera lo que hiciera, muy probablemente acabara comiendo gratis aquel día.

-

Al principio, Baekhyun había tenido sus reservas con respecto a pasar la tarde con el que era algo así como su némesis, pero pronto, y contra todas sus expectativas, se encontró pasándoselo bien.

Una vez asimilado el hecho de que hablaba alto, tenía una cara demasiado expresiva como para que resultase humanamente posible y que de vez en cuando hacía cosas raras, hablar con Chanyeol era sorprendentemente... fácil.

Durante las dos horas durante las que estuvieron sentados en la terraza de un restaurante de comida rápida - ya que Chanyeol se había empeñado en pagar, pero, a pesar insistir en ello, la cara de pena al mirar cómo su dinero se iba según lo iba sacando de la cartera había sido evidente, y Baekhyun no había podido proponer un sitio más caro después de aquello - los dos habían hablado prácticamente de todo. Chanyeol le había contado que él solía venir con su hermana de compras al centro comercial, y era curioso, porque Baekhyun había pasado tardes enteras allí con su propio hermano antes de que éste se hubiera ido a trabajar fuera de la ciudad.

Al parecer, también, y siendo niños, los dos se habían enamorado del mismo perrito de la tienda de mascotas de la segunda planta y, al caer en la cuenta se dedicaron a hacer conjeturas sobre quién lo habría comprado y dónde estaría después de todos aquellos años.

Por último, y cuando ya habían acabado de comer hacía rato y la joven que se encargaba de su sección había empezado ya a lanzarles miraditas de odio mal disimulado por todo el tiempo que habían estado acaparando la misma mesa sin consumir apenas nada, comenzaron a hablar de videojuegos.

En un ala de la primera planta había un arcade enorme, y tanto el uno como el otro habían pasado tardes enteras tratando de introducir sus iniciales - sin mucho éxito - en la pantalla de puntuaciones récord de uno de los shooters que, también por pura coincidencia, era uno de los favoritos de los dos.

-Estoy seguro de que podría lograrlo hoy, si lo intentara -había comentado Chanyeol, con una sonrisa brillante, imitando la forma de una pistola con los dedos y haciendo como que disparaba-. Soy más mayor ahora, debería tener mejor coordinación.

En otra ocasión, Baekhyun lo habría mirado raro, pero el comentario le hizo gracia y estaba de un inusual buen humor, así que se rió.

-¿Coordinación? ¿Tú? Estoy seguro de que podría ganarte con los ojos cerrados.

Chanyeol alzó una ceja.

-¿Quieres probar?

Momentos después - y para el alivio de la camarera - los dos se habían levantado de sus sillas de un salto y habían echado a correr hacia el arcade, que, después de tanto tiempo, seguía estando como cuando Baekhyun tenía trece y catorce años. La máquina que estaban buscando estaba al fondo, en el mismo sitio de siempre y, tras unas cuantas monedas y dos o tres amenazas en tono de broma, Chanyeol y él se sumieron de lleno en un frenesí de disparos y exclamaciones ahogadas que, finalmente los llevó de un videojuego a otro del arcade, hasta que hubieron acabado con todos.

Esa tarde, Baekhyun descubrió dos cosas. La primera fue que Chanyeol, a pesar de su legendaria falta de coordinación para su vida diaria, parecía tener un talento especial para los videojuegos, porque no solamente le ganó el noventa por ciento de las partidas - menos en el DDR, donde Baekhyun tenía un talento innato - sino que la diferencia de puntuaciones normalmente era tal que el chico se sentía como si a su yo virtual acabase de pasarle por encima un tornado. La segunda, y la que lo sorprendió más, fue que una parte de su mente le decía que debería estar irritado con Chanyeol por haberlo machacado de modo tan vil en todos los videojuegos a los que habían estado jugando, pero que lo más cercano a ello que había logrado había sido el caerse al suelo en medio de un ataque de risa cuando su vecino había fallado miserablemente al tratar de pasarse End of the Century en nivel standard en el DDR y le había dedicado a la pobre máquina una mirada de odio mal disimulada porque "se suponía que todavía tenía que haber podido bailar una canción más".

Cuando por fin salieron del arcade, sudorosos y todavía riéndose, era prácticamente de noche, y los pasillos del centro comercial estaban considerablemente menos llenos de gente. Estaban cruzando un corredor lleno de tiendas que ya habían cerrado cuando Chanyeol se detuvo en seco, y Baekhyun, sintiendo que se había quedado solo, se giró a mirarlo.

-¿Qué haces? -preguntó, y sin dejarle tiempo a decir nada más, Chanyeol cruzó en dos zancadas la distancia que los separaba, lo sujetó con fuerza del antebrazo y tiró de él hasta obligarlo a entrar en un pasillo secundario a su derecha, que

desembocaba en lo que parecían unos baños fuera de servicio-. ¿Qué pasa contigo?

-Chst -Chanyeol negó con la cabeza y le cubrió la boca con una mano enorme. Durante un momento, Baekhyun creyó que se había vuelto loco del todo e iba a secuestrarlo o algo así hasta que miró hacia arriba y vio que le estaba señalando algo con la cabeza-. Mira -le indicó en voz baja, y Baekhyun obedeció y recordó, de repente, la razón por la que se suponía que Chanyeol y él se habían quedado en el centro comercial aquella tarde.

En algún punto de su duelo fallido a videojuegos con Chanyeol, se había olvidado completamente de Kyungsoo. Pero, súbitamente, su mejor amigo estaba allí, en medio del pasillo y con Kai, sin verlos ni tener ni idea de que estaban allí, poco menos que espiándolos. Kai estaba diciendo algo que el chico no pudo oír, y Kyungsoo primero pareció inseguro, pero luego asintió, y Baekhyun dio las gracias mentalmente a Chanyeol por estarle tapando la boca todavía, porque de pronto Kai se había inclinado hacia delante y Kyungsoo y él se estaban besando y él habría gritado de la sorpresa de no haber tenido una mano gigantesca tapándole media cara.

Los segundos pasaron, y todo lo que Baekhyun pudo hacer fue tratar de no mirar mucho, intentar ruborizarse poco y pegarse más contra Chanyeol como si así pudiera hacer que los dos desaparecieran en las sombras del pasillo y Kyungsoo no pudiera verlos por mucho que se le ocurriera mirar hacia donde estaban.

Cuando por fin se separaron, sin embargo, todo lo que hicieron Kai y él fue sonreírse como dos tontos, mirarse un rato a los ojos y marcharse en dirección a la salida, dejando el pasillo desierto de nuevo. Aliviado, Baekhyun suspiró y, dejando que la tensión acumulada abandonara su cuerpo, se recostó contra lo que tenía detrás antes de darse cuenta de que lo que tenía detrás era, precisamente, Chanyeol. El otro chico ahogó una especie de jadeo sorprendido al sentirlo apoyarse contra él, y Baekhyun lo sintió tensarse antes de apartarse su mano de la boca y separarse de él todo lo rápidamente que pudo.

Su piel había estado cálida, incluso a pesar de todas las capas de ropa que los separaban, y sus dedos habían sido apenas una presencia levemente áspera contra sus mejillas, y Baekhyun se encontró pensando que ahora tenía frío antes de obligarse a sí mismo a volver a la realidad y decir algo, por muy estúpido que fuera.

-¿Qué ha sido eso? -murmuró, y Chanyeol parpadeó con unos ojos muy grandes y muy oscuros, como un animal paralizado ante los faros de un coche.

-¿El qué?

Baekhyun abrió la boca y la cerró. Luego volvió a abrirla.

-Mi mejor amigo tiene novio.

-Eso parece. Creo que el mío también,

-¿Y qué se supone que le voy a decir yo a Kyungsoo cuando me lo cuente mañana? -replicó Baekhyun, sin saber muy bien si reírse o sentirse como una especie de espía rastrero e indigno-. ¿"Muchas gracias por informarme, 'Soo, pero ya lo sabía"?

Chanyeol apoyó la cabeza contra la pared y sonrió con aire incómodo, visiblemente más relajado a pesar de todo.

-Puedes decirle que los viste a Kai y a él mientras te escondías conmigo en el pasillo que lleva a los baños -propuso-. No estarías mintiendo, y sería imposible que te crea.

Muy a pesar suyo, Baekhyun se rió.

-Puede que lo haga, sí. Es una opción razonable.

-

Cuando llegaron a casa, era noche cerrada, y Baekhyun, inusualmente cansado, no tardó en cenar e irse a la cama. Al día siguiente, se levantó más pronto de lo normal y, a pesar de tomarse su tiempo en vestirse, peinarse y desayunar, salió de casa tan temprano que muy posiblemente tendría que esperar en el instituto media hora antes de que empezaran las clases.

Acababa de bajar a la calle principal cuando se topó de bruces con una figura familiar que caminaba tan inmersa en la contemplación de la pantalla de su móvil que ni siquiera lo vio acercarse.

-¿Chanyeol?

El chico bajó el teléfono y alzó la cara como si alguien acabara de darle una descarga eléctrica. Como de costumbre, llevaba la camisa por fuera de los pantalones, la americana del uniforme desabrochada y la corbata mal puesta. La mitad de veces parecía que se hubiese vestido en su habitación a oscuras. Curiosamente, el llevar la mitad de la ropa fuera de lugar no le quedaba mal.

-¿Baekhyun? ¿Qué haces aquí? Pensé que nunca salías de casa tan pronto.

El chico se sintió tentado de decir que, normalmente, él siempre estaba en clase ya antes de que Chanyeol apareciera, pero en lugar de eso se encogió de

hombros y comenzó a andar calle abajo. Su vecino pareció dudar, pero lo siguió cuando Baekhyun se giró a mirarlo.

-¿Estamos yendo juntos a clase? -preguntó, y Baekhyun se dijo que bueno, ya que se lo había encontrado, por un día podía hacer una excepción. Sólo por uno.

-Estamos aquí los dos y vamos en la misma dirección, ¿no? -declaró-. De todas formas, y no sé por qué, me da la impresión de que Kyungsoo va a volver a recibiros a Kai y a ti en su amada mesa de la cafetería, así que creo que voy a tener que verte todos los días más de lo que ya lo hago. ¿Qué más da si hoy vamos juntos o no?

Chanyeol le dirigió una sonrisa que probablemente pretendiera ser arrepentida, pero que acabó resultando demasiado brillante como para resultar creíble.

-¿Lo siento? -probó a decir, casi riéndose, y Baekhyun intentó sentirse molesto con él. Sólo un poquito.

-Sea como sea, a mis amigos les gustas. Creo que a Jongdae le haces gracia. Parece que el único que no ha caído rendido a tus pies he sido yo.

Chanyeol hizo una mueca antes de responder.

-Bueno, el no gustarte a ti es algo constante. Supongo que ya estoy acostumbrado -su tono de voz fue perfectamente informal, divertido incluso, y su sonrisa pareció hacerse incluso más amplia. Poco después, se llevaba una mano a la frente, a modo de visera, y señalaba algo en la distancia-. Eh, espera, ¿no es ese nuestro autobús? ¡Vamos, Baek, o se va a ir sin nosotros!

Sin esperarlo, Chanyeol echó a correr hacia la parada varios metros por delante de ellos, y Baekhyun tardó unos minutos en reaccionar y seguirlo. De pronto, en su cabeza había aparecido un pensamiento raro, muy feo, y no pudo evitar darle vueltas mientras le enseñaba al conductor su abono de transportes, mientras seguía a Chanyeol por el pasillo y lo escuchaba saludar a un estudiante de primero sentado junto a la puerta - ¿no era Oh Sehun, por cierto? - y lo observaba prácticamente derrumbarse en un asiento al fondo, donde los respaldos estaban más desvencijados y había pintadas en los cristales.

-He metido el pie en un charco -lo oyó quejarse con una mueca que era sólo un poco molesta, sólo un poco culpable, pero principalmente despreocupada-, se me ha empapado el calcetín.

Baekhyun asintió, pero no dijo nada más y observó en silencio a Chanyeol en el momento en el que éste desvió su atención al paisaje al otro lado de la ventana.

No pudo evitar preguntarse cómo podía existir alguien que pudiera utilizar exactamente la misma sonrisa para protestar porque le había entrado agua en el zapato que para decir que estaba acostumbrado a que alguien lo hubiera odiado durante diez años.

Día 26 Kai y Kyungsoo, tal y como era de esperar, no tardaron en anunciarles a sus amigos que estaban saliendo juntos y, en apenas unas horas, su relación se había convertido en la comidilla de todo el instituto. Kyungsoo suspiraba y se le quejaba a Baekhyun en voz baja al llegar a clase - por aquello de que nunca le había gustado demasiado ser el centro de atención de la gente - pero, por mucho que quisiera protestar e insistir en que quería mantener sus vidas estudiantil y privada separadas mientras estuviera en horario lectivo, toda la fuerza de

voluntad se le iba por los ojos en el momento en el que las clases acababan y salía disparado de su asiento para encontrarse con Kai en todos y cada uno de los descansos.

Un porcentaje nada desdeñable del cuerpo estudiantil parecía, simplemente, adorar verlos juntos. Eran la pareja perfecta - el Rey del instituto y el ángel del coro - y, durante su primera semana de relación, decenas de ojos permanecieron clavados en ellos mientras se despedían de sus amigos para volver juntos a casa al acabar las clases, o cuando los dos compartían la comida casera de Kyungsoo en el comedor.

Baekhyun había puesto los ojos en blanco la primera vez que lo había visto. No habría sabido decir si aquello era muy sorprendente o muy cursi.

-¿Desde cuándo Kyungsoo comparte su comida con nadie? -les preguntó a Jongdae y a Chanyeol mientras esperaban en la cola para comprar sus menús-. Yo intenté que me dejara probar algo una vez y me apartó la mano del plato de un golpe. De uno fuerte.

-Tal vez si lo arrastraras al baño a traición cuando llega al instituto para darle un beso de buenos días te haría la comida-bromeó Jongdae, señalando a Kai con un movimiento de cabeza-. A él le funciona, parece.

-No, gracias -con un suspiro, Baekhyun se giró hacia Chanyeol, al que la conversación sobre la vida amorosa de su mejor amigo parecía importarle considerablemente menos que lo que iba a servirse aquel día en la cafetería, porque, en lugar de hacerles caso, estaba totalmente concentrado tratando de ver lo que ponía en el cartel que indicaba el menú del día por encima de las cabezas de toda la gente que había por delante de ellos en la cola-. ¿Qué hay para comer? -le preguntó.

Chanyeol hizo una especie de mohín que no podía presagiar nada bueno.

-Pone que es el día de la pizza. Por segunda vez en lo que llevamos de mes.

-Oh, no...

Tratando de contener un quejido frustrado, Baekhyun se puso de puntillas e intentó contrastar la información tratando de leer el cartel por encima del mar de gente, pero todo lo que logró ver fue el pelo (teñido de un color amarillo pollo nada favorecedor y sí demasiado estridente) de un estudiante que estaba de pie cuatro o cinco puestos por delante de él. Resignado a su destino de ser una persona de altura media-baja en medio de una cola llena de estudiantes altos, se giró hacia Chanyeol, que parecía estar conteniendo las ganas de echarse a reír ante sus (vanos) esfuerzos.

-Ojalá que en tu próxima vida midas menos de metro y medio -murmuró, pero su tono fue perfectamente informal, y tanto Chanyeol como Jongdae se rieron.

Aunque te perdonaré si me dices que estabas bromeando con lo de la pizza.

Chanyeol infló las mejillas.

-Ojalá, pero no. Es el día de la pizza.

Los tres intercambiaron miradas resignadas. Alguien dentro del personal de cocina del instituto había decidido que, y ya que a todos los jóvenes les gustaba la pizza por principio, lo mejor que podía ocurrírseles para hacer que los alumnos dejaran de quejarse por el menú era celebrar uno de aquellos días de la pizza de vez en cuando. Al principio, a todo el mundo le había parecido muy

buena idea. Luego, habían descubierto que, pasara lo que pasase, los cocineros de la escuela parecían incapaces de cocinar algo que tuviera buen sabor, y se habían encontrado con auténticos ladrillos de masa dura como una piedra, tomate seco y jamón apergaminado en sus platos.

Y aquello era peor que la sopa color verde pantano, o que el arroz acuoso. Porque, además de horriblemente mala, la pizza de la escuela estaba dura, hasta el punto de que no había nadie que pudiera masticarla. Ni siquiera Chanyeol era capaz de acabársela, y eso que Baekhyun había descubierto durante la última semana que Chanyeol era capaz de comerse casi cualquier cosa.

-Voy a volver a casa con hambre -murmuró, rezando para que su madre hubiera decidido dejarle una cena abundante en la nevera antes de marcharse a trabajar. Ni siquiera sé para qué voy a pagar para comprarme eso.

-Bueno, yo pensaba guardarla para lanzársela a la cabeza a Kai si sigue ignorándome veinticuatro horas al día ahora que tiene novio -replicó

Chanyeol con una sonrisa divertida. A Jongdae pareció encantarle la idea, porque literalmente empezaron a brillarle los ojos.

-Más letal que cualquier pedrada; me gusta tu forma de pensar -lo animó-. Me pregunto si retirarían la pizza del menú si descubriesen que puede utilizarse como arma arrojadiza de destrucción masiva. ¿Tú qué opinas, Baek?

-Que a Kyungsoo lo haríamos sufrir más si le obligáramos a comérsela que si se la tirásemos a la cara.

-Es un buen punto.

La conversación continuó, pero, tras un par de comentarios más, Baekhyun se quedó callado. Podía bromear todo lo que quisiera sobre el tema pero, si bien era cierto que se alegraba por su amigo, el tener que compartir el tiempo de Kyungsoo con su novio le estaba resultando más duro de lo que había previsto en un principio. Si era sincero consigo mismo, era cierto que todavía pasaba muchas horas al día con su mejor amigo - se sentaban juntos en clase, comían en la misma mesa, hablaban del festival escolar - pero, de un día para otro, Kyungsoo había pasado a salir de clase en los descansos para encontrarse con Kai, quedaba con él cuando acababa el instituto e, incluso cuando estaban todos juntos, los ignoraba a favor de hablar con él de cosas que nadie más que ellos podía entender.

Eran la pareja perfecta, sí, y Baekhyun sabía que era ley de vida y que él también había dedicado menos tiempo a sus amigos cada vez que había estrenado novio nuevo, pero, por una vez, era Kyungsoo el que salía con alguien y no él, y aunque no podía - ni quería, por supuesto – quejarse por ello, no podía evitar sentirse un poquito... solo.

Tal vez porque siempre había tenido a su mejor amigo para él, y ahora estaba obligado a compartirlo. Tal vez porque, desde que había salido con su primer novio a los catorce años, había tenido sus buenas dosis de recreos pasados en el cuarto de las escobas, besos robados en el portal de su casa y manos por debajo de la ropa, pero jamás nadie lo había mirado como aquellos dos se miraban el uno al otro cuando creían que el otro en cuestión no los veía. O tal vez se tratara de su siguiente audición, que se acercaba más y más cuando Baekhyun no tenía ni idea sobre qué poder hacer para no suspenderla como las otras. Porque, quizás, fuera cierto que el chico necesitara hablar con alguien, pero no quería bajar a Kyungsoo de su nube de felicidad solamente para agobiarlo con sus problemas. Llevaba cansándolo con ellos toda su vida, y tampoco creía que compartir lo que lo preocupaba fuera a servir de mucho en aquella ocasión, por mucho que se sintiese como si necesitara decírselo a alguien.

Así que se estaba agobiando, sí, sólo un poquito. Y conforme los días y las horas pasaban, se sentía cada vez más perdido.

Aquel día, ni siquiera la textura casi pétrea de la pizza que les sirvieron - y las muecas de Chanyeol y Jongdae al tratar de comérsela - o la clase no demasiado aburrida de literatura por la tarde lograron que Baekhyun dejase de pensar, o que atendiera a lo que se decía, en cualquier caso. Se suponía que cantar era su sueño y superar aquellas audiciones, su objetivo. ¿Por qué no podía hacerlo? ¿Por qué fallaba siempre? Si fuese su destino, tendría que haber sido fácil. Si aquel fuera su futuro, habría sabido qué hacer.

Estaba dudando, y no le gustaba dudar. No de aquello. Porque hasta hace poco tiempo, no había dudado nunca.

Cantar era lo que había querido hacer. Ahora, cantar era difícil.

-Baek, ¿estás bien?

Ante el sonido de aquella voz, el chico alzó los ojos. Todo lo que vio a su alrededor fueron árboles, el cielo nublado sobre su cabeza y a Chanyeol mirándolo desde la media cabeza que le sacaba.

Era curioso, porque Baekhyun nunca había pensado que pasaría, pero, desde aquel primer día en el que se lo había encontrado en la calle, se había convertido en una costumbre para los dos ir y venir juntos a clase. Había empezado prácticamente como una casualidad, en la que uno de ellos siempre se encontraba (sin querer pero queriendo, en el caso de Baekhyun) con el otro por la mañana, y decidían por unanimidad ir juntos hasta el instituto. Ahora, tenían una especie de acuerdo tácito en el que siempre se encontraban en la misma esquina, a la misma hora. Y, teniendo en cuenta que Kai y Chanyeol ya comían con ellos todos los días, y que Chanyeol y Baekhyun estaban en la misma clase, el volver juntos a casa a aquellas alturas parecía, sencillamente, el siguiente paso en la progresión lógica de las cosas.

Si alguien le hubiera dicho a Baekhyun hace un mes que se encontraría un día en medio del parque que siempre cruzaba, volviendo a casa con nada más y nada menos que Park Chanyeol, no habría sabido si reírse o enfadarse. Ahora, sin embargo, era algo habitual. Chanyeol solía ir por ahí con Kai; él, con Kyungsoo. Sus dos mejores amigos habían empezado a salir juntos, y ellos se habían quedado descolgados y un tanto solos. Cualquiera consideraría normal que fuese lógico que Chanyeol y él hubiesen empezado a hablar más.

O, más bien, a hablar mucho.

Porque, si se le daba cuerda, Baekhyun hablaba demasiado. Y Chanyeol podía ser un desastre que se reía muy alto, sonreía como si el mundo fuese perfecto y gesticulaba como si estuviera borracho, pero al chico le daba la impresión de que nunca lo juzgaba, dijera lo que dijese él. Y era agradable, que simplemente lo escucharan a uno, como si lo que tuviera que decir fuera interesante.

-¿Baek? -Chanyeol repitió su nombre, y el chico parpadeó.

-Ah, ah, sí, perdona -el chico sacudió la cabeza y le dedicó a su vecino una sonrisa de disculpa que le salió sola-. ¿Qué estabas diciendo?

-¿Estás bien?

Baekhyun no supo qué decir, así que asintió y sonrió mucho. En aquella época del año, el parque estaba precioso. En momentos como aquel, casi podía creerse que había vuelto por aquel camino durante años enteros sólo porque lo relajaba, y no para evitar encontrarse con Chanyeol de vuelta a casa. Era lo que le había contado a él, cuando su vecino le había preguntado sobre el tema. De todas formas, aquel camino le gustaba, y Chanyeol le había sonreído y se había tragado su mentira de un modo absurdamente sencillo.

-¿Bien? ¿Yo? -repitió, haciéndose el sorprendido-. Claro que estoy bien.

¿Por qué no iba a estarlo?

-Llevas todo el día... No sé, ¿ausente? Creo que ni siquiera escuchas cuando te hablo.

-¿Y se supone que eso es algo raro? Nunca te escucho, ¿no? -Baekhyun intentó bromear, pero el modo en el que Chanyeol lo estaba mirando, con los ojos entrecerrados y los labios levemente fruncidos, lo hizo tartamudear-. Es... Te digo que estoy bien -mintió-. Puede que sea el stress. Por los exámenes.

-¿Sí? -Chanyeol tenía en la cara un gesto de preocupación casi infantil y, al verlo así, Baekhyun se sintió ligeramente culpable por haber estado atajando por un parque para evitarlo. Había hecho todo lo posible para esconder que tenía algo en la cabeza y, aún así, su vecino se había dado cuenta a la primera.

Era curioso, porque él siempre había pensado que Chanyeol era idiota hasta el punto de no enterarse de nada.

-¡Claro que sí! -volvió a mentir-. Es nuestro último, después de todo. ¿Qué ocurre, que los genios no se ponen nerviosos cuando tienen exámenes? ¿No te asusta perder el número uno en el ranking escolar? Imagina qué tragedia. Park Chanyeol, número dos del instituto.

Durante un instante, Chanyeol lo miró, con aquellos ojos que ponía de vez en cuando, muy grandes y muy solemnes, como si supiera que Baekhyun no era sincero del todo, y el chico se sintió raro. Después, le sonrió con tantas ganas

que un ojo se le había cerrado más que otro, y el chico se sintió sonreír con él porque, dios mío, menuda cara de idiota. Era casi adorable. Casi.

-No voy a perder el número uno en el ranking -declaró en voz muy alta, alzando el puño en el aire y saltando como si quisiera asustar a todas las palomas del parque-. Soy bueno.

-¡Yah! ¿Y todo ese ego?

-No es ego. Sólo confío en mi mismo. Nací con mucha confianza; confianza desbordante -Chanyeol volvió a sonreír. Sonaba tan ridículamente alegre que Baekhyun no supo si hablaba en broma o simplemente estaba muy contento-. Aunque, si digo la verdad, la beca de Estados Unidos sí que me asusta un poco más. Sólo se da una plaza a nivel nacional. Eso es poco. Muy poco, y estamos hablando de todo el país.

-Justo cuando acababas de decirme que habías nacido con una confianza desbordante. Yeol, no me decepciones.

-Nunca. Ya verás; te escribiré desde San Francisco el año que viene.

-Así me gusta.

Los dos continuaron caminando en silencio un rato más - Chanyeol con las manos en los bolsillos de la chaqueta del uniforme y la mirada perdida en el cielo; Baekhyun intentando no quedarse atrás porque sus piernas, maldita sea, eran más cortas - a través de los cuidados caminos de grava. Todo era agradable: el tiempo, el olor de los árboles, el paisaje, e incluso la presencia de Chanyeol, distraído, a su lado, pero, repentinamente, Baekhyun se sentía un tanto consternado. Se preguntó cómo sería San Francisco, y si Chanyeol le escribiría de verdad cuando estuviera allí.

Casi como si una fuerza superior tirara de él, no pudo evitar mirarlo, y se lo encontró pensativo.

-Eh, Baek -le dijo al ver que el otro chico lo miraba-, tengo una idea.

-¿Una idea? ¿Tú? Socorro.

Chanyeol se rió.

-¿Sabes? Tú estás nervioso por los exámenes, y a mí se me está viniendo encima la beca. Tal vez deberíamos hacer algo para relajarnos -propuso-. Salir por ahí o algo así.

Baekhyun se sintió aturdido por un momento, como si su cerebro no hubiera acabado de procesar bien la información.

-¿Quiénes? -masculló-. ¿Tú y yo? Es decir... No creo que...

-¿Eh? No, tú y yo solos no -explicó Chanyeol de modo inmediato, como si la sugerencia le hiciera mucha gracia-. Con Kai, Kyungsoo, Luhan, Jongdae... Todos los otros. ¿Qué te parece?

Oh, pensó Baekhyun. Oh. Y se sintió muy idiota, tanto que trató de disimularlo golpeando con la puntera del zapato parte de la gravilla del camino, lanzándola por los aires y manchándose el pie de polvillo blanco.

-¿Desde cuándo nos hemos convertido todos en un grupito de amigos común? murmuró.

-Desde que Kai y Kyungsoo han establecido una alianza por matrimonio replicó Chanyeol-. Antes éramos reinos separados. Ahora somos uno.

Baekhyun se detuvo en seco pero, muy a su pesar, se río. Un hombre que paseaba un perro estuvo a punto de chocarse contra su espalda, pero lo esquivó en el último momento, lanzándole una mirada furibunda que el chico ignoró por completo. Todo lo que había delante de él eran Chanyeol y sus chistes horribles.

-Me parece un argumento con el suficiente peso -dijo, llevándose una mano al pecho y tratando de parecer muy serio-. Lo aceptaré si me cedes el asiento con ventana en el autobús de vuelta a casa.

Chanyeol adoraba el asiento con ventana, pero no dudó en asentir.

-Hecho.

Y Baekhyun sintió que su preocupación por la audición se desvanecía un poco, aunque sólo fuera por aquella tarde.

-

A Baekhyun no le extrañó en absoluto que, al día siguiente, Jongdae lo interceptara de camino a clase de ciencias para proponerle un plan en grupo en su casa para el viernes por la noche.

-Adivina lo que tengo: la casa vacía y una Wii -le dijo-. Dime que no te tienta.

De lo que estuvo tentado Baekhyun fue de rechazar su plan amablemente Jongdae y una Wii juntos no solían ser muy buena idea - pero, finalmente, puso los brazos en jarras y suspiró.

-¿Ha sido idea de Chanyeol?

-Ha sido una idea conjunta -Jongdae lo señaló con un dedo-. Yo me aburro mucho últimamente, y Yeol dice que tú estás tenso, o más de lo normal, en todo caso. Ha dicho que te relajarás si te diviertes, pero pensaba que si te informaba él del plan directamente, te negarías a ir. Así que aquí estoy yo para hacerlo en su lugar.

-¿Y no crees que rechazaré el plan igual si me cuentas que es él quien te manda? -replicó Baekhyun.

Jongdae se encogió de hombros con una sonrisita divertida en los labios.

-No es mi problema, Baek. Kai, Kyungsoo y Luhan ya han confirmado que van a venir. No me voy a quedar sin fiesta porque tú no estés. Yo te invito con todo mi cariño y te aviso de que Yeol va a estar. Tú haz lo que quieras.

Y aquel era Kim Jongdae, maestro en el arte de decir verdades terribles a la cara con un tono perfectamente amigable y una sonrisa encantadora en los labios. Y no es que Baekhyun creyera que era el alma imprescindible de todas las fiestas, pero tampoco le hacía gracia saber que sus amigos podrían pasárselo igual de bien sin él si no acudía a su reunión del viernes. -Vuelvo a casa desde el instituto con Chanyeol todos los días -protestó, levemente ofendido-. Puedo tolerarlo en la misma habitación que yo durante una fiesta.

-Ah, ¡cómo le brillarían los ojos si te escuchase decir eso! -exclamó Jongdae-. Pobre chico, es como un perrito. A veces me dan ganas de darle un hueso a la hora de comer.

Baekhyun se llevó una mano a la frente, sin saber muy bien qué había hecho para merecer un amigo así.

-De lo que me dan ganas a mí es de recomendarte un buen psiquiatra -respondió. Pero de acuerdo, sí, iré a tu casa el viernes.

Con un aspecto enormemente satisfecho consigo mismo, Jongdae se recolocó la pila de apuntes que llevaba en las manos para que no se le cayeran y giró airosamente sobre sus talones. Baekhyun se preguntó qué clase tendría ahora y cómo se las apañaría para aprobarla, teniendo en cuenta que, siendo como era el hombre con mejor suerte del planeta, su amigo nunca jamás estudiaba nada.

-

El viernes no tardó mucho en llegar y Baekhyun se encontró aporreando el timbre de Jongdae tan pronto como cayó la noche. Todos los demás ya estaban allí - él se había entretenido terminando unos recados que le había encargado su madre con mucha insistencia - y, para cuando subió al apartamento en cuestión, Kyungsoo estaba terminando de convertir las sobras de la nevera de Jongdae en una cena decente, Kai lo estaba ayudando y los demás estaban tirados sobre el sofá del salón, echando una partida al Mario Kart y comiendo patatas fritas.

-¡Baek! -exclamó Jongdae con alegría-. ¡Llegas justo a tiempo! Nos falta un jugador, y te hemos reservado a la Princesa Peach.

Baekhyun hizo una mueca mientras se sacaba el móvil del bolsillo del pantalón. Todos los demás, tal y como pudo ver, llevaban jerséis o sudaderas de manga larga, una opción más que razonable teniendo en cuenta el tiempo que hacía en la calle. Por lo que parecía, él era el único idiota que había salido pronto aquella tarde, en camiseta, y se había olvidado de coger algo de abrigo para después.

-Creo que te has dado un golpe en la cabeza si piensas que voy a jugar con la Princesa Peach -replicó, acercándose al sofá-. ¿Quién va ganando?

Como era de esperar teniendo en cuenta cómo se había desenvuelto en el arcade hacía dos semanas, Chanyeol levantó la mano desde su esquina.

-¿Jongdae va segundo? -preguntó Baekhyun. Cuando Chanyeol asintió con la cabeza, absolutamente concentrado en el juego, el chico se dejó caer a su lado y le puso una mano en el hombro-. Machácalo, Yeol. Hazlo por mí.

Chanyeol dio un respingo y su personaje se salió fuera de la pista y cayó de cabeza al agua. Aún así, y a pesar de las risas de todos, se las apañó para ganar en el último minuto.

Jongdae acababa de convencer a Baekhyun

para que se uniera a ellos en la siguiente partida - "no tienes por qué ser Peach, Baek; siempre te quedará Bowser" - cuando Kai apareció en el salón con un mantel de cuadros echado sobre el hombro.

-Dice Kyungsoo que ya está la cena -informó, antes de que su novio en persona apareciera en el umbral con un puchero de algo que, pese a tener un aspecto bastante indefinido, olía extraordinariamente bien.

-¿Qué es eso? -preguntó Baekhyun arqueando una ceja.

Kyungsoo esperó a que Kai hubiera colocado el mantel sobre la mesita de café para dejar el puchero en el centro y girarse, después, a apagar la televisión. Jongdae, que todavía tenía el mando de la Wii en la mano, lanzó un quejido ahogado, pero Kyungsoo lo ignoró completamente y se giró para mirar a Baekhyun.

-Son todas las sobras que he podido encontrar, metidas dentro de una cazuela y con salsa.

-No suena nada apetecible.

-Está bueno.

Todavía sentado a su lado, Chanyeol alargó un brazo para coger uno de los packs de palillos sobre la mesa y, tras desempaquetarlos, los hundió en el puchero para pescar un trozo de carne.

-Está bueno -confirmó.

Baekhyun puso los ojos en blanco, pero lo imitó, y en apenas unos segundos, todos estaban comiendo como si les fuera la vida en ello. Durante unos instantes, todo fue sonido de platos y murmullos de gracias al cocinero por la comida. Jongdae, sin embargo, fue el primero en aburrirse y levantar la cabeza, dirigiéndoles una mirada burlona a Kai y Kyungsoo, que estaban sentados muy juntos en medio del sofá.

-¿Y bien? -preguntó-. ¿Cómo os va la vida de casados?

Kyungsoo, que acababa de terminar su segunda ración de comida-indefinidapero-buena, se detuvo a mitad de camino de llenar su plato otra vez.

-No estamos casados -protestó en un tonó tan cómicamente ofendido que incluso Luhan se rió-. Solamente llevamos saliendo dos semanas. Menos, incluso, si cuentas los días.

-Y, aún así, ya te las has apañado para que el Rey de nuestro instituto esté encantado de servirte de ayudante de cocina. Felicidades, 'Soo. Tendrías que haber visto qué servicialmente ha venido a poner el mantel, como si llevase haciéndolo toda la vida.

Kyungsoo se ruborizó al mismo tiempo que Kai, sin moverse del sitio, le dedicaba a Jongdae una de aquellas miradas suyas, entre somnolientas, impertinentes e indiferentes que le habían valido el título de alumno más atractivo del instituto.

-¿Hay alguna razón por la que haya que hablar de nosotros? -quiso saber.

A Jongdae su miradita no pudo importarle menos, porque siguió comiendo tan tranquilo.

-Sois los únicos en esta habitación con una vida amorosa interesante -contestó, encogiéndose de hombros-. Lo otro único que cabe destacar es que Byun Baekhyun, ahí donde lo veis, lleva un mes entero sin novio.

Esta vez, todas las miradas se dirigieron hacia el chico, que aferró sus palillos con fuerza y decidió que la lámpara sobre sus cabezas era sumamente interesante.

-No veo por qué eso es información destacable -acabó diciendo al bajar los ojos y ver que Jongdae seguía sonriendo y Chanyeol lo miraba como si esperara que dijese algo-. No he encontrado a nadie que me guste, eso es todo. No es necesario tener novio siempre.

-Baekhyun, tú nunca has aguantado sin novio más de tres semanas seguidas intervino Kyungsoo. Cuando Baekhyun le lanzó una mirada resentida por estarlo traicionando (porque estaba claro que el único objetivo de su amigo al hablar de aquello era que Jongdae dejase de hablar de Kai y de él), todo lo que hizo fue parpadear con aquellos ojos enormes suyos, como si jamás hubiera roto un plato-. Tú prácticamente necesitas que te canten serenatas y te compren cosas para sentirte satisfecho contigo mismo.

-No es para tanto, y no últimamente -Baekhyun torció el gesto. Era cierto que, desde el último fiasco hacía casi un mes, no se había sentido con ganas de empezar una relación, ni había echado de menos el no tenerla. En realidad, ni siquiera se había acordado de todo lo que solía gustarle que lo sacaran a cenar, lo invitaran a todo lo invitable y le dijeran lo guapo que era. Probablemente fuera debido a la presión que llevaba encima, a aquella lista continua de fracasos. De lo último que tenía ganas era de encontrarse las manos de alguien que no le importaba en absoluto encima de su piel en la oscuridad de un portal, y eso era para todo lo que le habían valido los novios a él-. Tal vez esté madurando, ¿no creéis?

Jongdae se rió.

-¿Madurando, tú? No.

Tanto el propio Jongdae como Kyungsoo parecían dispuestos a comenzar una enumeración de por qué no podía considerársele una persona madura, así que Baekhyun decidió poner en práctica la misma táctica que su mejor amigo había

utilizado antes con él y enfocar la conversación en otra persona. Una que, desde que habían comenzado a hablar de relaciones amorosas, se había mantenido convenientemente callada, masticando la comida en su plato y sentadito en su rincón.

-¿Sabéis que Oh Sehun ha vuelto a declararse a nuestro Luhan esta mañana? soltó de golpe, ganándose una exclamación de felicidad por parte de Jongdae y una mirada asesina por parte del propio Luhan-. Lo rechazó de nuevo, por cierto.

-Pobre chico. Cómo lo intenta. Alguien debería darle una estrellita dorada por la perseverancia.

-Vive cerca de mi casa -comentó Chanyeol, que se había mantenido en cuidadoso silencio hasta entonces, como si le diera miedo que le preguntaran por su inexistente vida amorosa en cuanto abriera la boca-. Solía huir de mí en el autobús al principio, pero ahora me saluda todas las mañanas. ¿Por qué no te gusta?

Luhan se lo quedó mirando con la boca abierta, como si no pudiera creer que todos se hubiesen aliado contra él.

-No es que no me guste, es que no quiero salir con nadie -protestó en voz tenue. Y va a primero. Es decir, por lo que sé, aún juega a Pokemon. No puedo...

Chanyeol le dedicó una sonrisa muy luminosa y tan altamente estúpida que Baekhyun estuvo seguro de que lo estaba haciendo a propósito.

-Yo juego a Pokemon -declaró solemnemente, y Baekhyun se rió y asintió con la cabeza.

-Nunca pensé que admitiría esto delante de vosotros, pero yo también.

-Lo cual quiere decir que estáis fuera de la lista de novios perfectos de Luhan. Qué lastima -intervino Jongdae, levantándose de un salto del sofá-. ¿No queréis jugar un rato a la Wii para consolaros? Todos sabéis que es el momento estrella de la noche.

Nadie tuvo tiempo de aceptar o rechazar la propuesta, porque, tan pronto como hubo terminado de hablar, Jongdae salió disparado del comedor, sólo para regresar minutos después cargando con una caja de plástico blanco repleta hasta arriba de juegos. Apartándose por primera vez en toda la tarde del lado de Kyungsoo, Kai cruzó la habitación para arrodillarse junto a ella, observando el contenido con interés.

-¿A qué vamos a jugar? -preguntó. Jongdae, que, a juzgar por su expresión, estaba esperando la pregunta, dio una palmada y sacó un juego de la caja, que sostuvo con tanto cuidado como si fuera un recién nacido.

-Por supuesto, al Just Dance -exclamó-. ¡Ah, no sabéis cuánto tiempo he estado esperando el momento de hundiros a todos en la miseria con mis fantásticos pasos de baile! Llevo ensayando desde que me lo compré, y ha llegado la hora de que mordáis el polvo.

Aún arrodillado a su lado, Kai sonrió, tan seguro de su propia victoria que parecía irradiar luz propia. Chanyeol, todavía sentado al lado de Baekhyun, puso la misma cara que si le hubiesen dicho que tenía que saltar a través de una ventana en llamas, y el chico lo recordó intentando bailar End of Century en la máquina de DDR del arcade y fallando miserablemente y sonrió para sí.

-¡Me encanta este juego! -confesó él, y se levantó para coger uno de los mandos con los que sus amigos habían estado jugando antes de cenar.

Jongdae, que acababa de introducir el juego en la consola, se apresuró a aferrar otro.

-Me alegro, Byun Baek, porque voy a machacarte. ¡Es tú contra mí, uno contra uno!

La música y los gritos de ánimo de sus amigos no tardaron en llenar el pequeño salón. Cuando la canción acabó, Baekhyun había conseguido una puntuación de cuatro estrellas. Jongdae, a pesar de todos sus ensayos, se había quedado en una.

-¡Eh! No es justo -protestó Jongdae-, ha sido la suerte del principiante. ¡Ya verás, ya verás a la próxima!

Y así fue como se desató el caos.

-

Durante las siguientes horas, Jongdae perdió muchas veces. Perdió desastrosamente contra Kai - era de esperar -, contra Kyungsoo, contra Luhan y contra Baekhyun, a quien pidió la revancha en cinco ocasiones. Increíblemente, perdió también contra Chanyeol, que sacudía el mando como si le fuera la vida en ello y, aún así, se las apañaba no hacer ni un solo paso bien.

Baekhyun, que había acabado caído en el suelo de la risa en el momento en el que Jongdae y Chanyeol habían comenzado su cuarto duelo, había logrado quedar tercero en el ranking de sus amigos, cosa que no estaba nada mal teniendo en cuenta que Kai estaba allí. Por eso, cuando Jongdae se cansó de ser constantemente humillado y decidió que era hora de guardar el Just Dance y sacar el Singstar de su caja, gritó y aplaudió junto a los otros.

-¡Es mi turno de lucirme! -exclamó Jongdae, agarrando uno de los micrófonos.

-Veremos -replicó él- ¡Ya verás cómo vas a volver a perder!

La partida comenzó, y se extendió hasta más allá de medianoche. Kyungsoo, como era de esperar, era alarmantemente bueno, y el hecho de que estuviera empeñado en cantar a dúo con Kai, que, después de tantas horas de gritos, desafinaba bastante, hizo que todos acabaran tirados en los sofás, riéndose hasta que les dolió el estómago. Luhan, para no estar en clase de coro, se las apañaba bastante decentemente, y Chanyeol se defendía para no perder, generalmente, por demasiados puntos.

Baekhyun, como ya había esperado, perdió contra Kyungsoo. Cuando Jongdae lo retó, fue bastante más reacio a coger el micrófono que como había estado al empezar a jugar pero, ante la insistencia de todos sus amigos, acabó haciéndolo y cantando. Al final de la partida, la puntuación de Jongdae parpadeaba bajo el rótulo de ganador y la suya quedaba etiquetada junto al segundo puesto en un color amarillo apagado.

-¡Ja! Esto es la revancha -exclamó Jongdae, brincando por la habitación-. Parece que esto es lo único que siempre puedo hacer mejor que tú, Baek. Se siente.

Baekhyun asintió y se sentó sin responder, tendiéndole el micro a Luhan, y la partida continuó, ruidosa y llena de risas e insultos murmurados en tono de broma. Todo habría sido perfecto y divertido de no ser porque Baekhyun ya no tenía ganas de jugar a nada.

Estaba claro que podía defenderse bastante bien si se trataba de estúpidos juegos de baile pero, a la hora de la verdad, y cuando se trataba de cantar, perdía siempre.

"Es solamente un videojuego" quiso pensar, "no significa nada"

Pero, aún así, los gritos y las risas de la habitación se habían convertido en un sonido demasiado fuerte, y Baekhyun se encontró levantándose, casi por impulso, y saliendo a escondidas del salón en un momento en el que todos estaban distraídos porque Chanyeol había retado a Kai a un duelo musical. Nadie lo llamó, nadie lo oyó marcharse. Ahora, sólo necesitaba un lugar donde poder disfrutar de un poco de calma hasta que lo encontraran y todo estaría bien.

La casa de Jongdae no era muy grande, y Baekhyun había estado allí muchas veces antes. Había un baño pequeño en mitad del pasillo, y tres dormitorios al fondo. La cocina estaba enfrente de la puerta de entrada, forrada de azulejos blancos y con los fogones inmaculados - muy posiblemente gracias a que Kyungsoo tenía la costumbre de limpiar después de cocinar, y no a que Jongdae fuera especialmente cuidadoso con el mobiliario de su casa. Tratando de orientarse a oscuras, Baekhyun traspasó el umbral y cruzó el cuarto de parte a parte, lanzando un vistazo a una única cazuela sucia en el fregadero antes de alcanzar la puerta de la terraza al otro lado de la habitación. Cuando la abrió, una ráfaga de aire frío lo golpeó en la cara, y el chico fue vagamente consciente de que seguía estando vestido solamente con una camiseta, pero lo último que quería ahora era tener que volver al interior de la casa, así que ignoró el castañeteo de sus dientes y salió fuera.

La pequeña terraza de la cocina de Jongdae había sido su refugio otras veces. La habitación estaba orientada hacia la calle, y su amigo vivía en un piso lo suficientemente alto, así que desde allí se veían las luces tenues del barrio residencial donde vivía, muy cerca; los neones de las zonas más bulliciosas de la ciudad más allá y, sobre su cabeza, las estrellas. Era agradable, porque desde la ventana de Baekhyun, de noche, solamente se veía un cielo muy negro, y la luna entre las nubes. Poder distinguir las estrellas más allá siempre lo había ayudado a calmarse, y por eso le gustaba aquel lugar.

Se quedó allí durante minutos enteros, observando el cielo, temblando levemente a causa del frío de medianoche y con la mente en blanco. Aun a pesar de estar fuera, las voces de sus amigos se escuchaban en algún punto a su derecha, en un murmullo alborotado y sordo que se escapaba a través de la ventana entreabierta del salón. Baekhyun cerró los ojos, se recostó sobre el pasamanos y trató de concentrarse en aquel sonido, que, a aquella hora, era la única constante sobre el silencio.

Cuando la puerta corredera del balcón se abrió, unos momentos después, el ruido que hizo al rodar sobre los goznes le pareció tan discordante que lo hizo soltar una exclamación sorprendida.

-¿Qué...? -comenzó a decir, girándose.

-¿Baek?

Baekhyun conocía aquella voz. Hacía un tiempo, habría fruncido el ceño y habría vuelto dentro, gruñéndole a su dueño - el señor Park Chanyeol en persona, nada más y nada menos - por aparecer allí de repente, tal y como tenía costumbre, y arruinar el único momento de paz espiritual completa que había tenido en días. Sin embargo, aquella noche no estaba de humor para nada, ni siquiera para enfadarse con él como hacía siempre.

Se preguntó si a Chanyeol también le gustarían las estrellas.

-¿Qué estás haciendo aquí?

-Ah, llevas más de un cuarto de hora desaparecido del salón, así que quería ver si estabas bien -Chanyeol permaneció en el umbral con medio cuerpo dentro de la cocina y medio fuera, y los dedos sobre el cristal de la puerta-. Jongdae ha dicho literalmente que "habrías ido al baño y te habría devorado el retrete", así

que quería comprobar que no, por si habías ido a parar a las alcantarillas y había que llamar a la policía.

-Creo que os está empezando a afectar demasiado el calor de la otra habitaciónrespondió Baekhyun, esbozando una sonrisa tenue que se convirtió en un suspiro al llegarle a los labios-. Estáis haciendo un ruido de mil demonios ahí dentro, así que he salido aquí. El retrete sigue en su sitio, gracias, y no ha cobrado vida ni devorado a nadie, que yo sepa.

-Me alegro -Chanyeol pareció dudar durante un momento pero, tras lanzar una mirada fugaz hacia la cocina a oscuras, se encogió de hombros y salió por completo al balcón, cerrando la puerta de cristal tras de sí. La terraza era pequeña, apenas lo suficientemente grande como para que los dos pudieran estar de pie frente al pasamanos sin llegar a rozarse entre sí, y Chanyeol lo miró de arriba abajo, frunciendo el ceño-. Hace frío, ¿no?

¿No sería mejor que volvieses dentro?

Baekhyun sintió una punzada de su irritación habitual para con Chanyeol burbujearle en la boca del estómago.

-¿Y a ti qué más te da? -gruñó-. Que tenga frío o no es mi problema, no el tuyo.

En cuanto hubo dejado que las palabras abandonaran sus labios, se arrepintió de haberlas pronunciado. Chanyeol, a su lado, estaba poniendo esa cara, en la que parecía una especie de perrito al que su dueño hubiera lanzado a la cuneta de una patada. Chanyeol, que había sido el único de todos los idiotas del salón que había ido a buscarlo y que debía de tener el rostro más expresivo de toda la historia de la expresividad facial. -Estás temblando -le dijo, como si así explicara algo, y Baekhyun se mordió el labio, porque, después de todo, lo que Chanyeol decía era cierto.

-Estoy bien -mintió-. Volveré al salón en un rato, no te preocupes.

-Uhm... Te importa si... ¿Me puedo quedar contigo?

Baekhyun abrió la boca para decirle que se marchara. Luego se dio cuenta de que no, no le importaba, y se encogió de hombros.

-¿Tan mal cantan? -murmuró, y Chanyeol se rió entre dientes.

-No te haces idea.

-Llevan años siendo amigos míos; no sabes hasta qué punto me hago idea. A veces son los amigos más indignos del mundo.

Chanyeol volvió a reírse y, durante los siguientes segundos, minutos, incluso, los dos permanecieron quietos, sin decir nada, con el rostro vuelto hacia las luces de la ciudad, más allá del edificio, y los brazos apoyados sobre el pasamanos de metal.

Baekhyun había cerrado los ojos cuando Chanyeol habló, en una voz tan inusualmente suave y tan grave que hizo que un temblor le recorriera la columna vertebral de arriba abajo.

-Te lo dije el otro día. Llevas... apagado una semana. Y por mucho que digas, no es por los exámenes, ¿verdad?

El chico se sintió contener la respiración, y, sorprendido, alzó la cabeza para mirar a Chanyeol, que tenía la vista clavada en las luces al otro lado de la calle y una sonrisa tenue en los labios.

-¿Cómo?

-Es obvio, Baekhyun, aunque intentes que no se note. Se te da muy mal mentir.

Baekhyun se mordió el labio, suspirando. Se preguntaba hasta qué punto su modo de actuar había sido obvio y, si todo había estado tan claro para Chanyeol, por qué nadie más había parecido darse cuenta.

-Te estás imaginando cosas -musitó-. Ni siquiera me conoces tanto.

Si a Chanyeol le molestó la afirmación, no lo dejó traslucir. En lugar de eso, se separó del pasamanos y lo miró señalándolo con un dedo, los ojos muy brillantes y una sonrisa enorme en la cara. Por un momento, Baekhyun se sintió tentado a creer que se había vuelto loco del todo, pero cuando el otro chico habló, lo hizo en el tono ilusionado del que ha tenido una idea estupenda.

-¿Sabes lo que necesitas? -preguntó, sin dejarle siquiera tiempo a responder-. Contarle tus problemas a alguien a quien no puedas soportar.

-¿Eh?

-Si te preocupa lo que tus amigos vayan a pensar de ti si les cuentas lo que quiera que te pase, lo que deberías hacer es hablar con alguien cuya opinión no te importe,

¿no? Así te dará igual lo que te diga. Parece lógico.

Baekhyun sintió el impulso de decir que el plan maestro de Chanyeol era cualquier cosa menos lógico, pero tuvo que mostrarse de acuerdo en que no quería que Kyungsoo y Jongdae se enterasen de por qué estaba preocupado, que se sintieran culpables por ser mejores que él cuando aquello no era justo.

-¿Se supone que eso es alguna especie de excusa para que te cuente mis problemas a ti? -protestó, sin embargo.

Chanyeol se llevó una mano al pecho en actitud teatral.

-Me has pillado -bromeó-, pero es cierto que probablemente yo sea la persona de por aquí a la que más odias, así que puede que te sirva.

Odio. Una palabra que Baekhyun había utilizado mil veces, cuando había creído que no podría conservar la cordura si se quedaba más de cinco minutos seguidos en la misma habitación con Chanyeol. Ahora, a solas con él en aquel balcón, tan cerca que podría rozarlo con los dedos si alargaba la mano, el término le pareció una chiquillada, y le hizo sentir una punzada de culpa, y de algo más, tal vez, más adentro.

-Ah, oye, Chanyeol, escucha -comenzó a decir, sin saber muy bien cómo iba a hacerlo sin parecer rematadamente estúpido-. Es... Yo no te... Sólo para clarificar, yo no te odio. No como odio, odio, supongo. No así. Es distinto, yo...

Su interlocutor formó con los labios una "o" perfecta, y Baekhyun tuvo la desagradable impresión de que iba a empezar a reírse de un momento a otro, lo cual sólo sirvió para que las palabras se le trabaran más.

-¿Es distinto? -repitió Chanyeol-. Ah, ¿es que tienes un tipo propio de odio que sólo utilizas para mí? Odio de Byun Baekhyun: Edición Limitada para Coleccionistas.

Todo lo que pudo hacer el chico fue mirarlo con los ojos como platos.

-¿Qué? ¡No! -cuando Chanyeol soltó una carcajada, Baekhyun se dio cuenta de que su queridísimo vecino se había estado riendo de él, y se sintió ruborizarse. ¡No seas idiota! ¡No es eso lo que quería decir!

Chanyeol sacudió la cabeza, tratando visiblemente de no echarse a reír otra vez.

-De acuerdo, de acuerdo. Así que no me odias.

-Es... No.

-Y eso se traduce en que...

-No sé -Baekhyun volvió a trabarse-. Eres un dolor de cabeza a veces, pero supongo que... te... te tolero, o algo así.

La sonrisa traviesa de Chanyeol se convirtió en una línea tenue en sus labios cuando se giró de nuevo hacia la calle.

-Qué amable por tu parte -susurró, en un tono divertido que no le alcanzó los ojos-. Aunque eso quiere decir que hemos hecho progreso, al menos. Tú y yo.

Una ráfaga de viento helado sacudió el balcón, y Baekhyun se sintió temblar de nuevo. Cuando trató de entrar en calor frotándose los brazos, descubrió que tenía carne de gallina en la piel, y se obligó a creer que era sólo por el frío. Acababa de decidir que había refrescado demasiado como para seguir a la intemperie con tan poca ropa cuando escuchó el susurro de tela y, al alzar la cabeza, un guiñapo de tela gris y suave le cayó en la cara.

-¿Qué...? - preguntó, quitándose lo que fuera aquello de delante y alejándolo un poco de sí para observarlo mejor-. ¿Tu sudadera, Chanyeol? ¿Por qué me das tu sudadera?

-Te lo he dicho antes: estás temblando -le explicó él, sonriéndole como si fuera obvio. Y lo habría sido, pensó Baekhyun, si no fuera por el hecho de que ahora que se había quitado la sudadera que llevaba puesta para dársela, Chanyeol estaba parado en medio de aquel balcón glacial en manga corta.

-¿Es que quieres morir de hipotermia o qué? -le espetó-. No voy a aceptar tu sudadera; te vas a congelar.

Chanyeol se rió, y su risa sonó tan auténtica que los dedos de Baekhyun se relajaron sobre el pasamanos.

-Nah. Si hay algo que debes saber de mí, ahora que ya no nos odiamos, es que soy como una estufa humana. Nunca tengo frío. Y cuando digo nunca quiero decir nunca, así que no te preocupes y póntela -cuando Baekhyun se la deslizó por la cabeza, sin embargo, esbozó una sonrisa de disculpa-. Aunque, claro, después de la tardecita que hemos pasado, probablemente apeste a sudor. Perdona.

-Da igual-la sudadera, en efecto, sí que olía a algo, a una mezcla de jabón, suavizante y algo más que era excesivamente agradable y casi intoxicante a

partes iguales. Baekhyun trató de ignorarlo y, en lugar de eso, le mostró a Chanyeol sus manos, que le habían quedado tapadas por completo con las mangas de la sudadera-. Esto me queda enorme-protestó.

-Eso es porque eres pequeñito.

-Y tú eres raro. Y muy alto.

-Si tú lo dices...

-Lo digo.

La conversación volvió a morir, pero el silencio que llegó fue amable. Chanyeol, que había vuelto a apoyar los antebrazos en la barandilla, tenía el rostro alzado hacia el cielo, y contemplaba las estrellas, y Baekhyun se encontró observándolo a él por el rabillo del ojo. La luz de la luna parecía blanquearle la piel, agrandarle los ojos en la semioscuridad, y el chico se preguntó qué demonios tendría la penumbra para hacer parecer a su vecino tan distinto del idiota con la corbata mal puesta que entraba saludando a gritos en clase todas las mañanas. Incluso sus dedos parecían distintos mientras tamborileaban sobre el pasamanos: más grandes y más largos que los suyos, pero cálidos. Baekhyun recordaba que Chanyeol le había puesto una mano sobre los labios una vez, cuando se habían topado con Kai y Kyungsoo en el centro comercial, y las yemas de sus dedos habían estado ligeramente ásperas contra su piel.

-Baek -la voz de Chanyeol lo sacó de sus pensamientos otra vez, y el chico lo miró alarmado, prácticamente esperando que el otro chico le hubiera leído la mente con algún superpoder extraño y fuera a reírse de él por estar pensando en sus malditas manos sin que viniera a cuento-. Yo tenía razón, ¿sabes?

-¿Eh? ¿Cómo? ¿En qué?

-Contigo. Cantas muy bien.

Al principio, Baekhyun no supo a qué demonios venía aquello, pero luego cayó en la cuenta. Sus estupendas actuaciones en el Singstar, en las que había tratado de versionar a Lady Gaga – prácticamente por orden de Jongdae, que había estado ensayando Paparazzi por alguna razón desconocida para el resto - y había fallado estrepitosamente. Durante un instante, estuvo tentado de reírse y decir alguna tontería, pero acabó suspirando.

Necesitaba contárselo a alguien, de todas formas, por mucho que quisiera empeñarse en que no.

-Siempre me ganan, ¿no? -dijo en voz baja-. Jongdae y Kyungsoo. Da igual que sea a la hora de conseguir mejores papeles en clase de coro, en el reparto de becas o jugando a videojuegos. Hay alguien que tiene que quedar último, siempre, y ese último soy yo.

-¿Importa, acaso? ¿Necesitas superarlos por alguna razón? -preguntó Chanyeol, girándose a mirarlo. No fue una pregunta acusadora, ni despectiva; fue una pregunta sin más, en tono neutro, hecha, simplemente, para que Baekhyun respondiera.

-No, no es eso. Ellos tienen su vida, su futuro, y yo tengo lo que tengo. Es sólo que... Kyungsoo y Jongdae son especiales, tienen talento, todos se lo dicen. A mí también me gustaría no perder siempre; que alguien me dijera también que valgo para esto alguna vez, pero nunca lo hace nadie. Y es difícil.

Una vez lo hubo dicho, le sonó rematadamente estúpido. El pobre, pobrecito Baekhyunnie, que demandaba atención para sentirse seguro, que necesitaba que sus profesores le dijeran lo bueno que era o seguiría fallando, audición tras

audición. Era patético, y probablemente Chanyeol lo pensara así. De haber sido otra persona quien se lo hubiera dicho a él, él lo hubiera pensado.

Todo lo que hizo su vecino, sin embargo, fue encogerse de hombros.

-¿Quieres que te diga lo que creo? -preguntó-. Que lo que es especial o no para alguien es subjetivo-Baekhyun quiso quejarse, pero Chanyeol sacudió una mano para indicarle que guardara silencio-. Si te sirve, a mí me gusta tu voz más que la de ellos. Y habrá más gente como yo, y seguro que alguno de ellos asigna becas en alguna parte. Tener talento o no no depende del profesor que reparte los solos en coro, ¿no? Ni de los jurados de las becas que ya te han rechazado. Lo único que tienes que hacer es no tener miedo de perder y presentarte al próximo examen con la cabeza muy alta. No vas a ganar si crees que tienes menos posibilidades que el resto, Baek. Eso es todo lo que hay.

Baekhyun no pudo evitar resoplar ante la respuesta. Aquel era el maravilloso e ingenuo mundo de Park Chanyeol, donde todo era posible si uno se esforzaba mucho, y no la realidad, donde te hundían más y más por querer hacerlo.

-¿Y qué propones que haga, entonces? ¿Escribir cien veces "soy el mejor" en un papel al levantarme de la cama cada día?

-No -Chanyeol pareció pensarlo y, tras unos segundos, volvió a sonreír-. ¡Ah, ya sé! Practica con alguien.

-¿Qué tiene eso que ver?

-No sé. Quizás otra persona pueda ver qué es lo que haces bien y lo que haces mal mejor que tú mismo, si ensayas con ella. ¿Por qué no le preguntas a Kyungsoo, o incluso a Jongdae? Podrían ayudarte.

Durante un instante, Baekhyun creyó que la idea era buena y que, de hecho, podría funcionar. Luego suspiró y hundió los hombros.

-No puedo -protestó-.

Kyungsoo me ayudaría, pero pasa todo su tiempo libre con su novio, y no quiero que Kai me odie por quitarles horas juntos ahora que están empezando; y Jongdae... Si se lo pidiera me haría el favor, pero se reiría de mí por toda la eternidad. Y, no, no voy a pedírselo a nadie más. No quiero que nadie se entere de esto.

Chanyeol se llevó una mano al mentón en actitud pensativa. Y, de repente, estaba sonriendo, con una sonrisa enorme que se le extendió por toda la cara hasta prácticamente partírsela en dos. Parecía un niño pequeño al que hubieran ofrecido una bolsa de caramelos, y Baekhyun no sabía si aquello era bueno o no.

-Ya sé. Pídemelo a mí.

Baekhyun parpadeó.

-¿A ti? Pero, ¿en qué puedes ayudarme tú, si tú no cantas?

La sonrisa enorme de Chanyeol mutó hasta convertirse en la misma mueca traviesa con la que el otro chico lo había mirado antes, cuando le había hablado de odio de edición limitada.

-¿No confías en mí? -preguntó, acercándose más a él y agarrando con aire abstraído uno de los cordones que ajustaban la capucha de la sudadera que llevaba puesta Baekhyun. Era tan alto que el chico tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás para mirarlo, y su cuerpo, a pesar del frío y la manga corta, parecía irradiar calidez; y Baekhyun quiso apartarse de él, sólo un poco, sólo un poquito, para recuperar su espacio vital perdido, pero justo entonces se percató de que la sudadera que llevaba puesta olía exactamente como él y se quedó quieto-. Te aseguro que soy un hombre lleno de sorpresas. Ya verás.

Todo lo que Baekhyun logró decir fue una especie de "ah" murmurado, y Chanyeol se rió, sacudió la cabeza y volvió a su esquina del balcón. El aire de repente volvía a estar muy frío, y Baekhyun sintió que la cabeza le daba vueltas.

-¿Me dejarás intentarlo? ¿Puedo ayudarte a ensayar?

Baekhyun quiso decir que sí, que no, que no sabía, pero, de repente, la puerta de la terraza se abrió, y el sonido de la puerta de cristal al golpear contra su tope fue tan fuerte que todo lo que salió de sus labios fue una exclamación que a sus oídos sonó absolutamente indigna. Apenas un segundo después, la cabeza de pelo revuelto de Jongdae asomaba desde la cocina.

-¡Ah, aquí estáis! -exclamó, girándose luego hacia Chanyeol-. Su Alteza Real Kim Jongin te está buscando. Dice que quiere la revancha por la paliza que le has metido hace un rato al Singstar.

-¿En serio? No sabe lo que hace, va a volver a perder -Chanyeol se separó de la barandilla, frotándose las manos, y se giró hacia Baekhyun-. ¿Vienes? Con sudadera o sin ella, te vas a quedar frío aquí.

Baekhyun sacudió la cabeza.

-Id yendo. Ahora voy yo, no te preocupes.

Chanyeol no pareció muy convencido, pero en cuanto Jongdae comenzó a tirarle del bajo de la camiseta no tardó en dejarse hacer y ser arrastrado al interior, dejando al otro chico solo en el balcón. El aire estaba helado, y Baekhyun lo agradeció, porque su cerebro acababa de sufrir una especie de cortocircuito del que aún no se había recuperado del todo, y aquello era malo, muy malo.

Prácticamente apoyándose por completo en la barandilla de metal del balcón, que estaba fría contra su piel, cerró los ojos, tratando que la mente se le calmara, y pensó que no podía comprender aquello, que no podía comprender nada.

En primer lugar, no entendía a Park Chanyeol, ni su modo de pensar, ni de hacer las cosas. No sabía por qué era tan ridículamente optimista, ni por qué insistía en seguir viniendo a hablar con él, ni por qué le prestaba la única sudadera que tenía y se ofrecía a ayudarlo cuando él no le había dado nada a cambio.

Pero eso no era lo peor de todo. Porque, a pesar de todas sus dudas, Baekhyun siempre se había creído capaz de entenderse a sí mismo. Y, sin embargo, era incapaz de comprender por qué, cuando Chanyeol se había acercado a él, había agarrado el cordón de la sudadera que llevaba con dos dedos y le había preguntado con aquella voz tan grave si confiaba en él, a él se le había quedado la boca repentinamente seca.

Día 38 Chanyeol comenzó con lo que él entendía como entrenamiento aquel mismo lunes, cuando finalizaron las clases.

Tan pronto como hubo terminado de recoger sus cosas después de una hora de matemáticas especialmente soporífera, Baekhyun se vio empujado, casi secuestrado y prácticamente arrastrado camino a casa por unas manos enormes que, cómo no, pertenecían a un Park Chanyeol que parecía especialmente contento aquel día.

-Ya verás, Baekhyunnie, he tenido una idea estupenda -le dijo en cuanto llegaron a su portal-. Vete subiendo a tu casa, ¿quieres? Yo voy a la mía a por una cosa y te sigo.

Baekhyun quiso decir que no le importaba subir con él o esperar en la calle a que volviera, pero, antes de poder siquiera abrir la boca, Chanyeol ya se había marchado. Decidiendo que era mucho mejor no pararse a pensar lo que le pasaba por la mente a su vecino en momentos como aquel, Baekhyun llegó a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era hacerle caso y, buscando las llaves en las profundidades de su cartera del instituto, se dispuso a subir a su apartamento.

Tan pronto como llegó - y después de decirle a su madre que no, no quería nada para merendar y que sí, sí tenía planes para la tarde - cruzó el pasillo y entró casi corriendo en la habitación vacía de su hermano. Como de costumbre, Chanyeol se había dejado las cortinas descorridas al otro lado del patio, por lo que, desde allí, Baekhyun tenía unas vistas privilegiadas a más o menos la mitad de su dormitorio, pero, para cuando quiso asomarse para ver qué demonios había ido a buscar a su casa, Chanyeol ya había salido de su cuarto y estaba cerrando la puerta del pasillo tras de sí.

"¿Qué pretenderá hacer?" se dijo, caminando hacia su propio dormitorio y tirando su cartera y la chaqueta del uniforme sobre la silla del escritorio.

No tardó mucho en averiguarlo, porque apenas cinco minutos después sonó el timbre, y, cuando el chico suspiró y fue a abrir, se encontró allí a Chanyeol

vestido con vaqueros y una camiseta vieja, unas gafas enormes de pasta negra resbalándosele por la nariz y lo que a todas luces era una funda de guitarra en las manos.

Baekhyun parpadeó, sin apartarse del umbral.

-Llevas gafas -murmuró. Y no es que aquello fuera una novedad, porque había tenido que llevarlas desde que Baekhyun lo había conocido y, además, solía utilizarlas para estudiar por las tardes (no es que él se hubiera asomado a la ventana de su hermano en un par de ocasiones más porque tuviese curiosidad, no, ni que pensase que aquellas gafas le quedaban extrañamente bien), pero nunca lo había visto con ellas puestas fuera de su casa desde que había alcanzado la pubertad.

-Me estaba molestando una lentilla -le explicó el otro chico, con una sonrisa ligeramente incómoda, antes de gesticular hacia la puerta-. Ahm... Ya sé que tengo un aspecto bastante ridículo con estas gafas tan grandes en la cara, pero, ¿me dejas pasar?

Maldiciéndose a sí mismo por haberse quedado ahí plantado como un idiota, Baekhyun se apartó de un salto de la puerta, buscando algo inteligente que decir. Fue entonces cuando se percató del detalle que tendría que haberle llamado la atención en primer lugar.

-¿Por qué has traído una guitarra? -quiso saber, y Chanyeol sonrió.

-Para ayudarte, claro. Necesitas acompañamiento.

-¿Desde cuándo tocas tú la guitarra?

-No sé, ¿desde hace años? -Chanyeol se encogió de hombros y se rió y, por segunda vez consecutiva en los últimos dos minutos, Baekhyun se sintió como un imbécil integral. Por supuesto, él no podría haber sabido si Chanyeol tocaba o no tocaba la guitarra, especialmente porque hasta hacía unas semanas se había esforzado en ignorarlo como si le fuera la vida en ello, pero aún así le pareció un dato relevante, otra de esas muchas cosas que empezaban a obligarlo a darse cuenta de lo poco que, en realidad, había sabido de aquel chico hasta entonces. La verdad es que no soy muy bueno; me pongo nervioso si tengo que tocar delante de otra gente, pero supongo que esto es por una buena causa.

-¿Y cómo se supone que me va a ayudar esto?

-Ya verás.

-Oh.

Durante un momento, Baekhyun trató de encontrar algo más inteligente que decir, pero, cuando estaba empezando a pensar que su cabeza iba a quedarse perpetuamente en blanco, la voz de su madre le llegó desde el pasillo.

-Baekkie, cariño, ¿quién es?

Chanyeol, a su lado, esbozó una sonrisa de niño ilusionado en el mismo segundo en el que su madre entraba en el salón.

-Buenas tardes, señora Byun -saludó.

-¡Ah, pero si es Chanyeol! ¡Hola! ¿Tienes clase con Baekkie hoy?

-Uh-uh, no –el chico, que parecía tremendamente orgulloso de sí mismo, señaló la funda de su guitarra con un movimiento de cabeza-. Venía a ayudarlo, para lo de la audición, ya sabe.

Su madre asintió con la cabeza como si aquello fuera perfectamente lógico. Parecía tan contenta por verlo allí que Baekhyun se encontró volviendo a confirmar su teoría de que quería más a Chanyeol de lo que nunca lo había querido a él.

-Eres un encanto -le dijo, y Baekhyun contuvo una mueca, primero porque la palabra "encanto" era especialmente ridícula y, segundo, porque su madre nunca trataba tan bien a nadie que no fuera de la familia-. ¿Quieres algo para merendar? ¿Un té? Yo trabajo en el turno de noche hoy, pero tú puedes quedarte a cenar con Baekkie si quieres. A veces me preocupa, el pobrecillo. Siempre está solo a esta hora.

Baekhyun contuvo un gemido de protesta.

-No tengo cinco años, mamá. Estoy bien -murmuró, y Chanyeol se rió.

-No se moleste, señora Byun. A mí me esperan para cenar en mi casa.

Su madre murmuró algo que sonó peligrosamente similar a "es una pena", pero no tardó en girar sobre sus talones y volver a lo que quiera que estuviese haciendo en la cocina antes de que sonara el timbre, dejándolos solos y en silencio de nuevo. Con una sonrisa entre algo tonta y un tanto incómoda en los labios, Chanyeol se encogió de hombros y le dirigió a Baekhyun una mirada expectante, como si esperara instrucciones por parte del otro chico, y éste no pudo menos que rendirse. Seguía sin entender cómo pretendía ayudarlo Chanyeol con su audición con solamente una guitarra y lo que parecía un caudal eterno de su energía positiva habitual, pero, considerando lo ilusionado que

parecía estar, se sintió incapaz de decirle que no, así que le señaló el pasillo con una mano.

-Vamos a mi habitación, ¿quieres?

Chanyeol pareció sorprendido por la idea durante una centésima de segundo, pero no tardó en asentir con la cabeza y seguirlo. Fue cuando, por fin, hubieron entrado en su dormitorio cuando Baekhyun se dio cuenta de que, siempre que su vecino había venido a su casa a darle clases, los dos se habían quedado estudiando en el salón, por lo que, técnicamente, aquella era la primera vez que Chanyeol ponía un pie en su habitación.

Cuando su madre había decidido redecorar toda la casa hacía año y medio, Baekhyun le había rogado que le dejase pintar las paredes de su cuarto de blanco. Su madre se había quejado - "¿sabes lo fácil que es que algo de ese color se manche, Baekkie? - pero, finalmente había acabado cediendo, tal y como siempre solía hacer. Como resultado, el dormitorio de Baekhyun, en su totalidad, había terminado siendo muy blanco, blanco y marrón, con las paredes, la alfombra, las cortinas y la colcha de la cama absolutamente prístinas, y el resto de los muebles de madera clara. El chico no podía evitarlo: le gustaba la luz, casi le fascinaba, y el efecto que tenía la claridad del sol al entrar por su ventana le recordaba a uno de aquellos días de invierno en los que el suelo y los árboles estaban cubiertos por una capa de nieve. Parecía curioso, teniendo en cuenta lo impersonal que, de media, la gente solía considerar el color blanco, pero la sensación que tenía él al entrar a su dormitorio, el único espacio de toda su casa que era sólo para él, era de una indescriptible calidez. Tal vez, por eso, normalmente se sintiera reacio a compartir aquel lugar con nadie.

Aunque con Chanyeol irrumpiendo de pronto en su casa con aquella sonrisa enorme y su desgastada funda de guitarra en las manos, ¿qué se suponía que iba a hacer, salvo dejarlo entrar?

El muy idiota... En ocasiones como aquella ni siquiera sabía que hacer con él. No cuando lo tenía parado en medio de su habitación, con la cabeza alzada y los ojos muy abiertos, observándolo todo como si acabase de entrar a la sala de espejos de un parque de atracciones y estuviese preguntándose si algo así podía ser real.

-Wow -fue todo lo que dijo cuando se decidió a hablar. Baekhyun empezó a plantearse si aquel era un wow bueno o malo, pero Chanyeol, que estaba echando un nuevo vistazo a su alrededor, no tardó mucho en mirarlo como si algo le hiciera mucha gracia-. Todo es... muy blanco. Hasta tu DS es blanca observó-, pero eso... -conteniendo una risita, señaló el póster que estaba colgado con cello de una de las paredes; la única línea de color en un cuarto que era casi completamente monocromático-. ¿Girls Generation? Hasta casi duelen los ojos de ver algo de un color tan chillón entre toda esta claridad.

En otra ocasión, Baekhyun se hubiera molestado, pero también estaba empezando a comprobar que cada vez le resultaba más difícil permanecer tan eternamente enfadado con Chanyeol como antes, especialmente cuando el otro chico lo hacía todo con tan buena intención.

-Qué le voy a hacer, si soy un fan. ¿No lo sabías?

Chanyeol negó con la cabeza.

-¿Creo que nunca me lo habías dicho? -murmuró, con una ligera sombra de duda inocente en la voz. Baekhyun se encogió de hombros, pero no pudo evitar sonreír para sí. No es que soliera airear mucho aquella faceta de su personalidad en la que, él, estudiante de música con altas aspiraciones y cantante extraordinario, tenía todos y cada uno de los CDs de una girlband, pero, seguramente, a alguien tan conceptualmente extraño como Park Chanyeol aquello no le parecería raro en absoluto-. De todas formas, deberíamos empezar.

Baekhyun sacudió una mano para darle luz verde, y volvió a contemplar el póster en la pared con aire abstraído mientras sentía a Chanyeol, a su espalda, sentarse con suavidad en la cama y empezar a sacar la guitarra de su funda. Se giró cuando escuchó el primer acorde, un sonido suave y un tanto discordante, y llegó justo a tiempo de ver a su vecino parpadear y arrugar la nariz en aquel mohín característico suyo, que siempre hacía cada vez que no entendía algo del todo.

-Desafinada -murmuró, casi como si no se lo creyera, y Baekhyun se encontró conteniendo la risa.

-¿Tienes un afinador? -preguntó.

-No, pero creo que puedo hacerlo de oído. Espera un momento.

Baekhyun decidió mantenerse a sí mismo ocupado quitando todo lo que había lanzado a la silla del escritorio al llegar a casa del respaldo y tirándolo sobre la mesa en su lugar mientras Chanyeol hacía lo que tenía que hacer, pero, para cuando hubo terminado y se hubo sentado en ella, mirando hacia la cama, el otro chico seguía teniendo los ojos cerrados y los dedos sobre las clavijas, tan concentrado en afinar su vieja guitarra que ni siquiera parecía percatarse de que había alguien mirándolo.

La escena tenía algo de agradable, algo de encantadora, con Chanyeol tratando de hacer que el instrumento sobre el que estaba inclinado sonase bien con toda la torpeza del mundo, y fallando miserablemente a la hora de girar las clavijas en su justa medida. En un momento dado, y tras pelearse con la guitarra durante sus buenos tres minutos, rasgó las cuerdas distraídamente y comenzó a tararear algo en voz baja como si tratase de comprobar cómo sonaba todo en su conjunto, ajeno a Baekhyun y al mundo por un instante.

El chico dejó escapar un suspiro sin proponérselo. Allí, sentado en mitad de su habitación, con su vieja sudadera gris y aquellas gafas negras monstruosamente enormes que se le resbalaban por la nariz según iba ladeando la cabeza, Chanyeol estaba... guapo. Era la luz otra vez, que se filtraba a través de las cortinas y le fundía un lado del rostro en sombras, como si perteneciese a aquel lugar, como si tuviese que estar allí, murmurando las notas de una canción con una voz grave que no era la de un estudiante de música, pero que no sonaba del todo mal.

Eso y aquellas malditas gafas, y el impulso que estaba empezando a sentir Baekhyun de cruzar la habitación en dos pasos y empujárselas sobre la nariz con un dedo para volvérselas a colocar en su sitio. Cosa que no iba a hacer porque era rara. No.

-Lo tengo -la voz extraordinariamente animada de Chanyeol lo sacó de un golpe del mundo de estupideces que se estaba imaginando y, para cuando parpadeó y lo miró, recuperando por completo su compostura perdida, se percató de que su vecino había dado por terminada su sesión de afinación y lo estaba mirando, un tanto extrañado-. ¿Baek?

-Es... Lo siento; estaba distraído -se disculpó, maldiciéndose por su pérdida de concentración momentánea-. Pero, ¿y bien? Todo esto ha sido idea tuya. ¿Cómo se supone que vamos a practicar ahora?

-Enséñame lo que tienes, lo que estés ensayando -Chanyeol parecía muy seguro de sí mismo, más lleno de energía incluso de lo habitual, y Baekhyun se encontró obedeciendo sin cuestionarlo, y poniéndose de puntillas para rescatar una de sus carpetas de partituras de lo alto de una estantería de madera clara-. ¿No me lo vas a cantar?

-¿Eh? Es... yo sólo... -ante lo súbito de la pregunta, Baekhyun se encontró tropezándose con sus propias palabras. Estaba claro que tendría que cantar si el

propósito de todo aquello era ayudarlo con su audición, pero normalmente no tenía la costumbre de hacerlo para nadie fuera del coro; Kyungsoo, tal vez, y los profesores. Jongdae, en otra ocasión, pero su amigo se había reído de él y le había dicho que sonaba como una especie de gato a quien alguien le hubiera cortado el rabo. Las sesiones nocturnas de Singstar eran una cosa, y cantar para Chanyeol era otra muy distinta, por mucho que el otro chico le hubiera dicho dos veces que le gustaba su voz. Y tomar la decisión más fácil siempre era mucho más sencillo, así que, ignorando la mirada entre preocupada y divertida de su vecino ante su ataque de vergüenza, se sentó en la cama junto a él y le tendió una de las partituras de su carpeta con actitud derrotada-. Échale un vistazo primero a esto, ¿vale?

Chanyeol parecía claramente dispuesto a lanzar alguna clase de pulla en relación a su súbita timidez, pero a última hora se lo pensó mejor y todo lo que hizo fue reírse entre dientes, sacudiendo los hombros y haciendo temblar levemente el colchón. Alargando una mano, cogió la partitura y le echó un vistazo, murmurando algo ininteligible mientras seguía las notas en los pentagramas con los ojos. Hasta hacía apenas cinco minutos, a Baekhyun no se le hubiera podido ocurrir pensar que supiera leer partituras.

-Suena difícil -dijo tras un rato-. ¿Puedes llegar tan alto?

-Eso intento.

-Uhm... -Chanyeol volvió a rasgar las cuerdas de su guitarra con aire abstraído, y el acorde que llenó la habitación fue extrañamente armónico-. Está bien que cantes cosas difíciles, porque en tu audición habrá un jurado, y ese jurado querrá ver cuánto talento tienes, pero... ¿Recuerdas lo que te dije? ¿Sobre ser especial?

-Sí. ¿Que ser especial es subjetivo, era?

-Sí, y eso es cierto en parte, y en parte no. Es decir... lo que te hace especial es lo que, para esta gente, te tiene que hacer distinto al resto de gente con talento. Es algo subjetivo, pero es concreto, y es lo que les tienes que enseñar. No tienes que demostrarles que eres bueno, sino que eres distinto a todos los demás que son buenos, y para eso estamos aquí.

Baekhyun no hubiera podido decir que estuviese seguro de haber entendido aquel razonamiento, pero aún así asintió.

-¿Soy diferente a los otros? -replicó sin acabar de creérselo.

-¡Claro que sí! Diferente y mejor.

-Ah -Baekhyun suspiró-. ¿Y en qué?

Chanyeol dio una especie de palmada, increíblemente contento y probablemente mucho más ilusionado que él mismo. Cuando se giró hacia él, sus ojos parecían mucho más grandes de lo normal, y brillaban como los de un perrito al que acabaran de sacar a jugar al parque.

-Aún no estoy seguro al cien por cien -exclamó, y Baekhyun contuvo las ganas de llamarlo idiota porque, ¿a qué venía todo aquello si ni siquiera la persona que había tenido la idea estaba segura de que valiese para algo?-. Pero sé que hay algo y lo encontraré, si dejas de mirarme con esa cara y cantas para mí.

-No voy a cantar para ti, imbécil -protestó el chico, alargando la mano para agarrar uno de los blancos y refulgentes cojines que había sobre el edredón y golpear a Chanyeol en el brazo con él antes de levantarse-. Voy a cantar en general. No te hagas ilusiones por ser el único que está aquí para escucharlo.

No había pretendido reñirle en serio, y Chanyeol se dio perfecta cuenta, porque le costó ocultar la sonrisa que se le había formado en los labios cuando intentó hacerse el ofendido.

-Ow, Baekhyunnie, eres cruel.

-Cállate y tócame el acompañamiento.

-¿Así, tal cual?

-¿No querías venir para eso? Estamos haciendo lo que tú querías, así que no te quejes.

Chanyeol intentó hacer el amago de protestar en tono de broma durante un par de ocasiones más, pero finalmente acabó rindiéndose, alzando los brazos como señal de cómica derrota y murmurando un "a quién quiero engañar" antes de volver a concentrarse en su guitarra y esforzarse en ayudarlo.

Tal y como le había dicho el propio Chanyeol que ocurriría el domingo, en la terraza de la cocina de Jongdae, el contar con la presencia de alguien más durante los ensayos lo ayudó más de lo que él había creído. En cuanto hubo superado la vergüenza inicial por tener que cantar en privado para otra persona - alguien que no era un profesor, ni un compañero de clase de coro, ni su mejor amigo - el modo en el que su vecino lo escuchaba, acompañándolo con la guitarra a veces y en completo silencio en otras ocasiones, solamente para darle su opinión sobre los puntos fuertes y débiles que había escuchado después, sirvió para hacerle darse cuenta de muchas cosas que había estado haciendo mal, y otras tantas que podía mejorar.

-Subes demasiado, al principio y al final -le dijo-. ¿No quedaría más natural si bajaras un poco?

Y a Baekhyun nunca le habían gustado demasiado las críticas, aunque fueran constructivas, pero, en aquella ocasión y a lo largo de aquella tarde, no pudo menos que darle a Chanyeol la razón.

Las horas pasaron, el sol se ocultó tras el horizonte, y la luz de la luna comenzó a colarse entre las cortinas, volviendo a hacer lo que quiera que hiciera la maldita luz con los ángulos del rostro de Chanyeol cada vez que estaban solos. La hora de la merienda quedó total y absolutamente atrás sin que ninguno de los dos hubiera comido nada y, cuando por fin llegó la hora de la cena y el estómago de Baekhyun soltó una especie de gruñido raro, su vecino seguía allí, sin haber vuelto a su casa para estudiar, hacer la tarea o lo que fuera que hiciesen los genios de su calibre por las tardes en los días entre semana.

-¿No se ha hecho tarde? -acabó diciendo en alto Baekhyun, sorprendiéndose por lo rápido que se le habían pasado las horas, y por todo lo que había parecido mejorar su canción en un único día gracias a los consejos de una persona a la que no había prestado atención alguna hasta hacía un mes. Chanyeol simplemente se encogió de hombros.

-Vivo aquí al lado. Si mi madre estuviese preocupada, me habría llamado al móvil, o habría venido hasta aquí. Aunque tal vez debería irme, de todas formas.

Baekhyun se frotó la garganta con una mano y le dirigió a su vecino una sonrisa. Ni siquiera supo por qué iba a decir lo que iba a decir, pero hizo la pregunta de todas formas.

-¿No quieres quedarte a cenar? Mi madre me matará si vuelve y descubre que no te he insistido.

Chanyeol parpadeó.

-¿Estás seguro?

-Sé que tu madre te estará esperando en casa, pero siempre podías llamarla y... Es decir, si quieres.

Durante un instante, Chanyeol lo miró con una expresión tan absolutamente en blanco que Baekhyun creyó que iba a decirle que no, pero, en apenas un segundo, aquella sonrisa enorme y estúpida suya le invadió toda la cara, y el chico se levantó de un salto, apenas girándose a mirar cuando su querida guitarra impactó contra el edredón con un clonc.

-¿De verdad me invitas a cenar, Baek? -preguntó, y sonrió aún más cuando su interlocutor asintió, ligeramente avergonzado-. ¡Genial! Hoy es el día de la semana en el que mi madre se empeña en que tenemos que comer sano y nos pone una cena horrible. ¡Me has salvado la vida!

-No será para tanto -protestó Baekhyun, pero estaba de demasiado buen humor como para decir más, así que simplemente lo dejó correr.

Y así fue como, casi por casualidad, Park Chanyeol se quedó por primera vez a cenar con Byun Baekhyun mientras su madre trabajaba.

Al día siguiente, y tan pronto como hubieron acabado las clases, Chanyeol apareció en su puerta cargando precariamente con los libros de economía y la guitarra, anunciando alegremente que aquella tarde podrían seguir con los ensayos tan pronto como hubieran acabado con la hora de clases particulares que daban los martes.

-¿Ni siquiera ahora voy a poderme librar de hacer gráficas? -protestó Baekhyun con un suspiro cuando lo dejó entrar. Chanyeol se volvió hacia él con una mueca traviesa, y estuvo a punto de tropezar con la alfombra por no mirar a dónde estaba yendo en el proceso.

-No -dijo, mientras se las apañaba para dejar todo en la mesa sin caerse de morros en el intento-. Todo esto no valdrá de nada si no apruebas el examen. Es importante, Baekhyunnie, importante.

-Todavía estás a tiempo de colarte en el despacho de la profesora y robar el examen para mi -gruñó Baekhyun, en parte porque seguía detestando economía más que nada, y en parte porque le divertía la cara de horror y reprobación absolutos que ponía Chanyeol cada vez que él proponía la idea-. Ya sabes, la señora Kim nunca sospecharía de ti, así que si algún día quieres hacerme el favor...

Como era de esperar, Chanyeol puso la misma cara que muy probablemente habría puesto si Baekhyun le hubiese dicho que le gustaba asesinar gatitos con una katana.

-Baekhyun, no. No vale para nada si no te esfuerzas tú.

-Aish. Eres un aburrido, Yeol.

-Lo que tú digas, Baek, pero tienes que estudiar. No seguirás diciendo que no lo entiendes, después de todo lo que te he explicado, ¿no?

Baekhyun bufó.

-Es imposible que yo entienda las incoherencias que explica esa mujer, por mucho que tú intentes aclarármelas. Imposible.

Chanyeol sacudió la cabeza y chasqueó la lengua, y Baekhyun esbozó su mejor sonrisa de disculpa, aquella que solía permitirle salirse con la suya en un ochenta por ciento de las ocasiones y que funcionaba especialmente bien con su vecino. Y, como de costumbre, Chanyeol lo dejó pasar y se dedicó a aclarar todas sus dudas durante la siguiente hora y media, aún con el ceño fruncido y un tanto más reprobador de lo normal. Sin embargo, al día siguiente, y cuando, por primera vez en semanas, Baekhyun decidió seguir los consejos de Kyungsoo y tratar de atender a lo que la profesora estaba diciendo con las notas aclaratorias de Chanyeol al lado, no pudo evitar sorprenderse porque, por primera vez en todo el curso, era perfectamente capaz de seguir la clase y entender.

-

Para Baekhyun, fue sorprendentemente sencillo caer en una agradable rutina aquellos días. El tiempo pasaba, y Kyungsoo seguía empleando todo su tiempo libre en pasarlo con Kai, lo cual seguía dejándolos a Chanyeol y a él solos, y con varias horas al día que pasar juntos.

Todo era siempre igual: la comida junto a todos los demás en la cafetería del instituto, las clases de mañana y las de tarde, la vuelta juntos a casa, Chanyeol y él, y las tardes de ensayos y clases particulares, rematadas por paseos por el parque o salidas al arcade cuando uno de los dos - normalmente Baekhyun tenía la cabeza demasiado cargada como para seguir estudiando. En ocasiones, incluso, Chanyeol se quedaba a cenar para ayudarlo con la tarea, y muchas veces se quedaban hablando casi hasta media noche, cuando, normalmente, la señora Park solía llamar a su hijo al móvil para recordarle que tenía clase al día siguiente y que haría mejor en volver a casa de una vez si no quería que fuera ella a buscarlo personalmente.

Hacía un mes, Baekhyun habría pensado que todo aquello era estúpido, porque Chanyeol seguía siendo la misma persona - extremadamente alto (¿cuánto medía, por dios?), con la manía de hablar muy alto y gesticular más que nadie y extremadamente dado a las demostraciones de afecto público - pero ahora todo era distinto. De niño, Baekhyun había (literalmente) huido la primera de las pocas ocasiones en las que su vecino se había atrevido a colocarle una mano en el hombro o a tironearle de la manga para llamar su atención, pero ahora, y después de todo lo que había pasado, no podía decir que le importara si ocurría, especialmente porque a Chanyeol parecía encantarle el contacto físico y todo aquello no dejaba de ser algo inocente, de todas formas.

De repente, casi hubiera podido decirse que los dos se llevaban bien, que eran algo así como casi amigos, y aunque algo en la cabeza de Baekhyun todavía parecía protestar un poco, sólo un poquito, el chico no podía negar que estaba empezando a cogerle el gusto a aquella rutina en la que los dos cruzaban el parque juntos y se apropiaban de la parte trasera del autobús de camino a casa.

Incluso fue capaz de olvidarse por un momento que casi tenía su próxima audición encima, y se centró en pensar que su canción sonaba mucho más bonita si Chanyeol lo ayudaba en los ensayos con aquella vieja guitarra suya. Incluso se permitió sentirse genuinamente contento cuando, al confesar en un murmullo que estaba empezando a ponerse nervioso, su vecino le dijo que lo acompañaría el día de la audición si se lo pedía. Y Baekhyun no aceptó su oferta directamente, pero tampoco la rechazó, y le prometió que lo pensaría.

Lo cierto era que estaba cómodo en aquella rutina, aprovechándose de lo que implicaba ser y no ser amigo de Park Chanyeol al mismo tiempo. Del pasar todas las horas del mundo con él, pero seguir convencido, en una pequeña parte de su cabeza, de que Chanyeol seguía siendo su vecino el irritante y que aquello eran pequeñas excepciones a una regla de tratamiento frío que se había extendido a lo largo de diez años, y que no acabaría hasta que el otro chico se marchase, de una vez por todas, a Estados Unidos.

Si no se pensaba en ello, era fácil cerrar los ojos y dejarse llevar, porque, ahora que lo conocía, Chanyeol era tan sencillo de tratar como si llevasen hablando toda una vida. Y tal vez Baekhyun hubiera podido seguir así para siempre, volviendo con él a casa, ensayando y maravillándose momentáneamente por lo bien que le sentaba la luz cada vez que cruzaba las piernas encima de su cama para tocar la guitarra, hasta que el curso acabara y los dos se separasen como si nunca se hubieran conocido, como si nunca hubiera pasado nada; pero estaba visto que todo aquello no podía ser tan sencillo.

Porque nada, nunca era tan sencillo. Y las cosas perfectas y frágiles siempre, siempre tenían que estallar; desaparecer para revelar todo lo que se escondía debajo.

Todo comenzó un día como cualquier otro, un miércoles normal, a sólo cuatro días de su audición, en medio de un pasillo desierto, en el que, cuando Baekhyun estaba buscando a Chanyeol para ir a casa, acabó encontrándose con Jongdae, rodeado por un trío de chicas de la clase de al lado, que lo miraron, todo ellas ojos grandes y risitas, cuando se detuvo al lado de su amigo.

-Jongdae, hola -saludó, decidiendo ignorar a las muchachas y centrarse en lo que tenía que hacer, aunque sólo fuera porque tenía mucho que ensayar aquella tarde y no quería perder el tiempo-. ¿Has visto a Chanyeol por aquí?

Habíamos quedado hace cinco minutos y no lo he visto por ninguna parte. ¿Tú te has cruzado con él?

Jongdae comenzó a negar con la cabeza, pero una de las chicas soltó una risita y se quedó mirando a Baekhyun con una sonrisa en la cara que no podía presagiar nada bueno.

-¿Chanyeol? ¿Park Chanyeol, dices? -murmuró-. Vaya, y yo que pensaba que últimamente siempre sabías dónde estaba, Baekhyun.

El chico se giró hacia ella, confuso. Tenía una vaga noción de que aquella era una de las chicas más populares de la clase de Jongdae, aunque no hubiera sabido decir cuál era su nombre. Por supuesto, no le sorprendió que ella sí que supiera el suyo, porque todo el mundo en aquel instituto sabía quién era él, pero sí que le pareció chocante que una desconocida se dirigiera a él con tanta familiaridad, como si supiera algo de lo que él no tenía ni idea, y que le pareciera muy divertido.

-¿Lo dices por algo? -preguntó, y todo lo que hizo ella fue sonreírle como un gato debajo de su flequillo decolorado.

-Oh, no, es sólo que la gente ha estado hablando. Diciendo cosas, ya sabes. Sobre Park Chanyeol y tú.

-¿Cosas? -repitió Baekhyun, confuso-. ¿Qué cosas?

La chica se rió, secundada por sus dos amigas, que la flanqueaban como dos guardaespaldas vestidos con uniformes de colegiala. Al parecer, todas ellas encontraban sumamente divertido poder llegar a reírse en la cara de alguien tan popular como él, porque ni siquiera se dignaron a ofrecerle una respuesta decente.

-Ya sabes, cosas. Piénsalo -replicó la jefa, antes de girarse hacia Jongdae-. Nos vemos mañana en clase, ¿eh? Creo que tu amigo necesita que lo ayudes a buscar a su vecinito.

Todavía soltando risitas, las tres chicas echaron a correr pasillo abajo, dejando a Baekhyun solo con Jongdae y un buen palmo de narices. Salvo ellos dos, el

pasillo estaba absolutamente desierto, tanto que el silencio pareció invadirlo todo en apenas unos segundos, pesado y asfixiante.

-¿La gente dice cosas? -repitió el chico, girándose hacia Jongdae lentamente, casi como si le diera miedo preguntar-. ¿Sobre Chanyeol y yo? ¿Qué cosas pueden estar diciendo?

Su amigo entornó los ojos, como si estuviera tratando de dilucidar si Baekhyun hablaba en serio o no.

-¿De verdad no te lo supones? -quiso saber-. Son tonterías, pero la base de donde las sacan parece bastante clara.

-¿Eh?

-Chanyeol y tú -empezó Jongdae tras una pequeña pausa-, de repente sois súper amiguitos, Baek. Coméis en la misma mesa, vais juntos a todas partes, llegáis y os vais a la vez del instituto. Y la gente habla, ya sabes, habla mucho. Ya sabes cómo funciona esto.

Sí, Baekhyun había pasado los últimos años de su vida en aquel instituto, sabía cómo funcionaba todo. Y tenía una ligerísima y pequeña idea de lo que probablemente estuviera tratando de decirle Jongdae, pero la mera ocurrencia era tan estúpida que no quería ni siquiera considerarla.

-No entiendo qué tiene eso que ver con nada -dijo en su lugar, esperando haber pensado mal y que su amigo lo sacara de dudas y le hablara de algo totalmente distinto.

Jongdae parecía reacio a contestar, pero, cuando lo hizo, confirmó sus peores temores.

-Es sabido universalmente que Chanyeol te hace ojitos, Baek, y al ver que ahora no hay quien os despegue, la gente está empezando a pensar que el pobre chico ha logrado cumplir su objetivo vital y ha conseguido que te fijes en él, si entiendes lo que quiero decir con eso.

Baekhyun observó a su amigo con la boca abierta, sintiendo que las mejillas le ardían y maldiciéndose por ello. Aquello era absurdo, totalmente absurdo. Tanto que no sabía cómo a alguien podía habérsele ocurrido siquiera pensarlo.

-Pero, ¿qué? ¿Es que la gente está mal de la cabeza? -protestó-. En primer lugar, a Chanyeol no le gusto yo. Te lo he dicho mil veces: lleva siguiéndome por ahí desde antes de tener edad suficiente para saber escribir la palabra "amor", y lo único que ha querido siempre es ser mi amigo. Y a mí Kyungsoo me ha abandonado por ese novio que se ha buscado, con todos mis respetos hacia Kai, así que con alguien tendré que pasar el tiempo, ¿no?

Jongdae abrió la boca para protestar, pero la volvió a cerrar. En apenas unos segundos, una sonrisa divertida le había cubierto el rostro.

-Lo que tú digas, Baek -contestó.

-¿Qué pasa? ¿Es que no me crees?

-Yo sólo te voy a decir que puede que Chanyeol no sea, como eres tú, parte de la élite absoluta de popularidad de este instituto, pero a todo el mundo le gusta, y a todo el mundo, salvo a ti, le cae bien. Y me encantan tus sesiones de autoengaño, Baek, y me alegro de que te las tomes tan en serio, pero no creo que Yeol vaya a seguir aguantándolas para siempre. Tenlo en cuenta.

-¿Qué se supone que intentas decir con eso?

Jongdae se encogió de hombros, esbozando una sonrisa burlona.

-Ya te lo ha dicho esa chica antes. Piénsalo -y, tras saludarlo con una mano, se fue, dejándolo solo en mitad del pasillo.

Durante un par de minutos, Baekhyun permaneció allí, quieto, donde estaba. Si Jongdae había tratado de ayudarlo dedicándose a ser misterioso y a soltarle sermones filosóficos, se había equivocado, porque todo lo que había logrado había sido molestarlo y hacer que su buen humor se disipara hasta convertirse en una nube de disgusto, irritación y descontento que se le quedó, flotando, sobre la boca del estómago.

¿Se podía saber qué hacía la gente hablando, diciendo tonterías una detrás de otra, sin tener ni idea de cómo funcionaban las cosas, sin saber nada? Aquello no tenía sentido; era la cosa más estúpida que había escuchado en todos sus años de vida, y lo peor era que él no había hecho nada para buscarse todo aquello.

La culpa era de aquellas malditas chicas y de su afán de encontrar nuevos cotilleos que esparcir. De Jongdae, por ir por ahí diciendo estupideces, por montarse en su cabeza historias que no tenían ningún fundamento, por mucho que Baekhyun se esforzase en negarlas. Y, cómo no, de Chanyeol, por perseguirlo a todas partes como un maldito perrito, por aprovechar la mínima oportunidad para pasarle la mano por el hombro o hablarle al oído.

Aquello tenía que acabarse. No iba a seguir así. Bastante tenía ya con todo lo que se le venía encima aquel año como para encima tener que soportar rumores.

Ya estaba bien. Estaba cansado; se iba a casa.

Estaba cruzando uno de los pasillos del primer piso, buscando llegar hasta la puerta de entrada y escapar de aquel lugar como fuera cuando sintió pasos tras de sí y una voz conocida llamándolo.

-¡Baek, espera! ¡Te estaba buscando por todas partes!

"Ah, ¿sí? No me digas".

Y el chico quiso darle esquinazo, huir de él y esconderse - porque, sinceramente, no estaba de humor para aquello - pero, en menos de un minuto, las estúpidas manos enormes del idiota de Park Chanyeol habían aparecido por detrás de él y lo habían aferrado por los hombros. Y Baekhyun quiso tomar aire y salir de allí, pero sintió que se ahogaba, como si alguien lo hubiera encerrado en una caja muy pequeña, bajo una tonelada de agua, y no pudiera respirar.

-¿Pero quieres parar ya? -casi gritó, y sintió cómo las manos de Chanyeol temblaban y lo soltaban, y como el chico retrocedía, aún detrás de él, así que se giró para mirarlo-. ¿Qué se supone que pasa contigo?

Chanyeol tuvo la decencia de parecer confuso y hasta algo asustado, como si no entendiera nada.

-¿Baek? ¿Qué te pasa?

-¡Tú! ¡Tú eres lo que me pasa! -replicó con voz dura, tratando de hacerle verlo. Todo el día encima de mí. Todo el día saliendo de la nada en los pasillos, y arrastrándome de un lado a otro, y poniéndome la mano encima y apoyándote en mí como si fuera el reposabrazos de tu maldito sofá. ¿Es que no ves que la

gente habla? ¿No ves que dicen tonterías y que lo único que estás haciendo pegándote a mí todo el día es hacer que se las crean?

Chanyeol le devolvió la mirada con aquella cara de perrito apaleado que ponía siempre, y Baekhyun estuvo a punto - a punto - de sentirse mal por todo aquel asunto.

-Es... Baek -comenzó, y Baekhyun maldijo el tono de su voz, y aquellos malditos ojos, tan marrones y tan grandes. Maldijo el hecho de que lo estuvieran haciendo sentirse culpable-. A mí me da igual lo que digan. Yo sólo...

-Tú sólo nada, Chanyeol. A mí sí que me importa lo que digan, así que déjame en paz. Por todo esto me parecías tan irritante de niño, por dios. Nunca te enteras de nada.

Chanyeol lo miró con los ojos muy abiertos durante un segundo, dos, tres cuatro, cinco, y a Baekhyun le recordó a aquel chico de trece años cuya invitación de cumpleaños había partido en dos en una tarde de noviembre, delante de su casa. Y quiso decir algo, añadir alguna cosa más, tal vez, suavizar el golpe, pero no tuvo tiempo, porque entonces Chanyeol reaccionó.

-Muy bien, Baekhyun -dijo-. Lo que tú quieras.

El chico permaneció quieto en el sitio mientras su vecino le lanzaba una última mirada y se alejaba por el pasillo, sin esperarlo, sin decirle nada más, y pensó que había conseguido lo que quería. Chanyeol volvería a pensárselo antes de saltarse los límites en el instituto - si es que volvía a hablarle, claro - y la gente se buscaría un tema más interesante del que hablar. Todo estaba resuelto. Todo era como debía ser, y su orgullo estaba intacto.

Y, sin embargo, Baekhyun no se sentía del todo bien. O, más bien, no se sentía bien en absoluto. Había dicho lo que había querido decir, había hecho que las cosas volvieran a la normalidad, pero era incapaz de sacarse los ojos de Chanyeol de la cabeza.

Por primera vez en semanas enteras, el chico volvió solo a casa, cruzando en silencio el parque y caminando a paso lento hasta el fondo del autobús. Había hecho aquel camino así, sin nadie más, durante meses, años enteros, antes de que llegara Chanyeol, en tantas ocasiones que no habría podido contarlas de querer hacerlo, pero aquella fue la primera vez en la que se sintió tan total y abrumadoramente solo que la sensación le resultó dolorosa.

Día 42 Tal y como Baekhyun le había pedido a gritos que hiciera la tarde del miércoles, Chanyeol pasó de estar con él a todas horas a dejarlo en paz, total, completa y absolutamente. La mañana del jueves, Baekhyun se encontró yendo solo a clase, sentado con su iPod encendido en una esquina muy vacía del autobús, y nunca antes hubiera podido pensar que media hora de soledad pudiera hacérsele tan, tan larga - pero cada segundo transcurría de modo lento y pesado, y los minutos parecían eternos.

Al principio, el chico había pensado que a Chanyeol todo aquello se le pasaría. Que su vecino, que parecía siempre tan dispuesto a hacer lo que fuera por poder pasar tiempo con él, no tardaría en acercarse para hacer las paces, y que las cosas volverían a ser como antes. Pero cuando Kyungsoo le dijo a Baekhyun que Kai le había dicho que Chanyeol iba a pasar la hora de comer entera estudiando en la biblioteca en vez de sentarse a la mesa con ellos, el chico empezó a pensar, y a pensar más, y a darse cuenta de que tal vez Chanyeol no estuviera solamente un poco molesto, sino genuinamente dolido con él.

Y, frente a aquello, sí que no sabía qué hacer, ni cómo sentirse.

Como de costumbre, los dos tenían tutoría de economía aquella tarde, y Baekhyun creyó que, tal vez en ese momento, Chanyeol diría o haría algo que volvería a colocarlos en aquella posición en la que estaban perfectamente a buenas, pero tampoco necesitaban nada más.

No obstante, el otro chico no estaba por la labor: cuando llamó al timbre de su casa, todavía con el uniforme del instituto puesto, no llevaba su guitarra consigo, y todo lo que hizo fue meterse en su salón, sentarse en su sitio de siempre, darle su hora de clase y marcharse, sin decirle nada que no tuviera que ver de modo directo con el temario del día.

Fue perfectamente amable, sí, y explicó una y mil veces todos los puntos que Baekhyun, que aquella tarde estaba cualquier cosa menos tranquilo y concentrado, decía no entender, pero eso fue todo. Ni intentó hablar con él, ni le preguntó sobre su día o la audición que, por fin, tenía aquel domingo; ni siquiera le sonrió ni lo miró más de lo necesario, y, cuando se marchó, Baekhyun permaneció parado casi un minuto entero, quieto y callado junto a la puerta, sintiendo un peso horrible en el estómago y una especie de presión oprimiéndole el pecho que no sabía muy bien dónde ubicar.

Definitivamente, Park Chanyeol estaba enfadado con él. Y Byun Baekhyun, a pesar de todo lo que había dicho y hecho hasta entonces, estaba empezando a echarlo de menos.

Su cuaderno de economía estaba lleno de garabatos, dibujos sin sentido, caricaturas de los profesores y explicaciones escritas con letra horrible en los márgenes, y Baekhyun se encontró pasando las páginas de su libreta una a una durante las clases del viernes, decidiendo ignorar las explicaciones de los profesores y riéndose entre dientes al ver que Chanyeol había tachado con lápiz

una de las gráficas que él había copiado directamente desde la pizarra, había dibujado otra distinta a su lado y había escrito entre ambas "la señora Kim no sabe explicar. Esa gráfica era terrible; así es mucho más fácil".

Y donde el gráfico de la profesora había sido un galimatías incomprensible, el de Chanyeol, a pesar de las líneas torcidas y los tachones, era sorprendentemente simple. Tal vez porque con Chanyeol todo siempre era mucho más sencillo.

O solía serlo, antes de que su vecino hubiera decidido desertar a la hora de la comida y Kai hubiese dejado de estar centrado en Kyungsoo o simplemente medio dormido sobre el plato de comida casera que le había traído su novio para pasar a observar a Baekhyun fijamente, con los ojos entrecerrados y una clara expresión de desagrado en su cara perfecta.

-¿Qué le he hecho yo? -protestó el chico, mirando a Kyungsoo, tan pronto como Kai abandonó la mesa para ir al baño.

Si había esperado apoyo incondicional por parte de su mejor amigo, estaba muy equivocado, porque la mirada de reproche que le dirigió Kyungsoo no tuvo nada que envidiarle a la de su queridísimo novio.

-No sé, Baek, piensa. Jongin es el mejor amigo de Chanyeol, y Chanyeol se ha recluido de repente en la biblioteca. ¿Qué es lo que le has hecho tú al pobre chico?

-Yo no... -Baekhyun se mordió el labio, volviendo a sentirse inusitadamente culpable, pero no tardó en fruncir el ceño-. Es cierto que hemos discutido o algo así, de acuerdo, pero, ¿por qué siempre tiene que ser todo culpa mía?

Kyungsoo bufó.

-Cuando se trata de Chanyeol y tú, siempre es culpa tuya, Baekhyun.

El chico quiso decir que todo aquello era injusto, pero algo en su interior lo obligó a quedarse callado, sujetar sus palillos con un poco más de fuerza y no mirar a Kyungsoo a los ojos durante el resto de la comida. Jongdae, que, sentado en su sitio de siempre, lo observaba con una expresión que estaba entre una mueca burlona y un típico "ya te lo advertí", tampoco parecía una muy buena opción para mantener una conversación razonable, así que todo lo que pudo hacer Baekhyun fue girarse hacia Luhan, que, sentado a su lado ahora que Chanyeol no estaba para ocupar el asiento entre los dos, se llevaba cucharadas de la maloliente sopa verde del menú a los labios con aspecto resignado.

-¿Cómo puedes comerte eso? -preguntó, frunciendo levemente los labios al ver que el otro chico se encogía de hombros.

-No está tan mal, si no piensas mucho en los ingredientes que puede tener.

Ante esto, Jongdae no pudo evitar intervenir en la conversación, sabido por todos como era que las especulaciones sobre los horrores del menú escolar eran uno de sus temas de conversación favorito.

-Os digo yo que tiene carne de cocodrilo, por lo menos -prácticamente exclamó. Y algas, seguro. ¿Habéis visto ese color verde moco? Seguro que no puede conseguirse con algo que no sea cocodrilo.

-¿Qué demonios estás diciendo? -susurró Baekhyun al mismo tiempo que Kyungsoo levantaba la cabeza de su propio plato y empezaba a decir que no, que aquello era una sopa de verduras normal, y que la sopa de cocodrilo no podría tener nunca aquel aspecto. De haber estado allí, muy probablemente Chanyeol se habría echado a reír y hubiese empezado a trabajar en equipo con

Jongdae para hacer admitir a Kyungsoo que no tenía ni la menor idea del aspecto que podría tener una sopa de cocodrilo, de entre todas las cosas, pero la conversación no tardó en derivar en algo normal, anodino, sobre las clases que todavía les quedaban aquella tarde, y Baekhyun se mordió el labio, sintiéndose muy cansado.

Ojalá no se hubiese enfadado aquella tarde. Ojalá no le hubiese gritado a Chanyeol. Así no estaría tan preocupado, ni se sentiría tan culpable, ni todo sería tan...

-Eh, Baekhyun -la voz de Luhan le llegó con claridad, en un susurro por debajo de la charla que estaban teniendo Jongdae, Kyungsoo y Kai, que ya había regresado del baño y había seguido comiendo tras lanzarle a Baekhyun una mirada particularmente dura-. Sé que no es mi problema, y no quiero meterme en donde no me llaman, pero, ¿por qué no vas a ver a Chanyeol a la biblioteca? Está allí, ¿no? Deberíais hablar.

Durante una centésima de segundo, el chico se sintió tentado de decirle que, efectivamente, todo aquello no era asunto suyo, y que bastante tenían que decir ya Kai, Kyungsoo y Jongdae sobre todo el asunto para que además tuviera que meterse él, pero Luhan parecía genuinamente preocupado - por no decir el único de todo el grupo que no se había posicionado en su contra por principio - así que tomó aire y respondió con toda la sinceridad que fue capaz de reunir.

-No es buena idea -susurró, un tanto cohibido-. ¿Qué iba a decirle?

-No lo sé. ¿Tal vez que vuelva a comer con nosotros? Sé que no falta mucho tiempo para sus exámenes, y que está trabajando muy duro para aprobarlos, pero también necesita descansar, ¿no? Dile que pare un poco y venga con sus amigos, aunque sólo sea durante los descansos.

Baekhyun se mordió el labio. Aquella era una excusa tan buena como cualquier otra para acercarse a él y hacer las paces, así que suponía que no perdía mucho por intentarlo.

-Supongo que tienes razón, Luhan. Gracias.

Aprovechando un momento en el que Kyungsoo y Jongdae estaban especialmente ocupados discutiendo sobre las variaciones en la tarea de matemáticas de la clase 3-2 a la 3-3, Baekhyun murmuró una disculpa y dijo entre dientes que iba a ir adelantándose, y que ya los vería más tarde. Nadie, gracias a dios, se preguntó que hacía él, que siempre apuraba sus descansos al máximo, volviendo al aula tan temprano.

La biblioteca ocupaba un ala entera de la planta baja, y normalmente estaba cálida, sumida en un relajado silencio y mucho más vacía de lo que debería. Baekhyun, que no era muy partidario de quedarse a estudiar en el instituto bastantes horas pasaba en aquel sitio ya, por dios - solamente había estado allí un par de veces en sus tres años de bachillerato, pero le gustaba la quietud del lugar y el sonido de la lluvia contra los cristales cuando hacía mal tiempo, como aquella tarde. Cuando entró, tratando de que sus pisadas no hicieran ruido sobre el viejo suelo de madera, no vio absolutamente a nadie y, durante un momento, temió que Chanyeol ya no estuviese allí.

Decidiendo que, ya que había entrado, lo mejor que podía hacer era echarle un buen vistazo a toda la sala, el chico comenzó a caminar entre las estanterías, rozando los lomos de los libros con los dedos. En su camino solamente se cruzó con una chica muy bajita con unas gafas tan enormes que parecían engullirle medio rostro y con un alumno con la cara llena de espinillas, creía que de la clase de Jongdae, que, al ver a alguien como él en aquel lugar, lo observó como si fuera una especie de aparición misteriosa.

Baekhyun ahogó un suspiro frustrado y siguió avanzando, hasta que hubo peinado casi toda la zona. Estaba empezando a pensar que, definitivamente, Chanyeol se las había apañado para darle esquinazo de nuevo cuando giró una esquina y lo vio, sentado en una mesa junto a la ventana y rodeado por tantos libros de un grosor considerable que estos parecían estar a punto de caerle encima y sepultarlo.

En su fuero interno, Baekhyun siempre había sabido que, si Chanyeol había decidido que iba a pasar los descansos de la comida en la biblioteca, había sido principalmente por todas las estupideces que le había gritado él la tarde del miércoles. Lo que no se le había ocurrido pensar, incluso después de que Luhan lo hubiera insinuado apenas minutos atrás en la mesa del comedor, era que, quizá, su vecino también tuviese que estudiar - necesitara estudiar -, que necesitara esforzarse y hacer horas extra para cumplir sus propios objetivos, que no tenían que ver con Baekhyun, ni con su audición, ni con su examen de economía.

Ni que, a pesar de que ahora estuviese enterrado bajo una montaña de libros, escribiendo resúmenes en un papel como si le fuese la vida en ello, Chanyeol había pasado todas y cada una de las tardes de los últimos días metido en casa de Baekhyun, ensayando durante horas enteras un repertorio de canciones que no tenía nada que ver con él, y que sólo le quitaba un tiempo que parecía no tener. Y que, a cambio de todo su esfuerzo, Baekhyun ni siquiera le había preguntado cuándo se examinaba, ni qué estaba estudiando, ni en qué demonios consistía su beca exactamente.

Por no decir que le había gritado de un modo totalmente injustificado, por algo de lo que no tenía la culpa, y que luego ni se había molestado en hablar con él para pedirle perdón.

"¿Esto ha sido siempre así?" se preguntó, y fue incapaz de dar con una respuesta; al menos no con una que le gustara.

Tan sólo unos metros más allá, y totalmente ajeno a él, Chanyeol paró de escribir y observó el libro que tenía frente a sí con un aire infantilmente inquisitivo que resultó adorable. Después, suspiró, y, tras un último vistazo, consultó la hora en el reloj de su muñeca y lo cerró. El sonido seco de las páginas al golpear las unas contra las otras perturbó el silencio de la biblioteca y sacó a Baekhyun de su ensimismamiento, sumiéndolo en un estado similar al pánico.

Porque, desde donde estaba, Chanyeol no podía ver a Baekhyun, pero en el momento en el que se levantara y caminase dos pasos hacia la salida, lo descubriría. Y él no quería - no podía - dejar que su vecino lo sorprendiese allí, escondido entre las estanterías y espiándolo, porque eso los obligaría a hablar, a enfrentar la situación cara a cara y, después de lo que había visto, Baekhyun no habría sabido cómo hacerlo sin sentirse como un egoísta y un idiota.

Quizá por eso, giró sobre sus talones y salió corriendo, tratando de sofocar el sonido de sus pasos, como un fantasma, y con el corazón latiéndole tan fuerte que pensó que lo escucharían en la biblioteca entera.

-

El domingo, al contrario que los días anteriores, amaneció completamente despejado, como si el modo en el que brillaba el sol fuera una especie de señal divina para decirle a Baekhyun que todo iba a salir bien, y que tendría éxito en la audición a la que se presentaba de una vez por todas.

Cuando el chico se levantó y entró, ya vestido y arrastrando los pies, en la cocina, encontró su desayuno preparado y un post-it de un rosa especialmente chillón sobre la mesa. "Ya sabes que tenía turno de mañana hoy en el hospital, Baekkie, y no he querido despertarte cuando me he ido" decía la nota, "pero, como siempre, te deseo lo mejor. ¡Tú puedes, y no te pongas nervioso! Firmado: mamá"

Frunciendo el ceño, Baekhyun arrancó el recuadro de papel de la mesa y no lo soltó, ligeramente disgustado, hasta darse cuenta de que había estado arrancando inconscientemente pedacitos de las esquinas. Quería mucho a su madre, y apreciaba su gesto, pero rogarle que no se pusiera nervioso era demasiado pedir a aquellas alturas, después de tanto esfuerzo y tantos, tantos, rechazos.

En realidad, y si se paraba a pensarlo, estaba asustado. Atemorizado. Tanto que se le había hecho un nudo en el estómago, y que la visión del desayuno preparado en la mesa le estaba haciendo sentir arcadas en lugar de un sano y razonable apetito.

Porque aquel era el día donde se lo jugaba todo. Su penúltima oportunidad de éxito. El único modo que tenía de entrar a estudiar todo lo referente a su propio sueño, en la misma escuela en la que, en su momento, ya habían becado a Kyungsoo.

Necesitaba que lo escogieran. Aquello era de una importancia casi vital. Pero, aún así, y a pesar de todos sus esfuerzos y ensayos, las notas de la canción que había estado practicando eran apenas un eco difuso en el fondo de su mente, y la garganta parecía habérsele cerrado, totalmente seca e inútil.

Tras decidir que todo lo que iba a conseguir si desayunaba era ponerse enfermo, Baekhyun cogió las llaves, el móvil y la cartera con su acreditación y salió de casa. Su calle estaba incluso más tranquila que de costumbre, teniendo en cuenta el día de la semana y la hora, y la única persona a la que se veía era una anciana paseando a un perro inusualmente feo en la acera de enfrente.

Salvo ella, no había nadie. Nadie.

Baekhyun se mordió el labio, y giró la cabeza para mirar con una cierta nostalgia el portal de al lado. En su momento, antes de que él hubiera sufrido un ataque de estulticia extrema, Chanyeol le había dicho que lo acompañaría hasta la audición si se lo pedía, y Baekhyun casi podía imaginárselo, saliendo a la calle con una de aquellas sudaderas enormes suyas y una sonrisa brillante en los labios, acercándose a él a zancadas y diciéndole, como si estuviese seguro de que era cierto, que todo iba a salir bien y que no había nada de lo que preocuparse.

Y Baekhyun hubiera podido cerrar los ojos y creerlo, sí, porque todo con Chanyeol era más sencillo, pero la cruda verdad era que él no le había pedido que viniese, y su vecino no estaba allí, y a aquellas alturas el chico estaba tan nervioso por lo que se le venía encima que creía que iba a ser incapaz de desplazarse hasta la parada del autobús, por no decir ya de cantar delante de un tribunal.

Finalmente, se obligó a caminar, a tomar el bus y a repasar mentalmente su canción una vez tras otra mientras las paradas se sucedían las unas a las otras, intentando calmarse. El ejercicio dio sus frutos porque, cuando finalmente bajó del autobús en una calle mucho más concurrida que cualquiera de las de su barrio, estaba más decidido que nunca a hacer aquella audición, y a hacerla bien.

O, al menos, lo estuvo hasta llegar al edificio principal de la universidad donde iban a hacerles la prueba.

Porque allí había gente. Mucha gente. Todos ellos ya con carteles numerados prendidos en la ropa, sentados en los jardines del campus y en las mesas de la cafetería, charlando animadamente entre sí unos, repasando sus partituras otros, y esperando, todos ellos, para tomar parte en la audición.

"¿Qué es lo que se supone que estoy haciendo yo aquí?"

Tomando aire, el chico siguió los carteles pegados aquí y allí que indicaban a los aspirantes dónde presentar sus acreditaciones y recoger su número de identificación.

La cola era tan enorme que parecía literalmente interminable, y para cuando Baekhyun llegó al frente y le entregó sus credenciales a una mujer de mediana edad que le sonrió, le deseó suerte y le tendió una tarjeta con el número 735, habían pasado más de cuarenta minutos.

Las audiciones comenzaron en breve, empezando por la persona que tenía la identificación con el número 1, y Baekhyun que tenía a setecientas personas por delante y no se sentía de humor para socializar con desconocidos, se dejó caer en uno de los bancos que había en el recibidor del edificio y comenzó a juguetear con el móvil, comprobando su buzón de entrada de correo electrónico - vacío - tantas veces que no tardó en aprenderse de memoria el número de segundos que tardaba en cargarse.

Pronto, decidió que haberse sentado allí no había sido buena idea. Todos los aspirantes a alumnos tenían que entrar y salir necesariamente por aquella sala y, a pesar de no querer prestar atención a sus rivales, Baekhyun no podía evitar verlos y escucharlos, en especial cuando alguno de ellos estaba muy contento o muy triste.

Un chico tan bajito que el propio Baekhyun probablemente le sacara media cabeza y con el número 267 en el pecho cruzó la habitación dando saltos y gritando para quien quisiera escucharle que había cantado de modo perfecto, y que estaba seguro de que esta vez iba a estar dentro. Una chica con el cabello teñido de rojo fuego salió de la habitación del tribunal llorando y temblando, y prácticamente fue incapaz de llegar hasta la amiga que había venido con ella, que la abrazó, tratando de calmarla.

Todos los que estaban allí tenían una historia, y algunas de ellas tendrían finales felices y otras no. Lo que no sabía Baekhyun era cómo iba a acabar la suya.

Cuando los encargados de la prueba llamaron al número 400, al chico empezaron a sudarle las manos. Cuando llegaron al 500, la garganta volvió a quedársele seca, y las notas empezaron a dar tantas vueltas en su cabeza que tuvo que consultar la partitura una y otra vez, cerciorándose de que los tonos eran los que eran y el ritmo era el correcto. Para cuando entró el número 650, Baekhyun estaba volviendo a sentir náuseas, y todo lo que quería era levantarse de aquel banco, cruzar la puerta y salir corriendo de allí, probablemente hasta esconderse debajo de su cama y convencerse a sí mismo de que estudiar algo como Administración de Empresas, y no la maldita Carrera Superior de Canto, era lo que quería en realidad.

En lugar de eso, volvió a desbloquear la pantalla de su móvil y comenzó a navegar casi con desesperación por su lista de contactos. Necesitaba hablar con alguien o acabaría huyendo de verdad, y su primer impulso fue llamar a Kyungsoo para decirle algo, lo que fuera. Pero era domingo, y los domingos Kyungsoo los pasaba con Kai, y los dos estaban molestos con él - por no decir que, muy probablemente, estuvieran comiendo por ahí, o en el cine, o haciendo cualquier otra cosa en la que el chico no quería pensar mucho porque, ugh¸ su salud mental lo agradecería.

Luego estaba Luhan, que sabía escuchar pero no entendería; y Jongdae, que lo entendería, pero no sabía escuchar. Y Chanyeol, que haría las dos cosas perfectamente, como siempre, pero al que no podía llamar.

"Maravilloso. Sencillamente maravilloso"

La voz al otro lado de los altavoces llamó al número 693, y Baekhyun tragó saliva, sintiendo que todo a su alrededor giraba demasiado deprisa. Estaba a punto de tragarse su orgullo y llamar a Jongdae para que se riera de él a gusto

cuando su teléfono móvil, que estaba tan fuertemente sujeto entre sus dedos que había comenzando a dejarle una marca en la palma de la mano, vibró una vez, y luego dos.

¿Tono de llamada? O no. No, un mensaje.

"¿Kyungsoo?" pensó Baekhyun vagamente, pulsando el botón para abrirlo.

Cuando vio el nombre del remitente, brillando, negro sobre blanco, en la pantalla, los ojos se le abrieron como platos y el corazón comenzó a latirle, desbocado, contra las costillas.

El mensaje eran apenas dos frases, pero era más que suficiente.

De: Park Chanyeol.

¿Has entrado ya? ¿Estás bien?

Baekhyun se sintió soltar una especie de quejido estrangulado y se llevó una mano a los labios, sin dejar de mirar la pantalla del móvil, sin poder moverse, respirar. Él se había comportado como un imbécil y, aún así, Chanyeol le había escrito. De entre todos sus amigos, había sido el único en molestarse en coger el móvil y preguntarle cómo le había ido, y si estaba bien. Y eso lo hizo sentirse confuso, y culpable. Y algo; un algo que hizo que los dedos le temblaran sobre el teclado táctil al responder.

Para: Park Chanyeol.

Entro enseguida, pero aquí hay demasiada gente. Tenía a setecientas personas delante; no me van a coger a mí.

La respuesta apenas tardó diez segundos en llegar.

De: Park Chanyeol.

No digas tonterías, Baekhyunnie. ¿Recuerdas todo lo que ensayamos? Vas a hacerlo bien, ¿vale? Y es imposible que no te cojan si lo haces bien. Piensa en eso, ¿quieres?

Baekhyun se encontró sonriéndole al móvil, sintiéndose increíblemente agradecido. De entre todas las personas a las que conocía, Chanyeol era el único que lo llamaba Baekhyunnie, y el mote era tan adorable y tan estúpido que no habría podido ser de otra manera.

Dándose cuenta de que estaba considerablemente menos histérico, comenzó a escribir, sin tener que pensar siquiera en sus palabras.

Para: Park Chanyeol.

Lo tendré en cuenta, sí. ¿Qué es lo que estás haciendo tú? ¿Estás en casa?

-

De: Park Chanyeol.

No. Mi madre ha salido de compras y quería a alguien "alto y fuerte para que le llevase las bolsas". Literalmente. No sabes cuánto me aburro.

Baekhyun se rió entre dientes. El muy idiota.

Para: Park Chanyeol.

¿Y cómo te las apañas para llevar todas esas bolsas si estás escribiendo con el móvil?

El tribunal llamó al número 730 por los altavoces, y su teléfono volvió a vibrarle entre los dedos.

De: Park Chanyeol.

Tsk, Baek, con la otra mano. Alto y fuerte, ¿recuerdas?

Esta vez, Baekhyun sí

que soltó una carcajada, y la chica a su lado lo miró como si se hubiese vuelto loco. No es que le importase, de todas formas: estaba demasiado contento como para prestar atención.

Para: Park Chanyeol.

Voy a entrar ya, Yeol. ¿Me deseas suerte?

-

De: Park Chanyeol.

Claro. ¡SUERTE! Y ahora, a por ellos.

La voz de los altavoces llamó al número 734 y, apenas diez segundos después, al 735. Doblando sus partituras y guardándoselas junto con el móvil en el bolsillo de la chaqueta, Baekhyun avanzó hasta el encargado que esperaba al otro lado de la habitación, que no tardó en indicarle que se le había asignado el Tribunal 3, en la sala 4.

Asintiendo, el chico cruzó un pasillo, se detuvo frente a una puerta, llamó y entró.

Chanyeol le había dicho que todo saldría bien y, cuando tuvo que cantar, su voz sonó potente, firme y clara.

Por primera vez en meses, salió de una sala de tribunal sonriendo. Estaba seguro de que jamás podría haberlo hecho mejor que aquello, que su actuación había sido perfecta. Esta vez lo admitirían, estaba seguro; podría estudiar en la misma escuela que Kyungsoo y todo habría merecido la pena.

Habría podido poner la mano en el fuego por ello.

-

Tan pronto como se encontró sentado en el autobús de vuelta a casa, Baekhyun volvió a sacar el móvil del bolsillo donde lo había guardado. El número de

Chanyeol brilló durante un segundo en su lista de contactos antes de que se decidiera a presionar el botón de llamada, demasiado contento todavía como para sentirse cohibido o avergonzado.

La voz grave de su vecino le respondió desde el otro lado de la línea en algún momento entre el segundo y el tercer tono.

-¿Baekhyun? -dijo, y no parecía enfadado con él, ni molesto, sino simplemente un tanto sorprendido por la llamada repentina. El chico se sintió tan increíblemente aliviado que tuvo que contenerse para no echarse a reír.

-¡Lo he hecho, Yeol! ¡Creo que lo he hecho!

-¿Sí? ¿Te ha salido bien la audición? Mira que te lo dije, ¿eh?

Baekhyun se mordió el labio.

-¿Dónde estás? ¿Puedo verte un momento?

-Acabo de llegar a casa, pero puedo bajar un rato, si quieres. Mi madre ya no me necesita por aquí, así que...

-Vale, por favor. Llego a nuestra parada en diez minutos.

Chanyeol respondió con un "allí nos vemos, entonces" y colgó, y Baekhyun, todavía tan contento que hubiera podido empezar a dar botes en el asiento, se dedicó a contemplar el paisaje familiar de su barrio por la ventanilla, hasta que los minutos pasaron y la marquesina de cristal de su parada de siempre se hizo visible.

Cuando bajó del autobús, Chanyeol estaba llegando y, al verlo, se detuvo, lo saludó con una mano y sonrió. Baekhyun dejó la parada tras de sí casi a la carrera, y se paró frente a él con la respiración aún algo agitada. Jamás en su vida había estado tan aliviado por ver a alguien sonreírle, pero había echado tanto, tantísimo de menos a Chanyeol durante aquellos cuatro días que todo lo que quería era verle hacerlo más.

-Vaya -su vecino se rió al ver cómo lo estaba mirando-. Sí que estás contento.

-Al principio creí que iba a morirme, mientras esperaba con toda esa gente Baekhyun empezó a hablar, tal y como hablaba cuando estaba nervioso o tenía mucho que decir, y Chanyeol le hizo un gesto silencioso para que empezasen a caminar, calle abajo, camino a sus casas-. Habría, ¿qué? ¿Mil personas para cien plazas? Y todos parecían tan bien preparados que pensé que, cuando entrara yo, el tribunal ni siquiera me escucharía durante más de cinco segundos seguidos. Menos mal que al final ha merecido la pena, y que me ha salido bien. Debería darte las gracias a ti.

El chico había esperado que su vecino volviera a felicitarlo y se riese, pero, en lugar de eso, esbozó una sonrisa entre tierna y culpable. Era uno de aquellos gestos que aparecían de vez en cuando; gestos tan poco típicos del Chanyeol de siempre que hacían que Baekhyun no pudiera apartar los ojos de él.

-Tendría que haberte acompañado, si estabas tan nervioso -le dijo. Baekhyun sintió una punzada de culpabilidad en algún lugar del pecho. Ahí estaba, el asunto que los había hecho discutir en primer lugar. El chico había querido creer que podría librarse de hablar de ello, pero estaba empezando a descubrir que la vida no era tan sencilla y que Park Chanyeol, como persona, era cualquier cosa menos simple.

-¿Qué? ¡No! No era necesario. Yo...

-Estaba enfadado contigo -lo interrumpió Chanyeol con suavidad-. Pero supongo que parte de la culpa es mía por estar todo el día encima de ti sin preguntarte qué te parecía. Hoy era tu gran día, Baek, y yo te he dejado solo. Lo siento mucho.

"¿Por qué eres tú el que se está disculpando?"

-No -Baekhyun protestó y se detuvo en seco-. No -el otro chico lo miró como si no entendiera, y Baekhyun se preguntó por segunda vez en pocos días si aquello sería siempre así, con Chanyeol disculpándose por cosas que no eran culpa suya y volviendo a su lado una y otra vez, cuando él ni lo trataba bien ni tenía el valor para agachar la cabeza y pedirle perdón. Ni siquiera ahora, cuando una parte de él estaba segura de que le había hecho daño-. No tenías por qué ir, de verdad; era mi audición. Y sobre lo que te dije el otro día... -Chanyeol seguía observándolo, así que Baekhyun sacudió la cabeza y volvió a echar a andar-. Estaba... enfadado, ¿sabes? Pero no por ti. Por Jongdae y unas chicas de su clase. Y, bueno, en cuanto a las demostraciones de afecto público, yo... No me suele agradar demasiado que estén encima de mí tocándome todo el día, pero supongo que no me importa si eres tú el que lo hace. Quiero decir, tenías razón cuando dijiste que eres una especie de estufa humana, y yo siempre tengo frío, así que...

Al escucharlo, Chanyeol hizo una cosa rara en la que estuvo a punto de tropezarse con sus propias piernas y caerse al suelo de morros, pero al momento siguiente lo estaba mirando con una expresión extraña en la cara y poco después se estaba riendo con aquella risa de demente suya, en la que arrugaba la nariz y cerraba un ojo más que el otro.

-¿Te das cuenta de lo que has dicho? -le preguntó entre carcajadas, y al ver la cara de estupor de su interlocutor, estuvo a punto de caerse de bruces al suelo de nuevo, esta vez de la risa-. Por favor...

Baekhyun rebobinó mentalmente la conversación, sin entender qué era tan gracioso, hasta que llegó a las últimas frases y oh, mierda.

-¡Yah, no era eso lo que quería decir! -protestó, sacudiendo la cabeza y pasándose las manos por el pelo, notando cómo el flequillo se le descolocaba sobre la frente-. ¡Hablaba de "tocar" como algo completamente figurativo e inocente! Deja de pensar como un pervertido, Park Chanyeol.

-¿Quién ha dicho nada de perversiones? Uh-uh, acabas de descubrirte a ti mismo, Byun Baekhyun. Tienes la mente sucia. Admítelo.

El chico frunció el ceño y golpeó a su vecino con el puño en el antebrazo, no lo suficientemente fuerte como para que doliera, pero sí para quedarse enteramente satisfecho.

-Eres terrible -protestó, e hizo un mohín cuando Chanyeol se rió y le devolvió el puñetazo-. Y no hagas eso. ¿No te había dicho tu madre que eras alto y fuerte? Deja de aprovechar que tienes ventaja sobre mí y no me pegues.

-En realidad no la tengo. Mi madre solo dice eso porque quiere que la ayude con las bolsas. Yo no soy el que va por ahí haciendo hapkido.

-Touché.

Baekhyun iba a añadir algo más, pero se dio cuenta de que acababan de llegar a su portal, y de que Chanyeol se había detenido con las manos metidas en los bolsillos de la sudadera. Tenía el flequillo revuelto sobre la frente, y los cordones de una de sus deportivas desabrochados, por no decir un agujero en una de las mangas por donde antes se había estado dedicando a meter el dedo, pero aún así estaba guapo, y estaba allí, y le estaba hablando, y le sonreía, por fin, después de cuatro días; y ahora estaba allí parado como si tuviera toda la

intención de esperar a que él abriera la puerta y se metiera en su portal para marcharse después a casa.

Lo cual no estaba bien, porque Baekhyun no quería que se fuese todavía.

-Yeol -comenzó, autoconvenciéndose de que no tenía razón alguna para sentirse cohibido ni raro-. ¿Tienes algo que hacer? Porque yo ya he acabado por hoy, y viendo la hora que es, podíamos ir a comer, o...

En el momento en el que Chanyeol comenzó a esbozar una sonrisa de disculpa, Baekhyun supo que no iba a aceptar su invitación.

-Ah, lo siento, Baek, pero tengo que estudiar -le explicó. En cuanto hubo acabado de hablar, debió de darse cuenta de la cara que muy probablemente estaba poniendo él, porque se rió de nuevo y negó con la cabeza, pareciendo un tanto avergonzado-. Por si acaso, no estoy enfadado contigo. Iría, de verdad, pero tengo los exámenes encima y voy muy mal de tiempo.

Baekhyun sintió una punzada de decepción en el estómago, pero trató de no prestarle atención y seguir hablando. No tenía derecho a sentirse decepcionado después de todo el tiempo que había sacrificado Chanyeol por él. No tenía derecho.

-¿Cuándo te examinas? -preguntó en su lugar.

-Dentro de doce días; el 18. ¿Por? Baekhyun hizo cuentas mentalmente, y ahogó una exclamación. Aquello era dentro de dos viernes, que era exactamente cuando...

-Es el mismo día en el que a mí me llegan los resultados de la audición que he hecho hoy -descubrió.

-Debe de ser el destino -exclamó Chanyeol, increíblemente contento, casi de inmediato-. Seguro que eso quiere decir algo; que tú vas a pasar tu audición, y yo voy a aprobar, y los dos vamos a cumplir nuestros sueños. ¿No es estupendo?

Baekhyun lo vio tan absurdamente ilusionado que sonrió y asintió, pero una parte de él se rebeló ante la idea, tratando de hacerle recordar algo que su cerebro había olvidado convenientemente. Chanyeol, sí, al igual que él, tenía un sueño. Un sueño que, si se cumplía, lo llevaría a la otra parte del mundo durante cuatro años enteros. A un país distinto, un mundo diferente, donde Baekhyun no podría verlo a través de la ventana del cuarto de su hermano, ni ir con él a clase, ni volver juntos a casa, riéndose como dos idiotas. Nunca.

Nunca más.

Aquello era lo que él había querido: librarse de Chanyeol para siempre.

Al parecer, iba a conseguirlo.

-Déjame ayudarte a estudiar -dijo de repente, y su vecino lo miró como si acabara de caerle encima un rayo, y no era de extrañar, porque Baekhyun no sabía qué estaba haciendo, hablando con aquella bocaza tan grande que tenía y diciendo cosas que en realidad no quería decir-. Déjame... No sé, preguntarte las lecciones, o hacerte resúmenes. Tienes una letra horrible, Yeol, ni siquiera tú eres capaz de adivinar lo que pone cuando escribes. Yo hago unos resúmenes maravillosos; déjame hacer eso por ti para que puedas estudiar mejor.

-¿Baekhyun?

-Tú me estás ayudando a mí con economía, ¿no? Considéralo una forma de pago.

-Pero, Baek, se supone que tu madre ya me paga.

-Se supone. ¿Hace cuánto que tú no le cobras?

Chanyeol tuvo a bien parecer un tanto avergonzado, y Baekhyun sonrió. Sabía de sobra que su vecino no le había cobrado a su madre por las clases desde el mismo instante en el que él había dejado de intentar echarlo y, si bien al enterarse aquello lo había hecho sentir culpable una vez más, ahora podía usar la información a su favor.

-Baekhyun...

-Tú me estás ayudando mucho. Déjame ayudarte a ti un poco. Por favor.

Chanyeol entreabrió los labios, buscando las palabras, y Baekhyun quiso sonreír, y decirle que estaba extrañamente guapo cuando se quedaba descolocado y no sabía ni por dónde le daba el aire, y al mismo tiempo deseó dar media vuelta, y meterse en su portal, y cerrar los ojos, y no volver a ver a Park Chanyeol nunca más.

-¿No se supone que esa beca es lo que más quieres? -susurró-. ¿Lo que más te importa?

Su interlocutor inclinó la cabeza y lo miró a los ojos.

-Sí.

Baekhyun no hubiera sabido decir por qué, pero el aire cambio a su alrededor y se volvió eléctrico, denso, sofocante. Tal vez fuera por cómo Chanyeol lo estaba mirando, con los ojos oscuros entrecerrados, o por cómo allí no había nadie más, o por cómo él quería decir algo, rogar, lo que fuera, pero tenía la garganta seca y no sabía por qué.

-Déjame ayudarte -logró susurrar, otra vez-. Antes de que te vayas.

Chanyeol se acercó un paso a él y se rió entre dientes.

-Estás despeinado, Baekhyunnie -murmuró y, tras un segundo de duda, tenía tres dedos sobre su frente y le estaba colocando el flequillo en su lugar, apenas llegando a rozarle la piel. Para alguien que tenía unas manos tan grandes y que, por lo general, era tan patoso, fue un contacto extraordinariamente suave, casi una caricia, y Baekhyun se sintió temblar de la cabeza a los pies-. Vas siempre tan arreglado que verte así es raro.

-Yo... ¿Estás intentando distraerme? -susurró, y pensó que, si eso era lo que Chanyeol quería, lo estaba consiguiendo, porque sus malditos dedos eran suaves, pero ásperos, y él quería que los quitara de allí, y que no los apartase nunca, y quería cerrar los ojos y...

Su línea de pensamiento se vio interrumpida cuando Chanyeol se rió otra vez y se alejó un par de pasos, observando lo que quiera que le hubiese hecho en el pelo con aire crítico. Baekhyun se sintió frío, descolocado, y abandonado, y tuvo que forzar a toda su cara a sonreír, como si ésta fuera una máscara de goma que no quisiera hacerle caso.

-¿Qué has hecho ahora con mi pelo, Chanyeol? -se obligó a preguntar, intentando impregnar su voz de un humor que no sentía.

-Lo que he podido. Creo que no valgo como peluquero.

-Eso salta a la vista, por como llevabas el pelo el año pasado. Para tu información, parecías un caniche.

Todos los restos de electricidad del aire se evaporaron, y Chanyeol volvió a ser Chanyeol, con aquellos ojos tan grandes y tan marrones y su típica sonrisa extremadamente feliz en los labios.

-Lo que tú digas, Baek, pero que conste que lo he intentado. Y, sea como sea, me tengo que marchar. Tengo mucho que estudiar por delante y ya he perdido toda la mañana en perseguir a mi madre de tienda en tienda. Debería ponerme al día.

Baekhyun asintió con aire débil y lo observó marcharse.

-Que sepas que sigo diciendo que voy a ayudarte -lo llamó, y Chanyeol se giró, sonrió y se encogió de hombros antes de desaparecer en el portal de al lado.

Baekhyun tardó unos segundos en buscar sus propias llaves, abrir la puerta frente a él y entrar a la seguridad de su edificio. En cuanto se vio solo en la oscuridad del portal, aquella sonrisa tan falsa se le cayó de los labios. Para cuando hubo salido del ascensor y entrado en su casa, respiraba entrecortadamente, sentía presión en el pecho y no sabía qué hacer.

Porque, apenas minutos atrás, había recuperado a Chanyeol después de cuatro días de echarlo de menos. Pero no importaba, porque en el fondo daba igual.

Porque, en unos cuantos meses, su vecino habría recibido aquella beca por la que tanto había trabajado. Y entonces se iría. A San Francisco.

Se marcharía.

La primera vez que se había enterado de la noticia había estado a punto de ponerse a dar saltos de alegría en aquel mismo salón. Había sonreído como si le acabara de tocar la lotería y se había pasado tres días de buen humor. Había creído que aquello tenía que ser el karma, que se lo merecía.

Y, muy posiblemente, sí, se lo mereciera.

-Era lo que quería, ¿no? -murmuró, apoyándose contra la puerta de madera y dejándose caer hasta quedar sentado en el suelo-. Que se marchara de una vez. Era lo que yo quería.

Pues bien, aquel estúpido sueño cada vez estaba más cerca de convertirse en realidad. Y, lo que era más, él iba a ayudarle a cumplirlo sacrificando su tiempo libre para hacerle resúmenes en papel de un temario tan largo y tan difícil que una persona como él ni siquiera podría llegar a entenderlo.

Y aquello era absurdo, y divertido, e irónico, porque, en realidad, Baekhyun no quería hacer resúmenes.

Porque estaba seguro de que, si se examinaba, Chanyeol aprobaría. Y él no podía, ni debía impedírselo. Pero, cuando su vecino aprobara, se marcharía. Y Baekhyun no tenía ningún derecho a pedirle que se quedara, pero, sinceramente, ya no sabía qué demonios iba a hacer él cuando Park Chanyeol saliese de su vida para siempre.

Y quiso reírse. Quiso llorar. Pero al final todo lo que hizo fue enterrar la cara en las rodillas y quedarse muy quieto, con una mano sobre los ojos y otra enredada en el pelo, arruinando los estúpidos esfuerzos de Chanyeol por intentar peinarlo cuando se habían despedido en el portal hacía un rato.

Día 48 La lluvia no paró de caer en toda la tarde del viernes, así que la biblioteca del instituto, considerando el día y la hora, estaba inusualmente llena.

Baekhyun levantó la cabeza del esquema de física que estaba dibujando con su mejor letra y se masajeó las sienes con los dedos, deseando terminar con aquello de una vez, salir de allí, encerrarse en su habitación y meterse bajo las sábanas con un té con limón caliente durante lo que quedaba de día. A su alrededor, la mayoría de mesas estaban ocupadas aunque, por suerte, en la suya solamente estaban Jongdae y él. Después de una semana encerrado en aquel lugar, lo último que le apetecía era ser sociable.

-¿Qué, Byun Baek? ¿Estás cansado? -su amigo levantó la cabeza de lo que estaba leyendo (un maldito cómic; Baekhyun creía que era Ironman) y lo miró con una sonrisa de preocupación tan falsa que el chico sintió el deseo pasajero de estrellarle su carpeta en las narices.

-Me duele el cuello -dijo en su lugar, optando por ser un buen amigo. Jongdae arqueó las cejas.

-No es de extrañar, hombre. Llevas ocupando todo tu tiempo libre de los últimos cinco días en sentarte en esta mesa, cargar con libros de consulta que nadie entiende de un lado para otro y hacer resúmenes en cinco colores. ¿Y sabes qué es lo mejor? Que ni siquiera son para ti. No te haces idea de la gracia que me hace.

Baekhyun tapó su subrayador verde con desgana. A aquellas alturas se desmayaría sobre la mesa o algo así si no tomaba un descanso, aunque fuera pequeño.

-No es gracioso -protestó, pero Jongdae no parecía opinar lo mismo.

-Uy, ¿no? Baekhyun, desde que te conozco jamás has hecho resúmenes para estudiar tú, y de repente estás sacrificando todo tu tiempo libre para hacérselos a Park Chanyeol, de entre todas las personas del mundo -replicó-. ¿Tanto quieres que se vaya a América que has pensado que tal vez no lo consiga él solo y por eso lo ayudas, o qué pasa?

Aquel no era el caso, precisamente, y Baekhyun trató de protestar, pero no supo cómo. Había sido sincero al decirle a Chanyeol que era capaz de hacer unos resúmenes especialmente bonitos y claros, pero también era verdad que terminarlos le llevaba horas, y que solía cansarse de trabajar en ellos antes de acabar. Aquella era la primera vez que había hecho tantos, y en tan poco tiempo. Y la mejor parte era que Baekhyun ni siquiera estaba seguro de por qué se estaba esforzando tanto, si todo lo que iba a conseguir como recompensa era que Chanyeol se marchase del país durante cuatro años, y eso era precisamente lo que no quería él que pasara.

Tal vez habría tenido aunque fuera un ápice de lógica si Baekhyun hubiera sido una persona desinteresada, altruista y generosa, pero la buena persona solía ser Chanyeol y no él. La única explicación que le quedaba, por lo tanto, era que debía de estar volviéndose medio idiota y masoquista. Pero eso, claro, no podía decírselo a Jongdae.

-Es... complicado -murmuró, aunque a su amigo aquello no pareció valerle.

-No, no lo es -replicó-. Chanyeol va a examinarse, aprobar e irse,

y tú lo ayudas porque estás contento-. Baekhyun sintió que las comisuras de los labios se le curvaban hacia abajo e, instantáneamente, se maldijo por el poco control que tenía últimamente sobre sus expresiones faciales, porque Jongdae lo miró, parpadeando-. Espera... Porque tú estás contento, ¿no? Quieres que se vaya.

Atrapado entre la espada y la pared, Baekhyun no supo que decir. Estaba empezando a tomar aire para negarlo todo (porque como Jongdae se enterara de aquello, estaba muerto) cuando su amigo soltó una carcajada de tal volumen que los alumnos de todas las mesas a su alrededor se giraron para mirarlos y la bibliotecaria, que ya los estaba observando como si fueran criminales por atreverse a perturbar el silencio de su sagrada biblioteca con su conversación en susurros, le lanzó un "chsssst" que el chico se apresuró a ignorar.

-No puedo creerlo -dijo, cubriéndose los labios con el cómic de Ironman y tratando visiblemente de no echarse a reír otra vez-. Byun Baekhyun, en ocasiones me sorprendes.

-¿Qué?

-Si ya lo decía yo... ¿Ves cómo, de tanto odiarlo, ibas a acabar echándolo de menos cuando se fuera?

Baekhyun empezó a desear fervientemente que la tierra se abriera e hiciera el favor de tragárselo y ahorrarle tanto sufrimiento. Aunque, en el fondo, tal vez Jongdae estuviese en lo cierto y lo que le pasara fuera que se le hiciese inconcebible no tener a nadie a quien odiar. Sólo que él no odiaba a Chanyeol. Ya no.

-No lo entenderías -gruñó, pretendiendo dar la conversación por zanjada-.

Y, de todas formas, ¿qué es lo que se supone que haces tú aquí? ¿No tienes nada mejor que hacer que perder el tiempo en la biblioteca?

Jongdae se encogió de hombros.

-Me gusta venir a leer aquí a veces.

-Ya veo que libros no.

-Nah. Los libros normales tienen pocos dibujos -Jongdae le guiñó un ojo, y Baekhyun se sintió incapaz de adivinar si estaba hablando en serio o no-. De todas formas no es el hecho de leer, sino el sitio. Empecé a venir el año pasado; se está bien.

Por regla general, nadie en su grupo de amigos creía nada de lo que saliera de la boca de Kim Jongdae, especialmente cuando lo decía con una expresión tan solemne, así que el arquear las cejas y mostrarse claramente escéptico fue una respuesta natural para Baekhyun.

-¿En serio? ¿Y por qué yo no lo sabía?

-Porque nunca has preguntado. Y porque eres un inculto y nunca vienes a la biblioteca salvo que sea para prestarle tu inestimable ayuda a nuestro amigo Chanyeollie.

-Eres idiota, Jongdae.

-Ah, puede. Pero lo que digo es verdad y por eso te molesta.

Cada vez más convencido de que sus amigos eran una especie de enviados del demonio compinchados para complicarle la vida, Baekhyun decidió que ya era hora de aprovechar aquel pequeño descanso para estirar las piernas y, tras lanzarle a Jongdae una mirada enfurruñada, agarró los resúmenes que ya había terminado y se levantó.

Chanyeol estaba en la mesa en la que él lo había visto la primera vez, enterrado en una montaña de libros y absolutamente concentrado en lo que quiera que estuviese haciendo. En aquella última semana, Baekhyun se había enterado de que su vecino estudiaba con tapones en los oídos porque decía que, si no se aislaba completamente, le era difícil mantener la concentración. Esa, también, era la razón por la que, el primer día que habían bajado juntos a la biblioteca, Chanyeol le hubiera pedido - con mucha cara de pena, por cierto - que se sentara con Jongdae en otra mesa en vez de hacerlo con él. "Me distraigo muy fácil, Baekhyunnie", le había dicho, y, mientras se acercaba a él sorteando estudiantes, sillas fuera de lugar y estanterías, Baekhyun creyó que aquello era muy injusto, porque el que se distraía últimamente cuando Chanyeol estaba cerca era él, y no al revés.

-Yeol -lo llamó al llegar a su lado, posándole una mano en el hombro para captar su atención. Al notar el contacto, el otro chico dio un respingo, pero no tardó en sonreír en cuanto lo reconoció. Baekhyun hubiera podido jurar que sintió el movimiento de los músculos de su hombro cuando subió el brazo para quitarse los tapones de los oídos y apartó la mano, tal vez un poco demasiado deprisa como para que el movimiento resultara natural-. Toma. He acabado con estos esquemas -añadió, tratando de no sonar demasiado estúpido.

Si Chanyeol notó algo extraño - por no decir un tanto patético - en su actitud, no lo dejó traslucir. En lugar de eso, dejó los tapones sobre la mesa, encima de un libro abierto, y se levantó con los ojos oscuros brillándole con lo que a todas

luces era una excitación casi infantil. A juzgar por su expresión, parecía que jamás hubiera visto un esquema antes.

Lo cual era incierto, porque Baekhyun llevaba dándole resúmenes como aquellos toda la semana. Maldito Park Chanyeol y su manía de exagerarlo todo.

-¡Wow, Baek, están perfectos! -exclamó, en una voz tan alta que la bibliotecaria volvió a chistar-. Aún sigo sin saber cómo lo haces.

-Tengo un don natural para escribir en línea recta, cosa de la que tú careces Baekhyun sonrió y se encogió de hombros, aunque no tardó en suspirar-. Pero, de verdad, no es nada. Ni siquiera sé si te están sirviendo para algo.

-Tsk, no te quites méritos; claro que sí -Chanyeol se rió y, antes de poder evitarlo, Baekhyun tenía su manaza en la cabeza, revolviéndole el pelo, y el sabía que el gesto tendría que haberle molestado, pero, en lugar de eso, su estómago empezó a hacer cosas raras.

-¡Yah! He estado peinándome durante cuarenta minutos esta mañana.

Chanyeol no pareció arrepentido en absoluto.

-Oops.

Baekhyun empezó a plantearse seriamente maneras de asesinarlo sin que se notara pero, finalmente, decidió que lo mejor que podía hacer era preguntarle lo que había venido a preguntar.

-¿Te falta mucho para terminar con lo que tienes que estudiar para hoy? Se está haciendo tarde.

Chanyeol observó por el rabillo del ojo su libro abierto.

-Me gustaría dejar un par de temas acabados antes de marcharme, así que tardaré un rato, pero tú puedes irte ya a casa si quieres. No me importa volver solo si estás cansado.

-¿Quién dice que yo esté cansado, Yeol? -Baekhyun bufó, rogando al cielo para que su mentira fuera creíble. De poder, se habría tirado sobre la mesa y se habría echado a dormir allí mismo-. Deja de decir tonterías y vuelve a ponerte a estudiar, que a mí me quedan muchos esquemas por hacer.

-Claro, Baek. ¿Te veo luego?

-Por supuesto que me verás. Ven a buscarme cuando termines, ¿vale?

-Sí -Chanyeol asintió con un enérgico movimiento de cabeza y volvió a su sitio, dejando a Baekhyun de pie junto a su mesa, mirándolo. Ya no tenía nada que hacer allí, así que dio media vuelta y regresó despacio a su mesa, maldiciéndose mentalmente por haberse condenado de modo voluntario a dos horas más de hacer resúmenes por no querer irse a casa sin Chanyeol.

Cuando se sentó en la silla que había ocupado durante toda aquella tarde debía de tener una expresión extraña en la cara, porque Jongdae levantó la cabeza de su cómic de Ironman y ahogó una risita.

-¿Qué pasa ahora? -gruñó Baekhyun. Jongdae volvió a hundir la cara entre las páginas.

-Nada, nada.

-En serio te digo que a veces no sé por qué soy amigo tuyo.

-Porque mis pómulos son perfectos. Y por mi maravilloso sentido del humor.

Baekhyun decidió que ya había tenido suficiente Jongdae por lo que le quedaba de día y, tras decidirse a ignorarlo durante el resto de la tarde, destapó su colección de bolígrafos y subrayadores y volvió al trabajo.

Las horas pasaron lentamente, la lluvia dejó de caer al otro lado de los cristales y los estudiantes, poco a poco, comenzaron a marcharse. Cuando, cinco resúmenes después, Baekhyun levantó la vista de sus papeles, la voz cascada de la bibliotecaria estaba empezando a anunciar por megafonía que cerrarían en cinco minutos, y Chanyeol ya estaba recogiendo todos sus libros al otro lado de la habitación.

-Vaya, parece que ya nos echan -comentó Jongdae, bostezando y lanzando los cómics que había estado leyendo, uno a uno al interior de su mochila. Antes de haber terminado, Chanyeol ya había llegado a su mesa-. Hola, Yeol.

El otro chico alzó las cejas y pareció increíblemente contento al ver lo que su interlocutor aún tenía en las manos.

-Oh, Ironman. ¿Me lo dejarás algún día? -En tus sueños. Me gusta cuidar mis cosas. Y hablando de cosas, llévate a Baekhyun. La pobre criatura lleva encerrada aquí tantas horas que está empezándosele a poner la cara de color cartón.

El interpelado puso los ojos en blanco, pero, en su fuero interno, agradeció la idea. Tras tenderle a Chanyeol los esquemas que había logrado terminar desde que había ido a verlo, prácticamente saltó de la silla y se puso la americana del uniforme sobre la camisa. Él estaba más que dispuesto a irse ya, pero Chanyeol pareció recordar algo.

-¿Tú no vienes, Jongdae?

Su amigo fue todo sonrisas e inocencia cuando respondió.

-Oh. Oh, no. No me gustaría interrumpir vuestro idílico paseo a casa con mi presencia. Y, además, vivo en la otra dirección.

Chanyeol pareció entre cohibido y confuso.

-¿Idílico? -repitió, y Baekhyun decidió que ya había tenido bastante y, aferrándolo del antebrazo, tiró de él hasta la salida.

-Adiós, Jongdae. Nos vemos el lunes.

En la calle, ya era noche cerrada, y los terrenos de alrededor del instituto estaban prácticamente desiertos. Cuando llegaron al parque que siempre cruzaban, el aire olía a tierra húmeda y el viento estaba frío contra su rostro y sus manos, y Baekhyun tembló, pero lo agradeció, después de tantas horas sufriendo el calor opresivo de la biblioteca. -Ay, me duele todo -la voz grave de Chanyeol rompió el silencio, y el chico se giró hacia él con una sonrisa-. Estar tan torcido estudiando tiene que ser malo para la espalda. Esas mesas están demasiado abajo.

-No, a mí me vienen bien. Tú eres el que está demasiado arriba.

Los dos se rieron, pero Baekhyun no pudo menos que darle la razón a Chanyeol en lo que respectaba a estar hecho un desastre. Su vecino había pasado en la biblioteca aún más horas que él, y por primera vez desde que lo conocía, parecía cansado. Por no decir que estaba hecho un caos - más de lo habitual, que ya era decir - con la camisa arrugada y por fuera de los pantalones y la corbata torcida hacia un lado. Baekhyun apretó los puños a ambos lados del cuerpo, tratando de resistir el impulso de colocársela bien. Se suponía que cómo llevara la corbata Chanyeol no era asunto suyo.

-Oye -comenzó en su lugar, carraspeando-, sé que es tarde, pero creo que necesito tomar el aire. ¿Te apetecería dar un paseo por aquí antes de subir al autobús?

Chanyeol pareció cogido por sorpresa, pero no tardó en asentir. A Baekhyun le hubiera gustado pensar que parecía un poco menos exhausto que hacía cinco segundos.

-Te gusta mucho este parque, ¿eh? -respondió con una sonrisa-. Pero por mí, bien. Vamos, si quieres.

No tardaron mucho en desviarse del camino principal e internarse por uno de los muchos senderos de tierra que se perdían entre los árboles, en un silencio que no era opresivo, sino cómodo. A aquella hora, la mayoría de jóvenes de su edad muy posiblemente estuvieran en el centro, divirtiéndose, y no ahí y, para cuando llegaron a un segundo camino asfaltado, algo más pequeño que el principal, todavía no habían visto a nadie, salvo a una parejita que, al cruzarse con ellos, habían lanzado un grito y una risita y habían corrido a esconderse entre los arbustos.

Chanyeol había parecido ligeramente incómodo al verlos, y Baekhyun se había preguntado por qué. Había sido entonces cuando, al ir a girar una curva, sus brazos habían rozado el uno contra el otro, y Baekhyun había sentido una especie de descarga de electricidad y se había dado cuenta de que estaban solos.

Los dos. En un parque desierto en mitad de la noche.

Y no debería haber sido importante, porque eran vecinos, y venían de estudiar, y eso era todo lo que estaba pasando allí, pero ahora que se había dado cuenta de hasta qué nivel aquello podía malinterpretarse, el chico estaba empezando a ponerse... bueno, nervioso.

Y aquello era raro, porque Baekhyun había salido con alrededor de la mitad de los hombres sexualmente atractivos de su instituto y nunca, jamás, se había puesto nervioso. Salvo que, en aquella ocasión, no estaba allí con uno de sus novios, sino con Park Chanyeol, así que no sabía lo que estaba haciendo comparando una cosa con la otra, porque no era igual.

Últimamente, su cabeza no razonaba bien. Muy posiblemente por la presión de tener que esperar los resultados de su audición. Así que, al ver que Chanyeol se había detenido debajo de una farola solitaria y lo miraba, con la expresión suavizada por la luz amarillenta, dijo lo primero que se le ocurrió.

-Creo que estás estudiando demasiado -murmuró, y la afirmación le sonó especialmente ridícula porque llevaban cinco minutos sin hablar y nadie le había preguntado su opinión. "Estupendo, Byun Baek, te has cubierto de gloria" -. A cada tarde que pasa estás más cansado. Uno de estos días te vas a quedar dormido en clase.

Chanyeol lo miró arqueando una ceja, pero se tomó el comentario a bien.

-Bueno, cuando empezamos a hablar, dijiste que pensabas que yo sacaba sobresalientes sin estudiar -bromeó-. Espero haberte demostrado que soy un hombre de provecho.

-No seas idiota, eso lo sé desde hace semanas -semanas, pero no meses, ni años. Baekhyun avanzó hasta rozar el cuerpo metálico de la farola ante ellos con los dedos y se estremeció porque estaba frío al tacto. Tras unos segundos, tomó aire e hizo la pregunta que llevaba queriendo hacer desde que había pasado la tarde del domingo pasado en el suelo de su casa, con la mano hundida en el pelo y apoyado contra la puerta del salón-. Lo que no sé... ¿Por qué quieres marcharte a un lugar como Estados Unidos?

¿Desde hace cuánto quieres irte tan lejos?

Durante un segundo, Chanyeol dudó. Luego esbozó una sonrisa tranquila, suave.

-Me propusieron la opción a finales del curso pasado, aunque no empecé a estudiar en serio para los exámenes hasta el principio de este año -explicó-. Cuando me recomendaron la beca no quería ir, y estuve pensando en rechazarla, pero luego lo pensé mejor, y ahora la idea me encanta. Corea está bien, pero también me gustaría vivir en el extranjero un tiempo, así que...

-¿Hubo un momento en el que no querías marcharte? -Baekhyun hizo la pregunta antes de poder detenerse, y se maldijo mentalmente por ello, y por lo estúpidamente desesperada que había sonado su voz.

Chanyeol observó la farola con aire abstraído, y revolvió la tierra a sus pies con la puntera del zapato.

-Tenía dieciséis años y otros planes en mente -dijo simplemente-. Había ciertas cosas que no quería dejar atrás pero, al ver que no estaba yendo a ningún sitio con respecto a ellas, terminé pensando que sería mejor probar otras opciones y acepté empezar a estudiar para estos exámenes.

-¿Así que esta beca era tu Plan B? -preguntó Baekhyun, sintiendo lo que a todas luces era una chispa de esperanza en el pecho.

-Al principio, sí. Luego empecé a leer el programa, y a ver dónde estudiaría, y qué asignaturas tendría, y ahora es mi único plan.

Baekhyun se mordió el labio, sin saber muy bien qué decir. Sentía el metal frío de la farola contra los dedos, y el viento helado contra la piel.

-¿Cuál era el plan A?

El chico habría esperado muchas cosas - que Chanyeol se riera, que le dijese que no importaba, que le contestase con cualquier estupidez o que cambiase de tema - pero jamás en la vida habría supuesto que su vecino, que siempre estaba sonriendo y hablando muy alto fuera a cerrarse de golpe, mirándolo con los ojos entornados y los labios fruncidos como si él hubiera dicho algo que lo hubiese molestado. Cogido por sorpresa, Baekhyun soltó la farola y retrocedió un paso, pero Chanyeol no pareció ni inmutarse.

-Tonterías de niño, Baekhyun. No merece la pena ni que las mencione.

-Vamos... No puede ser para tanto, yo sólo quería saber...

-No -la respuesta de Chanyeol fue rotunda, y el chico lo observó con los ojos abiertos como platos-. ¿Para qué iba a valer contártelo? ¿Para que te rieras de

mí y me dijeras que apunto por encima de mis posibilidades? El único que lo sabe es Kai, y porque se enteró por su cuenta. No voy a contártelo, Baekhyun.

-Ah, yo... -el chico empezó a decir algo, pero perdió el hilo en mitad de la frase, y sus palabras se disolvieron en una bocanada de aire. Siempre había pensado que alguien como Chanyeol, que lo había idolatrado desde pequeño, estaría casi deseando contarle cualquier cosa, no que se cerraría así, dejándolo fuera, ni que lo acusaría de reírse de él si le contaba la verdad. Porque Baekhyun podría no haberlo tratado bien, podría haberle gritado, o ignorado, y aquello estaba mal, pero jamás se había reído de él. Y entendía que Chanyeol pensara así, pero el mero hecho de que pudiera llegar a hacerlo le hacía daño de una manera que no hubiera podido llegar a describir-. Si es lo que quieres, espero que apruebes, Chanyeol. Lo espero de verdad.

"No quiero que te rechacen como me rechazaron a mí siete veces"

La expresión de Chanyeol se suavizó y, para cuando Baekhyun quiso darse cuenta, le estaba sonriendo y todo él volvía a ser amabilidad, sinceridad y ojos brillantes.

-Gracias, Baekhyunnie -le dijo, y él apartó la vista-. Pero no te preocupes; estoy seguro de poder aprobar. El chico se forzó a sí mismo a sonreír, con un humor que no sentía.

-¿Tal y como estás? ¿Sin mis esquemas? Porque aún me falta por resumirte dos libros enteros. ¿Seguro que podrás aprobar sin ellos?

Chanyeol hizo amago de apoyarse en la farola a su espalda, con tanta mala suerte que estuvo a punto de golpearse en la cabeza con la superficie de metal. Aún a pesar suyo, Baekhyun se rió, y los restos de tensión entre ellos desaparecieron en el aire frío de la noche.

-Pues, fuera de bromas, me ayudan mucho -Chanyeol le dio a la cartera del instituto, que llevaba colgada del hombro, un par de golpecitos con los dedos-. Es una pena que no pueda tenerlos todos para antes del lunes, pero me las apañaré.

-Te los acabaré mañana.

-Pero mañana es sábado. ¿No vas a salir?

Baekhyun se encogió de hombros. Luhan y Jongdae habían dicho que querían ir al cine, y muy probablemente Kyungsoo y Kai también se apuntaran al plan, pero él ya había tomado una decisión.

-Me quedaré en casa y los terminaré.

Decidiendo no dejarle tiempo a Chanyeol para que le discutiera, Baekhyun regresó al camino de grava y comenzó a caminar, buscando la salida del parque. A su vecino le costó un poco reaccionar, pero no tardó en alcanzarlo, considerando que tenía unas piernas mucho más largas que las suyas.

-Deberías salir con los otros.

-No quiero.

-¿Y vas a quedarte solo? ¿En fin de semana?

-Sí.

-Baekhyun...

-¿Qué quieres? No vas a convencerme, ¿sabes?

-¿Por qué no vienes a mi casa mañana?

-¿Qué?

Chanyeol lo adelantó y le dirigió una sonrisa por encima de su hombro y, antes de que hablara, Baekhyun supo que estaba vendido.

-Es una tarde de sábado; no vas a quedarte sólo y aburrido en casa. Tú puedes hacer todos los resúmenes que quieras y yo puedo estudiar. Mis padres se van fuera de la ciudad hasta la noche, y, aunque mi hermana estará por la casa, no suele hacer mucho ruido, así que no nos molestará nadie. ¿Qué te parece?

Que qué le parecía. Como si Baekhyun hubiera podido decirle que no.

-De acuerdo -cedió, mientras maldecía su debilidad mental-. Me pasaré por la tarde. ¿Te viene bien?

-

Era ya casi media tarde cuando Baekhyun se paró delante de la puerta de casa de los Park y llamó al timbre sin estar muy seguro de si estaba haciendo bien.

En realidad, había pretendido estar allí temprano y llegar alrededor de cuarenta minutos antes pero, a la hora de abrir el armario para vestirse, no había sabido qué ponerse (todo era, o cómodo y demasiado viejo, o demasiado simple, o ropa que sí, le quedaba muy bien, pero definitivamente no era adecuada para ir a estudiar a casa de su vecino, que era lo que iba a hacer él) y había permanecido parado delante de su cajón de las camisetas durante más de media hora. Al final, había resistido las ganas de golpearse la cabeza contra la pared más cercana por estar pediendo el tiempo con aquella estupidez y había terminado escogiendo una de sus camisas favoritas y unos pantalones relativamente nuevos y se había marchado, echándose la cartera que usaba para el instituto al hombro y explicándole a su madre dónde se marchaba antes de salir a la calle.

Y ahora estaba allí, parado delante de aquella puerta, y pasando el peso del cuerpo de un pie al otro, un tanto nervioso, percatándose por primera vez desde que había aceptado la invitación el día anterior de que aquella iba a ser la primera vez desde que lo había conocido - hacía más de diez años - en la que él entrara en casa de Chanyeol.

Por supuesto, y a lo largo de toda su infancia, su vecino lo había invitado muchas veces. Hasta el fiasco de su catorce cumpleaños, Chanyeol lo había perseguido cada noviembre para informarle de que iba a celebrar una fiesta en su casa y pedirle que viniera, pero él siempre se había negado y le había gruñido más o menos dependiendo de su humor. Jamás hubiera podido pensar que, tanto tiempo después, fuera a estar ahí parado, como un idiota, esperando a que le abrieran y lo dejaran entrar.

-¡Un momento! -exclamó una voz desde el otro lado de la puerta, mientras se escuchaba el sonido de pasos y de un pestillo al descorrerse. Un instante después, la puerta se abría y la figura de una mujer joven aparecía en el umbral, mirándolo de arriba a abajo con unos ojos muy grandes -. ¡Ah, Baekhyun! Creo que no te veía bien desde hace años. ¡Hay que ver lo cambiado que estás desde que eras un niño! Baekhyun sonrió a modo de respuesta mientras se dejaba guiar hacia el salón. Si no recordaba mal, la hermana de Chanyeol se llamaba Yura, llevaba ya varios

años estudiando en la universidad y se parecía tanto a él que daba la impresión de que alguien los hubiera clonado. Nunca habían tenido demasiado trato quizás porque ella era varios años más mayor y él se había pasado media vida tratando de huir de su hermano - pero Baekhyun siempre había pensado que parecía amable.

-Chanyeol te estaba esperando -le informó-, pero no sé dónde está. ¿Yeollie? llamó, dando un par de pasos tentativos hacia el pasillo-. ¡Byun Baekhyun acaba de llegar!

Nadie respondió, y Yura arqueó las cejas.

-¿Dónde se habrá metido? Seguro que está en su cuarto con la música puesta. Ven conmigo.

Tras hacerle un gesto con una mano, la joven se internó en el pasillo, seguida por Baekhyun, que observaba todo lo que había a su alrededor con curiosidad. La casa, con las paredes pintadas de color crema y los muebles de madera clara, era tal vez un poco más grande y más lujosa que la suya, pero parecía normal. Acogedora. El pasillo salía del salón, y, a aquella hora del día, estaba sumido en una suave penumbra. La primera puerta por la que pasaron, sin entrar, desembocaba en una cocina forrada de azulejos blancos, y la segunda era un baño. A partir de ahí, comenzaban las habitaciones, y Yura pasó de largo una puerta más antes de llamar con los nudillos a otra.

-¿Yeollie? -dijo de modo tentativo, probando suerte. Al ver que nadie respondía, se encogió de hombros y giró el picaporte, pasando a entrar en el dormitorio como tanta naturalidad como si fuera el suyo propio y no el de su hermano pequeño. Baekhyun dudó un instante, pero la siguió-. Aish, míralo, pobrecito.

La habitación estaba hecha un desastre, tanto como la de cualquier chico de su edad. Debía de haber unas cinco sudaderas sobre la cama, por no hablar de un portátil abierto que ya había entrado en standby y una auténtica colección de libros, papeles y apuntes, parte de los cuales se habían caído al suelo. Las estanterías también estaban llenas de libros, cómics y videojuegos, y las paredes estaban forradas de pósters y fotografías - Chanyeol de pequeño con un hurón, Chanyeol con su hermana, Chanyeol el año pasado, con una permanente en el pelo y Kai, que parecía estar muriéndose de sueño, y Chanyeol con dos chicos muy altos a los que él no conocía, entre otras. Junto al escritorio descansaba la guitarra con la que habían estado ensayando, guardada en su vieja funda. Y recostado sobre aquella misma mesa, con el rostro apoyado en los brazos, medio cuerpo sobre el mismo libro gordo que probablemente había estado estudiando, los ojos cerrados y las gafas resbalándosele por la nariz, estaba Chanyeol, tan profundamente dormido que ni siquiera se inmutó cuando entraron.

-Hay que ver –Yura se río entre dientes, cruzando la habitación para pararse a un lado de su hermano-. Míralo. ¿Te parece esto normal? Está agotado; el pobrecillo ha estudiado más para esto que yo para toda la carrera en la universidad.

Baekhyun se acercó sin decir nada. Nunca había visto a Chanyeol dormir y, mirado así, con los ojos cerrados y los labios entreabiertos, parecía alarmantemente joven, y el chico fue súbitamente consciente de que era él quien era medio año más mayor, a pesar de ser considerablemente más bajo y más pequeño.

-Je, está adorable -comentó Yura con una sonrisa que era en parte orgullosa y en parte burlona-. Aunque no creas que es siempre así. Normalmente se mueve en la cama, y acaba con medio cuerpo fuera. Y, además, ronca.

-¿Tal vez deberíamos... dejarlo dormir?

-No. Si duerme ahora, no dormirá por la noche, así que déjame hacer los honores -llevándose un dedo a los labios y con una sonrisa que era cualquier cosa menos inocente curvándole las comisuras de los labios hacia arriba, Yura se acercó a su hermano dormido e, inclinándose sobre él sin hacer ruido, utilizó dos dedos para taparle la nariz. Chanyeol frunció el ceño en sueños, e hizo una especie de amago de respirar por la nariz, sin lograrlo. Al principio, no pasó nada. Después, abrió los ojos y se incorporó de pronto, con los ojos abiertos como platos y tomando una bocanada de aire con tanto ímpetu que Yura estuvo a punto de caerse al suelo de la risa-. ¡Buenas tardes, dormilón!

Chanyeol siguió respirando por la boca durante unos instantes más, tan sorprendido como si le hubieran tirado encima un cubo de agua helada. Después empezó a tantear la mesa en busca de las gafas, que habían terminado de caérsele al despertarse.

-¿Es que quieres matarme del susto? -protestó, volviendo a colocarse las gafas en su lugar. En cuanto lo hizo, y dejó de ver borrosa la escena ante él, arrugó la nariz y parpadeó-. ¿Baekhyun? -murmuró, estupefacto, y el chico sonrió.

-Te juro que no he podido impedir que lo haga.

Repentinamente muy poco preocupado por el intento de asfixia parcial por parte de su propia hermana, Chanyeol miró a su alrededor. Sus ojos viajaron desde la pila de ropa sobre la cama al lío de papeles sobre el suelo, y su expresión cambió a una de ligero pánico.

-Oh, no, ¿cuánto tiempo llevo dormido? -murmuró, lanzando una mirada un tanto triste a su reloj de pulsera-. Quería recoger la habitación; todo está hecho un desastre. -Ya verás cuando se entere mamá de que has recibido a tu invitado con tu cuarto hecho una pocilga -canturreó Yura mientras se dirigía a la puerta-. Te castigará a lavar los platos durante un par de semanas. Puede que incluso un mes.

-¡No si no se lo dices! -Chanyeol puso una cara de pena tan falsa que tanto su hermana como Baekhyun se echaron a reír. Yura se encogió de hombros, vocalizó algo similar a "te fastidias" con una sonrisa y salió de la habitación tras saludarlos con la mano. En cuanto hubo cerrado la puerta tras de sí, Chanyeol se llevó las manos a la boca, en forma de altavoz improvisado, y protestó-.¡Eres cruel!

Todo lo que se oyó desde el otro lado de la puerta fue una risita ahogada.

-No sé de quién ha sacado esos genes -dijo Chanyeol en cuanto se hubieron quedado solos, dirigiéndose a Baekhyun con una sonrisa que, a pesar de todo, denotaba más cariño hacia su hermana que fastidio ante su actitud-. Lleva abusando de mí desde que nací. Supongo que le gustaba más ser hija única.

-Yo creo que en el fondo te quiere.

-Muy, muy en el fondo -Chanyeol suspiró y apoyó la cabeza sobre el respaldo de la silla en la que todavía estaba sentado-. Aunque tiene razón: tú eres mi invitado, y mira todo este desastre.

Baekhyun se encogió de hombros.

-Mi cuarto está peor a veces, Yeol. Soy un chico de diecisiete años, no una princesa; podré seguir viviendo con el recuerdo de ese montón de sudaderas sudadas que hay encima de tu cama grabado en la memoria.

Torciendo el gesto, Chanyeol se levantó y, tras cruzar su habitación, cogió la pila de sudaderas y se dirigió al armario. Baekhyun creyó verlo olisquear las

prendas mientras abría la puerta, y ahogó una risita, pero pronto toda aquel montón de ropa había desaparecido en las profundidades oscuras del armario.

-No estaban sudadas -protestó Chanyeol, volviendo junto a la cama y comenzando a recoger los papeles desperdigados por el suelo-. Estaban recién lavadas.

-¿Y qué más da?

Aprovechando que Chanyeol había dejado el sitio libre, Baekhyun se dejó caer sobre la silla del escritorio, girándose hasta volverse de cara a la ventana y sonriendo al ver el patio al otro lado, y la ventana de la habitación de su hermano un poco más allá.

-Es curioso -comentó-. Ver tu cuarto desde este lado de la ventana, digo.

El chico se giró justo a tiempo para ver a Chanyeol, que seguía ordenando sus papeles, dirigirle una sonrisa un tanto pícara.

-¿Qué pasa, Baek? ¿Que te dedicas a observar mi habitación desde el cuarto de tu hermano muy a menudo? ¿Es que ahora me espías sin que lo sepa yo?

-¡Por supuesto que no! -Chanyeol se echó a reír, y Baekhyun se volvió de nuevo hacia la ventana, sintiendo que toda la maldita sangre de su cuerpo se le subía a las mejillas. Su vecino no iba a saberlo nunca, nunca, nunca, pero tal vez fuera un poquito cierto que él se había colado en el cuarto vacío de su hermano más de una vez y más de dos para ver si estaba despierto, dormido o estudiando. Desesperado y sumamente avergonzado, buscó algo con lo que cambiar de tema cuando sus ojos se toparon con un pequeño calendario de mesa que descansaba sobre una esquina del escritorio, con los días del mes que ya habían pasado

tachados con rotulador negro y anotaciones bajo prácticamente todos los números-. ¿Y esto?

-¿El qué?

-El calendario. Tiene cosas escritas por todas partes.

-Ah, sí. Lo utilizo para apuntar todo lo que tengo que hacer. Es casi como si lo usara a modo de agenda.

Baekhyun observó el pequeño calendario, sosteniéndolo entre las manos con aire inquisitivo. El domingo de hacía una semana aparecía rodeado con un círculo, y con la anotación "audición de BH" escrita al margen con la letra terrible de Chanyeol. El viernes siguiente también estaba señalado, con las palabras "exámenes finales" apuntadas a un lado. Sin embargo, lo que más le llamó la atención a él fue el hecho de que, debajo de cada día del mes apareciese un pequeño número anotado en tinta roja - sólo eso, nada más, sin ninguna anotación al respecto - como si Chanyeol estuviese llevando la cuenta de alguna cosa. Bajo aquel sábado, y un tanto emborronada, aparecía la cifra "48".

-¿Y esto, Yeol? ¿Qué es?

El interpelado se acercó y apoyó las manos en el respaldo de la silla en la que estaba sentado Baekhyun. Parecía tranquilo, divertido, casi.

-Ah, eso. Estoy contando los días para algo -antes de que el chico pudiera hacer nada para evitarlo, le había quitado el calendario de las manos y le había golpeado con él con suavidad en un hombro-. Pero tú... ¿no se suponía que habías venido aquí a ayudarme a estudiar? Pues deja de fisgar mis cosas y ponte a ello, Baek.

Baekhyun decidió olvidarse del calendario - otra de esas muchas cosas raras que hacía Park Chanyeol, parecía ser - y resignarse a pasar otra tarde aburrida de silencio y esquemas. Levantándose de la silla con desgana, caminó hacia la cartera que había tirado al suelo al entrar en la habitación y extrajo su carpeta y su juego de rotuladores del interior.

-No cabemos los dos en tu mesa -observó.

A modo de respuesta, Chanyeol cogió el libro sobre el que se había quedado dormido antes y prácticamente saltó sobre su cama, haciendo rebotar al ordenador portátil, que todavía estaba ahí, sobre el colchón.

-Toda tuya –le cedió-. Tú necesitas escribir y yo tengo que leer, así que la cama es para mí.

Baekhyun puso los ojos en blanco, pero aceptó el modo en el que su vecino había repartido los puestos y, a los pocos minutos, le había pedido el libro que había estado resumiendo en la biblioteca y había comenzado a hacer esquemas otra vez, tal y como llevaba haciendo toda aquella maldita semana.

El tiempo pasó, y el cuarto se sumió en un silencio solamente roto por el sonido de Chanyeol pasando de página del libro cada poco tiempo. Y, como de costumbre entre ellos últimamente cuando no tenían nada que decir, era un silencio cómodo, casi como si hubieran estado así siempre. Casi como si hubiesen podido ser amigos.

A Baekhyun nunca le había gustado tener que lamentarse por lo que ya estaba pasado - como le gustaba recordarle a Kyungsoo cada vez que le decía que no pensaba en las consecuencias de lo que hacía - pero aquellas semanas no hacía más que preguntarse cómo habría sido; qué habría ocurrido si, aquel primer día,

cuando había ido a aquella misma casa con su madre, hubiese decidido darle una oportunidad a Chanyeol en vez de pensar que era demasiado raro y que no quería tener nada que ver con él.

Tal vez, y de haber sido todo distinto, los dos hubieran podido pasar todos sus años de instituto estudiando así. Tal vez, entonces él no habría suspendido economía. Tal vez así él no estaría sentado allí, prácticamente echando de menos algo que no había tenido nunca.

-¿Baek? ¿Baekhyun? -la voz de Chanyeol lo sacó de sus pensamientos, y el chico se dio cuenta de que se había girado en la silla y se lo había quedado mirando leer. A aquellas alturas, estaba seguro de que se había aprendido de memoria el modo que tenía de fruncir el ceño al estudiar, su manera de repetir una palabra o una fórmula en un susurro apenas audible cada vez que no la comprendía-. ¿Estás bien?

Lo estaba. Sí. Suponía que lo estaba. Bien.

-Sólo estaba pensando.

-¿En algo malo?

-No, no. Yo sólo... -mordiéndose el labio, el chico trató de respirar con calma, y luego sonrió. Fue una sonrisa pícara, divertida, del estilo de las que solía usar Jongdae justo antes de uno de aquellos comentarios que hacía de vez en cuando y que les daban ganas a todos los demás de golpearle con un objeto contundente en la cabeza-. Estaba pensando en que no tendrías por qué estudiar tanto, ¿sabes?

Chanyeol parpadeó sin comprender, y él se echó a reír.

-¿Eh?

-Deberías robar el examen, este también. Infiltrarte donde quiera que guarden los exámenes de esta beca, al estilo Misión Imposible, y escaparte de allí con él. Seguro que te iba a salir más seguro que estudiar tanto, ¿no crees?

Ante esto, Chanyeol arqueó las cejas, tratando visiblemente de no sonreír. Si en algún momento había pensado que Baekhyun estaba preocupado por algo, probablemente en ese instante se le olvidó.

-Baek, por favor -protestó-. ¿Otra vez?

El chico sonrió y se encogió de hombros.

-Ya sabes, tenía que intentarlo.

-

Para cuando Baekhyun quiso llegar a darse cuenta, ya era de noche al otro lado de la ventana, y la hora de cenar se acercaba. Chanyeol tenía una pila de libros concienzudamente leídos y subrayados al lado de la cama, y él había escrito, subrayado y coloreado tanto que prácticamente no sentía los dedos - por no decir que había gastado la tinta de la mitad de sus rotuladores.

Todavía les quedaba trabajo por hacer, pero todo estaba casi acabado. Con suerte, podrían acabar en dos o tres horas. -Baek, voy a buscar algo comestible a la cocina. ¿Tú quieres que te traiga alguna cosa?

Con una sonrisa, Baekhyun dejó el bolígrafo sobre la mesa y se giró hacia él.

-Es la quinta vez en una hora que vas a buscar comida. ¿Es que tienes un agujero negro en el estómago o qué pasa?

-Necesito energía para estudiar -replicó Chanyeol, levantándose de la cama de un salto-. Ya solamente me queda repasar un par de libros; no voy a flaquear ahora, ¿no?

Baekhyun hizo amago de soltar un suspiro considerablemente exagerado pero, en el fondo, estaba de un humor demasiado bueno como para abusar del sarcasmo.

-¿Qué es lo que me queda por resumirte a mí? Me gustaría acabar antes de volver a casa.

-Ah -Chanyeol miró a su alrededor antes de señalar un libro que descansaba, solo, en la balda más alta de una estantería. Estaba muy arriba; tanto que Baekhyun no habría podido alcanzarlo por mucho que estirara los brazos-. Es ese. Dame un momento, y cuando vuelva de robar algo de la nevera te lo bajo.

-Puedo bajarlo yo -replicó Baekhyun. Porque solamente era media cabeza más bajo que aquel idiota y, definitivamente, no le parecía nada bien que a alguien se le hubiera ocurrido poner las estanterías tan altas-. Soy una persona de talla media; te digo que llego perfectamente bien.

Chanyeol le lanzó una mirada divertida desde el umbral de la puerta.

-Claro que sí, Baek. De talla media. Más bien de talla medio baja. Prueba a saltar un poco; a lo mejor lo alcanzas.

Gruñendo algo, Baekhyun le lanzó un rotulador pero, para cuando éste quiso alcanzar la puerta, el otro chico la había cerrado y se había marchado tarareando algo por el pasillo. Ofendido, se giró hacia la estantería y la observó con aire crítico.

Definitivamente, estaba muy arriba. Y aunque estirara los brazos o intentara saltar - cosa que Chanyeol nunca iba a descubrir que había hecho, porque era humillante - todo lo que conseguía era rozar el lomo de aquel maldito libro infernal con los dedos.

Tras un par de intentos fallidos en los que maldijo a toda la gente anormalmente alta del universo, Baekhyun decidió que, fuera como fuese, iba a conseguir bajar aquel maldito libro de allí y, tras echar un vistazo a su alrededor en busca de algo que pudiera servirle de ayuda, arrastró la silla en la que había estado sentado hasta ponerla bajo la estantería, y sonrió con satisfacción al darse cuenta de que podía mantener el equilibrio sobre ella con facilidad.

De repente, el suelo estaba muy abajo, y el libro infernal, a su alcance. Estirando una mano, lo aferró con cuidado, tratando de no desestabilizarse, y suspiró con tranquilidad al comprobar, una vez lo tuvo en sus manos, que no era un volumen muy grueso, ni muy pesado - lo cual quería decir que tampoco tendría mucho que resumir.

"Sistema de análisis de computadoras" rezaba el título, y Baekhyun recordó vagamente que la beca a la que se presentaba Chanyeol tenía algo que ver con las ciencias, o los ordenadores, o la programación. Por mera curiosidad, el chico hojeó el interior, torciendo el gesto ante los dibujos de ordenadores destripados y las fórmulas en binario que salpicaban las páginas.

-¿Cómo demonios puedes estudiar esto sin morir? -murmuró para sí, tratando de leer un párrafo (entendiendo lo que decía) y fallando miserablemente.

Estaba a punto de cerrar el libro y bajar de allí antes de romperse la cabeza cuando vio lo que a todas luces era un pedazo de cartón de colores, oculto entre dos páginas del último capítulo.

"Vaya cosa más rara que ha estado usando como señal" se dijo, sacándolo del libro para mirarlo. Cuando fue a hacerlo, se percató de que el papel estaba roto, partido toscamente por la mitad. Frunciendo el ceño, le dio la vuelta.

Y entonces fue cuando se percató de lo que era aquello.

La parte trasera de aquel cartón había sido uniforme, sin letras, únicamente impresa en colores brillantes. La delantera tenía el dibujo de unos globos. Y, justo debajo, un único mensaje, escrito en letras de color azul chillón, y que había quedado partido limpiamente en dos cuando el cartón se había roto.

"¡Por favor, ven a mi cumpleaños!"

-Oh, dios mío. No, no puede ser.

Baekhyun sintió que el libro que había estado sosteniendo se le resbalaba de los libros, súbitamente entumecidos, y lo oyó golpear contra el suelo. El sonido fue seco, fuerte, pero él apenas lo escuchó, concentrado como estaba en observar lo que tenía en las manos, en abrirlo con dedos temblorosos para acabar de confirmar lo que ya sabía.

Aquello era una invitación de cumpleaños, firmada por Park Chanyeol, dirigida a Byun Baekhyun y partida en dos mitades. Y, si bien el nombre de Chanyeol

estaba escrito con aquella letra suya de siempre, apelotonada y horrible, la caligrafía con la que aparecía el suyo era casi delicada, con líneas rectas y trazos redondos, como si quien hubiera escrito aquello allí se hubiera pasado sus buenos diez minutos para asegurarse de que quedaba lo suficientemente bien.

Era un gesto extrañamente tierno, e increíblemente doloroso, y Baekhyun volvió a verse en la calle, algo más de tres años atrás, diciéndole a Chanyeol que lo dejara en paz y partiendo aquel mismo papel en dos, tal y como estaba ahora, sin ni siquiera mirar lo que había escrito dentro.

En su momento, se había sentido ligeramente mal durante una semana, y lo había dejado correr, con la conciencia más o menos tranquila, al ver que Chanyeol no había tardado mucho en sonreír como siempre lo hacía. Sólo ahora, al ver escrito allí su nombre en caligrafía inmaculada y redonda, y cómo las palabras estaban partidas en dos, sin medio posible para poder repararse, se dio cuenta de que, muy probablemente, le había roto el corazón a un niño de trece años que no había hecho otra cosa que querer ser su amigo.

Recordaba a Chanyeol agachándose, recogiendo los pedazos del suelo sin decir ni una palabra, y cómo no le había dado al gesto mayor importancia. Jamás se le hubiera ocurrido pensar que su vecino los hubiese guardado todo aquel tiempo.

Hasta entonces, siempre había pensado que Chanyeol estaba demasiado contento, que su mundo tenía que ser idílico y perfecto, pero nunca se le había pasado por la cabeza preguntarse si era o no feliz.

El mundo se tambaleó bajo sus pies, y Baekhyun se agarró a la estantería con tanta fuerza que los nudillos se le quedaron blancos. Sólo entonces se percató de que estaba temblando, como si no pudiera tenerse en pie; como si estuviera a punto de caerse al suelo y dejar de moverse.

-¿Baek? ¿Qué haces ahí arriba? ¿No te dije que ya me encargaba de bajar el libro yo?

Baekhyun se giró y ahí estaba él, preocupado, y confuso, y perfecto. Park Chanyeol, que lo miraba desde el umbral con aquellos ojos tan grandes, sin entender lo que ocurría; por qué no le respondía él.

-¿Todavía tienes esto? -dijo en un susurro, casi más afirmando que preguntando, y alzando la invitación rota para que el otro chico la viera.

Hubiera podido aceptar cualquier cosa - que Chanyeol se riera, que le gritara, que le quitara leña al asunto o que lo culpase por ello, tantos años después - pero no pudo soportar el modo en el que su rostro se cerró, como ya había ocurrido en el parque; cómo sus ojos se entrecerraron y perdieron brillo y la expresión se volvió vacía, neutra. Era como si no pasara nada, como si no sintiera nada, y aquello estaba mal.

-¿Eso? Lo metería ahí hace años; se me había olvidado que estaba.

-No -replicó Baekhyun-. No -aquello estaba dentro de uno de los libros de Chanyeol, de uno de los que estaba estudiando ahora. Durante un momento, se sintió tentado de decirle que no sabía mentir, pero luego se percató de que lo había estado engañando durante más de tres años-. Yo no...

-Baek, baja de ahí y dame eso. Vas a caerte si sigues subido a esa silla.

Chanyeol se acercó a donde estaba él, pero Baekhyun negó con la cabeza. Quería que se acercara, y que se fuera de allí. No sabía lo que quería.

-No -repitió, incapaz de decir otra cosa.

-Dámela, Baekhyun. Por favor.

Todo lo siguiente ocurrió muy deprisa. Chanyeol, que ya había llegado a su lado, trató de aferrarlo por la muñeca, y Baekhyun retrocedió, ahogando una exclamación. Lo siguiente que supo era que la tierra - o la silla - se estaba moviendo bajo sus pies y él caía hacia delante, con los ojos cerrados, hasta chocar con algo cálido, y después, el suelo, mientras la silla hacía un ruido de mil demonios al golpear contra la pared. Su cerebro estaba sumido en una especie de neblina, la sangre le martilleaba en los oídos, llenándole la cabeza de un ruido sordo, y lo siguiente que supo fue que lo que a todas luces eran unas manos lo apartaban del cuerpo cálido contra el que estaba apoyado y lo sacudían, como si quisieran hacerle recuperar un sentido que no había llegado a perder nunca.

-¡Baek! ¿Estás bien,

Baek? ¿Te has hecho daño?

El chico abrió los ojos y vio a Chanyeol - no al Chanyeol de ojos duros y expresión neutra, sino al Chanyeol de siempre, sólo Chanyeol - mirarlo con los una expresión casi de pánico en la cara, como si temiera que se hubiera roto algo, a pesar de que Baekhyun hubiera caído prácticamente encima de él. Estaba muy cerca de su propio rostro, y tenía los ojos entrecerrados, y el chico se percató de que no veía bien.

"Las gafas" pensó. "Se le han caído las gafas". Aquellas gafas que habían ido a parar al regazo de Baekhyun, que había aterrizado en el regazo de Chanyeol, que parecía empeñado en comprobar que no tenía ningún golpe.

-Estoy bien -murmuró, colocándoselas sobre la nariz, devolviéndole la vista. No llegó a rozarle la piel con los dedos, pero el gesto fue extrañamente íntimo, y el aire volvió a cargarse, a hacerse denso y pesado entre los dos. Súbitamente, Baekhyun fue plenamente consciente de dónde estaba, y de que allí no había nadie más-. Yo quería...

-Baekhyun -la voz de Chanyeol sonó ronca, y el chico no pudo dejar de mirarlo. Lo recordó otra vez, de niño, recogiendo los pedazos de una invitación rota antes de marcharse en silencio a su casa y quiso decir algo, tuvo que decir algo. Su cerebro ni siquiera parecía estar en sincronía con su cuerpo; todo estaba borroso.

-Yo no quería hacerte daño -susurró, su voz apenas un murmullo, un tanto suave, un tanto desesperado. Algo que, no sabía por qué, necesitaba decir.

-No. Me querías lejos.

-Pero ahora estoy aquí, ¿no? Estoy aquí.

-¿Lo estás?

No había sido una acusación, sino una simple pregunta, y Baekhyun asintió. Al hacerlo, se mordió el labio, y creyó ver cómo los ojos de Chanyeol seguían el movimiento, grandes, brillantes y oscuros. Su cerebro mandó una señal de alerta, su cuerpo mandó otra muy distinta, pero, confuso como estaba, fue incapaz de identificar ninguna de las dos. Todo lo que sabía era que quería que Chanyeol entendiera, y que su vecino olía sorprendentemente bien, y que necesitaba acercarse más a él.

Así que lo hizo. Y cerró los ojos, justo cuando empezaba a notar la cadencia de una respiración cálida contra su piel.

Baekhyun no sabía qué era lo que había estado esperando, pero estaba seguro de que unos golpes ensordecedores contra la puerta de la habitación, no. El súbito sonido fue como un jarro de agua fría, devolviéndolo de golpe a la realidad y haciéndole soltar una exclamación y apartarse de Chanyeol de un salto. Cuando lo miró, el otro chico parecía tan estupefacto como él, todo él ojos como platos y labios entreabiertos.

Ninguno de los dos dijo nada, y fue una tercera voz la que habló.

-Chicos, ¿estáis bien? He oído un golpe muy fuerte ahí dentro.

Ahora el cerebro de Baekhyun iba demasiado deprisa, pensando demasiado, a mil revoluciones por segundo. Recordó que Chanyeol tenía una hermana, y que estaba en la casa, y que la silla había chocado contra la pared cuando se había caído él.

-¡No ha sido nada! -respondió Chanyeol, levantándose del suelo tan deprisa como si le quemara-. Baekhyun se ha subido en una silla y casi tiene un accidente, pero estamos bien.

En cuanto hubo acabado de hablar, la puerta se abrió y Park Yura entró en la habitación como una tromba, observando primero a su hermano, pero caminando directa hacia él.

-¡Mamá va a matarnos como nuestro vecino se rompa la cabeza dentro de casa! -exclamó, riñendo a Chanyeol antes de sonreírle y tenderle una mano a Baekhyun, que la aceptó por puro instinto-. ¿Estás bien? El chico asintió, y pronto Yura estaba hablando, diciéndole que no era seguro subirse a las sillas, y que tenía que velar por su seguridad. Estaba siendo amable,

sí, y lo que decía tenía lógica, pero Baekhyun se sentía incapaz de escucharla, tratando, todavía, de descifrar lo que había sucedido un momento atrás.

Había estado fuera de sí, y se había caído, y Chanyeol lo había cogido. Hasta ahí bien. Pero lo que había ocurrido después... Había sido casi... Era como si... Algo que no podía ser.

"¿Se puede saber qué demonios está pasando conmigo?"

Día 54 La mañana del viernes, la madre de Baekhyun entró a su cuarto a despertarlo con una sonrisa, descorriendo las cortinas con energía y anunciándole animadamente que aquel iba ser su gran día.

-Esta tarde viene el servicio de mensajería a entregar los resultados de tu audición, Baekkie -le dijo, mientras él se arrebujaba entre las mantas y trataba de cubrirse la cabeza con la almohada, gruñendo-. ¿No estás nervioso?

Baekhyun no supo muy bien si reírse o llorar. No es que estuviera nervioso, sino prácticamente histérico, casi tanto como cuando había tenido que hacer la audición y había estado a punto de marcharse corriendo a casa. Y la prueba le había salido bien, especialmente bien, y todo lo que le quedaba era comprobar su resultado en la carta que iba a llegar a su casa aquella tarde, pero esa noche apenas había podido dormir, y ahora no estaba solamente cansado, sino que dudaba seriamente poder resistir todo el día con el peso de la duda en el estómago, con aquella incertidumbre.

-Estoy bien, mamá -contestó para que ella se fuera-. Tengo que ir a clase.

Se vistió tan deprisa como pudo en cuanto se quedó solo en el cuarto, deteniéndose solamente ante el espejo del baño para peinarse y comprobar que, al menos, la noche horrible que había pasado no le había dejado un recuerdo en forma de ojeras. Estaba a punto de salir al pasillo cuando notó el teléfono móvil vibrándole en el bolsillo de los pantalones y se detuvo un momento para desbloquear la pantalla.

Cuando vio quién le había escrito, se le escapó una sonrisa.

De: Park Chanyeol.

Creo que no me da tiempo a verte hoy, así que mucha suerte.

Por primera vez desde que habían hecho las paces, los dos no irían juntos a clase aquella mañana porque, por fin, y después de todas aquellas semanas de estudio, Chanyeol se examinaba para la beca. Según su propio vecino le había contado, tendría que pasar toda la mañana y parte de la tarde haciendo pruebas en una universidad del centro, por lo que no iría al instituto, y la idea de no verlo se le hacía... extraña. Chanyeol había estado ocupadísimo aquella última semana y, una vez acabados los resúmenes que le estaba haciendo él, Baekhyun no había tenido ninguna excusa creíble para pasarse las tardes en la biblioteca, por lo que había tenido que volverse a regañadientes a su casa al acabar las clases, pero, aún así, Chanyeol y él seguían siendo compañeros de aula, comiendo juntos y estudiando economía. Por no decir que los dos habían cogido por costumbre escribirse al móvil por la noche, cuando Baekhyun estaba ya medio dormido y Chanyeol había acabado de estudiar.

Pasar un día sin Chanyeol iba a ser raro. Especialmente, un día tan importante como aquel. Al menos, se alegraba de poder escribirle.

Para: Park Chanyeol.

Tú eres el que necesita suerte. ¡Machácalos a todos en esos exámenes!

La habitación se quedó en silencio durante unos instantes y luego su teléfono volvió a vibrar.

De: Park Chanyeol.

¿Suerte? Uh-uh, Baek, no me hace falta. Tengo los resúmenes que me has hecho; los dos sabemos que voy a aprobar.

Baekhyun hizo un serio esfuerzo por reírse, por pulsar el botón de respuesta y contestar con algo divertido; algo que hiciera que Chanyeol, al otro lado de la línea, soltara una carcajada demasiado alta y que el resto de idiotas estirados que iban a examinarse con él lo miraran raro. Todo lo que hizo, no obstante, fue apretar los labios, sujetar el móvil más fuerte y observar la pantalla del teléfono hasta que se apagó, volviéndose negra.

Si no pasaba nada raro aquel día, Chanyeol aprobaría. Y él había sido el primero en encerrarse como un esclavo en la biblioteca para ayudarlo a estudiar - y volvería a hacerlo, por mucho que resumir aquellos libros hubiera sido el infierno en la tierra - pero ahora que había llegado el día del examen y todo iba a decidirse en apenas unas horas, no sabía si forzarse a estar contento o hacerse un ovillo en una esquina de su habitación y quedarse allí hasta que se pusiera el sol.

Porque aquel era el sueño de Chanyeol, y, después de todo lo que había pasado, Baekhyun habría hecho lo que fuese para que se hiciera realidad, pero Estados Unidos estaba muy, muy lejos, y cuatro años era demasiado tiempo.

Le hubiera gustado saber qué hacer, pero su vida se estaba volviendo muy confusa últimamente, así que tendría que conformarse con vivirla minuto a minuto y no morir en el intento. Si es que aquello era posible, claro.

Desayunó todo lo deprisa que pudo y salió corriendo hacia el instituto. Cuando estaba sentado, como siempre, en el fondo del autobús, apoyó la cabeza en el cristal de la ventanilla y se perdió en las canciones de su lista de reproducción de música favorita, intentando no pensar en nada. Había conseguido llegar a clase y pasar la primera hora de un relativo buen humor cuando su profesor de inglés entró en el aula pareciendo extremadamente feliz y explicándoles que iban a utilizar aquella hora para hablar (obviamente en inglés) sobre las ciudades más importantes de Estados Unidos.

La mayoría de los alumnos prácticamente lanzó un grito de felicidad. Baekhyun hundió el rostro en las manos y se preguntó qué demonios le había hecho él al karma durante toda su vida para que siguiera golpeándolo de aquella forma.

-¿No deberíamos dar gramática o algo así en vez de perder el tiempo con esto? -le susurró a Kyungsoo después de media hora de clase en la que ya habían hablado de Nueva York, Chicago y los Ángeles. Su amigo, que estaba tomando apuntes sobre lo que el profesor decía con su mejor cara de atender, lo miró por el rabillo del ojo.

-Normalmente estarías encantado por no tener que dar gramática -susurró-. Siempre te quejas porque, según tú, vamos demasiado deprisa.

-He cambiado de idea -replicó Baekhyun-. Ahora que estoy escuchando al profesor hablar en inglés, me estoy dando cuenta de que no entiendo nada. Prefiero la gramática mil veces antes que estas estúpidas charlas sobre San Francisco que no le interesan a nadie.

Kyungsoo puso los ojos en blanco.

-Que yo sepa, nadie ha dicho nada aún sobre San Francisco.

-¿Y qué más da?

-Atiende, Baek.

El profesor eligió aquel mismo momento para carraspear y lanzarle una mirada de advertencia (no a Kyungsoo, que también había estado hablando, sino simplemente a él) y Baekhyun pensó que haría mejor en cerrar la boca, al menos hasta que acabara aquella clase, si no quería ganarse una amonestación y un castigo.

Cuando llegó la hora de coro prácticamente echaba chispas por los ojos y Kyungsoo, a su lado, le lanzaba claras miradas de desaprobación por su mal humor.

-Sé que estás nervioso por los resultados de la audición, Baek, pero no es excusa -le dijo mientras esperaban junto a la escalera a Jongdae para ir a clase-. Parecía que fueses a levantarte de golpe y clavarle al pobre profesor de inglés tu lapicero en el ojo.

Baekhyun resopló.

-Me gusta demasiado este lápiz, gracias. Y no estoy nervioso.

-¿Estás seguro?

-Sí.

-Baekhyun, si necesitas hablar de esto...

El chico estaba a punto de decir que hablar era precisamente lo que no necesitaba cuando Jongdae dobló la esquina y los saludó con la mano, echándose la cartera al hombro y apretando el paso hasta llegar junto a ellos. Al detenerse a su lado, miró a Baekhyun de arriba abajo y silbó.

-Vaya, vaya, parece que alguien se ha levantado hoy con el pie izquierdo comentó-. ¿Qué es lo que te pasa, Byun Baek? ¿Te han castigado por quedarte dormido o qué?

Baekhyun decidió que prefería no contestar a aquello, pero Kyungsoo lo hizo en su lugar, al mismo tiempo que abría la marcha escaleras abajo.

-Lleva enfadado desde la hora de inglés.

-¿Vosotros también habéis tenido una clase oral sobre Estados Unidos? Porque a mí me ha parecido interesante.

La escalera pronto dio paso al vestíbulo, que estaba repleto de estudiantes. El ala oeste, donde estaba situado el auditorio, estaba más allá, al otro lado del edificio, pero iban bien de tiempo, así que no hacía falta correr.

-Esa misma. Y no ha sido interesante; ha sido horrible. ¿Qué tienen los Estados Unidos para que a todo el mundo le gusten tanto, de todas formas? Ni que fueran el paraíso. ¿Por qué todos quieren irse a vivir allí?

Kyungsoo le lanzó una nueva mirada de desaprobación desde delante, pero Jongdae, que caminaba a su lado, lo observó con aire inquisitivo durante unos instantes antes de sonreír y alzar las cejas.

-¡No me digas que todo esto es por Chanyeol! -exclamó, y Baekhyun se detuvo en seco como si acabaran de robarle el aire-. Está haciendo el examen ahora y... Es por él, ¿verdad?

Kyungsoo dejó de andar y se dio la vuelta.

-¿Chanyeol?

-¿Chanyeol? -repitió Baekhyun, que estaba empezando a sentir mucha vergüenza. Porque sí, tal vez él pensara que San Francisco y sus universidades de informática prestigiosas estaban poco menos que robando los talentos del país y llevándoselos a la otra punta del mundo, pero eso no quería decir nada. Nada en absoluto-. Chanyeol ni siquiera está aquí. Ya le he dado ánimos por móvil esta mañana, y cuando lo he hecho estaba de perfecto buen humor, gracias. No sé qué tiene Chanyeol que ver con nada.

Kyungsoo pasó a mirarlo con una cara rara, pero Jongdae no tardó mucho en encogerse de hombros y dejar el asunto correr.

-Tú verás, tú verás, pero o nos movemos o llegaremos tarde. Y os recuerdo que yo soy la estrella del festival escolar de este año, así que no puedo permitirme retrasarme.

-Te esperarán -gruñó Baekhyun, sintiéndose aliviado, no obstante, ante el modo abrupto del que había acabado la conversación. Continuaron su camino y ahora

era Jongdae quien abría la marcha, abriendo las puertas anti-incendios que plagaban el ala oeste casi como si no pesaran. Kyungsoo caminaba detrás de él, observando las puertas por el rabillo del ojo, como si temiera que fuesen a cerrarse todas de golpe y a romperle la nariz otra vez, y Baekhyun lo seguía, distraído.

Cuando llegaron al auditorio, todos los demás alumnos ya estaban dentro, pero a juzgar por el revuelo y las risas que salían del interior, el profesor todavía no había hecho acto de presencia. Sonriendo con aire servicial, Jongdae sostuvo la puerta abierta, y Kyungsoo lo observó con una ceja arqueada, como si lo sorprendiera tanta amabilidad, pero no le dio mayor importancia y entró. Cuando Baekhyun iba a seguirlo, sin embargo, el chico le cortó el paso y habló, con un tono que sólo era burlón en parte.

-Podrías pedirle que se quedara, si quisieras -le dijo. Baekhyun parpadeó.

-¿Qué?

-A Chanyeol. Si tanto te molesta que se marche, pídele que no lo haga. Está medio enamorado de ti; te haría caso.

Baekhyun quiso responder, pero no supo qué demonios decir a aquello. Jongdae siempre había parecido muy seguro con todo aquel asunto de Chanyeol, pero no sabía lo que sabía él. Jongdae no había visto a su vecino hablándole de San Francisco con los ojos brillantes, ni había estado allí, al otro lado de la ventana, observándolo estudiar después de medianoche.

Tampoco sabía, por supuesto, hasta qué punto había querido ser Chanyeol su amigo cuando estaban en primaria, ni cómo le había roto él el corazón en su catorce cumpleaños. Chanyeol tenía su vida, sus prioridades, y era su mismo

vecino quien le había dicho que Estados Unidos era la primera y única de sus opciones.

Todo estaba claro. Absolutamente claro.

-Te he dicho mil veces que yo no le gusto -replicó, más cansado que molesto. Su mente le jugó una mala pasada y lo llevó a otro momento, otro lugar, en el que él había encontrado una invitación de cumpleaños rota dentro de un libro y se había caído al suelo desde una silla, y Chanyeol había estado allí para rescatarlo, como estaba siempre. En aquel instante, su cerebro había estado hecho un caos, todo había pasado muy deprisa y durante un momento, apenas una centésima de segundo, una pequeña, pequeñísima parte de Baekhyun había creído que Chanyeol iba a besarlo allí mismo, pero luego todo se había quedado en nada y, al pensarlo con calma, ya en su casa, el chico se había dado cuenta de que todo, muy posiblemente, había tenido que ser un malentendido. Su propia mente, malinterpretando los estímulos, viendo lo que quería ver. O puede su cerebro hubiese estado alucinando directamente porque, después de todo, él no quería besar a Park Chanyeol-. Da igual cuántas veces insistas, pero las cosas son como son.

-Claro que son como son -replicó Jongdae, en sus trece, encogiéndose de hombros y apartándose de la puerta con una sonrisita irónica curvándole las comisuras de los labios.

Baekhyun suspiró y entró al auditorio, buscando a Kyungsoo con la mirada y localizándolo poco más allá, esperándolos. Su amigo debió de notar algo en su expresión, porque volvió a preguntarle si estaba bien y pareció levemente molesto cuando él le dijo que sí y cambió de tema, pasando a hablar de cosas estúpidas, banales. Jongdae apareció tras ellos, tan despreocupado como siempre, como si no le hubiera dicho nada, y Baekhyun se estremeció.

Porque su amigo estaba equivocado, pero una parte de él habría deseado que lo que Jongdae había dicho fuera cierto. Porque, de ser así, Chanyeol no habría querido irse; habría tenido una razón para quedarse. No estaría examinándose ahora mismo para entrar en una universidad en la otra punta del mundo.

-

Cuando Baekhyun llegó a su casa, las clases habían acabado hacía más de dos horas.

Sabía que era estúpido, pero había tratado de hacer todo lo posible para posponer aquel momento - se había quedado hablando con Luhan, había arrastrado a Kyungsoo a tomar algo a la cafetería e incluso había tratado de acompañar a Jongdae a casa, a pesar de que su amigo vivía en la otra dirección. Finalmente, sin embargo, había tenido que aceptar lo inevitable y subir a su autobús de siempre, caminando con paso lento hasta llegar a su portal, a su rellano, a la puerta de su casa.

Cuando entró, oyó el ruido de cacharros que daba a entender que su madre estaba en la cocina, y tuvo el impulso de correr a su habitación y encerrarse allí, rogando por que la mujer no reparara en que había llegado hasta la hora de cenar. Estaba a punto de cruzar el pasillo de puntillas, no obstante, cuando oyó una voz.

-¿Baekkie? ¿Eres tú?

A aquellas alturas ya no había manera de ocultarlo, así que el chico caminó hasta la cocina y se asomó al interior, forzando una sonrisa.

-Hola.

-Acaban de traer tu carta, hijo -su madre estaba de espaldas a él, subida en una escalera de mano y recolocando los platos del armario de arriba (esos platos que, por cierto, nadie usaba nunca), así que no lo vio contener la respiración-. Te la he dejado en tu cuarto; deberías ir a verla.

El chico murmuró una frase de asentimiento y se apartó de la puerta. El camino hacia su habitación se le hizo sorprendentemente corto e infinitamente largo al mismo tiempo y, cuando por fin estuvo dentro, se sintió tentado de correr el pestillo, de esconder el sobre que su madre le había dejado sobre el escritorio debajo de la cama, meterse él mismo bajo las mantas y esperar hasta que se hiciera de noche, hasta calmarse.

El modo en el que el papel marrón del sobre parecía atraer su mirada, por mucho que él estuviera haciendo todo lo conscientemente posible para ignorarlo, lo convenció finalmente para acercarse y aferrarlo entre los dedos, sintiendo que el corazón le latía tan deprisa como si llevase minutos enteros corriendo y la respiración se le volvía irregular.

El papel era áspero al tacto, y no le costó mucho rasgarlo por la solapa correspondiente para acceder al interior. El sobre había sido grande, voluminoso, pero allí dentro sólo había un folio doblado por la mitad, protegido por varias capas de papel de burbujas. Su destino y su futuro estaban en aquella simple hoja, escritos en letras negras sobre fondo blanco, y Baekhyun lo sostuvo con las dos manos, sin atreverse a desdoblarlo, sin querer mirar.

Tardó unos buenos cinco minutos en desplegar la carta, otros dos en mirar. Y, cuando finalmente leyó lo que ponía, tuvo que apoyarse contra la pared, incapaz de mantenerse derecho sobre sus propias piernas.

Byun Baekhyun - número de resguardo 090008542537-325.

Estimado señor Byun:

En primer lugar, le agradecemos fervientemente que se presentara a nuestro proceso de selección, y le felicitamos por el talento y la habilidad vocal demostrados durante las pruebas. Nuestro proceso es duro y exigente, sólo apto para las mejores voces, y el hecho de haber participado en él ya es un logro a destacar en su carrera.

No obstante, y a pesar de sus esfuerzos, lamentamos comunicarle que, si bien su rango vocal es bueno, no cuenta usted con las cualidades que estamos buscando entre los futuros alumnos de nuestra escuela, por lo que, tras ser evaluada por el jurado, se le ha otorgado la calificación de NO APTO en el examen.

Le recordamos que el proceso selectivo sigue abierto, y que se celebra anualmente y que podrá presentarse, siguiendo el mismo protocolo, cuando volvamos a ponerlo en marcha el año que viene.

Reciba un cordial saludo.

La carta venía firmada por alguien, una persona a la que Baekhyun no había vsto nunca, y el chico se llevó una mano a los ojos, sin saber muy bien si echarse a llorar o reírse de pura histeria.

Se suponía que aquella vez las pruebas le habían salido excepcionalmente bien. Se suponía que iba a aprobar, y a estudiar en la misma escuela que Kyungsoo y, por fin, a cumplir el único sueño que había tenido desde pequeño.

Se suponía, sí, se suponía. Porque todo lo que había conseguido en realidad era una carta impersonal en la que lo felicitaban por nada, un "no cuenta usted con las cualidades que estamos buscando" y un "no apto" escrito en letras mayúsculas. Un octavo fracaso para su lista. Se preguntaba qué demonios iba a decirle a su madre, a sus amigos. Qué iba a decirle a Chanyeol, cuando ni siquiera sabía cómo explicarse aquello a sí mismo.

-¿Baekkie? -la voz alegre de su madre le llegó desde algún punto al otro lado de la puerta, amortiguada-. ¿Tienes ya la respuesta? ¿Qué te han dicho?

El chico volvió a mirar la carta que todavía tenía en la mano. Podía mentir, podía decir que aún no la había abierto, pero era ridículo posponerlo. Su madre acabaría enterándose; todos lo harían.

En silencio, salió de su habitación. Cuando llegó a la cocina, su madre sonreía, pero la mueca se le borró de los labios tan pronto como le vio la cara.

-No apto -susurró Baekhyun, dando por hecho que aquello lo explicaba todo-. Soy no apto.

Su madre dejó lo que estaba haciendo y se acercó a él, como si no supiera muy bien qué decir, cómo consolar a un hijo de diecisiete años, que, a pesar de no ser todavía adulto, había dejado de ser un niño al que se podía engañar diciéndole que todo estaba bien.

-Baekkie, lo siento mucho -murmuró-. Creía que esta vez iban a darte la plaza. Se te veía tan contento...

-Supongo que me equivoqué -respondió él, dejándose caer sobre una de las sillas de metal blanco, sin ánimo y casi sin voz-. Me he equivocado otra vez. Siempre me equivoco, ¿no? ¿Por qué...?

Su madre lo observó en silencio durante unos instantes, con los labios levemente apretados y una expresión extraña en la cara. Cuando Baekhyun alzó los ojos para mirarla, la vio sentarse en la otra silla de la cocina, frente a él, con las manos entrelazadas sobre la mesa y un brillo resuelto en las pupilas.

-Baekhyun -comenzó, y el chico parpadeó, sorprendido, porque aquel era el tono que siempre utilizaba para hablar de cosas serias. Cosas que, normalmente, nunca tenían un final feliz-. He estado pensando y... Creí que esta vez lo de tu audición iba a salir bien, así que no te dije nada, pero después de esto...

-¿Qué pasa?

-Te están rechazando, cariño. Una vez detrás de otra. Si esto sigue así no solamente te llevarás un golpe emocional cada vez que te llegue una de estas cartas, sino que perderás el próximo año de clases.

Baekhyun sacudió la cabeza, sin entender.

-¿Qué...?

-No me he opuesto a que te presentaras a esos procesos de selección estos meses, hijo, pero te han rechazado en todos, y tienes que pensar en tu futuro. No somos ricos, Baekhyun, vas a tener que trabajar para vivir. No puedes quedarte en casa un año detrás de otro, esperando entrar en una escuela en la que a lo mejor no te admiten jamás. ¿Nunca has pensado... en estudiar otra cosa? Algo que también te guste, aunque sea un poco menos, y que sea útil para ti.

El chico la miró, horrorizado.

-No.

-Baekhyun...

-Me queda otro examen por hacer. En un mes. No.

-¿Y qué ocurre si tampoco puedes aprobarlo? ¿Qué vas a hacer entonces?

El chico apretó los puños sobre el regazo, con tal fuerza que las uñas se le clavaron en la carne, y su cuerpo mandó una señal de dolor que su cerebro no llegó a procesar. En realidad, su cabeza se negaba a entender nada, salvo el hecho de que su madre estaba diciendo incoherencias y él necesitaba salir de allí. Como fuera. Necesitaba huir de aquella habitación.

Necesitaba aire.

-No quiero estudiar otra cosa -protestó-. No puedo estudiar otra cosa. No voy a...

Su madre empezó a replicar, a decirle algo por el estilo de que era la única opción que le quedaba, y que Baekhyun tenía que ser razonable. Y él suponía que todo aquello tenía mucho sentido, y que su madre lo estaba haciendo por su bien, pero no pudo aguantarlo más. Con la respiración agitada, se guardó la carta en el bolsillo y se levantó de la mesa. Y antes de que nadie pudiera hacer nada para detenerlo, había salido de la cocina, cruzado el pasillo y el salón y estaba abriendo la puerta de la calle con dedos temblorosos. -¡Baekhyun! ¡Baekhyun! –la voz de su madre sonaba cada vez más cerca, entre triste y furiosa, y él la ignoró-. ¿A dónde crees que estás yendo?

-Volveré para cenar -replicó, echando a correr escaleras abajo.

No se había quitado la chaqueta del uniforme a llegar a casa, así que no tuvo frío al salir al exterior. No estaba seguro de haber podido sentirlo, de todas formas - estaba demasiado mareado, demasiado confuso, demasiado histérico. Todo lo que quería era huir sin rumbo, perderse donde nadie pudiera encontrarlo y quedarse allí.

Así que echó a correr calle abajo, sin pensar a dónde podía ir, tratando de ignorar aquel dolor en el pecho, el modo en el que le costaba respirar.

Estaba cruzando una calle desierta a la carrera cuando sintió cómo el móvil le vibraba en el bolsillo del pantalón, y recordó que también se había olvidado de sacarlo. Se detuvo el tiempo suficiente como para desbloquear la pantalla, comprobar los mensajes, y, al verlos, sintió ganas de arrojar el móvil a la carretera, de cerrar los ojos y gritar.

De: Kyungsoo (móvil)

¿Tienes ya los resultados del examen? ¿Qué tal te ha salido?

-

De: Park Chanyeol

¿Baekhyunnie? ¿Sabes ya cómo te ha ido? Yo estoy de camino a casa ya. ¡Ya te lo dije, pero los exámenes han sido pan comido! ¿Te veo luego?

Baekhyun no podía responder a aquello, no sabía cómo ("No, no vamos a estudiar juntos, Kyungsoo". "Que te esforzaras tanto en ayudarme no ha valido para nada, Chanyeol"), así que hizo lo único que podía hacer; lo que ya había hecho en casa, al no poder enfrentarse con su madre. Apagar el móvil, no contestar y correr. Correr a donde fuera, a cualquier parte. Hasta quedarse sin fuerzas y no poder pensar más.

Sus pasos lo guiaron a través de una sucesión de calles desconocidas, a través de barrios residenciales desiertos y tiendas que, según pasaban las horas, comenzaron a cerrar. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, en la calle, ni cuándo había parado de correr, agotado, y había empezado a caminar arrastrando los pies, impulsado por el mero deseo de seguir adelante.

El sol estaba empezando a ponerse cuando vio la silueta familiar de las copas de los árboles del parque, su parque, y no supo cómo demonios había llegado hasta allí si ni siquiera había sabido hacia dónde estaba yendo, pero le dio igual. Aquel era un lugar conocido, un lugar tranquilo. Su sitio favorito en aquella ciudad enorme que no paraba quieta ni un segundo, y a la que le daba igual que un chico cualquiera hubiera suspendido su examen de música, o que pudiera o no cumplir los sueños de toda una vida el próximo año. Allí no había prácticamente nadie, y todo lo que se escuchaba era el sonido de las hojas, el viento y sus propios pasos. El silencio, a aquellas alturas, era lo más reconfortante que le había sucedido en todo el día, así que lo recibió con los brazos abiertos.

Vagó sin rumbo durante minutos enteros, cruzando un sendero tras otro, concentrado únicamente en caminar, hasta que no pudo más y se derrumbó sobre uno de los bancos de piedra semiocultos en la zona del fondo, donde nunca iba nadie, con la cabeza entre las manos y el cerebro desconectado, entumecido. Le hubiera gustado poder gritar o llorar, pero era incapaz de hacerlo, así que se quedó quieto mientras el sol bajaba y el cielo se teñía de rojo.

Se sentía triste, solo, abandonado como un niño. Ni siquiera sabía qué era lo que estaba haciendo allí, ni lo que haría cuando tuviera que salir de aquel lugar, volver a casa y regresar a la realidad. Había visto la lástima en los ojos de su madre; no quería verla en los de sus compañeros de coro, en los de sus amigos, en los de Chanyeol.

No quería nada. Quería demasiadas cosas. Quería hablar; quería quedarse solo. Quería salir de allí. Quería...

-¡Baekhyun!

Ante el sonido de su nombre, el chico alzó la cabeza, desubicado. Conocía aquella voz, aquel modo de llamarlo y, durante un momento, creyó que su cerebro le estaba jugando una mala pasada, haciéndole escuchar algo que quería oír más que nada, algo - a alguien - que no podía estar ahí. Sin embargo, al parpadear lo vio, allí, detenido sobre el sendero con el flequillo revuelto sobre la frente y la respiración agitada, como si hubiera cruzado el parque corriendo.

Park Chanyeol, que había venido a buscarlo.

-¿Yeol? -lo llamó, y el otro chico pareció tomar sus palabras como un permiso implícito para acercarse, porque se aproximó-. ¿Por qué...? ¿Qué haces aquí? preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

-Llevas tres horas con el móvil apagado; nos tenías preocupados a todos -al llegar al banco, Chanyeol se sentó a su lado de modo casi tentativo, demasiado cerca de él, demasiado lejos; al alcance de sus dedos si extendía la mano-. Kyungsoo y tu madre estaban histéricos; querían llamar a la policía si no volvías antes de medianoche.

A Baekhyun aquello le daba igual. Su mundo parecía haberse vuelto patas arriba, y a aquellas alturas ya no entendía qué estaba pasando, pero Chanyeol estaba allí. Y tal vez fuera la luz, o tal vez su vecino hubiera sido siempre así, pero estaba demasiado guapo cuando lo miraba con aquella cara.

-¿Cómo me has encontrado? -murmuró-. Ni siquiera yo sabía a dónde estaba yendo. ¿Cómo has podido...?

Su vecino se encogió de hombros y esbozó una sonrisa de disculpa.

-Te gusta este parque, ¿no? Así que pensé que, bueno...

Algo tan simple.

Baekhyun se sentía incapaz de moverse, así que se quedó quieto. Ninguno de los dos habló por un instante hasta que Chanyeol, de nuevo, se giró hacia él.

-¿Qué tal la carta, Baek? ¿Qué ha pasado? -preguntó en voz baja, y el chico volvió a notar el regusto amargo del rechazo en la garganta. Estaba demasiado cansado como para tratar de huir, justificarse o negar nada, así que simplemente se metió la mano en el bolsillo de la americana del uniforme y le tendió la respuesta que le habían enviado, que ahora era poco más que un folio arrugado y roto.

Chanyeol leyó en silencio, con expresión neutra. Cuando habló, lo hizo en un tono tan sincero que Baekhyun se sintió temblar.

-Todavía creo que te merecías haber entrado.

A aquellas alturas, el chico podría haber soportado cualquier cosa, pero una frase así, no. Todo lo que estaba ocurriendo era injusto, increíblemente injusto, y ni siquiera sabía lo que había hecho para merecerlo. Sintió que algo en su interior se rompía, liberándose, luchando por salir. Algo que estaba mejor fuera y que él había luchado por retener. Había querido parecer fuerte, pero en determinados momentos, en determinados lugares, era imposible.

-Ensayé muchísimo, Chanyeol. Ensayé todo lo que pude. ¿Por qué no puedo entrar? ¿Es que no valgo para esto? ¿Qué se supone que voy a hacer yo si no puedo estudiar música?

Chanyeol parpadeó con unos ojos muy grandes.

-¿Por qué no ibas a poder? Hay más convocatorias, más exámenes...

-¡No! -Baekhyun casi chilló, asustándose a sí mismo-. No. Mi madre no quiere que vuelva a presentarme, y yo no puedo mantenerme solo, ni pagar las tasas de entrada por mi cuenta. No puedo irme de casa, y yo... Me queda una oportunidad, sólo una, y no sé si voy a poder...

Chanyeol tardó un rato en procesar las palabras y lo miró, alarmado. Baekhyun había abierto la boca para seguir diciendo incoherencias cuando el otro chico sonrió.

-No te preocupes, Baek. Te queda una oportunidad más, y esta vez lo conseguiremos. No voy a dejarte solo, ¿vale? Iremos juntos.

Baekhyun sintió que el cuerpo volvía a temblarle, y no a causa del frío. No entendía por qué había venido Chanyeol. No entendía por qué se ofrecía a ayudarle después de todo lo que había pasado entre ambos. No entendía cómo

se le había ocurrido odiarlo durante tanto tiempo si en apenas dos meses había pasado a necesitar verlo sonreírle.

Le hubiera gustado darle las gracias, pero no le salía la voz. Así que, en lugar de eso, se giró hacia él sobre el banco y lo abrazó, aferrando la tela de su chaqueta tan fuerte que creyó que iba a romperla y hundiéndole el rostro en el hueco entre el hombro y el cuello. Chanyeol pareció confuso - y Baekhyun pudo notar cómo se le aceleraba el pulso por debajo de la piel - pero no tardó mucho en corresponderle, colocándole una mano con suavidad sobre la espalda y hundiéndole la otra en el pelo.

-¿Por qué nada me sale bien? -la voz del chico fue apenas un murmullo, tan baja que Chanyeol sólo pudo oírla porque estaba tan pegado a él que no había espacio entre ambos.

-A veces a las buenas personas les pasan cosas malas -le dijo, y Baekhyun quiso protestar y decir que no, que él no era buena persona, que le ponía mala cara a su madre cuando le mandaba pasar el aspirador y le copiaba la tarea de inglés a Kyungsoo cuando no le apetecía hacerla; que a veces no cedía el asiento a las ancianas en el autobús y que lo había tratado injustificadamente mal durante diez años-. Lo único que puedes hacer es... seguirte esforzando hasta que te salgan bien.

-¿Y si no puedo? -Baekhyun alzó la voz un poco, sólo un poquito más, sintiéndose mucho menos confuso y más cansado-. Sólo me queda una oportunidad. ¿Y si fallo?

El chico creyó oír a Chanyeol suspirar. Le estaba acariciando el pelo con suavidad, como si no se diera cuenta de que lo estaba haciendo, y era una sensación extraña, electrizante, cálida y reconfortante al mismo tiempo.

-Sólo hay dos opciones, Baek -murmuró-. Luchar con todas tus fuerzas hasta conseguir lo que ibas buscando o rendirte cuando no puedes más. Y tú no vas a rendirte, ¿verdad?

Baekhyun hundió un poco más el rostro contra su cuello.

-No -respondió, y supo que lo que decía era cierto.

-

Esa noche, Baekhyun logró tranquilizarse. Cuando Chanyeol lo dejó en su casa, asegurándole mil veces a su madre que no pasaba nada y que lo había encontrado en perfecto buen estado, fue capaz de plantarse ante ella y decirle que comprendía que tendría que contemplar otras opciones si seguían suspendiéndole una vez tras otra en las pruebas de admisión, pero que quería presentarse a aquel último examen del año, y que iba a trabajar duro para lograr aprobarlo.

Los siguientes días fueron tranquilos, con su rutina del instituto por la mañana y las clases de economía y los ensayos por la tarde. Ahora que ya no tenía que estudiar, Chanyeol se pasaba las tardes con él, desde que volvían de la escuela hasta que su madre lo llamaba al móvil para que fuera a casa a cenar y, aún así, a Baekhyun las horas no le parecían suficientes.

Todo estaba bien, todo fue perfecto, y el chico llegó a pensar que, a pesar de los fallos y la decepción, podría vivir en aquella rutina para siempre.

O, al menos lo creyó hasta que, la semana siguiente, llamaron a Chanyeol al despacho del director y el chico se lo llevó aparte en el descanso para decirle que le habían concedido la beca.

Día 63 -Chicos, ¿a que no sabéis qué? ¡Me han concedido la beca!

Chanyeol hizo el anuncio - probablemente un anuncio que llevaba deseando hacer desde principio de curso - a la hora de la comida, cuando su grupo de amigos se hallaba reunido en la mesa de siempre. Absolutamente todos ellos prorrumpieron en vítores, palabras de ánimo y sacudidas de mano, y Baekhyun, desde donde estaba parado, lo vio reírse muy alto, sacudir los brazos como un idiota y sonreír.

Él había sido el primero en saberlo, mucho antes que cualquier otro, cuando Chanyeol se lo había llevado a un lado tras volver del despacho del director y le había soltado un "Baekhyunnie, me voy a América", tal cual. Había parecido tan ilusionado y tan contento que todo lo que había podido hacer Baekhyun había sido sonreír y felicitarlo. Ahora, agradecía no haberse sentado en la mesa aún y estar, en su lugar, de pie detrás de él, porque desde allí podía ver cómo todos le decían a su vecino cuánto se merecía todo aquello sin que Chanyeol le viera la cara que debía de estar poniendo.

-¡Es genial, Yeol! -exclamó Kai.

-¿Cuándo te marchas? -añadió Kyungsoo, y Baekhyun se encontró acercándose inconscientemente, porque la pregunta le interesaba.

Chanyeol se llevó una mano a la nuca antes de contestar.

-Ahm... Todavía no lo sé. ¿Tres, cuatro meses? Necesito estar allí unas ocho semanas antes de que empiece el curso, pero también tengo que completar todos

los trámites burocráticos antes de marcharme. El papeleo, la carta de recomendación del instituto, el pasaporte, la matrícula... Ya sabéis, todo eso.

Baekhyun nunca había sido demasiado bueno con las matemáticas, pero se encontró contando con los dedos tras la espalda, tratando de calcular. Cuatro meses eran poco más de ciento veinte días, más de los que hacía desde que habían empezado habían empezado a llevarse bien, pero, en cualquier caso, demasiado pocos.

"¿Qué es lo que voy a hacer? ¿Qué voy a...?"

-¿Baek?

Cuando el chico alzó el rostro, se encontró a todos sus amigos ya sentados y a Chanyeol mirándolo con las cejas alzadas desde su sitio. Parecía claro que se había preocupado por el al verlo parado en medio del comedor, pero su expresión resultaba tan cómica que el chico terminó riéndose.

-Creo que me he perdido el momento en el que todos estaban alabándote, lo siento. Estaba pensando en mis cosas.

-¿Cosas? -preguntó Chanyeol, todavía dudoso, mientras Baekhyun se apresuraba a sentarse a su lado.

-Tengo un examen en un par de semanas y otra audición en, ¿cuánto? ¿Veinticinco días? Es normal que me distraiga, ¿no? Tengo que empezar a pensar en quién va a ayudarme a estudiar ahora que tú me abandonas.

-¡Eh! ¡Pero que todavía no me marcho! -Chanyeol lo golpeó con el codo en las costillas, con demasiada suavidad como para hacerle daño, pero aún así Baekhyun se quejó, en tono de broma, aunque sólo fuera porque podía.

-¡Yah! ¡Park Chanyeol, no seas bruto!

-Y tú no vayas por ahí haciéndote el delicado.

Los dos se echaron a reír, como en cualquier otro día en aquellos últimos dos meses, y la comida prosiguió su curso con normalidad. A Baekhyun le habría gustado que aquello bastara, que fuera suficiente para no pensar en lo que se avecinaba, pero no pudo ser. Para cuando el descanso central terminó y se encontró sentado en su pupitre de siempre, frente a su libro de física, había decidido que necesitaba hacer algo más para distraerse y poderle desear a Chanyeol lo mejor; algo bueno, que le hiciera ilusión.

Y creía saber exactamente el qué.

-Kyungsoo -llamó, girando la cabeza hacia la mesa más próxima. Su amigo estaba absolutamente concentrado en buscar en el índice la página por la que se habían quedado en la última lección, pero alzó la cabeza y lo miró.

-Dime.

-¿Por qué no le hacemos a Chanyeol una fiesta?

-¿Qué?

-Le han dado la beca, ¿no? Deberíamos celebrarlo -Baekhyun sabía que la idea era buena, así que trató de sonar animado. El problema fue que tal vez sonó un poco animado de más, y su amigo lo miró con una expresión tan extrañada como si hubiese empezado a hablarle en chino de pronto-. Vamos, no me digas que no. A ti te gusta organizar cosas; seguro que se nos ocurre algo.

-Quieres que te ayude a organizar una fiesta -repitió Kyungsoo-. Para Chanyeol.

-Ahm... ¿Sí? Y podrías hablar con Kai y pedirle que nos ayude. Quiero decir, es el mejor amigo de Yeol, pero creo que yo no le caigo muy bien, así que si pudieras ser tú el que le diga algo...

Esta vez, Kyungsoo pareció ligeramente receloso.

-¿Primero no querías ni verlo

y ahora me pides que hable con mi novio para celebrarle una despedida? preguntó-. Baek, ¿qué te pasa?

"No lo sé" quiso contestar él, pero tuvo la certeza de que Kyungsoo no le creería, así que simplemente se encogió de hombros.

-Ahora nos llevamos bien -dijo en su lugar-. ¿Me ayudarás?

Kyungsoo guardó silencio un momento, como si las ganas de hacerle caso a su mejor amigo y su sentido común estuviesen librando una batalla en alguna parte de su cerebro. Por su expresión, parecía más que dispuesto a negarse, pero cuando Baekhyun esbozó su mejor sonrisa inocente, titubeó.

-Baek... -comenzó en tono de reproche, pero no tardó mucho en parar de hablar y morderse el labio. El profesor escogió aquel mismo momento para entrar en el aula y, al ver que su amigo seguía mirándolo, el chico se apoyó contra el respaldo de la silla y suspiró-. Está bien, está bien, hablaré con Jongin. A todos nos vendrá bien descansar por un día.

-

La siguiente semana fue una mancha borrosa para Baekhyun. Kyungsoo habló con Kai, que - muy posiblemente creyendo que la idea había venido de su maravilloso novio y no de Baekhyun - comenzó a mover hilos con la idea de planear, según sus mismas palabras, una noche inolvidable. Jongdae no tardó mucho en apuntarse a la iniciativa organizadora, alegando que el domingo tenía la casa libre, y que, hicieran lo que hicieran primero, siempre podrían acabar el día allí, en una de aquellas rutinas de comida, videojuegos y Singstar que ya estaban empezando a convertirse en un clásico entre ellos.

Y Baekhyun pasaba las mañanas en clase, las tardes ensayando o estudiando y las noches escribiéndoles e-mails a sus amigos, tratando de decidir el mejor plan, pero eso no hacía que pudiera olvidar el problema del que había nacido todo lo demás. Porque quedaban ciento veinte días, ciento diecinueve, ciento dieciocho, y, cuando la cuenta llegara a cero, Chanyeol se marcharía durante cuatro años.

Así que el chico suponía que nadie podría culparlo si acaparaba a su vecino un poco más de lo normal. Si iba y volvía con él a clase, se pegaba a él cada hora y lo mantenía despierto hasta las dos de la madrugada a base de conversaciones en mensajes en las que simplemente hablaban de todo sin decir nada relevante.

Era como una especie de juego enfermo. Ver hasta qué punto podía prolongar cada conversación, extender cada ensayo; forzar, casi como si no quisiera, el que sus dedos se rozaran cuando los dos estaban estudiando solos en su salón y

bajar la cabeza y seguir a lo suyo cuando Chanyeol lo miraba con aquel brillo extraño en los ojos.

Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo. De lo que sí estaba seguro era de que no podía olvidar lo que le había dicho Jongdae días atrás. "Si estuviese enamorado de mí, no se marcharía. Si yo le gustase tanto, querría quedarse aquí; no estaría tan contento". Así que, tal vez inconscientemente, presionaba los límites, veía hasta dónde podía llegar.

Y perdía la partida contra sí mismo, y contra Chanyeol, antes de empezar a jugarla.

Se preguntaba si, tal y como estaba, existiría la posibilidad

de que pudiera llegar a ganarla, después de todo.

-

Los días pasaron y, antes de que Baekhyun se diera cuenta, ya había llegado la noche del domingo. Finalmente, habían decidido salir todos juntos - Kai había conseguido que un amigo suyo los colara durante un par de horas en un club a pesar de ser menores de edad con la condición de que no bebieran demasiado y apalancarse en casa de Jongdae tan pronto como los hicieran marcharse del local.

Hacía tiempo que Baekhyun no salía - ¿algo más de dos meses, quizá? - pero, a pesar de no haber sentido la necesidad de ponérsela hasta entonces, no pudo evitar ocultar una sonrisa satisfecha ante la ropa de fiesta al sacarla del fondo de su armario. Vaqueros pitillo, camisetas de marca, cazadoras... todas aquellas prendas reservadas para las ocasiones especiales, que se le adaptaban al cuerpo como una segunda piel y le quedaban absolutamente perfectas.

Tardó unos minutos en escoger qué quería ponerse exactamente, y casi una hora más en vestirse, peinarse y maquillarse los ojos. Cuando terminó, el espejo del cuarto de baño le devolvió la imagen de un chico joven de piel clara, pelo perfectamente arreglado y ojos rodeados de eyeliner oscuro, vestido para arrasar, y Baekhyun sonrió. Sabía que aquella noche las cabezas se girarían para mirarlo. Tal vez fuera lo que pretendiera, después de todo.

Cuando salió de casa, hacía frío. La cazadora que llevaba era demasiado delgada como para cubrirlo por completo del viento, y el cuello de la camiseta que llevaba le dejaba al aire la piel hasta la altura de las clavículas. De haber sido aquel un día como cualquier otro, habría estado haciendo el camino hacia el lugar en el que habían quedado con Chanyeol, que muy posiblemente le habría acabado dando su chaqueta al verlo temblar, pero Kai había aparecido de la nada esa tarde y se había llevado a su vecino a alguna clase de lugar desconocido, así que Baekhyun había tenido que resignarse a hacer el camino solo.

Unas cuantas paradas de metro y de autobús más tarde, Baekhyun llegaba a la esquina donde había quedado con los otros. Luhan y Jongdae ya estaban allí, el primero de ellos mirando a su alrededor con aire aburrido, y el segundo escribiendo algo con energía en su teléfono móvil.

Luhan lo vio antes de que llegara y lo saludó con la mano, sonriéndole. No parecía que se hubiese arreglado más aquella noche de lo que lo hacía cualquier otro fin de semana pero, aún así, parecía brillar con luz propia. Si China hubiera tenido un príncipe, probablemente habría tenido la cara de Luhan. Visto así, ni siquiera era de extrañar que le hubiese roto el corazón a media escuela sin pretenderlo.

-Hola, Baekhyun -lo saludó-. Llegas pronto.

-¿Los otros todavía no están aquí? -preguntó él después de devolverle el gesto con una mano. Su voz sonó casi como un quejido; hacía tanto frío que la mera idea de quedarse allí a esperar, aunque sólo fuera durante unos pocos minutos, se le hacía intolerable.

Jongdae, sin embargo, se rió.

-Supongo que ahora entenderás lo que nos duele esperar a la intemperie cada vez que quedamos por la noche y tú llegas tarde -tras bloquear la pantalla del móvil, alzó los ojos con una sonrisa burlona, pero ésta no tardó en convertirse en una mueca de sorpresa-. Joder, Baek. ¿De qué te has vestido?

El chico se encogió de hombros.

-De nada.

-Le queda bien -intervino Luhan.

-No, si le queda muy bien -Jongdae hizo una mueca-. Pero como no tenga cuidado, el portero de la discoteca va a saltarle encima en vez de dejarlo pasar. ¿De verdad que todo ese eyeliner era necesario?

-No llevo tanto.

-Pareces una estrella de cine o algo así. Me pregunto a qué viene ponerse tan guapo, ¿uh?

Baekhyun iba a empezar a protestar diciendo que así era como se arreglaba siempre para salir - cosa que Jongdae tendría que haber sabido porque había

salido con él más veces - cuando Luhan soltó una exclamación y comenzó a saludar con la mano otra vez.

-¡Chicos, estamos aquí! -gritó, sonriendo, y Baekhyun se giró justo a tiempo para ver a tres figuras cruzando la calle. Por suerte, pensó, venían todos juntos.

Como de costumbre, Kai ni siquiera había tenido que esforzarse para parecer directamente sacado de la portada de una revista, todo él pelo y piel oscuros y actitud segura de sí misma. A su lado, Kyungsoo - su Kyungsoo, aquel mejor amigo suyo que ponía los ojos en blanco cada vez que lo veía abusar de los vaqueros ajustados y el eyeliner - estaba excepcionalmente arreglado, tanto que parecía ir a juego con Kai. De hecho, y vistos así, los dos parecían casi más perfectos el uno para el otro que cuando estaban comiendo comida casera en amor y compañía en su mesa del comedor, y Baekhyun apretó los dientes. Iba a hacer alguna clase de comentario sobre cómo Kyungsoo había traicionado sus principios de niño bueno por lo que a todas luces era una cazadora de cuero blanca cuando miró detrás de ellos y vio a Chanyeol.

Definitivamente, había alguien en el cielo que lo odiaba. O tal vez quien lo odiara fuera Kai, porque estaba seguro de que todo aquello había sido idea suya, y por eso se había llevado a Chanyeol aquella tarde.

Lo peor de todo era que ni siquiera habían tenido que arreglarlo mucho. Sólo habían cambiado su clásica combinación de vaqueros gastados y sudadera usada por ropa nueva, oscura, y le habían arreglado el pelo, peinándole el flequillo hacia atrás. En teoría era el Chanyeol de siempre. En teoría. En la práctica, el universo se había puesto en su contra y Kai era un maldito genio.

-Se te van a salir los ojos de la cara de mirarlo tanto -susurró una voz junto a su oído. Al girarse, dando un respingo, Baekhyun se encontró frente a frente con la sonrisa burlona de Jongdae.

-¡Claro que no...! -comenzó a decir, pero se calló de pronto al ver que Chanyeol se acercaba. Parecía incluso más alto que de costumbre, y Baekhyun consideró por un momento el empezar a llevar alzas en los zapatos, porque llegarle a su vecino por la nariz no podía ser sano ni normal-. Ah, Yeol- saludó, sintiéndose como un imbécil.

Jongdae, que seguía allí y al parecer tenía mucho interés en regodearse en su miseria, soltó una carcajada, pero Chanyeol lo miró a él y sonrió.

-Hola, Baek.

El chico quiso contestar con algo inteligente (si es que existía alguna cosa inteligente con la que responder a un saludo), pero la cabeza se le quedó en blanco y acabó murmurando algo sin sentido. Rogó a cualquier entidad divina que quisiera escucharlo para que Chanyeol, que parecía de tan buen humor como siempre, no se hubiera dado cuenta de que él, Byun Baekhyun, miembro indiscutible de la élite de su instituto, estaba inexplicablemente nervioso - y, aparentemente, sus plegarias tuvieron respuesta porque, tras sacudir la cabeza, su vecino lo dejó donde estaba y se marchó a saludar a Luhan.

Baekhyun no supo si sentirse aliviado por no tener que dar explicaciones u ofendido porque, después de pasarse horas arreglándose para aquella noche, Chanyeol no lo hubiera mirado dos veces.

-Deberíamos ir yendo ya -intervino Kyungsoo, tan pronto como todos hubieron dejado de saludarse, y los demás asintieron y comenzaron la marcha, con Kai en cabeza, tecleando algo con rapidez en la pantalla táctil de su móvil.

Por suerte, el local al que iban no estaba muy lejos, y en cinco minutos escasos estaban dentro de una discoteca como tantas otras, con ráfagas de luces parpadeando desde el techo, mesas para descansar en las esquinas y una marea

humana moviéndose al unísono en la pista de baile. El aire estaba cargado de humo, una especie de niebla artificial que provenía de algo parecido a unos aspersores en las paredes, y Baekhyun vio a Chanyeol parpadear y arrugar la nariz. Recordó en aquel instante que el otro chico no veía bien y que lo más probable era que llevara las lentillas puestas.

-¿Estás bien? -preguntó a gritos, haciendo un esfuerzo por acercarse todo lo posible a su oreja para hacerse oír por encima de la música electrónica que llenaba el lugar. Cuando Chanyeol se apartó un poco de él y lo miró, extrañado, el chico se señaló un ojo, y su vecino se rió.

-No pasa nada, no pasa nada -medio exclamó, haciéndole un gesto con la mano y dedicándole una sonrisa llena de dientes antes de girarse para seguir hablando de algo con Kai.

Baekhyun, que, a pesar de no saber muy bien qué habría podido contestar, se sentía como si lo hubieran dejado con la palabra en la boca, permaneció donde estaba unos segundos más antes de chasquear la lengua, hacerle un gesto a Kyungsoo para indicarle que se marchaba y acercarse a la barra, donde Jongdae ya se había apalancado, como si fuera su única razón para acudir a aquel bar.

-¿Bebiendo tan pronto? -le preguntó al ver que la camarera, una chica de veintitantos años vestida con una camiseta y minifalda, dejaba delante de su amigo un vaso relleno de un líquido de un color sorprendentemente azul-. Creía que el amigo de Kai le había dicho que nos dejaría entrar con tal de que no bebiéramos demasiado.

Jongdae se encogió de hombros. -El amigo de Kai nunca dijo cuánto era demasiado -respondió-. Y, además, si no quieres beber, ¿para qué te has marchado de donde estaban los demás y te has venido a la barra?

Baekhyun suspiró y giró la cabeza con disimulo para observar a los demás. Kyungsoo y Luhan habían conseguido una mesa lo suficientemente grande como para garantizar que cupieran todos, y Kai y Chanyeol seguían de pie donde los había dejado él, sumidos en su conversación y sin reparar en que ya no estaba allí. Sabía que no tenía que beber, porque si se pasaban de la raya siendo menores, el amigo de Kai le pediría explicaciones, pero, visto lo visto, Kim Jongin y su amiguito se podían ir al infierno. A ser posible, llevándose con ellos a Chanyeol.

-No sé qué es eso que estás bebiendo, pero pídeme uno igual -le dijo a Jongdae, tratando de sonar indiferente-. Y, por tu bien, más vale que lleve vodka.

Su amigo lo miró con una sonrisa burlona, pero obedeció, y Baekhyun cerró los ojos y se apoyó contra la barra, esperando su bebida. Estaba seguro de que iba a necesitar unas cuantas. Aquella prometía ser una noche muy larga.

-

Dos horas y cuatro bebidas azules después, Baekhyun decidió que el haber preparado aquella estúpida salida nocturna para celebrar la beca de Chanyeol había sido cualquier cosa menos buena idea.

Tan pronto como habían ordenado su primera ronda de bebidas, se habían sentado juntos en una mesa, pero no todos habían aguantado allí mucho tiempo. En un momento dado, la cadencia de la música había cambiado, y Kai había levantado la cabeza de su copa, súbitamente interesado. No había tardado mucho en excusarse, levantarse y pedirle a su novio que lo acompañara a la pista, tan abstraído como si él fuese una polilla y la música fuera luz.

Baekhyun, que en aquel momento iba por su segunda copa, había creído que Kyungsoo - Kyungsoo, el ángel del coro, el niño bueno con una media de más de ocho sobre diez en todas sus asignaturas - iba a negarse, así que se sorprendió cuando su amigo tomó la mano que le tendían y se levantó con un deje resuelto, con algo distinto en su postura, en su mandíbula, el modo en el que sus ojos se cruzaron con los de Kai, que hizo que el chico se sintiera inexplicablemente celoso y se bebiera de un trago todo lo que le quedaba en el vaso.

-¿Así es como son en casa? -exclamó Jongdae, que parecía haber tomado la decisión de beberse las reservas del bar entero y ya estaba empezando a sufrir ataques de risa tonta, cuando sus amigos llegaron a la pista-. Vaya con 'Soo. Y parecía tonto... Miradlo ahora. ¿Desde cuándo se supone que sabe bailar?

-Está saliendo con Kai, ¿no? -Chanyeol, que estaba sentado al lado de Baekhyun jugueteando con el vaso de su primera copa de la noche, se encogió de hombros como si aquello fuera lo más normal del mundo. Baekhyun observó cómo uno de sus dedos se deslizaba sobre el cristal antes de obligarse a mirarlo a la cara. Sentía el calor del alcohol en el estómago y en la punta de los dedos.

-¿Por qué no vamos a bailar nosotros también? -preguntó, y automáticamente sintió ganas de golpearse la cabeza contra la mesa por lo que acababa de decir. Repetidas veces.

Chanyeol lo miró como si estuviera borracho - cosa que, tal vez, fuera un poquito cierta - y se negó.

-Yo no bailo -protestó, frunciendo levemente el ceño al ver que Baekhyun le quitaba su vaso de entre los dedos y se lo llevaba a los labios-. ¿Cuánto has bebido, Baek?

-Tengo mucho aguante. Y si no vas a bailar, ya puedes ir a buscarme más tentativamente, el chico le puso una mano en la muñeca, y Chanyeol observó los dedos sobre su piel con la expresión en blanco antes de apartárselos con cuidado. Cuando lo miró, Baekhyun hubiera podido jurar que tenía los ojos un poquito más oscuros, más grandes.

-Baek...

-O me traes otra copa o bailas conmigo. Te estoy dejando elegir, ¿no?

Chanyeol sacudió la cabeza con el aire cansado del que piensa que tiene que tratar con un niño incorregible y, finalmente, se levantó de la mesa y se perdió entre la multitud. Al principio, Baekhyun creyó que había cedido y que - a pesar de haberlo plantado y no querer bailar con él - le traería más bebida, pero cuando pasaron los minutos y Chanyeol no apareció, frunció el ceño y se apoyó contra el respaldo, sintiéndose abandonado y malhumorado.

-Odio mi vida -declaró.

Luhan aprovechó aquel mismo instante para emerger de algún punto oscuro de la sala, con una cara muy rara y diciéndole algo a una chica con un vestido rojo muy corto y que parecía muy insistente. La muchacha lo siguió durante algunos pasos más, pero terminó dando la vuelta cuando su amigo le señaló la mesa donde estaban sentados ellos.

-Dios mío, que cabezota es la gente -suspiraba Luhan cinco segundos después, dejándose caer junto a Jongdae con una copa de algo transparente en la mano-.

Todavía no he tenido que pagar por una sola bebida, y creo que ya empiezo a ver doble. No sé cómo decirles que no estoy interesado, por favor -tras dejar el vaso sobre la mesa, trató de sonreír y los miró-. ¿Qué tal por aquí vosotros?

-Baek odia su vida. Creo que porque Chanyeol no quiere bailar con él.

Luhan pareció confuso.

-¿Para qué quieres bailar con Chanyeol?

-No quiero bailar con Chanyeol. Es sólo que me abandona y se marcha. Hoy y cuando acabe el instituto. Se va a marchar a América y no quiero que se vaya. Me deja aquí.

Jongdae dio un sorbo a su copa y se rió, como si los desvaríos influidos por el alcohol de Baekhyun le parecieran lo más divertido que hubiera escuchado nunca. Y ya podía reírse, ya, porque el chico jamás habría admitido aquello en voz alta estando sobrio.

-Le han dado una beca, Baek -respondió Luhan, que, si bien también había bebido de más, aparentemente era el único que conservaba parte de su capacidad para pensar con lógica-. Claro que se va a marchar; es lo que estamos celebrando.

-Pues menudo asco -Baekhyun se inclinó hacia delante y apoyó los codos sobre la mesa-. ¿Sabéis cuántas horas de diferencia hay entre Seúl y San Francisco? Porque lo he buscado en Google y son diecisiete. ¿Qué voy a hacer yo con diecisiete horas de diferencia?

-¿Llamarle cuando te despiertes? -propuso Jongdae, que a juzgar por su tono de voz parecía cualquier cosa menos preocupado-. Si lo llamas a las ocho, allí serán las tres. O puede que las cuatro, no sé.

Baekhyun observó con los labios apretados cómo su amigo comenzaba a beberse también el vaso medio vacío que Kyungsoo había dejado en la mesa. Aún sentía el calor del alcohol en las venas, impulsándolo a hablar, a protestar y a tratar de acaparar a Chanyeol para él, pero en el fondo sentía que todo aquello era injusto. Tal vez necesitara beber más. Aún más.

-Dos horas arreglándome -farfulló de pronto-. Dos horas arreglándome y todo lo que me dice al verme es "hola, Baek".

A juzgar por el sonido que hizo, Jongdae estuvo a punto de escupir lo que se estaba bebiendo.

-No puedo creerme que tú acabes de decir eso -dijo en cuanto pudo hablar, pero Baekhyun lo ignoró, demasiado ocupado en rastrear la multitud en busca de una cara conocida.

-¿Dónde demonios se ha metido el muy idiota, de todas formas? ¿Por qué no está aquí?

Jongdae hizo amago de buscar entre la gente, pero pronto se rindió y apoyó la cabeza contra el respaldo de su silla. Finalmente, fue Luhan quien dio con quien estaban buscando, y se lo señaló a Baekhyun con un movimiento de cabeza.

-¿Yeol? Está ahí, creo. Me parece que se ha encontrado con alguien.

El chico entornó los ojos, intentando distinguir los detalles. Normalmente, era fácil encontrar a Chanyeol, estuviera donde estuviese, porque aquella estúpida cabezota suya siempre sobresalía por encima del resto de la gente, pero en aquella ocasión no era así. Su vecino estaba en una esquina, enfocado de vez en cuando por uno de los focos parpadeantes que llenaban el local, hablando con dos personas que, a primera vista, eran tan anormalmente altas como él, por no

decir muy guapas. Uno de los dos desconocidos, que parecía muy rubio y muy bien vestido, estaba diciendo algo, y Chanyeol se rió, con aquella risa suya que lo hacía parecer medio desquiciado e increíblemente adorable. Y Baekhyun hubiera empezado a darse cabezazos contra la mesa de haber podido, porque se sentía muy abandonado y muy solo sentado en aquella esquina, pero no podía dejar de mirar a su vecino pasándolo bien en otra parte sin él si cuando lo hacía sonreía así.

-¿Quiénes son esos dos? -quiso saber Luhan-. ¿Los conocéis?

-Serán amigos suyos.

Baekhyun entornó los ojos y se levantó de su asiento. Comprobó, satisfecho, que a pesar de las - creía que cinco - copas que se había bebido por aquel entonces, todavía podía mantenerse en pie perfectamente.

-Voy a ver.

Luhan dijo algo a modo de advertencia, pero Baekhyun no lo escuchó. Antes de poder recapacitar, ya había cruzado la sala y se había plantado junto a Chanyeol y sus supuestos amigos, que parecían sumidos en una conversación aparentemente muy interesante que a él le llegaba ahogada por el sonido constante de la música a su alrededor.

-Yeol -dijo, y cuando el otro chico no le contestó, le tiró de la manga-. ¡Yeol!

Su vecino parpadeó, una vez, dos, y se giró hacia él, dándose, por fin, cuenta de que estaba allí.

-¿Baek? ¿Pasa algo?

El chico abrió la boca para responder cuando se dio cuenta de que las dos personas con las que Chanyeol había estado hablando se habían quedado calladas y lo estaban mirando. Eran dos chicos, uno rubio y otro moreno. El que parecía más joven - más incluso que él mismo, por lo que podía deducirse que también se había colado en el club - tenía un aire un tanto fiero y lo estaba observando con el ceño levemente fruncido, como si se preguntara quién era él y por qué había venido a interrumpirlos. El otro era tan rubio y tan guapo que parecía una estrella de cine, por no decir tan alto que Baekhyun, a su lado, se sintió como el primo con enanismo de Frodo Bolsón.

Aquello, de por sí, ya habría sido ligeramente humillante si Baekhyun hubiera caminado hasta allí porque tenía algo importante que decir. El problema era que había ido a donde estaba Chanyeol por una especie de impulso motivado por el exceso de alcohol en vena, y en realidad no tenía nada que contarle a su vecino, salvo que le parecía fatal que no le estuviera haciendo caso después de todo lo que se había molestado en preparar aquella noche. Cosa que, por supuesto, no podía decir en alto.

-Mi bebida -pidió finalmente, sintiendo la boca pastosa-. Pensé que habías ido a buscarme una.

En aquel preciso instante, Baekhyun se percató de que Chanyeol tenía un vaso con hielos en la mano, y dio gracias al cielo cuando el otro chico se lo tendió.

-¿Qué es? ¿Ginebra? ¿Vodka? -preguntó, olisqueándolo.

-Agua. Iba a llevártela ahora.

Baekhyun hizo un mohín.

-Cuando te pedí que me trajeras algo de beber, no me refería a esto -gruñó. Como los dos extraños seguían observándolo con una cara rara, decidió que no podía perder nada por preguntar-. ¿Quiénes son tus amigos? ¿No me los vas a presentar?

Chanyeol pareció dudar, pero finalmente cedió.

-Baek, estos son Tao y Kris, dos amigos míos. Chicos, este es Baekhyun.

Los dos desconocidos cruzaron una mirada.

-¿Este es Byun Baekhyun? -preguntó el más alto, el tal Kris.

-¿Está borracho? -añadió el otro, que en cuanto abrió la boca perdió parte del aire amenazante inicial. Los dos hablaban con un acento extraño, extranjero.

-¿De dónde sois? -preguntó Baekhyun, decidiendo ignorar, por el momento, el hecho de que los otros dos parecían saber quién era él, con apellido y todo, y no daban la impresión de estar muy satisfechos al respecto.

-China -contestó Tao, y Baekhyun se preguntó qué demonios le daban a la gente de comer en aquel país para que, de tres personas que conocía entre aquellos dos y Luhan, todos parecieran sacados de un pase de modelos de Gucci.

-Ah -Baekhyun trató de pensar en algo interesante e inteligente que decir sobre China, pero no se le ocurrió absolutamente nada. Decidiendo que daba igual y que, de todas formas, ya había hecho el ridículo bastante por aquel día, se dirigió a Chanyeol con su mejor sonrisa, rozándole el brazo con los dedos-. ¿Vas a volver a la mesa luego? Jongdae se está bebiendo hasta el agua de los floreros.

-Adelántate si quieres. Yo voy enseguida.

Ya había hecho todo lo posible, así que Baekhyun decidió que no pintaba nada allí y volvió enfurruñado a su mesa. Siempre podía intentar ver las cosas por el lado positivo porque, sí, puede que acabara de comportarse como un imbécil delante de dos perfectos desconocidos, y, sí, puede que hubiera pretendido acaparar el cien por cien de la atención de Chanyeol aquella noche y que su plan inconsciente hubiera acabado en fiasco, pero al menos su vecino le había dado un maravilloso vaso de agua.

Vaso de agua que le quitó Jongdae de las manos tan pronto como se sentó en la mesa.

-¿Qué es esto? ¿Vodka? -preguntó.

Baekhyun sintió el impulso de hundir la cara entre las manos y pedirle a alguien que lo matara allí mismo.

-Agua.

-Igual da -su amigo se llevó el vaso a los labios y lo apuró hasta el fondo, esbozando una sonrisa satisfecha-. Estoy aquí sentado viendo cómo Park Chanyeol tiene que mirar hacia arriba para hablar con alguien. ¿Qué clase de brujería es esa? ¿De dónde han salido el hombre-rubio-extraordinariamente-alto y su amigo?

-Aparentemente, de China.

Luhan pareció súbitamente interesado al escuchar aquello, pero Jongdae soltó una carcajada que acabó en lo que parecía un ataque de risa floja de esos que, una vez comienzan, no se pueden parar.

-Me sorprende la gente a la que conoce Chanyeol, ¿sabéis? Primero Kai y luego esta especie de supermodelos chinos. ¿Qué somos nosotros entonces? ¿Sus amigos feos?

-Yo no soy el amigo feo de nadie -protestó Baekhyun, aunque estaba seguro de que Jongdae estaba demasiado ocupado riéndose de su propio chiste como para prestarle atención. A pesar de lo que había bebido, no había llegado al punto de borrachera en el que su cerebro se desconectaba y lo dejaba no pensar, y no podía evitar sentirse enfadado con Chanyeol y con el mundo. Porque, sí, puede que él no fuera tan aberrantemente alto como aquellos dos, pero se suponía que era la persona a la que Chanyeol había perseguido durante años enteros. Así que, ¿por qué aquel idiota no se había detenido a mirarlo como lo habían mirado al entrar el resto de solteros del bar? ¿Por qué no correspondía a su atención ahora que él se la ofrecía? ¿Por qué se iba a ir a la otra punta del mundo?

Él siempre había podido tener a cualquiera. A cualquiera. Y se suponía que Park Chanyeol no era una excepción a aquella regla.

-Kim Jongdae -el sonido de una nueva voz devolvió a Baekhyun a la realidad y, cuando abrió los ojos, vio a Kyungsoo parado frente a ellos, con los brazos en jarras y una expresión de reproche en el rostro. Mirado por encima, parecía el mismo amigo aguafiestas de siempre, pero a Baekhyun no se le escapó el modo en el que su pelo parecía un poco más revuelto y sus labios ligeramente más hinchados. Se preguntó dónde habría estado la última media hora y por qué Kai, a su lado, tenía una sonrisa casi imperceptible en la boca. De nuevo, sintió celos-. ¿Se puede saber cuánto has bebido? El otro chico había comenzado a farfullar una respuesta, pero Kyungsoo le quitó el vaso de entre los dedos sin esperar a escucharla. Al ver que estaba vacío - y

que ni siquiera olía a alcohol - lo miró con expresión extrañada, pero Jongdae protestó igualmente.

-¡Eso era mi agua! -exclamó.

-No -murmuró Baekhyun-. Era mi agua.

Kyungsoo los miró como una madre gallina enfadada miraría a sus polluelos, y luego se giró hacia Luhan.

-¿Cuánto han bebido? -le preguntó.

-Baek no ha bebido tanto. Jongdae va muy mal.

-¿Mal, yo? -protestó el interpelado-. ¡Pero si la noche es joven!

Kyungsoo se cruzó de brazos, en un gesto que no admitía réplica.

-No, Jongdae, no -contestó-. Para ti, la noche acaba de terminar.

-

Apenas media hora después, todos estaban tirados sobre los sofás del salón de casa de Jongdae.

Después de ver el estado de su amigo, Kyungsoo no había tardado mucho en reunirlos a todos y sacarlos del bar, y Baekhyun casi había agradecido el frío,

la libertad para respirar, el silencio. A Jongdae lo habían llevado medio a cuestas entre Luhan y Kai, mientras el chico, que de puro borracho estaba increíblemente contento, había empezado a cantar una de las canciones de moda del año con una voz tan rechinante que habría hecho gritar de horror a todos sus profesores de canto.

Por fin, Chanyeol se había despedido de sus amigos y se había reunido con ellos en la calle, lanzándole una mirada preocupada a Jongdae y preguntándole a Baekhyun si él estaba bien. Y al chico no le gustaba mentir, especialmente porque Chanyeol siempre le decía la verdad, pero estaba herido en su amor propio y deseoso de atención, así que se tambaleó deliberadamente, como si le costara mantenerse derecho.

-Creo que he bebido demasiado -declaró, a pesar de que podía sentir cómo, poco a poco, el calor del alcohol desaparecía de su sistema-. Ayúdame a caminar, ¿quieres? O acabaré en el suelo.

Como de costumbre, Chanyeol estaba más que dispuesto a ayudarlo y lo había dejado apoyarse en su propio cuerpo para avanzar. Así que Baekhyun había aprovechado para pegarse contra él y sentir la calidez que parecía emanar su piel incluso a través de todas las capas de ropa que los separaban. Estaba levemente mareado, aunque no creía que fuese por la bebida, ni por el frío, y sintió una punzada de lejana satisfacción cuando sintió que Chanyeol se tensaba contra él al notarlo tan cerca.

Aquella reacción era algo que él podía entender, un movimiento en un juego que él llevaba dominando desde que había entrado en la pubertad. Por primera vez en semanas, sabía dónde estaba, a dónde podía ir.

Porque él podría seguir teniendo a cualquiera si se lo proponía. Incluso a alguien que quería marcharse del país. Incluso a alguien con un futuro a miles de kilómetros de Baekhyun.

Sobre todo a él.

Al llegar a su casa, Jongdae perdió el interés por cantar a gritos y decidió unánimemente que meterse a voces con la vida amorosa de Luhan era mucho más divertido.

-Oh, vamos, no sales con ninguno de tus trescientos mil pretendientes porque en el fondo te da miedo no estar a la altura -exclamaba, tambaleándose en el centro del salón, mientras su amigo lo miraba mal desde el sofá-. Mira a Oh Sehun, por ejemplo. ¡Si a la pobre criatura ya la rechazas por principio! No creas que no me fijo; veo que lo miras con ojitos de cervatillo abandonado cuando se va. Es casi como si, a pesar del tostón insufrible que siempre nos sueltas por todo el tema de la diferencia de edad, estuvieras esperando a que venga a declararse otra vez sólo para poder hablar cinco segundos con él mientras lo rechazas. ¡Creo que no he visto nada más lamentable en toda mi vida!

El rostro perfecto de Luhan se transformó en una especie de máscara de horror, vergüenza y enfado, todo en uno.

-¡No me vengas con esas, Kim Jongdae! ¿O quieres que le expliquemos a todo el mundo aquí y ahora por qué empezaste a ir a la biblioteca el año pasado?

-¡Porque me gusta leer, por supuesto! ¿Por qué iba a ser si no?

La conversación continuó a su alrededor mientras, en su asiento Baekhyun cerraba los ojos y suspiraba. Debían de haber pasado aproximadamente una hora desde que se había bebido su última copa y, ahora que los efectos de todo aquel alcohol se le habían pasado casi del todo, sentía el cuerpo pesado, aletargado, y la mente muy densa.

En un momento en el que la discusión entre Jongdae y Luhan subió de tono, el chico se levantó y salió al pasillo, buscando tomar el aire. Había planeado ir a la cocina, robar algo líquido de la nevera y salir un rato al balcón, pero, tras considerar el frío que hacía en aquella ciudad por la noche, lo pensó mejor y entró en el baño, cerrando la puerta con suavidad tras de sí.

La habitación era pequeña, con apenas el espacio suficiente para el lavabo, el bidé, el plato de ducha y el inodoro y, en apenas un par de pasos, Baekhyun estaba parado frente a la encimera, delante del espejo, tratando de mojarse el rostro con el agua del grifo sin estropearse el maquillaje que todavía le rodeaba los ojos.

El frío sobre la piel no lo ayudó a espabilarse, así que permaneció allí, apoyado contra la encimera durante algunos segundos más, registrando vagamente que la discusión del salón había parado y que ahora se escuchaba algo parecido a música venir desde la otra punta de la casa.

Casi había perdido la noción del tiempo cuando escuchó la puerta abrirse y volverse a cerrar, y una voz conocida y familiarmente grave, que lo llamaba.

-¿Baek? ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?

Baekhyun giró la cabeza y contuvo una sonrisa cansada al ver a Chanyeol, todo él ojos grandes y ropa que le sentaba demasiado bien, apoyado contra la puerta y mirándolo con una sombra de preocupación en el rostro. Como de costumbre, su vecino había venido detrás de él, a buscarlo, y la parte de Baekhyun que estaba acostumbrada a repartir sonrisas y a esconderse con los chicos guapos del curso en el cuarto de las escobas se sorprendió porque, dios mío, no se había dado cuenta antes, pero, de quererlo, aquello sería tan, tan fácil.

-Los gritos de Jongdae y Luhan me estaban dando dolor de cabeza -dijo finalmente, esbozando una de aquellas sonrisas que lo habían hecho escalar de un plumazo hasta la cima de popularidad del instituto. No sabía hasta qué punto estaba sonriendo así por los restos del alcohol que aún le quedaban en la sangre, hasta qué punto por curiosidad y hasta dónde por desesperación, pero podía volver a sentir la electricidad entre los dos, tomando cuerpo en el aire, y eso sí que era algo que reconocía.

-¿No vas a volver al salón, entonces? ¿Y qué es lo que vas a hacer, quedarte aquí solo?

-Supongo -con una sonrisita levemente burlona y una seguridad en sí mismo que no sentía del todo, Baekhyun giró hasta quedar de espaldas al lavabo y se sentó de un salto sobre la encimera del baño, con los pies colgando en el aire-. Pero no quiero estar solo. ¿Te quedas conmigo un rato?

Chanyeol titubeó visiblemente antes de asentir. Baekhyun sabía lo que estaba viendo su vecino - al chico al que había perseguido durante diez años, con la ropa más cara de su armario pegándose contra su piel en los lugares idóneos, los ojos bordeados en negro y una sonrisa en los labios - y supo que aceptaría quedarse incluso antes de que el otro chico dijera que sí.

-¿Cuánto has bebido, Baek? ¿Quieres que te traiga algo?

El chico negó con la cabeza con suavidad.

-No, estoy bien. Sólo quiero hablar -acomodándose mejor sobre la encimera, le tendió una mano-. Ven aquí, ¿quieres?

Chanyeol volvió a dudar, pero, finalmente, se acercó hasta quedar delante de él, todo lo lejos que le permitió hacerlo el reducido tamaño del baño. Insatisfecho

y siguiendo un impulso prácticamente visceral, Baekhyun lo aferró por la muñeca y tiró de él para acercarlo más.

-¿Baekhyun? -lo llamó Chanyeol con voz suave, y el chico detectó aquel algo que no estaba antes en su tono, el modo en el que sus ojos parecían haberse vuelto más oscuros, y se percató de que aquella mirada era lo que había estado esperando toda la noche.

-Tengo una cosa que preguntar -murmuró. Había llegado al punto en el que sabía que estaba cruzando un límite; el límite que había estado rozando durante toda la semana, pero le daba igual. Tenía que saber. Necesitaba saberlo. Era la única oportunidad que tenía para hacerlo-. ¿Por qué te marchas?

La pregunta pareció sorprender a Chanyeol, que lo miró como si no entendiera. La encimera del baño estaba alta y, sentado encima, Baekhyun prácticamente estaba a la altura de sus ojos sin tener que alzar la cabeza.

-Me han dado una beca, Baek.

-No. Eso ya lo sé, pero no es lo que quiero que me cuentes -Baekhyun tiró de él, todavía más, hasta que Chanyeol cedió y apoyó las manos, convertidas en puños cerrados, a ambos lados de su cuerpo sobre la encimera-. Tú mismo me dijiste que no querías marcharte hasta hace menos de un año ¿Por qué ahora sí? ¿Qué es lo que se supone que es distinto?

Ya se lo había preguntado en otra ocasión, en el parque, y Chanyeol se había cerrado en banda y se había negado a contestar, pero ahora había un hueco en sus defensas, una grieta en su barrera, y el chico podía sentirla, forzarla, luchar por atravesarla.

-Baekhyun -volvió a decir su vecino, y la advertencia en su tono era sólo parcial. El chico se forzó a sonreír, a suavizar la voz, con las palabras de Jongdae todavía en la cabeza.

-Si te lo pidiera yo -murmuró-, ¿te quedarías?

Chanyeol ahogó una exclamación y lo miró, con los ojos abiertos como platos.

-Eso no es justo, Baek -susurró, y el chico supo que era cierto y, a pesar de todo, siguió sonriéndole como si no le importara, siguió hablando, porque era lo único que podía hacer a aquellas alturas.

-Al principio querías rechazar la beca, ¿no? Era tu Plan B, eso fue lo que dijiste. Había algo que querías más.

Frente a él, Chanyeol cerró los ojos, inclinó la cabeza. Seguía teniendo las manos convertidas en puños contra la encimera del baño, los nudillos blancos.

-Ya lo sabes, ¿no? -dijo en voz baja-. Seguro que ya lo sabes.

Baekhyun se sintió contener la respiración.

-Quiero saberlo -respondió, y casi pudo ver a Chanyeol dejar de oponer resistencia, resignarse a confesar lo que él quería oír.

-El Plan A eras tú Baek. El Plan A siempre fuiste tú.

El chico se sintió triste. Sorprendido. Extrañado. Triunfante. De quererlo, podría tener a cualquiera. Incluso a Park Chanyeol.

Incluso a Park Chanyeol.

-Bien -susurró, colocándole una mano sobre la mejilla, acercándose más a él, hasta poder sentir el calor que emanaba su cuerpo, su respiración contra los labios, la piel-. Bien.

No dijo nada más, y no hizo falta, porque, antes de poder respirar, Chanyeol ya lo estaba besando, sujetándolo de la cintura con las manos y haciéndolo pegarse por completo a él.

Parecía casi enfadado, y Baekhyun prácticamente lo agradeció, porque él estaba total, súbita y absolutamente desesperado por más de aquello, por sentir los labios de Chanyeol contra los suyos, forzándolos a abrirse para él, y sus manos cálidas sobre la piel.

-Baek -lo oyó decir contra su boca, entre beso y beso, y el mero sonido ronco de su voz bastó para hacerle sentir que la sangre le hervía en las venas, para rodearle la cintura con las piernas, hundirle las manos en el pelo y soltar un quejido que se le murió en los labios porque, a pesar de no poder estar más cerca, seguía habiendo demasiada ropa, demasiado aire, demasiado espacio entre los dos.

Debería haber estado pensando en muchas cosas. Debería haber considerado su pasado, su presente, lo que había ocurrido durante aquellos últimos meses y lo que iba a pasar, pero en lo único en lo que podía pensar era en que las manos de Chanyeol ahora estaban subiendo por sus costados, ahora se paraban en su espalda, y luego bajaban otra vez; y en el modo en el que la respiración del otro

chico se había detenido por un segundo cuando él le había mordido con suavidad el labio inferior.

Había creído que el corazón iba a salírsele del pecho de pura ansia cuando, de pronto, algo había cambiado y la furia y la desesperación habían dejado paso a algo suave, algo dulce, algo más. Y Baekhyun había besado a mucha gente, en casa, en plena calle, en los pasillos del instituto y en la oscuridad de su portal, pero jamás había sentido aquella especie de anhelo, aquella añoranza.

Chanyeol se había despegado de su boca, y le estaba recorriendo con los labios la línea de la mandíbula, la piel suave bajo la oreja, el cuello, y él no se dio cuenta de que estaba susurrando su nombre en bucle, como un mantra, hasta que el otro chico succionó la piel sobre su clavícula y él se sintió gemir.

-Ven aquí -murmuró, cuando Chanyeol levantó levemente la cabeza y se rió con suavidad, con los labios sobre la junta entre su cuello y su hombro-. Por favor.

Y antes de poder cerrar los ojos se estaban besando de nuevo, y Baekhyun habría podido jurar que jamás había querido tanto una cosa, y que podría haber seguido para siempre. Y que, por dios, necesitaba las manos de Park Chanyeol debajo de su ropa, en aquel lugar y en aquel mismo momento, porque si no era capaz de sentir aquellos dedos sobre su piel, entonces...

-Jo-der.

La voz había sonado alta - muy alta - y clara desde su derecha, y el sonido devolvió a Baekhyun a la realidad. De repente, recordó dónde estaba, qué estaba haciendo y con quién y se separó de Chanyeol bruscamente. No entendía. No entendía nada. No sabía qué iba a hacer ahora, ni qué se suponía que pasaba con él.

Ni siquiera se veía capaz de procesar todo lo que había ocurrido.

-Uhm... -el otro chico retrocedió, como si pretendiera dejarle espacio para bajarse de la encimera del baño, pero Baekhyun se sentía como si alguien lo hubiera congelado en el sitio.

Porque allí, parados en el umbral y mirándolos como si acabara de salirles un tercer ojo en la frente, estaban Kai y Kyungsoo, llevando a un Jongdae que se reía mucho medio a cuestas.

-Ah... E-esto no es... -comenzó a decir, pero no se le ocurrió cómo acabar la frase diciendo algo que lo sacara de aquel lío y resultara creíble. No le hizo mucha falta, sin embargo, porque Jongdae se soltó del agarre de sus amigos y comenzó a caminar hacia ellos con paso tambaleante.

-Iba a deciros que la próxima vez os busquéis un cuarto, pero ya estáis en uno. De baño -riéndose de su propio chiste, el chico se plantó frente a Chanyeol, que hizo amago de extender los brazos, como si le diera miedo que fuera a caerse al suelo. Sus ojos se abrieron aún más, sin embargo (si eso era posible) cuando su amigo soltó una exclamación ahogada y lo obsequió con la versión ebria de un abrazo entre hombres, con palmada en la espalda incluida-. Felicidades, Yeol, tío -dijo con tono orgulloso-. Lo has conseguido. Te admiro.

Chanyeol lo observó como si se hubiera vuelto loco y le lanzó una mirada alarmada a Baekhyun, que no supo cómo reaccionar. Hacía unas horas había estado en su casa, parado delante del armario de su habitación y pensando qué ponerse, y ahora estaba ahí, sentado en la encimera del baño forrado de azulejos rosas de su amigo borracho, y sin poder mirar a sus otros dos amigos a la cara porque habían abierto la puerta de golpe y se lo habían encontrado besando a Park Chanyeol. Park Chanyeol que, por cierto, estaba alarmantemente guapo con el pelo alborotado sobre la frente, la ropa revuelta y los labios hinchados por los besos.

A aquellas alturas, y si nadie hacía nada para evitarlo y todos seguían mirándolo así, estaba seguro de que acabaría bajándose de la encimera de un salto y, o bien intentaría estrangularse con la cortinilla de la ducha, o bien se lanzaría por la ventana del salón.

Por suerte, Jongdae tuvo a bien escoger aquel mismo instante para sufrir una violenta arcada, inclinarse hacia delante y vaciarle su estómago lleno de vodka encima a Chanyeol.

Baekhyun jamás había pensado que pudiera sentirse tan agradecido por el hecho de ver a alguien vomitar en público.

Días 64 y 65 No hablaron de lo que había pasado en el baño durante el resto de la noche.

Baekhyun podía ver que Chanyeol quería decirle algo - por cómo lo miraba por el rabillo del ojo cuando creía que los demás no iban a verlo, o por cómo parecía quedarse atrás cada vez que salían de una habitación - pero todo era demasiado caótico. Después de vomitarle encima, Jongdae había empezado a reírse y se había caído al suelo de culo (ahorrándole a Baekhyun la carga de seguir siendo el centro de atención), y Kai y Kyungsoo se habían apresurado a tratar de levantarlo, a intentar acostarlo y a ir a buscar a Luhan, que aparentemente estaba dormido en el sofá del salón.

Chanyeol se había quedado en el baño, tratando de limpiarse los restos de vómito alcoholizado de su flamante ropa nueva, y Baekhyun se había apresurado a salir de allí diciendo casi a gritos que alguien tenía que buscarle

ropa nueva a Jongdae ahora que estaba medio inconsciente y se había devuelto encima.

Una vez lo hubieron dejado acostado, y teniendo en cuenta que, claramente, se les había acabado la fiesta, todo lo que pudieron hacer fue recoger y marcharse, saliendo a la calle en silencio y con las manos en los bolsillos para protegerlas del frío.

Se suponía que Kyungsoo vivía en la misma dirección que ellos, pero no tardó en excusarse diciendo que aquella noche había prometido quedarse a dormir con Kai y que, por eso, se iría con él hacia el otro lado. Eso dejaba a Baekhyun a solas con Luhan, que era el único de todo su grupo de amigos que no sabía lo que había ocurrido en el baño, y con Chanyeol que sabía lo que había pasado demasiado bien.

Todo habría sido perfecto si Luhan hubiese hecho con ellos el camino de vuelta entero pero, a pesar de tomar el mismo autobús nocturno, se despidió y se bajó una parada antes - obviamente, donde estaba su casa.

Cuando su amigo los saludó con la mano y se bajó, en el vehículo sólo quedaban el conductor, una anciana increíblemente arrugada sentada en la primera fila de asientos, Chanyeol y él. Y Baekhyun había girado levemente la cabeza para observar las luces borrosas de las farolas que se sucedían al otro lado de la ventanilla, pero el otro chico había parecido más que dispuesto a comenzar una conversación de todas formas.

-Baekhyunnie -había dicho, y el chico se había mordido el labio al escuchar el diminutivo, porque le había hecho sentir una nueva oleada de aquella misma añoranza que había sentido en el baño, con las manos de Chanyeol contra su espalda y sus labios sobre la piel. Sin pensarlo, había cerrado los ojos.

-Yeol -su voz era apenas audible, quizás porque no sabía muy bien qué decir-. Yo, ahora... Estoy cansado, ¿vale? Muy cansado.

Había sonado realmente exhausto, y Chanyeol asintió y guardó silencio, mirándolo como si estuviese preocupado. Se había cambiado la camiseta nueva que había traído de casa de Kai por una camisa vieja y enorme que habían encontrado en el armario de Jongdae - al que debía de quedarle cinco tallas grande, por cierto - y volvía a parecer el mismo de siempre, el chico que le sonreía por las mañanas y llevaba siempre mal puesta la corbata del uniforme.

-¿Estás bien? -preguntó, y, cuando Baekhyun asintió, se reclinó contra el respaldo de su asiento. El resto del viaje transcurrió en un silencio en el que Chanyeol parecía pensativo y Baekhyun se sentía en un estado entre el desconcierto, la añoranza y el pánico que hacía que, según pasaban los minutos, el corazón se le acelerase más y más en el pecho.

Cuando, por fin, bajaron del autobús, parecía latirle a mil por hora. Al llegar a su portal, le golpeaba con tal fuerza contra las costillas que se preguntó si Chanyeol no podría oír los latidos desde donde estaba parado, a un par de metros de él.

-Bueno -comenzó a decir-. Estamos aquí.

-Sí -respondió Chanyeol, tomando aire como si pretendiese añadir algo más. En aquel mismo instante, Baekhyun decidió que no podía dejarle, así que lo interrumpió.

-Tenemos clase mañana, y creo que yo voy a despertarme con resaca. Debería subir ya.

Chanyeol pareció haberse quedado momentáneamente sin palabras, pero no tardó en sonreír.

-De acuerdo -dijo, y pareció dudar durante un instante, pero finalmente salvo la distancia que los separaba y se plantó frente a él. Baekhyun notó que la respiración se le quedaba en los labios y se sintió entrar en pánico otra vez. "¿Qué va a hacer? ¿Va a...?" comenzó a preguntarse, pero su línea de pensamiento se interrumpió cuando Chanyeol se inclinó hacia delante y simplemente le revolvió el pelo-. No deberías beber tanto, siendo tan pequeño. ¿Te veo mañana?

Baekhyun quiso decir que no, que a aquellas alturas de su vida lo mejor que podía hacer era meterse debajo de la cama y no salir hasta después de graduarse, pero acabó asintiendo como un idiota.

Apenas un instante después, Chanyeol le había dicho adiós y se había ido y él, que de repente se sentía aún más cansado que cuando habían estado en el autobús, había subido hasta su casa, entrado sin hacer ruido y se había acabado tirando sobre la cama boca abajo, aún vestido y con la cabeza hundida en la almohada.

Antes de que hubieran transcurrido diez segundos ya se había quedado dormido.

-

El sonido estridente de la alarma de su móvil lo despertó de pronto, sacándolo de un plumazo del mundo de los sueños.

Ni siquiera estaba cubierto por las mantas, y sentía una vaga sensación de frío y molestia. Por no decir incomodidad porque, por alguna extraña razón, notaba la ropa acartonada y demasiado pegada contra la piel como para que resultara

agradable dormir con ella. Si los pijamas le quedaban ya tan pequeños, pensó mientras se movía hasta quedar boca arriba, gruñendo, tendría que decirle a su madre que le comprara más, porque no había quien descansara así.

Sólo al rozarse sin querer la cadera con la mano y notar el tacto familiar de la tela vaquera de sus pantalones bajo los dedos se percató de que estaba vestido de calle.

Llevándose una mano a la frente, se incorporó hasta quedar sentado. Notaba la cabeza pesada y una especie de dolor pulsante en las sienes. Hacía más de un año que no tenía resaca, pero era capaz de reconocer la sensación, y no le gustaba. Gruñendo de nuevo, se puso en pie y se acercó al espejo.

El chico que le devolvió la mirada desde el otro lado tenía un aspecto lamentable. La ropa - la mejor ropa para salir de fiesta que tenía, maldita sea le colgaba, arrugada y oliendo a sudor, de los hombros, y tenía el pelo despeinado y pegado de manera extraña a la frente y los ojos recubiertos de restos de eyeliner. A grandes rasgos, parecía que le hubiese pasado por encima una apisonadora, y se preguntó qué demonios había hecho para acabar así.

Fue entonces cuando vio la marca ovalada, que ya empezaba a amoratarse sobre la piel blanca encima de su clavícula y recordó.

Fue como despertarse de pronto de un sueño, como si alguien le hubiera lanzado encima de pronto un jarro de agua fría. Se recordaba a sí mismo bebiendo una copa de bebida tras otra, quejándose en voz alta porque Chanyeol no le dedicaba su completa atención y quedando como un perfecto idiota delante de sus amigos. Por no decir encerrándose con él en el baño de casa de Jongdae. Presionándolo hasta que el otro chico le había dicho lo que él quería escuchar. Pegándose a él hasta que había acabado besándolo.

Era fácil, normalmente, el hacer que quien quiera que fuera su objetivo de la semana lo besara. Era más divertido que besarlos él, eso estaba claro, al menos la primera vez. Le daba una cierta sensación de poder, un sentimiento que lo hacía sentirse por encima, como si, así, fuera a ser él quien tuviera la última palabra, la capacidad de decidir. Jamás en su vida había creído que podría llegar a hacer algo remotamente parecido con Chanyeol; con el chico al que se suponía que odiaba hace dos meses, con el chico que iba con él a clase todos los días y se quedaba con él por las tardes para ensayar y estudiar.

Con el chico que se iba a América en cuatro meses.

Separándose del espejo y decidiendo que no quería ver más aquella imagen de sí mismo, despeinado y asustado, Baekhyun sacó el uniforme del instituto del armario y se encerró con él en el baño. Se duchó deprisa, sintiendo cómo el agua, demasiado fría, parecía clavársele en la piel y se vistió y se arregló el pelo todo lo apresuradamente que pudo, agradecido por recuperar su imagen impecable de siempre y asustado por lo que iba a encontrarse al llegar a clase.

Había descubierto que tenía un cierto poder. Sobre Chanyeol. Le había preguntado si se quedaría en Corea por él, y el otro chico no le había dicho ni que sí ni que no, sino únicamente que la pregunta era injusta. Y Baekhyun se preguntaba qué pasaría ahora, y tenía miedo, porque él no había pedido formar parte de aquello. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Le iba a preguntar Chanyeol a él qué debía hacer? ¿Qué pasaba si Chanyeol se iba de todas formas? ¿Y si no? ¿Qué ocurría si su vecino aparecía de pronto con una sonrisa enorme y le decía que había renunciado a todos sus sueños porque se lo había pedido él?

¿Cómo se suponía que iba Baekhyun a cargar con aquello? ¿Qué demonios le iba a dar a cambio? Se suponía que a él ni siquiera le gustaba Chanyeol así. Lo cual era gracioso, teniendo en cuenta hasta qué punto había estado de acuerdo en dejarse besar.

Decidiendo no pensar más en toda aquella situación, Baekhyun cruzó el pasillo hasta la cocina. Su madre, que ya se había marchado pero probablemente se había asomado a su habitación antes de irse, le había dejado ibuprofeno, agua y el desayuno preparado encima de la mesa, y el chico se lo comió a regañadientes, todo lo deprisa que pudo teniendo en cuenta que no tenía hambre, para al menos tratar de que el dolor de cabeza remitiera.

Según el reloj que estaba colgado en la pared junto a la puerta, aún faltaban veinte minutos para la hora en la que normalmente salía de casa para ir al instituto. Por un momento se quedó mirándolo, agarrándose con fuerza al borde de la mesa y planteándose seriamente el coger su bolsa, ponerse la chaqueta y salir corriendo de casa en aquel mismo instante, aunque llegara al instituto media hora antes de que empezaran las clases, sólo porque, si se quedaba a esperar, tendría que ir hasta el instituto con Chanyeol, como siempre, y, probablemente, el otro chico querría hablar, y él no sabía qué decirle.

Tras morderse el labio, se levantó de un salto y prácticamente echó a correr hasta su habitación. Estaba en proceso de meter todos sus libros de golpe en la cartera cuando sintió que el móvil le vibraba en el bolsillo y se quedó paralizado. Era un mensaje, y estaba casi seguro de saber quién se lo había mandado, así que estuvo mirando la pantalla durante un minuto entero antes de atreverse a mirarlo.

Como ya había supuesto, no se había equivocado en el remitente. El contenido, no obstante, era distinto a lo que había esperado.

-

De: Park Chanyeol.

¡Buenos días, Baekhyunnie! ¿Qué tal la resaca? Yo he tenido que salir pronto hacia el instituto por un tema de papeleo con la beca, así que no podré hacer el camino contigo hoy. ¡Lo siento!

-

-Papeleo con la beca, dice... -Baekhyun se quedó donde estaba, con el móvil en la mano y la cartera todavía en el regazo. Se sentía como si estuviera a punto de vomitar lo poco que había logrado comer, y la sensación no le gustaba en absoluto.

Tenía la impresión de que iba a ahogarse si se quedaba en casa pensando, aunque sólo fuera un minuto más, así que acabó de prepararse y salió a la calle, haciendo él camino él solo, sin cruzar por el parque, con las manos en los bolsillos y la música del iPod a un volumen tan alto como para hacerle daño en los oídos.

Había esperado estar solo al llegar a clase, pero, cuando entró por la puerta, Kyungsoo ya estaba allí, a punto de sentarse en su pupitre de siempre mientras bostezaba. Baekhyun se encontró deseando que su amigo estuviera lo suficientemente somnoliento como para saludarlo sin más y dejarlo estar, pero no tuvo tanta suerte. Tan pronto como llegó hasta su mesa, Kyungsoo levantó la cabeza y lo miró, con una expresión que no tendría nada que envidiarle a cualquiera con la que podría haberle obsequiado su madre después de descubrir que lo habían castigado por no hacer la tarea.

-Buenos días, Baek -lo saludó-.

¿Has dormido bien?

El chico se mordió el labio y se sentó a su lado, preparándose mentalmente para una reprimenda para la que no estaba del todo listo.

-Me duele la cabeza -comenzó a protestar.

-No me extraña, después de todo lo que bebiste ayer.

-¿No deberías decirle eso a Jongdae? Yo no fui la persona a la que tuvimos que meter en la cama entre tres.

-No, tú fuiste la persona que acabó sentadita en la encimera del baño besando a otra persona.

Baekhyun, que estaba colgando la chaqueta del uniforme del respaldo de la silla, se detuvo a mitad de camino.

-¿Qué? Yo no estaba... -comenzó a protestar, interrumpiéndose. Había estado a punto de decir que no había estado tan borracho como para no saber lo que estaba haciendo, pero no sabía si decirle aquello a Kyungsoo era una buena idea-. Fue algo que pasó. Ya está.

-Por dios, Baek. ¿Pero a ti aunque sea te gusta Chanyeol?

La pregunta fue lo suficientemente directa como para dejarle sin aire en los pulmones, y Baekhyun trató de respirar, observando a su amigo con los ojos muy abiertos en lo que suponía que era una expresión de horror absoluto.

-¿Qué? No, yo no... -"a mí no me gusta Chanyeol, no quiero que me guste Chanyeol, no puede gustarme" -. ¿Por qué me preguntas eso ahora?

-No sé, Baek. Parece obvio.

Baekhyun se llevó una mano a los labios, tratando de buscar algo que contestar que, a ser posible, no estuviera formado por frases a medio acabar o preguntas estúpidas, pero no encontró nada. Por suerte para él, antes de que Kyungsoo pudiera reprocharle nada más, un grupo de chicas entró en estampida por la puerta del aula, hablando en voz alta y riéndose mientras se quitaban los abrigos y se dirigían a sus sitios.

Ya no faltaba tanto tiempo para que comenzara la clase, y los alumnos comenzaron a llegar poco a poco. Kyungsoo suspiró, probablemente decidiendo que aquel no era momento ni lugar para seguir con aquella conversación, y Baekhyun hundió la cabeza entre las manos, sintiendo que la respiración se le había acelerado un tanto, mientras una chica pasaba a su lado y lo saludaba con una sonrisa.

Sabía que aquello era estúpido, irracional, pero no podía evitar pensar que todos los alumnos que habían entrado en el aula lo estaban mirando cuando él bajaba los ojos, y que, si lo hacían, era porque todos sabían. Sabían lo que había pasado, y lo que él prácticamente le había pedido a Chanyeol que hiciera, y lo juzgaban. Y él quería escaparse, huir a un lugar donde no tuviera que hacer frente a todo aquello, pero sabía que eso no podía ser.

Los minutos se alargaron hasta casi parecer horas, y Baekhyun creyó que iba a acabar perdiendo la cabeza. Cuando Chanyeol llegó, prácticamente todos los demás estaban dentro.

Entró al aula como siempre, sonriendo mucho y saludando a todos los demás en voz muy alta, y Baekhyun intentó no prestarle atención, no mirarlo y hacer cualquier otra cosa, pero no pudo evitarlo.

Era el mismo Chanyeol de todos los días, con el uniforme medio mal puesto, el flequillo sobre la frente y una carpeta con el emblema del instituto bajo el brazo, pero había algo en él que era distinto. Tal vez fuera el modo en el que sonreía, o el entusiasmo con el que estaba saludando a una de la chicas de primera fila, o la manera en la que prácticamente parecía estar dando botecitos al caminar, pero Baekhyun pudo ver con una claridad casi absoluta que estaba contento, mucho más de lo normal, y sintió la histeria hervirle en el estómago.

"¿Qué voy a hacer? ¿Qué va a pasar? ¿Qué...?"

-Ah, Chanyeol -Kyungsoo escogió aquel momento exacto para dejar de pasar a limpio sus apuntes y saludar, y Baekhyun prácticamente pegó un brinco en la silla al ver que su vecino, que se había estado dirigiendo a su asiento al final de la clase, se paraba, los miraba y sonreía.

-Oh, buenos días, 'Soo, Baek -saludó, y lo dijo con tal alegría contenida que Baekhyun se encontró respondiéndole, con un nudo en la garganta y la sensación de estar cayendo desde un sitio muy alto en el estómago. Sus ojos lo siguieron incluso cuando Chanyeol se rió y le indicó por gestos que iba a sentarse, y permanecieron clavados en él hasta que el profesor entró en el aula y les pidió que atendieran.

Debía de haber algo raro en su expresión facial porque, cuando se giró de nuevo hacia delante, Kyungsoo lo estaba mirando con el ceño fruncido.

-Baek, tú... -comenzó a decir, un tanto dudoso. El chico quiso pedirle que continuara, casi temeroso de lo que podría decirle, pero su amigo negó con la cabeza y señaló al profesor, dando por finalizada la conversación por el momento.

Ojalá el día pudiera haber podido terminarse en aquel mismo momento.

En cualquier otro momento de su vida, una mañana compuesta por tres horas seguidas de matemáticas, economía e inglés habría transcurrido a un paso tan anormalmente lento que Baekhyun habría creído más de una vez y más de dos que iba a quedarse dormido. Aquel día, sin embargo, las clases pasaron tan deprisa que, antes de que el chico hubiera podido darse cuenta, el último timbre matinal estaba sonando, anunciando la hora de comer.

Tan pronto como sonó, y al ver que Kyungsoo se desplazaba al fondo de la clase para decirle algo a Chanyeol, Baekhyun devolvió los libros de texto a su legítimo lugar dentro de su cartera, se guardó el billetero dentro del bolsillo del pantalón y salió a paso rápido del aula. El que todo su grupo de amigos comieran juntos en la cafetería se había convertido en otra de esas tradiciones que todo el mundo parecía dar por sentadas, pero él no se encontraba de humor aquella tarde para soportar durante una hora las miraditas de reproche de Kyungsoo, el modo de juzgarlo de Kai o la felicidad contagiosa de Chanyeol. No quería hablar con él, no podía hablar con él y decirle... ¿qué? ¿Que todo había pasado porque él no quería que se fuera, pero que tenía que irse, aunque esperaba en el fondo que no quisiera hacerlo? Aquello era tan ridículo y tan confuso que lo mejor que podía hacer era aprovechar que nadie lo veía y salir a comer él solo fuera del instituto.

Atravesar el pasillo y bajar las escaleras junto al resto de estudiantes fue tarea fácil. Lo único que tenía que hacer ahora era cruzar la antesala del instituto sin que ningún conocido suyo lo viese y, por fin, estaría fuera.

Estaba a apenas veinte metros de las puertas de cristal abiertas cuando sintió cómo una mano lo agarraba con firmeza por el hombro, haciéndolo detenerse en seco y maldecir entre dientes.

-¡Vaya, Baek, dichosos los ojos! -dijo una voz conocida que hizo que Baekhyun apretara los labios para contener un suspiro frustrado-. Contigo precisamente quería yo hablar. ¿A dónde estabas yendo?

"Normalidad, Byun Baek, aparenta normalidad"

-¿Jongdae? -cuando Baekhyun se giró, se encontró de frente con su amigo, acompañado de Luhan y sonriendo como si nunca hubiera roto un plato. El chico no supo si lo sorprendía más verlo en el instituto en vez de durmiendo la mona en casa o el estado en el que se encontraba, con la piel tan blanca y los ojos tan brillantes como si hubiese pasado la noche entera durmiendo como un angelito en vez de beberse medio bar-. ¿Tú no tendrías que tener resaca?

-¿Resaca, yo? ¿Y por qué iba yo a tener resaca? ¿Es que tú te has despertado mal?

El dolor de cabeza con el que se había levantado aquella mañana había ido remitiendo según pasaban las horas, pero a Baekhyun le daba la impresión de que Jongdae iba a causarle otro muy pronto.

-Me he tomado un ibuprofeno y estoy bien.

-¡Bah! Baek, eres un débil mental.

-Y tú eres una especie de alien que al parecer puede emborracharse como si fuera un pirata y no tener resaca cuando todos sabemos que te la mereces.

Jongdae se rió y, tras pasarle una mano a Baekhyun por los hombros, comenzó a guiarlo hacia el comedor. El chico lanzó una mirada alarmada hacia la puerta de salida, cada vez más lejos de su alcance, pero se dejó arrastrar. No podía

decirle precisamente a Jongdae que quería escaparse a comer fuera del instituto, no cuando había cosas de las que estaba huyendo.

-No sé por qué dices que yo estaba borracho -estaba diciendo su amigo-. Es cierto que bebí un poco de más, pero era sólo un puntito de alcohol para animarme.

-Te bebiste hasta la copa de Kyungsoo cuando se marchó a bailar.

-Se había ido con Kai. Era obvio que no iba a volver hasta que nos marchásemos de allí.

-Kai y Kyungsoo, sí, que, por cierto, son los dos que tuvieron que dejarte acostado porque para cuando llegamos a tu casa ya no podías mantenerte derecho.

-Claro, porque tenía sueño.

Baekhyun suspiró, exasperado, llevándose la palma de la mano a la frente.

-¡Le vomitaste encima a Chanyeol en el baño, por dios! -exclamó-. ¿O es que ya no te acuerdas de eso?

En el momento en el que hubo terminado de hablar, Baekhyun supo que acababa de meter la pata. Jongdae, que todavía lo mantenía sujeto en una especie de abrazo de camaradería que le impedía escaparse de camino al comedor, sonrió, y lo hizo tan despacio y de un modo tan seguro de sí mismo que el chico se temió lo peor.

-Oh, claro que me acuerdo, Baek. Me acuerdo de todo muy bien.

Luhan, que caminaba junto a ellos, los miró, parpadeando, y Baekhyun recordó que la noche anterior se había quedado dormido en el sofá. Era el único de sus amigos que no sabía nada y, a juzgar por el cariz que estaba tomando la situación, si él no hacía algo para evitarlo iba a dejar de estar sumido en la ignorancia en menos de cinco minutos.

-No quiero hablar de eso -protestó, exactamente en el mismo momento en el que cruzaban las puertas del comedor, tan lleno de gente como de costumbre. Todo lo que hizo Jongdae a modo de respuesta fue agarrarle del hombro con más fuerza y empujarlo hacia delante, pegado a él.

-Puede que tú no, pero yo sí, ¿sabes? Habéis profanado mi cuarto de baño exclamó, ahogando una carcajada-. Ahora, cada vez que vaya a lavarme los dientes os imaginaré ahí, montándooslo en la encimera. ¿Te parece bonito hacerme algo así? Porque a mí no.

Baekhyun intentó responder, pero sólo le salió una queja ahogada. El sentimiento de pánico con el que venía lidiando desde por la mañana se extendió por sus venas, helado como la escarcha, haciéndolo tratar de escaparse del agarre de su amigo.

-¡Jongdae, por dios!

-¿Que Baek estaba haciendo qué en el baño? -intervino Luhan, que parecía total y absolutamente perdido-. ¿Con quién?

Por fin, Baekhyun logró soltarse y se plantó delante de Jongdae y Luhan, gesticulando con las manos frenéticamente para que se callaran. Ninguno de los dos estaba hablando muy alto, especialmente considerando el barullo reinante

en el comedor, pero él habría jurado que un grupo de chicos de primero se lo había quedado mirando y que unas compañeras de su misma clase, detrás de él, estaban cuchicheando.

Todos lo sabían, todos acabarían sabiéndolo, y se reirían de él porque, después de todo lo que había pasado, era Chanyeol quien tenía una beca, Chanyeol quien se marchaba y lo dejaba atrás, y Baekhyun quien le había pedido que se quedara.

-¿A que no lo adivinas, Luhan? Nada más y nada menos que Park Chanyeol.

-¿QUÉ?

Luhan puso una cara tan ridículamente sorprendida - con los ojos y la boca tan abiertos que parecía una réplica humana de El Grito de Munch - que Baekhyun, en otra situación, se habría reído. En aquel momento, sin embargo, no podía pensar. El mundo, a su alrededor, era una masa borrosa de caras y gente que giraba demasiado deprisa, y él se sentía prácticamente incapaz de tenerse en pie.

-¿Con Chanyeol? ¿Con nuestro Chanyeol? ¿Pero no decías que lo odiabas? -le estaba preguntando Luhan.

-Hace mucho que ya no... -comenzó a decir él, pero no supo cómo continuar. Se sentía perdido, asustado y acorralado, y muy posiblemente sus amigos no sabían hasta qué punto lo estaban haciendo entrar en pánico, porque seguían hablando.

-Te lo dije, ¿no? Te dije que Yeol estaba medio enamorado de ti. Quién lo iba a decir, ¿eh? Hace dos meses no podías verlo ni en pintura y ahora te escondes con él en los cuartos de baño ajenos. Parece mentira que hayáis pasado del odio a ir pegados a todas partes y a salir juntos, en sólo dos meses. Yeol tiene que estar...

El cerebro de Baekhyun registró la frase a medias, rebelándose contra todo aquello, y sus labios formaron las palabras antes de poder guardárselas en la garganta.

-¿Saliendo? -repitió, con un tono de voz tan ronco que ni siquiera parecía el suyo-. No estamos saliendo.

Jongdae y Luhan parecieron confusos, y él se dio cuenta de que había respondido más alto de lo debido, con un tono seco, casi furioso.

-Ah, ¿no? -los dos hablaron a la vez, con tanta incredulidad en la voz y en los ojos que Baekhyun se sintió estallar. No lo entendían. Nadie podía entenderlo. Nadie entendía nada.

-¡No, maldita sea, no! ¡No estoy saliendo con Chanyeol, ni me gusta, ni me ha gustado nunca, ni me va a gustar jamás! -gritó, vagamente consciente de que estaba hablando demasiado alto, haciendo demasiado ruido-. Lo besé, sí, vale. ¿Y qué si lo hice? No fue nada, no significa absolutamente nada. ¿Qué más os da?

Tan pronto como la última palabra hubo salido de entre sus labios, Baekhyun se dio cuenta de que había dicho algo horrible, algo que no era del todo cierto y quiso borrarlo, retirarlo y hacerlo desaparecer para siempre en algún lugar oscuro, donde nadie pudiera escucharlo nunca. Pero ya era demasiado tarde, y el comedor al completo se había sumido en un silencio denso, asfixiante creado por el corrillo de alumnos que se había formado a su alrededor y por Jongdae y Luhan, aún parados frente a él, mirándolo con los ojos como platos. -Yo no... -murmuró, intentando explicarse. No había querido que nadie supiera y ahora todos lo hacían. Había querido tragarse aquella especie de mentira y, al

decirla en alto, había logrado que todos la creyeran menos él. Aquello no podía estar pasando-. Jongdae...

Su amigo hizo una especie de ruido ahogado, con el rostro lívido. Luhan, a su lado, estaba mirando al frente con una expresión de horror absoluto, pero - y Baekhyun se dio cuenta por primera vez entonces - no lo estaba mirando a él, sino a algo que había más allá. Detrás.

"Oh, no. No"

Tomando aire, el chico apretó los puños y dio media vuelta, tratando de concentrarse en el sonido de sus zapatos al golpear contra el suelo, en su respiración, que era lo único que se escuchaba sobre aquel ensordecedor silencio. En la zona que antes había estado a su espalda, el corrillo de alumnos también se extendía formando una pared humana, atrapándolo. Y frente a él, dentro de aquella muralla, estaban Kai, que lo miraba con el ceño fruncido, y Kyungsoo, pero Baekhyun ni siquiera pudo mirarlos.

Porque allí, delante de ellos, estaba Chanyeol, y, al verlo allí, el chico no pudo mirar hacia otra parte.

"No, por favor. Él, no. No"

Baekhyun había visto a Chanyeol de muchas formas - gesticulando demasiado y hablando muy alto, tocando la guitarra con expresión de total concentración, riñéndole cuando le estaba explicando economía y respirando contra su piel, con las pupilas dilatadas - pero nunca así. El otro chico lo estaba mirando directamente, a la cara, con los ojos completamente abiertos, enormes, y los labios temblándole en la epresión más horrible que Baekhyun había visto nunca. Y él quiso responder, decir algo, lo que fuera, pero se sentía totalmente

paralizado, como si el mundo hubiera dejado de moverse y él no pudiera hacerlo arrancar otra vez.

-Chanyeol -murmuró, sintiendo que no le salía la voz, pero tratando de obligar a las palabras a salir, a arreglar lo que ya estaba dicho y no podía arreglarse-. Escucha...

Todo lo que hizo Chanyeol fue mirarlo.

-Tenía que haberlo supuesto -dijo, interrumpiéndolo, y Baekhyun se llevó una mano a los labios porque Chanyeol nunca lo interrumpía. No cuando necesitaba hablar-. En el fondo estaba claro, ¿no?

"No"

-¿Qué...? -Baekhyun intentó acercarse, pero había algo en los ojos de Chanyeol que era distinto, que había pasado del horror a la incredulidad y luego a la derrota, para acabar convirtiéndose en algo más duro, algo que el chico no estaba acostumbrado a ver en ellos-. Espera un momento...

-No.

Antes de que Baekhyun pudiera decir nada más, Chanyeol había dado media vuelta y se dirigía a zancadas hacia la puerta. La muralla de estudiantes que todavía observaban la escena se dividió en completo silencio para dejarlo salir. Baekhyun había llegado a olvidarse de que estaban allí.

"No puede ser. No"

-Baek.

El chico escuchó la voz de Kyungsoo, lejana como si fuera alguna clase de eco en el fondo de su cabeza, y parpadeó. Su amigo estaba delante de él, mirándolo con unos ojos que eran mucho más grandes y redondos que de costumbre, y fue entonces cuando Baekhyun se percató de que había estado hablando en alto, susurrando la palabra "no" una vez tras otra, como si así pudiera cambiar algo.

-Maldita sea -musitó-, maldita sea.

Chanyeol se había ido, y él tenía que encontrarlo. Encontrarlo y pedirle perdón antes de que fuera demasiado tarde. Con esa única intención se separó de Kyungsoo, murmuró una disculpa y quiso echar a correr hacia la puerta, que a aquellas alturas parecía alzarse demasiado lejos, completamente fuera de su alcance.

El corrillo de estudiantes volvió a abrirse para él, pero una mano lo retuvo antes de poder alcanzar el hueco.

-No sé a dónde crees que vas, pero ya has hecho bastante por hoy -Baekhyun se giró y vio a Kai, mirándolo con el ceño fruncido, furioso y muy guapo, perfecto, como siempre. Por primera vez, se preguntó por qué aquel chico lo había rechazado de modo tan limpio y sin apenas conocerlo el año anterior, y, de pronto, todas las piezas encajaron y fue capaz de adivinar la respuesta. Todo era tan simple, tan estúpido y tan triste que hizo que algo se le resquebrajara en el pecho.

-Déjame -protestó, zafándose de la mano que lo sujetaba, negando con la cabeza-. Déjame, ¿quieres? Tengo que...

Kai intentó agarrarlo otra vez, y fue rápido, pero aún así llegó demasiado tarde. Antes de poder extender la mano de nuevo, Baekhyun ya estaba corriendo, saliendo por las puertas abiertas del comedor como una exhalación, sin detenerse hasta llegar al pasillo, con la respiración agitada y una mano en el pecho.

No sabía dónde estaba Chanyeol, ni dónde podía haberse metido, así que lo buscó en todos los lugares en los que podría estar. Lo buscó en el aula que compartían, en la biblioteca, e incluso en el gimnasio. Entró, sin aliento, en cada clase vacía que encontró, en cada cuarto de baño, y a cada segundo se sintió más asustado, más histérico, porque allí no había absolutamente nadie.

Cuando sonó el timbre que anunciaba el final del descanso, Baekhyun ya estaba en su clase, ansioso y con la respiración todavía agitada. Estuviera donde estuviese, Chanyeol tendría que volver al aula para las lecciones de la tarde. Tenía que volver, y entonces él podría hablar con él, obligarlo a escuchar, pedir disculpas, hacer lo que fuera que tuviera que hacer para arreglar todo aquello.

Pero Chanyeol no estaba allí, y ni siquiera apareció cuando sonó el segundo timbre y todos los demás alumnos estuvieron sentados ya en sus sitios, y cuando Baekhyun, sintiendo un presentimiento horrible, se acercó a su mesa en el fondo de la clase, se dio cuenta de que sus cosas no estaban por ninguna parte.

En menos de cinco segundos, y a pesar de las miradas que le lanzaron sus compañeros al verlo tan exaltado, Baekhyun ya había echado a correr hacia su propio pupitre, se había puesto la chaqueta y se había colgado la cartera del hombro. El único que se atrevió a decirle algo de entre todos los presentes fue Kyungsoo, que en algún momento había regresado a clase y lo estaba mirando con preocupación.

-Baek, ¿a dónde crees que estás yendo?

-¡Chanyeol se ha ido! ¡Ha tenido que marcharse a casa o...!

-Baekhyun, ni siquiera sabes dónde está. Jongin lo ha llamado antes y no contesta al móvil. ¿A dónde vas a ir?

El chico se mordió el labio, inclinado sobre su propia mesa y aferrando el borde con tanta fuerza que sentía los dedos entumecidos. Desesperado como estaba, ni siquiera se le había ocurrido llamar a Chanyeol al móvil, aunque dudaba que, a aquellas alturas, alguien fuese a contestarle.

-Tengo que encontrarlo -susurró en un tono de voz tan bajo que Kyungsoo tuvo que inclinarse hacia delante para escucharlo-. Tiene que estar en alguna parte, y yo necesito encontrarlo. Voy a encontrarlo, Kyungsoo. Tengo que...

Su mejor amigo nunca había estado de acuerdo en saltarse las clases, fuera por el motivo que fuese, y Baekhyun había esperado verlo discutirle, protestar, decirle que Chanyeol estaría bien y que no fuese idiota. Sin embargo, todo lo que hizo Kyungsoo fue suspirar.

-Si no te marchas ahora y entra el profesor, no te dejarán salir hasta que acaben las clases -dijo sin más, y Baekhyun asintió, se mordió el labio y salió corriendo del aula.

La mayoría de las clases ya habían empezado y los pasillos estaban desiertos. Baekhyun sabía de sobra que, si algún profesor lo descubría cruzando el instituto a la carrera, intentando escaparse cuando debería haber estado en su aula, acabaría de cabeza en el despacho del director, con un castigo para toda la semana y una nota de amonestación que entregar a su madre, pero no le importaba. Su único objetivo era salir de allí y encontrar a Chanyeol, costara lo que costase. Lo demás, lo que pasara con él o las represalias que pudiera llevarse no eran importantes.

Por primera vez en lo que llevaba de día, tuvo buena suerte, porque llegó a la puerta de salida sin cruzarse con nadie. Desde allí, echó a correr hasta doblar la calle, deteniéndose en la esquina, sin aliento, y buscando el móvil en el bolsillo del pantalón con dedos temblorosos. El número de Chanyeol estaba en su lista de contactos favoritos, así que no tardó mucho en encontrarlo y pulsar el botón de llamada. Escuchó tono al otro lado y sintió una diminuta chispa de esperanza; se permitió creer que, tal vez, Chanyeol respondería y, aunque fuera por un instante, podría escuchar su voz, pedirle disculpas, algo. Sin embargo, la conexión se interrumpió de repente y, cuando Baekhyun marcó de nuevo, su teléfono lo redirigió directamente al buzón de voz.

Baekhyun se apoyó contra la pared de ladrillo tras su espalda, escuchando con aire vago el mensaje pregrabado del contestador, en el que un Chanyeol de muy buen humor decía con tono alegre que si alguien tenía un mensaje para él, lo dejara después de oír la señal. El móvil había dado tono; había dado tono y luego se había cortado, lo cual quería decir que Chanyeol lo había visto llamarle, pero no había querido hablar con él.

La señal que indicaba el final del mensaje pregrabado del buzón de voz sonó contra su oído, y Baekhyun se encontró apretando su propio móvil con los dedos, sin saber si hablar o no, qué decir.

-Yeol -comenzó-. No... No sé dónde estás ahora, pero he salido del instituto para buscarte. Si escuchas esto, llámame. Por favor. Necesito... Necesito hablar contigo, ¿vale?

Tras un instante de duda, pulsó el botón de colgar, y se encontró solo en la calle, otra vez. Chanyeol no podía haber vuelto a casa, no cuando se suponía que debía estar en clase, así que tendría que estar por allí, en alguna parte. Tratando de mantener la calma, el chico miró a su alrededor, analizando las calles, intentando adivinar a dónde demonios podría haber ido Chanyeol si lo que quería era estar solo.

Luego, y tras tomar aire, echó a correr.

Visitó la tienda al otro lado de la esquina, la galería comercial un poco más allá, la biblioteca pública donde Chanyeol había ido a estudiar a veces los fines de semana, cuando el instituto estaba cerrado, y los restaurantes de la zona donde habían ido a comer, con el resto de sus amigos o solos, desde que habían empezado a hablar. Recorrió el camino desde el instituto a su parada de autobús a la carrera, primero una vez y luego dos, sintiendo cómo el sudor le pegaba la camisa del uniforme a la piel y los pulmones le ardían. Y aquello era malo para su garganta, y tenía una audición a la que presentarse, pero le daba igual, porque le había dicho a Kyungsoo que iba a encontrar a Chanyeol y necesitaba hacerlo.

Peinó el parque una vez tras otra, buscando en cada sendero y detrás de cada arbusto. Recordaba, con una claridad asombrosa, que él se había escondido allí cuando había pretendido huir del mundo y Chanyeol lo había encontrado, como si fuera fácil, como si hubiera sabido desde el principio que iba a estar allí. El sólo pensamiento hacía que quisiera seguir corriendo, mirar detrás de cada banco, de cada piedra, aunque los pinchazos del flato le perforaran el costado y le doliera el pecho, pero allí tampoco había nadie.

Antes de darse cuenta, había salido del parque y había llegado corriendo a su propio barrio, haciendo a pie un camino que normalmente hacía en autobús, mirando en las calles, en las tiendas, en cualquier lugar donde pudiera haberse metido un chico de diecisiete años. En algún momento, llegó al mismo centro comercial en el que Kyungsoo y él se habían encontrado con Kai y Chanyeol, hacía lo que parecía una eternidad. A Chanyeol le gustaba aquel sitio, y habían vuelto al arcade a jugar en más de una ocasión, pero su vecino no estaba por ninguna parte, y Baekhyun empezó a sentir el peso de las lágrimas, de frustración y de rabia, acumulándosele tras los ojos.

Ya era tarde, tan tarde que Kyungsoo y los demás ya habrían salido de clase hacía un rato. Tal vez Chanyeol hubiese vuelto a casa. Tal vez estuviera bien,

en su habitación, en vez de en un lugar perdido de la calle, dolido y solo, sin absolutamente nadie que pudiera decirle que todo estaba bien.

Así que sacó el móvil de su bolsillo y llamó otra vez, primero a su móvil (buzón de voz, otra vez), luego a su casa. La línea dio tono una vez, luego dos y, finalmente, una voz de mujer sonó, curiosa, al otro lado.

-¿Dígame? -era la hermana de Chanyeol, y Baekhyun tomó aire.

-Hola, yo... Soy Byun Baekhyun -comenzó, tratando de no sonar temeroso, anhelante-. Llamaba para preguntar... ¿Está Chanyeol en casa? ¿Ha vuelto ya?

Yura, al otro lado de la línea, permaneció en silencio durante un segundo que se le hizo eterno.

-¿Yeollie? -repitió-. ¿En casa? No, no está. En sí tendría que haber vuelto ya, pero no ha venido. Creí que estaría contigo por ahí.

Baekhyun cerró los ojos, trató de respirar con calma. Inspirar, espirar. Aquello era fácil, mecánico.

-No -murmuró-. Hoy no está conmigo.

-Ah, ya veo. ¿Quieres que le avise de que has llamado cuando vuelva?

Baekhyun se mordió el labio.

-No. No hace falta.

-Uhm... De acuerdo -por un momento, pareció que Yura fuera a decir algo más, pero, tras un nuevo momento de silencio, se despidió y colgó el teléfono, dejando a Baekhyun completamente solo en medio del patio central de un centro comercial casi desierto.

Ya no sabía dónde más buscar. Había recorrido todos los sitios que a Chanyeol le gustaban, todos los lugares que, según le había contado, eran importantes de algún modo para él. Pero no podía dejarlo, no podía irse a casa, así que salió del centro comercial y empezó a recorrer las calles adyacentes, una detrás de otra, sin pensar en nada salvo en que, fuera como fuese tenía que encontrar a Chanyeol.

Y las siete dieron paso a las ocho, las ocho a las nueve, y las nueve a las diez, y Baekhyun volvió a peinar el barrio, el camino de su casa al instituto, la zona adyacente a la escuela, al principio corriendo, luego andando, sintiéndose temblar por el frío que reinaba en el ambiente después de la puesta de sol. A las diez y media, se apoyó contra la verja de entrada del instituto, llamando a Chanyeol por enésima vez al móvil, dejándole otro mensaje en el buzón de voz. No sabía qué estaba haciendo, porque estaba seguro de que el otro chico ya no iba a escucharlos a aquellas alturas. Tal vez simplemente lo hiciera por el estúpido mensaje del contestador.

"Hola, soy Chanyeol, y ahora no puedo atenderte..."

Cuando llegaron las once, llamó Kyungsoo, y Baekhyun pensó en rechazarle la llamada, pero acabó respondiendo. Sabía lo que su amigo iba a decirle, pero ya no tenía ganas de discutir. Ya ni siquiera estaba histérico o desesperado, solamente triste.

-¿Baek? Te he llamado a casa y no responde nadie. ¿Dónde estás?

-Delante del instituto.

-¿Qué? -la voz de su amigo sonó más preocupada que enfadada y Baekhyun se sintió sonreír, agradecido a pesar de todo-. ¿Pero tú sabes la hora que es? ¿Qué estás haciendo ahí?

-Chanyeol no aparece, no sé dónde está. Yo sólo...

El chico escuchó a Kyungsoo tomar aire al otro lado del teléfono. Cuando habló, lo hizo con un tono de voz sorprendentemente suave, como si pretendiera calmar a un animal herido.

-Baekhyun, escúchame. No sé dónde se habrá metido, pero estoy seguro de que no vas a encontrar a Chanyeol delante del instituto a las once de la noche.

-Ya lo sé.

-¿Dónde está tu madre? ¿Puede ir a buscarte?

-Tiene turno de noche.

-¿Quieres que vaya yo? Puedo coger un taxi. Estaré allí en un momento.

-No -Baekhyun cerró los ojos. Era tarde, y aquello era estúpido. Había perdido; no podía más-. No hace falta que vengas.

Me marcho a casa.

El chico casi podía ver a Kyungsoo al otro lado de la línea, tumbado sobre la cama, en su habitación, con el ceño fruncido y los labios apretados a causa de la preocupación. Podía verlo debatirse, dudar, como si lo tuviera delante.

-¿Estás seguro de que estás bien? -lo oyó preguntar-. Baek, estás solo y hace frío.

-No te preocupes, estoy bien. Es sólo que...

"Es sólo que Chanyeol siempre ha sabido dónde encontrarme pero, ahora que soy yo el que lo está buscando, soy incapaz de encontrarlo a él"

Y aquello era un poquito malo, un poquito triste, lo hacía sentirse un poquito solo. Y hacía que lo que quiera que se estuviera resquebrajando en su pecho se rompiera un poco, tan sólo un poquito más.

-

Chanyeol volvió a casa poco después de medianoche. Baekhyun lo supo porque había estado sentado solo, a oscuras, en el cuarto de su hermano, esperando a que se encendiera la luz de la habitación al otro lado del patio.

Había llamado de nuevo al teléfono fijo de los Park tan pronto como había entrado en casa, y Yura había vuelto a responderle diciendo que no, que Chanyeol no había llegado, pero que había llamado para decir que estaría allí en un rato. Lo cual quería decir que sí, había ignorado todos los mensajes que le había estado dejando él en el buzón, pero que, al menos, estaba bien.

Baekhyun había insistido mucho en que, por favor, no quería que Chanyeol se enterase de que había telefoneado, había dado las gracias, había colgado y se había sentado a esperar hasta que el otro chico había vuelto. Desde donde estaba, Baekhyun había visto a Chanyeol entrar en su dormitorio, cerrar la puerta tras de sí, apartarse de su ventana para cambiarse y meterse en la cama todo ello en un proceso mecánico que apenas duró cinco minutos.

Ya no tenía nada más que hacer allí, y tras la tarde que había pasado a la intemperie estaba exhausto, así que el chico no tardó en levantarse y marcharse a paso lento a su propia habitación. Se quedó dormido tan pronto como las mantas de su cama lo cubrieron pero, cuando la alarma del móvil lo despertó al día siguiente, se sentía tan cansado como si llevase un mes sin dormir.

Su reflejo en el espejo le devolvió una imagen, ahora sí, lamentable - todo él ojeras oscuras, expresión cansada y ojos rojos - e hizo lo mejor que pudo para arreglarla en los diez minutos escasos que tardó en vestirse, empaquetar todas sus cosas y salir a la calle.

Chanyeol y él solían quedar para ir juntos a clase en aquella misma esquina, cuarenta minutos más tarde de la hora en la que Baekhyun había salido a la calle aquel día, y aunque el chico dudaba que, después de todo lo que había pasado, Chanyeol quisiera ir a clase - o a alguna parte - con él, al menos estaba seguro de que su vecino tenía que salir de su casa y bajar por aquella calle en algún momento. Y aquello era casi como acorralarlo a traición, pero necesitaba hablar con él como fuera.

Conforme pasaban los minutos, Baekhyun fue repasando las palabras que iba a decirle, una y otra, y otra vez más. No estaba muy seguro de que gritarle un "hola, Chanyeol, lo siento muchísimo" nada más verlo fuera a ayudar mucho, pero no sabía qué más decirle, así que estuvo pensando en ello mientras, de vez en cuando, miraba el reloj de pulsera en su muñeca. Transcurrieron diez, veinte, treinta minutos. Llegó la hora a la que solían quedar y pasó y, cuando finalmente

decidió que, si no hacía algo llegaría tarde y que la mejor opción que tenía era tragarse el miedo y la vergüenza y llamar al timbre de la calle de los Park, la voz sorprendida de la madre de Chanyeol le llegó desde el otro lado del interfono.

-¿Yeollie? No, no está aquí, se ha ido hace una hora. Ha dicho que tenía cosas importantes que hacer. Pensé que te lo había dicho, Baekhyun, lo siento.

Así que, por segundo día consecutivo, tuvo que hacer el camino solo, demasiado cansado como para siquiera ponerse música en el iPod. Por suerte, logró llegar a clase a tiempo, cuando casi todos ya estaban sentados, pero el profesor no había venido aún. Para su desgracia, ahora sí que todos sabían lo que había pasado entre él y Chanyeol - tal vez porque la mitad del alumnado había estado allí cuando él había empezado a gritar en la cafetería - y la mayoría de sus compañeros de clase lo miraron directamente cuando entró como si fuera una especie de apestado, cuchicheando al verlo avanzar en silencio absoluto hasta su mesa.

-Baekhyun -Kyungsoo, en el pupitre de al lado, lo llamó con el mismo tono de voz suave que había utilizado el día anterior por teléfono. Parecía un tanto enfadado, pero también preocupado, como si temiera que él fuese a caerse al suelo y a romperse. El chico le sonrió, pero no fue una sonrisa alegre.

-Todos están hablando, ¿verdad? -murmuró-. De lo de ayer.

En ese momento, Kyungsoo debió de decidir que estaba más enfadado que preocupado, porque frunció el ceño y se inclinó sobre su mesa para mirarlo.

-Por supuesto que todo el mundo está hablando de eso, Baek. ¿Qué te esperabas? Que Chanyeol y tú estabáis últimamente todo el día juntos llevaba siendo la comidilla de la escuela durante los últimos dos meses, y que de repente

haya pasado todo esto ha sido un shock -su amigo hizo una pausa, como si estuviera dudando entre seguir hablando o no, pero finalmente suspiró y prosiguió, bajando el tono-. Absolutamente todo el mundo que lo hubiera visto más de dos veces sabía perfectamente que a Chanyeol le gustabas tú, y a la mayoría de la gente le cae bien, así que más de la mitad del alumnado probablemente estaba dándole ánimos internamente o algo así. Parece la historia de libro, en la que el típico idiota de turno se enamora de la reina del baile, y todos querían que saliese bien. Lástima que la reina del baile en cuestión le haya roto el corazón y haya jugado con sus sentimientos, ¿verdad?

Baekhyun trató de mantener la cabeza alta, pero no pudo. Notaba aquella especie de nudo en su pecho; un nudo que lo dejaba agotado, triste.

-Yo nunca quise jugar con los sentimientos de nadie -murmuró.

-Y yo supongo que te creo, pero la mayoría de la gente piensa de modo distinto. Llevan toda la mañana hablando de ti, Baek, y no son cosas buenas. Jongin está furioso.

-Mientras sea de mí de quien hablen, no importa -el chico suspiró, mirando a su alrededor y clavando los ojos en un sitio familiar, al fondo-. ¿Dónde está Chanyeol, 'Soo? Su madre me ha dicho esta mañana que había salido para clase hacía una hora, y ya es tarde.

Kyungsoo se encogió de hombros.

-Yo no lo he visto. A lo mejor tampoco viene ho... Oh, mira.

Casi como si lo hubieran invocado al hablar de él, Chanyeol apareció en la puerta. La clase, de nuevo, volvió a sumirse en un silencio sepulcral, aunque considerablemente menos hostil que el que había recibido a Baekhyun al entrar.

El chico miró a su alrededor durante unos segundos interminables - Baekhyun se había girado en la silla y había vuelto la cabeza hacia él, tratando de establecer contacto visual, de mirarlo como Chanyeol lo miraba a él cada mañana, pero los ojos de su vecino hicieron un barrido por su zona sin detenerse en él - y, entonces, y para aparente sorpresa de todo el mundo, sonrió.

-Buenos días a todos -dijo y, en menos de un segundo, la clase prácticamente al unísono le estaba respondiendo, como si se hubieran puesto de acuerdo para animarlo, y Chanyeol se rió, y todo lo que pudo hacer Baekhyun fue quedarse clavado allí, viéndolo sonreír.

-

Cuando la campana que anunciaba el final de las clases de la mañana sonó, Baekhyun recogió sus cosas todo lo deprisa que pudo y salió por la puerta antes que nadie, deteniéndose a esperar en el pasillo y cambiando el peso de un pie a otro, con nerviosismo, mientras observaba cómo sus compañeros salían de la clase y se dirigían al comedor.

Chanyeol fue de los últimos en abandonar el aula, con una carpeta bajo el brazo, su teléfono móvil en la mano libre y la cabeza inclinada sobre la pantalla. No lo había visto, y Baekhyun luchó por tomar aire.

-Yeol -lo llamó, y el otro chico se detuvo y lo miró, sin más, haciéndolo sentirse muy pequeño-. Chanyeol -rectificó, pensando en que no estaba en posición de usar diminutivos a aquellas alturas-. ¿Tienes algo que hacer ahora? Me gustaría hablar contigo un momento.

Su vecino se guardó el móvil en el bolsillo y le devolvió la mirada con la expresión en blanco.

-Claro. Yo también tengo que decirte algo. ¿Quieres ir a alguna parte?

-No, yo... -Baekhyun tragó saliva-. Hay clases que no se utilizan en el pasillo sur de este piso. Cualquiera de ellas estará bien, supongo.

Chanyeol asintió sin más y abrió la marcha, caminando a zancadas tan largas que a Baekhyun le costó mantener el paso. El recorrido hasta la primera aula en desuso que encontraron se le hizo corto, demasiado corto, y cuando Chanyeol cerró la puerta tras de sí y se giró hacia él, la mente se le quedó completamente en blanco. Pero tenía que ser él quien iniciara la conversación, antes de que el otro chico dijera nada, así que se forzó a hablar de todas formas.

-Sé que estás enfadado -comenzó-, y sé que todo esto, todo lo que ha pasado es culpa mía, pero yo... Yo no quería, ¿sabes? -Chanyeol seguía mirándolo con aquella expresión tan neutra y él volvió a sentirse asustado, solo. No era normal que Chanyeol mirara así a nadie, no a él-. Jongdae y Luhan estaban hablando demasiado, y yo quería que se callaran, pero no tenía que haber dicho algo así. No iba en serio. Lo... Lo siento.

Chanyeol cerró los ojos e inclinó la cabeza, casi como si estuviera rezando. Después, suspiró y se acercó un par de pasos a él, los suficientes como para poder tenderle la carpeta que tenía en la mano, una de aquellas tapas hechas de cartón y con el escudo del instituto impreso en las que solía guardar los papeles de la beca.

-Toma -le dijo, y Baekhyun la cogió en silencio, confuso-. Esto es para ti.

-¿Qué...? -cuando el chico la abrió, casi con miedo, encontró dentro una única hoja de papel, impresa por ambas caras y con un encabezado en negrita que le hizo soltar de golpe todo el aire de los pulmones. Examen Final de Fundamentos de Economía, tercer año, modelo A- Chanyeol -murmuró-, ¿qué es esto?

-El examen final de economía de la semana que viene -replicó Chanyeol, como si fuera obvio-. He sacado una copia del que había en el despacho de la profesora Kim esta mañana.

-¿Por qué?

-¿No era lo que tú querías? Lo pediste más de una vez, ¿no? Y pensé que necesitarías tenerlo, porque no voy a volver más a tu casa a ayudarte a estudiar.

Baekhyun oyó una especie de quejido estrangulado, y no se dio cuenta de que provenía de su propia garganta hasta que se cubrió la boca con los dedos y lo escuchó silenciarse. Era cierto que le había dicho a Chanyeol que le trajera aquel examen, más de una vez y más de dos, pero siempre había sido en tono de broma. El ver aquella hoja allí, frente a él, lo hacía sentirse como si alguien lo hubiese lanzado desde el borde de un sitio muy alto y él estuviera cayendo, cayendo, sin nadie que lo recogiera cuando llegara abajo.

-Nunca pretendí que me trajeras el examen de verdad -murmuró-. Se suponía que era un chiste.

-¿Y cómo iba a saberlo yo? Al estas alturas, no puedo saber cuándo hablas en serio y cuándo no.

Las palabras fueron como una bofetada en pleno rostro, y Baekhyun permaneció donde estaba, boqueando como un pez fuera del agua.

-Me preguntaste qué haría -prosiguió Chanyeol, y Baekhyun alzó la cabeza para mirarlo, mirarlo, como si fuese la última vez que fuera a verlo-. Me preguntaste

si rechazaría la beca si tú me pedías que me quedara, y durante un momento, dudé. Estuve considerando tirar todo mi futuro por la borda para, ¿qué? ¿Por ti?

La presión en su pecho era demasiado grande, y se extendía, y se resquebrajaba, y se rompía, y Baekhyun no sabía cómo hacerla parar. Era como si algo vivo se marchitara, como si algo dentro de estuviera a punto de estallar en mil pedazos.

-Chanyeol... -murmuró, pero el otro chico volvió a ignorarlo.

-¿En qué estaba yo pensando? No sé. Parece obvio que, por mucho que yo haga, tú no vas a enamorarte de mí jamás, así que, ¿para qué seguir con esto?

Baekhyun se mordió el labio y trató de hablar. Porque de repente, sabía y todo estaba absolutamente claro, y era demasiado tarde.

-¿Qué hay de todo aquello de seguirlo intentando? -susurró. Chanyeol ni siquiera sonrió.

-Sigues luchando o te rindes, Baekhyun, eso fue lo que te dije. Y yo ya no puedo más.

Baekhyun asintió, porque a aquellas alturas no podía hacer otra cosa y, tras pasar al lado de Chanyeol, se dirigió a la salida a paso lento, como si creyera que el salir de aquella clase y volver a los pasillos fuera a transportarlo atrás en el tiempo, a la mañana del día anterior, antes de que todo se torciese y saltase por los aires. Cuando llegó a la puerta, sin embargo, escuchó a Chanyeol llamarlo y se giró. El otro chico ya ni siquiera parecía enfadado.

-Buena suerte en la audición, Baekhyunnie. Aún así, te mereces aprobar.

Y entonces él pudo sentirlo - el corazón rompiéndosele, en el más absoluto de los silencios. Así que murmuró un gracias, cerró los ojos y salió corriendo de allí, sin mirar a dónde estaba yendo, porque daba igual de todas formas.

Cruzó pasillos y pasillos sin ver nada, ignorando a los estudiantes que lo miraban como si se hubiera vuelto loco, hasta acabar refugiándose en el baño del primer piso, sin soltar la carpeta con la hoja del examen, sin detenerse hasta tener las manos apoyadas a ambos lados del lavabo, frente al espejo. Sin querer observar su reflejo, cerró los ojos, y permaneció total y absolutamente quieto hasta escuchar el sonido de voces fuera, y de la única puerta de los aseos al abrirse.

-Lo siento -murmuró, sin importarle quién fuese-, estoy...

No tuvo tiempo de decir nada más, porque entonces miró y vio de quién se trataba.

Kai y Kyungsoo estaban en el umbral, a un par de metros de él. A juzgar por la sorpresa en sus rostros, no habían entrado a aquel lugar a buscarlo, sino que habían llegado por casualidad. Y Baekhyun no estaba seguro de si iba a poder lidiar con ellos en aquel mismo momento pero, viendo cómo el rostro de Kai pasó de la estupefacción a la ira en cuanto asimiló que era él quien estaba allí, supo que, aquella vez, iba a ser imposible escaparse.

-Tú -la voz de Kai fue seca y dura. Estaba enfadado, claramente furioso, más de lo que Baekhyun hubiera creído posible-. ¿Se puede saber qué pasa contigo?

El chico se separó de los lavabos y miró a su alrededor, sintiéndose como un animal acorralado. Kai estaba entre la puerta y él, y Baekhyun se encontró retrocediendo inconscientemente, lanzando un quejido cuando Kai se pegó a él

en dos zancadas, aferrándolo por el cuello de la camisa para impedir que se escapara.

-No sé de qué te crees que vas -dijo en voz baja-. Si te crees que eres muy listo, o muy guapo, o por si por algún motivo piensas que tienes derecho a jugar con la gente. Me da igual lo que hagas con el resto del mundo, ¿entiendes? Pero a Chanyeol déjalo en paz.

La incercia del agarre hizo que el cuerpo de Baekhyun retrocediese un par de pasos más de lo esperado, hasta chocar con uno de los compartimentos al fondo del baño. La pared de la cabina de madera soltó un crujido horrible, pero el golpe no fue lo suficientemente fuerte como para hacerle daño, aunque sí para dejarlo sin respiración. Aturdido, tratando de escaparse, se llevó las manos al cuello.

-¡Jongin, por dios! -Baekhyun fue vagamente consciente de la presencia de Kyungsoo, corriendo hacia ellos, pero fue incapaz de prestarle atención, no cuando Kai estaba tan cerca y parecía tan enfadado.

-¿No vas a decir nada? -siseó-. ¿No tienes nada que decir? He sido el mejor amigo de Chanyeol durante dos años y es siempre igual. Siempre. Siempre 'Baekhyun esto', 'Baekhyun lo otro'. Dice tantas veces tu nombre en la misma frase que me pone enfermo, y todo lo que haces tú a cambio es tratarlo como si fuera basura.

Ante aquello, Baekhyun no supo qué decir. Había estado tratando de zafarse del agarre de Kai, pero, de repente, sintió que perdía todas las ganas de luchar, que se quedaba absolutamente vacío.

-¿De verdad vas a quedarte callado? -repitió Kai, y el chico separó los labios, pero todo lo que salió de ellos fue una especie de sollozo raro, ahogado, que ni

siquiera parecía suyo. Notaba la visión borrosa, algo cálido cayéndole por las mejillas, y pensó "ahora no, no delante de ellos".

-No tienes por qué preocuparte -murmuró-. He hablado antes con Chanyeol. Ya no quiere tener absolutamente nada que ver conmigo.

La fuerza del agarre de Kai se incrementó, como si el otro chico no hubiera acabado aún con él, pero antes de que pudiera seguir hablando, Kyungsoo se paró frente a él, con el ceño fruncido y la espalda recta.

-¡Jongin, basta ya! ¿Es que no has visto cómo está? ¡Déjalo en paz!

La expresión de Kai no se suavizó ni un ápice, pero, al menos, lo soltó y se alejó un paso de él. Baekhyun notó cómo la piel del cuello le ardía, cómo el flujo de aire normal volvía a sus pulmones, pero las piernas le fallaron y se sintió caer al suelo como un juguete roto.

-¿Vas a seguir defendiéndolo, 'Soo? ¿Después del numerito que montó ayer en el comedor delante de media escuela? -ahora, Kai se había vuelto hacia su novio, que le devolvió la mirada, lívido pero firme-. ¿Es que no te das cuenta de que nadie le importa una mierda, de que sólo mira por él?

Kyungsoo pareció dudar por un instante, pero no se movió de donde estaba.

-Chanyeol es tu mejor amigo, Jongin -susurró-. Baekhyun es el mío. No puedo dejarlo solo ahora.

Kai lo observó con los ojos abiertos como platos, como si no acabara de creerse lo que estaba oyendo.

-Muy bien -contestó-. Muy bien. Haz lo que a ti te dé la gana. Pero yo no pienso ni siquiera comer en la misma mesa que él, así que tú verás qué decides.

Kyungsoo tomó aire.

-Me quedo aquí.

-Estupendo. Sencillamente estupendo.

Kai bufó, dio media vuelta y salió del baño dando un portazo. Baekhyun habría jurado haber oído a Kyungsoo conteniendo la respiración pero, en menos de un segundo, su amigo se había arrodillado frente a él, mirándolo con el ceño fruncido.

-Te parecerá bonita, la que has armado -lo riñó, y todo lo que pudo hacer Baekhyun a modo de respuesta fue soltar otro sollozo, ridículamente agudo e infinitamente desconsolado. Ahora que había empezado a llorar, se sentía como si una barrera dentro de él se hubiera roto, como si ya no pudiera dejar de hacerlo, y se preguntó cómo podía ser tan patético.

-Deberías irte con Kai -musitó, sin levantar la cabeza hacia su amigo, pero Kyungsoo chasqueó la lengua, exasperado.

-Acabo de pelearme con mi novio por ti, Baek, así que más te vale dejar de decir tonterías, mirarme y contarme qué te pasa.

Baekhyun señaló con un dedo tembloroso la carpeta con el sello del instituto que le había dado Chanyeol, que se le había caído de las manos en algún

momento del forcejeo y que ahora estaba abierta en el suelo a un par de metros de ellos.

-¿Qué es eso? -Kyungsoo se inclinó hacia delante para cogerla y comenzó a leer el folio que había dentro con el ceño fruncido. Cuando se percató de lo que era, ahogó una exclamación y se volvió hacia Baekhyun-. ¿De dónde has sacado este examen?

-Chanyeol. Me lo ha dado Chanyeol -susurró. Su amigo parecía incrédulo, pero a Baekhyun le daba igual. Sentía una presión horrible en el estómago y un dolor en el pecho que era casi físico, fuerte, desgarrador y punzante-. No quiere volver a darme clases, no quiere volver a verme, Kyungsoo, y yo...

-Baek... -comenzó el otro chico, pero Baekhyun se rió.

-Es hasta divertido -dijo, y la voz pareció rompérsele a mitad de frase-. Me ha dicho que se ha cansado de luchar, que no va a seguir intentándolo. Y supongo que es gracioso porque resulta que... Resulta que ahora soy yo el que está enamorado de él.

Día 81 Baekhyun no supo cuánto tiempo pasó en aquel baño, acurrucado sobre sí mismo y sollozando como un niño pequeño en el mismo punto donde Kai lo había dejado caer. Le hubiera gustado levantarse, le hubiera gustado gritar, le hubiera gustado abrazar a Kyungsoo y darle las gracias por no dejarlo total y absolutamente solo allí, pero lo cierto era que se sentía cansado, vacío por dentro e infinitamente triste, hasta el punto de no poder ni siquiera moverse.

En un momento dado, Kyungsoo, que había permanecido sus buenos diez minutos sentado a su lado, se excusó y se levantó, móvil en mano, antes de salir un momento. Un período indefinido de tiempo después, volvía acompañado de Jongdae, que se había quedado parado en el umbral como si no pudiera acabar de creerse lo que estaba viendo.

-Por dios, Baekhyun -había dicho, y el chico creía haberlo oído sonar genuinamente alarmado por primera vez en toda su vida de maldad ininterrumpida. Tras una pausa, cruzó el baño y se arrodilló frente a él, como si no supiera muy bien qué hacer. Probablemente, Kyungsoo ya le habría informado de todo lo que pasaba, porque no preguntó por qué estaba llorando-. Soy un bocazas, lo siento. Si no te hubiera presionado en la cafetería, todo esto...

-El que dijo lo que dijo fui yo -replicó él con voz suave, cortándolo-. Haga lo que haga, siempre acabo haciéndole daño a Chanyeol. No es culpa tuya. El problema soy yo.

Jongdae dijo algo más, pero Baekhyun ya no escuchaba. Apenas reaccionó cuando sus dos amigos lo hicieron levantarse, ni cuando lo sacaron del instituto aprovechando el caos de la hora de comer, arrastrándolo hasta su parada de autobús de siempre.

-¿Hay alguien en tu casa, Baek? -le preguntó Kyungsoo, hablándole casi al oído-. ¿Está allí tu madre? -cuando Baekhyun murmuró una negativa, frunció el ceño con un aire sorprendentemente resuelto para alguien de apariencia tan suave como la suya-. Está bien. Jongdae, vuélvete a clase y avisa a Luhan de lo que ha pasado. Yo voy a acompañar a Baek a casa.

Jongdae se rió en voz baja durante un momento, como si quisiera reducir la tensión que reinaba en el ambiente.

-Wow, ¿nuestro perfecto Do Kyungsoo saltándose las clases de la tarde? Que alguien llame a la prensa -tras una carcajada, sonrió, esta vez con sinceridad-. Quédate con él, ¿vale? Alguien tiene que hacerlo.

-Sí.

Lo siguiente que supo Baekhyun fue que Jongdae se había despedido de ellos y que Kyungsoo y él estaban sentados en su autobús de siempre, que a aquella hora iba prácticamente vacío, camino a su barrio, a su calle, a su casa, a la que llegaron en unos cuarenta minutos que al chico se le hicieron eternos.

Fue Kyungsoo quien le quitó las llaves de las manos y abrió la puerta, y quien lo guió hasta su habitación a través de una casa que, con su madre trabajando de nuevo, parecía enorme, y absolutamente vacía. Por primera vez desde que las había pintado de aquel color, las paredes de su habitación le parecieron frías y asépticas, como las de un hospital y, tan pronto como Kyungsoo lo hizo sentarse en la cama, Baekhyun lo aferró por la parte baja de la chaqueta del uniforme.

-¿Vas a volver al instituto? -murmuró-. ¿Puedes... quedarte aquí un poco más?

Kyungsoo permaneció donde estaba, con los brazos en jarras y el ceño fruncido, como si una parte de él todavía se debatiera entre gritarle y abrazarlo.

-Me quedaré con una condición -dijo finalmente-. Vas a contarme lo que te pasa con Chanyeol; lo que te pasa de verdad. ¿Cómo has llegado a esto? Me suponía que te gustaba, Baekhyun, pero no porque tú me hayas dicho nada. ¿Qué es lo que ha pasado durante estos últimos meses para que estéis así?

Sinceramente, el chico no se sentía capaz de responder a aquello, y separó los labios para decírselo a su amigo, pero, en cuanto pronunció la primera palabra,

ya no pudo dejar de hablar. Le contó a Kyungsoo cómo habían pasado aquella primera tarde juntos en el centro comercial, cómo Chanyeol lo había ayudado a ensayar cuando él no había sabido a quién acudir y cómo, poco a poco, había pasado de detestarlo a necesitarlo para ser feliz sin darse casi ni cuenta de lo que pasaba.

Le explicó cómo, cuando lo habían rechazado en la última audición, él había intentado huir de todo y había sido precisamente Chanyeol quien lo había encontrado, como si apenas le hubiese costado esfuerzo hacerlo. Y tal vez hubiera sido en aquel mismo instante, admitió, abrazado a él en el banco sucio de un parque, cuando se había enamorado absoluta e irremediablemente de Park Chanyeol, pero había estado demasiado asustado ante la idea de que su vecino pudiera marcharse como para darse cuenta de nada antes de que fuera demasiado tarde.

-Y ahora sí que va a irse, Kyungsoo -murmuró-. Va a irse y es mejor porque se merece ser feliz y todo lo que hago yo es hacerle daño.

Su amigo no dijo nada, pero se quedó con él toda la tarde, hasta que el sol se puso y él hubo dejado de llorar y simplemente se quedó quieto, tumbado en la cama, observando con aire ausente una grieta que había resquebrajado la pintura blanca del techo.

-¿Qué vas a hacer? -preguntó Kyungsoo cuando, por fin, se puso la chaqueta para marcharse. Estaba todavía sentado en el borde de la cama, con el ceño fruncido en una expresión pensativa-. Tienes el examen de economía el lunes que viene, ya lo sabes. ¿Vas a... hacer algo con la copia de las preguntas que te ha dado Chanyeol?

Baekhyun, que había estado hecho un ovillo sobre su costado, levantó la cabeza como si ésta hubiera sido accionada por un resorte.

-¿Qué? ¡No! ¿Cómo iba a...? Ni siquiera sé por qué me lo ha dado.

-Para darte donde duele, supongo. Por despecho -Kyungsoo ahogó un suspiro al ver que Baekhyun empezaba a negar con la cabeza, tratando de protestar-. Tú prácticamente lo rechazaste en medio del comedor, Baek. Su forma de contraatacar ha sido esa, y lo del examen ha sido un golpe de efecto. Un "por no poner, seguro que no ponías ni esfuerzo en las clases que dábamos juntos, así que toma esto y que te vaya bien".

Baekhyun cerró los ojos.

-No tenía por qué -murmuró-. Sí que ponía esfuerzo. Se suponía que él tenía que saberlo.

-Lo cual no quita que ahora tengas el examen -repuso Kyungsoo-.

¿Qué vas a hacer al respecto? ¿Vas a mirarlo?

Baekhyun se llevó una mano a la frente y, finalmente, se incorporó. Le habría gustado poder mostrarse sorprendido, indignado incluso, pero todo lo que sintió al ver la carpeta con el examen sobre su escritorio fue cansancio, y una pizca de resolución; apenas una chispa a la que intentó aferrarse.

-No -contestó-, Chanyeol me ayudó con las clases y yo no... No voy a acabar de arruinarlo todo haciendo trampas. Tengo que hacer las cosas bien. Voy a sentarme y a estudiar, ¿sabes? Estudiar en serio.

Y, a partir de aquel instante, fue lo que hizo.

Empezó cuando Kyungsoo se fue, diciéndole que no se sobreesforzara, y continuó aún cuando su madre llegó y lo llamó para cenar, diciéndole que le había preparado su comida favorita. No era sencillo porque, a pesar de todas las clases, el temario seguía siendo extenso y complejo y las hojas de su libro y de su libreta estaban llenos de garabatos y dibujitos con la letra desastrosa de Chanyeol, pero procuró no pensar en ello y concentrarse - y por primera vez en su vida, lo logró.

Mantuvo el horario de estudio al día siguiente, y al otro, y durante toda la semana, con las mañanas ocupadas en atender en clase y las tardes en una mesa en la biblioteca, con la cabeza hundida en el libro y la calculadora en la mano. Y, de alguna manera, aquello era más fácil, porque así se mantenía ocupado y evitaba pensar.

Porque, después de todo, no es que Baekhyun hubiese arruinado solamente las cosas entre Chanyeol y él: desde el incidente del baño, Kai se negaba a comer en la misma mesa - o prácticamente estar en la misma habitación - que él, al mismo tiempo que Kyungsoo parecía decidido a quedarse a su lado, lo que había desencadenado que los dos, que hasta entonces habían tenido una relación casi perfecta, se pasasen los días enfadados y discutiendo por los pasillos. Cuando Baekhyun había entrado al comedor por primera vez desde el espectáculo que había montado el lunes, oculto detrás de todos sus libros de economía, sólo había encontrado en su mesa de siempre a un Kyungsoo que había vuelto a renunciar a su comida casera a favor del menú horrible del instituto, a un Luhan que parecía considerablemente incómodo y a Jongdae, que fue el único que lo miró.

-Hola, Baek -lo saludó, suspirando sonoramente al ver que el chico dejaba todos sus libros en la silla de al lado y se sentaba sin ni siquiera hacer amago de coger algo para comer-. Vaya, veo que la alegría reina hoy en esta mesa. -No estamos de humor -contestó Luhan, que tenía un plato de algo rojo delante y lo estaba removiendo con aire meditabundo con el tenedor. Baekhyun se giró hacia él.

-¿A ti te ha ocurrido algo?

Luhan negó con la cabeza, pero Jongdae lo interrumpió, en un tono muy alegre que, tal vez, sonaba un poquito forzado.

-Lo de siempre, ya sabes. Oh Sehun vuelve a probar suerte y Luhan vuelve a mandarlo al cuerno. Es ya todo un clásico.

Luhan levantó la cabeza de su plato el tiempo suficiente como para mirarlo mal.

-Nadie te ha pedido que expliques nada, Jongdae -protestó, pero su interlocutor simplemente sonrió con una mueca extrañamente felina.

-Míralo, está ahí -indicó, señalando un punto al otro lado del comedor con un dedo. Cuando Baekhyun miró, deseó no haberlo hecho, porque Oh Sehun se había sentado con Kai y Chanyeol en una mesa pequeña y redonda, y ninguno de ellos parecía especialmente contento con cómo les estaban yendo las cosas. Me pregunto si esos tres se han unido para hacer un club de fracasados amorosos. Teniendo en cuenta la suerte que han tenido con vosotros tres, sería muy propio.

Esta vez fue Kyungsoo quien lo miró, con los labios apretados.

-Jongdae, no tiene gracia -lo interrumpió, y el chico se cortó en seco, apoyando los codos en la mesa, con aspecto un tanto arrepentido.

-De acuerdo, de acuerdo. Yo sólo estaba tratando de animar esto un poco, pero puede que me haya pasado. Supongo que yo tampoco he estado nunca en vuestra situación, así que tampoco puedo entenderlo.

A Baekhyun no le hubiera costado comprender que, después de aquel día, Jongdae decidiera buscarse una mesa más animada para pasar los mediodías, pero su amigo se quedó con ellos toda la semana, comiendo en relativo silencio y tratando de animarlos a pesar de que todos ellos habían pasado a hablar casi exclusivamente del final de economía, al que tanto Luhan como Kyungsoo se presentaban para subir nota. Al otro lado del comedor, Chanyeol, Sehun y Kai seguían comiendo solos, aunque, al menos, parecían reírse y bromear más que ellos, lo cual era un alivio.

Para el viernes, Baekhyun estaba agotado de memorizar tantas definiciones y fórmulas, y se había arrastrado fuera de la cama después de una noche de estudio particularmente dura sólo porque no podía faltar a clase. Había recuperado el apetito, por lo menos hasta el punto de poder comerse el menú de la cafetería entero para tener energía por la tarde, y ya podía mirar a Chanyeol a la cara sin sentir ganas de salir corriendo y darse cabezazos contra la pared - o al menos era capaz de hacerlo cuando el otro chico no lo estaba mirando. Según habían ido pasando los días, su vecino había dejado de tener que esforzarse para no ir a todas partes con un rictus serio en la cara y había vuelto a reírse y a sonreír con naturalidad, saludando a todos como siempre y bromeando con Kai durante la hora de comer.

El único momento en el que Chanyeol no sonreía era cuando, por algún motivo, tenía que establecer contacto visual con Baekhyun, pero el chico suponía que tendría que vivir con aquello por ahora.

De todas formas, era él quien se lo había buscado, y ni siquiera sabía por dónde empezar para arreglarlo, así que quizá lo mejor fuera dejarle algo de tiempo a Chanyeol. Lo cual no quitaba para que lo persiguiese con la mirada cada vez que su vecino no estaba atento, que lo observara reírse con Kai como si algo en

él se estuviese ahogando y aquello fuera lo único que pudiera mantenerlo a flote y que, aún así, se diese cuenta de que había podido tener todo y lo había echado a perder para siempre.

El fin de semana pasó entre un lío de papeles y apuntes, y llegó el lunes, y Baekhyun apareció en el instituto más dormido que despierto y con un termo de café de un litro en la mano, pero más resuelto que nunca a empezar a hacer las cosas bien de una vez por todas.

Cuando el examen comenzó y Baekhyun dio la vuelta a la hoja de preguntas, se sorprendió porque, a pesar de ser complejas, le parecieron increíblemente fáciles. Y, mientras los compañeros a su alrededor que no se presentaban para subir nota parecían absolutamente perdidos, él fue capaz de acabar el examen en apenas cuarenta minutos, casi tan pronto como Chanyeol e incluso antes que Kyungsoo.

No sabía qué nota acabaría sacando, pero estaba seguro de que no solamente había aprobado, sino de que sería buena, Podría, después de todo, optar a entrar en una escuela de música si superaba la última audición.

Era casi un consuelo, después de todo lo que había ocurrido. Quería decir que al menos podía hacer algo bien.

Y los días siguieron pasando, a un ritmo monótono en el que Baekhyun se esforzaba por atender en clase e ignorar los comentarios que algunos de los otros estudiantes todavía hacían sobre él de día y clavaba las uñas en la almohada de noche, tratando de no pensar y quedarse dormido pronto, a pesar de no conseguirlo nunca.

El lunes siguiente repartieron los resultados de los exámenes de economía. Chanyeol obtuvo un 9'6 sobre diez puntos; Kyungsoo, un 8'2. La profesora Kim

felicitó a Baekhyun en alto porque, después de haber suspendido el examen inicial, había logrado no solamente aprobar el examen, sino sacar un 8'8, lo que convertía su clasificación final en la segunda más alta de todo el curso.

Sus amigos se pasaron la hora de la comida entera felicitándolo y, cuando llegó a casa, su madre lo abrazó tan fuerte que lo dejó sin aire por un segundo, pero, si bien Baekhyun se sentía como si se hubiera quitado un peso de encima, había algo en aquel asunto que le dolía, aunque fuera un poco.

Se había cruzado con Chanyeol aquella tarde, en un momento en el que él estaba volviendo a su aula y su vecino probablemente iba a clase de Kai y, cuando Baekhyun lo había llamado para darle las gracias por las lecciones de los últimos dos meses, el otro chico le había sonreído y lo había felicitado por su nota. Y Baekhyun se había quedado congelado en el sitio, queriendo que se lo tragara la tierra, porque aquella sonrisa era tan absolutamente falsa que casi le dolía físicamente verla allí.

No quería saber lo que pensaría de él Chanyeol ahora. No quería ni imaginar que el otro chico pudiera creer que Baekhyun estaba bien con aquello, o que había mirado el examen que le había dado el último día que habían hablado. A decir verdad, había sido incapaz de romperlo o tirarlo - se lo había dado Chanyeol, después de todo - pero lo había guardado bajo una pila de cuadernos en el fondo de su armario, rogando por no tener que verlo nunca más. Probablemente, a aquellas alturas sería difícil que Chanyeol volviese a pensar bien de él alguna vez, pero no podría soportar que, a pesar de todo, creyese que era un tramposo.

Eso y que además había decidido que tenía que hacer las cosas de modo correcto, en más de un sentido. Chanyeol iba a marcharse a América en unos meses, y Baekhyun no quería, no podía dejar cuentas pendientes, heridas abiertas entre los dos.

-Debería decírselo -murmuró el mediodía del martes, por encima del estruendo reinante en el comedor. Luhan, Kyungsoo y Jongdae se giraron hacia él, sin comprender de qué estaba hablando-. A Chanyeol, digo.

-¿Decirle lo que creo que quieres decirle? -preguntó Kyungsoo en voz baja.

Baekhyun asintió, mordiéndose el labio, y Jongdae, que era quien más cerca estaba de él, lo miró como si se hubiera vuelto loco.

-Ahm... No es por meter el dedo en la herida, Baek, ¿pero eres consciente de que eso no puede salir bien? -protestó-. Es decir, dudo que, después de llevar desde que yo lo conozco persiguiéndote por el instituto, se haya olvidado completamente de ti en dos semanas, pero estoy seguro de que, con todo lo que ha pasado, tampoco va a abrazarte y decirte que todo está bien por mucho que tú te hayas dado cuenta ahora de que estás enamorado de él. Parecía algo imposible, pero has hecho que el mismísimo Park Chanyeol se harte de ti. Debe de ser un nuevo récord en tu historial de fracaso amoroso.

-Aún así -Baekhyun trató de aguantar el golpe con expresión firme pero aún así dolía, porque sabía que lo que su amigo decía era cierto-. Tú lo has dicho, estuvo años enteros intentando que yo... Creo que, después de todo este tiempo, al menos merece saber que sus esfuerzos sirvieron para algo.

Luhan, frente a él, suspiró.

-Va a rechazarte. Va a rechazarte y a marcharse a América, Baekhyun. ¿No sería mejor no arriesgarte y dejarlo estar?

-Yo... Supongo que lo he pensado, pero no. No puedo hacer eso -el chico sonrió. Todavía recordaba a Chanyeol de pie frente a él en una clase vacía, diciéndole que había llegado a considerar el tirar todo su futuro por la borda por él, y

preguntándose cómo había podido llegar a pensarlo siquiera-. Va a rechazarme y a marcharse, sí, pero yo no voy a pedirle que se quede. Sólo quiero que sepa la verdad.

-Pero...

-Luhan -su amigo lo miró con una ojos que eran todo pupila, y Baekhyun quiso reírse, porque era como él hace dos meses-. Sé que me meto donde no me llaman, pero tal vez yo no sea el único que deba arriesgarse -sus ojos viajaron hasta la mesa redonda que se había acostumbrado a observar sin que lo vieran durante aquella última semana-. Quizá deberías darle una oportunidad a Oh Sehun, comer con él algún día o algo así. Tengo experiencia con los idiotas persistentes, y a lo mejor acabas arrepintiéndote de no haberle hecho caso cuando deje de insistir.

Luhan no respondió, y Baekhyun se olvidó de que estaba allí durante un momento, concentrándose en su lugar en la cara de disgusto (adorable) que había puesto Chanyeol al meterse una cucharada de sopa marrón en la boca, al otro lado del comedor.

-¿Así que estás seguro de hacerlo? -intervino Kyungsoo-. ¿Vas a hablar con él? ¿Cuándo?

Baekhyun tomó aire. O lo hacía pronto o no lo haría nunca.

-Mañana.

Baekhyun llegó pronto al instituto aquella mañana, con la camisa del uniforme recién planchada y el pelo oliéndole a champú. La noche anterior había estado

tan nervioso que apenas había podido dormir pero, a las seis y media de la mañana (justo cuando por fin había logrado conciliar el sueño, por dios) la alerta de mensajes de su móvil lo había despertado, revelando un bonito mensaje de Kyungsoo en el que simplemente ponía "levántate y ponte guapo, Baekhyun. A nadie le gusta que se le declare un zombie".

Teniendo en cuenta que ya estaba completamente desvelado, el chico había decidido salir de la cama y hacer caso al consejo. Y dudaba que el quitaojeras que le había robado a su madre del tocador hubiese servido de mucha ayuda para disimular las bolsas que tenía bajo los ojos, pero al menos se había puesto un uniforme planchado, se había peinado bien y volvía a parecer un ser humano relativamente respetable.

Iba a necesitarlo, si quería reunir el suficiente valor como para hacer aquello.

En teoría, aquel tendría que haber sido un día como cualquier otro y, sin embargo, en cuanto cruzó las puertas, Baekhyun tuvo la sensación de que en la escuela estaba ocurriendo algo extraño. El bedel, que normalmente siempre estaba en su puesto junto a la entrada, parecía estar reunido con alguien en su pequeño despacho y, cuando Baekhyun pasó junto a la puerta cerrada, creyó oír voces que discutían a gritos.

Al principio, creyó que aquello sólo sería una especie de mal presentimiento sin fundamento y trató de sacudírselo de los hombros y olvidarse de él de camino a clase - a la que, por cierto, llegaba tarde. Cuando llegó al aula y descubrió que la diligente señora Kim, que nunca faltaba y siempre estaba allí puntual como un reloj, les había dejado la hora de economía libre, la sensación de inquietud en su estómago se multiplicó.

-¿Y la profesora, 'Soo? -preguntó tan pronto como se hubo sentado en su sitio-. ¿No ha venido?

-Estaban diciendo que está enferma. Pensé que te parecería una buena noticia.

-Supongo que debería -parte de los compañeros de Baekhyun seguían de pie en medio de la clase, hablando, y el chico los observó por el rabillo del ojo, sin saber muy bien qué pensar. Unos cinco minutos después, uno de los bedeles entraba en el aula para pedirles silencio y se quedaba a vigilarlos, sentado en la mesa del profesor, y todos los alumnos se dirigieron a sus sitios, aplicándose en estudiar, o en hacer tarea pendiente, o en mandar mensajes con el móvil por debajo de la mesa. Sentado en su sitio en el fondo, Chanyeol tenía la cabeza inclinada sobre uno de sus libros y ni siquiera se percató de que Baekhyun lo miraba, así que el chico se mordió el labio y volvió la vista al frente.

Las manecillas del reloj de pared avanzaron lentamente y, conforme el tiempo pasaba, Baekhyun fue calmando su respiración, tranquilizándose, convenciéndose de que todo habían sido imaginaciones suyas y que no pasaba nada. Quedaban diez minutos para el final de la clase cuando la puerta del aula se abrió.

Según había ido transcurriendo el tiempo, los estudiantes habían ido concentrándose cada vez menos en estudiar y, a aquellas alturas, la mayoría de ellos estaban vueltos hacia otros alumnos de su zona, hablando en voz baja. Todos enmudecieron, sin embargo, al ver que quien había cruzado la puerta era la profesora Kim, seguida por nada más y nada menos que el mismísimo director Lee, que se detuvo con aire circunspecto delante de la pizarra.

Kyungsoo y Baekhyun cruzaron una mirada.

-¿Por qué...? -comenzó a susurrar este último. El director del instituto nunca iba a verlos a clase. Nunca.

-Park Chanyeol -dijo entonces el señor Lee, su voz extraordinariamente firme y grave sobre el silencio reinante-. ¿Podría usted acompañarnos a mi despacho un momento?

Alarmado, Baekhyun clavó primero la vista en la parte frontal del aula, luego se giró hacia el fondo. Absolutamente todos los alumnos de la clase se habían vuelto hacia Chanyeol, que se estaba levantando, tan confuso como si no supiera qué estaba pasando allí. Teniendo en cuenta su historial, Baekhyun estaba seguro de que nunca antes lo habían enviado a la oficina del director en todos sus años de estudiante.

-¿Qué es esto? -murmuró el chico, apretando los puños sobre la mesa y mirando a Kyungsoo de nuevo. Su amigo tenía los labios fruncidos, convertidos en una línea blanca, y negó con la cabeza, pero no dijo nada-. Chanyeol.

El otro chico debió de oírlo decir su nombre, porque, mientras avanzaba a través del pasillo central, sus ojos se cruzaron con los de Baekhyun durante un segundo. Por primera vez en semanas, no parecía disgustado con él, sino simplemente confuso, y el chico quiso levantarse, preguntarle al director qué estaba pasando allí, coger a Chanyeol de la mano y llevárselo de aquella clase.

Sin embargo, todo lo que pudo hacer fue quedarse sentado mientras el señor Lee y la profesora Kim se llevaban a su vecino del aula, cerrando la puerta después de salir.

Tan pronto como se quedaron de nuevo solos con el bedel, los estudiantes comenzaron a hablar en susurros de nuevo, ahora más alto que antes, comentando lo que acababa de ocurrir en tono intrigado. Baekhyun, sin embargo, se sentía incapaz de hablar, como si una mano muy negra le estuviera oprimiendo el pecho. Chanyeol era un alumno de excelencia, podría haber sido normal que tuviera que ir al despacho del director para algo. Lo que no era normal había sido la seriedad reinante en el ambiente, la tensión.

-Tengo que ir a ver qué pasa, Kyungsoo -dijo, cerrando el libro que había estado leyendo de un golpe. Su amigo, sin embargo, se inclinó sobre su mesa y lo aferró por la muñeca.

-¿Y qué vas a hacer? ¿Levantarte y salir corriendo de clase cuando en teoría no puedes levantarte de tu sitio? Quedan tres minutos para que suene el timbre, Baek. Tranquilízate.

El chico sabía que Kyungsoo tenía razón - Kyungsoo solía tener razón casi siempre - pero aquellos fueron los tres minutos más largos de su vida. Cuando, por fin, sonó el timbre, ya había recogido todas sus cosas y no tardó ni diez segundos en estar corriendo pasillo abajo, en dirección a las escaleras con su mejor amigo a la zaga.

El despacho del director estaba en un pasillo normalmente desierto, en el primer piso. Baekhyun había estado allí un par de veces antes - una o dos por llegar tarde y otra relacionada con un proyecto de ciencias que no había entregado a tiempo - así que conocía el camino. Al llegar, con Kyungsoo todavía resoplando tras él, se encontró el pasillo tan vacío como siempre y la puerta del despacho cerrada.

-Baek -Kyungsoo miró a su alrededor con el ceño fruncido, y ahogó una exclamación al ver que su amigo se acercaba a la puerta y colocaba los dedos con suavidad sobre el picaporte-. ¡Baekhyun! -repitió, corriendo hacia él-. ¿Qué haces?

-No oigo -susurró el chico, presionando el picaporte levemente hacia abajo. Podía intuir el sonido de voces en el interior del despacho, voces enfadadas, que gritaban, pero no podía entender qué decían. Y sabía que se la cargaría si alguien lo descubría allí, espiando, pero tenía que correr el riesgo-. Esto no me gusta, 'Soo. Tengo que saber qué pasa.

Si había alguien que parecía estar en profundo desacuerdo con todo aquello, ese era el propio Kyungsoo pero, aún así, no dijo nada mientras Baekhyun entreabría la puerta con cuidado y se pegaba al hueco que acababa de abrir, tratando de escuchar. El chico dio gracias al cielo internamente por tener un amigo como aquel, pero luego frunció el ceño ante la escena ante él, al otro lado del umbral.

Chanyeol estaba de espaldas a la puerta, sentado con los hombros hundidos en una silla. Tenía las manos en el regazo y la cabeza gacha, sin mirar al director Lee, que estaba de pie, alto y amenazante, al otro lado de su escritorio, frente a él.

-¿De verdad creyó usted que no nos daríamos cuenta? -le estaba diciendo el hombre en tono duro-. Todo el instituto cuenta con un sistema de cámaras de vigilancia. ¿En serio pensó que podría robar la llave del bedel y colarse en el despacho de la profesora Kim a fotocopiar un examen sin que nosotros nos acabáramos enterando, señor Park? ¿Es que tantos años de enseñanza de élite no le han enseñado nada?

Baekhyun se llevó una mano a los labios, tratando de ahogar la exclamación de sorpresa y horror que pugnaba por salir de su garganta. Detrás de él, Kyungsoo suspiró, murmurando en voz baja algo que sonó extrañamente similar a un "lo sabía". Sus manos aferraron a Baekhyun por los hombros, y el chico se percató de que estaba temblando como un niño asustado.

-Para su inforación, revisamos las grabaciones de seguridad una vez por semana. Y le aseguro que encontramos muchas cosas lamentables, pero no habíamos visto ninguna como esta. ¿Qué tiene usted que decir al respecto?

Chanyeol alzó la cabeza, sólo un momento, y Baekhyun tuvo la esperanza de que tuviera pensada una excusa, algo creíble, y que todo quedara en un susto.

-Yo... -comenzó con una voz tan baja que apenas se lo oía desde la puerta-. Lo siento muchísimo, fui yo, sí.

-Pero, ¿por qué lo has hecho, Chanyeol? -esta vez, fue la profesora Kim la que habló, desde un punto del despacho desde el cual Baekhyun no podía verla. Parecía más afligida que enfadada, prácticamente triste-. Podría haberme esperado esto de cualquier persona menos de ti; tú eras uno de los mejores alumnos que he tenido en años. ¿Qué necesidad había de copiar en el examen final? Ya tenías la asignatura aprobada.

Chanyeol volvió a bajar la cabeza, la hundió en las palmas de las manos.

-Lo siento -repitió-. Lo siento.

-Nos decepciona usted, señor Park -continuó el director del instituto, dejándose caer con pesadez sobre la silla de cuero tras el escritorio-. Nos decepciona profundamente. ¿Todos estos años de formación de excelencia, tanto tiempo y recursos invertidos para que usted decida tirarlo todo por la borda en un examen de subir nota? En esta escuela no nos gustan los tramposos. Es una actitud lamentable.

-No podemos saber si es la primera vez, Chanyeol -añadió la profesora Kim-. Después de esto, no podemos saber si has copiado antes.

-¿Qué? -esta vez, Chanyeol giró la cabeza para mirarla como impulsado por un resorte, y Baekhyun pudo verle la cara, con los ojos muy abiertos y el rostro lívido como el de un fantasma. Hizo amago de moverse, pero Kyungsoo lo retuvo donde estaba, hundiéndole los dedos en los hombros a través de la tela del uniforme-. ¡Yo jamás copiaría! ¡No he robado ningún otro examen, nunca! Yo sólo...

-¿Y de verdad piensa que alguien va a creerle después de esto?

Chanyeol respondió con una especie de sonido ahogado y, esta vez sí, Baekhyun trató de soltarse del agarre de su amigo, abrir la puerta y entrar al despacho, porque aquello no era justo. Kyungsoo, sin embargo, debía de estar preparado, porque lo sujetó más fuerte, ahora por los brazos, y tiró de él hacia atrás para separarlo de la puerta. No lo soltó hasta que estuvieron en medio del pasillo, lo suficientemente lejos del despacho del director como para que no pudiera escuchárselos desde dentro.

-¿Se puede saber qué haces, Kyungsoo? -protestó el chico tan pronto como se vio libre-. ¿Es que no has visto lo que estaba pasando? ¡Tengo que entrar ahí! Si no hago nada, van a castigarlo, o a expulsarlo, o...

Su amigo negó con la cabeza.

-Va a ser peor si entras, Baek. En teoría, tú no deberías estar aquí. Si apareces en el despacho hecho una fiera, todo lo que vas a conseguir es que las cosas se pongan aún peor para Yeol. Cálmate.

Baekhyun se apoyó contra la pared, mordiéndose el labio tan fuerte que no tardó en sentir el sabor metálico de la sangre contra la lengua. Tal vez Kyungsoo tuviera razón y no fuera prudente entrar gritando al despacho, pero tenía que hacer algo, algo, lo que fuera. Atrás había quedado el momento en el que su mayor preocupación era que Chanyeol se marchase a América sin saber que Baekhyun estaba enamorado de él; ahora habían pasado a palabras mayores.

-Me quedo aquí -decidió-. Tiene que haber algo que... Me quedo aquí.

Kyungsoo lo observó un momento en silencio, pero acabó asintiendo y apoyándose en la pared junto a él. Las voces al otro lado de la puerta crecieron en volumen, continuaron oyéndose durante algunos minutos más y, por fin, se acallaron.

Chanyeol salió del despacho, con los ojos clavados en el suelo, apenas unos segundos después. Ni siquiera pareció verlos allí cuando pasó casi corriendo a su lado.

-

Para la mañana siguiente, todo el mundo sabía que a Park Chanyeol lo habían expulsado de su programa de becas por robar exámenes.

El único paso que le había quedado para marcharse a Estados Unidos había sido una carta de recomendación del instituto, que estaba en proceso de tramitación. Después del fiasco con el examen de economía, el director Lee se había negado a firmarla - no se podía recomendar a un tramposo para un programa de excelencia, había dicho - lo cual había dejado a Chanyeol fuera de la lista final de elegidos para ir a San Francisco. Baekhyun se había enterado porque Kai, más enfadado que nunca, se lo había dicho a Kyungsoo, dejándole muy claro, además, de quién creía él que era la culpa, pero lo cierto era que todo el instituto estaba hablando de ello.

Aquello era como una maldita pesadilla. Baekhyun llevaba más de dos semanas escuchando comentarios poco agradables sobre su persona, y había dado lo mejor de sí para ignorarlos porque, mientras lo insultaran a él, no hablarían de Chanyeol y todo estaría bien, pero toda aquella historia había vuelto a dar un nuevo giro y, de repente, el asunto de Chanyeol era lo único de lo que se hablaba. Algunos parecían completamente incrédulos - ¿Park Chanyeol robando exámenes? Tenía que ser un error - y otros se negaban a opinar, pero la mayoría

susurraba por los pasillos que tenía que habérselo supuesto, que tal vez Chanyeol sacara tan buenas notas porque había hecho trampas desde el principio, y Baekhyun, que se sentía al borde de un ataque de nervios, apenas se veía capaz de soportar todos aquellos comentarios, aquella manera de juzgar, aquella injusticia.

-¿Habéis oído lo de Park Chanyeol? -oyó decir a alguien cuando iba con Jongdae y Kyungsoo a clase de coro. Cuando se giró, entornando los ojos, vio la silueta familiar de un joven alto con el pelo decolorado; un chico con el que había salido un par de semanas el año anterior y que ahora estaba detenido junto a las escaleras, riéndose con sus amigos como si aquello fuera divertido-. Ahora resulta que no sólo es idiota, sino que además hace trampas en los exámenes. ¿Sabéis que me han dicho que van a expulsarlo dos días? Se lo tiene bien merecido, por tramposo... ¡Eh!

Volviendo a anticipar sus acciones, Kyungsoo trató de sujetarlo para que siguiera andando pero, antes de poder hacer nada, Baekhyun ya se había librado de él y se había plantado frente a su flamante ex-novio, que tras la sorpresa inicial, le sonrió con gesto petulante.

-¿Estás diciendo que han expulsado a Park Chanyeol?

-Ah, pero si es Baekhyun. ¿Qué...?

-Te he hecho una pregunta, ¿no?

-Baek... -Kyungsoo y Jongdae se acercaron a él por la espalda, pero su ex-novio no pareció ofendido por la brusquedad de su tono. En lugar de eso, se rió. -Sí, eso es lo que me han dicho. Dos días enteros, a partir del lunes, para que piense en lo que ha hecho. Valiente imbécil, ¿no? Se lo merece, por dejarse grabar así mientras robaba.

Baekhyun parpadeó.

-¿Que se lo merece? -repitió, incrédulo.

-Por supuesto que sí, ¿no crees? Siempre va por ahí, con esos aires de niño prodigio, llamando la atención como si fuera alguien muy especial cuando en el fondo no es nada. Tú de entre todas las personas deberías entenderlo, ¿no? Me alegré cuando lo pusiste en su sitio en el comedor; fue algo digno de verse.

Baekhyun sintió un latigazo de rabia, clavándole las garras en el estómago, haciéndole apretar los puños.

-¿Te alegraste? -volvió a repetir, con voz engañosamente suave.

-Claro, y pensaba que tú...

-No tienes ni idea. No tienes idea de lo que estás diciendo -lo cortó Baekhyun, su voz una mezcla de furia y horror-. Ni siquiera lo conoces, no sabes lo que ha pasado, ¿y te dedicas a soltar mierda de él? ¿Así, porque sí?

Su ex lo observó, rodeado por sus amigos y con el rotro convertido en una mueca sorprendida y estúpida.

-¿Baekhyun? -dijo, y el chico se preguntó cómo demonios había podido parecerle aquel idiota remotamente atractivo alguna vez.

-Baekhyun -una mano lo aferró por la muñeca y, al girarse, el chico vio a Kyungsoo mirándolo con el ceño fruncido-. Baek, vámonos.

-Pero, ¿estás oyendo lo que dice? ¿Cómo demonios se atreve, si no le llega a Chanyeol ni por la suela de los zapatos? ¿Cómo se atreve...?

-No merece la pena. Vamos.

El chico le lanzó una nueva mirada a su ex-novio y, tras apartar de su brazo los dedos de Kyungsoo, bufó y dio media vuelta, prácticamente corriendo escaleras abajo. Conforme descendía, la furia comenzó a evaporarse, dejando paso al cansancio y a un extraño sentimiento de pérdida. No dejó que sus amigos lo alcanzaran, sin embargo, hasta que llegó a la sucesión de corredores que llevaban al auditorio.

-¡Byun Baekhyun! -oyó que lo llamaba Kyungsoo, con tono de infinita paciencia y, muy a pesar suyo, dejó de andar. Al llegar a su lado, su amigo parecía preocupado, inquieto-. ¿Qué se supone que haces gritándole a la gente? Lo único que vas a lograr así es que alguien te parta la cara.

-¿Pero es que no has visto lo que estaban diciendo? -replicó el chico, girándose. ¡Hablan de él como si llevase años robando exámenes de los despachos, cuando, en realidad, todo lo que ha hecho ha sido llevarse el de economía para dármelo a mí! ¿Y sabes qué es lo peor?

Jongdae chasqueó la lengua, y Kyungsoo puso los brazos en jarras.

-Baek...

-No, 'Soo, no. Lo peor de todo es que yo me hubiera alegrado por esto hace dos meses y medio y que, para rematarlo, todo esto es culpa mía y ahora no sé qué hacer.

Jongdae lo miró como si se hubiera vuelto loco.

-¿Culpa tuya?

-Baekhyun, todo este asunto con la beca y el examen es lo único de todo lo que ha pasado con Chanyeol que no ha sido culpa tuya -repuso Kyungsoo, parándose a su lado y aferrándolo por los hombros una vez más para hacerlo mirarlo a los ojos.

-¿Cómo que no? Chanyeol robó ese examen para mí y lo descubrieron haciéndolo. Si no lo hubiese hecho, aún tendría beca. Si no fuera por mí...

-No -Kyungsoo suspiró-. No es así. ¿Tú en algún momento le pediste que robara ese examen?

-Bromeé con él sobre ello, muchas veces. Tal vez pensó que...

-Chanyeol tiene las mejores notas del curso y te conoce perfectamente. Es lo suficientemente inteligente como para ser capaz de distinguir cuándo hablas en serio y cuándo no -su amigo hizo una pausa, meditando sus palabras-. Ya te lo dije, Baekhyun. Chanyeol se llevó ese examen del despacho porque quiso, como golpe de efecto contra ti pero porque quiso, y si su propia idea se ha vuelto contra él es triste, pero tampoco es tu culpa. Tú nunca le pediste esto, y estoy seguro de que él lo sabe. Tienes muchas cosas de las que responsabilizarte, pero esta no es una de ellas, así que deja de hacer el idiota y cálmate.

Baekhyun clavó los ojos en sus zapatos.

-Se ha quedado sin beca, Kyungsoo. Llevaba estudiando meses para conseguir la plaza.

-Bueno, todo tiene su lado bueno -intervino Jongdae-. Al menos va a tener mucho tiempo para perdonarte ahora que ya no se marcha a San Francisco.

-¿Se supone que eso tiene que hacerme sentir mejor? Porque no lo hace.

Jongdae se encogió de hombros.

-Supongo que no -admitió-. Pero tampoco puedes hacer nada para ayudarlo ahora. Y sospecho que es lo que Chanyeol cree también porque, que yo sepa, tampoco le ha dicho nada al director o a la profesora Kim sobre ti.

La campana que anunciaba el comienzo de la segunda hora de clase sonó sobre sus cabezas, y Baekhyun la miró casi con odio. Le parecía inmoral ir a clase de coro ahora, ensayar para su audición del jueves que viene, mientras Chanyeol se pasaba la mañana en el despacho del director, con economía suspensa y una expulsión de dos días a partir del lunes.

-Puede que me esté tapando, pero eso no quita que lo que ha pasado sea culpa mía -volvió a susurrar.

Sus amigos se miraron entre sí, pero no dijeron nada. Y era mejor así, porque no habrían logrado convencerlo de todas formas.

-

Cuando Baekhyun llegó a casa por la noche - después de que Kyungsoo lo obligara a ensayar toda la tarde con él para la audición - lo primero que hizo fue sentarse a hacer una lista.

La lista, en una página en blanco de su cuaderno de economía, comenzaba en el punto en el que él, con siete años, había ido con su madre a conocer a los nuevos vecinos, y acababa con Chanyeol en el despacho del director, acusado de copiar en un examen y sin beca para el año siguiente. Sentado en su silla, Baekhyun había tratado de estrujarse el cerebro, de no olvidarse de nada. De recordar, asumir y poner por escrito todas las veces que, queriendo o sin querer, había acabado haciéndole daño a Park Chanyeol.

El resultado final ocupaba dos páginas enteras, dos páginas horribles que a Baekhyun le hubiera gustado borrar para siempre de su vida, pero que estaban ahí después de todo. Era casi cruel que, de los dos, él fuera quien hubiera recibido la carta de confirmación para presentarse a su audición final - el último billete hacia el sueño de su vida - aquella tarde mientras que Chanyeol, que nunca había hecho nada mal, tuviera que renunciar al suyo.

Y aún así, él no podía hacer nada.

Le había dicho a su madre que no quería cenar nada al llegar a casa e, instantáneamente después, se había encerrado en su habitación. Cuando, con los miembros entumecidos, se levantó de su escritorio y abrió la puerta de su dormitorio para salir al pasillo, descubrió que su madre estaba en el salón, con el televisor puesto, y agradeció que no lo viera entrar en el cuarto vacío de su hermano en silencio, echando el pestillo por dentro.

Hacía semanas que Baekhyun no entraba en aquel lugar - no desde que había visto a Chanyeol volver a su habitación desde allí, el día que había salido a buscarlo y no había podido encontrarlo - y la sensación se le hizo extraña. Ni

siquiera sabía por qué había venido, pero había luz al otro lado del patio, y aquel tenue resplandor anaranjado, la idea de ver cómo estaba Chanyeol, si estaba triste, si estaba remotamente bien, pudo con él y lo hizo acercarse a mirar.

Quizás no tendría que haberlo hecho. Quizás tendría que haberse apartado. Porque era cierto que Chanyeol estaba en su habitación, pero no estaba solo.

Su vecino estaba sentado en la silla de su escritorio, de modo que él podía verlo de perfil, y parecía muy cansado y extrañamente pequeño en comparación a las figuras de sus padres, que estaban de pie, muy tensas y muy serias, delante de él.

El padre de Chanyeol estaba diciendo algo; algo que, desde donde estaba, Baekhyun no podía escuchar, pero, a juzgar por cómo cruzaba los brazos, por el rictus serio en su rostro, el chico estaba casi seguro de saber lo que era. Su madre, a su lado, estaba callada y pálida, leyendo una y otra vez un papel que había sacado de un sobre y que a todas luces era alguna clase de carta del instituto. Los dos parecían enfadados, descompuestos y, sobre todo, muy decepcionados, y Chanyeol estaba blanco como el papel y se inclinaba una vez tras otra con una disculpa en los labios.

A aquellas alturas, Baekhyun estaba seguro de que habría podido soportar cualquier cosa, pero aquello, no. Recordaba a los padres de Chanyeol y siempre los había visto como personas alegres, siempre sonriendo y, sobre todo absolutamente orgullosos de su hijo. Chanyeol siempre había hablado de su familia con cariño, adoración incluso, y Baekhyun no quería ni imaginarse cómo tendría que ser para él estar sentado allí, escuchando aquella reprimenda, la decepción en sus voces.

El chico permaneció donde estaba, junto a la ventana, hasta que los padres de Chanyeol se cansaron de gritar y lo dejaron solo, saliendo de un portazo de su habitación. Y, en aquel momento, Baekhyun habría esperado cualquier cosa -

que su vecino gritara, que golpeara la mesa, que se echara a llorar - pero todo lo que hizo Chanyeol fue quedarse total y absolutamente quieto, como una estatua de arcilla, con el rostro apoyado en las manos y los ojos clavados en la pared, vacíos como los de un muerto.

Baekhyun había creído, a aquellas alturas, que el corazón ya no podía rompérsele más. Al parecer, se equivocaba, porque el dolor que le atravesó el pecho aquella vez fue el más profundo que había sentido en toda su vida.

En un momento anterior del curso, no mucho tiempo atrás, recordaba haberles dicho a sus amigos que le irritaba que Chanyeol estuviera sonriendo todo el tiempo. Ahora, habría dado cualquier cosa, lo que fuera, sólo para verlo remotamente feliz.

Pero Kyungsoo le había dicho que no podía hacer nada. Y tal vez no pudiera, porque en un instante concreto del tiempo lo había tenido todo en las manos y lo había dejado escapar.

Recordaba lo que le había dicho a Luhan en el comedor dos días atrás, sobre las oportunidades. Tal vez, si él le hubiera dado una segunda oportunidad - una de verdad - a Chanyeol de niños, las cosas habrían sido diferentes. Quizás habrían crecido como mejores amigos, y luego se habrían enamorado, y ahora él estaría orgulloso, ayudando a prepararse a Chanyeol para su gran viaje a América, tal vez yendo con él, quizá esperando a que regresase a su lado, pero en ningún caso viéndolo tan triste al otro lado de un cristal, sin poder tocarlo, sin poder decirle que todo estaba bien. Sin poder hacer nada.

"Tiene que haber algo, lo que sea, que yo pueda hacer. Cualquier cosa, cualquier cosa. Yo..."

Y entonces supo que sí que había algo.

Kyungsoo había dicho que aquello no tenía remedio, pero tal vez sí que hubiera una solución. Una solución que no iba a ser bonita, que no iba a ser fácil y que ni siquiera tenía garantía de éxito, pero que era la única opción que le quedaba.

Él había causado todo aquello y él iba a arreglarlo, fuera como fuera y costase lo que costase. Sin que importase en absoluto lo que tuviera que sacrificar para que fuese así.

Si podía ayudar a Chanyeol, daba igual lo que le sucediese a él.

Eso fue lo que se dijo mientras salía del cuarto de su hermano y cruzaba el pasillo, mientras entraba en su dormitorio, abría el armario y se ponía un jersey y el abrigo sobre la ropa que utilizaba para dormir.

-¿A dónde vas a estas horas, Baekkie? -le preguntó su madre, sorprendida, al verlo cruzar el salón.

-Tengo que salir un momento; prometo que no llegaré tarde. Es importante, muy importante, mamá. Por favor.

Aquel era sólo el primer paso, el más fácil, pero ya se había decidido, y recorrería aquel camino hasta el final, conllevara lo que conllevase.

-Pero hijo, estás pálido como un muerto. ¿No deberías meterte en la cama? ¿A dónde vas?

Muy a su pesar, Baekhyun sonrió.

-A casa de los Park, mamá. A casa de los Park.

Día 82 Lo primero que hizo la madre de Chanyeol tras abrir la puerta fue parpadear y quedárselo mirando como si no acabara de creerse lo que tenía delante.

A Baekhyun aquello no le extrañó. No sólo es que no fuera muy normal recibir visitas a semejante hora de la noche, sino que tampoco era precisamente muy común que las visitas en cuestión aparecieran en abrigo, jersey, pantalón de pijama y deportivas, ni con la respiración agitada tras haber subido las escaleras corriendo.

-¿Baekhyun? -lo llamó, observándolo con una expresión de estupor que la hacía parecerse extraodinariamente a su hijo cuando no entendía alguna cosa-. ¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?

-No, no -se apresuró a negar él, tratando de sonar relativamente calmado y normal-. He venido hasta aquí porque necesitaba hablar de algo importante, eso es todo. No pretendía preocuparla ni nada parecido, yo sólo...

La señora Park no parecía del todo convencida pero, aparentemente dispuesta a, al menos, escucharlo, se apoyó en el marco de la puerta y suspiró.

-Si vienes a ver a Chanyeol lo siento muchísimo, pero está castigado. Supongo que sabrás lo que ha ocurrido en el instituto.

Baekhyun se mordió el labio.

-Sí -susurró. Lo sabía demasiado bien; recordaba de un modo demasiado claro los comentarios de sus compañeros, el tono de voz abatido de la profesora Kim en el despacho del director, el aspecto decepcionado de los padres de Chanyeol al otro lado de la ventana del patio y al propio Chanyeol con los ojos clavados en la pared de su habitación, teniendo que cargar con algo que no se merecía-. Pero yo no he venido a hablar con Chanyeol. A quien quería ver es a ustedes.

-¿A nosotros? -repitió la señora Park que, esta vez sí, parecía verdaderamente atónita. Baekhyun asintió con la cabeza.

-Por favor. Es muy importante.

A la madre de Chanyeol debió de conmoverle la nota de desesperación en su voz, porque, tras observarlo durante un instante más, se apartó del umbral de la puerta para dejarlo pasar y lo guió hasta el salón, procediendo a llamar después a su marido.

Sin saber muy bien qué hacer, Baekhyun se sentó en una butaca. Había estado en aquel salón antes, con Chanyeol, pero ahora el cuarto se le hacía amenazador y extraño, como el punto de salida de un camino que ya no tenía vuelta atrás. Por un momento, se sintió ridículo allí, con el pelo despeinado y sus pantalones de pijama deshilachados y se preguntó qué hacía allí, qué demonios estaba haciendo. Una parte de él quería volver a su habitación, enterrarse bajo el edredón de su cama y esperar a que pasase la tormenta, pero se forzó a mantener la espalda recta y a quedarse donde estaba mientras el señor Park entraba en la habitación y se sentaba junto a su mujer en el sofá frente a él.

-Vaya, Baekhyun, cómo has crecido -comentó, sonriéndole a pesar de lo intempestivo de la hora y de lo repentino de su visita. El chico intentó devolverle

la sonrisa, pero todo lo que le salió fue una mueca forzada-. ¿Quieres que llamemos a Chanyeol? Debe de estar en su habitación.

Baekhyun abrió la boca para negarse, pero una nueva voz lo interrumpió antes de que pudiera decir nada.

-Yeollie está durmiendo ya. ¿De verdad es necesario despertarlo después del día que ha tenido?

Cuando Baekhyun se giró hacia la izquierda vio la figura de Park Yura, en pijama, detenida junto a la puerta que daba al pasillo y observándolo con una ceja arqueada. A juzgar por cómo lo estaba mirando, sabía lo suficiente sobre Chanyeol y él como para poder sacar sus propias conclusiones, pero no parecía enfadada, sino más bien curiosa. El chico no sabía si aquello era bueno o malo.

-No hace falta que lo despierten -se apresuró a decir. No sabía si a Chanyeol le había dado tiempo a dormirse o en realidad no quería verlo, pero en el fondo no importaba-. Es con ustedes con quienes quería hablar.

Los padres de Chanyeol cruzaron una mirada.

-Tú dirás, entonces.

-Yo... -Baekhyun tomó aire, aferrando inconscientemente la tela de su pantalón de pijama. Al salir de casa todo le había parecido muy claro, pero una vez allí no sabía qué decir, ni cómo. Aquello había sido mala idea, pero ahora no podía echarse atrás, así que trató de buscar las palabras apropiadas-. Chanyeol... Chanyeol no debería estar castigado. No se merece que nadie lo castigue. -¿Qué? -obviamente, los padres de Chanyeol no se estaban esperando ni con mucho algo así, porque ambos lo miraron como si se hubiera vuelto loco.

-Ha robado un examen, Baekhyun -intervino su madre, como si le costase decirlo en alto-. Lo han declarado como no apto para el programa de becas y lo han expulsado dos días a casa. No

quiere decirnos por qué lo ha hecho, pero nosotros no hemos educado a nuestros hijos para que hagan trampas. Por supuesto que tenemos que castigarlo; tiene que aprender que...

-No -Baekhyun cortó a la mujer en tono suave pero, aún así, la interrumpió-. Es cierto que robó ese examen, pero no lo hizo para copiar ni nada parecido. Por favor, no crean que hizo trampas; Chanyeol nunca, jamás, haría trampas. Tienen que confiar en él. Por favor.

Tan pronto como el chico cerró la boca, la sala quedó sumida en un silencio tan denso que habría podido cortarse con un cuchillo. Los padres de Chanyeol volvieron a mirarse, confundidos, y Baekhyun empezó a percibir la ya familiar sensación de histeria clavándole las garras en el estómago, como una criatura viva que se negara a dejarlo escapar. Finalmente, y cuando creyó que iba a acabar volviéndose loco en aquella butaca, fue Yura, todavía junto a la puerta, quien habló.

-¿Qué quieres decir?

Antes de poder pensar en lo que iba a decir, Baekhyun ya estaba respondiendo.

-Todo lo que está ocurriendo es culpa mía. Ha sido un malentendido, y Chanyeol está pagando las consecuencias por algo que yo he hecho -trató de explicar, intentando no entrar en detalles que probablemente Chanyeol no querría que su familia supiese-. Yo no... De verdad, todo esto se arreglará, voy a conseguir que se arregle, pero, por favor, pase lo que pase no se sientan

decepcionados con él. Es el mejor hijo que podrían ustedes tener; si quieren culpar a alguien, cúlpenme a mí.

Los padres de Chanyeol daban la impresión de estar comenzando a pasar de la incredulidad a la duda, y Baekhyun aguantó, muy quieto, la mirada especulativa que le lanzó la señora Park. Sabía de sobra que ésta y su madre eran más o menos amigas, y que acabaría teniendo problemas en casa en cuanto se supiera que él había tenido algo que ver en todo el asunto de la expulsión de Chanyeol, pero a aquellas alturas ese era el menor de sus problemas.

-¿Dices que todo lo que ha ocurrido con mi hijo es un malentendido, entonces? -intervino el señor Park. A pesar de que estaba tratando visiblemente de parecer serio y neutral, Baekhyun pudo percibir el hilo de esperanza en su voz y hundió aún más los dedos en la tela de su pijama. Mirando al hombre a los ojos, asintió.

-Ya se lo he dicho, voy a intentar arreglarlo. Chanyeol ha trabajado muy duro; merece irse a América, de verdad. Haré todo lo que esté en mi mano.

En algún momento dado, Yura debía de haber cruzado la habitación, porque ahora estaba parada al lado de su butaca, con una mano ligeramente extendida hacia él, como si se hubiera planteado apoyársela en el hombro, pero se hubiera arrepentido en el último instante.

-¿Pero qué es lo que puedes hacer tú? -le preguntó.

Por primera vez desde que había entrado allí, el chico se sintió sonreír. No fue una sonrisa alegre.

-Haré lo que sea necesario.

-Esto, Baekhyun, es una auténtica locura.

El interpelado cerró los ojos, expulsando el aire por la nariz con suavidad e ignorando a Kyungsoo, que parecía estar dudando entre gritarle más, estrangularlo o partirle la cara de un puñetazo.

-Llevo días diciéndote que tú no tienes la culpa de esto. ¿Quieres dejar de hacer el idiota y escucharme por una vez en tu vida? -le insistió, con un cierto apremio en la voz, probablemente gesticulando, aunque el chico no podía verlo-. Ya sabes lo que opina tu madre sobre tu futuro. ¿De verdad vas a tirar la única oportunidad que tienes de conseguir lo que siempre has querido por la borda por... por algo que ni siquiera va a salir bien, Baek? ¿Quieres calmarte y pensarlo?

-Estoy muy tranquilo, 'Soo.

Y era verdad. Baekhyun había salido de casa de los Park la noche anterior hecho un manojo de nervios por lo que pensaba hacer y, una vez en su habitación, enterrado bajo las mantas y con todo lo que necesitaba para el día siguiente ya listo, había tenido que ahogar los sollozos hasta quedarse dormido para que su madre no los oyera, pero tan pronto como había llegado la mañana, se había despertado perfectamente lúcido y calmado, sin un solo ápice de dudas.

Aquello tenía que ser una señal; el último empujón que necesitaba para soportar todas sus clases de la mañana con expresión estoica, comer deprisa en su mesa de siempre y plantarse frente la puerta del despacho del director diez minutos antes de que comenzaran las asignaturas de la tarde. No había esperado que Kyungsoo, que desde que había comenzado todo aquel desastre no se apartaba de su lado, se diese cuenta de lo que iba a hacer y se empeñara en acompañarlo, pero la insistencia de su amigo no iba a cambiar absolutamente nada.

-Lo único que conseguirás es que te expulsen. No va a salir bien -repitió, como si por decirlo muchas veces pudiera hacer que se le quedara en la cabeza. Baekhyun asintió y sonrió.

-Si eso es lo que acaba ocurriendo, al menos lo habré intentado, ¿no?

Por primera vez en todo el día, Kyungsoo dejó de mirarlo como si quisiera hacerlo entrar en razón a puñetazos y, en lugar de eso, pareció verdaderamente triste.

-Creía que ni siquiera querías que Chanyeol se marchase a América -protestó con voz débil.

Baekhyun apretó los puños, llamó a la puerta. Cuando una voz lo invitó a entrar, suspiró.

-No quiero que se vaya -admitió, abriendo la puerta y disponiéndose a entrar. Tener que ver cómo Chanyeol desaparecía en un avión, todavía sin querer tener nada que ver con él; no poder verlo durante cuatro años, probablemente era una de las peores cosas que pudieran llegar a ocurrirle-. Pero es lo que quiere él, ¿no?

Kyungsoo comenzó a protestar otra vez, pero Baekhyun le cerró la puerta en la cara, avanzando un par de pasos hacia el interior del despacho y observando lo que había a su alrededor con aire derrotado. La habitación tenía las paredes forradas de placas de madera antigua y estanterías llenas de libros, diplomas y trofeos, y el suelo cubierto por una gruesa moqueta roja. La última vez que Baekhyun había estado allí, por llegar tarde demasiados días seguidos a clase, había salido bromeando y diciendo que aquella habitación parecía sacada de una de esas viejas películas ambientadas en internados ingleses en los que nunca

se veía la luz del sol. Ahora, simplemente la percibía como un cuarto demasiado lleno de cosas, demasiado oscuro. De lo único que tenía ganas ahora era de hacer lo que había venido a hacer y regresar a los pasillos conocidos del instituto.

-¿Señor Byun? -lo llamó la voz seria del director. Tras una nueva mirada al conjunto de la habitación, el chico vio que, como era de esperar, el hombre estaba sentado en su silla de cuero, tras el enorme escritorio, y se acercó a él a paso lento-. Ha sido toda una sorpresa saber que había concertado usted una cita; no estoy acostumbrado a verlo por aquí -con una floritura, le señaló una silla tapizada en rojo; la misma en la que Chanyeol se había sentado la última vez que había estado allí-. Parece usted cansado. Por favor, póngase cómodo.

Baekhyun obedeció en silencio, tragando saliva. Tras una mañana entera en la que había sumido en una falsa tranquilidad, estaba comenzando a sentir un hormigueo nervioso en las puntas de los dedos, una punzada de tristeza en el pecho.

-¿Y bien? Según me han comunicado, tenía usted que decirme algo importante -comenzó a decir el señor Lee, en un tono algo más amable, sonriéndole con aire tranquilizador. Baekhyun se dijo que todavía podía echarse atrás, que podía inventarse una excusa, inclinarse en una reverencia y volver a clase corriendo. Que podía hacer caso a Kyungsoo, retornar a su vida y renunciar a aquello. Pero no era justo; nunca había sido justo.

-Vengo a hablar de Park Chanyeol -dijo con voz clara.

-¿Park Chanyeol? ¿Qué es lo que ocurre con él? -Sé... Sé que lo han expulsado de su programa de becas y lo han castigado por robar un examen -explicó Baekhyun-. Y quería decirle que no pueden hacer eso; que sería injusto para él. No conocen la historia completa.

El director Lee parpadeó.

-¿Qué es lo que pretende decir usted, señor Byun?

Por un instante, Baekhyun se sintió incapaz de responder. El peso de lo que tenía la intención de hacer - de lo que iba a hacer, después de todo - era demasiado grande, demasiado duro y, por un momento, sintió ganas de esconder la cara entre las manos y llorar.

-Park Chanyeol robó el examen de economía porque yo se lo pedí -dijo finalmente, notando cómo las palabras le temblaban y se le atragantaban en la garganta antes de salir de entre sus labios-. Necesitaba ese examen para poder aprobar la asignatura y optar a una beca de música el año que viene, así que lo engañé para que lo hiciera por mí. El único culpable que hay aquí soy yo.

La habitación quedó sumida en un silencio largo, asfixiante, y Baekhyun se mordió el labio, esperando. Jamás antes había mentido a un profesor; no en un asunto tan serio, y mucho menos para autoinculparse de algo que no había hecho. Esperaba, al menos, poder sonar convincente. Aquella era la última oportunidad que tendría para poder librar a Chanyeol del castigo; tenía que hacer que saliera bien.

-Señor Byun -el señor Lee habló de nuevo tras un rato, con una voz que ya no sonaba tan amable-. ¿Sabe usted lo que está diciendo?

Baekhyun asintió lentamente. Sin subir los ojos, se inclinó para abrir su bolsa de libros y extrajo de su interior una carpeta de cartón, con el escudo del instituto impreso en las tapas. Estaba tal cual Chanyeol se la había dado, hacía lo que parecía una eternidad en un aula vacía; tal y como la había guardado él en su

casa, en un lugar donde no tuviera que verla. Casi le dolió tener que dejarla sobre la mesa.

-Sé lo que estoy diciendo y tengo pruebas -replicó, abriéndola. Ni siquiera sabía de dónde estaba sacando las fuerzas para sonar tan seguro. Las hojas del examen resaltaron, blancas, sobre la madera oscura y el señor Lee las observó con los ojos muy abiertos-. ¿Lo ve? Fui yo.

Las cejas del director se juntaron en una línea canosa sobre su frente.

-¿Así que está confesando haber engañado a un compañero para que robara este examen para usted y así copiar en la prueba final?

Baekhyun asintió.

-Sí.

-¿Y sabe usted las consecuencias que puede tener un acto así por su parte, señor Byun?

-No exactamente, pero me las supongo.

Una expulsión, tal vez, en el mejor de los casos de sólo un par de días. Y le suspenderían la asignatura, por supuesto, lo que quería decir que, hiciera lo que hiciese en la audición del próximo jueves, no podría matricularse en una escuela de música aquel año. Lo que, teniendo en cuenta las condiciones que le había puesto su madre, quería decir que tendría que estudiar otra cosa; que iba a renunciar - voluntariamente - a la carrera superior de canto.

El único sueño que había tenido en su vida, desde pequeño, saltando por los aires hasta quedar fuera de su alcance y todo lo que sentía él era vacío porque haciendo aquello se garantizaba, al mismo tiempo, renunciar a su futuro y perder a Chanyeol al otro lado del mar.

Ni siquiera sabía qué demonios iba a hacer con su vida cuando todo aquello acabara y él se hubiera quedado sin absolutamente ninguna de las dos únicas cosas que le importaban de verdad.

-Está bien; está bien -la voz del señor Lee, que sonaba entre muy harto y muy cansado, lo sacó de sus pensamientos. El hombre se había levantado de su silla y tenía las palmas de las manos apoyadas sobre la mesa y el ceño aún fruncido, como si estuviera tratando de ubicarse-. Espere usted aquí un instante. Vuelvo enseguida.

Al momento siguiente, el director salía de la habitación como una exhalación, dando un portazo tan fuerte que Baekhyun dio un respingo sobre su silla. Los minutos pasaron a un ritmo constante, uno detrás de otro, y el chico se concentró en el rítmico tic-tac del reloj de la pared. Ahora que ya había hablado, que había hecho lo que tenía que hacer, volvía a tener la mente extrañamente en blanco, incapaz de sentir absolutamente nada.

Se preguntaba a dónde habría ido el señor Lee. ¿A rellenar un parte, tal vez? ¿Una carta de expulsión? ¿A llamar a su madre?

Cuando la puerta volvió a abrirse, Baekhyun se giró sobre su asiento con una expresión neutra en la cara. No pudo evitar ahogar una exclamación y levantarse de un salto, sin embargo, al ver que el director no había vuelto solo. A su lado, estaba la profesora Kim, menuda y resuelta. Y, delante de ellos, y observándolo como si hubiera visto un fantasma, estaba Chanyeol.

-Tú -susurró. A juzgar por su tono de voz, no parecía especialmente contento de verlo de pie en medio de la habitación-. ¿Qué está pasando aquí?

Baekhyun se sintió entrar en pánico. Tenía que haber supuesto que, obviamente, el director llamaría a Chanyeol y al resto de las partes implicadas en todo aquel asunto antes de hacer nada, y no sabía si iba a poder seguir mintiendo tan bien después de aquello.

-Señores, hagan ustedes el favor de sentarse -ordenó el señor Lee en su tono más firme. Las dos sillas tapizadas en rojo estaban muy cerca, y Baekhyun se habría sentido cohibido por el modo en el que las piernas de los dos se rozaban si no fuera porque Chanyeol acababa de ver la carpeta abierta con el examen sobre la mesa y estaba frunciendo el ceño.

-¿Qué...? -comenzó a decir, tan bajo que Baekhyun estaba seguro de que sólo él había podido oírlo, pero el director escogió justo aquel momento para volver a su silla y dirigirse a él.

-Señor Park, este compañero suyo ha venido hace media hora a mi despacho con novedades sobre su infracción. Según la versión que nos ha dado él, el señor Byun lo engañó para convencerlo de que usted robara y le entregara el examen de economía que puede ver ahí delante. ¿Tiene algo que decir sobre todo este asunto?

Al principio, Chanyeol simplemente se quedó allí, mirando al director y parpadeando como si no acabase de entender qué demonios acababan de decirle. Después, y conforme su cerebro iba asimilando la información, su rostro comenzó a convertirse en una máscara de estupor.

-¿Qué? -exclamó, mirando al director con los ojos muy abiertos. Al momento siguiente se giró hacia Baekhyun y por un momento pareció el Chanyeol de

siempre cuando lo miró-. ¿Que tú me engañaste para convencerme de que...? Eso no es cierto.

Baekhyun llevaba todo el día preparándose mentalmente para mentir y había logrado hacerlo hasta aquel momento. En teoría, era sencillo repetir su misma historia otra vez, sonar tranquilo y calmado mientras decía que Chanyeol no tenía nada que ver y que la culpa era suya, estuviera él delante o no, pero en la práctica su vecino lo estaba mirando con unos ojos enormes y oscuros, llenos de recelo, de extrañeza y de dudas, y él sintió que la respiración se le trababa en los pulmones.

-¡Claro que es cierto! -protestó a la desesperada, en un tono de voz demasiado estridente. Inmediatamente después, miró a los ojos al director, levantándose de la silla y apoyando las manos sobre la mesa, tratando de olvidar que Chanyeol estaba allí-. He venido hasta aquí sólo para confesar, señor Lee, tiene usted que creerme. Chanyeol está tratando de cubrirme, de verdad, la culpa es mía -el chico hubiera seguido hablando, pero escuchó el ruido de una silla al arrastrarse sobre el suelo en algún lugar tras él y, al instante siguiente, una mano que conocía muy bien lo estaba aferrando por el hombro, haciéndole girar el cuerpo.

-No sé qué es lo que estás haciendo, Baekhyun, pero para ya -Chanyeol lo estaba mirando desde arriba, claramente molesto, y Baekhyun se maldijo mentalmente porque estuviera allí, porque las cosas se hubieran torcido tanto, por no poder hacer ni siquiera aquello bien.

-¡Eres tú el que debería parar de intentar hacer que me calle! -casi gritó-. ¡La culpa de todo esto es mía! ¿Por qué no...?

-¡Basta ya! Baekhyun soltó una exclamación ahogada y cerró la boca casi de modo automático. Quien acababa de hablar era el director, que los estaba mirando desde su silla de cuero, lívido de ira.

-En todos mis años de profesión jamás había visto algo semejante. Hagan el favor de sentarse. Los dos.

Ambos bajaron la cabeza y obedecieron en silencio. Esta vez, Chanyeol colocó la silla más lejos de donde se encontraba la de Baekhyun y el chico no podía verlo, pero aún así podía sentirlo tras él, mirándolo, y sabía que estaba enfadado.

-No sé qué se traen ustedes dos entre manos, ni qué creen que es esto, pero para empezar están ambos castigados por mal comportamiento -el director Lee, que parecía aún más furioso que Chanyeol, golpeó la superficie cubierta de papeles de su escritorio con la palma abierta-. En lo que respecta al examen, a uno de ustedes se le grabó robándolo y el otro ha aparecido aquí esta mañana con una copia del mismo, así que lo que debería hacer, caballeros, es suspenderles la asignatura a los dos y dejarme de tonterías. Al parecer, los dos están metidos en todo este asunto, ¿no?

-¡No! -protestó Baekhyun, casi sin voz. Si les suspendían a los dos, si no aprobaban a Chanyeol, todo lo que había hecho, lo que había estado dispuesto a perder, habría sido para nada.

-Espere un momento, señor Lee -quien habló entonces, interrumpiendo sus pensamientos, fue la profesora Kim que, en algún momento, se había acercado a la mesa y había recogido la carpeta que Baekhyun había dejado sobre ella-. Dime, Baekhyun. ¿Este es el examen que, según tú, utilizaste para copiar?

El chico asintió, sin comprender.

-Sí, claro.

La señora Kim suspiró.

-Señor director, si fuera cierto que Baekhyun utilizó este examen para copiar, no habría sacado la nota que obtuvo en la prueba final. De hecho, y si lo hubiese hecho, habría suspendido.

Esta vez fue Baekhyun quien se quedó con la boca abierta.

-¿Qué?

-Hice cambios de última hora en el examen final de economía de tercer año explicó la señora Kim-. Cambié las preguntas dos, una y cuatro, de las cinco que hay, dos días antes de la prueba. Es imposible que alguien que se preparase la asignatura con sólo un examen del modelo antiguo aprobase, y mucho menos que sacase la segunda nota más alta de la clase, como fue el caso del señor Byun Baekhyun. Estoy dispuesta a repetirles la prueba, tanto a él como a Chanyeol, pero pondría la mano en el fuego para afirmar que, diga lo que diga, Baekhyun no utilizó esta copia del examen para hacer trampas. Muy posiblemente, está encubriendo a su amigo.

El director Lee suspiró.

-¿Y bien, señor Byun?

-Yo no... -comenzó a murmurar él, sintiendo que su historia se desmoronaba por momentos-. Es decir, yo no... –tratando de tranquilizarse, se inclinó hacia delante en su asiento-. Si yo no pude aprobar con ese examen, ¿no quiere eso decir que Chanyeol tampoco copió? ¿No deberían levantarle el castigo? ¿Devolverle al programa de becas? Es injusto que esté fuera, él se merece...

-El señor Park Chanyeol fue retirado del programa de excelencia porque fue descubierto robando un examen del despacho de una profesora, señor Byun. El contenido de ese examen, o incluso lo que hiciera con él, es irrelevante a estas alturas.

-¡Pero le he dicho antes que fui yo el que...!

-Basta ya -el director Lee lo miró de arriba a abajo, con la expresión del que ha perdido la paciencia del todo grabada en la cara-. Repetirán el examen de economía los dos el próximo lunes, y deberían agradecer que aún los deje presentarse a la primera convocatoria en vez de suspenderlos directamente. Señor Park, trasladaremos su expulsión al martes y miércoles, y ni que decir tiene que a pesar del estúpido numerito de su amigo, sigue fuera del programa de becas. Y usted, señor Byun, levántese y lárguese de aquí antes de que cambie de opinión y decida que lo mejor que puedo hacer es suspenderle y expulsarlo también. De hecho, márchense los dos. Ya. No quiero volver a verlos en lo que me queda de día.

Cuando Baekhyun salió de nuevo al pasillo, caminando con paso inseguro delante de Chanyeol, se sintió como si en realidad no estuviese allí, como si los pasillos desiertos, el suelo y las paredes a su alrededor fueran parte de un sueño raro del que fuera a despertar de un momento a otro.

Su cerebro todavía no lograba procesar lo que acababa de ocurrir. Minutos atrás, había entrado al despacho del director herido pero seguro de lo que iba a hacer, resignado a tomar el lugar de Chanyeol, a no estudiar música y ver como su vecino se marchaba a estudiar a otro continente porque había sido lo que tenía que hacer. Y ahora, de repente, resultaba que él sí que podía presentarse a la audición del jueves, los dos tendrían que repetir el examen - por no decir que estaban castigados - y Chanyeol se iba a quedar en Corea.

No sabía cómo sentirse, de verdad que no. De lo único de lo que era dolorosamente consciente era de que había hecho todo, absolutamente todo, para tratar de arreglar aquel desastre y había fallado del modo más miserable posible.

-Debería volver a clase -murmuró, pensando que, en realidad, ya llegaba tan tarde que lo mejor que podría hacer era irse a casa. No es que fuera a atender mucho aquella tarde, de todas formas. Decidiendo que sí, y que ya llamaría a Kyungsoo luego para contarle lo que había ocurrido, el chico hizo amago de comenzar a caminar contra la salida. Fue entonces cuando sintió la presión de unos dedos sobre su muñeca.

-No te van a dejar entrar. Y tenemos que hablar -Baekhyun giró sobre sí mismo y vio a Chanyeol, mirándolo desde arriba con el ceño fruncido. Parecía enfadado, más incluso que como había estado dentro del despacho, y verlo así cuando aquel chico normalmente era la persona con mejor humor del universo hizo que Baekhyun asintiera y se dejara arrastrar sin más, a pesar de saber que lo que quiera que tuviera que decirle su vecino probablemente no fuera a gustarle.

Chanyeol lo llevó a través del pasillo central, clavando los ojos en cada puerta hasta que, finalmente, encontró una entreabierta. Al otro lado había una clase desocupada, parecida a la misma donde habían tenido aquella conversación horrible la primera vez. Baekhyun estaba empezando a odiar las clases vacías.

-¿Y bien? -murmuró, sin moverse de su lugar junto a la entrada tan pronto como Chanyeol cerró la puerta. Aquella era la primera vez en semanas en la que estaban solos, lo suficientemente cerca como para hablar. Su vecino no pareció pensar en aquello, sin embargo, porque ni siquiera se apartó un par de pasos de su lado antes de fruncir el ceño aún más y comenzar a reñirlo. -Baekhyun -lo llamó-. ¿Se puede saber a qué especie de juego estúpido estás jugando ahora?

El chico lo miró sin entender.

-¿Qué?

-¿Qué se supone que quieres conseguir? Con toda esta... tontería enorme de aparecer en mi casa primero, y ahora esto. ¿Es que no has tenido bastante con lo que ya has hecho?

-Yo... -por supuesto, Baekhyun tendría que haber supuesto que Chanyeol se enfadaría mucho si hacía aquello a sus espaldas, igual que había supuesto que, cuando había ido a su casa, Chanyeol había estado despierto y no había querido verlo, pero aún así no supo cómo contestar-. Estaba intentando que fueras feliz. Quería...

-¿Has entrado al despacho del director y contado una mentira enorme que podría haber acabado con los dos expulsados porque querías que yo fuera feliz? -repitió Chanyeol-. ¿De verdad piensas que suena creíble?

-¡No he mentido, yo sólo...!

-Una persona que pretende copiar en un examen no pasa una semana entera estudiando en la biblioteca, Baekhyun. Habría sabido que todo lo que has dicho es mentira aunque la profesora no hubiese sustituido las preguntas del examen. No sé qué estás haciendo, pero para ya.

Por un momento, Baekhyun simplemente se quedó donde estaba, confuso, asustado y sin saber qué hacer. Todo, absolutamente todo estaba saliendo mal, y él se sentía como un animal atrapado en un incendio, paralizado por el pánico y acorralado mientras el círculo de llamas se estrechaba a su alrededor. No

estaba acostumbrado a ver a Chanyeol así. Ni siquiera entendía por qué su vecino sabía lo de la biblioteca cuando se suponía que él no se lo había dicho a nadie.

Pero llevaba corriendo, huyendo, mucho, demasiado tiempo, y a aquellas alturas ya nada importaba. Llegado a un punto, ya no podía escaparse más.

-Se... Se suponía que yo tenía que arreglar todo esto, ¿entiendes? -susurró-. Y todavía puedo hacerlo. Tengo que hacerlo. ¿Sabes lo que dicen de ti? ¿Lo has oído? Dicen que eres un mentiroso y un tramposo, y yo no voy a permitirlo; no puedo. Da igual cómo; tiene que haber algo que yo pueda hacer todavía.

Chanyeol lo miró con la expresión totalmente en blanco.

-¿Y qué más te da? Tú y yo no somos amigos; no lo hemos sido nunca.

Baekhyun sintió la fuerza de aquellas palabras como si alguien le hubiera golpeado con el puño cerrado en el estómago. Quiso pedirle a Chanyeol que parara, que lo dejara respirar un momento, un segundo, pero, en lugar de eso, se esforzó por mirarlo a los ojos y sonreír.

-Puede que no, pero tú no te mereces esto, ¿entiendes?

Teniendo en cuenta la expresión momentáneamente sorprendida de Chanyeol, probablemente el otro chico había estado esperando cualquier cosa menos aquella, y Baekhyun tomó aire. Al menos, y aunque solamente fuera durante unos segundos, tenía la atención de Chanyeol, una atención sin ceños fruncidos ni disgusto en los ojos, y tenía que aprovecharla. -Lo siento -susurró, tan bajo que sólo se lo escuchó porque la clase estaba sumida en el más absoluto de los silencios-. Siento mucho haberte ignorado

durante todos estos años, haber pensado que eras idiota, haber roto aquella invitación de cumpleaños cuando tú sólo... Lo siento por no haberte saludado en clase cuando entrabas, y por no haber querido hacer contigo el proyecto de ciencias del año pasado, y por todo lo demás.

Chanyeol lo miró con los ojos como platos.

-¿Qué...?

-Lo de la cafetería... Yo no... No debería... Lo que dije... Lo siento. Y créeme que, si pudiera hacer cualquier cosa, lo que fuera, para arreglar todo esto, lo haría. Y ojalá pudiera cambiar el modo en el que te he tratado, o hacer algo, pero todo lo que consigo es estropearlo todo más, y ya no sé que...

Sus palabras quedaron interrumpidas de golpe cuando Chanyeol se acercó, lo aferró con fuerza por el antebrazo y lo sacudió. Seguía estando claramente confuso, pero ahora parecía enfadado de nuevo, más incluso que antes, y Baekhyun se encogió sobre sí mismo, tratando de huir de él y sin poder ir a ninguna parte.

-¿A qué viene todo esto ahora? -preguntó su vecino, y el chico gimoteó-. ¿Qué demonios quieres? Te lo he preguntado antes. ¿Qué?

"Cállate"

-Te lo he dicho, ¿no? ¡Te lo he dicho antes, así que suéltame!

-¿El qué has dicho? ¿Que quieres que sea feliz? Porque eso es una tontería.

"Cállate, por favor"

-¡Es cierto! Por favor, Chanyeol...

-¿Así que no vas a dejar de poner excusas y a decir la verdad por una vez en tu vida? ¿Qué es lo que pasa contigo?

-¡Que estoy enamorado de ti!

Automáticamente, los dedos de Chanyeol lo soltaron y Baekhyun se sintó tambalearse hacia atrás. No había querido decir aquello, no allí, no entonces, no cuando él casi quería llorar y Chanyeol, de repente, lo estaba observando con los ojos muy abiertos y la cara blanca, como si acabaran de abofetearlo con la mano abierta. Aquello era como entregarle el corazón al enemigo cuando no tenía nada con qué protegerlo y lo hizo sentir pequeño, y vulnerable, y absolutamente aterrorizado.

-¿...Qué? -la voz de Chanyeol fue apenas un susurro contra el silencio, y el corazón de Baekhyun le dio un vuelco en el pecho porque, durante un instante, creyó oír algo, sentir algo, en aquella palabra. Pero cuando lo miró a los ojos, todo lo que vio fue a Chanyeol cerrarse y echarlo, como en el parque, como en la cafetería, como siempre que decía algo que él no quería escuchar-. No -dijo. Ni en broma. No.

Baekhyun tragó saliva.

-Yo... Te juro que es cierto.

-Ya. ¿Y cuándo es cierto? ¿Hoy? ¿Mientras estemos los dos solos en esta clase? ¿Hasta que lleguemos al comedor y decidas cambiar de opinión? No sé si es que

te entretiene jugar con los sentimientos de la gente en general o es sólo con los míos, Baekhyun, pero esto ya no es divertido. Déjalo, ¿quieres? Ya hemos acabado. Ya está.

Como si estuviera fuera de su cuerpo, Baekhyun sintió que le estaba temblando el labio. Asintió.

-Lo siento -dijo, y Chanyeol lo miró durante un segundo eterno antes de salir del aula vacía y cerrar con un portazo.

Desde los catorce años, Baekhyun había tenido muchos novios. Lo habían llevado al cine, invitado a cenar y besado hasta dejarlo sin respiración en esquinas oscuras en las que se suponía que no había nadie. En todo aquel tiempo, había habido muchos "me gustas", muchos "eres muy guapo" pero nada más. Jamás se había enamorado de nadie, jamás le había dicho te quiero a nadie. Jamás - quitando el asunto de Kai - lo habían rechazado de frente, nunca le habían dicho que no.

No hasta Park Chanyeol. No hasta el chico al que había odiado como un idiota durante diez años; el chico del que se había enamorado sin querer. La única persona por la que había estado dispuesto a darlo todo y, aparentemente, la única persona sobre la faz de la tierra a la que ya no podría llegar a tener para él jamás.

Y para aquello no había remedio, no había solución. Ni siquiera, a aquellas alturas, seguían quedándole lágrimas.

Día 88 (Park Chanyeol)

Cuando Park Chanyeol se había mudado a la que ahora era su casa, aún no había cumplido los ocho años. Sus padres habían decidido trasladarse de zona en la ciudad por temas de trabajo, lo que había implicado tener que decir adiós a su antigua escuela, a su antigua vida y aparecer de la noche a la mañana en un barrio totalmente nuevo, en una escuela en la que no conocía absolutamente a nadie.

Su madre lo había sentado en sus rodillas antes de la mudanza, le había acariciado el pelo y le había pedido perdón por lo súbito del cambio, por el problema que podía suponerle a un niño de siete años aparecer en un sitio nuevo poco antes de empezar el nuevo curso. Chanyeol la había mirado, había sonreído y le había dicho que no había problema, que todo estaba bien. Era lo que hacía siempre, lo que decía siempre, lo que siempre se esforzaba por pensar. Se trataba de ser positivo, en el fondo, de estar en el humor adecuado para intentar solucionar lo que quiera que estuviese mal. De evitar que su madre y los demás se preocupasen por él. De muchas cosas.

Por eso, también había sonreído al despedirse de sus amigos (Kris había estado allí, mirándolo con esa cara de aparente mal humor que ponía siempre que algo no le hacía demasiada gracia - es decir, un noventa por ciento del tiempo - con Tao, que apenas levantaba medio palmo del suelo en esa época, agarrado a su camiseta) y les había dicho que su nueva vida sería perfecta, que haría más de cien amigos nuevos (porque cien era un número lo suficientemente grande y que sonaba muy bien) y que se lo pasaría genial.

"¿Cien amigos?" había preguntado Tao, mirándolo desde abajo y limpiándose la nariz con una manga de su vieja sudadera. "¿De dónde vas a sacar tú cien amigos? Tendrás suerte si encuentras tres o cuatro"

"Llámame si alguien se mete contigo" había añadido Kris.

Chanyeol se había hecho el ofendido por semejante falta de confianza durante un grandioso total de diez segundos, pero al final se había echado a reír, porque iba a echar a aquellos dos de menos, y a pesar de lo serios que estaban, habría jurado que los dos estaban a punto de echarse a llorar. Igual que él.

Era un buen recuerdo de su antiguo barrio que llevarse a su nueva casa, después de todo.

Una nueva casa que, descubrió al llegar, tampoco estaba tan mal.

Su cuarto, que fue lo primero que corrió a ver en cuanto abrieron la puerta, era mucho más grande que el que había tenido antes, y tenía metros y metros de paredes blancas que no podía esperar a decorar con todo lo que se le ocurriera pegar en ellas. Tenía una única ventana, en la pared frente a la puerta, que ofrecía una vista privilegiada y un tanto incómoda a la habitación del vecino, pero, salvo eso, estaba bien. Muy bien. Increíblemente bien.

La cosa había mejorado aún más cuando su madre le había dicho que había conocido a una vecina del edificio de enfrente - la madre del chico del cuarto al otro lado del patio - y que la señora en cuestión tenía otro hijo de su edad que, al parecer, estaba muriéndose por conocerlo.

Cuando le había pedido a su madre que lo invitara, sintiéndose ridículamente ilusionado, no había sido consciente de en qué lío se estaba metiendo, ni el impacto que iba a suponer en su vida aquella visita, hasta que había sido demasiado tarde.

No sabía qué habría hecho, de haberlo sabido de antemano.

Byun Baekhyun había aparecido con su madre (que llevaba un pastel) una tarde normal, en un día como otro cualquiera, y Chanyeol no sabía muy bien qué era

lo que había ocurrido exactamente en su cabeza, pero aquel chico, con su jersey de rayas y el flequillo oscuro cayéndole sobre la frente, le había parecido sencillamente genial.

Donde Chanyeol era desmañado, un tanto torpe y tenía una completa incapacidad para controlar qué hacer con su cara cuando estaba nervioso, Baekhyun era pequeñito, delicado incluso, y bonito, todo él dedos finos, cara aún un tanto regordeta y ojos llenos de luz.

Chanyeol podía imaginarse siendo amigo de alguien así, yendo con él a clase (eran vecinos, ¿no?) y viéndolo reírse por tonterías, a ser posible tonterías que dijera él. La idea - y no es porque fuese suya - sonaba inmejorable. El problema, no tardó mucho en descubrir, era que, en aquel mismo instante, Baekhyun estaba parado al lado de su madre mirándolo como si fuera una especie de cosa rara. Y él era perfectamente consciente de que la primera impresión no había sido muy buena, y aquello habría desanimado a cualquier otra persona, pero a Chanyeol nunca le había gustado rendirse sin luchar, así que decidió intentarlo de todas formas.

"¡Hola, soy Chanyeol!" se había presentado, tratando de sonar como alguien interesante "¿Vamos a ser amigos?"

Todo lo que había hecho Baekhyun había sido mirarlo como si estuviera considerando seriamente el salir corriendo de su casa. Eso y retroceder un paso. El mensaje, creía Chanyeol, había estado lo suficientemente claro desde el principio.

Y aún así, y a pesar de todo, el chico había querido seguir intentándolo.

Con el paso de los días, las semanas, los meses, había descubierto muchas cosas. Que Byun Baekhyun hacía hapkido, tocaba el piano. Que no sacaba unas notas

tan buenas como Chanyeol (nadie sacaba unas notas tan buenas como Chanyeol) pero que no le iba mal en los estudios. Que, incluso por aquel entonces, ya parecía popular; que siempre podía elegir compañero cuando les ordenaban trabajar en grupos en clase y lo escogían de los primeros cuando había que jugar al fútbol porque se le daba más o menos bien chutar a puerta.

De hecho, las cosas, cuando las hacía Baekhyun, eran siempre más bonitas. Si había que dar una voltereta en clase de educación física, no se torcía ni un centímetro. Si había que doblar una carta, no había una esquina que estuviera fuera de lugar, que sobresaliera más que otra. Si había que hacer una presentación oral, su voz sonaba perfecta sin que tuviera que esforzarse. Baekhyun parecía hecho de luz, no como Chanyeol, que se caía de culo fuera de la colchoneta cuando tenía que dar volteretas, era incapaz de doblar un folio en dos sin que una mitad sobresaliera cinco centímetros por encima de la otra y tendía a hablar demasiado alto y a gesticular como una especie de foca borracha en mitad de las presentaciones orales de la escuela.

Y Chanyeol había pensado que las cosas cambiarían, que tarde o temprano Baekhyun dejaría de mirarlo por encima del hombro y le daría una oportunidad; que le sonreiría, sólo una vez, y entonces todo habría merecido la pena, pero estaba claro que la vida no era tan sencilla y que, por mucho que él quisiera algo, eso no quería decir que ese algo fuera a hacerse real.

Y las cosas, claro, siempre podían empeorar.

Como, por ejemplo, cuando llegó la pubertad.

Estaban en el instituto, tenían trece años (Baekhyun ya catorce) y, de un día para otro, las cosas habían empezado a cambiar. Chanyeol, muy en su línea de destacar en cosas inútiles, se había vuelto demasiado alto, tanto que habían tenido que sentarlo al fondo en clase porque no dejaba ver a los demás, y la voz, que estaba comenzando a cambiarle y no estaba estabilizada todavía, le sonaba

a ratos un tanto aguda y a ratos muy, muy grave. Baekhyun, como era de esperar, también había cambiado, pero lo había hecho de otra forma. De una forma en la que había dejado de tener la cara tan redonda, en la que el uniforme del instituto había pasado de quedarle como un saco a sentarle muy bien (lo que era raro, porque esos uniformes le sentaban mal a todo el mundo) y en la que más de una y más de dos personas se lo quedaban mirando cuando cruzaba riéndose los pasillos del instituto.

De hecho, la gente había empezado a decir cosas sobre él. Cosas que tenían que ver con Baekhyun, un chico de tercer año y el cuarto de las escobas del segundo piso y que a Chanyeol no le acababan de gustar. No entendía por qué había que hablar, por qué había que criticarlo, cuando ninguno de ellos sabía absolutamente nada de lo que su vecino hacía o dejaba de hacer.

Baekhyun, como siempre había pasado con él, era extraordinariamente popular entre el resto de la gente, pero aquella popularidad había dejado, en algún punto indefinido, de ser positiva. Todos querían acercarse, todos querían decir que se hablaban con él, pero en el fondo siempre se acababan marchando y lo dejaban solo. Y a Chanyeol aquello le daba pena, porque estaba total y absolutamente convencido - cada vez más - de que Baekhyun era diferente a los otros, de que brillaba con luz propia, de que era especial.

Por eso, había decidido intentarlo una última vez, después de limpiar sus gafas a conciencia, arreglarse la ropa para que la camisa no le asomara por fuera de los pantalones y tratar de mostrarse calmado a pesar de los latidos extrañamente desbocados de su propio corazón.

Baekhyun había vuelto de clase más tarde aquel día, y Chanyeol lo había esperado sentado delante de su portal, rozando con los dedos la tarjeta dibujada a mano que se había pasado coloreando toda la noche anterior y que se había escondido en el bolsillo del pantalón.

"Baekhyunnie" lo había llamado, tratando de parecer tan contento como siempre cuando en el fondo se estaba muriendo de nervios "¿Sabes que la semana que viene es mi cumpleaños?"

Baekhyun lo había mirado como si no tuviera ganas de verlo, le había respondido como si no tuviera ganas de responder, y Chanyeol había decidido que tenía que intentarlo, de todas formas, y le había tendido la tarjeta.

Todo lo que había hecho Baekhyun había sido reírse en su cara y partirle la invitación en dos sin ni siquiera titubear.

Aquella había sido la primera vez en toda su vida en la que Park Chanyeol sintió que se le rompía el corazón en el pecho.

Había sido una clase de dolor terrible, espantoso, como una esquirla de cristal que se le metiese dentro y se quedara hundida allí. Algo que lo había hecho quedarse quieto, sin saber qué decir ni qué hacer, sintiéndose muy pequeño, y muy desgraciado y tan estúpido que, por mucho que intentara buscarle a aquello un lado positivo, para lo único que tuvo fuerzas fue para decirle luego a su madre que aquel año no quería fiesta, esconder los pedazos de la tarjeta rota en el fondo de un cajón y pasarse la noche entera llorando.

Park Chanyeol odiaba llorar. Odiaba aquel maldito sentimiento de impotencia más que nada.

Y estaba empezando a tener mucho miedo porque, aún a pesar de todo, seguía pensando demasiado en Byun Baekhyun, en el modo en el que seguía tocando el piano, y cantaba como un ángel, y lo hacía todo bien. En la manera en la que, según pasaban los días y los años, todos se acercaban a él, todos se reían con él en los descansos como si fueran sus amigos y se dedicaban a decir que era caprichoso, mala persona y un niñato consentido a la hora de comer, cuando

Baekhyun estaba con Kyungsoo y no podía escucharlos. Y en cómo él quería gritarles a todos que eran idiotas, que no sabían nada, que estaban equivocados porque no podía ser así.

Chanyeol sabía que, a aquellas alturas, negar que su estúpida fijación con la amistad de Byun Baekhyun se había convertido en una especie de ridículo enamoramiento platónico habría sido mentirse a sí mismo. Y sabía también que aquello no tenía sentido, que el dedicarse a observar a Baekhyun desde la distacia mientras el otro chico lo miraba mal o simplemente lo ignoraba no lo estaba llevando a ninguna parte.

Así que trató de pasar página, trató de olvidar. A los quince años, se detuvo a mirar a su alrededor y descubrió que había otra gente interesada en él, gente de su clase, del instituto, que se reían cuando él contaba chistes malos y contestaban a sus mensajes. Así que se esforzó por intentarlo, se forzó a ello, con chicos, con chicas, con cafés calientes que se acababan quedando fríos en la cafetería del centro comercial y besos robados al despedirse en las aceras. Y durante un momento creyó que sí, que iba a conseguirlo, pero al final no funcionó.

Volvía a estar atascado en el laberinto de siempre.

"Yo lo dejaría estar" le había dicho Kai después de que, en su segundo año de instituto, Baekhyun se hubiese quejado delante de toda la clase porque no quería hacer con él el proyecto de ciencias para el que el profesor los había emparejado "¿Qué sentido tiene querer que alguien que ni te mira te haga caso? Incluso vino a declarárseme a mí, Yeol; no le importas absolutamente nada"

Chanyeol había bajado la cabeza y se había mordido el labio, pero había tenido que darle la razón.

Quizá por eso había decidido aceptar apuntarse a aquella famosa beca para ir a estudiar a San Francisco. Porque tal vez así lograra pasar página. Sólo después de haber consultado el temario, cuando ya no había vuelta atrás, descubrió que las asignaturas que cursaría le gustaban. Que, en el fondo, vivir en otro país por un tiempo le haría ilusión. Que Byun Baekhyun, en el fondo, era la única cosa que no le había salido bien, y que tenía todo lo demás.

En su tercer y último año de instituto, Park Chanyeol creyó que su vida, por fin, estaba encauzada. Sin embargo, hacía poco menos de tres meses todo había dado un nuevo giro.

Estaba saliendo de casa una tarde cuando se topó con la madre de Baekhyun, que cruzaba la calle con un aspecto un tanto agitado. Chanyeol la saludó con una mano - porque siempre la saludaba; siempre saludaba a todo el mundo -, y fue entonces cuando ella se detuvo y comenzó a hablarle muy deprisa, en una conversación que, sin saber muy bien cómo, terminó con Chanyeol comprometiéndose, sin sentirle demasiado seguro al respecto, de darle clases de economía a su hijo para que pudiera aprobar el examen final.

Kai se había presentado en su casa esa misma tarde, con la mochila sobre un hombro y el ceño muy fruncido, preguntándole qué demonios se suponía que estaba haciendo.

"¿Byun Baekhyun otra vez?" había exclamado "¿Estás seguro de que quieres encerrarte dos veces por semana con alguien que te odia cuando estás a punto de librarte de él para siempre?"

Chanyeol había suspirado. Estaba sentado en la mesa del escritorio, de espaldas a la ventana del cuarto vacío del hijo mayor de los Byun, jugueteando distraídamente con el calendario en el que marcaba todos sus eventos importantes.

"He estado pensándolo, ¿sabes? Que tal vez sea bueno, como terapia de choque o algo así. Siempre he creído que si Baekhyun me odia tanto es porque nunca se ha parado a hablar conmigo. Que si lo hiciera, tal vez..."

Kai había puesto los ojos en blanco.

"¿Qué? ¿Que si lo hiciera tal vez se enamoraría mágica y perdidamente de ti?"

A pesar suyo, Chanyeol se había reído. Ojalá.

"No"

"¿Entonces?"

"Es como una espina clavada que tengo, ¿sabes? El creer eso. Así que tal vez debería ponerme un plazo para intentar hablar con él por última vez, para tratar de convencerle de que no me odie. Como una especie de último esfuerzo que hacer antes de marcharme"

Kai había parecido tan rematadamente harto como siempre que Chanyeol hablaba de Baekhyun, pero había acabado asintiendo.

"Así que un plazo, ¿eh? ¿De un número de días? ¿De cuántos?"

"Cien" Chanyeol había pasado las páginas. Ya había escrito los números allí, en tinta oscura: aquel día era el día uno; cuando llegase el último, el curso estaría casi acabado.

"De acuerdo, cien. Así que, si esos días se acaban y sigue tratándote como te trata, te rendirás para siempre, ¿no?" Kai había apretado los labios y Chanyeol había asentido. "¿Y si por algún extraño casual decide cambiar de opinión?"

El chico no había sabido qué responder. Sólo una parte muy, muy pequeña de su mente se atrevía a considerar aquella opción, y ni siquiera se había detenido a pensar en las consecuencias.

"No lo sé. ¿Tal vez venga al aeropuerto a decirme adiós cuando me marche?"

Sí, ojalá todo hubiera sido tan fácil.

Y, sin embargo, así fue como Baekhyun entró en la vida de Chanyeol - o, más bien, cómo Chanyeol entró en la vida de Baekhyun: con dos horas a la semana de clases forzadas, encuentros por casualidad en los pasillos y accidentes que habían acabado con una puerta anti-incendios estrellada en la cara de Do Kyungsoo. Y, a día de hoy, Chanyeol seguía sin saber muy bien qué había pasado, si había sido algo que había hecho él, algún tipo de cambio interno dentro del propio Baekhyun o un simple cúmulo de casualidades, pero, y a pesar de todo, había llegado a conocer a aquel chico. Conocerlo de verdad, como nunca hubiera pensado que habría podido llegar a hacerlo antes.

Desde pequeño, Chanyeol siempre había creído que Baekhyun era virtualmente perfecto, que lo hacía todo bien, que no había nada en lo que pudiera equivocarse. Había sido una sorpresa detenerse a mirarlo, escuchar lo que tenía que decir y darse cuenta, poco a poco, de que no había podido estar más equivocado.

Baekhyun era un chico pegado a un sueño; un chico que llevaba toda la vida corriendo detrás de algo que no podía conseguir y que se le estaba negando de

pronto, una vez tras otra. Era como un pájaro cantor enjaulado, incapaz de discernir si es que no quería echar a volar o es que tenía las alas rotas.

Y eso era triste, muy triste porque, al mismo tiempo, Baekhyun era ese chico que se reía en el pasillo por tonterías, que se aliaba con Jongdae para meterse de modo implacable con el menú del comedor y que cruzaba con él todos los días por el parque en lugar de ir directamente a la parada de autobús porque probablemente le daba vergüenza admitir que había empezado a tomar aquella ruta porque no quería encontrarse con él en el camino de vuelta a casa, pero le había terminado cogiendo cariño a aquel lugar de todas formas. Ese chico que a veces era un tanto mandón, a veces se comportaba como un maldito crío impertinente y que estaba un poco preocupado de más por el qué dirán, pero que se quedaba despierto hasta las tres de la mañana enviándole fotos de jirafas por el móvil (él decía que se parecían a su profesor de inglés), se había pasado tardes enteras haciéndole resúmenes para ayudarlo a estudiar y trataba de evitar a toda costa que sus amigos se percatasen de que lo inferior que se sentía con respecto a ellos por no tener un solo en el festival del coro ni una beca de música asegurada el año que viene para poder cantar.

Byun Baekhyun era dolorosamente imperfecto, alarmantemente frágil, increíblemente fuerte, y Chanyeol se encontró descartando del todo la imagen de aquella persona ideal que había tenido en la cabeza durante años enteros y queriendo más y más de aquel chico con el que iba a clase por las mañanas hasta un nivel que no podía siquiera llegar a describir.

Baekhyun con las luces y sombras del auditorio suavizándole la piel. Baekhyun cerrando los ojos para cantar. Baekhyun llamándolo por teléfono al salir de su última audición, diciéndole que estaba seguro de haberlo conseguido. Baekhyunnie, su Baekhyunnie, sentado solo en un banco del parque, aferrando una carta con otro rechazo más y preguntándole qué era lo que estaba haciendo mal, qué era lo que iba a hacer si tenía que renunciar a lo único que siempre había querido.

Y Chanyeol se había sentido un tanto triste, un tanto sorprendido, un tanto alarmado, porque en aquel instante había querido abrazar a Baekhyun (cosa que había acabado haciendo, por cierto), hundirle la mano en el pelo y decirle que todo estaba bien, pero también había querido besarlo; besarlo hasta que dejase de preocuparse, hasta que no pudiera hablar, hasta que le temblasen los dedos y su nombre fuera lo único que fuera capaz de decir.

No era la primera vez que ocurría, la primera vez que pensaba en algo así, ya estuviera solo, encerrado en su cuarto o con él, y aquello era un serio problema. Desde el principio, había estado prácticamente seguro (al 98%, si le preguntaban) de que empezar a darle clases a Baekhyun, a hablar con él, iba a servirle para que el otro chico lo rechazase del todo, para olvidarse definitivamente de él, no para... No para aquello. Eso no era lo que tenía que pasar; se suponía que su bonito y estupendo plan no tenía que volverse contra él y rebotarle en la cara; no así. No cuando tenía una beca para marcharse a Estados Unidos en menos de cuatro meses.

Porque tenía que marcharse. Iba a marcharse. Por mucho que Baekhyun pareciera un tanto triste al respecto (sólo a ratos) o le mandara señales confusas.

"Estás pensando demasiado" le había dicho Kai "Deberías hacer algo, ¿sabes? Él mismo no se aclara, así que mándalo al infierno de una vez, o ponlo contra una pared y bésalo hasta dejarlo tonto, pero deja de darle vueltas a todo y busca una solución ya"

Chanyeol no lo había tenido del todo claro, y Kai debía de haber pensado que ya era hora de tomar cartas en el asunto, porque prácticamente lo había secuestrado la tarde de su fiesta de despedida, lo había arrastrado al centro comercial y lo había acabado obligando a gastarse toda su paga del mes en ropa con la que se suponía que iba a estar guapo. Y Chanyeol no sabía si aquello había terminado sirviendo para algo, porque al final el que había llegado estando guapo (mucho) había sido Baekhyun, todo él vaqueros ajustados, y clavículas a la vista, y maldito eyeliner. Y él se juraba a sí mismo que había dado lo mejor

de sí para no mirarlo, para distraerse con otras cosas y no pensar los comentarios de Kai, en paredes y en lo que conllevaban, pero todos sus esfuerzos se habían acabado yendo al traste cuando había terminado metido con Baekhyun en el baño de casa de Jongdae.

No lo había esperado y no había querido que aquello pasase así, no cuando Baekhyun parecía empeñado en obligarle a confesar cosas con respecto a él, a los dos, que Chanyeol hubiera preferido guardarse para él, pero muy a pesar suyo seguía siendo absurdamente débil ante todo lo que tenía que ver con aquel chico. No débil como lo había sido de niño, en sus primeros años de adolescencia, cuando Baekhyun le había roto el corazón, pero débil igualmente.

¿Cómo iba a poder haberse resistido, de todas formas, con Baekhyun tan cerca de él, tan bonito, tan perfecto, respirando contra sus labios y preguntándole si se quedaría en Corea de pedírselo él?

Chanyeol creía que había muchas veces en las que podía presumir de autocontrol, pero, después de todo, seguía siendo humano.

Así que lo había besado. Besado como si le fuera la vida en ello, hasta que Baekhyun había separado los labios para él y le había hundido aquellas malditas manos perfectas que tenía en el pelo hasta el punto de casi hacerle daño. Y él había querido más, había querido besarle el cuello, y el hombro, y marcarle la piel, y escucharlo decir su nombre casi sin aliento, una vez, y otra, y otra más.

Chanyeol, Chanyeol. Chanyeolchanyeolchanyeol.

No tenía ni idea (o tal vez sí, para qué engañarse) de lo que habría acabado pasando allí si Jongdae, Kai y Kyungsoo no hubieran abierto la puerta en aquel mismo instante. Si era sincero consigo mismo era casi mejor no pensarlo. Pero, aún así, había pasado toda aquella noche, una vez ya solo, con una sonrisa

considerablemente estúpida pegada en la cara y los pensamientos desbocándosele.

Porque, ¿ahora qué? Tal vez pudieran arreglarlo de alguna manera. Tal vez pudieran buscar el modo de lograr que algo entre los dos funcionase. Tal vez lo que le había dicho a Kai al empezar a contar los días fuera a hacerse realidad y Baekhyun fuese a despedirlo al aeropuerto. Tal vez pudieran sobrevivir a base de Skype. Tal vez, si Baekhyun había sido sincero, él incluso pudiera intentar hablar con alguien por ver si podían retrasarle la beca un año, acortársela de alguna manera. No sabía si estaba preparado del todo para rechazar una oportunidad como aquella así como así, pero podría incluso llegar a consierarlo si Baekhyun decía la verdad.

Si decía la verdad.

Pero había resultado ser que mentía.

Chanyeol no había querido dudar, pero no había podido evitar que una parte de él - pequeña, diminuta, pero una parte a fin de cuentas - se sintiera un tanto recelosa. Byun Baekhyun podía haberle dejado besarlo, sí, pero ya le había roto el corazón una vez. Y a pesar de todo, había querido creer, había querido confiar en él con todas sus fuerzas.

Quizás por eso había dolido tanto cuando Baekhyun había declarado - delante de medio instituto, por cierto - que lo que había pasado entre los dos no había significado absolutamente nada y que Chanyeol se había estado haciendo ilusiones como un imbécil por algo que no iba a pasar jamás.

Había sido terrible al principio, como una puñalada en el centro del pecho, como una aceptación a la fuerza de lo inevitable. No sabía cuánto tiempo se había quedado parado en medio del comedor observando a Baekhyun frente a él sin

verlo del todo, vagamente consciente de que todos lo estaban mirando y pensando con amargura que el otro chico ya tenía lo que quería, que después de aquello a nadie se le ocurriría volver a crear rumores emparejándolos otra vez.

Fue en aquel mismo instante, al reaccionar justo a tiempo para ver a Baekhyun acercarse a él y comenzar a hablar, cuando se percató de que ya no se sentía triste, sino engañado. Engañado, utilizado y absolutamente furioso y decepcionado, con Byun Baekhyun, sus tonterías y la mentira en la que había estado viviendo todos aquellos años y de la que por fin acababa de despertar.

Kai se lo había advertido. En el instituto todos lo decían: que aquel chico era un niño malcriado, un egoísta. Que sólo miraba por sus intereses, que era promiscuo, un aprovechado y que le daba absolutamente lo mismo jugar con los sentimientos de los demás. Chanyeol, desde siempre, lo había negado. Siempre había dicho que se equivocaban, que eran demasiado duros juzgándolo, que Baekhyun, en el fondo, era bueno y que lo que ocurría era que no lo conocían de verdad.

Sólo ahora veía que, tal vez, el que no lo conocía de verdad probablemente fuera él mismo.

Había pensado en ello mientras salía del instituto, casi corriendo; lo había pensado mientras sacaba el móvil, cruzaba las calles, bajaba al metro. Para cuando había llegado a la residencia universitaria de Kris (que tenía horario de clases de mañana, así que estaba en su habitación), Chanyeol estaba completamente seguro de que llevaba años enteros siendo el ser humano más profundamente imbécil del universo.

Y normalmente no le gustaba hablar mal de otras personas, pero, con todo lo que había tenido encima, no lo había podido evitar.

"Todo el mundo me lo decía. Todos, ¿sabes? Y a mí me daba igual. He perdido casi diez años de mi vida intentando que se dé cuenta de que estoy aquí para, ¿qué? Tiene la voz y la cara muy bonitos, pero el resto de él no vale nada. Nunca ha merecido la pena"

Kris lo había mirado por encima del libro que había estado leyendo al llegar él.

"¿No es ese él? ¿El que te está llamando al móvil ahora mismo?"

Chanyeol se había girado y había visto su móvil vibrando sobre la mesita del café y un nombre, un diminutivo - Baekhyunnie - parpadeando en la pantalla. Había creído que le costaba respirar por un momento, sólo un segundo, hasta alargar la mano y bloquear la llamada, pulsando sobre el cristal con tanta fuerza que se le había puesto la yema del dedo blanca.

"¿Qué es lo que crees que quiere ahora, reírse un poco más?" había susurrado, tratando de ignorar lo amarga que sonaba su propia voz. No tardó mucho en añadir aquel nombre a su lista de contactos bloqueados, en desviar sus llamadas directamente a buzón. "Probablemente ahora mismo esté en clase, rodeado de su corrillo de fans y bromeando sobre lo divertido que le parece romperle el corazón a la gente. Y yo... Ojalá alguien se lo hiciera a él, ¿sabes?"

"¿El qué?"

"Daño. Daño de verdad"

Por primera vez desde que Chanyeol había entrado, Kris había dejado de fingir que no le estaba prestando atención.

"No hablas en serio" había murmurado.

"Claro que sí"

Chanyeol no recordaba mucho más de aquella tarde. Sólo que había repartido las horas entre seguir maldiciendo su estupidez (y a Baekhyun) y observar una grieta en el techo blanco, tirado sobre el sofá sin moverse. Había acabado marchándose por la noche, cuando Tao había aparecido por allí aún vestido con el uniforme de su instituto y le había dicho que su familia estaría preocupada. Chanyeol no había protestado y había vuelto a casa.

El aire había estado helado aquella noche y, a pesar de todo, el chico seguía estando furioso. Quizá por eso no había podido dormirse después de encerrarse en su habitación y tirar aquel maldito calendario suyo a la papelera, esperando olvidarse de él para siempre. Tal vez por eso había comenzado a planear, a pensar en cosas que no debía y a romper su inmaculado expediente de buen comportamiento y arriesgar todo el futuro por el que había estado luchando por algo tan ridículo como aplicar lo que le había dicho a Kris y darle a Baekhyun donde le hiciera verdadero daño, si es que aquello era posible para el caso de alguien tan despreciable como él.

Cuando le había dado el examen en aquella clase vacía, Baekhyun lo había mirado con los ojos muy abiertos, los labios temblándole, como si aquello de verdad lo hubiera afectado mucho más de lo que él hubiera podido esperar. Chanyeol había querido reírse, preguntarle qué pensaba ahora de todo, si le sentaba bien que le hubieran dado a probar su propia medicina. Por primera vez en su vida, le había echado todo en cara, había ido a acorralar, a dañar, a marcar con sus palabras.

Tal y como le había dicho a Kris, había querido ver a Baekhyun realmente herido, aunque sólo fuera por una ocasión.

Una parte de él quería pensar que había merecido la pena, pero lo único que había conseguido era más furia, más frustración y un extraño sabor, como de ceniza, en los labios, cuando el otro chico había soltado un grito ahogado y había salido casi tropezándose con sus propios pies de la habitación.

Había habido algo raro en el modo en el que Baekhyun lo había mirado antes de marcharse, pero Chanyeol no había querido pensar en ello. De hecho, no había querido pensar absolutamente en nada. Lo único que había sabido seguro era que, muy a pesar de todo, Baekhyun seguía teniendo la mejor voz que había escuchado nunca, y que se merecía pasar su última audición aunque él ya no quisiera estar allí para ver qué hacía con su vida.

Después de aquello, Chanyeol había estado convencido de que Baekhyun y él sólo volverían a coincidir los meses de clase que les quedaban juntos y que luego todo, después de tanto tiempo, se habría acabado para siempre. Pero, como de costumbre, estaba equivocado.

Kai siempre había bromeado diciendo que, para lo listo que se suponía que era, había ciertas cosas para las que no prestaba atención ninguna (lo cual lo hacía acabar quedando como un idiota) y Chanyeol suponía que aquella había sido una de ellas.

Había sido un descuido no pensar que en las salas de profesores podía haber cámaras - ¿qué demonios era su instituto de todas formas? ¿Alcatraz? - pero no podría haber dicho que no se lo había buscado cuando lo llamaron al despacho del director para quitarle la beca y suspenderle economía en primera convocatoria por hacer trampas.

No tenía manera de explicarlo. No había ningún modo de justificarlo, y, aunque hubiera tratado de hacerlo, Chanyeol dudaba que un "bueno, verán, Byun Baekhyun lleva diez años jugando con mis sentimientos" fuera una razón válida

para que lo dejaran marcharse sin castigo, así que había tenido que agachar la cabeza y aceptar que el año que viene no iba a marcharse a ninguna parte.

Aquello había sido el golpe que le faltaba. Saber que había desperdiciado el trabajo de un año entero, perder incluso la posibilidad de graduarse junto a los demás porque tenía un cero en el examen final, a pesar de sus buenas notas, a pesar de todo. Tener que sentarse en su cuarto, con la vista baja, mientras sus padres le decían que no entendían cómo alguien como él podía haber hecho algo así en un momento como ese, con un tono de voz tan suave que era mucho, muchísimo peor que si le hubiesen gritado o le hubieran cruzado la cara de una bofetada.

Había tocado fondo. Creía que ya no le quedaba ninguna sorpresa más... O al menos lo había pensado hasta que nada más y nada menos que Byun Baekhyun, en pijama y abrigo, había aparecido en su casa en mitad de la noche para contarles a sus padres una especie de galimatías incomprensible sobre que debían confiar en él.

En realidad, él no había estado allí para verlo. En cuanto había visto a Baekhyun llegar, en cuanto había escuchado que su vecino había venido a hablar con sus padres de él, se había sentido tan enfadado como no creía haberlo estado nunca antes con nadie y se había encerrado en su cuarto.

Baekhyun no tenía derecho. No tenía derecho a aparecer en su vida y pedir nada. Igual que no tenía derecho a aparecer en el despacho del director como lo había hecho, a mentir una vez más, a inventarse una especie de historia ridícula sobre como había sido él quien había convencido a Chanyeol para que se llevase el examen. No.

Él siempre había creído que, al menos, Baekhyun era una de esas personas que estaban dispuestas a darlo todo, lo que fuera, por sus sueños, pero, a juzgar por como le había hablado al director, por cómo parecía estar haciendo méritos para

que los acabaran expulsando a los dos, incluso eso le daba igual. Y Chanyeol no sabía qué pretendía con todo aquello, pero seguía sin querer saberlo.

Baekhyun no tenía derecho a seguir mintiéndole. No tenía derecho a susurrar que quería verlo feliz. No tenía derecho a pedir perdón a aquellas alturas.

No tenía derecho a decirle que estaba enamorado de él.

Lo peor de todo era que, durante un instante, Chanyeol casi lo había creído, hasta el punto de quedarse bloqueado, sin aliento, sin saber muy bien qué hacer. Luego había recordado a Baekhyun y a sus dedos perfectos en su pelo (también había parecido que le quería, entonces) y la escena que había montado en la cafetería un día después y había decidido que aquello siempre era así, que iba a acabar mal y que no tenía por qué seguirlo soportando.

Solamente horas después, al estar ya metido bajo las sábanas, con la luz de su habitación apagada, se había dado cuenta de dos cosas. Una de ellas era que, por primera vez en semanas, se sentía mentalmente agotado, pero no estaba enfadado. Ya no.

La segunda era que, cuando él se había marchado y lo había dejado allí, Baekhyun, todo él, había estado temblando.

-

La primera vez que Chanyeol tuvo ocasión de ver bien a Baekhyun después de aquello fue durante la repetición del examen de economía del lunes siguiente.

Por supuesto - y ya que habían pospuesto su expulsión un día para que pudiera realizar el examen y había tenido que ir al instituto - los dos se habían visto en

clase aquella mañana, en el momento en el que Chanyeol había entrado saludando a todo el mundo y Baekhyun había murmurado un quedo "buenos días" cuando él había pasado por su lado de camino a su sitio, pero no habían interactuado más allá de eso.

Después, Baekhyun había comido con su grupo de amigos y Chanyeol se había sentado en su mesa de siempre con Kai y Sehun, y todo habría resultado perfectamente normal y corriente si nada más y nada menos que Luhan no hubiese aparecido de la nada y se los hubiese quedado mirando con cara rara.

-Ahm... He estado pensando -comenzó a decir tras saludarlos con una mano que sacó del bolsillo de su pantalón-, y tal vez, si quiere, Sehun podría venirse a comer conmigo y mis amigos hoy.

Ante aquellas palabras, Chanyeol había dejado de concentrarse en el modo sospechoso en el que su tenedor parecía hundirse demasiado limpiamente en la hamburguesa que tenía en el plato y había levantado la cabeza justo a tiempo para ver a Sehun apretar los labios.

-¿Por qué estás hablando de mí en tercera persona si estoy delante? -preguntó en un tono de voz completamente inexpresivo.

Luhan pareció quedarse momentáneamente sin palabras.

-Si no quieres venir... -dijo al final, y probablemente habría seguido hablando si Kai no le hubiese dado lo que a todas luces era una patada a la silla de Sehun desde su sitio.

-¡Por supuesto que quiere ir! Ni se te ocurra dudarlo -exclamó, golpeando de nuevo la silla en cuestión con el pie para obligar a su amigo a levantarse. Sehun

lo miró como si estuviera planteándose el odiarlo para siempre o no, pero Kai ni siquiera se inmutó-. Buena suerte en la mesa de los idiotas, amigo mío.

Sehun puso una conveniente cara de fastidio (probablemente para ocultar que internamente estaba dando saltos de alegría porque sus esfuerzos por fin daban fruto) y comenzó a caminar detrás de Luhan, rumbo a una mesa en la que Jongdae, literalmente, los recibió con aplausos; y Chanyeol se encontró soltando una carcajada e intentando que no se le notara mucho.

-¿Por qué habrá cambiado de idea de pronto? -preguntó, entornando los ojos, a pesar de todo, ante el modo en el que Baekhyun estaba sonriendo al otro lado del comedor. Kai simplemente se encogió de hombros.

-No sé.

Después de aquello, la comida había pasado muy deprisa, y Chanyeol se había despedido de Kai y se había dirigido al aula vacía en la que los habían citado para repetir el examen de economía tan pronto como había sonado el timbre. Cuando entró, la profesora Kim no había llegado aún, pero Baekhyun estaba ya sentado en uno de los pupitres de la parte delantera de la clase, con un bolígrafo en la mano y el cuerpo inclinado sobre su cuaderno de apuntes. Chanyeol ya había tenido bastante ración de Baekhyun para toda aquella vida y probablemente dos o tres reencarnaciones, así que optó por sentarse cuatro filas por detrás y un asiento a la derecha de él, lo suficiente lejos como para no sentirse obligado a darle conversación, pero aún así Baekhyun se giró sobre su silla y lo miró.

-Buena suerte -le dijo, y Chanyeol asintió y murmuró un "igualmente". Y pensó que era raro, porque en condiciones normales se habría reído, se habría levantado y le habría revuelto a Baekhyun el pelo, y le habría dicho que él no necesitaba suerte para un examen tan fácil como aquel, pero ahora incluso las frases de cortesía se le hacían difíciles, y no entendía cómo Baekhyun podía

dedicarse a hablarle con tanta tranquilidad después de habérsele declarado y ser rechazado hacía, ¿qué? ¿Tres días?

A lo mejor aquello, como todo lo demás, también le daba igual.

La habitación había quedado sumida en un silencio incómodo y, por suerte, la profesora Kim no había tardado mucho en llegar y repartirles el examen. Tenían una hora completa para acabarlo, pero Chanyeol lo había terminado en poco más de media. Y era en aquel instante, cuando había dejado el bolígrafo sobre la mesa y había subido los ojos, en el momento previo a levantarse, cuando había visto a Baekhyun con una mano sobre los labios, la cabeza inclinada, mirando el examen sin verlo. Y había sido sólo un segundo, sólo una cosa sin importancia que él probablemente no tendría que haber visto, pero aquello lo había hecho sentirse extrañamente... inquieto.

Después, Baekhyun había seguido escribiendo y él había entregado el examen y se había marchado, pero no había podido dejar de pensar en ello en todo el camino a casa.

Aquella no había sido la última vez que había visto algo así.

El director había expulsado a Chanyeol a casa dos días, que al final habían sido el martes y el miércoles, por hacer trampas. Aquello no era un precio demasiado alto a pagar, sobre todo si se tenía en cuenta que, cuando lo habían descubierto, y antes de que el señor Lee se diera cuenta de que el examen final había sido distinto al robado, le habían suspendido sin darle opción a aprobar en primera convocatoria. Ahora, y por mucho que lo hubieran dejado sin beca, al menos podría graduarse junto al resto de sus compañeros. Y aquello era estupendo, pero estar dos días enteros metido en casa (sin internet, sin datos en el móvil, sin videojuegos y sin cualquier cosa mínimamente electrónica, que su madre se había encargado de esconder bajo llave) estaba empezando a hacerlo estar muy aburrido y un tanto nervioso.

El mismo martes, su madre - que seguía considerablemente enfadada con él - le había hecho limpiar su cuarto de arriba a abajo, y Chanyeol estaba acabando de bajar la basura que había sacado del fondo de su armario cuando vio a Baekhyun volver del instituto con Kyungsoo.

Los dos estaban riéndose por algo, completamente ajenos a que él estuviera allí, y Kyungsoo dejó a Baekhyun en su portal y se despidió. Sin moverse de su escondite, Chanyeol lo vio despedirse y marcharse, y a Baekhyun saludarlo con la mano y prometer en voz muy alta que iba a dedicarse a ensayar toda la tarde. Lo cual habría sido normal si Baekhyun no hubiera vuelto a quedarse completamente quieto un segundo, con los ojos cerrados y la espalda contra la pared junto a la entrada de su portal, en cuanto su amigo hubo desaparecido.

Aquella tarde, Baekhyun sí que había estado ensayando. Igual que también estuvo cantando el miércoles. Y lo que repetía era una canción que había practicado antes, delante de él, muchísimas veces, pero Chanyeol (que había descubierto hacía años que podía llegar a escuchar a Baekhyun cantar si el chico tenía la ventana de su cuarto abierta y él abría la ventana de su salón) jamás lo había oído cantarla así; en un tono de voz tan fuerte, tan áspero, tan él, que el chico volvió a preguntase otra vez como alguien en su sano juicio podía no querer concederle una beca.

No es que a él le importara, no de modo personal - ya no - pero era una de esas cosas que seguían pareciéndole ridículamente injustas.

Cuando Baekhyun hubo acabado de cantar y él regresó a su habitación, decidido a esperar allí a que sus padres volvieran del trabajo otro día más, lanzó una mirada prácticamente casual al escritorio, como solía hacer siempre que entraba por la puerta. Su madre le había traído un calendario nuevo para sustituir el que él había tirado a la basura, y la superficie en blanco bajo cada día lo hizo detenerse y parpadear un instante antes de suspirar y lanzarse sobre la cama.

¿Cuándo era la audición de Baekhyun? ¿Aquella semana? ¿La próxima? Su vecino estaba ensayando, ensayando, ensayando aquellos días, hasta el punto en el que lo veía llegar tarde a casa después de clase y dejarse la garganta en su habitación hasta la hora de cenar, pero a Chanyeol nadie le había dicho el día exacto.

Y aún así, él no acababa de entenderlo del todo. Por qué Baekhyun se esforzaba ahora tantísimo cuando hacía una semana se había vuelto loco y había estado a punto de conseguir que lo suspendieran y expulsaran también a él.

"¡Estoy enamorado de ti!"

¿Podría ser...? O no. Mejor no engañarse, mejor no pensar en ello.

Y así las horas pasaron, y la noche llegó, y se fue, y de repente la alarma del despertador estaba sonando y había llegado el jueves.

-

-¡Vaya, dichosos los ojos! ¿Qué tal llevas tu futura vuelta a clase después de dos días de exilio?

Chanyeol, que estaba dando lo mejor de sí para anudarse correctamente la corbata del uniforme - sin mucho éxito - mientras entraba en la cocina, miró a su hermana exagerando un mohín.

-Me he despertado con la alarma en vez de con mamá gritándome que voy a llegar tarde por primera vez en meses. Debe de ser todo un logro.

Yura se rió, y se levantó de la silla en la que estaba sentada.

Ya estaba vestida para salir, y al contrario que él, que siempre se las apañaba para parecer un desastre humano a aquellas horas terribles de la mañana, estaba bien peinada, y arreglada, y despierta.

-Llevas casi tres años con este mismo uniforme y todavía no has aprendido a atarte la corbata -bromeó, agarrándolo por el cuello de la chaqueta para obligarlo a inclinarse hacia delante y comenzando a hacer el nudo de modo correcto (por no decir ignorando vilmente su exclamación de protesta al sentir que su propia hermana lo estaba ahogando)-. A veces me pregunto por qué dicen que eres tan listo.

-Porque saco buenas notas y... ¡Au!

Tras un último tirón, Yura sonrió y se apartó un par de pasos para contemplar su obra maestra mientras Chanyeol se peleaba con el nudo, tratando de aflojarlo. Cuando por fin lo logró, se sentó frente a su hermana, que ya había vuelto a enfocar su atención en el desayuno.

-Mamá quiere que te acompañe al instituto hoy. Para disculparnos en persona con el director y todo eso -le indicó entre sorbo y sorbo de té.

-¿Otra vez?

-Otra, sí. También me ha dicho que te dijera que ha visto a nuestro vecino favorito saliendo pronto de casa, al parecer para ir a la audición que tenía hoy, y quería saber si ya le habías deseado suerte.

Chanyeol, que se estaba dedicando a llenar su propia taza enorme de café, apoyó la cafetera en la mesa y parpadeó.

-¿Era hoy? -murmuró, y Yura suspiró por encima de su tostada.

-La señora Byun se lo dijo ayer a mamá. ¿No lo sabías? -Chanyeol negó con la cabeza.

-No es que Baekhyun y yo hayamos estado llevándonos muy bien últimamente.

-Una pena. Creí que las audiciones lo ponían nervioso.

Chanyeol no dijo nada, y en lugar de eso decidió concentrarse en comerse su desayuno en silencio. Recordaba a Baekhyun diciéndole en la oscuridad que no creía ser lo suficientemente bueno, a Baekhyun preguntándole por qué nunca nada le salía bien. Y él le había dicho que iría con él, que la próxima ocasión lo conseguiría.

-No es mi problema -murmuró.

-Chanyeol...

El resto del desayuno transcurrió en silencio, y el chico no tardó mucho en levantarse y dirigirse a su habitación, dispuesto a terminar de preparar todos los libros que tendría que llevar aquel día a clase. Su teléfono móvil, un trasto enorme y básicamente inútil ahora que no tenía tarifa de datos, estaba tirado encima de su cama, resaltando visiblemente sobre los colores claros del edredón.

Mordiéndose el labio, Chanyeol se lo llevó hasta la silla del escritorio y, tras desbloquear la pantalla, se quedó mirando el menú de inicio sin saber muy bien qué hacer.

Seguía sin ser su problema, pero no pudo evitar entrar a la sección de ajustes, al directorio de números bloqueados, y quedarse mirando el único contacto que aparecía listado allí. Tal vez fuese un acto de pura cortesía llamar, desearle suerte, aunque no tuviera intención de acompañarlo.

Estaba a punto de descartar la idea - porque era una idea idiota y muy posiblemente a Baekhyun sus ánimos le dieran tan igual como todo lo demás cuando su teléfono empezó a vibrar y la pantalla de inicio le mostró que tenía una llamada entrante.

-¿Eh? -murmuró, pillado por sorpresa, al ver que el móvil comenzaba a vibrarle en la mano-. ¿Eh? -repitió una vez más, al reconocer el nombre de quien lo llamaba, una persona a la que había tenido desde el principio en su lista de contactos, pero que no lo había llamado nunca. Sintiéndose ligeramente alarmado (podía haber pasado algo, ¿qué ocurría si había pasado algo?) pulsó sobre el botón verde en su pantalla y se llevó el teléfono al oído-. ¿Kyungsoo? ¿Hola? ¿Pasa algo?

Se oyó una respiración queda al otro lado de la línea, y luego se escuchó la voz del chico en el auricular. -Chanyeol. Siendo el mejor amigo de Kai, Chanyeol conocía aquel tono. Era la voz de "Kim Jongin, estás haciendo el idiota", la voz de "Kim Jongin, te estoy juzgando y vas a dormir solo esta noche" y Chanyeol no supo si sentirse honrado, extrañado o un poco asustado por ser él el destinatario de algo que, a todas luces, no iba a ser un mensaje de felicitación por incorporarse de nuevo a clase.

-¿Ha ocurrido alguna cosa? -volvió a preguntar, apoyándose en el respaldo de la silla. Una parte de él lo había estado esperando, pero el chico frunció el ceño tan pronto como escuchó la respuesta.

-¿Qué va a pasar? Baekhyun es lo que pasa. Tiene la audición hoy. ¿Has hablado con él?

Chanyeol cerró los ojos, sintiendo que el buen humor del que se había despertado aquella mañana comenzaba a sustituirse por aquella ya conocida sensación de cansancio.

-No hablo con él desde la semana pasada. ¿Te ha pedido que me llames?

-No. Más bien me ha pedido que no te llame a pesar de que llevo toda la semana diciéndole que voy a hacerlo.

Chanyeol estuvo tentado de apartarse el móvil de la oreja y quedárselo mirando.

-¿Cómo? -murmuró en su lugar. Kyungsoo tomó aire con una longitud casi exasperante.

-No sé lo que estáis haciendo -dijo finalmente-, Baekhyun y tú. Pero, por el bien de los dos y de todos nosotros, parad ya.

-¿Qué?

-Te aprecio -comenzó Kyungsoo, que, a juzgar por los ruidos al otro lado de la línea, acababa de levantarse de donde quiera que estuviera sentado-. Te aprecio mucho, y siempre pensé que el idiota de Baek era injusto contigo, y que se

merecía una cura de humildad, pero, ¿esto? ¿Es necesario todo esto, toda esta...? A pesar de que sea medio imbécil, Baekhyun es mi mejor amigo, y no sé qué le dirías exactamente el viernes pasado, porque no me lo ha querido decir, pero sea lo que sea, estoy seguro de que tampoco fue justo después de todo lo que ha hecho él por ti.

Chanyeol permaneció en silencio durante unos instantes.

-¿Lo que ha hecho el por mí? -repitió. Después de semejante discurso, ya no sabía si estaba enfadado otra vez o simplemente totalmente descolocado-. ¿Qué es lo que ha hecho por mí? ¿Pedirme que me quede primero y rechazarme después delante de medio instituto? ¿Eso?

Su voz había aumentado en volumen al hablar, y Chanyeol se interrumpió en seco, sorprendido por aquel hecho. Había creído que ya no estaba enfadado, que toda esa escena había pasado a darle igual, pero, al parecer, se equivocaba, y lo último que necesitaba ahora era a Kyungsoo para recordárselo.

-Mira, tengo que ir a clase... -comenzó, pero el otro chico lo cortó en seco.

-No -replicó-, no. No lo sabes, ¿verdad? No lo sabes.

En el fondo, Chanyeol no quería preguntar.

-¿El qué no sé? Kyungsoo, tengo que irme.

-Baekhyun salió a buscarte. Salió a buscarte en el mismo momento en el que te marchaste corriendo de la cafetería, a pesar de que Jongin estaba amenazando con partirle la cara allí mismo. Estuvo en la calle intentando encontrarte hasta casi medianoche, Chanyeol. Tuve que obligarlo a volver porque no quería irse

sin ti, y para cuando lo conseguí hacía horas que era noche cerrada. Estaba tan alterado que creí que iba a tener que ir a buscarlo o se quedaría en la calle hasta que amaneciera.

Durante un momento, Chanyeol no supo qué decir. Sentía el sentido de aquellas palabras, lo que querían decir de verdad, adquiriendo significado, y se olvidó de respirar por un instante.

-Espera, ¿qué...? -murmuró.

-Creo que te llamó por teléfono. ¿No lo viste? Me dijo que te había llamado por teléfono.

Chanyeol cerró los ojos.

-No -recordaba haber estado en la habitación de la residencia de Kris, mirando la pantalla del móvil, rechazando la llamada y añadiendo a Baekhyun a su lista de contactos bloqueados. En aquel momento, Kris le había preguntado si no iba a contestar y él lo había desviado todo directamente a buzón de voz y se había olvidado de ello.

-Habló contigo al día siguiente, ¿no? -añadió Kyungsoo, que ya no parecía enfadado en absoluto. Hablaba en voz suave, muy suave, casi como si estuviera triste y Chanyeol tenía la impresión de que aquello era la peor señal que hubiera podido pedir-. Me parece que quería disculparse, pero la cosa le salió bastante mal. No sé qué fue lo que le dijiste, y te aseguro que Baek no querría que tú te enterases, pero se pasó tres horas de reloj llorando en el baño de nuestra planta después de que le dieras aquel examen.

Esta vez, Chanyeol ni siquiera supo qué decir. Trató de recordar qué le había dicho exactamente, cuáles habían sido sus palabras exactas antes de darle el

examen, o después, pero todo de lo que se acordaba era de que había sido algo que, en aquel momento, pensaba; que había sido sincero y que había querido hacerle daño.

Chanyeol odiaba, odiaba, ver a la gente llorar, e imaginarse a Baekhyun haciéndolo por unas palabras que él había dicho y que no llegaba a recordar era algo que se le estaba clavando en el alma de una manera que no había podido siquiera llegar a imaginarse.

A pesar de todo lo que había pasado. A pesar de todo.

Pero entonces...

-Kyungsoo -llamó. Estaba seguro de que estaba empezando a hacerse tarde para ir a clase, y creía haber oído a su hermana llamándolo desde la cocina, pero en aquel momento le daba igual. Su mente había comenzado a trabajar, saliendo de lo que a todas luces era un estado de shock temporal para empezar a atar cabos a toda velocidad. Y, de repente, estaba empezando a temerse algo, algo que le estaba haciendo sentir un nudo en el estómago, pero aún así tenía que saberlo-. ¿Tú sabes por qué Baekhyun fue al despacho del director a decir que todo lo que ocurrió con el examen fue culpa suya?

De tener que poner la mano en el fuego, habría jurado que Kyungsoo estaba sonriendo.

-Piensa. ¿No lo sabes?

Chanyeol dejó escapar el aire de los pulmones. Recordaba a Baekhyun pidiéndole perdón una vez tras otra, repitiendo como si fuera un mantra que quería verlo feliz. Lo recordaba encogiéndose bajo su contacto cuando lo había sujetado por el brazo, el modo en el que había parecido absolutamente asustado

cuando él le había gritado que le dijese la verdad. La manera en la que, cuando se había marchado él después de rechazarlo, había estado temblando.

-Estaba... -comenzó a decir, pero acabó quedándose callado, porque ni siquiera sabía cómo ponerle palabras a aquello-. No es que le diera igual que lo expulsaran, ¿verdad? Todavía quiere pasar esa audición, ¿no? Lo que estaba haciendo era... Lo estaba haciendo para que yo... No puede ser.

Kyungsoo pareció meditar en su respuesta un momento.

-Yo tengo novio -acabó diciendo-, y una beca. Si, por cualquier motivo, Jongin me hubiera pedido que renunciase a ella, si hubiera tenido que hacerlo porque él lo necesitara, muy probablemente habría acabado aceptando, pero habría tenido que pensarlo mucho, ¿entiendes? Muchísimo. Para la gente como Baekhyun y como yo, esto es el sueño de nuestras vidas. No habría sido fácil desistir. No habría sido fácil siquiera pensar en sacrificarlo.

Chanyeol trató de responder con algo sincero y relativamente inteligente a aquello, pero, ahora sí, se había quedado sin palabras. Se sentía incapaz de hablar, de moverse, de seguir manteniendo aquella conversación sin estar al cien por cien, del todo, seguro de lo que estaba pasando, así que aferró el auricular con más fuerza.

-¿Puedes esperar un segundo? -susurró-. Ahora te llamo.

Kyungsoo dijo algo que sonó ligeramente molesto, pero Chanyeol no tenía tiempo para escucharlo. Todavía sujetando el móvil en la mano, se levantó de la silla, salió al pasillo, entró en la cocina como una estampida. -¿Qué es lo que dijo Baekhyun cuando estuvo aquí el otro día? -exclamó en cuanto vio la figura familiar de su hermana, de pie junto a la nevera-. ¿Dijo algo raro? ¿Qué es lo que quería exactamente?

Yura tenía puesta ya la gabardina sobre el vestido, como si hubiese estado lista para salir, para acompañarlo a clase. No le preguntó por qué no estaba preparado todavía, ni a qué venía una pregunta como aquella tan de repente.

-¿Que qué fue lo que dijo? -susurró-. Que el problema con tu beca era culpa suya, creo. Que iba a arreglarlo él.

Chanyeol no sabía qué cara estaba poniendo, pero estaba seguro de que tenía que estar pálido como un muerto.

-Mierda -musitó-. Mierda, mierda, mierda.

Lo siguiente que supo era que había vuelto a echar a correr hacia su habitación, había cerrado la puerta tras de sí y estaba parado de pie, en mitad de la alfombra, con el móvil en la mano y marcando con dedos temblorosos el número del buzón de voz. Tenía siete mensajes nuevos, todos del mismo día, del mismo número, así que cerró los ojos y presionó sobre el botón de escuchar.

"Yeol" lo llamó una voz conocida, grabada hacía semanas, y él apretó los labios por culpa de aquel tono, de aquella desesperación, del modo de decir su nombre "No... No sé dónde estás ahora, pero he salido del instituto para buscarte. Si escuchas esto, llámame. Por favor. Necesito... Necesito hablar contigo, ¿vale?"

El siguiente mensaje era más o menos lo mismo, enviado unas horas más tarde, con más ruido de fondo y una voz un poco menos entera y más desesperada. Estaba enviado a las 15:40, y había otros más, a las 17:03, 17:55, 19:17, 21:59, cada vez con más ruido y menos voz. El último se había recibido a las 22:41, y se había enviado desde una calle llena de coches; de coches y de viento helado.

"¿Chanyeol?" decía la voz, y el chico contuvo una exclamación por lo débil que sonaba por debajo de todo lo demás "Ya sé que no quieres hablar conmigo, pero... Por favor, dime dónde estás. Lo siento, lo siento muchísimo, pero dime dónde... Dime que estás bien"

Después de aquello, el mensaje se cortaba de golpe, y la voz mecánica del contestador le preguntaba si deseaba borrarlo, archivarlo o escucharlo de nuevo. Y a él le hubiera gustado reíse, porque no sabía qué opción era la peor de las tres.

Si tenía que ser sincero, Chanyeol siempre había pensado de sí mismo que era una buena persona, de esas que ayudaban a su madre con la limpieza y colaboraban en la colecta benéfica de Navidad. Nunca le había hecho daño conscientemente a nadie, decía. Siempre había preferido llevarse bien con todos antes que herir a los demás, decía. Salvo una vez, aquella vez. Y ahí había estado Baekhyun, buscándolo en la calle para pedirle perdón hasta casi medianoche mientras él se escondía en la habitación de su amigo y decía con total sinceridad que esperaba que alguien le partiera el corazón.

Y ahora se daba cuenta que aquello era precisamente lo que se había dedicado a hacer él a partir de aquella noche, del día siguiente. Que, por lo que le había contado Kyungsoo, había hecho un trabajo endiabladamente bueno, más de una vez, más de dos, probablemente tres seguidas en un par de semanas. Y había sido tan ridículamente sencillo, tan fácil, que no se había dado cuenta hasta ahora de hasta qué punto le tenía que haber acabado haciéndole daño.

Recordaba a Baekhyun, sentado en su sitio y mirando al frente mientras sus compañeros de clase decían toda clase de cosas de él, después de que hubiera pasado todo el asunto de la cafetería. Tal vez, en el fondo, el chico nunca hubiera pretendido herirle tanto. Tal vez ninguno de los que hablaban tuviera ni la más mínima idea.

Incluyéndolo a él. Sobre todo a él.

Baekhyun estaba a punto de hacer un examen al que siempre le había tenido pánico. Y él le había roto el corazón y lo había dejado solo.

-¿Chanyeol? -su hermana asomó la cabeza en la habitación, pasando a entrar, despacio y detenerse frente a él. Tenía las manos tras la espalda y una sonrisa suave en los labios-. ¿Estás bien?

Ojalá hubiera sido posible explicar cómo se sentía en una sola frase en lugar de estar parado allí como si hubiera perdido el don de la palabra.

-Yo... La verdad es que ahora mismo no sé muy bien...

Yura le dio una especie de palmada en el hombro, lo cual era divertido teniendo en cuenta que era considerablemente más baja que él.

-¿Sabes? -comenzó-. Tengo un hermano que es un desastre. Uno que no sabe dónde deja las cosas que necesita.

-¿Eh?

Yura sonrió más y le tendió algo, lo que había estado escondiendo con las manos a la espalda durante todo aquel tiempo. Era algo pequeño, que no ocupaba demasiado espacio; algo lleno de tinta, de borrones, de garabatos, y Chanyeol ahogó una exclamación de sorpresa.

No sabía muy bien cómo, pero su hermana le estaba devolviendo su antiguo calendario.

-¿De dónde has sacado...?

-Creo que se te cayó en la papelera por error, así que lo recogí para ti. Sería una pena que lo tirases teniendo una cuenta atrás importante que hacer, ¿no?

Chanyeol recogió la pequeña estructura de cartón y papel, pasó las páginas hasta volverla a abrir en el mes actual. Había dejado de anotar cosas allí hacía algo más de veinte días, y los números bajo cada uno de ellos resaltaban mucho, muchísimo más, ante tanto espacio en blanco.

-No es exactamente una cuenta atrás -dijo en voz baja, más como si hablase para sí mismo que para ella. Se recordaba sentado en aquel mismo dormitorio con Kai, hablando de planes de futuro, de espinas clavadas y de posibles despedidas en el aeropuerto-. Yo sólo estaba poniéndome un límite, contando hasta cien.

Yura sonrió.

-¿Y entonces? ¿Qué es lo que quiere eso decir?

-Que creo que hoy no voy a ir a clase. Cuando Chanyeol llegó al lugar en el que se celebraba la audición, allí todavía quedaba mucha gente.

No sabía cómo se las había apañado para llegar de una pieza (bueno, sí, Kyungsoo le había enviado la dirección por mensaje de texto y él se había dejado lo que le quedaba de paga del mes en un taxi, con el permiso de su hermana), pero ahora que estaba allí ni siquiera sabía por dónde buscar.

Kyungsoo sólo iba a prestarle ayuda sin matarlo hasta cierto punto ("me da igual si lo sigues queriendo o has pensado que ya no, pero tienes que hablar con él y cerrar las cosas") y a Baekhyun se le había ocurrido la estupenda idea de apagar el móvil, así que estaba solo. Solo entre un montón de gente con cuadernos, partituras y números de plástico sujetos con un clip al pecho, tratando de buscar una aguja en un pajar.

Ojalá fuese una aguja que se dejase ver pronto, porque él no podía dejar que Baekhyun entrase a hacer el examen antes de aclarar lo que tenía que aclarar. Todavía no.

Así que recorrió la explanada, delante del edificio principal de la universidad donde se estaban realizando las pruebas varias veces, mirando a un lado y a otro y, tras una media hora infructuosa, comenzó a adentrarse en las callejuelas adyacentes, una, y otra, y otra vez.

Fue al ver algo parecido a un parquecillo en la parte trasera del edificio cuando sintió una especie de presentimiento y la respiración se le entrecortó en los pulmones. Porque era como si lo estuviese viendo, como si supiera lo que se iba a encontrar.

No se había adentrado entre los arbustos ni tres pasos cuando lo vio, sentado sobre un banco y con la cabeza inclinada hacia delante, el flequillo sobre la frente y los ojos fijos en el cuaderno que llevaba sobre el regazo. Estaba vestido de calle, con una camiseta blanca, cazadora y vaqueros, y parecía joven, muy joven, a pesar de que no dejaba de ser medio año mayor que él.

Aquella siempre había sido una de sus cosas favoritas: observar a Baekhyun cuando el otro chico creía que no lo veía nadie. Cuando no actuaba pensando en qué dirían los que estaban a su alrededor ni estaba tratando de fingir que todo estaba bien. Casi se sintió cohibido al tener que llamarlo, a pesar de todo lo que, de repente, necesitaba hablar con él.

-Baek.

Delante de él, el chico alzó la cabeza y lo miró un instante, parpadeando como si no lo reconociera. Y de repente lo hizo, dio un respingo y se levantó.

-¿Chanyeol?

Todo lo que pudo hacer él fue sonreírle, tal vez no su sonrisa de siempre, sino un gesto débil, pero una sonrisa al fin y al cabo, la primera dedicada a él en semanas. Muy a pesar suyo, Baekhyun era Baekhyun, y aunque lo estuviera mirando como si hubiera visto un fantasma, seguía siendo ridículamente precioso.

-Hola.

-¿Por qué...? ¿Qué estás haciendo aquí?

A Chanyeol le hubiese gustado saberlo. Le hubiese gustado decírselo de modo concreto. Pero había querido hablar con él, confirmar las cosas, había querido verlo, pero no sabía qué decir, ni cómo, ahora que lo tenía delante y escuchando.

-Te prometí que vendría, ¿no? Cuando te rechazaron en la última audición te prometí que estaría aquí en la siguiente -acabó diciendo. Baekhyun lo miró durante un instante como si no acabara de creérselo, como si esperara algo más, y Chanyeol lo vio tomar aire y temblar otra vez, casi imperceptiblemente. -No tenías por qué -susurró, y la frase tenía un deje extraño, derrotado-. ¿Qué sentido tiene, después de todo lo que ha pasado? Pensé que habías dicho que no querías verme más.

-Cambio de planes. Quería verte; he venido a verte -Chanyeol suspiró y lo aferró por la muñeca, frunciendo el ceño al sentir que los músculos del antebrazo de Baekhyun se tensaban-. Necesitaba hablar contigo. ¿Te queda tiempo?

Por su expresión facial, el otro chico parecía más que dispuesto a decirle que no, pero, tras un rato, asintió.

-Aquí no hay nadie.

-¿Cuándo entras en la audición?

-Como en cuarenta minutos.

-Oh, vale.

-Así que tú dirás.

Chanyeol trató de pensar en qué decir durante un segundo. Se sentía como si todo lo que hubiera pasado en aquellas últimas semanas fuera una especie de niebla muy fea y, tras días en la oscuridad, estuviese empezando a ver a Baekhyun otra vez.

Baekhyun, Baekhyun, su Baekhyunnie, que lo miraba como si estuviese a punto de empezar a gritarle, a llorar o a salir corriendo de un momento a otro.

-No voy a repetir curso -declaró, y su vecino pasó a quedarse muy inmóvil, con los labios entreabiertos-. No te lo dije, y no sé si lo sabes, pero fue gracias a que

fueras a hablar con el director que me dejaron repetir el examen. Solamente, quiero decir. En vez de enviarme directamente a segunda convocatoria.

Baekhyun todavía tenía el cuaderno que había estado mirando en las manos, un cuaderno lleno de notas, y garabatos, y que estaba sujetando tan fuerte que los nudillos se le habían vuelto blancos. Sólo entonces se dio cuenta Chanyeol de que conocía aquel cuaderno en cuestión, y que Baekhyun había estado escribiendo las notas de las canciones que había estado ensayando para aquella audición en su vieja libreta de economía.

-Aún así, no te devolvieron tu beca -murmuró.

Había habido una vez, ochenta y ocho días atrás, en la que ese cuaderno había estado vacío. Había habido una vez, ochenta y ocho días atrás, en la que no había pensado que tuviera que buscar las palabras para arreglarle el corazón a nadie.

-Bueno... No era la única beca del mundo, ¿no? Si apruebo en primera convocatoria puedo conservar la media que tengo, así que podría entrar a estudiar prácticamente donde yo quisiera, en este país. Tal vez incluso consiga otra beca para irme fuera más adelante. Si es que quiero.

Baekhyun tiró del brazo que Chanyeol todavía le estaba sujetando hasta conseguir soltarse.

-Pensaba que era esa beca la que querías -murmuró, y su voz sonó amarga.

Chanyeol tragó saliva.

-Sí -replicó-, pero esa beca era un plan B, y los planes B no tienen por qué ser exactos ni salir bien siempre, ¿no?

-¿Qué quiere decir eso? ¿Que hay un plan C? -Baekhyun sujetó su cuaderno aún con más fuerza, y Chanyeol supo que no sabía cómo demonios iba a decirlo, pero que sí sabía lo que quería decir.

-No -contestó-, sólo estaba el plan B. Sólo ese. Y el A.

Baekhyun se rió en voz baja, una risa que sonó tan poco real que llegaba casi a hacer daño.

-Un plan A que fue un desastre.

Un pájaro pió en algún punto sobre sus cabezas y Chanyeol apretó los puños. No sabía qué hacer con las manos, así que las metió en los bolsillos.

-Eso depende -murmuró, y Baekhyun alzó los ojos. Todo se había vuelto a quedar en silencio otra vez.

-No pude... -comenzó a decir-. ¿De qué se supone que depende?

-¿Todavía me quieres?

Chanyeol no sabía cómo demonios se las había apañado para decir algo así sin que le temblase la voz y, a lo largo de un segundo que se le hizo eterno, Baekhyun lo miró absolutamente quieto, con los ojos muy abiertos y el labio de abajo temblándole. Hasta entonces, había parecido tranquilo, había llevado la máscara puesta. Un momento después, todo se derrumbaba.

-No te atrevas -susurró, retrocediendo-.

No te atrevas a venir aquí después de todo esto y a sacar ese tema como si no me hubieras... No hagas esto -el chico parecía súbitamente alerta, acorralado, como si, ahora sí, fuera a salir corriendo, y Chanyeol volvió a sujetarlo por la muñeca-. Suéltame, ¿quieres? Por favor. Suelta.

-Baekhyun.

Su vecino trató de liberarse, pero estaba demasiado alterado como para conseguir nada, así que dejó muerto el brazo y comenzó a hablar, bajando el tono de voz, sin mirarlo a los ojos.

-¿No te lo dije el otro día? Claro que te quiero. Claro que te... He sido un idiota durante diez años, ¿vale? Pero te juro que te lo compensaría durante los diez siguientes si pudiera, si tú me... Si yo sólo...

Baekhyun separó los labios, buscando, probablemente, tomar el aire que le faltaba para poder seguir diciendo incoherencias, pero Chanyeol ya había oído todo lo que necesitaba escuchar. Llevaba queriendo besarlo desde que había escuchado aquel último mensaje en el buzón de voz de su teléfono, desde que había llegado corriendo a aquel parque desierto y lo había visto allí, sentado, repasando su canción en silencio, desde que se había dado cuenta de que el que se suponía que era el chico más egoísta de toda la escuela había estado dispuesto a tirar sus sueños por tierra para tratar de devolverle los suyos a él; así que tiró del brazo de Baekhyun para acercarlo a él, se inclinó y lo hizo, sin dejarle tiempo a protestar, a decir nada.

Su corazón latió una vez y Baekhyun hizo el amago de apartarse; latió otra más y su vecino se quedó muy quieto contra él. Al tercer latido - y cuando él ya

estaba empezando a preocuparse porque qué pasaba si había perdido su oportunidad, si le había roto el corazón hasta el punto en el que ya no había remedio, si... - Baekhyun le había echado los brazos al cuello, tiraba de él todavía más hacia abajo y le devolvía el beso, clavándole los dedos en la piel y moviendo los labios contra los suyos de un modo que logró que a Chanyeol se le hiciera muy difícil apartarse en el momento de ir a tomar aire.

Lo hubiera besado otra vez, pero Baekhyun retrocedió, sólo un poco.

-¿Qué se supone que es todo esto? -preguntó en un susurro, y su voz temblaba, y Chanyeol no sabía si aquello era buena o mala señal-. ¿Primero me rechazas y ahora apareces de la nada y me besas? ¿Qué...?

-No lo sabía -respondió él, sin dejarle tiempo a terminar la frase-. No sabía que tú... ¿En qué demonios estabas pensando, buscándome en la calle a las once de la noche? ¿Y si te hubiera pasado algo?

Baekhyun parpadeó, cogido por sorpresa.

-¿Eh? ¿El qué? Pero si...

-Podías haberte caído, haberte perdido; podía haberte atropellado un camión de bomberos, qué se yo. Y lo peor de todo es que si Kyungsoo no me lo hubiera dicho, no habría...

Baekhyun subió la cabeza para mirarlo.

-¿Has hablado con Kyungsoo? -murmuró-. Ay, dios mío. ¿Qué te ha dicho?

Chanyeol quiso responder en tono serio, pero se encontró sonriendo. Y no pudo evitarlo, ni quería, porque había echado de menos, mucho de menos, aquello.

-Básicamente que tú estabas triste y que yo soy idiota -declaró, alargando los brazos para aferrarlo por los hombros-. Y creo que ya entiendo por qué Kai dice que a veces da miedo, porque cuando le llamé para pedirle la dirección de este sitio creía que me iba a matar.

-¿Matarte?

-Por dejar sólo a su mejor amigo, supongo. Por no hablar con él. Por dejarte siquiera pensar que... -el chico tomó aire-. ¿Me perdonas, Baekhyunnie?

Baekhyun se lo quedó mirando. Abrió la boca. Volvió a cerrarla.

-¿Tú me estás pidiendo perdón? -murmuró-. ¿A mí?

-Tú llevas haciéndolo durante más de dos semanas, así que por la parte que me toca... -Baekhyun se lo quedó mirando con la expresión totalmente en blanco y, antes de que él pudiera reírse o añadir nada más, estaba temblando de nuevo, como si fuera a caerse al suelo o a empezar a llorar. Durante un instante, Chanyeol temió haber hecho o dicho algo que no debiera, y volvió a sentir un ligero deje de pánico en el estómago-. ¿Baek?

Una de las manos perfectas de su vecino se cerró en torno a la corbata de su uniforme, y su voz sonó ronca cuando habló.

-Ya no sé ni que está pasando -susurró, tomando aire-. No lo sé, pero... ¿Sabes qué?

-¿Qué?

-A la mierda todo, Park Chanyeol -y un segundo después, el estaba tirando de su corbata hacia abajo para hacerlo inclinarse hacia delante y besarlo. Y era la segunda vez que alguien hacía aquello aquel día, y una parte de Chanyeol estaba segura de que el riego sanguíneo al cerebro iba a acabar cortándosele teniendo en cuenta lo fuerte que estaba tirando Baekhyun de aquel maldito trozo de tela (por no hablar de que probablemente tendría que aflojarse el nudo luego y su hermana lo mataría por no llevar la corbata bien puesta) pero en aquel instante todo le daba igual porque Baekhyun lo estaba besando, y tenía los ojos cerrados, y los labios suaves, y los estaba abriendo para él.

-Creo que tienes un examen -dijo tras un rato (que podía haber sido más o menos largo y en el que los dos se las habían apañado para medio esconderse detrás de un árbol - lo cual en el fondo era irrelevante porque por allí no pasaba nadie sin despegarse el uno del otro). Baekhyun había dicho antes que iba a tener que entrar a su audición en cuarenta minutos, y Chanyeol no sabía qué hora era, y no estaba llevando la cuenta, pero no quería despistarse y que Kyungsoo lo matara al día siguiente si Baekhyun se perdía el examen por haber estado distraído con otras cosas.

El otro chico se rió con suavidad, le apoyó la frente en el hombro. Estaba temblando otra vez, pero no parecía nervioso.

-Ya ni siquiera me acuerdo de lo que iba a cantar hoy -confesó con una carcajada. Chanyeol exageró un suspiro.

-No estoy haciendo bien de apoyo moral, entonces. Se suponía que tendría que haber sido al revés -bromeó, y sonrió al ver que el otro chico hacía amago de golpearle con el puño cerrado en el brazo-. Lo harás perfectamente -añadió,

ahora ya hablando en serio-. No hay nadie que pueda hacerlo mejor que tú. Y, además, hoy es nuestro día de la suerte; sólo te informo. Para que lo sepas.

Baekhyun se apartó para poder mirarlo.

-¿Día de la suerte? -repitió.

Y Chanyeol podía haber dicho muchas cosas. Podía haber dicho que aquel era el día en el que había descubierto hasta qué punto podía llegar a echar a alguien de menos; el día en el que había decidido qué cosas eran importantes de verdad. El día en el que empezaba algo nuevo, en el que dejaba atrás del todo a la imagen de Baekhyun que había perseguido de pequeño y se daba cuenta de hasta que punto quería al Baekhyun que tenía delante, al Baekhyun de verdad.

Podría haberlo dicho, sí. Podría haberlo hecho, pero simplemente sonrió. Recordaba la cuenta; los números, escritos a bolígrafo, garabateados bajo cada día del mes.

-Es el día ochenta y ocho de mi calendario, Baekhyunnie -respondió-. El día ochenta y ocho.

Epílogo: 67 Días después Baekhyun entró a su audición tres minutos tarde, con la etiqueta con su nombre y número torcida, el pelo revuelto y una sonrisa estúpida en los labios. Cuando le preguntaron por qué estaba optando a una beca tan exigente como aquella, decidió dejar a un lado el razonamiento plenamente justificado que siempre repetía y dijo simplemente que aquello era lo que quería, lo que quería de verdad. Al preguntarle, después de la entrevista, qué era lo que les iba a cantar,

el chico se dio cuenta de que lo que le había dicho a Chanyeol era verdad y que su cerebro parecía incapaz de recordar todo lo que había estado ensayando durante el último mes, así que se encogió de hombros y, en vez de tratar de concentrarse en las complicadas armonías que llevaba practicando durante días, cerró los ojos y cantó.

Cantó la misma canción que había ensayado con Chanyeol el primer día que su vecino había ido a ayudarlo a su casa. Cantó las notas como las recordaba y la letra tal y como le vino a la mente, pero - y por mucho que muy probablemente estuviera cometiendo errores y no hubiese llegado del todo al tono aquí y allí cuando terminó estaba contento, satisfecho, mucho más de lo que lo había estado al terminar cualquiera de sus otras audiciones.

Puede que lo eligieran aquella vez, o puede que no, pero, fuera como fuese, había decidido tratar de evitar que algo que le gustaba tanto le causara ansiedad y sufrimiento.

Ya lo había pasado bastante mal durante las últimas semanas. Ahora, suponía, había llegado su turno de preocuparse sólo por lo que le hacía feliz.

Al principio, sin embargo, todo aquel cambio en su vida le resultó muy raro. No se trataba del hecho de haber tenido a Chanyeol esperando a la salida de la audición, todo él ojos brillantes y una sonrisa enorme, después de haber creído que había perdido al otro chico para siempre, ni de cómo se habían escapado a dar vueltas por la ciudad a pesar de que tendrían que haber estado en clase o en casa; ni mucho menos de los besos de despedida por la noche en su portal Baekhyun no creía que le costase acostumbrarse a todo aquello; de hecho, pensaba que ya estaba empezando a considerar el que Park Chanyeol le rodease la cintura con los brazos y sonriese contra sus labios como algo útil y necesario para su vida diaria y cotidiana - sino de todo lo que había ido viniendo después. Hacía tres meses, se había pasado las mañanas sentado en su sitio de siempre, frunciendo el ceño y poniendo los ojos en blanco cada vez que Park Chanyeol entraba, dándoles a todos los buenos días con un tono de voz terriblemente alto

y saludando con la mano. Si alguien le hubiese dicho entonces que apenas noventa días más tarde él iba a estar parado a su lado - y un tanto avergonzado - mientras saludaba, le habría preguntado a su interlocutor con qué clase de objeto contundente se había golpeado la cabeza para siquiera imaginar tamaña estupidez.

Y, sin embargo, allí estaban, atravesando la puerta juntos mientras Chanyeol sonreía como un idiota y levantaba una mano y todas las conversaciones dentro del aula se detenían de golpe.

-¡Buenos días! -exclamó, y, durante un momento, no respondió absolutamente nadie. Más bien, todos los miraron como si quieres acabaran de aparecer en el umbral fueran un par de alienígenas con superpoderes y no sus compañeros de clase de siempre. Baekhyun suponía que era lógico, aunque sólo fuera porque, al principio de la semana, Chanyeol había estado desprendiendo ondas de hostilidad hacia él y ahora era todo sonrisas mientras le pasaba la mano con la que no estaba saludando por el hombro, pero aún así, saberse el centro de atención en una situación como aquella era raro.

-¿Podemos sentarnos? -murmuró, y Chanyeol asintió y lo acompañó hasta su sitio, una presencia cálida contra su piel. Baekhyun habría agradecido la calma de estar de nuevo en su esquina de siempre si no hubiera sido por Kyungsoo, que, ya sentado en su pupitre y veinte minutos pronto como de costumbre, lo estaba mirando desde abajo con una expresión un tanto inquisitiva.

-Veo que habéis hecho las paces -comentó con un tono que dejaba traslucir un claro reproche-. Me alegro por vosotros dos, aunque podíais haberme llamado, ¿no? Y estoy hablando especialmente contigo, Park Chanyeol. Estaba preocupado.

Chanyeol, a su lado, abrió mucho los ojos y comenzó a murmurar una disculpa, y Baekhyun le rozó el antebrazo con una mano para tranquilizarlo y se sentó.

Era cierto que el otro chico le había dicho que Kyungsoo lo había llamado (y Kyungsoo cuando quería podía llegar a dar mucho miedo) pero, una vez la crisis había terminado y él había pasado a estar increíblemente feliz, se le había olvidado del todo que, tal vez, su mejor amigo necesitase una confirmación de cualquiera de los dos para saber que todo había acabado saliendo bien.

-Se nos fue de la cabeza -se disculpó-. Lo siento.

Kyungsoo asintió, y Baekhyun dio el problema por zanjado. Estaba a punto de girarse hacia Chanyeol antes de que éste siguiera su camino hacia su propio asiento - básicamente para desearle buena suerte durante la mañana de clases y decirle que se pasaría por su sitio en el descanso - cuando pudo sentir a su mejor amigo clavándole los ojos en la espalda.

-Baek -oyó que lo llamaba Kyungsoo, bajando la voz hasta hacerla casi inaudible.

-¿Qué pasa?

-¿Y bien?

-¿Y bien qué?

Kyungsoo desvió la mirada de uno a otro como si no pudiera acabar de creerse que estuviera manteniendo aquella conversación.

-Chanyeol y tú -dijo despacio, todavía en un susurro un tanto irritado-. ¿Estáis saliendo oficialmente juntos ya o tengo que pegaros en la cabeza con un diccionario hasta que decidáis dejar de hacer el tonto de una vez?

Baekhyun estaba separando los labios para decir que muchas gracias, pero él no había estado arreglándose el pelo durante cuarenta minutos para aquello, cuando lo que Kyungsoo acababa de preguntar se abrió camino hacia su cerebro y lo hizo atragantarse con sus propias palabras. Notaba el hormigueo en el estómago y, de repente, ni siquiera sabía muy bien a dónde mirar, así que casi se cayó de la silla cuando oyó a Chanyeol soltar una risita insegura.

-No hemos hablado de ello -confesó con una sonrisa incómoda bailándole en los labios, y Baekhyun se olvidó momentáneamente de que estaba en clase y quiso golpearse la cabeza contra la mesa, porque a pesar de haberse pasado todo el día anterior juntos, en ningún momento se le había pasado por la mente definir su relación y después de todo lo que había pasado, no sabía qué quería Chanyeol, si necesitaba más tiempo-. Aunque supongo que... ¿sí? -sus ojos se cruzaron con los de Baekhyun y automáticamente rectificó-. Si tú quieres, digo. Yo no obligo a la gente a salir conmigo si no quie...

Baekhyun ni siquiera se dio tiempo a tomar aire.

-Sí -dijo-. Quiero. Sí.

Automáticamente, Chanyeol esbozó una sonrisa que era al mismo tiempo terriblemente brillante y satisfecha hasta un punto casi infantil.

-Vale -respondió, y Baekhyun se encontró riendo, y quiso contestar, pero no le dio tiempo, porque una nueva voz los interrumpió.

-¡Dios mío! ¡Acabo de escuchar lo que estaban diciendo y Park Chanyeol está saliendo con Byun Baekhyun! ¿Habéis oído? ¡Park Chanyeol ha conseguido que Byun Baekhyun salga con él!

El chico apenas tuvo tiempo de murmurar un "¿eh?" antes de que la clase estallara en comentarios y gritos de incredulidad, y en que gente con la que no había hablado en la vida se dedicara a mirarle raro a él y a darle palmadas en la espalda a Chanyeol, al que toda la situación daba la impresión de parecerle entre muy surrealista, muy incómoda y muy graciosa.

Los comentarios los persiguieron durante toda la mañana, en clase, en los pasillos y cuando entraron al comedor, y, por una vez en su vida, Baekhyun casi se alegró - casi - de encontrarse a Jongdae (acompañado de Luhan, Sehun, Kyungsoo e incluso Kai) sonriendo como una especie de gato atiborrado de sardinas desde su mesa de siempre.

-Vaya -dijo al verlos llegar y sentarse, el uno al lado del otro y justo enfrente de él-. Pero si son Baekhyun y su novio. Las noticias vuelan, ¿sabéis? Felicidades.

Chanyeol sonrió y comenzó a dar las gracias, pero Baekhyun apoyó el rostro en la palma de su mano abierta y suspiró. Sabía de sobra a quién de los dos habían ido dirigidas principalmente aquellas felicitaciones y no sabía si gruñir o sonreír también porque después de todo estaba más que contento.

-Es lo que todo el mundo lleva diciéndome durante las cuatro últimas horas acabó protestando, en un tono que no era creíble del todo-. Pensaba que al menos podría librarme de eso mientras comía aquí.

Jongdae se metió una cucharada de sopa verde pantano en la boca con tanto entusiasmo que cualquiera hubiera podido pensar que la encontraba deliciosa. No tardó en hacer una mueca y tragar, pero Baekhyun ni siquiera tuvo tiempo de bromear con lo terrible del menú, porque su amigo se había inclinado hacia delante en su asiento con una sonrisa tan grande en la cara que el chico empezó a temer por su vida.

-¿Librarte, ByunBaek? ¿Librarte? -repitió-. Después de años enteros de ignorarlo, meses de negación estúpida, prácticamente fornicar en mi baño y hacer que casi nos dé un ataque a todos estos últimos días por vuestra culpa, eres el novio oficial de Park Chanyeol y estás encantado por ello. Es como una mina de oro para los chistes; voy a tener material hasta que nos hayamos graduado de la universidad para reírme de ti.

La perspectiva de tener a Jongdae riéndose en su cara hasta los veintitrés era cualquier cosa menos agradable, así que Baekhyun apoyó las manos en la mesa y separó los labios para contestar. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo otro que había dicho y, muy a su pesar, sintió que se le enrojecían las puntas de las orejas.

-¡No había nadie fornicando en tu baño, imbécil! -protestó, pero Jongdae se encogió de hombros.

-He dicho casi.

-Estáis sacando las cosas de quicio. No fue para tanto.

Esta vez fue Kyungsoo quien contestó, mirándolo desde debajo de su flequillo oscuro con la misma mueca exacta que cuando Baekhyun le pedía copiar su tarea porque, según él, no había tenido tiempo para hacerla la tarde anterior.

-Te recuerdo que abrimos la puerta cuando estabais dentro -dijo, y Baekhyun se cubrió el rostro con los manos.

-No fue para tanto -repitió, separando los dedos el espacio justo y necesario para girarse hacia Chanyeol y mirarle a la cara-. ¿No vas a decirles nada? Que yo sepa tú eres la otra mitad interesada en esta conversación.

Todo lo que hizo el idiota de su novio fue abrir mucho los ojos y reírse en voz baja.

-¿Oops?

Y Baekhyun puso su mejor expresión ofendida, y lo golpeó en el brazo con el puño cerrado - demasiado flojo como para hacerle daño, aunque Chanyeol murmuró un "au" igualmente - pero no tardó mucho en inclinarse hacia delante y soltar una carcajada porque, y visto en retrospectiva, el momento en el que sus amigos habían entrado en tromba en el baño aquel día había sido surrealista.

-Sois todos terribles -volvió a protestar, pero nadie le hizo caso salvo Chanyeol, que, sentado a su lado, sonrió y se encogió de hombros, como si estuviera dando por sentado que no había nada que hacer.

Tal vez no lo hubiera, después de todo, porque sus amigos iban a ser el mismo grupo de personas horribles durante lo que les quedaba de vida, pero al menos estaba contento de tenerlos ahí, contento de volver a comer con todos en su misma mesa de siempre y contento de haber recuperado a Chanyeol después de todo lo que había pasado durante el último mes.

Eso, no obstante, no quería decir que absolutamente todo estuviera cerrado, y Baekhyun sabía de sobra que todavía le faltaban cosas por hacer si quería que todo aquello saliera bien. Por eso, aprovechó el momento en el que Kai se levantó y salió del comedor para excusarse un momento y seguirlo, prácticamente echando a correr para alcanzarlo antes de que se perdiese en algún lugar de los corredores de la zona.

Lo encontró nada más salir del comedor, sin embargo junto a la máquina de bebidas que había en el pasillo. Parecía enormemente concentrado en contar su

dinero y escoger qué refresco quería beber, pero levantó la cabeza con una lentitud casi indolente cuando vio que el chico se detenía junto a él.

-Baekhyun -dijo. El chico tragó saliva.

-Kai -respondió. Ni siquiera sabía por dónde empezar, y la última vez que se habían encontrado más o menos a solas había acabado con él tirado en el suelo y el otro chico gritándole y peleándose con su novio justo después. Baekhyun no quería que aquello volviera a suceder, así que tenía que tener cuidado-. ¿Podemos... Podemos hablar un momento?

Kai miró a su alrededor primero una vez y luego otra y finalmente lo miró y asintió. No parecía especialmente enfadado, pero aún así Baekhyun tuvo que hacer un esfuerzo para mirarlo directamente a los ojos.

-Uhm -comenzó, buscando las palabras-. Supongo que sabes que Chanyeol y yo...

Al otro chico pareció hacerle gracia su elección de palabras, porque se echó a reír. Parecía estar haciéndolo de modo sincero, sin embargo, así que Baekhyun decidió esperar a que acabase, cambiando el peso del cuerpo aún un tanto nerviosamente de un pie a otro.

-Claro que lo sé -terminó diciendo Kai-. Kyungsoo me ha escrito esta mañana para decírmelo; Chanyeol se ha pasado toda la clase de matemáticas enviándome mensajes al móvil; Jongdae lo acaba de repetir en la mesa y absolutamente todo el mundo está hablando de ello. Si querías darme una sorpresa, llegas tarde: os habéis convertido en la pareja de moda. -Ah -Baekhyun lo sabía, llevaba sabiéndolo toda la mañana; había escuchado alguna de las cosas que decían, pero había decidido dejar de prestar atención-. ¿Qué es lo que piensas de ello?

Kai pareció divertido.

-¿Yo?

Baekhyun tragó saliva.

-Escucha, sé que tú y yo no empezamos con buen pie el año pasado, y que hemos seguido con un pie aún peor hasta ahora, pero tal y como están las cosas los dos hemos acabado siendo los novios de nuestros respectivos mejores amigos -el chico hizo una pausa-. Lo que quiero decir es que creo que deberíamos hacer las paces. Tal vez no ser amigos, no todavía, si no quieres, pero al menos intentar llevarnos bien. Sé que no te gusto, pero...

El otro chico apoyó la espalda en la máquina de bebidas y lo miró con una ceja arqueada.

-¿Sabes? Yo nunca dije que desaprobase tu actitud como persona. Lo único que tenía claro era que no me parecías bien para Chanyeol -Baekhyun fue a decir algo, pero Kai sacudió la cabeza y lo interrumpió-. Había algo muy injusto en la manera en la que él te perseguía a todas partes y tú lo tratabas como si no mereciera la pena. Cuando empezasteis a hablar más, todo el mundo daba por hecho que, tarde o temprano, él se te acabaría declarando y tú lo rechazarías y le romperías el corazón. Muchos aún piensan que acabaréis mal en menos de un mes.

Baekhyun negó con la cabeza.

-Pueden decir lo que quieran -murmuró y Kai, por primera vez, le sonrió.

-Llevo todo este último mes observándote -dijo-. Al principio, empecé a hacerlo porque 'Soo me llamó hecho una furia y me preguntó que "cómo podía haberle hablado así a alguien que lo estaba pasando tan mal". Luego seguí haciéndolo por curiosidad, porque al principio no le creía pero en un momento dado me di cuenta de una cosa.

-¿De qué?

-De que, aún después de haberos peleado, aún después de que él se hubiera desquitado contigo y probablemente te hubiera dicho cosas no del todo agradables, tú seguías saludando a Chanyeol todas las mañanas. De que cuando nos cruzábamos por los pasillos siempre le sonreías y lo saludabas, y que ponías una cara rara cuando él te contestaba de mala gana o no decía nada, pero lo seguías haciendo al día siguiente, y al otro. Eso a duras penas tenía que querer decir algo.

Baekhyun no supo muy bien qué responder.

-Así que eso quiere decir que... -comenzó. Kai se giró hacia la máquina de bebidas de nuevo y, tras sacarse una moneda del bolsillo, finalmente se decidió por una de ellas y pulsó un botón.

-Supongo que quiere decir que Kyungsoo siempre tuvo razón y yo estaba equivocado contigo -replicó, agachándose a coger la lata y suspirando, con un aire considerablemente más infantil y un tanto hastiado. Baekhyun se preguntó si aquel sería el aspecto que tenía normalmente Kim Jongin cuando no tenía que fingir ser el rey de la escuela y estaba a solas con la gente que le caía más o menos bien-. Voy a tener que pedirle perdón, ¿sabes? Y se va a poner terrible. Kyungsoo siempre se pone terrible cuando sabe que ha tenido la razón desde el principio y no se le ha hecho caso.

Aun a pesar suyo, Baekhyun se rió.

-Dímelo a mí. Es mi mejor amigo, ¿recuerdas? Y puede parecer callado, pero en el fondo es una fiera.

Kai arqueó las cejas y sonrió, y no tardó en levantarse con la lata de refresco fría en las manos y señalar con la cabeza hacia la puerta.

-Tú me lo vas a decir. ¿Vamos?

Baekhyun asintió y comenzó a andar al lado de Kai, de vuelta hacia el comedor. El corredor estaba vacío y silencioso en aquel momento, así que el chico notó el momento exacto en el que su acompañante se detuvo, jugueteando con la lata todavía cerrada entre los dedos.

-¿Ocurre algo? -preguntó, girándose.

Kai pareció pensarlo durante un instante, pero finalmente esbozó una sonrisita burlona que hizo que Baekhyun se lo quedara mirando con los ojos muy abiertos.

-No iba a decir nada, pero ahora que hemos decidido llevarnos bien tengo una pregunta. Una personal -comentó, y Baekhyun asintió, preguntándose a qué venía aquello ahora-. Antes te dije que te estuve observando durante este último mes, pero lo cierto es que también hablé con algunos de tus exnovios, sólo porque quería hacerme una idea de por qué ellos no y Yeol sí. Ya me entiendes.

Baekhyun asintió, aunque no hubiera podido decir que entendiese mucho.

-La cuestión es que mientras investigaba creo haberme enterado de algo que no me esperaba en absoluto -añadió Kai entonces, todavía con aquella sonrisa un tanto irritante en la cara. Guardándose la mano que tenía vacía en el bolsillo, el otro chico avanzó hasta colocarse a su lado y se inclinó sobre su oído-. Mi pregunta es esta, Baekhyun. ¿Saben tu mejor amigo y tu novio que, a pesar de lo que se dice por ahí tú sigues siendo, y estoy casi seguro, virgen?

Baekhyun parpadeó. Una vez. Otra. Otra más. Después, pegó tal salto que estuvo a punto de caerse al suelo de culo, y lo peor de todo es que podía escuchar a Kai reírse delante de él.

-¿...QUÉ? -exclamó, pero Kai no le hizo ni caso, porque estaba soltando tales carcajadas que parecía estar próximo a caerse de bruces sobre el suelo de linóleo.

-Ay, la cara que has puesto -repetía-. Creo que al final sí que vamos a acabar siendo buenos amigos. O al menos si le grabas la reacción a Chanyeol cuando se lo cuentes.

Baekhyun ni siquiera sabía qué pensar al respecto.

-Por favor, dime que esto no es alguna especie de venganza rara -susurró. Kai simplemente siguió riéndose. Y a Baekhyun le hubiese gustado poder mirarlo mal, pero estaba de demasiado buen humor como para enfadarse, aunque fuera por algo como aquello.

Más adelante aquel día, de todas formas, Chanyeol tuvo que sostenerlo para que no acabara caído en el suelo de la risa porque, después de faltar a la primera hora de clase de aquella tarde, Kyungsoo - Kyungsoo, por el amor de dios, Kyungsoo - apareció durante el descanso con un cubo y una fregona y junto con el bedel, que iba gritándole que tenía merecido que lo hubieran castigado a

limpiar todos los pasillos de la planta después de clase por "utilizar para fines impropios el cuarto de las escobas".

Después de aquello, su vida comenzó a ir más y más a mejor.

Chanyeol tenía que seguir estudiando - diferentes exámenes de acceso, becas, posibilidades - y Baekhyun tenía que preparar su parte en la actuación del coro del festival escolar, pero se las apañaban para sacar horas, de todas formas. Les quedaban las mañanas yendo juntos a clase, y la hora de comer, y las tardes en las que la madre de Baekhyun tenía turno completo y no había nadie en casa. La gente del instituto seguía hablando, como le había dicho Kai, pero fueron quedándose callados al comprobar que seguían igual de juntos que al principio al pasar dos semanas, un mes, mes y medio.

No es que su opinión fuera importante, de todas formas.

Al llegar el festival escolar, Baekhyun seguía sin tener un solo de voz, exactamente igual que hacía casi cinco meses, cuando había hablado por primera vez con Chanyeol sobre ello en la parte trasera del salón de actos, así que salió junto a todos los demás, vestido con camisa blanca y pantalones negros, y permaneció en el fondo, mirando a Jongdae con una sonrisa mientras su amigo alzaba la voz durante la parte individual que le hubiera gustado tener a él. Luego llegó la parte conjunta y él volvió a cerrar los ojos y a cantar, y a tratar de no reírse en el intento, porque puede que no tuviera ningún solo, pero al menos tenía al novio idiota que más aplaudía desde el público al acabar los números, y eso también estaba bien.

Por no hablar del novio idiota que se lo llevaba aparte al acabar el recital antes de que el resto de sus amigos apareciese para felicitarlo como era debido. Y que hacía que Jongdae, al volver, los mirara con una ceja arqueada. -¿Sabéis? -dijo, señalando a su alrededor y expulsando el aire en un suspiro notablemente exagerado-. Se supone que la estrella del

recital soy yo y aquí todos habéis venido en parejitas. ¿Se puede saber qué pasa con vosotros? ¿Desde cuándo me he convertido en el sujetavelas oficial de este grupo?

Baekhyun se encogió de hombros y se cubrió los labios - un tanto hinchados con una mano. Luhan, que se había traído a Sehun con él después de insistir mucho que aquello no quería decir nada, le sonrió, arqueando las cejas sobre su rostro perfecto.

-Si tan solo estás, siempre podías buscarte a alguien -comentó-. La profesora Kim de economía ha venido con su marido y su hijo. Ya que tanto ibas a la biblioteca a espiarlo, podrías...

Jongdae se giró para mirarlo.

-No. Vosotros sois una panda de adolescentes hormonados, pero yo no soy así. Yo soy vuestro querido amigo soltero, el que siempre habíais deseado, y ya estoy planteándome qué nombres ponerles a todos los futuros gatos que me acompañarán en mi vida de soledad, muchas gracias.

-Eso es triste, Jongdae -intervino Baekhyun, tratando de esconder una sonrisita burlona.

-No, concepto equivocado. Lo que es triste es necesitar una banqueta para besar a tu novio.

-Sí, seguro que es mucho más agradable besar a tu gato imaginario y llenarte la boca de pelos inexistentes.

Kyungsoo se interpuso entre los dos con los brazos cruzados.

-¿Pero queréis parar ya? -exclamó, y automáticamente los dos guardaron silencio.

Y así, uno detrás de otro, los días iban pasando, y Chanyeol hizo todos sus exámenes y, cuando él fue a buscarlo a la salida del último, le dijo que le había salido estupendo, y que estaba seguro de poder entrar a cualquier universidad.

"No a cualquiera" había pensado él, apoyándole la cabeza en el hombro en el camino en autobús de vuelta a casa. Porque a veces, y aún a pesar de todo, no podía evitar acordarse de todo lo que había sucedido hacía ya dos meses, y en esos instantes todavía se sentía angustiado, todavía tenía miedo; todavía sentía un deje de ansiedad al pensar que iba a mirar hacia donde estaba Chanyeol y a no encontrárselo allí, o que el otro chico iba a observarlo con los ojos duros y vacíos y a decirle que no lo quería con él. La sensación jamás duraba, porque Chanyeol siempre le sonreía y empezaba a hablar más alto de lo normal para distraerlo o, si estaban solos, suspiraba y le pasaba una mano por los hombros o, como ahora, por la cintura, para pegarlo más contra sí.

Baekhyun no estaba seguro de si Chanyeol sabía en qué estaba pensando él exactamente, pero igualmente le estaba infinitamente agradecido por la intención. A cambio, él se había pasado más de una noche mirando programas de becas hasta tarde, porque puede que no aquel año, pero más adelante quizá pudieran aceptarlo en otra beca distinta y - por mucho que Chanyeol dijera que eso era algo que aquellas alturas ya le daba igual - él quería estar allí para verlo y felicitarlo por ello.

Su vida seguía adelante, sí, y, antes de darse cuenta, el curso estaba acabando y Kyungsoo - el estudiante con mejores notas que no se había visto implicado en el robo de ningún examen - estaba dando el discurso de graduación.

No les quedaba mucho más, decía, y pronto todos comenzarían una nueva etapa en sus vidas.

Y Baekhyun le habría dado la razón, sí, y había aplaudido como los otros, pero muy a pesar suyo había sido incapaz de estarse quieto sobre su asiento ganándose una mirada reprobatoria de su amigo desde el estrado - y se había pasado la charla entera balanceándose de un lado a otro. Incluso al volver a casa después con Chanyeol, había estado tan histérico que no había sabido ni qué hacer con las manos, y tras deshilachar uno de los puños de su camisa a costa de tirar de los hilos sueltos, se las había acabado metiendo en los bolsillos de la americana.

Lo había hecho en voz muy baja, pero Chanyeol se había reído, y Baekhyun se había girado para mirarlo.

-¿Qué? -había gruñido, sonando más atropellado que enfadado.

-Estás nervioso. Y es divertido.

-Claro que estoy nervioso.

Chanyeol sonrió como si todo aquello le hiciera mucha gracia, y Baekhyun se debatió entre esconderse detrás de él o tirarlo al suelo de una patada en el trasero. Finalmente, optó por buscar entre sus cosas las llaves de su portal.

-Se supone que es tu gran día, Baekhyunnie.

-No. Es el día en el que me rechazan por enésima vez y acabo matriculándome en económicas para el año que viene. Eso es lo que es.

Chanyeol se encogió de hombros sin dejar de sonreír mientras Baekhyun abría la puerta y los dos comenzaban a subir hacia su apartamento.

-Bueno, económicas no es tan malo. Piensa en que podía ser administración de empresas.

Baekhyun hizo todo lo posible para mirarlo mal, pero no tuvo precisamente mucho éxito.

-No estás ayudando, Park Chanyeol.

-Hago lo que puedo.

Su madre le había escrito al móvil para decirle que su carta - la carta que llevaba esperando dos malditos meses - había aparecido, por fin, aquella mañana en su buzón. Ella había tenido que marcharse a trabajar, y Baekhyun no había podido perderse el discurso de cierre del curso para llegar a casa antes, así que no habían podido coincidir. De no haber estado allí Chanyeol, habría tenido que abrirla solo.

-No sé si quiero enterarme -susurró, sintiendo súbitamente las rodillas muy débiles. Su madre le había dicho que le iba a dejar la carta en el salón y ahí estaba, un sobre grande y blanco sobre la mesita del café. Baekhyun no podía dejar de mirarlo y, al mismo tiempo, sentía el impulso de clavar los ojos en el suelo y dejarlos así eternamente-. No quiero enterarme si son malas noticias. No podría... No.

-Baek...

-Ni siquiera canté lo que tenía que haber cantado, Yeol; ni siquiera sé lo que hice, y todos sabemos que hago idioteces cuando no sé qué hacer -sintiendo la histeria arremolinándosele en el estómago, el chico miró a su alrededor y vio a Chanyeol mirándolo con preocupación desde al lado del sofá-. Ábrelo tú, ¿quieres? Ábrelo tú y dime lo que es. Por favor.

Durante un momento, Baekhyun creyó sinceramente que su novio iba a hacerle caso. Tras dudar un instante, se había inclinado y había recogido el sobre de la mesa, pero, en lugar de abrirlo, se acercó a él y se lo tendió, con una sonrisa en los labios. No era una de sus sonrisas enormes de siempre, toda ella luz y dientes brillantes, sino un gesto más suave, tranquilizador, más íntimo, y Baekhyun se encontró cogiendo el sobre con la punta de los dedos sin apartar los ojos de él.

-Baekhyun -lo oyó llamarlo-. Lo que quiera que haya ahí dentro es tu sueño. Tú eres el que ha luchado por ello. Tienes que ser tú quien lo abra, no yo.

El chico volvió a mirar el sobre y se mordió el labio.

-Jongdae va a entrar becado en esta escuela -susurró-. Y ya lo oíste cantar en el festival escolar. Sabes cómo lo hace.

-¿Y? A mí me gusta más tu voz.

-Tú no eres objetivo con lo que tiene que ver conmigo.

-Y tú tampoco eres objetivo contigo mismo. Ábrelo, ¿quieres?

Baekhyun dudó durante un momento más, mientras observaba a Chanyeol retroceder hasta detenerse junto al sofá otra vez. Después, asintió, cerró los ojos y rasgó el sobre con cuidado.

Dentro, igual que en la ocasión anterior, había varias capas de papel de burbujas y un único folio, con caligrafía oscura escrita sobre fondo blanco y el sello de la escuela de turno, a color, en la esquina superior derecha. Todo era familiar, tanto que le costó empezar a leer, concienciarse para saber lo que le esperaba.

Byun Baekhyun - número de resguardo 060000987609-587.

Estimado señor Byun...

Los ojos del chico viajaron a través de las líneas, empapándose en las palabras, tratando de buscarles un sentido. Intentando mantener la respiración estable, leyó una frase tras otra, sujetando la carta con tanta fuerza que estaba logrando arrugar el papel. Por fin, sus ojos llegaron al final, se clavaron en el último cúmulo de palabras, se mantuvieron fijos allí. Y, entonces, se sintió soltar algo parecido a un quejido y se cubrió los labios con las manos. Sentía la visión borrosa, las piernas fallarle y todo su cuerpo temblar.

-Chanyeol -susurró-. Chanyeol.

En menos de un segundo, el otro chico estaba allí, sosteniéndolo por los hombros con unas manos muy cálidas, y él estaba ahogando los sollozos, con una mano aún sobre la boca y la carta fuertemente sujeta en la otra.

-Baekhyun -lo escuchó llamarlo-. Baek, ¿qué pasa?

El chico abrió la boca para responder, pero todo lo que salió de entre sus labios fue una especie de graznido, así que en lugar de eso le tendió a Chanyeol la carta que todavía sujetaba entre los dedos temblorosos de la mano derecha.

-¿Puedo? -le preguntó el otro chico, y, cuando él asintió, la aferró con cuidado. Baekhyun, todavía incapaz de hablar, lo observó con el corazón en un puño mientras sus ojos se movían, mientras leía una palabra tras otra y, tras un rato, llegaba al final-. Ah, esto es... -comenzó a decir, parpadeando. Luego, bajó la carta y le sonrió-. Lo sabía, Baekhyunnie. Felicidades.

Baekhyun se llevó la otra mano a los labios.

-Me han aceptado -susurró, y Chanyeol asintió-. Estoy dentro. Me han aceptado, Yeol. Me han...

-Sí -el otro chico se rió, y Baekhyun quiso imitarlo, pero en aquel momento estaba temblando y llorando, y ni siquiera estaba muy seguro de poder hacer nada más que estar plantado allí como un idiota-. Y te estoy felicitando, pero no sé si debería ahora que sabemos que te va a tocar aguantar a Jongdae y a su futuro harén de gatos de soltero durante toda tu vida universitaria, así que...

Baekhyun soltó una carcajada que se convirtió en un sollozo ahogado tan pronto como salió de entre sus labios. Y sabía de sobra que era un experto en hacer tonterías cuando no podía pensar bien, pero aquel era su día, y Chanyeol era su novio, y de todas formas no creía que al otro chico le importase mucho después de aquellos últimos dos meses, así que cruzó la distancia que los separaba en un paso y se tiró encima de él para besarlo.

Chanyeol soltó una exclamación, y Baekhyun lo sintió perder el equilibrio y arrastrarlo con él hasta caer sobre el sofá, y en esa ocasión sí que se habría reído si no fuera porque tenía la boca ocupada en otra cosa y sentía las manos de Park Chanyeol en la cintura, en algún punto por debajo de la americana de su uniforme. Se estaba acostumbrando también a aquello, sí, a cerrar los ojos y a soltar de golpe todo el aire, a acabar sentado a horcajadas en el regazo de Chanyeol y a sonreír entre besos al sentir cómo los músculos del otro chico se tensaban bajo

su contacto cuando le rozaba con los dedos los hombros, los brazos, a pesar de la capa de tela aún entre piel y piel.

-¿Estás más tranquilo, asumo? -le susurró su novio al oído tras un rato, y Baekhyun se mordió el labio y asintió porque, dios mío, el modo en el que aquella maldita voz bajaba un par de octavas cuando estaban así, y la manera que tenía de enviar chispas de todo, a cada rincón de su cuerpo, probablemente lo habría hecho dejar de llorar aunque lo hubiesen rechazado en la prueba.

-Gracias -murmuró, rodeándole el cuello con los brazos, enredándole los dedos de una mano en el pelo corto de la nuca y sonriendo al sentir cómo la respiración de Chanyeol se entrecortaba contra sus labios-. Por todo lo de la audición. Es gracias a ti que yo...

Tenía pensado decir algo más, pero al segundo siguiente Chanyeol se había movido y Baekhyun se encontró atrapado entre su novio y el sofá, echando la cabeza hacia atrás sobre los cojines porque había labios sobre su piel, recorriéndole la línea de la mandíbula con una lentitud casi exasperante.

-Te lo dije -repitió entonces, y Baekhyun cerró los ojos, porque una de las manos de Chanyeol se había deslizado por debajo de la camisa de su uniforme, y el roce ligeramente áspero de aquellos dedos sobre la piel de su estómago y su pecho ya habría sido lo suficientemente malo para su salud de por sí como para además seguir teniendo sus labios en el cuello-. Siempre me gustó tu voz más que la de nadie -Baekhyun fue a contestar, pero entonces sintió a Chanyeol succionar y no pudo evitar el modo en el que su espalda se arqueó sobre el asiento, ni acallar la mezcla entre grito y suspiro que salió de entre sus labios-. ¿Ves? Te lo dije. Esa voz.

La mente de Baekhyun recuperó su capacidad de funcionar el tiempo suficiente como para dejarle arquear las cejas y golpear a Chanyeol con el puño cerrado en el hombro.

-¿Cómo que "esa voz", Park Chanyeol? ¿Qué se supone que acabas de insinuar?

El otro chico se rió en voz baja.

-Nada, nada -respondió. Y no es que Baekhyun estuviera muy dispuesto a creerse aquello, pero es que se estaban besando otra vez y lo último que le apetecía era seguir hablando. Porque todo era perfecto tal y como estaba, de todas formas.

Porque así iban pasando sus días, a un ritmo constante, uno detrás de otro, y Baekhyun no sabía qué vendría después pero no le importaba esperar para averiguarlo. Porque todo aquello, el cómo estaba - el cómo estaban - le hacía preguntarse por qué demonios había dudado tanto, de había tenido miedo en primer lugar. Porque Chanyeol había terminado de contar en el día ochenta y ocho, pero ahora era él quien anotaba un número detrás de otro en el calendario de su móvil, sonriendo al ver los unos convertirse en dieces y los dieces en veintes, treintas, cuarentas, cincuentas.

Esperaba alcanzar el cien, y el quinientos, y el mil algún día.

Esperaba no tener que parar de añadir cifras a aquella lista jamás.

88 días. 67 días después. Y todavía contando.