5 Declaraciones de La Sangre

LAS 5 DECLARACIONES DE LA SANGRE DE JESUS “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del cordero y la palabra del te

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LAS 5 DECLARACIONES DE LA SANGRE DE JESUS “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del cordero y la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 2:11). Para que el Reino de Dios se establezca en cada ciudad y nación, es importante que los creyentes aprendamos a usar la autoridad que el Señor nos dio para confrontar los poderes adversos. No existe otra manera de vencer al enemigo si no es aplicando el poder de la Sangre de Cristo. La Sangre de Jesús ata, neutraliza y aniquila los poderes demoníacos en los aires. Es lo que doblega al dragón, a la serpiente antigua, al diablo, a Satanás. Cuando aplicamos correctamente la Sangre de Jesús, se da libertad a Miguel, príncipe de las huestes angelicales, para reprender su poder y se genera una liberación plena, conforme lo enseña Apocalipsis 12:7-10. CONFESANDO LO QUE LA SANGRE DE JESÚS HIZO POR NOSOTROS En el Antiguo Testamento se usaba el hisopo mojándolo en sangre y aplicándola pero, en el Nuevo Testamento, el Señor nos lleva a dar un paso más allá. El hisopo es un prototipo de la confesión que hacemos de lo que la Sangre de Jesús hizo por nosotros. Cuando usted entrega su vida a Jesús, dice: “Señor, admito que soy pecador, me arrepiento de todo lo malo que hice; rescátame, sálvame, te entrego mi vida.” De inmediato, la Sangre de Jesús derramada en la Cruz del Calvario lava y limpia su vida. Usted debe aplicar la sangre de Jesús con el hisopo, que es su confesión, y declarar si es posible de una manera audible lo que la sangre de Jesús hizo por su vida. PRIMERA CONFESIÓN: “POR LA SANGRE DE JESÚS HE SIDO REDIMIDO DEL PODER DEL ENEMIGO”. En la carta que San Pablo escribe a los efesios, dice: “En quien tenemos redención por su sangre…” (Efesios 1:7a). La palabra redención o redimir significa rescatar, quitar de las manos del que cautivó nuestras vidas, esto fue lo que Jesús hizo por nosotros. SEGUNDA CONFESIÓN: “POR LA SANGRE DE JESÚS TODOS MIS PECADOS HAN SIDO PERDONADOS”. “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7). Una estrategia del adversario es hacernos creer que algunos pecados aún no han sido perdonados; lo hace para mantener el control de nuestra vida. Pero confesamos con la plena certeza que todos nuestros pecados ya fueron perdonados por la Sangre de Jesús, experimentamos victoria. Usted debe proclamar que por la Sangre de Jesús todos sus pecados han sido perdonados. TERCERA CONFESIÓN: “SI ANDO EN LA LUZ, COMO ÉL ESTÁ EN LA LUZ, TENGO COMUNIÓN Y LA SANGRE DE JESUCRISTO, EL HIJO DE DIOS, ME LIMPIA DE TODO PECADO”. “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). La Sangre de Jesús mantiene un proceso de purificación y santificación en nosotros que impide que la mancha del pecado toque nuestro corazón. Él mantendrá nuestras vestiduras limpias, conforme lo dice en Eclesiastés: “En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza” (Eclesiastés 9:8). CUARTA CONFESIÓN: “POR LA SANGRE DE CRISTO SOY JUSTIFICADO”. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9). Dios nos ve tan justos como si nunca hubiésemos pecado. Este concepto se amplía cuando escribe a los corintios, diciendo: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21). QUINTA CONFESIÓN: “POR LA SANGRE DE CRISTO SOY SANTIFICADO”. “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta” (Hebreos 13:12). Al confesar que por la Sangre de Jesús fuimos santificados, decretamos que Su carácter santo está en nosotros. Haga de la confesión de la Sangre su estilo de vida y de oración.

LOS SIETE DERRAMAMIENTOS DE LA SANGRE DE JESÚS (Por el Pastor César Castellanos) PRIMER DERRAMAMIENTO: La primera ocasión en la que Jesús derramó sangre fue en el huerto del Getsemaní. Esa sangre que brotó de su cuerpo, tiene un profundo significado. Jesús asumió la responsabilidad de su llamado. No quería pasar por una experiencia tan terrible. En el Getsemaní, cuando se abrieron sus ojos, pudo ver las próximas horas de agonía en su vida. Fue cuando dijo: “Padre, si es posible pasa de mí esta copa sin que yo la beba”. La preciosa Sangre de Jesús derramada, rompió la maldición. Cuando Él concluyó de orar la tercera vez, todo el cielo se postró, lo adoró y lo admiró reconociendo que era un valiente. ¡Amamos a Jesús porque es el único Redentor! Él no es un mártir. Él es un personaje único en la historia de la humanidad: es Dios hecho Hombre. SEGUNDO DERRAMAMIENTO: La Segunda ocasión en la cual Jesús derramó su sangre fue cuando flagelaron su cuerpo con el látigo de Roma. Lo único que puede limpiar nuestros pecados es la Sangre de Jesús. Podemos alcanzar redención y sanidad a través de su cuerpo llagado. No debe haber nada fuera de orden en nuestro cuerpo; la sanidad es una bendición y no podemos permitir que el enemigo nos robe la paz con alguna enfermedad. Jesús, al tomar nuestro lugar, se convirtió en nuestro sustituto; Él era la única persona que podía llevar sobre su cuerpo todos los efectos que vinieron sobre la raza humana por causa del pecado de Adán. TERCER DERRAMAMIENTO: Cuando Adán pecó, la primera ocasión en que el señor pronuncia la palabra maldición es sobre la tierra, y dice: “Maldita será la tierra por tu causa, espinos y abrojos te producirá…”(Gen 2:17). La maldición sería representada por los espinos y los abrojos, la corona que tenía Adán fue arrebatada por satanás a causa del pecado. Jesús sabía que el camino para recuperar la corona era diferente y que tenía que ver con el derramamiento de su sangre, cuando las espinas traspasan sus sienes y brota la sangre de su cabeza, aquellas gotas tocan la tierra y esa sangre se convierte en una especie de lazo que llega hasta las manos del adversario. Le arrebate la corona que tenía bajo su control. Bendita será la tierra por tu causa (sangre de Jesús), la tierra te devolverá su fruto (Apocalipsis 5:9-10) CUARTO DERRAMAMIENTO: Las diferentes experiencias a las que se ve enfrentado el ser humano a lo largo de su vida, sin lugar a dudas, marcarán positiva o negativamente su futuro y el de sus generaciones.El mismo señor Jesús, durante su permanencia en la tierra como hombre, tuvo que enfrentar muchas de ellas.El momento en que su padre tiene que quitar sus ojos de su Hijo, a causa del pecado de la humanidad sobre Él, es cuando el corazón de Jesús no resiste más y explota a causa del gran dolor. Lo que Jesús obtiene en la Cruz, a través de la sangre derramada de su corazón, es la victoria sobre el adversario, sobre la vida emocional de cada persona. Él toma todo ese dolor, lo absorbe y trasplanta un nuevo corazón capaz de expresar la alabanza y adoración que Él merece y transmitir un mensaje de salvación. QUINTO DERRAMAMIENTO: El rostro de Jesús quedó desfigurado por los cruentos golpes recibidos, a tal punto que su oración fue “Porque por amor a ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro” (Salmo 69:7) Jesús soporto este dolor para que nosotros fuéramos libres del espíritu de rechazo, las injurias, el menosprecio y todo lo que haya tocado nuestra autoestima. La sangre que brotó del rostro de Jesús cuando le arrancaron la barba representa el ser aceptado, porque quitarle su barba habla de una expresión de rechazo, verguenza, afrenta y humillación. La sangre nos habla que, aunque otros nos hayan rechazado, el señor nos acepta, cuando otros nos dieron la espalda, Él nos da su rostro, si alguien lo ha pisoteado, Él nos levanta. Es la sangre de la aceptación y tiene gran poder porque brotó del rostro de Jesús. SEXTO DERRAMAMIENTO: Es inimaginable para el ser humano entender todo lo que las manos pueden hacer, pero las diferentes circunstancias en la vida de cada persona pueden llegar a desviar ese buen propósito. La sangre derramada por Jesús a través de sus manos quebranta la improductividad, la pereza, la distracción, la mediocridad, la falta de creatividad y la oposición. Dios ha dotado a cada uno de habilidades especiales en diferentes áreas (intelectuales, manuales, artísticas, deportivas) nuestra responsabilidad es ponerlas todas al servicio del señor y hacer que se multipliquen, implica esfuerzo, disciplina, preparación, perseverancia y, sobre todo, disposición. Su fruto será el ciento por uno. Es tiempo de recobrar la unción y desarrollar al máximo los dones que el Señor ha depositado en cada uno. SÉPTIMO DERRAMAMIENTO: Entender que fuimos creados por Dios con un propósito nos lleva a retomar o cambiar el rumbo de nuestra existencia. A causa de los afanes del mundo, de las presiones, y aún, de nuestra propia ignorancia, fácilmente podemos extraviarnos. Pero el señor Jesús a causa de la sangre que derramó de sus pies, cuando fueron clavados en la cruz, restauró nuestro propósito y encaminó nuestras vidas por la senda correcta. No debes olvidar tu razón de ser, si es necesario debes re-enfocar tus decisiones al propósito divino estando en los lugares correctos, en los tiempos correctos y con las personas indicadas.