Vivir para Contarlo

Tabla de contenido Introducción.........................................................................................

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Tabla de contenido Introducción........................................................................................................................3 Vivir para contarla..............................................................................................................4 Conclusiones....................................................................................................................10

Introducción Gabriel García Márquez fue un escritor colombiano reconocido a nivel mundial por su rica y atrapante literatura, ganador de un premio nobel y periodista ávido. Gabo, como era conocido usualmente, nació en Aracataca (Magdalena) el 6 de marzo de 1927, hijo de Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, criado entre sus abuelos maternos y tías, fue un apasionado por las letras desde pequeño, y más tarde fue atraído por las leyes también. Sus textos están enmarcados por la corriente denominada realismo mágico, la cual se caracteriza por la narración de hechos insólitos, fantásticos e irracionales en un contexto realista, donde lo sobrenatural es parte de una realidad común y corriente, hechos cotidianos que se mezclan con fantasía de manera natural. La obra de Gabo recorre inicialmente aspectos de la vida del caribe colombiano, junto con sus costumbres, sus tradiciones y su folclor, luego cuando decide viajar por el mundo y a vez escribir cuentos y textos cargados de las vivencias atraviesa en sus viajes, finalmente escribe sobre el pasado asociado a su lugar de origen, como buscando sus raíces, hurgando en el pasado de sus costumbres. En su obra vivir para contarlo, Gabo ofrece la memoria de sus años de infancia y juventud, aquellos en los que se fundaría el imaginario que, con el tiempo, daría lugar a algunos de los relatos y novelas fundamentales en la literatura en lengua española, la novela de la vida a través de cuyas páginas García Márquez va descubriendo ecos de personajes e historias que han poblado obras como "Cien años de soledad", "El amor en tiempos de cólera", "El coronel no tiene quien le escriba" o "Crónica de una muerte anunciada", lo que convierte a "Vivir para contarla" en una guía de lectura

para toda su obra, por lo que este texto se convierte en algo importante y necesario de leer.

Vivir para contarla Sin embargo, la única virtud que le sirvió en la flor de sus veinte años fue la fuerza de su carácter, cuando la familia descubrió que estaba arrebatada de amor por el joven y altivo telegrafista de Aracataca. Que sin importar que a su familia no le agradara el altivo telegrafista de Aracataca ella tuvo la valentía de aceptar que moría de amor por él. Ambos eran narradores excelentes, con la memoria feliz del amor, pero llegaron a apasionarse tanto sus relatos que cuando al fin me decidí a usarla en El amor en los tiempos del cólera, con más de cincuenta años, no pude distinguir los límites entre la vida y la poesía. Los padres de Gabriel García Márquez narraban sus amores con na pasión extraordinaria y perfecta que él llego a no comprender si le contaban realidad o ficción. En ese tono es fácil imaginarse cuál sería la sorpresa de Luisa Santiaga una noche de baile en la que el telegrafista atrevido se quitó la flor que llevaba en el ojal de la solapa, y le dijo: —Le entrego mi vida en esta rosa. Luisa Santiaga se llevó una sorpresa cuando el telegrafista le declaró su amor a través de un simple detalle, una rosa, con la cual le entregaba su vida. Al cabo de unos minutos intensos Luisa Santiaga no resistió la ansiedad, y miró hacia la puerta por encima del hombro. Entonces

creyó morir de rabia, pues él estaba mirándola, y sus miradas se encontraron. Luisa Santiaga no pudo evitar mirar, pero ella aparentó tener rabia ya que él no le quitaba la mirada de encima, pero al mirar por encima del hombro se dio cuenta que sus miradas se encontraron Ella no pudo dominar su corazón cuando lo vio atravesar la sala con una determinación demasiado ostensible y la invitó a bailar la primera pieza. «La sangre me golpeaba tan fuerte por dentro del cuerpo que ya no supe si era de rabia o de susto» Ella no pudo esconder lo que sentía e incluso no pudo dominar su corazón, ocultar sus sentimientos, Luisa Santiaga ya estaba enamorada, pero a la vez sentía rabia, tenía una confusión, sus sentimientos estaban confundidos. Este prejuicio atávico, cuyos rescoldos perduran, ha hecho de nosotros una vasta hermandad de mujeres solteras y hombres desbraguetados con numerosos hijos callejeros. Que en ese entonces los hombres dejaban a las mujeres solteras pero no bastaba con eso sino que también tenían numerosos hijos callejeros. Era además un autodidacta absoluto y el lector más voraz que he conocido, aunque también el menos sistemático. Leía todo lo que le cayera en las manos, en cualquier hora o circunstancia, de suerte que llegó a tener una formación enciclopédica sorprendente. Que el telegrafista era un hombre aplicado, le gustaba leer todo lo que le cayera en mano y no tan solo eso, sino que también era autodidacta y un lector voraz.

Cuando no quedó ni un resquicio para las cartas furtivas, los novios inventaron recursos de náufragos. A pesar de que los padres de Luisa Santiaga no le permitían estar con él, ellos se ingeniaron como poder comunicarse, inventaron diversas formas de poder expresar lo que sentían. Casi sesenta años después, cuando trataba de saquear estos recuerdos para El amor en los tiempos del cólera, mi quinta novela, le pregunté a mi papá si en la jerga de los telegrafistas existía una palabra específica para el acto de enlazar una oficina con otra. El no tuvo que pensarla: enclavijar Se refiere a una situación de su desconocimiento hacia el servicio que prestaba su padre, que como se le decía o definía a la unión de una oficina con otra y él por su experiencia contesta instantáneamente enclavijar Le pareció absurdo, cuando los malos tiempos habían quedado atrás y el imperio absoluto de la compañía bananera empezaba a parecerse al sueño de la tierra prometida. Pero también era razonable que la tozudez de los Márquez Iguarán los llevara a sacrificar la propia felicidad con tal de librar a la hija de las garras del gavilán. Trata de decir que los Márquez Iguarán son tercos y prefieren pasar malos momentos que dar su brazo a torcer. Para sacar verdades, Luisa Santiaga le dijo a su madre que le encantaría quedarse a vivir en Barrancas. La madre tuvo un instante de vacilación pero no se decidió a decir nada, y la hija quedó con la impresión de haber pasado muy cerca del secreto.

Luisa Santiaga había tomado una decisión que era quedarse en Barrancas a pesar de que su madre tuviera sospechas. Ella se atrevió a decirle sin importar que se acercara al secreto que tenía. La descripción que hizo de él le devolvió el alma al cuerpo, porque le encontró rasgos comunes con su prometido, sobre todo en el modo de ser. Por último le predijo sin un punto de duda que tendría seis hijos con él. «Me morí de susto», me dijo mi madre la primera vez que me lo contó, sin imaginarse siquiera que sus hijos serían cinco más. Ambos tomaron la predicción con tanto entusiasmo, que la correspondencia telegráfica dejó de ser entonces un concierto de intenciones ilusorias y se volvió metódica y práctica, y más intensa que nunca. Fijaron fechas, establecieron modos y empeñaron sus vidas en la determinación común de casarse sin consultarlo con nadie, donde fuera y como fuera, cuando volvieran a encontrarse. La gitana le hizo una descripción que le permitió sentir un alivio ya que ese hombre que ella decía y veía en sus barajas tenia parentesco con el telegrafista. Al contrario, entre los allegados de Medardo Pacheco prevalecía un ánimo cristiano de perdón y olvido diecisiete años después de la desgracia. Que entre los allegados de Medardo a pesar de todo lo que pasó hubo perdón y olvidaron todo lo malo que había pasado. La ventana parecía hecha aposta para amores contrariados, a través de una reja andaluza de cuerpo entero y con un marco de enredaderas, en las que no faltó alguna vez un vapor de jazmines en el sopor de la noche.

Ellos estaban tan enamorados que cuando se atrevieron a hablar por la ventana se notaba el amor y cariño que se tenían ambos y las ganas de luchar por ese amor. Mi madre añoraba tanto la casa donde pasó la luna de miel, que sus hijos mayores hubiéramos podido describirla cuarto por cuarto como si la hubiéramos vivido y todavía hoy sigue siendo uno de mis falsos recuerdos. Que Luisa Santiaga anhelaba volver a la casa donde había pasado su luna de miel, pero cada día se volvía una ilusión, solo un día. Y la Riohacha idílica que llevaba desde niño en el corazón, con sus calles de salitre que bajaban hacia un mar de lodo, no eran más que ensueños prestados por mis abuelos. Más aún: ahora que conozco Riohacha no consigo visualizarla como es, sino como la había construido piedra por piedra en mi imaginación. Que, así como al igual que la casa de la luna de miel, Riohacha solo se volvía sueños y pensamientos imaginarios, nada era real, solo falsos recuerdos. Mi hermano Luis Enrique, que ya era un veterano del cuerpo, se reventaba de risa porque alguien de nuestra edad tuviera que pagar por algo que hacían dos al mismo tiempo y los hacía felices a ambos. A Luis Enrique le causaba gracia que alguien joven pagara a ora persona por algo que ambas disfrutaban. No tenía un instante de sosiego por la desolación que me dejó en el cuerpo mi primera aventura casual. No descansaba, no encontraba consuelo debido a la tristeza que le causó en el corazón su primer desliz

Me llamó la atención que los curas me hablaban como si hubieran perdido la razón, y yo les seguía la corriente. Otro motivo de alarma fue que inventé parodias de los corales sacros con letras paganas que por fortuna nadie entendió. Le pareció el momento y la situación extrañas ya que no le prestaban tanta atención a las cosas que decía y actuaban raro, él les seguía la corriente y hacia cosas para ver si reaccionaban, pero no funcionaba. Me hizo leer una cartilla con frases enrevesadas que yo debía enderezar. Le hizo leer una cartilla con frases complejas y palabras difíciles que no entendía y debía buscar para tratar de saber el significado También llegó en esa ocasión otro hijo de papá, Abelardo, un buen sastre de oficio que instaló su taller a un lado de la plaza mayor y fue mi maestro de vida en la pubertad. Abelardo llego, puso un taller y se encariñaron, por eso este le daba consejos para que le fuera bien en la vida Carmen Rosa contribuyó desde su llegada a un nuevo esplendor de la Pascua. Era moderna y coqueta, y se hizo la dueña de los bailes con una cauda de pretendientes alborotados. Carmen Rosa con su juventud y belleza llamó la atención de los muchachos, causó revuelo con su llegada en el corazón y la mente de muchos. Como sastre le fue bien, pero no tan bien como le fue con su parsimonia de garañón, pues más era el tiempo que se le iba bien acompañado en la cama detrás del cancel, que solo y aburrido en la máquina de coser.

Se dedicaba más a los placeres mundanos que a su deber y labor como sastre, le iba mejor en este primer aspecto que en el último. Allá fui, y a medida que me acercaba, su respiración afanada iba llenando el cuarto como una creciente de río, hasta que pudo agarrarme del brazo con la mano derecha y me deslizó la izquierda dentro de la bragueta. Sentí un terror delicioso. Dice que sintió un terror delicioso, cuando se acercaba él podía sentir que el deseo iba creciendo y llenando la habitación Me pareció una exageración por la edad de mi hermano, pero cuando me lo mostró me di cuenta de que era cierto. Luego saltó desnuda de la cama con una gracia de ballet, y mientras se vestía me explicó que en la puerta siguiente de la casa, a la izquierda, estaba don Eligió Molina. Le parecía una exageración las cosas que hacían las personas mayores, aunque luego pudo ver que era verdad. Conclusiones La vida de Gabo estuvo rodeada por la lectura, la narración y la tradición, al tener familiares que le enseñaban sobre la vida y que le inspiraban el deseo de aprender, de leer y de desarrollar su imaginación, por esto su literatura se vuelve tan rica y define la costumbre de toda una región, e incluso de todo un pueblo, de una estirpe destinada a ser conservada generación tras generación.