Trabajo de Historia

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Trabajo de Historia Nombre. Masabanda Tubòn Joao Sebastián Tema: Hernán Cortez y la campaña en contra el Imperio Azteca, alianzas con las poblaciones indígenas. En medio de un tumulto de profecías que advertían al Emperador Moctezuma II de la llegada de «hombres blancos y barbudos procedentes de Oriente» con la intención de conquistar el Imperio azteca, los malos augurios se materializaron con el desembarco de Hernán Cortés, 518 infantes, 16 jinetes y 13 arcabuceros en la costa mejicana en 1519. El conquistador extremeño –tras varios meses de batallas contra tribus menores en su camino hacia la capital azteca– tomó una decisión radical, destruir las naves, que delató sus intenciones: o ricos, o no volverían a Cuba. Desde el principio de la expedición, un grupo de los españoles –los llamados velazqueños por su lealtad al gobernador de Cuba Diego de Velázquez– defendía regresar cuanto antes y no internarse más en una tierra que se consideraba dominada por el imperio más poderoso y grande de Norteamérica. «Propuso Cortés ir a México. Y para que le siguiesen todos, aunque no quisiesen, acordó quebrar los navíos, cosa recia y peligrosa y de gran pérdida», narra el cronista López de Gómara sobre la decisión de Cortés. El 8 de noviembre de 1519 iniciaron el viaje definitivo hacia Tenochtitlán los 400 españoles supervivientes, acompañados de 15 caballos y siete cañones, que pasarían a la historia como los principales responsables del derrumbe del estado mexica. 400 españoles contra cientos de miles A simple vista, podría pensarse que Cortés se creía un moderno Leónidas –el Rey espartano que frenó por unos días al imperio persa en las Termopilas acompañado de solo 300 hombres– y que tenía planeado, como el historiador mexicano Carlos Pereira describió sobre el aspecto de la expedición, «inmolarse voluntariamente al espantoso Huichilobos (la principal deidad de los mexicas )». Pero las apariencias suelen engañar, el extremeño no estaba improvisando: conocía muy bien sus ventajas y había tomado nota de las debilidades de su gigantesco enemigo. Los guerreros tlaxcaltecas se incorporaron a las tropas españolas El Imperio azteca era la formación política más poderosa del continente que, según las estimaciones, estaba poblada por 15 millones de almas y controlado desde la ciudadestado de Tenochtitlan, que floreció en el siglo XIV. Usando la superioridad militar de sus guerreros, los aztecas y sus aliados establecieron un sistema de dominio a través del pago de tributos sobre numerosos pueblos, especialmente en el centro de México, la región de Guerrero y la costa del golfo de México, así como algunas zonas de Oaxaca. Hernán Cortés no tardó en darse cuenta de que el odio de los pueblos dominados podía ser usado en beneficio español. En su camino hacia Tenochtitlán, los conquistadores lograron el apoyo de los nativos totonacas de la ciudad de Cempoala, que de este modo se liberaban de la opresión azteca. Y tras imponerse militarmente a otro pueblo nativo, los tlaxcaltecas, los españoles lograron incorporar a sus tropas a miles de guerreros de esta etnia. El plan de Cortés para vencer a un ejército que le superaba desproporcion adamente en número, por tanto, se cimentó en incorporar a sus huestes soldados locales. Así, junto a los 400 españoles formaban 1.300 guerreros y 1.000 porteadores indios, que se abrieron camino a la fuerza hasta la capital. Con las alianzas del extremeño, se puede decir que la conquista de México se convirtió, de algún modo, en una guerra de liberación de los pueblos mexicanos frente al dominio azteca. Además del odio común contra el terror sembrado por los aztecas, el conquistador extremeño percibió otro síntoma de debilidad en el sistema imperial y lo explotó hasta sus últimas consecuencias. Moctezuma II –considerado un gran monarca debido a su reforma de la administración central y del sistema tributario– se dejó seducir, como las serpientes, por Hernán Cortés y fue claudicando ante sus palabras, en muchos casos con

veladas amenazas, hasta terminar cautivo en su propio palacio. La figura del extremeño ha sido demonizada posteriormente por este doble juego político con el cándido emperador, pero cabe recordar, así lo hacen las crónicas de Bernal Díazdel Castillo y de López de Gómara, la difícil situación en la que se encontraban los hispánicos. Estaban en una exagerada inferioridad numérica, lejos de cualquier base donde refugiarse y tratando con un pueblo que seguía practicando los sacrificios humanos. A pesar del malestar creciente por las acciones de los conquistadores españoles, Moctezuma dirigió a petición de Cortés un discurso conciliador frente a su pueblo donde se reconoció como vasallo de Carlos I y pidió rendir obediencia a los extranjeros. No en vano, cuando los invasores planeaban su salida de la ciudad llegó la noticia de que el gobernador Diego Velázquez, desconociendo que Carlos I había dado su beneplácito personal a la empresa, confiscó en la isla de Cuba los bienes del extremeño y organizó un ejército que constaba de 19 embarcaciones, 1.400 hombres, 80 caballos, y veinte piezas de artillería con la misión de capturar a Cortés. El caudillo español se vio obligado a salir de la ciudad, junto a 80 hombres, para enfrentarse al grupo enviado por Velázquez. Moctezuma se dirigió a su pueblo que le respondío con piedras Tras un ataque sorpresa, Cortés se impuso a sus compatriotas, que también l e superaban en número por mucho, y pudo regresar meses después con algunos refuerzos a Tenochtitlán, donde encontró una ciudad sublevada contra los españoles, quienes ante los rumores de conspiración habían ordenado la muerte de algunos notables aztecas que le parecieron sospechosos. Durante unos días, los europeos intentaron utilizar a Moctezuma para calmar los ánimos, pero fue en vano. Díaz del Castillo relata que Moctezuma subió a uno de los muros del palacio para hablar con su gente y tranquilizarlos; sin embargo, la multitud enardecida comenzó a arrojar piedras, una de las cuales hirió al líder azteca de gravedad durante su discurso. El emperador falleció tres días después a causa de la herida e, invocando la amistad que había entablado con Cortés, le pidió que favoreciese a su hijo de nombre Chimalpopoca tras su muerte. En la llamada Noche Triste, el 30 de junio de 1520, Cortés y sus hombres se vieron obligados a huir desordenadamente de la ciudad, acosados por los aztecas, que les provocaron centenares de bajas. No obstante, pocos días después se libró la batalla de Otumba, donde los españoles dieron cuenta de la superioridad militar de las técnicas europeas. «Ellos no traen armas ni las conocen» Si hay que señalar cuáles fueron las principales causas del éxito de la empresa de Cortés, a su capacidad de aprovechar las divisiones entre los pueblos de la región y de explotar el carácter dubitativo de Moctezuma hay que añadir la impresión que causaron las armas y las tácticas europeas sobre los aztecas. «Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro», escribió Cristóbal Colón sobre los nativos que encontró en su primer viaje. Tampoco los habitantes de la región mexicana conocían el hierro y, además, sus armas estaban adaptadas a una forma de hacer la guerra que se mostró contraproducente en la lucha contra los europeos. Como en sus guerras tribales, los aztecas buscaron inmovilizar o herir, sin matar, a los españoles con armas fabricadas con huesos o de madera tratada para posteriormente trasladarlos a sus ciudades, donde celebraba n con los capturados sacrificios humanos en honor a los dioses o los esclavizaban. La forma de hacer la guerra en Occidente –matar en vez de apresar– y sus avances tecnológicos –el hierro (en su máxima forma, el acero), la pólvora y el uso de caballos – suplieron la clara desventaja numérica de los españoles y sus aliados. En la batalla de Otumba, Hernán Cortés, 400 supervivientes de la huida de Tenochtitlán y 1.000 de aliados de Tlaxacala se impusieron a 100.000 soldados aztecas seleccionados de entre su élite militar. Los historiadores militares destacan dos claves de la victoria hispánica: la actuación de la caballería ligera dirigida por Cortés, empleando tácticas desconocidas por

los mexicas, y que la muerte de un general se consideraba el fin del combate en Mesoamérica. Según la narración del cronista Díaz del Castillo, tras invocar a Santiago los jinetes españoles se abrieron paso entre sus contrincantesy Cortés derribó a Matlatzincatzin, el líder militar azteca, y el capitán Salamanca lo mató con su lanza, apoderándose del tocado de plumas y el estandarte de guerra de los mexicas. El ejército mexica rompió filas al no tener un mando y comenzó la retirada. Tras la contienda, el extremeño preparó su regreso a Tenochtitlán y a finales de abril de 1521 comenzó el asedio final a la capital, donde fueron determinantes los cañones de pólvora para someter a una ciudad de más de 100.000 habitante. 400 españoles y un millar de tlaxcaltecas se impusieron a 100.000 aztecas Sobre el uso de la pólvora, antes de su primera visita a la capital azteca, Cortés ordenó una demostración del funcionamiento de los arcabuces frente a los emisarios de Moctezuma para que dieran fe del potencial de las armas europeas. Lo cual extendió el miedo entre la población, a quienes el simple estruendo de los arcabuces les causaba espanto. Aun así, como prueba de que su impacto fue más psicológico que tangible, los cañones y arcabuces de los soldados españoles de nada sirvieron en la Noche Triste –la mayor derrota de la Monarquía hispánica en sus primeros 50 años de conquista – ni fueron claves en la batalla de Otumba. A raíz del asedio final de Tenochtitlán, el desgaste provocado entre los sitiados por las enfermedades llegadas del Viejo Mundo supuso el golpe de gracia para los restos de la estructura imperial. Ciertas enfermedades epidémicas desconocidas hasta entonces en el continente americano, la viruela, el sarampión, las fiebres tifoideas, el tifus y la gripe, diezmaron a la población y abrieron la puerta a la conquista de toda Mesoamérica. Quién fue Hernán Cortez? -(1485- 1547) Conquistador del imperio Azteca (Actual México Central), nacido en Medellín(España) en donde se daban guerras entre musulmanes y cristianos. Fue un ambicioso visionario que buscaba la fama y el reconocimiento, de joven estudio leyes por dos años solamente, ya que sus deseos e impulsos lo llevaron al “Nuevo Mundo” en 1504 a los 22 años, en donde participó en la conquista que Cuba, y se convirtió en mano derecha de Diegode Velázquez. Campaña de conquista al imperio azteca: En su tercera exploración a México (1518) Hernán Cortéz aunque desobedeciendo lasórdenes de Diego Velásquez que era gobernador de la actual Cuba hizo de ella una misiónde conquista.Cortéz después de arribar a México destruye sus naves (barcos) para que su tripulaciónno se pudiese escapar y estuvieran con él para llevar acabo la conquista, como era unhombre con grandes dotes de diplomático le fue fácil lograr alianzas con los pueblosllamados toltecas y tlaxcaltecas que estaban sometidos al imperio azteca. Cuando llega aTenochtitlan Cortes tiene una reunión con Moctezuma emperador de Tenochtitlan, lossiguientes días Cortes mientras paseaba por sus calles él pensaba e iba planificando unaestrategia para lograr la conquista de México, el primer paso que dio fue apresar y tomarde rehén a Moctezuma, sin embargo él tuvo que abandonar dicha localidad ya que DiegoVelásquez envió otra expedición para castigar a Hernán Cortes por haber desobedecidosus órdenes, el capitán de esta expedición era Pánfilo de Narváez el cual no tuvo muchoéxito en su objetivo ya que Cortes sin mucho esfuerzo lo arresto. La noche del 30 de junio de 1520 que es apodada como “La Noche Triste” Cortes con toda su tripulación fue obligado a huir de la ciudad de Tenochtitlan ya que los aztecas realizaron un ataque hacia ellosprovocándoles muchas bajas. Después de varios días de la noche triste ocurre la denominada batalla de “Otumba” donde el con su caballeriza vence y así teniendo laposibilidad de entrar a Tlaxcala (pequeño pueblo azteca) así después su triunfo logroalianzas con este pueblo el cual le sumo miles de guerreros tlaxcaltecos a su tripulación.En 1521 Hernán Cortéz con pocos españoles, pero con un

gran ejercito indígena conguerreros de los pueblos sometidos al imperio azteca que con gusto ayudaron a Cortéz ensu conquista gracias al odio que tenían hacia los aztecas y al emperador por las políticasde imperialismo y terror que aplicaba sobre ellos llegan a Tenochtitlán la capital de losaztecas librando una batalla en la cual sin mucho esfuerzo pero con varias bajas salevencedor Hernán Cortés así dando fin al imperio azteca. Alianzas con los pueblos indígenas: Hernán Cortéz tuvo varias alianzas con los pueblos indígenas que del actual México, dichasalianzas para un hombre diplomático con lo fue Hernán Cortéz no fueron muy complicadasde lograr por las razones que explicamos anteriormente pero hubo una en especial que nofue con un pueblo si no con una mujer a la cual Hernán Cortés le robo el corazón, estamujer se llamaba Doña Marina más conocida como Malinche la cual dominaba variaslenguas indígenas y muy rápido aprendió el castellano así abriendo las puertas para laconquista de México a su amado Hernán Cortés. Conquista del Imperio Azteca Una vez finalizada la fase de descubrimiento, en el siglo XVI los españoles procedieron a la exploración y conquista de las tierras del nuevo continente americano. La mayor parte de esta tuvo lugar durante el reinado de Carlos I, y fue obra de hidalgos de la baja nobleza y de gente humilde que esperaba mejorar su fortuna. Fue durante el reinado de Carlos I cuando se logró la conquista del estado mexica o azteca, y fue lograda por Hernán Cortés.En España ya se tenían noticias de que en estos territorios había pueblos muy ricos en oro y otros metales preciosos. Desde la isla Fernandina (Cuba), se proyectaron diversas expediciones promovidas por Diego Velázquez de Cuéllar. La primera de ellas comenzó a principios de 1517. Al año siguiente el gobernador organizó una segunda expedición, en la que se fundó San Juan de Ulúa. Durante esta expedición los españoles tuvieron contacto con embajadores aztecas y se realizaron intercambios de regalos. Grijalva pudo de esta forma percatarse que los mexicas, dominaban la región y que eran temidos y odiados por los pueblos sometidos.Velázquez organizó una tercera expedición a la que asigno como líder al alcalde de Santiago, Hernán Cortés. A última hora el gobernador decidió destituir a Cortés, pero este decidió marcharse de Santiago evadiendo las órdenes. Los barcos zarparon de Santiago a finales de 1518. Pararon en el puerto de la Trinidad, durante casi tres meses, reclutando soldados y abasteciéndose. El gobernador de Cuba realizó un segundo intento por detenerlo. Como último intento, el gobernador mandó arrestar a Cortés en La Habana, no obstante los barcos de Cortés abandonaron las costas de Cuba a principios de 1519.

Para los mexicas cuando comenzaron a llegar noticias de las embarcaciones españolas inmediatamente se relacionó este hecho con el regreso del dios Quetzalcóatl. Dado que los primeros encuentros con los españoles terminaban en intercambios comerciales, en muchos pueblos corrió la idea de que la manera de deshacerse de ellos, sin pelear, era entregarles oro o mujeres y aceptar lo que trajeran. De esta manera, los europeos se marcharían, pero el efecto fue

el contrario al esperado por los aborígenes, pues los europeos creían que había tesoros inagotables en la zona, despertando su ambición.Cortés se dirigió a la isla de Cozumel donde se encontraron con los mayas de la isla. Los españoles siguieron hasta Potonchán donde se inició la batalla de Centla. Los españoles lograron la victoria gracias a la superioridad de armas y en especial al temor que los nativos tenían a los caballos. Cortés fundó Santa María de la Victoria y decidió entonces continuar su camino hacia Ulúa dejando a unos pocos españoles en la recién fundada villa, para pacificar y poblar la región.Los españoles continuaron hacia el norte y llegaron a San Juan de Ulúa. Allí Cortés, mostró su poderío militar e impresionó a los embajadores aztecas. De inmediato salieron mensajeros hacia Tenochtitlán. Moctezuma quedó impresionado y pensó que podría tratarse Huitzilopochtli. Asustado, envió mensajes con evasivas. Les sugirió marcharse lo antes posible y envió de nuevo ricos presentes. Esto sólo excitó la codicia de los soldados, pues los españoles se dieron cuenta de la riqueza del imperio azteca y que los pueblos sometidos resentían la dominación mexica, por lo que decidió avanzar hacia el interior, pero antes se creó la Villa Rica de la Vera Cruz. Cortés se dirigió hacia Quiahuiztlán y Cempoala, pueblos totonacas que eran tributarios de los mexicas. Cortés prometió ayudar a liberarlos de los mexicas, a cambio de una alianza militar. Un grupo de mexicas atacó a los pueblos totonacas que dejaron de pagar tributo. Cortés los ayudó y pudo vencerlos rápidamente, lo que convenció a los totonacas de la efectividad de los españoles y no dudaron en aliarse. Treinta pueblos totonacas se unieron para sellar la alianza y marchar a la conquista de Tenochtitlán. Los totonacas aconsejaron a Cortés formar una alianza con los tlaxcaltecas. Cortés, convencido de la fidelidad de los totonacas lo hizo. Cortés llegó al territorio de Tlaxcala al mando del ejército. Tlaxcala era una confederación de ciudades-estados unidas en una república gobernada por un senado. Los tlaxcaltecas, habían resistido a la expansión de los aztecas, pero estaban al límite de su resistencia. Un grupo tlaxcaltecas emboscó a los españoles, pero los caballos, las armas y las tácticas militares españolas se impusieron a los tlaxcaltecas. Tras evaluar la nueva situación, y considerando las repetidas derrotas, el senado de Tlaxcala ordenó detener la guerra y negociar la paz.Antes de dirigirse hacia Tenochtitlán, Cortés llegó a Cholula, ciudad tributaria y aliada de los mexicas. Al principio el trato para los recién llegados fue hospitalario, pero recibieron de forma secreta instrucciones de Moctezuma para atacar a los españoles, pero Cortés fue alertado. A la mañana siguiente, los españoles realizaron un ataque preventivo, provocando la llamada matanza de Cholula. Tras la victoria de los españoles, los cholultecas fueron sometidos y terminaron aliándose con Cortés. Moctezuma realizó muchos intentos para disuadir a Cortés de avanzar hacia Tenochtitlán con el envió de regalos y embajadores, pero todo fue inútil. El ejército español y sus aliados entraron a finales de 1519 a la ciudad de Tenochtitlán. Los españoles fueron alojados en el palacio de Axayácatl. Moctezuma era un guerrero experimentado, pero como hombre supersticioso, continuaba con la idea de que posiblemente los visitantes eran semidioses, pero tras un ataque aztecas en la costa, algunos españoles de la Villa Rica de la Vera Cruz murieron. Desde la costa los mexicas enviaron a Moctezuma, junto con la noticia de la batalla, la cabeza de un soldado español como prueba de que eran seres mortales y no dioses. A su vez, los españoles habían descubierto accidentalmente tesoros escondidos en una de las cámaras del palacio de Axayácatl. A pesar del malestar social de los mexicas por las acciones de los conquistadores españoles, Moctezuma intentó por todos los medios evitar un levantamiento. A petición de Cortés, dirigió un discurso frente a su pueblo en el que se reconoció como vasallo de Carlos I y pidió rendir

obediencia a los españoles, pues temía que en caso de un enfrentamiento armado su pueblo fuese masacrado. Diego Velázquez organizó un ejército para detener a Cortés y designó a Pánfilo de Narváez como capitán. Las embarcaciones zarparon en marzo de 1520 y llegaron a San Juan de Ulúa en abril, donde una comitiva de Moctezuma, se puso en contacto con Narváez. Moctezuma albergó nuevas esperanzas de ser liberado. Ante la noticia, Cortés salió de Tenochtitlán marchando con parte de su ejército hacia la costa para hacer frente a Narváez, dejando una guarnición al mando de Pedro de Alvarado. A pesar de que el ejército de Cortés era menos numeroso que el de Narváez, el ataque sorpresa fue veloz y certero y cuando Narváez se dio cuenta del ataque trató de reaccionar, pero era tarde. Hubo pocas bajas, la mayor parte de los hombres se rindieron convencidos de la riqueza de las tierras descubiertas y reconocieron a Cortés como nuevo jefe, incrementando así la fuerza militar del conquistador. Un mensajero proveniente de Tenochtitlán informó a Cortés sobre una rebelión en la ciudad, mediante la cual tenían emboscados a la guarnición que había quedado allí.

Recorrido de la expedición de Hernán Cortés. Durante la ausencia de Cortés, en Tenochtitlán se debía celebrar la ceremonia en honor del dios Huitzilopochtli. Pedro de Alvarado ordenó matar a los asistentes a la fiesta lo que provocó una enorme indignación y el ataque contra ellos. Sitiaron el palacio, donde se atrincheraron llevando con ellos a Moctezuma. De regreso en la ciudad, Cortés se reunió con sus compañeros en el palacio desde el que se defendían de los ataques. En un intento por traer la paz, Cortés hizo que Moctezuma hablara con su gente y los tranquilizara; sin embargo, la multitud enfadada comenzó a arrojar piedras, una de las cuales hirió a Moctezuma de gravedad, quien falleció días después. El palacio quedó cercado, sin agua, ni alimentos. En esas circunstancias, Cortés se vio forzado a abandonar la ciudad. El 30 de junio de 1520 (Noche Triste), durante la noche Cortés salió de Tenochtitlán pero durante la huida fueron descubiertos y atacados, muriendo muchos españoles y aliados, además de perder una gran cantidad de material, así como la mayor parte del oro. Poco después los conquistadores fueron ferozmente atacados en la batalla de Otumba, sin embargo triunfaron y los perseguidores se dispersaron y huyeron. Los españoles llegaron a Tlaxcala donde comenzaron a reorganizarse y mientras lo hacían, Cortés decidió emprender una campaña militar para castigar la región, no sólo para recuperar el honor y el ánimo de sus hombres, sino también para cortar la vía de suministros de Tenochtitlán. Una vez reorganizados

pusieron rumbo hacia la capital azteca, a la consiguieron sitiar. Cortés dio la orden de cortar los suministros de agua dulce que llegaban a Tenochtitlán, los mexicas trataron de impedirlo pero no pudieron. Tras tres meses de sitio la ciudad cayó. Cortés utilizó a Cuauhtémoc para gobernar a los vencidos, asegurando la colaboración de los mexicas en los trabajos de limpieza y restauración de la ciudad. La reconstrucción de Tenochtitlán se realizó al estilo renacentista europeo para convertirla más tarde con el nombre de México, en la capital de la Nueva España. Entre los conquistadores se realizó la repartición de oro, pero con el pago a la corona, el porcentaje de Cortés y sus capitanes y los gastos de expedición, la suma a repartir entre la tropa era mínima. Para conseguir nuevos tesoros y subir el ánimo de los hombres, Cortés organizó nuevas expediciones y así evitar una rebelión. Se organizaron campañas en Tuxtepec, Colima, Oaxaca, Tehuantepec… El 11 de octubre de 1522 se nombró a Hernán Cortés como gobernador de Nueva España. En 1529 Carlos I ordenó a Cortés regresar. El rey ya no le devolvió el cargo de gobernador de Nueva España, pero le nombró «marqués del Valle de Oaxaca». El 17 de abril de 1535 se creó el Virreinato de Nueva España y Antonio de Mendoza fue nombrado virrey. BIBLIOGRAFÍA:  

LÓPEZ de Gómara, Francisco (1552) “Historia de la conquista de México” (2006) Juan Mirelles Ostos, México, ed. Porrúa. PRESCOTT, William (2000) Historia de la conquista de México, edición de Juan A. Ortega y Medina; México, ed. Porrúa.

Conquista del Imperio Azteca: Historia y Características Hernán Cortés nació en Sevilla en 1485. Para entonces, ni siquiera se había descubierto América, pero unas décadas más tarde él llevaría a cabo la conquista del Imperio Azteca, uno de los imperios más poderosos del nuevo continente. La Conquista del Imperio Azteca Cuando Fernando I, Rey de Aragón y León murió, ya se sabía que había tribus en las Américas que tenían riquezas en oro y otros metales preciosos que iban más allá de la imaginación. El imperio español, siempre ambicioso, quería poner sus manos en aquel oro para que los españoles aprueben una ley que se llamó rescate de oro, lo que significaba que cualquier español podría viajar a América para “comerciar” con los nativos, con la condición de que le dieran el 20% al rey (quinto real). Pero este “comercio” sólo significaba que los conquistadores acabarían subyugando, explotando y esclavizando a los indígenas.

En 1517 se descubrió México, aunque al principio se creía que era una isla. La primera expedición fracasó, cuya misión era conseguir más esclavos par llevar a Cuba; la mayoría de sus hombres murieron después de ser atacados por los nativos mayas en diferentes lugares de la península de Yucatán. Dos nativos fueron capturados y aprendieron español y de malas traducciones o quizás engaños por parte de los prisioneros, se confirmó que había mucho oro en juego.

La segunda expedición tuvo más éxito, ya que los españoles que zarparon tuvieron un contacto más amistoso con los nativos y fueron dotados de máscaras adornadas con oro y luego, con piezas de oro. Cuando el gobernador cubano Diego Velázquez de Cuellar escuchó los relatos del viaje y vio el oro, envió mensajes de inmediato al rey Carlos I (Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico), junto con algunos objetos de oro.

Hernán Cortés fue elegido como capitán de la tercera expedición. De un total de 11 naves, contribuyó con 3. Pero poco antes de que la flota zarpara, Velázquez de Cuellar cambió de opinión y decidió retirar a Cortés de la expedición. Cortés, no contento con la noticia, decidió salir de Santiago de Cuba, evadiendo órdenes. Sin embargo, en el día señalado, apareció en el muelle y se fue con los buques el 18 de noviembre de 1518.

Hernan Cortés conquistador de Mexico

La expedición de Hernán Cortés desembarcó varias veces para reponer sus víveres y agua. La mayoría de los encuentros con nativos eran de naturaleza amistosa. Hasta entonces, la escuela española de pensamiento no era la ideología avasalladora que luego se haría famosa en todo el mundo. Los nativos mayas creían que la mejor manera de deshacerse de los europeos era dándoles oro y mujeres, pensando que una vez que obtuvieran lo que quisieran no regresarían, sin embargo, produjeron exactamente el resultado opuesto. No sabían que el mensaje que recibieron los españoles fue que ellos tenían “una fuente inagotable de oro”. Sin embargo, la primera batalla tuvo lugar en Centla el 14 de marzo de 1419, cuando los nativos rechazaron subyugarse a los españoles. Los conquistadores salieron victoriosos, principalmente debido a su superioridad en el armamento y la influencia que los caballos les dieron: era la primera vez que el pueblo maya había visto a hombres montados en caballos y estaban mortalmente asustados de ellos. Cuando terminó la batalla, el capellán de la expedición realizó la primera misa católica en Nueva España. Hernán Cortés fundó Santa María de la Victoria (más tarde fue la capital de Tabasco).

Una vez que fueron derrotados los chontales mayas, entregaron 20 mujeres a los españoles, entre ellas, Mallinalli Tenépatl (conocida como Doña Marina por los españoles, y como Malintzin por los nativos), quien una vez aprendió el español y se convirtió en una invaluable traductora y luego tuvo un hijo con Hernán Cortés, a quien llamó Martín, como el hijo que tuvo con su esposa española. Martín el mestizo se convertiría en una figura central de la conquista: su presencia y actos fueron invalorables en el surgimiento de una nueva raza. Malintzinm (o Malinche) se consideraba la madre y el icono de las razas mixtas, y fue considerado representante de la nacionalidad mexicana.

El Imperio Azteca (los Mexicas)

Conquista del Imperio Azteca El Imperio Azteca, como cualquier imperio propio, necesitaba expandirse para crecer y sobrevivir. Durante el siglo XV se habían extendido por vastos territorios, subyugando a varios pueblos y haciéndolos tributarios. El imperio azteca era temido y odiado por los otros clanes y tribus nativas que habían conquistado. En 1517, el gobernador mexica, Moctezuma Xocoyotzin (también conocido como Montezuma) continuó con las campañas de expansión. Moctezuma era un ferviente creyente de la mitología religiosa que decía el dios Quetzalcóatl (serpiente emplumada de plumaje hermoso). Su segunda visita era esperada, de manera muy similar a la segunda vuelta de Jesús que esperan hoy en día los cristianos. Más importante aún, una de sus representaciones fue la de un hombre de barba blanca. Moctezuma le había enviado anteriormente regalos: máscaras de oro y turquesa, todavía convencido de que era Quetzalcóatl. A su vez, Hernán Cortés les regaló cuentas amarillas y verdes, una silla y un casco. Para los mexicas, este representaba a Huitzilopochtli, el dios de la guerra. Para colmo, Cortés quería mostrar su poderío militar para impresionar a los embajadores mexicanos, así que organizó una carrera de caballos con tiros de artillería.

Los mensajeros fueron enviados inmediatamente a la capital del imperio azteca: Tenochtitlán. Tan pronto como Moctezuma recibió la noticia, creyó que no era Quetzalcóatl, sino quizá otras deidades más oscuras y menos benévolas. Se sentía asustado y envió más mensajes diciéndoles a los españoles que sería imposible recibirlos en Tenochtitlán e instó a que se fueran lo antes posible, junto con el envío de más regalos de oro y otros tesoros. Una vez más, esto sólo despertó la codicia de los conquistadores: Hernán Cortés se dio cuenta de que la riqueza del

imperio azteca era enorme… y también que los pueblos sometidos se resentían de los mexicas. Así que en su lugar, se adentró más en lugar de irse lejos. Cuando se encontró por primera vez con los totonacas, ofreció liberarlos de los mexicas a cambio de una alianza militar. Así comenzó la estrategia de Hernán Cortés que le permitiría ser capitán de una rebelión de pueblos subyugados por los mexicas. Si los españoles hubieran estado solos, es probable que nunca lo hubieran hecho. Fue un golpe de genio. Juego sucio y mentiras flagrantes

Mientras Cortés había prometido ayudar a liberar a los totonacas al mismo tiempo, envió mensajes a Montezuma en Tenochtitlán, prometiéndole ayudar a subyugar a los rebeldes. Mientras persuadía a los totonacas de dejar de pagar sus tributos a los mexicas y de encarcelar a los recaudadores de impuestos del imperio azteca, logró convencerlos de que estaba de su lado. Al mismo tiempo, convenció a los recaudadores de que era él quien los liberaría para que fueran a contarle a Montezuma de su benevolencia.

Moctezuma La segunda embajada de Montezuma llegó unos días más tarde, con regalos y agradeciendo a Cortés por ayudar a mantener a los rebeldes en línea. Luego Cortés habló en secreto con el jefe totonaca y le dijo que podía considerarse a sí mismo y a su pueblo libre de los aztecas. El jefe

liberó a los otros tres recaudadores de impuestos que estaban presos y los embajadores aztecas regresaron a Tenochtitlán con ellos.

¿Y con qué finalidad?

Bueno, un asentamiento azteca se organizó para obligar a los totonacas a continuar pagando los tributos que habían interrumpido. Cuando la confrontación tuvo lugar, los españoles ayudaron a los totonacas con la caballería y los golpearon más rápido de lo que los nativos habían creído posible. Con esa inmensa muestra de poder, unos 30 clanes totonaca decidieron aliarse con Cortés y sus hombres, contribuyendo con más de 1.300 soldados para la campaña de Tenochtitlan,y la conquista del Imperio Azteca. La marcha hacia Tenochtitlán

Desde la costa hasta Tenochtitlán (donde ahora se encuentra la ciudad de México, con importantes templos aztecas como Teotihuacán) había varios cientos de kilómetros. En aquellos tiempos, el único medio de transporte disponible era mediante caballos, y su viaje no se realizaba en línea recta, sino más bien desviando hacia el norte y el sur para detenerse en diferentes asentamientos y convencer a más pueblos a unirse a su búsqueda, mientras que al mismo tiempo, fueron difundiendo la lengua española. Los nativos que los acogieron eran amistosos, pero la mayoría de ellos se negaron a dejar de pagar tributo al azteca por temor a represalias. La experiencia de los hombres de Cortés fue similar a la de un campamento de verano español. Sin embargo, los tlaxcaltecas adoptaron un enfoque diferente. A diferencia de muchos clanes, uno de los senadores de Tlaxcala dudaba de que los españoles fueran semidioses, ya que la codicia, la destrucción de templos, el saqueo de pequeños pueblos y asentamientos y el desprecio que mostraban por las leyes ancestrales reflejaban el comportamiento de seres humanos y no de deidades. Después de una reunión del senado, la decisión fue de atacar a los españoles. Si triunfaban, se llevarían el crédito, si eran derrotados, culparían a una de las otras

etnias que moraban con ellos de desobedecer las órdenes del senado y de haber firmado una alianza con los extranjeros. La primera inmersión española en la guerra fue favorable para Cortés, pero se dio cuenta por primera vez de que había una buena posibilidad de que pudieran ser aniquilados. Los españoles enían caballos y armas superiores, pero no eran muchos. El envió un mensaje de paz, pero las respuestas fueron amenazas. Los tlaxcaltecas siguieron atacando, pero de manera desorganizada y los españoles anotaron nuevas victorias, aunque a gran costo, hasta que decidieron reevaluar la situación y firmar un acuerdo de paz. Esto resultaría fundamental en la conquista de Tenochtitlán. Montezuma se hace amigo de Cortés.

Mientras tanto, Montezuma intentó por varios medios disuadir a los españoles de que avanzaran hacia Tenochtitlán. Envió regalos, embajadores y mensajes, pero fue en vano. Un ejército de 400 españoles, 4000 tlaxcaltecas y 16 caballos entraron en la ciudad de Tenochtitlán, construida en una isla del lago Texcoco, conectada al continente por tres calzadas.

Fueron recibidos por un gran comité, el cual incluyó a Montezuma y a varios tlatoani (gobernadores). Hubo un intercambio de regalos y los españoles fueron alojados en el palacio Axayacátyl, cerca del lugar sagrado de la ciudad.

A pesar de que Montezuma era un hombre experimentado en la guerra, la superstición estaba profundamente arraigada en sus creencias, y en su mente aún existía la posibilidad de que estos hombres barbudos blancos fueran semidioses. En una entrevista privada entre Cortés y Montezuma, se declaró vasallo del rey de España, Carlos I. Pero al mismo tiempo se daban otros acontecimientos.

Mientras Cortés era huésped en Tenochtitlán, los totonacas, siguiendo su consejo, dejaron de pagar tributos. Los mexicas tomaron acciones y hubo una confrontación entre ellos. Los soldados españoles fueron en su ayuda, perdiendo 7 hombres. La noticia llegó rápidamente a Tenochtitlán, junto con la cabeza cortada de Juan de Escalante, enviada a Montezuma como prueba de que éstos eran hombres y no dioses. Sin embargo, los tlatoani estaban aterrorizados; prohibieron más acciones militares y mantuvieron las noticias en secreto. Era desconocido para él que el propio Cortés fuera informado por mensajeros totonaca. Tomó esto como una excusa para arrestar a Montezuma y exigió castigo por los autores. Montezuma se sorprendió y juró que no ordenó los ataques. Sin embargo, el tloaní estaba rodeado por un escolta español día y noche.

Bajo custodia española intensiva, Montezuma continuó con su vida. Mostró a Cortés la ciudad y sus alrededores. Cortés -recordarán lo religiosos que eran los españoles- pidieron a los tlatoani que abandonaran sus dioses y prohibieran los sacrificios humanos. Para horror y asco de los sacerdotes mexicas sus estatuas religiosas fueron derrumbadas, para ser reemplazadas por imágenes cristianas y una misa católica se llevó a cabo en su templo sagrado.

Conquista del Imperio Azteca Los españoles descubrieron los orígenes del oro y Montezuma le dio a Cortés todo lo que quería, esperando que una vez que recibieran todos los tesoros que deseaban, finalmente los dejarían. Cuando el conquistador solicitó que se recolectara el tributo de oro de todas las colonias aztecas, Montezuma aceptó una vez más. Después de un feo episodio cuando uno de los guías aztecas fue ahorcado porque era sospechado de traición, su hermano se rebeló y hubo muertes y tortura. Cuando Montezuma se enteró le pidió a Cortés que se fuera, pero los españoles se negaron, con la excusa de que no tenía naves -que era verdad, sólo porque las hundía él mismo para evitar que sus hombres desertaran de la expedición- y se quedó en la capital del imperio azteca. Ahora mismo, lo que Montezuma más temía era un enfrentamiento militar y trataba de evitarlo a toda costa. A petición de Cortés, dio un discurso a su pueblo, haciéndoles saber que era un vasallo del rey español y les pidió obediencia a los españoles. Cortés ordenó ir a algunos de sus hombres a la costa para construir barcos donde los aztecas pudieran verlos, pero en secreto les dijo que lo hicieran lo más lentamente posible.

Los españoles contra los españoles

Conquista del imperio azteca El hecho es que Cortés había ido en la expedición contra las órdenes de sus superiores. Mientras fundaba ciudades y se alojaba en palacios, sus enemigos no estaban descansando. Tomaron su oportunidad, y escribieron notas para ser enviadas al rey de España. No recibieron ninguna respuesta, lo que hizo que zarpara una expedición comandada por Pánfilo Narváez. Desembarcaron en uno de los asentamientos fundados por Cortés, Villa Rica de la Veracruz. El objetivo de Narváez era arrestar o matar a Hernán Cortés y había una correspondencia secreta entre el recién llegado y Montezuma. Sin embargo Hernán Cortés se enteró, sin embargo, y después de algunos mensajes enviados de ida y vuelta decidió atacar. Envió un pequeño batallón de unos 70 hombres bajo el mando de Diego Pizarro, que fueron victoriosos en parte debido a que su elemento de sorpresa, porque les dio una ventaja estratégica: Narváez sólo se dio cuenta de que estaban bajo ataque cuando los hombres de Cortés estaban casi sobre ellos. Es más, Bartolomé de Usagre, el jefe de artillería de Narváez, había sido sobornado y había puesto cera en los cañones, mientras que los hombres de Cortés habían cortado las cinchas de la silla. La pólvora también se había mojado y por encima de todos esto, los hombres no estaban en sus puestos.

Desafortunadamente para Montezuma, un mensajero de Tenochtitlán llegó e informó a Cortés no sólo que había estado en comunicación con Narváez, sino también que había habido una

rebelión en la ciudad y sus hombres habían sido emboscados y ahora estaban siendo sitiados. Este fue el resultado de la matanza en el Templo Mayor.

La Matanza en el Templo Mayor

Matanza en el templo mayor La conquista del Imperio Azteca (también conocida como Mexica) está llena de tristes episodios, que no hacen otra cosa que mostrar la crueldad y la avaricia de los conquistadores. Uno de esos episodios fue la matanza de sacerdotes, capitanes y jóvenes guerreros en una celebración santa, conocida como la Matanza de Tóxcatl o del Templo Mayor, en el año 1520. La ceremonia fue en honor de uno de sus dioses, Huitzilopochtli. El capitán español Pedro Alvarado pidió permiso para llevarlo a cabo mientras Cortés estaba ausente. Los hombres estaban cantando y bailando, completamente desarmados. Alvarado ordenó a sus hombres que bloquearan las salidas del patio sagrado y entonces comenzó la carnicería. Los españoles atacaron con espadas y lanzas. Se dice que la sangre fluyó como un río y que el patio pronto se llenó de cuerpos desmembrados, tripas y miembros cortados. Nadie sobrevivió.

Los hombres asesinados eran líderes muy respetados, veteranos de guerra, intérpretes del códice, señores de la guerra. Habían sido educados en Calmécac (la escuela para los hijos de los nobles). Los aztecas ya estaban indignados por la intensa presencia española, pero hasta ahora no habían tomado acción por el respeto que tenían por su huey tlatoani. Pero la Masacre en el

Templo Mayor provocó tales niveles de indignación que no había nada que les impidiera atacar a los extranjeros.

Asediaron el palacio durante más de 20 días, donde los españoles se atrincheraron, tomando a Montezuma y a otros jefes como rehenes. Hernán Cortés huye de Tenochtitlán

Moctezuma y Cortés en Tenochtitlán Cuando Hernán Cortés regresó a la capital de los aztecas, encontró a sus compañeros soldados en el palacio Axayácatl, que estaba bajo constante ataque. Cortés había regresado con más de 3.000 soldados, casi cien caballos y muchas más armas.

Alvarado había retenido a Montezuma como rehén. En un débil intento de traer paz, Cortés pidió a los tlatoani que treparan a las paredes del palacio e intentaron hablar con su gente y calmarlos. Pero los aztecas se enojaron y comenzaron a lanzar piedras, una de las cuales lo golpeó y lo hirió gravemente. Fue llevado dentro, pero Montezuma murió tres días después como resultado de la herida. Después de mucho tiempo de convivencia, Montezuma y Cortés habían devuelto un vínculo de amistad. Se dice que los españoles se entristecieron cuando murió el tlatoani. El consejo de los aztecas eligió un nuevo tlatoani, Cuitláhuac, uno de los primos de Montezuma.

Su situación española pronto se convirtió en desesperación. Enclavados en el palacio, sin comida ni agua, no tuvieron más remedio que huir de Tenochtitlán. Casi no lo lograron. 800 hombres españoles fueron asesinados y además de un gran número de sus aliados. También perdieron 40 caballos, varios cañones y la mayor parte del oro que habían tomado. No todos los historiadores están de acuerdo, pero muchos dicen que una vez que habían logrado escapar, Cortés lloró la mayor parte de la noche, por lo que se la llama “la noche triste”. La Caída de Tenochtitlán y el Tormento de Cuauhtémoc

Pasó más de un año antes de que los españoles intentaran volver a tomar la capital azteca. Se refugiaron con sus viejos aliados, los tlaxcaltecas. Después de que se recuperaron pelearon muchas batallas. Finalmente Cortés controló el este, noreste y sur de Tenochtitlán, y pronto tuvo la ciudad rodeada. Ahora tenían que coordinar un ataque de todas las entradas a la ciudad, así como de los bergantines que habían construido para atacar desde el lago.

Conquista del imperio azteca Primero, a la ciudad se la desabasteció de suministro de agua dulce. Los aztecas trataron de detener esto, pero perdieron la pelea. Pronto comenzaron sus ataques, golpeando simultáneamente desde las carreteras, el lago y los puentes. Al principio las bajas sufridas en ambos bandos fueron similares.

La estrategia del español era destruir los puentes que conectan las islas con el continente, para hacer imposible que los aztecas repusieran sus provisiones de alimentos y agua. La estrategia de los aztecas era reconstruir y defender esos puentes. También enviarían tropas para atacar la sede de los conquistadores. El sitiado duró 93 días. La línea de acción española entró en vigor. Mientras tanto, los aztecas se alimentaban sólo de raíces, bebían agua estancada, dormían entre los muertos y se negaban a rendirse. La caída de su imperio parecía inminente.

Una vez que Cortés creyó que los mexicas estaban completamente debilitados entraron en la ciudad. El conquistador mismo fue capturado, pero fue rescatado por uno de sus hombres, Cristóbal de Guzmán, que fue hecho prisionero, junto con otros soldados españoles. Como era costumbre de guerra de los aztecas, los prisioneros eran sacrificados a sus dioses. Cuando terminó el asedio, Pedro de Alvarado tomó la plaza de Tlatelolco. Los españoles vieron que sus compañeros no sólo habían sido sacrificados y sus corazones arrancados, sino que también habían sido desollados, y su piel fue utilizada para decorar sus templos en ofrecer al dios Xipe Tótec. Sólo 56 soldados españoles murieron, frente a las 100.000 pérdidas sufridas por los aztecas, que murieron o fueron heridos en la batalla, o perecieron por hambre y pestilencia.

El tormento de Cuauhtémoc En el asalto final murieron más hombres españoles, así como algunos de los jefes de los mexicas. Cuauhtémoc (uno de los sobrinos de Montezuma que había estado a cargo durante la noche de triste y mandó a las fuerzas mexicas durante la expulsión de los españoles de Tenochtitlán) se reunió con algunos de sus capitanes para discutir su rendición. Salió de la ciudad el 13 de agosto de 1521, día de la caída del Imperio Azteca.

Cuando Cuauhtémoc fue llevado a Cortés, señaló la daga del español y le pidió que lo matara, ya que no había podido defender su ciudad y su pueblo, y prefería morir en manos de los conquistadores. Pero Cortés no quería matar a Cuauhtémoc y en su lugar restauró su posición de noble, pensando que podía aprovecharse de su condición de tlatoani. Fue tratado bien, aunque todavía cautivo, hasta que la codicia española se hizo cargo.

El tesorero ordenó la tortura de Cuauhtémoc, para obligarle a confesar el lugar donde estaba escondido el resto del tesoro de Montezuma. Sus pies fueron sumergidos en aceite y luego fueron puestos cerca del fuego. Años más tarde, en España, Cortés sería declarado culpable por permitir esa tortura.

Una vez que la ciudad había caído y la conquista del Imperio Azteca había finalizado, Cortés comenzó a construir Ciudad de México sobre las ruinas. Rápidamente se convirtió en una ciudad preeminente en las colonias españolas y muchos europeos llegaron a vivir allí. Como resultado de su éxito, el rey Carlos I de España designó a Cortés como gobernador de Nueva España. Hernan Cortés en Tlaxcala La expedición de Hernán Cortés había salido de Cuba el 18 de febrero de 1519 y hecho escalas en Cozumel (febrero), Tabasco (marzo) y Cempoala (junio). Trás unas semanas de preparativos, partieron de Cempoala el 8 de Agosto hacia Tenochtitlán. Su primer objetivo era llegar a Tlaxcala y conseguir una nueva alianza como la que ya tenían con los campoaltecas. Habían dejado a Juan Escalante con 150 hombres en la Villa Rica de la Veracruz con el compromiso de los señores de Cempoallan y Quiahuiztlan de suministrarles alimento. La expedición estaba compuesta por 300 soldados de infantería, 150 indios cubanos y 800 totonacas. Llevaba 15 caballos y numerosos perros. Figuraban también en la expedición, muchos comerciantes, guías y “embajadores” méxicas. Iban a recorrer unos 400 km de terreno montañoso (hasta 4.000 metros de altitud), con frío y viento cuando ya se habían acostumbrados al calor y la humedad del Caribe, y supondría un esfuerzo de unos tres meses salpicados de

batallas y muchos, muchísimos problemas que tuvieron que ir solventando como pudieron.

Todo fue bien al principio, entraron en distintos poblados, unos libres y otros sometidos a la autoridad de Moctezuma II, pero en general el ejército fue bien acogido, por lo menos con corrección, dándoles alojamiento temporal y algo de alimento. El 17 de agosto llegaron a Jalapa, luego pasaron por Xicochimalco e Ixguacan. El 24 llegaron a Zautla, donde el cacique tributario de los méxicas, Olintecle, les dió una calurosa bienvenida, proporcionandoles alojamiento y víveres. Este cacique tenía 30 esposas y 100 criadas.

Pero los problemas serios comenzaron al llegar a la frontera del estado de Tlaxcala, un duro pueblo guerrero que no se había dejado dominar por los méxicas, a pesar de estar rodeados por otros territorios sojuzgados por el emperador Moctezuma II. Tlaxcala no era un pueblo tributario del imperio azteca, era una confederación de varios señoríos que luchaban unidos para defenderse de los ataques de los méxicas. Los señoríos de Tlaxcala eran Tizatlan, Ocotelulco, Tepetícpac y Quiahuixtlan. En ese año de 1519 los señores más influyentes eran Maxixcatzin, de Ocotelulco, y Xicoténcatl el viejo, de Tizatlan. La población de la confederación era de unas 150.000 personas aproximadamente. Según Moctezuma II, los méxicas nunca sometieron a Tlaxcala para que sus guerreros jóvenes tuvieran un enemigo cercano con el cual combatir. Los tlaxcaltecas vivían en continuo estado de guerra y con ciertas privaciones, su territorio estaba rodeado por los aliados o tributarios de los méxicas y no usaban productos como la sal o el algodón, pues les estaba prohibido por los méxicas comerciar con otros pueblos. Cuando los españoles iniciaron el ascenso de la costa hacia el altiplano central, habían decidido (a propuesta de sus primeros aliados, los cempoaltecas), pasar por territorio tlaxcalteca para tratar de concertar una alianza en contra de los méxicas. Cuando a final de agosto llegaron con

su ejército al territorio de Tlaxcala, contaban ya con una importante experiencia en enfrentamientos y alianzas con otros pueblos indígenas, concretamente con aquellos que habitaban entre la costa del golfo y el valle tlaxcalteca. En Zautla, Cortés había enviado unos mensajeros cempoaltecas con el encargo de comunicar a los señores de Tlaxcala su deseo de pasar en paz por sus tierras. Les escribió una carta y les envió un regalo (un sombrero de Flandes). Pasaron los días y los mensajeros no regresaban con la respuesta. La interpretación lógica era que Tlaxcala negaba la entrada a los españoles. A pesar de ello, Cortés decidió continuar, hizo una breve estancia en Iztaquimaxtitlan donde esperó la vuelta de los mensajeros, pero al no producirse, reanudó la marcha hacia el valle. La propuesta de paz de Hernán Cortés debió resultar sospechosa a los tlaxcaltecas, pues era raro que un extranjero que se presentaba en son de paz y con una posible propuesta de alianza contra los méxicas estuviera acompañado precisamente por algunos de sus señores. El 2 de septiembre de 1519 se produjo la primera batalla entre los guerreros tlaxcaltecas y las tropas españolas y sus aliados indígenas, mayoritariamente cempoaltecas; se conoce como la batalla de Tzompantzinco. A la altura del pequeño poblado de Tehuacingo se encontraron con un fuerte ejército de tlaxcaltecas formado y esperando a los de Cortés. Primero los tlaxcaltecas enviaron a un contingente otomí, al mando de Xicoténcatl el Joven, haciendo frente a los españoles. Fue una batalla breve, los nativos atacaron valientemente pero ante las primeras descargas de los cañones y los mosquetes españoles huyeron despavoridos. Posteriormente actuó la caballería española que en veloz ataque llegó hasta los capitanes enemigos. Pero como por la superficie del terreno los caballos de Cortés no podían desempeñarse bien, las fuerzas de Tlaxcala lograron dar muerte a dos caballos. Al parecer, Xicoténcatl deseaba demostrar que los caballos (los llamaban venados en su idioma) eran sólo animales domésticos, cosa que logró. Finalmente el ejercito de Tlaxcala se retiró. Pero tan solo fue un paréntesis, porque tres días después, el 5 de septiembre, tuvo un lugar un nuevo enfrentamiento muy similar: multitud de nativos que no tenían ni idea de contra lo que se enfrentaban; el ejército español formado por cuadros de hombres bien juntos y la caballería atacando a los principales del otro ejército. Aunque otra vez los tlaxcaltecas consiguieron atrapar un caballo que luego sacrificarían (junto con el sombrero de regalo), de nuevo quedaron descabezados dando por terminada la batalla con una nueva huida. Después de varios días y algunas pequeñas batallas más, el ejército tlaxcalteca se encontraba diezmado, las pérdidas de vidas y de bienes y el número de poblaciones tomadas por el enemigo, parecía confirmar la idea de que éste era invencible. Los señores de Tlaxcala se sentían cada vez más presionados a tomar una decisión, aunque esto mismo los enfrentaba entre ellos. También en el ejercito español había críticas a lo que estaba pasando, al comprobar que su adversario era numeroso y tenaz. Según la crónica de Bernal Díaz, los españoles estában exhaustos y desmoralizados; pasaban frío, tenía poca comida y varios estaban enfermos. Empezaban a preguntarse por el resultado de tanta batalla. Entonces, Cortés decidió intentar un pacto con su aguerrido enemigo. Para ello, recurrió a un elemento especialmente sensible en el ánimo de los tlaxcaltecas; a cambio de la paz, les ofreció apoyo en contra de los méxicas, sus enemigos mortales. A esta oferta nada desdeñable se aunaba la versión, difundida entre los totonacas, de que los extranjeros recién llegados eran dioses y, por tanto, inmortales, versión que los españoles trataban de promocionar, escondiendo a sus escasos muertos. Si eran invencibles, no tenía sentido seguir luchando contra ellos, pues eso sólo acarrearía más desgracias. Sin embargo, esta visión sacralizadora no era aceptada por todos los señores importantes de Tlaxcala, que desconfiaban de cualquier oferta de paz y de

alianza que hicieran los forasteros. Este era el caso de Xicohténcatl Axayacatzin, hijo del cacique de Tizatlán y a quien, para diferenciarlo de su padre, que poseía igual nombre, los historiadores denominaron el Joven; proponía continuar la lucha, pues veía posibilidades de vencer; por el otro lado, los caciques Maxicatzin, de Ocotelulco, y Xicohténcatl padre, de Tizatlán, se inclinaban a negociar con el enemigo para obtener la paz. Al mismo tiempo que Cortés negociaba con los tlaxcaltecas, en un doble juego táctico hacía saber de su impresionante poder bélico a los emisarios de Moctezuma II, y trataba de engañarlos con la idea de que su ataque a los de Tlaxcala se debía a que eran enemigos de los méxicas. Cortés captó perfectamente que la clave de su victoria, no sólo sobre las tierras de Tlaxcala, sino también sobre la capital del imperio méxica estaba en aprovechar, y si era posible ahondar, la enemistad méxica-tlaxcalteca. Finalmente por el lado tlaxcalteca se impuso la opción de hacer la paz, porque de lo contrario se corría el peligro de que los españoles se aliaran con los méxicas, en vez de hacerlo con los tlaxcaltecas, y de que el sometimiento de Tlaxcala bajo el poder tenochca, evitado durante mucho tiempo y a un alto precio, sobreviniera de manera irremediable. Ante esta posibilidad y ante el fracaso de un último intento de ataque sorpresa nocturno por parte de los tlaxcaltecas, estos decidieron entablar conversaciones con Hernán Cortés. Los caciques de Tlaxcallan ofrecieron la paz a Cortés, y para demostrarle que su oferta era auténtica y que sus guerreros eran disciplinados, lo hicieron por embajada del propio Xicoténcatl Axayacatzin al campamento español, el hombre que más tenázmente los había combatido y por la que a Cortés se le invitó a entrar en una de las ciudades principales para ser recibido por los máximos dirigentes de la confederación tlaxcalteca. El hecho de que los españoles no hubieran tomado las cabeceras de los principales señoríos significaba que la derrota tlaxcalteca no había sido total, por lo que su rendición no debió ser incondicional. Ofrecieron a Cortés una alianza amistosa para vencer a los de Tenochtitlan, pero esperaban respeto por aquello por lo que sentían tanto orgullo: su libertad y su autonomía como nación. Con ello se sembraban los principios que regirían la futura relación entre la provincia de Tlaxcala y la Corona española.

El 18 de septiembre Cortés y su expedición entraron en Tizatlan y se pactó la alianza. Los señores de Tlaxcala entregaron a algunas de sus hijas a Hernán Cortés, quien a su vez las entregó como esposas a sus principales capitanes; una manera de oficializar el mestizaje generado con la llegada de estos forasteros. El capitán Pedro de Alvarado casó con la hija de uno de los caciques más importantes, a la que bautizó con el nombre dedoña Luisa con la que tuvo dos hijos, un varón y una hembra. Pero el pacto también incluyó el reconocimiento del rey de España como autoridad suprema de los tlaxcaltecas, y la aceptación del Dios cristiano como el único y verdadero. El 23 de septiembre de 1519, veintiún días después de iniciados los combates, Cortés y sus tropas se asentaban victoriosos y de manera pacífica en el corazón de Tlaxcala. Su camino hacia la capital del imperio azteca quedaba allanado, y su dominio sobre él tenía ahora muchas posibilidades de realizarse. El sueño de los tlaxcaltecas estaba por hacerse realidad. Aunque el encuentro inicial entre los señoríos de Tlaxcallan y los españoles había sido violento, la alianza

se estableció; es cierto que fué posible después de un desgaste de fuerzas y de una serie de negociaciones y presiones por ambas partes. La ciudad de Tizatlan deslumbró a los españoles, allí estuvieron descansando tres semanas. Cortés envió dos emisarios para entrevistarse con Moctezuma II, Pedro de Alvarado y Bernardino Vazquez de Tapia. Hicieron el viaje a pié y recorrieron 90 km hasta Tezcoco donde los méxicas no les dejaron pasar. Después de esto, el 12 de octubre, Hernán Cortés y un numeroso contingente tlaxcalteca y totonaca, iniciaron el camino hacia Tenochtitlán, tomando dirección a Cholula, una ciudad sagrada aliada de los méxicas y que distaba 40 km de Tlaxcala. Pronto iba a ser puesta a prueba la alianza. La vecina Cholula, como enemiga perpetua de Tlaxcala y aliada de Tenochtitlan, debía ser sometida.

mejicanas.http://episodiosdemexico.blogspot.com.es/2011/01/la-relacion-entre-hernan-cortesy.html http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/estados/libros/tlaxcala/html/sec_9.html http://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2011/05/la-conquista-de-mexico-el-caminoa-tenochtitlan-batallas-de-tlaxcala-y-cholula/ La conquista de México. Hugh Thomas: http://www.casadellibro.com/libro-la-conquista-de-mexico/9788408073536/1138696 https://laamericaespanyola.wordpress.com/2015/06/14/imperio-contra-imperio/ https://blogs.ua.es/carloshabsburgo/2011/01/09/136/ https://cultura-azteca.com/conquista/