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“El Marica” Un abordaje integral de la ley de Educación Sexual Integral desde una obra literaria Probelmáticas Contempo

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“El Marica” Un abordaje integral de la ley de Educación Sexual Integral desde una obra literaria

Probelmáticas Contemporáneas en Salud Prof: Magalí Freire 3er Año “A”

Instituto de Formación Técnica y Superior N° 28 Tecnicatura Superior en Pedagogía Social y DD HH

Alumna: Micaela Lopez Rodriguez

Buenos Aires, Año 2017

En el cuento “El Marica” de Abelardo Castillo podemos encontrar varias huellas que remitan y permitan reflexionar acerca de todos los ejes de la ESI. En particular elegiremos dos; “Respetar la diversidad sexual” y “Cuidar el cuerpo y la salud”, por ser, a nuestro criterio, los más significativos para el presente análisis. Para comenzar, tomamos un pasaje del cuento que refleja la preocupación de Abelardo por las “diferencias” que detenta César: “A lo mejor no eran tus manos, a lo mejor era todo: tus manos y tus gestos y tu manera de moverte, de hablar. Yo ahora pienso que antes también lo entendía, y alguna vez lo dije: dije que todo eso no significaba nada, que son cuestiones de educación, de andar siempre entre mujeres, entre curas. Pero ellos se reían y uno también, César, acaba riéndose. Acaba por reírse de macho que es.” En este fragmento se visibiliza la necesidad de darle un nombre o una entidad externa, un justificativo, o un razonamiento a la construcción identitaria de César. O era el andar entre mujeres, o el andar entre curas, pero “alguna razón tiene que haber”. Respecto de esto, la ley ESI nos habla de la presunción de heterosexualidad como un factor a tener en cuenta frente a la intervención. Aquí en el cuento, parecería como que estas razones son, precisamente, justificativos para intentar explicar conductas extrañas o anormales que chocan con esta presunción que está absolutamente naturalizada por el protagonista. No hay lugar al disenso o a la construcción de nuevas identidades: César es, obviamente, un heterosexual. Pero uno que actúa raro (“tus manos, tus gestos, tu manera de moverte…”), y entonces es necesario justificar estos comportamientos con elementos externos del entorno, como la convivencia con mujeres o con curas, por ejemplo. En este sentido, la ley también hace hincapié en que “no existe una sola manera de ser gay o lesbiana, como tampoco existe una sola manera de ser heterosexual o una sola manera de ser varón o ser mujer. Esta idea nos ayuda a no caer en estereotipos del tipo todos los gays son amanerados o todas las lesbianas son masculinas, como, en términos más generales, los hombres no lloran o las mujeres son débiles”. En segundo lugar, en el anterior fragmento también se visibiliza la caracterización binómica de las construcciones de género, especialmente en la última parte: “…ellos se reían y uno también (…) acaba por reírse de macho que es”. Respecto de este emergente, la ley es muy clara en el énfasis que se hace en promover el respeto a todas las construcciones identitarias, sin asignarle roles concretos o características inherentes a

ninguna de las formas que se puedan construir. Esto nos lleva una vez más a esta sensación de que reírse o burlarse es una característica inherente a “ser varón” o a “ser macho”. El segundo pasaje que elegimos es el siguiente: “Al pasar frente al café, el colorado Martínez dijo con voz de flauta: “Adiós, los novios”. A vos se te puso la cara como fuego. Y yo me di vuelta, puteándolo, y le pegué tan tremendo sopapo, de revés, en los dientes, que me lastimé la mano. Después, vos me la querías vendar. Me mirabas. –Te lastimaste por mí, Abelardo.” Este fragmento nos lleva a la dimensión física de los vínculos entre hombres, donde las represalias ante comportamientos que no son tolerados se canalizan por límites físicos, como el “tremendo sopapo, de revés, en los dientes…”, y su contraparte, en César que rescata que “Te lastimaste por mí, Abelardo”. De este contraste, podemos relevar dos formas distintas de abordar el eje del cuidado del otro; en primer lugar, desde las barreras que se rompen y la necesidad de zanjar conflictos desde un abordaje violento físicamente, y, por otro lado, desde una lectura solidaria-social en el que uno de los protagonistas entiende que el otro “puso el cuerpo” y se lastimó por él. Respecto de este eje tan crucial, la ley nos lleva a reflexionar que, por ejemplo “En relación con el cuerpo, para los varones, un cierto estereotipo impone la idea de que su cuerpo masculino es la sede del ejercicio de la fuerza, el poder, el dominio de los espacios públicos, el empleo, rasgos asociados a la masculinidad hegemónica.”. Las mujeres, por otro tanto, expresan otras formas de vincularse con el cuerpo, más referenciadas a la debilidad y a la fragilidad. Volviendo al cuento, aquí se caracteriza de manera muy ejemplificadora cómo el narrador hace uso de su categoría “hombre” para resolver un conflicto que emana -precisamente- de una burla hacia su masculinidad, y para resolverlo, se utiliza el código común y compartido, que es el del ejercicio de la violencia. Por otra parte, la respuesta de César ante el suceso nos vuelve a posicionar en un escenario difuso, que no responde al patrón antes mencionado, pero que, a la vez, lo vincula a ciertas características socialmente percibidas como femeninas, como la búsqueda de protección de ese otro bien reafirmado en su condición de masculinidad. De esta forma, César interpreta que Abelardo se lastima por él, como para protegerlo y cuidarlo, y no hace

la lectura de que, en verdad, probablemente Abelardo sintió que su propia masculinidad se vio en jaque en aquel comentario burlista de “adiós, los novios”. Para finalizar, podemos hacer muchos cruces más entre diferentes pasajes del libro y los ejes fundamentales de la Ley ESI, ya que la obra es muy rica en cuanto a las posibilidades de exploración y discusión que maneja. Es imprescindible a nuestra tarea como pedagogos sociales poder contar con este tipo de propuestas y dinámicas que nos permitan poder reelaborar lo que dice la ley desde el llano, tanto con colegas como con estudiantes, para poder desde ahí construir nuevas lógicas y avanzar en nuevas maneras de vincularnos con nuestra propia sexualidad, así como con las de los demás.