Tiempo Pasado_Beatriz Sarlo

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lll, IIÚ­ llll'IO 58, agustu de l9�J7. En ese anículu umbién se lllL'IICiuii:t La vulun­

üui de l'vbnín Caparrús y Eduardo An gui t:t (Buenos Aires, Nunu:t, 1997 y l9�J8).

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BEATRIZ SARLO

ladada a "la escuelita", por deb;;�o de las vendas que le im­ piden ver, reconoce una mancha azul y gotas de sangre: son los pantalones de su marido. Nada más, excepto la resolu­ ción de registrarlo todo (mirando de través, hacia el piso, por la ranura del trapo que le tapa los ojos) .12 Por la repeti­ ción de lo insignificante, los detalles en The Little School se niegan a crear un pleno de representación. Pa1�tnoy los or­ dena sabiendo que son demasiado pocos y demasiado po­ bres, porque pertenecen a una experiencia mutilada por la inmovilidad permanente y la oclusión de lo visible. El deta­ lle insignificante y repetido se adecua mejor que la prolife­ ración a lo que ella relata. Cualquier suma de detalles no puede evitar el encierro de una historia en los interrogantes que le dieron origen. Los hijos de desaparecidos lo dicen de diversas maneras: sienten que el relato queda siempre incompleto y que deben seguir consuuyéndolo. Esto tiene una dimensión dramática y jurí­ dica que habla de la minuciosa desuucción de los rasuos rea­ lizada por los responsables de las desapaiiciones. En otros .casos, cuando la historia que se quiere recons­ truir no es ::;ólo la de un padre o madre asesinados, cuando lo que se busca comprender no es tanto el lugar o las cir-

1�

Alicia Partnoy, The Litlle Schuol; Tales of Disaf!pearance and Survival,

Sau .Franci�co, Midnight Editions, 1 YS6. Llego a

e� te

cine Masidlo. Sobre Parmoy, véase: Diana Taylor,

taclrs

libro gracias a Fran­

Disappearing Acls; Spec­

uf C:mder a tul Nationalúm in 1\rgrntina 's "Dirty v\'ar',

dres, Duke Uniwrsity Press, 1997, pp. 162 y ss.

Durham y Lon­

LA RETÓRIO\ TESTIMONIAL

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constancias de la muerte y el destino del cuerpo, cuando las pretensiones de la narración exceden la búsqueda de una respuesta a una pregunta sobre las condiciones en que se ejerció la violencia de estado para incluir el paisaje cultural y político previo a las inter venciones militares, quedan Lien en evidencia las debilidades de una memoria que recuerda de­ masiados detalles no significativos, una memoria que, como no podría ser de otro modo, a veces entiende y a veces no entiende aquello mismo que reconstruye. Es en este momen­ to cuando la ilusión de una representación completa produ­ ce disquisiciones narrativas y descriptivas, digresiones y des­ víos cuyo motivo sólo es que eso aconteció al narrador o a� s�eto que éste evoca.

Y, entonces, la proliferación multiplica

los hilos de un relato testimonial sin encontrar la razón argu­ mentativa o estética que sostenga su trama. Éste es el caso del libro de Cristina Zuker que tiene como objeto la vida de su hermano Ricardo, militante montonero, desaparecido en la fracasada contraofensiva iniciada en 1979. El subtítulo Una saga fa miliar es especialmente apropiado a la empresa recons­ tructiva que comienza con los abuelos maternos y paternos de ambos hermanos, su infancia, la relación con sus padres,

la relación e ntr e sus p ad res los conflictos psicológicos de ,

una familia, las preferencias cotidianas, todo ello como un prdunbulo que se juzga necesario (como si

S('

tra tara de una

novela realista) antes de entrar en los aüos setenta; e incluso en esos aiios, los detalles de la vida f�uniliar, los niii.os, el des­ tino de los h�jos de desaparecidos o

c

o m bati en te s, ocupan

74

BE.'\.TRIZ SAI{LO

porciones importantes del relato que, así, se sostiene sobre una dimensión afectiva de rememoración. Ceüida a la idea realista de novela, Zuker escribe un capítulo final donde, co­ mo en Dickens, se sigue el destino d� los personajes, en algu­ nos casos hasta su muerte, que es presentada como emble­ mática de lo que sufi-ieron en vida, sin que esas aclaraciones finales tengan una razón compositiva que los vincule a la his­ toria central que, de todos modos, ha ido bifurcándose en un testimonio de la autora sobre la relación con su hermano y muchas otras cosas.l3 Entre detalle individual y relato teleológico hay una rela­ ción obvia aunque no siempre visible. Si la historia tiene un sentido establecido de antemano, los detalles se acomodan a esa dirección incluso cuando los propios protagonistas se demoren en percibirla. Los rasgos, peculiaridades, defectos menores y manías de los personajes del testimonio termi­ nan organizándose en algún tipo de necesidad inscripta más allá de ellos. El !nodo que denominé realista-románti­ co se adapta bien a estas características de la narración tes­ timonial que,justamente por estar respaldadas por una sub­ jetividad que narra su experiencia, dan la impresión de colocarla más allá del exame n .

La cualidad rom án ti c a tiene que ver con dos rasgos. El primero, pur supuesto, es el centramiento en la primera

u

Cristin;t Zukn, J:'l trm

Sudatuericana, :200:1.

de la victulia; uua saga júmilúu, Bueuos Aires,

LA RETÓRICA TESTllV!ONIAL

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persona, o en una tercera persona presentada a través del .

discurso indirecto libre que entrega al narrador la perspec­

¡ tiva de una primera persona. El narrador confía en la re­

presentación de una subjetividad y, con frecuencia, en su expresión efusiva y sentimental, que remite a un horizonte narrativo identificable con la "nota de color" del periodis­ mo, algunas formas del

1

non jiction o

las malas novelas (soy

consciente de que el adjetivo "malas" despierta un resque­ mor relativista, pero quisiera que se admita que existen no­ velas a las que puede aplicarse ese adjetivo). Además, los textos de inspiración memorialística produci­ dos sobre las décadas de 1960 y 1970 se refieren a la juventud

• de sus protagonistas y narradores. No se trata de un simple ' dato demográflco (la mitad de los muertos y desaparecidos argentinos tenían rnenos.de veinticinco años), sino más bien de la creencia en que cierta etapa de una gigantesca moviliza­ ción revolucionaria se desarrolló b Retomo ;dgunas ide;¡s de nti trabajo La pasión y la excepciáll, Buenos :\ires, Siglo XX!, �003.

lA

RETÓRICA TESTIMONIAL

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frente a la trivialidad de remitir todo pasado al presente, una perspectiva desde la que se descubre en los sucesos pretéri­ tos "un ensamblaje de anacronismos sutiles, fibras de tiempo entremezcladas, campo arqueológico a descifrar".J6 En este. sentido, el anacronismo nunca podría eliminarse completa­ mente y sólo una visión dominada por la generalización abs­ tracta podría confiar en aplanar las texturas temporales que no sólo son las que arman el discurso de la memoria y de la historia, sino que muestran de qué sustancia temporal hete­ rogénea están tejidos los "hechos". Reconocer esto, sin em­ bargo, no implica que todo relato del pasado se entregue a esa heterogeneidad como a un destino fatal, sino que traba-

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Georges Didi-Huberman, Deuant le temps; histoire de l'art el anachronis­

me des images, París, Minuit, 2000, pp. 36-37. De acuerdo con Jacques Ran­ ciere, Didi-Huberman sugiere que estos objetos nos colocan frente a un tiempo que desborda los marcos de una cronología: "Ese tiempo, que no es exactamente el pasado, tiene un nombre: es la mem01ia .

..

que humaniza y

configura el tiempo, entrelaza sus fibras, asegura las transmisiones, y se condena a una esencial impureza . . La nwmoria es psíq uica en su proce­ .

so, anacrónica en sus efectos de monu�e, de reconstrucción o de 'decanta­ ci ón' del ti em po . No puede aceptarse la di m ensi ó n memorativa de la his­ tm"ia sin aceptar, junto a ella, su an c l aj e en el in c o nsc iente y su dimensión anacrónica". La cita de Ran c ic r e pertenece a "'Le concept d'