Tiempo de Subjetividad PDF

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Manuel CTuz

Tiempo de subjetividad Manuel Cruz (compilador)

Decae la subjetividad, se ha afirmado, pero, en tanto esté en , entredicho, es también tiempo de ésta. Hablar de tiempo de subjetividad, como se propone aquí, es situarse en un territorio entrecruzado por muchos senderos. Desde el lugar cogido, lo que se divisa es una filigrana ·de rutas, una trama de caminos por recorrer, que pronto abandona su inicial apariencia de abanico de opciones entre las que escoger, para mostrar su auténtica condición de red teórica (o atmósfera intelectual) en cuyo interior se encuentra atrapado el hombre contemporáneo. A lo largo del texto, esta percepción mutará en convencimiento, modesto pero firme. El convencimiento de que, más allá de críticas y dificultades, la categoría de subjetividad representa, como reza el título de la tercera parte, una dificultad necesaria, un ámbito teórico fecundo a la hora de intentar arrojar algún tipo de luz sobre lo que nos ocurre. encuentra en los trabaEl origen del presente volumen jos de investigación que una parte de los colaboradores del mismo (Antonio Aguilera, Fina Birulés, Román G. Cuartango, Santiago López Petit y el compilador, Manuel Cruz) viene desarrollando en el Departamento de Historia de la Filosofía de la Universidad de Barcelona. Además de ellos, participan en el libro José María González, Carlos Moya, José Luis Pardo, Nicolás Sánchez Durá, Antonio Valdecantos, Gerard Vilar y Antoni Vicens.

ISBN 84-493-0265-X

32086

9 788449 302657

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Paidós Básica

Paidós Básica

Tiempo de subjetividad

Tiempo de subjetividad

Df \-j¡.¡¡;¡:¡li.üder»·hasta el «ser» heideggeriano, pasando por la infraestructura económica marxista, las catexjs Jibidínales freudianas, y las es,Jruéturas lingüístico-culturales del estructuralismo. Dispositivos político-epistemológicos o agenciamientos colectivos de enunciación y maquinación aparecen entonces cmno aparatos de producción de subjetividad que intentan nombrar esa diferencia que quiebra la identidad metafísica del sujeto. Recordemos que Foucault no descubrió su propia extrañeza en ninguna enciclopedia china, sino en la Sala de Archivos de la Biblioteca Nacional: no es otra historia, es la nuestra. Son los límites de nuestra historia, lo que de nuestra historia nunca podremos llegar a comprender. La arqueología es fundamentalmente un saber de lo espacial-material: recoge objetos, desentierra enseres o esqueletos, recopila utensilios, herramientas y construcciones que la Historia ha de interpretar. Foucault confesaba haber elegido el término «arqueología» justamente para sugerir una inversión en las relaciones entre Arqueología e Historia, una cierta subordinación de la Historia a la Arqueología. ¿Cómo pensar esta propuesta? Si allí donde la Historia aporta un sentido, un discurso que da vida a los monumentos oclusivos y hace hablar a las piedras, una palabra que hace presentes a los hombres tras las cosas, la Arqueología, al contrario, aporta un sinsentido, una construcción muerta y opaca, una piedra muda, una cosa que no dejá ver tras de sí ningún rostro humano, ¿qué puede significar la subordinación de la Historia a la Arqueología? Sin duda, la subordinación de la luz a las sombras. La Arqueología es lo que deshace la Historia, es capaz de proyectar ciertas sombras, ciertas cesuras de sentido, ciertos huecos del espacio en los que no transcurre el tiempo, ciertos acontecimientos de los que no se guarda memoria, ciertos paisajes que están excluidos de la historia, ciertos objetos no recubiertos por las palabras y, en suma, ciertas fracturas, ciertas discontinuidades, ciertas fallas -de tiempo, de historia, de sentido, de discurso, todo es lo mismo- que impiden la sutura de la historia consigo misma, que impiden la identidad y ,la continuidad de la tradición occidental, que introducen la extrañeza, la diferencia, la alteridad, la banalidad y la atrocidad en la ca-

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DETERMINACIONES DE LA DIFICULTAD

aparentemente inconmovible de lo mismo, en la superficie trivializada de la Europlanicie. Sería ilusorio creer que el reconocimiento de la historicidad del saber, del lenguaje o de la ciencia -y, por tanto, también del «sujeto de conocimiento» del pensamiento occidental- supone una objeción contra la universalidad de las ciencias: claro está que «dos Y dos son cuatro, los graves caen de acuerdo con Newton la entropía aumenta en los sistemas cerrados, y ello sucede en todas las latitudes Y sea cual sea la clase social dominante». 6 La efectividad efectiva coerción o delimitación de las condiciones del pensade estas limitaciones sólo se hace patente desde el punto de vista de las limitaciones internas, que dibujan el mapa de lo pensable Y trazan las fronteras de lo impensable. Volviendo a Serres, se de condicion(es que « y con mucha lo que podnamos llamar global de lo condicionado.1,;Su disP?sición, e.l respectivo de las partes, el centrado de fu_ espaCIO, la clasihcacion de sus componentes y el diseño de sus relaciones. En suma, la forma global y los relieves locales». 7 El sujeto, que como de universalización en un campo en el que lo dejaba de estar reptesentado por esencias objetivas y remitla a actos noéticos o lingüísticos, es decir, que permitía hacer o :