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Facultad de Ciencias Psicológicas

Licenciatura en Psicología

Trabajo Final Integrador Función materna en las patologías narcisistas

Autor: Giselle Andrea Gómez Tutor: Dra Marta Liberman Mes y Año: Octubre 2017

Índice Introducción…………………………………………….……………………………………..1 Capítulo 1: Función materna …………………………….……………………………………3 1.1) Definición…………………………………………………………………………………3 1.2) Articulación Freud-Lacan…………………………….…………………………………...8 1.3) Vinculo madre- hijo……………………………………………………………………...12 1.3.1) Deseo materno…………………………………………………………………………12 1.3.2) Vinculo normal y patológico…………………………………………………………..15 1.3.3) Margaret Mahler……..………………………………………………………...15 1.3.4) Donald Winnicott………………………………………………………….…...21 1.3.5) Luis Hornstein…………………………………………………………….……24 1.3.6) Piera Aulagnier…………...……………………………………………………28 1.3.7) André Green……………..…………………………………………………….32 Capítulo 2: Patologías Narcisista……………………………………………………………..35 2.1) Características del cuadro……………………………………………………………….35 2.2) Metapsicología…………………………………………………………………………...37 Capítulo 3: Abordaje psicoanalítico…………………………………………………………..41 3.1) Estrategias……………………………………………………………………………….41 3.2) Rol del psicólogo………………………………………………………………………...49 Conclusiones………………………………………………………………………………….55 Referencias…………………………………………………………………………………....59

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Introducción El niño cuando nace está en total dependencia de un otro, necesita la presencia de otro que lo asista plenamente en sus necesidades, hablamos de la madre, sustituto o quien cumpla con esa función. El presente trabajo se propone realizar un recorrido por los distintos autores que han hecho aportes acerca de la importancia de la función materna, y poder observar que ocurre con dicha función en las patologías narcisista. Se plantearan las características más importantes que hacen al tratamiento psicoanalítico y el rol del psicólogo. Existe un orden simbólico que precede al nacimiento del bebe, estamos haciendo alusión al lenguaje y al deseo de los padres que le otorgan a ese niño un lugar antes de nacer. Del lado del deseo de la madre de tener un hijo encontramos como plantea Freud la temática fálica que hará posible la función materna de cuidados de ese infante, esto impulsara también al recubrimiento narcisístico del bebe y la búsqueda de su nombre. La función materna es vital importancia para el cachorro humano que se encuentra en un primer momento indefenso, dependiente de sus cuidados, ya que es un tiempo de dependencia absoluta en donde no hay diferenciación yo- no yo. Sera importante tener en cuenta el ambiente, el resguardo que ofrezca la madre a las demandas de los otros formando para el niño una barrera anti estímulos tratando de mediatizar las experiencias de ese niño para que no sean traumatizantes. Luego de ese primer tiempo de alojamiento, de afirmación, de dependencia, será necesario poder ir ausentándose, separándose, dando lugar a la segunda etapa que plantea Winnicott del desarrollo emocional que es la dependencia relativa y por último el camino hacia la independencia. ¿Qué pasa con el niño y su desarrollo psíquico cuando la madre no esta a la altura de

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la función?, ¿Cuando hay imprevisibilidad en el contacto?, o como menciona Winnicott cuándo lo madre no permite el gesto espontaneo e intrusiona ella con su gesto. Estamos hablando de una función materna deficitaria que se presenta con cierta distancia, inestabilidad e indiferencia que dificulta y obstaculiza su función de reverí y esto no es sin consecuencias para el niño. El niño queda en un estado de desamparo, se lo priva de la mirada, del sostén y hay déficit en los suministros libidinales. La madre no lo ha podido calmar, descifrar, poner palabras generando un vacio representacional y un desborde de lo pulsional. Se ve perturbada la integración psique- soma, el proceso de diferenciación y la creatividad del niño. Se plantearan las características generales de las patologías narcisistas, teniendo en cuenta lo metapsicológico: aspecto tópico, dinámico y económico. Posteriormente a ese recorrido y continuando con el marco teórico del psicoanálisis se abordara el trabajo a realizar desde la clínica teniendo en cuenta la singularidad de cada paciente. Allí donde las primeras experiencias han fracasado no se trata de interpretar o buscar asociaciones, al menos en un primer momento habrá que implantar experiencias y lograr de a poco que el verdadero self emerja.

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Capítulo 1 Función materna 1.1) Definición Se comenzara por definir el término “función materna” con la finalidad de tener una primera aproximación a la temática que se abordara en el presente trabajo. Para ello tomaremos a distintos autores que han escrito sobre el tema, y así poder arribar a una definición lo más clara posible y que dé cuenta de la importancia fundamental de dicha función en el desarrollo de un niño. Aulagnier (2007) expresa: (…) El termino madre se referirá a continuación a un sujeto en el que suponemos presentes los siguientes caracteres: a) una represión exitosa de su propia sexualidad infantil; b) un sentimiento de amor hacia el niño; c) su acuerdo esencial con lo que el discurso cultural del medio al que pertenece dice acerca de la función materna; d) la presencia junto a ella de un padre del niño, por quien tiene sentimientos fundamentalmente positivos. (p. 118) Por lo tanto entendemos que para poder referirnos a lo que implica una madre, se necesita tener en cuenta al padre y al hijo fruto de ese vinculo el cual será afectivo y se regirá por lo que la sociedad a la cual pertenecen dispone como lo esperable para cada uno de ellos. La sociedaden un primer momento la va a representar la madre, es ella quien va a ir transmitiendo al niño todo tipo de estímulos y de conocimientos y quien va a decodificar lo que él necesita. En base a esto parece pertinente mencionar a Spitz (1972) que sostiene lo siguiente: (…) durante el primer año, la madre, la pareja humana del niño, es la que sirve de intérprete de toda percepción, de toda acción y de todo conocimiento. (…)En la relación madre-hijo, la madre representa el factor sociedad, o si se

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prefiere puede decirse que la madre representa a la sociedad. El oponente de este factor se encuentra en el bagaje congénito del niño, que en este punto está representado, sobre todo, por la cuestión de maduración y de la Anlage. (…)Los dos factores en interacción consisten, pues, en una madre con su individualidad formada y un niño con su individualidad en formación. (pp. 2527). Winnicott (1990) en su libro “Los bebes y sus madres” expresa sobre esta necesidad del niño de que alguien lo ayude en su crecimiento para la integración del cuerpo y la psique. (…) No se puede dar por sentado que la psique del niño se formará adecuadamente en conjunción con el soma, es decir con el cuerpo y su funcionamiento. La existencia psicosomática es un logro, y aunque se basa en una tendencia heredada hacia el crecimiento, no puede concretarse sin la activa participación de un ser humano que sostenga y cuide al bebe. (p. 30) Más adelante agrega que la madre cumple una “función yoica auxiliar” y lo explica de la siguiente manera: “(…) adaptación sensible de la madre y por la habilidad de esta para identificarse con su bebe en lo relativo a las necesidades básicas”. (p. 58) El utiliza el término “madre suficientemente buena” (2006) y le adjudica 3 funciones primordiales: sostén, manipulación y mostración de objetos. En “La misión del cuidado materno”, el autor menciona lo siguiente: (…) Trataré de describir algunos aspectos del cuidado materno, especialmente el de sostenimiento. El sostenimiento: Protege contra la afrenta fisiológica; toma en cuenta la sensibilidad epidérmica de la criatura- tacto, temperatura, sensibilidad auditiva, sensibilidad visual, sensibilidad a las caídas (acción de la

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gravedad)- así como el hecho de que la criatura desconoce la existencia de todo lo que no sea ella misma; incluye toda la rutina de cuidados a lo largo del día y de la noche, que no es nunca la misma en dos criaturas distintas, ya que forma parte de ellas y no hay dos criaturas iguales; Sigue asimismo, los cambios casi imperceptibles que día a día van teniendo lugar en el crecimiento y desarrollo de la criatura; cambios tanto físicos como psicológicos. El sostenimiento comprende en especial el hecho físico de sostener la criatura en brazos y que constituye una forma de amar. (…) Las hay que saben sostener una criatura y otras que no; estas últimas no tardan en producir una sensación de inseguridad, acompañada por los consiguientes lloros de la criatura. Todo esto conduce a la instauración de las primeras relaciones objetales de la criatura y a sus primeras experiencias de satisfacción instintiva. (pp. 54-56). El ambiente facilitador para Winnicott (1966) lo proporciona la madre y jerarquiza el rol de esta en la constitución subjetiva. Además propone al padre como sostén y protector de diada madre/ hijo, proveedor del espacio para que la madre pueda desarrollar su tarea. La madre es responsable de iniciar acciones, una de ellas es el sostenimiento que se ha desarrollado más arriba, que implica como vimos el sostén corporal pero no se agota en el cuerpo, incluye la mirada, la palabra. Otro concepto es el handling, que tiene que ver con la manipulación, la manera particular de la madre de moverlo, acostarlo, trasladarlo en el espacio. Por último la mostración de objetos, donde hace hincapié en la presentación de la realidad, de todo aquello incluido e inscripto en el mundo. Para finalizar se ha elegido tomar un escrito de Unicef (2012) acerca de que es lo

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esperable en el desarrollo emocional de un niño, por considerar que engloba y enumera las características que han trabajado los distintos autores. El niño tiene, desde su nacimiento, la capacidad fundamental de relacionarse socialmente. Pero podrá desarrollarla, siempre y cuando haya alguien, el cuidador primario, disponible para establecer esta relación social. Por eso, se puede pensar que para el bebé no es posible desarrollarse en soledad. El bebé nace en un estado de indefensión tal que para sobrevivir, constituirse en ser humano y desarrollar su potencialidad genética necesita de otras personas que le provean todo aquello que es necesario, ya que no puede hacerlo por sí mismo. Los niños pequeños, al presentar una estructura psíquica inmadura en formación, se encuentran en un estado de gran fragilidad. Las experiencias afectivas con sus cuidadores primarios en los primeros años de vida tienen una enorme influencia a favor del desarrollo cognitivo, social y emocional, íntimamente relacionados. (p.11) Luego mencionan que es en la familia es donde comienza el niño a tener sus primeras experiencias, son los padres los que van a ayudarlo y a facilitarle el camino hacia el desarrollo y crecimiento autónomo. Como ya se ha mencionado tanto la madre como el padre ejercen funciones cada una de las cuales requiere de ciertas tareas específicas pero de un trabajo podríamos decir en conjunto. Se mencionaran de forma textual las características más relevantes para cada una de ella. La función materna: • aporta la lengua con la que se comunicará el bebé. Todos los niños nacen con la capacidad de hablar cualquier idioma, pero solo adquieren la lengua del

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cuidador que los cría; • es un continente afectivo y efectivo de las sensaciones del bebé; • transforma el hambre en satisfacción, el dolor en placer, el desamparo característico de los humanos en tranquilidad; • estimula la energía psíquica del bebé; • le da sostén al niño y le va presentando el mundo que lo rodeará y en el que vive, a través de los objetos; • ayuda al bebé a diferenciar entre su mundo interno y su mundo externo. La función paterna: • permite que el bebé aprenda a vivir sin tanta dependencia y comience su camino de autonomía, interviniendo en la intensa relación del bebé con su madre o con quien cumpla esa función; • pone reglas y organiza el funcionamiento del niño para que establezca su mundo vincular incluido en relaciones más amplias; • como función normativa, es portadora de las pautas culturales del medio social del cuidador primario. Esto permite que el niño termine por incorporarse al medio social al que pertenece. Señala lo prohibido y lo permitido, lo seguro y lo inseguro, lo saludable y lo tóxico, lo obligatorio y lo electivo.[Versión electrónica] (p. 17) Esto último resulta importante destacarlo, ya que cuando hablamos de función materna o función paterna, no se alude necesariamente a la madre y al padre, sino aquellas personas que cumplan con tal función. La función materna entonces, de vital importancia para que un bebe pueda sobrevivir y desarrollarse sanamente, implica cubrir cuidados, necesidades, imponer pautas, normas para lograr un desarrollo del niño basado en la autonomía y la confianza.

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1.2) Articulación Freud– Lacan Freud va hacer mención del estado de desvalimiento que posee el niño en sus comienzos y la necesidad de otro que lo asista en sus cuidados. En ese encuentro entre la madre y el bebe es que se produce la libidinización a partir de los cuidados, las caricias, y dejara como resto huellas psíquicas que darán lugar al deseo. La madre es quien codifica y decodifica poniendo palabras a lo que ella entiende que necesita el niño. Freud (1895) en el Proyecto de Psicología refiere: El organismo humano es al comienzo incapaz de llevar a cabo la acción específica. Este sobreviene mediante auxilio ajeno: por la descarga sobre el camino de la alteración interior, por ejemplo el berreo, un individuo experimentado advierte el estado del niño. Esta vía de descarga adquiere así función secundaria, importante en extremo, función del entendimiento o comunicación y el inicial desvalimiento del ser humano es la fuente primordial de todos los motivos morales. Si el individuo auxiliador ha operado el trabajo de la acción específica en el mundo exterior en lugar del individuo desvalido, éste es capaz de consumar sin más en el interior de su cuerpo la operación requerida para cancelar el estimulo endógeno. Esto constituye entonces una vivencia de satisfacción, que tiene las más hondas consecuencias para el desarrollo de las funciones en el individuo. (pp.362-363). En La interpretación de los sueños, Freud (1900), vuelve a hacer mención de la necesidad de un auxilio externo: La excitación impuesta por la necesidad interior buscara un drenaje en la motilidad que puede designarse “alteración interna” o “expresión emocional”.

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El niño hambriento llorará o pataleará inerme. Pero la situación se mantendrá inmutable, pues la excitación que parte de la necesidad interna no corresponde a una fuerza que golpea de manera momentánea, sino a una que actúa continuamente. Solo puede sobrevenir un cambio cuando, por algún camino (en el caso del niño, por el cuidado ajeno), se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción que cancela el estimulo interno. Un componente esencial de esta vivencia es la aparición de una cierta percepción (la nutrición, en nuestro ejemplo) cuya imagen mnémica queda, de ahí en adelante, asociada a la huella que dejo en la memoria la excitación producida por la necesidad. (p. 557) Si bien Freud no habla específicamente de la función materna, podemos pensar que cuando hace alusión a ese “auxilio ajeno” se estaría refiriendo a ese otro necesario para el niño, que en el mejor de los casos es la madre. Lacan también hace mención de los cuidados, de la protección y del deseo que requiere el niño de otro ser humano y le designa el nombre de: Otro primordial. Pone el acento en que el sujeto surge en el campo del Otro, alienado a los significantes del Otro y va a hablar de la lengua materna “Lalengue”. Otro de los términos que tomamos es la alienación para designar la operación por la cual el niño a través de la madre ingresa en el lenguaje, en la cultura. Cito textual a Lacan (1987) en “El sujeto y el otro: La alienación”, que expresa: (…) El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que, del sujeto, podrá hacerse presente, es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer. Lo que debe hacer como hombre o como mujer, el ser humano lo tiene que aprender por entero del otro.(…) La relación del sujeto con el Otro se engendra toda en un proceso de hiancia.(…) Al

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producirse en el campo del Otro, el significante hace surgir el sujeto de su significación. Pero solo funciona como significante reduciendo al sujeto en instancia a no ser más que un significante, petrificándolo con el mismo movimiento con que lo llama a funcionar, a hablar, como sujeto. (pp. 212-215). Cristina Calcagnini (2003) en “La función materna entre el deseo y el estrago” también toma a Lacan y nos va a servir para esclarecer un poco más esta cuestión del Otro primordial en función del desamparo y la dependencia con la que se presenta un nuevo sujeto, que a partir del deseo de ese Otro es que será sujetado a la vida. La alienación se va a producir por las huellas que va dejando la madre en función de sus cuidados, caricias, palabras, libidinizando el cuerpo del niño. (…) La omnipotencia está del lado de la madre y no del niño. Esto no es solo porque ella le habla al niño y presume que lo entiende, sino porque toda la clase de juegos de ocultación que rápidamente desencadena una sonrisa en el niño es ya una acción simbólica, en el curso de lo cual lo que ella revela es la función del símbolo. Hacer aparecer y desaparecer su propio rostro, o la figura del niño, o descubrirla pone en juego la función reveladora. Decíamos que la madre con el pecho, también da la palabra, y con la palabra el significante y la voz. Ella encarna el lugar del Otro, A con mayúsculas, el Otro primordial, molino de la palabra, tesoro del significante. Cito a Lacan:.... "El gran Otro, no da más que la tela del sujeto, o sea su topología por la cual el sujeto se introduce en una subversión,......que es aquella de la cual se sirve lo real definido como lo imposible ya que no hay sujeto más que del decir...(...)El tema es que es del deseo al Otro que yo soy. Es en esto que estoy interesado en la suerte del Otro.

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Como decía en un trabajo: Escuchar a un niño, .... "la prematuración, la indefensión originaria con la que el sujeto nace, implica ser mecido en los brazos del Otro primordial, ahí donde lo que acuna es el deseo del Otro. El sujeto adviene a la escena de la vida en tanto el objeto preciado, o denigrado del deseo del Otro. En la dimensión simbólica la condición de parletre, implica que el sujeto no tiene más remedio que acceder al significante que está en el campo del Otro. Se trata de la enajenación a los significantes del Otro primordial.(…) El Otro primordial como un amo absoluto, lugar del tesoro de los significantes, ha de ir produciendo sus marcas en el sujeto, precisamente a partir de cómo signifique los llamados que el sujeto emita. Otro primordial que por la eficacia de esta función pondrá en juego la mostración de su castración. Tiempo para el niño en el que se juega la separación del Otro, a partir precisamente de que pueda poner a jugar una pregunta sobre lo que él es para la madre. Advierte así que afortunadamente a la madre la habita un deseo más allá de él. El enigma que la pregunta por el deseo de la madre plantea para el niño, abre el camino de la operación de separación que tiene como principio la metáfora paterna y que pone en juego la sustitución de un significante por otro, aportando

el

advenimiento

de

una

nueva

significación.[Versión

electrónica](pp. 3-6). Entonces en Lacan ubicamos la función materna desde el Otro primordial, encargado además de los cuidados básicos a introducir al niño en la cadena de significantes, en el mundo del lenguaje a partir de su propia lengua y de sus propios modos de interpretación del mundo, sujetando al niño sin posibilidad de elección al menos en principio.

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1.3) Vinculo madre- hijo El vinculo madre- hijo es un tema que ha sido objeto de estudio para muchos autores debido a la importancia fundamental que le han asignado para el ulterior desarrollo del niño. Se comenzara teniendo en cuenta el tiempo anterior al nacimiento del niño, por lo tanto aquello que implica para la madre o la pareja el deseo de tener un hijo y las posibilidades del pequeño de ser ubicado, alojado en esa familia ocupando determinado lugar. Luego se hará un recorrido por distintos autores a fin de exponer lo que cada uno plantea en cuanto a lo favorable en el vinculo madre-hijo, y aquello que ocasiona dificultades en el desarrollo del pequeño. Se tomaran en cuenta aportes específicos que hacen a lo “desfavorable”. 1.3.1) Deseo materno. Para adentrarnos a la cuestión del deseo materno, primero nos parece pertinente dar una definición de deseo. Para el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) el deseo (s.f.) es: “Movimiento afectivo hacia algo que se apetece. (…) Anhelarlo con vehemencia”.Desde este punto de vista se comprende una búsqueda de algo apetecible, que se quiere conseguir y por lo tanto algo que no se posee. Tomaremos otra definición de deseo desde el psicoanálisis, del diccionario de Laplanche & Pontalis (1996/2007): (…) la palabra deseo evoca más bien un movimiento de concupiscencia o de codicia que en alemán se expresa por Begierde o incluso por Lust. (…) La definición más elaborada es la que se refiere a la experiencia de satisfacción, a continuación de la cual «[...] la imagen mnémica de una determinada percepción permanece asociada a la huella mnémica de la excitación resultante de la necesidad. Al presentarse de nuevo esta necesidad, se producirá, en virtud de la ligazón establecida, una moción psíquica dirigida a recargar la imagen

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mnémica de dicha percepción e incluso a evocar ésta, es decir, a restablecer la situación de la primera satisfacción: tal moción es la que nosotros llamamos deseo; la reaparición de la percepción es el «cumplimiento de deseo». (pp. 9697). El anhelo de tener un hijo, la decisión, ocasiona todo un movimiento afectivo desde el primer momento generando cambios, preparativos, fantasías y expectativas ante la llegada de del bebe. La Dra. Marta Liberman en “Adolescencia, Teoría y clínica” (s.f.) sostiene en relación a esto: La decisión de tener un hijo depende, ante todo, de la decisión de asumir el deseo y la responsabilidad para ejercer la paternidad. Esta requiere de un trabajo de elaboración psíquica constante para garantizar una cierta flexibilidad adecuada a las necesidades y los deseos cambiantes del hijo que crece y que se desarrolla (…) a fin de que el hijo adquiera un lugar y un tiempo discriminados y disponibles en la economía psíquica parental. (p. 7) Una publicación de La Escuela Freudiana de Buenos Aires, de Benjamin Domb habla sobre el “Deseo de la madre” (1996): (…) El psicoanálisis reconoce en el deseo de la madre una cuestión vital, primera para que un recién nacido pueda vivir. Sabemos muy bien que el deseo materno, es el que le ofrece un lugar para que el niño se constituya y que cuando este deseo falta, según lo demuestra la experiencia, el niño mas allá de los cuidados que se le prodiguen, no sobrevive, muere. Digamos que de un extremo a otro, de la madre cuyo deseo es vital hasta la madre que no deja vivir, hay un recorrido que no deja, sin duda, de producir las marcas más profundas en el sujeto por venir. (…) El deseo de la madre, sin

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duda, ya estaba en Freud, la salida del Edipo en la niña, ecuación simbólica niño- falo mediante, el deseo de falo, se transforma en deseo de hijo. [Versión electrónica] (pp. 1-2). El deseo de los padres es todo el orden simbólico que precede al nacimiento del bebe, es lo que le va a otorgar a ese niño un lugar que estará investido y preparado para su llegada. En base a la temática fálica que plantea Freud es que se hará posible la función materna de cuidados de ese infante, esto impulsara también al recubrimiento narcisístico del bebe y la búsqueda de su nombre Ahora bien ese deseo de un hijo no tiene una única salida posible, ya que además de involucrar como menciona Lagamma (2016) “múltiples modos en que el deseo materno puede presentarse en una mujer” también está incluido el padre o también mencionarlo como la función paterna. Verónica Lagamma en su libro “El niño y el deseo de la madre” (2016) toma a Lacan: Lacan dice en el Seminario 20, La mujer solo se la puede escribir tachando La. No hay la mujer, articulo para definir lo universal. Por lo tanto es una por una. Cada mujer se sitúa frente a la maternidad por caminos distintos. Marcados por el deseo, por el rechazo, por la ausencia, o la locura del amor ilimitado, modo especifico del goce femenino. (p. 138) En el seno de la familia el vinculo que se va a ir gestando entre madre- hijo, y también padre- madre-hijo va a depender de la singularidad y de la historia personal de cada miembro dando lugar a las distintas variantes que ha de ser alojado ese niño en ese hogar. Parafraseando a Lagamma (2016), quien ha tomado a Lacan (2007) en “Dos notas sobre el niño”, en referencia a esto de dilucidar qué posición ocupa el niño dentro de la familia, habrá que ver si: ¿Ha sido alojado? ¿Hay algún tipo de articulación de la metáfora paterna?

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Lo propuesto por Lacan es que el niño puede ser ubicado como síntoma de la pareja parental, dejando ver algo de la verdad que se esconde; como falo de la madre, que lo haya sido pero que deje de serlo para poder encontrar su propia versión; o como objeto materno donde estaríamos en el campo de las psicosis. Jacques- Alain Miller en “El niño, entre la mujer y la madre”, al referirse a la relación madre-hijo menciona lo siguiente: (…) La madre solo es suficientemente buena si no lo es demasiado, solo lo es a condición de que los cuidados que prodiga al niño no la disuadan de desear como mujer.(…) el niño colma o divide. Cuanto más colma el hijo a la madre, mas la angustia, de acuerdo con la fórmula según la cual lo que angustia es la falta de la falta. La madre angustiada es, de entrada, la que no desea- o desea poco o mal- como mujer. [Versión electrónica].(pp. 2-3). En este deseo de la madre deberá actuar el padre, en tanto hombre que desea a su mujer y a la inversa y de su función para rescatar al niño y que no quede atrapado en el goce materno, donde la mujer como tal deja de estar presente. Lo desarrollado hasta el momento nos lleva a pensar en la imposibilidad o la dificultad que se presenta con la pregunta sobre si un hijo fue deseado o no, ya que están en juego muchas cuestiones, que se podrán llegar a conocer, en el mejor de los casos, a través del análisis, de la escucha de ese saber no sabido pero que está implícito. Si bien el tema que nos convoca es “función materna en las patologías narcisistas y sus consecuencias en el niño, me pareció pertinente comenzar por lo que entraña la cuestión del deseo materno, que sin duda va aparejado con el posterior desemvolvimiento de la madre. 1.3.2) Vinculo normal y patológico 1.3.3) M. Mahler. La autora se ha dedicado a observar todos los días a un grupo de niños, mediante el método empírico.

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A partir de su observación es que ella va a hablar acerca de las etapas del nacimiento psicológico del niño, en donde el maternaje, es decir la función que cumple la madre en dicho proceso es de suma importancia. El “crecimiento” del niño entraña un gradual desprendimiento del estado de simbiosis humana normal, de “unicidad” con la madre. Este proceso es mucho más lento en el terreno emocional y psíquico que en el terreno físico. El paso del bebe de pecho al niño pequeño se cumple a través de varias fases de un proceso de de separación- individuación. (p. 91) Es a partir del vinculo con la madre que el bebe lograra desarrollarse en función de lograr una integración de su psique-soma. La primera fase que menciona la autora es la de autismo normal, llamada así por el modo en que se encuentra el bebe en los primeros tiempos luego de su nacimiento, en donde la libido estará puesta en sí mismo, de encierro. Luego veremos que será la madre y su función quien lo ayudará a salir de este estado. (…) Use la expresión de autismo normal para designar las primeras semanas de vida, pues en ellas el bebe parece encontrarse en un estado de primitiva de desorientación alucinatoria, autística.La vida de vigilia del recién nacido gira alrededor de sus continuos intentos de asegurar la homeostasis. El pequeño bebe no puede aislar ni diferenciar el efecto de los servicios que le presta la madre en cuanto a reducir los tormentos del hambre y distinguirlo de sus propios intentos para reducir tensiones (…). El efecto de estos fenómenos expulsivos, así como la gratificación experimentada por los servicio maternos, ayudan al bebe con el tiempo a diferenciar entre una cualidad “agradable” y “buena” y una cualidad “penosa” y “mala” en sus experiencias.

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A partir del segundo mes, el bebe adquiere oscura conciencia del objeto que satisface necesidades, y este paso marca el comienzo de la fase de simbiosis normal. (pp. 62-63). El bebe cuando nace cuenta con un equipo reflejo, superficiales, profundos y arcaicos que evolucionaran a conductas más complejas. La libido solo esta puesta en él mismo. Entonces como mencionamos, será la madre y su “maternaje” a través de sus cuidados, caricias, estimulación, quien va a sacar al niño de esa etapa de encierro, en donde no hay diferenciación yo- no yo. Sera la madre a partir de la decodificación, codificación que le otorgara a ese niño la posibilidad de incluirse en el mundo, en el lenguaje. A medida que pasan los días continua la diferenciación, se incluye a la madre, y se va logrando la confianza básica basada justamente en este vinculo materno. La segunda fase que menciona la autora es la de simbiosis normal, y nos va a mostrar la unión que se genera entre la madre y el bebe, ya que el niño depende totalmente de los cuidados de ella. (…) El rasgo esencial de la simbiosis es la fusión somato psíquica omnipotentealucinatoria o delusoria, con la representación de la madre y, en particular, es la delusión de una frontera común de dos individuos que de hecho están físicamente separados. Este es el mecanismo a que apela el yo en regresión en los casos de muy grave perturbación del proceso de individuación y de desorganización psicótica que yo describí como “psicosis infantil simbiótica”. (p. 63) La fase simbiótica es fundamental, en ella el niño se va constituyendo, va captando de la madre todo lo necesario y va ganando confianza para luego poder emprender su individuación de la manera más favorable posible.

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(…) Cuanto más se aproxima al punto optimo la simbiosis, cuanto más satisfactoria haya sido la conducta de sostén de la madre, cuanto más dispuesta haya estado la socia simbiótica a ayudar al bebe a salir serena y gradualmente de la órbita simbiótica- es decir, sin indebidos esfuerzos y sin apelar excesivamente a sus propios recursos-, tanto mejor equipado estará el niño para separarse y para diferenciar las representaciones de su sí-mismo de las representaciones simbióticas en las que se fundían el sí-mismo y el objeto. (…) La madre suministra- de innumerables maneras- una especie de “marco de referencia especular” al que se ajusta automáticamente el sí- mismo primitivo del pequeño.(pp. 68-69). El proceso de separación- individuación descripto por Mahler consta de 4 subfases. La diferenciación tiene que ver con la maduración del sistema nervioso y lo que eso le va a ir permitiendo. Empieza a erguir la espalda, a tomar distancia del cuerpo de la mama, a utilizar sus manos para ir descubriendo primero el rostro de la madre (dedo, nariz, pelo, aros, etc.) y luego otros objetos. Tiene que ver con la coordinación visomotora. También se observa un incremento de los estados de alerta y comienza a construirse el esquema corporal. (…) La subfase de diferenciación, en la cual comprobamos una disminución de la hasta entonces completa dependencia corporal. Esta fase coincide con el crecimiento madurativo de las funciones locomotrices parciales, (…) también comprende la capacidad de mirar más allá del campo visual inmediato (…) el interés por objetos y por perseguir metas, y el volverse activamente al mundo exterior en busca de placer y estimulación. (…) El niño pequeño, hasta los diez meses, prefiere jugar alrededor de los pies de la madre. (p.45)

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En la segunda subfase se sigue ejercitando la diferenciación, va a aparecer el gateo, en donde la madre cumple una función vital, el bebe quiere separarse, explorar pero necesita que la madre este ahí, que se la base de operaciones, mediante el contacto físico, la voz y la mirada. M. Furer, (citado en Mahler, 1965) llamo a este fenómeno reabastecimiento emocional. (p.46) Este momento hace que se vaya fortaleciendo la parte muscular, que le va a permitir la bipedestación. Aumenta la curiosidad, la voracidad de conocer y comienza a libidinizar al mundo. Todo lo quiere descubrir y será necesario que la madre le otorgue confianza para que el bebe se anime. (…) En este momento del desarrollo del niño el hecho de que la madre renuncie a la posesión del cuerpo del su hijo varón o de su hija es la condición sine qua non para que se produzca el proceso normal de separaciónindividuación. (…) Es también el primer requisito para que se desarrolle la autoestima del niño. (p.119) A diferencia de la etapa anterior, en la tercera subfase el niño vuelve a necesitar a su madre, requiere de su presencia, por eso le ha dado el nombre de “período de reacercamiento”. Es importante la actitud de la madre y su disponibilidad emocional por ejemplo si responde al juego con el juego, si facilita los saludables intentos de imitación e identificación del niño. La última subfase tiene que ver con la “constancia objetal”, en donde el niño será capaz de soportar la separación de su madre. Comienza a incluir a otras personas, a jugar en compañía de otros. Cito textual: “(…) Se registra un interés creciente por adultos diferentes de la madre y

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por los compañeros de juego. Comienza a desarrollarse ahora un sentido del tiempo y una mayor capacidad para tolerar la demora de la gratificación y para soportar separaciones.” (p. 48). La autora va mencionando también en dicho texto lo que va aconteciendo en aquellas situaciones en donde la madre no cumple con su función dentro de lo esperable, y esto tiene que ver con los tiempos, con su mirada, con su desestabilidad, protección o sobreprotección, etc. Tanto Mahler (1967) como Winnicott (1965) coinciden en las complicaciones que genera en el niño los traumas, las presiones en los primeros meses de vida, que le van a exigir un desarrollo prematuro, la instauración de un “falso sí mismo” y el comienzo de los mecanismos de “como si”. Si la “preocupación primaria” de la madre por el hijo – si el funcionamiento especular de la madre durante la primera infancia- es impredecible, inestable, penetrada por la ansiedad u hostil; si la confianza que tiene en ella misma como madre es escasa, entonces el niño en proceso de individuación se encuentra sin un marco de referencia seguro para verificar sus experiencias con la socia simbiótica en el plano perceptivo y en el plano emocional (Spiegel 1959, citado en Mhaler). Comprobamos que en niño con madres sobreprotectoras e infantilizantes, la individuación puede desarrollarse de manera adelantada y resultar en un retraso de la formación de fronteras y en un retraso en la disposición a actuar como un individuo separado sin experimentar indebida ansiedad. (…) En casos en que la madre mostraba ambivalencia, parasitismo, intrusión o cualidades “asfixiantes” la diferenciación del niño era perturbada en diversos grados y diferentes formas. (pp. 69-118).

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En base a las dos últimas subfases del proceso de separación- individuación, donde el niño ya logra cierta distancia, la autora plantea que algunas madres “aprovechan” a desentenderse del niño de manera abrupta y corren en pos de sus necesidades personales. (…)Algunas, cuando el hijo alcanza esta etapa, tienden a “abandonarlo” a sus propios recursos en forma algún tanto precipitada y prematura. Reaccionan pues, con una especie de mecanismo de liberación a la traumatización de sus propias necesidades simbióticas. Esas necesidades pasan al primer plano a causa de que la presión madurativa capacita y empuja al niño (…) a practicar el “nuevo estado del sí-mismo”: la separación física. (p.70) Como hemos visto las etapas y fases que plantea Mahler tienen que ver con momentos evolutivos que se suceden de manera compleja y se verán favorecidos o dificultados por la madre, su función para ayudar al niño en su constitución subjetiva. 1.3.4) D. Winnicott. El Autor es uno de los que estudio sobre el vinculo madre- hijo, ya se ha mencionado en el capítulo 1 las funciones que le adjudica a la madre para favorecer el desarrollo del pequeño. El Autor pone énfasis en las características de las condiciones ambientales. En “La teoría de la relación paterno- filial” (1960) expresa: Que satisfagan sus necesidades fisiológicas (teniendo en cuenta que la fisiología y la psicología todavía no se han diferenciado o simplemente se encuentran en el proceso de hacerlo), y que sean estables, dignas de confianza, si bien las condiciones ambientales no son estables desde el punto de vista mecánico. Lo son de un modo que entraña la identificación emocional de la madre. (p.55) A lo que hace referencia el autor es a la madre porque es ella quien está encargada del niño y la que le debe brindar seguridad, confianza, alimento que es lo que forma parte de ese

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ambiente primario de cuidados básicos. Winnicott utiliza el término “Preocupación maternal primaria” (1956) en donde se agrupan también las 3 acciones que lleva a cabo la madre: sostén, manipulación y mostración de objetos para dar cuenta del estado en que se encuentra la madre que hace posible esto que se menciona también de las condiciones ambientales. Lo define de la siguiente manera: Gradualmente se desarrolla y se convierte en un estado de sensibilidad exaltada durante el embarazo y especialmente hacia el final del mismo. Dura unas cuantas semanas después del nacimiento del pequeño No es fácilmente recordado por la madre una vez que se ha recobrado del mismo. Iría aun más lejos y diría que el recuerdo que de este estado conservan las madres tiende a ser reprimido. Este estado organizado (que sería de enfermedad si no fuese por el hecho del embarazo) podría compararse con un estado de replegamiento o de disociación, o con una fuga o incluso con un trastorno a un nivel más profundo, como por ejemplo un episodio esquizoide. (…) La madre debe ser capaz de alcanzar ese estado de sensibilidad exaltada, casi de enfermedad, y recobrarse luego del mismo. (Utilizo la palabra “enfermedad” porque una mujer debe estar sana, tanto para alcanzar este estado como para recobrarse de él cuando el pequeño la libera. Si el pequeño muriese, el estado de la madre se manifestaría repentinamente en forma de enfermedad. La madre corre este riesgo). (…) La madre que alcanza el estado que he llamado preocupación maternal primaria aporta un marco en el que la constitución del pequeño empezara a hacerse evidente, en el que las tendencias hacia el desarrollo empezaran a desplegarse y en el que el pequeño experimentara movimiento espontaneo y se convertirá en

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poseedor de las sensaciones que le son apropiadas en esta fase precoz de la vida. (pp. 407-409). La pregunta que surge es si todas las madres poseen esa capacidad o esa sensibilidad para adaptarse exclusivamente a los requerimientos del niño, es decir si pueden entrar en ese estado de “enfermedad” o si por el contrario no les es posible dedicarse a tiempo completo, sabiendo que es momentáneo y que traerá como consecuencia la constitución psíquica del niño. Para encontrar respuestas continuamos con el texto de Winnicott, en donde expresa lo siguiente: (...)Tales madres no son capaces de preocuparse de su propio pequeño con exclusión de otros intereses, de una forma normal y temporal. Puede suponerse que en algunas de estas personas se produce una “huida a la cordura”. (…) Cuando una mujer tiene una fuerte identificación masculina se encuentra con que le es muy difícil cumplir con esta parte de su función materna, y la envidia reprimida del pene deja poco espacio para la preocupación materna primaria. (p. 408) Entendemos que esta dificultad radica en su propia constitución subjetiva, en su vínculo primario con sus padres, por ende en sus propias experiencias. Interesa detallar cuales son las consecuencias que se podrán observar en tal caso de imposibilidad materna, teniendo en cuenta que el grado de dificultad ocasionado el pequeño dependerá del grado de déficit materno, de la individualidad de cada persona. (…) Los fracasos maternos producen fases de reacción ante los ataques y estas reacciones interrumpen la continuidad existencial del pequeño. Cualquier exceso en estas reacciones produce, no la frustración sino la amenaza de aniquilamiento. Esto, a mi modo de ver, es una angustia primitiva muy real,

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muy anterior a cualquier angustia. (…) Sus fracasos no son percibidos en forma de fracasos maternos, sino que actúan como amenaza a autoexistencia personal. (…) La construcción precoz del yo, es por consiguiente, silenciosa. (p. 410) Al decir de Winnicott lo que vendrá a consecuencia es la instauración de un falso self, que va responder a los ataques y estímulos como modo de continuar con su existencia, ocultando al verdadero self que quedara empobrecido. Habrá que ver cuan precario se constituye el yo y que defensas primitivas utiliza. (…) De acuerdo a esta tesis un medio suficiente en la primera fase permite que el pequeño comience a existir, a tener experiencia, a construirse un yo personal, a dominar los instintos, y a enfrentarse con todas las dificultades inherentes a la vida. Todo esto le parece real al pequeño, que es capaz de poseer un self que a la larga incluso, puede permitirse sacrificar la espontaneidad, incluso morir. Por el contrario sin una inicial provisión ambiental satisfactoria este self capaz de morir jamás se desarrolla. La sensación de realidad se halla ausente y si no hay demasiado caos la sensación definitiva es de futilidad. Si no hay caos, aparece un falso self que oculta al verdadero self, que se aviene a las exigencias, que reacciona ante los estímulos, que se libra de las experiencias instintivas teniéndolas, pero que únicamente estará ganando tiempo. (p. 411) Por lo tanto se hace evidente la necesidad del ambiente/ madre que tenga en cuenta las necesidades corporales, que a medida que transcurre el tiempo se sumaran las necesidades yoicas. 1.3.5) L. Hornstein. En el capitulo: El sujeto como devenir, del libro “Narcisismo autoestima, identidad, alteridad”, Hornstein (2015) plantea la necesidad de otro primordial

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que además de satisfacer las necesidades, ayuda a la constitución del yo del niño, en concordancia con lo que se viene postulando de los distintos autores. Coincide también en que la función de la madre actúa como “escudo protector”, siendo a través de ella que se filtra toda la información que le va a llegar al bebe, protegiéndolo del mundo que lo rodea. En este codificar/ decodificar estará apelando a sus propios marcos de referencia que se los ira transmitiendo a su hijo. La supervivencia del niño, por su condición de prematura, depende de los cuidados del objeto. La madre tiene la difícil tarea de estimular la actividad pulsional y de contenerla, de ofrecerse y de rehusarse como objeto de placer. (…) El encuentro boca- pecho da lugar a un triple descubrimiento: la psique del bebe descubre una experiencia de placer; el cuerpo, una experiencia de satisfacción; la madre, un don necesario para la vida de su bebe. Afecto, sentido, cultura están copresentes en esos primeros sorbos de leche. El amor materno, que ha favorecido el surgimiento de la vida pulsional, ahora tiene por meta contenerla. Para que esa contención sea posible un “yo debe devenir”. (…)Se requiere la tarea de ligadura del otro primordial, quien cuida y a la vez propicia la identificación. (…) Otro que no solo provee los recursos para la vida sino que inscribe estos recursos en su potencialidad de “pulsión de vida”. Lo mejor es que la madre ejerza un “narcisismo trasvasante”, pues si se reduce a una pulsación sexualizante instala la pulsión pero sin otorgar los elementos ligadores y no genera el entramado sobre el cual la represión originaria vendrá a constituir las diferencias tópicas. (…) El yo surge como efecto. Nace en el pasaje de un estado de pasividad y dependencia a un estado de actividad y de independencia, y va siendo capaz de representarse como

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separado y diferenciado del mundo. (…) Para advenir el yo debe separarse del yo del otro primordial, atribuirse esta no identidad. (pp. 55-60). Lo que postula Hornstein tiene que ver con lo mencionado de Mahler en cuanto al proceso de separación- individuación. Esta dependencia necesaria que se genera entre el niño y su madre sienta las bases para su desarrollo basado en la confianza, el amor y cuidado que se completara cuando logre continuar separadamente de ella. En ese periodo de dependencia, donde surgen necesidades, demandas, es decir se producen intercambios constantes entre la mama y el bebe, es fundamental que la madre pueda responder de una manera adecuada, lo que quiere decir el autor es que no sea ni excesivamente rápido ni excesivamente demorada. Menciona también la cuota de investimento afectivo que también proporciona la madre. Lo que cabe preguntarse es si a raíz tanto de la rapidez en la respuesta como de la demora excesiva se ocasionan consecuencias y de ser así cuales son las complicaciones. Cito textual: Cualquier satisfacción de la necesidad desprovista de investimento libidinal o postergada más allá de lo tolerable, cualquier difusión de las angustias de la madre altera esta acción, constitutiva del narcisismo trófico. Si la respuesta es inmediata, sin plazo, se instala la omnipotencia simbiótica, que priva al yo del niño de decir “no” a objeto y, por lo tanto, de decirse “si” a sí mismo. Y si el plazo es excesivo, sobreviene la desesperación y se inscribe una experiencia de dolor que hace decir “no” a todo. La madre oscila siempre entre excesos, de gratificación o de frustración, que pueden tener una consecuencia común: provocar una excitación pulsional que desborda las posibilidades de elaboración del yo. Ante ese desborde, el yo debe enfrentar la doble angustia de intrusión y de separación, que se observa en ciertos trastornos narcisistas.

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Cuando el objeto deja de cumplir su papel de espejo, de continente y de auxiliar de ese “yo que debe devenir” pulsiones y objetos se convierten en escollos. El yo combatirá contra ese objeto “no suficientemente bueno” movilizando las pulsiones de muerte que se activan cuando el yo no puede ejercer su capacidad de ligadura. El refugio protector en el yo, que intenta el repliegue narcisista, ya no tendrá la misma eficacia. El narcisismo trófico será sustituido por agujeros psíquicos propios del narcisismo de muerte. Si gracias al “narcisismo de vida” el yo procura alcanzar cohesión yoica, el “narcisismo de muerte” intenta reducir a cero las investiduras yoicas (Green, 1983ª). (pp. 56-57). . Otro de las complicaciones que plantea el Autor, es la sobreestimulación o cuando hay una ausencia de la mirada de la madre, que como consecuencia traerá una dificultad el armado de un cuerpo y posteriormente hasta una imposibilidad de poder diferenciarse de ella. (…) Si la madre no logra evitar la sobreestimulación o la subestimación, puede llegarse a una indistinción entre la representación del yo y la representación del otro y crearse, por consiguiente, una representación corporal arcaica, donde los contornos del cuerpo, la investidura de zonas erógenas y la separación entre el cuerpo materno y el del niño sigan siendo confusos (McDougall, 1998). La mirada materna es constitutiva del yo. (…) Si la mirada materna hubiera estado velada, si desde sus primeros intercambios el infans no hubiera captado sino una lábil representación de si, tendrá un sentimiento igualmente cambiante de su integridad narcisista. (pp. 58-59). Por consiguiente donde hay excesos de gratificaciones, de mirada, de estimulación se produce una imposibilidad en la separación, imposibilidad del niño de constituirse separadamente de la madre y poder vivenciarse en forma autónoma.

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En el polo opuesto hablaríamos no de excesos si no de deficiencias, escases, demoras que igualmente por ser el otro extremo no lo podemos como saludable para el niño. Es necesario dejar asentado que el autor menciona que dicha función puede ser ejercida por la madre biológica por toda aquella persona que logre identificarse con el bebe y responder adecuadamente. 1.3.6) P. Aulagnier. La Autora en el libro: La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado (2007), toma a la función de la madre, denominándola “portavoz”, es decir que a través de su voz comunica todo lo referente a ese hijo, le pone palabras cuando aun él no está capacitado. Este término define la función reservada al discurso de la madre en la estructuración de la psique: portavoz en el sentido literal del término, puesto que desde su llegada al mundo el infans, a través de su voz, es llevado por un discurso que, en forma sucesiva, comenta, predice, acuna al conjunto de sus manifestaciones; portavoz también, en el sentido de delegado, de representante de un orden exterior cuyas leyes y exigencias ese discurso enuncia. (…) En una primera fase de la vida, la voz materna es la que comunica entre sí dos espacios psíquicos. Sin duda, es posible referirse a la prematuración característica de nuestra especie. (…) El análisis ha demostrado que la necesidad de la presencia de Otro no es en absoluto reductible a las funciones vitales que debe desempeñar. Vivir exige, sin duda, la satisfacción de una serie de necesidades de las que el infans no puede ocuparse de forma autónoma. (…) De no ser así, y pese al estado de prematuración que lo caracteriza, el infans puede, perfectamente, decidir rechazar la vida. (p. 113) El discurso materno hace de intérprete del niño y al mismo tiempo de intérprete del mundo, representa todo lo que proviene de él como así también lo que le llega a él por

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intermedio de su madre. En relación a esto la autora menciona que se ocasiona un “efecto de anticipación”, ya que la madre otorga todas las respuestas que el niño no puede proporcionar, es decir es la encargada de poner en palabras lo que ella entiende que necesita el niño. A raíz de lo cual se genera la “violencia primaria” que ambos ignoran. Designamos como violencia primaria a la acción mediante la cual se le impone a la psique de otro una elección, un pensamiento o una acción motivados en el deseo del que lo impone, pero que se apoyan en un objeto que corresponde para el otro a la categoría de lo necesario. (p. 36) Igualmente esta anticipación y esta violencia operada entendemos que seránecesaria, podríamos pensarla como punto de partida para el vinculo que se va a ir generando entre madre- hijo y que dejara huellas a futuro en la forma de expresión del niño. Al brindarle palabras, se está contribuyendo al armado de su psiquismo, también tiene que ver con poder diferenciar cualidades agradables o desagradables y poder mencionarlas, que es lo que se ha expuesto en Hornstein. (…) Esta anticipación ofrece al sujeto un don sin el cual no podría convertirse en sujeto: desde un primer momento, transforma en significación – de amor, de deseo, de agresión, de rechazo- accesible y compartida por el conjunto lo indecible y lo impensable característicos de lo originario. Esta metabolización operada, en primer lugar por la madre, en relación con las vivencias del infans se instrumenta y se justifica, ante ella, por el saber que se atribuye en relación con las necesidades de ese cuerpo y de esa psique. En un punto no se equivoca: para la estructura psíquica es necesario que se opere esta transformación radical que permite que la respuesta que el infans recibe preanuncie la denominación y el reconocimiento de lo que serán luego sus

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objetos de demanda. Esta demanda solo buscara el objeto de la necesidad porque puede convertirse en el signo forjado y reconocido por el deseo humano: sucesor legitimo, entonces, aunque sea al precio de una heterogeneidad radical de lo que la psique demandaba en un primer momento. En ambos casos, lo demandado concierne a lo que la psique espera y busca para lograr que un estado de placer sea alcanzado, y que su deseo encuentre su objeto en la respuesta del Otro. Esta violencia operada por la interpretación de la madre en relación con el conjunto de las manifestaciones vivenciales del infans es, pues, indispensable: constituye la ilustración paradigmática de la definición que hemos propuesto de la violencia primaria. Su agente es, efectivamente, un deseo heterogéneo: el de la madre que desea poder ser el ofrecimiento continuo necesario para la vida del infans, y poder ser reconocida por él como la única imagen dispensadora de amor. Como instrumento, recurre a aquello que, para el infans, y por un doble motivo, es imprescindible y no puede faltar si se pretende que haya supervivencia tanto corporal como psíquica. De ese modo, lo que la madre desea se convierte en lo que demanda y espera la psique del infans: ambos ignoran la violencia operada por una respuesta que preforma definitivamente lo que será demandado, al igual que el modo y la forma que asumirá la demanda a partir de ese momento. (p. 131) Según lo expresado hasta aquí se puede afirmar que la “violencia primaria” es inevitable y necesaria en un primer momento y coincide con lo expuesto de Lacan en cuanto al Otro primordial y los términos “Lalengue y alienación”. Entre lo que desea la madre y lo que espera el niño, o entre lo que necesita el niño e interpreta la madre, se va constituyendo una matriz, y es ahí donde se produce la violencia, la

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alienación. Ahora bien, esta violencia, este efecto de anticipación llegara un momento en el que tiene que ceder, pensado en el sentido de que el niño comienza a adquirir lenguaje y querrá exponer y/o diferenciarse de las opiniones, pensamientos que le fue otorgando la madre. Nos preguntamos ¿Que sucede cuando esto se prolonga en el tiempo?, cuando la madre no da lugar y pretende seguir imponiendo ella todo lo que respecta al niño. La autora lo menciona en términos de exceso, cuando se extiende más allá de lo necesario, resistiéndose al cambio, al crecimiento de su hijo. (…) En la actualización de la violencia que opera el discurso materno se infiltra, inevitablemente, un deseo que, en la mayor parte de los casos, permanece ignorado y negado. Se lo puede formular así: deseo de preservar el statu quo de esta primera relación o, si se prefiere, deseo de preservar aquello que durante una fase de la existencia (y solo durante una fase) es legítimo y necesario.(…) Lo que ella no querría perder se discierne con facilidad: un lugar que nadie puede acordar, el de un sujeto que da la vida, que posee los objetos de la necesidad y dispensa todo aquello que, según se supone, constituye para el otro una fuente de placer, de tranquilidad, de alegría.(…) Se pasa del deseo licito y necesario al deseo de no cambio que le dará el poder de privar al niño de todo derecho autónomo de ser, prohibiéndole el derecho a un pensamiento autónomo. (…) Lo que no varía es la negativa de la madre a aceptar un cambio en su modo de relación con el niño, la negativa a aceptar que sus enunciados puedan ser cuestionados y cuestionables, la imposibilidad de considerar al cambio de otro modo que no sea como destrucción del presente y de todo futuro: por parte del niño, a esta exigencia materna le responderá la imposibilidad de hacer coincidir o, al menos, concordar, lo que el discurso

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materno dice efectivamente (que puede variar) con el referente que él pretende designar y encontrar en la realidad tanto si esta se refiere a la realidad del mundo como a la realidad psíquica del niño. (pp. 131-136). Esta violencia secundaria tiene que ver con el deseo de la madre de mantener el vínculo con su hijo, es decir hace perdurar su imposición a fin de evitar que los cambios provoquen su desestabilización cuando el niño comience a cuestionar y cuestionarse. 1.3.7) A. Green. Resulta interesante extraer del autor un fragmento del libro “Narcisismo de vida Narcisismo de muerte” (1980) en donde se refiere a las consecuencias que genera el la psique del niño una depresión de la madre en los primeros tiempos de su constitución. (…) Este trabajo no trata de las consecuencias psíquicas de la muerte real de la madre, sino de una imago constituida en la psique del hijo a consecuencia de una depresión materna, que transformo brutalmente el objeto vivo, fuente de vitalidad del hijo, en una figura lejana, atona, cuasi inanimada que impregna de manera muy honda las investiduras de ciertos sujetos que tenemos en análisis y gravita sobre el destino de su futuro libidinal, objetal y narcisista. La madre muerta es entonces, contra lo que se podría creer, una madre que sigue viva, pero que por así decir esta psíquicamente muerta a los ojos del pequeño hijo a quien ella cuida. El rasgo esencial de esta depresión es que se produce en presencia del objeto, él mismo absorbido por un duelo. La madre, por alguna razón, se ha deprimido. (…) Entre las causas principales de esa depresión materna encontramos la pérdida de un ser querido: hijo, progenitor, amigo íntimo, o cualquier otro objeto investido fuertemente por la madre. Pero también se puede tratar de una depresión desencadenada por una decepción que inflige una

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herida narcisista: un revés de la fortuna en la familia nuclear o en la familia de origen, un enredo amoroso del padre, que abandona a la madre, una humillación, etcétera. En todos los casos la tristeza de la madre y la disminución de su interés por el hijo se sitúan en el primer plano. (p. 215) Parafraseando al autor podemos decir que esta depresión produce la caída de la imago materna que hasta ese momento tenía el niño, en donde había presencia, mirada, amor y lo que va a aparecer es una identificación con el vacío dejado.

Se puede prever que las

consecuencias impactaran en el psiquismo del niño. (…) La transformación en la vida psíquica, en el momento del duelo repentino de la madre que desinviste brutalmente a su hijo, es vivida por ese como una catástrofe. (…) Constituye una desilusión anticipada y que lleva consigo, además de la perdida de amor, una pérdida de sentido, pues el bebe no dispone de explicación alguna para dar razón de lo que ha sobrevenido. Puesto que sin duda se vive como el centro del universo materno, está claro que interpreta esta decepción como la consecuencia de sus pulsiones hacia el objeto. (…) La pérdida de contacto físico había producido la represión de la huella mnémica de su tacto. (…) hubo enquistamiento del objeto y borradura de su huella por desinvestidura; hubo identificación primaria con la madre muerta y transforma-ción de la identificación positiva en identificación negativa, es decir, identificación con el agujero dejado por la desinvestidura, y no con el objeto. E identificación con ese vacío que, periódicamente, cada vez que un objeto nuevo es elegido para ocuparlo, se llena y de repente se manifiesta por la alucinación afectiva de la madre muerta. (pp. 216- 221). No podemos dejar de resaltar, como lo hace el Autor, la dificultad o la imposibilidad que se produce en la separación madre-hijo, coincidiendo con lo expresado por Mahler, en

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este caso ocasionado por la depresión materna, quien desinviste al niño y éste queda pegado a la huella que ha dejado ese vacío. En base a lo que se ha desarrollado de cada autor, podemos afirmar que a pesar de otorgarle distintos nombres: maternaje (Mahler), Yo auxiliar (Spitz), madre suficientemente buena (Winnicott), Otro primordial (Lacan) entre otros, la función materna es la condición sin equa-nom para la constitución de un niño. En cuanto a la falla de esta función podemos decir que ocasionara consecuencias que van a depender tanto del grado de déficit de la madre, como también de la función ejercida por el padre, quien podrá mejorar o dificultar tal desarrollo. Si bien puede deberse a un estado depresivo de la madre, también hemos visto que influye su constitución misma y la capacidad que tenga ésta para adaptarse, para ser presencia absoluta para ese niño. Esa presencia absoluta que poco a poco tendrá que ir dejando espacios para el niño pueda seguir desarrollándose autónomamente sobre la base de la confianza adquirida en ese primer tiempo.

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Capitulo 2 Patologías narcisistas 2.1 Características del cuadro El presente capitulo tiene la finalidad de lograr una breve exposición acerca de lo que implican las patologías narcisistas, sus características más pertinentes que nos van a ayudar también en el esclarecimiento de la función materna en dichas patologías. En la revista Documenta Laboris 3 (2000), en el texto “Invitación para analistas, los pacientes narcisistas”, la Dra. Windaus expresa que el narcisismo es como la columna vertebral del aparato psíquico, y que puede constituirse normal o patológicamente y al tener que ver con la constitución del yo influirá en su formación. El término narcisista alude en psicoanálisis a variadas cuestiones: -

Un estadio evolutivo

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Una forma de procesar la libido

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Un punto de fijación

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Un tipo de relación de objeto

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Un tipo de identificación

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Actitudes, rasgos, hasta se llama estructura.

El termino narcisista es un eje que ordena el aparato psíquico durante toda la vida sufriendo transformaciones, vicisitudes y desorganizaciones. Puede cursar normal, tróficamente: es la constitución misma del yo, y como factor libidinizante aspira a la cohesión y unificación, o constituirse en un germen patológico, narcisismo negativo, subsidiario de la destructividad, la fragmentación, el vacio (…). (p. 15) En cuanto a la constitución y la descripción del cuadro en el mismo texto Windaus sostiene que los pacientes narcisistas han tenido padres que no han estado a la altura de la función y de

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hacerse cargo de lo que implica la llegada de un hijo. La función materna si bien se desarrolla con cierta organización temporo-espacial no llega a cumplir con la función de reverí, es decir no le devuelve al niño de manera elaborada todo lo desarticulado de los primeros tiempos. Los vínculos primarios son inestables, oscilan entre momentos sobrepprotectores y una lejanía extrema, ocasionando la imprevisibilidad en los mismos. Tener al otro se volverá imposible por lo tanto tendera a ser el otro. Cito textual: “Existe una gama o intervalos de emociones y vínculos entre la desesperada adhesión y/o el insoportable rechazo en un extremo, junto con la casi desatinada indiferencia y la posible vinculación autónoma en el otro” (p. 19) Más adelante agrega: (…) Tendencia ambigua a idealizar (obj. Interno), e idolizar (el objeto externo). El otro es una posible fuente de gratificaciones narcisistas y también tendencia a desvalorizar o despreciar a aquellos de quienes nada pueden esperar, como proyección de sus propios aspectos idealizados, denigrados. Existe una clase de estos pacientes que de acuerdo con el desarrollo de su capacidad de preocuparse por el otro, muestran tendencias a poseer y controlar, explotar, parasitar y usar a los demás, como así también predominio de la envidia más primitiva, sin culpa, por su deficitaria evolución superyoica. No es raro que impresionen ambiguamente como encantadores y “simpáticos” pero fríos y despiadados. (p. 20) Esa forma de vincularse si bien es imprevisible, es necesaria ya que la pérdida es peor aun porque lo que ocasiona es la desestabilidad del yo. La tendencia de la madre de los narcisistas a constituir al niño en algo muy especial, es para compensar, restituir o para ser admiradas por los demás. Son los cuidados “como si”

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que están más para el otro que para el niño. Los sentimientos que priman en estos pacientes son de inutilidad, futilidad, vacio, embotamiento e irrealidad. También conductas de idealización yoica y megalómana pero como la omnipotencia es mal dirigida aparece la auto denigración y desvalorización. Además de la angustia que puede ser desbordante, se observa una gama de emociones tales como la soledad, el miedo, el pánico o la rabia. 2.2 Metapsicología La metapsicología es lo más abstracto y teórico del psicoanálisis, tiene tres aspectos que la constituyen: Dinámico (fuerzas en conflicto), Tópico (sistemas o instancias donde ocurre) y Económico (implica los cambios energéticos). Continuando con el texto de la Dra. Windaus se detallara lo que ocurre en estos pacientes en cuanto a la angustia, el yo, super yo, defensas e identificaciones. (…) Son malos usuarios de la angustia señal, y de continuo se encuentran en exceso ansiosos, vergonzosos, o hipocondriacos, constantemente temen perder el objeto, (más allá que ellos se muestren amantes o deseantes, etc), o sus equivalentes. La angustia pone en evidencia el sentimiento de amenaza de yo ya que es de predominio ante el abandono y No de castración. De hecho son estas angustias más primitivas y amenazantes las que determinan el déficit en el proceso de ligadura y sus efectos: estar en blanco o dificultad para el proceso verbal. Esto explica, también lo limite que es cualquier situación de duelo y separación. Las angustias ante el abandono pueden estar ligadas también a angustias más primitivas aun, de aniquilamiento o innombrable como las llamara Winnicott, por una parte o angustias persecutorias, mas ligadas a la identificación proyectiva.

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Se esboza un paciente intensamente preocupado de sí, pero es una preocupación singular, vaga, imprecisa, que no logra ser transmitida por vía de la palabra y/o no se concreta en los cuidados inherentes a dicha preocupación o más bien a veces temen hacerlo (…). Hay estatutos de yo diferenciados, desde un yo mas fragmentado o fisurado (depende de la profundidad de lo disociativo) del lado de lo bordeline hasta un yo mas cohesivo. La cohesividad debemos investigarla en relación a la mayor o menor fijeza (lo caracteropático), y de qué manera el paciente siente que tiene que ser eso que necesita ser para no caer en un estado de inermidad o confusión, etc. En relación a la reactividad, Winnicott teorizo el falso self, reconociendo en él, por otra parte una formación general e inevitable. Lo más importante es que estas configuraciones no se integran al resto de la dinámica y economía del aparato, así el sujeto sufre empobrecimiento en su funcionamiento en general y en su actividad realista por intrusión se estructuras arcaicas (…). Son los mecanismos defensivos de estos pacientes los que mejor informan de lo vulnerable y primitivo de su constitución. Ellas son en primer lugar por su importancia estructurante y organizante la escisión, luego la idealización, la triada maniaca de control triunfo y desprecio de gran inestabilidad, la negación y la identificación proyectiva que estará en relación a las características más agresivas o persecutorias. Las defensas se activan a fin de evitar movilizaciones afectivas excesivas, la economía psíquica narcisística se revela con grandes oposiciones al cambio, o sea inercia pulsional, sin desmedro de un desborde pusional en momentos de

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rabia narcisística. Las defensas sirven al propósito de la defensa pero también a veces van consolidando lo adaptativo sobreadaptativo. Sorprenden con sus tendencias regresivas tan marcadas. Frente a sus tendencias más primitivas y regresivas el paciente se siente atemorizado, avergonzado y es importante que pueda darse cuenta y atravesar el sentimiento de extrañeza frente a sí y el otro (…). Encontramos el desdoblamiento especular en el vinculo intersubjetivo, son las llamadas identificaciones planas, especulares, bidimensionales, adhesivas, donde queda en claro el déficit de la terceridad (…). Existe un predominio del yo ideal como relación binaria, narcisista, lo cual lleva a una sobreexigencia por una parte e insuficiencias por otra pero siempre sufrimiento por dependencias y sometimiento. Recordemos que ese Yo-Ideal es una conceptualización que permite representarnos el estado de fusión más primario a partir de las primeras identificaciones lo que permite colegir el porqué de la omnipotencia, autosuficiencia y sobrevalorización. La tensión entre yo y Super yo, deberá ser entendida cada vez en cada singularidad, si existe un predominio de Super yo tanático, primitivo y persecutorio, o si el ideal del yo narcisita es tan brutal y exigente que el yo no tiene opciones de sentir satisfacción, no importa que, todo es poco y no suficientemente bueno como el ideal ordena, etc. También hay un tipo de super yo muy abstracto que es obstaculizante en los vínculos emocionales y aplana toda posible vinculación (…). (pp. 21-27). A modo de síntesis podemos decir que estamos frente a un conflicto intrasistémico entre el yo y el super yo, en donde el yo podrá ir desde uno más fragmentado a uno más cohesivo.

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El yo ideal es lo que predomina, hay una cuestión de perfección, que como no se alcanza, el ideal del yo se manifiesta brutal y exigente y el super yo se vuelve cada vez más severo y sádico. Los vasallajes que sufre el yo son a consecuencia de su construcción precaria, sufriendo angustias primitivas que desbordan la capacidad de elaboración y recurre a los mecanismos de defensa que cuenta, siendo estos arcaicos. Los trastornos narcisistas son patologías “limites”, el modo de procesamiento alterna entre la neurosis, donde encontramos que las palabras representan símbolos, donde se dice más de lo que se quiere decir y la psicosis, donde la palabra la van a usar de manera particular, toda la acción habla. Se encuentran afectadas varias esferas: sexual, intersubjetiva, afectiva, social y el pensamiento. Esto es lo que marca el grado de dificultad a la hora de establecer vínculos tanto en el plano personal de relación como en el inicio de tratamiento.

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Capitulo 3 Abordaje psicoanalítico 3.1 Estrategias Al hablar de estrategias se pretende desarrollar aquellos puntos, conceptos que son necesarios y hacen al abordaje psicoanalítico. Si bien el método no varía, la técnica busca tener en cuenta la individualidad del paciente y requiere de la creatividad del analista. Se abordaran conceptos tales como: encuadre, transferencia, contratransferencia, regresión. Ante la llegada de un paciente a consulta se deberá tener en cuenta desde el principio como llega, que es lo que dice de su padecer. Son importantes las entrevistas de ensayo para poder evaluar con que recursos cuenta el paciente, si tiene posibilidad de asociar, si posee recuerdos. Todo este tipo de información que vamos recibiendo nos habla del paciente y nos va marcando un camino. Tomaremos nuevamente el texto de la Dra. Windaus, de la revista Documenta laboris 3 (2000) en donde expone la dificultad con la que nos encontramos frente a un paciente de tales características. (…) Son pacientes que tienen una exigencia de trabajo repetido en transferencia, que muestra la pertinencia de un analista creativo, afectivo con cierta solidez teórica y personal que le permita desplegar imaginación y capacidad de jugar. El establecimiento de una confiabilidad básica, es lenta y las alternativas difíciles. El encuadre no estabiliza rápida y fluidamente. Una de las alternativas de la complejidad está dada por el estado de dependencia y/o de evitación de la dependencia, ya que es deseada y temida al mismo tiempo.

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Buscan llenar un vacío de si, la razón de su ser, lo cual impone una especificidad metapsicológica, transferencial y contratransferencial. El encuadre por dependencia o fobia a la intrusión- esta intensamente ligado a susceptibilidades desconfiadas que implican en un comienzo una puesta a prueba y control permanente. La historia que se va desplegando es repetida, disociada, no metabolizada. La identificación proyectiva, coadyuga en las dificultades, (…), lo cual obstruye el proceso de conocimiento y desafía a la capacidad que él tendrá de tolerar estos retornos. Así como los sueños son la vía regia de acceso al Ic. (en las neurosis), la transferencia es la vía regia del abordaje al mundo interno del paciente narcisista, y de su posibilidad de vinculo. Localizar- nombrar-conectar- soportar la conexión- separar… Donde ello era, mudo, impulsivo, yo inerme desconectado interna y externamente, yo debe rearticularse y reorganizarse, por lo tanto es un trabajo de construcción, de volver Ic. lo manifiesto, sin detrimento de continuar luego por un trabajo desrepresivo. El trabajo analítico consiste una y otra vez en restablecer, mantener, sostener, soportar y consolidar el ligamen básico que es el trabajo de transferencia. La transferencia es una fuente de información semiológica, descriptiva, estructural e histórica de los vínculos primarios del paciente, su constitución y desarrollo. Vamos poco a poco descubriendo un mapa de ruta desde el primer otro encarnado, la función que cumplió no solo con el paciente sino su lugar mismo

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en el universo simbólico. Esto posibilita explorar lo matricial previo y el desarrollo. Un advenimiento al que interrogaremos por el apego, por las evoluciones libidinales y yoicas recordando que no son simétricas, la integración, personalización, tiempo- espacio y los objetos. En su dimensión Winnicoteana y también función de reverie y concepto de continente contenido, que permitirá las transformaciones de la hominización. Soportar el apego para soportar la separación, será una tarea ineludible para nuestros pacientes. Lo que se vuelve largo y difícil ya que han implementado en cuanto a su vida pulsional desde el comienzo una desestimación del sentir. El trabajo es interpretativo en el sentido transferencia y constructivo en el sentido de la historicidad. Lo constructivo cuenta con las dificultades propias de un psiquismo disociado y de una historia y prehistoria inconexa, con fallas en la circulación, con oscilación entre lo que son las lagunas y la confusión. La construcción implica una reorganización vincular permanente y también una reorganización y rearticulación procesante del aparato psíquico. (…) Cuando hablamos de transferencias narcisisticas, me gustaría dejar por sentado que estas lo son por el objeto-destinatario pero fundamentalmente por la calidad de vínculo que se pone en juego, que es lo que estamos desarrollando. Las exigencias de perfección, (especulares) son la marca de la idealización en los vínculos que se complican hasta la imposibilidad de realización de los mismos. En la transferencia el paciente reconoce al analista como separado y

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autónomo pero le atribuye valor en relación con sus necesidades narcisísticas, desde que le sea regulada su autoestima sin detrimento en negar o peyorizar la interpretación por insoportable. Las transferencias especulares e idealizadoras son las formas típicas y activas de las posiciones básicas de la libido narcisista. Ellas son las responsables de la obstaculización de los vínculos y su devenir por fijación y regresión en el tacto consigo mismos y con el mundo. (pp. 15-27). Según lo expresado por Windaus estamos frente a un análisis que demandara algo más que la presencia del analista. Con los pacientes narcisistas habrá que volver hacia atrás repetidas veces, el encuadre no estabiliza de entrada rápidamente. Estos pacientes necesitan del aporte representacional, provisional por parte del analista, habrá que nombrar localizar. En cuanto a las transferencias debemos observar que si se instala de manera rápida no es de buen pronóstico, nos indica que estamos frente a una patología grave. Aparecen como vimos las transferencias idealizadoras y especulares que ampliaremos tomando a Kohut. En cuanto a las transferencias especulares e idealizadoras Heinz Kohut (1977 Citado en Hornstein, 2005) expresa: Kohut encontró que las expectativas, necesidades, exigencias y fantasías se agrupaban alrededor de dos tipos de vínculos transferenciales. En la “transferencia especular”, se busca la aprobación, la admiración y el refuerzo de su autoestima. En la “transferencia idealizadora” los pacientes se apegan al analista, al que ven como un ser omnipotente y perfecto, para participar de esa grandeza y perfección. Estas expectativas y necesidades, cuando se consideran satisfechas, brindan al paciente cohesión, vitalidad y autoestima, así como las desilusiones generan “rabia narcisista”. (p. 226)

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Esta furia narcisista aparece como manifestación proclive a la venganza, como forma de anular la herida narcisista por cualquier medio y se corresponde directamente con la incapacidad del paciente de no poder soportar la frustración. El yo no tiene umbral para soportar la herida. Las transferencias idealizadoras y especulares se dan también en algún punto por lo que estuvimos viendo acerca de la necesidad de estos pacientes de fusionarse al otro, que al mismo tiempo le genera temor. Le temen a las movilizaciones afectivas. Esta inestabilidad se pone de manifiesto con el analista. Nos parece pertinente incluir en este trabajo lo planteado por Winnicott (1947), en “El odio en la contratransferencia”, en donde alude que a veces en el tratamiento de estos pacientes ellos buscan verdaderamente el odio del analista. La tarea del analista será primero reconocer su odio y mantenerlo a reserva para cuando el análisis lo requiera para su interpretación. Las otras dos formas de contratransferencia que menciona tienen que ver con lo que como analista se tendrá que trabajar en el propio análisis y supervisión para evitar contaminar con lo propio el trabajo que se lleva a cabo con el paciente. Cito textual: (…) Creo que la tarea del analista que emprende el análisis de un psicótico se ve seriamente influida por este fenómeno y que el análisis de los psicóticos se hace imposible a menos que el odio del propio analista sea consciente y bien delimitado. Los fenómenos de la contratransferencia podrían clasificarse de la siguiente manera: 1.

Anormalidad en los sentimientos de contratransferencia, y relaciones e

identificaciones fijas que se hayan bajo represión en el analista.

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2.

Las identificaciones y tendencias correspondientes a las experiencias

personales del analista y a su desarrollo personal y que aportan el marco positivo para su labor analítica y que hacen que la índole de su trabajo difiera del de cualquier otro analista. 3.

De estas dos distingo la contratransferencia verdaderamente objetiva o,

si esto resulta difícil, el amor y odio que siente el analista como reacción ante la personalidad y el comportamiento del paciente, contratransferencia basada en la observación objetiva. Esta coincidencia del odio y del amor es algo que, característicamente, se repite en el análisis de los psicóticos, dando pie a una serie de problemas de dirección que fácilmente pueden agotar los recursos del analista (…). Ante todo no debe negar un odio que realmente existe en él mismo. El odio que está justificado en el marco existente debe ser separado y mantenido en reserva, disponible para una eventual interpretación. El analista debe estar preparado para soportar la tensión sin esperar que el paciente sepa lo que está haciendo (…). Se halla en la situación de la madre de un no nato o de un recién nacido. Pacientes cuyas experiencias han sido tan deficientes o deformadas que el analista tiene que ser la primera persona en la vida del paciente que aporte ciertos puntos esenciales de tipo ambiental. (…) Quiero añadir que en ciertas etapas de ciertos análisis el paciente llega efectivamente a buscar el odio del analista, y lo que entonces se necesita es un odio objetivo. Si el paciente busca odio objetivo o justificado, debe ser capaz de encontrarlo, de lo contrario es imposible que se crea capaz de encontrar amor objetivo. (pp. 267-273).

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En el texto “Aspectos metapsicológicos y clínicos de la regresión dentro del marco analítico, Winnicott (1954) define al tratamiento como un proceso que debe llevar adelante el paciente para lograr que su verdadero self emerja y pueda vivir una vida más plena, con identidad y sin tanto sufrimiento. Lo que plantea el autor es que para que haya progresión en el desarrollo emocional del paciente se deberá atravesar un momento de regresión. A partir de la contratransferencia poder asir algo del orden de lo que acontece en este tipo de patologías, donde por lo general las regresiones no son a momentos evolutivos de la sexualidad, sino a momentos de dependencia. Cito textual: (…) La palabra regresión significa simplemente lo contrario a progreso. Progreso es la evolución del individuo, del psiquesoma, de la personalidad y de la mente con (a la larga) la formación del carácter y la socialización. (…) Para que se produzca la inversión de este progreso en el individuo tiene que haber una organización que permita la regresión. Vemos: Un fracaso en la adaptación por parte del medio, que produce el desarrollo de un self falso. Una creencia en la posibilidad de una corrección del fracaso originario representada por la capacidad latente para la regresión, que entraña una compleja organización del yo. Un medio ambiente especializado seguido por la regresión real. Un nuevo desarrollo emocional hacia adelante, con complicaciones que describiré luego. En la teoría del desarrollo humano hay que incluir la idea de que es normal y sano que el individuo pueda defender el self contra un fracaso específico del

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medio mediante la congelación de la situación de fracaso. Junto a esto va la suposición inconsciente (susceptible de convertirse en una esperanza consciente) de que más adelante habrá oportunidad para una experiencia renovada en la cual la situación de fracaso pueda ser descongelada y reexperimentada, con el individuo en estado de regresión, dentro de un medio que esté realizando una adaptación adecuada. Nos ocupamos, (…), no solo de la regresión, a unos puntos de fijación buenos y malos en las experiencias instintivas, sino también de la regresión a unos puntos buenos y malos en la adaptación ambiental a las necesidades del yo y del ello en la historia del individuo. (…) Mi tesis puede plantearse del siguiente modo: La enfermedad psicótica está relacionada con el fracaso ambiental en una fase precoz del desarrollo emocional del individuo. El sentimiento de futilidad y de irrealidad es propio del desarrollo de un self falso que se desarrolla como protección del self verdadero. El marco del análisis reproduce las técnicas de maternalización más tempranas, invita a la regresión por su confidencialidad. La regresión de un paciente es un retorno organizado a una dependencia precoz o doble dependencia. El paciente y el marco se funden en la situación originaria de éxito del narcisismo primario. La marcha partiendo del narcisismo primario vuelve a iniciarse con el ser verdadero capacitado para afrontar situaciones de fracaso ambiental sin organización de las defensas que implican un falso self que protege al un self verdadero. Hasta este punto la enfermedad psicótica solamente puede ser aliviada por una provisión ambiental especializada e interrelacionada con la regresión del paciente.

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El progreso a partir de la nueva posición, con el verdadero self rendido ante el yo total, puede entonces estudiarse en términos de los procesos complejos del crecimiento individual. (pp. 379-388). Vale aclarar que Winnicott utiliza el término “enfermedad psicótica” para referirse a las patologías graves, en este caso se toma para hablar de las patologías narcisistas. Parafraseando al autor, lo que el paciente transfiere masivamente en la consulta es a modo de editar el vínculo de confianza básica, y el analista deberá leer esto, deberá buscar traducir aquella conflictiva del sujeto que solo puede repetir, lo traumático que no ha podido simbolizar, poner en palabras. Para que el verdadero self emerja se deberá atravesar un tiempo de regresión a las primeras fases del desarrollo. No a la manera de un volver a vivir, sino de implantar por primera vez aquellas experiencias que le van a dar la posibilidad de constituirse en base a las diferentes referencias que obtiene del analista. 3.2 Rol del psicólogo A lo largo de lo que se fue exponiendo de los distintos autores, podemos decir que los pacientes narcisistas requieren del analista algo más que la mera presencia. En los primeros tiempos del trabajo analítico prima el acto, lo compulsivo, la tarea se ve dificultada teniendo en cuenta que hay una estructura de personalidad que esta endeble. Estamos hablando de la necesidad de acompañarlos, de brindarles sostén, de demostrarles interés. Libidinizar y catectizar el campo analítico. En el capitulo XI, “La insistencia pulsional y su clínica”, de conceptos fundamentales III, la Lic. Anahi M. Rebagliati (1997) menciona sobre estas cuestiones y más. Cito textual a continuación. En nuestro quehacer clínico nos encontramos a diario con la insistencia pulsional devenida síntoma o compulsión a la repetición. En ambos casos se

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trata del destino de lo traumático subjetivado como sufrimiento o padecer y como angustia. Nuestro trabajo como analistas designa el estar junto a quien sufre una enfermedad anímica. (…) Experiencia transferencial centrada en la escucha del discurso de quien padece conduciéndolo en la búsqueda de las determinaciones inconscientes de ese padecer. Siendo su instrumento esencial la palabra aunque a veces nos resulte insuficiente. La insuficiencia de la palabra nos remite al encuentro con lo traumático, resto libidinal que escapa a las representaciones y hace tope al psiquismo en su trabajo elaborativo. Este excedente que la palabra no alcanza a cubrir, que hace tope al dominio del principio del placer, se manifiesta en un volver a vivir, automatico y repetitivo, como sostiene Freud en Mas allá del principio del placer (1920), donde vincula la eficacia patológica del trauma con la compulsión a repetir lo no elaborado como si esto no hubiera pasado, colocando al sujeto en la inercia del sufrimiento en un perpetuo retorno de lo mismo, manteniendo identidad y actualidad. Los pacientes con que nos encontramos hoy en día nos colocan tanto frente a la posibilidad de develar lo oculto por represión en la superficie discursiva (…) presentando síntomas sustitutivos portadores de significación a ser leída en la asociación libre. Como ante dolencias derivadas de una mayor presencia de la pulsion de muerte, encontrando actos autodestructivos, actings, consumo de drogas, alcohol, estados depresivos severos, bulimias, anorexias y enfermedades psicosomáticas. Tratándose entonces de manifestaciones patológicas más restitutivas que sustitutivas, en donde estas manifestaciones vienen a llenar un vacio, marcando

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el déficit en la simbolización. (…). Cabe preguntarse cuál es la posición del analista frente a pacientes con tal grado de desamparo, derrumbe, destrucción y malestar (…). Es ante este tipo de pacientes que nos damos cuenta que nuestra presencia como analistas abarca mucho más de lo que pensábamos, que no se trata exclusivamente de interpretar con nuestro saber adquirido, pues es necesario responder de otra forma. (…) Nuestro deseo como analista ante ellos tiene que dar testimonio una y otra vez, debemos dar pruebas de que ellos ocupan un lugar para nosotros, que se encuentran alojados y amparados. En donde sea posible que ese sentimiento de deshecho de ser un resto caído del mundo, quede localizado en el analista para que el analizante pueda ocupar un lugar de protagonismo en las “escenas de la vida” sin quedar siempre al margen de ellas o a punto de caer. Si ante estos pacientes nuestra posición se torna rígida en la línea interpretativa no hacemos más que acentuar la compulsión a la repetición. Es indiscutible que la interpretación es una herramienta infaltable del analista, pero hay momentos en que nos convocan de otra forma y a ese llamado es necesario acudir porque el riesgo es, o bien que el llamado sea cada vez más estruendoso y riesgoso, (…) o bien que deje de llamarnos con riesgo al suicidio. Acudir a su llamado es darle un lugar como sujeto con chance a sostener su deseo de vivir pudiéndose encontrar con su interés en su vida y por su vida. (pp. 135-139). Windaus como vimos plantea que si con este tipo de pacientes nos limitamos a la interpretación lo que vamos a lograr es entorpecer el trabajo y más complicado aun podemos fomentar lo compulsivo en el paciente y que recurra a un pasaje al acto.

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Damos cuenta que el paciente requiere de la mirada, del sostén, seguramente también necesite que el analista de haga de espejo. Es por esto que pensamos que el trabajo en diván resulta imposible. Aunque parezca repetitivo es válido aclarar que siempre habrá que tener en cuenta el paciente en particular con su individualidad. Lo que prima es el trabajo constructivo, pero no de entrada sino que deberá aguardar que transcurra un tiempo de escucha, de conocimiento. La construcción es una elaboración que hace el analista ante el material diverso que presenta el paciente. Se trata de reconstruir en los aspectos reales como fantaseados una parte de la historia de ese sujeto. Lo que importa es que la construcción pueda incluir aspectos traumáticos de lasvivencias infantiles. Para ahondar más en estos temas que desarrollamos tomaremos nuevamente a la Lic. Noemí Gutiérrez de Windaus (1997) en el capitulo XVII “Interrogaciones en la clínica: Patologías narcisistas” donde sostiene: Este tipo de pacientes que nos ocupan, constituyen de entrada un tipo de “experiencia clínica” menos confortable (…) nos llama a aceptar una puesta en juego de nuestro lugar de analistas y también de nuestro ser mas intimo. Yo llamo a esto “meter las manos y poner el cuerpo” por el monto de sufrimiento que puede estar de entrada en el contenido manifiesto, y el despliegue transferencial en juego (demandante, dependiente, depresivo, inseguro, etc.) o radicalmente disociado adquiriendo el paciente características singulares (omnipotente y retador, o desconfiado y esquivo, etc.). (…) Winnicott llamaba a estos pacientes “pacientes de sostén”, se trata según él de “Hacer el caso a la vida”. (…) El analista es requerido a “estar ahí” y no ser mera presencia. No hay posibilidad de silencios prolongados, ni de abstinencias obsesivas.

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El analista se ve en la necesidad de catectizar, libidinizar el campo analítico, para contrarrestar la pulsionalidad mortífera del paciente en tanto defusionada. El intento a veces, en un comienzo, se limita a ayudarle a “pensar”, a “poner palabras a lo que le sucede”, “a cuidar” lo que habitualmente se llama encuadre, ya que se trata de “su” propio espacio y “su” propio tiempo. Muchas veces haremos mucho hincapié en el horario, “su tiempo”, algunos llegaran solo por un “ratito” y no quieren ni soportan estar más, otros estarán desde temprano en un intento de controlar lo que allí sucede. Retomando la cuestión del holding, se trata de la posibilidad en estos pacientes, regresivos, infantiles, demandantes, desanimados y desanimantes de sostener y soportar un lugar posible para que se desplieguen. (…) Si el paciente sufre disociaciones muy intensas no recuerda lo que ocurre de sesión a sesión, o se queja con pánico a veces que no recuerda la voz o la cara de su analista, como si asistiéramos a la perdida de lazos asociativos. Hay “olvido de si” y con un pedazo suyo nos perdemos, y nos vemos obligados a empezar cada vez “de nuevo”, es como una falla en la posibilidad de inscribir lo que esta aconteciendo. Aquí cobra importancia (…) la libidinización, y catectización por parte del analista (…). Si el analista no “responde” el paciente queda confundido, diluido o perdido. Si lo hace excesivamente, el paciente puede sentirse amenazado o aprisionado. Ante estas patologías inerciales, el analista es llamado a salir de sus laberintos, atravesar tareas, que incluyen desciframiento, sostén, silencio, indagación de armados fantasmáticos. Supone una praxis creadora, en un clima de libertad.

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Implica pensar el sistema como abierto y en permanente cuestionamiento. (pp. 210-218). Como hemos visto, en el trabajo con pacientes narcisistas se debe tener en cuenta, el método, el encuadre, la transferencia, la contratransferencia, el estatuto del objeto, de la angustia y la metapsicología. En un primer momento la implicancia que tienen de su sufrimiento es prácticamente nula, hay quejas, desvalimiento, inautenticidad, sentimientos de vacío. El tratamiento tiene que ver con que el sujeto tome contacto con lo que le sucede, con el conflicto que trae y que este devenga psíquico, para poder trabajar terapéuticamente. Se debe brindar un espacio terapéutico seguro y confiable, para proporcionarles estabilidad. Es importante la libidinización y catectización por parte del analista. Si el analista “no responde”, el paciente queda confundido, diluido o perdido, pero si lo hace excesivamente se sentirá amenazado o aprisionado. Son pacientes que pueden pasar de la dependencia total con el analista a prescindir de él, y esa es una de las complejidades, ya que esta dependencia o evitación de la dependencia es tan deseada como temida al mismo tiempo. Buscan llenar un vacío. Se trata de una praxis creadora, se centra en la posibilidad de devolverle al paciente la relacionalidad externa e interna interferida. Ese yo inerme, desconectado interna y externamente debe rearticularse, reorganizarse.

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Conclusión El objetivo del presente trabajo era hacer un recorrido por los distintos autores que han hecho aportes acerca de la función materna, las patologías narcisistas y su tratamiento psicoanalítico. Cuando hablamos de función materna o paterna hemos visto que no se alude necesariamente a la madre o al padre, sino aquellas personas que cumplan con tal función. Dichas funciones están condicionadas por así decirlo por la historia personal y particular de cada persona, lo que implica tener en cuenta su constitución, su ubicación en relación a sus figuras parentales, sus experiencias infantiles y desarrollo. En base a lo que se ha desarrollado de cada autor, podemos afirmar que a pesar de otorgarle distintos nombres: maternaje, yo auxiliar, madre suficientemente buena, Otro primordial entre otros, la función materna es la condición sin equa-nom para la constitución de un niño. Sabemos lo determinante que es el primer tiempo de vida en cuanto a ser alojados desde el deseo y el amor de las figuras parentales. La función materna es de vital importancia para ese niño que llega al mundo provisto solamente de un cuerpo, cuerpo que el recién nacido no logra sentirlo unificado durante un tiempo y de lo biológico. Y es en un principio eso mismo biológico que requiere de la presencia de otro que lo socorra en las necesidades de alimento, abrigo, cuidados, atención. Pero no basta con esto, el bebe recién nacido necesita también del contacto visual, la mirada y el amor. La entrada al mundo se va dando a través de la comunicación visual/ gestual al comienzo hasta que llega a adquirir el lenguaje verbal. Todo en relación a lo que la madre presenta y ofrece, actuando a modo de filtro de la información que le llegara a él. Es a través de la función materna que el bebe podrá constituirse, desarrollarse desde lo biológico incluyendo lo psicológico.

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Los primeros tiempos entre la madre y el hijo son de dependencia total, se podría decir que la mujer como tal deja de existir, que solo hay madre, madre disponible para ese niño. Ese momento de dependencia necesario y obligatorio deberá ceder, deberá dejar lugar a la separación. Para que ello ocurra la madre debe permitir y fomentar la independencia del niño y al mismo tiempo la presencia de un padre, de su función, que ayude desde su lugar a recuperar a la mujer e imponer pautas y normas a ese niño. Ahora bien, ¿Qué sucede con esa función en las patologías narcisistas? ¿Hay deseo de un hijo? ¿La función se ejerce dentro de la normalidad, está ausente o hay fallas? En cuanto a la falla de esta función podemos decir que ocasionara consecuencias que van a depender tanto del grado de déficit de la madre como también de la función ejercida por el padre, quien podrá mejorar o dificultar tal desarrollo. Si bien puede deberse a un estado depresivo de la madre, también hemos visto que influye su constitución misma y la capacidad que tenga ésta para adaptarse, para ser presencia absoluta para ese niño y luego poder soltarlo. En las patologías narcisistas no hablamos de deseo de un hijo, lo que hay es necesidad del otro, necesidad de fusión con el otro. Al mismo tiempo esta fusión es la que genera por momentos una separación estruendosa que hace que el vinculo madre- hijo sea imprevisible. Igualmente la dificultad radica en la imposibilidad de una separación paulatina que dé lugar al crecimiento del niño basada en la autonomía, la confianza e independencia. La madre crea una fachada, son cuidados que están más para la mirada del otro o en función de lo que ella necesita, que para su propio hijo. Una madre que no le brinda al niño los recursos simbólicos necesarios para que el niño pueda estar en forma autónoma y apaciguada sin el otro. No respeta los tiempos del niño ni el espacio. No da la posibilidad de que el niño se vivencie unificadamente a partir del otro pero sin el otro.

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Son personas que necesitan del otro para sentirse organizados y para sentir que son, esto se ve reflejado en el tratamiento y es lo que genera grandes dificultades. Cuando hablamos de tratamiento psicoanalítico que se lleva a cabo, podrá ser tanto para la madre narcisista como para el niño o adulto hijo de una madre narcisista. Teniendo en cuenta la individualidad de cada paciente que se presenta con su sufrimiento particular. Lo que si se podría diferenciar del tratamiento que se lleva a cabo con una mujer con dicha patología previo a la decisión de tener un hijo es lo sanador que puede resultar y lo preventivo en el sentido del niño. El tratamiento será arduo ya que como hemos visto son personas dependientes, demandantes, inseguras, regresivas, infantiles y muy vulnerables. El encuadre no estabiliza de entrada por tales características como así también por el vínculo que se va a ir dando con el analista. El vinculo transferencial estará cargado de inestabilidad al menos en el comienzo y podrá virar entre una dependencia total hacia el analista, no solo en el horario de sesión, sino por fuera de la misma, que a veces se puede tornar agotadora y/o una evitación extrema. Estos pacientes sienten temor a las movilizaciones afectivas, ya que les genera desestabilidad y angustia desbordante, por lo cual implementan mecanismos defensivos precarios que guardan relación con un yo endeble que en épocas infantiles les han servido para resguardarse. El desafío estará puesto en la creatividad del analista, su sostén, su acompañamiento para permitirle al paciente transitar por los primeros tiempos de vida con el fin de poder instaurar un vinculo confiable, aquel que no tuvo, que le dará la posibilidad de una vida más sana, un control de lo pulsional sin la necesidad se sentirse o vivirse desbordado y la utilización de mecanismos defensivos acordes a la edad. El trabajo terapéutico opera más del lado de la construcción, del aporte provisional,

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representacional, que será un aporte inédito por parte del analista, ya que es una asistencia que no ha brindado la madre. Podemos decir que el analista cumple con una función de suplencia, de lo que nunca hubo. Poco a poco ira construyendo su historia, una historia que le permitirá vivir en el presente pero también un pasado que ahora si podrá recordar y no repetir compulsivamente.

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