Tenemos que hablar de Kevin

Tenemos que hablar de Kevin Delincuencia Juvenil. Segundo curso en Criminología María de los Ángeles Surián Barrios

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Tenemos que hablar de Kevin

Delincuencia Juvenil. Segundo curso en Criminología

María de los Ángeles Surián Barrios

En el presente documento me dispondré a analizar la obra Tenemos que hablar de Kevin de la autora Lionel Shriver, en la que se relata la historia de Kevin Katchadourian, un niño, que me atrevería a calificar de problemático, que a la edad de 14 años decide emplear sus dotes con el tiro de arco para presentarse en su instituto y lanzar flechas a diestro y siniestro contra un grupo de personas, bien determinadas por Kevin, después de haber planeado perfectamente su encuentro en el gimnasio, para posteriormente cerrar todas y cada una de las puertas con candados Kryptonite, y asesinar a todos los que estaban dentro. Sin olvidar que previamente, habría logrado matar de la misma forma a su padre y hermana en el jardín de su casa. Pero, ¿qué es lo que le llevo a cometer tal acto? Analizaré cada uno de los factores que pudieron influir. Para comenzar, cabe definir el suceso alrededor del cual gira el hilo de la historia de Kevin Katchadourian lo que conocemos como “masacres/matanzas escolares” o “School Shooting”. El Federal Bureau of Investigation (FBI) clasifica los homicidios múltiples en tres categorías: los homicidios en serie, los 'spree killings' y las masacres, en este caso, nos encontramos ante esta última, cuando varias personas son asesinadas dentro de un espacio y tiempo determinados, acotados; y, dentro de esta categoría nos encontramos ante el subtipo tiroteo escolar o “school shooting” que se caracteriza por ser cometido por un niño, niña o adolescente en un colegio, aunque también puede ocurrir en un lugar relacionado con las instituciones escolares (Dokmetjian, M.V. 2014). Antes de entrar de pleno en puntos más específicos, cabe estudiar la influencia de los medios de comunicación sobre la violencia creciente que se da en los jóvenes, vemos a lo largo de la obra como en numerosas ocasiones informan de las masacres que se dan en los colegios alrededor de todos los Estados Unidos, hecho que preocupa especialmente a Eva Katchadourian, ya que, desde su opinión, y estando de acuerdo con el personaje, un auge en la retransmisión de estos actos puede que incite a ciertos jóvenes a realizarlos para lograr lo que muchos desean, lograr llamar la atención de miles de personas. Autores confirman que una de las características que definen la sociedad actual es la omnipresencia de los medios de comunicación en nuestras vidas, manteniéndonos informados de todo, nos entretienen e incluso llegan a desempeñar funciones que hasta ahora habían sido competencia de la familia (Tyner y Lloyd, 1995). Por otro lado, múltiple autores tratan de asociar ciertas actitudes violentas a la adquisición de las mismas a través de los medios de comunicación, ya que, siguiendo a Bandura (1976), estos comportamiento agresivos se pueden aprender a partir de la observación y la imitación de modelos (Mesa Sánchez, R. 2002: 212). Por otro lado, cabe tratar las relaciones interpersonales de Kevin para poder entender su comportamiento. Nunca había sido muy sociable, siempre se encontraba alejado del resto de sus compañeros, exceptuando a Leonard Pugh, un joven que nunca había sido del agrado de Eva, y que, al igual que Kevin, presentaba ciertos comportamientos antisociales, ambos se juntaban y se alejaban del resto, llevando a cabo “operaciones” como pudo ser la de tirar cascotes y trozos de ladrillo a los coches

desde la pasarela para peatones que cruza por encima una carretera. Como señalan algunos autores la exclusión social puede estar en el origen de la violencia que se produce en algunos individuos y, de hecho, diversos estudios han demostrado que existe una continuidad entre determinados problemas relacionados con la exclusión y el comportamiento violento en la juventud (Díaz Fernández, R. y Sierra Berdejo, 2008: 133-134). Además, cabe destacar que Kevin no realizó la masacre al azar y a un grupo indeterminado de compañeros, sino que eligió a cada una de las víctimas, personas contra las que manifestaba un odio especial Dejando atrás el ámbito general, cabe analizar las figuras de Eva Katchadourian y Franklin Plaskett, madre y padre de Kevin, partiendo de la base de que el contexto familiar es uno de lo más predisponentes en el desarrollo de un niño, y el cual puede influir enormemente en las actitudes y comportamientos del menor. Bowlby definió la relación entre la madre y el hijo como “un elemento clave del desarrollo humano, tan necesario como pudiesen serlo las vitaminas para la salud física” (1951:59). Desde este punto de vista, hay que tener en cuenta que Eva Katchadourian no se había planteado y, por tanto, no tenía realmente asimilado el embarazo de Kevin, la maternidad no es lo que esperaba que fuese, lo que le produjo un cierto rechazo ante el nacimiento del niño. Ante el rechazo a un niño, se produce un menor nivel de comunicación y confianza y, por tanto, un menor control de la conducta del hijo.

En la teoría del apego propuesta por John Bowlby, estudioso en el tema del afecto maternal, se recogían tres puntos fundamentales, que cabría comparar con las actitudes de Eva Katchadourian: 1. El apego es la primera relación del recién nacido con su madre o con un cuidador principal que se supone es constante y receptivo a las señales del pequeño o el niño de pocos años. Eva a pesar de intentar por todos los medios ser constante y receptiva a las señales de Kevin, le resultaba muy complicado aguantar los repetitivos e insistentes gritos y lloros del pequeño, que veía desaparecer en cuanto Franklin, su padre, aparecía por la puerta; hecho, que de cierto modo aumentaba el rechazo por Kevin, al ver que quizás podría tratarse de algo mutuo. 2. El apego es un proceso que no termina con el parto o la lactancia. Es un proceso que sirve de base a todas las relaciones afectivas en la vida y, en general, a todas las relaciones entre miembros de la misma especie. Partiendo de la idea de que el parto no resultó especialmente agradable; todo ello sumado al hecho de que Kevin no consentía tomar la leche de Eva, pese a que ella se hubiese sacrificado eliminando ciertos alimentos de su dieta para que la leche resultara más apetitosa para el pequeño y, de otro lado, solo tomaba la leche del biberón si se la daba su padre y no ella (“más que rechazar la leche de su madre, rechazaba a ésta”). Finalmente, hubo de

desistir por padecer mastitis, lo que impediría la lactancia, y lo que en todo caso seguiría alejando a la madre de Kevin. 3. El apego hacia personas significativas nos acompaña toda la vida, ya sean estos progenitores, maestros o personas con las cuales hemos formado vínculos duraderos. Kevin nunca se caracterizó por desarrollar grandes vínculos con las personas y su madre no iba a ser menos, solo hay un caso en el desarrollo de la historia donde vemos un radical cambio de actitud. Kevin cae enfermo y, pese a que nunca quería tenía afán por compartir tiempo con su madre, de forma voluntaria y sin discusiones (cabe destacar el día del minigolf) , acepta la compañía de su madre, la cual le lee el libro de Robin Hood, obra a la que a partir de ese momento parecerá tener bastante aprecio, y quien se dedica mañana, tarde y noche a cuidar de su hijo. Es la única vez en la que Kevin se muestra cariñoso y afectivo con su madre y, consecuentemente, muestra todo lo contrario con su padre al que rechaza durante el período que se encuentra enfermo. Una vez vuelve a tener buena salud, vuelven los constantes rechazos a Eva. En cambio, hay que tener en cuenta, que al tener a Celia, la cosa cambió radicalmente, la relación con ella era totalmente la opuesta a la que había tenido con Kevin y quizás eso, también, llevo a un empeoramiento, si es que era posible, de Kevin con su madre y a la vez con Celia, a la que insultaba constantemente y a la que le hacía jugar a juegos tan extraños como podría ser “el secuestro”. Además, queda bastante claro que la persona responsable de que el líquido desatascador acabara en la cara de Celia y, consecuentemente, perdiera un ojo, fue Kevin. Finalmente, Kevin acaba asesinando junto a su padre, además, a la pequeña Celia. Bowlby (1951) también hablaba de los llamados “Internal Working Models” o modelos internos de trabajo. Entendiendo que durante el primer año de vida se forma un importante vínculo con el cuidador primario que tendrá repercusiones futuras y cuya interrupción resulta muy grave. Esa confianza con el cuidador primario es la que sirve de modelo en relaciones futuras para el niño. En torno a esta cuestión, hay que tener en cuenta que en los primeros años de vida de Kevin, no faltaron los numerosos intentos de dejarlo con numerosas niñeras que pronto desistían ante la persistencia de Kevin por llorar, gritar y hacer sus vidas imposibles, pese a ser un niño muy pequeño. Por otro lado, otra situación que marcó, enormemente, la relación entre Kevin y su madre fue el día en el que está decidió tirar a su hijo produciéndole una fractura en el brazo y una cicatriz que le quedaría de por vida. Kevin decidió no querer ir al baño para hacer sus necesidades, y seguir con los pañales hasta la edad de 5 años, hasta que un día y como consecuencia de provocar a su madre haciéndole que le cambiara el pañal varias veces en un momento, aquélla cansada le lanzó al aire cayendo éste y rompiéndose el brazo, hecho que nunca conocería Franklin. Tras la visita al pediatra y haberle escayolado el brazo, Kevin decidió encubrir a su madre y no delatarla. A partir de ese momento, Kevin no volvió a utilizar pañales.

Hay que destacar que en una de las visitas de Eva al centro de menores, Kevin se acarició la cicatriz diciéndole que estaba orgulloso de ella y que, verdaderamente, era lo más sincero que había hecho en su vida. La única vez que Eva no le consiente a Kevin todo lo que quisiera, al igual que hacía su padre, es lo que le hace a Kevin estar orgulloso de ella, ¿de qué sirve consentirle todo a un niño para que sea, supuestamente, feliz si después lo único que aprecia es lo que haces contra él para evidenciar que no todo va a ser como el desee en su vida? En mi opinión, tan malo es una educación demasiado autoritaria como una demasiado laxa. En este sentido, hay que tener en cuenta que la forma educativa permisiva o indulgente está asociada a una manifestación positiva del afecto en el caso de los padres; sin embargo, no existe esa correlación en el caso de las madres (Bersabé, R. et al. 2001: 682). Y con esa última idea cabe iniciar la influencia del padre de Kevin, Franklin Plaskett. A diferencia de Eva Katchadourian, Franklin nunca mostró rechazo ante el pequeño Kevin, de hecho, se producía todo lo contrario; eran constantes las muestras de afectos, siempre defendía a su hijo, nunca veía que hiciera nada malo, le permitía que hiciese todo lo que quisiera… Franklin confía en que Kevin no llora y grita tanto, sino que es algo normal en los bebés y que Eva y todas las niñeras exageran; Franklin confía en que Kevin usa pañales porque va más atrasado que los demás niños, no porque sea un insolente; Franklin confía en que Kevin no tiró ladrillos a los coches, sino que fue todo idea de Lenny; Franklin confía en que Kevin no fue el culpable de que el líquido desatascador acabara en la cara de Celia, sino que fue Eva quien por un descuido lo dejo olvidado fuera… Baumrid (1971) diferenció tres modelos educativos: autoritativo, autoritario e indulgente, añadiendo en 1991 el modelo negligente. En el caso de Franklin veríamos reflejado, como recogimos anteriormente, el modelo indulgente, que según este autor se caracteriza por: baja dosis de control y exigencia con relativa sensibilidad hacia las necesidades del niño, padres indulgentes y que no establecen restricciones, no muestran autoridad frente a sus hijos, no demandan conductas maduras de sus hijos y evitan el enfrentamiento con estos, la comunicación es poco efectiva y unidireccional, mantienen gran flexibilidad en el seguimiento de reglas, dificultando la asunción de obligaciones por parte del niño, no existen reglas claras y el ambiente familiar es desorganizado. Por otro lado, cabe tener en cuenta que tanto los padres autoritativos, los padres autoritarios y permisivos eran parecidos en la inefectividad de sus habilidades de comunicación y su bajo nivel de demanda de madurez (Baumrind, 1967). Muchas de las conductas recogidas por Baumrid en sus trabajos podemos verlas reflejadas en el comportamiento de Franklin a lo largo de la vida de Kevin. En primer lugar, nunca exigió a Kevin que aprendiera a hablar pronto, que se relacionara o que aprendiera a vivir sin el pañal, lo que manifiesta el bajo nivel de demanda de madurez. Por otro lado, la comunicación con su hijo, se centraba prioritariamente en que el le contara las cosas, mientras que su hijo se dedicaba únicamente a escuchar sin contarle

nada acerca de su vida, lo que manifiesta la comunicación poco efectiva y unidireccional. Por otro lado, como se ha indicado antes siempre defendía a su hijo ante todo y no lo culpaba de nada lo que no demuestra autoridad frente a su hijo y, por el contrario muestra su indulgencia y poco establecimiento de restricciones. En ese sentido, en un estudio realizado por Steinberg et al. (2006) se entendía que el estilo negligente y el indulgente son los que presentan una relación más directa con los problemas externalizantes por parte de los chicos, como podría ser la agresividad, la frustración, la ira… Todo ello, conllevando a un posible desencadenamiento en conductas desviadas Pese a la educación tan permisiva, Franklin termina siendo asesinado por su hijo, ¿realmente estaba llevando a cabo la educación que Kevin, realmente, necesitaba? Por último, Vicente Garrido Genovés habla de lo que se conoce como síndrome del emperador y, aunque Kevin no se identifique como una persona violenta con sus padres, podría comenzar un desarrollo de este síndrome. Se entiende por aquél, la disposición psicológica que caracteriza a los hijos que maltratan a sus padres (psíquica o físicamente) de forma continuada o habitual, sin que éstos puedan ser considerados “malos padres” (Garrido, 2006). Es decir, los padres no son los responsables de esa actuación violenta. Así, Kevin no maltrata físicamente a sus padres, pero, de cierta forma, maltrata psíquicamente a su madre y a su hermana pequeña, con ignorancia y pasotismo ante la primera e, insultos y juegos que le hacen sufrir ante la segunda. Como conclusión, me gustaría aportar mi opinión respecto al tema. El suceso ocurrido, creo que viene de atrás provocado por las actitudes de ambos padres, mientras una rechaza a su hijo y presenta una conducta muy diferente con su otra hija, Franklin, desde mi punto de vista, resulta incluso hasta pedante al tratar a su hijo como lo hace, tan permisivamente, consintiéndole todo y pensando que es un niño bueno que nunca hace nada. Eva piensa que Kevin mató, también, a Franklin y a Celia para “castigarla”, porque alguna razón debe haber para no disparar una flecha contra ella también, por ello, no descarto del todo esa especie de “castigo” por no haberle prestado toda la atención posible. En torno a esta historia me gustaría aportar una frase del autor y publicista Michael Levine: “Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista”. Cuidado como se educa, no cualquier forma es la correcta.

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