Tema 14.- La Guerra Civil

TEMA 14.- LA GUERRA CIVIL 1.- PLANTEAMIENTO DEL CONFLICTO 1.1.- La conspiración 1.2.- El alzamiento y las consecuencias

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TEMA 14.- LA GUERRA CIVIL 1.- PLANTEAMIENTO DEL CONFLICTO 1.1.- La conspiración 1.2.- El alzamiento y las consecuencias inmediatas 2.- LA GUERRA COMO ACONTECIMIENTO INTERNACIONAL 3.- FASES DE LA GUERRA 3.1.- La guerra de columnas (julio – noviembre 1936) 3.2.- La batalla de Madrid (noviembre de 1936 – marzo 1937) 3.3.- La conquista del Norte (marzo – octubre de 1937) 3.4.- El fin de la guerra. La salida al Mediterráneo: Teruel y la Batalla del Ebro (finales de 1937 – febrero 1939) 4.- LAS DOS ESPAÑAS 4.1.- La formación de los dos ejércitos y la doble represión 4.2.- La evolución política de las dos Españas 5.- LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL

TEMA 14.- LA GUERRA CIVIL 1.- PLANTEAMIENTO DEL CONFLICTO 1.1.- La conspiración Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 las condiciones de vida en España se habían hecho tan difíciles que había grupos de derecha y también de izquierda que estaban dispuestos a acabar con las instituciones republicanas mediante un acto de violencia. Fueron los primeros quienes lo intentaron pero la revolución posterior testimonia que también parte de la izquierda estaba dispuesta a abandonar la legalidad. La conspiración contra la República por parte de la derecha fue plural y desorganizada. A las extremas derechas monárquicas se sumaron algunos sectores militares, incluso republicanos, que asumieron la dirección principal del alzamiento. El más importante de los organizadores de la conspiración fue el general Emilio Mola en Pamplona, que tenía escasa simpatía por la Monarquía. Estaban con él el general Manuel Goded, el general Queipo de Llano y el general Guillermo Cabanellas. La participación de Franco en el alzamiento no estuvo muy clara hasta el final. También colaboraron en la preparación de la sublevación algunos de los diputados de la CEDA, como Ramón Serrano Súñer. El principal dirigente de esta agrupación, José María Gil Robles, no fue consultado por los dirigentes de la sublevación, aunque prestó apoyo económico a ésta con los fondos electorales de su partido.

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Ni por un momento se pensaba en la posibilidad de una guerra civil; se preveía una actuación muy violenta y decidida para conseguir rápidamente el triunfo en Madrid, capital del Estado y centro de las decisiones políticas, y el establecimiento de un régimen dictatorial que, en principio, no debía ser permanente ni conducir de forma necesaria a la Monarquía. Ante la conspiración militar cabe preguntarse cuál fue la reacción del gobierno. Es sencillamente imposible que ignorara que se estaba preparando un golpe de Estado, cuando incluso la prensa hablaba de ello y España entera era un rumor permanente al respecto. La realidad es que el gobierno sí tomó disposiciones para evitar el estallido de una sublevación contra el gobierno del Frente Popular: • • •



Los mandos militares superiores se habían confiado a personas de las que no cabía esperar una conspiración en contra de la República. En África, cuyo ejército proporcionó a los sublevados una de las bazas más importantes para su triunfo, los altos mandos militares también eran fieles al régimen. Diversos militares sospechosos habían sido trasladados a puestos desde los que su actuación sería mucho menos peligrosa: Goded a Baleares y Franco a Canarias, por ejemplo. Se sospechaba de Mola, pero se confiaba en que no se llegara a ponerse de acuerdo con los carlistas en Pamplona. Las fuerzas de orden público en las grandes ciudades fueron puestas al mando de autoridades adictas.

El error del gobierno fue, quizá, no prever la magnitud de la sublevación y manifestar incapacidad para controlar a sus propias masas, no atreviéndose a romper con la extrema izquierda. Su táctica consistió en esperar un estallido de un intento militar, como el de agosto de 1932, que se hundiría por su propia debilidad y por las medidas adoptadas por el gobierno, en cuyo caso éste se reforzaría ante la opinión pública, podría restablecer el orden y le sería más fácil cumplir su programa. Los dirigentes políticos, Azaña y Casares Quiroga, erraron en la valoración de sus propias fuerzas: cuando se produjo la sublevación, algunos políticos iniciaron una revolución social que redujo el poder del gobierno a la nada. Desde luego, como en el caso de los conspiradores, tampoco el gobierno se planteó ni remotamente la posibilidad de una guerra civil. 1.2.- El alzamiento y las consecuencias inmediatas El pronunciamiento se inició en Marruecos el día 17 de julio. Dos días más tarde asumió el mando el general Franco, que se había sublevado en Canarias y se había trasladado a Marruecos. A partir del 18 de julio el alzamiento se extendió a la península, dependiendo su resultado en los distintos puntos de factores muy variados: la preparación de la conjura, el ambiente político de la región, la unidad o división de los militares y las fuerzas de orden público, el grado de decisión de las autoridades, la proximidad de una gran capital que influyera en la posición de la región del entorno, etc. El balance de aquellos tres días de julio fue que España quedó dividida en dos, entre una serie de regiones y provincias que se habían pronunciado contra el gobierno y otras que le eran fieles: •

La España nacionalista controlaba la meseta superior, más la región gallega y la parte alta y media de la cuenca del Ebro. Por Navarra se prolongaba hasta el Pirineo. Pero quedaba separada del Cantábrico por el País Vasco (salvo Vitoria), Santander y Asturias. También contaba con Oviedo, y en Extremadura, Cáceres. En el sur tres focos separados: la línea Sevilla – Jerez – Cádiz; Córdoba; y Granada.

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La España republicana la constituía el resto, con su base en las tres ciudades más populosas del país: Madrid, Barcelona y Valencia.

La razón principal del estallido de la guerra civil fue que el pronunciamiento imaginado por Mola había fracasado, y esto fue así porque el ejército no adoptó una actitud unánime: casi la mitad de la oficialidad existente quedó en el lado de los gubernamentales. Originariamente, a la República no le faltaron recursos militares, aunque los generales desempeñaron un papel más importante en el bando sublevado y la oficialidad joven militara con ellos en su inmensa mayoría. En realidad, las fuerzas de uno y otro bando estaban bastante equilibradas. Si los sublevados contaban con el ejército de África, la porción más valiosa y técnicamente mejor preparada, la ventaja del gobierno era clara en la flota (en la que, sin embargo, la oficialidad era muy conservadora y fue eliminada, lo que hizo difícil el correcto empleo de los buques) y en aviación. Además, el Frente Popular disponía de las capitales más importantes, la industria y las reservas de oro del Banco de España. Los acontecimientos se precipitaron en los días que siguieron a la sublevación. El gobierno de Casares Quiroga trató de mantener la legalidad con sus solas fuerzas y sin repartir armas a las masas. Tras su dimisión, Azaña intentó formar un gobierno bajo la presidencia de Martínez Barrio, que trató de evitar la guerra civil. Sin embargo, ni el general Mola ni Largo Caballero aceptaron esta solución porque consideraban irremediable e incluso deseable la guerra. El 19 de julio se formó un nuevo gobierno, presidio por Giral, que procedió al reparto de armas. Sin duda, un factor decisivo en el desarrollo de la guerra fue el proceso revolucionario que estalló en la zona que controlaba el Frente Popular y que se autodenominaba republicana. Aunque los partidarios de Franco acusaron a las izquierdas de tener preparada una revolución, en realidad ésta fue la respuesta a la sublevación. El proceso revolucionario tuvo tres consecuencias negativas: •

Consistió, en primer lugar, en la pulverización del poder político hasta el extremo que resultaba muy difícil, por no decir imposible, descubrir a quién correspondía tomar decisiones e, incluso, convivieron tres organismos públicos de decisión superpuestos en algunas provincias. En cada región se constituyeron juntas que se repartían el poder y lo administraban sin tener en cuenta para nada el resto del país.



La revolución también tuvo consecuencias de carácter militar al no existir un mando unificado capaz de planificar la acción bélica. Las milicias populares, que pretendieron sustituir a las unidades militares, resultaron ineficaces e indisciplinadas.



Un tercer aspecto del proceso revolucionario fue el económico – social. Los anarquistas, pero también los comunistas y socialistas en no pocas regiones, pusieron en marcha una colectivización de la propiedad que fue muy mayoritaria en el campo andaluz y en la industria catalana. Este proceso revolucionario impidió la unidad necesaria durante el periodo bélico y causó muchas dificultades a los combatientes republicanos.

2.- LA GUERRA COMO ACONTECIMIENTO INTERNACIONAL La Guerra Civil suponía un peligro para la paz europea, de ahí las conversaciones conducentes a la “no intervención”. El gobierno del Frente Popular francés se convenció de la conveniencia de la No Intervención bajo la presión británica y el temor a Alemania. El acuerdo se logra en agosto de 1936. Cada gobierno adherente se com-

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prometió a prohibir el envío a España de ayuda. Francia fue la que mejor cumplió el acuerdo, aunque facilitó la entrada de suministros a los nacionales más fácilmente que a los republicanos. Inglaterra, para apaciguar a Hitler, y por las reivindicaciones de Gibraltar hechas por la República, se mostró más favorable a los nacionales. Para alemanes, italianos y rusos el acuerdo fue papel mojado, lo que perjudicó a la República. La política de Estados Unidos fue hostil a la República, concediendo sus compañías amplios créditos a Franco. La guerra fue básicamente una lucha civil entre españoles. Pero el conflicto hubiera sido más breve sin la intervención extranjera. Ambos bandos recibieron ayuda exterior. Dentro de la ayuda exterior a la España nacionalista, hay que destacar la que recibió por parte de Alemania, que se hizo bajo la forma de una empresa comercial, la HISMA (Compañía Hispano Marroquí de Transporte). La ayuda consistió en venta de armamentos; ayuda de la flota germana, bloqueando los envíos a la República, y sobre todo, ayuda aérea, mediante la Legión Cóndor. El interés de la ayuda alemana se basaba en frenar el comunismo, y probar su joven aviación. La ayuda italiana fue más amplia que la de Hitler, pero de menor calidad y trascendencia. Se creó la SAFNI (Sociedad Anónima Financiera Nacional Italiana) para canalizar la ayuda. Unos 120.000 italianos lucharon en España, formando unidades completas, al mando de sus generales, actuando con desigual fortuna en Málaga, Guadalajara y Baleares. Su ayuda, además de por motivos ideológicos, se encaminaba a que la nueva España sirviera de barrera entre Francia y sus colonias en el norte de Africa. Desde Marruecos llegó también el ejército de Africa, integrado por “regulares” o tropas moras bajo mando español, y la “legión”, que sirvieron de fuerza de choque. Los regulares, más de 100.000, provenían de las regiones más pobres de Marruecos. Por último, Portugal sirvió, antes del alzamiento, como lugar de conspiración; y después del 18 de julio, como punto de contacto entre Franco y Mola. Además, la frontera portuguesa sirvió de zona de paso de suministros extranjeros, a pesar de la adhesión de Portugal a la Política de No Intervención. Reconoció Portugal al régimen de Franco en noviembre de 1936 y envió tropas voluntarias. En la ayuda a la España republicana hay que destacar el papel de las Brigadas Internacionales, que aparecen en el frente de Madrid en noviembre de 1936. Sus efectivos nunca superaron los 18.000 hombres al mismo tiempo, aunque se calcula que pasaron unos 40.000 brigadistas, con unas 18.000 bajas. En su mayoría eran franceses, alemanes, austríacos, italianos, norteamericanos, británicos, canadienses, yugoslavos y checos. Las brigadas organizadas fueron 5 numeradas a partir de la XI hasta la XV. Se concentraban en Albacete, y su contribución fue de gran impacto moral, participando en batallas importantes hasta que en diciembre de 1938 fueron despedidas. La URSS, por su parte, facilitó a la República ayuda económica y militar por el monto de 578 millones de dólares del Banco de España, depositados en el Gosbank soviético para garantizar su seguridad. El envío de aviones fue fundamental, así como asesores militares y tanques; además de la influencia en las directrices de la República a través del PCE. 3.- EL DESARROLLO DE LOS ACONTECIMIENTOS 3.1.- La guerra de columnas (julio – noviembre 1936) Entre julio y noviembre de 1936 los límites de cada una de las dos zonas en que quedó dividida España no fueron precisos. La lucha adoptó la forma de enfrentamiento

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entre agrupaciones de fuerzas de uno y otro bando, en el que uno trataba de ampliar el área que controlaba, mientras que el otro se situaba a la defensiva. Dos fueron las operaciones estratégicas más importantes de los sublevados en ese tiempo: •

El paso del ejército a través del estrecho de Gibraltar, gracias a la ayuda alemana y a la impericia de la marina y aviación republicana. El desembarco de las tropas africanas hizo posible la liberación de toda Andalucía occidental, conectando los enclaves de Sevilla, Córdoba y Granada.



La conquista de Extremadura, con la ventaja estratégica que representó la inmediata apertura de un amplio pasillo que comunicaba Andalucía con Castilla la Vieja, unificando al tiempo el territorio nacional, antes partido en dos.

En esta primera fase, los franquistas llevaron siempre la iniciativa, especialmente en el Sur, y menos en el Norte, donde Mola sólo logró la conquista de Irún y San Sebastián, muy importante, no obstante, porque aislaba completamente por tierra a la zona republicana del Norte al cerrarle la comunicación terrestre con Francia. Los republicanos fracasaron en Aragón y Baleares, lo que hizo de Mallorca una base de primera importancia para el bombardeo aéreo de Barcelona por la aviación franquista. A partir de aquí la guerra se puede secuenciar en tres periodos bastante precisos: la batalla en torno a Madrid, la guerra del Norte, y, tras la ruptura del frente oriental, la decisiva batalla del Ebro. 3.2.- La batalla de Madrid (noviembre de 1936 – marzo 1937) La conquista de Madrid por los sublevados debía ser la consecuencia más inmediata del avance de las columnas franquistas, pero la liberación del Alcázar de Toledo retrasó el ataque sobre Madrid, lo que dio tiempo para la fortificación y para la militarización de la población encuadrada en las milicias populares. Esta desventaja táctica para los nacionales quedó compensada por la excepcional baza propagandística que representó a nivel mundial la liberación del Alcázar. El hecho diferencial que representa la batalla de Madrid es su carácter popular, especialmente tras el traslado a Valencia del Gobierno de la República entre la indignación del pueblo madrileño. Inmediatamente se organizó la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general Miaja. El pueblo en armas se aprestó inmediatamente a la fortificación y a la defensa de la ciudad asediada. Aunque se contó con la ayuda de las Brigadas internacionales, esta resultó al final más moral que efectiva, por lo que la defensa de Madrid corrió a cargo de las milicias populares principalmente. El lema “No pasarán” se hizo célebre en el mundo entero, despertando oleadas de simpatía y admiración en España y fuera de ella. Desde primeros de noviembre de 1936 hasta el día 16 la resistencia fue encarnizada con la lucha casa a casa en la Ciudad Universitaria. La imposibilidad de tomar Madrid al asalto obligó a Franco a diseñar otra estrategia: realizar un ataque de flanco para aislarla, especialmente por el SE, cortando la carretera y el ferrocarril de Valencia, que era el verdadero cordón umbilical por donde le llegaban alimentos y pertrechos. Las batallas del Jarama y Guadalajara son los hitos bélicos más importantes de este hecho militar. A pesar de la conquista de territorios, los franquistas no lograron su propósito, siendo además batidos en Guadalajara, donde el grueso de las fuerzas eran italianas. El resultado final “en tablas” hizo que el frente quedara estabilizado hasta el final de la guerra. Ello permitió el ataque del Norte.

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3.3.- La conquista del Norte (marzo – octubre de 1937) La lucha por la conquista del Norte revestía dos características distintas: la ferocidad y el empleo de técnicas modernas de fortificación y de ataque. La destrucción del llamado “cinturón de hierro de Bilbao” y los bombardeos aéreos de Guernica por la Legión Cóndor alemana son los dos mejores exponentes de ello. La aviación alemana quiso probar en las poblaciones vizcaínas las técnicas de bombardeo que se utilizarían profusamente en la Segunda Guerra Mundial. El “cinturón de hierro” fue destruido también gracias a la gran concentración artillera que se utilizó contra este perímetro fortificado. Con la el rápido avance sobre Santander, del territorio republicano sólo quedaba Asturias, que sucumbió también tras una lucha encarnizada. Con la caída de la zona Norte, Franco había logrado dos objetivos importantes: •

La eliminación de una línea de frente en este territorio, con lo que el ejército del Norte quedaba en disposición de sumar su capacidad operativa a la del resto de las tropas nacionales para ser utilizadas ambas contra un único frente, como efectivamente sucedió.



A ello hay que sumar las ventajas de todo orden que representaba la conquista de las zonas industriales vascas y las mineras asturianas.

Ahora los franquistas podían partir en dos el territorio republicano, con el gravísimo inconveniente que ello supondría para la República al tener que batirse en dos frentes incomunicados, tal como habían tenido que hacerlo los nacionales antes de la conquista del Norte. Después de este hecho militar, la salida al Mediterráneo era el objetivo inmediato de Franco. 3.4.- El fin de la guerra. La salida al Mediterráneo: Teruel y la batalla del Ebro (finales de 1937 – febrero 1939) Tras la conquista del Norte, los republicanos sospecharon un nuevo ataque de Franco sobre Guadalajara para tomar Madrid, pero en esta ocasión decidieron tomar la iniciativa atacando y conquistando la ciudad de Teruel para la República. Franco aceptó el reto, llevando a los republicanos a una guerra de desgaste, que era precisamente lo que menos les convenía, dada su inferioridad en armamento. Franco logró recuperar Teruel, con lo que el camino hacia el Mediterráneo quedaba abierto. El ejército nacional llegó a Vinaroz, al sur del Ebro, el día 15 de abril de 1938, con lo que el territorio republicano quedaba partido en dos y con ello sentenciada la suerte de Cataluña. El peligro inminente de colapso militar llevó a la República a plantear una operación estratégica de gran alcance: la batalla del Ebro (24 de julio – 15 de noviembre de 1938). Ahora los dos ejércitos bien armados y entrenados se enfrentaban, conscientes de que el éxito o el fracaso de aquella operación iba a decidir el triunfo definitivo. La batalla frontal, extraordinariamente sangrienta, duró más de tres meses, donde la superioridad técnica y la mejor disposición táctica del ejército de Franco acabó por decidir la victoria a favor de las armas nacionales. El coste fue de 100.000 vidas y grandes pérdidas de material. Tras la batalla del Ebro se produjo el derrumbe de Cataluña. Las tropas franquistas entraron en Barcelona en enero de 1939 sin encontrar resistencia, mientras centenares de miles de refugiados se agolpaban en la frontera francesa camino del exilio.

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Azaña, que se había refugiado en Francia, dimitió. Este hecho tuvo como repercusión inmediata el reconocimiento del régimen de Franco por las principales potencias y, tras ello, el derrumbe definitivo de la República. Después de la caída de Madrid, cayó sin resistencia el resto del territorio republicano: Ciudad Real, Albacete, Murcia y Valencia. Tras la toma de Alicante, la guerra termina realmente. El 1 de abril de 1939 el Cuartel General del Generalísimo Franco en Burgos comunicaba el fin de la guerra. 4.- LAS DOS ESPAÑAS 4.1.- La formación de los dos ejércitos y la doble represión Sin duda, una de las mayores tragedias del Frente Popular fue la de que, cuando pudo contar verdaderamente con un EJÉRCITO (aunque siempre inferior al adversario en calidad), ya era demasiado tarde para obtener la victoria. Los primeros esfuerzos por militarizar a las masas populares se habían producido cuando el general Franco comenzó su ataque a Madrid. Entonces habían llegado al gobierno republicano las quejas de sus mandos militares en el sentido de que las milicias sólo servían para labores de retaguardia, e incluso eran un elemento perturbador, especialmente los anarquistas, ya que los comunistas demostraban una eficiencia bastante superior. Aunque el número de milicianos fue elevado, su eficacia militar era escasa. A partir de 1936 se fue creando el llamado ejército popular, que era el fruto de la conversión de las antiguas milicias en unidades regulares. Pero aún mostrándose fuerte en la defensiva, el nuevo ejército fracasó siempre que se trató de llevar a cabo una maniobra de cierta envergadura. Otro grave inconveniente que padeció fue la falta de mandos, en especial de mandos intermedios. En el bando franquista la constitución de un ejército encontró muchas menos dificultades porque los generales ejercían el supremo mando político. La militarización de las milicias fue posterior a la de los frentepopulistas, quizá porque su necesidad era menos acuciante y siempre se dispuso de una masa de maniobra profesional. Fue muy alto el número de voluntarios cuya procedencia política era básicamente falangista o carlista. Respecto de los mandos, se crearon los “alféreces” y “sargentos provisionales”, que, adiestrados por instructores alemanes, encuadraron a sus órdenes a las nuevas unidades. Como en el ejército popular, también en el del general Franco hubo unidades de elite que eran las empleadas en las ofensivas y demostraron una amplia capacidad de maniobra. Otro rasgo que lo diferenció de aquél fue su capacidad de concentración de los mejores recursos para la ofensiva en un punto determinado. Por lo que respecta a la REPRESIÓN, en los dos bandos hubo un fenómeno semejante: la voluntad de exterminar al adversario produjo un simultáneo terror, característico de todas las guerras civiles. Así la primera consecuencia de la revolución en el bando del Frente Popular fue el “terror rojo” simultáneo a un “terror blanco” que se desencadenó en el otro bando con objetivos semejantes. En el bando sublevado se exterminó a políticos adversarios, masones, profesores de universidad y maestros tildados de izquierdismo, y a una docena de generales que se habían negado a secundar el alzamiento. En la zona del Frente Popular fueron asesinados frailes, curas, patronos, militares sospechosos de fascismo y políticos de significación derechista. Lo que no resulta de momento precisable es el número de represaliados en cada bando, pero es probable que las cifras resulten bastante semejantes, sobre todo teniendo en cuenta las ejecuciones llevadas a cabo por el general Franco al final de la guerra civil. Puede decirse que la represión se produjo sobre todo en los primeros momentos del estallido del conflicto y que inicialmente tuvo un carácter espontáneo.

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Una de las consecuencias de la represión fue la adopción por la Iglesia católica de una postura netamente favorable a los sublevados. En la zona controlada por el Frente Popular desapareció el culto católico y los incendios de templos llegaron a convertirse en actos rutinarios. El número de miembros del clero asesinados se acercó a las 7.000 personas. Todo ello resultó muy grave para el Frente Popular, por cuanto la inmensa mayoría de la España católica se alineó contra él y concibió la guerra civil como una auténtica cruzada. Además, la imagen de la República en el exterior se vio afectada muy negativamente. La jerarquía eclesiástica no dudó en sus preferencias, y aun antes de que los dirigentes de la sublevación identificaran su causa con la del catolicismo, ella misma lo hizo. En general, por tanto, el catolicismo apoyó claramente a Franco, a pesar de que en la propia España existía una división entre los mismos católicos, al haber optado los nacionalistas vascos y parte de los catalanes, que eran católicos, por la causa republicana. 4.2.- La evolución política de las dos Españas La revolución en la zona republicana fue la réplica inmediata del alzamiento, mediante la ocupación de tierras y fábricas, bien por pura incautación de la empresa, o sometiéndola a un control de delegados obreros y representantes oficiales. En las zonas donde dominaba sindicalmente el anarquismo predominó la incautación, y la intervención en las zonas de UGT. También la revolución campesina revistió características diversas según la zona en que se produjo. Los anarcosindicalistas impusieron un sistema de colectivizaciones, especialmente en el valle del Ebro; en cambio, ni Cataluña ni Levante ofrecían buenas condiciones para estas experiencias. Los comunistas, enemigos de anteponer la revolución al triunfo militar, se mostraron siempre adversarios de las colectivizaciones. En cuanto a la evolución política, entre los meses de julio y octubre de 1936, convivieron dos poderes de hecho, el gubernamental, y el surgido de la respuesta de la rebelión desde sectores populares, en forma de Comités o Juntas, que ni el efímero gobierno de Martínez Barrio ni el de José Giral, consiguieron atajar. Sólo el gobierno de Largo Caballero desde el 4 de septiembre de 1936, se esforzó por recomponer las vías de la legalidad del Estado a base de una concentración de fuerzas del Frente Popular. Era un gobierno de unidad antifascista. Sin embargo, ante la exigencia comunista (que controlaba la ayuda de la URSS), de excluir a los anarquistas y la disolución del POUM, Largo Caballero dimite, sustituyéndole el también socialista Negrín, con Prieto en defensa, plegándose a las exigencias comunistas. En abril de 1938 Prieto dimite, y en adelante, el gobierno Negrín responde en realidad a las orientaciones de Moscú a través del PCE, hasta el 5 de marzo de 1939, fecha del golpe de estado del coronel Casado y de Julián Besteiro en Madrid, donde se constituyó el Consejo Nacional de Defensa para pactar con Franco, lo que acabaría en rendición incondicional. Por lo que respecta a la evolución interna de la España nacionalista, a pesar de que en el bando rebelde la estructura política real, desde el momento del alzamiento, se limitaba al poder dictatorial de los militares, no estuvieron ausentes los problemas por la consecución de la hegemonía y la definición de los objetivos de guerra. Las fuerzas que colaboraron en el alzamiento, aunque socialmente homogéneas, no lo eran políticamente: monárquicos, carlistas, derecha corporativista, militares sin definición política, etc. El poder se adjudicó en principio a una Junta de Defensa Nacional, en Burgos, integrada exclusivamente por militares, tendiendo como presidente al general Cabanellas.

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Hubo dos hechos influyentes sobre el curso político de los sublevados: los éxitos de Franco y los condicionantes políticos derivados de la ayuda fascista. En función de los primeros, Franco toma, el 1º de octubre de 1936, el mando supremo agrupando poder militar y político, de manera dictatorial. Franco nombró una Junta Técnica de Estado, ahora con miembros militares y civiles, que funcionaba como un gabinete ministerial, aunque bajo estricto control. Por otra parte, la elaboración de una solución política capaz de dar contenido ideológico a la guerra y estructurar las diversas influencias, se hizo sobre el modelo fascista del Partido Unico. En abril de 1937 se crea el partido FET de las JONS, cuya jefatura se atribuía Franco con el título de “Caudillo”. 5.- LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL Uno de los aspectos más controvertidos entre los historiadores es el de las pérdidas humanas ocasionadas por el conflicto. Las cifras con muy dispares, tanto por la dificultad que supone medir la mortandad de una guerra, como por el hecho de que se incluyan o no las muertes indirectas, causadas por el hambre, la alteración de la natalidad o la represión de la posguerra. Además, el debate ha estado revestido siempre de un fuerte componente ideológico, a favor o en contra de cada uno de los bandos. De forma aproximada, si a las muertes ocasionadas por la guerra y la postguerra, sumamos el medio millón de exiliados republicanos, las pérdidas demográficas superan con creces el millón de habitantes, al que habría que añadir las consecuencias de la caída de natalidad habida durante la guerra, así como el hecho de que la mortalidad se centró principalmente en la población joven y activa. En el terreno económico, la guerra significó la vuelta a una estructura activa predominantemente agraria, tras la destrucción masiva del tejido industrial. Una buena parte de las ciudades del país, sobre todo en el Norte, estaban arrasadas; se calcula que unas 250.000 viviendas habían sido destruidas. Lo mismo ocurría con buena parte de la red de comunicaciones terrestres y con el parque automovilístico. Al enorme endeudamiento causado por la guerra (se ha cifrado en unos 300.000 millones de pesetas) hay que añadir la pérdida del oro del Banco de España. La caída de producción en todos los sectores se prolongará hasta la década de 1950. Consecuencia de todo ello fue el hundimiento de la renta nacional y per cápita, y el hambre para la gran mayoría durante los años de la posguerra. Por si esto fuera poco, la derrota republicana fue seguida del exilio masivo, y en él se incluyó la gran mayoría de los científicos, ingenieros, catedráticos, escritores y artistas del país. Las consecuencias de la ausencia de esa elite cultural y científica fueron muy graves, por cuanto retrasó durante varias décadas el desarrollo de España. Queda, por último, el efecto moral. La guerra dejó marcadas a varias generaciones por el trauma del sufrimiento durante los tres años de conflicto, pero también por la represión posterior y la atmósfera de la España postbélica, un clima de revancha, de persecución y de imposición de una escala de valores unilateral, la de los vencedores, que prolongó durante muchos años la división y el enfrentamiento entre los españoles.

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TÉRMINOS QUE PUEDEN SALIR EN EL EXAMEN Emilio Mola.- Militar español nacido en Cuba en 1887. Inició su carrera militar en Marruecos. Durante el Gobierno Berenguer ocupó la Dirección General de Seguridad, por lo que durante la República fue procesado por su actuación represiva y expulsado del Ejército. Tras el triunfo de la derecha en 1933, se integró de nuevo en el Ejército y Gil Robles le nombró comandante de la zona oriental de Marruecos. En 1936 Casares Quiroga le trasladó a Pamplona, como sospechoso de preparar junto con otros militares y golpe de fuerza contra la República, y desde allí se convirtió en el principal organizador de la conspiración del 18 de julio, con el nombre de El Director. Convenció a Sanjurjo para que encabezara el golpe y mantuvo contactos con los requetés y la Falange. El 24 de julio fue nombrado jefe del Ejército del Norte. Murió en un accidente de aviación el 3 de junio de 1937. Brigadas Internacionales.- Cuerpo de voluntarios internacionales que participaron en la Guerra Civil del lado republicano. Fueron convocados a la lucha por la Komintern (Internacional Comunista), a propuesta del Partido Comunista Francés y basándose en un antecedente similar que se había dado en la Revolución Rusa. Su propuesta era ayudar a la República a partir de voluntarios de todos los países, fueran comunistas (el 60 % aproximadamente) o simplemente luchadores antifascistas por la causa de la libertad. Una vez en España, se les concentró en Albacete, donde se les uniformó y se les dio una mínima preparación militar. Se organizaron formando brigadas según la procedencia de los combatientes. Lucharon en varios frentes, y una tercera parte murió en combate. Se retiraron el 1 de octubre de 1938 por disposición del gobierno republicano, en cumplimiento con una resolución de la Sociedad de Naciones (institución similar a la ONU que existía antes de la II Guerra Mundial), el despido oficial se hizo el 15 de noviembre.

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DOCUMENTOS Documento 11: Proclama del General Mola (5-VI-1936) Tan pronto tenga éxito el movimiento, se constituirá un Directorio, que lo integrará presidente y cuatro vocales militares. Estos últimos se encargarán precisamente de los ministerios de Guerra, Marina, Gobernación y Comunicaciones. El Directorio ejercerá el Poder con toda su amplitud, tendrá la iniciativa de los Decretos-Leyes que se dicten, los cuales serán refrendados por todos sus miembros. Dichos Decretos-Leyes serán refrendados en su día por el Parlamento Constituyente elegido por sufragio, en la forma que oportunamente se determine. Los primeros Decretos-Leyes serán los siguientes: a) b) c) d) e) f) g) h) i) j) k) l)

La supresión de la Constitución de 1931. Cese del Presidente de la República y miembros del Gobierno. Atribuirse todos los poderes del estado, salvo el judicial, que actuará con arreglo a las Leyes y Reglamentos preestablecidos que no sean derogados o modificados. Defensa de la Dictadura Republicana. Las sanciones de carácter dictatorial serán aplicadas por el Directorio sin intervención de los Tribunales de Justicia. Derogación de las Leyes y Reglamentos y disposiciones que no estén de acuerdo con el nuevo sistema orgánico del Estado. Disolución de las actuales Cortes. Disolución del Tribunal de Garantías Constitucionales. Restablecimiento de la pena de muerte en los delitos contra las personas (...)

El Directorio se comprometerá durante su gestión a no cambiar en su gestión el régimen republicano, mantener en todo las reivindicaciones obreras legalmente logradas, reforzar el principio de autoridad y los órganos de la defensa del estado, dotar convenientemente al Ejército (...), organizar la instrucción preliminar desde la escuela y adoptar cuantas medidas estimen necesarias para crear un Estado fuerte y disciplinado. Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades y sindicatos no afectos al movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas. Conquistado el poder instaurará una dictadura militar que tenga por misión inmediata restablecer el orden público, imponer el imperio de la ley y reforzar convenientemente al Ejército, para consolidar la situación de hecho que pasará a ser de derecho. Madrid, 5 de junio de 1936. El Director.

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Documento 12: Mapa por fases de la Guerra Civil Española.

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ANEXO DOCUMENTAL

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