Stephani Hecht - Serie Carmesi - 01. Carmesi en La Pista de Baile

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Serie Carmesi 01. Carmesí en la Pista de Baile por Stephani Hecht

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Sinopsis Hace cuatro años, un ataque violento y abrupto cambió la vida de Abram para siempre. Empujado hacia el mundo de los vampiros, se vio obligado a abandonar al hombre al que amaba, decidido a protegerlo de los horrores y peligros de esta nueva existencia. Pero que lo intentó, Abram no era capaz de olvidar. Ahora, en la víspera de la Fiesta de Sangre, Abram se enfrentará a una angustiosa verdad que amenaza con cambiar su vida de nuevo. La única pregunta es ... ¿será para mejor o para peor?

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A Delaney. Gracias por todo.

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Capitulo Uno La Fiesta Sangrienta, la cual todos los vampiros a lo ancho y largo del mundo están esperando, acontece una vez al año. Era el momento para que se reuniesen los unos con los otros, soltarse la melena, por así decirlo, para pasarlo bien y sobre todo para permitir que sus más viles instintos de vampiro aflorasen. Estaba llena de gente bailando, retozando, comiendo con avidez y lo más importante, estaba repleta de sexo. No había límites y nadie se reprimía. Era la cuarta vez que Abram había asistido a la Fiesta Sangrienta dado que coincidía con el número de años de su existencia como vampiro, pero ya estaba aburrido del espectáculo. Ni siquiera habría asistido este año si no fuera porque su amigo Jayce lo había arrastrado hasta allí. —Al menos podrías pretender que lo estás pasando bien, —dijo Jayce con voz cansina desde el otro lado del reservado en donde estaban sentados. Como era habitual, Jayce estaba vestido tan elegante como era posible. Desde sus ajustados vaqueros pitillo de color azul hasta su camisa de vestir de seda roja. Tenía su cabello negro colocado hacia un lado y llevaba una pequeña mecha roja que transcurría por su frente. El club tenía dos secciones, de tal forma que una sección estaba en el exterior y la otra en el interior, con la sección externa encarando la playa. Había unas pesadas puertas de metal situadas en medio del club para poder cerrarlas y protegerlos de los dañinos rayos del sol durante las horas diurnas. —Lo siento. —Abram suspiró—. Simplemente he estado aquí tantas veces que se está volviendo anticuado. Jayce señaló el magnífico club. —¿Cómo podría esto alguna vez volverse anticuado?

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Abram tenía que admitir que Jayce tenía su razón. Los dueños del club no habían escatimado en gastos. La decoración era de calidad suprema y ningún otro club, ni humano ni vampírico, se podría empezar a comparar. Desde la pista de baile transparente con la vista de las profundidades oceánicas hasta los reservados negros y la barra, eran de un gusto decadente. Incluso tenía unas cuantas habitaciones privadas a cada lado en caso de que los clientes eligiesen tener sus encuentros fuera del ojo ajeno. Tenía todo lo que un vampiro podía pedir y más. Aún así, no cautivaba a Abram de la manera en que solía. ¡Infiernos, nada lo hacía! Ya ni siquiera alimentarse. Sentía que toda su vida era una sombra en gris y nada más. Afróntalo, es porque todavía lo añoras. Siempre lo has hecho. Abram negó con la cabeza. Incluso no tenía ningún sentido pensar en Bentley. Se había ido hace tiempo y Abram nunca iba a volver a verlo de nuevo. Las cosas eran mejor de esa manera. Bentley estaba a salvo y lejos de este mundo. Todavía era humano y, probablemente, se habría mudado hacía tiempo. No dudaba que en este momento estuviese en la Universidad, tuviese algún novio de la fraternidad y fuese feliz, sin pensar tan siquiera en Abram. Abram se forzó a sonreír mientras alejaba los recuerdos indeseados. —Estás en lo cierto, Jayce. ¿Por qué no vamos a bailar? Eso me animará. Jayce se levantó, sus ojos castaños relucientes por la excitación. —¡Ahora estamos hablando! —Es sólo bailar. —Abram no pudo evitar reír. Jayce lo agarró de la mano y también arrastró a Abram a la pista de baile. —Quizás eso es todo lo que es para ti, pero quién sabe qué clase de preciosidades nos encontraremos allí. No sé tú, pero yo estoy hambriento, y es por algo más que sangre.

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Abram suspiró. —Siempre eres tan pendón. —Sólo porque me guste pasarlo bien, no me convierte en un pendón. Simplemente hace de ti un aburrido. —Y ahora estás mintiendo. ¿Puede llegar a ser peor que esto? Aparentemente podía, porque rápidamente Abram se encontró estrujado entre una enorme multitud de cuerpos bailando. Aunque intentó mantenerse cerca de Jayce, pronto fueron separados. Abram pensó que divisó a su amigo bailando unas cuantas veces con un twink rubio, pero por mucho que lo intentase Abram, no podía llegar hasta ellos. Abram dejó salir un gruñido de irritación. ¡Era genial! Ya no estaba de humor para bailar. Comenzó a abrirse camino para salir de la multitud e ir hasta la playa. Allí también había gente bailando, pero la muchedumbre era menos numerosa. Abram no tenía intención de unirse a los que bailaban. Solo quería caminar a lo largo de la orilla y que las olas acariciasen sus tobillos. Siempre había sido una de sus actividades favoritas, incluso cuando era humano. Excepto que ahora, lo hacía a la luz de la luna y no bajo los perniciosos rayos del sol. Caminó hacia el borde de la orilla y estaba a punto de sacarse los zapatos cuando les echó una última ojeada a los que bailaban. Lo que vio le hizo mirar dos veces. No, no podía ser. Su mente debía de estarle jugando una mala pasada. Porque no había manera de que estuviese viendo lo que pensaba que veía. Bailando en medio de la muchedumbre estaba Bentley. Nunca se había visto mejor, tampoco. Su cabello rubio estaba echado hacia atrás por el sudor, sus ojos de un azul pálido estaban dirigidos hacia el cielo nocturno mientras se mecía con la música. Su esbelto cuerpo estaba cubierto con unos pantalones de cuero y con una camiseta extremadamente ceñida de color roja que llevaba el logotipo de una banda de vampiros.

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Abram no era el único que se encontraba seducido por Bentley. Otros bailarines extendían sus manos para manosear, tocar y acariciar el cuerpo de Bentley y él los estaba esquivando. En todo caso, su seductora sonrisa que sacaba provecho de sus labios llenos y rosados que tentaban a los demás. Abram lo vio todo rojo. Se dirigió con paso rotundo a la pista de baile, abriéndose paso hasta que estaba delante de Bentley. Durante un rato prolongado, Bentley continuó moviéndose como si fuese completamente inconsciente de la presencia de Abram. No fue hasta que Abram lo agarró por el hombro que Bentley se detuvo y lo miró sorprendido. —Abram, me estaba preguntando cuánto tiempo pasaría hasta que me encontraras, —dijo Bentley con una amplia sonrisa. Fue entonces cuando Abram los vio, los colmillos que adornaban la boca de Bentley. El mundo de Abram dio un vuelco de ciento ochenta grados cuando se dio cuenta de que su antiguo novio humano ahora era un vampiro. Abram soltó un aullido. —¿Qué demonios has hecho, Bentley? —Hice lo que tú no tuviste huevos a hacer hace todos estos años. —¿Todos estos años? Haces que parezca que pasaron eones desde la última vez que nos vimos en lugar de hace cuatro años. Bentley movió desdeñosamente su cabello rubio, un viejo hábito que obviamente seguía teniendo. —Lo que sea. Lo que estoy intentando decir es que me convertí yo en vampiro. Abram pudo sentir cómo se incrementaba su frustración. Semejaba que Bentley tampoco había modificado sus malos hábitos. —Uno no puede convertirse a sí mismo en vampiro. Tuviste que tener a

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alguien que te convirtiese. Una mujer apareció y pasó sus manos por la espalda de Bentley, solo se echó hacia atrás cuando Abram le gruñó. Bentley alzó una ceja inquisitiva a Abram, pero de todos modos no dijo nada sobre su muestra de posesividad. —De acuerdo, —dijo Bentley con un encogimiento de hombros—. Alguien lo hizo por mí. Abram había sufrido ya bastante. Agarró a Bentley por un brazo y lo sacó a rastras de la pista de baile. Lo llevó a un reservado cercano y lanzó a Bentley al asiento antes de colocarse a su lado. —Escúpelo ya. Quiero los detalles, —le ordenó Abram. Bentley cruzó los brazos sobre el pecho, se asemejaba un poco a un chiquillo petulante. —¿Por qué debería contarte cualquier cosa? Renunciaste a cualquier derecho sobre mi vida la noche que me dejaste hace cuatro años. —Lo hice para protegerte, —le espetó Abram, sin comprender todavía por qué Bentley no lo entendió. —Eso es lo que tú dices. Como si no pudiese manejar el hecho de que fueras un vampiro. Podría haber tratado con ello. —No es eso. —Abram golpeó la mesa con el puño—. El mundo de los vampiros es un lugar muy peligroso en el que estar. Tenemos muchos enemigos y no quería exponerte a eso. Te lo dije en su momento, pero te negaste a escuchar. —Bueno, ahora formo parte de él, —dijo Bentley con sonsonete. —Realmente no tienes idea de lo que has hecho, ¿no? Los licántropos nos odian. Los humanos nos cazan. Las arpías nos persiguen para arrancarnos el corazón, y sólo estoy nombrando unos pocos de nuestros enemigos. Aún así te sumerges en este mundo sin pensar porque así lo querías.

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—Puedes ser tan desalentador algunas veces. Realmente tienes que trabajar en eso. Pensé que con el paso de los años podrías haber aprendido a tomártelo con calma, —le espetó Bentley en respuesta—. Ahora, sé todo sobre eso, pero me niego a dejar que me desaliente. Simplemente aprendí a vivir con ello, en lugar de permitir que me haga renunciar a las cosas que amo. Dioses, se asemejaba tanto a Jayce que Abram quería golpear su cabeza contra la mesa. Sabía cómo divertirse; realmente lo hacía. Sólo que todo tenía su momento y lugar. —¿Quién te convirtió? —reiteró Abram, intentando con dificultad no rechinar los dientes. La última cosa que necesitaba era romperse un colmillo. Les llevaba mucho tiempo volver a crecer. —Creo que no voy a decírtelo. —¿Por qué no? —Porque no es realmente de tu incumbencia y no quiero que acudas a ellos a montarles una escena, punto y final. Abram no pudo evitar pensar en cómo los vampiros eran convertidos. Normalmente sucedía de una de dos formas. Si bien la persona en cuestión era emboscada y era muy violento, eso era lo que le había pasado a Abram, o eran convertidos durante un interludio sexual. Abram tan siquiera quería contemplar que la última opción fuese la ocurrida con Bentley. Claro, podrían haber roto hace cuatro años, pero eso no quería decir que Abram no estuviese todavía enamorado de Bentley. Sólo con pensar en él follando con alguien más hacía que Abram quisiera descuartizar a la persona miembro a miembro. —¿Al menos, me dirás si él fue agradable contigo? —preguntó Abram, con la voz ronca. —No fue un él, y no, ella no fue amable, pero ya está hecho. Valió la pena, por lo que no me arrepiento, —dijo Bentley. ¿Ella? ¿Cómo podía ser eso posible? Bentley era cien por cien gay. No había manera de que alguna vez pudiera practicar sexo con una mujer. Por lo tanto,

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significaba que había convencido a una mujer de convertirlo sin tener sexo con él. Eso haría que la transformación hubiera sido dolorosa y violenta. Aun así, Bentley estaba hablando como si tal cosa. —Quiero algunas respuestas. ¿Cómo la convenciste? —demandó Abram. —Le pagué. —Bentley se le acercó más y frotó su cuerpo contra el de Abram—. ¿No podemos hacer algo mejor que hablar? Estoy hambriento y no solo de sangre, si sabes lo que quiero decir. Abram puso una mano en el pecho de Bentley para apartarlo, no es que no quisiera follarlo. ¿Quién no querría? Como un vampiro recién convertido, sólo unos meros meses desde su transformación, si Abram tenía que echarse a adivinar, Bentley exudaba sexo. Además, Bentley había sido malditamente sexy incluso como humano. Pero Abram quería algunas respuestas primero. Entonces, Abram consiguió ver bien el rostro de Bentley y lo que vio le hizo detenerse. Ahora que estaba más cerca, podía ver bajo los ojos de Bentley círculos oscuros y como de marcados estaban sus pómulos. Había unas pequeñas gotas de sudor en su labio superior. —¿Cuándo fue la última vez que te alimentaste? —demandó Abram, más que un poco preocupado. —No lo sé, ¿qué día es? Abram maldijo. —¡Maldita sea, Bentley! Como vampiro recién convertido debes alimentarte unas cuantas veces al día. ¿No te dijo eso tu sire1? —Ella fue un poco escueta en algunos detalles. —¿Qué te dijo?

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Sire significa progenitor, también señor o amo, pero en este caso los dos significados se enlazan. Un sire, aquí, es el vampiro maestro aquel que convierte a un humano en un vampiro menor bajo sus órdenes, como los lacayos en la época medieval que debían servidumbre a su señor a cambio de su protección y liderazgo.

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—No mucho. Sólo que procurase no ser asesinado en el primer día que saliese solo. —Bentley se volvió a restregar contra Abram—. Ella me dijo que te encontraría aquí. Por lo que no fue tan mala. Abram no estaba de acuerdo con Bentley en ese punto. Desde el punto de vista de Abram, la sire de Bentley fue negligente en más de un aspecto y si alguna vez descubría quién era, planeaba darle caza y decírselo así. —Vamos, —dijo Abram, saliendo del reservado para luego extender su mano hacia Bentley. Bentley lo miró confuso. —¿Adónde vamos? —A una de las habitaciones privadas. —¿Para tener sexo? —Bentley se humedeció los labios en anticipación. —No, para alimentarte. —Bueno, podemos hacerlo simplemente aquí. —Bentley señaló a la multitud—. Todos los demás lo están haciendo aquí fuera abiertamente. Abram negó con la cabeza. —Puedes dejarte llevar y seré maldecido si permito que todo el mundo sea testigo de eso. Bentley suspiró. —Bien. Tomó la mano de Abram y permitió que lo guiase a una de las habitaciones privadas. Dentro había una cama, un dispensador de lubricante, un baño adjunto y poco más. El aire apestaba a incienso y a desinfectante. Empujando a Bentley, contra la pared por lo que así podría controlarlo mejor

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si se ponía violento, Abram inclinó la cabeza hacia un lado. Mientras una parte de Abram sabía que podría haberle ofrecido simplemente la muñeca, la parte que todavía amaba a Bentley quería permitirle a Bentley alimentarse de la parte más íntima de Abram. —Adelante, toma lo que necesites. No me harás daño. —¿Estás seguro? —le preguntó Bentley, su voz rasposa debido a la necesidad. —Puedo controlarte, no te preocupes. Bentley inclinó su cabeza y trazó un camino con su lengua sobre la yugular de Abram. —Nunca se me ha permitido ingerir de la fuente directamente antes. Eso parecía un comentario extraño, pero Abram decidió dejarlo pasar por el momento. —Sólo deja que los colmillos hagan su trabajo. El resto vendrá a ti con naturalidad. Durante un segundo, Abram pensó que a Bentley no le iba a ser posible hacerlo. Entonces lo sintió, el agudo dolor de los colmillos de Bentley clavándose. Pronto el dolor se diluyó, reemplazado por el entumecimiento de bolas más glorioso que Abram hubiera sentido jamás en su vida. Con cada succión que Bentley hacía, su excitación crecía. Su polla comenzó a endurecerse y a alzarse en sus pantalones, y rápidamente estaba jadeando de necesidad. Se encontró a sí mismo presionándose contra Bentley, pero no para mantenerlo en su lugar, era para poder sentir así el cuerpo del hombre más pequeño contra el suyo. —Eso es, bebé, toma lo que quieras, —dijo Abram mientras su mano recorría un costado de Bentley. Bentley se estremeció en respuesta. Retrajo sus colmillos demasiado pronto y

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lamió la herida para cerrarla. Bentley alzó la vista y Abram podía ver el mismo deseo reflejado en los ojos de Bentley. —Fóllame. Por favor, Abram. Lo necesito de mala manera, —dijo Bentley. Abram supo en ese momento que no había manera de que pudiera rechazar a Bentley. No cuando Abram lo quería justo tanto como él. Lanzó un vistazo a la cama y pensó en todas las otras parejas que habían follado allí. No, no había ni una maldita manera de que tomará a su dulce y consentido Bentley allí. Parecía que tendría que follar a su pequeño vampiro contra la pared. Eso estaba bien. Sería una jodida que Bentley disfrutaría como un loco.

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Capitulo dos Bentley apenas podía creer que estuviera en los brazos de Abram, mucho menos que acabase de alimentarse de él. Aún así, el dulce sabor de la sangre de Abram todavía perduraba en su boca, por lo que Bentley sabía que no era un sueño. Una necesidad diferente a cualquier otra estalló a través de él y comenzó a desgarrar la ropa de Abram. Abram lo agarró por las manos, haciéndolo detenerse. —Yo también te quiero, dulzura, pero nos tiene que ser posible salir de aquí y no podremos hacerlo si nuestra ropa está hecha jirones. Bentley se quedó asombrado dejando salir un sollozo. —Pero te necesito, ahora. Si Abram simplemente supiese cuánto había esperado Bentley por este momento. Todos los sacrificios a los que se había visto sometido a la fuerza. Todo el sufrimiento que había padecido. Pero era un secreto que Bentley nunca planeaba compartir. Era simplemente demasiado humillante. Quería olvidar los tres últimos años. Quizás si lo deseara con la suficiente intensidad, podría hacer que se esfumaran. Sí, cierto, y los cerdos aprenderían a volar y el infierno se congelaría. Abram soltó las manos de Bentley y comenzó a desvestirlo lentamente. Parecía que duraría una eternidad y Bentley quería gritar por eso, pero se mantuvo en silencio porque sabía que los beneficios valdrían la pena. Una vez que Bentley estuvo desnudo, Abram se tomó un momento para estudiarlo. —Estás delgado. ¿Por qué no te has alimentado adecuadamente? Porque mi sire es una bruja que le gustaba observar cómo sufría por diversión. Incluso aunque le pagué un montón de dinero para que me

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transformara, aún así hizo de mi vida un infierno y me hizo pagar la suma más elevada al despojarme de mi orgullo y libertad. Pero no puedo contártelo porque no podría soportar ver la lástima en sus ojos. —Soy todavía nuevo en esto, ¿recuerdas? No sabía que se suponía que tenía que beber todos los días, —dijo Bentley. Por supuesto, había sabido que debería de haberse alimentado. La punzada persistente de hambre, la cual era su constante compañía, se lo había dejado claro. Pero era un poco difícil salir a buscar alimento cuando estabas encadenado y había un licántropo vigilando tu culo. Abram extendió una mano y pasó el dorso de sus nudillos sobre el rostro de Bentley. —Deberías de haberlo sabido por el hambre. ¿Qué me estás ocultando? —¿Puedes, por favor, hacerme simplemente el amor? He estado esperando tanto tiempo este momento. Quizás fue por algo en su tono de voz, o quizás sólo fue debido al hecho de que Abram estaba simplemente tan excitado como él, que dejó correr el asunto. Retrocedió un paso y comenzó a desnudarse. Bentley acariciaba su polla mientras observaba cada centímetro del glorioso cuerpo de Abram que se revelaba ante él. Abram estaba construido justo como Bentley recordaba, su cuerpo no tenía ni un gramo de grasa. Incluso su polla era una obra de arte: gruesa, circuncidada y larga. —Dios, pero cómo te he añorado, —gimoteó Bentley. —Yo también te he echado de menos. Abram tiró el resto de su ropa a un lado y se abalanzó sobre Bentley, sus labios presionados juntos en un beso brutal. Bentley saboreó la sangre fresca mientras sus dientes repiqueteaban al unísono. Sus lenguas enredadas, besándose con frenesí como si estuviesen intentando recuperar el tiempo que perdieron de una

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vez por todas. —Por favor, te necesito ya, —jadeó Bentley. Abram se echó hacia atrás y alcanzó el dispensador de lubricante, bombeando algo del líquido en su mano. Entonces fijó a Bentley contra la pared. —Envuelve tus piernas en torno a mí. Bentley estaba feliz de obedecer, saltó y envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Abram. Una vez que lo hubo hecho, Abram no perdió el tiempo. Extendió una mano y buscó el ano de Bentley, deslizando uno de sus lubricados dedos en él. —Sí, —siseó Bentley. Había pasado tanto tiempo desde que había sido estirado que le escoció un poco, pero sólo añadió más placer. Tanto fue así que se meció contra la mano de Abram, en busca de más. —Despacio, bebé. No quiero hacerte daño, —lo tranquilizó Abram. —Puedo tomarlo. Abram añadió un segundo dedo, haciendo que Bentley gritase de placer y dolor. Era todo tan maravilloso que era un milagro que no se corriese en ese punto. Era a base de fuerza de voluntad que se las arreglaba para aguantar. Entonces Abram añadió el tercer dedo, golpeando el dulce punto de Bentley al mismo tiempo y Bentley, literalmente, vio las estrellas. Dejó salir un gemido y mordió su labio inferior, olvidando que tenía colmillos hasta que probó el sabor de su propia sangre. —Necesito tu polla en mí. Por favor, Abram. Haz que todo lo merezca. — Dijo Bentley. Abram sacó sus dedos, luego empaló su polla en Bentley. Este golpeó la pared tan fuerte que se sorprendió de no haberla atravesado y llegado a la

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habitación contigua. Las paredes debían ser un infierno de consistentes o estaban bien hechas. —Siempre has sido un pasivo autoritario, mocoso, —dijo Abram mientras follaba a Bentley violentamente2. Bentley podría haber salido con un comentario ingenioso ante eso, pero estaba demasiado ocupado preservando su querida vida, mientras Abram estaba a punto de follarlo a través del muro. No es como si Bentley se estuviese quejando. Era la mejor experiencia sexual de su vida y, no sólo, porque hubieran pasado cuatro años desde que había tenido sexo. Clavó sus manos en los hombros de Abram y comenzó a soltar una serie de gemidos. Su polla estaba atrapada entre sus cuerpos y la fricción creada, cada vez que Abram se movía, era una sensación maravillosa. Abram inclinó la cabeza hacia un lado. —Aliméntate de nuevo. Bentley no necesitaba que se lo dijeran dos veces. Esta vez, ni siquiera dudó, simplemente atacó, clavando sus colmillos. Al instante el dulce sabor de la sangre inundó su boca y Bentley se corrió. Su orgasmo lo golpeó con dureza y parecía que iba a durar eternamente. Durante todo ese tiempo continuó alimentándose. En algún punto, cercano a la mitad de todo ello, escuchó débilmente gritar a Abram su propia liberación, pero Bentley estaba volando demasiado alto para su pleno entendimiento. —Vale, bebé, ya has tomado bastante. —Dijo Abram y fue cuando Bentley, finalmente, extrajo sus colmillos y lamió la herida para cerrarla. Bentley dejó caer las piernas, para descubrir que simplemente se encontraban tan inestables que no lo sostenían. Afortunadamente, Abram fue siempre un

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Queridos lectores, Stephanie Hecth en este libro utiliza un lenguaje tan soez que me niego a reproducir.

caballero y lo sostuvo hasta que Bentley tuvo la fuerza suficiente para permanecer erguido. —Tomemos una ducha y luego regresemos al reservado. Tenemos un montón sobre lo que hablar, —dijo Abram. Mientras Bentley no estaba realmente seguro de desear dicha charla, aún así asintió con la cabeza y siguió a Abram a la ducha. Una vez allí, se lavaron rápidamente y luego se vistieron. No hablaron de nuevo hasta que regresaron al reservado. —¿Dónde has estado viviendo? —le preguntó Abram. —En el norte hasta la semana pasada, con mi sire, —replicó con honestidad Bentley. —¿Adónde vas a ir a partir de aquí? Bentley bajó la vista y miró la mesa. —No lo sé. Sólo me quedan cien dólares en la cuenta bancaria y no es como si pudiera volver a casa. Incluso si no fuese un vampiro, mis padres me repudiaron. Abram frunció el ceño. —¿Por qué? —Descubrieron nuestra relación. No estaban entusiasmados de tener un hijo gay. Además, cuando no fui a la Universidad, fue simplemente la gota que colmó el vaso. Así que me echaron y me dijeron que no volviera nunca. —¿Dónde y cómo has estado viviendo? —Le pagué a mi sire para que me transformase. He estado viviendo con ella durante tres años. Abram se inclinó sobre la mesa.

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—Pero has sido transformado recientemente. ¿Cómo puede ser eso? Bentley estaba pensando cómo salir de ese entuerto cuando se dio cuenta de que acababa de revelar demasiado. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Y más veces mierda! —Ah… ella quería que estuviese seguro antes de realizar la transformación, por lo que me hizo esperar un tiempo. No había manera en el infierno que fuera a decirle a Abram que, como parte del acuerdo, Sabrina había incluido que Bentley estuviese de acuerdo en ser su esclavo de sangre durante dos años. Eso sería demasiado humillante. Los esclavos de sangre eran considerados lo peor de la escoria en el mundo vampírico. Si Abram lo descubría, nunca volvería a querer tocar a Bentley, sólo le permitiría hablarle. Los ojos de Abram se entrecerraron suspicaces. —Para un sire que no te dijo ni una mierda sobre cómo ser un vampiro, parece excesivamente preocupada por ti de antemano. Lo siento, Bentley, pero no tiene ningún sentido. ¿Qué no me estás contando? —¿Importa realmente? Ahora estamos juntos. —Sí, claro que importa. Me preocupo por ti y sé que tienes el hábito de meterte en situaciones adversas. Se me ocurre pensar que ésta es una de ellas. Bentley se acercó a Abram y se acurrucó contra su pecho. —No estoy listo para compartir esa parte de mi vida todavía, ¿de acuerdo? ¿Podemos dejarlo por ahora, por favor? Abram suspiró y rodeó a Bentley con un brazo —Bien, pero eventualmente, tendrás que contarme lo que pasó. —Vale, —dijo Bentley, todo el tiempo pensando; no hay forma humana, tío. —Ahora, sólo tenemos que pensar qué hacer contigo mientras tanto.

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—Esperaba que me llevaras contigo a tu casa, —dijo dando evasivas—. Podrías enseñarme a ser un vampiro adecuado y podríamos estar juntos. Abram se rio. —Si piensas que voy a recompensarte por tu comportamiento de malcriado, entonces tienes otra cosa en la que pensar. El estómago de Bentley le dio un vuelco ante esas palabras. No había mentido cuando había dicho que sólo le quedaban cien dólares en su cuenta. La mayoría del dinero se había ido al pagarle a Sabrina por su transformación. El resto se había ido al pagar por asistir a la Fiesta Sangrienta. Si Abram lo hacía irse, entonces Bentley se convertiría en un vagabundo. Era una mala situación en la que estar para cualquiera. Para un vampiro, podría ser totalmente letal. —Te llevaré a casa conmigo, pero permanecerás como invitado en la habitación de repuesto hasta que decidamos que hacer contigo, —dijo Abram. Mientras Bentley liberaba algo de la tensión en sus hombros, le asombraba que Abram lo rechazase. Bentley bajó la cabeza para que Abram no pudiera ver el dolor que sin duda permanecía en sus ojos. Después de todo lo que Bentley había soportado, la única cosa que le quedaba era su orgullo y sería maldecido si lo perdía. —Vale, gracias, —murmuró intentando con todas sus fuerzas impedir que la decepción se notara en su voz. No debió de haber funcionado porque Abram ahuecó la mejilla de Bentley y dijo: —No te engañes, todavía te amo, pero lo que hiciste fue una estupidez. No sé si puedo hacerte alguna promesa hasta que me lo cuentes todo. Bentley sintió como si alguien le arrancase el corazón y lo estuviera partiendo en trozos. Pero aún así se las arregló para asentir ligeramente con la cabeza. —Comprendo.

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—¿Realmente lo haces? No, Bentley no lo hacía, pero si seguía jugando, entonces puede que tuviera la oportunidad de recuperar a Abram. —Sí, lo hago. Abram pasó delicadamente la yema de su pulgar por la mejilla de Bentley. —Siempre fuiste un mentiroso terrible. —De acuerdo, estoy intentando comprender, ¿está eso mejor? La situación hacía que Bentley quisiera gritar. Abram lo estaba amenazando como si todavía fuese el mismo mocoso petulante de hacía años atrás. ¿Abram no se percataba de que Bentley había madurado durante los años que estuvieron separados? ¿Todo lo que había soportado? ¿Todo el horror que había padecido? Por supuesto que no, imbécil, no se lo has dicho. Así que, ¿cómo se supone que lo comprenda? Para él, eres el mismo Bentley que dejó hace cuatro años. —No soy la misma persona que solía ser, —dijo Bentley. Antes de que tuviese la oportunidad de decir algo más, un hombre alto se acercó al reservado y se deslizó para sentarse al otro lado de Abram. Se situó tan cerca de Abram que todo lo que Bentley pudo hacer para no sacar sus colmillos, fue sisear y decir: —¡Manos fuera! Es mío, zorra. —¿Te has divertido, Jayce? —le preguntó Abram. Jayce miró a Bentley y alzó una ceja. —Sí, pero parece que no soy el único. —Jayce, deja que te presente a Bentley.

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Jayce soltó un grito ahogado. —¿Cómo ese Bentley? Eso le proporcionó una pequeña pizca de satisfacción al saber que Abram obviamente había estado hablando sobre él. Aún así no podía evitar preguntarse quién era este Jayce. ¿Era un amigo de Abram o un amante? Si era lo último, entonces Bentley iba a arrancarle al tío sus bonitos ojos azules. —Sí, es mi Bentley. Parece ser que encontró a alguien que lo convirtió en vampiro, —dijo Abram con la voz constreñida. Jayce le puso una mano bajo su mentón mientras estudiaba a Bentley. —Ahh… qué dulzura. Hizo todo eso para así poder estar contigo. —¿Cómo puedes tan siquiera decir eso? Sabes cuán peligroso es ser uno de los nuestros, —exclamó Abram. —Simplemente, ¿qué es Jayce para ti? —demandó Bentley en tono agudo. —Mira, está celoso. ¡Qué lindo! —dijo Jayce—. No te preocupes, sólo somos amigos. Abram es tan aburrido que nunca juguetea por ahí. Personalmente, creo que es porque nunca se ha sobrepuesto a ti. —Jayce, cállate, —espetó Abram—. No estás haciendo que las cosas se pongan mejor. —¡Oh! Simplemente estás enfadado porque por una vez no tienes el control de la situación y te está volviendo loco, —replicó Jayce. Bentley se encontró asintiendo con la cabeza en concordancia. Si Abram tenía algún defecto era ser un maniático del control. Solía volver loco a Bentley cuando él y Abram estaban juntos. —¿Vas a estar bien aquí si te dejo solo? —Abram le preguntó a Jayce.

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Jayce se encogió de hombros. —Claro, tengo una multitud de viejos y nuevos amigos para mantenerme entretenido. Pero, ¿por qué te estás yendo tan pronto? —Porque necesito algunas respuestas de Bentley y creo que cuanto antes lo lleve a mi casa, más fácil será sonsacárselas. Bentley tragó con aspereza. De algún modo, no le gustaba cómo sonaba eso. Mientras deseaba tiempo a solas con Abram, no era con ese propósito. Tenía el presentimiento que su culo iba a ser azotado y no en el buen sentido.

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Capitulo tres Cogieron el vuelo de medianoche a Michigan. Tan pronto como Abram se sentó en su asiento de primera clase al lado de un malhumorado Bentley, sabía que estaría así durante las tres largas horas de vuelo. —¿Cuál es tu problema? —le preguntó Abram. Bentley dejó escapar un exagerado suspiro. —No comprendo por qué estás tan enfadado conmigo. Todo lo que hice fue para poder estar juntos de nuevo. Abram rechinó lo dientes y contó lentamente hasta diez. —Y yo te dije hace cuatro años que no quería que formases parte de este mundo, pero con lo malcriado que eres, no escuchaste. En lugar de eso, desobedeciste mis órdenes y sigues adelante con esa argucia. —Te amaba lo suficiente para desobedecerte y aceptar el riesgo, pero aparentemente eso no significa una maldita cosa para ti, —espetó Bentley—. ¿Piensas que quería abandonar mi antigua vida? Perdí a mi familia, a mis amigos y mi futuro. Todo por ti y tú actúas como si no fuese importante. —Por supuesto que significa algo para mí. Estaba intentando salvarte de ésta clase de vida, —soltó Abram, en respuesta. Bentley lo miró con esos hermosos ojos suyos. —Sólo quería estar contigo, ¿es eso tan malo? Maldito fuera si eso no hacía que el corazón de Abram se derritiera. Extendió la mano y ahuecó la mejilla de Bentley. —Lo es si termina haciéndote daño en el proceso. Estaba intentando

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protegerte, amor. ¿No puedes ver eso? —Sí, ahora sí. Pero todo valió la pena por estar contigo. La ligera pizca de angustia en la voz de Bentley hizo que Abram se preguntase lo que el vampiro le había hecho a Bentley como condición para transformarlo. Conociendo a Bentley, pudo haberse metido en toda clase de problemas. —Bentley, ¿qué te pasó? Por favor, dímelo. Bentley apartó la mirada, pero no antes de que Abram viera el terror grabado en el rostro de su amante. —Vamos a decir, simplemente, que aprendí que no todos los vampiros son tan agradables como tú y déjalo estar así. Abram lo vio todo rojo al pensar en que alguien le había hecho daño a Bentley. —No, no lo haré. Dame nombres y detalles. —Por favor, Abram. Ya te he dicho que no estoy preparado para hablar sobre ello. ¿No podemos disfrutar de volver a estar juntos otra vez? A pesar de su resolución para mantener las distancias, Abram rozó con sus labios los de Bentley. —De acuerdo, pero sólo por ahora. Tarde o temprano, tendrás que contármelo todo. —Claro, —concordó Bentley, aunque en su rostro se leía; no hay forma humana que te lo cuente. Abram suspiró. ¿Cómo iba a destrozar al bastardo responsable de haber lastimado a Bentley a menos que le dijera su nombre? Maldito fuera Bentley por ser tan terco.

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A Bentley se le escapó un bostezo. —Estoy muy cansado. ¿Te importaría si me tomo una siesta? Abram se preocupó. No había manera de que Bentley pudiera estar cansado. La media noche era como el mediodía para los vampiros. Era aún otro signo de que Bentley no había estado cuidando de sí mismo de forma adecuada. Si no hubieran estado en un avión y rodeados de humanos, Abram le habría insistido a Bentley para que se alimentase de nuevo. Mientras la mayoría de los vampiros nuevos se alimentaban unas cuantas veces al día, era obvio que Bentley había sido privado de ello y necesitaba resarcirse del tiempo perdido. Pero no había manera de que Abram pudiera hacer algo al respecto hasta que estuvieran en casa. Así que, en su lugar, agarró una manta y la extendió sobre Bentley, arropándolo. Bentley le concedió una tenue sonrisa en agradecimiento, entonces apoyó la cabeza en el hombro de Abram. En pocos segundos se quedó dormido y rápidamente concilió el sueño. —¿Qué vicisitudes has soportado y por qué estás tan asustado para hablar de ello? —le susurró Abram al durmiente Bentley. En el momento en que llegaron a la casa de Abram en Fenton, apenas evitaron el amanecer. Mientras entraban en la seguridad del salón de Abram, con pesados cortinajes, la primera cosa que hizo Abram fue agarrar la muñeca de Bentley. —Tienes que alimentarte. Bentley le lanzó una débil sonrisa. —Creo que sólo lo dices porque te gusta que chupe tu cuello. —No, lo estoy diciendo porque apenas te sostienes en pie y te ves como la mierda. La sonrisa se desvaneció del rostro de Bentley.

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—Guau, sabes cómo piropear a un hombre. —Lo siento, pero es la verdad y ambos lo sabemos. —De acuerdo, pero sólo porque insistes. Bentley se movió hacia el cuello de Abram, pero este lo detuvo poniendo una mano en su pecho. —Creo que sería mejor si te alimentas de mi muñeca. Un destello de dolor atravesó el rostro de Bentley. —¿Por qué? —Porque ambos perderemos el control si me muerdes en el cuello y necesitas descansar tanto como sea posible. —De acuerdo, —concordó Bentley, pero el dolor era todavía evidente en su mirada. Bentley suavemente se puso de rodillas ante Abram. Casi como si lo hubiera hecho multitud de veces antes. Una punzada de celos atravesó a Abram mientras se preguntaba justo cuántas veces Bentley se había puesto en esta posición delante de otro hombre. Cuatro años era mucho tiempo y Abram estaba bastante seguro de que Bentley no había sido exactamente un célibe. Un vampiro recién transformado estaba hambriento de dos cosas: sexo y sangre, y no había manera de que Bentley se hubiera contenido. Abram se sentó en el sofá y apoyó la muñeca en una rodilla. Los colmillos de Bentley descendieron mientras observaba con hambre la vena que pulsaba allí. Lamió sus labios, pero no se movió. Fue cuando Abram se percató de que estaba esperando su permiso para golpear. —Adelante, toma lo que necesites, —dijo Abram suavemente. —Gracias. —Bentley lo golpeó con dureza y rapidez.

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Incluso aunque se suponía que iba a ser una alimentación impersonal y carente de sentimientos, Abram sintió que se ponía duro con el primer trago que tomó Bentley. Bajando la vista, todo lo que Abram podía ver era la rubia coronilla de Bentley mientras se inclinaba sobre la muñeca de Abram. Abram no pudo evitarlo. Usando su mano libre, enredó sus dedos en esos mechones rubios, con la necesidad de sentir su sedosa suavidad. Bentley siempre había tenido un cabello muy hermoso y parecía que eso no había cambiado. Bentley tomó un trago más profundo, el movimiento de succión iba directo a la polla de Abram. Se sentía tan malditamente bien que Abram no pudo contener el gemido que se deslizó entre sus labios. La alimentación nunca le había afectado de este modo antes. Bentley terminó de alimentarse y lamió la herida para cerrarla, pero en lugar de levantarse, volvió su atención a la erección de Abram. Extendió la mano hacia la entrepierna del pantalón de Abram, Bentley desabrochó lentamente el botón, luego la cremallera y liberó la polla dolorida de Abram. Abram sabía que debía ponerle fin. Que estaba mal conducir a Bentley por ese camino. Pero quería sentir los labios de Bentley sobre él tanto, era demasiado débil para decir que no. Así que, en su lugar, le facilitó las cosas, abrió sus piernas y le proporcionó a Bentley más espacio para trabajar. Bentley no malgastó el tiempo con lamidas y mordiscos incitadores. En su lugar, fue directo al grano, separando sus hermosos labios y tomando toda la longitud de Abram de una sola bocanada. Abram dejó salir un grito de placer mientras se arqueaba en el sofá, sus dedos se enredaron con fuerza en el cabello de Bentley. —¡Mierda! Olvidé lo bueno que eres haciendo esto. Bentley alzó la vista desde debajo de sus pestañas, con un brillo de picardía en sus ojos. Como si dijera: y ahora no lo olvidarás de nuevo. Entonces comenzó a bombear su cabeza de arriba abajo, fijando un ritmo que pronto tenía a Abram al borde. Entonces, igual de veloz, Bentley disminuyó el ritmo, facilitando el retorno de

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Abram. Este podría haberse quejado, pero Bentley enterró su cabeza más abajo y succionó una de las bolas de Abram en su boca, haciéndola girar durante un momento. Entonces, se dirigió a la otra, prestándole la misma atención. —También había olvidado lo travieso que podías ser, —jadeó Abram. Bentley retrocedió y sopló la polla de Abram. —Parece que tengo muchas cosas que rememorar contigo. Abram se estremeció ante la sensación, apenas se había recobrado, antes de que Bentley lentamente lamiese un sendero por la sensitiva piel del envés de la polla de Abram. Hizo girar su lengua en torno a la cabeza, antes de abrir su boca y tragarlo entero de nuevo. Esta vez, Bentley fijó un ritmo más rápido y más duro. Abram dejó salir un suspiro de alivio, sabiendo que le sería permitido correrse esta vez. Incluso comenzó a menear sus caderas a la par de los bombeos de Bentley. Para darle crédito a Bentley, lo tomó como un hombre, no se atragantó ni una sola vez. Ni siquiera se encogió cuando Abram tiró más fuerte de su pelo. Abram podía sentir como sus pelotas comenzaban a contraerse. Farfulló un aviso, pero Bentley mantuvo su boca con firmeza en el sitio. No es que Abram esperase algo diferente. Bentley siempre le había gustado tragar todo el semen. —¡Bentley! —gritó Abram mientras se venía, su semen llenando la boca de Bentley. Justo como esperaba, Bentley se tragó cada gota. Incluso fue tan lejos como para lamer la polla flácida de Abram hasta dejarla limpia. Como si quisiera recoger cada gotita y asegurarse de que ninguna se desperdiciase. Una vez que hubo terminado, Bentley se sentó a horcajadas en el regazo de Abram y lo besó. Abram chupó la lengua de Bentley, saboreando la mezcla de sangre y semen que permanecía en la boca del otro hombre. Abram ahuecó el culo de Bentley y rompió el beso.

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—Deja que me ocupe de ti. Las mejillas de Bentley se pusieron todas rojas y maldita sea si no era lindo. —Me corrí cuando lo hiciste tú. Abram cepilló el cabello de Bentley. —Mi pequeño vampiro obseso del sexo. —Lo siento. —Bentley agachó la cabeza. —¿Por qué? No hiciste nada malo. —No, debería haber tenido un mejor control de mí mismo. Lo sé. —¿Quién demonios te dijo eso? —Mi sire. —Tu sire parece una verdadera zorra. —Lo es. Tan pronto como Bentley dijo eso, se encogió casi como si esperase que alguien saliera y lo golpease por la transgresión. Hizo que Abram se preguntase de nuevo que había sucedido entre Bentley y su así llamada sire. Cepillando nuevamente el cabello de Bentley, Abram dijo suavemente: —Dime que te hizo. Para su completa sorpresa, lágrimas fluyeron de los ojos de Bentley. Este nunca había sido un llorica. Ni siquiera había llorado cuando lo había dejado. Meneando la cabeza, Bentley dijo: —Desearía poder hacerlo, pero es demasiado humillante. No quiero pensar en ello y mucho menos hablar sobre ello. Especialmente a ti.

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Por alguna razón eso hizo que Abram se enfadase más. A él y Bentley siempre les había sido posible compartirlo todo el uno con el otro. Aun así, Bentley mantenía silencio aquí, ante el mayor evento de su vida. Se levantó tan rápido que hizo que Bentley volcase y provocó que chocara contra el suelo, mientras Abram decía: —Ven conmigo. Te mostraré la habitación de invitados. Puedes usarla hasta que decidamos que hacer contigo. Bentley levantó la vista del suelo. —¿No dormiré contigo? El dolor en la voz de Bentley lo hirió profundamente, pero Abram se obligó a permanecer firme. Si cedía ahora, siempre sería un pelele en manos de Bentley y el vampiro más joven siempre estaría tomando las decisiones. Eso era algo que Abram no podía permitir que pasara. —No, creo que será mejor que mantengamos las distancias, —dijo Abram. Bentley mordió el labio inferior. —Pero ¿cómo puedes decir eso después de todo lo que he soportado para estar contigo? —¿Y qué fue eso? —preguntó Abram con frialdad. Cuando Bentley bajó la vista al suelo y no le respondió, Abram bufó. —Eso es exactamente de lo que estoy hablando. Ahora levántate, para que así pueda enseñarte tu habitación. Bentley se puso de pie y siguió a Abram. Subieron las escaleras y aunque Abram no tenía una casa espléndida, tenía un sueldo lo bastante decente como diseñador de páginas web, como para ahorrar para una bonita casa adosada. La había decorado de forma minimalista dado que no era diseñador de interiores.

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Todo era básico: blanco o beige. Llevó a Bentley a la más pequeña de los dos dormitorios y abrió la puerta. —Hay un baño adjunto, por lo que puedes bañarte. Te traeré unos pantalones de deporte y una camiseta para cambiarte. Te quedarán un poco grandes, pero por ahora te valdrán. Tengo un cepillo de dientes de repuesto, te lo traeré también. Abram se apresuró a ir a por las cosas. Esperaba encontrar a Bentley ya en la ducha, así que cuando descubrió que estaba en el mismo sitio en que lo había dejado, Abram estaba más que un poco sorprendido. Bentley alzó la mirada hacia él con una expresión afligida. —Así no imaginaba que fuera nuestra reunión. Dejó las cosas encima de la mesa y Abram se giró hacia él. —¿Y cómo imaginabas exactamente qué sería? Sabías que no quería esto para ti. ¿Pensaste que estaría emocionado de ver que eres un vampiro? —Pensé que me amabas lo bastante para superar tu enfado. Ahora veo que realmente nunca me amaste para nada. No eres mejor que los otros. Sólo soy algo para usar como un juguete. Cuando te cansas de mí, simplemente me apartas hacia un lado. Ahora que he aparecido de nuevo, estás enfadado y no puedes deshacerte de mí lo bastante rápido. Abram se detuvo, horrorizado de que Bentley, de hecho, pensara eso de él. ¿Realmente había dado esa impresión? Y si es así, ¿cómo lo arreglaba? Maldita sea, quizás Jayce tenía razón y Abram realmente necesitaba soltarse un poco. Acercándose a Bentley, Abram puso las manos en los hombros del hombre más pequeño. —Bentley, todavía te amo. Nunca he dejado de hacerlo, por lo que no pienses nada diferente.

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—Entonces, ¿por qué me estás tratando de esta manera? —Porque no hablas conmigo. No sé qué demonios hiciste para convertirte en vampiro y me está volviendo loco. Hasta que te abras a mí, no podemos tener lo que solíamos tener. Bentley meneó la cabeza. —Si sólo supieras lo que me estás pidiendo, no te comportarías así. Abram rozó sus labios con los de Bentley. —No hay nada que puedas decir que pudiera hacer que no te quiera. Bentley se separó y retrocedió unos pasos. —No digas eso. Ni siquiera sabes todos los hechos. Son tan terribles que quiero vomitar al pensar en ellos. El estómago de Abram dio un vuelco. ¿A qué extremos había llegado Bentley sólo para que ellos estuviesen juntos? Más importante aún, ¿a quién tenía que matar Abram por herir a este chico? —Por favor, Bentley, dime quién te hizo daño. Haré que ellos paguen diez veces más por lo que te hicieron, —declaró Abram. Extendió una mano hacia Bentley, pero este la rechazó. —¿No lo entiendes? —gritó Bentley—. ¡No quiero que lo sepas! ¿Cuándo va a entrarte en esa cabezota tuya? No me preocupa cuántas veces me preguntes o cuán mal me trates, no voy a decírtelo. Si quieres que me vaya, entonces bien, será la primera cosa que haga mañana por la noche. Antes de que Abram pudiera decir algo más, Bentley entró en el baño y azotó la puerta tras él. Todo lo que Abram pudo hacer fue quedarse allí y pensar simplemente en que lo había jodido de mala manera.

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Capitulo Cuatro Bentley se detuvo ante la puerta de Abram y respiró profundamente antes de llamar. —Sí, —la voz de Abram sonó dentro. —¿Puedo entrar y hablar contigo un momento? —preguntó Bentley, intentando con fuerza ignorar el hecho de que su voz estaba rota. —Por supuesto que puedes. Bentley abrió la puerta y corrió directo a la cama, subiendo a ella con Abram. No estaba allí en busca de sexo, sino que necesitaba el confort del toque de Abram, debido a lo que estaba a punto de revelar. Si contar los hechos era lo que se interponía entre él y Abram, entonces Bentley los contaría. Incluso, aunque estaba bastante seguro que después de haberlo escuchado todo, Abram aun así no querría a Bentley a pesar de todo. Para su sorpresa, Abram no lo echó. Simplemente envolvió sus brazos alrededor de Bentley y lo acercó a él. Puede que fuese porque percibía la razón por la que Bentley estaba allí. O quizás era porque Bentley estaba temblando de forma tan alarmante que pensó que sólo necesitaba algunos TLC3 extras. Fuera cual fuese la razón, Bentley estaba encantado de que Abram estuviese siendo tan comprensivo. —Tan pronto como me dejaste, abandoné la Universidad y saqué el dinero de mi cuenta bancaria, —empezó Bentley. —¿Por qué?

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Acrónimo de Tender Love Care, lo que significa cuidados tiernos y amorosos.

—Porque estaba decidido a encontrar un vampiro que me convirtiese. Sabía que probablemente iba a tener, también, que pagarle para que lo hiciera. Aunque, no me importaba, siempre y cuando fuera a estar contigo de nuevo. Eso era lo único que me importaba. Así que empecé a buscar, a mirar por alguien que estuviera dispuesto a hacer el trabajo por mí. Abram lo abrazó con más fuerza. —¿Sabes lo peligroso que fue eso? —Sí, no soy estúpido. Pero no me importaba. Te amaba y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por estar contigo otra vez. No fue fácil para mí encontrar a alguien que pudiera hacerlo. Me llevó un año encontrar a un vampiro que estuviera dispuesto. Su nombre es Sabrina. Cuando Abram jadeó y profirió una maldición, Bentley dijo: —Me lo tomaré como que la conoces. —Sí, es una de las zorras más sedientas de sangre que hay. Déjame adivinar, te transformo con unas condiciones, —dijo Abram con amargura. —Sí, pero no me las dijo hasta después de mudarme con ella. Tenía que ser su esclavo de sangre durante dos años y sería, solamente después de eso, cuando me convertiría. —Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Bentley mientras rememoraba esos horribles momentos —¡Oh, Dios mío! —murmuró Abram—. ¿Por qué simplemente no te fuiste? —Porque por aquel entonces ya me habían encadenado. Intenté marcharme una vez e hicieron que me doblegara a su voluntad. Después de eso aprendí la lección. Simplemente permanecí de rodillas a sus pies y fui un esclavo obediente. —¿Al menos era amable contigo cuando se alimentaba de ti? Bentley se giró para así poder mirar a Abram y el horror que pudo ver en el rostro de su amante fue casi su ruina.

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—¿Qué es lo que crees? No era un secreto que ella odiaba a los humanos, especialmente a mí. —Entonces, ¿por qué se quedó contigo tanto tiempo? ¿Por qué no te cambió simplemente y se deshizo de ti? Bentley se estremeció. —Quería hacerme sufrir. Al principio para degradarme. Era como un juego enfermizo para ella. Incluso durante el día, nunca tenía un momento de paz. Tenía un licántropo que me vigilaba. Era muy cruel conmigo. Solía golpearme en cualquier ocasión que pasaba a mi lado, luego se reía cuando yo gritaba por el dolor. Abram lo abrazó más fuerte —Lo mataré por eso. Bentley negó con la cabeza. —No, por favor, no vayas en su busca por mi causa. Es muy grande y sanguinario. Odiaría que te hiciera daño sólo por mi culpa. El pensamiento de perder a Abram cuando lo acababa de encontrar hacía que Bentley sintiera náuseas. Se acurrucó apretadamente contra Abram como si abrazándose a él pudiera mantenerlo a salvo. Lo cual, ahora, Bentley sabía que era una ilusión. Abram no había estado bromeando cuando le había dicho lo peligroso que era este mundo. No es como si Bentley por un instante se arrepintiese de lo que había hecho. Soportaría todo de nuevo si eso significaba poder estar con Abram. —¿Qué pasó después de que finalmente te transformase? —preguntó Abram. El estómago de Bentley se agarrotó ante el recuerdo. —Dolió muchísimo cuando me mordió. Cuando me transformó, también lo fue. Me decía a mi mismo que valía la pena porque era por ti. Después, se terminó; pensé que finalmente ella dejaría que me fuera y me diría dónde podía encontrarte,

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que quizás había terminado conmigo. —Pero no lo había hecho, —dijo Abram con gravedad. —No, no había terminado. Quería verme sufrir sólo un poco más. Yo estaba muy hambriento y salido. Pero ella ni siquiera me dejaba que me masturbase. Me pusieron una jaula para pene para que no me pudiera tocar. Sólo me alimentaban cada pocos días, e incluso eran unos pocos tragos de sangre humana en una taza. Finalmente, después de un par de meses, me desencadenó y me dijo en dónde podía encontrarte. Usé casi todos mis ahorros para llegar a ti. Ya sabes el resto. Abram se giró, para así estar encima de Bentley. Mirando intensamente hacia él con tal tristeza en los ojos, para decir: —Mocoso estúpido, ¿no te das cuenta que no valgo todo ese sufrimiento? Dado que no había ira, sólo una cariñosa ternura en la voz de Abram, Bentley supo que no estaba en problemas. Extendió una mano y ahuecó el rostro de Abram. En el momento del cambio de Abram, había sido seis años mayor que Bentley, así que ahora solo había dos años de diferencia entre ellos físicamente, pero Abram tenía mucho más vello facial. A Bentley le encantaba sentir la aspereza de Abram. —Para mí, lo vales, —replicó Bentley escuetamente. —¿Cómo puedes decir eso después de la manera en la que te he estado tratando? —dijo Abram. —¿Por lo tanto no crees que doy asco? —preguntó Bentley, su corazón deteniéndose un instante. Ahora fue el turno de Abram de extender la mano y ahuecar la mejilla de Bentley. —Creo que eres insensato e increíblemente valiente, pero nunca que das asco. Te amo. Eso nunca ha cambiado. La respiración de Bentley fluctuó un poco.

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—Pensé que ahora me odiarías. Abram bajó la cabeza para darle un ligero beso en los labios. —Nunca podría odiarte. Eres mi razón para vivir. —Entonces, ¿por qué me hiciste dormir en la habitación de invitados y por qué no quieres estar conmigo? —Porque soy un idiota, ¿podrás perdonarme? Bentley sólo se lo tuvo que pensar un segundo. —Por supuesto que puedo. Tú lo eres todo para mí. Aunque, haré que te arrastres durante un tiempo. Puedes empezar comprándome ropa nueva. Se rio cuando Abram le hizo cosquillas. —Bien, iremos mañana de compras y puedes coger lo que quieras. ¿Ayudará eso? —le preguntó Abram. —Para empezar. También estaría bien una mamada. Los ojos de Abram adquirieron un pícaro brillo. —Eso estoy dispuesto a dártelo ahora mismo. El deseo se disparó a través de Bentley, haciendo que su polla se pusiera dura. —Entonces, ponte a ello. —Mocoso, —lo amonestó Abram. Le dio un abrasador beso antes de trazar lamiendo un sendero descendente hasta el cuello de Bentley. Este inclinó la cabeza hacia un lado y le suplicó: —Muérdeme.

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—Todavía estás muy débil, —le rebatió Abram. —Entonces, toma sólo un poco. Quiero sentir tus colmillos dentro de mí. Por favor. Durante un instante, Bentley pensó que Abram se iba a negar, pero entonces golpeó. Bentley jadeó cuando el placer más increíble de su vida se disparó a través de él. Pasó sus dedos a través del pelo de Abram y se le escaparon suaves gemidos de pasión. Bentley hubiera deseado que durase eternamente, pero Abram sólo tomó unos cuantos tragos antes de cerrar las heridas punzantes. Entonces fue descendiendo hasta que se cernía sobre la dolorosa erección de Bentley. Abram le bajó los pantalones de deporte a Bentley, liberando su pene. Tan pronto como el aire golpeó su polla, Bentley dejó salir un gemido. Ahora que era un vampiro, era hipersensible a todo y lo percibía como éxtasis puro. —Dios, cómo he añorado esto, —dijo Abram. Se inclinó y arremolinó su lengua sobre la punta de la polla de Bentley. Este dejó salir un lamento mientras se arqueaba en la cama. Apenas tuvo tiempo para recobrarse antes de que Abram separase sus labios y tragara todo de Bentley hasta la empuñadura. Abram fijó un ritmo lento y tranquilo, lo que volvió loco a Bentley. Justo cuando creía que no habría nada mejor, sintió un dedo resbaladizo circundar su ano. —¡Oh, Dios! ¿Cuándo conseguiste lubricante? —le preguntó Bentley. Abram simplemente se rio, enviando vibraciones a lo largo del eje de la polla de Bentley. Al mismo tiempo, empujó un dedo dentro del culo de Bentley. Este siseó por la mezcla de dolor y placer. Era tan, tan bueno. Cuando Abram añadió un segundo dedo, Bentley empujó en su contra tan fuerte que estuvo a punto de tirar a Abram. Se sentía tan bien ser llenado otra vez por su amante que Bentley no tenía control sobre sí mismo. Afortunadamente,

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Abram estaba allí para mantenerlo en su sitio. Puso una mano en la cadera de Bentley para restringir sus movimientos. Finalmente, justo cuando Bentley estaba seguro de que no podría tomar nada más, Abram se levantó y comenzó a quitarse la ropa. Bentley se quitó la suya también, sin necesidad de que lo incitasen. Bentley contempló con satisfacción a Abram. Maldita sea, nunca se cansaría de mirar al vampiro. Su cuerpo era una obra de arte. Desde su gruesa polla hasta sus cincelados abdominales, Bentley a duras penas podía creerse que Abram fuese todo suyo. Extendiendo los brazos, Bentley dijo: —Ven a hacerme el amor. Abram montó a horcajadas sobre Bentley. —Envuelve tus piernas a mi alrededor. Bentley estaba simplemente demasiado feliz para quejarse. Tan pronto como lo hizo, Abram se empaló en él. A Bentley se le escapó un grito de dolor que se transformó en placer. —¿Estás bien? —le preguntó Abram, su rostro lleno de preocupación. —Lo estaré una vez que comiences a follarme. Y no te atrevas a llamarme mocoso. Abram se rio, pero comenzó a moverse dentro y fuera de Bentley. Empezó con un ritmo pausado, pero en seguida se volvió rápido y frenético cuando ambos quedaron atrapados por el momento. Abram se estrellaba contra Bentley con dureza, sin una pizca de suavidad y Bentley adoró cada segundo. En todo caso, se encontró a sí mismo empujando hacia arriba y pidiendo más. Era como si estuviesen de nuevo en el club y fuesen animales salvajes otra vez. Si todo el sexo vampírico era así, entonces Bentley era malditamente feliz por tener colmillos. La boca de Bentley estaba solo a unos centímetros del cuello de Abram, y

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podía prácticamente oler la sangre. Sus colmillos descendieron, pero todavía sentía la necesidad de pedir permiso. —¿Puedo alimentarme? ¿Por favor? Abram inclinó el cuello hacia un lado. —Siempre mi amor. Bentley colocó sus colmillos hundiéndolos en la tierna carne. Como antes, tan pronto como la sangre llenó su boca, se corrió. Tampoco era simplemente un orgasmo normal. Fue como un seísmo. Se vino tan fuerte que sintió como si nunca fuese a terminar. También, escuchó a Abram gritar su nombre cuando se corrió, pero Bentley estaba todavía perdido en el maremoto de su propio orgasmo. Fue tan placentero que sentía como si hubiera abandonado su cuerpo y estuviera flotando en el aire. Cuando volvió a la tierra, fue consciente de que Abram se había levantado y lo estaba limpiando con una toalla caliente. Abram bajó la vista hacia él y le sonrió. —Bienvenido de vuelta. —¡Dios bendito! ¿Es así de bueno siempre? —preguntó Bentley. —Al principio. Con el paso de tiempo, te acostumbras a las nuevas sensaciones, pero aún supera el sexo entre humanos sin lugar a dudas. Bentley gimió mientras estiraba su cuerpo. —No quiero acostumbrarme nunca. Eso fue asombroso. Abram se metió en la cama y se pusieron en cucharita. Nunca antes Bentley se había sentido tan satisfecho. Tan protegido. Tan en paz. Tan amado. —Dime qué te pasó después de que te convirtieran. Sé que te emboscaron y

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que nunca conociste a tu sire, pero eso es todo. ¿Cómo aprendiste a sobrevivir como vampiro? —preguntó Bentley. —Fui afortunado y me encontré a un vampiro llamado Slate. Él es muy viejo y poderoso, pero siente debilidad por los descarriados. Me acogió y me enseñó a alimentarme y a controlar mis impulsos sexuales. Los celos se dispararon a través de Bentley. Se sentó y miró fijamente a Abram. —¿Te acostaste con él? Abram negó con la cabeza. —Lo creas o no, nunca ha habido otro salvo tú. Incluso después de abandonarte, no me apetecía acostarme con nadie más. Te amaba muchísimo. Aunque, me masturbaba tanto que fue un milagro que no aparecieran callos en mi polla. Bentley se rio, tanto por alivio como por diversión ante el comentario de Abram. —No te quejes tanto, al menos podías meneártela. Yo ni siquiera tenía esa opción. Por lo tanto, ¿ese Slate solo te acogió por la bondad de su corazón? Bentley no quería parecer desagradecido, pero si había una cosa que había aprendido durante los tres años pasados, era que todo tenía un precio. También, que era normalmente un precio alto y doloroso. —No todos son como Sabrina. Por ahí hay buenas personas. —Si tú lo dices, —replicó Bentley dubitativo. —Te presentaré a Slate. Podrás juzgar por ti mismo. Si no hubiera sido por él, no habría durado ni un mes. Incluso me ayudó a que terminara la Universidad, por lo que me pude convertir en diseñador de páginas web y valerme por mí mismo.

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—Todavía no comprendo por qué lo hizo, —insistió Bentley. Una mirada reflexiva apareció en el rostro de Abram. —Aunque nunca ha dicho mucho, creo que está intentando purgar los pecados de su pasado, sean los que sean. No soy el único vampiro al que acogió. Éramos unos cuantos. Todos eran como yo. Eran descarriados que habían sido emboscados y luego abandonados por sus sires. Bentley se estremeció. —No entiendo por qué un vampiro le haría eso a otra persona. ¿Por qué los convierten, simplemente para abandonarlos allí solos para sufrir? —Algunos vampiros disfrutan del poder que les da. Les gusta superarse los unos a los otros diciendo a cuánta gente han convertido. Simplemente no quieren cargar con ellos ni molestarse con entrenarlos después. Por lo que, dejan que los novatos se las arreglen solos. —Eso es simplemente enfermizo y repugnante. —Hay un montón de gente enferma, tanto entre los vampiros como entre los humanos. Bentley no pudo evitar estar de acuerdo en eso con Abram. Acurrucándose de nuevo en los brazos de Abram, Bentley se sintió a salvo por primera vez en años. Sólo esperaba que las cosas permaneciesen así y que Sabrina no acudiera a buscarlo. No podría soportar nada más de esa bruja.

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Capitulo Cinco Abram entró en el club de Sabrina y tuvo que contenerse a sí mismo para no ir directo por la garganta de la mujer. Incluso gruñó mientras sus colmillos descendían en señal de agravio. —Calma, —dijo Slate, mientras extendía una mano y frenaba con ella a Abram. Slate parecía tan frío y controlado como siempre. Su cabello rubio y corto estaba peinado con un estilo impecable, sin un mechón fuera del sitio. Sus ojos de un pálido azul no traicionaban ni un ápice de lo que fuera que estuviese pensando, y su traje oscuro parecía que hubiese sido confeccionado a medida para su esbelto cuerpo y, probablemente, así era. En definitiva, parecía fuera de lugar en ese vertedero de club en que ellos estaban ahora mismo. Mientras el club de Slate era de alta gama, este lugar era lo peor de lo peor y algo más. La música se oía apagada como si los altavoces estuviesen estropeados, y en la barra sólo se veían licores mediocres en los estantes. Incluso los reservados parecían descuidados, muchos tenían rasgones y unos cuantos intentos de remiendos. La pista de baile estaba llena, pero era por la escoria más baja de los vampiros, quienes abusaban de los humanos y los mantenían como ganado. Muchos de ellos portaban cadenas conectadas a collares que los identificaban como esclavos de sangre. Los pobres humanos eran obligados a arrodillarse en el suelo sucio y áspero. Sólo con pensar en su pobre Bentley teniendo que vivir de esta manera durante tres años hizo que Abram quisiera correr al baño más cercano y vomitar, pero primero quería ocuparse de Sabrina. Y… hablando de la zorra, allí estaba, sentada presidiendo una mesa, como la regenta de una corte, de un reino dispar y desharrapado.

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Realmente era hermosa, una vez que te sobreponías al hecho de que tenía un corazón putrefacto. Con el cabello largo y negro como los cuervos, llevaba un ceñido corsé que resaltaba su escote y los labios de un tono carmesí, era el sueño hecho realidad de todo hombre hetero. Qué mal para ella, Abram no era hetero, así que sus encantos no funcionarían con él. Se dirigieron hacia ella. Además de Slate, lo acompañaban cinco hombres de Slate como respaldo. No es que realmente lo necesitaran. Slate era muy poderoso, podía ocuparse de cualquiera. Pero no hacía daño montar un buen espectáculo. Sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa, cuando vio a Slate acercándose. Podría parecer eso, sin embargo, aunque podía no tener corazón, no era tonta. Tenía que saber que Slate no estaba allí para una visita social. —¡Slate! —exclamó, llevándose una mano al pecho—. ¿A qué debo este placer? —De hecho, vine aquí por deseo de uno de mis chicos, Abram. —Slate señaló a Abram, el cual dio un paso hacia delante. Ella adquirió un matiz mucho más pálido y comenzó a temblar perceptiblemente. —¿Acabas de decir Abram? —Sí, como el Abram de Bentley, —le soltó Abram, sin tan siquiera molestarse en ocultar su enfado. Ella se volvió de nuevo a Slate —No puedes culparme de nada. No tenía ni idea de que Abram era uno de los tuyos. Tienes tantos chicos que es difícil seguirles la pista. —No deberías tratar a nadie así, y punto, —rugió Slate mientras señalaba a todos los esclavos humanos de la habitación. Sabrina gruñó y tuvo la desfachatez de poner los ojos en blanco. —¿A quién le importa? Sólo son humanos. Están por debajo de nosotros. No

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son más que comida para nosotros. —Son seres vivos y tienen alma, no se merecen ser tratados como animales. Ella se sentó de nuevo en su silla y le dedicó una sonrisa de resabida. —Es algo divertido viniendo de ti, escuché cosas de tu pasado, Slate. No habrías dicho eso hace cien años. Ahora fue Slate quien gruñó. —Mi pasado no tiene razón de ser en esta conversación. Estamos hablando de Bentley y de cómo lo trataste. Principalmente, estamos aquí para saber cómo lo vas a resarcir. Ella se rio débilmente. —¿Por qué debería resarcirlo? Me pidió que lo convirtiera en vampiro y lo hice. Obtuvo lo que quería. —No lo hiciste hasta que pasó tres años en el infierno, —rugió Abram. —No es mi culpa que el chiquillo no se diera cuenta en qué se estaba metiendo. ¿Y qué? ¿Pasó unos cuantos años difíciles? Al final, consiguió su fueron felices para siempre. —Se mofó ella. —Dame una buena razón por la que no debería rajarte la garganta ahora mismo, —dijo Abram. Tan pronto como dijo eso, uno de sus guardias se adelantó. Antes de que el hombre tuviera la oportunidad de ir muy lejos; Slate extendió la mano, lo agarró por el cuello y lo estranguló con una sola mano. El guardia cayó al suelo, muerto antes de que su cuerpo tocara la sucia madera. Todo el club quedó en silencio mientras la muchedumbre se giraba para mirar la confrontación. —Cualquier otro que se atreva a interferir recibirá el mismo tratamiento. Esto es sólo entre nosotros y Sabrina. ¿Lo comprende todo el mundo? —dijo Slate en

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voz lo bastante alta para que lo escuchasen por encima de la música. Nunca antes Abram había visto a tantas cabezas asentir su conformidad. Incluso unos pocos vampiros corrieron hacia la salida. Slate daba miedo cuando estaba enfadado. Slate se giró hacia Sabrina. —Ahora vamos a hablar de cómo vas a hacer lo correcto con Bentley. Y no lo malinterpretes, harás lo correcto con el chico o responderás ante mí. —De acuerdo, le devolveré su dinero, —dijo Sabrina—. ¿Estás contento? —No, le darás diez veces más. Ella abrió y cerró la boca unas pocas veces antes de asentir a regañadientes con la cabeza. —Le haré una transferencia por la mañana. Slate soltó una risa amarga. —No, nos lo llevaremos ahora, muchísimas gracias. Si crees que voy a confiar en ti durante un minuto, debes pensar que soy tan estúpido como pareces tú. —No llevo semejante cantidad de dinero conmigo, —balbuceó. —Eso es una gilipollez y ambos lo sabemos, —espetó Slate—. Ahora envía a alguien a por él o empezaré a matar a uno de tus subordinados cada cinco minutos que me hagas esperar. Cuando ya no quede ninguno, simplemente te mataré ti, saquearé el lugar y encontraré el dinero. —Bien, —dijo furiosa, sus uñas pintadas de rojo sangre estaban destrozando los apoyabrazos de su silla. Se giró y le murmuró algo a uno de sus secuaces. —Oh… y Sabrina, no seas tan tonta como para intentar hacer algo en mi contra, porque entonces, realmente me enfadaré. Jayce está en la azotea de un

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edificio cercano y es un experto francotirador. Si Abram o yo caemos, tiene órdenes de dispararte en el acto. Todo lo que Abram pudo hacer fue no reírse cuando ella se congeló y parecía culpable. —Sí, lo harías y ambos lo sabemos. Lo cual es por lo que añadí esa pizca extra de seguridad. Ahora dile a tu pequeño niñato que vaya y traiga el dinero, para que así podamos dejar esta pocilga. Se me está revolviendo el estómago sólo de estar aquí, —dijo Slate mientras cepillaba una manga de su chaqueta. Permanecieron en silencio mientras esperaban por el dinero. Abram estaba fulminando con la mirada a Sabrina, imaginando todas las maneras en las que le encantaría matarla. Sabrina miraba con furia a Slate, sin duda resentida con él en su putrefacto corazón. Slate simplemente estaba allí de pie como si estuviera esperando a que el té del domingo llegase. Finalmente, el matón regresó con un maletín. Se lo entregó a Abram quien lo abrió para descubrir que estaba lleno de dinero. No se molestó en contarlo. Si no era suficiente, Slate se aseguraría de ocuparse de ello. Además, no creía que Sabrina fuese lo bastante estúpida como para traicionarlos. Se giraron para irse, pero Slate se detuvo y dijo: —¡Oh! Casi lo olvido. También tienes que liberarlos a todos. La frente de Sabrina se arrugó con la confusión. —¿A quién? Slate señaló a la marabunta de gente. —Los esclavos. Deja que se vayan. Ya. Su tono de voz dejaba claro que no iba a aceptar un no por respuesta. Ella meneó ligeramente su cabeza.

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—¿Estás loco? Son la única razón de que la gente venga a mi bar. —Deja que se vayan o le haré una señal a Jayce para que empiece a disparar. Confía en mí cuando te digo que nunca falla un tiro, —Slate retornó. —No puedes hacerme esto. Mi club se arruinará, —se quejó ella. —Encontrarás otra manera de sobrevivir. Los de tu clase siempre lo hacen. Y que no se te ocurra conseguir a otros humanos para reemplazar a estos. Si lo haces, lo escucharé y cuando lo haga, vendré a buscarte. Tampoco te gustará cuando te encuentre. —En serio, estoy comenzando a odiarte, —siseó. —Bueno, dado que te he odiado desde el principio, ahora estamos empatados, —replicó Slate con una sonrisa tensa. —Bien, que todos liberen a sus esclavos, —gritó ella. Hubo algunas protestas, pero todos lo hicieron. Tan pronto como los humanos fueron liberados, todos corrieron hacia la salida más cercana. Rápidamente los únicos en la estancia eran los vampiros y unos pocos licántropos. Rememorar como Bentley le había contado que uno de ellos lo había golpeado, era todo lo que podía hacer para no darle la señal a Jayce de que disparara para matarlos. Pero dado que sabía que sólo empeoraría las cosas, apenas se contuvo. Hizo una nota mental de todas sus caras, por si alguna vez volvía a encontrarse con alguno, los podría retribuir con unos golpes bien puestos de su propia cosecha. Entonces, cuando se giraron de nuevo para marcharse, estalló el polvorín. Sabrina arremetió desde su silla, con un puñal en la mano mientras intentaba apuñalar a Slate. Un único disparo rompió el aire y ella cayó al suelo muerta, con una herida de bala en el centro de su una vez hermosa cabeza. Sus subordinados se movieron para atacar. Slate y sus hombres comenzaron a despacharlos eficazmente. Mientras tanto, resonaron más disparos y más vampiros cayeron en el acto. Viendo su oportunidad de vengarse, Abram se volvió hacia los licántropos y sacó una pistola.

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Ni siquiera se molestó en preguntar cual había herido a Bentley, simplemente les disparó a los tres en las pollas. Entonces, después de darles el tiempo suficiente para que se percataran lo que habían perdido, los despachó con un único disparo en la cabeza. Después, les propinó a todos una buena patada, aunque estuvieran ya muertos. Slate miró a sus hombres, sus ojos brillaban de furia. —Quemad el lugar. Dejad un mensaje para cualquiera que pretenda joderme. Los hombres asintieron, luego se movieron por el bar, vertieron el licor barato por todo el lugar. Los vampiros que quedaban estaban gritando y corriendo en busca de refugio. Bien pronto, ardía un buen fuego y Abram y sus aliados abandonaron en club, detrás de ellos, el edificio estaba en llamas. Abram sostenía el maletín con fuerza en su mano. Aunque no podría, ni de cerca, retribuir a Bentley por todo el sufrimiento que había pasado, pero era un comienzo. Ahora podría entrar con buen pie en su nuevo mundo. Abram sólo esperaba que después de la manera en la que había tratado a Bentley pudiera ser aún parte del mismo. —Ahora, ¿por qué no regresamos a tu casa y me presentas a ese Bentley? — le sugirió Slate—. Quiero conocer al hombre que ha hecho que, literalmente, camines a través del fuego. Dado que nadie nunca le había dicho que no a Slate, Abram simplemente asintió con la cabeza. Sólo esperaba que Bentley se comportase y no fuese un mocoso por una vez en su vida. Sí, y quizás los perros comenzarían a maullar y los gatos empezarían a ladrar. Sólo les llevó media hora conducir de regreso al adosado de Abram, y durante todo el trayecto hasta allí Abram se preocupó por si Bentley y Slate se llevarían bien. Slate no era conocido por aceptar a los sabihondos y, el sobrenombre de Bentley, era sabelotodo. Era un desastre esperando a ocurrir. Aparcaron en el andén y el estómago de Abram dio un buen y fastidioso vuelco, especialmente cuando vio a Bentley esperando por él en la puerta. Tan pronto como Abram salió

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del coche, Bentley vino corriendo y se lanzó a los brazos de Abram. —Estoy tan feliz de que hayas regresado. Estuve preocupado todo el tiempo, —exclamó Bentley. Se detuvo y miró a los demás—. ¡Guau! ¿Quiénes son los trajeados? Abram contuvo una maldición. Bueno, las cosas no podían haber empezado peor. —Este es mi sire adoptivo, Slate, y algunos de sus hombres. En el rostro de Bentley apareció una sonrisa enorme. —He oído hablar sobre ti. Gracias por cuidar de Abram. Te lo debo todo. Slate simplemente estudió a Bentley, su rostro no revelaba nada. —¿Por qué no entramos, así podemos hablar en privado? La sonrisa desapareció del rostro de Bentley, pero simplemente se encogió de hombros y dijo: —Vale, por mí está bien. Bentley agarró la mano de Abram y caminó hacia el interior. Abram permitió a Slate y a sus hombres entrar primero antes de cerrar la puerta tras ellos. Entonces, respiró profundamente, diciendo otra oración en silencio para que todo fuese bien. —Abram significa mucho para mí, —dijo Slate. —Para mí, también significa un montón, —contestó Bentley. —Por lo tanto, puedes comprender por qué he venido hasta aquí para asegurarme de que eras el adecuado para él. Bentley retrocedió un paso como si se hubiera golpeado con algo. —¿Adecuado? ¿Qué quieres que haga? ¿Que me desnude así puedes

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comprobar mi silueta? ¿Abrir la boca para que cuentes a ver si tengo todos los dientes? A Abram se le escapó un gemido. Esto era exactamente lo que no quería que ocurriese. Se pellizcó el puente de la nariz y esperó que Bentley no consiguiera que lo matasen o algo peor. Porque entonces, Abram tendría que intentar matar a Slate y, en serio, no quería tener que hacer eso. —En ese maletín hay diez veces la cantidad que le pagaste a Sabrina para convertirte. La duplicaré si te vas ahora y no vuelves nunca a ponerte en contacto con Abram, —dijo Slate. Abram se llenó de indignación, pero su reacción no fue nada comparada con la de Bentley. Al pequeño vampiro se le escapó una maldición en alto y cerró sus manos en prietos puños. —Mira, sé que eres algún vampiro grande, malo y poderoso, pero ninguna cantidad de dinero o amenaza va hacer que deje a Abram. Lo amo y no lo dejaré pase lo que pase. Puedes llevarte tu dinero y metértelo por el culo para lo que me importa. Puede que esté roto, pero me importa más Abram que cualquiera cantidad de dinero. Para desconcierto de Abram, Slate sonrió. —Eso es todo lo que necesitaba escuchar. Espero que seáis muy felices. Bentley balbuceó. —¿Qué fue esto, alguna clase de prueba? —Sí, y la pasaste. —¿Quién eres? ¿Willy Wonka? —demandó Bentley. —No, sólo soy alguien que se preocupa mucho por Abram y quería asegurarme de que esa persona estaba enamorado de él tanto como era amado a cambio.

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Slate les hizo un chasquido a sus guardias y se dirigieron a la puerta. Girándose hacia Abram dijo: —Mantén una rienda fuerte sobre él. Está un poco malcriado. Abram se rio. —Dime algo que no sepa.

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Epilogo Bentley a duras penas podía creer que ya hubieran transcurrido seis meses desde que estaba con Abram. Había sido tan feliz que el tiempo le parecía que volaba. En ese momento, ambos estaban en la oficina de Abram. Abram en un escritorio haciendo su trabajo. Bentley en el otro, haciendo ejercicios online para su curso universitario. Abram había decidido que sería mejor para Bentley que permaneciese cerca durante un tiempo. Aunque Bentley estaba haciendo un buen trabajo manteniendo sus necesidades básicas de vampiro bajo control, había ocasiones en las que todavía tenía lapsus y era bueno tener a su amante/sire de adopción cerca cuando pasaba eso. Bentley había recuperado todo el peso que había perdido y ya nunca se encontraba necesitado ni de sangre ni de sexo. Abram siempre estaba atento a que ambas necesidades fueran saciadas. Incluso ahora, Bentley estaba contoneándose en su silla, adolorido por la sesión maratoniana de sexo que habían tenido la noche anterior. Abram debía de haber notado su incomodidad porque soltó una risilla. —¿Mi pequeño mocoso está adolorido? —Un poquito, —admitió Bentley, una sonrisa se formó en su rostro a hurtadillas. —Te avisé de que no deberíamos haber follado esa última vez. —Pero estaba tan cachondo, —gimoteó Bentley con un puchero. —Y ahora apenas puedes estar sentado el tiempo suficiente para hacer tus tareas escolares.

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—No es culpa mía que seas tan sexy. —Buen intento. Tú simplemente no aceptas un no por respuesta y ambos lo sabemos. —Si hubiera aceptado un no por respuesta, ahora no estaríamos juntos, ¿no? —señaló Bentley. Abram deslizó su silla hacia atrás y abrió los brazos. Bentley no necesitó una segunda invitación; cruzó la habitación corriendo y se acurrucó en el regazo de su amante. De las cosas que hacían era una de sus favoritas. Bentley enterró su rostro en el pecho de Abram e inhaló el aroma a almizcle del vampiro. Bentley creía que nunca se cansaría de olerlo. —Te amo, —dijo Abram. —Yo también te amo, —replicó Bentley. Incluso aunque se lo habían dicho el uno al otro una docena de veces al día, todavía era tan agradable escucharlo. Casi era tan bueno como la primera vez que se dijeron esas palabras especiales mutuamente. Estuvieron allí sentados durante bastante tiempo, simplemente embebiendo uno en el toque del otro hasta que Abram finalmente golpeó el culo de Bentley, rompiendo el hechizo. —Tenemos que ponernos en marcha. —¿Por qué? —preguntó Bentley, frotando el área. —Slate, Jayce y los chicos van a venir esta noche, ¿recuerdas? —¡Oh, sí! Casi lo olvido. No puedo esperar a ver a Jayce. —Bentley se bajó de un salto. Cuando Abram soltó un gruñido, Bentley ahuecó su mejilla. —Tú eres el único vampiro para mí. Sólo me gusta Jayce como amigo, nada

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más. No olvides que pasé por un infierno por estar contigo y lo haría todo de nuevo. Abram tiró de Bentley hacia abajo en busca de un beso. —Lo siento, simplemente me pongo celoso de vez en cuando. Todavía no puedo creerme que te tenga todo para mí. —Bueno, me tienes y eso nunca va a cambiar. Vamos a estar juntos para siempre y nada va a separarnos de nuevo. Ese pensamiento hizo a Bentley el vampiro más feliz del mundo.

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Sobre el Autor Stephani Hecht está felizmente casada y es madre de dos hijos. Nacida y criada en Michigan, le encantan todas las cosas del Estado, desde los inviernos fríos hasta el equipo de hockey de los Detroit Red Wings. ¡Ánimo Wings! Puedes encontrarla habitualmente acurrucada junto a su portátil, creando su siguiente libro o atiborrándose de cafeína en su cafetería preferida. A Stephani le encanta hablar con sus lectores y puedes descubrirlo en http://www.stephanihecht.com/

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Créditos Ketty Carro Amazona Libroadicta Pervy Morgana Celtic Nuestro Agradecimiento al Staff de

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